18 años - La Fuente © 2019, Fundación Educacional y Cultural La Fuente Exequiel Fernández 397, Ñuñoa, Santiago de Chile www.fundacionlafuente.cl Dirección Editorial Claudio Aravena Edición Otros Libros Equipo Editorial Juan José Richards, editor Kalu Downey, subeditora Pilar de Aguirre, correctora de estilo Diseño Otros Pérez Catalina Pérez, directora Jerónimo Pérez, director Aribel González, diseño Ana Shiaku, ilustración portada Créditos fotográficos Archivo La Fuente Biblioteca Pública de Constitución: Felipe Díaz Contardo Centro Cultural de Arauco: Felipe Díaz Contardo Biblioteca Viva: Alfredo Gildemeister Actividades culturales Centro Cultural de Arauco: gentileza de la Municipalidad de Arauco Presentación Verónica Abud: gentileza de Icare Roberto Cabrera: gentileza de Javiera Barrientos Actividades educativas Biblioteca LEA, gentileza Facebook Biblioteca LEA Impresión Ograma Primera edición Febrero, 2019 ISBN: 978-956-09276-0-6 Se imprimieron 300 ejemplares en 320 páginas de papel Bond Stora Enso Lux Cream de 90 grs distribuidas en cuatro cuadernillos de 13,7 cm x 22,2 cm, 15,1 cm x 23,6 cm, 16,5 cm x 25 mm y 18 cm x 26,5 cm. Derechos reservados, prohibida su reproducción total o parcial. La Fuente agradece a todos quienes colaboraron con testimonios, fotografías y recomendaciones para llevar a cabo este libro, que conmemora sus dieciocho años de existencia. El ejemplar que usted tiene en sus manos fue creado con mucho cariño durante un año, compártalo con otros.
LA FUENTE
18 años La historia de La Fuente es la historia de las personas que la hacen posible. ¿Cómo pasaron de ser una buena idea a una fundación con presencia a lo largo de todo Chile donde 120 personas trabajan ejecutando proyectos? El trabajo, la creatividad y la reinvención han sido claves para fomentar el placer por la lectura.
LA HISTORIA 2 — 63 LOS NÚMEROS 64 — 92 LOS PROYECTOS 93 — 204 LA VERO 205 — 221 LAS IMÁGENES 222 — 276 LOS ESPACIOS 277 — 320
Verónica Abud y Cristina Girardi en la inauguración de la Biblioteca Pública de Cerro Navia.
La historia (se cuenta)
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El año 2000 marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de la educadora Verónica Abud. Después de diez años como profesora en el Villa María Academy y de once a cargo de la gerencia de la Fundación Educacional Lo Barnechea, sintió ganas de empezar un proyecto propio. «Tenía la idea de hacer algo chiquitito que fomentara la lectura, pero nunca me imaginé que íbamos a terminar en esto», confiesa hoy la Vero. Para empezar convocó a su hijo mayor, Felipe Cussen, quien junto a su señora Marcela Labraña y su buen amigo Sebastián Schoennenbeck, formaron un primer grupo. Los tres estaban recién egresados de Letras en la Pontificia Universidad Católica de Chile y amaban los libros. El proyecto inicial estaba asociado a la Fundación Chile Unido, se llamaba Lazos y buscaba fomentar la lectura en colegios subvencionados. Lo que hacían era equipar bibliotecas escolares, capacitaban al personal y creaban una buena colección de libros. «La idea venía muy influenciada por la experiencia anterior en la Fundación Educacional Lo Barnechea y en un comienzo tenía una lógica medio asistencial y paternalista que con el tiempo se fue diluyendo», recuerda Felipe Cussen. Él junto a Marcela Labraña compraban los libros para las colecciones escola-
res, principalmente de literatura y arte, sin hacer una distinción entre literatura infantil y de adultos. «De hecho ahí tuvimos un primer gran problema con Chile Unido porque compramos un libro precioso de la historia de la mujer en el siglo xx, de la editorial Taschen, en el que aparecían mencionados la quema de sostenes y la pastilla anticonceptiva como hechos históricos, sin ningún juicio de valor, y en Chile Unido se metieron a revisar las cajas y cuestionaron ese contenido», recuerda Marcela. A ese primer reparo le siguieron otros. Por ejemplo, cuando Sebastián Schoennenbeck se matriculó en un Diplomado en Estudios de Género en la Universidad de Chile, desde Chile Unido le preguntaron a la Vero de qué se trataba el Diplomado y ella respondió para salir del paso que Sebastián estudiaba los distintos «géneros» literarios: lírico, épico, dramático. «En esa época estaba instalado el discurso de que la literatura transmitía valores y nos tocaba mucho ver censura», recuerda Felipe. Al poco tiempo, se cambiaron a una casa en Vitacura, frente a la Escuela Moderna de Música y decidieron independizarse de Chile Unido. «Para mí la lectura, la cultura y la educación son herramientas que te permiten ser libre y no íbamos a transar con eso», explica la Vero. Poco
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Arriba, Isabel Margarita Pineda junto al Bibliomóvil de Puerto Octay. Al medio, Claudio Aravena y Sebastián Schoennenbeck en el stand de La Fuente en La Otra Feria. Abajo, el primer logo de La Fuente diseñado por Prolam.
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Inauguraciรณn de la Biblioteca Viva Vespucio.
Roberto Cabrera, Sebastiรกn Schoennenbeck y Claudio Aravena en la Inauguraciรณn de la biblioteca de la Escuela de Quillota.
tiempo después, para marcar la independencia, su marido Albert Cussen le dijo que buscara una casa que funcionara como sede de su propia fundación. Esto fue un jueves. El viernes la Vero encontró una casa en la calle California con Andacollo, cerca de La Bandera Azul, en Providencia, y el lunes se cambiaron. «Al principio no se creía mucho el cuento de que iba a poder ella sola con una fundación», recuerda Marcela, «pero en virtud de que la empoderamos tanto nos invitó a seguir siendo parte de lo que estaba armando». La Vero sabía de educación, de fomento a la lectura y cómo conseguir fondos. Marcela, Felipe y Sebastián sabían de literatura y libros. A ellos se les sumaron en administración
bibliotecas», recuerda con emoción. En agosto del 2000 contrató a un abogado, creó los estatutos de la fundación y un 15 de agosto nació La Fuente. Lo que idearon fue que Albert Cussen y su hija w crearan una sociedad y contrataran a la Vero. «Era una sociedad comiquísima. El primer estatuto decía que yo no podía retirar nunca una utilidad y todo lo ganado se iba a seguir reinvirtiendo en los programas de educación y cultura», recuerda. ¿Y por qué La Fuente? Un día Albert la llamó y le dijo que en cinco minutos más iba a entrar al Servicio de Impuestos Internos a inscribir la sociedad y le iban a preguntar cuál era el nombre. La Vero no supo qué responder y le pidió
Elena Sittler y Gloria Rodríguez. En el área de lectura Roberto Cabrera, también egresado de Letras y Catalina Hurtado, que había trabajado en pedagogía antes con la Vero: «Un grupito chico, pero muy bueno que armamos en poco tiempo». El empresario Fernando Léniz le armó un directorio y empezaron. Para entonces la Vero ya había echado a andar Creando los Lectores del Mañana (CLM®), un proyecto que comenzó cuando José Weinstein, gerente de proyectos educacionales de la Fundación Andes, le pidió tres bibliotecas. Al poco tiempo Juan Eduardo Errázuriz le pidió una cuarta en Rengo y los hijos de don Eduardo Guilisasti le pidieron una más en Puquillay Bajo. «De un día para otro, tenía cinco
un momento para pensarlo. Llamó a su hijo Felipe, que trabajaba con ella y anteriormente ya le había ayudado a elegir los nombres de otros proyectos. Le contó la situación. Felipe lo pensó un minuto y luego le dijo: «La Fuente»… a ella le sonó parecido a un apellido y Felipe le explicó que, primero, le gustaba cómo sonaba. «Y cuando te pidan la razón, tú dices que eres fuente de innovación, fuente de inspiración, fuente de proyectos, fuente de todo», recuerda la Vero. Y así la convenció de la idea. ¿Como una fuente de agua? Ella podía ser eso. De hecho el primer logo que tuvieron fueron tres gotas de agua que salían de un mismo punto en varias direcciones.
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«Y cuando te pidan la razón, tú dices que eres fuente de innovación, fuente de inspiración, fuente de proyectos, fuente de todo».
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Arriba, Arturo Cussen y Felipe Munita en una actividad de extensión cultural. Abajo, Verónica Abud recibe el Premio Emprendedora de Latinoamérica en abril del 2009. Aparece en la foto junto al entonces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y al expresidente de Colombia, Álvaro Uribe.
Arriba, fiesta de Navidad en La Fuente (izq) y la inauguración de la Biblioteca Viva Vespucio (der). Abajo, equipo de Biblioteca Viva Trébol en la Feria del Libro de Talcahuano.
A la izquierda abajo, Marcela Labraña, Felipe Cussen y Roberto Cabrera en la inauguración de la Biblioteca de Rengo; al lado, Cuentacuentos para niños.
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Arriba, la inauguración del Bibliomóvil de Puerto Octay (izq) y una vista de la Biblioteca de la Escuela de Caldera (der). Más abajo, la inauguración de la Biblioteca de Chiguayante.
Felipe Cussen y Marcela Labraña
Fueron coordinadores pedagógicos de La Fuente. Él poeta, ella investigadora, ambos son fundadores de La Oficina de la Nada.
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«La Fuente se ha convertido en una voz».
No creíamos que leer libros era necesariamente era algo útil, ni que transmitía valores. Tampoco creíamos en las divisiones entre literatura infantil y adulta ni en que los niños mejoraran su lectura aumentando la velocidad lectora. Y como coordinadores pedagógicos tuvimos libertad absoluta. Inventamos y probamos muchas dinámicas, ocupábamos las instrucciones de Cronopios y Famas de Cortázar con niños de kínder y hacíamos máquinas de formar frases con distintas variables. Nuestro aporte fue poner la calidad de la literatura y para esto probamos muchos formatos, de hecho en un momento hicimos un piloto de un programa de televisión que fomentaba la lectura. El protagonista se llamaba Leo y leía cuentos que después se actuaban, bien metaficción. Mandamos el proyecto a concurso del Consejo Nacional de la Televisión y salimos segundos. El programa que ganó ese año fue 31 Minutos. Otro aporte que hicimos en La Fuente fue cambiar el horario de las reuniones. En vez de a las ocho, las agendábamos a las diez y media. También prohibimos el amigo secreto, pero por supuesto que apenas nos fuimos, volvió. Hoy La Fuente se ha convertido en una voz con respecto a temas de fomento a la lectura. Ha hecho un aporte no solo a nivel de acción, sino también crítico, y eso nos gusta mucho.
primeras bibliotecas en los escolares, así que le aprobaron la donación por un año más. Mientras La Fuente crecía, también lo hacían sus desafíos. El equipo que venía recién egresado de Letras en la Universidad Católica, a cargo de la coordinación pedagógica, siempre planteó que no estaban muy convencidos de que la lectura mejoraba midiendo la velocidad lectora. «A nosotros eso no nos parecía un indicador tan exacto ni tampoco un valor en sí mismo», recuerda Felipe Cussen, así que junto a Marcela Labraña, Sebastián Schoennenbeck y Roberto Cabrera, buscaron métodos menos convencionales para fomentar el amor por leer. Querían que las bibliotecas de La Fuente fueran inspiradoras y que generaran un amor por la lectura. «Dijimos saben qué más, olvidémonos de la comprensión lectora y de medir la velocidad lectora, que es la locura más grande que se ha hecho. Hagamos algo más lúdico», recuerda la Vero. Hicieron de todo: desde ciclos de poesía de todas las nacionalidades hasta innovadores talleres. Inventaron temas, el Mes del Medioambiente, el Mes del Terror, el Mes del Amor. ¿A un niño no le gustaba la literatura? Lo hacían empezar leyendo a Condorito. «La biblioteca no es solo para estudiar, es para leer, para soñar, para enamorarse», explica la Vero.
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«Habíamos recién empezado cuando un amigo de Albert me dice que le presentemos un proyecto a la Citigroup Foundation, en Estados Unidos. Y nos ganamos un fondo para hacer tres bibliotecas más», recuerda la Vero. El sistema de donación de los norteamericanos les sirvió para ordenarse como si fueran una empresa, con auditoría y estándares contables. Les llegaron 500.000 dólares y con eso se pegaron un salto grande. Corría agosto del 2001 y para su cumpleaños número 50, Albert le regaló a la Vero un viaje a Nueva York con sus dos hijas, pero unas semanas antes de partir ocurrió el atentado a las Torres Gemelas, así que decidieron aplazar el viaje. Cuando, unos meses después por fin viajaron, una vez que llegaron a Manhattan la Vero le pidió una entrevista a la gerente de Citigroup Foundation. «Aunque estábamos en plan vacaciones, me vestí elegante y partí. Lo primero que les dije fue yo venía a la ciudad a acompañarlos en la tragedia que habían vivido», recuerda. La gerenta de Citigroup se derrumbó y le agradeció por ir a verla en un momento en que muy pocos se atrevían ir a Nueva York. En Citigroup Foundation estaban muy contentos con cómo habían rendido los recursos en La Fuente y el impacto que tuvieron esas
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Arriba, una celebraciรณn del 18 de septiembre en la casa de la calle Austria. Abajo, Carola Ojeda, Arturo Cussen, Roberto Cabrera y Felipe Munita en una fiesta en la casa de Vasconia.
más general, que se abrió a un mundo muy fascinante», recuerda Hernán Rodríguez. «La Verónica estaba muy al tanto de las experiencias internacionales sobre fomento a la lectura, por lo que fuimos explorando nuevos formatos para sus proyectos. Esta experiencia abrió el entendimiento de la Fundación Andes hacia otras bibliotecas. A partir de La Fuente, nos metimos después a apoyar a la Biblioteca de Santiago y luego a la Dibam. La Fuente abrió la posibilidad de que las bibliotecas fueran un gran tema para cultura en Fundación Andes». «Empezamos con bibliotecas escolares y seguimos con intervenciones en bibliotecas públicas», recuerdan Marcela Labraña y Felipe Cussen. Ahí tenían que convencer a los encargados de tener estanterías abiertas, en una situación muy precaria. «De hecho, algunos profesores a los que les había mandado buenos libros para hacer bibliotecas de aula, los tenían guardados en cajas porque les daba miedo que se los robaran, les hicieran un inventario y los culparan a ellos».
«La Fuente abrió la posibilidad de que las bibliotecas fueran un gran tema para cultura en Fundación Andes».
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Y al poco tiempo de echar a andar Creando los Lectores del Mañana (CLM®), un día conversando con Óscar Agüero, secretario ejecutivo del Comité de Donaciones Culturales, la Vero se dio cuenta de que si las bibliotecas escolares se abrían a la comunidad podían presentarse por la Ley de Donaciones Culturales y ahí había una forma atractiva de proponérselas a las empresas. «De a poco me empecé a enamorar de la idea y fuimos experimentando con esa fórmula», recuerda. La Fuente se estaba estabilizando cuando Hernán Rodríguez, gerente de Cultura de la Fundación Andes, le preguntó a la Vero por qué no llevaba el proyecto CLM® a una biblioteca pública. Ella le confesó que nunca había entrado a una biblioteca pública, pero se puso a investigar. Buscó una comuna que ya tuviera una biblioteca central y que quisiera abrir más sedes. Entonces apareció Peñalolén y la posibilidad de crecer ahí. «Comenzamos financiando las bibliotecas escolares y esto fue tomando un área
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La inauguración del Bibliomóvil de Cerro Navia, Ariel Sevi, gerente general de Citigroup, el subsecretario de Educación José Weinstein, la alcaldesa de Cerro Navia Cristina Girardi y Verónica Abud.
La inauguración de la biblioteca de la Fundación Nuestros Hijos, del Hospital Sótero del Río. Verónica Abud, Patricia Edwards y Fernando Concha de Citigroup.
La inauguración de la biblioteca de Talcahuano, hecha junto Claudia Olavarría, Ruth Navarrete, gerente de Fundación Cap, Verónica Abud, Claudio Aravena, Natalia Colipí, Maritza Pérez e Isabel Casar.
Sebastián Schoennenbeck
Fue coordinador pedagógico de La Fuente. Es director del Departamento
de Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
«Éramos un grupo chico y había tanto por hacer».
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Si bien el programa estaba diseñado y los líderes del proyecto tenían experiencia en fomento de la lectura, nadie sabía muy bien qué tendríamos que hacer. A pesar de que estudié con Felipe y Marcela, y de que conocía a la Vero de toda la vida, había algo de factor sorpresa. ¡Éramos un grupo tan chico y había tanto por hacer! Forrábamos libros, instalábamos bibliotecas, ordenábamos estanterías, trabajábamos con niños, planificábamos calendarios temáticos para el fomento lector, sugeríamos compras de libros. Todo pensando en que la literatura infantil y juvenil alcanzara la relevancia que realmente se merecía. Se reían mucho de mi preocupación por la limpieza de las bibliotecas. Era (y soy) un convencido de que una manera de dignificar cultural y socialmente la lectura es manteniendo limpio el lugar de los libros. La Verónica decía siempre entre risas y a modo de chiste: «A Sebastián le importa más que las bibliotecas estén limpias que los niños lean». También decían que antes de comprar un mueble me tenían que preguntar si se podía limpiar con facilidad o no. Nos reíamos mucho. Pero algo se llevaba nuestro completo interés: que la buena literatura llegara a todos. Si bien creo en las ventajas de la lectura como medio de aprendizaje y desarrollo de competencias, para mí era muy importante que los niños pudieran encontrarse con la belleza a través de grandes libros. Cuando en ellos se generaba ilusión, yo quedaba muy contento. Soy parte de una fundación muy joven que iba ganando experiencia y terreno, pero que estaba conformada por lazos de amistad y afinidad profesional. Vi cómo el aprendizaje se lograba a diario y a pulso, y cómo cada cambio suponía siempre un crecimiento del proyecto, un crecimiento de todos.
Hernán Rodríguez
Fue gerente de proyectos culturales de la Fundación Andes , desde donde financió varias iniciativas de La Fuente. Es director del Museo Andino.
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«Me impresionó la certeza y vehemencia de la Verónica en cuanto al fomento a la lectura».
Como gerente de Cultura de la Fundación Andes tuve que salir a ver qué había en esa área para cazar proyectos y me tocó conocer a la Verónica con sus bibliotecas en establecimientos de Colina y Renca, en Santiago. Me impresionó mucho su certeza y vehemencia en cuanto al fomento a la lectura y me convertí en un defensor de sus proyectos y se los presenté a una comisión de diez caballeros de la Fundación Andes que en un principio dudaban si financiarlos o no. Apoyamos una pequeña biblioteca y después varias más. Seguimos con campañas de fomento lector y un una biblioteca pública y un museo en Puerto Octay. A lo largo de cuatro, cinco o seis años me tocó hacer el seguimiento en terreno de estos primeros proyectos y realmente eran geniales, todos muy exitosos. La lucidez y la certeza de la Verónica eran capaces de involucrar a la gente. Además creó un equipo de personas que estaban absolutamente convencidas de lo que estaban haciendo, personas con una vocación muy fuerte y muy convincente. Hoy me hace muy feliz saber que La Fuente sigue y sigue creciendo. Que la Verónica haya ido formando su propia gente. Me gusta ver cómo las Bibliotecas Viva siguen manteniendo el mismo espíritu desde su inicio. Ahora, por ejemplo, que estoy en el Museo Andino, me ha tocado trabajar con los equipos de ella y me sorprende encontrarme con pequeñas Verónicas que proyectan algo en lo que creen y lo hacen propio.
Coincidió que cuando Marcela y Felipe se fueron a hacer sus doctorados a Barcelona, venía entrando a La Fuente otro compañero de ellos de Literatura de una generación más abajo, de 26 años, que siempre había tenido un interés en el arte y la educación. «Tengo un vínculo muy fuerte con la educación y sigo siendo bastante profesor para trabajar», cuenta Claudio Aravena, quien por esa época había hecho su práctica en un liceo industrial de La Legua, donde se había encontrado con un abandono material y profesional que lo impactó. Sabía que había mucho por hacer. Recuerda que llegó a La Fuente por una recomendación: «Una de mis mejores amigas, Florencia García –actual directora de Biblioteca Pública Digital– estaba trabajan-
Vero unos computadores tan malos que la mayoría trabajaba desde la casa. En esa época la fundación era muy chica, cuatro o cinco personas. La Gloria Rodríguez, que era la secretaria y hacía de todo; Carlos Chaigneux, que era un ex dj de La Parva era el junior, y estaba la Neni Sittler, quien trabajaba en la gestión de los proyectos». «Al principio los espacios eran escasos», recuerda Sebastián. «Pero eso generaba un fuerte sentido de equipo. Estábamos siempre juntos entre torres de libros por clasificar y forrar, guías de despacho por enviar, planificaciones de actividades de fomento por hacer y materiales para trabajar. La oficina tenía un aire de taller y eso era encantador. Con el tiempo el sistema se fue profesionalizando y crecimos mucho más».
do en este proyecto que había empezado la mamá de Felipe Cussen, del que yo sabía muy poco». Claudio postuló a un puesto en Valparaíso y no quedó, pero su currículum se mantuvo sobre la mesa de la Vero. Un tiempo después lo llamaron para que fuera a una entrevista. Ese día llegó media hora atrasado a la casa en la calle California donde funcionaba la fundación, y le abrió la puerta Sebastián Schoennenbeck. «Me dijo que iba a preguntarle a la Vero si me iba a recibir o no... Subió una escalera al segundo piso y yo escuché ‘¡Que espere, llegó tarde!’. Sebastián, que es la persona más elegante que conozco, bajó y me dijo que él creía que iba a tener que esperar un poco…», recuerda Claudio riéndose. Así que se sentó a esperar y miró alrededor. «Alguien le había donado a la
A los pocos minutos de espera, Claudio subió y entró a la oficina de la Vero. «Me encontré con esta señora de pañuelo al cuello, peinada de peluquería, sentada en un escritorio enorme, que me hablaba y me hablaba». La Vero le explicó que había muchos postulantes para su cargo, así que lo despachó rápidamente. A los pocos días Claudio recibió un llamado: empezaba el lunes. Solo le dijeron que llegara temprano a la oficina, dónde le iban a dejar las llaves y cuál era la clave de la alarma y tenía que partir a prestar libros a Peñalolén. «Ahora hacemos inducciones y capacitaciones, pero entonces empecé nomás. Que me hayan pasado las llaves sin conocerme creo que refleja mucho este espíritu de la Vero y de La Fuente», recuerda Claudio.
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«Estábamos siempre juntos entre torres de libros por clasificar y forrar, guías de despacho por enviar, planificaciones de actividades de fomento por hacer y materiales para trabajar».
Carolina Cussen
Es Ingeniera Civil Industrial y Bailaora de Flamenco. Es analista de administración y finanzas de La Fuente.
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«Ahora leo más».
Tengo dos inicios en La Fuente. El primero, en el año 2002, cuando estaba recién titulada de mi carrera de Ingeniería Civil Industrial y la Vero me pidió hacer una evaluación económica de la primera Biblioteca Viva. Fue un ejercicio sencillo de ingresos proyectados y costos, que dejaba ver que iba a ser un proyecto de gran impacto y con un futuro auspicioso. El segundo, once años después. Esa vez decidí quedarme y trabajar codo a codo con un equipo de tremendos profesionales, con gran compromiso hacia el proyecto. Desde 2013 apoyo como externa el área de administración. Mi tarea principal es velar por la buena gestión y asesorar a la gerencia en el uso eficiente de los recursos para el buen funcionamiento de los proyectos. A la vez veo cómo generar ahorros que nos ayuden a realizar mas proyectos. Por suerte, también contamos con la asesoría y visión de Albert, mi papá, a quien no se le escapa una. Es un gran administrador y de él he aprendido muchísimo. Pero en casa de herrero, cuchillo de palo. A pesar de trabajar en un lugar que promueve la lectura, ¡yo casi no leo! Lo mío es la danza. Soy muy mala para leer, pero mientras tenga piernas y salud voy a estar en un estudio de baile practicando y enseñando. Eso sí, desde que entré a la fundación he comenzado a leer cada vez más y creo (estoy convencida) que cuando sea mayor leeré todos los libros que no he leído en mi vida.
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Claudio Aravena contando cuentos en la inauguraciĂłn del programa de lectura de Cerro Navia, el aĂąo 2002.
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Claudio trabajó dos años en Peñalolén como asistente técnico del plan lector que la Vero, junto a Felipe, Marcela y María José González, habían diseñado para la comuna. «Tenía una parte cultural en que se trabajaba con la biblioteca pública y una parte escolar que era con un Bibliomóvil, un furgón cargado de libros que recorría una escuela por día», cuenta. A Claudio le tocaba todas las mañanas juntarse con Andrés, el chofer que lo llevaba y partir rumbo a Peñalolén, donde pasaba por un colegio al día, contando cuentos por todos los cursos de básica. «Todo era nuevo. Fue una experiencia absolutamente inédita. Por un lado yo era una especie de juglar que iba por los
era todavía muy nueva, y siento que en ese entonces parte de nuestra reflexión como equipo era ir construyendo en forma colectiva ese quehacer. Y tercero, cuando estabas en los proyectos, era todo un desafío la coordinación entre personas y entidades muy diversas, pues tenías que sentarte a hablar a la par con un director municipal, luego con un directivo de alguna empresa donante, después con un exfutbolista profesional reconvertido en encargado de Bibliomóvil… y con todos ellos generar un diálogo constructivo, que permitiera avanzar en cada uno de los proyectos». En esa época no existía el concepto de que la biblioteca era un lugar para
«Había que inventar día a día tu espacio de trabajo, pues la figura de “acompañante” de proyectos de promoción de la lectura era todavía muy nueva». colegios y por otro tenía un trabajo administrativo en la oficina. El cambio fue bien loco, pero me gustó mucho», recuerda Claudio. «Aprendí a ingresar libros, a trabajar con niños, a contar cuentos, de literatura infantil y de bibliotecas, todo un universo que era desconocido para mí». «Los desafíos eran muchos», recuerda Felipe Munita, quien entró el 2001 y se incorporó a la planta fija de La Fuente el 2003. «Primero, entrar a una institución cuyo equipo técnico-pedagógico estaba integrado por gente muy bien preparada, lo que significaba un enorme desafío profesional. Segundo, estaba este desafío de “inventar” día a día tu espacio de trabajo, pues esa figura de “acompañante” de proyectos de promoción de la lectura
pasarlo bien, sino que era donde se iban a buscar los libros para hacer las tareas. No había interacción ni desarrollo comunitario, ni actividades culturales. En Peñalolén el equipo de La Fuente empezó a poner en práctica un plan comunitario de lectura. Este fue el primer proyecto de La Fuente en que se miró lo comunitario de forma más global. Estaba financiado por la Fundación Andes, y era liderado por Sebastián Schoennenbeck. «La Fuente pasó de lo escolar a lo comunitario y entró de lleno a la biblioteca pública», recuerdan. Sebastián era el coordinador general, Claudio veía las escuelas municipales y María José González la parte cultural. El proceso bibliográfico estaba a cargo de
la bibliotecaria brasileña Lourdes Leandro, mientras que Arturo Cussen y Felipe Munita velaban por la extensión comunitaria. «Viéndolo con perspectiva, este fue el camino que más tarde nos uniría con Mallplaza», adelanta Claudio. En esa época, la encargada de prensa de la municipalidad de Peñalolén, donde estaban haciendo la mayoría de sus acciones, consiguió que El Mercurio les cubriera la inauguración de un Bibliomóvil. La nota salió publicada en portada con un titular que dice: «Inauguran biblioteca móvil». Y en la bajada se lee: «Con presencia de escolares la municipalidad de Peñalolén puso en funcionamiento
un novedoso sistema de biblioteca móvil para fomentar la lectura entre los niños. En la fotografía los alumnos disfrutan de los textos, la mayoría de su gusto e intereses». En la foto aparece Claudio, en una furgoneta con el logo de La Fuente, rodeado de niños leyendo. «Estábamos todavía en la casita de la calle California cuando un día me toca el timbre un señor y se presenta», recuerda la Vero. Era Mauricio Stillman, que trabajaba para el Mallplaza y había visto la noticia en el diario. «Nos necesitaba porque el mall estaba buscando cómo reinventarse y pensaron que una buena idea era instalar una biblioteca dentro».
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Inauguración de la biblioteca de Concón.
Felipe Munita
Fue coordinador de extensión cultural y Bibliomóviles en Valdivia. Actualmente es investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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«Nos tocaba inventar día a día nuestro trabajo».
Comencé con La Fuente cuando todavía estaba terminando Letras y luego en el año de Formación Pedagógica. Con Arturo Cussen montamos un equipo de extensión cultural que realizaba actividades de animación lectora para establecer puentes entre la literatura y otras artes como la música o el teatro. En 2003 me integré a la plantilla de asistentes técnicos. En esa época, La Fuente todavía era un espacio muy familiar, conformado por pequeños equipos de trabajo en los que, literalmente, nos tocaba «inventar» día a día nuestro trabajo. Trabajaba con Arturo Cussen y Roberto Cabrera, asistente técnico de los primeros proyectos que visitamos. Comencé con los proyectos de Bibliomóvil en Cerro Navia y en la Región de Coquimbo, hasta que, en 2004, me trasladé a Valdivia para hacerme cargo, junto a Paola Bustamante, de la red de Bibliomóviles de Los Ríos. Este fue un espacio decisivo en mi formación profesional porque, además de tener que encargarme de aspectos de gestión que eran totalmente nuevos para mí, conocí realidades escolares muy diversas, y personas maravillosas que, a veces en contextos muy precarios, dedicaban sus esfuerzos diarios a llevar libros de calidad a las manos de niños que, de otro modo, no tenían posibilidades de acceder a ellos. Anécdotas recuerdo muchas, como las veces en las que, en medio de un barrial invernal en los peores caminos rurales de Valdivia, nos quedamos sin poder subir una cuesta, y Arturo y yo terminamos empujando los Citroen C15 que eran los primeros Bibliomóviles. Uf. U otra vez que, en una curva cerrada del camino interior de Corral a Valdivia, todos: Bibliomóvil, libros y mediadores, estuvimos a punto de caer a una quebrada por culpa de un camión maderero que no parecía interesado en ceder ni un centímetro de la ruta. O los célebres barros luco del Juan y Medio con los que celebrábamos, Arturo, Roberto y yo, el final del día de trabajo. En tus primeros años de formación profesional, todo es un aprendizaje enorme.
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Arriba, el primer equipo de La Fuente junto a Verรณnica Abud. Abajo, el equipo de Biblioteca Viva junto a la entonces ministra de Cultura, Paulina Urrutia, en Los ร ngeles.
Mauricio Stillman
Fue consultor de Mallplaza y contactó a La Fuente para la creación de las Bibliotecas Viva. Es sicólogo laboral y consultor de desarrollo organizacional.
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El golpe de suerte
Quizás todo en la vida es casualidad y uno cree que tiene control de las cosas, pero no: las cosas ocurren. Recuerdo que por el año 2003 estaba trabajando de consultor para Mallplaza, haciendo un estudio sobre las condiciones de trabajo de las personas que trabajaban en las pequeñas tiendas. Ese estudio arrojó una serie de problemáticas y una fue que las trabajadoras que eran jefas de hogar no podían ayudar a sus hijos con las tareas. Tuve que verlo con Marcello Corbo, subgerente de Mallplaza Oeste, y dándole vueltas surgió la idea de una biblioteca para los trabajadores. Yo siempre leo los diarios y una vez en la portada de El Mercurio vi algo que me interesó: un Bibliomóvil en Peñalolén, que era la comuna en la que yo vivía por esa época. Busqué esa nota y me enteré de La Fuente. Recuerdo haber pensado: esta gente debe saber de bibiliotecas, así que los contacté. Hicimos una primera reunión. Al juntar a Fernando de Peña, que ya es muy embalado, con la Verónica, se creó una energía que nos hizo pensar que cualquier cosa era posible. ¡Cuál de los dos más empilado! Fue (y es) una experiencia tremendamente exitosa. Muy poderosa. Siempre pienso que haber estado ahí para contactar estas dos fuerzas ha sido una de las casualidades más exitosas de mi vida.
to a su hija Carola –que por esos años estaba haciendo la memoria de ingeniera civil industrial– presentó a Mallplaza un proyecto de operación con un estudio de costo muy detallado. «Un poco antes, mientras estaban trabajando en Peñalolén, la Vero y su equipo había puesto sus ojos en Victoria Pení, quien había sido subdirectora de las bibliotecas públicas de la Dibam. La habían contratado en La Fuente para aportar ciertas líneas de trabajo que les permitieran abrirse a la comunidad. Algo que era más propio de la mirada de la bibliotecas públicas, que de las bibliotecas escolares», recuerdan en La Fuente, y ayudó en este proceso. Con ella, por ejemplo, replicaron ciertos proyectos como «El casero del libro», de la Dibam, en el que iban a la feria, en Peñalolén, con un carro con libros para prestarles a los feriantes. «Ella nos conectó más con el mundo de los bibliotecarios. Fue un poco la presentación en sociedad de esta pequeña fundación. Fue una especie de pasaporte hacia ese mundo», recuerda Claudio. En La Fuente llegaron el día del plazo con un proyecto bien desarrollado y la propuesta de la Dibam llegó por fax unos
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Mauricio Stillman le contó la idea de hacer una biblioteca para los empleados del mall a la Vero y ella en un primer momento se mostró escéptica. Le respondió que lo suyo era una fundación sin fines de lucro. «Yo le expliqué que no perdía nada con reunirse y ver. Era una buena idea y había que echarle para adelante», recuerda Mauricio. La primera idea era que La Fuente les hiciera una biblioteca a las personas que trabajaban en el mall para que les pudieran ayudar a sus hijos con las tareas, pero luego el directorio propuso hacer una biblioteca abierta a todo el público. «Eso me encantó porque era mucho más cercano a lo que me interesaba a mí», cuenta la Vero. Para esto, en el Mallplaza decidieron llamar este proyecto a concurso a La Fuente y a la Dibam. La Vero contactó de inmediato a la arquitecta Lorena Mussa, que por esa época se acababa de independizar y estaba armando su propia oficina y se pusieron a investigar (ver en el capítulo Los espacios). Le escribió un mail a la única biblioteca dentro un mall en el mundo, en Canadá, se entrevistó con sus encargados y responsables y jun-
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Arriba, la inauguración de la Biblioteca Viva de La Serena. Abajo, Lorena Talma, de Citigroup, Verónica Vidal, de La Fuente y el alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo, en la inauguración del Liceo Matilde Brandau de Ross.
Florencia trabajamos un año completo juntos. Ella era la directora de la Biblioteca Viva de Vespucio y yo el subdirector», recuerda Claudio. Después de un año, él volvió a hacerse cargo de los demás proyectos sociales y, Florencia se quedó con las Bibliotecas Viva. Para entonces, Paulina Méndez estaba a cargo de administración y finanzas. Y esa fue la primera estructura más grande que tuvo La Fuente. Entonces Fernando Léniz, presidente del directorio, nombró tres nuevos puestos de jefatura. Claudio, Florencia y Paulina, que hasta entonces habían sido coordinadores, pasaron a ser gerentes. Después de todo, manejaban sus propios presupuestos, tomaban las decisiones y estaban a cargo. Así nacieron la gerencia de proyectos sociales, a cargo de Claudio; la gerencia de Biblioteca Viva, a cargo de Florencia García, y la gerencia de administración y finanzas, a cargo de Paulina Méndez. «Ahí apareció un primer orden. Cada área tenía una cabeza y a pesar de que todos trabajábamos en un espacio común, había una persona responsable por equipo. Eso hizo que a la Vero, y en verdad a todos, se nos hiciera más fácil», cuenta Claudio. Y funcionaron con esa estructura por cuatro años. Fueron años muy productivos, mientras un equipo se preocupaba de sacar adelante las nuevas sedes de Biblioteca Viva, otros cooperaban con la implementación de Bibliomóviles en el sur. Al mismo tiempo, en Valdivia, desarrollaban proyectos con el padre Gabriel Guarda, OSB, quien asesoraba el proyecto de recuperación patrimonial de la Biblioteca Pública de Valdivia, junto a Sofía Sanfuentes y Lorena Mussa. «Fue un cambio tremendo, una especie de laboratorio, mientras se revisaban planos, se preparaban manuales de animación lectora». Extendieron el horario de trabajo, se contrataron más personas y se creó el centro de procesamientos para ingresar, clasificar y almacenar las colecciones de libros. Esta área fue dirigida por Pamela Arroyo y luego por Pamela Jerez, quien estuvo diez años a cargo de esta tarea.
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días después. El directorio del Mallplaza los eligió sin dudarlo. «Esto fue en septiembre y el local de Mallplaza Vespucio tenía que estar abierto el 15 de febrero», recuerda la Vero. «Yo les dije ok, pero mi fundación es sin fines de lucro y nació para ayudar a la gente pobre y ustedes no lo son. Yo lo hago solo con una condición: que esto me deje plata para estabilizar el trabajo social que hago. Así que les voy a cobrar». En el mall estuvieron de acuerdo y la Vero se abocó a crear un concepto cultural alrededor del centro comercial. «En el equipo había un prejuicio muy fuerte sobre crear una biblioteca en ese espacio. Internamente hubo harta discusión y llegamos al consenso de que lo haríamos. El negocio era bueno y nos iba a permitir invertir en planes para escuelas rurales», recuerda Claudio. Al principio el encargo fue un local de préstamos de libros en el refractario de los empleados, pero terminó haciéndose una gran biblioteca abierta en un espacio de 400 metros cuadrados. «Entregamos el 15 de febrero y fue un éxito. Nos llamaron de Mallplaza y nos pidieron de inmediato una en Trébol, en La Serena y otra en el Mallplaza Norte», recuerdan en La Fuente. La Vero les dijo «ni un problema, pero yo no voy a correr ningún riesgo. Si ustedes quieren jugárselas, hagámoslo bien». Así que cerraron con un buen trato económico que le permitió a la fundación tener una base estable para crecer. «Es súper difícil cobrar por los gastos administrativos, pero aprendimos a hacerlo», recuerda la Vero. En poco tiempo pasaron de tener unas pocas bibliotecas a decenas. Esto significó que hubo que cambiar de estilo de trabajo. Y de casa. Pasaron de California a otra más grande en la calle Austria. Compraron computadores personales y Claudio y Florencia García, que estaban trabajando en Peñalolén y en Valparaíso respectivamente, tuvieron que empezar a trabajar de lleno en el proyecto de las Bibliotecas Viva, donde Victoria Pení estaba inicialmente a cargo. «Mientras la Vero llevaba los demás proyectos, con la
Fernando de Peña
Vicepresidente ejecutivo de Mallplaza.
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«De forma conjunta hemos aprendido a entregar mejores propuestas de lectura y encuentro».
En Mallplaza estamos permanentemente buscando iniciativas que nos conecten con las comunidades donde estamos insertos y con nuestros visitantes. Es así como hace más de quince años nos desafiamos a aportar valor en la vida de las personas desde el eje de la cultura, entendiendo que es algo que sin lugar a duda enriquece la vida. Nuestro sueño fue promover la lectura en las distintas generaciones y es así como buscamos un partner para desarrollar nuestro proyecto de bibliotecas públicas. Nos reunimos con diferentes actores culturales y resultó natural que trabajáramos el proyecto con La Fuente por la claridad que tenía respecto de cómo desarrollar bibliotecas públicas sustentables en el tiempo, y por la pasión y calidad profesional de sus integrantes. En Mallplaza vemos a nuestros centros como lugares de encuentro y sociabilización, más que como lugares únicamente de comercio y en ese sentido, la cultura es un gran vehículo para potenciar y, enriquecer la visión de plaza que tenemos en nuestra compañía. Este ha sido un tiempo muy rico en todo sentido, en donde de forma conjunta hemos aprendido a entregar las mejores propuestas de lectura y encuentro a nuestros visitantes. Además, es tremendamente gratificante ver cómo cada año aumentan los usuarios de nuestras bibliotecas.
El esfuerzo dio sus frutos y hoy tienen diez Bibliotecas Viva en distintos Mallplaza a lo largo de Chile. «He visto un avance significativo en todos los estratos, pero especialmente en los niños, que con libros atractivos son capaces de motivar a toda una familia», cuenta Alejandra Herrera, coordinadora de Biblioteca Viva zona sur. «Hace varios años atrás, trabajando en Biblioteca Viva Trébol, en Talcahuano, conocí a un niño que le encantaba escribir, se inscribía en todos los talleres que se impartían y además muy fanático de Harry Potter, este niño fue súper constante y asiduo a nuestras bibliotecas, ahora es un flamante abogado». Óscar Sáez, coordinador de Biblioteca Viva zona centro, también ha sido
formar a las personas y dignificar el rol del profesor. Hemos sido capaces de seguir convenciendo a los donantes de que invertir en educación es importante», explica Claudio. La Fuente se había acercado en varias ocasiones a la Fundación Educacional Arauco, en ese tiempo dirigida por Teresa Marchant y un grupo de directoras como Angélica Prats, Alejandra Torretti, Graciela Lucchini e Isidora Recart. «Era una mesa directiva con una persona en la cabeza, Teresa, a quien la Vero le había presentado proyectos para financiar Bibliomóviles en la provincia de Valdivia en ese tiempo», recuerda Claudio. «La Fundación Educacional Arauco estaba bien enfocada en proyectos lectores educacionales.
testigo del cambio que han tenido muchas personas que antes no habían entrado en una biblioteca y que aquí han descubierto un espacio de lectura, de convivencia, de cercanía con otros: «Nuestra colección infantil es importante para los usuarios más pequeños, poco a poco van adquiriendo el ritmo de ser usuarios comprometidos: se preocupan por las fechas de entrega, preguntan por las novedades, quieren buscar solos sus libros en las estanterías, gozan con los autores», explica. «Nos hemos jugado mucho por el rol de los mediadores, el profesor o el bibliotecario. Hemos hecho un planteamiento claro en eso, en formar mediadores: el rol de estas personas es fundamental porque establecen un vínculo entre los libros, los niños y las comunidades. Nos importa
Y finalmente un día nos llamaron para presentarles la idea de los Bibliomóviles». El 2005 empezó también una importante colaboración de La Fuente con Arauco. Isidora Recart, actual gerenta de la Fundación Educacional Arauco recuerda: «Nos contactaron para apoyarlos en la implementación del proyecto Bibliomóviles de la zona de Los Ríos. Nos hizo mucho sentido, por lo que decidimos apoyar esta gestión en Lanco, Máfil y San José de la Mariquina, tres comunas en las que recién iniciábamos nuestro trabajo en educación». Esa experiencia fue tan positiva que el mismo 2005, Arauco salió en búsqueda de La Fuente y les pidieron apoyo en la remodelación, implementación y asistencia técnica de la biblioteca pública de San José de la Mariquina.
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«Después de la alianza con Mallplaza vino un fortalecimiento de La Fuente. Y la multiplicación de los espacios».
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La Vero viajó a San José de Mariquina, se entrevistó con los dirigentes sociales. Fue la primera vez que hubo un acercamiento entre los dueños de la empresa Arauco y los dirigentes para proyectar una idea. La Fuente trabajó con ellos codo a codo. «Y funcionó muy bien. Para una comuna de 20.000 habitantes, una biblioteca lo es todo, es su centro cultural», explica la Vero. Arauco entonces les pidió nuevos Bibliomóviles en el valle del Itata, de Chillán a la costa. Ahí hicieron seis más. «Junto a Isidora Recart hicimos un proyecto en conjunto», cuenta Claudio. Contrataron a la artista Isabel Casar y a la socióloga Maritza Pérez como coordinadoras de un programa de fomento lector y ellas se fueron a vivir a Chillán. Así la relación entre ambas instituciones creció, siempre con buenísimos resultados. Y esto dio pie a un nuevo proyecto de Bibliomóviles en la provincia de Arauco.
Con el trato con Mallplaza vino un fortalecimiento de La Fuente. Y la multiplicación de los espacios. Claudio y Florencia pasaban de una casa donde llegaban los libros y se armaban las bibliotecas a la otra donde trabaja el resto del equipo. Así trabajaron mucho tiempo hasta que arrendaron una casa en la calle Elvira Garcés, donde la idea de tener dos equipos separados les empezó a hacer ruido. «Había un montón de gastos asociados que no eran necesarios», recuerda Claudio. Así que tomaron decisiones: el 2005 decidieron cambiarse a una nueva casa en la calle Valenzuela Castillo, una construcción modernista de los años cincuenta que estaba en muy mal estado. «Para nosotros son bien significativas las casas, tienen que ver con lo que hacemos y a la Vero le encanta arreglarlas», explica Claudio. La de Valenzuela Castillo la remodelaron entera, le hicieron un jardín y quedó preciosa. Ahí La Fuente empezó a tener un régimen amplio de proyectos.
El 2005 empezó para La Fuente una importante colaboración con la Fundación Educacional Arauco.
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Arriba, equipando los Bibliomรณviles en la casa de Valenzuela Castillo. Abajo, flota de Bibliomรณviles, camino al valle del Itata.
Florencia García
Es la directora de la Biblioteca Pública Digital, del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
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«Implementar estos proyectos en lugares no convencionales es un aporte vital al fomento de la lectura en Chile».
Recuerdo que mi primer proyecto en La Fuente fue un programa que se llamaba P900, que era fortalecer a 900 escuelas que por distintos motivos estaban bajo la media en cuanto a resultados e infraestructura. Uno de los aspectos era hacer bibliotecas escolares en un proyecto que, por diversos motivos, se realizó en Concón, Quillota, Puchuncaví y La Calera. La Fuente funcionaba todavía en la calle California, una casa chica donde éramos bien pocos. El trabajo que hacíamos era bien experimental y probábamos ciertas fórmulas novedosas, poco convencionales. Era muy bonito porque en el fondo hacíamos de todo. Tengo el recuerdo de la fundación que tenía este sentido muy familiar y cálido, de reuniones los viernes en la mañana, donde cabíamos todos en una pieza muy chica. Lo bonito es ver dónde han llegado muchos de los que partimos ahí. Una de las cosas interesantes fue implementar proyectos de lectura en lugares no convencionales, eso es un aporte vital al tema del fomento de la lectura en Chile. Creo que el hecho de gestionar recursos privados es un aporte tremendo y hacer uso de ciertas leyes para crear nuevos lectores han sido acciones muy importantes.
Carolina Ojeda, quien hoy está a cargo del área de proyectos, que involucra todas las bibliotecas escolares, cuenta que desde que llegó el 2003 ha pasado por casi todos los trabajos posibles en La Fuente: «Primero estuve a cargo del Bibliomóvil en Cerro Navia, ligado a una biblioteca pública, y de ahí empecé a ampliar mis responsabilidades. Después de todos estos años, ya sea un colegio, una biblioteca pública o un Bibliomóvil, lo que buscamos es que la biblioteca se transforme en la necesidad de una comunidad. Si un día la cierran, queremos que se sienta que está cerrada. Que se transforme en un núcleo de encuentro, en un lugar donde pasarlo bien, en un lugar cómodo donde las personas se sientan felices, atendidas y entendidas por la persona a cargo de la biblioteca», dice.
Claudio. Y los resultados empezaron a hablar por sí mismos. Citigroup era uno de los principales donantes de La Fuente. Con ellos hicieron Bibliomóviles en La Pintana, Macul y Cerro Navia. Pero el año 2006, la Citigroup Foundation cambió el eje de los programas que financiaban. Si al principio apoyaban proyectos de lectura, a partir de esa fecha iban a financiar programas de educación financiera, es decir, matemática aplicada a la vida financiera contemporánea. «Nos vimos en una encrucijada», recuerda Claudio «y lo que hicimos fue incorporar la educación financiera dentro de las bibliotecas, lo que fue muy interesante porque fuimos bien pioneros. La necesidad nos llevó a transformar un concepto sin quererlo».
Este es un espíritu que todos en La Fuente comparten. Es que a nivel funcional, administrativo y humano, la Vero siempre ha querido que la cosa sea bien transversal. A medida que fueron creciendo, empezaron a sumar personas que venían de distintas disciplinas. Aunque tenían distintas responsabilidades, la Vero les pedía –y les pide– a todos una misma cosa: que le respondan con buenos resultados. «La Vero te está pidiendo siempre resultados, pero jamás se ha metido en las decisiones que tomamos, por ejemplo para implementar una Biblioteca Viva», recuerda Claudio. «Cuando partimos éramos muy jóvenes y ella nos dio libertad absoluta. Si nosotros elegíamos algo, estaba bien. Pero nos exigía resultados, siempre», recuerda
Le dieron una vuelta a las bibliotecas e incorporaron talleres. El objetivo era que a los papás de los alumnos se les hiciera clases de educación financiera. Para esto hicieron una alianza con la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, en ese entonces dirigida por el académico Joseph Ramos. «Él nos contactó con un profesor y un grupo de alumnos que ya estaba trabajando con educación financiera en familias vulnerables», recuerda Claudio. Juntos crearon un proyecto grande en Santiago y en Bíobío, con capacitaciones dirigidas por profesores universitarios y dos coordinadores de La Fuente: Eugenio Rengifo, que venía del mundo de las ciencias políticas, y Neils Rivas, que venía llegando de Barcelona, de forma-
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«Lo que buscamos es que la biblioteca se transforme en la necesidad de una comunidad».
Claudio Aravena y Verónica Abud recorriendo el archipiélago de las Guaitecas.
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Claudia Olavarría. Verónica Abud, Claudio Aravena y Carla Ochoa celebrando el premio Edward Said, en el Teatro Municipal.
Lorena Talma, de Citigroup, en la inauguración de la biblioteca del Liceo Pedro Montt.
ción ingeniero comercial pero también exalumno de Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Este equipo trabajó en la elaboración de un libro, uno de los pocos que ha hecho La Fuente, que es un manual de educación financiera donde se explica, paso a paso, cómo generar un proyecto. «Ofrecíamos que un gerente o un jefe comercial apoyaba a los que quisieran emprender con una mentoría», recuerda la Vero. «Si la señora de la peluquería quería comprar una máquina para su local o el señor que hacía empanadas necesitaba comprar un horno más, se le asesoraba». Todo esto en la biblioteca que La Fuente había creado. Entre los participantes, se premiaban proyectos con un monto que entregaba Citigroup y este premio en efectivo iba acompañado de un asesoramiento financiero. Un año, incluso la gerenta de personas de Citigroup Estados Unidos
vino a Chile, a La Pintana, a dar un gran discurso inspiracional. «Me acuerdo que otra vez hicimos la premiación en la Bolsa de Comercio. Sin quererlo, porque la necesidad nos llevó hasta allá, transformamos la biblioteca escolar en un espacio muy comunitario». Así pasaron de 100 a 200 y 500.000 dólares al año y la alianza que tuvieron con Citigroup los llevó a profesionalizar el estándar de información que tenían como fundación. «Teníamos que firmar una gran cantidad de formularios, hacer rendiciones y reportes a Estados Unidos. Fue avanzando bien y profesionalizando nuestros estándares», recuerda Claudio. Esto, además les dio unas primeras luces de cómo podían hacer crecer sus proyectos sin perder la calidad de su servicio y de explorar en el voluntariado, algo que les serviría años más adelante, cuando firmaran un importante acuerdo con Copec.
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«A partir del 2006 La Fuente empezó a crecer mucho. Sumaron más proyectos, se solidificó la relación con Fundación Arauco y la Vero necesitó de otras personas que pudieran tener más herramientas y una estructura administrativa más fuerte».
Isidora Recart
Gerente Fundación Educacional Arauco.
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«Compartimos el compromiso por ampliar oportunidades a través del fomento de la lectura».
Nuestra alianza con La Fuente ya tiene trece años y no es casualidad: compartimos el compromiso por ampliar oportunidades a través del fomento de la lectura. Gracias al trabajo que hacemos entre ambas fundaciones hemos podido implementar 17 Bibliomóviles y el equipamiento de cuatro bibliotecas municipales en las comunas de Maule, Ñuble, Biobío y Los Ríos. Me acuerdo con mucha emoción del impacto y acogida que tuvo el proyecto de seis Bibliomóviles que desarrollamos entre 2006 y 2007 en las comunas del valle del Itata, donde la gran mayoría de las escuelas son rurales y suelen tener poco acceso a libros de calidad. Recuerdo que en el video que realizamos al término del programa, uno de los encargados hizo un comentario que no se me olvidó más. Decía que se había visto reflejado en muchos de los niños con los que se relacionaba a diario, porque él también había sido alumno rural y sabía que él mismo no había podido acceder a un libro como en ese momento lo hacían ellos. Ese testimonio me emocionó profundamente, ya que refleja el sentido y el trabajo que realizamos a diario. En nuestros 29 años de experiencia aportando a la educación, hemos constatado el impacto que puede tener la lectura en los estudiantes y sus comunidades. Tener acceso a libros de calidad y buenos mediadores no solo permite que estos se entusiasmen con los libros y sus historias, sino que también avancen en su aprendizaje y desarrollo integral.
Creaban las bibliotecas y los proyectos de lectura, y en paralelo se trabajaba con la Pontificia Universidad Católica de Chile con las bibliotecas del norte y con la Fundación Chile para el sur del país. Con estos tres donantes -Fundación Educacional Arauco, Fundación CAP y Mallplaza- La Fuente fortaleció su estructura interna, hubo cambios de cargo y aumento de personal. Claudia Olavarría, que provenía de proyectos sociales, se hizo cargo de la gerencia de Biblioteca Viva. Claudio mantuvo su rol a cargo de Bibliotecas escolares, públicas y Bibliomóviles. Se crearon equipos transversales, como Diseño, Evaluación, Selección bibliográfica y Extensión cultural; se fortaleció el área de Procesos Técnicos, creció Contabilidad y se incorporaron cargos en Adquisiciones y RRHH, además se sumó a la gerencia de Administración y Finanzas, la ingeniera comercial Carla Ochoa. En La Fuente ya habían tenido cuatro sedes distintas en Providencia cuando, a mediados del 2009, la Vero le dijo a Claudio que buscara la casa más grande que hubiera en la comuna para cambiarse. Pero ya no con la idea de arrendarla, sino de comprarla. Claudio, entusiasmado, salió a buscar y encontró lindas casas en Providencia, pero ninguna les servía: unas eran muy chicas, otras no tenían estacionamientos. Hasta que decidió ampliar el
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A partir del 2006 La Fuente empezó a crecer mucho. Sumaron más proyectos, se solidificó la relación con Fundación Arauco y la Vero necesitó de otras personas que pudieran tener más herramientas y una estructura administrativa más fuerte. Se contrató a Carla Ochoa, ingeniera comercial de la Universidad de Chile, quien tuvo a su cargo establecer estándares, diseñar presupuestos y flujos, para mantener a esta institución que ya sumaba más de cien personas contratadas. «Carla nos ayudó a estructurarnos, a ordenar nuestros presupuestos, a invertir y reservar recursos». Más tarde, cuando la Vero decidió comprar una sede definitiva para La Fuente, Carla junto a Albert se hicieron cargo de la remodelación total de la casa de Ñuñoa. «Llevábamos mucho tiempo trabajando con la Fundación Arauco como donantes y ellos nos empezaron a recomendar», cuenta Claudio. «Angélica Prats, que en ese momento estaba a cargo, fue clave». Así fue como tras consultarle a Arauco, la Fundación CAP llegó a La Fuente. Su gerenta, Ruth Navarrete, tenía un área de educación que buscaba generar mejoramientos en recintos escolares. «Ellos tenían un fondo importante para la época, y querían hacer proyectos donde la CAP tuviera presencia», explica la Vero. Juntos hicieron 25 bibliotecas escolares durante cuatro años.
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radio de búsqueda a Ñuñoa y apareció una casona preciosa de 1929 en la calle Exequiel Fernández. «Agenda visita al otro día», le pidió la Vero. Fueron los dos a verla. Tocaron el timbre y les abrió una señora que les dijo que no la podía mostrar sin que estuviera el corredor de propiedades. La Vero le rogó y le prometió que iban a ser cinco minutos. La señora finalmente los dejó pasar. «La casa estaba perfecta, ella estaba cocinando, así que todo tenía un aire casero e impecable, esas casas con olor a cera», recuerda Claudio. La Vero dio una vuelta por dentro y miró a Claudio. Él pensó: «La va a comprar». Se despidieron de la dueña de casa, salieron a dar una vuelta y en la esquina había una tostaduría a la que entraron.
Mientras la Vero sacaba maní de un canasto y se los comía uno tras otro, le decía a Claudio que la tenían que comprar. «¿Qué hacemos? Hagámosle una oferta». Así que llamaron a Albert Cussen. «¿Les gustó?», les preguntó él. «Sí», respondieron los dos. «¿Ustedes creen que tiene potencial?». «Mucho». La Vero y Claudio se devolvieron y le dijeron a la dueña que compraban la casa. A la semana, cuando el calculista la fue a ver, les dijo «se compraron una no-casa»: era preciosa, pero los muros estaban rellenos con paja y escombros. La tuvieron que remodelar por completo. Sujetaron los muros con fierros y los rellenaron con madera. Después de un año de trabajo, la casa estuvo lista en agosto del 2010.
Celebración del Día de la Mujer, marzo del 2011
Astrid Donoso
Coordinadora de selección y compra biliográfica.
«Hay una visión que valora el potencial de trabajar en equipo».
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Por años fui socia de la Biblioteca Viva Vespucio y aún conservo el carnet que daban en la época. Luego me inscribí en el Diplomado que la Fundación tenía con la Pontificia Universidad Católica y postulé al área de catalogación. El día que me llamaron para decirme que había quedado, me gané unos libros de Viva Leer de Copec en un concurso por redes sociales. Fue un día intenso y empezaba un desafío. Al integrarme al área de procesos con catalogación tuve la mejor compañera de trabajo, Pamela Jerez, la bibliotecaria a cargo. Cuando llegué estábamos en pleno proyecto de Viva Leer y sus 30.000 libros por año y era algo que aparentemente había asustado a algunos pero para mí, al venir de un mundo donde los embarques de libros eran enormes, ver tal cantidad de libros no me atemorizó sino que fue estimulante. Isabel Margarita Pineda, desde el área de gestión, me apoyó muchísimo cuando debí asumir nuevos desafíos. Luego pasé a coordinación de proyectos, en que veía las bibliotecas escolares de Viva Leer y que fue posiblemente el desafío laboral más importante que he tenido. Si bien hoy estoy en el área de selección bibliográfica, además soy del equipo de comunicaciones, que ha sido enriquecedor por reencontrarme con mi profesión inicial. Da gusto que en tu lugar de trabajo exista esa mirada capaz de valorar el potencial de quienes trabajan en un equipo. Ese es Claudio Aravena, sin duda. Él ve posibilidades que uno mismo no creía. Le agradeceré siempre que me haya dado este espacio de crecimiento.
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Arriba, Celebración de cumpleaños en la casa de Valenzuela Castillo. Al lado arriba, celebración de Fiestas Patrias año 2014. Al lado, Congreso de Literatura en el Museo de Bellas Artes. Abajo, el equipo de La Fuente bailando cueca para un 18 de septiembre.
Una celebración de Navidad en el patio español de la casa matriz de La Fuente. Abajo, paseo a Pucalán y una celebración en el Caballito de Palo en Rungue. Abajo, paseo a Papudo.
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Cuando ocurrió el terremoto del 2010, en La Fuente ya estaban comprometidos a hacer los Bibliomóviles de la provincia de Arauco, parte de un megaplan para una de las comunas más pobres del país que se llamó «Arauco Lee». Maritza Pérez, quien se había ido a vivir a la zona volvió a Santiago, a la casa matriz de La Fuente, a crear el área de evaluación y estudios, mientras que Isabel Casar se quedó a vivir ahí y Natalia Colipí empezó a crear una unidad de La Fuente en Concepción. «Estaban los bibiomóviles, las bibliotecas escolares y la Biblioteca Viva cuando la empresa Arauco nos llamó para desarrollar el proyecto del Centro Cultural en Arauco», recuerda Claudio. «Habíamos desarrollado un proyecto inicial para el teatro de Arauco el 2008 con los arquitectos Mauricio Léniz y
pudiéramos llegar a acuerdo con Copec». Por esa época la empresa estaba haciendo una planta de almacenaje de combustible en la zona de Calbuco y parte de la responsabilidad que tenían con un centro de ese tamaño era una serie de mitigaciones en cultura. «Había un ejecutivo de Copec, Ramón Concha, que empezó a ver cómo podía ayudar a la Escuela San José de Calbuco y pensó en una biblioteca». En La Fuente hicieron esa biblioteca, que quedó al lado de uno de los proyectos más relevantes para la compañía en esa época. Por eso fue visitada por muchas personas. «Cada vez que gerentes visitaban la planta, entraban a la biblioteca y siempre estaba llena de actividades», cuenta Claudio. «Si lo hubiésemos planeado así, no habría resultado tan bien».
«El aprendizaje que tuvimos con la Fundación CAP y la capacidad de hacer un número importante de bibliotecas nos permitió el año 2010 llegar a acuerdo con Copec». Mirene Elton, pero después del terremoto, el edificio había quedado dañado y el proyecto reflotó». Desarrollaron la idea de un gran y nuevo centro cultural (Ver en Los espacios y en Los proyectos). «Para nosotros ha sido importante porque la Fundación Arauco tiene una experiencia muy fuerte y sólida en educación e investigación de educación. Esto nos hizo tener una contraparte real a lo que nos pedían. Nos introdujeron a la metodología del marco lógico. Es una relación positiva porque a ellos los metimos en el área comunitaria y ellos profesionalizaron nuestro trabajo y ha sido una relación muy respetuosa, generosa, que partió con Angélica Prats y luego con la Isidora», dice Claudio. «El aprendizaje que tuvimos con la Fundación CAP y la capacidad de hacer un número importante de bibliotecas nos dio la posibilidad de que el año 2010
Esa biblioteca también ayudaba a dos escuelas rurales que estaban cerca de Calbuco a través de una caja viajera de libros. «Era un proyecto chico, pero funcionaba muy bien, ya que estaba a cargo de Fernando Mora, historiador, quien ese momento además era el responsable de la selección de libros para todos nuestros proyecto», recuerdan en La Fuente. Pasó el tiempo, terminó ese encargo, quedaron en buenos términos con Copec y el 2010 vino el terremoto. Entonces los volvieron a llamar de la planta comercial. En marzo de ese año le habían ofrecido a la Vero la jefatura de la División de Educación General del Ministerio de Educación y se fue a trabajar al primer gobierno de Sebastián Piñera (Ver en el capítulo La Vero), aún estaban en la sede de Valenzuela Castillo, habían crecido, pero aún eran un equipo manejable.
Una visita al jardín infantil de Penco.
La inauguración de la Biblioteca Pública de Constitución.
Carola Ojeda. En agosto de 2010, Claudio y Carola llegaron con su presentación a las oficinas de Copec. «Planteamos un proyecto con cuatro pilares: las bibliotecas, una colección de libros, un sitio web y un área de voluntariado», recuerdan. Los escucharon atentamente y quedaron de avisarles. Pasaban las semanas y nada. Hasta que el 15 de septiembre, el equipo de La Fuente estaba saliendo a celebrar las Fiestas Patrias, cuando sonó el teléfono. Era Gloria Ledermann, gerenta de marketing de Copec para contarles que el proyecto había sido aceptado. «La biblioteca Tesoro de Isla Quihua que hicimos con La Fuente, cercana a nuestra planta de Calbuco, nos había marcado muy positivamente: desde la infraestructura hasta el equipamiento. Vivenciar el efecto en la comunidad que generó el darles un espacio con cientos de nuevos títulos, fue permitiendo a estudiantes y vecinos contar con un nuevo espacio para la lectura», recuerda Gloria. Ese antecedente fue clave.
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Desde Copec les explicaron que querían hacer una donación para el Instituto Superior de Comercio Eduardo Frei Montalva, un colegio emblemático, frente a las oficinas de la compañía en Agustinas, que había quedado muy mal tras el terremoto. Con La Fuente se sentaron a pensar un proyecto y antes de que alcanzaran a formularlo, recibieron otro llamado de Copec. «Nos propusieron que presentáramos una idea de gran alcance, que involucrara las estaciones de servicio, los empleados y la comunidad», recuerda Claudio. «Entonces les presentamos un proyecto de quince bibliotecas, una por región, en un plan de un año». Los gerentes de Copec evaluaron la propuesta y les preguntaron si podían aumentar esto a 75 bibliotecas, porque ellos cumplían 75 años de vida. ¿Podían? Claro que podían. Así formularon el proyecto Viva Leer, que significaría pasar de hacer cinco a quince bibliotecas por año. «Era un gran presupuesto de 9 millones de dólares», recuerda
Niños de la escuela Quinta Normal en la inauguración del proyecto Viva Leer de Copec.
Gloria Ledermann
Gerente de marketing de Copec.
«El poder de la lectura es inimaginable».
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Fue tal el impacto para Copec el de la biblioteca Tesoro de Isla Quihua, hecha por La Fuente cerca de nuestra planta de Calbuco, que dio paso a nuestro programa de fomento a la lectura Viva Leer, que en 2011 coincidió con el aniversario 75 de la compañía, por lo que se estableció la creación de 75 bibliotecas en escuelas vulnerables en cinco años a lo largo de todo Chile. Para Copec tener presencia en todo Chile, desde Arica a Puerto Williams, conlleva un gran compromiso. Desde grandes ciudades a pueblos pequeños o incluso extremos, Copec nos compromete a apostar por el desarrollo económico, social y cultural de nuestro país. Creo que apostamos por los niños, por los vecinos, por sus comunidades, apostamos por creer que un libro puede cambiar la realidad de cada persona que lo lee. El poder de la lectura es inimaginable, te lleva a nuevos mundos, potencia la creatividad, es un refugio y desarrolla muchas habilidades sociales. De esta manera, me atrevo a decir que nuestras bibliotecas han mejorado no solo la habilidad lectora de sus niños, sino que también han creado espacios físicos e imaginarios en cada persona que entra a leer. Eso es un compromiso real de Copec con la cultura de nuestro país.
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«Esto significaba enfrentarnos al proyecto, pensar cómo lo íbamos a hacer y a planificar cómo iba a ser tener gente contratada en todo Chile», recuerda Claudio. Por esa época ya habían comprado la casa de Exequiel Fernández y habilitaron la casita aledaña a esa propiedad, donde empezó a funcionar la unidad de catalogación de libros, a cargo de Pamela Jerez. Carla Ochoa, encargada de administración y finanzas, levantó esta primera etapa. «Mientras la Vero se había ido al Mineduc, la Carla, junto a Albert, se hizo cargo de la obra. Fue un trabajo titánico remodelar la casa», recuerda Claudio. Se enfocaron en sacar el proyecto adelante porque para marzo del 2011 tenían que tener buena parte andando. «Fue un tiempo de mucho trabajo», recuerdan. «Nos quedábamos hasta la noche planificando, diseñando y contratando gente en todo Chile. Copec nos empujó
a este crecimiento». La idea era que las escuelas concursaran por una biblioteca. El concurso se abrió a fines de mayo y en octubre en La Fuente tenían que tener las escuelas instaladas. Empezó el proceso de selección entre las doscientas escuelas que participaban, de las cuales debían quedar 45. Y las tuvieron que visitar todas en tres semanas, hasta dar con las primeras quince ganadoras. «Fue un trabajo muy arduo pero también súper exitoso», recuerdan. «Copec instaló el concepto de lectura con Viva Leer y a las colecciones de libros les empezó a ir súper bien, con 450.000 libros en dos meses, las escuelas creyeron en este proyecto, por lo que subieron las postulaciones y los proyectos empezaron a desarrollarse». Mientras se compraban los 30.000 títulos que requería el proyecto por año, en La Fuente se empezaban a plastificar, a poner los marbetes, a archivar y a mandarse. Los camiones
salían con despachos a todo Chile, a razón de dos bibliotecas por flete. «Es un enorme proceso de coordinación, en donde empiezan a unirse todas nuestras experticias: lectura, implementación, diseño, mobiliario, capacitación y gestión», cuenta Claudio. Una vez terminado este proyecto, Copec contrató a una empresa externa para hacer una evaluación. «Es normal que los donantes se quieran sentir seguros de la inversión que han hecho», explica Claudio. Así que este gran proyecto fue evaluado por todos los actores involucrados: desde la directora del colegio, hasta los estudiantes, pasando por los apoderados y los miembros de las comunidades. ¿El resultado del estudio? Viva Leer obtuvo nota promedio 6,8 en todas las escuelas. «La Fuente ha desarrollado íntegramente proyectos de gran impacto social y cultural confiando en el poder que tiene la alianza público-privada. De cierta ma-
nera ha abierto caminos en facilitarnos a las empresas el acceso al mundo cultural, que muchas veces nos parece lejano y diferente. En este sentido, es un gran aliado con proyectos que sí generan impacto», dice Gloria Ledermann. «Es muy bonito porque a pesar del tiempo que ha pasado muchas de esas escuelas han mantenido la metodología», cuenta Claudio. «Han sido años maravillosos», agrega Gloria Ledermann. «Por una parte está el impacto de presenciar cada inauguración y ver cómo la comunidad escolar y vecinal nos agradece, cómo se alegran los niños al ver las bibliotecas que muchas veces contrastan con la realidad de su escuela. Pero también ha generado grandes vivencias dentro de la compañía, cada nueva biblioteca es montada por voluntarios Copec y ese trabajo ha marcado a nuestros colaboradores. Ellos sienten que realmente están cambiando radicalmente la vida de esta comunidad».
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Equipo de La Fuente, en Valparaíso, para la instalación de una biblioteca de emergencia en el cerro Mariposas, 2014
Claudio Aravena
Gerente de desarrollo de La Fuente.
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La importancia del vínculo
Al principio éramos jóvenes y trabajábamos harto. Seguirle el ritmo a la Vero no era fácil, pero estos años han sido entretenidos y bonitos. La gente que trabaja acá sabe que tenemos que hacer de todo, desde barrer una biblioteca hasta dar el discurso para inaugurarla o hacer una capacitación y preparar profesores, es todo de un esquema muy amplio. Hemos querido que sea de esa forma, transversal, y buscamos ese espíritu en los que trabajan con nosotros. Estos años de relación de trabajo con la Vero han sido con harta pelea pero hemos aprendido a escucharnos. Aquí hay más que algo de uno mismo, el interés es colectivo. Siempre estoy trayendo a la Vero de vuelta porque ella es un motor que no para. La relación es intensa, pero hay mucho de juego. Hemos descubierto que el espacio tradicional de educación que es la biblioteca permite experiencias de un aprendizaje distinto. Hemos querido incorporar las bibliotecas y la lectura, siempre pensando en cómo las escuelas y la gente sigue respondiendo a los formatos de libros. Nuestra fortaleza es la gestión de proyectos con buenos resultados. Si un libro o la lectura no significa nada para alguien, tienes que crear el lazo afectivo, el vínculo. Por eso trabajamos con personas que les interesan los libros. Las bibliotecas están atendidas por personas preocupadas, interesadas en los lectores y en fomentar el hábito de lectura. Son cosas que se han perdido y que se debieran recuperar del espacio público.
nacional: Chile y los libros, que midió el avance de hábitos lectores cada dos años hasta el 2010, cuando el Estado —a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes— se hizo cargo de tener una encuesta similar. «Nunca nos quedamos tranquilos con lo que estamos haciendo. Buscamos la forma de interferir en todas las áreas. Lo bonito es que uno no se estanca, siempre puede reinventarse un poco. Por ejemplo, cuando Roberto Cabrera murió, yo no quería que el proyecto Troquel se acabara, y quise hacerme cargo. Centrarse en el eje de formar personas era algo que me interesaba. Llevaba seis años con las mismas responsabilidades y dos años completos me hice cargo de Troquel y ahora que salió lo de Copec de nuevo, vuelvo a eso», dice Carolina. Para ella una de las fortalezas de trabajar en La Fuente es tener la oportunidad de decir y hacer lo que quiera. «Hemos madurado en cuanto a escuchar opiniones. Somos más flexibles. No hay nadie que trabaje acá que se sienta coartado en sus opiniones ni en su creatividad. Todos tenemos espacio para desarrollarnos de la mejor manera que queramos y que propongamos. Esas puertas están siempre abiertas y eso es lo nuclear de este trabajo y creo que es la razón por la que duramos tanto aquí».
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«Así crecimos», cuenta Carolina Ojeda. «Tuvimos que aprender a trabajar con distintas personalidades, a contratar de un día para otro a quince personas de formaciones distintas, cuando antes éramos tres o cuatro y todos bien parecidos. Y tuvimos que definir una mirada de proyecto importante». Los años anteriores habían pasado de ser cinco asistentes técnicos a ocho, a diez, a doce, pero el 2010 fueron quince, un crecimiento explosivo. «Antes estábamos mucho más concentrados entre la Región de Coquimbo y del Biobío –que era una escala bien manejable–, pero con el proyecto de Copec, La Fuente adquirió una escala nacional», recuerda Carolina. El crecimiento y la versatilidad de los proyectos desarrollados, siempre en el ámbito de los libros y la lectura, trajeron consigo cambios y desafíos, la fundación tuvo que constituirse en una gran entidad, con 120 trabajadores, preocupada por la formación de sus empleados, como también de quienes reciben los proyectos que se implementan. El trabajo en investigación y formación empezó a ser clave en el funcionamiento de los proyectos. Gracias al empuje de la socióloga Maritza Pérez, se creó el área de evaluación y estudios y, junto con ella, La Fuente creó su primera encuesta
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Arriba, guaguateca en Biblioteca Viva Egaña. Abajo, niños lectores en una biblioteca escolar.
Carolina Ojeda
Coordinadora general de proyectos de La Fuente.
«Queremos que la gente quiera leer».
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Tenía 23 años cuando postulé a La Fuente. Había estudiado Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Chile y llegué sin tener idea de qué se trataba esto. Éramos un equipo de ocho personas. Estuve dos años con Bibliomóviles en Cerro Navia que atendían escuelas y con una biblioteca pública, luego empecé a coordinar bibliotecas escolares, que era menos trabajo en terreno y más en la oficina. El 2010 pasé a la coordinación de proyectos. Hay algo especial de esta fundación. No hay un manual que te diga «tu trabajo va a ser este». Es todo bien flexible, no tiene una estructura tan específica. Es decir, tienes tus objetivos y sabes lo que quieres lograr en ese trabajo, pero el cómo hacerlo es bien libre. Eso va a depender mucho del lugar y de la persona, del encargado de la biblioteca, del director del colegio… hay muchas variables del trabajo en terreno que van determinando los objetivos que tienes que cumplir. En La Fuente se valora mucho que cada uno tenga sus propias herramientas, que las vaya descubriendo y que las vaya ocupando lo mejor posible. Siempre estamos revisando lo que estamos haciendo. No replicamos. Tenemos muchas conversaciones y reflexión frente al trabajo particular y en general hacia dónde avanzamos. La misión ha sido siempre la misma: queremos que la gente quiera leer. La Biblioteca Viva nos abrió a que todos quieran leer, no solo los niños.
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Cuando la Vero volvió de los 19 meses que estuvo en el gobierno, se contrató a la unidad de estudios de la Escuela de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile para realizar un estudio de clima laboral y estructura organizacional. Junto con eso, la Fundación IM Trust (actual Fundación CrediCorp Capital) hizo otro estudio. Los resultados fueron disímiles. Por una parte, el informe de Pontificia Universidad Católica de Chile confirmó que el crecimiento había afectado las relaciones laborales y sugería cambios en la estructura organizacional. Al mismo tiempo, evaluaba en forma positiva el compromiso de las personas con su lugar de trabajo. Por otra parte, IM Trust confirmaba la buena salud de la estructura económica, valoraba
Todo bajo el sello del programa CLM: Creando los Lectores del Mañana, que nació hace ya 18 años. «Nuestra misión sigue siendo la misma: promover la lectura y el desarrollo comunitario por medio de la creación de bibliotecas, museos y plataformas culturales; proyectos abiertos, dinámicos y en directa relación con las necesidades de las comunidades en que se insertan», dice la Vero. «Aseguramos el acceso a libros de calidad a personas que muchas veces no los tienen, pero también hacemos una vinculación afectiva del lector hacia los libros. Nos preocupamos de que los libros ocupen un espacio significativo en la vida de nuestros usuarios», dice Isabel Casar, coordinadora Zona Sur de los proyectos Viva Leer.
«Diseñamos e implementamos proyectos en torno al libro y la lectura, con un énfasis en la creación de bibliotecas y centros culturales», dice la Vero. la gestión y seriedad, pero recomendaba cobrar más por sus servicios. En La Fuente se definen como una institución privada sin fines de lucro que busca desarrollar iniciativas educacionales y culturales que beneficien, principalmente, a sectores de escasos recursos en Chile. «Diseñamos e implementamos proyectos en torno al libro y la lectura, con un énfasis en la creación de bibliotecas y centros culturales», precisa la Vero. «Desarrollamos proyectos de bibliotecas escolares abiertas a la comunidad, mejoramos bibliotecas públicas municipales, creamos y administramos bibliotecas en centros comerciales y equipamos Bibliomóviles y bibliotecas comunitarias», agrega Claudio.
Isabel recuerda cuando formaron un club de lectura juvenil en una escuela del proyecto Viva Leer, los integrantes eran alumnos entre 5° a 8° básico que se clasificaban en tres grupos: los lectores, los amigos de esos lectores y un par que se metieron para «capear» clases. La profesora no quería dejar ir a uno de estos últimos, argumentando: «este niño va a ir a puro perder el tiempo». Isabel le respondió que era mejor que perdiera el tiempo en la biblioteca. «Ese niño, leyó Maüs dos veces, haciendo muy buenas interpretaciones. No sé si se convirtió en lector pero al menos se abrió su paradigma a nuevas lecturas», explica.
Plan de Extensión Cultural de Biblioteca Viva. Arriba, sesión de música en Trébol. Abajo, Kamishibai en un jardín infantil.
Claudia Olavarría
Fue gerenta de Biblioteca Viva. Es la coordinadora general de Biblioteca Escolar Futuro de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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«Teníamos una voluntad de estudiar harto para hacer bien nuestro trabajo».
Yo había egresado de Letras y Arturo Cussen me dijo que necesitaban un junior en La Fuente. Empecé repartiendo cartas y pronto se abrió un cargo para un encargado de fomento lector para Cerro Navia. Entonces había dos proyectos de Bibliomóviles y uno con la biblioteca pública, trabajé en eso seis meses y surgió la posibilidad de tomar más proyectos. Estábamos en la sede de la calle Austria, la Gloria, la Myriam, Arturo y Felipe Munita. Había una cosa bien familiar, hacíamos de todo. Pero era bien ordenado. Nosotros pasábamos harto en terreno. Yo llegué cuando estaban haciendo la catalogación para Mallplaza Trébol y Mallplaza Norte. Pasé al proyecto de Macul, que tenía dos Bibliomóviles comunitarios, donde como contraparte estaba Paulina Méndez, quien fue muy importante en todo esto. A eso se le sumó Recoleta, financiada por el Citigroup, y pasé a ser coordinadora de proyecto. Fue un poco loco porque pasamos de unos pocos a tener gente en regiones, todo creció mucho, y se incorporó bien a la cotidianeidad de La Fuente. Aprendimos haciendo, ninguno era especialista en fomento lector ni en mediación de lectura. Casi todos salimos de Literatura, pero jamás leímos un clásico de la literatura infantil en la carrera. Lo primero fue aprender sobre lectura, cómo funcionaba una biblioteca escolar, a trabajar en equipo. Fue muy positivo conocer realidades distintas, en el sentido de trabajar y no de equivocarse, en localidades rurales y apartadas. Teníamos una voluntad de estudiar harto. Trabajamos mucho y nos fuimos profesionalizando en el área, esto trajo mejoras para nosotros y por supuesto que para los mismos proyectos.
con las empresas y nosotros hemos sido bastante rigurosos en eso. No hemos dado nuestro brazo a torcer, y sigue siendo la pelea que damos día a día», explica Claudio. Además del trabajo que hacen con las bibliotecas, en La Fuente se han posicionado como un canal de comunicación sobre literatura y fomento lector. «La irrupción de las redes sociales nos puso como desafío sumar contenidos, así que nuestros objetivos se han podido extender más allá de nuestras fronteras. Hemos incorporado entrevistas, artículos, columnas o reseñas escritas por miembros de nuestra institución o colaboradores externos. Transformándonos en un medio de comunicación, que cada semana actualiza sus contenidos y los difunde para conocimiento general», dice Claudio.
Además del trabajo que hacen con las bibliotecas, en La Fuente se han posicionado como un canal de comunicación sobre literatura y fomento lector.
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Hoy en La Fuente siguen sumando desafíos. «Aquí cada nuevo tema es un estímulo a seguir aprendiendo», afirma Astrid Donoso, coordinadora de selección y compra de material bibliográfico. «Hay desafíos constantes y, por ende, todo es muy estimulante. Mientras existan nuevas cosas por hacer y aprender el trabajo se hace muy dinámico y es revitalizante. Y con libros eso es el paraíso para mí». «Para nosotros, el tema económico y de financiamiento siempre va a ser un tema a construir, hemos ido cambiando lentamente el tema de aportes de privados, pero falta un real aporte de las empresas a los temas sociales. Es importante sentarse en la mesa con un empresario que te pida un aporte social real y no su logo en un proyecto. Esto no es fácil. El emprendimiento social y cultural se hace de forma colaborativa
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El Día de Roberto Roberto Cabrera Fue doctor en Literatura y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile y de la Universidad Diego Portales. Fue coordinador pedagógico de La Fuente, director de la Biblioteca LEA y fundador de Troquel
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Todos los 25 de agosto se celebra «El Día de Roberto» en las Bibliotecas Viva de La Fuente. Ese día los niños leen sus cuentos favoritos. ¿Quién fue Roberto? Él formó parte del primer equipo de La Fuente. Llegó a trabajar de la mano de la Vero. Era compañero de Felipe Cussen, Marcela Labraña y Sebastián Schoennenbeck en Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En un primer momento se hizo cargo de los proyectos rurales en Rengo y Nancagua, trabajó cinco años y ddespués se fue con su familia a vivir y trabajar a Talca. Luego volvió a Santiago, a hacer su Doctorado en Literatura. «Hizo su tesis en literatura infantil, en específico, en Libro Álbum», recuerda Claudio. Armó la Biblioteca Lea del Laboratorio de la Facultad de Educación en la Universidad Diego Portales y el 2014 lo llamaron de La Fuente para dirigir Troquel, un proyecto que lideró hasta el 2015 cuando le detectaron un cáncer fulminante. «El vínculo con La Fuente era profundo y decidieron velarlo en la casa matriz de Ñuñoa. A la ceremonia, organizada por sus amigos cercanos, llegaron su familia e hijo, profesores, estudiantes, compañeros de todos sus estudios, hinchas de la U. Fue una ceremonia muy emotiva. Desde entonces, lo recordamos leyendo sus cuentos favoritos».
televisión un reportaje sobre lo complicado que era tener una casa patrimonial porque no podías hacer nada más que conservarla y Albert me dice mira esa casa… anda mañana y cómpratela», recuerda. Dicho y hecho. Al día siguiente la Vero partió con Claudio y se enamoraron de este edificio patrimonial. Hicieron una oferta y la compraron esa misma tarde. «Es una belleza y lo que vamos a hacer ahí es espectacular», adelanta la Vero. El premiado arquitecto Sebastián Irarrázaval, con quien hicieron la Biblioteca Pública de Constitución, está proyectando una biblioteca en todo el primer nivel y en el segundo piso funcionarán los laboratorios de experimentación para desarrollar nuevas formas de lectura (Ver en el capítulo Los proyectos).
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«La memoria es frágil y, a veces, selectiva. En estos 18 años son muchos los proyectos que no alcanzaron el éxito esperado, las ideas que quedaron escritas en alguna libreta, los informes que nadie leyó. Tampoco han sido parte de este recuento los portazos al presentar una idea, las bibliotecas cerradas, los “no” al revisar el presupuesto de un proyecto, las zancadillas siempre presentes», dice Claudio. «Es parte del crecimiento el caerse varias veces para triunfar en un proyecto». Pero nadie tiene nunca la última palabra. La Vero, por ejemplo, se había propuesto no hacer más proyectos hasta que apareció una nueva casa en el barrio patrimonial Huemul. «¡Es nuestra última locura!», cuenta tapándose la cara. «Salió en la
La Vero se había propuesto no hacer más proyectos hasta que apareció una nueva casa en el barrio patrimonial Huemul. «¡Es nuestra última locura!», cuenta tapándose la cara.
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Arriba, Carola Ojeda en la inauguración de la Biblioteca de Coyhaique. Abajo, David Agurto en una sesión de rap con niños de la Biblioteca de Renca.
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Una de las preguntas de las líneas a futuro que seguirá La Fuente en sus próximos años surgió tras el cierre de la primera etapa con Copec: ¿cómo seguir? Es que, como todas las relaciones intensas, la historia con Copec no había terminado. Desde la empresa les empezaron a pedir ejercicios sobre cómo seguir en adelante y en La Fuente les propusieron un amplio abanico de ideas. Finalmente, para la segunda etapa de Viva Leer, la política de la empresa cambió y abrieron públicamente las bases de la licitación. «Tuvimos que competir con otras entidades, pero teníamos a nuestro favor que ya habíamos hecho la primera etapa, con muy buenos resultados y que teníamos presencia en todo Chile», recuerdan en La Fuente. Trabajaron arduamente en la postulación. «Estuvimos dos semanas en que no nos paramos y propusimos, además de las bibliotecas, proyectos de cultura al interior de los colegios». Propusieron una línea de patrimonio, de movimiento, de primera infancia, una de lectura juvenil y otra de lectura multimedial. Armaron referentes, presupuestos y lo mandaron todo a concurso. El 2017 se ganaron el proyecto de la licitación y así, a las 75 escuelas que ya tenían, se les sumaron 45 más, en un plan que se extiende hasta el 2022. «Introducir estos conceptos dentro del colegio es traer un montón de disciplinas nuevas dentro de La Fuente, ampliar el concepto de lectura hacia estos otros saberes, lo que nos ha llevado a tener un trabajo con Copec bien importante porque ellos también lo han mirado como su pilar de responsabilidad social empresarial», explica Claudio. También tienen una iniciativa que se llama Lectura para todos, pensada para niños con dificultades cognitivas. Fue un proyecto financiado por Minera Escondida, en el que María José Ferrada hizo un
catálogo para niños dentro del espectro autista. «Esta acción despertó ciertos conceptos sobre la democratización de la lectura que ha dado luces importantes para los papás de estos niños», explican. Les interesa fomentar las mismas claves que los han llevado a posicionarse en estos 18 años: la creatividad, el trabajo y la experimentación. Y a estas se les ha sumado una importantísima: el juego. Es que desde el año pasado la Vero está trabajando con The LEGO© Foundation en cómo fomentar la lectura en las bibliotecas públicas a través del juego. «La Vero empezó a transmitir con la idea del juego y transmitió y transmitió y transmitió hasta que se nos metió en la cabeza y a mí ya me convenció cómo el espíritu lúdico puede facilitar y es una vía de aprendizaje más amplia. El juego debería estar presente en todo lo que hacemos», dice Carolina Ojeda. «La Fuente ha sido pionera en muchas cosas que después se expanden o pasan al ámbito público. Tenemos que apuntar hacia allá», dice. «Si pienso en el futuro de La Fuente, imagino años muy exitosos, con proyectos grandes, como los con Copec y Mallplaza, y con iniciativas propias que nos ayuden a generar recursos para operar nuestra nueva sede, la Biblioteca Huemul, y a extender nuestra labor hacia otras ramas de la cultura, como la danza, el teatro y las artes visuales. También me imagino a Verónica en su oficina de siempre, trabajando menos, pero presente con energía, empuje y nuevas ideas», dice Carola Cussen. La Vero está de acuerdo. Con lo del futuro y, sobre todo, con lo del juego. Toma en sus manos una pieza de Lego y la mira. «Si el mundo no cambia su estructura educacional respecto de las habilidades que tendrán los niños en el futuro… no hay futuro», dice.
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«El juego debería estar presente en todo lo que hacemos, ahora y en el futuro».
8 123 4 56
3
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LOS NÚMEROS (se suman)
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Abud, Aburto, Acevedo, Acosta, Acuña, Aguilera, Agurto, Ahumada, Alaniz, Alarcón, Alarcón, Alcántare, Alfaro, Alfaro, Alfaro, Almarza, Almenara, Alvarado, Álvarez, Álvarez, Amaya, Ananías, Anfruns, Aparci, Arancibia, Aránguiz, Aravena, Aravena, Araya, Araya, Araya, Arellano, Arellano, Arenas, Arenas, Arévalo, Aroca, Arriagada, Arriagada, Arroyo, Aspedilla, Astorga, Astudillo, Ayala, Azócar, Badilla, Baeza, Balbontín, Baldecchi, Barboza, Barra, Barra, Barraza, Barraza, Barreiro, Bascuñán, Becerra, Belmar, Berlien, Berríos, Blanche, Branada, Bravo, Bravo, Bravo, Bravo, Bravo, Briceño, Brito, Budnevich, Buratti, Burgos, Burgos, Burgos, Bustamante, Bustos, Cabrapan, Cabrera, Cabrera, Cáceres, Cajas, Campos, Campos, Cancino, Candia, Candia, Caprile, Cárcamo, Cárdenas, Cárdenas, Cárdenas, Carmona, Caroca, Carrasco, Carrasco, Carrasco, Carvajal, Casanova, Casanova, Casar, Casielles, Castillo, Castillo, Castillo, Castro, Castro, Castro, Castro, Castro, Castro, Catule, Cepeda, Cerda, Céspedes, Chaparro, Chávez, Chiple, Cifuentes, Cofré, Cofré, Colipi, Collao, Collao, Concha, Concha, Concha, Constanzo, Contreras, Contreras, Contreras, Contreras, Cornejo, Cornejo, Cornejo, Cortés, Cortés, Cortés, Cortez, Corvalán, Crisosto, Cuello, Cuevas, Cussen, Cussen, Davanzo, De la fuente, Díaz, Díaz, Díaz, Díaz, Dieye, Dixon, Dolfini, Donoso, Donoso, Dubo, Duboy, Duyvenstein, Eitner, Errázuriz, Escobar, Escobar, Espejo, Espinosa, Espinoza, Espinoza, Espinoza, Espinoza, Espinoza, Espinoza, Espinoza, Fábrega, Fajardo, Farías, Farías, Fermandois, Fernández, Fernández, Figueroa, Figueroa, Flores, Flores, Flores, Flores, Flores, Franco, Fuentes, Fuentes, Fuentes, Fuenzalida, Funes, Gac, Gaete, Gajardo, Gajardo, Galarce, Gallardo, Gallegos, Galleguillos, Galleguillos, García, García, García, Garrido, Gatica, Gatica, Gautier , Giménez, Godoy, Godoy, Godoy, Godoy, Gómez, Gómez, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, González, Gregorio, Griffero, Guajardo, Guerra, Guerrero, Gutiérrez, Gutiérrez, Guzmán, Hahn, Henríquez, Hernández, Herrera, Herrera, Hidalgo, Hill, Huaiquil, Huentemilla, Hurtado, Hurtado, Ibacache, Ibacache, Ibacache, Illanes, Inostroza, Inostroza, Iturra, Jara, Jaramillo, Jerez, Jorquera, Jure, Labarca, Labbé, Labraña, Lambiasi, Larenas, Larraín, Larrañaga, Laverde, Lavín, Leal, Leal, Leandro, Leiva, León, Lizama, Lizama, López, López, López, Lorca, Lucero, Lucero, Lucero, Madariaga, Maldonado, Mardones, Mariman, Marín, Marín, Marín, Márquez, Martín, Martínez, Martínez, Matus, Maureira, Mc-Kay, Medel, Medina, Medina, Medina, Medina, Mejía, Mejías, Mellado, Mellado, Méndez, Méndez, Middleton, Millalen, Miranda, Miranda, Miranda, Mlekuz, Molina, Monardes, Monardes, Mondaca, Montenegro, Montoya, Mora, Mora, Morales, Morel, Moreno, Munita, Muñoz, Muñoz, Muñoz, Muñoz, Muñoz, Navarrete, Navarrete, Navarrete, Navarrete, Navarro, Nicolau, Norambuena, Novoa, Nuñez, Nuñez, Nuñez, Ochoa, Ogaz, Ojeda, Olate, Olavarría, Olavarría, Olave, Olivares, Olivares, Olivera, Olivos, Olivos, Olivos, Olmedo, Órdenes, Órdenes, Orellana, Orellana, Oróstica, Ortiz, Osorio, Ovalle, Pagels, Palavecino, Palomera, Pardo, Paredes, Parra, Parra, Pasten, Pavez, Peña, Peralta, Peralta, Pereira, Pereira, Pereira, Pereira, Pérez, Pérez, Pérez, Pérez, Pérez, Pérez, Pichuante, Pineda, Pinto D’Aguiar, Plaza, Poblete, Poblete, Poblete, Pradines, Prado, Prosser, Puga, Quezada, Quezada, Quezada, Quiñones, Quiroz, Quispe, Rabanal, Ramírez, Ramos, Ramos, Rauld, Ravet, Reinero, Rengifo, Reyes, Reyes, Reyes, Reyes, Reyes, Rioseco, Riquelme, Riquelme, Riquelme, Rivadeneira, Rivas, Rivas, Rivas, Rivas, Rivera, Rivera, Rivera, Rivera, Rivera, Rocha, Rocha, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rodríguez, Rojas, Rojas, Rojas, Rojas, Rojo, Romero, Romero, Romero, Romero, Rongo, Rosas, Rubilar, Rubio, Saavedra, Saavedra, Saez, Sagredo, Salamanca, Salazar, Salazar, Salgado, Salinas, San Mateo, Sánchez, Sandoval, Sandoval, Sanhueza, Santana, Santana, Saracho, Schaff, Schartau, Schoennenbeck, Segura, Senn, Sepúlveda, Sepúlveda, Sepúlveda, Sepúlveda, Sepúlveda, Sepúlveda, Sepúlveda, Serey, Shartau, Sibilia, Siech, Silva, Silva, Silva, Silva, Sittler, Soto, Soto, Soto, Soto, Soto, Starke, Starke, Stiller, Suárez, Tapia, Tapia, Tapia, Tapia, Tillerías, Trapegui, Toledo, Torrejón, Torres, Torres, Torres, Treumun, Troncoso, Ulloa, Ulzurrun, Undurraga, Uren, Urquiza, Urrutia, Valderrama, Valdés, Valenzuela, Valenzuela, Valleta, Valverde, Valverde, Vargas, Vásquez, Velasco, Venegas, Vera, Verdejo, Vergera, Vial, Vidal, Vidal, Vidal, Videla, Vilches, Vilches, Villagrán, Villagrán, Villar, Villarroel, Vilugron, Viveros, Zaffiri, Zavala, Zúñiga, Zúñiga y Zúñiga.
Son los apellidos de los
de ellos eran de apellido GonzĂĄlez.
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trabajadores dependientes e independientes que han pasado por La Fuente desde el aĂąo 2000.
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actividades culturales se han llevado cabo en Biblioteca Viva entre julio de 2017 y julio de 2018
premios y reconocimientos ha recibido La Fuente desde su fundaciรณn*
*Entre ellos destacan el Premio Alonso de Ercilla, otorgado por la Academia Chilena de la Lengua, por la contribuciรณn a la difusiรณn de la literatura chilena y el Premio Bicentenario, por el proyecto de las Bibliotecas Viva
69
11
70
4
sedes y un anexo: las direcciones que ha tenido La Fuente California 2113, Providencia Austria 2110, Providencia Valenzuela Castillo 1578, Providencia Exequiel Fernández 397, Ñuñoa Anexo Elvira Garcés 1904, Providencia
La colecciรณn inicial (el promedio de ejemplares que necesita cada biblioteca para abrir)
1.500 libros - Bibliomรณvil
71
2.000
libros - Biblioteca escolar
5.000
libros - Biblioteca Viva
72
Proyectos en 18 aĂąos
bibliotecas escolares
Bibliomóviles rurales y escolares-comunitarios
muestras museográficas
centro cultural
73
bibliotecas públicas
74
Nuestras bibliotecas estรกn en
de las
comunas de Chile
75
Alto Hospicio, Antofagasta, Arauco, Arica, Aysén, Calbuco, Caldera, Canela, Cañete, Castro, Cerrillos, Cerro Navia, Chaitén, Chépica, Chiguayante, Chile Chico, Codegua, Coelemu, Colina, Concepción, Concón, Constitución, Contulmo, Copiapó, Coquimbo, Coronel, Corral, Coyhaique, Cunco, Curanilahue, Curicó, Doñihue, Estación Central, Futrono, Gorbea, Hualañé, Hualpén, Huasco, Huechuraba, Iquique, Isla de Maipo, La Calera, La Florida, La Ligua, La Pintana, La Reina, La Serena, La Unión, Lanco, Las Condes, Lebu, Licantén, Los Álamos, Los Ángeles, Los Lagos, Lota, Lumaco, Macul, Máfil, Mariquina, Melinka, Molina, Nancagua, Ninhue, Osorno, Paillaco, Panguipulli, Parral, Peñalolén, Pica, Pichidegua, Pichilemu, Pirque, Portezuelo, Puchuncaví, Pucón, Pudahuel, Puente Alto, Puerto Aysén, Puerto Montt, Puerto Natales, Puerto Octay, Pumanque, Punta Arenas, Quellón, Quillón, Quillota, Quilpué, Quinta de Tilcoco, Quinta Normal, Quirihue, Rancagua, Recoleta, Renca, Rengo, Río Bueno, San Antonio, San Bernardo, San Carlos, San Joaquín, San Nicolás, San Pedro de la Paz, Talca, Talcahuano, Temuco, Teno, Tierra Amarilla, Tirúa, Valdivia, Vallenar, Valparaíso, Vicuña, Vilcún, Yumbel, Yungay, Zapallar.
76
Tenemos
blog que estรก mรกs vivo que nunca
1º
Soledad Rodillo
visitas en las 7 entradas más leídas
2º
Los 5 más leídos del blog
Pablo Espinosa
visitas en 3 entradas y 1 reseña 77
3º
Javiera Barrientos
visitas en 2 entradas
publicaciones ha hecho Soledad Rodillo*
4º
Germán Gautier
visitas en 1 entrada y 1 reseña
5º
Sus entradas han sido compartidas alrededor de
Rodrigo Costas veces en Twitter y Facebook
visitas en 2 entradas
*Es la colaboradora más activa
41
personas han publicado sus textos entre 2014 y 2018
78
colaboradores escribieron en el blog durante 2018
A Andrea Viu Astrid Donoso
G Gabriela Precht Germán Gautier
B Bautista Martínez
I Ignacio Casielles Isabel Casar
C Camilo Brodsky Claudio Aravena Consuelo Olguín Christopher León D David Agurto Diego Muñoz F Francisca Tapia
J Juan Morel L Lorena Fuentes Loreto Aroca M Marcelo Parra María Jesús Blanche María José Ferrada Milena Vodanovic
N Nicole Jara P Pablo Espinosa Paulina Retamales S Sara Bertrand Soledad Rodillo
150.000 75 33.000 2,6 36.000 10.300 2.192 1.112 libros donados
estudiantes beneficiados
animaciones lectoras realizadas
visitas de profesionales a las escuelas
capacitaciones
actividades culturales
79
millones de visitas a la web
UN PROGRAMA QUE NO PARA
PROGRAMA VIVA LEER 2011-2017
bibliotecas entregadas
80
13 Bibliotecas Viva han sido inauguradas a lo largo del país desde 2003
de ellas están en funcionamiento
nueva sede se inauguró en octubre de 2018
se cerraron, La Serena, Oeste y Alameda
81
de cada 10 libros prestados, en Biblioteca Viva, son de narrativa
Con
12.892.338 82
visitas en 15 años podemos decir que 7 de cada 10 chilenos han estado al menos una vez en una Biblioteca Viva
85.820 6.062 libros es la cifra total que da vida a la red de Bibliotecas Viva
de ellos fueron adquiridos en el último año
Cada dĂa de 2017,
2.791 *
*Promedio diario de visitas de 2017
83
personas decidieron entrar a una Biblioteca Viva
Los prĂŠstamos
84
(libros, pelĂculas o revistas)
155.937
164.312
218.279
236.247
2014
2016
2015
2017
El
de los prĂŠstamos de 2017 fueron solicitados por mujeres
85
64,1%
86
Si cada libro tiene al menos 50 pรกginas, en las Bibliotecas Viva tenemos
4.291.000 de pรกginas disponibles para leer
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez ha sido históricamente el libro más leído en Biblioteca Viva
julio ¡Es el mes del amor por la lectura! Año a año registra la mayor concentración de visitas
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Le sigue Crónica de una muerte anunciada, del mismo autor
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Comer un lobo, de Cédric Ramadier, El gran libro de los bichos y El gran libro de las bestias, ambos de Yuval Zommer, se mantienen entre los favoritos de la Colección Infantil*
Harry Potter y el legado maldito, de Jack Thorne, lidera las preferencias de la Colección Juvenil en 2017. Le siguen Bajo la misma estrella, de John Green, y Las ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky
*Estos títulos fueron seleccionados por el Comité de Valoración de Libros de Troquel
¿A qué van las personas a las Bibliotecas Viva? A pedir libros en préstamo 89
A leer
A las actividades culturales
(y a veces también van a pololear)
90
119 visitas realizaron los equipos de Bibliotecas Viva a colegios, jardines infantiles, hospitales y universidades a lo largo del paĂs en 2017, beneficiando a 51.227 personas Esto convierte a las bibliotecas en un espacio para la cultura en la comunidad que las rodea
PROGRAMA VIVA LEER
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aĂąos trabajando junto a Copec
LOS PROYECTOS
«Es parte del crecimiento el caerse varias veces para triunfar en un proyecto. Durante estos años hemos sido parte de la historia de nuestro país, con su crecimiento desbordado y desigual, con sus demandas ciudadanas y protestas callejeras, con sus perspectivas de cambio». claudio aravena*
94
*Gerente de desarrollo de La Fuente. Una versión de este texto fue publicada por Alabe, revista de las universidades lectoras españolas, en homenaje al aporte de la fundación al fomento lector.
E
scribo este texto en septiembre, un mes simbólico para nuestra historia reciente: el quiebre político más profundo se produjo este mes, la dictadura de Pinochet y sus alcances nos sobreviven, y han llevado estos últimos años a un despertar de la ciudadanía en contra de sus más profundas reformas: la educación, el sistema de pensiones, el libre mercado, la Constitución Política de 1980. En definitiva, las bases que sustentan la nueva sociedad chilena. ¿Qué tiene que ver este acercamiento con La Fuente? En forma aparente nada; pero al hacer solo unos rasguños en nuestra historia podemos identificar el verdadero motivo por el que nace y crece nuestra institución: la desigualdad. Hace 18 años Verónica Abud, su marido y sus hijos crearon esta institución. Su objetivo inicial sería trabajar en el ámbito educacional de sectores vulnerables, aplicando programas de fortalecimiento en las áreas de lenguaje, matemáticas, arte y ciencias. Para llevar a cabo su objetivo, Verónica consiguió financiamiento privado para apoyar escuelas públicas en sectores de vulnerabilidad social y económica. Y así comenzó con los primeros atisbos de su programa Creando los Lectores del Mañana (CLM®). Lo que a simple vista, con ojos del 2018, puede sonar evidente, hace 18 años en nuestro país no lo era. A pesar de que a principios de los años 90 la reforma educacional promulgada por el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle eliminó el concepto de lectura obligatoria impuesto por Pinochet —el que seleccionaba títulos para fortalecer el espíritu patrio en el currículo educacional— las prácticas reiteradas se fueron modificando muy lentamente en las aulas. Los niños chilenos seguían leyendo años tras años los mismos títulos que sus hermanos mayores o que sus padres. Poco a poco el espíritu rupturista (o chascón, o despeinado) del programa CLM cobró fuerza. Nos constituimos en una fundación
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de promoción del libro y la lectura, la única en ese momento con esas características en Chile. A los programas de bibliotecas escolares, se sumaron los Bibliomóviles en zonas rurales: furgones, jeeps o camionetas cargadas con libros que visitaban escuelas alejadas de zonas urbanas, llevando libros a niños que en ese momento no contaban con material actualizado para leer. El crecimiento de la fundación se produjo a partir del año 2003 cuando la administración de los centros comerciales Mallplaza le propuso a Verónica la creación de un proyecto «YA EN EL 2000 EL MALL innovador: bibliotecas públicas dentro de un SE CONVIRTIÓ EN LA mall. En Chile, el crecimiento de los años 90 NUEVA PLAZA PÚBLICA; trajo consigo el fortalecimiento del modelo Y EN ELLA NACIÓ norteamericano, las tarjetas de crédito, los BIBLIOTECA VIVA». shopping centers, las grandes tiendas de retail. No fue raro entonces que este modelo, que se iniciara en los sectores de ingresos altos, se fuera expandiendo a los nuevos barrios de clase media emergente; y las personas vieran con alegría y entusiasmo cómo un gran páramo era reemplazado por una mole de tiendas, servicios, comida y diversión. Ya en el 2000 —y tomando prestado el concepto al sociólogo chileno Tomás Moulian— el mall se convirtió en la nueva plaza pública; y en ella nació Biblioteca Viva. Estas bibliotecas, como todo espacio actual, no solo ofrecen servicios de préstamos de material bibliográfico, sino que también son un espacio de trabajo conjunto, de talleres, cursos, exposiciones, son un espacio de encuentro comunitario para niños y jóvenes; y una posibilidad clara de acceso cultural en comunas que tienen carencia de estas acciones. Otro ámbito de colaboración con el sector público, junto con la instalación de bibliotecas en escuelas y Bibliomóviles, es el programa de apoyo a bibliotecas públicas dependiente del SNBP
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(Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio). Este programa, creado en el año 2001, también con financiamiento de la Fundación Andes, busca colaborar con el sistema público allegando recursos en equipamiento, habilitación, capacitación y, hace un par de años, en construcción de nuevas bibliotecas. Durante estos años, con financiamiento privado y la Ley de Donaciones Culturales, hemos trabajado en Cerro Navia, Puchuncaví, Peñalolén, Yungay, San José de la Mariquina, Constitución y Arauco. En Constitución se diseñó una nueva biblioteca que toma como base la madera, actividad industrial de la zona. El proyecto, inaugurado en noviembre de 2015, ya ha recibido reconocimiento en Canadá y ahora postula a los prestigiosos premios RIBA (Royal Institute of British Architects). Por su parte, en Arauco, también se recogieron los intereses de la comunidad indígena, quienes destacaron la presencia «ESTE PROYECTO ES cercana a la futura biblioteca del cerro EL MÁS AMBICIOSO LLEVADO A CABO POR Colo-Colo, lugar fundacional de la cultura LA FUNDACIÓN EN mapuche en la zona. El proyecto, de corte SU HISTORIA». contemporáneo, rescató vistas y elementos de estas comunidades, además de congregar en un espacio de 1.400 metros cuadrados una biblioteca pública, un teatro municipal, salas de trabajo y ensayo y un gran patio comunitario. Este proyecto es el más ambicioso llevado a cabo por la fundación en su historia. El trabajo en investigación y formación empieza a ser clave en el funcionamiento de los proyectos: el año 2006 se inicia el proceso con la creación de la encuesta nacional Chile y los libros, que midió el avance de hábitos lectores cada dos años hasta el 2010, cuando el Estado —a través del ex Consejo Nacional de la Cultura y las Artes— se hace cargo de tener una encuesta similar. Se suman a
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estas encuestas investigaciones en jóvenes (Familia y Escuela: su influencia en la formación para los lectores del mañana) y niños (Los niños y los libros; Esto no es un cuento, volúmenes 1 y 2), todas disponibles en el sitio web de la fundación (fundacionlafuente.cl). En el período 2010-2015, junto a la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile creamos el primer diplomado online en Chile sobre literatura infantil, juvenil y promoción del libro y la lectura. Junto a la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, creamos la Biblioteca laboratorio LEA/profesor Roberto Cabrera, proyecto piloto que buscó implementar una biblioteca escolar en el contexto de la fomación de futuros docentes, se buscó que los estudiantes tuvieran contacto directo con las novedades editoriales recientes y que pudieran en este espacio desarrollar su práctica como mediadores de lectura, gracias a una alianza con los jardines infantiles y las escuelas básicas cercanos. El año 2015 nace el Centro de Estudios Troquel como otra forma de fortalecer el trabajo realizado por la fundación. Este centro tiene por objetivos diseñar e implementar programas de capacitación para profesores, bibliotecarios y mediadores de lectura en general, en formato presencial y online. Junto a eso, el Centro Troquel tiene a su cargo el Comité de Valoración de Libros Infantiles y Juveniles, un organismo formado por 17 profesionales de la fundación, de distintos proyectos y de distintas partes del país, quienes tienen la misión de leer todos los libros editados durante el año. La irrupción de las redes sociales nos puso como desafío sumar contenidos a estos mecanismos de difusión infinita. Así los objetivos impulsados por la fundación se han podido extender más allá de nuestras fronteras —mar y cordillera— que a veces más que delimitar nos limitan. Facebook, Twitter, Instagram, nuestro sitio
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web, han incorporado entrevistas, artículos, columnas o reseñas escritas por miembros de nuestra institución o colaboradores externos. Nos hemos transformado en un medio de comunicación, que cada semana actualiza sus contenidos y los difunde para conocimiento general. Decía al inicio que la memoria es frágil y, a veces, selectiva. En estos 18 años son muchos los proyectos que no alcanzaron el éxito esperado, las ideas que quedaron escritas en alguna libreta, los informes que nadie leyó. Tampoco han sido parte de este recuento los portazos al presentar una idea, las bibliotecas cerradas, los «No» al revisar el presupuesto de un proyecto, las zancadillas siempre presentes. Es parte del crecimiento el caerse varias veces para triunfar en un proyecto. Durante estos años hemos sido parte de la historia de nuestro país, con su crecimiento desbordado y desigual, con sus demandas ciudadanas y protestas callejeras, con sus perspectivas de cambio. A pesar de esta convulsión, vemos con optimismo nuestro futuro y esa alegría es patente cada vez que un niño abre un libro, sonríe y se acomoda en un sofá, a disfrutar.
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bibliotecas
Bibliotecas escolares ‡
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s el primer proyecto que creó La Fuente y consiste en habilitar una sala de clases en un colegio, que puede haber tenido o no anteriormente una biblioteca. Esa sala se pinta, se arregla, se ponen luces, cortinas y un mobiliario nuevo, diseñado especialmente para promover la lectura. En sus estanterías se despliega una colección nueva de 2.000 libros que puede reemplazar o sumarse a la existente y que se maneja con el software Abies, que entrega el Ministerio de Educación. La biblioteca además de quedar perfectamente acondicionada para leer y estudiar, queda ordenada por un sistema Dewey y por colores, según el tipo de contenido, y además los distingue con un sticker que va en el lomo, para que los niños más pequeños sepan qué dificultad lectora representa y puedan elegir según su propio avance o progreso de lectura. «En las bibliotecas escolares se trabaja durante dos años en asistencia técnica y se hace una capacitación de la persona encargada de biblioteca como mediadora de lectura. «EN LAS BIBLIOTECAS Además se hace un trabajo de animación ESCOLARES SE TRABAJA a la lectura en cursos de pre-kínder a sexto DURANTE DOS AÑOS EN básico», cuenta Claudio Aravena. «Todas las ASISTENCIA TÉCNICA Y SE semanas se realizan actividades de fomento HACE UNA CAPACITACIÓN DE LA PERSONA ENCARGAlector, que es el fuerte del programa DA DE BIBLIOTECA COMO Creando los Lectores del Mañana. Estos MEDIADORA DE LECTURA». proyectos, en distintas etapas, han sido financiados y se han hecho en conjunto con distintas instituciones: el Ministerio de Educación, Fundación CAP, Copec y con la Fundación Arauco». Hay bibliotecas escolares de la Fuente a lo largo de todo Chile, tanto en centros urbanos como en zonas rurales.
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iquique
isla de maipo
la ligua
después
antes
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molina
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despuĂŠs antes despuĂŠs 105
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Bibliomรณviles โ ก
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ste novedoso proyecto empezó el año 2001. La idea era replicar el modelo de una biblioteca móvil de otros casos internacionales, como Estados Unidos, España o Cuba, donde existían módulos de préstamos que viajaban prestando libros. En La Fuente adaptaron la idea y la llevaron a distintos contextos. El primer campo de acción fue la comuna de Peñalolén, donde a través del municipio seleccionaron cinco colegios municipales que eran visitados por una furgoneta cargada con libros una vez a la semana. «Eran colegios que tenían y no tenían bibliotecas. El proyecto empezó a crecer y empezamos a trabajar con Bibliomóviles en Puerto Octay y Osorno. Luego vino Macul, una comuna que aún no tiene biblioteca pública, ahí hicimos dos Bibliomóviles y también nos lanzamos al área comunitaria. Uno recorría colegios y el otro sedes sociales», recuerda Claudio. ¿Quiénes van dentro de un Bibliomóvil? Además de los 1.500 libros, durante los dos primeros años va un asistente técnico de La Fuente y permanentemente va un chofer que «HEMOS IDO AMPLIANtambién es la persona que luego se convierte DO EL RANGO DE BIen el mediador, prestalibros y cuentacuentos: BLIOMÓVILES, PORQUE es decir hace de todo. La colección de un CONECTA MUCHO A LA Bibliomóvil está clasificada y el mediador se GENTE Y PUEDE SALIR baja con los libros en las sedes sociales o en DE LA BIBLIOTECA PÚescuelas rurales. El Bibliomóvil funciona con un BLICA Y PUEDE LLEGAR A LUGARES LEJANOS». sistema de préstamos por una semana y, en un día, puede recorrer varios colegios, jardines infantiles y sedes sociales. «Hemos ido ampliando el rango, porque conecta mucho a la gente y puede salir de la biblioteca pública y llegar a lugares lejanos», explica Claudio. «En Arauco el 80% de la red de Bibliomóviles actuales está hecho por nosotros. Hicimos todo el valle del Itata, toda la provincia de Arauco y la Vero sola, levantando recursos hizo once de las doce
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comunas de la provincia de Valdivia (actual Región de Los Ríos), hicimos en el norte con la Minera Escondida y con la Fundación Arauco estamos haciendo otro en Licantén». El modelo de este proyecto funciona de la siguiente manera: la empresa, a través de la Ley de Donaciones Culturales, dona los recursos necesarios para la compra del auto (furgón, jeep), la colección de libros y la asistencia técnica por dos años. El municipio se encarga de los gastos del vehículo y la remuneración de los encargados. La Fuente, junto con otras entidades, llegó a crear una red de Bibliomóviles, la que hoy existe gracias al aporte del Sistema de Bibliotecas Públicas. Además muchos de los autos donados han sido reemplazados por otros adquiridos por los municipios, gracias al Fondo del Libro y la Lectura.
En Arauco el 80% de la red de bibliomóviles actuales está hecho por nosotros. Hicimos todo el valle del Itata, toda la provincia de Arauco y la Vero sola, levantando recursos hizo once de las doce comunas de la provincia de Valdivia (actual Región de Los Ríos), hicimos en el norte con la Minera Escondida y con la Fundación Arauco estamos haciendo otro en Licantén.
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bibliomรณvil de
cerro navia.
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Bibliotecas públicas ‡
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tro ámbito de colaboración con el sector público, junto con la instalación de bibliotecas en escuelas y Bibliomóviles, es el programa de apoyo a bibliotecas públicas dependiente del SNBP (Sistema Nacional de Bibliotecas Pública del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio). Este programa, creado en el año 2001 con financiamiento de la Fundación Andes, busca colaborar con el sistema público allegando recursos en equipamiento, habilitación, capacitación y, hace un par de años, en construcción de nuevas bibliotecas. Durante estos años, con financiamiento privado y la Ley de Donaciones Culturales, La Fuente ha trabajado en Cerro Navia, Puchuncaví, Peñalolén, Yungay, San José de la Mariquina, Constitución y Arauco. «Puede ser una biblioteca patrimonial, «PUEDE SER UNA como el caso de Puerto Octay y Valdivia, BIBLIOTECA PATRIMONIAL, o puede ser un edificio nuevo como en COMO EL CASO DE OCTAY Peñalolén, para lo que se nos contrata es Y VALDIVIA, O PUEDE SER para la remodelación total, hacemos el UN EDIFICIO NUEVO espacio con estanterías nuevas, mejoramos COMO EN PEÑALOLÉN, la colección e incorporamos los libros al PARA LO QUE SE NOS CONTRATA ES PARA LA sistema de catalogación Alpeh», cuenta REMODELACIÓN TOTAL». Claudio. La mayoría son habilitaciones, remodelaciones y anexos, pero con el tiempo este programa dio paso a la biblioteca pública de Constitución, que fue la primera biblioteca que hicieron desde cero, lo que requirió una serie de acciones de La Fuente ante el Comité de Donaciones. «Una empresa privada puede donarle una biblioteca a un municipio a través de una fundación como la nuestra, pero no puede construir en un terreno que no sea municipal», explica Claudio. «Resolver y aprender eso fue parte del desafío de trabajar una biblioteca desde cero».
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El año 2003 la administración de los centros comerciales Mallplaza le proponen a Verónica Abud la creación de un proyecto innovador: bibliotecas públicas dentro de un mall. En Chile, el crecimiento de los años 90 trajo consigo el fortalecimiento del modelo norteamericano, las tarjetas de crédito, los shopping centers, las grandes tiendas de retail. No fue raro entonces que este modelo, que se iniciara en los sectores de ingresos altos, se fuera expandiendo a los nuevos barrios de clase media emergente; y las personas vieran con entusiasmo cómo un gran páramo era reemplazado por una mole de tiendas, servicios, comida y diversión. El 2000 el mall se convirtió en la nueva plaza pública; y en ella nació Biblioteca Viva. La primera biblioteca se abrió el año 2003, en un local de 450 metros cuadrados. El programa fue íntegramente financiado por la administración de Mallplaza haciendo uso de un mecanismo creado por el Estado chileno: la Ley de Donaciones Culturales, regulación diseñada por el senador Gabriel Valdés para incentivar que las empresas privadas puedan invertir en proyectos del ámbito cultural descontando hasta el 50% de lo entregado a entidades culturales, en impuestos. Estas bibliotecas superan el millón de visitantes y no solo ofrecen servicios de préstamos de material bibliográfico, sino que también son un espacio de trabajo conjunto, de talleres, cursos, exposiciones; «ESTE PROYECTO QUE SE PLANTEÓ INICIALMENTE son un espacio de encuentro comunitario COMO UN ESPACIO DE SERVICIO para niños y jóvenes; y una posibilidad DE PRÉSTAMO DE LIBROS PARA LOS TRABAJADORES DEL clara de acceso cultural en comunas que MALL SE FUE AMPLIANDO HASTA CONVERTIRSE EN UNA tienen carencia de estas acciones. GRAN RED DE BIBLIOTECAS «Este proyecto que se planteó inicialmente PÚBLICAS, LAS PRIMERAS como un espacio de servicio de préstamo BIBLIOTECAS PÚBLICAS EN UN CENTRO COMERCIAL de libros para los trabajadores del mall se EN LATINOAMÉRICA».
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fue ampliando hasta convertirse en una gran red de bibliotecas públicas, las primeras bibliotecas públicas en un centro comercial en Latinoamérica», cuenta Claudio. «Son espacios de préstamos que se abren al mundo de la cultura, además del acceso a los libros, hay talleres, exposiciones, charlas e intervenciones. Además es un nexo con actividades de extensión con entidades que están fuera de su espacio, como hospitales y jardines infantiles». En las Bibliotecas Viva hay una cartelera cultural muy nutrida: de quince a veinte actividades gratuitas en cada una de las sedes sumando unas 150 actividades mensuales en todo Chile. «El 98% de estas actividades son gratis y las que son pagadas, son para cubrir costo de materiales», explica Claudio. «Se hacen ciclos de astronomía, talleres de poesía, lanzamientos de libros, cursos de drag queens, de mecánica, de botánica, de patrimonio… se hacen bicicletadas, feria de las pulgas, charlas sobre feminismo, alimentación, educación sexual, todo siempre vinculado a los libros». Aquí los mediadores son contratados por La Fuente, quienes cada quince días reciben una completa capacitación de la fundación en distintos temas: desde manejo de redes sociales y fotografía hasta cursos de literatura. «Tenemos estudiantes de arte, de literatura, gente que viene del mundo audiovisual, artistas, profesores de yoga… que tienen en común el gusto por la lectura». La Fuente ha hecho trece Bibliotecas Viva de las cuales están abiertas diez, con la recién inaugurada sede de Los Domínicos. Los tamaños de estas bibliotecas varían entre los 200 y 400 metros cuadrados, y en ellas se atiende de lunes a domingo, de 12:00 a 20:00 horas. Solo están cerradas cinco días al año. Las bibliotecas suman una cantidad de visitas que superan el millón de personas y tienen 20.000 socios al año. «Creo que son las únicas bibliotecas en las que, cada 45 días, se puede renovar el préstamo del libro por WhatsApp», cuenta Claudio.
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Biobío
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Biobío
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otros proyectos
Biblioteca Laboratorio ‡
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BIBLIOTECA LEA Profesor Roberto Cabrera, Facultad de Educación, Universidad Diego Portales
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sta biblioteca fue inaugurada el 2011 y es la primera biblioteca universitaria que hizo La Fuente. Está ubicada dentro de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales y se trata de una biblioteca-laboratorio que les permite a los estudiantes de Pedagogía hacer su práctica en fomento lector dentro de la misma universidad. «La idea es que los estudiantes ya lleguen preparados en temas de fomento lector al colegio en el que trabajarán en el futuro. Para esto, la facultad establece alianzas con colegios cercanos y los estudiantes trabajan directamente con los niños como parte de su aprendizaje», cuenta Claudio Aravena. La Biblioteca LEA, paralelamente a sus ejercicios de laboratorio, ofrece talleres muy diversos, desde técnicas de cuenteo y narración oral, hasta uso de los videojuegos en educación. Su interior, decoración y diseño fueron obra de Kana Cussen y Rodrigo Bravo y tras la muerte de Roberto Cabrera la biblioteca también lleva su nombre.
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cultura y patrimonio
Centros culturales ‥
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A
quí hay un solo gran proyecto: el Centro Cultural Arauco (CCA), que surgió a partir de una petición de la empresa Arauco, que quería hacer una donación importante a la ciudad de Arauco después del terremoto del 2010. Llamaron a La Fuente y les pidieron realizar un concurso privado para establecer qué oficina de arquitectura se haría cargo de la remodelación del teatro y la biblioteca de la ciudad. «El requisito para los arquitectos, además, fue que trabajaran con madera, que tuvieran una mirada contemporánea de la arquitectura y que estuvieran abiertos a trabajar con la comunidad», explica Claudio. Los arquitectos que se adjudicaron el proyecto fueron Mirene Elton y Mauricio Léniz, quienes tomaron el encargo pero decidieron demoler el edificio existente y hacer uno nuevo. «Este fue un proyecto muy interesante porque es cien por ciento financiamiento privado, en el que el Estado aportó a través de la Ley de Donaciones Culturales y colaboró con la demolición de los edificios antiguos», cuenta Claudio. Para proyectar el edificio los arquitectos de la oficina Elton_Léniz tuvieron que tener varias instancias de encuentro con los actores clave de la comunidad: desde las tías del jardín infantil, hasta los representantes de la comunidad mapuche, quienes fueron exponiendo sus exigencias. El proyecto se empezó a gestionar el 2011 y se terminó de construir el año 2017. Emplazado en un área de 1400 m2, este «no fue un proyecto fácil», cuenta Claudio. «Se demoró seis años y creo que finalmente salió tan bien, en buena parte, por la voluntad de los arquitectos a dar soluciones a todos los niveles». El año 2018 el CCA recibió el premio Obra del Año entregado por la prestigiosa Plataforma Arquitectura, que premia a lo mejor de la arquitectura construida en países de habla hispana y se ha transformado en uno de los más emblemáticos edificios de la oficina Elton_Léniz (Ver más en el capítulo Los espacios).
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Arauco
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Arauco
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cultura y patrimonio
Proyectos patrimoniales ‥
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no de los primeros proyectos patrimoniales de La Fuente fue de 2004, cuando junto al padre Gabriel Guarda, Sofía Sanfuentes y Lorena Mussa, recuperaron la Casa Hettig, en Valdivia, perteneciente a una familia de la zona. Ahí funcionaba la biblioteca pública de la ciudad. «Se trataba de un edificio precioso que estaba en muy malas condiciones», recuerda Claudio Aravena. «Tenía los papeles murales antiguos y los cielos pintados a mano, pero se llovía. Con recursos de la Fundación Andes y de la Corporación Cultural de Valdivia se recuperó la casa completa». Se hizo todo el trabajo de muros, se restauró la estructura, las ventanas, los cielos pintados a mano, se pulió el piso, y la casa se selló entera. Luego vino el trabajo de interiorismo en el primer y segundo piso: nuevas estanterías, espacios de lectura, zona infantil, colecciones bibliográficas, espacios para reuniones y trabajos. Al mismo tiempo, se trabajó en la museografía del torreón, una antigua sala de juegos de los niños Hettig, en ella se armó un concepto que explica la historia de la ciudad, desde los cuatro puntos cardinales, a través de dioramas realizados por un especialista. En Puerto Octay se hicieron varios «TENÍA LOS PAPELES MURALES proyectos patrimoniales. El primero fue la ANTIGUOS Y LOS CIELOS Casa Niklitschek, un edificio desmontable que PINTADOS A MANO, PERO SE LLOVÍA. CON PLATA DE LA sometió a dos importantes remodelaciones: FUNDACIÓN ANDES Y DE LA el 2004 se hizo en el primer piso la biblioteca CORPORACIÓNCULTURAL DE VALDIVIA SE RECUPERÓ pública y luego el año 2006, en el segundo LA CASA COMPLETA». piso se remodeló el museo. Para habilitar la biblioteca pública se abrieron espacios y se refaccionaron piezas, se mandaron a hacer nuevos muebles y se pintaron los muros. Para el museo, además se hizo un delicado trabajo de interiorismo a cargo de Kana Cussen y de un equipo multidisciplinario que trabajó en la recuperación patrimonial del espacio y la creación de la colección.
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En Puerto Octay también La Fuente hizo un proyecto de recuperación de fachadas, por el cual la fundación ganó el Premio del Consejo de Monumentos Nacionales de Osorno el año 2006. Aquí volvieron a trabajar con el padre Gabriel Guarda y Sofía Sanfuentes en un registro de las fachadas más emblemáticas. «El padre Guarda eligió los pantones y la Vero levantó recursos para pintarlas. Se arreglaron los cercos, se refaccionaron las maderas y se recuperaron las fachadas», recuerda Claudio. Pero sus proyectos de recuperación no se tratan exclusivamente de museos y bibliotecas. La casa en la calle Exequiel Fernández, en Ñuñoa, donde actualmente se encuentra la casa matriz de La Fuente, también involucró un proyecto de recuperación patrimonial. El año 2010 compraron esta casa de 1929, que pertenecía a una de las familias más antiguas de este sector y la remodelaron para hacer sus oficinas ahí. Además, ampliaron la construcción con un sector más moderno, donde están las salas de extensión de La Fuente. Fue un trabajo hecho con la arquitecta Lorena Mussa y los interoristas Grisanti Cussen. El último proyecto ha sido la compra de un importante caserón de 1918, en la emblemática población obrera del barrio Huemul. «Es el edificio de la antigua Caja de Ahorro», cuenta Claudio. «Esta era una entidad de beneficencia que financiaba proyectos sociales en una población modelo que responde al Rerum Novarum del papa León XIII y al concepto de higienismo de la época». La casa es obra del arquitecto Ricardo Larraín Bravo, quien diseñó esta casona en medio de un barrio que en el pasado contemplaba un teatro, un jardín infantil, un colegio de hombres, otro de mujeres, un templo masón, una iglesia católica y una plaza para los trabajadores. «El plan es transformarla en una biblioteca y en un centro de residencia», adelanta Claudio. Para esto están trabajando con el arquitecto Sebastián Irarrázaval.
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otros proyectos
Proyectos que quedaron en el tintero ‥
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CENTRO CULTURAL DE CALDERA Proyecto solicitado por la Fundación CAP, para esta comuna de la provincia de Copiapó. Buscaba ampliar los servicios de la actual biblioteca pública, sumándole un teatro, un patio para actividades, un pequeño museo, tiendas y servicios. El proyecto del arquitecto Mauricio Léniz contempló diversas etapas y trabajos con especialistas en acústica y museografía.
* RECUPERACIÓN DE CASA ABAROA Esta casa en Antofagasta había pertenecido antiguamente a la familia materna del empresario Andrónico Luksic. La idea era convertirla en un gran centro cultural, con un teatro, una biblioteca y salas de ensayo. El encargo venía de la empresa Ferrocarriles de Antofagasta Bolivia (FCAB) y fue proyectado por La Fuente junto al arquitecto Mauricio Léniz.
* BIBLIOTECA PÚBLICA DE CONSTITUCIÓN Primer proyecto realizado por La Fuente para la Fundación Arauco. El proyecto fue trabajado por los arquitectos Lorena Mussa y Juan Francisco Ossa. La intervención no pudo realizarse debido a los daños de la casa, producto del terremoto de 2010.
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Caldera
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otros proyectos
Proyectos futuros ‥
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BIBLIOTECA PÚBLICA, PUERTO OCTAY Por Elton_Léniz
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ste proyecto es la continuación de un proyecto anterior realizado el 2002. Se trata de una casa patrimonial en Puerto Octay donde actualmente funciona la biblioteca pública de esa localidad, hecha por La Fuente en conjunto con la Fundación Andes. En el segundo piso de esa construcción funciona el Museo El Colono, también de la misma época, realizado por Kana Cussen (Ver en Los espacios) y La Fuente. «La idea es llevarse toda la biblioteca actual al nuevo edificio, que estará detrás del existente», adelanta Claudio Aravena. «Entre las dos construcciones habrá una plaza abierta que las conecte. La «UNO DE LOS REFERENTES idea es que biblioteca y museo queden bien CON QUE MIRENE comunicados e integrados, y sumarle a este Y SU SOCIO MAURICIO proyecto una sala multiuso». LÉNIZ TRABAJARON «En el contexto de Puerto Octay PARA ESTE NUEVO reparamos en los galpones agrícolas», PROYECTO FUE LA cuenta la arquitecta Mirene Elton. «A las OBRA DEL ARQUITECTO DAVID ADJAYE». casas tradicionales de la zona las acompaña siempre un galpón y esta biblioteca estará junto a un galpón de servicio. Hay algo en la escala de las casas sureñas y sus galpones que quisimos rescatar aquí. No intentamos hacer algo literal, pero creemos que se acompañarán». Uno de los referentes con que Mirene y su socio Mauricio Léniz trabajaron para este nuevo proyecto fue la obra del arquitecto David Adjaye. «Cuando él hace aparecer algo nuevo en un sector clásico de Londres toma algo de su entorno, como la altura –la escala– y eso lo traduce en algo contemporáneo», explica Mauricio. «Por eso la nueva casa tendrá el mismo ancho, el mismo alto que la
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existente y el vacío entre ellas será el mismo», explica su socia. «Para este proyecto nosotros trabajamos con volúmenes de pocas perforaciones, como los galpones, que al ser silenciosos, son edificios más neutros», dicen los arquitectos. Las dos casas quedarán rodeadas por la plaza, un jardín y un patio de juegos. «En la parte de atrás estará esta nueva biblioteca pensada para niños y adolescentes con necesidades y usos distintos. Dentro los muebles tendrán ruedas y la flexibilidad de correrse para permitir que haya cuentacuentos y otras actividades y por fuera se verá el interior a través de un gran ventanal a modo de vitrina, iluminada de día y de noche», cuenta Claudio.
«En el contexto de Puerto Octay reparamos en los galpones agrícolas», cuenta la arquitecta Mirene Elton. «A las casas tradicionales de la zona las acompaña siempre un galpón y esta biblioteca estará junto a un galpón de servicio».
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TEATRO MATAQUITO, LICANTÉN Por Sebastián Irarrázaval
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ste proyecto es una iniciativa de la empresa Arauco y el municipio de esa localidad para implementar un teatro con capacidad para trescientas personas. «Será el primer teatro que podría construir La Fuente y se basa en las necesidades de la comunidad», explica Claudio Aravena. «Varias agrupaciones culturales no tienen un lugar donde juntarse, ensayar ni presentarse y para definir sus requerimientos armamos un calendario con ellos». Será un teatro con tres naves que se abrirán y se cerrarán, para que los distintos espacios puedan ser ocupados en forma independiente. «Los paneles móviles y las butacas retráctiles permitirán que los espacios funcionen autónomamente como salas de ensayos o exhibiciones», explica el arquitecto. Estructuralmente, el teatro está pensado como un «exoesqueleto de múltiples piezas que hace legible el traspaso de las cargas verticales desde la cubierta al suelo y, de igual modo, permite leer la forma en que los esfuerzos sísmicos horizontales son resistidos por ella. Los elementos secundarios de la estructura son propuestos en acero», cuenta Sebastián. «Es un basamento público con pórticos y galerías y tres volúmenes de mayor altura que albergan el foyer, las butacas y el escenario». El proyecto será construido principalmente en madera laminada, que es el material que se produce en la zona y, contará con una superficie de 2.500 metros cuadrados.
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BIBLIOTECA HUEMUL, SANTIAGO Por Sebastián Irarrázaval
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o primero que se propone este proyecto es recuperar la emblemática casa de la ex Caja de Ahorros del barrio Huemul, una enorme propiedad emblemática ubicada en el sector de Franklin, en la comuna de Santiago. La Caja Nacional de Ahorros fue una institución de ahorro pública chilena creada en 1910 que dejó de existir en 1953 al fusionarse junto con otras instituciones financieras públicas similares en el Banco del Estado de Chile. La casa es un enorme edificio de 1918 y el plan es hacer en el primer piso una gran biblioteca púbica y comunitaria, creada y administrada por La Fuente. «Esta biblioteca estará bien enfocada en la infancia y se quiere insertar realmente en el barrio», cuenta Claudio Aravena. La idea es que en el segundo piso haya un espacio muy equipado que funcione de residencia para escritores, «para que vengan autores que puedan trabajar en el contexto del barrio Huemul y hagan un trabajo con la comunidad», detalla la Vero. Para esto, en La Fuente ya han hecho varios acercamientos con los vecinos y están trabajando con el Municipio de Santiago y el Consejo de Monumentos Nacionales en armar la carpeta con la que postularán a hacer las transformaciones interiores. «Es un proyecto sin fecha, que será muy largo, pero nos tiene muy entusiasmados».
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l trabajo en investigación y formación es clave en el funcionamiento de los proyectos de La Fuente. El año 2006 se inicia el proceso con la creación de la encuesta nacional Chile y los libros, que midió el avance de hábitos lectores cada dos años. «En el tiempo en que nosotros comenzamos no había ninguna información sobre lectura», recuerda Claudio. «Al diagnosticar esa carencia creamos un área de investigación que desarrolla informes para nuestros proyectos con un mirada mucho más técnica y sociológica, además de otros de carácter más público». La encuesta se realizó hasta el 2010, cuando el Estado —a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes— se hizo cargo de tener una encuesta similar. Se suman a estas encuestas investigaciones en jóvenes (Familia y Escuela: su influencia en la formación para los lectores del mañana) y niños (Los niños y los libros; Esto no es un cuento, volúmenes 1 y 2). Actualmente, parte del equipo de La Fuente trabaja en las líneas de evaluación de cada uno de los proyectos y como fundación son la única entidad privada que le entrega información sobre lectura al Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
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Talleres, seminarios y charlas โ ก
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a Fuente hace seminarios abiertos y charlas constantemente, tanto en Chile como en el extranjero. Se han presentado cuatro veces en México, dos en la Feria de Guadalajara, una en la Feria de Oaxaca y otra en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Ciudad de México, siempre como parte de la delegación oficial de Chile. El 2008 presentaron su proyecto de lectura en el congreso IBBY (International Board on Book for Young People) en Dinamarca y el 2018, también en Dinamarca, Verónica Abud se presentó en Lego Foundation. Además en la casa matriz de La Fuente hacen constantemente seminarios, charlas y encuentros con invitados de todas las áreas de la cultura.
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Troquel โ ก
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l año 2015 nace el Centro de Estudios Troquel como otra forma de fortalecer el trabajo realizado por La Fuente. Este centro tiene por objetivos diseñar e implementar programas de capacitación para profesores, bibliotecarios y mediadores de lectura en general, en formato presencial y online. Los cursos, de bajo costo, son desarrollados por profesionales en literatura, edición, ilustración, animación lectora (primera infancia, niños y jóvenes), narrativa gráfica, gestión de bibliotecas, entre otras áreas. Además, el Centro Troquel tiene a su cargo el Comité de Valoración de Libros Infantiles y Juveniles, un organismo formado por 17 profesionales de La Fuente, de distintos proyectos y de distintas partes ESTE CENTRO TIENE POR OBJETIVOS DISEÑAR E IMdel país, quienes tienen la misión de leer PLEMENTAR PROGRAMAS DE todos los libros editados durante el año. CAPACITACIÓN PARA PROFESORES, BIBLIOTECARIOS Cada semestre, las recomendaciones de Y MEDIADORES DE LECTURA Imprescindibles son agrupadas en un boletín EN GENERAL, EN FORMATO PRESENCIAL Y ONLINE. que se distribuye vía digital e impresa, en forma abierta, y son comprados para las distintas bibliotecas de la fundación para que queden a disposición del público interesado. También tienen un seminario online que se llama «Yo mediador», en el que hay cuarenta personas inscritas de todo Chile, en el que los alumnos estudian durante un año con profesores chilenos y mexicanos.
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n el período 2010-2015, junto a la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, La Fuente creó el primer diplomado online en Chile sobre literatura infantil, juvenil y promoción del libro y la lectura (FLIJ), que capacitó a más de quinientos interesados en realizar mediación de lectura o desarrollarse en el ámbito de la edición de libros. «Uno de los diplomados que ha formado más gente en Chile sobre el fomento lector», dice Claudio. Luego, junto a la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, crearon el primer Diplomado en Edición de Literatura Infantil y Juvenil, con profesores de vasta experiencia y trayectoria, y que será dirigido por la editora y agente literaria Andrea Viu.
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Verónica Abud, fundadora de La Fuente
Premiada por el Foro Económico Mundial y la Fundación Schwab como Emprendedora Social Latinoamericana, por su proyecto Creando los Lectores del Mañana (CLM®), la educadora a cargo de La Fuente dice que un niño jugando aprende mejor: y su trabajo es el reflejo de eso.
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«Un niño que lee tiene la mejor herramienta de aprendizaje y formación para toda su vida, es la base de la educación».
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La mañana del 10 abril del 2018, Verónica Abud llegó temprano a la sede principal de la Protectora de la Infancia en Puente Alto. En ese lugar, se celebraría un encuentro convocado por ICARE, la corporación que promueve la excelencia empresarial en nuestro país. La idea ese día era reflexionar sobre empresa y filantropía y para eso exponían ante un grupo de importantes actores políticos, sociales y económicos personajes como Carlos Montes, presidente del Senado, Alfredo Moreno, ministro de Desarrollo Social, y la Vero.
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Verónica Abud en distintas actividades de Biblioteca Viva.
Esa mañana ella traía consigo una sola lámina con un número: en el mundo hay 263 millones de niños que no asisten al colegio. «Pero lo más dramático es que existen 825 millones de niños que van a pasar catorce años en el colegio y que cuando egresen no tendrán las habilidades indispensables para vivir en la sociedad del año 2020», dijo ante un auditorio repleto. «Para mí, esto es una crisis. Estamos en un modelo educacional de la revolución industrial y ya llegó la cuarta revolución industrial con la tecnología. Los niños que van a egresar de los colegios no van a tener las herramientas necesarias para trabajar». Ante esta crisis, la Vero propuso una solución que sorprendió a muchos por su simpleza y potencia: el juego. «Un niño jugando aprende mejor», dijo. Venía llegando de Dinamarca en una visita a The Lego Foundation, una extensión de la compañía LEGO®, que busca recuperar el juego como herramienta de aprendizaje y que se alinea con el diagnóstico que ella ha recogido durante su trayectoria como educadora: el sistema educacional actual no ayuda a que los niños aprendan a leer y a través del juego se pueden potenciar herramientas clave para el futuro. Si alguien sabe de educación y lectura en Chile, es ella. Verónica es profesora básica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, máster en Educación de la Universidad Politéc-
Gloria Ledermann, Arturo Natho, de Copec y Verónica Abud. 210
nica de Virginia (EE.UU.). Además, ha estudiado en la Universidad de Harvard dos cursos, uno sobre organizaciones sin fines de lucro y otro sobre escalabilidad de proyectos sociales, y ha dedicado su vida a esto. «Aunque tengo que confesar que, como alumna, fui mala. Salí con un 4,1 de promedio del colegio. Di la Prueba de Aptitud Académica y por supuesto que quedé en nada…», cuenta desde su oficina, riéndose. Su pololo de esa época, que estudiaba Ingeniería Civil Industrial, Albert Cussen, la convenció de que entrara a la universidad y la ayudó a postular. «Pedagogía básica me llamó la atención porque siempre me han gustado mucho los niños, me gustaba el servicio social», recuerda. Así que entró a estudiar para ser profesora. Una vez que se recibió, se casó con su pololo –que sigue siendo su marido hasta hoy y es el papá de sus cuatro hijos– y entró a trabajar como profesora al mismo colegio en el que ella había estudiado, el Villa María Academy. ¿Cómo fue esa primera experiencia? Nunca voy a olvidar el primer día de clases la angustia de no saber por dónde empezar y no saber qué hacer. Me habían enseñado filosofía y teoría de la educación pero estaba frente a cincuenta niñitas y no sabía por dónde empezar. Ahí descubrí el valor de la pedagogía:
un niño aburrido en clases es lo peor que te puede pasar. El alumno es el que tiene que terminar el día cansado, no la profesora. La profesora no es una cuidadora, es la persona que hace trabajar y pensar al niño. Las estructuras educacionales en general son rígidas, con poca flexibilidad y el currículum escolar es una forma de encasillar al niño y que no deja potenciarlo en su máximo. ¿Cómo enfrentaste esas primeras dificultades? Me gustaba experimentar de forma clandestina con otras formas de aprendizaje más entretenidas para que las niñitas no se aburrieran, y ¿sabes qué?, les iba regio. Cuando tienes cincuenta niños frente a ti, tú tienes que tener estudiado desde cómo te vas a mover en la sala para que te escuchen hasta cómo vas a recoger cincuenta libretas de comunicaciones. Tienes que ser muy eficiente. Lo otro es que tuve cuatro hijos de edades bien seguidas, me empecé a organizar y a administrar. Aprendí el valor del juego y de entregarle al niño la responsabilidad de que aprenda. Que el niño sea el protagonista de su propio aprendizaje. Cuando la Vero llevaba un par de años trabajando en el colegio, la Universidad de Virginia (EE.UU.) le ofreció a algunos colegios
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«Con mis cuatro hijos aprendí el valor del juego y de entregarle al niño la responsabilidad de que aprenda. Que el niño sea el protagonista de su propio aprendizaje».
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de habla inglesa de Santiago la posibilidad de que sus profesores hicieran un máster en Educación. «Venían en nuestras vacaciones de invierno y nos hacían clases por dos semanas, de cuatro de la tarde a nueve de la noche en el Nido de Águilas. ¡Era tremendo! No sé si podría someterme a ese nivel de estrés de nuevo. Mi marido prácticamente siguió la carrera conmigo porque él es de padre norteamericano y cuando terminaban esas dos semanas, les daba a mis hijos un diploma por haber apoyado a la mamá». ¿Qué aprendiste en ese máster? Me enseñaron a enseñar. Y me encantó porque de forma muy intuitiva me di cuenta de que yo era una buena profesora y de que me gustaba hacer clases.
¿Cómo llegaste a conocer lo que hacían ellos? Cuando se entregaron los resultados del primer PER, que era la prueba que medía el rendimiento escolar, el colegio donde yo trabajaba marcó cero en Historia de Chile. ¡Cero! Me puse a investigar y los únicos con un programa de historia para niños eran estos
Verónica Abud en la inauguración de la Biblioteca Pública de Peñalolén.
¿Qué viste en ese modelo de educación que te gustó? Que a un niño que venía con deficiencias que el medio socioeconómico le imponía, en este colegio se las resolvían antes de enseñarle a leer, a escribir y aprender las cuatro operaciones. En este universo, la lectura era el eje. La lectura, el lenguaje y el apoyo artístico en los colegios de Lo Barnechea era el gran valor que hacía que estos niños recuperaran todo lo que les faltaba y de ahí se iban para arriba. Eso es movilidad social real. La Vero dice que su vida tiene ciclos de diez años. Había estado diez enseñando en el Villa María Academy y se pasó diez trabajando como gerenta general de la Fundación Educacional Lo Barnechea, hasta que con el apoyo de su marido, decidió emprender y tener su propia fundación. «Uno siempre cree que las fundaciones las hace gente con plata… y no pues. Yo me planteé como un puente entre una empresa que quiere invertir y encontrar el lugar que necesita», cuenta entusiasmada. Así armó el programa Creando los Lectores del Mañana (CLM©) y entró en el terreno de la filantropía. Tenía 47 años y quería seguir trabajando en el mundo social, porque siendo muy joven había trabajado en obras sociales en los campamentos de Peñalolén y se había dado cuenta de que le encantaba. Con los Vial había aprendido a llegar donde está la pobreza y entregar herramientas reales para la educación. «Para mí, es un tema que me remece y me activa», dice. «La desigualdad me irrita. La falta de conciencia y de realidad me molesta», explica. Pero trabaja en convertir su rabia en energía transformadora: «Creo que la cultura y la educación son herramientas para que la gente pueda ser libre».
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¿Cuándo te empezaste a especializar en la lectura? Eso vino después. Fui profesora durante diez años y conocí un proyecto social maravilloso. Eran los años ochenta y María Luisa Vial junto a Gonzalo Vial estaban armando dos colegios muy especiales. La historia es preciosa porque la Lucha se había acercado a los hijos de los areneros que vivían en la orilla del río Mapocho a ponerles inyecciones y descubrió que además de eso, necesitaban ayuda para hacer las tareas escolares. Partió sentada en una roca resolviendo problemas con ellos y se dio cuenta de que el nivel era tan bajo, que era mejor hacer un colegio. Hicieron el Santa Loreto para mujeres y el San Rafael para hombres, donde la lectura era importantísima.
dos colegios en Lo Barnechea. Toqué el timbre, conversé con la Lucha, y me encantó lo que hacían. Publicamos un libro con ese programa y se lo regalé a su Fundación.
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Arriba, con Claudio en un viaje a Bogotá para la Feria del Libro 2009. Abajo, la presentación de La Fuente en la Feria del Libro Infantil y Juvenil, CDMX 2018.
¿Cuál fue la primera misión que tuvieron en La Fuente? Las bibliotecas tenían que tener algo inspirador y generar un amor por la lectura. Olvídate de la comprensión lectora y medir la velocidad lectora, que es la locura más grande que se ha hecho. Pensamos en algo más lúdico. Y hoy hemos instalado más de cuatrocientas bibliotecas escolares abiertas a la comunidad a través de la Ley de Donaciones Culturales. Las empresas se dan cuenta cómo un proyecto cultural les hace la gran diferenciación de su negocio y les entabla una relación con sus clientes. La fórmula de la Vero Pocos años después de que la Vero creó La Fuente, el arquitecto Hernán Rodríguez, gerente de proyectos culturales a de la Fundación Andes, se acercó a preguntarle por qué Creando los Lectores del Mañana no podía aplicarse también a una biblioteca pública. «Nunca he entrado a una biblioteca pública, Hernán», le confesó ella. Pero como siempre que aparece un desafío, se puso a investigar. Con la Municipalidad de Peñalolén hicieron un proyecto piloto en el que mejoraban la biblioteca pública y además pusieron un bibliomóvil acorde a la escala de la comunidad. «Hay que saber usar bien los recursos. Una biblioteca de 2.500 libros no la puedes instalar en un colegio de quince niños». El resultado fue un éxito y desde entonces CLM fue teniendo distintas fórmulas, todas tan diversas que cuando el año 2003 contactaron a la Vero desde Mallplaza para hacerle una biblioteca a los empleados de su mall, ella los
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La Fuente nació el año 2000 como una fundación sin fines de lucro, con gestión y transparencia de primer nivel. «Los empresarios son generosos cuando ven bien un proyecto», dice la Vero. Y como tenía un buen background en educación, en gestión y en administración, partió bien. Felipe, su hijo mayor, había terminado la carrera de Letras en la Pontificia Universidad Católica y con su señora y amigos de su generación empezaron a trabajar con la Vero y después sus otros hijos la siguieron. «Partí con esta cosa chica y hoy somos 120 personas de Arica a Puerto Natales», dice orgullosa. Su proyecto Creando Lectores del Mañana partió como una biblioteca escolar abierta a la comunidad y fue creciendo. «Si la biblioteca escolar la haces bien, armas un núcleo importante en la comunidad del colegio. Te aseguro que si alguien en este país quiere solucionar el problema de acceso al libro, lo único que tiene que hacer es abrir las bibliotecas escolares a las comunidades, con horarios y buenos mediadores. Así se acaba ese problema», explica. «Hoy el 46% de los niños en cuarto básico no tiene la capacidad lectora de su edad y la brecha va a seguir creciendo, condenando a esos niños al fracaso. Un niño que lee tiene la mejor herramienta de aprendizaje y formación para toda su vida, esa es la base de la educación», dice la Vero. Por eso imaginó una fundación que implementara bibliotecas escolares en las que se fomentara el placer por la lectura. «En estas bibliotecas los niños leen lo que quieren y no hay notas, por lo mismo no hay presión».
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miró con cara de ¿en serio?, pero después se preguntó ¿por qué no? Y junto a la arquitecta Lorena Mussa investigó referencias. Modificaron el modelo y abrieron el proyecto a la comunidad. Hoy tienen diez Bibliotecas Viva en distintos Mallplaza de Chile y ya suman más de un millón y medio de visitas al año. Son bibliotecas donde no solo hay libros, sino también películas, diarios, espacios de estudio y de encuentro. Como en la vida de la Vero todo pasa en ciclos de diez años, el 2010, cuando la fundación cumplía diez años, la llamaron del primer gobierno de Sebastián Piñera para ofrecerle ser la jefa de Educación General, el cargo técnico más importante del Ministerio de Educación. «Me fui y lo pasé mal», cuenta. «Cuando recibí la División de Educación General hice un catastro porque nadie sabía cuánta gente había ni dónde estaban, era un caos y descubrí que un 30% de la gente que estaba ahí nunca había estado en una sala de clases. Duré 19 meses y me echaron», cuenta. Al volver a La Fuente se dio cuenta de que había armado un equipo maravilloso y que los proyectos andaban bien. «Las fundaciones se
pueden personalizar mucho y acá no estaba pasando eso». El 2015 se ganó una beca para ir a un posgrado de Desarrollo Estratégico para fundaciones sin fines de lucro a Harvard. «Fui a aprender sobre las expectativas y proyecciones que uno tiene. Yo, de promedio 4,1, en el Harvard Business School», dice riéndose. «Me pusieron un mentor que me dijo que por primera vez en mi vida tenía tiempo para pensarme», cuenta. Al segundo día, después de escuchar las presentaciones de sus compañeros, en los que reconocía mucho de su propia historia, su mentor le preguntó cómo estaba y ella le respondió que confundida. Estupendo, le dijo él, de eso se trata. «Y me invitó a pensarme en todos los niveles: los pilares estratégicos en los que me quería parar, me hizo pensar en que estaba vieja y cómo quería que siguiera esto si es que quería que siguiera». La Vero volvió a Chile y miró de otra forma a La Fuente. «Armé un nueva estructura en la que todos saben de todo lo que se hace. Es la única forma de que la fundación funcione».
Inauguración del proyecto Biblioteca Pública de Peñalolén. En la foto, Elena Sittler, Catalina Hurtado, Lourdes Leandro, Verónica Abud, Claudio Aravena, una voluntaria del proyecto y Gloria Rodríguez.
pusiéramos distancia a esto, que hiciéramos algo que nunca habíamos hecho en la vida», recuerda. Su marido se tomó tan a pecho lo de la distancia que la invitó a Alaska. Al volver, la Vero estuvo un mes en su casa repensando todo lo que venía y volvió a trabajar el 1 de junio del año 2016. «Me esperaban con una bienvenida en la que lloramos todos. Vino la primera reunión y pedí el cuaderno de coordinación, que es donde se ha escrito desde siempre lo que se hace en La Fuente, y Claudio me pasa un cuaderno en blanco», recuerda la Vero. «Tu pega ya no existe», le dijeron. Se la habían repartido y le daban libertad total para que hiciera lo que quisiera. «Tienes el tiempo y toda la fundación detrás de ti para que hagas lo que quieras».
¿Cómo fue a nivel familiar? Para Albert, mi marido, fue muy duro, le afectó mucho. Todos en su estilo y en su forma empezaron a ayudar como podían. La reacción de Felipe fue acompañarme. La Carola hizo una planilla Excel y se hizo cargo del abastecimiento de la casa. Y la Kana hizo otro Excel con los turnos y con la parte médica. A Arturo, que vive en Río de Janeiro con su señora, la Paula, lo ponían al día con los turnos que le tocaban. Nunca estuve sola. «Me fui a principios de agosto y terminé la quimio en febrero. Después de tres semanas de radio, cuando terminó el tratamiento, el doctor le dijo a Albert que los pacientes quedaban muy dañados sicológicamente y le pidió que le
¿Y con qué quisiste reconectar? Con el conflicto. Si hay algún problema, parto yo. Soy la madre superiora. Me reconecté también con el Foro Económico Mundial, que es súper entretenido, vino lo de LEGO® que encontré fascinante y estoy pensando la biblioteca 3.0. Además me he metido un poco más en la opinión pública. ¿Qué te gustaría que pasara con La Fuente cuando no estés? Que la fundación pueda seguir, entonces hay que dejarla con estabilidad. Me gusta seguir en contacto con gente joven que me cuestiona todo y me hace bien. La mejor herramienta que tienen estos jóvenes es que las cosas las tienen
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Al volver de Harvard decidió dejarse las canas y bajar de peso. «Dije La Fuente ya cumplió quince años, está madurita… y me dio cáncer», recuerda. «Y me fui a la cresta. Con todo. Pasó algo que es bien curioso… a ver, es una bomba. Y las bombas pueden matar todo y hacer resurgir todo», cuenta. Un día le dieron el diagnóstico y al día siguiente la operaron. «Tuve una última reunión con Copec, y junté a todos en La Fuente. Los senté y les dije que me iba. Que no sabía cuál era el futuro. Les conté todo y me fui llorando para el auto. Solté y por primera vez me tuve que preocupar de mí». Antes de irse, Claudio Aravena, gerente de desarrollo, le pidió un solo favor: que no se preocupara. «No vas a recibir ni un mail, no vas a saber de nada. Queremos que te mejores y que vuelvas», le dijo.
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«Hoy tengo 66 años y yo pensaba que esta edad era the end of the world, pero me doy cuenta de que todavía hay energía y todavía hay ganas».
que hacer bien y tienen que hacerlas bien porque estamos ayudando a la gente más pobre. Una persona que no lee, ya le amputamos parte de sus posibilidades, si logramos hacerla leer tiene posibilidades de salir adelante para hacer lo que ella quiera hacer. Creo profundamente en la libertad del ser humano. Y creo que un ser humano instruido puede ser libre. Y la lectura es una herramienta para la libertad. ¿Hacia dónde te imaginas el futuro? No me veo yéndome en forma total porque no está en mi espíritu. Me veo molestando cada vez menos, me veo generando proyectos, yendo a buscar la plata, que se concreten ideas, que todo funcione, pero no me voy a meter más en la gestión. Me veo posicionando más públicamente a La Fuente, aunque no me gusta cacarear, también hay que hablar. Me veo retirándome a una línea más estratégica. Hoy tengo 66 años y yo pensé que esta edad era the end of the world, pero me doy cuenta de que todavía hay energía y todavía hay ganas. Una de las cosas que la tiene más contenta actualmente es su alianza con The LEGO Foundation. «Somos la única fundación latinoamericana que está haciendo una colaboración con LEGO® en Dinamarca», cuenta. «El futuro es la economía colaborativa y si hay algo que el juego desarrolla es la colaboración. Necesitamos el desarrollo de las habilidades blandas y la única forma de mejorar la lectura es leer». ¿Te imaginaste hace 18 años cuando empezaste la fundación que ibas a llegar aquí? Cuando empecé me acuerdo de haber pen-
sado que no me quería salir del mundo social, porque es lo que siempre me ha gustado y quise hacer algo chiquitito. Y fíjate que esos 18 años han sido los años más prolíficos de mi vida profesional. Creo que de alguna manera siempre estuve en esquemas donde tuve las alas bien cortadas, donde no había tenido la posibilidad de sentirme validada. Con las trancas mías pensaba que yo era solo un engranaje y que todos eran inteligentes menos yo. No tenía registrado que yo tenía esta capacidad de inventar y crear algo. Yo había corrido las barreras en mi vida personal, criando a cuatro hijos bien especiales, pero nunca había corrido mi propia barrera. En el fondo yo no me validaba. Nunca había reconocido lo que había hecho. Desde que volvió después del cáncer, Verónica ha colaborado con la creación de otras instituciones: el movimiento Aula, entidad que le da voz a los profesores en las políticas públicas de educación; y Fundación Sociedad Anónima, una agencia de noticias que visibiliza las acciones solidarias de la sociedad civil, que el año pasado sacó la Guía de la Solidaridad. «Nos tiene muy ilusionados la idea de generar un índice de transparencia para las instituciones. Esto me llena el alma, porque estar con este grupo de gente hace bien». ¿Qué es lo mejor que te ha pasado en la vida? Ser mamá. Y sabes qué, La Fuente tiene una cosa mamona. Algo protector, pero también de sacarle lo mejor a la gente. Claudio (Aravena) y Carola (Cussen) son una prolongación profesional mía y hoy ellos me enseñan a mí.
Albert y Verรณnica.
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¿Quiénes son las personas que hacen posible que exista La Fuente? ¿Dónde trabajan? ¿Cuáles son los objetos que los identifican? ¿Cómo son los espacios en que crean? ¿Cuáles son sus tradiciones? ¿Quiénes colaboran en estos proyectos? ¿En qué instancias ocurren esos encuentros? Aquí presentamos un álbum con las imágenes de las personas, los objetos y los detalles que constituyen el día a día de la fundación. Una mirada de La Fuente por dentro.
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La Fuente está compuesta por un grupo diverso de profesionales con conocimientos, estudios y experiencias en muchos ámbitos diferentes. Y eso es un valor. Hay profesores de básica y de media, expertos en literatura, actores, músicos y artistas, ingenieros comerciales, sociólogos, bibliotecólogos y administrativos. ¿Qué los une a todos? El amor por la lectura y la pasión por hacer que sean más y más los lectores en nuestro país. Conoce aquí a las extraordinarias personas que hacen La Fuente posible.
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Equipo de La Fuente del año 2015.
Carolina Ojeda, coordinadora general de proyectos.
Alma Muñoz, cocinera. Con su emprendimiento «Cocinando con Alma» es la encargada de alimnetar a los empleados de la fundación con comidas saludables.
El equipo de La Fuente visita la Casa Huemul.
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Claudio Aravena, gerente de desarrollo
Paulina Castro, Marcelo Parra y Vanessa San Mateo.
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Margarita Ovalle y el equipo de Procesos Técnicos.
Verónica Abud, Camilo Portales, Cristián Espinoza y Carola Cussen.
Equipo de Biblioteca Viva Tobalaba.
Javiera Navarrete, Marcelo Parra, María Pinto D'aguiar, Roger Mello y Juan Morel. Felipe Munita en la librería Ekaré.
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Equipo Biblioteca Viva Egaña. Ximena Silva de Biblioteca Viva Vespucio.
Equipo de Biblioteca Viva Biobío.
Equipo Biblioteca Viva Trébol.
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Equipo de Copec y La Fuente, inauguración del proyecto Viva Leer 2, en Quinta Normal.
Don Luis.
Óscar Sáez, María Pinto D’Aguiar y Diana Bravo.
Mauricio LĂŠniz y Mirene Elton.
Rodrigo Bravo.
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Lorena Mussa.
Hugo Grisanti y Kana Cussen.
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Grupo de usuarios de Biblioteca Viva EgaĂąa
Cristian Salinas, Odelaysis Romero, Javiera Navarrete, AtalĂa Duyvenstein, Freddy Funes, Marcelo Parra y Constanza Riquelme.
Astrid Donoso, Paulina y Mariano Castro, junto a Vanessa San Mateo.
Angélica Rocha , Macarena Pagels, Ignacio Casielles, Lorena Fuentes y Óscar Sáez.
Roberto Cabrera y Claudio Aravena, en una charla en Machalí.
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La ilustradora Jutta Bauer junto a Martiza Pérez y Fernando Mora Primer encuentro de equipos 2019.
Paula Urzúa, Marianela Dolfini, Carla Mejía y Vilma Verdejo, lanzamiento de Troquel.
Paulina Castro, Isabel Casar, Macarena Pagels y Carolina Marín, en la presentación de Roger Mello.
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los objetos
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Un cuaderno, otro cuaderno, unos saleros, un diploma, unas baldosas hidráulicas, un electrodoméstico. Estos son algunos de los objetos esenciales —y a veces invisibles— que permiten llevar a cabo las funciones de La Fuente. La selección es arbitraria y absolutamente emocional.
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Una máquina de escribir sobrepuesta en un muro de palabras y datos que no están ahí para leer ni escribir. Una escena atemporal que da cuenta del amor por las letras. Los grados académicos de la fundadora: Master of Arts in Education de Virginia Tech y Profesora de Educación General Básica de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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El escritorio de Verónica Abud. Este escudo nacional, que originalmente se ubica en la entrada de las escuelas públicas de Chile, está colgado en una de las paredes de la casa matriz. Un recordatorio del trabajo diario por la educación y la vocación pública.
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Los cuadernos de coordinaciĂłn concentran las ideas, pendientes y tareas del equipo central. Cada aĂąo solo una libreta cumple este rol. Por suerte, aĂşn no pierde ninguna.
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Diploma de VerĂłnica Abud de la Harvard Bussines School. Los saleros de LEGOÂŽ.
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1. Chanchito de Quinchamalí regalado en una inauguración. 2. Frase célebre del filósofo y escritor francés Voltaire que surge como un mantra por la buena salud en el escritorio de Verónica Abud. 3. La escultura Niño con camiseta de Raúl Valdivieso, parte de la colección de la casa. 4. La pantonera del equipo de diseño, herramienta fundamental para una institución que valora el rol del diseño y el color en el fomento lector. 5. Un tomaollas de los primeros años. 6. En la casa matriz de La Fuente existe un equipo de bibliotecarios dedicado a la tarea de escribir estos marbetes y etiquetar con ellos cada libro que se distribuye en la red de bibliotecas. 7. Un reloj antiguo original de Exequiel Fernández. Fue amor a primera vista y se quedaron con él cuando eligieron la casa. 8. Cerámica de barro negro de Oaxaca, regalo de la Feria del Libro de Oaxaca, FILO.
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El Premio RIBA que La Fuente recibió por la Biblioteca Pública de Constitución.
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El Sello Bicentenario 2009 obtenido por el proyecto de la Biblioteca Viva.
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El programa Biblioteca Viva desarrolla mensualmente una programaciรณn de actividades culturales gratuitas. La oferta estรก compuesta por charlas, seminarios, talleres, conciertos y conversatorios.
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las ilustraciones
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Además de ser un motor que busca hacer crecer la pasión por la lectura, La Fuente es un punto de encuentro y convergencia para artistas, diseñadores e ilustradores que trabajan con un lenguaje distinto al de las palabras: el visual. Las redes sociales de La Fuente son verdaderos canales de comunicación que generan un contenido de calidad con un cuidado despliegue de ilustraciones que dan cuenta del mundo de la literatura. Aquí algunos notables exponentes que nos invitan a leer, a través de las imágenes.
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Las imágenes anteriores fueron realizadas por los siguientes diseñadores:
Marcelo Parra Daniela Osorio Cristian Salinas Fabián Rivas Pablo Luebert Vero Rodríguez
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Sebastián
El reconocido arquitecto fue el elegido para construir la primera biblioteca pública que La Fuente proyectó desde cero. El resultado es una obra maestra construida en Constitución tras el terremoto del 2010 y y que fue premiada en el Reino Unido, el 2016, por su excelencia en el trabajo con madera.
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Fue la oficina de arquitectura ELEMENTAL, de Alejandro Aravena, la que le recomendó a La Fuente que el arquitecto para la Biblioteca Municipal de Constitución fuera Sebastián Irarrázaval. Antes que eso, Sebastián ya sabía de las Bibliotecas Viva y del trabajo que la fundación hacía en temas de fomento lector, así que cuando lo llamaron le entusiasmó la idea de proyectar una biblioteca con ellos.
El encargo que recibió fue reconstruir la biblioteca pública de Constitución después del terremoto y el tsunami que devastó la ciudad el año 2010. «Hasta entonces La Fuente solo había hecho proyectos de arquitectura interior y esta era su primera biblioteca pública, así que implicaba encarnar la filosofía de la fundación tanto al interior como al exterior del edificio», cuenta Sebastián. «Tenía que ser receptiva, abierta y amable tanto por dentro como por fuera». Así pensó en un edificio que ofreciera cobijo para la lectura.
El edificio tiene un carácter público: su fachada está organizada con tres vitrinas monumentales que invita a ver nuevas llegadas de libros y también sus bancos y baldaquines son un refugio para los paseantes. «Están cubiertas bajo las vitrinas exteriores para que inviten al paseante a visitar la biblioteca. Le dicen que es bienvenido, que ahí se le cuida», explica Sebastián. «Todo lo que está fuera y dentro de nosotros es materia de lectura e interpretación, ya que de todo nos hacemos una imagen sensible que luego debemos procesar, es decir leer, para hacernos una idea del sentido y significación de lo que nuestros sentidos nos presentan», señala Sebastián sobre el vínculo entre la arquitectura y la lectura. Y la biblioteca que proyectó es la concreción de ese pensamiento. El edificio está elevado 1,6 metros sobre nivel de la calle, para que al pasar se puedan mirar los árboles centenarios del espacio cívico que está delante del sitio. Y tiene tres áreas principales (una para niños, otra para lectores jóvenes y una última para adultos) que, con el objetivo de filtrar y equilibrar la luz, están cubiertos con cubos reticulados de madera. De hecho, la biblioteca fue hecha casi completamente en ese material y solo los cortafuegos fueron realizados con hormigón expuesto vertido. La estructura es prefabricada y está hecha de pino laminado.
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El resultado es una obra maestra situada en el corazón mismo de uno de los clusters más grandes de producción de madera en Chile. «Esto da identidad a la ciudad y también crea las mejores condiciones de encontrar materiales no solo de alta calidad de madera, sino también carpinteros sumamente bien dotados, trabajando con cuidado un edificio de madera», explican desde la oficina de Sebastián.
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«Las bancas están cubiertas bajo las vitrinas exteriores para que inviten al paseante a visitar la biblioteca. Le dicen que es bienvenido, que ahí se le cuida», explica Sebastián.
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«Constitución es parte de una zona maderera y es muy importante que los proyectos queden enraizados en los lugares. Una manera de hacerlo es estableciendo un vínculo con la productividad local y, en ese sentido, es muy importante que los proyectos emblemáticos se hagan cargo de ese potencial de la zona, no solo de la producción de madera, sino que de la existencia de una mano de obra muy calificada y con mucha tradición en la construcción en madera», dice Sebastián.
«Desde entonces hemos hecho tres proyectos con La Fuente: la Biblioteca de Constitución, la Biblioteca Huemul y el Teatro Mataquito, que estamos proyectando. Los tres proyectos ponen énfasis en dos cosas. Primero, en el hecho de que son edificios públicos. Esto implica construir espacio público, ser abiertos, invitadores y facilitadores de los usos. Segundo, en crear las mejores condiciones ambientales para que los usuarios desarrollen sus actividades en las mejores condiciones de temperatura, luz y sonido», cuenta Sebastián. «Sentimos placer y apego a algo cuando lo entendemo, y en estos tres edificios se comprende cómo funcionan las cosas. Mediante la forma y su construcción, estos tres edificios expresan por ejemplo cómo está pensada la estructura, cómo se llevan las cargas del techo al suelo, cómo pueden resistir un sismo o cómo este se protege a sí mismo de la intemperie y del paso del tiempo. El material predominante en los tres es la madera, por sus cualidades táctiles, acústicas, visuales y por su costo accesible».
El edificio está elevado 1,6 metros sobre nivel de la calle, para que al pasar se puedan mirar los árboles centenarios del espacio cívico que está delante del sitio.
Sebastián dice que no ha tenido la oportunidad antes de trabajar con personas tan respetuosas del trabajo profesional, con tal capacidad de asombrarse y maravillarse con la arquitectura como la Vero y Claudio. «Son además personas sensibles, amables y transparentes y desde el punto de vista profesional son certeras, ejecutivas y confiables. Hay que agregar que también saben reconocer y premiar con su lealtad el amor y esfuerzo que nuestra oficina ha vertido en sus proyectos».
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Su dedicado trabajo llevó a que a principios del 2016 la Biblioteca Municipal de Constitución ganara el premio de honor internacional de los Wood Design and Buildings Awards, un reconocimiento que otorga la revista canadiense Wood Design and Buildings y es auspiciado por el Canadian Wood Council, que reconoce la excelencia en arquitectura en madera en el mundo.
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ARQUITECTURA
Al igual que La Fuente, esta oficina cumple 18 aĂąos. Las historias de las dos se entrelazan en diez de las Bibliotecas Viva que han hecho a lo largo de Chile y en un profundo amor por la lectura.
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Mussa Arquitectos
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«La Vero sabía cómo hacer leer a las personas y yo sabía hacer espacios, pero ninguna de las dos sabía cómo hacer una biblioteca en un mall», cuenta la arquitecta Lorena Mussa cuando recuerda en el escenario que se encontraron cuando hace quince años la Vero la llamó para concretar esta insólita propuesta que venía de Mallplaza. Ella recién se había independizado de la oficina donde trabajaba y fue a una reunión en la primera sede La Fuente, en la calle California, donde trabajaba la Vero y «creo que dos personas más», recuerda.
«Desde el Mallplaza les habían pedido una biblioteca para sus empleados. Ninguna de las dos había hecho algo así, pero nos pareció un desafío entretenido, nos pusimos a investigar y encontramos un ejemplo en Canadá. No había más bibliotecas de este tipo en el mundo», cuenta Lorena. Tuvieron una reunión con Marcelo Corbo, subgerente de Mallplaza Oeste, quien «en un primer momento fue muy poco comunicativo, pero después terminamos bien amigos», recuerda riéndose Lorena. «No sabíamos qué programa tener, era un espacio chico junto a una heladería, donde lo único que sabíamos era que iba a pasar un gran flujo de gente por ahí». ¿Cuál fue la primera decisión que tomaron? Inventamos con la Vero un programa con un lugar para los niños, descartamos la clásica idea del mesón para la bibliotecaria, abrimos los espacios y esta propuesta al mall le gustó tanto que decidieron abrir este espacio a la comunidad, ya no solo para sus empleados. Empezamos con Plaza Vespucio, nos equivocamos en cosas de diseño y operación, pero a pesar de esto fue un éxito absoluto. El mall es un espacio ruidoso, pero dentro de la biblioteca el silencio era absoluto, se podía leer y se podía estudiar.
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¿Qué siguió después?
¿Cuál fue el primer concepto con el que trabajaron? El titular era «navegar por las lectura» y la bajada tenía que ver con la comunidad de cada lugar. Por ejemplo, para Mirador Biobío (Concepción) trabajamos con las formas y los materiales constructivos propios de la zona. La idea era generar un espacio íntimo y acogedor como una casa para diferenciarse de los otros espacios del mall. ¿Cuáles han sido las dificultades? El primer gran desafío fue inventar una biblioteca. El segundo fue ir adaptándonos a cada una de las comunidades y a las necesidades. Lo que busca La Fuente es que las personas en este país lean. A nivel formal hemos trabajado con plantas más difíciles que otras, en locales a lo largo de todo Chile, pero todas han quedado fantásticas. El último, de hecho, es un espacio abierto, un stand grande en una especie de mercado.
«El primer gran desafío fue inventar una biblioteca. El segundo fue ir adaptándonos a cada una de las comunidades y a las necesidades. Lo que busca La Fuente es que las personas en este país lean», cuenta Lorena Mussa.
«Creo que hay que sacarse el sombrero ante la operación que ha hecho La Fuente. A pesar de todas las dificultades, le ponen todo el corazón y la fuerza y lo sacan adelante. La biblioteca como espacio y operación ha sido un éxito y hoy es un modelo muy replicado en el mundo», dice Lorena. «Esta oficina partió con este proyecto. Así que La Fuente cumple 18 años y nosotros también. Si me preguntas, para mí es un orgullo aportar en esto. Es que la Verónica ha sido de las personas que ha hecho que en este país se lea más».
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Vino un segundo mall con una segunda biblioteca y después implementamos bibliotecas en todos los malls que tenían en Santiago. Hicimos bibliotecas en Talcahuano, Huechuraba, Estación Central, La Serena, Antofagasta, Los Ángeles, Puente Alto, Concepción, La Reina, San Bernardo. Ahora estamos haciendo la última en Los Dominicos (Las Condes).
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«Creo que hay que sacarse el sombrero ante la operación que ha hecho La Fuente. A pesar de todas las dificultades, le ponen todo el corazón y la fuerza y lo sacan adelante. La biblioteca como espacio y operación ha sido un éxito y hoy es un modelo muy replicado en el mundo».
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El estudio de arquitectura ha realizado varios proyectos para La Fuente. El más emblemático es el Centro Cultural Arauco, en la Región del Biobío: un espacio que literalmente está abierto a la ciudad.
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Elton_Léniz Arquitectos
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La relación entre La Fuente y la oficina de arquitectura Elton_Léniz se remonta a varios años atrás. «Primero hicimos varios proyectos que no se concretaron. Viajamos a Caldera para hacer un centro cultural y después otro anteproyecto en Antofagasta», recuerda Mauricio Léniz. Tras estos primeros intentos, la tercera parecía ser la vencida cuando desde La Fuente los llamaron para remodelar los edificios del Teatro Municipal Luis Jury Jury y la biblioteca pública de Arauco.
Habían empezado a proyectar, pero a principios del 2010, tras el terremoto, los dos edificios quedaron muy dañados e inutilizables. Ya no se trataría solo de remodelar, sino que de hacer un centro cultural entero. Desde cero. Así que la compañía Arauco hizo crecer el proyecto y, a través de la Ley de Donaciones Culturales, en una inédita alianza público-privada junto al municipio local, donde La Fuente actuó como coordinadora, llamaron a varias oficinas de arquitectura a concurso para levantar el nuevo centro cultural. ¿El método de selección que idearon? Cada estudio mostraba obras que había hecho anteriormente y tenían un diálogo abierto con los clientes. «Así el trabajo de uno era el que hablaba», explica Mirene Elton. Ella y Mauricio recuerdan que desde La Fuente les hicieron una sola pregunta: ¿estaban dispuestos a hacer el proyecto con una consulta ciudadana? Habrían varias instancias de conversación en Arauco con todos los agentes de la comunidad. «A nosotros nos pareció interesante como proceso porque muchos edificios de carácter público se hacen sin preguntarle a la gente y se transforman en elefantes blancos», dice Mauricio. «Edificios que la gente siente que no le pertenecen y que nos los usan», precisa Mirene. «Lo bonito fue que este proyecto que empezó el 2013 y terminó de ejecutarse el 2017 fue algo que pasó en todo Chile a partir del terremoto, muchos edificios públicos se cayeron y aparecieron las entidades privadas, como la Empresa Arauco, a ayudar a los que tenían cerca y para esto se unieron con entidades públicas, en este caso la municipalidad de Arauco, y aparecieron fundaciones, como La Fuente, que tuvieron un rol clave de gestores entre estas entidades», explica Mirene.
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«Además de una propuesta de arquitectura relevante y bien hecha, aquí hubo una consulta ciudadana que involucró a diferentes entidades a hacer un proyecto y entre ellos hay un diálogo y exigencias de un lado a otro y el resultado fue exitoso», agrega. De hecho, la Bienal de Arquitectura que se celebró en Valparaíso el 2017 se llamó Diálogos Impostergables porque se proponía pensar en cómo se cruzan y cómo conversan todas estas entidades. «Y el Centro Cultural Arauco fue un ejemplo porque habla muy bien de esa conversación», explican los arquitectos. ¿Cómo influyó la conversación con la comunidad en la obra final?
ME: Esto sumado a la expectativa de que el teatro tuviera su cartelera. Pidieron que la biblioteca estuviera abierta tanto al colegio público como al resto de la comunidad y que hubiera espacios de trabajo colectivo. Así, por meses, fueron varias sesiones entre los arquitectos y la comunidad para conocerse, hacerse preguntas y entenderse. Luego vino una etapa de consenso. Plantearles la plataforma donde podría funcionar lo que ellos estaban pidiendo, acompañado con imágenes del proyecto. Incluso el alcalde puso una gigantografía del proyecto en el sitio y en la comunidad empezaron a querer ver construido ese edificio y todo lo que salía en esa imagen. «No era abstracto, se apropiaron de la imagen del edificio», cuenta Mirene.
La biblioteca por dentro tiene costillas de madera o paletas, que están pensadas para tapar el poniente y quedar orientadas hacia el cerro Colo-Colo, importantísimo hito geográfico e histórico de la zona.
El proyecto debía ser emplazado en una esquina y por eso los arquitectos pensaron que, para que las personas lo usaran, la primera estrategia para que se abriera a la comunidad sería cruzarlo por dentro. «Si a un edificio de esquina le haces un atajo, probablemente un peatón va a atravesar el edificio, un poco lo que pasa en el GAM, que tú lo cruzas para seguir a Lastarria y eso ya lo activa inmediatamente», explica Mirene. Por eso elevaron la biblioteca en altura y pensaron en veredas ensanchadas.
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ML: Con La Fuente diseñamos un programa tentativo para el edificio. El teatro municipal y la biblioteca pública tenían que ir porque eran los dos edificios que se habían caído, pero la idea era abrir esa especulación con la comunidad. Entonces lo primero fue comunicar el proyecto y luego levantar información. ¿Qué necesitaban ellos? ¿Cuáles eran los agentes culturales de esta comunidad? A la escala de una localidad como Arauco, un agente importante podía ser un grupo de bailarines folklóricos, una agrupación mapuche o la orquesta escolar.
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La primera estrategia para que el edificio del Centro Cultural Arauco se abriera a la comunidad y no fuera privado, fue cruzarlo por dentro. Elton y LĂŠniz levantaron la biblioteca generando un gran alero, pensado para un clima lluvioso.
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«El rol de La Fuente fue clave, ellos aprobaron desde el inicio este edificio que era bien jugado como idea», dice Mirene. «La Vero y Claudio tienen algo especial. Los dos son personas tremendamente cultas y entienden de arquitectura, entonces teníamos a gente que sabía y nos pedía un edificio icónico. Detrás de una buena obra de arquitectura siempre hay un buen cliente», dice Mauricio. «Dijimos “qué ganas de que el edificio hiciera más que albergar una biblioteca”, sino que fuera un espacio de apropiación», explican los arquitectos. Al levantar la biblioteca a un segundo piso generaron un gran alero, pensado para un clima lluvioso, y que abriera un paso para caminar por debajo de la biblioteca. «Otro regalo que hicimos y que no nos pidieron fue hacer aparecer una pequeña plaza interior, que actualmente es de los espacios que más se usan», cuenta Mirene. Se trata de un patio techado con policarbonato que genera un espacio cubierto y ventilado. Detalles valiosos como este hicieron que el Centro Cultural Arauco obtuviera el Premio a la Obra del Año, convocado por Plataforma Arquitectura el 2018. Además de la biblioteca, la plaza interior y las salas multiuso, el Centro Cultural tiene un teatro perfectamente acondicionado, con tecnología de punta y con graderías retráctiles y «en quince minutos queda el teatro vacío y transformado en un espacio plano», explica Mauricio. Así en este edificio pueden ocurrir simultáneamente varias cosas: una obra en el teatro, una feria en el patio interior, talleres en las salas multiuso y un grupo leyendo en la biblioteca. ¿Cómo fue el encargo que les hicieron de La Fuente para la biblioteca? ME: Ellos tenían clarísimo que se necesitaba un lugar de juego para niños, diferentes áreas de lectura, otro para computadores y salas de trabajo. Lo entretenido es que la biblioteca como programa antiguo ya está muerto. Con Claudio conversábamos que la biblioteca es también un lugar para conectarse a wifi, para pololear y trabajar con otros. Un lugar que ojalá sea calentito y muy libre. El archivo sigue estando, pero aquí ya ni siquiera hay lockers. ML: Como arquitectos nos interesa hacernos esta pregunta. ¿Cómo aparecen nuevas actividades y uno lo recoge de buena manera? Traducir nuevas prácticas a los espacios es un desafío. ¿El resultado? Un edificio privado… pero público. «Esa relación que uno siempre teoriza, acá efectivamente pasa», dicen Mirene y Mauricio.
Centro Cultural Arauco se generó a partir de una alianza públicoprivada. Es una iniciativa de la empresa Arauco en conjunto con el municipio local, hecha a través de la Ley de Donaciones Culturales y donde La Fuente actúa como coordinadora del proyecto.
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DISEÑO
Estudio bravo!
El equipamiento y mobiliario de las bibliotecas que La Fuente ha implementado en todo Chile tienen el sello del estudio bravo! Proyectos con buen diseño y que solucionan de forma práctica el desafío del traslado y el ensamblaje.
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Pocos estudios de diseño en Chile deben tener presencia en puntos tan diversos del país como bravo!. Y es gracias a que en las bibliotecas de La Fuente hay muebles diseñados por ellos repartidos desde la zona cordillerana de la Región de Arica y Parinacota hasta Magallanes. La historia entre bravo! y La Fuente partió el 2006, en la muestra Santiago Diseño, donde Rodrigo Bravo, director del estudio, estaba trabajando muebles con el terciado. «Era el boom de la CNC, una máquina que corta con un brazo robotizado y nosotros le estábamos dando vuelta a la idea de los muebles ensamblables y pop-up», recuerda. Uno de los asistentes que vio esos muebles terciados en el perfil, ensamblados y con caras de colores fue Claudio Aravena de La Fuente que, al poco tiempo, contactó a Rodrigo. 307
«Nos llamó porque le había encantado lo que habíamos mostrado en Santiago Diseño», recuerda Rodrigo. «Y en La Fuente estaban empezando con un proyecto de mobiliario». Se trataba de muebles pop-up para bibliotecas que llegaban a las comunidades en un estado de producción primario y se montaban allá, con los niños, papás y profesores de las escuelas públicas. «Claudio nos citó y de forma muy libre nos invitó a diseñar una nueva tipología mobiliaria. Para mí fue muy claro que el llamado era a cambiar la idea clásica que uno tiene de la biblioteca», cuenta Rodrigo. Para este primer proyecto hicieron estanterías que funcionaban como fractales que se conectaban unas a otras e iban armando microambientes, lo que lograba generar espacios interiores, independiente del tamaño que tuviera la biblioteca. «La idea era que estos fractales replicaran un poco el club que uno se hacía cuando chico. Y desde entonces, cada vez que vamos desarrollando nuevas colecciones los muebles se van haciendo más racionales, pero no por eso más fomes. Más racionales en cuanto a la lógica de transporte, de montaje y de manejo del libro», dice Rodrigo.
«El proyecto aspira a soluciones de muy buena calidad desde una perspectiva donde no necesariamente se necesita mucha plata sino que mejores ideas», dice el diseñador.
A diferencia de otros proyectos más tradicionales, este del mobiliario para bibliotecas tiene un desafío técnico importante. «El diseño tiene que ser lo suficientemente claro para que se monte en un camión, que soporte un montón de peso y que llegue en excelentes condiciones a todo Chile. Porque, por ejemplo, el viaje a Magallanes es de una semana. Una vez allá tienen que descargarlo los alumnos, papás y profesores y ellos poder armarlos».
«El eje siempre son las estanterías, pero hay una serie de elementos asociados a ellas. Buscamos generar algún tipo de sistema atractivo y funcional para que quepan y se muestren los libros», explica Rodrigo.
Así que el eje es el buen diseño y el manejo de muchas variables: la primera –y la más importante, explica Rodrigo– es el atractivo visual del equipamiento mobiliario de una biblioteca, que invite, que acoja y que den ganas de usarlo. La segunda es la funcionalidad de exhibir y organizar la colección de libros. La tercera, la durabilidad en el tiempo, es decir, que sean elementos en donde se capitaliza la inversión y que sean muebles de calidad sostenible en el tiempo. Y la cuarta es el transporte, porque son quince bibliotecas al año, en relación de una por región.
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¿Se trata solo de estantes? El eje siempre son las estanterías, pero hay una serie de elementos asociados a ellas. Buscamos generar algún tipo de sistema atractivo y funcional para que quepan y se muestren los libros. Organizar temas y colecciones que están a la vista y que se puedan recorrer. Estos elementos generan un paisaje, que cambien de altura y ancho y generen un ecosistema en sí mismos. Hay muebles de bibliotecaria, los de almacenamiento de la bibliotecaria, bancas, pisos, sillas y vamos dedicándonos a los elementos perimetrales de la biblioteca. Rodrigo cuenta que tuvieron que rescatar elementos de bibliotecas de alto estándar para llevarlos al nivel de las escuelas públicas. «El proyecto aspira a soluciones de muy buena calidad desde una perspectiva donde no necesariamente se necesita mucha plata sino que mejores ideas», dice. «Los muebles que hicimos tienen una exoestructura que protege el interior del mueble, que es lo que se daña más rápido. Esto hace que los muebles durante su uso, cuando se mueven o se rearma el espacio, el material que va adentro dure en el tiempo. Todas las esquinas, que es donde todos los muebles más se gastan, en este diseño quedan escondidas. La solución era muy simple». Además de las bibliotecas escolares, bravo! ha hecho colaboraciones con la oficina Grisanti Cussen para algunas Bibliotecas Viva y para la casa matriz de La Fuente en Ñuñoa. «La Fuente articula proyectos a nivel país por medio de concursos para implementar bibliotecas en escuelas públicas . A través de la plata de responsabilidad social de ciertas empresas realizan proyectos de excelente nivel y totalmente resueltos: desde el contenido de las bibliotecas, pasando por decoración hasta equipamiento y mobiliario. Todo eso de primer nivel», dice Rodrigo. «En la mitad de la cadena estamos nosotros apoyándolos con la parte objetual y de diseño, el mobiliario que va a estas escuelas públicas. La Fuente es nuestro colaborador más antiguo y constante en el tiempo. Ellos saben lo que quieren hacer y lo que quieren lograr».
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Esta creativa dupla ha dejado su particular sello impreso en varios proyectos de La Fuente. Desde el museo de Puerto Octay hasta el interiorismo de la casa matriz de la fundación en Ñuñoa. Pero su fuerte es seguir trabajando en hacer de las bibliotecas de Mallplaza espacios vivos.
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«Queríamos generar instancias más parecidas a leer en un living, pero que también se pudiera trabajar en espacios grupales e individuales, todo bajo el alero de esta especie de casa con mucho guiño e iconografía hogareña», dice Kana Cussen.
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«La idea era que los colonos hablaran», dice Kana Cussen sobre el primer proyecto que junto a Hugo Grisanti desarrollaron para La Fuente. Corría el 2007 cuando desde la fundación los contactaron para hacer el Museo de Puerto Octay, en la Región de Los Lagos. «Ya existía la biblioteca en el primer piso y en el segundo piso querían contar la historia de la ciudad, de cómo llegaron los colonos», cuenta Hugo. «Tenían una colección antigua, en muy mal estado, que quisieron resaltar para que tuviera un bonito guión», dice Kana. Los diseñadores, conocidos por mezclar lo contemporáneo con lo antiguo, trabajaron con historiadores que les dieron una pauta sobre qué era esta colección. Así descubrieron que había principalmente donaciones de la comunidad y armaron la historia de la casa a través de distintas piezas. La idea de que los colonos hablaran está inspirada en la película The others (2001), de Alejandro Amenábar, y para este trabajo la dupla hizo que una familia antigua explicara los textos del museo. «Es bien chico, pero fue un proyecto bonito porque el interiorismo ayudó mucho a contar la historia», cuenta Kana. Un tiempo después volvieron a contactarlos de La Fuente, esta vez para diseñar el interior de las Bibliotecas Viva, espacios icónicos de la fundación. La biblioteca del Mallplaza Mirador Biobío fue la primera para ellos. «Definimos completamente cómo se iba a usar este lugar y armamos un concepto madre para las bibliotecas de los Mallplaza que es la casa del libro», cuenta Hugo. Pensaron que cada una se iría adaptando en materiales y formas según las regiones o zonas donde estuviera y, como empezaron en Concepción, esa tuvo que ver con la madera y con
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«Qué rico es que cuando le preguntas a un niño cuál es su espacio favorito te diga una biblioteca».
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el techo a dos aguas, por la lluvia. «La idea era crear distintas instancias de lecturas y alejarse del concepto de biblioteca donde hay un mesón con una persona que te atiende atrás, que en el fondo es una barrera», explica Hugo. «Queríamos hacer absolutamente lo contrario. Generar instancias más parecidas a leer en un living, pero que también se pudiera trabajar en espacios grupales e individuales, todo bajo el alero de esta especie de casa con mucho guiño e iconografía hogareña. La idea era no estar en un espacio ajeno, sino que cotidiano. Funcionó bastante bien a nivel de uso y de permanencia», dice Kana. Al terminar este proyecto, los dos se dedicaron a observar cómo era la dinámica al interior de la biblioteca y descurbrieron que se usaban todos los espacios. El hecho de que fueran más sueltos no hacía que disminuyera ni la atención ni el tiempo de lectura. «Sin necesidad de poner el letrero que pedía silencio, los usuarios ocupaban silenciosamente los espacios de lectura. Podíamos tener bibliotecas más cercanas y amigables y las personas se iban a quedar acá el mismo o más tiempo», dicen. ¿Cuál fue el encargo que La Fuente les hizo para estas bibliotecas? KC: Fueron bastante abiertos a que les hiciéramos propuestas. Antes las bibliotecas ellos las trabajaban con el concepto de un barco, ideado por Lorena Mussa y cuando entramos nosotros nos pidieron aportar con interiorismo. HG: Propusimos un concepto de interiorismo antes de que empezara el proceso constructivo e incluso la proyección arquitectónica. Trabajar con la Lorena de la mano es muy interesante. Si bien nosotros partimos de un imaginario, ella logra llevarlo a la arquitectura. La forma de trabajar con ella es muy a la par. Aquí no existe eso de «esta idea es mía y esta tuya», sino que es todo muy abierto y transversal. Lo mismo que en la biblioteca. «Esto es importante porque La Fuente siempre ha pensado en la biblioteca como un espacio de entretención. Uno siempre tiene el imaginario de la biblioteca como un espacio oscuro y de un color, en mi caso de castigo», cuenta riéndose Kana. «Pero La Fuente ha trabajado con la biblioteca como un espacio de entretención. Una casa acogedora y entretenida que te invita a estar». ¿Cuál ha sido el mayor desafío de diseñar las Bibliotecas Viva? HG: Tener la mayor cantidad de instancias distintas. La biblioteca es un espacio para leer, pero también para conectarse a wifi y para escuchar a un cuentacuentos. Queríamos un espacio donde fuera posible desde
Grisanti Cussen armaron un concepto madre para las bibliotecas de los Mallplaza que es la casa del libro. «La Fuente siempre ha pensado en la biblioteca como un espacio de entretención y quisimos trabajar con la iconografía de la casa, que podía ser bien cliché, en estos espacios. Al implementarlo nos dimos cuenta de que se ocupaban todos los espacios».
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hacer una tarea con los compañeros del colegio hasta estudiar solo. Buscamos ampliarnos a todas las cosas que se pueden hacer acá. Después de esa primera Biblioteca Viva en Concepción, vino la del Mallplaza Egaña. Ahí llevaron el concepto de «la casa del libro» a algo más urbano. «Generamos un anfiteatro, un espacio abierto y neutro donde se podían hacer obras de teatro y los niños empezaron a querer celebrar su cumpleaños ahí. Qué rico es que cuando le preguntas a un niño cuál es su espacio favorito te diga una biblioteca. Para todos es un halago enorme», dice Hugo. ¿Cómo es diseñar una biblioteca en un mall? HG: Hay que entender los estándares de este espacio. Los malls tienen una regulación bien particular sobre materiales y estas bibliotecas tienen que acotarse para estar al estándar. KC: A nivel diseño la pregunta es cómo competir con los otros atractivos que hay en un mall. En un espacio lleno de estímulos, en las Bibliotecas Viva entras a un lugar muy tranquilo, si bien es entretenido, te permite mucha calma. Son espacios atractivos pero que inspiran mucha tranquilidad.
El año 2017 Grisanti Cussen volvieron a dejar su sello en otro emblemático edificio de la Región del Biobío cuando La Fuente les pidió el diseño interior del Centro Cultural Arauco. «En este proyecto de Elton_Léniz el encargo fue adaptar nuestro trabajo a una obra que ya estaba pensada. Llegamos al final y alcanzamos a proponer algún tipo de revestimiento a la biblioteca y a diseñar algunos muebles. También hubo pequeños espacios a los que hubo que darles carácter. Fue un interiorismo pensado en conjunto con la arquitectura», dicen. Estos diversos espacios que han diseñado no solo son bonitos y entretenidos, sino también inesperados. En cada proyecto Hugo y Kana han sabido interpretar los encargos con soluciones creativas que aportan a la práctica de la lectura. En octubre pasado entregaron la nueva biblioteca de Mallplaza Los Dominicos, un desafío en un espacio sin muros, hecho solo de estructuras metálicas. Pero como siempre ocurre con esta excepcional dupla, el diseño no es igual a la biblioteca anterior. Les gusta sorepnder.
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La colaboración de Grisanti Cussen con La Fuente no ha ocurrido solo en los malls, sino que luego han tenido que saber traducir la experiencia de esas bibliotecas a otros espacios. El 2011 vino el desafío de darles una identidad a las oficinas de La Fuente cuando compraron la casa en Exequiel Fernández. Para ese enorme proyecto Lorena Mussa trabajó el nivel arquitectónico y estructural y les encargaron a Hugo y a Kana que las oficinas reflejaran lo que son las bibliotecas de la fundación. «Por eso tiene que ver con el imaginario de los libros, la imaginación y el color. Ciertos muebles los trabajamos con el estudio bravo! y otros espacios con Lorena Mussa», dice Kana. «Las oficinas de La Fuente también son versátiles y tienen muchos usos, desde que hacen clases de yoga, hasta la presentación de un libro, es bien mezclado», cuenta Hugo. «Todos estos espacios de trabajo dan cuenta de lo que hace la fundación».
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En La Fuente creen que para fomentar el placer por la lectura no solo se necesitan buenos programas, sino tambiĂŠn buenos espacios. Por eso, para sus bibliotecas han trabajado desde siempre con arquitectos y diseĂąadores de primer nivel. Con ellos han creado importantes lazos colaborativos y creativos. Y van a seguir haciĂŠndolo.
Equipo La Fuente Fundadores Albert Cussen Verónica Abud Carolina Cussen Felipe Cussen Directorio Albert Cussen, presidente Rafael Guilisasti Fernando Larraín Andrés Navarro Macarena Pérez Rodrigo Velasco María del Pilar Velasco Gerencia General Verónica Abud Gerencia de Desarrollo Claudio Aravena Transversal Astrid Donoso, coordinadora de procesos y compras bibliográficas Margarita Ovalle, jefa de procesos técnicos Tania Riquelme, asistente de procesos técnicos Diego Hidalgo, comunicaciones BV David Agurto, comunicaciones VLC María Jesús Blanche, comunicaciones FLF Marcelo Parra, diseño Cristian Salinas, diseño Juan Morel, estudios e investigación
Administración y Finanzas Paula Oportus, coordinadora general Carolina Cussen, analista de adm. y finanzas Atalía Duyvestein, contadora general Odelaysis Romero, asistente de contabilidad Javiera Navarrete, asistente de recursos humanos Freddy Funes, asistente de recursos humanos Isabel Margarita Pineda, gestión Viva Leer / Coordinadores Carolina Ojeda, coordinadora general Carolina Marín, coordinadora norte Isabel Casar, coordinadora centro Macarena Pagels, coordinador sur Biblioteca Viva / Coordinadores Vanessa San Mateo, coordinadora administrativa María Pinto D’aguiar, coordinadora cultural Diana Bravo, coordinadora norte Óscar Sáez, coordinador centro Alejandra Herrera, coordinadora sur Biblioteca Viva / Directores de sede Carlos Pavez, Director BV Vespucio Loreto Aroca, Directora BV Trébol Diana Bravo, Directora BV Norte Diego Muñoz, Director BV Tobalaba Katherine Cáceres, Directora BV Los Ángeles Rosario Medina, Directora BV Dominicos Bárbara Orellana, Directora BV Sur Alejandra Herrera, Directora BV Biobío Óscar Sáez, Director BV Egaña Carlos Pérez, Director BV Antofagasta