Los Pavos Reales del Arte

publicado en abril de 2022

FABHIO DI CAMOZZI TEXTO LOS PAVOS REALES DEL ARTE Libro de texto escrito por Fabhio di Camozzi en un viaje de estudios a Barcelona, España, promovido por Fundación La Bomba e Miel durante octubre del año 2021.

Creative Commons para Fabhio di Camozzi y Fundación La Bomba de Miel

EDITORIAL LA BOMBA DE MIEL

OCT DE 2021

LOS PAVOS REALES DEL ARTE

LOS PAVOS REALES DEL ARTE

Vienen sucediéndose actualmente guerras mundiales ambientales, de recursos tecnológicos como también naturales, que sufrimos todos -en épocas postneoliberales y a modo de pandemias o conflictos bélicos económicos como la reciente guerra en Ucrania-, guerras corporativas de las que somos víctimas sin esperanzas ni guías y durante las que seguimos viviendo y, en nuestro caso como artistas, sobreviniendo haciendo arte. [...]

Vivir haciendo arte hoy en tal dirección implica mantenernos acomodadamente vivos -parecería ser…- a partir de ejercer un postureo simplón “con la máscara puesta” en relación a una ética humanista genérica exigida: la de estar en contra de las guerras, por ejemplo. Pero hacemos realmente tan poco al respecto... Parecería, de hecho, que los artistas decimos mucho pero sin hacer finalmente casi nada.

Es una especie de activismo de resistencia “a lo tonto” donde la mecánica es la evasión victimista de superchería, una actitud pasivo agresiva cinismoconstante entre quienes privilegiados por los modelos de capital cultural, licenciamos discretamente nuestras críticas sobre los sistemas que nos rigen oprimiendo, interfiriendo en nuestras libertades personales y de clase ante ciertas fortalezas vitalistas prometidas por el “deber ser” en pos del bienestar común que parece solamente hacerse efectivo cuando nos permitimos estar por encima de todos los otros tipos de personas que existen en el mundo [...]; ¿qué tan especiales, superiores y extraordinarios necesitamos ser los artistas para poder sobrevivir ayudando a los demás?

Es en torno a esta pregunta que resulta señalado el acceso a la información indispensable para “no morir en el intento”, un códice que guarda la data útil para que los artistas, según queramos negociar para subsistir colectivamente, pensemos nuestras estrategias haciéndonos herramientas a partir del conocimiento de la matrix donde se da nuestro origen y praxis de sistema, y en las manipulaciones hacibles a las que se nos implica a través del entretenimiento algorítmico de las pantallas de prosumisión social que convenimos -supuestamente- siendo fundantes las más de las veces de un cierto comunitarismo de transacción económica digital y de servicios culturales virtuales que se usan para anular mentes pensantes potencialmente subversivas.

Es el arte hoy entonces, a través de los artistas que usamos así las pantallas, un método profiláctico de futuras revoluciones más que de cualquier otra cosa. Pero también es un sistema de conservación cierto y de excelencia [...]

Estamos atontados con esto, tan actualizados…, tan confundidos…, y nos identificamos efectivos conjeturando que son otros quienes deberían encargarse de la revolución…: a la revolución no la hacemos los artistas, la hacen aquellos que tienen fe.

El postestructuralismo pragmático nos ha enceguecido de esta manera. Han sido cuarenta años de fuerte disciplinamiento sobre el lenguaje que nos ha convencido en el arte de nuestra aparente fortuna burguesa en el imperialismo dominante de la cultura a destronar… Nos han convencido de que con falsas alternativas por dentro de un realismo de bienestar occidental europeísta de la palabrería estéril, somos únicos, especiales, importantes... y que no creer en nada -en tal sentidoes la manera de estar a salvo de cualquier engaño o fraude…

Esta fue la peor opción que nos tocó, claramente…, y por la que elegimos siendo hoy también nuestra peor condena: llevamos muchísimo tiempo ya sin encontrar ninguna solución a nuestros problemas, regodeándonos en tecnicismos, fantaseando con prestigios tan falsamente sofistas como cercanamente fascistas de la realidad hecha con palabras que no posibilitan nada mejor para nadie...

No tenemos ni generamos los artistas trabajo, ni justicia, ni salud, ni beneficios de ningún tipo, para nosotros o para quien sea…, y no hemos obtenido derechos reales o justicia social, ayudas o asistencias para nuestros colectivos más vulnerables, ni salarios dignos, ni leyes de acceso a la vivienda o a créditos nobles como tampoco ningún otro tipo de ayuda sobre lo básico para que subsistir no sea sinónimo en el arte, por ejemplo, de esclavitud, de precariedad, de soportar…, pero aquí estamos…, pavoneándonos, siempre bell@s, pizpiretas, entre nuestras plumas que encandilan desde los sobrantes sistemas del arte y nuestra desconfianza tóxica por el miedo literalmente a estar vivos, a ser dinámicos y enteramente fluidos, a estar profundamente comprometidos.

Y para colmo hemos acelerado con nuestras maneras supertraccionistas al respecto, de un modo internacionalista y como pesimistas postglobales, nuestra decadencia y poca -históricaautoestima. No creer en nosotros como parte creadora del mundo total nos ha imposibilitado recrearnos como parte de este mundo, nos ha imposibilitado recrearnos por no preguntarnos ya qué es el arte, por no preguntarnos en la actualidad cuál es nuestra función social como artistas.

Somos una vasta existencia de antaño hecha polvo hoy en día, que va por la vida pensando que aun somos la Gran Diva entre las artes… pero sin responsabilidad alguna asumida. Somos el resultante así de nuestra peor pesadilla: una hoja seca al viento -del árbol de la cultura- que es sinónimo de una imposibilidad de nacer nada nuevo, repitiéndonos una y otra vez como estereotipos de construcción recambiables donde no hay trascendencia, donde hay solo muerte y olvido finalmente.

Hacer arte de esto, hoy, habilita a dar testimonio de cómo ante el sinsentido -o aturdido parecerasí de lo postcontemporáneo -sinsentido en el que nos deja el gocé del conocimiento postmoderno y contemporáneo aplicado aún normalizado críticamente en este presente posthumano- uno puede optar por el “yo creo” y creer a partir de crear para, desde la propia fe humana refundada, mirar el mundo con posibilidades de hacerlo mejor, comprendiendo esa utopía dentro de una deconstrucción transhumanista de la profesión critica del artista -y en ello del cómo llevar adelante una propia confianza en pos del bien mismamente y en relación ya no con la verdad sino con una percepción abierta, despolarizada y postbinaria para cualquier factibilidad histórica donde nos veamos implicados, movidos del centro; donde no seamos ya lo más importante de nada.

A esto lo anticiparon claramente algunos artistas de pos guerra [de la primera y de la segunda guerra mundial] como Duchamp, Warhol o Beuys…, por ejemplo, de quienes hemos aprendido que si bien cuando el horror de la muerte propiamente dicha de la guerra pasa, en medio de la paz que llega y nos reconforta [...], es en ese mismo momento cuando dejamos de encontrarle también sentido a la vida... Y sin sentido la vida es asimismo un sin sentido de vivir, y ahí estamos… tan decepcionados, tan deprimidos, angustiados..., y tan tristes..., tan hirientes, tan agresivos; tan inmensamente violentos, incluso.

En el arte esto se manifiesta de muchas formas, desde el arte que solo se empeña -a la defensivaen referir como arte a las antiguas practicas académicas recientes de compostura, habilidades manitas y tecnicismos pos conceptualistas…, hasta el arte más monstruoso (freaky) de los nuevos mercados del blockchain y las cripto creative busisness, pasando por una diversidad infinita de saberes y habilidades que aseguran nuestro éxito cuando nos hacemos unos profesionales de profesión artistas [...] según nos relajamos de nuestra función humanitaria para provocar seguidamente arte que refuncionaliza gestálticamente los exterminios y la muerte; los regímenes vigentes -no obstante esto estar claro y a la vista de todos- nos dan a la carta una serie de opciones para pensar que cada cosa al respecto de todo esto es parte de una discusión superada, y que se trata de cuestiones tan básicas hoy en día... que es francamente bochornoso siquiera conversarlo…, siquiera hablar así “de arte y muerte”…, y que tal ahogo se supera ignorándolo todo, estudiado otras cosas (…) e implementando el discurso del “por ahí ya pasé”, discurso que nos anula a la hora de revisar constantemente las posibilidades “nuevas” cotejándolas con las viejas, cuando no incluso nos libera del mote de ignorantes y quedados, de idealistas y “loquitos”.

Esta es la mejor manera que tiene el sistema y los mercados del arte de anular a los artistas en sus posibilidades de subversión. Nos aquietan y nos invalidan si no nos mantenemos únicamente en la superficie de lo presente; no se nos permite en nuestro lugar de negocio, atender nuestra histórica función social de despertar a las personas para pensar juntos de diferentes maneras lo establecido, y desde esos mercados se nos hará cada vez más fuertes en la medida que creemos falsos testimonios de un bienestar obtenido a través de las modas, conformándonos cada vez más soberbios y sólidos según más falsos, vacíos e inseguros estemos. Hacemos arte entonces para casi nada y en plena paradoja..., y lo sabemos, y cuanto más parece que para algo es, más para nada es… y mejor nos sienta en el abrigo que el sistema actual nos da para llevar adelante nuestras vidas.

Y tus problemas, cuáles son?

No se incluyen más datos referidos a la escritura de este texto, atendiendo los pedidos expresos en tal sentido del autor.

La Editorial La Bomba de Miel es parte de la Fundación La Bomba de Miel.

La Bomba de Miel es un lugar de encuentro, debate, creación, producción, cuidado y difusión de arte. Nuestra misión es fortalecer críticamente la norma actual que nos rige disciplinalmente, a partir del conocimiento abierto y discursivo del arte de la modernidad, la postmodernidad y el arte contemporáneo; fortalecer lo que es hoy el arte postcontemporáneo, reanidándolo conscientemente en el presente desde el estudio colaborativo de lo precedente, conociendo profundamente la vida, obra y obrar de los artistas y los movimientos históricos que hicieron posible nuestra actualidad, para volver a emerger, en este tiempo transhumano, como artistas, agentes y gestores culturales que con mayor comprensión del arte, logremos mayor seguridad, calidad y posibilidades para y en nuestras acciones profesionales.

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