EL ESPECTADOR
EL ESPECTADOR / SABADO 13 DE ENERO 2018 / 15 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
ElPentagrama N° 9
Se presentan hoy en el Festival
Cuatro grandes promesas de la música Estas figuras emergentes conforma los Jóvenes Talentos del Cartagena XII Festival Internacional de Música. Jessica Rueda, Daniel Santiago Guerrero, Sara Marcela Bermúdez y Daniel Cifuentes hacen parte de un semillero prometedor.
mariacerodri28@gmail.com
A pesar de las satisfacciones que han encontrado en sus instrumentos, Jessica Rueda y Daniel Santiago Guerrero aseguran que empezaron a tocar el corno francés y la flauta, respectivamente, porque nadie más quería hacerlo y se los asignaron. A diferencia de ellos, Sara Marcela Bermúdez, cantante lírica, recuerda haber escuchado música desde el vientre de su madre, y Daniel Cifuentes, un poco más tarde, recibió una lección de su padre: “En la vida es indispensable realizar un arte para desarrollar el intelecto”. Por eso se inclinó por el violín. El programa de Jóvenes Talentos fue creado en 2009 y estimula la capacidad de músicos sobresalientes entre los 18 y 25 años. Hasta ahora han participado 38 artistas y todos ellos se han destacado por su compromiso y disciplina en una iniciativa apoyada por Julio Mario y Beatrice Santo Domingo. Los Jóvenes Talentos, uno a uno Jessica Rueda, oriunda de Barrancabermeja, se interesó desde niña por la
música, a pesar de que casi nadie de su familia se dedicó a ello, excepto por su abuelo, quien tocaba la bandola y el tiple. A los 10 años ingresó a la banda del colegio El Rosario, tocando el fliscorno alto. Comenzó de manera empírica, pues en la banda no tenían profesor para cada instrumento, sólo estaba el director, quien era clarinetista. Una vez terminó su etapa de formación, su padre la apoyó para gestionar una beca en la Universidad Javeriana para estudiar corno francés. Su maestra estuvo dudosa de impartirle lecciones, puesto que ella no tenía conocimiento previo de ese instrumento (no tenían un corno en la banda de su ciudad) y estuvo a punto de tirar la toalla. Finalmente, la cercanía del fliscorno con el corno logró el efecto esperado. “Llegar a este punto con mi instrumento ha sido un camino lleno de casualidades, pero muy bonito”, afirma. Actualmente realiza un posgrado en la Universidad Reina Sofía de Madrid, tiene una beca de matrícula y residencia de la Fundación Mario Santo Domingo y en 2008 participó en el VI Encuentro de Jóvenes con la Sinfónica Nacional de Colombia y fue cornista principal de la Fundación Orquesta Sinfónica de Bogotá. Daniel Cifuentes Jiménez, virtuoso del violín, desde pequeño ha estado inmerso en el mundo musical, pues en su
casa se escuchaba desde son cubano, jazz y música clásica hasta rock de los 60. “Cuando era niño cogía tarros de mi casa, los ponía en frente, como si fueran una batería, y me ponía a tocar”, cuenta, razón por la que empezó a estudiar música a los siete años. “Yo no me acuerdo, pero mi padre dice que escogí mi instrumento porque era el que más difícil me parecía y el que más se veía en la orquesta”. Cuando escucha a Beethoven siente algo especial, “la historia de sus obras y cómo fue desarrollando su capacidad de composición mientras iba perdiendo el oído es algo que realmente admiro”, manifiesta el violinista. Se ha formado en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Colombia y en el Conservatorio de la Universidad Nacional y actualmente cursa estudios de pregrado en la Escuela Superior de Música y Arte Dramático de Fráncfort, con la violinista Sophia Jaffe. Daniel Santiago Guerrero, de Duitama (Boyacá), ingresó a la banda de su colegio a los 13 años y le pidieron reemplazar al flautista, que ya se había graduado. “La flauta llegó a mí y poco a poco se fue convirtiendo en parte de mi día a día”, manifiesta el músico, que acaba de terminar estudios de pregrado en la Universidad Javeriana y es flautista principal de la Orquesta Filarmónica Juvenil
de Bogotá. Ha participado en concursos de alto nivel, como el Israel International Flute Competition 2013 en Nazaret (Israel), el 3rd International Flute Competition Maxence Larrieu, realizado en Niza (Francia) en 2015, y el Concurso de Jóvenes Solistas en el marco del II Festival Internacional de Música de Esmeraldas (Ecuador), en 2016, obteniendo el segundo puesto. Sara Marcela Bermúdez, soprano, cierra el grupo de Jóvenes Talentos. Su madre, directora de coro, no estaba muy convencida de que su hija se dedicara a la música, sobre todo al canto, puesto que sabía que no iba a ser fácil. Sin embargo, la pequeña insistió. “Siempre me apasionó el canto, desde niña estuve en grupos corales. Sólo esperaba el fin de semana para ir a ensayo”, cuenta Bermúdez, quien se inició en el canto lírico a los 15 años. Es bogotana y fue la ganadora del Premio Canto 2017 en la capital colombiana en la categoría de formación de la OFB. También fue ganadora del primer puesto en el segundo Concurso Nacional de Jóvenes Cantantes de la Orquesta Sinfónica de Caldas. Finalizó sus estudios de pregrado en la Universidad Central de Bogotá. Concierto de Jóvenes Talentos. Sábado 13 de noviembre, 11:00 a.m., en la capilla Sofitel Legend Santa Clara.
/ Tico Angulo
MARÍA CECILIA RODRÍGUEZ
EL ESPECTADOR / SABADO 13 DE ENERO 2018 ElPentagrama 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Los oboístas Carlos Hernando Escobar y Adriana Zambrano DAVID LUCIANO BUELVAS APARICIO
davidbuelvas01@gmail.com @Dalubu
Cuando Hernando Escobar tenía ocho años fue llevado por su mamá al Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, donde fue conducido por una persona que le presentó los instrumentos que conforman una agrupación de gran formato, con el fin de que escogiera uno de su preferencia. Al observar el oboe surgió un amor a primera vista. Sin embargo, cuando lo tomó entre sus manos se dio cuenta de que era muy grande para su estatura. En ese momento recibió la noticia de que no podía estudiarlo porque era muy pequeño, entonces decidió tocar violín, como su hermano mayor. Pasado un año se aburrió del instrumento de cuerda frotada y la familia lo cambió a un grupo de música folclórica llamado Luango de Venezuela, en el que pudo aprender mucho sobre la cultura musical venezolana, para luego, ya con diez años y después de haber crecido un poco, regresar al Sistema. Allí pudo tocar el oboe y empezó a construir las bases de su historia. Por su parte, la cartagenera Adriana Zambrano Martínez debió hacer en su escuela una prueba de talento para pertenecer al grupo de música y después recibió la noticia de que había sido seleccionada y que debía escoger un instrumento musical. Con 11 años, se inclinó por el violín, como el resto de sus compañeros. El piano también le llamaba la atención, pero cuando llegó a la sección del oboe se enamoró literalmente de su sonido, tanto así, que seis años después aún no puede explicar lo que sucedió. Actualmente, Carlos Hernando tiene 34 años, 17 más que Adriana. Son dos personas de diferentes contextos, con líneas temporales completamente distintas, pero por razones del destino han llegado a un instante en el que sus historias se encontraron. El lugar es el salón 227 del claustro San Agustín de la Universidad de Cartagena, dónde él se encuentra impartiendo una cátedra de oboe perteneciente al programa Clases Magistrales de la Fundación Salvi, entidad organizadora del Cartagena Festival Internacional de Música. Adriana, que se graduó de bachillerato en el mes de diciembre de 2017, ingresó a las Clases Magistrales como estudiante activa pero no becaria, para lo cual debió superar una nueva audición frente a una terna arbitral a la cual califica como bastante exigente.
El oboísta caraqueño, pero criado en San Felipe, estado de Yaracuy, es un hombre totalmente descomplicado y sencillo, un ser humano muy cálido. Prefiere que no le digan maestro y escucha cualquier género musical; es amante de la torta de chocolate y disfruta haciendo felices a sus semejantes, encontrando en los detalles más pequeños de la cotidianidad los verdaderos placeres de la vida. Todas esas características personales las logra transportar a la pedagogía. Dramatiza lo que habla, asoma el llanto en sus ojos, brinda consejos, tararea, construye imágenes orales, muestra su lado paternal y, frecuentemente, con su acento venezolano, distensiona el estrés de sus aprendices con frases como: “¡Eso está buenísimo, loco! ¡Alárgalo como un chicle! ¡Yo tengo las mismas preocupaciones que tú!”. El amor de estos dos personajes hacia su instrumento puede definirse con una sola palabra, indescriptible. Tan indescriptible como la sensación que se siente en una clase de oboe, en la que cada nota que sale de aquel instrumento de viento pareciera surcar desde los oídos para navegar por cada rinconcito del cuerpo y depositarse en el alma. Funciona como una terapia relajante. Si no ha escuchado un oboe, hágalo, así logrará entender por qué Hernando y Adriana se enamoraron del mismo instrumento en circunstancias distintas, pero a la vez similares. Al final de la función, puede que Carlos Hernando Escobar aproveche los vientos que lo trajeron a esta tierra de la costa norte colombiana y viaje a Venezuela a visitar a su madre, o tal vez regrese a Berlín (Alemania), donde estudió y está radicado desde 2003. Allí ha cimentado su carrera musical como oboe solista al lado de las mejores sinfónicas del mundo, como la Münich Chamber, la Mahler Chamber, la Radio-Sinfonieorchester de Stuttgart y el Scharoun Ensemble Berlin. Adriana Zambrano tendrá que construir su camino. De momento, después de superar una nueva audición, obtuvo una beca para estudiar música en la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos. Ahora aprende inglés para superar la prueba Toefl en el mes de agosto y lograr hacer efectiva su beca. Su ilusión es convertirse en una de las mejores oboístas del mundo y algún día tener la dicha de tocar junto al francés François Leleux. Quizá en unos años podamos verla en alguno de los recintos más importantes de la música y, por qué no, cruzándose nuevamente con Hernando Escobar, pero esta vez en un escenario.
Dos caminos distintos, una misma pasión
Conozca cómo un instrumento musical fue capaz de ocasionar el encuentro entre dos personas cuyas posibilidades de haberse conocido eran bastante remotas. Esto sucedió durante las Clases Magistrales en el Cartagena XII Festival Internacional de Música.
/ 17 ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ EL ESPECTADOR / SABADO 13 DE ENERO 2018
Según Mario Panizza
“Los teatros deben expresarse por sí solos”
/ Tico Angulo
Mañana, en el teatro Adolfo Mejía. Entrada libre
Un cierre con énfasis local Este año, el proyecto de la Orquesta Sinfónica de Cartagena está compuesta por 46 jóvenes provenientes de diversas zonas de la ciudad.
/ Fotos: Wilfredo Amaya
El concierto conclusivo del Cartagena XII Festival Internacional de Música se realizará en el parque Sagrado Corazón Concha Acústica de Barranquilla. Sin embargo, la función final que se presentará en Cartagena de Indias, ciudad que acogió al Festival durante sus diez días de duración, estará a cargo de la Orquesta Sinfónica de Cartagena, compuesta en su mayoría por jóvenes músicos que en su generalidad provienen de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar (Unibac), escuelas musicales de colegios como Comfenalco y el Inem, la Universidad de Cartagena y la Fundación Tocando Puertas,, entre otros centros de formación. La presentación, que se hará en el teatro Adolfo Mejía el domingo 14 de enero, comprende un repertorio que variará entre grandes clásicos sinfónicos, piezas iberoamericanas y arreglos de temas tradicionales colombianos reflejados en géneros musicales como pasillo, porro y cumbia. Entre el repertorio que se interpretar se encuentran: Las estaciones, op. 37a, de Pyotr Ilyich Tchaikovski; la Sinfonía Nº 3, op. 56, de Mendelssohn; Aires gitanos op. 20, de Pablo de Sarasate; Danza negra y Fiesta de negritos (porro), de Lucho Bermúdez, y el Danzón Nº 6, de Arturo Márquez, entre otros. El proyecto de la Orquesta Sinfónica de Cartagena comenzó su trabajo a fina-
les de 2016, y Federico Hoyos fue el director invitado. El grupo está conformado por 46 músicos jóvenes residentes en la ciudad. Todos sus integrantes hacen parte de los procesos locales de formación y se vincularon a través de una selección que se hizo mediante una audición. “Hemos tenido un trabajo interesante e intensivo, asumiendo un repertorio bastante diverso donde presentamos algo de música colombiana”, manifestó Raizza Romero, coordinadora del proyecto, quien es percusionista, especializada en dirección de coros y actualmente está cursando una maestría en gestión cultural. El proyecto de la Orquesta Sinfónica de Cartagena (creado con el apoyo de la Fundación Puerto de Cartagena, RCN, Postobón, la Alcaldía Mayor de Cartagena, el IPCC y la Universidad de Cartagena) , que será dirigida por Leonardo Federico Hoyos, está concebida como un semillero para desarrollar las cualidades musicales de la ciudad. En ella se busca que profesionales de la música profundicen conocimientos de una forma creativa, diversa e inclusiva, con un sello identitario del Caribe colombiano. Además de los jóvenes músicos, la Orquesta Sinfónica de Cartagena contará con la presentación de Laura Hoyos, en el violín; Antonio Arnedo, en el saxofón, y Richard Andrés Carrillo, en el clarinete.
El arquitecto Mario Panizza, exdirector de la Universidad de Roma, fue el encargado de mostrar la relación de la arquitectura de los teatros en el mundo con la música en general, desde el siglo XVIII hasta la actualidad, sin encerrarse sólo en la ópera o en la denominada música erudita. Panizza dio cuenta de la importancia de crear un ambiente que tenga empatía con los espectadores, generando un apego directo entre los actores de una ópera y el público que está sentado en las sillas de un auditorio. Además, una de las ideas principales que resaltó el arquitecto es la necesidad de gestar una fuerte alianza entre la ciudad y los edificios, cumpliendo con una unión cultural que debe estar presente entre las dos partes. Un teatro cumplía dos propósitos principales. El primero se basaba en la música y la manera como la edificación debía estar estructuralmente establecida para recibir a cientos de personas y que todas escucharan y vieran el escenario de una manera clara e ininterrumpida. La segunda era más social, con la creación de un espacio que permitiera que la élite aristocrática tuviera un momento de interacción antes de comenzar la obra, obligando a que la misma organización de los edificios cambiara para que la vida social no influyera de manera negativa con el desarrollo del espectáculo. En palabras de Panizza, “es necesario atar la ciudad con el edificio; de cierta forma la ciudad puede acoplarse con lo que lo rodea”, y lograr que, como lo hizo el arquitecto Philip Johnson Lincoln en el Lincoln Center, crear un valor simbólico que le proporcione una relación diferente a la sociedad frente a un auditorio. El teatro debe tener, por sí solo, una voz propia que exprese el valor simbólico que tiene ante el mundo.
/ Wilfredo Amaya
EL ESPECTADOR / SABADO 13 DE ENERO 2018 ElPentagrama 18 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Festival en los barrios: hoy habrá música en la iglesia Cristo Rey Hoy, sábado 13 de enero, viva uno de los últimos conciertos de la presente edición del Cartagena XII Festival Internacional de Música.
Disfrute la presentación del Wiener Mozart Trío, conformado por la pianista Irina Auner, el violinista Daniel Auner y Diethard Auner en el
violonchelo. El trío colombiano Palos y Cuerdas, integrado por los hermanos Daniel, Lucas y Diego Samboya, también hará su
presentación en la iglesia Cristo Rey del barrio Crespo, a las 10:00 a.m. La entrada es libre.
/ Juan David Muñoz
“Libertad” es el nombre de su nueva gira artística
La Filarmónica Joven de Colombia evoluciona hacia la madurez Más de 300 jóvenes han pasado por ella. Durante su participación en el Festival, sus integrantes tocarán bajo la batuta de Andrew Gourlay y compartirán escenario con el chelista Mario Brunello. JULIÁN MORA PEÑA
jmora009@gmail.com
La Filarmónica Joven de Colombia (FJC) fue creada hace poco más de siete años y se ha posicionado gracias a la fuerte pisada que ha dado en el ámbito de la música clásica en América Latina. Con más de 116 conciertos a nivel nacional, 16 intervenciones internacionales —donde fue aclamado en los festivales de Rheingau y de Mecklemburgo-PoEL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música
merania, en Alemania— y representando a 13 departamentos, este colectivo le ha mostrado a todo el país la importancia de tener representantes de un género que la sociedad piensa que es elitista. La apuesta a la que le está apuntando la FJC es a mostrarse ante la sociedad nacional que tiene pocas oportunidades de conocer el género, llegar a cada rincón del país para que las personas entiendan que lo que ellos tocan es algo especial que puede ser oído por todo el mundo, que la mezcla de sus instrumentos de forma matemática puede ser parte de sus vidas. Según Carlos Buitrago, director artístico de la Filarmónica Joven de Colombia, “la música sinfónica es muy bien recibida por
todo tipo de público y yo creo que si la música está bien hecha va a ser siempre muy atractiva para todo el mundo”. También comenta que llegar a diferentes partes del país les permite a los jóvenes conocer más maneras de desarrollarse para poder lograr un enfoque diferente que los deje evolucionar musicalmente. Libertad es el nombre que le pusieron a su nueva gira y bajo esa denominación sus talentos emergentes buscan presentar la música como instrumento de esperanza y expresión, mostrar las grandes obras de los maestros que interpretará la Filarmónica: la revelación de Shostakovich contra el régimen Soviético, la Séptima de Beethoven, un Himno de victoria, y, sin olvidar la representación de su tierra, la Pequeña suite, de Adolfo Mejía, como una batalla contra el racismo. Estos jóvenes artistas son los encargados de vivir un poco de esa libertad a la que acuden en este tour musical. Se han caracterizado en el pasar de los años por desviarse de la normatividad, generar un espectáculo en sus conciertos que aturde a los presentes. Durante su gira por Europa llevaron La consagración de la primavera de Stravinski, sin el ballet que la obra requería, “pero sí hubo una apuesta coreográfica muy importante que suma al nivel de dificultad de la obra y fue un éxito en esa gira europea”, dice Carlos Buitrago. La FJC, un proyecto de la Fundación Bolívar Davivienda,ha tenido la oportunidad de tocar con varios artistas de talla internacional, como Daniel Müller-Schott, chelista alemán ganador del premio internacional de música clásica del 2017, y actualmente es dirigida por Andrew Gourlay, director principal de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León de España y galardonado como el mejor director en el Concurso Internacional de Dirección de la Orquesta de Cadaqués.
“Siempre que tenemos un director invitado tenemos mucha expectativa de cómo va a encontrar la orquesta preparada. El director invitado siempre llega a los últimos días de residencia, pero previamente han estado en preparación con el director asistente, con los profesores que vienen de la Mahler Chamber Orchestra”, comenta Buitrago. La FJC, con su música, tiene como reto atraer a más personas para que se preparen y sean parte del equipo que anualmente se está renovando para mejorar constantemente. Los jóvenes de esta agrupación están obligados a crecer y a no oxidarse dentro de su propia industria ya que todos, aunque hayan hecho parte de la orquesta en años pasados, deben presentar una audición que será evaluada por Simón Gollo, Delphine Tissot, Stefan Faludi, Robin Kesselman, Salvador Martínez, Jorge Andrés Pinzón, Enrique Pérez, Eric Stomberg, José Vicente Castello, Mark Hughes, Mark Hampson, Fernando Meza, Kathy Kienzle y Eduardo Roja, grandes músicos de reconocimiento mundial. En palabras de Carlos Buitrago: “El país también está dando la oportunidad de tener mejores chicos formados en las universidades, cosa que pone puntos más altos cada vez. Entonces me imagino pronto a la orquesta con mucho reconocimiento y con las ganas de que todos los jóvenes quieran aspirar a formar parte de la FJC más que tener reconocimiento internacional”. Estos chicos tendrán este sábado un nuevo reto porque son parte de la nómina del Cartagena XII Festival Internacional de Música, evento en el que compartirán escenario con el chelista italiano Mario Brunello y estarán bajo la dirección del jamaiquino Andrew Gourlay. Sin duda será una nueva oportunidad para confirmar su nivel y, por supuesto, evolucionar hacia su madurez musical.
PRESIDENTA: Julia Salvi DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta COLABORADORES EL PENTAGRAMA: SOCIOS PRINCIPALES: Postobón, RCN Radio, RCN Televisión María Cecilia Rodríguez, SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador Julián Mora Peña, David Luciano Buelvas, FUNDADORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda Palacio DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María Camila Castellanos
FOTOGRAFÍA: Wilfredo Amaya, Tico Angulo, Sebastián Delgado
DISEÑO: William BotÍa Suárez http://www.cartagenamusicfestival.com