EL ESPECTADOR
EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 / 19 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
IV n ta g ra m a ElPe ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ WILLIAM MARTÍNEZ
wmartinez@elespectador.com @MartinezWill77
La poesía de lo cotidiano es la poesía que no les apunta a grandes épicas, sino que se fija en el hombre de puertas para adentro. En un rincón de su habitación, mirando al techo, cuando nadie lo está viendo. Esa tradición llegó a Latinoamérica en los cincuenta, con los antipoemas de Nicanor Parra y los epigramas de Ernesto Cardenal. En Cuba, Eliseo Diego se encargó de darle peso a esta corriente; en Argentina, Juan Gelman; en México, José Emilio Pacheco; en Colombia, Piedad Bonnett. Hoy, a las 11:00 a.m., la escritora participará en el Cartagena Festival Internacional de Música moderando una conversación sobre la relación entre poesía y música. Allí estarán las cantantes Jenny Daviet y Eva Mei, el director de orquesta Gérard Korsten y el director artístico Giorgio Ferrara, quienes hurgarán la composición de óperas italianas y canciones francesas de autor. A propósito del evento, rastreamos la ligazón de Bonnett con la música en dos episodios: su infancia y el duelo por el suicidio de su hijo, Daniel Segura. *** Piedad Bonnett nació en Amalfi, un pueblo casi medieval a cuatro horas de Medellín. En los cincuenta era un lugar donde los le-
Hoy, en conversatorio en el Sofitel Legend Santa Clara
Escapar de la música para no hundirse A propósito de la participación de la escritora Piedad Bonnett en el Festival, rastreamos su ligazón con la música en dos episodios: su infancia y el duelo por el suicidio de su hijo. prosos deambulaban por la plaza central. Los caballos cargaban costales con cadáveres picados de liberales y conservadores. Los toros escapaban del matadero. Su casa, ubicada en el marco de la plaza, la resguardaba de lo que sucedía afuera. Adentro tenía la biblioteca familiar, donde conoció “El tesoro de la juventud”, una enciclopedia infantil de 20 tomos que fue su contacto inaugural con la poesía y el cuento. Esos libros y el culto de su padre por los poetas barrocos españoles y colombianos la precipitaron a la poesía: un recurso que, dice, no la salva de existir, pero le da consuelo. Su padre, un contador autodidacta, de genio crispado, de pronto se relajaba y comenzaba a recitar. Aunque ella no entendía la mitad de lo que decía, se sumergía en la música de su voz. Con el tiempo, encontró divertido desbaratar la lógica de las cosas y escribió sus primeros versos. Ahora, cuando rememora esa imagen, dice que
los versos de García Lorca y de León de Greiff la adentraron suave, placenteramente, en el lenguaje. Eran palabras que se resistían a análisis racionales, que hacían la vida menos rígida, que no pretendían dar lecciones. Los poemas y las canciones que se aprenden de niño, apunta, jamás se olvidan. Se llevan como cicatrices. A los 13 años, con la obsesión de ser independiente, el mandamiento juvenil de los sesenta, cambió las cátedras religiosas de su colegio, en Bogotá, por los ensayos de los existencialistas franceses y descubrió a Los Beatles. Perdió el año. Por eso sus padres la enviaron lejos, al internado de monjas La Merced, de Bucaramanga, al borde de la frontera con Venezuela. Bonnett preguntaba sobre sexo, sabía dibujar, sabía escribir: se exhibía. Ese coctel de ego y desparpajo hizo que las monjas la callaran, la golpearan, rasgaran las cartas que le enviaba su madre.
Contrajo una úlcera duodenal y comenzó a vomitar a diario. La rabia terminó canalizada en el papel y subiéndole el volumen a la grabadora. “Fui censurada por mi mamá, por mi papá, por mi propia hermana, por las monjas. ‘Soy un monstruo’, me decía, ‘lleno de maldad, que merece el castigo’. Pero esa soledad fue productiva. Empezó a traducirse en mis primeros poemitas. También me alié con dos o tres niñas y conocí el refugio de la amistad”, cuenta. *** Además de 7.000 libros y juguetes artesanales traídos de todo el mundo, en el estudio de Piedad Bonnett hay torres de discos. Desde colecciones de lujo de ópera y jazz hasta Tom Waits, Amy Winehouse y Adele. La música y el arte han sido caminos
para escapar de la estrecha escena de la literatura. Y también fue un método para acercarse a su hijo, Daniel Segura Bonnett, un pintor de 28 años que padecía trastorno esquizoafectivo y se suicidó en 2011, en Nueva York. Así como Daniel, quien estudió artes plásticas en la Universidad de los Andes, le presentaba nuevos autores, Piedad le mostraba grupos de jazz y de música clásica que él escuchaba a todo volumen en su estudio. Fue una forma de abrazar a quien le cuesta dar abrazos. Cuando Daniel entró a su segundo año de estudio, a los 19 años, su cuerpo comenzó a padecer un acné brutal. Cayó en el desasosiego. Se aferró al roacutan, un fármaco para tratar esa enfermedad, y entró a un cuarto oscuro. Bajó las persianas, se alejó de sus amigos, apagó el equipo de sonido. Con la música, Bonnett medía los dolores de su hijo. Un hábito que acogió para vivir el duelo de la muerte de Daniel fue escuchar música que la conectara con su hijo (Sting o bandas de rock, por ejemplo). O grupos que le hubiese gustado que él oyera. Imaginar su cuerpo atlético bailar con una intensidad no ajena de torpeza. Ahora, cinco años después de su muerte, siente que toda la música se lo recuerda. Por eso escucha menos música, sobre todo los domingos, que son especialmente dolorosos porque él permanecía allí. Optó por dejar de escuchar para no hundirse en la tristeza. Conversación musical: “La palabra y la música”. Hora: 11:00 a.m.
/ Juaquín Sarmiento
EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 20 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Las primeras notas en la plaza de San Pedro
En la emblemática plaza de San Pedro Claver, en la Ciudad Amurallada, se realizó la noche del sábado la primera presentación de la serie denominada “Interludios”, en el Cartagena XI Festival Internacional de Música. La jornada musical empezó a las 10:00 p.m., con el pianista Jean-Efflam Bavouzet, quien interpretó el “Nocturno 6” de Gabriel Fauré. Después apareció en la tarima la soprano Jenny Daviet, que junto al pianista Alphonse Cemin le trajo al público el primer acto de “Roméo et Juliette”, el segundo movimiento de la “Tercera suite orquestal” de Bach y un aria del III acto de “Manon”. El concierto finalizó con la orquesta Les Siècles, que bajo la dirección de François-Xavier Roth, interpretó cuatro piezas: “Le Boeuf sur le toit”, “Danse Macabre”, “Joyeuse marche” y “Carmen, suite n° 1 de orquesta”. Los asistentes al evento se acercaron a esta muestra de la música francesa que hace parte de la programación gratuita del Festival.
ElPentagrama
/ Jose Guiot
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Emmanuel Ceysson, de nuevo en el Festival / Joaquín Sarmiento
Rasgando las cuerdas del Edén Las cuatro presentaciones del joven arpista francés son uno de los platos fuertes del encuentro musical en Cartagena, ciudad a la que desde 2007 ha llevado la magia de sus sonidos. FELIPE GARCÍA ALTAMAR
xx@elespectador.com @xxxx
Sin importar el credo, todos hemos idealizado el paraíso. Desde los libros infantiles hasta las obras de arte más complejas, el Edén siempre ha sido descrito como un espacio inmaculado y etéreo. Un espacio en el que quien llega es recibido por millones de colaboradores celestiales con varios instrumentos musicales en sus manos, con los cuales son capaces de crear belleza sonora. Si Emmanuel Ceysson no hubiera nacido en Francia hace 32 años, fácilmente los sonidos que emergen de su arpa podrían compararse con aquellos que, según la mitología, se escuchan en el cielo junto a liras y trompetas. Emmanuel Ceysson era artista desde antes de nacer. Su familia, con gran predilección por la literatura y la música clásica, pavimentó el camino para que desde los seis años sus manos empezaran a coquetear con las cuerdas de ese instrumento que, pese a su enorme tamaño, sólo expele sonidos delicados y finos. Alternando las cuerdas del arpa y revelando así que la música estaba en sus genes, Ceysson también demostró sus habilidades con complejos instrumentos de
viento, como la armónica o el trombón. Su corta edad contrasta con lo holgado de su trayectoria y con los kilómetros que ha recorrido deleitando millones de oídos con la complicidad de su arpa. Los místicos arañazos de Ceysson lo han llevado a ser el único artista del mundo que ha logrado ubicarse en lo más alto de los tres concursos de arpa clásica del mundo: el ARD International Music Competition de Múnich, el Young Concert Artists de Nueva York y el Concurso Internacional de Arpa de Bloomington, en Indiana. Además fue de 2006 a 2015 el arpista principal de la Ópera Nacional de París y desde 2016 hace lo propio en la Metropolitan Ópera de Nueva York. También ha recorrido escenarios de Reino Unido, Austria, Estados Unidos, Alemania y su natal Francia, a los que ha llevado toda la magia de su deslumbrante técnica. Tal ha sido el reconocimiento como avezado intérprete del arpa que además es maestro. Poco tiempo después de que cumpliera 20 años empezó a incursionar como profesor en la Real Academia de Música de Londres, una de las instituciones musicales más destacadas de Europa. Allí transfirió sus conocimientos, técnicas y secretos de 2005 a 2009, antes de pasar a dar lecciones sobre cómo debe tocarse ese enigmático instrumento en la
/ Wifredo Amaya
Academia Internacional de Verano en Niza. No obstante, antes de regresar a dar clases a su país, y mientras aún era profesor en Inglaterra, estableció que también daría clases en Colombia. Ocurrió en 2007, luego de haber sido invitado a la primera edición
del Cartagena Festival Internacional de Música, al que este año regresa. Desde ese año, Ceysson decidió vincular su labor pedagógica sobre el arpa a la cátedra de la Fundación Salvi Colombia. Allí, apoyado por la Universidad Nacional y la Embajada de Francia en Colombia,
este artista dedica cada semestre dos semanas a la enseñanza de los misterios que envuelven la compleja estructura del arpa entre madera y cuerdas. Esto sería anecdótico de no ser porque Colombia es el único país de la región en el que el artista decidió enseñar. Escuchar a Ceysson es un ejercicio de catarsis. Su música inevitablemente hará que la mente de cada quien empiece a recrear una historia, revivir un gran episodio o, por qué no, sentir cómo se va acercando a las puertas del paraíso con ese mágico punteo con el que recorre decenas de sonoridades y armonías que logra encontrar en cada obra que ejecuta y hace suya con una impresión de sentimientos que hacen aún más especial cada interpretación. Este joven arpista, formado como músico por los maestros Jacqueline Defoulounoux y Christophe Truant en el Conservatorio Nacional de Región de Lyon, y perfeccionado en su instrumento por Isabelle Moretti, su maestra en el Conservatorio Superior de Música de París, rápidamente entendió que el arpa no es un simple instrumento que acompaña toda una orquesta, sino que puede ser el gran protagonista de noches memorables de música de cámara. Y ese es el mensaje adicional que entrega cada una de sus poéticas interpretaciones, y más a un país como el nuestro, en el que rara vez se toma el arpa como un gran instrumento y, de hecho, se limita sólo a la cultura de los Llanos orientales. Ceysson regresa a Cartagena, ciudad que ya es una gran conocida suya, pero esta vez en el marco del Año Francia-Colombia 2017, en el que se desarrolla la edición once del evento. Lo hará con cuatro presentaciones entre el 8 y 10 de enero, en icónicos escenarios como la plaza de San Pedro, el teatro Adolfo Mejía y el hotel Santa Clara, en los que confluirán la magia de la ciudad con los celestiales sonidos de su arpa, que por atracción o curiosidad pocos pueden desatender.
ElPentagrama
/ Jose Guiot
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La poesía y la canción tienen orígenes y destinos comu
Los poetas de la canción frances No resulta extraño que los más representativos poemas hayan influenciado de manera definitiva el desarrollo y la evolución de la música y esto no fue ajeno al esplendor de la Belle Époque, en Francia.
/ Ilustración: Juliana Pedraza
FEDERICO DÍAZ GRANADOS
EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 / 21 20 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Las primeras notas en la plaza de San Pedro
En la emblemática plaza de San Pedro Claver, en la Ciudad Amurallada, se realizó la noche del sábado la primera presentación de la serie denominada “Interludios”, en el Cartagena XI Festival Internacional de Música. La jornada musical empezó a las 10:00 p.m., con el pianista Jean-Efflam Bavouzet, quien interpretó el “Nocturno 6” de Gabriel Fauré. Después apareció en la tarima la soprano Jenny Daviet, que junto al pianista Alphonse Cemin le trajo al público el primer acto de “Roméo et Juliette”, el segundo movimiento de la “Tercera suite orquestal” de Bach y un aria del III acto de “Manon”. El concierto finalizó con la orquesta Les Siècles, que bajo la dirección de François-Xavier Roth, interpretó cuatro piezas: “Le Boeuf sur le toit”, “Danse Macabre”, “Joyeuse marche” y “Carmen, suite n° 1 de orquesta”. Los asistentes al evento se acercaron a esta muestra de la música francesa que hace parte de la programación gratuita del Festival.
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/ Jose Guiot
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Emmanuel Ceysson, de nuevo en el Festival / Joaquín Sarmiento
Rasgando las cuerdas del Edén Las cuatro presentaciones del joven arpista francés son uno de los platos fuertes del encuentro musical en Cartagena, ciudad a la que desde 2007 ha llevado la magia de sus sonidos. FELIPE GARCÍA ALTAMAR
xx@elespectador.com @xxxx
Sin importar el credo, todos hemos idealizado el paraíso. Desde los libros infantiles hasta las obras de arte más complejas, el Edén siempre ha sido descrito como un espacio inmaculado y etéreo. Un espacio en el que quien llega es recibido por millones de colaboradores celestiales con varios instrumentos musicales en sus manos, con los cuales son capaces de crear belleza sonora. Si Emmanuel Ceysson no hubiera nacido en Francia hace 32 años, fácilmente los sonidos que emergen de su arpa podrían compararse con aquellos que, según la mitología, se escuchan en el cielo junto a liras y trompetas. Emmanuel Ceysson era artista desde antes de nacer. Su familia, con gran predilección por la literatura y la música clásica, pavimentó el camino para que desde los seis años sus manos empezaran a coquetear con las cuerdas de ese instrumento que, pese a su enorme tamaño, sólo expele sonidos delicados y finos. Alternando las cuerdas del arpa y revelando así que la música estaba en sus genes, Ceysson también demostró sus habilidades con complejos instrumentos de
viento, como la armónica o el trombón. Su corta edad contrasta con lo holgado de su trayectoria y con los kilómetros que ha recorrido deleitando millones de oídos con la complicidad de su arpa. Los místicos arañazos de Ceysson lo han llevado a ser el único artista del mundo que ha logrado ubicarse en lo más alto de los tres concursos de arpa clásica del mundo: el ARD International Music Competition de Múnich, el Young Concert Artists de Nueva York y el Concurso Internacional de Arpa de Bloomington, en Indiana. Además fue de 2006 a 2015 el arpista principal de la Ópera Nacional de París y desde 2016 hace lo propio en la Metropolitan Ópera de Nueva York. También ha recorrido escenarios de Reino Unido, Austria, Estados Unidos, Alemania y su natal Francia, a los que ha llevado toda la magia de su deslumbrante técnica. Tal ha sido el reconocimiento como avezado intérprete del arpa que además es maestro. Poco tiempo después de que cumpliera 20 años empezó a incursionar como profesor en la Real Academia de Música de Londres, una de las instituciones musicales más destacadas de Europa. Allí transfirió sus conocimientos, técnicas y secretos de 2005 a 2009, antes de pasar a dar lecciones sobre cómo debe tocarse ese enigmático instrumento en la
/ Wifredo Amaya
Academia Internacional de Verano en Niza. No obstante, antes de regresar a dar clases a su país, y mientras aún era profesor en Inglaterra, estableció que también daría clases en Colombia. Ocurrió en 2007, luego de haber sido invitado a la primera edición
del Cartagena Festival Internacional de Música, al que este año regresa. Desde ese año, Ceysson decidió vincular su labor pedagógica sobre el arpa a la cátedra de la Fundación Salvi Colombia. Allí, apoyado por la Universidad Nacional y la Embajada de Francia en Colombia,
ElPentagrama
/ Jose Guiot
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/ Wilfredo Amaya
este artista dedica cada semestre dos semanas a la enseñanza de los misterios que envuelven la compleja estructura del arpa entre madera y cuerdas. Esto sería anecdótico de no ser porque Colombia es el único país de la región en el que el artista decidió enseñar. Escuchar a Ceysson es un ejercicio de catarsis. Su música inevitablemente hará que la mente de cada quien empiece a recrear una historia, revivir un gran episodio o, por qué no, sentir cómo se va acercando a las puertas del paraíso con ese mágico punteo con el que recorre decenas de sonoridades y armonías que logra encontrar en cada obra que ejecuta y hace suya con una impresión de sentimientos que hacen aún más especial cada interpretación. Este joven arpista, formado como músico por los maestros Jacqueline Defoulounoux y Christophe Truant en el Conservatorio Nacional de Región de Lyon, y perfeccionado en su instrumento por Isabelle Moretti, su maestra en el Conservatorio Superior de Música de París, rápidamente entendió que el arpa no es un simple instrumento que acompaña toda una orquesta, sino que puede ser el gran protagonista de noches memorables de música de cámara. Y ese es el mensaje adicional que entrega cada una de sus poéticas interpretaciones, y más a un país como el nuestro, en el que rara vez se toma el arpa como un gran instrumento y, de hecho, se limita sólo a la cultura de los Llanos orientales. Ceysson regresa a Cartagena, ciudad que ya es una gran conocida suya, pero esta vez en el marco del Año Francia-Colombia 2017, en el que se desarrolla la edición once del evento. Lo hará con cuatro presentaciones entre el 8 y 10 de enero, en icónicos escenarios como la plaza de San Pedro, el teatro Adolfo Mejía y el hotel Santa Clara, en los que confluirán la magia de la ciudad con los celestiales sonidos de su arpa, que por atracción o curiosidad pocos pueden desatender.
La poesía y la canción tienen orígenes y destinos comunes
Los poetas de la canción francesa No resulta extraño que los más representativos poemas hayan influenciado de manera definitiva el desarrollo y la evolución de la música y esto no fue ajeno al esplendor de la Belle Époque, en Francia.
/ Ilustración: Juliana Pedraza
FEDERICO DÍAZ GRANADOS
La reciente concesión del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan y los múltiples homenajes acontecidos por la muerte de Leonard Cohen nos han permitido ser testigos de la confirmación, en pleno siglo XXI, de que la poesía y la canción tienen orígenes y destinos comunes y que, sin importar el tiempo y la latitud, nos han dado una voz y un lugar en el mundo. Basta nada más mirar el papel de los rapsodas en la Grecia antigua hasta los trovadores y juglares medievales para ratificar cómo en la edad moderna las relaciones entre la palabra y la música continúan siendo vehículos de comunicación que se atraen y se alimentan en sus búsquedas de estándares estéticos. Por eso no resulta extraño que los grandes poetas con sus más representativos poemas hayan influenciado de manera definitiva al desarrollo y la evolución de la música y esto no fue ajeno al esplendor de la Belle Époque y su tiempo. París, por esos días, se había convertido en la capital cultural, no solo de Europa sino del mundo, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. La efervescencia que rondaba por sus calles, cafés, galerías y grandes salones dio origen a una sensibilidad y marcó el carácter de una época luminosa para humanidad. Poetas y músicos eran protagonistas de aquella algarabía, de aquel entusiasmo y, por supuesto de toda esa fraternidad que desembocó en la escritura de poemas que perduraron y composiciones que todavía nos acompañan. Nos dejó, igualmente, unos estrechos vasos comunicantes entre sus artistas que hoy celebramos en encuentros como Poesía y música en la canción francesa de 1900. ¿En qué medida la poesía afianza la estética de un compositor tan importante como Gabriel Fauré el cual dio forma definitiva a la composición francesa llamada mélodie? Esta composición poético musical vino a afianzarse como una de las más originales, desplazando a aquella de origen germánico que había influenciado a Europa en casi todo el siglo XIX como lo fue el lied. Tanto el lied como la mélodie toman lo mejor del romanticismo pero poco a poco esta última va tomando su camino propio desprendiéndose de esa concepción de la na-
turaleza como epicentro de las emociones y la intuición. Esta tendencia tendría en los primeros años del siglo XX su mayor consolidación con las canciones ravelianas inspiradas en algunos poemas de Mallarmé. Poco antes Gabriel Fauré al musicalizar a Víctor Hugo, Leconte de Lisle, Charles Baudelaire y Paul Verlaine había logrado cristalizar esa indisoluble e indeleble fusión entre las palabras y los sonidos. Por eso Maurice Ravel afirma que es Fauré quien logra desterrar el lied alemán al imponer la forma francesa al repertorio universal. Por su parte el compositor Claude Debussy, devoto lector de Stephane Mallarmé puso música a uno de los más importantes poemas de la tradición lírica francesa: La siesta del fauno. Cuando Debussy pidió al poeta Mallarmé el respectivo permiso, este sorprendido respondió: “Yo pensaba que ya tenía música”. Sin duda este compositor supo leer los signos de un tiempo donde el diálogo con la literatura era fundamental para interpretar la condición humana y la comprensión y apreciación de la cultura. También Francis Poulenc afirmaba que su mayor deseo es que se escribiera sobre su tumba “Aquí yace el músico de Apollinaire y Eluard. Ese sería mi mayor título de gloria” Este músico, lector incansable de la poesía francesa había encontrado un gran surtidor de imágenes líricas en las obras de los, aparte de los mencionados, en los poetas Paul Claudel y Louis Aragon y André Breton. Poulenc aseguraba que “la transposición musical de un poema debía ser un acto de amor, jamás un matrimonio de conveniencia”. Una breve canción debía asimilar toda la fuerza del poema para decantarlo y ofrecerlo en comunión. Asimismo Henri Duparc, también considerado uno de los mejores melodistas franceses, se aventuró a reinventar el famoso poema de Charles Baudelaire “L’invitation au voyage” (La invitación al viaje) convirtiéndose en uno de los grandes melodistas franceses. Ya en el siglo XX la canción francesa nos dejó figuras fulgurantes como Édith Piaf, Jacques Brel, Georges Brassens o Gilbert Becaud que supieron innovar esa tradición que habían heredado. Así esta canción ha viajado por todo el siglo XX para llegar al XXI vigorosa, novedosa y llena de nuevos ritmos y versos que nos siguen dando un lugar de dignidad en el mundo.
EL ESPECTADOR / LUNES 9 DE ENERO 2017 22 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Hoy, en el Festival Disfrute hoy de una conversación musical entre Piedad Bonnett y algunos de los invitados al evento. Giorgio Ferrara, Eva Mei, Jenny Daviet y Gérard Korste harán parte del panel en el conversatorio “La palabra y la música”, que se realizará en la capilla Sofitel Legend Santa Clara, a partir de las 11:00 a.m.
Paralelamente a esta presentación, Sharon Avella y David López estarán en el “Concierto Aeropuerto”, en el muelle Internacional Rafael Núñez de Cartagena. En este mismo escenario, a las 5:00 p.m., debutarán José David Sierra y Simón Felipe Reyes. En el teatro Adolfo Mejía, a las 7:00 p.m., tendrá lugar el
concierto “Más allá del impresionismo”, con la participación de la flautista Juliette Hurel, el arpista Emmanuel Ceysson y la orquesta Les Siécles, bajo la dirección de François-Xavier Roth. Muy cerca de ahí, en la capilla Sofitel Legend Santa Clara, a las 8:00 p.m., la soprano Janny Daviet y el
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pianista Alphonse Cemin protagonizarán el concierto “Poesía y música en la canción francesa de 1900”. La velada musical concluye con “Interludios en la Plaza San Pedro Op. 2” , a las 10:00 p.m., con el concierto de Emmanuel Ceysson (arpa), Juliette Hurel (flauta), Bertrand Chamayou (piano) y Quatour Voce.
Transmisiones por radio y TV El concierto “Interludios en la Plaza San Pedro Op. 2” se transmite en directo, 10:00 p.m., por Señal Colombia y Radio RCN clásica y en diferido a las 10:30 p.m. por RCN Señal Internacional y TDT RCN HD2; Telecaribe HD a las 10:36 p.m. y NTN24 a las 12:00 m. Usted podrá ver con detalle lo que pasa en el Festival conectándose con las cápsulas diarias en el canal de Youtube, Cartagena Festival Internacional de Música.
EN LAS REDES SOCIALES TAMBIEN SE VIVE EL FESTIVAL Cartagena Festival Internacional de Música
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~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Bertrand Chamayou, músico francés formado en su país y en Inglaterra, maneja un repertorio amplio que incluye obras clásicas, románticas y contemporáneas. La habilidad de sus dedos es reconocida tanto, que ha sido catalogado en muchas oportunidades como el “Rey del piano”.
Se presenta hoy y mañana en el Festival
El heredero de Ravel
MARÍA CAMILA SARMIENTO PEÑA *
El alma del pianista Bertrand Chamayou ha estado ligada desde su aprendizaje al compositor Maurice Ravel. Ocurrió a partir del mismo momento en que eligió darle kilómetros de vuelo a su destreza musical en el Conservatorio de París, un templo en el que el linaje y el legado del compositor francés continúa intacto. Con el apoyo de su maestro y tutor Jean-François Heisser, Chamayou continuó su formación en Londres y persiguió su empeño en actuar en las principales plazas de la escena musical del mundo, que lo han llevado a especializarse en el repertorio francés de principios de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El pianista francés empezó a conquistar a los críticos con su ingenio musical y protagonismo incluyendo uno de sus más esperados trabajos de 2016: Ravel Complete Works for solo piano, un enfoque detallado y poco común sobre la propuesta artística de Maurice Ravel, que lo llevó a ser ganador de un premio Gramophone, y que además lo mantiene como uno de los solistas de música clásica más galardonados en su país, siendo el único intérprete galo en ser poseedor de tres Victoire de la Musique, importantes premios que se otorgan a las producciones discográficas en Francia desde 1983; además de un premio Echo Klassik por su grabación como solista en 2016. Los ágiles dedos de Bertrand Chamayou interpretando a Ravel han sido el pretexto ideal para que su nombre esté acompañado
por la descripción: “Joven prodigio de su generación”, incluso ha sido catalogado como el “Rey del piano”, como lo describió recientemente Bertrand Dermoncourt en el diario francés L’express. Gracias a su continua trayectoria, el pianista nacido en Tolouse reconoce que Ravel fue el primer compositor que lo acercó a la música cuando vio las partituras de su vecino que tocaba el piano y empezó a mostrar una absoluta fascinación por la parte gráfica de un pentagrama, sin tener noción alguna de lectura musical. Lo que al principio sólo era el juego de un niño con los dibujos que vio en una hoja con cinco renglones extraños, se transformó en un trabajo que desplegó en un álbum que conduce a través de las melodías compuestas por Ravel a los 17 años, su afamada Serenade Grotesca, o incluso otras tantas piezas no tan populares del compositor francés con el estilo de Chabrier. El trabajo de Ravel se transformó en fuente de inspiración para Chamayou. Su esencia lo acompaña en su formación musical y su estilo se volvió familiar para el pianista, un vínculo que también incluye a otros genios de las partituras como Chopin y Schubert. Sea cual sea el repertorio, romántico o contemporáneo, íntimo y virtuoso, Bertrand Chamayou interpreta su instrumento con una claridad y precisión que lo estrechan con Ravel, una destreza singular de la que podrá ser testigo en dos conciertos del Festival. El primero de ellos será esta noche en la Plaza de San Pedro, con la interpretación de dos piezas de Camille Saint Saëns, y el segundo será mañana a las 11 de la mañana en la CapillaSofitel Legend Santa Clara, en donde se escuchará parte del amplio repertorio de Ravel. * Periodista Fundación Salvi.
/ Cortesía
EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música
PRESIDENTA: Julia Salvi DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà SOCIOS PRINCIPALES: Postobón, RCN Radio, RCN Televisión SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador, Profesionales de Bolsa FUNDADORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda Palacio
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DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María Camila Castellanos EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta COLABORADORES EL PENTAGRAMA: William Martínez, Felipe García Altamar, Federico Díaz Granados, María Camila Sarmiento, Octavio Gabriel Martínez, Ana María Enciso, Eliza Esther Vélez FOTOGRAFÍA: Joaquín Sarmiento, Wilfredo Amaya, Jose Guiot DISEÑO: William Orlando Niampira