Revista para la cultura del diseño
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Innovación, Comunicación, Tecnología
Experimenta 94
Diseño Social. Necesidades, carencias y potencialidad humana Diseño social / Guy Billout / Louise Fili / Artesanía y diseño / IF Awards / Pablo Iturralde / Señor Salme / Co-Obradoiro Galego / Brum Brum
Editorial
Diseño social Necesidades, carencias y potencialidad humana
Experimenta
Marcelo Ghio Director Editorial
Vivimos en la era del “ser social”, aquél que algunas corrientes filosóficas definen como al conjunto de las condiciones de la vida material de la sociedad y el modo en que producen esos bienes materiales; mientras que otras, abriendo el foco, le incorporan la objetividad de las formas históricas de comunicación y la actividad de las personas respecto a su conciencia. Un campo que va desde los grados de desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones que se construyen en torno a éstas, hasta el modo en el que la voluntad y la conciencia de los hombres pueden -o no- configurar un modelo productivo o de actividad práctica dominado por la ética y la búsqueda del beneficio común. El diseño no escapa a este debate ya que, como escribe Eugenio Vega en esta edición “a pesar de la creciente presencia de estas propuestas ‘sociales’, el papel del diseño como instrumento de la economía en la creación de necesidades que impulsan el consumo sigue teniendo hoy plena vigencia”. De algún modo, en el universo del diseño, esta paradoja también está presente en la complejidad de definir “lo social” como territorio de pensamiento y acción especialmente en una disciplina que nace al “dominio público” -sin entrar en debates acerca de cómo y cuándo “comenzó el diseño”- a partir del desarrollo de la industrialización y su necesidad de proveer a las masas de los beneficios de una vida material en condiciones más confortables. Y que derivará luego en un modelo de consumo que va más allá de la satisfacción de necesidades específicas -funcionales para algunos- pasando de lo material a lo inmaterial. Pero como bien expresa Raquel Pelta, cierto es que “la historia del diseño es, en gran medida, una historia de las utopías sociales porque la inquietud por hacer del mundo un lugar mejor ha estado presente en nuestra disciplina desde sus orígenes contemporáneos”. Una historia que intenta encontrar una razón de ser que supere el utilitario fin de origen, llevándolo a una dimensión humana que contemple otros aspectos del bienestar social, transformando y mejorando las condiciones en las que las personas viven. «Diseño para el bien social», «diseño para el bienestar», «diseño para
la transformación social» o «diseño para el cambio social», son algunas de las denominaciones, continúa diciendo Raquel Pelta que “se escuchaban con cierta frecuencia en los inicios de la segunda década de nuestro siglo y que ahora son cada vez menos habituales”. Estas múltiples denominaciones intentaron delimitar el campo de acción de “lo social” en el diseño, y si bien no han calado tan profundamente como podríamos desearlo, sin duda alguna han ayudado a marcar el sendero de lo que actualmente intentamos enmarcar dentro del llamado “diseño social”. Un sendero que nos ofrece además la posibilidad de tener una perspectiva más amplia, en la que el diseño no se limita a dar respuesta a las necesidades vistas como “carencias”, sino como potencialidades humanas que nos ofrecen la posibilidad de asumir el control de nuestras vidas y las condiciones en que éstas se desarrollan. Para que esto suceda, es fundamental entender desde el diseño que “abordar problemas sociales requiere entender la complejidad de «lo social» y afrontar las limitaciones disciplinares para abrirse a la colaboración interdisciplinar”. Es en esta integración transversal con otras áreas de conocimiento, finalmente, donde podemos encontrar las claves de la verdadera dimensión y alcances del diseño social. Porque en esta búsqueda en la que hoy nos encontramos, tal y como lo expresa Eugenio Vega, “uno de los aspectos más relevantes de este interés por una mayor calidad de vida y una interacción social más humana es que ha frenado el relativismo que dominó el diseño en las últimas décadas del pasado siglo”. Una posición que puede verse como contracara de la conocida sentencia de David Carson quien, con un toque de cinismo, afirmaba que “el diseño gráfico salvará al mundo justo después de que el Rock and Roll lo haga”. Es posible que haya llegado para el diseño el momento de tocar algo de Rock and Roll y trabajar en transformar lo deseable en posible. Para que la realidad se imponga a la interpretación y la retórica. Diseño social. La puerta de entrada a un universo más humano, sostenible y comprometido. ¡Bienvenidos a Experimenta 94!
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Experimenta
94
Experimenta es una publicación trimestral editada por Editorial Experimenta S.L. Investigación, 7 28906 Getafe (Madrid) España Teléfono (+34) 916 846 116 experimenta.es
Dirección de Arte Gustavo Lo Valvo Claudio Márquez
Director Ejecutivo Raúl Alonso raul@experimenta.es
Responsable de Comunicación Arda Kissoyan arda@experimenta.es
Director Editorial Marcelo Ghio mghio@experimenta.es Redactor Jefe Responsable de Experimenta online Cristóbal Páez redaccion@experimenta.es Publicidad y Venta Directora de Marketing Irene Alonso irene@experimenta.es Director de Investigación Dr. Eugenio Vega Corresponsal en Berlín Luján Cambariere Asesor de contenidos en diseño gráfico Felipe Taborda Coordinador Académico Dr. Rodrigo Martínez Rodríguez Asesor Académico Dr. Marcelo Leslabay Profesor de la Universidad de Deusto
Diseño Marquez Diseño marquez-d.com
Participan en este número Felipe Taborda (Brasil) Dr. Eugenio Vega (España) Luján Cambariere (Alemania) Fundación IDA (Argentina) Raquel Pelta (España) Lucas López (Argentina) Paula Camiña Eiras (España) Guy Billout (Francia / Estados Unidos) Señor Salme (España) Louise Fili (Estados Unidos) Néstor Damián Ortega (México) Claudia Rojas Rodríguez (Colombia) Pablo Iturralde (Ecuador) Tipografía Neue Hass Grotesk 1958 - First Cut: Max Miedinger 2010 - Restored: Christian Schwartz Released by Monotype in June 2011 ISSN: 1133 9675 Dep. Legal: M-10821-1994 ISBN: 978-84-18049-92-7
Experimenta 94. Otoño 2022 Impreso en España por Gráficas Muriel, S.A. graficasmuriel.com Experimenta cuenta con el apoyo de:
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Tripp Trapp
Co-Obradoiro Galego
Un proyecto de Cinco Sólidos
La draisiana definitiva para niños
Con los pies en la tierra
50 años al servicio de
Ecología, sociedad, artesanía y cultura
900 m2 de buen gusto a las
es letona y se llama Brum Brum
Pablo Iturralde:
los más pequeños
06 Editorial
10 Deseo
18 IF Awards 20 años premiando al diseño
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afueras de Medellín
Arquitectura
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y mobiliario de estilo
El retrofurismo cómic de
argentino: 1920-1940
Señor Salme
36 La elocuencia de la simplicidad
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Arte comercial en su punto justo
Diseño social
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de la buena
Luces y sombras, madera y acero
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de Guy Billout
Roots presenta Cocoloco, un agua de coco diferente
Artesanía & Diseño o Diseño &
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Artesanía
Modular, diferente, natural
El binomio que suena fuerte uniendo
Meander, el sistema de asientos
origen con contemporaneidad
contract de Hannes Åström
diseño desde el centro
Louise Fili Ltd.
Ilustración española
Las singulares ilustraciones
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Jingle Design celebra el whisky y su cultura
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Entrevista a Marthe Levisman, último testimonio.
Arquitectura y mobiliario
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Arquitectura y mobiliario de estilo argentino: 1920-1940
Experimenta
omo parte del ciclo Opinión Experta del programa curatorial “Épica: hazañas del diseño argentino”, Fundación IDA entrevistó a Martha Levisman (1933 - 2022). Arquitecta, archivista e historiadora, se especializó en la obra de autores como Alejandro Bustillo, y en la producción del mobiliario argentino que renovó la decoración de estilo en la década de 1930. Bustillo le legó en vida su archivo, a partir del cual se originó ARCA (Asociación Civil para el Archivo de Arquitectura Contemporánea Argentina), espacio que dirigió entre 1998 y 2002. Publicó varios libros, como Bustillo. Un proyecto de arquitectura nacional (2010), Bustillo en Patagonia (2010) y Diseño y producción de mobiliario argentino 1930-1970 (2015), entre otros. En esta conversación, desplegó su devoción por los archivos y abordó la historia de los proyectos muebleros que cambiaron el rumbo del diseño argentino.
Martha, cuéntanos cómo fue tu acercamiento a la historia del mobiliario argentino.
Interior del Hotel Llao Llao (19361938), Parque Nacional Nahuel Huapi, Bariloche. Diseño interior y equipamiento: Alejandro Bustillo y Jean Michel Frank para la firma Comte. Crédito: IRSA.
Toda mi vida trabajé como arquitecta y, en las últimas décadas, me dediqué a hacer libros sobre ciertas “causas perdidas” de la arquitectura y el diseño. Yo lo llamo “movimiento sumergido” porque es como bucear en el fondo del océano. Me interesa preservar esas historias: buscarlas, ordenarlas, hacer libros y difundir el material para que todo el mundo pueda conocerlas. Es la Historia y, sin ella, no hay futuro. Diseño y producción de mobiliario argentino 1930-1970 —o los objetos que allí compilé— será declarado de Interés Histórico Nacional. El tema del libro lo escogí al notar que todo ese patrimonio podía olvidarse. Por lo tanto, decidí abordar ese período y contar la historia del mobiliario argentino mediante doce archivos. Recordemos que, hasta la década de 1930, no había muebles modernos diseñados en la Argentina, sino que solo se encontraban muebles clásicos. Todo el diseño de mobiliario que recopilé pertenece a artistas, pintores y diseñadores que iniciaron su producción en la Argentina. En la actualidad, esos muebles se reproducen, se ven-
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Desde 1976 hasta ahora, me ocupé de cuidar el archivo de Bustillo. En aquel momento, cuando lo recibí, no me figuré hasta qué punto eso iba a ser una experiencia crucial en mi vida.
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den, y son totalmente actuales y valorados por la sociedad argentina. El estudio de todo ese período fue excepcional; sentí que trabajé con una historia verdaderamente nacional. En verdad, es también la historia de mi vida, porque los archivos que consulté pertenecen a distintas personas que conocí a lo largo de mi carrera. Allí está la convivencia, la explicación, la ayuda y el soporte que recibí de cada uno de ellos. ¿Cómo iniciaste tu carrera como archivista?
Siempre me interesé por la Historia de la Arquitectura. La Historia es la base de cualquier comprensión, estudio, imaginación o invención; es todo lo que uno necesita para diseñar. Empecé a trabajar como archivista en La Escuelita, aquel refugio para los arquitectos creado durante la dictadura de 1976. No queríamos trabajar en la Universidad de Buenos Aires (UBA)
porque había sido tomada por los militares y no podíamos formar parte de esa historia. Aquellos arquitectos docentes brillantes, como Justo Solsona, Antonio Díaz —que después se fue a trabajar a Madrid—, Francisco Liernur y Ernesto Katzeinstein decidieron alquilar un lugar en el barrio de San Telmo para enseñar Arquitectura. Fue en ese contexto que Ernesto Katzeinstein me acercó una Revista de Arquitectura y me solicitó que la estudiara para explicarle al resto quién era Alejandro Bustillo. Cuando yo era estudiante, Bustillo era bastante desconocido. Se había recibido en 1914 con alrededor de diez personas más, cuando aún existía la Escuela de Arquitectura; porque la FAU (UBA) se creó recién en 1947. Cuando ingresé a la Facultad, en 1952, todavía había profesores franceses que nos enseñaban cosas fantásticas. Ese primer grupo que me formó estaba integrado por Juan Manuel Bortha-
Tetera de platería para el restaurante del Hotel Llao Llao. Crédito: Fundación IDA. Mueble tocador para el Hotel Llao Llao. Diseño: Alejandro Bustillo. Producción Comte. Crédito: PNNH y Fundación IDA. Silla “Vis-à-vis para el Hotel Llao Llao. Diseño: Alejandro Bustillo. Producción Comte. Crédito: PNNH y Fundación IDA.
garay y Francisco Jorge Bullrich. Norberto Yadarola, de La Escuelita, me preguntó si me gustaría entrevistar a Bustillo y, si bien yo no lo conocía personalmente, Gerardo Clusellas me había comentado que era un gran arquitecto. Cuando me reuní con Bustillo, la conversación era retórica: me hablaba de cosas que yo no conocía. Sin embargo, decidí visitarlo periódicamente, durante largos años. Hablábamos de amor y de arquitectura. Me contaba cosas de su vida y de su obra. De aquellos encuentros tengo un recuerdo absolutamente imborrable. Bustillo fue el arquitecto de la primera Dirección de Parques Nacionales (1934-1944). Para eso, fundó un pequeñísimo estudio en Bariloche junto a dos o tres arquitectos más, y desde allí creó un estilo propio. Su obra es neoclásica y moderna. Entendió la modernidad y reía cuando lo acusaban de ser clásico. Considero que en la Facultad no se enseñó correctamen-
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lo patagónico creado por ellos.
te la Historia de la Arquitectura; se olvidaron de que la arquitectura moderna es espacio y también tiempo. Desde 1976 hasta ahora, me ocupé de cuidar el archivo de Bustillo. En aquel momento, cuando lo recibí, no me figuré hasta qué punto eso iba a ser una experiencia crucial en mi vida. Allí me di cuenta que podía ver cómo estaba plasmada la Historia en los planos. así fue que nació mi devoción por los archivos y mi deseo de ser archivista.
Capilla San Eduardo, Parque Nacional Nahuel Huapi, Bariloche. Proyecto arquitectónico: Alejandro Bustillo (1938).
Me gustaría que profundices en la idea del diseño regional y la impronta de Bustillo en la Patagonia argentina.
Publicidades de la mueblería Comte, fundada en 1932 por Ignacio Pirovano. Crédito: Fundación IDA.
La historia de Parques Nacionales está muy bien documentada. El equipo primigenio estaba formado por el primer presidente de Parques Nacionales —que era hermano de Bustillo—, Bustillo y dos muy buenos arquitectos colaboradores. Este equipo tuvo en consideración lo que había sido la arquitectura original de Parques Nacionales: un estilo que provenía de grupos extranjeros y que consistía en realizar artesanalmente exteriores con tablones horizontales o verticales, hundidos con ranura y lengüeta. En ello había trabajado un equipo de italianos que emplearon tablones de todo tipo, conservando la base con piedras del lugar. Cuando Bustillo comenzó a diseñar, tomó esa idea. Hizo el Hotel Llao Llao utilizando esa tecnología: la base de piedra y la parte superior de madera en todas las variantes posibles. El Hotel Llao Llao se incendió y, luego, le agregaron niveles para ampliar la cantidad de habitaciones. Bustillo tenía una idea cabal de lo que debía ser un hotel en ese lugar, rodeado por el paisaje extraordinario del lago Nahuel Huapi y de los bosques sacramentales, en los que no habían permitido la plantación de especies nuevas para que volvieran a desarrollarse las especies originales de la Patagonia. En esa obra se condensó gran parte de la tradición cultural de la Patagonia. El grupo de Bustillo trabajó diez años hasta que, con el voto cívico, llegó Perón a la presidencia en 1946 y expropió las viviendas que se habían hecho con el equipo de Parques Nacionales. En definitiva, ese equipo realizó una gran obra con un esti-
Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi, Bariloche. Proyecto arquitectónico: Alejandro Bustillo (1936).
Publicidades de la sucursal argentina de la mueblería británica Maple, 1950. Crédito: Fundación IDA.
Quisiera que también conversáramos sobre diseño y producción de mobiliario argentino. ¿Qué empresas reconvirtieron el mueble clásico en la Argentina?
Hasta la década de 1930, en la Argentina solamente había muebles importados y clásicos. Todas las casas tenían esos muebles; eran parte del mobiliario de ciertos diseñadores extranjeros que se fue repitiendo. Algunos de esos muebles fueron tomados como base por los diseñadores modernos locales para convertirlos en muebles hechos en la Argentina. Por ejemplo, Tetela Castro partió de un mueble inglés y lo rediseñó hasta convertirlo en la hamaca inglesa-argentina que llamó Pepa. Dentro de este pe-
La vanguardia del diseño argentino, con sus historias y su producción, poseía ideas muy claras de lo que quería hacer. Había una noción colectiva de cómo se debían trabajar los diseños. ríodo de inicio de la industria del mueble en la Argentina, se destacaron las firmas Maple y Nordiska. Maple es una empresa británica que se estableció en la Argentina entre 1914 y 1918. En principio, importaba los muebles para luego tercerizar su fabricación bajo patentes y especificaciones enviadas desde Londres. La empresa realizó el equipamiento del Museo Nacional de Bellas Artes, entre otros trabajos relevantes. Nordiska Kompaniet, por su parte, es una empresa sueca que se instaló en Buenos Aires en los años 20. En sus talleres trabajaban artesanos tapiceros y ebanistas. Si bien los modelos reproducidos eran originalmente suecos, se realizaron reinterpretaciones locales con ornamentaciones afines al mercado sudamericano. Para recopilar toda esta información, accedí a la documentación de las más diversas maneras. Por ejemplo, un amigo que había trabajado en Maple me contó que algunos planos originales de la firma se encontraban adornando las paredes del Banco Nación y, co-
mo yo conocía ese edificio —hecho por Bustillo—, pude acceder a ellos. Con Nordiska, por su parte, accedí a los originales gracias a los dueños y productores de la firma. Haber encontrado los antecedentes y haber podido tener en mis manos esos planos, así como los productos, sillas y demás muebles que realizaron, fue algo maravilloso y alentador. ¿Considerás que esas experiencias pioneras impactaron, o todavía se pueden ver, en el diseño argentino?
La vanguardia del diseño argentino, plasmada en esos doce archivos que mencioné, con sus historias y su producción, poseía ideas muy claras de lo que quería hacer. Había una noción colectiva de cómo se debían trabajar los diseños. Seguramente, esa concepción no era exclusivamente local, venía de Bauhaus, de Max Bill, que aportó una cantidad de ideas excelentes al diseño y a la arquitectura. Por ejemplo, la premisa de que el diseño debe ser simple para ser construido con partes que fueran sencillas de unir, empleando pocas uniones; que la unidad del mueble pueda componerse con facilidad; que fuera ergonómico. Los muebles debían colaborar con la ergonomía, con el cuerpo, para que uno pueda mantener la espalda recta y pueda reclinarse o moverse con facilidad. De esa forma, el usuario podía mantener una postura que, con los muebles clásicos, en general, no lograba. Muchas gracias, Martha. Es un honor para la comunidad del diseño escuchar estas palabras de una referente del rescate histórico. Entrevista realizada por Franco Chimento. Edición de Emiliano Cabrera. IDA (Investigación en Diseño Argentino) es una fundación sin fines de lucro dedicada a la investigación, la recuperación, la conservación, la difusión y la puesta en valor del diseño nacional. Las conversaciones del ciclo de Opinión Experta giran en torno a la colección, que cuenta con más de 1.000.000 de piezas y documentos. Esto es posible gracias a la colaboración institucional con profesionales del diseño, gestores culturales y empresarios comprometidos con la historia y el desarrollo del país. https://www.fundacionida.org/
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