CULTURA
EL
◆
Urbanismo
URBANISTA ITALIANO
SECCHI –UNO
BERNARDO
DE LOS RESPONSABLES
DE LOS PROYECTOS DE MODERNIZACIÓN DE
PARÍS
DE
BRUSELAS
Y DE LA REPLANIFICACIÓN Y
MOSCÚ– BOGA
POR
LA UNIFICACIÓN DE INTERESES ENTRE CIUDADANOS, ARQUITECTOS Y POLÍTICOS.
EN
DIÁLOGO EXCLUSIVO CON
EJECUTIVA,
CLASE
APUNTÓ A LA ECOLOGÍA
Y LA MOVILIDAD COMO URGENCIAS DE LA AGENDA DE CARA A LAS MEGAMETRÓPOLIS DEL FUTURO.
Texto: Gabriela Baby
"LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA ¿Cómo será la ciudad dentro de 50 años? La pregunta abre el juego en el que Bernardo Secchi, urbanista de renombre internacional y responsable de proyectos metropolitanos de gran envergadura en París, Bruselas y Moscú, despliega temas urgentes como la ecología, el confort, la movilidad y la necesidad de disolver los bloques de pobreza y de riqueza que se multiplican en las grandes ciudades del mundo. “El futuro no es sólo lo que viene a nuestro encuentro y lo que tratamos de prever. El futuro es, también, una construcción propia, producto de nuestra capacidad analítica y proyectiva, de nuestro potencial de construcción e implementación de programas coherentes y eficaces. La ciudad contemporánea representa una nueva idea del tiempo”, dispara el arquitecto.
Y las distintas representaciones que el tiempo encuentra en la grilla urbana le sirven para leer algunas claves del futuro. “La ciudad fortaleza de la Edad Media –en la que la plaza era lugar de encuentro, de trabajo, de intercambio cultural –pierde gradualmente el carácter introvertido que la había caracterizado para abrirse hacia el espacio exterior; un movimiento que nace de los rincones más íntimos de la domus (casa) y que gradualmente se vierte hacia la calle y la naturaleza”, apunta Secchi, cuyo trabajo Ciudad moderna, ciudad contemporánea y sus futuros permite pensar y comprender algunas disposiciones de la urbe actual a partir de su trazado histórico. La continuidad de los espacios públicos que caracterizó a la ciudad post medieval y hasta finales del siglo XIX tuvo su
ES UNA NUEVA IDEA DEL TIEMPO" momento de tensión en el siglo XX, cuando el estallido postmoderno impactó en la planta urbana: “La metrópoli del siglo XX está dominada por la idea de fragmento. Así como la figura de la continuidad, que primó hasta el siglo XIX, construía la imagen de un espacio urbano regular, depurado de cualquier carácter contingente, la del fragmento lleva a una concepción topológica del espacio, al espesor de la especificidad de los lugares”, señala Secchi en ese clásico de los estudios urbanísticos. Entonces, el modelo actual es la ciudad fragmentada, que representa o deja ver el resquebrajamiento social, la crisis. “La metrópolis del siglo XXI está marcada por la segmentación: uno puede reconocer zonas muchas veces difíciles de unir o comunicar. La crisis que estamos
viviendo nos va a llevar a un esquema diferente. Cómo va a ser esa ciudad es difícil de decir”, analiza el especialista, instalado frente a un amplio ventanal con vista a la Torre de los Ingleses, en el marco del diálogo exclusivo que mantuvo con Clase Ejecutiva durante su reciente visita a la Argentina, convocado por Fundación Osde como protagonista de la jornada Ciudad y territorio. Cómo vivir mejor en nuestro espacios urbanos en su carácter “especialista en la problemática del crecimiento desmesurado de las ciudades, sus consecuencias sobre el medio ambiente y en las prácticas culturales de sus habitantes, las relaciones difíciles entre administraciones locales y nacionales”. Allí, junto a especilistas y funcionarios, reflexionó sobre las posibles intervenciones en los territorios urba-
nos de nuestro país en el marco del desarrollo de políticas que mejoren las condiciones de vida de los diferentes grupos sociales. PÚBLICOS, VERDES, PRIVADOS Uno de los problemas urgentes de la ciudad futura es la degradación del medio ambiente. Para Secchi no sólo se trata de generar espacios verdes sino de cuidar el aire, el agua, la biodiversidad. “Se puede dar solución a los problemas de medio ambiente con audacia y convicción. Por ejemplo, en el área metropolitana de Bruselas (foto superior), quisimos hacer una ciudad sin automóviles. Cuando lo dijimos, nos tomaron por locos. Nuestro razonamiento era: ‘No pretendemos que las personas no tengan más un automóvil, sino que proponemos que,