COMPILATORIO OBRA COMPLETA Edición e-paperback 2013 Historietas y relatos ilustrados publicados originalmente en el sitio web http://www. futuroesplendor.com, entre mayo y septiembre 2013. Arte de portada: Pablo Santander Logo y diseño de personaje: Sebastián Lizana El Errante creado por Germán Valenzuela Editor serie: Óscar Salas Realización y diseño: Óscar Salas Dirección de Arte: Juan “Nitrox” Márquez EL ERRANTE es creación y copyright de GERMÁN VALENZUELA ARAVENA, quien cede temporalmente los derechos para su publicación a FUTURO ESPLENDOR. Prohibida su reproducción, total o parcial, sin el consentimiento o mención de los responsables de la obra. Distribución digital. Más información escribir a: contacto@futuroesplendor.com
LA SENDA DEL ERRANTE Escrita por GERMÁN VALENZUELA Ilustrada por SEBASTIÁN LIZANA Entintado por CRISTIÁN DOCOLOMANSKY Rotulada por MAYCOLS ALFARO Publicada originalmente en FUTURO ESPLENDOR MAGAZINE 1-3 2013
TESTIMONIO: LA SANGRE Escrita por GERMÁN VALENZUELA Ilustrada por SEBASTIÁN GONZÁLEZ Diagramado por ÓSCAR SALAS MATERIAL INÉDITO
Golpeo al puerco de Sandoval y mientras me mira aterrado en el suelo, recuerdo todo… No era la primera vez que me encontraba con él. Siendo aun un adolecente le vi por primera vez: En esa ocasión caminaba con mi padre en silencio, tras el fin de la jornada de trabajo que conseguíamos en algún campo. Por el camino vi como se nos acercaban unos jinetes, Reían algo chispeantes y bravucones por el alcohol de las épocas de fiestas. Mi taita detuvo su andar cuando pasaron a nuestro lado. Yo me detuve dos pasos después y me volví a mirar, justo en el momento en que el viejo se quedo mirando fijamente a uno de los jinetes, este se detuvo unos segundos y también le devolvió la mirada, pero con una rara mezcla de extrañeza y soberbia.. ¿Qué mirai Mierda? – Le grito desde arriba de la cabalgadura Luego, tiro de las riendas y tras mirar por última vez hacia nosotros, salió al galope hacia sus compañeros quienes le esperaban algunos metros más allá. Mi taita le vio alejarse y luego se volvió hacia mí diciendo. A ese jutre, la pelá, lo anda buscando… Su mirada habitualmente pasiva, se había tornado severa y fría. Cuando se percato que le miraba sorprendido, se encogió de hombros y siguió caminando.
Le seguí, era tarde y estaba bajando el frio… La segunda y última vez que lo vi, antes de hoy, fue cuando mi taita murió… Tirado en el suelo, sobre un charco de su propia sangre. Esa fue la imagen que se me quedo grabada a fuego y cuando la pequeña habitación fue iluminada por un relámpago de la tormenta que se había desatado extrañamente esa noche cálida de octubre… lo vi… El cuchillazo en medio de la oscuridad que me dio el chancho de mierda que esta a mis pies ahora, dio en mi rostro. La sangre broto con furia cuando el filoso corvo rasgo la carne. El cabron lo tenía todo preparado, había usado el filoso cuchillo para inculparme del asesinato del viejo, fingir una pelea de un hijo alcoholizado y su padre anciano y enfermo, dejo todo preparado para que cuando los pacos se dejaran caer vieran un espectáculo de terror… y casi lo consiguió… Tras el golpe y el sentir de la sangre correr por mi cara, para sorpresa del Chancho, no caí. Me mantuve firme algo mareado pero pude mirarlo en detalle… si bien estaba oscuro, la luz de los relámpagos que caían esa noche de tormenta me permitieron verlo bien. El rostro contraído de rabia, los ojos desorbitados y el corvo ensangrentado… lanzo un segundo golpe. El filoso corvo nue-
vamente dio en mi rostro, pero también alcanzo a cortar la piel de mi pecho, la sangre mancho la blanca camisa que usaba y ahí sí, caí al lado de mi taita… para cuando desperté, el corvo estaba a mi lado, totalmente cubierto de sangre mía y de mi viejo, pero del atacante, ni señas. El puerco era inteligente: había prendido fuego a la pequeña choza donde ambos vivíamos y este se apoderaba de la madera seca de las paredes. Sentí miedo, terror. Me sujete del filoso cuchillo y con todas mis fuerzas logre ponerme de pie, las llamas subían por los muros de madera arrancando gemidos crepitantes. Me acerque al cuerpo de mi Padre, con la secreta esperanza de que aun estuviera con vida. La mirada vacía iluminada por las llamas me indico lo contrario… Las manos de mi taita se aferraban a algo, y tras unos tirones logre hacerme de ese manto, el mismo que mi taita usaba cuando salía en sus incursiones nocturnas. La puerta cerrada me impedía el paso, las llamas subían y la última imagen que quedo en mi memoria, fue el del cadáver de mi taita envuelto por las llamas. El miedo me ahogaba y la necesidad de huir hizo que sacara fuerzas que no sabía que tenía y me arroje con mi cuerpo contra una puerta que creí nunca lograría abrir. Para cuando reaccione de nuevo, estaba tirado en el suelo mojado por la lluvia. La cabeza me daba vueltas y no lograba entender lo que había pasa-
do. Lo que si tenía claro en ese momento, era que no debía quedarme, debía moverme y empezar a buscar respuestas. me puse de pie y tras dar una última mirada a la choza en llamas, corrí en medio de la noche, dejando atrás aquel infierno… Pase varios días en los montes, escondido, no entendía por qué, pero mi instinto me decía que debía ocultarme al menos por un tiempo. La herida en mi rostro fue cubierta por un gran costrón, la que dejo luego una fea cicatriz que recorría casi toda mi cara. Partiendo en la frente hasta casi finalizar en la comisura derecha de la boca. Esa cicatriz se transformo en un símbolo de no olvidar, una forma de asegurar el permanente recuerdo de lo sucedido esa noche y las que vendrían. Recorrí caminos polvorientos durante semanas. Busque empleo, pero, lamentablemente mi aspecto había cambiado y con eso también la actitud de la gente a mi presencia. El temor y la desconfianza era algo que vi en cada mirada durante meses. Y durante ese tiempo en que busque ayuda, interrogantes llegaron… ¿Por qué matar a un campesino? ¿Qué podía tener de especial un hombre que trabajaba la tierra? ¿Por qué el? Revise los artículos que salve esa noche y descubrí que el corvo tenía una tapa en la empuñadura. Dentro de esta un nombre y una dirección en la capital. Eso me llevo a tomar la decisión de ir
en la búsqueda de esa persona. Colarse en uno de los trenes de Tercera no me fue difícil. Compartí el viaje con tantos que partían hacia la ciudad en busca de un mejor pasar… pensé en mi Taita, en su juventud y en ese viaje del que solo en los momentos de borrachera se dignaba a hablar… Llegando a Santiago, me mezcle con la gente que salía presurosa de la estación. Ya atardecía y la mayor parte de la gente tenía que caminar o eran recogidos por parientes quienes los esperaban impacientes, subían a los tranvías o vehículos o derechamente se iban caminando hacia sus hogares. No era raro ver a más de alguno que por primera vez llegaba a la capital, quedarse pegado mirando las luces de las propagandas, con la chupalla en la mano y una maleta de mimbre al lado. No era mi caso… las luces no me maravillaron… La casa estaba ubicada en una oscura calle cercana al barrio de la Chimba, una pequeña puerta tenía el número que buscaba y golpee. Al no sentir ningún ruido desde el otro lado me dispuse a golpear nuevamente y entonces la puerta se abrió. Ante mí, una mujer, anciana me miraba con ojos desorbitados. ¡Que busca! – me dijo, con un tono de voz que inevitablemente note tembloroso Buenas noches Señora – dije suavemente – Busco a Don Antonio La mujer me miro fijamente y retrocedió un paso, cerró la puerta de golpe y escuche como los cerrojos fueron corridos velozmente. Puse atención y escuche como hablaba con alguien tras la puerta, una serie de murmullos, su voz ligeramente alterada y otra suave con un ligero acento, que no logre identificar, que le susurraba. La puerta se abrió nuevamente y ante mí, la figura particularmente delgada de un hombre de edad me recibió, la anciana pasos más atrás, nos miró y se alejó veloz…
Buenas noches chaval… - me dijo con una tranquilidad que llamo mi atención Buenas noches… Don Antonio... El anciano simplemente abrió la puerta para permitirme entrar y haciendo un ligero gesto me dio la bienvenida. Ya en el interior de la en alguna época había sido una elegante morada, pude sentarme en un sitial a descansar, la anciana mujer apareció trayendo una tetera negra por el humo del carbón y una pava para mate. El anciano tras de ella, traía un plato de cazuela que coloco en la mesa del pequeño comedor que adornaba una enorme sala. Un trozo de pan y unos capis de ají terminaron de adornar el puesto que me ofrecieron. La mujer salió rápidamente de la habitación La cuchara se sumergió en la sopa y humeante la acerque a mi boca. El sabroso sabor de la carne y el zapallo, me hicieron sentir reconfortado. El anciano me miraba acariciando su barba blanca y
bien cuidada. Trague el sorbo de sopa y le mire fijamente. ¿Quién es usted? ¿Qué relación tenia con mi padre? El anciano rio con una de esas risas que espantan a las palomas, retumbando el sonido en la habitación. Creo que incluso la humilde cristalería de una vitrina entrechoco, con el repentino sonido Me imagino que encontrasteis la dirección en el corvo ¿no? – dijo el anciano Me estremecí y deje caer la cuchara en el plato con caldo, me puse de pie lentamente Solo quiero saber… ¿Por qué? El anciano con una calma asombrosa, se puso de pie y camino hacia mí con una seguridad abismante. Por supuesto que lo se… y se perfectamente el uso que le daba a ese corvo, chaval… yo fui el primero en darle uso… Me acerque nervioso al atado de ropa que portaba y saque el poncho de castilla y de entre los pliegues, el corvo que pase prontamente al anciano que lo esperaba. Este lo tomo con calma y sujetando fuertemente la empuñadura, lo blandió, mirándolo casi en éxtasis. Tú no tienes idea de lo poderosa que es esta
arma y del significado que tiene… es la espada de la justicia del humilde… Luego se quedo mirando la empuñadura y sonriendo, me la enseño. ¿Vez aquí? Esa muesca la hizo tu padre, no dudo que lo pensó cuando recupero el corvo en aquella plaza… y no dudo que el muy cabron me haya visto cuando los gendarmes me dieron de sablazos Jajajajajaja!! Un sudor frio corrió por mi espalda, me sentí mareado y trastabille hasta la silla, pasando a llevar la cuchara y derramando la sopa sobre la mesa… el anciano comenzó a jugar con el afilado corvo, lanzando golpes imaginarios a un enemigo invisible Y tiene varias muescas más!! Ha tenido un buen uso!! Aun recuerdo cuando ese perro que era Silva Renard me vio ante el… cuando le entregue la rosa… joder, que cara puso ese hijo de mil putas Le mire moviéndose por la habitación, rejuvenecido Me dieron una buena zurra ese día chaval… lo que lamento fue no haber podido mandar de inmediato al olvido a ese cabronazo De pronto el viejo se detuvo, y me quedo mirando No sabes nada… ¿verdad chaval?
Moví la cabeza negativamente, el anciano hizo un gesto de molestia, alzo los brazos un segundo, luego con un rápido movimiento clavo el filoso corvo sobre la mesa, a mi lado. Luego se arrojo sobre un sitial y desde ahí, me miro con dureza Esa cicatriz… ¿te la hizo el que se cargo a tu padre? Moví la cabeza afirmando. En ese momento el anciano se puso de pie, volvió a ser el ser cansino que me abrió la puerta y se acerco hasta la vitrina con cristalería, la abrió con delicadeza y tomo una botella. Luego con un rápido movimiento la rompió contra un muro… Entre los vidrios, un pergamino amarillento se destaco, el viejo corrió los vidrios con el viejo calzado que usaba, luego inclinándose, tomo el pequeño rollo, se acerco hasta mí y me ofreció el documento. Antes de que pudiera tomarlo, lo aparto velozmente. Si te entrego esto, hare que tu visión del mundo cambie por completo ¿estás dispuesto a dejar tu vida para seguir la senda de tu padre? Le mire unos segundos, mire el pergamino, recordé el cuerpo de mi taita tirado muerto en el suelo, el rostro del perro que me ataco, las llamas comiendo la madera de la choza… la sangre corriendo por mi rostro… Si… El anciano me dio el pergamino y camino hacia el sillón nuevamente… La lista se desplego ante mis ojos y en ellos una serie de nombres y apellidos, al lado de cada uno una ciudad y un año. Mire al anciano con extrañeza… ¿Qué es esto? Tu futuro
Mire nuevamente la lista sin entender Chaval, hay algo que no estás entendiendo… tú DEBES seguir el camino que trazo tu padre… Siento un gemido lastimero. El Chancho se agita nuevamente, trata de patear, recuerdo a lo que vine. A duras penas logro levantarlo y ponerlo de pie. Gime y parece maldecir, esta rojo como un tomate maduro y suda como si lo hubiera mojado con una palangana. Le miro a los ojos y sonrió por última vez… Los Pecados inevitablemente nos terminan por alcanzar Sandoval… Sandoval grita… Su voz se pierde en el silencio de la noche… Escucho ruidos… Golpes en la puerta… Debo salir de aquí… ***
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