Los libros de hoy y del futuro

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TENDENCIAS

Consumo

NUEVO PROTOCOLO PARA UNA ANTIGUA

C E R E M O N I A EL E-BOOK, INTERNET,

LA LIBRERÍA

VIRTUAL Y LA POPULARIZACIÓN DE LAS TABLETS SON ALGUNOS DE LOS TEMAS QUE PREOCUPAN A LA INDUSTRIA DEL LIBRO.

LA

ERA DIGITAL SACUDE AL SECTOR DESDE

LOS CIMIENTOS Y EL CAMBIO PROMETE DARSE NO SÓLO EN EL FORMATO SINO TAMBIÉN EN SUS MODOS DE COMERCIALIZACIÓN.

AUNQUE

EDITORES

Y AUTORES AFIRMAN QUE EL FUTURO SERÁ ESCRITO EN LIBROS, TODOS SE PREGUNTAN CÓMO SERÁN ESOS LIBROS.

Y

CÓMO SERÁ ESE FUTURO...

Texto: Gabriela Baby

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esplazará el e-book a los libros en papel? ¿Será la web la nueva biblioteca de Alejandría? ¿Cuál será el rol del editor en el mundo virtual? ¿Cómo resolver temas tan urgentes como la piratería y el derecho de autor? Ocurre que, desde la invención de la imprenta, en 1420, el arte de producir libros no había sufrido grandes cambios. Desde hace siglos, la industria que nos da de leer funciona poniendo en relación económico-productiva a un autor, un editor, una imprenta, un distribuidor y un vendedor o librero, eslabones de una cadena que demostró solidez inquebrantable. Hasta ahora. Porque otra vez un salto tecnológico –digital– conmociona fuertemente a la industria editorial. Por un lado, la impresión por demanda podría desplazar a la imprenta, el ebook condenaría al ostracismo al libro de papel y la disponibilidad on-line de material volvería fú-

til la figura del librero. ¿Cómo enfrenta el sector estas novedades tecnológicas? IMPRENTA DIGITALIZADA “El libro de papel tiene un gran presente y el libro digital tiene un gran futuro. La pregunta es qué hacemos mientras tanto. La solución es la impresión a demanda, un mecanismo que encontró el mundo editorial para imprimir tantos libros como sean necesarios, ni más ni menos, y así evitar dos enemigos del negocio: los stocks sobrantes y los libros agotados”, dispara Gustavo Vorobechik, director de Bibliográfika, una empresa que ofrece impresión uno a uno, el sistema que en algunos lugares del mundo está desplazando a los viejos tipos gráficos inventados por Gutenberg. Bibliográfika tiene 10 años en el mercado, ofrece sus servicios a 350 editoriales argentinas y a más de 1.200 entre España, México y Brasil. Textos de literatura, medicina, leyes y química, entre otros, se imprimen mediante este proceso digital que logra la misma

calidad que el ofsett y permite hacer tiradas de menor cantidad. “Desde hace 500 años, los editores llevan adelante el negocio de la misma manera: imprimen 2 mil, 5 mil o 10 mil ejemplares y los mandan a un depósito para que un distribuidor los lleve a las librerías. El riesgo es, por un lado, no vender la totalidad de la tirada. Y, por el otro, fallar en la distribución, es decir, llevar a cada librería más o menos ejemplares de los que cada una necesita”, describe Vorobechik. Desde su rol de director Comercial de Docuprint, una empresa también dedicada a la impresión por demanda, Mario Vidal coincide: “Con el sistema de impresión por demanda, la tirada acompaña la demanda real, de modo que no existe el stock inmovilizado. Entonces, con la misma inversión, una editorial puede imprimir dos o tres títulos, mejorando la oferta y obteniendo un recupero más rápido”. Docuprint forma parte de Lateo, una organización que nuclea sellos de España, la Argentina y México que ponen a disposición de esta moderna imprenta todo su fondo editorial. Mediante esta red, cada libro pedido a través de un catálogo virtual se imprime en el lugar más cercano al lector. “Lo más interesante de este sistema es que se agotaron los libros agotados: si un título ya no está en el circuito, el lector lo puede pedir mediante un click directamente a la imprenta. En pocos días tendrá el ejemplar en su casa o en su librería amiga, sin gastos de depósito, ni de traslado de stock, ni de pérdida de materiales”, apunta Vorobechik. Mientras que en el mercado internacional los grandes portales, como Amazon, manejan la impresión por demanda en un 60 por ciento de sus operaciones, y en Estados Unidos esta metodología funciona de manera generalizada, en nuestro país es un capítulo que recién se está empezando a escribir. “La impresión por demanda puede funcionar muy bien en el caso de libros descatalogados. El problema es que habría que digitalizar esos libros, que fueron producidos bajo una tecnología anterior. De todos modos, es lo que se viene, porque el problema del libro siempre fue la distribución”, vaticina Antonio Santa Ana, gerente de Literatura General del Grupo Prisa, que nuclea a Alfaguara, Aguilar y Altea Taurus, entre otros sellos. En Grupo Planeta, por caso, hacen uso de esta tecnología en casos puntuales: “Recurrimos a la impresión por demanda para tiradas muy pequeñas, de 500 ejemplares, por ejemplo, que es una cifra que no conviene para el offset. Si bien implica un costo mayor por unidad, resignamos

algo de la ganancia en cada venta pero no tenemos el costo financiero que implica una inversión por 3 mil ejemplares, ni el costo de logística y de depósito que eso implica. Quiere decir que imprimimos por demanda por una estructura de costos, con títulos que no son novedades sino para esos casos en que un libro tiene una venta sostenida y pequeña en un tiempo prolongado. No utilizamos impresión por demanda para la comercialización de novedades porque aún los costos no son convenientes”, confirma Sebastián Ansaldi, gerente de Marketing y Comunicación de la editorial. En su opinión, la metodología funciona cuando existe un catálogo muy amplio de libros agotados con derechos vigentes: “Y es difícil que se dé. En general, ocurre que el libro que tiene derechos vigentes se consigue, en alguna librería está, aunque el lector tenga que patear más la calle para encontrarlo. Hay pocos casos de libros que tienen una demanda muy alta, derechos vigentes y cero stock”, amplía. ¿SERÁS DIGITAL O NO SERÁS NADA? Aunque los amantes de la tecnología aseguran que el e-book desplazará al libro de papel, el avance de este nuevo modo de leer es sumamente cauteloso. En Estados Unidos y en Alemania, las ventas de libros digitales constituyen entre un 16 y 20 % de las ventas totales. En la Argentina, no llegan al 0,05 %. Sin embargo, las grandes editoriales apuestan de diversos modos al formato electrónico. “Desde julio pasado todas las novedades que salen en papel las pone-

mos también en e-book. Y se venden de a una o de a dos. Es decir, es un mercado que crece, muy lentamente y desde cero, y son realmente pocas las ventas. Lo que hay que destacar es que se vende todo. Es decir, aunque sea un ejemplar de cada título, se vende. Es un negocio long tail, de cola larga. Y funciona porque si una persona vive en Noruega, por ejemplo, puede comprarse una novedad de la editorial el mismo día que sale a la venta. Algo que no ocurre con las compras de libros de papel, por más que se hagan por Internet y a través de grandes portales de venta”, explica Santa Ana, del Grupo Prisa. En el caso de Planeta, la estrategia consiste en publicar en este formato los títulos de venta masiva: “De las novedades de cada mes, aproximadamente un tercio sale en ebook. Elegimos aquellos títulos que entendemos que van a tener faja de masivos, porque sería muy costoso digitalizar los 30 libros promedio que editamos mensualmente. De todos modos, las ventas en este formato no son para nada significativas”, subraya Ansaldi. Demostrando que, a nuevas tecnologías, nuevas estrategias, en Random House Mondadori –el grupo editorial que nuclea sellos como Mondadori, Lumen y Grijalbo– dio resultado un enfoque diferente. A fines de abril, el ensayo La gran manzana, de Leandro Zanoni, fue lanzado gratis y sólo en formato e-book dos meses antes de su publicación en papel. “Llegamos a las 30 mil descargas tan sólo en el primer mes”, revela el autor. “Las razones son variadas, pero no podemos dejar afuera el contexto de movilidad que estamos viviendo. Es decir, el auge de las tablets, por un lado, y de los teléfonos inteligentes capaces de leer un e-book, por el otro. Es evidente que la gente no quiere sólo un gadget, sino también llenarlo de contenido. Además, que sea gratuito es otra condición que explica tantas descargas. ¿Cuántos de esos 30 mil hubiesen pagado $ 5 por el e-book? No lo sabemos. Pero sí sabemos que, hoy, muchos de esos usuarios están más cerca de un libro electrónico que antes”, analiza Zanoni. Mientras tanto, los portales especializados en venta de e-books se multiplican. Desde librerías virtuales como Grammata o El Aleph Libros hasta proveedores de e-readers como Tienda Movistar, entre otras, apuestan a crecer en el nicho de los lectores electrónicos. BajarLibros.com, por ejemplo, es una tienda on-line que tiene 40 mil títulos disponibles para descargar en iPad, Papyre o PC. También algunos canales de venta convencionales, como Librerías Clase Ejecutiva

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Consumo

Buen momento para el sector ◆ Las cifras de ventas de libros en nuestro país

Santa Fe y La Boutique del Libro, ya tienen su mostrador virtual. En tanto, los editores discuten el precio que debería tener cada texto digital que, por cierto, no tiene costos de impresión, de distribución ni de depósito. “Como regla general, un e-book puede costar la mitad o incluso menos que la versión papel. Con respecto a los e-readers, su costo no cesa de caer: hoy ya se consiguen modelos a u$s 80”, sostiene Octavio Kulesz, miembro de Digital Minds Network, una red de editores digitales de Latinoamérica, Egipto y Sudáfrica. Pero, entonces, ¿desplazará, algún día no muy lejano, el libro electrónico a su precedente de papel? Para Antonio Santa Ana, de Grupo Prisa, el libro es imbatible: “Cuando se inventó la radio, se decía que la gente iba a dejar de leer. Lo mismo se dijo cuando llegó el cine. Y, más tarde, con la masificación de la televisión. Sin embargo, la gente sigue leyendo. Y esto ocurre porque el libro de papel, tal como lo conocemos hasta ahora, es una tecnología imbatible: no necesita pilas, enchufes, ni recargas. Se cae al piso y no se rompe.¿Qué más podemos pedir?”. UNA DE PIRATAS Pero antes de ese futuro utópico de civilizada convivencia, el libro y la digitalización de textos deberán resolver algunos malos entendidos que, en general, tienen que ver con los derechos de autor y de reproducción en Internet. Porque, si bien una de las ventajas de la red es la facilidad que brinda a la hora del self publishing y de la circulación de libros, los editores y los escritores sostienen una lucha activa contra la piratería latente. “Cuando era editor en El Zorzal era frecuente que me encontrara libros 30

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enteros editados por nuestro sello, es decir, textos íntegros en pdf, por ejemplo, que estaban bajo derechos, publicados en la web. En algunos casos, he mandado e-mails a quienes los subían –a veces se trataba de blogs de estudiantes– para pedirles que al menos pidieran permiso previamente. Pero jamás se me ocurriría denunciar a alguien por hacer este uso de un material: he sido estudiante en épocas de crisis y sé de qué se trata no tener recursos para comprar los libros. Sin embargo, me parece necesario pedir permiso a quienes tienen los derechos de publicación de la obra. Sobre todo porque, en algunos casos, son autores extranjeros”, plantea Kulesz, referente internacional en la materia. La pregunta candente es: ¿derechos de autor o libertad de circulación de los textos? Mientras que Internet permite dar a difusión las obras, los editores ven en este tráfico de contenidos la disminución de potenciales ventas. Aunque, por otro lado, numerosos escritores afirman que el hecho de publicar on-line potencia y multiplica las ventas de papel. ¿Derechos de autor, derechos sobre la obra o derecho a leer? En las jornadas realizadas por el Centro de Administración de Derechos Reprográficos, en el marco de la Feria del Libro 2012, el tema levantó la temperatura del debate. El abogado Oscar Finkelberg señaló que las leyes de derecho de autor, tal como se aplican hoy en la Argentina, están obsoletas en tres aspectos: “Duración de los derechos, control de ediciones y rendición de cuentas de las editoriales a los autores”. Allí mismo, Kulesz polemizó: “El copyright sirve en la medida en que nos es útil para pensar los vínculos de la industria. Pero, hoy, entre la piratería y los defensores acérrimos del

entusiasman a los protagonistas del sector. Según la consultora Promage, que desde 2008 trabaja en el desarrollo del Observatorio de la Industria Editorial en la Argentina y otros países de América latina y cuenta con la adhesión de empresas líderes del mercado local, las ventas del sector libros, en 2011, sumaron un total de $ 2.100 millones en el país, lo que equivale a 47 millones de ejemplares vendidos. Una época de auge, si se compara con años previos, porque la curva de producción y venta de novedades editoriales registró una marcada caída (25 %) entre 2008 y 2010, para recuperarse durante 2011. ◆ Según datos de la Cámara Argentina del Libro –entidad que otorga el registro a cada libro (ISBN)–, durante 2010 (último dato disponible) se imprimieron 22.781 títulos nuevos (60.070.101 ejemplares). Y se reimprimieron 3.606 títulos (15.637.262 ejemplares). De las ediciones argentinas registradas en 2010, sólo el 4 % han sido publicadas en un soporte distinto al papel (se mantiene el porcentaje de los últimos años). Aclaremos que distinto al papel quiere decir en soportes como Braille, cassette, CD, diskette, DVD, e-book, disco láser, video e Internet. ◆ Literatura, libros infantiles y juveniles, ciencias humanas y sociales se llevan más de la mitad del total de impresiones en el país. El resto está dado por temáticas como arte, astrología, autoayuda, gastronomía, tiempo libre-hogar-juegos, medicina, lingüística, diccionarios, economía y empresas, derecho, psicología, geografía y turismo.

copyright hay un abismo: parecen personajes de una obra de teatro que se insultan y maltratan sin escucharse. Y lo que tenemos que hacer es detenernos a pensar y a escuchar. Porque si hay tan fuerte demanda de materiales en esos miles de lectores que encuentran en la web los libros que están buscando, quiere decir que los editores no estamos satisfaciendo esa demanda. Nuestro trabajo está fallando. Y deberíamos pensar el modo en que podamos hacer llegar esos materiales a los lectores sin perjudicar a nadie”. Dar respuesta a esta polémica, entre tantas otras preguntas, nos trasladará a un futuro de nuevos vínculos y modos de ejercer el placer de escribir, publicar y vender libros.◆


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