Hay algo que me mueve cada día, que alimenta mi alma, y no en sentido figurado. Algo que me lleva a un destino que yo, libremente, he elegido, pero que soy consciente de que es arriesgado. Y, a pesar del riesgo, quiero seguir viviendo con él, y en él, sea cual sea, aprender a vivir en perfecta comunión con el destino final que me tenga reservado. Ese algo es todo un mundo, lleno de experiencias, que me ha llevado de un momento de duda como “Bailar, vivir” a otro de reafirmación que fue “Extremo Jondo”, que partió de la nada por una intuición “Lo que trae el aire” y despertó en mí las ganas de aprender y el gusanillo de la búsqueda en “De entre la luna y los hombres” y que ahora me hace pararme y querer disfrutar de la experiencia del camino andado ante lo efímero de su continuidad ese es mi “Paso a paso”. ¡Bendito Flamenco! Fuensanta La Moneta
PROGRAMA “Sobre mis pasos”
Farruca, malagueña y zapateado (Bailes) Romance (Cante)
“Hados”
Solea apolá, paso a dos con Javier Latorre Seguiriya (Bailes)
“Vereda”
Granaína con abandolaos (Cante) Tientos azambrados, Soleá por bulerías y Jaleos (Bailes) Duración aproximada: 90 minutos (sin descanso)
Ficha artística - Baile:
- Cante:
FUENSANTA LA MONETA Artista invitado MARCO FLORES
MIGUEL LAVI JUAN ANGEL TIRADO EL MATI
- Guitarra: - Percusión :
LUIS MARIANO MIGUEL RODRIGUEZ “EL CHEYENNE”
Ficha técnica -Técnico de sonido
P.A. Antonio Pérez
- Técnico de Luces
Diego Padin Torres
- Regiduría - Producción
Teresa Vílchez Raúl Comba
LA PRENSA HABLA… GIRALDA TELEVISIÓN 28/9/2012 ANTONIO ORTEGA. “…La Moneta cuando se pone a bailar por derecho, que es lo que hizo anoche, encandila los sentidos de los aficionados más exigentes, en su baile nos regala detalles de las más grandes bailaoras de la historia, pero los adereza con su propia personalidad sacándole un jugo que sabe a raíz de la tierra…” “… bailó un paso a dos con Javier Latorre que quedara en los anales de esta Bienal…” Dio una lección de flamencura sin más protagonismo escenográfico que el baile de una artista brillante y elocuente en sus formas. Fuensanta la Moneta se dejo la piel en el escenario en este recital de baile cien por cien flamenco, sin edulcorantes, bailando por derecho, ella sola y su jondura. “…contó con la colaboración del maestro Juan José Amador en el cante por seguiriyas, evocación de una de sus bailaoras de cabecera la Gran Carmen Amaya a la que la bailaora le hace constantes guiños en su baile…” “…También contó con la colaboración especial del bailaor y coreógrafo Javier Latorre. Su baile es como la arquitectura de una catedral, una obra de arte. El baile de Latorre es de excelencia porque todo en él se desarrolla en un lenguaje corporal que no se anuda a las tensiones, bailar en él es lo mismo que parpadear, no es una postura, es una prolongación más de su cuerpo. El pozo de sapiencia que ahora atesora le ha dado finura y elegancia. Solea Apola, la maestría de Latorre se fundió con el temperamento de La Moneta en el paso a dos. Son dos conceptos alejados, pero la unión fue encantadora…” “…La Moneta en este recital naturalizo el baile y despejo el desconsuelo de una afición afligida por el impurismo de la falsa vanguardia, con música de Luis Mariano, guitarrista del montaje la artista además interpreto farruca, malagueñas, zapateados, tientos, zambras, jaleos y solea por bulerías. “…Su flamencura fue suprema, repleta de detalles, en los tangos se supero, lo dio todo sin salirse de la llave se rebusco una y otra vez sacando gestos y movimientos que acunaron un sabroso paladar, se dolió en la tragedia de la seguiriya, sentención en la solea y fue un río de jubilo en los estilos festeros. Sus brillantes zapateados mandan en su baile pero no lo condena porque la vehemencia de La Moneta encuentra el temple cuando lo que baila y lo que cuenta es una misma cosa…”
SEVILLA FLAMENCA 28/9/2012 Alejandro Medina Merino Al son de la malagueña y la farruca vemos una Moneta más clavada, atenta a la colocación del cuerpo. A veces buscó posturas forzadas, pero aun así aparece siempre el aroma de la inspiración. La visión de esta granadina del baile flamenco actual no cede el mínimo espacio a la banalidad. En el zapateado se aligeró, conectó mejor con el cuadro y empezamos a relajarnos para ver bailar de una manera única, lo que empieza a ser exclusivamente el baile de La Moneta. Ese baile no es misericordioso, no conoce el alivio, esta enfrascado en una tragedia flamenca de aire oscuro y denso. La seguiriya es un puñal que se le clava y sobre el que ella se retuerce, luchando con la fuerza volcánica de sus pies. Cuando parece que la tierra va a quebrarse, la Moneta alza la cara y nos corta el aliento. Su cara es el centro de su expresión, lo más jondo de ella misma en un cuerpo flamenco que lastima y con el que se lastima. Fuensanta la Moneta fija su discurso en los pies y la torsión del tronco. Esto puede gustar o no, ya que la feminidad tiene aquí una versión más terráquea que sensual. Los brazos no tienen papel primordial, raramente coronan la cabeza. Sus torsiones parecen buscar el dolor de sus pies, para luego, por un instante, liberarse, erguirse y fijar los ojos en el público: ¡Ay! El momento más brillante de la noche llegó en la soleá a dúo con Javier Latorre, quien fuera su maestro. La fuerza ciclónica de la Moneta se lanzaba contra la quietud de Latorre; su baile varonil y alzado amansaba los empellones de Fuensanta, que bailaba como el viento silba entre los árboles. Flamenquísimo, emocionante. Con la soleá por bulerías entramos en otro ciclo emocional, y nos regala estampas inolvidables. Pero fue en los tientos con aires de zambra donde la Moneta abrió el frasco de la sensualidad: aparecen los brazos y las caderas, el juego de volantes, la magia del Sacromonte…Nuestro pecho se abre y palpitamos con los aires moros porque La Moneta nos está dejando enamorados de ella. En los jaleos finales ya estamos entregados, bien despachados de baile. El espectáculo tiene aspectos mejorables, como la iluminación y algunos momentos del cante, pero tenemos que darle las gracias a todos por traernos tanto flamenco, de ese del que estamos tan necesitados.
ABC SEVILLA 29/9/2012 Marta Carrasco. “Baile de Granada de verdad” “La Moneta paso a paso” es una obra honesta, seria y pensada para responder exactamente a su nombre. Es decir, dar a conocer el baile de esta granadina que se enfrenta sola a su baile y al público. Bien rodeada de un lantel de cantaores y con la sola guitarra de Luis Mariano, Fuensanta La Moneta lleva su baile hasta la maestria. La obra está dividida en tres episodios, “Sobre mis pasos”, por farruca, malagueña y zapateado; “Hados” por soleá apolá y seguiriyas y “Vereda”, tientos azambreados, jaleos y solea por bulerías. Todo ello con dos colaboraciones geniales: Juan José Amador y Bobote. Pero además de mostrar su baile la Moneta quiso recuperar a un bailaor al que no veíamos, en un escenario de la Bienal desde 1994, cuando intervino en un homenaje a Antonio el Bailarin: Javier Latorre. Estos 18 años de ausencia en los que Latorre se ha dedicado a crear, no le han quitado un ápice de su esencia bailaora. Disfrutó él y disfrutó el público con su baile. El baile avanzaba poco a poco y fue por tientos azambreados y jaleos cuando salió Granada a borbotones. En un mundo tan homologado, donde todos se imitan la Moneta ha elegido diferenciarse. Así su baile es fuerte de pies, pero singular en brazos y torso. El Sacromonte, el Albaizin están impresos a fuego en el baile de Moneta. Echa hacia atrás la cabeza, alza los brazos y baila con los pies, y le falto hacer el cambré en el suelo de la famosa Golondrina. Me gusto lo que emana del baile de Moneta, porque va desde la sensualidad a la dulzura, desde lo académico a lo popular. Los jaleos y la soleá por bulerías fueron el broche de oro para una noche en la que una bailaora nos mostró su honesta forma de entender el flamenco, el de su tierra granadina. Me alegro que nunca olvide dónde están sus raíces.
IDEAL 24/3/2013 José Manuel Rojas. “Democracia Flamenca” Con criterio y sin prejuicios. Ha llegado un momento en que ir a ver bailara a La Moneta es como un acto de fe que cualquier creyente de esta religión que se llama flamenco debería ejercitar. Y es que más allá de doctrinas, dog mas o profecías, Fuensanta “La Moneta” se presenta como suma sacerdotisa de una escuela de baile que no entiende de epítetos ni de calificativos. Ella es moderna y contemporánea sin tener que caer en directrices textuales ni planteamientos imposibles. Se Puede bailar por farruca a una guitarra y hacer entender a un respetable inteligente un principio, nudo y desenlace. Y más teniendo a su lado a un guitarrista como Luis Mariano, capaz de quitarle la mitad de los aplausos de la noche, y de llevar a su terreno fragmentos de “La Estrella” y de la “Aurora de Nueva York”. Generosidad que sigue demostrándose al hacer un número a dos con Javier Latorre, un señor que ha sido maestro de muchos pero que hoy por hoy es un complemento de lujo de una dama del duende. Una diosa generosa que demuestra simbiosis con sus cantaores, cuatro señores que se reparten todo el abanico policromático en cuanto a registros vocales haya en esto del quejio. De Jerez al Polígono, con paradas en Santa Fe y el Albaicín. Sin decir nombres todos son grandes y se crecen con Fuensanta, pero es que Fuensanta se crece con ellos en un ejercicio autobiográfico y simbiótico que nos lleva a ir desde los tangos genéticos hasta unas bulerías que van muchos más allá de los cánones establecidos. Y todo con un secundario de lujo como “El Cheyen” al cajón. Noventa minutos de flamenco sin trampa ni cartón. Una hora y media de democracia flamenca. Sin malos gestos, ni imposiciones. Solamente un montaje donde una aficionada quiere bailar. La suerte es que la aficionada es “La Moneta”. Posiblemente la mejor bailaora de España. Posiblemente.
VOLANDOVENGO BLOG 25/3/2013 Jorge Fernández Bustos No hay nada sobre gustos que no esté escrito ni a nadie que le amargue un dulce. Siempre he defendido mi incondicionalidad hacia La Moneta, hasta el punto de considerarla la mejor bailaora del momento, al menos de su generación (y si me apuran…). Me he entusiasmado con su evolución, con sus logros que, como un escultor, va añadiendo a su obra para crear el modelado perfecto. Paso a paso nos invita a descubrir ese camino. Es una recopilación temprana de la canción de su baile, de la historia de su vida, pues Fuensanta nació con los tacones. El viernes, 22 de marzo, o sea, ayer, en el Centro Cultural Medina Elvira de Atarfe, para su público y para sus nuevos descubridores, La Moneta se rodeó del cuadro de verdadero lujo, que habitualmente la acompaña, para desgranar esa media docena de espectáculos que han conformado su estado. La primera propuesta es una farruca con sólo la guitarra de Luis Mariano que desde un primer momento muestra su inmensidad. Luis es un creador; suena a flamenco y suena a granada; es tierra y es agua: el agua que baja por el monte, el agua canora que borbota de los manantiales de Valparaíso. De rojo aparece la bailaora granadina para afrontar este baile tradicionalmente masculino, pero que ha redondeado sus aristas para expandirse en el género. La Moneta saca su vena contemporánea, que tan bien se adapta a su apuesta. Manzanita de Santa Fe aborda la malagueña de Manuel Torre, Por buscar la flor que amaba, sólo esta letra, breve en su inmensidad, que la protagonista pinta tan delicada como desafiante. De nuevo la guitarra de Luis se queda sola, acompañada por el preciso cajón de Miguel ‘El Cheyenne’, arpegiando la melodía de La Estrella. Es un tácito homenaje a los tangos de Morente. También se acuerda de los temas de Sacromonte o de La aurora de Nueva York. El primer impasse de la noche viene con la voz añeja de Miguel Lavi haciendo el romance de El Chozas, para dar paso al invitado de la noche, Javier Latorre para bailar el silencio. Latorre es el maestro estilizado y calmo que deja huella sin proponérselo. Abre su vuelo y la soleá se impone, con las voces de Lavi y de Juan Ángel Tirado. La Moneta aparece con media cola blanca y mantón a juego. Es un paso a dos, en el que los dos bailaores se alternan, se imbrican, hermoseando el aire. Jaime Heredia ‘El Parrón’ toma el testigo. Encara una tona y un martinete. Sorprende la templanza de su voz y su control en el decir, aunque, al final de la velada, se traiciona a sí mismo forzando la máquina en demasía. Los cuatro cantaores, con voces reconocidas, quizá pasen por ser las mejores gargantas de nuestra tierra (incluyendo a Lavi, que es de Jerez). Un poco de percusión apoya a Juan Ángel cantando por seguiriyas. La granadina surge de negro, y se acompaña con palillos, para ser desgarradora en este baile tan suyo. La seguiriya es rica y acaba con el cambio de Curro Dulce, que repite su último verso como una coda final que rubrica la pieza.
La segunda parte, si se puede llamar así a una obra sin fisuras, comienza con todos los actuantes cantando por granaínas. El toque de Luis Mariano, habitual en esta suerte de libertad, realiza verdaderos encajes con la sonanta. Jaime Heredia y Manzana firman esta la granaína y la media, mientras Lavi y Tirado se abandolan acercándose a la rondeña y a los fandangos del Albaicín, respectivamente. Y, para terminar, o para terminar de empezar, La Moneta expone sus jugadas actuales, que consisten en un todo continuo, solapando los distintos palos y recogiendo todo el sentimiento con un mismo ‘vestido’. El toque moruno de la guitarra se asoma a la zambra, antes de plantear los generosos tientos y a continuación los tangos. ¿Se puede ser más graciosa, más canastera, más granadina bailando por tangos? Cada desplante, cada caída, cada paseo, cada golpe de caderas abre los apetitos más viscerales. Este sabor sacromontano, con una introducción del de Santa Fe, a la manera del poema por bulerías de Manuel Molina, se convierte en un latido por soleá, donde descubrimos, si cabe, a La Moneta más espontánea. Soleares que pasan a ser jaleos extremeños, con los cantaores de pie, en una rueda definitiva que acaba por bulerías, hasta que todos hacen mutis por el foro, dejando a la caja y a Fuensanta, que hacen lo propio, dejando el escenario solo y puntos suspensivos en el ambiente.
Web revista La Flamenca. Rocío Hellín. Murcia / Teatro Circo / 4/4/2014 A los pies de `La Moneta´ Esta noche era baile lo que se anunciaba, aunque fue algo más lo que en realidad allí ocurrió. Desde medio día fue dejando huella por donde pisó, la bailaora Fuensanta "La Moneta" comenzaba el día en el Conservatorio de Danza de Murcia dando una masterclass a los alumnos, implicada por la formación se paseaba a compás de alegrías por el aula y no solo enseñando el alma que la arroja a bailar, "el espacio es una asignatura pendiente que los bailaores siempre tenemos" eso decía la granadina, una gran verdad. Por la noche en el Teatro Circo empezaba su espectáculo, jugando al despiste. Con falda a media pierna y chaleco sonaba una farruca, ahí estaba ella, menuda y segura trayendo al recuerdo a Vicente Escudero, al minimalismo y a la expresión corporal que dialogaba con la guitarra de Luis Mariano. Tacones ligeros en la malagueña del cantaor de Morón David "El Galli", empezamos a ver su baile profundo y actual, poco a poco va sacando su personalidad en cada movimiento y se comunica perfectamente con su atrás y su público que hoy llenaba el patio de butacas sin poder desviar la atención hacia otra cosa que no fueran las figuras imprevisibles y el control de intensidad que tiene "La Moneta". Miguel Lavi aparece en escena solo, sin adornos, cual estandarte de Jerez y la Plazuela y nos regala un corrido gitano. Buena presentación que remata Fuensanta con su presencia en bata de cola blanca y se arma el lío. Camina con seguridad y encierra la cola entre sus piernas, se deslía por soleá por bulerías manteniendo los silencios con el ritmo en el cuerpo, pureza en el vestido de flamencura y con un carácter que no nos deja movernos del asiento; entra en júbilo rematando con las letras del Charamusco de los dos cantaores, ida ella, idos nosotros. Sin remedio. Respiramos por tonás a las que le sigue la percusión de "El Cheyenne", hasta que nos vuelve a faltar el oxígeno a golpe de castañuela y negro absoluto. Seguiriyas de taquicardia, de saltarse el corazón, sentencia en los remates y se templa en los espacios. "La Moneta" habla más cuando baila que otra cosa, es capaz de decirte que ella no peca de juventud, que está ahí porque se lo trabaja, que es consciente de su baile y que te va a atrapar, y te soltará cuando ella quiera, porque ella es la mandona; y no hay otra intención que esa, dejarla que mande que hemos venido a gozar. Tras descargar el genio la guitarra se entona por granaínas para los dos cantaores, se retira descargada la bailaora para la traca fnal. Disfrutamos de un sensacional momento de intimidad con ellos que buscan la delicadeza en su cante que se transforman en folclore por rondeñas y Lucena, grandioso. Ya no sabes si has venido a ver baile, cante o a qué, ni que haces ni porque aplaudes, estamos que es lo importante y vamos a viajar en el tiempo, no al pasado inmediato, sino a milenios atrás cuando Granada era moruna y las zambras eran su banda sonora. Llega la Fuensanta canastera y de la morería dándonos un capuzón ancestral a golpe de cadera, sensual, femenina y yo que sé cuantas cosas más, tangos morunos y en definitiva, música con mayúsculas. Se recrea en el baile autóctono de su tierra fértil, cabeza siempre arriba, quebrada cuando se lo pide el cuerpo. Que guapa está "La Moneta", que bien le sienta el compás en la cara mientras juega con él. Soleá con corte tradicional para decirnos que hay que nacer, aunque no se tenga herencia flamenca como es su caso, ella nació para esto y claro lo deja; en permanente complicidad con sus compañeros remata y respira para despedirse por bulerías, merecida fiesta de guasa. Con sus cantaores como escuderos se baila a ella misma y no para de disfrutar, y no hay mayor satisfacción que ver a una artista así, dos horas de lecciones que podrían aprenderse en toda una vida e incluso faltarnos tiempo. Ovación y saludos que se repiten una y otra vez, y es que no queremos despedida queremos la eternidad para el baile de "La Moneta" soñar despiertos y sentir ese orgullo que ella nos transmite, una es flamenca por cosas así.
Quien no estuvo puede sentir envidia, está permitido, es un lujo sentir que el corazón se te encoge y si la culpa es de "La Moneta" mucho mejor. A sus pies, señora. Ficha artística Baile: Fuensanta "La Moneta" Cante: "El Galli" y Miguel Lavi Toque: Luis Mariano Percusión: Miguel Rodríguez "El Cheyenne
VOLANDOVENGO BLOG 17/6/2014 Jorge Fernández Bustos La Moneta en la cumbre Paso a paso Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que escuche, quien tenga corazón que sienta, pues no fui yo solo quien disfrutó con el espectáculo Paso a paso de La Moneta, sino que fuimos cerca de ochocientos sesenta y tres asistentes los que ocupamos las tantas localidades de la bella Sala Roja de los teatros del Canal de Madrid este sábado, 14 de junio, en el que la granadina nos mostró el verdadero baile del siglo veintiuno, en el que se aúna el contemporáneo con el flamenco, sin que sea un postizo, sino formando parte de él como un apéndice imprescindible; y la implicación de todo su cuerpo como si de un todo se tratara, pies y manos, hombros y cintura, ojos y sonrisa, y la fuerza permanente, y la técnica que está tan solapada que parece que no existiera sólo cuando el sonido del compás se impone con esa naturalidad como si viésemos jugar a un niño; y la música que la rodea y la envuelve y la guía, con números uno, con Luis Mariano a la guitarra y Miguel ‘el Cheyenne’ a la percusión, un tánden eficacísimo de la creación y el poso cálido con que impregna Granada a sus muchachos y la escuela sacromontana, con su rasgueo impagable y el sonido del agua en cada nota, y Miguel Lavi, Morenito de Íllora y el Mati al cante, con el aguardiente preciso y la admiración mutua, con la voz abierta, tranquila, segura, cantando para la señora, que también sabe ser canastera, y nos hace llorar con la seguiriya y reímos con los tangos, cuando su sonrisa abierta sorprende el guiño, quizá espontáneo, de un quiebro, y, desde el principio, con su farruca redonda, austera, y su paso a dos, más adelante, con Javier Latorre, la verticalidad personificada, el maestro tranquilo, impasible, que con parco zarandeo quiebra el azogue, y vibramos con los jaleos y con la mirada hipnótica de Fuensanta que hace cómplices, mientras la luz la persigue y la caja refuerza su propuesta como si fuera un tercer tacón y la guitarra, espectacular en ella sola, va hilvanando los retales hasta encontrar la pieza delicada, el bordado exquisito de una noche sin fisuras, porque quien no quiera ver que no vea, quien no quiera oír que no escuche, quien no quiera sentir que no sienta, pero yo, que tengo ojos, que tengo oídos, que tengo corazón, que estuve allí, quise reír y quise llorar, vibré y me estremecí, como tan sólo con unos pocos flamencos se consigue.