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Vivanco 4.0

Por Inés Mogollón

La figura del polifonista abulense Sebastián de Vivanco se engrandece con el paso del tiempo. Impulsada por la conmemoración del cuarto centenario de su muerte —acaecida el 26 de octubre de 1622 en Salamanca— la musicología internacional ha emprendido un proceso de revisiónn historiográfica que ha centrado definitivamente la crucial posición de Vivanco en el esplendoroso horizonte musical de la España de los siglos XVI y XVII. Y es que las fuentes documentales son unánimes en lo que al oficio de Vivanco se refiere.

El cabildo de la catedral de Segovia lo considera «muy hábil y muy suficiente» para su arte ya en 1577, cuando aún no llegaba a la treintena, y así debía ser, porque diez años después en Sevilla le tentaron con un sueldo más que ventajoso, espléndido, 500 ducados anuales y 50 fanegas de trigo, el pago «que merece una persona de su eminencia». Lo cierto es que gracias a esta actualización de los estudios sobre su obra y su biografía, tan vinculada a nuestra Comunidad, ahora sabemos que Vivanco fue maestro de capilla en las catedrales de Lérida, Segovia, Ávila, y Salamanca, ciudad en la que está enterrado y en cuya universidad ejerció como catedrático hasta 1621, fecha en que se jubiló. Es también allí, en la hermosa Salamanca, donde el afamado editor Artús Tavernier, impresor oficial de la universidad, publicó bajo la supervisión del maestro una colección de sus obras en tres grandes libros, el Liber Magnificarum, en cuya portada se representa a Vivanco arrodillado ante un crucifijo en un grabado de Pedro Perret. Por cierto, en el título Vivanco se autodeno-mina abulensis, tal como solía hacer Tomás Luis de Victoria: Liber magnificarum Sebastiani de Vivanco abulensis in summo templo salmanticensi portio-narii, et a musicis praefecti: in eiusdem urbis academia artium et philosopiae magistri, ac primariam musices cathedram moderantis (1607).

El segundo volumen, el Misarum liber de 1608, está íntegramente dedicado a misas, y el tercero, a motetes, Motecta festorum et domicarum cum communi sanctorum IV, V, VII, VIII, IX et XII vocibus concinenda (1610). Los tres volúmenes son monumentos de la música hispana y la fuente principal, que no la única pues se conservan también varias fuentes manuscritas para aproximarse a la obra de Vivanco.

Hoy, con este cuarto aniversario, llegada es la hora de los congresos, los conciertos, las ediciones críticas y prácticas, las grabaciones y demás. Sí, son muchos los interesados que esperan su turno para reivindicar y difundir el legado de Sebastián de Vivanco, un patrimonio musical de primera impor-tancia que al fin tendremos oportunidad de disfrutar.

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