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Hoy, el Festival en radio y televisión Escuche en directo por Radio RCN Clásica el concierto de la Plaza de San Pedro a las 10 p. m. con el pianista cubano
Mauricio Vallina, el Cuarteto Q-Arte y la Banda Mantiqueira. Véalo en directo por RCN TDTHD2 y en
diferido a través de RCN Nuestra Tele Señal Internacional y Telecaribe a las 10:30 p.m., o por NTN24 a
las 12 de la noche. Streaming: Vea los conciertos en directo en: www.noticiasrcn.com.
No se pierda el “Noticiero del Mediodía” de Radio Nacional de Colombia con toda la información y detalles del
Festival. Boletas para los últimos días del evento en www.primerafila.com.co.
EL ESPEC TAD OR ElPentagrama VII
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Melissa Jacobson-Velandia (pianista)
Máster del Conservatorio Robert Schumman, en la ciudad de Dusseldorf, Alemania, y alumna del programa “Konzertexamen”, dirigido por el profesor Georg Friedrich Schenck: “Hace tiempo había escuchado del Festival. Yo soy sueca también y un familiar me recomendó que me inscribiera. La experiencia de vivir esta oportunidad que tengo hasta el momento ha sido increíble. No pensé que estuvieran involucradas tantas personas. En el concierto cada uno tocará 15 minutos. Es para mí un placer poder compartir escenarios con los otros Jóvenes Talentos”.
Rafael Hernández (guitarrista)
Ha sido alumno del Centro de Enseñanza Musical de Bucaramanga (CEMB) y es maestro en música con la distinción cum laude por mérito académico: “La música en el país está atravesando un buen momento, hay muchas promesas que nos representan en el mundo entero. Desde que se inició esa iniciativa en el Festival, estaba pendiente de cada edición y sus participantes, decidí aplicar y es un sueño estar acá. Estar en contacto y poder apreciar músicos que antes veía lejanos, es enriquecedor para mi vida. En el concierto uniré la música clásica europea con los ritmos de nuestro folclor”.
Carlos Quintero (tiple-requinto y mandolina)
Ganador de los más importantes festivales nacionales junto a su hermano Manuel Eduardo y el trío instrumental Macaregua: “En todos los aspectos de la música general en Colombia, los jóvenes estamos tomando mucha importancia en los procesos nuevos que se están dando. Cada vez se está entendiendo más que la cultura es una de las mejores formas para el desarrollo social y un crecimiento para el país. Ya había escuchado del Festival y lo tenía muy presente, pero una gran amiga, Zahira Noguera, que fue Joven Talento el año pasado, me impulsó a seguir con esto y ahora es todo un reto el que estoy viviendo. El concierto que daremos es la oportunidad para escuchar varios ritmos y poder revivir varios estilos musicales”.
Alejandra Acuña (mezzosoprano)
Alumna en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, en la Cátedra de Canto “Alfredo Krauss”, ha participado cuatro veces en el Festival en calidad de becaria y ahora se presenta como solista: “El panorama de la música joven está muy bien. Ahora que estoy en España siento que el potencial que tienen los jóvenes colombianos es alto. En la cátedra en la que estoy somos nueve cantantes y cinco de ellos somos colombianos. Cuando vengo al Festival me doy cuenta de que cada vez hay gente más joven y con mucho talento y eso me causa un sentimiento grato”.
/ Wilfredo Amaya
Cinco figuras para tener en cuenta
Los jóvenes le ponen la cara a la música
Jorge Iván Vélez (violonchelo)
Ha sido catalogado como uno de los colombianos más sobresalientes de su generación en el instrumento. Actualmente forma parte del programa de becarios de la Filarmónica Joven de Colombia: “Desde los últimos años han mejorado las oportunidades que se nos presentan a los músicos en el país. Participar en este Festival genera más exigencia en lo que hago, me da la oportunidad de trabajar con profesionales y encaminarme hacia ello. Antes había venido como becario, esta oportunidad llega en un momento de mi vida en el que dejó el ámbito universitario, ya que este año me gradúo; ahora tengo una responsabilidad como artista para poder estar a la altura de un Festival como este”.
MARÍA CAMILA SARMIENTO *
Como es costumbre cada año, el Cartagena Festival Internacional de Música presenta un concierto con varias figuras nacientes del espectro sonoro. Se trata de una celebración musical que mostrará el resultado de una cuidadosa selección entre artistas menores de 25 años. Ese arduo trabajo se comprobará hoy en la capilla del Hotel Sofitel Legend Santa Clara a las 11:00 a.m. Con una trayectoria importante en Colombia y una activa participación en concursos, certámenes y encuentros, cinco jóvenes pondrán a prueba sus conocimientos y habilidades. Para el 2016, los seleccionados fueron Alejandra Acuña, Carlos Quintero, Melissa Jacobson-Velandia, Jorge Iván Vélez y Rafael Hernández. * Periodista Fundación Salvi.
EL ESPECTADOR / JUEVES 14 DE ENERO 2016 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
DIEGO FISCHERMAN *
La polifonía de Savall El trompetista Wynton Marsalis suele hablar del jazz como metáfora de la democracia. Una voz sólo tiene sentido cuando suena con las otras. Y no hay manera de que todas suenen a la vez, diciendo cosas distintas pero, también, construyendo entre todas un discurso, si no es escuchándose entre sí. Lo mismo, en rigor, podría decirse de todas las músicas. Y en particular en el lenguaje del Renacimiento, que Jordi Savall toma como eje a partir del cual desplazarse en direcciones múltiples, esa idea de la “polifonía”, de las distintas voces independientes entre sí pero al mismo tiempo íntimamente relacionadas, resulta esencial. El principio constructivo de los espectáculos que Savall ha presentado en Cartagena no es muy diferente. Simplemente, como si se tratara de muñecas rusas, las voces se amplían. Lo que sucedía dentro de cada pieza se reproduce en lo que pasa fuera de ella. Y las voces son entonces esa música de la España cristiana de los siglos XV y XVI, de sus cortes pero también de sus calles, de los árabes y los judíos y, además, de los esclavos. Y ya en la Tierra Firme, en ese Nuevo Mundo hacia donde esos sonidos viajaron muchas veces de polizones, otras músicas que guardan, como huellas, la memoria de aquellas. En un fandanguillo mexicano se entrevé el fandango; en los zapateos y en los ritmos de los sones asoman las gallardas, las folías y los canarios. Savall mostró una verdadera polifonía, en la que los relatos puntuados por textos documentales estuvieron lejos de ser datos menores. Pero, una vez más, las muñecas rusas impusieron su orden, que no es otro que el de un festival pensado con coherencia inconmovible. En unos conciertos, África se entrelazaba con la Europa de los Reyes Católicos. En otros, con la marimba del Pacífico colombiano, o con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Cartagena. Y unos conciertos con otros, como nuevas voces, también entrelazaron un relato, hecho de los diálogos entre unos y otros, multiplicados en los espejos ilimitados de la escucha. Las tierras firmes son siempre provisorias, como lo son los cantos y las danzas, desapareciendo en el mismo momento en que son percibidos. No hay lugar para la música que no sea la memoria, podría decirse. Todo sonido es un sonido recordado. Y el lugar de la memoria son esas tierras a las que se va arribando, una y otra vez. Cantando y bailando. Tocando violines, marimba chonta, extraños resabios del pasado como el corneto o vislumbres de mundos lejanos, como la kora. Y, sobre todo, escuchando ese relato hecho de voces infinitas. * Crítico musical argentino
ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Gustavo Salazar, lutier de violines. / Joaquín Sarmiento
La madera especial del lutier
En el taller de las almas Entre las piezas de la muestra “La música antes de la música” está expuesto el primer violín construido completamente por las manos de Gustavo Salazar, quien dice que llegó a realizar esta actividad por accidente. MARÍA VICTORIA ARNEDO *
Lo vi inquieto buscando la regla. La tenía perdida sobre las demás herramientas y debí pasársela para sacarlo del lío, gesto que agradeció con una impecable sonrisa de buen tipo. Esa misma sonrisa por poco no se le borra durante toda mi visita, siempre se mostró entusiasta y complacido de hablar sobre su vida y su trabajo en el taller de lutería. “Mi papá es guitarrero, ¡y canta igualito a Leo Dan!”, comenta Gustavo Salazar mientras limpia el puente de un violín con un papel de lija número 600. Dos años atrás, en Cali, la situación pintaba complicada. El empleo que tenía enton-
ces ya lo aburría y andaba en búsqueda de cualquier otro que le abriera unas alas más grandes. Fue entonces cuando se dio su reencuentro con la música, aunque esta vez en un formato distinto del que conociera de niño. Jorge Valencia, su abuelo paterno, antiguo profesor de música en el Instituto Departamental de Bellas Artes y hoy en la Universidad del Valle, lo presionó para que tomara clases de música a los siete años, y entre la flauta traversa y el violín, el último terminó siendo el elegido. Nunca se sintió verdaderamente a gusto como intérprete, por lo que terminó por archivar las cuerdas suspendiendo así la tendencia familiar hacia la música que mostraron su abuelo, su papá y su tío, quien también resultó violero (lutier de violines). Fue gracias a la invitación de Cristian Valencia,
lutier vinculado a la Fundación Salvi, que el rumbo de Gustavo Salazar dio un giro trascendental. “Fue un accidente. Él me preguntó que si podía ir a ayudar unos días, así que fui, y aquí estoy todavía”. De manera que lo que inicialmente sería un reemplazo temporal como ayudante en el taller de lutería de Cali, terminó sucediendo de tiempo completo sus antiguas ocupaciones como diseñador gráfico y artista plástico. La música había vuelto a tocar a su puerta y esta vez sin intenciones de marcharse. Allá, entre las piezas de la muestra La música antes de la música, está expuesto el primer violín construido enteramente por sus manos. Va y lo acerca para mostrármelo y aprovecha para continuar trabajando en sus detalles. Varias décadas pasaron antes de recibir en las manos este árbol. Las vetas blancas de la tapa trasera del instrumento resplandecen ante la luz amarilla de la lámpara. Es madera de arce y sus gruesas franjas asimilan las olas de una playa vista desde el balcón de un piso 19, una detrás de la otra complementando la estela anterior. Del otro lado, las líneas de la tapa delantera no son tan brillantes; son oscuras y muy delgadas, lo que habla del frío que soportó el pino antes de acabar en un pedestal de exhibición. La ruta de la música se aleja muchísimo hacia atrás de eso que finalmente percibimos en los recitales o de lo que escuchamos en el disco. Es un camino largo, y falta aún, porque este violín solo se detuvo aquí de paso, como un carro que alcanza pits. El maestro de lutería Fabrizio Di Pietrantonio considera que son necesarios, como mínimo, diez años de formación para empezar a entender lo que es un violín. Es un proceso largo, complejo, en el que no solo se construyen o se reparan instrumentos, sino que también es una manera de conocerse a sí mismo y de entender la forma en que se es; en ese sentido, “la lutería no es un trabajo, sino el desarrollo de tu alma”, sostiene cálidamente. Van solo dos años desde que Gustavo comenzó su formación en el taller de Cali y, hasta ahora, no cambia sus planes por otro trabajo. Afirma que el adelantar estudios de la mano de los maestros italianos de la Fundación es solo una de las gratificaciones que le deja el oficio: “Con la lutería vos sos alguien, no sos otro del montón, porque somos muy pocos. La lutería me ha brindado lo que me hacía falta, es el complemento de mi vida. Siento que encontré el camino que era, y pienso seguir hasta el final. Rico ser lutier”. Gustavo no dejó de tener en la mano el escareador, alguna lima o la regla con que mide la altura de las cuerdas sobre el diapasón. Es así como el alma de quien construye un instrumento queda impregnada en él y viaja a gran velocidad en la dirección de las vetas aflorando sobre las notas que el arco les arrebata a las cuerdas. * Estudiante de periodismo.
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FERNANDO GÓMEZ GARZÓN *
AL FINAL, LAS CARGAS SE equilibraron cuando extranjeros y nacionales se unieron a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Cartagena, cuyos músicos son formados y respaldados por la Fundación Puerto de Cartagena, para interpretar dos piezas que quedaron para el recuerdo de los emocionados músicos juveniles: “De viajes y tornaviajes”, del colombiano Pedro Sarmiento, y “Sus”, de Marzouk Mejr, que mereció repetición.
Cita en el puerto
/ Wilfredo Amaya
ElPentagrama
/ Joaquín Sarmiento
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Bruce Mac Master, Paula Marcela Moreno, James Honan y Steven Seidel fueron los protagonistas de la charla titulada “Integración social a través de las artes”.
Ayer se realizó el tercer conversatorio del Festival
El arte de integrarnos Paula Marcela Moreno, Bruce Mac Master, Steven Seidel y James Honan fueron los protagonistas de la charla titulada “Integración social a través de las artes”. VICKY CORTÉS *
En Colombia, las bellas artes se convierten en protagonistas para que las sociedades se piensen, en el oxígeno que hace falta para respirar mejor y en ese parte de tranquilidad que nos queda si pensamos en las realidades que afrontamos hoy. En el sector musical, es oportuno reconocer la importante gestión y trayectoria que el Festival ha realizado en estos diez años, convirtiéndose en un actor principal de procesos de transformación en el país, siendo el evento con mayor proyección musical de Cartagena ante el mundo, a través de procesos de los distintos inEL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música
tercambios y formaciones. La música, tan inasible, es una expresión de libertad, nuestro primer idioma, la expresión más cotidiana que une y en donde se genera un sistema de valores sociales, tanto, que es capaz de llegar a las raíces de las identidades. La música es esa invisibilidad que permite unión en la diversidad. Es un lenguaje común que así no hablemos el mismo idioma siempre está presente. Por eso es tan importante comprender lo que la gente escucha, lo que siente, ver cómo inciden los pensamientos y los sentimientos en ellos, lo que permite una sensibilidad particular. Ahí ya hablamos de integración social y hablamos de procesos dinámicos y multifactoriales. “Soy una convencida del poder de la música para transformar sociedades. Detrás de las re-
voluciones y cambios políticos, la música ha sido un elemento central. Estamos en un proceso de construcción de paz y si hay un mecanismo efectivo para construir paz es la música, porque ahí viene además la unidad en la diversidad”, afirmó Paula Marcela Moreno Zapata, ex ministra de Cultura y ponente en el Festival. Entonces, la cultura y la música influyen en el desarrollo de una ciudadanía más consciente, sensible y activa. No es un tema marginal ni decorativo, sino de profunda influencia. “Necesitamos más apertura, más diversidad, más encuentros y procesos que permitan no encasillar o definir quién tiene acceso a las diferentes manifestaciones culturales. Eso es inclusión e integración, definir quiénes está por fuera del sistema y generar las estructuras para que surja como un esfuerzo en esta generación pero como algo natural en las generaciones futuras. Sin duda la música tiene un papel central en el desarrollo y en la construcción de paz, y el sector musical tiene una gran responsabilidad”, concluyó Paula Marcela Moreno Zapata. El Festival sigue respondiendo ante esta necesidad, logrando que el poder de la música y de las artes logre cada día derribar las barreras y reducir las brechas para que los talentos diversos tengan su espacio de expresión, formación y proyección de calidad. *Estudiante de periodismo .
PRESIDENTA: Julia Salvi. DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà. SOCIOS PRINCIPALES: RCN Radio, Postobón, RCN Televisión, Ennovva. SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador y Profesionales de Bolsa. Fundadora de El Pentagrama: Paula Ojeda Palacio.
http://www.cartagenamusicfestival.com
Desde hace cinco años, gracias a la alianza de la Sociedad Portuaria con la Fundación Salvi, el Puerto de Cartagena se ha erigido en sede habitual de uno de los conciertos nocturnos al aire libre. Como espectáculo visual, el lugar es al menos tan imponente como la Plaza de San Pedro. Eso sí, son escenarios opuestos: la plaza es un acervo de la Colonia, y su estilo barroco, si se quiere, armoniza con la música antigua y el amparo europeo. El Puerto, en contraste, es un monumento de la modernidad, de la industrialización y la independencia. Claro, también es el punto de encuentro entre culturas. No es de extrañar, entonces, que los conciertos del Puerto sean protagonizados por ensambles conformados solo para la ocasión, por músicos de diferentes continentes, y que el repertorio dé cuenta de esa mezcla musical entre la tradición y la vanguardia de la que se nutren las naciones para hermanarse. En comunión con el tema “Hacia tierra firme”, el concierto “El mar de los deseos, de Sevilla a Veracruz” intentó, parafraseando la geografía en la que se desarrolló, llevar a buen puerto una aventura que partió de África, remontó la península ibérica y tomó rumbo hacia América, donde se fundió con los aires del Pacífico, los Andes y los Llanos colombianos. Fue, al principio, un encuentro desigual. El ensamble Ida y Vuelta propuso un repertorio jazzístico de connotaciones árabes y andaluzas. El Colectivo Colombia se vio a gatas para responder con sus cantas boyacenses, sus paisajes llaneros y la rumba chonta pacífica, pues el viento sobre los micrófonos amenazaba con opacar el tiple y el cuatro de Juan Miguel Sossa y la marimba de Hugo Candelario. Por fortuna, la voz de Lucía Pulido compensó el obstáculo natural de la brisa. El lugar y la concepción del concierto exigen que las expectativas se midan no tanto por la brillantez técnica de los intérpretes como por la capacidad de hermanarse. Y eso fue lo que ocurrió aquí. África, Andalucía y Colombia se entrelazaron con el único objeto de demostrar que hay lenguajes que unen sin necesidad de palabras. Eso sí, la aventura nos quedó debiendo el paso por Veracruz. * Editor de Revista Credencial
DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María C. Castellanos. EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta. REDACTORES: María C. Sarmiento, María V. Arnedo y Vicky Cortes. COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Luis Carlos Aljure, Diego Fischerman y Fernando Gómez. DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Julio César Carrero Ladino. - El Espectador. FOTOGRAFÍA: Wilfredo Amaya, Joaquín Sarmiento y Andrés Londoño.
EL ESPECTADOR / JUEVES 14 DE ENERO 2016 18 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ EL FESTIVAL EN REDES SOCIALES El piano de Mauricio Vallina
Cartagena Festival Internacional de Música
El músico cubano, radicado en Bruselas
desde hace varias temporadas, se apropió durante el Festival de las Composiciones de autores de su país como Ernesto Lecuona (1895-1963) y Gonzalo Roig (1890-1970).
@julguz El Festival de Música
Cartagenafest #HaciaTierraFirme
Después de su presentación el martes
en la Capilla Sofitel Santa Clara, Mauricio Vallina se reencontrará esta noche con el público en La Heroica. Esta vez el escenario será la plaza San Pedro, donde espera mostrar su ancestro caribeño.
de Cartagena fortalece un lenguaje universal @laresonancia http://bit.ly/1RlbQBm vía @ELTIEMPO
@playbogota La marimba de chonta cobra protagonismo
Cartagenamusicfestival en el Festival de Música de Cartagena... http://bit.ly/1mYpa2f
ElPentagrama
@deruedas Banda Mantiqueira, fusión de swing y jazz en el Festival de Música de Cartagena: “Una big band http://bit.ly/1P9Axdz
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Anne Akiko Meyers en el X Festival Internacional de Música
La violinista estadounidense, quien debutó a los 12 años con la Filarmónica de Nueva York, regresa a Cartagena después de su recordada participación en la edición de 2009. LUIS CARLOS ALJURE *
Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, traen de vuelta a Cartagena a la destacada violinista Anne Akiko Meyers, quien goza desde el 2013 de un raro privilegio: es la única persona en el mundo que puede tocar el famoso violín Guarneri del Gesù que perteneció al virtuoso y compositor belga del siglo XIX Henri Vieuxtemps. Además, podrá hacerlo de forma vitalicia por disposición del anónimo propietario, que pagó por él una suma millonaria durante una subasta realizada en Chicago. Aunque se desconoce la cifra exacta, se sabe que el monto ha sido el más alto que se haya desembolsado por un instrumento musical. El violín fue construido en 1741 en el taller cremonés de Giuseppe Guarneri, el mismo año en que Vivaldi moría empobrecido en Viena, y dieciséis años después de la publicación de Las cuatro estaciones en Ámsterdam. Pero Meyers no solamente disfruta del uso exclusivo de ese extraordinario violín, que siempre ha causado asombro por su amplio volumen y sonoridad cálida, sino que también, sin contar otros ejemplares de factura moderna, es dueña de dos Stradivarius, el más ilustre fabricante de instrumentos de cuerdas frotadas. Los violines construidos por estos dos luthiers legendarios de Cremona, y por su antecesor, Andrea Amati, además de ser los más codiciados por virtuosos y coleccionistas, introdujeron sustanciales mejoras en el diseño y los materiales del instrumento, que a la postre hicieron viables las nuevas propuestas técnicas y expresivas de compositores como Antonio Vivaldi. Cuando Meyers toque alguno de sus entrañables violines en el escenario del Teatro Adolfo Mejía de Cartagena, confluirán todas estas historias con la suya propia. La intérprete mostró muy pronto sus dotes para el violín, y sus papás (una descendiente de japoneses y un estadounidense enamorados de la música) hicieron todo lo que estuvo a su alcance para que ese talento fuera de lo común no se desperdiciara, incluso antes de su nacimiento en San Diego, California. Como la mamá estaba con-
SEGUNDA ESTACIÓN en el caribe Anne Akiko Meyers.
vencida de los beneficios de la música clásica para el desarrollo cerebral, Meyers navegó en el líquido amniótico mientras flotaban en su entorno las notas del Concierto para violín de Beethoven con el solo luminoso de David Oistrakh. Fue necesario esforzarse, pero las cosas ocurrieron rápido hasta que ella llegó a convertirse en una intérprete destacada del circuito internacional. A los doce años debutó con la Filarmónica de Nueva York, bajo la batuta de Zubin Mehta. Cuatro años después comenzó sus giras internacionales y a los dieciocho años grabó con la Filarmónica Real de Londres, dirigida por Christopher Seaman, los conciertos para violín y orquesta de Samuel Barber y de Max Bruch (el número 1), primer paso de
una rica discografía que hoy supera la treintena. En su precoz formación contribuyó Dorothy DeLay, famosa maestra de violín de la Escuela Juilliard de Nueva York, por cuyas manos también pasaron, entre otros, Itzhak Perlman, Shlomo Mintz, Midori y Gil Shaham. Junto a las páginas más habituales del repertorio de violín, a Meyers le gusta aventurarse por terrenos ajenos a la música clásica en proyectos con intérpretes del jazz, del pop e inclusive con una iniciativa tan comercial como Il Divo. Pero también se preocupa por divulgar las obras de nuevos compositores, entre ellos sus dos autores contemporáneos favoritos: John Corigliano y Mason Bates. El primero compuso una Canción de cuna para violín y pianoen honor
de Natalie, la hija mayor de Meyers. Y al segundo le encargó un Concierto para violín y orquesta; ambas obras hacen parte del disco Maestros americanos, grabado en el 2014, poco después del álbum dedicado a Vivaldi, que supuso el debut en los estudios discográficos del costoso violín Guarneri, tristemente condenado en el pasado reciente a largos períodos de silencio. En una entrevista para un medio estadounidense, Meyers confesó que cuando ve un gran violín exhibido como una pieza de museo, siente lo mismo que frente a un animal enjaulado en un zoológico. Ella, que es capaz de lograr de sus instrumentos una sonoridad tersa y profunda, entiende bien que “los animales fueron hechos para moverse libremente, y el violín para ser tocado”.