Los que no callaron

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Honrando a mi padre PJCHC y sus colegas asesinados El poema de Gioconda me hizo retroceder cuarenta años en el tiempo, al 10 de enero de 1978 como que fuera hoy en cada detalle de cómo han sido estos asesinatos a periodistas. Me hizo revivir particularmente el de mi padre PJCHC asesinado en las calles de Managua y también el de María José Bravo y Carlos Guadamuz más tarde como también los 33 que han sido ejecutados este año en diversas partes del mundo y cienes mas en solo esta década. Pienso en sus familias como fue con la nuestra desbaratada por la fuerza bruta de balas asesinas. A todos ellos los mataron por el supuesto delito de no callar y decir la Verdad, como dice nuestra convocatoria hoy Quisieron brutalmente silenciarlos, pero lo que no sabían sus asesinos es que se puede matar a un hombre, pero no sus ideas porque estas se eternizan en la conciencia de nuevas generaciones como nosotros y todos ustedes que nos unimos hoy para rescatar sus ejemplos y sus legados. Para mi todos ellos son ejemplos de heroicidad en el ejercicio de la libertad de sus conciencias y expresión. Comparten el mismo destino en la forma que les privaron de sus vidas dignas, pero también por haber ejercido un liderazgo heroico al servicio de la Verdad con características similares:


Primero fueron fieles a una vocación, la de ser periodistas independientes ligados a la defensa de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión como piedra angular de todas las libertades publicas. Segundo, estos Mártires pareciera que al momento de su creación fueron cortados con la misma tijera que es: la de la valentía sin limites, la de una integridad moral intachable, la de conservarse independientes a cualquier costo, la de vivir y morir obstinados por la Verdad y la Justicia. Y en el plano profesional casi todos compartieron las mismas experiencias con sus familias. Al igual que mi padre seguramente fueron acusados, arrestados, torturados, humillados y exilados por las mismas razones profesionales: la de usar sus plumas, su vos o el poder de a palabra para oponerse a gobiernos dictatoriales, autoritarios y corruptos. Hoy, a las puertas del día de los muertos paradójicamente estamos aquí no para recordar la cobardía con que fueron asesinados, sino celebrar sus vidas que mantienen en nosotros ideales y ejemplos eternos. Quienes queremos democracia, libertades publicas y Estado de Derecho, estamos llamados a honrar el martirio de cada uno de ellos que con sangre sacudieron la conciencia de nuestros países y expusieron al mundo las verdades tenebrosas de nuestros respectivos sistemas políticos en demanda de libertad, paz, justicia y respeto a los derechos humanos. Digamos en alto y con nuestras acciones que no queremos mas periodistas muertos por asesinos al servicio de fuerzas tenebrosas en ninguna parte del mundo. Aquellos que fueron ejecutados como todos los que están fotografiados aquí, deben seguir viviendo entre nosotros hasta lograr una gigantesca cadena de pensamientos que sirvan para erradicar toda actitud en contra de las libertades publicas, la democracia, la corrupción, el respeto a la ley al derecho a elegir libremente y gozar de un verdadero Estado de Derecho como el que los nicaragüenses hoy debemos reclamar todos los días al gobierno de Daniel Ortega.


IMPUNIDAD Gioconda Belli Caen sin ruido las hojas de los árboles su verdor, su vida se extingue sin que el bosque aminore el bullicio de su desbordada, violenta vitalidad. Entre las ramas, los pájaros soñolientos si acaso percibirán el suave descenso melancólico el fulgor de las quebradas nervaduras aleteando Así en las humeantes ciudades un lunes, martes o jueves un par de zapatos salpicado de sangre queda abandonado en el pavimento Desde las gradas de la escuela el niño vuelve el rostro y recuerda el gesto perdido del padre En casa el perro a las cinco de la tarde yace al lado de la puerta que su dueña jamás abrirá En el armario los vestidos de colores languidecen

víctimas de la doliente cobardía del esposo La noche encuentra la cama vacía y se acomoda en el muelle declive que antes ocuparan el soñador y su sueño. Un lunes, martes o jueves, Las palas abren huecos en los cementerios la tierra recibe a destiempo la voz, el perfil, la pluma del sentenciado En la espesura de la ciudad desaparece el arma del crimen tras el silencio a voces de los confabulados. Caen sin ruido las hojas de los árboles. Así descienden los asesinados a sus tumbas. ¿Despertarán los pájaros?



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