BITÁCORA LABORATORIO EXPERIMENTAL DE PERFORMANCE (LEP) 4 de diciembre de 2019 - 29 de febrero de 2020 Escrita por Paola Correa Coordinadora del LEP desde el año 2010 Fundación Cultural Waja Presentación Esta bitácora es un soporte y contenedor para dejar una huella de los pensamientos, sensaciones, preguntas y reflexiones que ha suscitado el quehacer del LEP en el marco de la investigación “Lugares comunes” del género: otras narrativas performativas para la paz. Cada gesto de escritura se ha instalado en distintos puntos con la capacidad de moverse de un lado al otro. Esta bitácora también es un agradecimiento a la posibilidad que la Fundación Artesa nos abre para mirarnos y analizar sensiblemente nuestro quehacer. El hacer de esta escritura ha sido fluctuante, incorpora conceptos creados, canibalizados, repetidos, memorias que se han alojado en un cuerpo performer y que hoy deja señales de un relato que podrá ser desaprendido, ablandado, replicando ideas que viajan más rápido que el movimiento de mis manos cuando escriben: la transformación ha sido esencia de esta bitácora como lo es el lenguaje de la performance y el propio LEP. En esta bitácora los meses se han plegado en universos de sentido y los días se han desplegado en sus pensamientos. El deseo es querer contar lo acontecido desde un pensamiento propio, para abrir diálogos y espacios de encuentro. ¿Qué es y cómo ha funcionado el LEP en el marco de esta investigación? Como parte de la metodología de este proyecto, la Fundación Cultural Waja bajo la coordinación de Paola Correa, realizó el diseño del LEP específicamente para esta investigación, de acuerdo a los modos de hacer y apuestas conceptuales que se describen a continuación. El LEP es un espacio-proceso creativo de largo aliento interesado en generar lugares de encuentro, diálogo y disenso en los que se resignifiquen las dinámicas cotidianas del cuerpo como materia plástica en sus vínculos con los espacios públicos de Bogotá. Al interior de este
espacio se desarrollan procesos de creación artística que acuden al lenguaje de la performance como movilizador del pensamiento. Para esta investigación partimos del interés de Artesa por preguntas sobre los lugares comunes de la violencia simbólica de género en vínculo con la construcción de escenarios de paz, pero no como un fin en sí mismo para el laboratorio, ni para que aquel verifique o no la pregunta de la investigación1, sino como una apuesta metodológica que Artesa dejará ver en su bitácora y en el ejercicio epistolar, pues el LEP es lo que está siendo analizado. La propuesta para este laboratorio ha sido pensar colectivamente el sentido de la manifestación performativa, su relación con el cuerpo y de éste con los espacios públicos de la ciudad, al tiempo que se daba paso a la experimentación-creación desde las singularidades y los procesos de los participantes, permitiendo que fueran ellos quienes descubrieran sus propios horizontes de sentido en relación con la pregunta de investigación. La forma en cómo estimulamos ese construir sentido ha sido desde nuestro rol de interlocutores, esto es, acompañantes de los procesos de creación de los participantes. Como interlocutores no transmitimos conocimientos sino que abrimos espacios para que cada quien los descubra por su cuenta, lo que significa que apelamos a la autonomía de los otros así como al cruce del pensamiento sensible con el logos. Todos somos seres pensantes y sintientes, por esto, entre otras razones, es que creemos que el LEP es un proceso de creación artística, en la medida en que posibilita que cada participante vaya desenvolviendo su modo singular de ser-hacer y de este modo señalar, especular y permitirse la transformación de imaginarios sobre los asuntos convocados en la investigación. En estas interlocuciones se conjuga la teoría y la práctica (hacerpensar/pensar-hacer), no como operaciones aisladas sino como acciones que se nutren, complementan y conflictúan en el desenvolvimiento de los procesos de creación performativa para espacios públicos de Bogotá.
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¿De qué manera el Laboratorio Experimental de Performance (LEP) de la Fundación Cultural Waja, puede ser considerado como un proceso de comunicación que señala "lugares comunes" en relación a la violencia simbólica de género, contribuyendo con ello a la construcción de escenarios de paz en el espacio público, y ampliando sus alcances a través del registro audiovisual de sus iniciativas?
En consecuencia, el arte y las formas de los puentes de comunicación, en términos humanos más que disciplinares, es otra apuesta del LEP de Waja, es decir, no se trata de ver al otro sino de mirar con el otro, con el ánimo de ablandar las estructuras categóricas, coloniales y rígidas de los saberes para desaprender y producir unos nuevos que emanen del impulso o del deseo de los participantes. La interlocución, en palabras aquellos, provee seguridad, confianza, bienestar, calidez y además deja ver lo que al otro le sucede: en ese mirar del interlocutor también hay conocimiento. En este sentido es que hablamos de la horizontalidad que sostiene el proceso del LEP, en tanto un espacio creado para la investigación/creación artística tanto de los participantes como de los interlocutores. Así las cosas, los intereses de esta investigación y el modo de hacer performativo se vinculan de manera deconstructiva con el otro, posibilitando un espacio para cimentar nuevas realidades a partir de las ya existentes, priorizando el proceso sobre el producto. Por esto último es que lo presentado al “final” del laboratorio se considera un momento del proceso y no obras de arte o performances finalizadas. Por otra parte, la manera de compartir, deconstruir y abordar los lugares de enunciación, gestados por Waja sobre los tópicos de esta investigación, se adelantó diseñando y poniendo en marcha una serie de experimentaciones corporales con la intención de que en el hacer cada quien fuera revelando sus propios sentidos al respecto, hacia la consolidación de un pensamiento crítico y propio alejado de la gobernanza de la construcción del conocimiento. A continuación presento los lugares de enunciación a partir de los cuáles Waja diseñó las experimentaciones desarrolladas este LEP: Lugar común: lugar complejo en donde no hay una única definición, sino que aquel se establece desde modos de hacer del arte que pueden incorporar múltiples nociones de un estereotipo, de un imaginario social y de miradas deslindadas de estas nociones o formas de hacer en torno al género y a la paz. También lo comprendemos como lo que se comparte en torno a algo. Género: construcción singular del corpus del mundo, donde se manifiestan las características de un contexto cultural y político.
Paz: estado de un corpus. Violencia: estado de relaciones sistémicas entre fuerzas. Estos enunciados, en tanto los intereses investigativos del LEP, se articularon con conceptos y herramientas propios del lenguaje de la performance mediante la escucha sensible, pensante y crítica entre los interlocutores y los participantes, lo cual iba revelando que era necesario adicionar, profundizar, enfatizar, volver a dialogar o sustraer, en un acompañamiento horizontal y de compartir saberes. Dentro del laboratorio creemos que el sentir es un descubrimiento de cada quien, es una búsqueda interior y propia que revisa en eso que somos en tanto personas de acción y eso implica un aprender y un desaprender. ¿Qué hacemos para comprender? ¿Cómo enseñamos lo que sabemos hacer? ¿Qué lugar ocupa el cuerpo en los procesos de aprendizaje artístico? ¿Cómo aprendemos con y desde el cuerpo? ¿Qué nos ofrece el cuerpo en tanto forma de conocimiento para acceder a otras realidades? Conocer, querer saber, comprender implica pesquisar (se), tomar riesgos y para ello hay muchos caminos, dentro de los cuales acudimos al diálogo porque nos permite movernos en múltiples campos que se cruzan, en espacios y modos en los que las fronteras son sutiles. Dialogando hemos probado, fracaso, acertado en esa búsqueda por entender los modos singulares corporales; por esto es que no imponemos, no conducimos, no juzgamos, ni prejuiciamos aunque algunas veces tengamos que decir no, más como una provocación que como un impedimento. *** Vienen vagas palabras e ideas sobre el intersticio y lo múltiple en tanto potencias del LEP. El intersticio es ese espacio abstracto en el que el hacer performativo se instala, de bordes finos que se tocan, que se separan, en donde podemos ir de aquí para allá contagiándonos, tomando o desechando elementos para los procesos de creación. En palabras de Eduardo Viveiros De Castro “Somos afines justo en lo que nos separa”. Lo múltiple se ha pensado como una condición que permite expandir lo diverso de cada singularidad y acontecimiento para establecer vínculos, es
decir, lo múltiple puede darse, por ejemplo, en los distintos modos de hacer que se ponen a prueba, que se asientan o que se descubren en el hacer mismo y que al compartirse pueden detonar en los otros conexiones con sus propios procesos, con su vida y sus preguntas. Este concepto de lo múltiple se acerca a la noción de multiplicidad de Italo Calvino, una red de conexiones entre los hechos, las cosas y las personas del mundo. De lo que estoy hablando es de un pensamiento sistémico que conecta todo con todo, en el cual hay sincronicidades, así en apariencia a simple vista no sean notorias. El artista es capaz, tiene la fuerza de revelarnos esas relaciones en la observación que hace de su proceso creativo y, que al compartirlo, al insertarlo en el mundo conoce, de ahí que en el LEP afirmemos que el arte produce conocimientos. Así mismo, el lenguaje de la performance es múltiple, pues imaginemos que hay tantas formas posibles de crear mundos como cuerpos existen, y si aceptamos la idea de que somos un ser de muchos cuerpos, de múltiples capas, entonces las posibilidades son inagotables. Creo que de esto se trata, de darle forma a lo informe, a lo que no podemos decir con cierto lenguaje que conocemos. Cuando queremos hacer esto siento que hay que ser arriesgado: salto al vacío para extrañar lo familiar del propio cuerpo, lo que se conoce, lo que se ve, lo que se siente y piensa de uno mismo, lo que se sabe hacer. Ese atreverse tiene que ver con la manera en como tensionamos fuerzas entregándonos sin juicio ni justificación a la experimentación corporal. ¿De qué está hablando cada quién en el LEP? ¿De qué estamos hablando en el LEP? *** En las primeras sesiones del laboratorio se convocó desde sus materias primarias o sine qua non: cuerpo, espacio, tiempo, público. Pero para este laboratorio decidí iniciar por el saber hacer del cuerpo, por ello es que en las experimentaciones, diseñadas en el transcurrir del laboratorio, el cuerpo ha sido materia de constante investigación a la cual se ha ido sumando el espacio, el tiempo y el público. El fijarse en el cuerpo como materia plástica ha concedido darse cuenta de que allí hay una posibilidad para construir conocimiento, en tanto la capacidad sensible de afectar las formas que atraviesan el mundo. Las fuerzas, apropiando a Suely Rolnik, entendidas como los patrones,
categorías y estereotipos culturales sabidos y que afectan el modo de serestar del cuerpo. Cuando se sabe el cuerpo, cuando se apela a este saber es posible reconocer, sentir y percibir las fuerzas que también atraviesan a los cuerpos. Las fuerzas entendidas como las cosas sutiles, imperceptibles e intangibles que sentimos de manera singular. Esa constante y cambiante relación entre formas y fuerzas es posible cuando se reconoce el cuerpo que somos y tenemos y ahí puede surgir un nuevo conocimiento que afecte y mute esas formas ya establecidas: una otra experiencia para conocer el mundo. Por lo anterior, es que desde Waja nos movemos desde la idea de que el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, tiene la potencia de la transformación social para descolocarse y para cambiar las realidades preestablecidas. Lo que sucede en cada encuentro puede traspolarse a la cotidianidad de cada participante por esa capacidad de afección y empatía que el cuerpo porta. Entrar por el cuerpo llevó a conversar sobre cómo evolucionar la organización binaria del conocimiento herencia del pensamiento cartesiano: bueno/malo, mujer/hombre, anormalidad/normal, bien hecho/mal hecho. Esta ha sido una constante en el laboratorio: interpelar el quehacer de los participantes, estas maneras preestablecidas de leer las realidades para acudir a sus propios procesos de creación performativa como posibilidad de investigación, estudiando con el cuerpo, balanceando el aprender con-de otros con el de uno mismo. Lo anterior revela la importancia de consolidar este tipo de espacios en los cuales se da lugar a la libertad y a la autonomía para ser y hacer, en tanto se hace expreso y se manifiesta un pensamiento propio desligado de esas categorías binarias que muchas veces sesgan la creatividad corporal. Construir pensamiento propio es muy importante en este laboratorio, es un lugar de resistencia ante el deber ser del cuerpo-pensamiento en una respuesta al miedo por decir, por expresar nuestra postura ante las realidades sociales, artísticas y políticas del contexto, ante la formación académica y a las maneras de relacionarnos con el otro y de hacer comunidad. Cuando nos adentramos en los procesos de creación de performance de lo que aprendemos es de nosotros, de las relaciones con la vida y con la sociedad. Por esto es que como interlocutores insistimos en que se arriesguen a probar lo que el cuerpo vaya sintiendo, desde el impulso que los mueve,
desde la intuición, el logos, la imagen...sin juzgarse ni cuestionarse y sin hacerlo a los otros participantes. Esta posibilidad de experimentación ha sido un sustento del LEP que se ha conectado con el hecho de compartir y de estar en colectivo. Los participantes manifiestan que en manada es mucho más fácil soltarse porque se gesta un espacio de comodidad, de confianza, de completarse, de cuidado por el otro, de escucha, de la responsabilidad que implica el hacer performance. Así mismo, se activan todos otros sensores, otras sensibilidades, se recuerdan cosas olvidadas en procesos anteriores y se abren lugares para el otro desde uno, dejando ver que el mundo es más amplio de lo que imaginamos. Aquí vale la pena aclarar que aunque en el LEP se da lo colectivo en tanto una herramienta pedagógica para ir despertando una sensibilidad corporal, es vital que perviva la singularidad de cada quien desde sus deseos y preguntas en el marco de sus intereses investigativos. A un laboratorio lo construyen las singularidades. El hacer con el cuerpo, compartiendo en colectivo, ha generado muchas preguntas que pasan por los sentidos, por la razón y por el propio cuerpo, no quiere decir que esté pensando que son cosas separadas, sino que ese hacer genera una experiencia que se nutre de esas cosas y de muchas otras. Desde mi experiencia como performer he dicho que lo que uno sabe por su experiencia es incuestionable, porque es subjetiva y cada quien habla desde lo que le pasa, aunque a veces las experiencias coincidan o se compartan se dan como únicas, sin que esto signifique un ensimismamiento respecto a la experiencia, por el contrario, la idea es conversar desde allí, desde lo distinto. Insistimos: el escuchar las experiencias corporales de los otros es algo que nos interesa y hemos permitido en el LEP, saber desde el otro para tejer relaciones nuevas o recordarlas, para abrir el cuerpo a una infinidad de posibilidades, para conectar con otros pensamientos, para comprender de otro modo, para ir más allá dándonos a la autocrítica, a la autorreflexión, a la duda, a la afirmación y, por supuesto, al cambio que sucede mucho más rápido de lo que podemos asir. *** Finalmente, hay que mencionar el lugar del registro audiovisual en el LEP, a cargo de Gustavo Gutiérrez como interlocutor de Waja, el cual se ha pensado como aporte a la construcción de un archivo de memoria
fotográfica y audiovisual que hemos venido creando y divulgando alrededor de la práctica artística de la performance en el país. Para el caso de esta investigación, dicho registro se ha centrado en las actividades, experimentos y muestras de avance de los procesos de creación en los espacios públicos de la ciudad, así como en entrevistas a los participantes. El propósito de este registro ha sido el de generar un material que será analizado con grupos focales, de acuerdo a lo propuesto en el proyecto: “El grupo focal (GF) es un tipo de entrevista basado en una discusión que produce un tipo particular de datos cualitativos” (Páramo, 2008, p. 149). Para ello, se realizarán entrevistas grupales semiestructuradas que provoquen reflexiones y discusiones sobre los registros de las performances producidas en el laboratorio de creación de esta investigación. La información recogida en estos grupos focales servirá como insumo para analizar de qué manera el registro audiovisual documental puede ser una forma narrativa alternativa de comunicación para la construcción de escenarios de paz y su potencial en la deconstrucción de los “lugares comunes” de la violencia simbólica de género”. Este instrumento metodológico lo entendemos como una actividad de socialización tanto de los procesos creativos singulares como de la investigación, acudiendo al diálogo con preguntas previamente diseñadas que provoquen reflexiones y discusiones en torno al alcance del material audiovisual producido en el marco de este LEP. Lo experimental La experiencia del hacer ha transformado los procesos de creación singulares, de ahí que apropie este pensamiento de Esther Ferrer “La performance no se enseña, se practica”. La práctica del hacer corporal envuelve la experimentación de las múltiples y diversas materias, conceptos, materiales que son y aparecen en cada una de las sesiones del LEP, revelando ciertas visiones del mundo y posiciones políticas que se pueden extraer de la lectura de esta bitácora. La experimentación es fundamental en ese producir y sentir experiencias, pues en el insistir, en el repetir, en el dejarse ir, en el ser sensible y vulnerable el cuerpo se dispone y ahí aparecen otras cosas: el lugar de lo
posible. Para experimentar no basta con decir “voy a experimentar o estoy experimentando”, ¡hay que hacerlo! En ese hacer el cuerpo conoce y reconoce por la relación con lo otro que se confunde con el yo (Libro “Un mundo Común” de Marina Garcés): propuesta compartida en una de las sesiones por parte de las interlocutoras de Veladas 2. ¿La idea de la continuidad (el otro soy yo) podría ser un lugar común en tanto algo que se comparte? ¿Hay continuidad en el otro por la finitud de la piel? ¿Qué es la finitud del cuerpo? *** Me gustó oír esa sensación de mecerse que alguien manifestó, es una imagen que conecté con el lugar del sin tiempo, de la impermanencia, de la afección. Cuando se experimenta en espacios públicos aparece eso de hacerse público, de exponerse, sensación que produce miedo, angustia, seguridad, extrañamiento, deseo, reconocimiento….las sensaciones son muchas, pues dependen de la experiencia de cada quien. En ese hacerse público emergen muchos interrogantes de los cuales destaco: ¿En la experimentación hay límites? ¿Cuáles son los límites de lo público? ¿El cuerpo tiene límites? Darse a la experimentación corporal es sustrato metodológico del LEP: poner a prueba, arriesgarse, compartir un material, un acción clara y definida, una intuición, una forma, una idea, una pregunta, un sueño, una imagen, un querer dar forma, un deseo, un color, una palabra… Como dije, en el lugar de la experimentación surge la experiencia del cuerpo pero también la del espacio, la del tiempo y la de la relación con los públicos como materias plásticas transformadoras del sentido de la performance. Haciendo entendemos, sabemos y vamos generando conocimiento. ¿Cómo experimentar el deseo? ¿Cómo experimentar las sensaciones? ¿Cómo experimentar una imagen? 2
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Estas ideas me llevaron a sugerir la lectura del texto “El performer” de Jerzy Grotowski, con el ánimo de convidar a preguntarse y pensarse por lo que significa ser performer, pues en el proceso de creación del LEP más que enseñar a hacer performance se procura una transformación del pensamiento, una pregunta por nuestro lugar en la sociedad, en el país y en el mundo. Esto tiene que ver con un ámbito ético del quehacer artístico, por ello es que en el hacer es en donde ampliamos el lente: en lo que el humano hace, en sus acciones que se conectan con sus posturas y lugares desde los cuales cada quien quiere estar-ser en relación con la otredad. *** En la experimentación de la materia cuerpo hay que ser detallistas, esforzarse en el sentido de profundizar en algo: a mayor precisión mayor libertad, hasta que emerja la presencia así sea en acciones simples pero que podamos soportar y asumir. ¿Qué desea hacer un cuerpo? ¿De dónde nace ese deseo? ¿De dónde viene esa urgencia por hacer con el cuerpo? El asumir y el soportar también se puede volver problemático en el contexto de las prácticas artísticas emanadas del deseo como la performance, pues algunos participantes se cuestionan por la “validez” de lo que se hace cuando se acude a este tipo de lenguaje. Yo creo que el asunto no es si es “valido” o no en términos de juicios de valor vinculados con paradigmas culturales, más bien creo que esta pregunta hace referencia a la permisividad en cuanto al reconocimiento de un facto performativo. En este sentido, lo que en una performance puede ser permitido, por ejemplo, usar un arma para lastimar a alguien, en algunas instancias de este laboratorio puede no serlo. Esto se da porque como Waja hemos establecido unas políticas de vida en el desarrollo del LEP, entre las que se encuentran: no agredirse, no agredir a otros ni al espacio público. Por ser Waja una persona jurídica y una organización que fomenta espacios de formación y creación, estamos inmersos en un marco de responsabilidades y obligaciones legales que trascienden este lenguaje artístico. *** ¿Hasta qué punto asumir y soportar? ¿Para qué asumir y soportar?
A veces siento que esta idea de asumir y soportar se entiende como que hay que hacer las cosas pase lo que pase, una especie de “toca hacer” a como dé lugar, no sé, es solo una sensación que ha emergido en varias sesiones. Cuando propuse abordar el hacer desde estos imaginarios y nociones de asumir y soportar, lo pensaba desde el acto de permitirse, de mirarse, de ir para adentro y desde ahí abrirse, exponerse y poner afuera desde lo que se ha despertado en el adentro del cuerpo-pensamiento. Para mi, es un modo de hallar la presencia: cuando se generan las experiencias singulares en el cuerpo-pensamiento emerge el acontecimiento, aparece otra cosa, se evoluciona, se extraña, se dejan ver unas fuerzas que movilizan.
El soportar y asumir también me hace referir la materia tiempo en la experimentación, porque cuando asumimos y soportamos una acción, es decir, cuando estamos presentes podemos sentir, vivir y experienciar el tiempo, pues el tiempo es una experiencia que pasa por el cuerpo, lo que significa que en la performance el tiempo es una materia corporizada. *** Esas experiencias que han aparecido en el LEP las he querido explorar desde varias estrategias, una de ellas es el lugar del conocimiento que se da desde lo físico a diferencia del conocimiento que se da desde lo intelectual. No es que uno o el otro sea mejor, solo que en el ánimo de desaprender ponemos a prueba distintos caminos: esta vez trabajé mucho desde la experimentación corporal física, fue una intuición, un impulso que el propio grupo de participantes me hizo sentir-saber. El lugar de lo físico admite conocer y leernos desde otros ángulos para amalgamar un estado previo que posibilite entrar en performance; es como un estado de preparación que nos hace estar presentes en el instante de accionar, es un modo de investigar desde el hacer. No obstante, es indispensable que cada quien encuentre sus propias maneras para experimentar e investigar la presencia y que aquellas partan de sus impulsos, necesidades y preguntas vitales. Yo creo que este paso apenas se está dando en algunos y en otros ha generado cambios en los modos que ya traían. Experimentando se expresa la agencia del cuerpo para hacer eso que en otros espacios no se haría: cada quien explora de manera distinta en la autonomía que cada sesión ofrece. Se trata un poco de una “educación
corporal” que en nuestro sistema formativo no se dá de una manera expresa y rigurosa, de hecho en algunos contextos dicha formación se desconoce. *** En una de las experimentaciones propuestas emergió la cuestión de la violencia/lo violento cuando se realizó un ejercicio de contacto físico entre ellos mismos, un poder tocar, mirar de cerca, incomodar, percibir el límite con el otro y la vulnerabilidad. Cada quien expuso lo que piensa al respecto dando pistas de posibles lugares de enunciación para esta investigación: Partir de la propia vivencia para hablar de la violencia; el habituarse a la naturalización de la violencia entendida como algo que hace daño; la violencia simbólica asociada a lo psicológico; el ejercicio del poder que se tiene sobre el otro cuando lleva los ojos cerrados y se puede hacer lo que se quiera, pero no se hace porque aparece el autojuicio, el reproche, la autocensura, la categorías culturales de bien o mal, de se puede no se puede; el lugar del sujeto tiene un gran peso en tanto paradigma corporal en vez del lugar del cuerpo (como si fueran entes separados o distintos). El LEP como espacio-proceso de creación y los procesos creativos singulares El LEP generalmente se ha desarrollado de forma continua, es decir, sin intervalos de tiempo desde su comienzo hasta la muestra en espacios públicos. No obstante, en el marco de esta investigación se ha diseñado de una manera distinta por las fechas de la realización del proyecto, conllevando a desenvolverse en dos momentos: uno, en el mes de diciembre (5 sesiones), y otro entre enero y febrero (11 sesiones), más la muestra “final” de procesos en espacios públicos de Bogotá. En el primer momento se pretendía activar el cuerpo, en tanto materia plástica, desde experimentaciones que llamaban a un ser-estar disponible en relación con el espacio, el tiempo, la mirada y los públicos, insertando corporalmente los conceptos iniciales de paz, género, lugar común, violencia y performance (aquí me refiero a los creados por Waja). El énfasis estaba sustentado en concentrar la energía para que cada participante, desde sus propias singularidades, fuera descubriendo, reencontrando y construyendo sus propios enunciados, horizontes de
sentidos y posturas políticas en relación con dichos conceptos, los cuales se espera sean analizados a la luz de los intereses investigativos por parte de Artesa. El segundo momento continuó con la muestra de avance de los procesos, después de una pausa de un mes que tenía como propósito estimular el trabajo autónomo de los participantes, lo cual, muy seguramente, podía cambiar o enfocar el rumbo de la investigación, pues cada quien exploró en solitario eso que lo mueve en vínculo o no con los videos compartidos, con los conceptos y con la invitación a crear desde la apropiación. La autonomía es uno de los pilares conceptuales del LEP, entendida como la capacidad sensible e intelectual para investigar (se) con profundidad, detalle y cuidado acerca de las preguntas, problemas plásticos, temas y modos de hacer por parte de los participantes, esperando que tomen o afirmen sus posturas políticas, decidan, se confundan o se aclaren, queriendo con ello que encuentren algo que los toque en el acto de gestar una propuesta, un gesto, una acción o una performance para ser expuesta en espacios públicos de Bogotá. La autonomía se vincula con la performatividad incorporada en el laboratorio, en la medida en que es un proceso que permite acceder a diferentes campos culturales para subvertirlos. Por ello es que la apuesta también es por que cada quien vaya descubriendo su propia poiesis, con la cual se puede desestabilizar o cuestionar el statu quo de las realidades a las que nos convoca la investigación o a otras que se han abierto o continuado en el investigar/crear-pensar/hacer. La performatividad se hace performativa, para Judith Butler, en la repetición, en la reiteración, en la iterabilidad, debido a una característica del lenguaje que se refiere a la capacidad de hacer cosas o producir realidades (John Austin). Uno de esos lenguajes son las normas sociales corporalizadas estrechamente vinculadas con las construcciones de género, las ideas de violencia, paz y lugares comunes. Esto significa que esa repetición tiene efecto, produce algo. El producir algo fue la pregunta en este segundo momento del proceso, en el cual cada participante, desde su singular performatividad, nos mostró, dejó ver, hizo público eso que su cuerpo podía y, sobretodo, deseaba hacer. ***
Creo que la repetición puede ser un camino activador de nuevas relaciones para tomar decisiones que aún no sabemos o no queremos tomar. Lo que detona la repetición es la diferencia, es el cavar más profundo en el deseo, la pregunta o el problema plástico que moviliza el proceso de creación performativa de cada participante. En el insistir, reiterar y volver a hacer se produce el cambio. La repetición se puede conectar con la apropiación en cierto sentido, pues la idea de aquella es crear algo nuevo a partir de algo existente. Quizás alguien decida repetir una de las performances de los videos seleccionados, en ese querer re-hacer se gesta algo nuevo: este pensamiento me traslada a la imagen de Heráclito “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. De esto mismo deriva el enfoque transdisciplinar y de pensamiento crítico del LEP, en cuanto lo que se quiere poner a vibrar y resonar en el hacer con el cuerpo, pues de lo que se trata es de dejar ser este espacio-proceso de encuentro para el ser en un sentido ontológico y epistemológico; un espacio-proceso que cuestiona, reflexiona y señala nuestra presencia en el mundo y las prácticas artísticas. Por esto es que no me canso de decir: para mí hacer performance es una forma de vida que se resiste. *** Vuelvo al proceso: ese lugar inquietante, inasible, mutable, sin reglas, en un flujo de devenires, de aperturas, códigos y cierres, es en el proceso de creación artística en el que centramos nuestras fuerzas con los participantes, en donde reinvento, me apropio y canibalizo saberes aprendidos, recordados, estrategias soñadas e inventadas que se han ido alojando en cada uno gracias a las experiencias suscitadas en el LEP. El aprender ha sido justamente haciendo, sabemos y cambiamos nuestra materia cuerpo, nuestro cuerpo-pensamiento, haciendo, por ejemplo, cuando pensamos sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, porqué lo hacemos también hacemos. Lo que queremos explorar es la materia cuerpo y sus potencias transformadoras de sentido, no sólo en tanto carne, músculos, hueso, sino como vehículo, puente o medio en términos de Giorgio Agamben. Pero cuando hablo de medio no estoy en el campo de la comunicación sino de algo que permite un fluir, un abrirse a otras cosas, un dar lugar. ¿Qué es el proceso? ¿Cuáles son las relaciones entre los materiales y el proceso de creación performativa singular?
¿Aparece la forma, convoco la forma? ¿Qué se decide mostrar en el avance del proceso? ¿Cómo se instala, emerge o está el riesgo el cuerpo en cada acción? ¿Cómo ha sido para cada participante el LEP en tanto espacio-proceso de creación artística? *** Siento que es necesario seguir explorando con los materiales y las materias, todos ellos, los esenciales a toda performance (cuerpo, tiempo, espacio, públicos) y los que se suman, pues cada decisión habla o conecta con un significado, un sentido, un constructo, un punto de salida o de llegada. Además, solo haciendo con ellos se sabrá que pasa, como operan o reaccionan con nosotros mismos, con el espacio, con los públicos. Lo que se hace con los materiales y materias no pueden ser actos a la ligera, desde el LEP llamamos por una conciencia en la toma de decisiones, eso también habla de una postura política, de una manifestación de la democracia, aunque hace tiempo que sabemos que ese sistema político ha fracasado. En palabras de Rancière, “La elección de un material u otro es una decisión política”. *** En los diferentes diálogos sobre los procesos de creación surgieron varios temas de los cuales retomo los siguientes: la preparación, el yo permitido o la libertad para ser, la presión de presentar algo para espacios públicos, lo que se mueve e inevitable, el ensayo. La preparación es fundamental en todo trabajo performativo, es decir, conocernos, saber de nuestro cuerpo y acudir a muchas herramientas investigativas en desarrollo de la plasticidad: es una tarea diaria, constante, cambiante. Es ingenuo creer que es suficiente con dos sesiones a la semana, se requiere de un trabajo autónomo de los participantes, pues nosotros proveemos unas herramientas, preguntas, reflexiones, referentes que emanan del propio LEP, pero cada quien tendrá que ir ahondando en su proceso. En estos 10 años de aprender, de auto revisarnos y mirarnos en este hacer en modo LEP, el lugar de la libertad del yo es muy relevante, lo que se hace muy significativo teniendo en cuenta el contexto de restricción de libertades que el estado genera en un país como Colombia. Se niega al otro, se desaparece, se aniquila, se cuestiona lo que el otro decidí ser y hacer sin
darse a la escucha, sin conocer que piensa, sin comprender la diferencia y porque actúa de uno u otro modo. No importa si coincidimos o no en los modos de entender el cuerpo, la performance, la paz, el tiempo, la violencia, los lugares comunes, lo público... lo que tiene mucho sentido y es relevante para este LEP es reconocer esas múltiples formas de construir y de asumirse en una vida en común. Es un cuestionamiento por la igualdad democrática, aunque somos iguales en tanto somos cuerpos, somos diferentes en tanto actuamos, sentimos y pensamos distinto. En la diferencia y en el disenso del hacerpensar también podemos construir. En el LEP se puede ser, se puede hacer desde la singularidad, desde lo “políticamente correcto” o desde lo queer, con la responsabilidad y ética que esto conlleva, pues no se trata de pensar en que se “hace lo que se quiere, porque hacemos performance” sino que abrimos un espacio para la escucha asumiendo un proceso que incorpora la diferencia: esto es esencial para Waja. *** En un par de sesiones hubo cuestionamientos sobre el hecho de la presentación o exposición en espacios públicos al “final” del proceso del LEP. En este punto se hizo un llamado a la organicidad en tanto escuchar lo que el proceso y los materiales dicen, en no forzar porque una mala fuerza puede dañar algo; pero también se señaló que eso sucede en todo proceso de creación: hay momentos en los que no se sabe que hacer porque todo es difuso, o porque hay confusión o porque no se sabe qué forma tomar. Nos enfrentamos a la potencia del cuerpo y a la posibilidad de la fisura de la performance. Lo anterior se liga con el cómo llevar eso interior que está pasando, eso que se está moviendo en cada uno al exterior, como hacerlo público y para qué. No es hacer por hacer, no se trata de forzar la forma pero tampoco de abandonarse a la inacción, justo aquí vuelve a aparecer la experimentación, pues en ese hacer, en esa insistencia en investigar (se) quizás emerja algo, pero para ello tengo que estar permeable, permisible, disponible a dejarme afectar, saber que estamos vivos: estoy convencida de que es inevitable que algo suceda. *** Esta capa de los procesos creativos singulares está conectada con el presentar y acontecer como conceptos básicos en el diseño y las
experimentaciones propuestas en el LEP. Presentar se relaciona con esa capacidad sensible para activar un aquí y ahora desde la consciencia del ser-estar en el mundo, pero también quiere cuestionar la representación en tanto que en la performance no personificamos a nadie, no somos mimos, sino que nos exponemos como somos. Acontecer tiene que ver con esas irrupciones que hacemos en la cotidianidad de la vida, específicamente en los espacios públicos que cada quien decida y elija para hacerlo. Acontecer es fracturar el tiempo cotidiano, las lógicas del deber ser, es plegar el espacio, afirmar el presente de forma efímera, es algo que está más allá del performer. Cada participante va dando sentido a su impulso, a su presencia en su acontecer, nos va revelando que le ha pasado a su cuerpo respecto a su pregunta o motivación en los avances del proceso en espacios públicos. En este sentido sabemos que sí ha habido un proceso de laboratorio, pues todos han manifestado que algo se ha movido, que han pasado cosas así no se puedan poner en palabras. Entonces, hay que detenerse y ver el proceso, que dice y que necesita, preguntarse por el lugar de enunciación o conceptos raíz que están dando vida a ese hacer: cercanos, alejados o los mismos que se mencionaron al principio de la investigación. Eso que va sucediendo hay que dejarlo que se dé en tanto la capacidad de de ablandarse a las estructuras cotidianas y rígidas del aprendizaje corporal, de dejar ser y de abrir otros lugares a los que apostamos con el LEP en el sentido de lo plástico, es decir, de la transformación tanto de las materias de la performance y del pensamiento como de las apuestas iniciales ligadas con la investigación. Lo que siento que ha sucedido es que el laboratorio ha fluido en una dirección y la investigación en otra. Por eso sospecho que emergió el ejercicio epistolar para poder hablar de otros asuntos de este estado de cosas. Guillermo Gómez Peña “Somos cronistas de nuestro tiempo”. *** Otro tema que se ha conversado es el de la partitura, el guion o el ensayo en la creación de performances. Puede ser y puede no ser que se acuda al ensayar, en tanto al probar previamente algo que se hará después o al hacer algo tal cual se planeó: para mí, esto depende de muchos factores, de las necesidades del propio cuerpo, de lo que se va a hacer, de las dinámicas del espacio público en donde se presenta. Aunque hay algunos autores que refieren que la performance no se puede repetir por su carácter efímero.
¿Cuándo se ensaya la performance se hace la performance? Muestras de los procesos creativos en espacios públicos La intención de las muestras de los procesos en espacios públicos era poder experimentar lo que significa la exposición en dichos lugares, así como disponer los cuerpos con ejercicios para entrar en modo performance. Uno de estos ejércitos partió del cruce de ideas generales de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola con pensamientos sobre el texto de “Notas sobre gesto” de Giorgio Agamben y las infinitas posibilidades de comprensión y “tipos” de performances desarrolladas por Diane Taylor en su libro titulado Performance. Considero que este ejercicio fue una herramienta útil para los participantes y sus procesos, en la medida en que posibilitó que el cuerpo entrara en otro estado, es decir, de ser una cosa pasó a ser otra: se convirtió. Este último hecho conllevó a dialogar sobre el rigor, la premisa y la presencia, retomando la idea de asumir y soportar planteada por Agamben. Cuando se hace algo el gesto aparece si se soporta y se asume ese hacer, justo ahí emerge la presencia, el estar en el ahí y en el ahora de la acción, acudiendo a la repetición de un hacer y al silencio como umbrales para despertar la conciencia, un cambio de actitud y de disposición cotidiana a extracotidiana que genera una empatía con el otro en tanto público. *** La conversación de la primera muestra de avance de los procesos de creación la plantee en torno a las siguientes inquietudes: ¿Cómo ha sido el proceso de creación performativa? puntos de partida, preguntas, asuntos formales, materiales, hallazgos, dificultades. ¿Cuál ha sido el lugar de la visualización de los registros audiovisuales seleccionados en esta investigación? ¿Hay vínculos o no entre esos materiales audiovisuales con las reflexiones, inquietudes y creaciones del proceso de creación performativa? ¿Qué y cómo se visualiza un registro audiovisual de performance? ¿Qué dejan ver los registros audiovisuales de performance o qué se mira en ellos?
¿Qué sucedió en esta visualización? ¿Qué elementos se tomaron para la apropiación? ¿Cuáles han sido los conceptos, ideas, premisas, enunciados y formas desde las cuales se está construyendo el horizonte de sentido singular? De estas preguntas se derivaron otras más y algunas reflexiones, entre ellas: la fuerza poética de lo que hacemos como un regalo para el otro (entiéndase los públicos) ¿Se abre un lugar para la experiencia o para la imaginación? ¿Qué queremos compartir con el otro? ¿Será que se quiere o se necesita urgentemente transmitir un mensaje? ¿Cómo opera la intuición en el hacer performance? Señalé la relevancia de lo indeterminado, ese lugar del intersticio en el que ubico a la performance como agencia política de cambio permanente, tanto del que ejecuta la acción como del que se hace público en el obrar del gesto. ¿Cómo convivir en y con la diferencia? Este interrogante ha atravesado los procesos de creación del LEP en dos sentidos: la diversidad y heterogeneidad de los participantes y el hecho de que lo que se cree sea exhibido, mostrado o expuesto en espacios públicos. Al respecto recomiendo leer uno de los textos de Waja, en el cual compartimos nuestras cavilaciones sobre la performance, la ciudad y el espacio público, el cual también ha sido insumo en este proceso: https://issuu.com/fundacionculturalwaja/docs/espacio_publico_performanc e_y_ciuda *** Volviendo a la idea de las fuerzas que nos afectan, hago un llamado por el contexto en el cual sucede lo que presentamos. Cuando intervenimos con nuestras acciones performativas en espacios públicos de la ciudad, entramos con todo lo que allí vive y eso nos puede trastocar, modificar lo que tenemos “planeado” o lo que vamos a experimentar. La escucha corporal es fundamental, para ello experimentamos, queriendo preparar al cuerpo, volverlo más plástico ante esas realidades, hechos, situaciones, personas, cosas y dinámicas que están ahí en donde haremos nuestro gesto.
No se trata solo de presentar algo, es más, puede suceder que esas fuerzas del espacio nos excedan y que no sea posible presentar lo que teníamos en mente; o que por el contrario acontezcan cosas inesperadas que vibran con nuestro saber del cuerpo, indicándonos qué hacer en el hacer mismo. Trabajar con el cuerpo implica investigarnos constantemente, acudir a múltiples lenguajes, modos, saberes, pensamientos, estrategias que van agudizando nuestra fuerza poética corporal para asumir y estar presente ante la mirada de los públicos, ellos traen consigo su repertorio y los imaginarios culturales que los lugares portan en los archivos que se han ido construyendo. Por eso es que en el LEP invitamos a habitar los posibles lugares de los espacios públicos en los que se quiere presentar algo, porque el espacio es otra materia, no es el escenario dispuesto en donde todo está medido, organizado, planimetrado: el espacio está vivo al igual que nosotros. *** La segunda muestra de avance de los procesos de creación desencadenó en más reflexiones y preguntas. Los interrogantes tienen un gran peso en el LEP, precisamente por la naturaleza reinventiva de este espacio. Algunos empiezan a tener respuestas por los propios procesos y otros se olvidan o mutan hacia otros lugares. Cada quien busca o encuentra lo que lo conecta respecto a ellos; nosotros intentamos vincularnos atendiendo a referentes de diversas índoles para hablar de lo que ellos envuelven; otras veces lo que hacemos es compartir nuestros propios conceptos y pensamientos que emergen de nuestras poiesis. Cuando presencié los ejercicios realizados por los participantes venían a mi muchas preguntas, no solo en lo que me pasaba o en lo que sentía, o pensaba, sino en clave con el mismo LEP y los procesos creativos performativos que en él se dan. La conciencia es uno de esos asuntos, yo no sé cómo explicarla muy bien, pero cuando me preguntó por aquella conmemoro todo eso que tengo que hacer cada vez que presento una performance en el espacio público. Son tantos elementos, vectores, sensaciones, imágenes que de repente afloran: estar al tanto de todo lo que me sucede, del lugar, prestar atención a las pequeñas cosas, ser sensible a lo extraño... aprende uno a ver con los oídos y a dejarse afectar, al mismo tiempo que a controlar, decidir, saberse que se quiere: de nuevo la metáfora de la grieta. La conciencia vivida de este modo la relaciono con la decisión.
¿Tiene lugar la decisión en la performance? ¿Cómo se relaciona la decisión con la conciencia? ¿En la performance, la conciencia y la presencia están vinculadas? En la maraña de cuerpos que estaban haciendo sus gestos notaba que sabían que estaban haciendo, es decir, lo habían decidido, pero no como cuando uno dice “voy a comer algo” y lo come sino cómo cuando se piensa en el hacer, se hace en el pensar. Cuando esto sucede aparece la presencia y sucede porque cuando uno hace performance está convencido de eso que hace, es decir, siente que tiene que hacerlo para mantenerse vivo, no para convencer o verificar algo. *** La tercera muestra de avance de los procesos de creación abrió preguntas por lo experimental, la prueba, el ensayo, el tiempo y el lugar. Algunos asuntos comienzan a repetirse, creo que por el hecho mismo de las muestras, es decir, a medida que se van viendo a los otros se van gestando unas “claridades” así como unos lugares recurrentes de diálogo. *** Es importante mencionar que como Waja estas muestras la hemos asumido a modo de un momento de corte del LEP: un parar y ser visto o un alejarse y ver para ahondar en el diálogo de los procesos de creación. Hemos notado que en la palabra hecha pensamiento, en el hacer, en los diálogos intelectuales y en el despliegue de los asuntos conceptuales y referenciales del lenguaje de la performance la investigación/creación se abre paso. La investigación: los conceptos y la apropiación en los procesos de creación En alguna sesión se retomó ese momento inicial sobre los conceptos neurales de la investigación: “lugares comunes” del género, narrativas performativas, violencia simbólica de género, escenarios de paz, proceso de comunicación, los cuales se pretendían entretejer con la mirada puesta en la capacidad de la performance que irrumpe en el espacio público, analizando lo que sucede en el interior del LEP. El asunto de los conceptos ha sido problemático y difuso: por un lado, ha habido una ausencia de claridad respecto al lugar de enunciación por parte de Artesa (investigador-participante). Ha sido una decisión no querer
investigar desde unos marcos rígidos y alejarse de los modos de hacer académicos y, en cambio, apelar a modos más intuitivos, decisión que ha dejado un poco en vilo el lugar de enunciación de la investigación, pese a que pueda extraer el sentido de su postura del proyecto y del primer informe de avance. Aunque el proyecto presenta un primer marco teórico alrededor de aquellas temáticas y sus posibles relaciones, en el desarrollo del mismo considero que esto no ha sido claro para los participantes. Lo anterior, como lo he dicho, debido a una decisión del modo de investigar. Esa no claridad conceptual, en tanto decir expresamente desde donde se instala la investigación (excepto respecto a la idea de comunicación), ha generado, para mí, que se confronte la pregunta de aquella. Por el otro lado, aunque Waja ha establecido un marco como lugar de enunciación, cabe anotar que amplio, este no ha sido dialogado con su par investigadora. No obstante, como Waja decidimos vincular las preguntas plásticas y procesales de la creación performativa en el LEP, a partir de dichos conceptos, los cuales siguen allí, no han cambiado porque no se han puesto en diálogo. Lo que ha sucedido con esta situación respecto a los conceptos, leído como una dificultad para tomar decisiones y manifestarse, es que no tenemos claridad sobre las posturas o lugares desde los cuales Artesa, en tanto investigadora, está viendo este LEP. Se supone que aquel es el interés de Artesa: leernos, sentirnos, comprendernos, indagarnos para resolver inquietudes o ratificar, verificar o comprobar lo planteado en el objetivo de la investigación. Desde el comienzo del proyecto se dijo que la investigación era compleja porque implicaba el cruce y entretejido de dos miradas, pero esto no implicaba que esas miradas serían iguales. El primer informe nos fue dando pistas de qué Artesa y Waja estaban ubicadas en lugares diferentes pero no necesariamente opuestos. Muchas veces hay que sumar desde lugares, preguntas e intereses distintos para ver algo más allá de la superficie: lo que aquí se está viendo es el LEP como una apuesta poderosa, eso lo compartimos Waja y Artesa, solo que aquella lo ve desde un lugar y Waja desde otro. Lo que se tuvo que haber hecho en su momento, era tomar decisiones con eso que estaba pasando en términos de la investigación, pero así no sucedió. Como Waja esperábamos que Artesa tomara la iniciativa en las sesiones del LEP para que fuera avanzando en la pregunta de investigación planteada en el proyecto, a la vez que incitara el diálogo con los
participantes sobre dichos conceptos, sobretodo porque aquellos son de su interés. A este panorama le añadimos la sugerencia de la tutora de la investigación: partir de una comprensión clara de cada uno de los conceptos del proyecto con el propósito de entender las búsquedas de la investigación y, de este modo, analizar el LEP en tanto proceso de comunicación que señala los lugares comunes de la violencia simbólica de género. En relación con esta cuestión los participantes se han instalado básicamente en dos lugares: uno, ubicado en la dificultad de trabajar con conceptos preestablecidos o tomar la decisión de alejarse de ellos, y dos, abordar los conceptos desde la experiencia en el laboratorio a partir de intereses previos ligados con esas materias. Pienso que estos dos lugares se han dado por la propia libertad que el LEP ofrece, en la medida en que cada participante es quien tenía que definir si se enganchaba o no a los conceptos de la investigación para crear su performance, ejercicio o acción. Es importante mencionar que esto es muy diferente a la necesidad de que en la investigación se analice qué ha pasado con los conceptos en el contexto de este laboratorio. Aunque esta vaguedad conceptual es un problema para atender las búsquedas que se realizarán en el marco de la investigación, no es así para lo que sucede en el LEP, debido a su capacidad orgánica de evolucionar y desaprender mientras sucede. ¿Qué significa esto?, que pese a la ausencia de una serie de enunciados, respecto a los muchos temas, nodos o conceptos que envuelve la investigación, los procesos de creación performativa han venido sucediendo y tomando formas singulares: en eso es en lo que nos hemos centrando, pues Waja responde a los elementos que tiene. Espero que en el ejercicio epistolar entre Waja y Artesa podamos compartir las reflexiones, cambios, preguntas, afirmaciones, deseos y sobretodo las necesidades de cada lugar de esta investigación para saber por dónde ha ido navegando el barco para poder y, de este modo, descubrir otras cosas de parte y parte. *** Ahora bien, pasando al objetivo de la investigación, desde mi análisis, este envuelve tres líneas: una, examinar o estudiar de qué manera el LEP es un proceso de comunicación pero poniendo el ojo en algo específico: los “lugares comunes” en relación a la violencia simbólica de género. Aquí aparece una no claridad que genera confusión: en la descripción del proyecto no se mencionó nada respecto a la violencia simbólica, no se formuló una pregunta respecto a aquella y menos aún relacionada con el
género. Esto pudo haber llevado a la tutora a pensar que se estaba equiparando violencia simbólica con violencia de género. Sumado a lo anterior, si se lee la justificación se nota como se habla de violencia de género como si se hiciera referencia a la violencia simbólica de género y en los antecedentes se la homologa con la violencia sicológica. Si hubiera claridad respecto a cómo se está comprendiendo la violencia simbólica de género, quizás esto me ayudaría a ver qué está pasando con esto en los procesos de los participantes. La segunda línea del objetivo es como el LEP, desde el hecho de señalar “lugares comunes” de la violencia simbólica de género, contribuye a la construcción de escenarios de paz. El proyecto tendría que haber planteado que entiende por escenarios de paz, pero tampoco lo hizo. Por lo mencionado es que en el informe la tutora habla de una vaguedad conceptual pese al marco teórico que se refiere en el mismo, lo que trae como consecuencia una carencia en el desarrollo de la investigación y su vínculo con los procesos de creación dados en el LEP. Si no se sabe con certeza desde que lugar se está mirando la pregunta de la investigación, puede ser confuso, para la investigación, analizar como el LEP, en tanto proceso de comunicación, “señala "lugares comunes" en relación a la violencia simbólica de género, contribuyendo con ello a la construcción de escenarios de paz en el espacio público”. La tercera línea del objetivo es analizar cómo se amplía el alcance del LEP a través del registro audiovisual que se hace de sus actividades (procesos, performances, espacios de diálogo). Esta línea es la que se vincula con la propuesta metodológica de creación: de la selección de una serie de registros de performances del LEP, supuestamente relacionados con los lugares comunes de la violencia simbólica de género, se crearían las nuevas performances en el laboratorio. La apropiación se concibe por parte de Waja como un modo de hacer en el cual se crean nuevas performances a partir de otras ya realizadas, incorporando elementos propios en una creación ajena, es decir, de lo que se trata es de recrear, repensar y re-existir las performances o los registros de las performances visualizadas desde los intereses, inquietudes, deseos y/o certezas de los participantes. La apropiación tiene una vocación por lo nuevo en tanto la posibilidad de ser otra cosa, queriendo generar una transformación plástica del pensamiento, del sentir, de la percepción y de la acción de los participantes, lo cual es sustento del modo de hacer que se propone para acompañar los procesos de creación performativa en este laboratorio.
Cuando preguntamos por la apropiación a los participantes, ellos se refirieron a aquella como: Miradas desde el teatro pensando en la adaptación que se convierte en un trampolín para digerir y producir algo a partir de eso; recrear, volver a crear lo existente; modo de encontrar el lugar no en algo creado sino en la cotidianidad para hacer presente; deglutir; hay un todo externo y me relaciono con eso para traerlo a lo interno, se vuelve extraño ese vínculo entre lo mío/lo otro. La selección de los materiales audiovisuales con los cuáles se incitó a la apropiación, se hizo de una forma más bien ligera en cuanto no profundizamos lo suficiente respecto a los lugares desde los cuales escogimos uno u otro material, creo que allí nos faltó más diálogo interno y con los participantes en lo que respecta a los intereses conceptuales de la investigación. Sin embargo, ahora que lo pienso con distancia y cuidado, creo que esa visualización viró desde el comienzo hacia el lugar de la potencia para estimular la creación artística, más allá de los vínculos conceptuales con la investigación. Con la apropiación se han tomados disímiles sendas, pues algunos participantes los han tenido en cuenta y hablan de cómo se han dado a la experiencia sensible, al dejarse afectar por lo que suscitan los videos o llevarlos a dibujos, palabras, cuestionamientos, decisiones o entrar más en una dinámica de operadores de las acciones. Algunos se preguntan por el ánima de esas performances, por las propiedades escultóricas, sonoras, plásticas o por lo que no se ve; pero también hay otros que han olvidado esos registros audiovisuales y algunos incluso han decidido no tomarlos en cuenta para su proceso. En el LEP esas situaciones más que problemáticas se convierten en nuevos derroteros del espacio que abrimos, así es como superamos estas situaciones porque estamos muy a proceso, a lo que empieza a suceder y a aparecer en el hacer, en la práctica, en la experimentación; no forzamos nada sino que vamos en el flujo del proceso, tanto en el del laboratorio como en los singulares. ¿Qué significa apropiarse de? Esta inquietud nos traslada al modo de hacer singular, a la construcción de la imagen en tanto algo que aparece y que deja de ser en el instante en que es. Con el proceso cada quién ha ido gestando su propia manera de
entender la apropiación: si bien es cierto que la apropiación se planteó como un apuesta metodológica, también lo es que cada quien ha ido resolviendo como acude o incluso como se aleja de ella en su proceso de creación: este es el corazón del LEP y es primordial excavar allí, ir a la entraña de lo que está moviendo o paralizando a cada participante en su proceso creativo. El proceso de creación es un lugar membranoso, de borde, de límite, de fisura o grieta. Lo que resaltamos es el hecho de que quien esté en el LEP se mueva desde sus impulsos, así sea a partir o no de los videos seleccionados. Este asunto ya venía dándome vueltas en la cabeza cuando volví a pensar en la forma en que se había hecho la selección de ese material, además de lo dicho en párrafos anteriores, sin considerar los procesos creativos de los cuales emergieron las performances registradas y quedándose solo con un material audiovisual algo descontextualizado. Esto me hacer volver a sentir que hay una distancia entre lo que está pasando en el laboratorio, en tanto espacio-proceso de creación y las preguntas de la investigación, pues aunque se partió de crear desde una selección de materia audiovisual del LEP, las performances de esos videos no surgieron prendidos o anclados a los tópicos de la investigación, las preguntas eran otras. Es algo que me inquieta, de lo que no tengo respuestas concretas y certeras, pero que me hace saber que hay que mirar con mayor agudeza y claridad el qué y el cómo del proyecto. Creo que en este punto aún hace falta detenerse bastante, pues para el laboratorio el registro audiovisual de performance es un dispositivo de memoria que conecta, que desencuentra, que activa diálogos y preguntas sobre lo que significan los procesos de creación performativa para espacios públicos. Pero también los materiales están ahí para reinventar una práctica artística y para ser interpretados como materias audiovisuales. Lo dicho puede ser tomado en cuenta para la investigación, en la cual se plantea como una parte del objetivo analizar de qué manera el LEP es un proceso de comunicación que amplía sus alcances a través del registro audiovisual documental. Se abre un espacio fértil para preguntarse por el papel y la fuerza atribuida a ese registro audiovisual y sobre todo cuando se lee desvinculado del proceso. En este momento me atrevo a afirmar que eso que el registro es capaz de suscitar necesariamente tiene que leerse en clave de sus procesos, pese a que pueda circular de forma autónoma como registro audiovisual de memoria de una performance. ***
En los diálogos sobre los procesos de creación singular apareció, de manera tangencial, la idea de la violencia simbólica. Aunque la participante que está interesada en este asunto no se refiere explícitamente a que es, ella siente que si hay algo que vibra allí y que le rememoró el asunto del cuidado que se asigna por el hecho de ser mujer. Pero ella no quiere preguntarse por la violencia simbólica como concepto y tampoco desde el punto de vista binario del género; por el contrario, ella quiere alejarse de esa manera de entenderlo y en cambio indagar sobre ciertas dinámicas que se dan en los espacios públicos y que se pueden vincular con la violencia simbólica en tanto algo invisible, algo que no se ve. Aquí hubo una conexión con los intereses de Artesa desde su entendimiento de esa violencia como intangible. Para sumar a la pregunta yo lanzo el interrogante por lo simbólico, el símbolo y su relación con los imaginarios sociales. ¿Lo simbólico es intangible? Ahora me quiero referir a la violencia simbólica apropiando cualidades de la definición de violencia simbólica de Pierre Bourdieu: la violencia simbólica es aquella que existe sin que el que la reciba se dé cuenta de ello debido a que es una manifestación del ejercicio de poder, esto último entendido como eso que alguien ejerce sobre otro para dominarlo. La violencia simbólica es una forma de dominar que conlleva a desigualdades sociales, es callada, no implica coerción física (invisible), se oculta. En este sentido, todos los estereotipos sociales hacen ejercicio de esa violencia, en la medida en que ejercen una presión sobre las conductas sociales expresadas a través de los cuerpos, de modo que es inadvertida, quizás a esto es a lo que se quiere referir Alejandra cuando dice que la violencia simbólica es intangible. Creo que uno de los ejemplos más claros de este tipo de violencia está presente en las estructuras escolares. La performance ¿Qué es performance ahora para cada quién? Esta es otra de las preguntas que moviliza un espacio como el LEP, pues es un término complejo, abierto y en esencia mutable. Cuando se habla de lo que se presenta cada quien reflexiona por su propio hacer. Los participantes han expresado que performance es: Un comportamiento revivido (idea de Richard Schenner), tal como sucede al volver a ver los videos;
habitar un sentir que se confía a la intuición; dejarse llevar por el hallazgo de materiales; una forma de hacer teatro sin que sea teatro en el cual lo falso se vuelve más real que lo real; un hacer que deja notar las presencias; algo que resuena desde acciones cotidianas; una posibilidad de interactuar o de generar interacciones pensado esto como un choque o un encuentro… *** Habitar el espacio en sentir el tiempo. Pese a la cualidad de abstracción del espacio, cuando el cuerpo se inserta en un espacio público emerge el lugar por la presencia de ese cuerpo vivo que lo transforma. Habitar el espacio es tan difícil y extraño como habitar el ser, el tiempo. Si el espacio es una otra materia en este tipo de lenguaje también podemos experimentarlo habitando sus lugares: estando, buscándolo, viéndolo, añorándolo, dibujándolo, trazándolo, caminándolo, oliéndolo... en fin, todas aquellas acciones que abran paso a la plasticidad del cuerpo y del proceso en relación con esta materia. Por lo dicho, considero que es esencial que el lugar escogido en el espacio público sea un acto sensible y ético, es decir, que se sepa por qué se ha decidido que sea ese y no otro, pues no es un escenario, algo preconcebido; el lugar afecta, modifica la acción o el hacer que se ha “diseñado” para intervenir el lugar escogido. La invitación sigue en pie, aún necesitamos ahondar más en esta materia dado el papel o el rol ético del performer en tanto figura embadurnada de poder, de un poder que contagia, que conmueve, convoca, pero también que dispara las sensaciones, que toca emociones, sentidos e interpretaciones en múltiples direcciones. Hay que ser cuidadosos, conscientes y alertas a todo aquello que ponemos en los espacios públicos. Otra reflexión del espacio está vinculada con la fuerza del grupo, eso se manifestó en el ejercicio conectivo y de disposición de caminar uno detrás del otro para ir de un lugar a otro. Hay un aura que transforma la ciudad, a nuestros cuerpos y a los de los otros cuando nos movemos en grupo: es tal esa fuerza que esos cuerpos tienen la potencia de abrir espacios y de crear lugares. *** El cuerpo, todo el ser un teatro – Helene Cixous.
“¿Dónde está tu cuerpo auténtico? […] Cuál cuerpo? Tenemos varios. Roland Barthes. “¿El cuerpo es un hecho o fenómeno completamente banal. No hay nada más común y corriente, ya que nadie vive sin cuerpo. No obstante, en realidad sabemos qué es el cuerpo, qué es lo que el cuerpo puede hacer?” Kuniichi “¿Qué sucedería si lanzamos una escalera a lo profundo del cuerpo y descendemos por ella?” – Hijikata “Producir y reproducir el cuerpo una y otra vez. El cuerpo en movimiento y experiencia como un proceso de final abierto, abierto a la otredad, pero también vulnerable en su apertura” –De Preester Todos los cuerpos cargan dentro de sí un proyecto de alta tecnología sensual; la escritura es su holograma. – Nicole Brossard Juliana Borrero, interlocutora invitada, compartió su concepto de cuerpo: es una estructura inacabada, incompleta, vulnerable, intermedia y cambiante. La cualidad de cambiante se comparte con la performance y con el LEP para ir hacia lo honesto de un lugar para ser. Además, la materia cuerpo porta especificidades que otras materias no tienen, entre ellas, que trae consigo el carácter, las emociones, los sentimientos y una suerte de intangibles. ¿Qué es el cuerpo? ¿Qué sabe el cuerpo? ¿Qué puede hacer el cuerpo? ¿Cómo se relaciona el cuerpo con la vida y con el arte? Fue vital para mí oír lo que cada quien expresó sobre el problema del cuerpo que en algún momento lo estaba atravesando, específicamente me llamó la atención el tono y el modo de nombrarlo. Hablo de vital porque aquello se conecta con el ánima, con la esencia, con la raíz de lo que cada participante está creando, trayendo a luz, dándole vida. A veces tenemos certeza absoluta de nuestras pulsiones y con claridad creamos proposiciones, acciones, pero otras veces no sabemos de dónde viene eso
que nos mueve a hacer con el cuerpo y mucho menos hacia dónde iremos: no es buscar la forma sino conocer el deseo que llevará a alguna forma. ¿Cuál es el germen, el deseo, “la garra” la pregunta que mueve cada uno de los procesos creativos de los participantes? ¿Se aloja en el cuerpo? ¿Cómo desocultarlo? ¿Cómo le damos forma a esa pulsión, a eso que nos ancla y nos mueve a crear con nuestro cuerpo? ¿Cuál es el modo en que cada quien descubre, conoce, inventa re existe para dar forma a lo informe? Coincido en algo que dijo una de las participantes: se trata de hacer algo que nos permee, que hable de nuestra presencia en el mundo, de nuestras vitalidades y cotidianidades, con eso que a uno verdaderamente lo mueve a poner el cuerpo para hablar de algo, para señalar o interrogar. *** ¿Cómo darle forma al tiempo? Para mi la materia tiempo es una experiencia, es decir, el ser es tiempo. Esta materia también se experimentó en el laboratorio acudiendo a la escucha del cuerpo a partir de dos interrogantes detonantes: ¿Cómo poder atravesar el tiempo sin tener la sensación de querer irse? ¿Cómo estar presente a pesar de todo? La experiencia fue una contemplación introspectiva que estuvo presente en cada cuerpo. En esta ocasión no hablamos, preferí que cada quien se guardara en su experiencia lo que había experimentado, que buscara como registrarlo, cuestionarlo, activarlo y vincularlo a sus procesos creativos. Relaciones arte/vida Se deja ver lo político, lo que asumimos en el LEP como la distribución de lo sensible, de los modos de ser, de hacer y de decir en las reconfiguraciones sociales; algo que también se comparte (como el cuerpo y los espacios públicos) y que necesariamente se liga con la vida en comunidad. Cuando hablamos de un interés por democratizar el arte, insertando performances en espacios públicos de la ciudad, lo hacemos
como una estrategia que abre múltiples caminos para investigar los cruces entre el arte y la vida. Es al control sobre la vida a la que se resiste el arte, es la vida la que se quiere afirmar con el arte, por eso es que nos gusta traer ese pensamiento de que “el arte es algo que nos recuerda que la vida es más interesante que el arte”. Justamente el impulso de la creación performativa tiene que emanar de la propia vida de quien la gesta, de algo que le urge decir, señalar, preguntar, reclamar, denunciar... en términos de Deleuze “como potencia de vida que se resiste”. En el campo de las artes plásticas, y supongo que en otros campos, esa necesidad por la vida a la que apelan las artes del cuerpo, como la performance, surge en un querer ir más allá de la representación: un querer hacer entrar la vida. En ese lugar nos hacemos la pregunta por el artista de hoy, por el arte de hoy: hay que entrar en lo político y transformarlo para actuar directamente en la vida. ¿Qué artista soy o quiero ser? Con lo anterior no me refiero a que el arte tenga que solucionar algo en tanto acabar con los problemas de la vida en comunidad (hambre, genocidio, educación, cultura, seguridad...), porque eso le corresponde al estado, es su deber; me refiero a que el arte puede incidir en el cambio social desde la posibilidad de hacer visible lo invisible, de señalar asuntos tabú, de cuestionar el quehacer de un estado injusto, de preguntarse por situaciones cotidianas que inciden en el ser en sociedad desde el pensaractuar con el cuerpo. Despertar conciencia pueden ser dos palabras que relacionan el arte con la vida, el arte con lo político. Es un cambio a nivel del pensamiento que deja fluir la fuerza de la vida para sacarla de las casillas de las formas a la que se le quiere contener y coartar. El cuerpo nos permite pensar y hacer pensar, construir conocimiento y esto implica partir por la conciencia del cuerpo que somos y tenemos. Así las cosas, para el LEP cuerpo, pensamiento y vida se entretejen. ¿Cómo cambiar o reconocer algo si no empezamos por nosotros mismos? *** En este mismo sentido es que las preguntas por la ética en el arte salen a flote, en tanto la necesidad de que el arte se vincula con las realidades sociales partiendo de asuntos propios, singulares, pequeños, cotidianos,
micro políticos que quizás puedan tocar, hacernos ver-sentir-decir-pensarhacer de maneras distintas aquello irrepresentable de la vida. Por esto mismo es que en el LEP no se pregunta por la forma, por el producto, por el resultado, por la obra, sino por el proceso, por lo que mueve a hacerlo y que eso, en primera instancia, transforme a quien lo hace para irrumpir en la vida, para incidir en ella con esos acontecimientos expuestos en espacios públicos de la ciudad. Lo público ¿Qué merece ser expuesto? ¿Para qué exponerse? ¿Para qué exponer eso que expongo? ¿Por qué expongo lo que expongo en el espacio público? ¿Qué es lo público del espacio público? ¿Cómo me expongo? ¿Qué sucede en quienes miran y en quienes miramos a los que miran? ¿Qué estamos generando en el otro? ¿Por qué y para qué hacemos performance en el espacio público? ¿Cómo se está abordando la materia público en cada procesos de creación? Estas dudas me dan paso a las sensaciones que genera el exponerse o el hacerse público. Las preguntas después de hacer algo en el espacio público son muchas, brotan sensaciones inexplicables, innombrables, es como si hubiera un antes y un después de. Estos interrogantes también me hacen traer uno de mis intereses en la práctica performativa personal: la experiencia que se le genera al otro, el poder que fustigamos cuando estamos ante el otro en un supuesto espacio de todos, de lo común. Los espacios públicos tienen sus flujos, sus dinámicas, sus normativas, sus códigos, sus poderes y nosotros nos insertamos ahí. Vuelvo a hacer la invitación a habitar el espacio para averiguar qué le pasa al cuerpo, al otro, al proceso, a los materiales. Se hace muy difícil sentir el espacio sino lo habitamos porque la imaginación y la lectura es insuficiente para revelarnos las fuerzas que están en esos lugares en donde queremos hacer presencia: hay que vivirlo, estar ahí cuando ocurren las cosas. Esto tiene que ver con lo performativo de la performance, ese querer balancear él tonos con el logos, el hacer con el pensar, superar los binarios,
los dualismos, las dicotomías que han caracterizado el pensamiento cartesiano que hemos heredado. Hay otros modos de comprender el mundo, con el cuerpo se piensa y se hace diferente, se producen otros conocimientos. Solo sabemos que hay cuerpo. *** Un día emergió la palabra empatía como algo insuficiente para construir lo público, esto se me hizo extraño oírlo porque en mi experiencia en cambio he encontrado que la performance se diferencia de otros lenguajes del arte precisamente porque potencia la empatía, porque deja ver una fuerza que hace que el otro y lo otro se conecten, que algo nuevo se geste, que aparezca un vínculo así sea impermanente. Ahora que lo noto, esa empatía genera imágenes en el entendido de aquella como algo que aparece y que deja de ser justo cuando aparece, es decir, muere cuando nace. Las imágenes, para mí, no son esas cosas visuales, lo que se ve, sino una experiencia que liga, que me hace saber que somos parte de un todo. Muchas veces hemos dicho en el LEP: la fotografía no es la imagen, así como tampoco el gesto es la imagen.