Revolución de una Brizna de Paja. Masanobu Fukuoka
Hacer crecer cultivos es una innovación cultural que requiere conocimiento y esfuerzo. La diferencia fundamental es que yo practico la agricultura cooperando con la naturaleza en lugar de tratar de “mejorarla” mediante su conquista. Una vez que el agricultor ha decidido que una parcela de tierra debe contener arroz u hortalizas y ha esparcido la semilla, debe entonces asumir la responsabilidad de mantener esa parcela. Alterar la naturaleza y abandonarla después es dañino e irresponsable. Las enfermedades y los insectos causantes de plagas están presentes en los campos en el vergel, pero las cosechas no son nunca devastadas. El daño afecta únicamente a las plantas más débiles. El mejor control de plagas y enfermedades consiste en cultivar las plantas en un ambiente sano. La agricultura natural procede de la salud espiritual del individuo. Sanar la tierra y la purificación del espíritu humano son un mismo proceso, lo que genera un tipo de vida y de agricultura por medio del cual puede tener lugar este proceso. Recientemente, algunas personas me han estado preguntando porqué comencé a cultivar la tierra de esta forma desde hace tantos años. Hasta ahora nunca he discutido este tema con nadie. Se podría decir que no había nada que comentar sobre ello. Fue simplemente -como podría expresarlo- un shock -, un destello, una pequeña experiencia la que constituyó el punto de partida. Esta intuición cambió completamente mi vida. No es algo que pueda decirse con palabras pero puede ser expresado de una forma semejante a esta: “La humanidad no sabe nada en absoluto, no hay valores intrínsecos en nada, y cada acción es un esfuerzo fútil, sin sentido” Esto puede parecer descabellado, pero si quiero expresarlo en palabras es la única forma de describirlo. Este “pensamiento” se desarrolló súbitamente en mi cerebro cuando era todavía bastante joven. No sabía si esta intuición de que todo el entendimiento y esfuerzo humanos no son de provecho era válida o no, pero si examinaba estos pensamientos y trataba de desecharlos, no podía encontrar dentro de mí nada para contradecirlos. Solamente la creencia de que esto era cierto ardía en mi interior. Generalmente se piensa que no hay nada más espléndido que la inteligencia humana, que los seres humanos son criaturas de un valor especial y que sus creaciones y conocimientos, tal como se reflejan en