EL ESPECTADOR
EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 / 15 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
VIII n ta g ra m a ElPe ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
/ Joaquín Sarmiento
Cartagena, atractivo destino de bodas, será testigo de esta ópera centenaria que ensalza la inteligencia de unos súbditos por encima de sus amos. Se trata de una crítica contundente en la época de los absolutismos, justo antes de la Revolución francesa. OCTAVIO MARTÍNEZ
octaviogabrielmartinez@gmail.com @octaviogabrielm
El Cartagena Festival Internacional de Música, en alianza con el Spoleto Festival Dei 2 Mundi, engalana la undécima versión de una de las fiestas musicales más importantes de Colombia con la presentación de Las bodas de Fígaro, obra que relata una historia de amores y engaños, así como las relaciones entre amos y siervos propias de la sociedad de la Italia del siglo XVI. La ópera, estrenada en Viena el 1º de mayo de 1786, hace parte de una trilogía creada por el dramaturgo francés Pierre-Agustin Caron Beaumarchais, que después
fue adaptada literariamente por el libretista Lorenzo da Ponte y musicalizada por Wolfgang Amadeus Mozart, quienes, aprovechando su antipatía por el emperador de Austria, escribieron en italiano para que el monarca no entendiera su contenido y así burlarse de las relaciones de poder impuestas por el sistema de gobierno. Los cuatro actos en que se divide la ópera relatan el proceso de la boda de Fígaro con Susana, siervos en la casa del conde de Almaviva, quien desea poseer a la joven antes que su prometido, según la costumbre del momento. Sin embargo, él mismo había deshecho esa ley con anterioridad, así que intenta por todos los medios sacar del camino a Fígaro mediante presión, sin saber que su víctima cuenta con el respaldo de don Bartolo, doctor en leyes, y
Marcelina, ama de llaves de palacio. Simultáneamente, la condesa desea recuperar el amor de su marido, quien con la ayuda de Fígaro y de Susana atrae de nuevo la atención perdida. La ópera, dirigida por el sudafricano Gérard Korsten, cuenta con escenógrafos de la talla de Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo, ganadores de tres premios Óscar. La ejecución de las partituras de Mozart correrá por cuenta de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. Por su parte, el guión cobrará vida gracias a la actuación de once solistas: Eva Mei, Andrea Concetti, Elena Belfiore, Serena Gamberoni y Vittorio Prato, de Italia, y Alexis Trejos, Alejandra Acuña, Hans Mogollón, Julieth Lozano, Pablo Martínez y Juan David González, de Colombia. Al elenco se une el Coro de la Ópera de Co-
lombia, que desde el foso y la platea del teatro Adolfo Mejía, escenario elegido para la ocasión, tendrá la misión de conquistar a los asistentes con un espectáculo que trae al Caribe una obra centenaria que ha recibido las mejores críticas y se ha exhibido en algunos de los escenarios más representativos de Europa. Por ejemplo, desde el Viejo Continente fueron transportados en un contenedor todos los elementos necesarios para lograr una presentación memorable: vestuarios de la época, luces, escenografías, telones, detalles, mobiliario, accesorios y maquillaje. El proceso de montaje empezó en los primeros días de enero. Según Ottorino Neri, director técnico de la ópera, en Spoleto la elaboración de la infraestructura tardó entre dos y tres meses, mientras que en Cartagena lo han hecho en 10 días, alternando el uso del teatro con las funciones programadas. “Ha sido un trabajo duro porque el teatro de Cartagena es más pequeño que el de Italia, lo cual ha implicado adaptar las medidas de la escenografía original, sin
afectar en nada la esencia del espectáculo. Es una obra hecha con pura matemática y geometría”, afirma Giorgio Ferrara, director escénico, quien con minuciosidad corrige una y otra vez cada una de las escenas en los ensayos que se prolongan entre cuatro y cinco horas diarias. Para Antonio Miscenà, director general del Festival, “la presentación de Las bodas de Fígaroen Cartagena es un acto sin precedentes, con un extraordinario nivel de detalle y calidad, muy refinado, que enseña a valorar la dignidad de todas las personas: el rico tiene que respetar al pobre y viceversa”. Hoy, a las 7:00 p.m., es la primera de las dos funciones de la ópera en la ciudad. El domingo 15 de enero a las 5:00 p.m. se podrá apreciar por segunda vez. Para el Festival es una oportunidad privilegiada que permite el intercambio artístico y cultural de dos importantes eventos que celebran la música clásica, promueven el amor por lo estético y estimulan la apreciación del arte con un sentido que trascienda de lo fastuoso a lo simple.
EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 / 17 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
1. Con la frase ”Hacia París: de Latinoamérica al Viejo Mundo” se puede
resumir el concierto que se realizó la noche del miércoles en el puerto de Cartagena, en el que se unieron en una misma intención artistas nacionales y músicos extranjeros.
2. La velada comenzó con la pieza “Barra de Ribeiro”, de Guinga Ramires, y en ella se dieron cita los integrantes del Renato Borghetti Cuarteto y la Orquesta Sinfónica de Cartagena, bajo la dirección de María Camila Barbosa.
3. Los asistentes al evento salieron satisfechos con el debut de la
agrupación orquestal y aplaudieron con entusiasmo la interpretación de obras como “Armaguedón”, de Astor Piazzolla, y “Merceditas”, de Ramón Sixto Ríos.
ElPentagrama
ElPentagrama
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Director musical de “Las bodas de Fígaro”
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Camille Saint-Saëns y Erik Satie
ANA MARÍA ENCISO NOGUERA
anamarencison2@gmail.com
La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia calienta mientras espera a que el director Gérard Korsten entre al foso y dé inicio al ensayo. Se para frente a su atril y hacen silencio. “No es fácil ver al tiempo lo que pasa en el foso y en el escenario. Si en el momento de su entrada alguno de ustedes no me ve, por favor dígamelo. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por hacer de payaso para ustedes”, dice Korsten con media cabeza por fuera del foso, señalando con una mano hacia el escenario y con la otra hacia la orquesta. La orquesta sonríe y empieza el ensayo. Oír Las bodas de Fígaro desde el foso es un raro privilegio que jamás pensé que tendría. La potencia del sonido me emociona y cuando termina la obertura tengo ganas de aplaudir, pero de todos los momentos inoportunos en que uno podría aplaudir en una ópera, este es el peor. Aparecen los cantantes y en el foso se siente algo similar a estar en una casa muy antigua, de las que vienen con fantasma incluido: se oyen voces lejanas que no alcanzamos a entender, pasos sobre nuestras cabezas, un estruendo súbito causado sabrá Dios a son de qué. Korsten es el médium entre el menos acá y el más allá del escenario, los ojos y oídos de una orquesta que no alcanza a ver ni oír para quiénes toca, porque la ópera en la actualidad está hecha para el público y no para los cantantes ni la orquesta. El director lo sabe, asume toda la responsabilidad que le toca y se despeina un poco en el esfuerzo por estar acá y allá y contener las ansias de tocar con toda la potencia de una orquesta que está habituada a estar sobre el escenario y no en el foso. Korsten les pide
Entre el escenario y el foso
En una ópera, el público percibe un vacío del que brota la música de una orquesta sinfónica que cabe en un espacio reducido. Gérard Korsten se convierte en los ojos de los demás y hace posible una comunicación sin la que no habría obra alguna.
/ Wilfredo Amaya
que toquen más piano, se agacha hasta quedar a la altura de sus músicos y los guía hasta el siguiente crescendo. Cuando terminan el primer acto, mientras esperan a que arriba muevan toda la escenografía
y utilería del siguiente, se dirige a las cuerdas y les explica que para el segundo acto busca un sonido más dolce. Por la manera en que anticipa las acciones, se hace evidente que los días de ensayos han sido
bien aprovechados. Entonces entra alguien del staff del Festival y ajusta el retorno en el foso, brotan las voces de los cantantes: mejora la vida acá en el submundo. Gérard Korsten supo desde niño
que quería ser director de orquesta, como lo mencionó en una entrevista para la Chamber Orchestra of Europe, por eso al verlo “haciendo de payaso” no es difícil imaginarlo de pequeño jugando a ser artista, probablemente con movimientos tan frenéticos como los de Bugs Bunny, inspirado en los directores de ópera que viera al acompañar a su padre, el tenor Gé Korsten, a ensayos y presentaciones. En todo caso, fue como violinista que se hizo músico. Al acabar su formación en el Instituto Curtis, con Ivan Galamian, y en Salzburgo, con Sándor Végh, empezó a vivir como un gitano, presentándose en numerosos países con las orquestas con que tocaba. Fue por medio del violín y observando a otros directores durante su época como concertino, primero en la Camerata Salzburg y luego en la Chamber Orchestra of Europe, que aprendió a dirigir. Hasta que tuvo que elegir entre sus dos amores, el violín y la dirección, y ganó la segunda. Desde entonces ha sido director principal de entidades como el Teatro Estatal de Pretoria y la Orquesta de Cámara de Upsala, y director musical de la Orquesta del Teatro Lírico de Cagliari. Actualmente es el director musical designado de los London Mozart Player y director principal de la Orquesta Sinfónica de Voralberg. Desde que decidió dedicarse por completo a la dirección ha estado a la cabeza de diversas óperas: La sonámbula, de Vincenzo Bellini; Don Pascuale y La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti; Sigfrido, de Richard Wagner; La traviata y Aïda, de Giuseppe Verdi; Albert Herring, de Benjamin Britten; La abubilla y el triunfo del amor filial, del contemporáneo Hans Werner Henze y, de W. Amadeus Mozart, Don Giovanniy Las bodas de Fígaro. Con esta última se presentará junto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia los días 13 y 15 de enero en el teatro Adolfo Mejía.
Dos polos opuestos de la música francesa Al comparar los perfiles de estos dos autores, se evidencia que han existido muy pocos compositores en la historia de la música europea tan contrastantes como ellos. Su punto de convergencia se centra en la estética francesa. ALEXANDER KLEIN *
Camille Saint-Saëns fue un niño prodigio del Conservatorio de París, mientras que Erik Satie fue un alumno irreverente tildado de “inútil” y “poco talentoso” por los profesores del mismo instituto. El primero, al graduarse con honores, empezó su
Erik Satie. / Ilustraciones: Eder Leandro Rodríguez
carrera como organista en la monumental catedral parisina SaintMerri, y el segundo —expulsado dos veces del conservatorio— dio sus primeros pasos como pianista en cafés y cabarets del barrio bohemio de Montmartre. Al pasar los años, Saint-Saëns se convertiría en uno de los compositores más prestigiosos de Francia y gozaría de su tiempo libre viajando a más de veinte países. Por su parte, Satie —recluido en un apartamento que
ningún otro ser humano visitó por veintisiete años—se convertiría en el compositor más atrevido de su época y gozaría de su tiempo libre publicando avisos en periódicos locales vendiendo castillos que eran producto de su imaginación. Al comparar estos dos perfiles, es evidente que hay muy pocos compositores en la historia de la música europea que contrastan tanto como lo hicieron en su tiempo Camille Saint-Saëns (1835-1921) y Erik Satie (1866-1925). Aun así, ambos comparten una gran similitud que hoy los une en el Cartagena XI Festival Internacional de Música y es su inconfundible estética francesa. Porque si a través de Saint-Saëns escuchamos la Francia de las academias de música y las salas de ópera, con Satie somos testigos de la Francia de los cafés y cabarets bohemios, los teatros del surrealismo y, no menos importante, el sonido melancólico de las almas privadamente atormentadas de la optimista Belle Époque. Esto no quiere decir, por supuesto, que Camille Saint-Saëns no haya sido una voz innovadora de la música. Sus obras más conocidas, como la Danza macabra y el popular Carnaval de los animales, son testamento de una mente creativa inquieta, dispuesta a explorar las capacidades tímbricas de los instrumentos y permitirse algo de humor dentro del que era un ambiente académico muy rígido. Saint-Saëns fue un genio innovador que siempre hizo lo suyo respetando los parámetros de una sociedad francesa elitista que lo acogió desde edad temprana como uno de sus principales exponentes. Sin embargo, esa misma sociedad también terminó li-
Camille Saint-Saëns.
mitando su propia existencia: sus posibles inclinaciones homosexuales tuvieron que ser estrictamente escondidas tras las convenientes barreras de una carrera exitosa y un matrimonio disfuncional, y el Carnaval —tal vez su obra más humorística— sólo se publicó, a petición suya, después de su muerte, por temor a ser juzgado por una sociedad que se tomaba demasiado en serio el arte. Dentro de este contexto tan cohibido, no sólo era necesario sino inevitable que surgieran voces como la de Erik Satie, el joven irreverente que nunca encajó en el Conservatorio de París. Desde sus primeros pasos como compositor, dejó en claro que su música iría en contra de la academia: sus tres Gymnopédies, algunas de sus obras más famosas, son un monumento a la simplicidad, pero una
simplicidad rebelde que iba en contra de la obsesión hacia el virtuosismo que tanto manchó a la música europea durante el siglo XIX. Al mismo tiempo, las canciones de Satie inspiradas en los cabarets —como las melodiosas Je te veux y La Diva de l’Empire— y sus Tres piezas en forma de pera son la evidencia de un hombre que se mostró como un bufón para sobrevivir en la sociedad parisina. Pero detrás de esa máscara yació el cerebro creador del drama sinfónico Socrate y de los cinco melancólicos Nocturnos, obras de un bufón que, a fin de cuentas, siempre soñó con ser tomado en serio por la misma sociedad parisina que fue el blanco de sus comentarios sarcásticos y chistes. * Profesor de música de la Universidad de los Andes.
EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 / 17 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
1. Con la frase ”Hacia París: de Latinoamérica al Viejo Mundo” se puede
resumir el concierto que se realizó la noche del miércoles en el puerto de Cartagena, en el que se unieron en una misma intención artistas nacionales y músicos extranjeros.
2. La velada comenzó con la pieza “Barra de Ribeiro”, de Guinga Ramires, y en ella se dieron cita los integrantes del Renato Borghetti Cuarteto y la Orquesta Sinfónica de Cartagena, bajo la dirección de María Camila Barbosa.
3. Los asistentes al evento salieron satisfechos con el debut de la
agrupación orquestal y aplaudieron con entusiasmo la interpretación de obras como “Armaguedón”, de Astor Piazzolla, y “Merceditas”, de Ramón Sixto Ríos.
ElPentagrama
ElPentagrama
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Director musical de “Las bodas de Fígaro”
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Camille Saint-Saëns y Erik Satie
ANA MARÍA ENCISO NOGUERA
anamarencison2@gmail.com
La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia calienta mientras espera a que el director Gérard Korsten entre al foso y dé inicio al ensayo. Se para frente a su atril y hacen silencio. “No es fácil ver al tiempo lo que pasa en el foso y en el escenario. Si en el momento de su entrada alguno de ustedes no me ve, por favor dígamelo. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por hacer de payaso para ustedes”, dice Korsten con media cabeza por fuera del foso, señalando con una mano hacia el escenario y con la otra hacia la orquesta. La orquesta sonríe y empieza el ensayo. Oír Las bodas de Fígaro desde el foso es un raro privilegio que jamás pensé que tendría. La potencia del sonido me emociona y cuando termina la obertura tengo ganas de aplaudir, pero de todos los momentos inoportunos en que uno podría aplaudir en una ópera, este es el peor. Aparecen los cantantes y en el foso se siente algo similar a estar en una casa muy antigua, de las que vienen con fantasma incluido: se oyen voces lejanas que no alcanzamos a entender, pasos sobre nuestras cabezas, un estruendo súbito causado sabrá Dios a son de qué. Korsten es el médium entre el menos acá y el más allá del escenario, los ojos y oídos de una orquesta que no alcanza a ver ni oír para quiénes toca, porque la ópera en la actualidad está hecha para el público y no para los cantantes ni la orquesta. El director lo sabe, asume toda la responsabilidad que le toca y se despeina un poco en el esfuerzo por estar acá y allá y contener las ansias de tocar con toda la potencia de una orquesta que está habituada a estar sobre el escenario y no en el foso. Korsten les pide
Entre el escenario y el foso
En una ópera, el público percibe un vacío del que brota la música de una orquesta sinfónica que cabe en un espacio reducido. Gérard Korsten se convierte en los ojos de los demás y hace posible una comunicación sin la que no habría obra alguna.
/ Wilfredo Amaya
que toquen más piano, se agacha hasta quedar a la altura de sus músicos y los guía hasta el siguiente crescendo. Cuando terminan el primer acto, mientras esperan a que arriba muevan toda la escenografía
y utilería del siguiente, se dirige a las cuerdas y les explica que para el segundo acto busca un sonido más dolce. Por la manera en que anticipa las acciones, se hace evidente que los días de ensayos han sido
bien aprovechados. Entonces entra alguien del staff del Festival y ajusta el retorno en el foso, brotan las voces de los cantantes: mejora la vida acá en el submundo. Gérard Korsten supo desde niño
que quería ser director de orquesta, como lo mencionó en una entrevista para la Chamber Orchestra of Europe, por eso al verlo “haciendo de payaso” no es difícil imaginarlo de pequeño jugando a ser artista, probablemente con movimientos tan frenéticos como los de Bugs Bunny, inspirado en los directores de ópera que viera al acompañar a su padre, el tenor Gé Korsten, a ensayos y presentaciones. En todo caso, fue como violinista que se hizo músico. Al acabar su formación en el Instituto Curtis, con Ivan Galamian, y en Salzburgo, con Sándor Végh, empezó a vivir como un gitano, presentándose en numerosos países con las orquestas con que tocaba. Fue por medio del violín y observando a otros directores durante su época como concertino, primero en la Camerata Salzburg y luego en la Chamber Orchestra of Europe, que aprendió a dirigir. Hasta que tuvo que elegir entre sus dos amores, el violín y la dirección, y ganó la segunda. Desde entonces ha sido director principal de entidades como el Teatro Estatal de Pretoria y la Orquesta de Cámara de Upsala, y director musical de la Orquesta del Teatro Lírico de Cagliari. Actualmente es el director musical designado de los London Mozart Player y director principal de la Orquesta Sinfónica de Voralberg. Desde que decidió dedicarse por completo a la dirección ha estado a la cabeza de diversas óperas: La sonámbula, de Vincenzo Bellini; Don Pascuale y La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti; Sigfrido, de Richard Wagner; La traviata y Aïda, de Giuseppe Verdi; Albert Herring, de Benjamin Britten; La abubilla y el triunfo del amor filial, del contemporáneo Hans Werner Henze y, de W. Amadeus Mozart, Don Giovanniy Las bodas de Fígaro. Con esta última se presentará junto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia los días 13 y 15 de enero en el teatro Adolfo Mejía.
Dos polos opuestos de la música francesa Al comparar los perfiles de estos dos autores, se evidencia que han existido muy pocos compositores en la historia de la música europea tan contrastantes como ellos. Su punto de convergencia se centra en la estética francesa. ALEXANDER KLEIN *
Camille Saint-Saëns fue un niño prodigio del Conservatorio de París, mientras que Erik Satie fue un alumno irreverente tildado de “inútil” y “poco talentoso” por los profesores del mismo instituto. El primero, al graduarse con honores, empezó su
Erik Satie. / Ilustraciones: Eder Leandro Rodríguez
carrera como organista en la monumental catedral parisina SaintMerri, y el segundo —expulsado dos veces del conservatorio— dio sus primeros pasos como pianista en cafés y cabarets del barrio bohemio de Montmartre. Al pasar los años, Saint-Saëns se convertiría en uno de los compositores más prestigiosos de Francia y gozaría de su tiempo libre viajando a más de veinte países. Por su parte, Satie —recluido en un apartamento que
ningún otro ser humano visitó por veintisiete años—se convertiría en el compositor más atrevido de su época y gozaría de su tiempo libre publicando avisos en periódicos locales vendiendo castillos que eran producto de su imaginación. Al comparar estos dos perfiles, es evidente que hay muy pocos compositores en la historia de la música europea que contrastan tanto como lo hicieron en su tiempo Camille Saint-Saëns (1835-1921) y Erik Satie (1866-1925). Aun así, ambos comparten una gran similitud que hoy los une en el Cartagena XI Festival Internacional de Música y es su inconfundible estética francesa. Porque si a través de Saint-Saëns escuchamos la Francia de las academias de música y las salas de ópera, con Satie somos testigos de la Francia de los cafés y cabarets bohemios, los teatros del surrealismo y, no menos importante, el sonido melancólico de las almas privadamente atormentadas de la optimista Belle Époque. Esto no quiere decir, por supuesto, que Camille Saint-Saëns no haya sido una voz innovadora de la música. Sus obras más conocidas, como la Danza macabra y el popular Carnaval de los animales, son testamento de una mente creativa inquieta, dispuesta a explorar las capacidades tímbricas de los instrumentos y permitirse algo de humor dentro del que era un ambiente académico muy rígido. Saint-Saëns fue un genio innovador que siempre hizo lo suyo respetando los parámetros de una sociedad francesa elitista que lo acogió desde edad temprana como uno de sus principales exponentes. Sin embargo, esa misma sociedad también terminó li-
Camille Saint-Saëns.
mitando su propia existencia: sus posibles inclinaciones homosexuales tuvieron que ser estrictamente escondidas tras las convenientes barreras de una carrera exitosa y un matrimonio disfuncional, y el Carnaval —tal vez su obra más humorística— sólo se publicó, a petición suya, después de su muerte, por temor a ser juzgado por una sociedad que se tomaba demasiado en serio el arte. Dentro de este contexto tan cohibido, no sólo era necesario sino inevitable que surgieran voces como la de Erik Satie, el joven irreverente que nunca encajó en el Conservatorio de París. Desde sus primeros pasos como compositor, dejó en claro que su música iría en contra de la academia: sus tres Gymnopédies, algunas de sus obras más famosas, son un monumento a la simplicidad, pero una
simplicidad rebelde que iba en contra de la obsesión hacia el virtuosismo que tanto manchó a la música europea durante el siglo XIX. Al mismo tiempo, las canciones de Satie inspiradas en los cabarets —como las melodiosas Je te veux y La Diva de l’Empire— y sus Tres piezas en forma de pera son la evidencia de un hombre que se mostró como un bufón para sobrevivir en la sociedad parisina. Pero detrás de esa máscara yació el cerebro creador del drama sinfónico Socrate y de los cinco melancólicos Nocturnos, obras de un bufón que, a fin de cuentas, siempre soñó con ser tomado en serio por la misma sociedad parisina que fue el blanco de sus comentarios sarcásticos y chistes. * Profesor de música de la Universidad de los Andes.
EL ESPECTADOR / VIERNES 13 DE ENERO 2017 18 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ EN LAS REDES SOCIALES TAMBIEN SE VIVE EL FESTIVAL Transmisiones por radio y TV
Cartagena Festival Internacional de Música
Hoy, en el Festival
Cartagenafest Cartagenamusicfestival
Cartagenafestivalinternacionaldemusica
cabo el concierto “La música francesa desde la mirada del Nuevo Mundo”, a cargo de la violinista Midori, en la capilla Charleston Santa Teresa. Más adelante, a las 4:00 p.m., se presentan el Colectivo Colombia y Velosa y los
La agenda del evento abre a las 10:00 a.m. con una actividad gratuita que tiene lugar en iglesia de Cristo Rey y cuenta con la participación de Renatto Borghetti Cuarteto, Gabriele Mirabassi, Raúl Mesa y Santiago Cañón. A las 11:00 a.m., se lleva a
Carrangueros, en la Casa 1537. La jornada finaliza con uno de los eventos más esperados del Festival: “Las bodas de Fígaro”, con la intervención de artistas nacionales y extranjeros que se darán cita en el teatro Adolfo Mejía.
El concierto “Las bodas de Fígaro” se transmite en directo por Señal Colombia y Radio RCN Clásica. A partir de las 10:30 se podrá ver en diferido por RCN Señal Internacional (primera parte),
TDT RCN HD2 y Telecaribe HD. A las 12:00 p.m. será la retransmisión por NTN24 (primera parte). En el canal de Youtube del Festival podrá ver apartados del día a día de este evento.
ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
/ Cortesía
LUISA PIÑEROS *
Setsu Goto fue quien trajo a este mundo a Midori. Ella es la madre de una mujer que hoy a sus 45 años ha recorrido gran parte del globo terráqueo tocando el instrumento que domina desde antes de cumplir su primer lustro. En 1971, en Osaka, la tercera ciudad más grande en Japón, nació Midori Goto, quien a los seis años debutó en la música con un concierto masivo muy cerca de su lugar de residencia. Corría el año 1981 y junto a su madre se mudó a los Estados Unidos; ninguna de las dos hablaba inglés. En la Gran Manzana ingresó a la Aspen Music School, luego pasó por Juilliard School, donde estudiaba violín todos los
sábados. Su plan de estudio incluía trabajo con la orquesta y aprender repertorios para música de cámara. Allí conoció a Pinchas Zukerman, su gran mentor. Fue en 1982, y tras muchas horas de estudio y trabajo, que sucedió uno de los hechos que quizá más han marcado su carrera. Midori Goto hizo parte del concierto de temporada de año nuevo, invitada por el director Zubin Mehta, cuando apenas tenía 11 años. El momento estelar de la infancia se dio al lado de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en un concierto memorable donde el público la ovacionó de pie y los críticos musicales se desbordaron en comentarios, destacando su destreza y genialidad para tocar el violín. Algunos expertos coleccionistas se fijaron en el instrumento: un Stradivarius original que aún conserva y sigue tocando. Ese concierto le abrió las puertas, porque Zubin Mehta la volvió a
EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música
invitar, esta vez para tocar en Asia con la orquesta, y ese mismo año firmó su primer contrato discográfico con la CBS. En una entrevista para un documental, Midori afirmó a los 19 años que necesitaba la música para vivir, así como los seres humanos necesitamos comida, agua, dormir, pues diariamente requería frotar las cuerdas de su violín para sentirse viva. Quizá por ello quienes la han visto tocar en vivo hablan de una experiencia única, sin trucos, donde sólo existen ella y la música. Nueva York ha sido su segundo hogar y en 1992 fundó Midori & Friends, una organización sin ánimo de lucro que lleva programas de educación musical a miles de niños en estado de vulnerabilidad. Hoy es maestra de música y en su labor descubrió la importancia de desarrollar el potencial de los niños. Su trabajo la llevó a crear otra fundación con sede en Japón, Music Sharing, y una más
PRESIDENTA: Julia Salvi DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà SOCIOS PRINCIPALES: Postobón, RCN Radio, RCN Televisión SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador, Profesionales de Bolsa FUNDADORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda Palacio
http://www.cartagenamusicfestival.com
en Estados Unidos, Partners in Performance, para acercar a las personas que no pueden tener acceso a la música y el arte. Por esta labor, en 2007 fue nombrada Mensajera de la Paz de Naciones Unidas. El hecho ocurrió en septiembre de ese año, y fue el propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien le otorgó ese importante reconocimiento. Gracias a su labor pedagógica, la Universidad del Sur de California le hizo en 2012 un nombramiento sin precedentes. Si de hacer música se trata, ella tiene el tiempo para todo, incluso para grabar. Recientemente estrenó dos álbumes, que se suman a su extensa discografía con la que completa catorce registros con Sony Classical y dos con Philips. En 2014 ganó el Premio Grammy en la categoría de Mejor Compendio de Música Clásica, con el sello finlandés Ondine, que presentó a Midori en una grabación del concierto pa-
ra violín de Paul Hindemith, en colaboración con la Orquesta Sinfónica NDR, bajo la dirección de Christoph Eschenbach. También ha hecho parte del sello británico Onyx, con un programa de recitales al lado del pianista Özgür Aydin, interpretando las sonatas para violín y piano de compositores como Shostakovich, Janácek y Bloch. Midori ha sido auténtica y ha tenido como centro de su vida el violín. No le gusta mirar atrás, y después de cada concierto se prepara para el siguiente, queriendo perfeccionar cada vez más su arte. Ahora el Cartagena Festival Internacional de Música la recibe, seguramente para ratificar su talento, pero sobre todo para aprender que a través del arte se transforma la vida de los seres humanos. * Periodista musical. Radio Nacional de Colombia.
DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María Camila Castellanos EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Alexander Klein, Luisa Piñeros, Octavio Gabriel Martínez, Ana María Enciso, Eliza Esther Vélez FOTOGRAFÍA: Joaquín Sarmiento, Wilfredo Amaya, Jose Guiot DISEÑO: William Orlando Niampira