El Bar - Humberto Giannini

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El Bar.1 LUVINA 'Pidamos otra cerveza, aunque no sea más que para quitar el mal sabor del recuerdo' JUAN RULFO, Luvina Imaginémoslo vagando por un pueblo desconocido, miserable, fantasmal; tal vez haciendo hora para pescar el bus interurbano. Pero quién dice que allí exista un bus interurbano, y no tenga que ingeniárselas para convencer al taxista del lugar, a que lo lleve más al interior aún, a una aldea metida quizá dónde entre esos cerros de allí, y a la que el joven maestro ha sido destinado. Perdido, imaginémosle ahora entrando en la cantina del pueblo, y, para ganarse el derecho a las preguntas, plantarse con una cerveza frente al mesón. Esperar paciente el momento propicio. -¿A Luvina?... Pregunta a su vez el cantinero y se pone a limpiar el mesón como para sacarle algún pensamiento... -¿Y qué diablos se puede ir a hacer a Luvina? Cuando el maestro está por terminar de decírselo, el cantinero levanta finalmente los ojos de su operación de limpieza: -Mire, ahí hay uno -y señala un bulto arrinconado en la penumbra maestro también, que hace tiempo volvió de Luvina... Mejor pregúntele a él... Y en ese punto empieza el relato de Rulfo2. Prescindamos de la maestría de quien lo relata: lo que allí se dice, modo de decirlo, ritmo, no podrían ocurrir en cualquier sitio. 'El estilo' pertenece a un espacio y a un tiempo marginados del mundo (del quehacer). Pertenece al bar, a la cantina. Y es sobre este aspecto que vamos a hacer unas cuantas reflexiones; una suerte de fenomenología. Por lo pronto, la marginalidad es también un carácter de su estructura interna: en el bar no hay centro alguno que arme y configure su espacio interior (ni hablar de un tiempo común). Todo está, por decirlo así, desfocalizado; todo tiende a convertirse en rincón, a arrinconarse. De tal modo que al entrar, lo primero que se percibe es el murmullo de voces de muy distinta procedencia espacial, de muy 'distintos tiempos' (ritmos): núcleos de comunicación, arrinconado cada cual en lo suyo, pequeños universos conversatorios cerrados. Alguien los ha llamado con acierto 'núcleos confesionales', Y la imagen es rica por cuanto lleva a descubrir por ese camino el significado más íntimo y esencial de lo que ocurre en la cantina. 1 2

Humberto Giannini, La “Reflexión cotidiana”, Interloquio II, pag. 88-94. Ed. Universitaria, 1995. Juan Rulfo, El Llano en Llamas, F. Cultura Económica, pág. 96.

EL BAR presentado en los ITINERARIOS ATEOLÓGICOS

www.azapa.org/itinerarios


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