#3_Energía para todos
Frente Amplio
Todo se transforma El suministro energético, tanto en lo que se refiere a la garantía de acceso como a la calidad del abastecimiento, es considerado un tema estratégico. Uruguay viene adoptando políticas y medidas para asegurar dicho suministro, así como para la creciente participación de energías renovables en su matriz energética y un uso eficiente de su consumo. En el Año Internacional de las Energías Sustentables para Todos, conversamos con el director de Energía, del Ministerio de Industria, Enrgía y Minería (MIEM), Ramón Méndez.
¿Cómo está constituida hoy nuestra matriz energética? Uruguay tradicionalmente tuvo una matriz muy fuertemente basada en el petróleo. Desde los años '40-'50 la energía hidráulica ha tenido un papel importante en nuestro país que se fue consolidando con los años pero fue claramente insuficiente para todas las necesidades del país. Otro factor negativo ha sido la falta de planificación de largo plazo lo que permitió que se fuera consolidando una matriz energética sin una definición política de fondo, cada vez más dependiente de un energético que no tenemos que es el petróleo. Su precio ha ido subiendo cada vez más desde el año 1973 cuando la primera crisis petrolera moderna. Hay que pensar que hemos llegado a momentos en que casi el 40% del total de las importaciones son petróleo y hasta el 30% del total de las exportaciones vuelven a salir del país para comprar petróleo, entonces eso tiene un impacto sobre la estabilidad fiscal, sobre la inflación, sobre una cantidad de variables de la economía enormes que
repercuten a la corta o a la larga sobre todo el sistema productivo y el entramado social del país. Esa situación que además estaba agravada fundamentalmente a fines de los '90 por el hecho que se había intentado en el país una fuerte desvalorización de las dos grandes empresas energéticas estatales, UTE y ANCAP, con el objetivo de tratar de llevar los servicios públicos energéticos al sector privado. Era mucho más que simplemente una privatización de UTE y ANCAP, era partir las empresas en pedazos y cada uno de esos pedazos que se lleven adelante por el sector privado. Todo eso había llevado a un debilitamiento muy profundo d e U T E y A N C A P, q u e prácticamente no estaban invirtiendo, no estaban ingresando nuevos funcionarios y que entonces se estaba debilitando por un lado la planificación y la realidad concreta. Esto cambia radicalmente con el primer gobierno frenteamplista, cuando después de unos años de experiencia se termina de concretar en 2008, cuando se
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