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salvar a ese rey? Hay que pararse a pensar. También hay momentos en la vida en que hay que agotar casi todo el tiempo pensando. Y El origen de la tristeza significó, para mí, parar a pensar en esa época: mi papá a punto de perder el taller, mi mamá embarazada, y yo chico, durante la dictadura”. En esa novela, su álter ego evoca: “Cualquier discusión que papá y mamá tenían se escuchaba con claridad desde nuestra pieza, por más que ellos estuvieran en cualquier lugar de la casa e intentaran tenerla en voz baja. A veces mamá decía que nos iba a agarrar a los tres y se iba a ir; papá le contestaba que sin un mango y con tres pibes no iba a llegar demasiado lejos”. Será también ese clon literario, años más tarde, el narrador de La ley de la ferocidad, un libro desmesurado, brutal y hermoso, que describe el recorrido desaforado de un hombre enloquecido por la muerte de su padre, la búsqueda de dinero, el consumo de cocaína y la necesidad de salvación. “Si El origen... es el tablero en posición de pérdida, lo que se despliega en La ley... es lo que el capitalismo nos enseña: para salvarte no tenés que hacer la revolución sino jugarla individualmente”. Golpeando duramente durante dos años su Olivetti mecánica, Pablo Ramos sacó furia y talento para componer esa abrumadora catarata de sensaciones y recorridos urbanos que desbordan al protagonista durante los dos días que dura el velorio de su padre. Pero La ley de la ferocidad no sólo incluye la desmesura personal del protagonista sino que, además, pinta de manera implacable el exhibicionismo de los ‘90. Sin embargo, como una bocanada de aire fresco que llega hacia el final, en las novelas de Ramos siempre existe una salida. “En mis libros se llega siempre a una situación de empate. Porque el rey tiene que seguir jugando. No tiene que rendirse. Por eso no entiendo el ajedrez moderno donde, cuando el rey está amenazado, se para la partida y se empieza de nuevo. Yo descubrí que no me iba a suicidar cuando empecé a escribir. Porque, de última, suponete que pierda todo, suponete la peor partida de la vida. Desolado, triste y herido, aún así me pondría a escribir”. TODO SOBRE MI MADRE En cinco minutos levántate María (2010) es la tercera novela de Pablo Ramos. Esta vez es la madre de su personaje narrador, Gabriel, quien va a guiar el relato en ese mismo contexto de pura adversidad. “María viene a decir de otra

manera posible esta historia. María viene a traer el punto de vista incondicional que tiene una madre para con su hijo. Porque ella ve a Gabriel desde otro lugar, desde una indulgencia crítica porque está preocupada y quiere que él se acerque al padre. Tiene el secreto para sobrevivir a tanta pérdida: servicio, estar a disposición, dar”. De modo que Ramos se tomó el trabajo de meterse en la piel de una mujer. Y no de cualquier mujer, sino de su madre. Nada menos. “Fui, durante meses, una ama de casa: viví sus sensaciones, sus angustias, sus preocupaciones, su mal humor. A medida que corregía la novela iba encontrando al personaje. Trabajo así: la escritura es una búsqueda. Cuando termina la búsqueda, termina la novela”. Y explica que María es un personaje de gran espesor porque “mi madre era una febril lectora de poesía, escribía su diario, cantaba y bailaba. Y también era un ama de casa que se casó con un tipo jodido. Y este libro, lejos de ser una banalidad, creo que es la más políticamente incorrecta de todas mis novelas. Porque no escribo acerca de drogas ni de prostitutas, algo que se espera de mí, sino desde una mujer menopáusica, con sus alegrías ocultas y sus frustraciones. Esta novela es casi como la ley de la ternura frente a La ley de la ferocidad”. ¿Con qué se topó en ese viaje por la vida de su madre? Me metí en temas complejos. Y pude comprender que, para realizarse en la vida –esa meta que a veces nos complica tanto–, mi madre se brindó por completo. Escribir este libro fue una aventura increíble: me conecté con la mujer que tengo dentro. Y supe qué tengo yo de mi madre: la blandura, ese lugar donde tocás y queda una marca. Este libro cambió radicalmente mi mirada hacia las mujeres. Además del viaje al interior de un personaje, Pablo Ramos también tuvo otros materiales de mucho valor para su trabajo: diarios íntimos de su madre, fotos, relatos. “Tengo una foto de su fiesta de compromiso donde tiene la cara como asustada, frágil. Ella había salido de una enfermedad de chica, que la había tenido paralítica y ciega. Y un día se recuperó y se levantó. ‘Nadie se levanta de esta enfermedad, pero yo un día tuve fuerzas y me levanté’, me confió una vez. La vida es un milagro. Y la voluntad también”. La familia es el tema en su trilogía. ¿Hay

otro tópico posible para su literatura? No escribo sobre la familia que tuve sino que, de alguna manera, me inventé la familia que tuve en función de lo que quería contar. Y en función de tratar de hacer pie en mí mismo, trato de entender esta cosa compleja que soy: entre un pibe de barrio y una persona un poco más aburguesada, un poco intelectual y otro tanto mística y otro tanto primitiva. Pero aquí termina este primer ciclo de mi escritura. Se agotó esa líbido. Ahora vienen otros libros, otros temas”. Entonces, Ramos cuenta que está escribiendo varias obras al mismo tiempo. “Las mujeres secretas de Berlín, una novela policial. También tengo un libro de cuentos fantásticos casi terminado. Y una novela bastante avanzada con el tema de un cuento ya publicado. Y otra novela que es un delirio, que trata de un tipo que viene al mundo un solo día cada 20 años para decir exactamente lo que piensa: vive en el vientre de una cangura y sale y habla”. ¿Y si usted fuera ese hombre, qué diría? Le daría con un caño a esos escritores que no trabajan la literatura, que escriben todo lo que se les ocurre y lo publican así como se les ocurrió, total se corrigen en el libro siguiente. ¡Si algo está impreso, no se puede corregir en otro libro! Esos escritores tienen descuidos todo el tiempo y, en vez de aceptar que tienen que trabajar esos problemas, arman una estética en base a ese descuido. ¡Es un facilismo enorme! Lo que me hace escritor, lo que mi lector espera, lo que yo espero de Pablo Ramos, es que publique cuando puso todo su ser en sus novelas. Después, al lector le puede gustar más o menos, la crítica dirá lo que tenga que decir. Pero lo importante es que yo lo publico convencido. ¿Ninguna crítica lo hace tambalear? Dicen que hago literatura del yo porque mis libros están en primera persona. Eso es como hacer un regla de tres simple: primera persona, igual literatura del yo. En todos lo casos publico novelas muy laburadas en las que un personaje busca algo, lo consigue o no, se inhibe o fracasa o tiene sus logros, pero vive y narra. Mis personajes se sostienen narrando la literatura. Porque yo reconozco dos clases de escritores: los que escriben literatura y apuntan alto, trabajan los textos verdaderamente y se la juegan para hacer una obra de arte; y los otros, los que tienen facilidad de palabra y se conforman hablando del entusiasmo. Pero están equivocados: escribir es un trabajo arduo, con muy pocas posibilidades de salir adelante.◆ Clase Ejecutiva

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