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Hoy, el Festival en radio y televisión Escuche en directo por Radio RCN Clásica el concierto “El mar de los deseos. De Sevilla a
Veracruz”, a las 10:00 p.m., con el director Sergio Sánchez, el Colectivo Colombia y el
Ensamble Ida y Vuelta, junto con integrantes del Proyecto Social Orquestal conformado
por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Cartagena, becarios de clases magistrales y estudiantes
de la Universidad de Cartagena. Véalo en directo por RCN TDTHD2 y en diferido a través de
RCN Nuestra Tele Señal Internacional y Telecaribe a las 10:30 p.m., o por NTN24 a las 12 de la
noche. Streaming: Vea los conciertos en directo en www.noticiasrcn.com.
EL ESPECElPentagrama TADORV
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los diez años según Julia Salvi
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Pocos festivales han tenido la oportunidad de encontrar las riquezas que se ven en este evento”.
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La evolución de la calidad prima sobre cualquier cosa, y es eso lo que hemos querido lograr en este festival”.
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El país no ha sido el mismo desde hace 10 años y yo tampoco soy la misma persona que llegó aquí hace más de 10 años”.
Julia Salvi y Fidel Cano durante el conversatorio “Diez años de Festival”, ayer en el hotel Santa Clara. / Wilfredo Amaya
La historia de un sueño, más que un proyecto
Esta gente se las trae Julia y Víctor Salvi sabían de música y ese conocimiento fue el camino para construir una absoluta transformación cultural y social. FIDEL CANO CORREA*
fcano@elespectador.com @fidelcanoco
En el décimo aniversario del Cartagena Festival Internacional de Música, no puedo dejar de pensar en aquella tarde lluviosa de habrá de ser unos once años cuando Julia y Víctor Salvi entraron a las oficinas de El Espectador con una decisión tomada. Porque no llegaron ese día a pedir opiniones, ni siquiera apoyo, no. Iban a compartirnos lo que iban a emprender, sí o sí. Quienes los escuchamos aque-
lla tarde quedamos cautivados por lo que nos pareció más un sueño que un proyecto, pero además un sueño que lucía más bien irrealizable, con altas probabilidades de fracasar. Y, sin embargo, supimos de inmediato que queríamos estar a su lado para siempre. Era una idea tan afín, tan parecida en sus propósitos y compromiso a El Espectador, que esa unión era apenas natural, como lo ha sido en estos diez años. Cartagena en época de vacaciones y celebraciones de comienzo de año, que allí —como en casi toda Colombia— son sinónimo de bullicio, baile, licor y, no pocas veces, trompadas, no parecía el mejor escenario para imponer un festival de música, de música cul-
ta, de alcance universal. Menos lo parecía que esta música de primer nivel mundial, elitista por lo mismo, pudiera servir como instrumento de integración social en una de las sociedades más desiguales de un país tan desigual como Colombia. Pero esta gente del Festival se las trae. Y en esas condiciones nada favorables han dado un ejemplo de tenacidad y un mensaje de optimismo al país sobre cómo sí se puede transformar a una sociedad, cuando se quiere y se tienen claras las metas. No me refiero solamente a la sabia combinación del Festival de Música con los proyectos que en paralelo desarrolla la Fundación Salvi. Esa transformación directa
de los programas sociales, a través de la lutería o los talleres con los maestros visitantes, es un aporte enorme y efectivo, claro. Pero acaso sea mayor ese ejemplo y ese mensaje: que a través de algo tan natural como la música es posible cambiar la mente de las personas, los roles protagónicos en una sociedad, la cultura de un conglomerado, la vida de una ciudad, las aspiraciones de una nación. Tanto más en el momento histórico que vive Colombia, con la posibilidad real y cercana de poner fin a un conflicto de más de cincuenta años como paso inicial a la construcción de un nuevo país en paz. Si cada uno de nosotros tomara este ejemplo de contribuir desde lo que mejor sabe hacer para entre todos generar los escenarios de una sociedad nueva, todo ese proceso será más
fácil, más rápido, más sólido. Es el poder del conocimiento aplicado a causas superiores. De lo que Julia y Víctor sabían era de música, pero ese fue el camino para, sobre ese conocimiento, construir una absoluta transformación cultural y social. Y por eso esto que sucede en Cartagena cada enero no es tanto un festival de música de primer nivel, que lo es también, como un medio para que la mejor música del mundo sirva para permitir que un pueblo evolucione. Una imagen me hizo entender de manera clara esa esencia. Salíamos una noche de un concierto en el Teatro Heredia (perdón, tengo ya muchos años para cambiarle el nombre a lo que siempre ha sido para mí el Teatro Heredia), y Julia Salvi salía entre afanada y risueña. “¡Qué vergüenza con ese piano!”, me dijo al paso. Con mi discretísimo oído musical, nada había notado, pero luego, hablando con conocedores, entendí que la maestría del pianista se había perdido en un instrumento ya imposible de afinar: el mejor piano en Cartagena. Esta situación, que en cualquier festival que, como este, haya logrado y aspire a estar entre los grandes festivales del mundo, al que asisten artistas con reconocimiento universal, hubiera podido ser una calamidad mayor. No, en este festival fue, sí, una situación incómoda, pero al final quedó apenas como una anécdota más de las dificultades que se tienen que enfrentar para que todos los propósitos de este festival se cumplan. Y llevan diez años cumpliéndolos. Los amantes de la música culta disfrutan de un festival de primer nivel, así a veces la infraestructura no dé la talla o el bullicio de las festividades se alcance a escuchar al fondo. Los jóvenes de Cartagena, y de la región, comenzaron a tener unos referentes muy distintos para seguir y a encontrar oportunidades alrededor de la música que antes eran inimaginables. El país tiene en frente un ejemplo para seguir de cómo los sueños se hacen realidad. ¿Se puede esperar más? Bueno, apenas van diez años del Festival, y esta gente se las trae. * Director de El Espectador.
EL ESPECTADOR / MARTES 12 DE ENERO 2016 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
ElPentagrama
JAIME ANDRÉS MONSALVE B.*
Otra primera vez
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La carta musical que ofrece el proyecto educativo del Festival cubre una gran variedad de instrumentos y clases de canto. / Joaquín Sarmiento
El programa de Clases Magistrales nació en 2007
Músicos al tablero 57 jóvenes recibieron una beca para continuar su proceso de formación con algunos de los artistas más importantes del Festival. Maxim Vengerov, Anne Akiko Meyers y Emmanuel Ceysson compartirán sus conocimientos. MARÍA CAMILA SARMIENTO *
Organizar un festival en el que por nueve días se celebre la música es una labor maratónica. Algunos se lo imaginan, mientras que otros lo sospechan, pero coordinar un proyecto en el que han trabajado muchas personas es casi como estar al frente de una orquesta sinfónica con más de 200 integrantes. Por un lado, en el Cartagena Festival Internacional de Música se vive la exigencia de definir un tema, contactar a los artistas y se tiene la presión de que todo salga impecable; y en la otra orilla, representada por el área académica, emerge la responsabilidad de apoyar la educación musical de la juventud del país. El programa de Clases de Magistrales, que nació desde 2007, ha otorgado la oportunidad a muchos artistas en formación de recibir instrucción en varios instrumentos musicales con algunas de
las grandes personalidades de la escena cultural en el planeta. Esta experiencia la vivirán desde hoy y durante cuatro días los estudiantes y docentes de música del país, quienes podrán compartir clases con los invitados a esta décima edición del evento. En 2016, 57 jóvenes recibieron una beca que además de cubrir sus gastos de traslado, ofrece otros beneficios como entradas a los conciertos y el contacto directo con artistas ya consolidados, creando así una atmósfera propicia que los impacta en sus procesos.
Para el festival denominado “Hacia tierra firme”, uno de los maestros invitados será el talentoso violinista Maxim Vengerov, primer músico clásico nombrado Embajador de Buena Voluntad de Unicef. Este trabajo le otorgó la posibilidad tanto de inspirar a los niños como de motivar a otras personas a recaudar fondos en beneficio de los programas de la Unicef. Considerado como el violín más conmovedor del momento, Vengerov brindará un espacio educativo durante un par de horas el próximo 14 de enero a los inscritos.
Y los catedráticos son…
Arpa: Emmanuel Ceysson Violonchelo: Inbal Segev, Santiago Cañón. Guitarra: Jason Vieaux Trombón: Massimo Morganti, Valdir José Ferreira (banda Mantiqueira) Banda: Orpheus Chamber Orchestra Piano: Mauricio Vallina Canto: Mónica Piccinini, Carla Cottini Violín: Maxim Vengerov, Anne Akiko Meyers Clarinete: Nailor Aparecido Azevedo (Banda Mantiqueira) Taller de vientos: banda Mantiqueira
Otras de las novedades entre los artistas invitados que dictarán clases son algunos de los integrantes de la Orpheus Chamber Orchestra, de Estados Unidos. La agrupación se ha destacado por su metodología de liderazgo, en la que la dirección está expresada al interior de los músicos y no en la figura imponente de quien porta la batuta. Un invitado especial en esta ocasión es Santiago Cañón, violonchelista colombiano quien ha sido parte de los artistas del Festival desde 2009. Además, este joven ha logrado recorrer el mundo, entrar en varios de los más prestigiosos concursos como el Tchaikovsky, y tener educación de primera calidad, gracias a su participación en la Convocatoria de Jóvenes Talentos, liderada por la Fundación Salvi. Este año Cañón contará toda su experiencia artística en escenarios locales y en plazas extranjeras y dictará por primera vez clases en el marco del Festival. La carta musical que ofrece este proyecto educativo cubre una gran variedad de instrumentos y clases de canto. Las personas interesados, podrán ser parte de los observadores y presenciar los momentos que los estudiantes compartan con estos grandes exponentes de la música. Las inscripciones para ser parte del grupo de observadores está abierta en las oficinas de la Universidad de Cartagena. * Periodista Fundación Salvi.
A cierta edad, las felicidades particulares son como perlas inasibles. La experiencia sumada no hace sino irnos acortando la sorpresa, y el ceño fruncido se termina superponiendo a los ojos abiertos. “La carne es triste, ¡ay!, y todo lo he leído”, se lamentaba Mallarmé. Por eso, cuando la suerte nos prodiga esos raptos de asombro como estrellas fugaces, cuando la experiencia estética termina involucrando todos los sentidos en algo parecido a la sinestesia, sabemos que ha llegado otro de esos momentos que quedan conservados en la memoria. Faltaría a la verdad si dijera que la noche del domingo 10 mi concentración le fue fiel del todo a la música, los músicos y las historias de Las rutas de los esclavos, uno de los cuatro programas traídos por Jordi Savall. Y digo que no es así porque por momentos mi pensamiento voló hacia otros lugares y otros tiempos: la niñez en que allanaba la colección de LP de Los grandes compositores de Salvat, que ni sus dueños, mis tíos Ruby y Fabio, se habían atrevido a abrir, la primera entrevista a un músico de mi interés, la confianza que me dio la querida Olga Marín como editora cultural de El Espectador para escribir por primera vez en un medio sobre música… Todo ello porque Las rutas de los esclavos constituyó una primera vez que se suma a esas otras. Enfrentarse a los recorridos temáticos que propone en sus programas Savall supone hacerse partícipe siempre de algo diferente, y en este caso la presencia de músicas conexas con el flagelo de la esclavitud ejecutadas por cantantes mexicanos, brasileños y malienses, con la presencia de instrumentos tradicionales de África occidental y del norte alternando en un formato de instrumentos antiguos como el sacabuche, el basón y el cornetto, nuevamente dejan ver a Savall como un arriesgado visitante de la historia que con música y textos elegidos nos manda de viaje. La pieza fue puesta en escena por segunda vez en su historia en Cartagena. Todavía hoy hay que revisar mentalmente la fortuna de estar presentes en un hecho histórico. Se quedan grabadas las voces del griot maliense Kasse Mady Diabaté y la presencia del marroquí Driss El Maloumi en el oud y de Ballake Sissoko en el kora africano. A veces las respuestas llegan sin que hayamos hecho la pregunta. Y Las rutas de los esclavos me recordó por qué me he dedicado al oficio inefable y extraño de hablar y escribir sobre música. * Director musical Radio Nacional de Colombia.
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ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ “El mar de los deseos. De Sevilla a Veracruz”
La médula de Festival
La Orquesta Sinfónica Juvenil de Cartagena —con los mejores estudiantes de la Red de Centros Orquestales de la ciudad—, el Colectivo Colombia y el Ensamble Ida y Vuelta (África) participan en este concierto en el que se sintetiza la idea de “tierra firme”. DIEGO FISCHERMAN* ESPECIAL PARA EL PENTAGRAMA
Una buena historia siempre cuenta algo del pasado y hace saber —o vislumbrar, con esperanza o inquietud— algo del futuro. Un cuento jamás termina en el exacto momento de su final. Quien lee —quien ha leído— sabe que el agua seguirá corriendo. Y un buen concierto, en la medida en que es, siempre, alguna clase de relato, cumple con esas generales de la ley. Algo se cuenta sobre lo ya sucedido —obras, autores, raíces, tradiciones, épocas—. Y algo, aún no acaecido —la propia relación entre lo escuchado— comienza a gestarse. Y si en los relatos suele haber un capítulo, un párrafo, a veces una sola frase que condensa la totalidad, como un núcleo donde todo aparece contenido y en tensión, el concierto de hoy, en el Puerto de Cartagena, tal vez sea esa médula capaz, en este caso, de sintetizar diez años del Festival de Música en Cartagena. Y, por supuesto, de hacer entrever su futuro. Allí están los sonidos de una orquesta sinfónica y los de instrumentos pertenecientes a culturas del norte africano; las melodías y ritmos y texturas del folklore colombiano, de otras regiones de América y, también, de otras tierras firmes desde donde alguna vez salieron barcos en busca de riquezas para encontrarse, en cambio, con nuevos infinitos. O
El Ensamble Ida y Vuelta agrupa varios de los más prestigiosos intérpretes de músicas del norte de África con algunos destacados instrumentistas europeo. / Joaquín Sarmiento
desde lejanos imperios donde antiguos reyes y reinas, encadenados, fueron llevados como esclavos a los nuevos continentes aún sin nombre. Y allí, en ese concierto que se erige como eje del Festival, está también, junto a la excelencia y sin ponerla en desmedro, el Proyecto Social Orquestal, sostenido por la Fundación Puerto de Cartagena, la Fundación Música por Colombia y la Fundación Salvi, que hace el fortalecimiento de los procesos de conformación y consolidación de las nuevas orquestas en la ciudad. Con el título El mar de los deseos. De Sevilla a Veracruz, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Cartagena, “Nuestra orquesta”, reúne a los
EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música
mejores estudiantes de los programas de música de la Red de Centros Orquestales de Cartagena, junto con el Colectivo Colombia, donde brillan la cantante Lucía Pulido y el saxofonista y compositor Antonio Arnedo, y el Ensamble Ida y Vuelta, conformado por músicos norafricanos y europeos. Cada uno de los grupos tendrá su momento protagónico. Habrá, por supuesto, encuentros entre unos y otros y la orquesta, dirigida por Sergio Sánchez, quien actualmente es director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Departamental de Música y Canto del Huila y tiene una larga trayectoria al frente de orquestas infantiles y juveniles, in-
PRESIDENTA: Julia Salvi. DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà. SOCIOS PRINCIPALES: RCN Radio, Postobón, RCN Televisión, Ennovva. SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador y Profesionales de Bolsa. Fundadora de El Pentagrama: Paula Ojeda Palacio.
http://www.cartagenamusicfestival.com
terpretará una obra encargada especialmente al compositor Pedro Sarmiento. De viajes y tornaviajes, que será estrenada en esta ocasión, propone una transformación temática desde la música ibérica (andaluza e hispano-árabe), pasando por el fandango y concluyendo con elementos de danzón y son veracruzano. El Colectivo Colombia, por su parte, fue concebido por Arnedo hace trece años y nació de la reflexión sobre la posibilidad de una nueva música colombiana, tan capaz de hablar del presente como de tener presentes sus raíces. A lo largo de su trayectoria ha invitado a sumarse a otros grupos y solistas,
como Puerto Candelaria, Polaroid, Curupira, Palos y Cuerdas, Guafa Trío, Hugo Candelario y Claudia Gómez, y hoy reúne, además de a su fundador y a Lucía Pulido, a Juan Miguel y Daniel Sossa (del Ensamble Sinsonte), Hugo Candelario (Bahía Trío) y Juancho Valencia (Puerto Candelaria). El Ensamble Ida y Vuelta agrupa varios de los más prestigiosos intérpretes de músicas del norte de África con algunos destacados instrumentistas europeos. Su alma es Marwan Fakir, quien además de su aprendizaje familiar —y popular— estudió música oriental y árabeandaluza en el Conservatorio de Marrakech, con el maestro Abdellatif Khortoma. Luego estudió violín clásico en el conservatorio de París 9º con Anne-Marie Morin y orquestación con Philippe Capdenat, perfeccionándose en el conservatorio de Tourcoing con Denis Le Meur y Hugues Rouse. Junto a él están Ricardo Mishaan, un guitarrista y compositor proveniente del jazz,Adama Bilorou Dembele, un multiinstrumentista y compositor que también se destaca como maestro de música tradicional del África occidental, y Marzouk Mejri, un notable percusionista nacido en Túnez. Músicas que harán realidad aquello que todo marinero sabe: las tierras firmes, como los espejismos, siempre están más allá. * Crítico musical argentino.
DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María C. Castellanos. EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta. REDACTORES: María C. Sarmiento, María V. Arnedo y Vicky Cortes. COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Diego Fischerman, Jaime A. Monsalve, María C. Castellanos y Mónica Rivera. DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Julio César Carrero L. - El Espectador. FOTOGRAFÍA: Wilfredo Amaya, Joaquín Sarmiento y Andrés Londoño.
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La música, espiritualidad y humanidad juntas En la capilla Sofitel Legend Santa Clara, a las 11:00 a.m. de ayer, se llevó a cabo el conversatorio “Entre lo sacro y lo profano”, charla que se acercó a los delgados linderos entre la música sagrada y las sonoridades consideradas paganas por su estrecha relación con lo popular. Un diálogo ameno que contó con la presencia de los directores de orquesta Rinaldo Alessandrini (Italia) y Jordi Savall (España), y la modera-
ción del escritor colombiano Pablo Montoya. Los tres se encargaron de ilustrar al público con sus apreciaciones y posturas acerca del carácter promiscuo de la música en su religiosidad y, al mismo tiempo, su ámbito humano y popular. Durante la conversación se hizo manifiesto el abrazo entre la música europea y la americana tras estos siglos de sincretismo cultural y sonoro.
ElPentagrama La charla entreJordi Savall (España) y Rinaldo Alessandrini (Italia) fue moderada por el escritor colombiano Pablo Montoya./ Joaquín Sarmiento
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La voz del Colectivo Colombia
“Soy más de interpretar, cantar y reinventar” Con su original estilo experimental, la cantante Lucía Pulido se abre camino en la escena internacional abordando las particularidades de la cantadoras del Pacífico y del Caribe colombianos.
¿Qué le produce interpretar música colombiana?
Es mi parte creativa, mi manera de sentir las canciones, de reinterpretarlas; es el lugar que reemplaza un poco esta carencia en la posibilidad de componer. Es el espacio que me inspira. Yo creo que cada canción es única y te pide algo especial en la voz, nunca vas a volver a interpretarla igual. Es un proceso circular. Tú la sientes, la dices, y la idea es entender cómo la gente siente lo que yo siento cuando canto y me apropio de las canciones.
MÓNICA RIVERA
¿Cómo la han influenciado los sonidos del mundo?
“Estas dos viejas están borrachas”, fue lo primero que pensó Lucía Pulido al escuchar a los once años a Violeta Parra cantando junto a su hermana. Una satisfacción inmediata le generó el hecho de aproximarse a sus voces en un casete, con el que sabía que ellas “la estaban pasando buenísimo” y que, por consiguiente, esto era lo que quería hacer por el resto de su vida. Cantar con el compromiso de disfrutar la música. Estudió licenciatura en música en la Universidad Pedagógica, con la obsesión de cantar. Luego, influenciada por un amigo, se convirtió en la vocalista de un grupo formado por estudiantes de arquitectura, entre los que se encontraba Iván Benavides, junto a quien conformaría el dueto Iván & Lucía. Viajó a Nueva York en 1994, con la intención de aprender a usar la voz, a cantar bonito, pero pronto supo que “todo lo que hay que entender es el potencial de la voz, lo que se puede hacer, lo que te gusta hacer, y cómo cada experiencia es una posibilidad de empezar a reinterpretar y a recrear”, dice. En Estados Unidos se unió más a la música colombiana. Con un estilo original se ha apropiado tanto de joropos como de alabaos, que en estos últimos 20 años de carrera la han llevado a compartir escenario con músicos electrónicos y experimentales como
Lucía Pulido dice que estar radicada en Estados Unidos la ha vinculado más con los sonidos colombianos. / Andres Londoño
¿Qué tan complicado ha sido trabajar con otros músicos sin saber leer partitura?
La base instrumental del Colectivo Colombia Además de la cantante Lucía Pulido, el Colectivo Colombia hace presencia en Cartagena con una
nómina en la que figuran músicos como Juan Miguel Sossa (guitarra, bandola llanera y tiple),
Christian Fennesz y Burkhard Stangl y festivales como el Lincoln Center Out of Doors y la serie de conciertos del Carnegie Hall. ¿Cómo se dio su acercamiento a la música tradicional de los Llanos Orientales?
Es una vivencia inconsciente. Había un ambiente muy musical en mi casa. Mi papá cantaba y tocaba la música de la región. Además era una época en que la que no había mucha señal de televisión ni de radio y solamente llegaban emisoras de Venezuela. Todo eso marca y fluye naturalmente, es como una base con los ritmos tradicionales y populares de Co-
Daniel Sossa (bajo eléctrico y cuatro), Jorge Sepúlveda (batería y percusión), Hugo
lombia. ¿Y la música del Pacífico y el Caribe colombianos?
Cuando viajé a Nueva York me dediqué a explorar la voz, a entender los estilos de las cantadoras, a aprender los ritmos de ciertas regiones. Todo eso me permitió explorar mucho y empecé a copiar lo que me inspiraba y me generaba múltiples posibilidades creativas. ¿Cómo llegó a Manuel Zapata Olivella?
Cuando hice el disco Cantos deliciosos y paganos de Colombia se lo envié pidiéndole que lo escu-
He explorado otras cosas, por ejemplo los boleros. Tengo un proyecto que se llama Dolor de ausencia, que es una recopilación de boleros cortavenas compuestos entre los años 30 y 50 que casi no he movido, pero que me dio una identidad. Me gusta explorar en otros ambientes, estar en contextos experimentales.
Candelario González (marimba de chonta) y Antonio Arnedo (saxofones y flautas).
chara y que si le gustaba escribiera la presentación. Él respondió con una carta impresionante. Le gustó mucho el trabajo por lo que me compartió música del Pacífico con el compromiso de que hiciera algo con eso. Para mí eran cosas demasiado arraigadas, por lo que le decía que lo haría con mucho respeto, y él me decía que debía hacer todo lo contrario: que debía quitarme el respeto de encima para poder llegar más lejos, dejar que la música se siguiera transformando, con el fin de que la gente no dijera que se estaba haciendo jazz, rock o canción colombianos sino, en general, música colombiana.
Eso es un reto. En la universidad era buena, pero luego ya no la necesité. Soy más de interpretar, cantar y reinventar. Soy capaz de seguir una partitura, pero no la puedo leer, y los músicos con los que trabajo hacen las cosas para que las partituras no sean imprescindibles. ¿En qué consistirá su presentación en el Cartagena Festival Internacional de Música?
Lo que se va a presentar en Cartagena con el Colectivo Colombia va a ser un mapa musical del país. Todos los músicos que hacemos parte del proyecto hemos explorado en diferentes momentos diversos estilos. Estará Hugo Candelario González, cuya especialidad es el Pacífico, pero el toque será muy jazzístico, al estilo de Antonio Arnedo, aunque cada quien le va a aportar lo que ha explorado.