07/01/2011
03:49 p.m.
CULTURA
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Literatura
Heridas del amor, caricias de la furia EL
ESCRITOR
PABLO RAMOS
ACABA DE PUBLICAR SU QUINTA NOVELA, ESTA VEZ NARRADA CON LA VOZ DE SU MADRE.
CON
LA
SEGURIDAD QUE LE DA SU TRABAJO IMPLACABLE CON LAS PALABRAS, SU OBRA SE JUEGA EN EL DESEO TAN HUMANO DE TRATAR DE ENTENDER LAS LUCES Y SOMBRAS DONDE SE ESPEJAN LA TERNURA Y LA FEROCIDAD.
S
egún la solapa de La ley de la ferocidad (2007), Pablo Ramos “nació en un suburbio de la provincia de Buenos Aires, donde transcurrió su infancia. Después, su ámbito fue la calle, la vida difícil, a veces la desesperanza”. Y esa desazón es, sin duda, el territorio de sus cuentos y novelas. Porque el chico que jugaba en los potreros y que, de alguna manera, compone el narrador tan querible de El origen de la tristeza (2005), ese chico un día lo perdió todo. Entonces vinieron las palabras. “Las palabras me cuestan un montón pero cuando trato de ver las motivaciones, los actos de la gente. Como cuando pienso qué fue lo que impulsó a mi mamá a casarse con un tipo difícil como fue mi padre, qué llevó a mi padre a beber tanto, a complicarnos la vida, a no disfrutarla un poco más. Qué cosas nos llevaron a mi hermano y a mí a drogarnos, a meternos en nosotros mismos. Qué cosas llevaron a mi hermana a ser un cascabel, un sol. Cómo funciona todo esto que, en el balance final, tiene un muerto: mi padre. Y los que quedamos, cuando este sábado nos reunamos a tomar mate, cómo es que podemos miramos a la cara y abrazarnos, cómo es que estamos juntos. Creo que, entonces, necesito las palabras para darle un sentido a toda mi vida”, monologa. Si los relatos de todos los tiempos se escriben (y escribieron) para intentar darle un sentido a la vida –y eso es la literatura–, escuchar a Ramos esta tarde, en su casa de Paternal, pone en acto tal enunciado teórico. “Frente a lo que pasó en mi vida hay dos opciones: la de mi hermano, que fue dejar todo como estaba, y la mía, que fue revisarlo todo porque no podía parar de castigarme. Y en ese revisarlo todo encontré la escritura, porque no me alcanzaba hablar con el psicólogo ni llevar un diario íntimo. Descubrí que si yo ponía a esos personajes que conocía tan bien, con otros nombres y en una situación un poco más preparada, empezaba a entender”. Escribir para entender. Mirar la escena familiar casi como una partida de ajedrez. “En ese juego me interesa estudiar las situaciones dadas. Por ejemplo: dos caballos, un peón y un alfil contra un rey y un peón y dos torres. ¿Cómo 32
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Clase Ejecutiva
Foto: Gentileza P.R.
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Texto: Gabriela Baby