El Extractos del libro: El Camino Interno hacia la consciencia cósmica

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Extractos del libro:

El Camino Interno hacia la consciencia cósmica Los peldaños básicos: Orden Voluntad Sabiduría Seriedad


Extractos del libro:

El Camino Interno hacia la consciencia cósmica Los peldaños básicos: Orden Voluntad Sabiduría Seriedad

Marzo de 2023 © Gabriele-Verlag Das Wort GmbH Max-Braun-Str. 2, 97828 Marktheidenfeld, Alemania www.editorialgabriele.com

Todos los derechos reservados. Imprime: KlarDruck GmbH, Marktheidenfeld, Alemania


Introducción «Vosotros sois templo del Espíritu Santo y el reino de Dios está dentro de vosotros», fue lo que enseñó Jesús de Nazaret hace 2000 años, queriendo decir que Dios habita dentro de cada uno de nosotros. Así que no necesitamos sacerdotes ni otros mediadores, sino que podemos dirigirnos a Dios en nuestro propio interior, como Él ya explico en Su tiempo: «Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento tranquilo, cierra la puerta y ora a tu Padre en oculto, y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará». En nuestro origen, somos seres divinos, hijos e hijas de Dios procedentes de Su amor primario, y nuestro verdadero Hogar eterno es el Reino de Dios, al que algún día volveremos. Pero ¿cómo llegar al Reino de Dios en nuestro interior? En Su Sermón de la Montaña, Jesús de Nazaret trajo a la humanidad Su enseñanza de paz sobre el amor a Dios y al prójimo, las directrices para el Camino Interno hacia Dios dentro de nosotros. Y hoy, al comienzo de la Nuevo Tiempo, la Era mesiánica, sofiánica, el Camino Interno, que nos lleva hacia una humanidad nueva y pacífica, 1


nos es enseñado en todos sus detalles, paso a paso, etapa a etapa: Orden, Voluntad, Sabiduría y Seriedad. A través de Gabriele, que desde hace casi 5 décadas está al servicio del Eterno como Su profeta y enviada, el querubín de la Sabiduría divina, llamado hermano Emanuel en la Tierra, manifestó este camino de enseñanzas con muchas indicaciones y ejercicios para el Camino hacia el Interior. Gabriele dio más explicaciones y ayudas prácticas sobre cómo podemos aplicar en nuestra vida diaria las enseñanzas manifestadas para liberarnos de las cargas del alma y encontrar la paz - dentro de nosotros mismos, con nuestros semejantes en la familia, en el trabajo, pero también con toda la Creación de Dios. Estas enseñanzas procedentes del Amor y la Sabiduría divinos están resumidas en un gran volumen «El Camino Interno hacia la consciencia cósmica», del que en este folleto se reproducen algunos extractos.

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El Camino Interno, el camino de la liberación, es alegría Manifestación del hermano Emanuel del 18 de octubre de 1991 El hermano Emanuel, el querubín de la Sabiduría divina, nos dio el 18 de octubre de 1991, a través de la palabra profética de Gabriele, una manifestación sobre el Camino Interno: Comprended y sentid que el Camino Interno es necesario, precisamente en este tiempo materialista. El Camino Interno es equivalente al camino de liberación de las cargas que yacen en el alma (...) Oh, comprended, el Camino Interno significa: Reconócete a ti mismo y purifica con Cristo tu parte pecaminosa, de manera que te acerques cada vez más al Eterno, a la Luz Interna. El Camino Interno es por tanto una escuela de la vida en la que cada alumno se reconoce a sí mismo. El autorreconocimiento es necesario, pues solo cuando el alumno reconoce los errores –es decir, lo pecaminoso– y recorre el camino del arrepentimiento de corazón, de pedir perdón, de perdonar, de reparar el mal cometido y 3


de no cometer más los errores reconocidos, esto es, los pecados, el alma se purifica. Ved: Esta Tierra es en verdad la escuela de los hijos de Dios. A quien camina por esta escuela interna, muchos aspectos le resultarán más ligeros, pues él aligera su alma del yo humano, reduce sus yoidades, su egoísmo. La luz de Cristo irradia en el alma de manera más intensa. La luz del Señor repercute también entonces en el interior y en el exterior del cuerpo físico. Al ser humano le va cada vez mejor, porque al alma le va mejor, pues está envuelta y acogida en la luz del amor, porque el alma y la persona se han dirigido a la luz y han entrado en la luz que libera, que ilumina, que es el camino. (...) Cristo desea acompañaros, pues vosotros Le habéis elegido. Elegidlo cada día de nuevo y comprenderéis que ¡el Camino Interno es alegría! El Camino Interno es liberación y dicha –es más, el alma empieza a respirar de nuevo, pues siente el hálito del Todopoderoso. Siente que pertenece al Reino del amor y desea que el ser humano se convierta verdaderamente en el guante del amor.

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De la inauguración para el Peldaño del Orden Gabriele instruyó: El amor de Dios está muy cerca de cada uno de nosotros. Es la fuerza de nuestra alma que no se carga de culpa. Esta fuerza la podemos activar en el Camino Interno y así acercarnos a nuestro Hogar eterno de donde antaño partimos. Cuanto más ego humano superamos, tanto más se incrementa la fuerza del amor en nosotros, tanto más radiantes, luminosos y abnegados llegaremos a ser. De este modo encontramos nuestro hogar interno, la paz y el amor que este mundo no nos puede regalar. (...) Nuestra alma presiente la vida cósmica. Ella ha despertado y siente que no es de este mundo. Añora cada vez más su verdadero hogar, su lugar de origen. Añora la pureza y la paz que solo existen en otro mundo, en el SER absoluto. (...) Muchas personas creen que si siguen el Camino Interno tienen que dejar lo externo de hoy a mañana. Creen que ya no pueden comer esto o lo otro, o que tienen que dejar estas o aquellas cosas. En esto pienso también en la profesión. 5


No, esto no es así. El exterior se transforma a través del interior. La condición en el Camino hacia el Interior es que primero ordenemos nuestros pensamientos, que refrenemos nuestras palabras y que paulatinamente alcancemos el dominio sobre nuestros sentidos. ¿De qué sirve si nos comportamos exteriormente de forma piadosa? ¿Si nos prohibimos esto o lo otro, torturándonos por privarnos de ello? ¡Empecemos entonces por ordenar nuestros pensamientos! Ennoblezcamos nuestra manera de pensar y exteriormente cambiarán también muchas cosas como por sí solas. Lo que vale en el primer peldaño hacia la perfección es: ¡ordena tu vida! ¡Ordena tu vida en tus pensamientos, palabras y actos!

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Del Peldaño básico del Orden: Enseñanzas e indicaciones básicas El hermano Emanuel manifestó: Amigos míos, en el Peldaño del Orden practicamos el orden de los pensamientos. ¿Qué es un pensamiento positivo y qué es un pensamiento negativo? ¿Qué efecto tiene el pensamiento positivo en el alma y en el ser humano, y qué efecto tiene el pensamiento negativo en el aspecto espiritual y en el aspecto físico? En el Peldaño del Orden enseño además que el ser humano debe prestar atención a sus palabras, lo que dice y lo que quiere expresar con las palabras. ¿Por qué el alumno debería prestar atención a sus palabras? ¿Por qué debería hablar solo cosas esenciales y entregar lo superfluo al Eterno? Otra materia de enseñanza es la orientación de los cinco sentidos. A esta precede la oración del alma, que sirve para interiorizarse. La oración del alma prepara al alma y a la persona para la vida interna. A través de ella también se forma y estabiliza la consciencia espi7


ritual. Por medio de los diferentes ejercicios se purifica poco a poco la estructura celular del ser humano y el alma se orienta y sintoniza con la fuerza cósmica, la vida interna. (...) Amigos míos, este es el comienzo del Camino Interno. El esfuerzo por orientarse constantemente hacia el manantial eterno, hacia el amor, esto es el sendero del amor, la mística de amor para aquel que en verdad rinde honor a Dios en pensamientos, palabras y obras, que ama más a Dios que a su ego inferior. Ese es el que realmente avanza en el sendero hacia Dios, nuestro Padre. (...) Al despertar, el consciente y el subconsciente quieren activarse de inmediato. También pensamientos «vagabundos» que zumban en nuestro entorno intentan ejercer influencia en vosotros. También las impresiones, los deseos y los anhelos que están en el consciente, se acercan a vosotros en forma de ondas mentales e intentan ejercer influencia en vuestros pensamientos. Esto significa que pensáis en todo aquello que todavía debería ser, en lo que ya es, en lo que estuvo mal, en lo que está bien, en lo que se debería hacer, en lo que fue hecho, si está bien o mal lo que dijo el vecino 8


o el compañero de trabajo, las órdenes que dio el jefe, que aún no están cumplidas y muchas cosas más. Para resistir en su mayor parte la acción de estas influencias, el caminante en el Camino hacia el Interior debería unirse inmediatamente después del despertar con la fuerza eterna, dirigiendo en una oración hacia su interior el agradecimiento por la noche y por el nuevo día. (...) Queridos amigos, la disciplina adecuada es también un signo del amor a Dios. La disciplina correcta produce también veneración y respeto por Dios, por la vida. Por eso, el caminante hacia el interior debería también honrar a Dios, la vida, en sus movimientos y gestos; pues todo el universo es armonía, vida rítmica y equilibrada. Hacia esta vida rítmica equilibrada, hacia la armonía universal de Dios, debe penetrar con su vibración el caminante en el Camino hacia el Interior. Por eso cada movimiento y cada gesto son esenciales. La persona tiene que entrar en armonía para conseguir también la armonía en el interior. Una forma de pensar positiva conduce a movimientos armoniosos y gestos equilibrados, en resumen, a un ritmo armonioso. 9


Gabriele explicó: El caminante hacia el Reino del Interior (...) debe intentar mantener el equilibrio en todas las cosas y cultivar el silencio de su corazón. Esto no significa que la persona se vuelva perezosa y crea tener que hacerlo todo en una lenta actitud meditativa. El que ha despertado al Espíritu en sí, es dinámico y armonioso. En un ritmo equilibrado y armonioso llevará a cabo su trabajo, concentrado en cada labor, contribuyendo así a la satisfacción de las personas alrededor suyo. Dios es dinamismo armonioso, es ritmo armonioso.

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Ritmo corporal e instrucción del órgano visual Gabriele explicó: Por eso la primera tarea para los alumnos del Peldaño del Orden es la siguiente: El caminante en el camino hacia el Reino del Interior presta atención a su ritmo corporal. Cada uno se esfuerza ahora en armonizarse desde afuera hacia adentro. Esto significa que no solo tiene que prestar atención a sus pensamientos, sino también a sus movimientos físicos. Es decir, evitamos todos los movimientos bruscos. Andar de prisa, con descuido, conduce a una desarmonía externa e interna. ¡Esto no significa que debamos abandonar, es decir, detener la vida dinámica, el dinamismo del cuerpo! ¡Oh no! ¡Muy por el contrario! Aspiramos al dinamismo interno, al dinamismo espiritual, a los movimientos nobles y rítmicos del alma y del cuerpo. No es la agitación y la desarmonía, lo orientado hacia afuera lo que nos trae el éxito, no la vida bajo la obsesión de tener éxito, sino la entrega a lo divino, a la fuerza que traspasa nuestro interior y exterior la que nos trae claridad en nuestro modo de pensar. 11


Si nos acostumbramos a andar erguidos y armoniosamente, elevaremos nuestras miradas del suelo y miraremos más a menudo hacia la lejanía. Esto hace que con el tiempo pensemos con más claridad, porque las fuerzas cósmicas fluyen más intensamente en nosotros. Por medio de una postura erguida, de una mirada hacia la lejanía y de una vida que aspira a Dios, participamos cada vez más en el obrar divino que está en todas las formas de vida. (...) También la contemplación consciente de una flor o de un prado con flores, la contemplación de los arbustos y de los árboles regala descanso interno y orientación a Dios a la persona que aspira a Él, el silencio. Solo en el silencio se manifiesta el Eterno. También deberíamos contemplar el cielo estrellado y el sol con sus rayos. Lo contemplado lo acogemos en nosotros. Esto trae paz, confianza, esperanza, optimismo y de nuevo orientación hacia lo más elevado. Nos volvemos más silenciosos y conscientes de Dios, porque sentimos Su fuerza y Su presencia. También podemos experimentar con ello que pensamientos nobles, palabras puras, sentidos 12


purificados y dinamismo espiritual nos hacen posible trabajar equilibrada y rítmicamente, lo cual no tiene nada que ver con una postura meditativa al trabajar. Se trata de trabajar con la fuerza interna, sin agitación, pero conscientes y orientados hacia la meta. (...) Gabriele continuó explicando: Por eso practicamos la disciplina correcta, para conseguir la armonía del alma y del cuerpo. Comer descontroladamente, masticar rápidamente y beber precipitadamente conducen igualmente a desarmonías. De esta manera cambia en seguida el ritmo corporal. En cuanto volvemos a caer en la desarmonía, volvemos también a adoptar nuestras costumbres antiguas que creíamos haber superado. También las bebidas muy calientes y muy frías perturban el ritmo del cuerpo. Las bebidas calientes y frías causan una revolución en el sistema nervioso. Los nervios se contraen y sufren un choque. Esta perturbación influye en todo el organismo. Esto significa que volvemos a caer en una alteración y excitación internas. Nuestros movimientos, todo el ritmo corporal, cambian hacia lo contrario a la Ley divina, hacia la desarmonía. 13


Para poder conseguir así la orientación constante hacia lo supremo, hemos de tener en cuenta algunos aspectos, como son la vigilancia de los pensamientos, lo que hablamos, nuestro ritmo corporal y también el dominio paulatino de los cinco sentidos. Los cinco sentidos, el sentido del oído, de la vista, del olfato, del gusto y del tacto, también necesitan ser refinados. Los cinco sentidos humanos constituyen las antenas hacia el exterior. Si nuestros sentidos son burdos, si no están refinados y buscan solo en lo temporal, estamos orientados hacia el mundo y no hacia Dios. (...) Por consiguiente hay que instruir y refinar los sentidos externos, para que se unan cada vez más con los sentidos internos, los sentidos del alma. Cuanto más refina el alumno los cinco sentidos externos, más se ennoblece su carácter, más se purifica su alma. O sea que trabajamos desde afuera hacia adentro. Lo que se ennoblece en el exterior, despierta en el interior. (...) Los cinco sentidos del alma son las cinco clases de átomos espirituales que se encuentran en cada partícula del alma. Cuanto más refinamos nuestras sensaciones, nuestros pensamien14


tos, palabras, obras y nuestros cinco sentidos, más se orientan los sentidos espirituales, los sentidos del alma, la estructura espiritual de los átomos, hacia el núcleo divino en el alma, el principio primario que no se puede cargar de culpa. Cuanto más nos ennoblecemos, más exactamente orientamos la antena del alma hacia el núcleo divino sin carga en el alma. Cuanto más orientados estemos hacia Dios, y cuanto más estable sea la orientación de nuestra antena hacia el principio primario, tantas más fuerzas divinas recibiremos.

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Instrucción de la vista, instrucción del oído y superación del pasado El hermano Emanuel dijo: A través de las tareas que os transmito, es decir, acogiendo en vosotros los reinos de la naturaleza, la esencia de la vida en las formas de la naturaleza, intento daros una pequeña idea de la consciencia unitaria, el parentesco espiritual con todas las cosas. Todo lo que contempláis, todo lo que veis, está como esencia en vosotros. (...) Además, aprendéis al mismo tiempo a reconocer vuestro ego inferior, que está en las capas más profundas, en vuestro subconsciente y en las envolturas del alma. Pero también experimentáis cuán desarrollado está el amor altruista en vosotros. La contemplación de la imagen externa e interna hace surgir las sensaciones y los pensamientos correspondientes en los que el alumno, el caminante en el sendero hacia Dios, puede reconocerse. (...) Gabriele: El hermano Emanuel nos dio otra tarea para instruir el órgano visual. Entramos en la contem16


plación: contemplamos por ejemplo una conífera, una flor o un arbusto, lo que prefiramos en el momento. Sin embargo, debe ser una planta. Contemplamos el objeto tal y como lo veíamos hasta ahora, es decir, solo su parte material. La vemos solo con nuestros ojos físicos, solo con lo externo, sin mover lo interno, manteniendo los ojos abiertos. Miramos el objeto. Anotamos nuestros pensamientos y sentimientos en el diario místico. (...) Un poco después contemplamos otra vez la misma u otra planta. La miramos, luego cerramos los ojos y llevamos la imagen, la impresión de la planta, al interior. Allí dejamos vibrar esa impresión. Lo que sentimos, percibimos o pensamos lo apuntamos en el diario místico. Este ejercicio lo podemos hacer dos o tres veces al día, sobre todo si notamos que nuestros sentidos se orientan de repente con intensidad hacia el exterior y el ritmo corporal se altera. (…) El hermano Emanuel dijo: A través de la instrucción de los sentidos llegáis a la instrucción del corazón. Mediante esta 17


formación reconoceréis muy pronto que cada sensación contraria a la Ley divina, cada pensamiento impuro y cada actuación errónea van dirigidos contra vosotros mismos. El alumno despierto y orientado hacia Dios ya no maldecirá ni condenará. Ya no guardará pensamientos negativos en contra de su prójimo. Sus palabras serán nobles y puras, pues sabe que lo que parte de él, vuelve a recaer sobre él. El caminante consciente en el sendero hacia Dios siente que en todo lo que es, está la vida, Dios. Él sabe que lo que le hace a la vida, se lo hace al fin y al cabo a sí mismo. El que se vence a sí mismo y desea avanzar en el sendero hacia Dios, intentará ver y afirmar lo bueno en su prójimo. Es la fuerza abnegada, la vida del infinito. Lo puro y hermoso en el prójimo, la vida, Dios, está en cada persona, incluso en aquella que está todavía determinada por su ego y que inconscientemente pone su ego al descubierto mediante sus palabras, gestos y actos. Por eso no juzguéis, pues a causa de ello os convertís en vuestro propio juez. (…) Muchas personas piensan una y otra vez en lo que pasó hace tiempo. Lo mueven en sus pen18


samientos durante horas y días. Con ello incrementan así las analogías en el subconsciente y en las envolturas del alma. Os pido que dejéis reposar el pasado tanto como os sea posible, para que se vaya secando poco a poco. Si a pesar de todos los esfuerzos por dejar reposar el pasado, emergen acontecimientos de esta vida, es decir, si vienen una y otra vez, debéis seguir la pista a estas sensaciones y analizarlas. El que vive en su pasado, no puede superar lo que día a día viene hacia él. Por lo tanto, no conseguirá alcanzar el dominio sobre su vida, sino que sucumbirá a su yo humano.

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Gabriele continuó explicando: El que camina hacia esa gran consciencia omniabarcante, Dios, se siente en verdad como hijo del Espíritu universal, como un hijo cósmico. A pesar de que los seres humanos todavía sentimos la pesadez de la Tierra, porque el vestido material es de esta Tierra, los que aspiramos al Espíritu intuimos la ligereza del interior, el dinamismo del Espíritu omniabarcante, la fuente del amor eterno. El Camino al Interior es el sendero del amor a Dios, nuestro Padre eterno. Sin amor no existe el camino hacia Dios, pues Dios es amor. (...) Muchos preguntan una y otra vez: ¿qué es amor? El amor es la fuerza creadora que hace surgir la vida pura y las formas espirituales, y que vivifica las formas temporales, lo material. Amor es el lazo que une todo lo puro. Empezamos a desarrollar de nuevo el amor, que lo ve todo perfecto. Es nuestra herencia espiritual, que volvemos a acoger. Acoger la herencia 20


espiritual, que es el amor universal omniabarcante, Dios, tiene lugar paso a paso: – Perdonar enseguida a una persona alterada que nos está acusando falsamente, es un acto de amor. – Rezar de corazón, confiarse a Dios en la oración y seguir en esa confianza, es un acto de amor. – Ayudar de forma altruista a nuestro prójimo sin esperar nada, ni agradecimiento ni una sonrisa amable, es un acto de amor. – No juzgar a mi prójimo cuando consciente o inconscientemente hace cosas o dice palabras hirientes o humillantes, es un acto de amor. Por estos testimonios de amor y otros parecidos, volvemos a participar de nuestra herencia. (...) De esta manera volvemos a ser conscientemente hijos e hijas de Dios, que se liberan paso a paso de la ley de Causa y efecto, de la rueda de la reencarnación. (...)

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«Excursión» al cosmos El hermano Emanuel dijo: Más de uno de vosotros tiene aún preocupaciones, dificultades y problemas. Mientras viváis en medio de estos complejos vibrantes, creéis que son importantes y que no se los puede entregar a Cristo sin más. El hermano Emanuel nos aconsejó hacer el ejercicio siguiente: Poneos en sensaciones en el cosmos, en medio del universo. Cerrad vuestros ojos, id hacia el interior y veos flotando o fijos en medio del infinito, en el universo. Dejad vuestras dificultades y problemas en la Tierra, donde os inquietaron y donde está su origen. Es decir, elevaos en sensaciones y decid las siguientes palabras de alta vibración que os deben animar para cumplir más fácilmente la tarea. Pronunciad estas fuerzas positivas hacia vuestro interior: «Yo soy un ser cósmico, mi hogar es el universo, el cosmos. Me elevo hacia los soles y mundos del infinito. 22


Mis problemas y dificultades permanecen en la Tierra». Estas palabras deben ser uno con vuestro mundo de sensaciones y pensamientos; entonces también os será posible llevar a cabo esta tarea con éxito. Querido hermano, querida hermana, si te encuentras ahora con tus sensaciones en el cosmos, mira hacia abajo tus dificultades y problemas que dejaste atrás, que se quedaron adheridos a lo temporal, a la materia.

Gabriele explicó: Cuando nos encontramos por encima de nuestras dificultades y problemas, nos damos cuenta de que son insignificantes e innecesarios, que no se les debería dar demasiada importancia. Vistos desde el universo, esto es, cuando estamos a una gran distancia de nuestras dificultades y problemas, vemos lo insignificante y perecedero. Desde allí, desde el cosmos, reconocemos de repente lo trivial que es ocuparnos una y otra vez de cosas innecesarias. 23


Allí, en el universo, lejos de los problemas y de las dificultades, intuimos lo que significa la consciencia cósmica, lo que es la vida en la unidad con el Eterno. Allí en el cosmos intuimos lo que significa vivir en la unidad con todo lo que existe. Es decir, si podemos vibrar en sensaciones hacia el cosmos, hacia el infinito, sentimos que somos soles que irradian y resplandecen mucho más que los innumerables soles de la totalidad.

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Del Peldaño básico de la Voluntad: Gabriele: Solo gracias a la fuerza de nuestro Redentor podemos regresar al corazón de Dios, al poder central del amor. A través de Cristo regresamos al Espíritu universal, a nuestro Padre eterno, quien nos creó. Nuestro camino hacia el corazón de Dios es el Sendero Interno, pues el Reino del Señor está dentro de nosotros. Mediante los reconocimientos, las experiencias, las vivencias y los sufrimientos llegamos a conocer nuestro ego humano, que por nuestro comportamiento nos condujo a nosotros y a otros a situaciones de aflicción, a causas, hechos y desórdenes bajo los que muchos sufren. En el Camino Interno experimentamos y vivimos los muchos aspectos de nuestro yo, que ya movieron y causaron algunas cosas en nosotros: pensemos en las horas de tristeza, en los dolores, la miseria y enfermedades. Pensemos en las horas de desconsuelo, de sufrimientos, de temores y preocupaciones. Pensemos en algunos golpes del destino en nuestra vida, también en nuestras depresiones y agresiones. Todo esto lo causó el complejo de nuestro propio yo humano. 25


No es el prójimo el que lo causó, a quien a menudo culpamos en el pasado y a quien aún en el presente seguimos culpando, sino nosotros mismos. En muchos casos él solo dijo y movió lo que se encontraba y se encuentra en nosotros. Por eso no deberíamos culpar a nuestro prójimo por las circunstancias de nuestra vida. Deberíamos examinar nuestro propio corazón, pues allí está nuestro pecado, en la falta de amor hacia nuestros semejantes. En el Camino Interno vivimos y experimentamos nuestro ego humano. Debemos entregarlo a Cristo y purificar todo lo que hay que purificar. A través de ello, nuestra alma se vuelve más luminosa, nuestros sentimientos más claros, nuestros sentidos más puros y nuestro modo de pensar, obrar y actuar más altruista. Esto es entonces el ennoblecimiento de la persona, el crecer hacia el Reino del interior o el caminar hacia el corazón de Dios. (...) En la Tierra, a través del ritmo del día y de la noche, se nos da la posibilidad de vivir más conscientemente. Durante la noche nuestra alma va hacia ámbitos más luminosos, en tanto sea luminosa y sea atraída por ellos. De allí toma energías incrementadas y las lleva al cuerpo, al día. 26


De esta manera nos es posible vivir en el ahora. Pues si vivimos en el día, es decir en el hoy, y no en el pasado ni en el futuro, sino en el hoy, en el día, en la hora, en el minuto, llegamos a saber muchísimo sobre nosotros mismos. Por eso podemos también en un día entregar muchas cosas a Cristo y también superarlas. Así nuestra alma se vuelve más luminosa, y también se hace más luz en nosotros día a día. Esto significa para nosotros seres humanos, que recibimos más claridad y somos capaces de vivir más conscientemente. Solo entonces empezamos a vivir. Todo lo demás es un mero vegetar. Si hemos aprendido a vivir correctamente, es decir, si vivimos el día, si vivimos en el ahora, si aprovechamos las horas y los momentos, nuestra vida es interesante: experimentamos nuestro verdadero SER y nuestro ego humano aún existente. Día a día recibimos la fuerza para superar lo humano negativo que el día nos trae, y para alegrarnos de lo espiritual. (...) Querida hermana, querido hermano, queremos entonces vivir conscientemente. Vivir conscientemente significa, entre otras cosas, estar despierto y no entregarnos a nuestras costumbres y pensamientos antiguos, no desperdiciar los días, sino vivir en el autorreconocimiento. 27


Debemos ser conscientes de cada pensamiento, de cada palabra; entonces empezamos poco a poco a vivir conscientemente. (...) Gabriele nos habló entonces sobre los impulsos provenientes de la energía del día: Cada día viene hacia nosotros como una figura envuelta en velos. En cuanto la luz del día aumenta, el día se va quitando sus velos individualmente para cada persona. A cada uno le muestra lo que ese día debe reconocer y purificar. Nos exhorta a través de impulsos a que realicemos esto y a que aclaremos lo otro. Los impulsos pueden ser nuestras sensaciones o pensamientos; impulsos también se nos pueden dar a través de nuestros semejantes. Pueden ser personas con quienes hablamos o nos encontramos. Basta un encuentro para que en nosotros puedan activarse pensamientos que nos quieren decir lo que en este día debemos solucionar o reconocer. Cada acontecimiento del día que inquiete nuestro interior, es un impulso para que miremos en nosotros mismos. Estos impulsos del día que nos inquietan también pueden ser los mensajeros de un peligro que se avecina, como una enfermedad, miseria, golpes del destino, mensajeros para todo lo que 28


se vierte de nuestra alma, para que lo podamos enfrentar a tiempo. Pero si no hacemos caso de los innumerables impulsos que el día nos trae, tenemos que sufrir lo que hemos causado. Por tanto reconocemos que cada día es un regalo del Señor. Cada día es Su misericordia. El cuerpo no tendría que soportar miseria, sufrimiento, preocupación, enfermedad ni muchas otras cosas, si reconociésemos las causas a tiempo y las superásemos a través del arrepentimiento y del perdón, alcanzando el dominio sobre nosotros mismos. Aquel que reconoce a tiempo sus faltas, sus causas, las entrega a Cristo y las deja en Él; y si tiene que pedir perdón lo hace, y si debe perdonar perdona, entonces experimentará que las fuerzas negativas se retiran de él. Ellas son transformadas en fuerza positiva por el Espíritu eterno, como ya fue explicado. Estas energías positivas divinas se incrementan entonces en el alma y en nuestro cuerpo. El alma se vuelve gracias a ello más luminosa, el cuerpo más sano, y la persona se torna más apacible, alegre, feliz desde adentro, armoniosa, dinámica, sumisa a la voluntad divina, y al fin y al cabo libre de su ego inferior. 29


Del Peldaño básico de la Sabiduría: Gabriele: Hagámonos conscientes de que cada pensamiento que no es divino es negativo. Se puede convertir en un programa que entonces se vuelve en contra de nosotros. Esos programas negativos son entonces analogías, es decir, cargas que nosotros a través de nuestro modo de pensar, hablar y actuar contrario a la Ley divina hemos grabado en nuestra alma. De manera correspondiente nos hemos programado entonces. Podemos decir que nuestros sentimientos y deseos acuciantes, nuestras pasiones, nuestro modo de sentir, pensar y actuar corresponden a nosotros mismos. Eso somos nosotros; pues lo que hemos grabado en nuestra alma vuelve a irradiar hacia afuera. La irradiación de nuestra alma conforma nuestra aura. Tengamos en cuenta que nuestra alma se puede comparar con una máquina de contabilidad. Sin engañarse ni equivocarse contabiliza con exactitud todos los matices de nuestro comportamiento. Toda alteración que tiene lugar con motivo 30


de procesos internos así como todos los –para nosotros tal vez insignificantes– sentimientos, pensamientos, palabras, actos y tendencias los registra nuestra alma con toda exactitud. (...) Una pequeña ayuda es considerar a nuestro prójimo como nuestro espejo. Así como pensamos o hablamos de nuestro prójimo o nos enfadamos con él, así somos nosotros mismos. Lo reconocido lo tenemos que purificar entonces en nosotros. Jesús expresó palabras con el siguiente sentido: quita primero la viga de tu propio ojo; después mira cómo quitas la paja del ojo de tu hermano. O sea que si nos enfadamos con nuestro prójimo, siempre nos deberíamos preguntar: ¿qué me quiere decir esto? Miramos en nuestro propio espejo, porque el prójimo es nuestro espejo. (...) Con frecuencia escuchamos la palabra «paz». ¿Qué significa la palabra «paz» para nosotros? Paz en nosotros mismos, para poder vivir también en paz con nuestro prójimo: ¿hemos alcanzado ya esa consciencia? Quien no tiene paz, no puede vivir en paz con sus semejantes; pues lo que la persona misma 31


es, cómo se comporta y lo que irradia, también cree verlo en su prójimo. (...) La paz interna la alcanzamos solo a través de la confianza en Dios. Si en cada situación nos dirigimos a Dios y nuestros asuntos los hablamos con Dios, conversando con Él y diciéndole todo lo que nos altera, experimentaremos la luz interna y ganaremos confianza en Dios y firmeza interna; pues solo Dios es la verdadera paz y el silencio interno. Tenemos la tarea de dirigirnos conscientemente a Dios, pues Él está y permanece siempre en nosotros. Si afirmamos la voluntad de Dios, crecemos en Espíritu, y cada día es una evolución del alma y de la persona. Vivimos dirigidos a Dios y conscientemente en Su Espíritu. Si vivimos de esta forma interna, despiertan en nosotros cada vez más fortaleza, paz, silencio, firmeza, seguridad y recogimiento en Dios. De ello crecen los dones espirituales del amor y de la sabiduría. Entonces tomamos de Dios y podemos dar de forma altruista, porque vivimos en el amor y en la sabiduría de Dios. Entonces en nosotros está la certeza de que todo, tal como es o como viene, es bueno, pues sabemos que estamos en manos de Dios. 32


El Camino Interno hacia la conscienca cósmica Los peldaños básicos: Orden – Volundad – Sabiduría – Seriedad 1383 págs., tapa duta, Nº de pedido: S150es ISBN 978-84-8251-036-1 También disponible como E-Book www.editorialgabriele.com

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«El amor de Dios está muy cerca de cada uno de nosotros. Es la fuerza en nuestra alma que no se puede cargar de negatividad. Podemos activar esta fuerza en el Camino Interno y acercarnos así a nuestro Hogar eterno. Cuanto más superamos nuestro ego humano, mayor se vuelve la fuerza del amor en nosotros, nos volvemos más radiantes, luminosos y altruistas. De este modo encontramos nuestro hogar interno, la paz y el amor que este mundo no puede darnos».

Gabriele, la profeta y enviada de Dios

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