Pentagrama 9

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Publicacion = El Espectador, Sección = , Color = , Fecha = 08/01/2014, Hora = 03:24:11 p.m., Página= 15, Usuario = wbotia

/ 15 EL ESPECTADOR / JUEVES 9 DE ENERO DE 2 01 4 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Prográmese hoy con el Festival » Escuche un homenaje a la música colombiana y a sus compositores en el Centro de Convenciones Cartagena de Indias a las 7:00 p.m. Concierto con el que finaliza la Serie de Música del Nuevo Mundo. » Disfrute con el encanto del estilo gitano con Geza y los Vituosos Bohemios en el Castillo San Felipe, a las 7:00 p.m

» Con el pianista armenio (Rusia) Sergei Babayan; el cuarteto Borodin, considerado uno de los más importantes colectivos de la música de cámara; y los Virtuosos Bohemios usted podrá vivir una noche especial porque se reunirá lo mejor de las manifestaciones artísticas del este de Europa en la Plaza San Pedro a las 10:00 p.m.

‘La oreja pasiva’, pieza artística deJim Amaral y símbolo del Cartagena VIII Festival Internacional de Música.

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Siga la transmisión en vivo por Señal Colombia y en diferido en NTN24 a las 12:00 p.m.

ElPentagrama 6 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Borodin

MANUEL DREZNER *

El cuarteto más antiguo del mundo ¶ Sus integrantes, invitados al Festival, fueron los músicos escogidos para tocar en los funerales de Stalin y de Prokófiev, en 1953.

ESPECIAL PARA ‘EL PENTAGRAMA’

En 1945 un grupo de estudiantes del Conservatorio de Moscú decidieron fundar un cuarteto de cuerdas que llevaría el nombre de su escuela. Pero no se trataba de estudiantes del montón. Uno de ellos era nada menos que el gran cellista Mstislav Rostropovich y estaba acompañado de la viola de Rudolf Barshai (que después fue igualmente gran director de orquesta) y del violinista Rostislav Dubinsky, que permanecería como miembro del cuarteto por más de 30 años. Al poco tiempo Rostropovich se retiró y fue reemplazado por Valentin Berlinsky, que duraría más de sesenta años con el grupo. Este cambió su nombre al poco tiempo por Cuarteto Borodin, en honor del ilustre compositor a quien se considera el padre de la música de cámara y comenzó una carrera que lo convierte hoy día en el grupo de cámara más antiguo del mundo. Tan respetado ha sido el Cuarteto Borodin en Rusia, que fue el grupo escogido para tocar en los funerales de Stalin en 1953 y después salir corriendo a tocar en los de Prokófiev,

que murió el mismo día que Stalin. Lo notable es que a través de todos los cambios de personal que han tenido lugar, cada uno de sus miembros ha sido invariablemente graduado del Conservatorio de Moscú. Pero la antigüedad no es lo principal de este grupo. El sonido que lo caracteriza es de un volumen tal que ha habido quienes los han comparado con una orquesta más que con un conjunto de cámara. Fue uno de los inspiradores para que Shostakovich creara muchos de sus cuartetos de cuerda (de hecho, el compositor los consultaba durante la composición) y la cantidad de grabaciones que han hecho en muchas de las principales marcas fonográficas del mundo los convierte en uno de los grupos más grabados de la historia. En esos discos se nota un fraseo de alta calidad, que es otra de las características de esta ilustre agrupación. No es que la historia de ellos haya transcurrido sin altibajos. Cuando el violinista fundador Dubinsky decidió escapar de la Unión Soviética, escribió un libro donde acusó a Berlinsky de traición y se armó una polémica en la que adjetivos iban y venían, pero a la larga el cuarteto continuó su marcha. Parte de la razón de la ira del violinista estaba en la dictadura de su empresario ruso, que no daba a sus miembros libertad artística sino que incluso ordenaba qué programas debían tocar. A pesar de todo el cuarteto ha seguido adelante y es respetado como un grupo de grandes músico que a través de todos estos años ha sabido mantener su calidad. Su visita a Colombia, durante el Cartagena Festival Internacional de Música, debe considerarse como una ocasión especial. * Columnista de El Espectador.

La huella de Shostakovich JESÚS DAVID OTERO * La dicotomía de Dmitri Shostakovich con el régimen comunista, luego de la Revolución rusa y las purgas internas, se convirtió en uno de los cuadros más célebres de su vida personal, transversal a su obra y al sentido que le brindaba un contexto dominado por el dictamen del partido. La guerra, y en sentido amplio

todo tipo de violencia, era material de repudio para Shostakovich. Este carácter es visible en sus piezas cargadas de melodías apesadumbradas y armonías que invitan a sumergirse en el temor que experimentó el músico durante las conflagraciones. La Sinfonía Nº 7 en do mayor, op. 60, más conocida como Leningrado, sería la obra que trazaría el carácter programático de la evocadora música del ruso, al ser

compuesta durante el asedio nazi a la ciudad hoy conocida como San Petersburgo. En su haber se cuenta también la ilustración sonora de piezas literarias adaptadas al aire ruso, como Lady Macbeth, de Shakespeare, y La nariz, cuento de Nikolái Gogol. Según su hijo Maxim, “Shostakovich no componía música en el sentido literal de la palabra. La oía, con un oído interior, y, luego, la fijaba en el papel”. Maxim también cuenta, en un texto de Mikhail Ardov, que, al interpelar a su padre sobre el estudio de la

música, él respondía: “Para empezar, ponte a escribir variaciones”. Esta recomendación de Shostakovich como padre no difiere del compositor. Sus obras, cargadas de variaciones, se convierten en un libro de múltiples pasajes, un mar de cambios inesperados al que se debe prestar especial atención, tanto en ejecución como en escucha. El cuarteto Borodin, o “los muchachos”, como afectivamente los denominaba el compositor por haberlos conocido en el Conservatorio de Moscú, fueron pie-

za vital para la exploración de Shostakovich en la música de cámara. El Cuarteto Nº 8, dedicado por su creador a “las víctimas del fascismo y la guerra”, muestra la fuerza, tensión y melancolía que se reconoce en el Shostakovich de cámara. Al escuchar, en la tranquilidad de la sala de su casa, la ejecución de esta obra por parte del cuarteto, se convertiría el Borodin en reflejo y apoyo perfecto de sus creaciones. * Periodista El Espectador.


Publicacion = El Espectador, Sección = , Color = , Fecha = 08/01/2014, Hora = 03:24:44 p.m., Página= 16, Usuario = wbotia

16 EL ESPECTADOR / JUEVES 9 DE ENERO DE 2 01 4 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ DIEGO M. BOLAÑOS*

Otra noche como ninguna El panorama musical italiano está comandado por la Banda Radar, agrupación que cautivó a los asistentes a la Plaza San Pedro el martes pasado. / Wilfredo Amaya

ElPentagrama Omar Porras y de fondo la Orquesta de Cámara Orpheus interpretando la fábula de ‘Pedro y el lobo’, el martes en el Teatro Adolfo Mejía. / Wilfredo Amaya

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La virtuosidad bohemia ¶ Geza y Los Virtuosos Bohemios es una banda producto de un ambicioso proyecto con el que se pretende apoyar a los artistas húngaros y mantener el legado de compositores como Bartok y Kodaly. JUAN SEBASTIÁN JIMÉNEZ HERRERA

jjimenez@elespectador.com @juansjimenezh

Budapest fue durante siglos la frontera del mundo occidental. Un enigma a orillas del Danubio. Una joya rodeada de mitos y de un misticismo que con los años le dio un carácter especial a esta ciudad y, por supuesto, a Hungría. Budapest juntó en su seno lo mejor del mundo que la rodeaba y eso se ve representado en una música en la que tienen lugar el clasicismo proveniente de Occidente; el misticismo de los campos húngaros, rudos y enigmáticos; y la melancolía gitana. Eso se ve reflejado en la música de Bela Bartok, de Zoltán Kodály y de Franz Liszt. Artistas cuyo legado es preservado hoy por una banda de virtuosos: Geza y Los Virtuosos Bohemios, una agrupación producto de un sueño, de un ambicioso proyecto liderado por el talentoso violinista húngaro, Geza Hosszu-Legocky, con el fin de apoyar a los artistas húngaros y recordar el legado de quienes hicieron tan grande a Hungría y lo volverán a hacer el próximo 9 de enero cuando engalanen el Castillo de San Felipe con su virtuosidad bohemia. A sus 28 años, Geza es un prodigioso artista húngaro que a su corta edad ya tiene en su haber dos nominaciones a los premios Grammy y varias bandas engendradas. Pese a haberse hecho un nombre en Estados Unidos —y de la mano de la

pianista argentina Martha Argerich— Geza no ha olvidado sus raíces. Fue por ello que a finales de 2010 dio inicio a un experimento que aun hoy persiste: Los Virtuosos Bohemios: 12 artistas, entre ellos el pianista húngaro Rudolphe Czene. Todos ellos virtuosos. Todos ellos con sangre gitana en sus venas. En junio de 2011 se dieron a conocer al mundo durante el renombrado festival Progetto Martha Argerich, que se celebra en Lugano (Suiza). Su carta de presentación fue una magistral interpretación de la famosa rapsodia Nº 2 de Franz Liszt. Pronto se ganaron el reconocimiento de algunas leyendas vivientes y quienes en su momento fueron sus profesores: la violinista polaca Ida Haendel y el violinista israelí Ivry Gitlis. De hecho, ellos y otros grandes nombres ya han ofrecido a colaborar con el sueño de Geza. Geza ya ha estado en Colombia. En 2009 se presentó en Bogotá y en Barranquilla junto con otro grupo gitano del que es padre: Los Cinco XXXXX Diablios. En esa ocasión deleitaron a su público con un repertorio compuesto por algunas piezas de Schumann, Bartok, Ravel, Franck y Beethoven y algunas obras tradicionales de su tierra natal. Ahora, con sus Virtuosos Bohemios, Geza pretende sembrar una semilla para que en medio de Cartagena nazca una noche gitana con su misticismo, con su melancolía. El objetivo no es otro que llevar el alma húngara del escudo húngaro a las playas de Cartagena, del castillo de Buda al de San Felipe, de

A sus 28 años, el artista húngaro Geza ha tenido dos nominaciones al Premio Grammy y varios encargos para realizar bandas sonoras. / Wilfredo Amaya

la que fuera la frontera de occidente —y cuna de una música de rabia, tristeza y poder— a Cartagena. Esa melodía de los pueblos errantes que hicieron la historia de Hungría, esos pueblos libres, bohemios,

zíngaros. De esas gentes que quedaron entre Oriente y Occidente y, al final, fueron lo uno y fueron lo otro: clásicos y rurales. Y ahora esos pueblos son llevados al lado del mar.

En medio del recorrido mágico que ofrece el Cartagena Festival Internacional de Música, la noche rusa ha logrado destacarse por varios elementos. No sólo la belleza y complejidad de las piezas ejecutadas, sino la fuerza sobrecogedora de la fábula en su formato más puro, hicieron de la presentación algo muy especial. El concierto empezó con Sergei Babayan en el piano. Su origen armenio y su cercanía con la obra aseguraban a los invitados una interpretación con mucho carácter de un trabajo muy complejo. Es importante considerar que procesar una composición como la de Stravinsky, con sus momentos disonantes y cambios súbitos de ritmo, no es fácil para públicos e intérpretes por igual, pero su fuerza particular llama la atención. A Babayan no se le puede cuestionar su entrega a la pieza y eso fue lo que el público del teatro Adolfo Mejía aplaudió. Por su parte, la Orquesta de Cámara Orpheus ha logrado con cada presentación afianzar su sonido en Cartagena y demostrar indiscutiblemente por qué es la orquesta residente en esta edición del festival. Escuchar a Tchaikovski con tal precisión, en donde cada arreglo, por pequeño que sea, está claramente definido y es audible, es la razón por la cual esta obra en manos de Orpheus puede ser reconocida hasta por el menos entusiasta de la música clásica. El cierre de la noche fue una fantasía musical. Pedro y el Lobo nunca se había escuchado de forma similar. Las versiones animadas que muchas generaciones recuerdan de su infancia, se reconocieron y transformaron ascendiendo a otro nivel, en el que la narración y la música permitieron ver a los personajes tomar vida en un escenario perfecto: Cartagena. El niño dentro de cada uno de los asistentes gozó, y se podía ver a muchos de los espectadores sonreír, cerrar los ojos y sorprenderse de lo que su mente construía con la energía que la música brindaba como materia prima para la imaginación. Otra de esas noches en Cartagena que son como ninguna. * Periodista Kienyke.com.


Publicacion = El Espectador, Sección = , Color = , Fecha = 08/01/2014, Hora = 03:24:48 p.m., Página= 17, Usuario = wbotia

/ 17 EL ESPECTADOR / JUEVES 9 DE ENERO DE 2 01 4 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Además de música, ¿qué ofrece el Festival? » Vea también la exposición de Jim Amaral, artista creador de la Oreja pasiva, imagen de la VIII versión del Festival, hasta el 14 de enero.

» En el claustro de La Merced, » En el Museo de Arte costado izquierdo del Teatro Adolfo Mejía, está la exposición La memoria del oficio, en la que la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo expone objetos creados con métodos tradicionales.

¿Y si lo hacemos juntos?

Moderno de Cartagena se encuentra la exposición de marionetas de Jaime Manzur, con una función de ópera en marionetas cada día, del 7 al 11 de enero de 5:00 a 6:00 p.m.

/ Wilfredo Amaya

ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ El guitarrista brasileño Sergio Assad es uno de los profesores. / Joaquín Sarmiento

Los jóvenes le sacan el mayor provecho a las clases magistrales dictadas por los invitados internacionales. / Carlos Pineda

Aprendiendo de los grandes

Ahí está el detalle ¶ Uno de los invitados al programa de clases magistrales que ofrece el Festival es el prestigioso guitarrista brasileño Sérgio Assad. ALEXANDER KLEIN *

Parte de la esencia de la clase magistral está en corregir el detalle. Guitarristas jóvenes de varios rincones del país pudieron ser testigos de esto cuando asistieron a una de las clases magistrales que está ofreciendo el prestigioso guitarrista brasileño Sérgio Assad. Todos los alumnos debían, por supuesto, llegar con un repertorio previamente estudiado para presentárselo al maestro. Y así lo hicieron todos al pasar adelante. Para un espectador común, esta clase magistral bien podría recibir el calificativo de recital. Todos los alumnos de la clase demostraron gran talento musical y todas las obras presentadas parecían llegar a la perfección para el oído común. Pero el oído del músico profesional, del maestro, percibe detalles importantes que hay que corregir. Son detalles que a veces pasan desapercibidos para muchos, pero que en el mundo de la música separan al profesional del aficionado. A veces el detalle a corregir por

Assad es una sola nota. Pero esta nota, mal acentuada, puede estropear todo el discurso musical, similar a lo que sucede con las palabras en una frase en cualquier lengua. Uno de los aspectos más maravillosos para quienes estudiamos la música profesionalmente es hallar una dimensión nueva de comunicación. Como se ha dicho frecuentemente, la música dice lo que las palabras no pueden. Y esto es cierto. Los alumnos de las clases magistrales han venido a la Heroica, superando muchos obstáculos, para poder comunicarse en esa única dimensión con los grandes maestros contemporáneos. Esta comunicación es más aparente cuando se toca en dueto. Y como en cualquier conversación, escuchar al otro es tan importante como hablar. De lo contrario, el dueto se convierte en una lucha de individualidades y el discurso se pierde. Assad es experto en el formato del dueto con su hermano Odair, por eso aconseja a los jóvenes nunca olvidar la importancia de escuchar al otro, un principio humano que va más allá de la música misma. Con esta y otras enseñanzas, los alumnos de las clases magistrales tendrán muchas

EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música.

FIDEL CANO CORREA *

herramientas que aplicar para el futuro éxito de sus propias carreras artísticas. Assad, consciente del arduo camino que les espera, procura aprovechar el tiempo que tiene con ellos. Antes de despedirse, les repite una de las máximas de cualquier instrumentista: “Recuerden la importancia de estudiar despacio”. He ahí otro detalle: la paciencia, no sólo la práctica, hace al maestro. * Compositor y musicólogo.

Clases por venir Las clases magistrales continúan hasta el 12 de enero. En los próximos días tomarán las aulas los maestros Rubem Schuenck (flauta), Gabriele Mirabassi (clarinete), Cristina Zavalloni (canto), Emmanuel Ceysson (arpa), Andrea Rebaudengo (piano) y el cuarteto Borodin (música de cámara). La oportunidad para aprender de los grandes de la música es única.

PRESIDENTA: Julia Salvi. DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà. DIRECTORA EJECUTIVA DEL FESTIVAL: Mónica Alzate Sierra. SOCIO FUNDADOR: RCN, Ennovva y Postobón. SOCIOS: Cine Colombia y El Espectador.

Hay momentos en la vida en los que es importante saber tomar distancia y entender que uno es insignificante. Esa, más o menos, fue la invitación del Cartagena VIII Festival Internacional de Música para conversar, el pasado martes, con los miembros de una orquesta como Orpheus, que ha demostrado que una organización no solamente puede prescindir de la cabeza, sino, además, que puede producir mejores resultados con ese trabajo comunitario. Debo confesar que cuando escuché de esta idea de una orquesta sin director pensé que se trataba de un ejercicio un poco forzado y que sencillamente estábamos frente a unos músicos de excelencia que lograban ejecutar piezas maravillosas, a pesar de no tener conductor y no precisamente por no tenerlo. Así, me di a la tarea de intentar confrontarlos con los problemas que día a día se viven en una organización tradicional, de corte piramidal, como este periódico, cuando se trata de promover el trabajo en equipo: el miedo a la libertad, la aceptación de responsabilidades, el manejo de conflictos, el buen líder vs. el menos bueno y los incentivos individuales, cosas de ese tipo. Orpheus, por supuesto, no es ajena a todos esos problemas. Pero lo que esta charla con Krishna, el director ejecutivo, y Laura, violinista, me permitió entender es que hay principios esenciales en un equipo de trabajo que pueden superar cualquier obstáculo. Uno, por ejemplo, el poder de la confianza en el otro. Pero entre todos, quizás el valor más potente que nos enseñó Orpheus es el de la alegría. Nunca había caído en cuenta de lo fríos que se ven los músicos en las orquestas hasta ver a estos músicos de Orpheus pendientes de cada gesto, de cada movimiento del compañero, del resultado integral del equipo. “Hacemos la música conscientes de que queremos estar aquí”, decía Laura. Y aceptaba que sería frustrante trabajar en una orquesta tradicional con un director que dicta todas las pautas, que ordena sin derecho a opinar. Krishna trajo a colación un estudio de Harvard que encontró que los oficios en los que la gente está menos a gusto son, primero, el de guardián penitenciario y, segundo, el de músico de orquesta. ¡Y estos de Orpheus, mientras tanto, felices y produciendo música de antología! Ya decía el mismo Krishna, frente a la educación de nuevos artistas en este método, que la música de cámara está en medio de una gran crisis y que seguramente tendrá que cambiar. Acaso la felicidad haga parte de ese cambio necesario. Y acaso esa enseñanza se pueda extrapolar a cualquier aspecto de la vida y a cualquier organización social o económica. Fue un poco extraño, ciertamente, que el primer conversatorio de un festival de música hubiera terminado siendo una lección de liderazgo y administración. Lo siento por quienes allí llegaron a aprender de música, pero no creo que haya sido tiempo perdido. La música tiene mucho que ver con la vida y lo que estos tremendos músicos de Orpheus nos han enseñado en estos días es que la vida puede ser mejor, y más productiva, si nos decidimos a afrontarla juntos, fijando entre todos objetivos comunes. ¿Y si tratamos? * Director de El Espectador.

DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda. EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta. COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Juan Carlos Garay, Manuel Drezner, Juan Sebastián Jiménez, Alexánder Klein y Álvaro Tinjacá. DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Julio César Carrero Ladino - El Espectador

http://www.cartagenamusicfestival.com

© Comunican S.A. 2014. Todos los derechos reservados. Calle 103 N°69B-43. Fax: 4237641. Apartado 3441. Bogotá, Colombia.


Publicacion = El Espectador, Sección = , Color = , Fecha = 08/01/2014, Hora = 03:25:52 p.m., Página= 18, Usuario = wbotia

18 EL ESPECTADOR / JUEVES 9 DE ENERO DE 2 01 4 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Héctor Abad Faciolince en conversación con el cuarteto Borodin Hace más de cien años, el cuarteto de cuerdas Bohemian pasó por lo que podría llamarse una situación de emergencia. Estando ya programada una gira de conciertos por Inglaterra, salió a flote que la esposa del primer violín estaba teniendo un affaire con el intérprete de la viola. La prensa se ocupó de retener la información para

evitar un escándalo (¡era 1906!), pero sin duda una circunstancia así tuvo que inferir en las interpretaciones musicales del cuarteto. Con el cuarteto Borodin muy probablemente no habrá anécdotas tan extremas. Pero siempre ha tenido algo de misterio el hecho de que cuatro personas de distintas procedencias se

junten durante años, décadas incluso, para interpretar parte del repertorio inmortal de la música de cámara. En la conversación que tendrá con ellos el 9 de enero, el escritor y periodista Héctor Abad Faciolince, quien tiene entre sus textos El olvido que seremos, buscará indagar sobre éste y otros misterios de una relación cuadrangular, y además

tratará de revelar el secreto para consolidar una unión artística. Día: 9 de enero. Hora: 11:00 a.m. Invitados: cuarteto Borodin. Moderador: Héctor Abad Faciolince, periodista de Blu Radio y columnista de El Espectador. Lugar: capilla Sofitel Legend Santa Clara.

ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Laurent Verney, viola, y Emmanuel Ceysson, arpa, durante su presentación en el concierto ‘La noche francesa’ en el Teatro Adolfo Mejía. / Carlos Pineda

Emmanuel Ceysson y Laurent Verney

La música como resultado ‘Insólito’ ¶ Son ambos franceses. El primero toca el arpa y el segundo ejecuta la viola. Por separado se aproximan a la belleza, pero unidos hacen realidad la fantasía. JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B.

jpiedrahita@elespectador.com

El arpa no es una ráfaga de sonidos. Es más bien la posibilidad de entregar los sentimientos de manera pausada, tal y como si se hiciera gota a gota. Por eso, quienes interpretan este instrumento, aparatoso en tamaño, aparentemente reducido en repertorio y gigante en opciones sonoras, saben que tienen entre manos una compleja estructura capaz de imitar desde la caída lenta del agua hasta un ventarrón. Esta caja de Pandora compuesta por madera y cuerdas cautivó a Emmanuel Ceysson desde antes de su llegada a este mundo, pues su mamá escuchó durante los últimos meses de gestación el Concierto para arpa y flauta de Mozart. A los seis años se reencontró

con la obra y en ese momento decidió que su vida estaría ligada a ese instrumento. El sueño de estudiar arpa se convirtió en realidad dos años después, y desde entonces la historia de este músico francés está construida sobre las bases de un sonido que los devotos más consagrados conceden a los ángeles. Con menos de treinta años, Emmanuel Ceysson ha dedicado más de la tercera parte de su vida al arpa y, con la madurez que da la responsabilidad de llevar la música por el mundo, es un maestro reconocido en América y Europa. “A mis estudiantes quiero darles las herramientas para que hagan propia cualquier pieza que interpreten. Que si se enfrentan a una nueva obra sepan qué hacer con ella. Primero les doy teoría de la música para que entiendan la magnitud de lo que tienen en frente. Luego les suministro técnicas, y finalmente les exijo para que vayan más allá de las notas y puedan trasmitir lo que sienten”,

comenta este joven nacido en Oulins, Francia, y descendiente de una familia amante de las letras y los libros. Su idea del arpa ha cambiado mucho con los años y con cada interpretación. Al principio creía que era un instrumento que cumplía una simple labor de acompañamiento de la orquesta. En los viajes por Europa y Estados Unidos se dio cuenta de lo ejemplar que podía resultar la ejecución de sus obras predilectas con pocos instrumentos. Desde entonces la denominada música de cámara se transformó en su favorita. El premio de la Fundación Víctor Salvi, el Summis Auspiciis, el Alexander Kasza-Kasser, el de la Sociedad de Solistas de Vancouver, el de la Sociedad de Música de Cámara de Buffalo, el de la Sociedad de Solistas de Nueva Inglaterra y el del Festival de Música de Usedom, en Alemania, son tan sólo algunos de los muchos reconocimientos que tiene en su haber este personaje que estudió

arpa en el Conservatoire National de Région, en Lyon, con los maestros Jacqueline Defoulounoux y Christophe Truant. La pasión de Emmanuel Ceysson siempre ha sido la música y por eso, además del arpa, también adelantó cursos de trombón, armonía y consonancia. “El trombón me encanta todavía. Incluso de vez en cuando lo saco de su caja porque es un instrumento que exige un gran esfuerzo físico y lo que más me gusta es que, como hay que soplarlo para que suene, es indispensable respirar adecuadamente. El problema que yo tenía con el arpa antes es que sentía que con ella no podía hacer frases como se hacen con el violín o con el piano. Tocar el trombón me mostró el arte de respirar bien y de frasear. Toda esa enseñanza la apliqué al arpa y me ha dado resultado”, comenta Ceysson, quien se estrenó en el mercado discográfico con Divertissements à la française (2005). Gracias a este trabajo superó el

miedo a los micrófonos y ahora ha repetido el ejercicio en varias ocasiones. De una de esas sesiones de estudio surgió Insólito. La ópera en dúo, con el violista Laurente Verney, quien fue nombrado solista superior de la Ópera Nacional de París a los 25 años. Numerosos e interesantes encuentros han marcado la carrera de Verney. Desde Harold en Italia, de Héctor Berlioz, grabado bajo la batuta del maestro Myung Whon Chung, pasando por su comunión con Luciano Berio, con quien trabajó durante varias jornadas, hasta llegar a su inolvidable interpretación de la Sonata para viola, de Brahms, para Harmonia Mundi, se ha especializado en promover el repertorio para su instrumento y ha tenido alianzas estratégicas que han potencializado su carrera en escenarios internacionales. Emmanuel Ceysson y Laurent Verney, arpa y viola, hacen conjugar las cuerdas y las maderas para provecho del arte sonoro.


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