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BOLETÍN No. 58 https://sites.google.com/site/centrodehistoriadetulua/ centrodehistoriatulua@gmail.com YOLANDA QUINTERO ALZATE Presidente JAIME ARENAS BARÓN Vicepresidente HUGO BOLÍVAR HINOJOSA Secretario DIEGO ALBERTO RIVAS CORRALES Tesorero EFRAIN MARMOLEJO VARELA Relaciones Públicas FABIO HERNÁN GÓMEZ POTES Comunicaciones
MIEMBROS DEL CENTRO DE HISTORIA DE TULUÁ Aura Flórez de Grajales Alba Lucía Tamayo G. Diego Alberto Rivas Corrales Efraín Marmolejo Varela Fabio Hernán Gómez Potes Henry Álvarez Hugo Bolívar Hinojosa Jaime Arenas Barón Jorge Armando Russi Rojas José Edier Gómez Espinal Julio C. Díaz
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Adda Esperanza Rincón Muriel - Contadora Publicación apoyada por el Departamento de Arte y Cultura del Municipio de Tuluá FOTO PORTADA Y AFICHE IV SOMPOSIO F. Gómez Potes GRAFIARTES LTDA. Diagramación - Pre prensa - Impresión
ÍNDICE Prólogo: Los Uribe en Tuluá Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
5
En Tuluá Renace la palabra iluminada de Rafael Uribe Uribe Por: Vicente Pérez Silva
11
Heraclio Melitón Uribe Uribe, el fundador de Sevilla, Valle Por: Pbro. Rodrigo Gallego Trujillo
21
Tomas Uribe Uribe. El médico que transformó a Tuluá Por: Efraín Marmolejo Varela
37
Enrique Uribe White, un tulueño universal Por: José Edier Gómez Espinal
52
Luis Uribe Restrepo, Creador de Capital Social Por: Juan Guillermo Vallejo Ángel
60
La grandeza trágica de Bolívar Por: Carlos Ochoa Martínez
73
“Tulua y el centro del Valle: una historia por contar”
IV SIMPOSIO BOLETÍN No. 58
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Prólogo
Los Uribe en Tuluá
No han podido ponerse de acuerdo cual fue el primer Uribe que llegó a Tuluá. Unos dicen que primero llegó Pedro Antonio, más conocido como “el rápido”, decimero mayor del pueblo generador del repentismo en el mundillo poético de Tuluá, y que ejerció desde que llegó hasta que murió como maestro de escuela mientras se aguantaba a Josefita su mujer, que no era Uribe pero botaba más corriente que él. Otros afirman que fue Federico Alejandro, que ya había sido rector de la Universidad de Antioquia cuando se arrimó, meses después de la Guerra de 1885 y compró la Hacienda de Sajonia, que lindaba entonces con el sur del casco urbano y sentó reales y respondió por el tronco más arraigado en la memoria tulueña. Unos más, patrocinadores del mito de Uribe Uribe, dicen que quien primero arribó desde su natal Titiribí fue el padre de Rafael,el general y del médico Tomás, Que compró la finca de Los Caimos pero se fue a vivir a Buga, porque aquí no había donde poner a estudiar a los muchachos. Es entonces cuando el general que haría todas las guerras durante los siguientes 40 años y todas las perdió, estudió en el Académico hasta que se involucró en la Guerra de Los Chancos.
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Cualquiera que hubiese sido el primero que asomó a esta tierra tulueña no importa, lo cierto es que todos descendían del mismo tronco y de Titiribí y que de su estirpe se nutrió hasta transformarse esta ciudad de villorrio pobretón a poblado con pretensiones. La presencia de Federico Alejandro, quien años después terminaría siendo el primer presidente de la Asamblea del Valle, debió haber sido fulminante gancho para que el resto de Uribes volviera y para que todos se solidificaran con sus costumbres, su desbocada inteligencia y su estrambótico ritmo de vida y se convirtieran en el motor del progreso de Tuluá. Debió haber sido como un remolino porque los que llegaban no era solo unos paisas aventureros sino unos a n t i o q u e ñ o s c u l t o s , c o n a m b i c i o n e s p e ro c o n conocimientos. Y como al lado de ellos vinieron los troncos familiares con los cuales había matrimoniado, llegaron las oleadas del imperio británico en la caras de caballos viejos de las White de don Roberto y más Restrepo, como los de Josefita, en las mulas de doña Leonor, la segunda esposa de Federico Alejandro. Era Tuluá en vísperas de todo. Del ferrocarril que estaba construyendo Cisneros y que demoraría casi 40 años en funcionar. Del acueducto que nunca habían sido capaces de levantar teniendo dos ríos a la mano. De la educación formal, que a duras penas brindaba una escuelita de los hermanos maristas. Pero era el Tuluá de los guerrilleros liberales que quedaban como saldos bajo el mando de Rubén Vélez, escondiéndose en el monte de El Sastre y era la Colombia en donde el hermano del médico Uribe, que tenía su botica en la esquina del Parque Boyacá, hacía las guerras civiles de verdad.
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Tal vez porque los godos no eran muchos o porque el único de los jefes territoriales del partido conservador en este pueblo de mestizos, que aún llamaban “pardos” era el prospecto del cruel general Alejandro Henao, el criterio liberal les sirvió a los Uribes para comandar al poblado desde que llegaron y ya fuera patrocinando las obras de empeño o mandando sus hijos a estudiar en Bogotá o en el extranjero, se hicieron a los símbolos del poder y lo ejercieron a plenitud por casi medio siglo. Alrededor del tronco de Federico Alejandro se consolidan las inteligencias puestas al servicio público. Ya muerto el viejo presidente de la Asamblea Departamental, el presidente Abadía Méndez nombra Ministro de Obras Públicas a Germán Uribe Hoyos el hijo que había tenido de su primera mujer en Medellín. 50 años después, ocupa el Ministerio de Hacienda su bisnieto Antonio Urdinola Uribe que ya había sido presidente de Ecopetrol. Antes, su madre, Maritza Uribe de Urdinola, la gran promotora cultural del Valle, fundadora que fue del Museo La Tertulia en Cali,había sido Secretaria de Educación y congresista de la república. Don Luis Uribe Restrepo, el papá de Maritza, fue la tea encendida que alumbró los cambios fundamentales en Tuluá y desde la década del 20 del siglo pasado siempre estuvo presente en los actos fundamentales que desarrollaron al pueblo en ciudad. Igual lo había sido su primo el médico Tomás Uribe Uribe, quien sentó principios de ética ejerciendo su profesión de médico, de liberalismo actuando como el hermano del
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general y llegando ser candidato presidencial en la Convención de Ibagué en 1923. Unido férreamente a sus ideas liberales manchesterianas que reforzaba con la sangre inglesa de su mujer, doña Luisa White, quien por más colombiana que fue siempre, nunca dejó de creerse parte del imperio británico. En alguna de mis novelas está la historia cuando ella, tan fea como energúmena, se opone a que la recién inaugurada Empresa de Luz colocara un poste de madera para el alumbrado público en la esquina del Parque Boyacá que daba frente a su casa cuando ella lo exigía de metal o al menos de los sobrantes de riel del ferrocarril y para lograrlo siembra la bandera de la Gran Bretaña haciendo presencia de su rey . De ese tronco surgen los Uribe White, donde Enrique, el más precoz en inteligencia y vivacidad termina convertido en el ingeniero constructor de las carreteras imposibles, en el maestro de muchas generaciones, en el editor de revistas de poesía y en el sabio nacional en Santa Eulalia, su último refugio en lo que sería después la calle 100 en Bogotá. De Uribes y locos, decía mi madre, todos tenemos un poco.Y como la historia de Tuluá la cincelaron ellos y la proyectaron sin ambages, por el mismo lado de Federico Alejandro surgen los mellizos Uribe Restrepo que adobados a la tierra con igual afecto, pero cargados de extrema luminosidad prefieren el suicidio a seguir viviendo con quienes se casaron, pero siembran la semilla de los que después fundarán Levapán con su yerno Ponce de León y engendrará con la maestra González a Beatriz Uribe
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de Borrero, la otra mujer que fue alcaldesa de Tuluá. La primera lo había sido Gertrúdiz Potes, amamantada en el tronco de los Uribes, unos dicen que con pasión lésbica, otros que como amante perfecta de la pareja Uribe White, lo que la hizo actuar como una de ellos así ejerciera solamente el oficio de joyería. Cuando llegó la violencia, de la que estaban vacunados con el general Uribe Uribe, los restos de estos troncos emigraron a Cali o Bogotá y solo Federico, siempre sereno, siempre reposado en sus decisiones, pero siempre Uribe, siguió viviendo en Tuluá hasta el final de sus días al lado de Yolandita Quintero, la directora mágica de la Biblioteca Municipal, que hoy acoge este texto.
Gustavo Álvarez Gardeazábal Septiembre del 2017
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Rafael Uribe Uribe
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En Tuluá Renace la palabra iluminada de
Rafael Uribe Uribe Por: Vicente Pérez Silva Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua
Gracias a la muy generosa invitación del Centro de Historia de Tuluá, retorno a este lugar, considerado desde antaño “El corazón del Valle del Cauca”, no para corresponder a sus nobilísimos deseos de que yo sea el mejor apologista de Rafael Uribe Uribe. Jamás en mi ánimo tamaño emprendimiento. Por fortuna, a mí no se me escapa quién fue, a todas luces, este hombre superior, considerado sin hipérbole por quien bien lo sabía y conocía “El hombre más popular que ha tenido Colombia, después del Libertador”. Pero, además, qué talento, qué carácter y qué entereza la de este héroe, apóstol y paladín de la democracia. Ante una lumbrera de semejante magnitud, debo ser sincero y sobremanera responsable en guardar el sentido de las proporciones: Uribe Uribe es el roble, yo soy el arbusto. Así lo calificó su coterráneo, el versado historiador Laureano García Ortiz: “¡Formidable roble, pero roble bueno!, a quién respetó el rayo y a quién las tormentas no abatieron; pero que derribó súbitamente el hacha traidora de malhechores furtivos”. Ante este
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infausto episodio de nuestra historia, las palabras y los sentimientos no alcanzan para adentrarnos en la crudeza de semejante acto de tan denigrante y desmedida barbarie. Quién ahora les habla, ¿apologista de Rafael Uribe Uribe? Una y mil veces, jamás. Como bien lo reconoce un fiel seguidor de los pasos de nuestro amo y señor Don Quijote, por las legendarias tierras de La Mancha: “Yo soy un pobre hombre que, en los ratos de vanidad, quiere aparentar que sabe algo, pero en realidad no sabe nada”. Aún más. Su coterráneo y compañero de fatigas en el combate de Los Chancos, en cercanías de esta comarca, Juan de Dios Uribe, más tarde llamado con el remoquete familiar de El Indio Uribe, cuando su pluma acerada de libelista y de maravilloso estilo nos trae el recuerdo de Uribe Uribe, y en tres palabras define su personalidad: Grave, altivo, imponente; pero lo hace con esta franca advertencia: “Nada de circunloquios, ni apólogos, ni charadas”. No olvidemos que, en dicho combate, en el despuntar de su juventud, Uribe Uribe había recibido el bautismo de sangre. No obstante la referida advertencia, es preciso reconocer y recordar brevemente que no son pocos los apologistas, biógrafos, historiadores y escritores de renombre que se han ocupado de la vida intensa y fecunda, que sería largo enumerar. Una vida de luminosa y ejemplar trayectoria que resplandece por sus virtudes y conocimientos, por sus actuaciones y realizaciones de eminente ciudadano en las luchas cívicas y en las contiendas bélicas. Profusas páginas en las que nos es dado apreciar y valorar a este exponente en su calidad de patriota, estadista, orador,
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militar, diplomático, periodista, humanista; en fin, un escritor de finos quilates y un ciudadano ejemplar. Pero si de apologista se trata, imposible desconocer ni olvidar la atinada y muy sentida que hizo desde un campo ideológico opuesto, el eminente don Marco Fidel Suárez. Una apología ciertamente extraordinaria, que conmueve aún el espíritu más desprevenido e indiferente. Así mismo, la que en contadas líneas nos hace el sabio médico Luis Zea Uribe al final de la desgarradora descripción Los últimos momentos del General Uribe Uribe:
“Así murió este paladín colombiano, que llenó con su nombre durante treinta años de historia de la República. Hombre de energías incomparables, de una voluntad que no flaqueaba, metódico y disciplinado en todos los momentos de su existencia, poseía las virtudes que conducen a los más altos destinos y aseguran el éxito de las empresas. Dotado de privilegiada inteligencia, estudioso sin tregua ni descanso, entendía a fondo todos los problemas administrativos y políticos de su país. Había recorrido palmo a palmo el territorio de Colombia, conocía a todos y a cada uno de sus hombres, y era centro de un colosal movimiento de voluntades, orientadas francamente hacia el progreso de la Patria…” Y recordar, así mismo, con la más íntima desazón del alma que, en alguna de sus intervenciones, pensando en la tristeza de una muerte gloriosa, el heroico combatiente, de recio temple, que se juega la vida en cien batallas, había dicho:
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“Triste muerte, señores, para quien como yo había soñado caer en un campo de batalla, enrojecer con mi sangre el verde césped, y vuelta hacia el azul del ancho cielo la cara moribunda, exhalar por la causa liberal el último suspiro". Doblemos las páginas de este infausto episodio, y ante la premura del tiempo, volemos presurosos hacia el portento de una imagen revivida, con miras a que sea el mismo Rafael Uribe Uribe quien nos transmita, en esta magnífica ocasión, todo el fuego de sus ideas, pensamientos y sentimientos. Para este cometido, nada mejor que escuchar su palabra sapiente, constructiva y visionaria. Y para lograrlo plenamente, ya quisiéramos detenernos, entre otras, en aquella Oración por la tolerancia. ¡Ah! La tolerancia, que conforme a sus deseos “debe ser elevada a la categoría de virtud individual social. La intolerancia solo debe ser permitida contra los intolerantes”. Y como Uribe Uribe, se ha escrito, “actúa siempre mucho más con el ejemplo que con la palabra, esa virtud fue una de sus características primordiales”; virtud que tanta falta nos hace en los tiempos que corren. Sin embargo, en las actuales circunstancias de crisis moral y social, de confusión y atolondramiento que vive y padece nuestro país, nada más oportuno y conveniente que reivindicar el contenido de dos textos que consideramos de sumo interés y actualidad. Antes de hacerlo, deleitémonos con esta expresiva anécdota que Uribe Uribe nos cuenta al comienzo de su autobiográfico y antológico escrito titulado El mayor flagelo: Fui discípulo del Dr. José Ignacio Escobar en varias de las asignaturas que dictaba en San Bartolomé; más cuando
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la Regeneración invadió el Colegio, pasé al del Rosario, donde me gradué de abogado. Al despedirme entonces del Dr. Escobar, a cuya mesa hospitalaria me sentaba todos los domingos, le dije: -
Bueno, Doctor: yo le aprendí cuanto puede de lo que U. tuvo a bien enseñarme. Ahora ya me voy para las luchas de la vida. ¿Tiene U. algún consejo práctico que darme?
-
Cómo no, Rafael, tengo uno muy bueno que me dictan mi experiencia y mi cariño por U. y es éste: Guarde los códigos en el fondo del baúl, o mejor véndalos, o regálelos, y tome otro oficio.
-
Pero Sr. Doctor, entonces más valía no haber venido a cursar en Bogotá.
-
No rehúyo la consecuencia, me contestó. Para la educación que se da en nuestros colegios, mejor sería que los jóvenes de provecho no la recibieran. Pero en fin, ya vino y ya se graduó. Si así no hubiera sido, probablemente Ud. Se habría quedado toda la vida lamentando su mala estrella, que le habría negado seguir su inclinación. Pero ahora con conocimiento de causa, insisto en que le conviene dejar la abogacía, antes de que ella lo deje a Ud. Y dedicarse a otra cosa.
Y en realidad, así aconteció, como nos lo demuestra el intenso y variado discurrir de su vida; no sin antes destacar que Uribe Uribe hablo y escribió de política, guerra, costumbres, minería, justicia, paz, libertad; y, quien lo creyera, de agricultura. En este aspecto, tanto se había
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familiarizado con las labores del campo que, en alguno de sus discursos parlamentarios se vanagloriaba de llamarse a sí mismo montañés y agricultor. Nada que extrañar entonces de su obra sobre el café en todos sus temas. El primero de los textos enunciados en su punto medular dice así: “Combatid sinceramente por las ideas, pero no ataquéis a los hombres. No descendáis a la serena región de los principios a los fosos infectos del insulto. No calumniéis a nuestros adversarios, porque ellos son también mis hijos, y al deshonrarlos a ellos, me deshonráis a mí y os deshonráis vosotros. No esperéis para uniros, a que el enemigo golpee a mis fronteras, porque esa unión obligada y de última hora ya no será la fuerza. Haced política a campo abierto y al aire libre y cerrad esos contubernios donde se deslizan las babosas alimañas de la envidia, a prender siniestros odios en pobres y oscuros cerebros donde germina el asesinato. Acordaos de que las lides de la prensa, en que se usa la difamación y se busca el desprestigio personal del adversario, y que para vosotros son simples deportes verbales, al caer en ciertos recipientes populares se convierten en destructores explosivos, cuyo estrago seguramente vosotros no quisisteis producir, pero del cual no seréis menos responsables. Pensad que la ya célebre frase agresiva de ayer puede mover la mano homicida de hoy, y que el vituperio matinal puede convertirse en el huérfano o en la viuda de la tarde. Si os falta la gracia para ser cristianos, tenéis la obligación de ser caballeros”.
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El otro hace referencia al curioso artículo que lleva por título: “La adulación exploradora”, que data del año de 1.912, título tan sugestivo como sugerente que no obstante el tiempo transcurrido, más de 100 años, me parece que cobra entera vigencia en esta época de vísperas preelectorales, en la que pululan los prevaricadores, picaros, petardistas, leviatanes, farsantes y ambiciosos politicastros embusteros y ensoberbecidos. Escuchémoslo: Los intereses morales y buen nombre de los partidos políticos son afectados por la casta parasitaria de los aduladores del pueblo. Ni abrigan propósitos nobles ni emiten ideas de bien tales elementos acostumbrados a producir en lenguaje de renegados. Todas sus preocupaciones y afanes se reducen a la nivelación por lo bajo, a pintar un cuadro lamentable en el que ellos, únicamente ellos, aparecen como hombres desinteresados amigos sinceros del pobre, en contraste con los demás –todos los demás copartidarios- que así se pretende exhibir como indolentes y desalmados explotadores de las clases trabajadoras. La clase del político adulador del pueblo constituye realmente el espécimen que lo explota. El canto de su amistad y su cariño al pobre, ponderativo de que sabe padecer en la miseria con los menesterosos, no es sino el batir de alas del murciélago en el momento en que se ocupa de sacar la sangre de su víctima. Son harto conocidos los casos de tales falsos apóstoles aplicados a explotar sin misericordia las clases trabajadoras. Adulan para succionarlas con facilidad, haciéndose así a la confianza del hombre desposeído e ignorante. Tal ralea
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de políticos deslenguados no ideó nunca explotar al rico. Es lo más curioso. Finge aborrecerlo, porque le queda más fácil sacarle al pobre el dinero, de peso en peso, en forma de honorarios por servicios que no le presta, por defensas que no hace, por diligencias que nunca practica en su favor. La explotación al rico no está al alcance de los escasos recursos mentales de los deslenguados y detractores profesionales. Allí donde aparece un adulador desaforado del pueblo, hay un explotador desalmado. Su táctica da resultados seguros. Comen y beben, en una palabra viven con sus vicios, de la explotación inicua a las clases desheredadas de la fortuna. Por eso las adulan, por eso presentan a los demás, por quienes sienten odio de émulos, como gentes perversas y enemigas del proletariado. Los verdaderos servidores del pueblo están en otras partes. Son los hombres circunspectos, benévolos, que estudian los problemas y procuran las soluciones de exacto provecho colectivo. No adulan a las multitudes, en forma torpe, mucho menos concitan en ellas los instintos depravados, pero en cambio las sirven con la cooperación perseverante en todo lo que tiende al mejoramiento social, en el conjunto armónico de la buena convivencia de todos los intereses económicos. Nuestra experiencia política expone un postulado de admirable substancia: el que adula al pueblo lo explota. El que le sirve habla siempre en el lenguaje severo de la verdad. ***
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Señores miembros del Centro de Historia de Tuluá y muy apreciada audiencia: Hemos tenido a bien llamar esta intervención “En Tuluá renace la palabra de Rafael Uribe Uribe”. Así lo he considerado y así tiene que ser, con nuestro más fincado anhelo de que sus palabras, como ya lo hemos dicho, sapientes y visionarias, en aras de la bienandanza del pueblo colombiano, constituyan el faro que nos guie por despejados caminos de justicia social, paz, libertad y tolerancia. Tuluá, Valle del Cauca, 23 de noviembre del año 2.017
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Heraclio Melitรณn Uribe Uribe
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Heraclio Melitón Uribe Uribe El fundador de Sevilla, Valle
Por: Pbro. Rodrigo Gallego Trujillo Rector del Seminario Mayor Diocesano de Buga Ad Maiorem Dei Gloriam
«[…] Yo no sabía nada de las montañas neblinosas que se metían por los cuartos e invadían los corredores y el patio, como una bandada de pájaros grises. Aprendí a cambiar arañazos en la cara y las manos por el premio de las moras maduras y siempre miré en la distancia, con una mezcla de respeto y de cariño, un techo que a veces blanqueaba en la lejanía: era la casa de “Los Alpes”, en donde vivía el fundador y patricio Don Heraclio Uribe Uribe […]»¹.
La historia es un modo, no sólo de leer el pasado, sino una posibilidad de valorar en el presente las acciones del pretérito, para proyectarlas al futuro pensando en el crecimiento integral de la comunidad, pues un pueblo que relee su historia con el lente objetivo de la gratitud, conserva lo genuino, purifica lo perfectible y se lanza a conquistar lo que es noble, justo y verdadero, pensando en el progreso de todos. En este sentido, vale la pena traer a la actualidad la figura de don Heraclio Uribe Uribe, ya que representa la síntesis
1. Libardo Victoria Santacoloma, citado por Ulises Vásquez Vargas, Sevilla, Valle del Cauca, Otro hito de una concepción colonizadora, Imprenta Departamental del Valle del Cauca, Cali, 1998, pág. 70.
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de una época, la concretización de un ideal que forjaron muchos entre las penurias de su momento y los sacrificios necesarios para que naciera una aldea donde vivir dignamente y tener un hogar para reclinar la cabeza. Don Luis J. Echeverry -tronco de ilustre y raizal familia sevillana-refrenda lo dicho al expresar: «No es nuestra pluma desmedrada la ungida para decir con verdad ecuánime, algo siquiera, de la valiosa personalidad del ínclito varón republicano, de procera estirpe de luchadores, Don Heraclio Uribe Uribe, cuyas virtudes corren pareja con los méritos conquistados en las gloriosas justas en que alternaron durante casi diez lustros, o tal vez más, el hacha y la pala con la pluma y el libro, el cerebro y el brazo, el esfuerzo y el sacrificio, la consagración al culto de la verdad y el regadío de los efluvios de la frente sobre el cafeto y los surcos en donde cada día natura premió ese amor con gayas flores, anémonas, miosotis, claveles, pensamientos, dalias, rosas y amapolas»². 1. Algunas notas biográficas de Don Heraclio Uribe Uribe Don Heraclio nació en Fredonia, Antioquia, el 8 de marzo de 1852 y falleció el 8 de noviembre de 1941 en Sevilla, Valle del Cauca, donde recibió sepultura³; había sido bautizado
2. Luis J. Echeverry,Boletín de Estadística de Sevilla, Tipografía Sevillana, 7 de agosto de 1928, pág. 45 y citado por Esponda, Ricardo; Muñoz José Dolores, Monografía de Sevilla, Sevilla, 1943, pág. 34. Cf. Efemérides y Documentos Sevillanos, Editora Prometeo, Sevilla, Valle del Cauca, junio 7 de 1964, pág. 3. 3. Basílica de San Luis Gonzaga, Sevilla, Valle del Cauca, Libro 8 de defunciones, Folio 189, Número 577.
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en la parroquia Santa Ana de Fredonia el 12 de marzo de 18524, fueron sus padrinos Heraclio Uribe y María del Rosario Uribe. Era hijo de Tomás Uribe Toro y María Luisa de las Mercedes Uribe Uribe. Sus hermanos fueron: Julia, Rafael, Susana, María Teresa, Paulina, Tomás, Carlos y Emilia5. «El tronco de la familia Uribe fue Don Martín Uribe, natural de Vizcaya, donde se conoce lo que allá se llama “merindad de Uribe” […] de Vizcaya vinieron tres hermanos Uribe, uno fue a morar al Socorro, Santander, otro pasó a Chile, y el tercero, Don Martín, formó el tronco de la familia 6 Uribe en Antioquia» . Así, «hijo de la vieja e ilustre tierra antioqueña, donde las crestas de los montes se yerguen desafiantes, don Heraclio [Uribe Uribe] tuvo desde niño ante sus ojos el espectáculo de la fortaleza de ese pueblo orgulloso y altivo, arrogante y aventurero; pueblo de dura cerviz y ambición insaciable, que se esparce por el mundo en busca de la riqueza, el amor y la aventura”. En aquella tierra, en aquel ambiente nació don Heraclio Uribe Uribe. Allí mismo se deslizo su niñez, en época ya lejana, llena de perturbaciones
4. Parroquia Santa Ana, Fredonia, Antioquia, Libro 6 de bautismos, folio 51, número 181. Da fe el Pbro. Benito Jaramillo 5. Eduardo Santa. Rafael Uribe Uribe, pág. 19. 6. Del semanario “Dios y Patria” del Pbro. Alfonso Zawadzky
Colmenares, citado por Echeverry, Luis J. Boletín de Estadística de Sevilla, 1928, pág. 45 y Ricardo Esponda, Ricardo, José Dolores Muñoz, Monografía de Sevilla, 1944, pág. 35.
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políticas, en que a diario estallaba una revuelta de medio país contra la otra mitad y los gobiernos estaban constantemente amenazados por la inquietud revolucionaria que en todo momento sus opositores vivían desvelados fraguando para su mal. Allí mismo, en la adolescencia, asistió a los precarios colegios de aquellos tiempos, y luego, en la universidad de la guerra, templó su carácter para la batalla por la vida, libre, independiente, altiva, constructiva. Sus padres, «Tomás Uribe Toro y María Luisa Uribe Uribe fundaron Valparaíso -Antioquia-. En sus afueras se encontraba la hacienda 'El Palmar', donde vivían; eran tierras pobres, escarpadas, con una extensión de cuatro leguas […]»7.«Tomás Uribe Toro donó la tierra en la que se fundó a Valparaíso. Fijó los ojos en el horizonte y recreándose en el valle paradisíaco que extendía al frente encontró el nombre apropiado para la nueva población. En las afueras, cerca del camino que lleva a Caramanta, en la hacienda El Palmar, levantó su casa y su familia, e hizo el capital que quince años después le permitiría establecerse en el Gran Cauca»8. «En 1867 don Tomás envió a doña María Luisa y a sus hijos a Medellín, pues se había hecho urgente la necesidad de
7. María Eugenia Domínguez M., Tomás Uribe Uribe, Cali, 2006, pág. 23. 8. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 110.
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buscar un colegio apropiado para Julián y Rafael, quienes asistieron primero a varios establecimientos privados antes 9 de entrar en el colegio del Estado» .«Ya en Medellín, Heraclio fue nombrado Visitador y posteriormente, Prefecto de Oriente (Ríonegro), cargo del que tuvo que poner, al poco tiempo, pies en polvorosa ya que los conservadores le hicieron la vida imposible; además no tenía intenciones de correr la suerte de su abuelo Heraclio, a quien lo mataron en el mismo sitio y en el mismo cargo»10. «El éxodo de la familia Uribe Uribe al Gran Cauca comenzó 11 en diciembre de 1873 […]» .«La muerte temprana de la madre dejó huérfanos a nueve hermanos que quedaron bajo el amparo de un padre destrozado por la pérdida de su esposa amada»12. «Heraclio, el mayor, estudió en Bogotá literatura y letras y, en Medellín en la Escuela de Minas. En 1876 tomó parte en la guerra como ayudante del general Julián Trujillo y lo acompañó a Manizales, donde el General procedió a organizar civilmente la ciudad, y para ello nombró prefecto a Heraclio, quien se desempeñó con admirable diplomacia, contemporizando y negociando con la mayoría conservadora. Más adelante fue nombrado Diputado a la Convención o Asamblea Constituyente por el general Trujillo, Jefe Militar y Civil del Estado. En 1877 estaba integrado a las fuerzas comandadas por los generales
9. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 23. 10. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 25. 11. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 112. 12. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 117.
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Eliseo Payán y David Peña, como Jefe de un destacamento en el paso de Cañaveral. En ellas alcanzó el grado de capitán […] Atendió a su familia con gran devoción y generosidad, no obstante las precarias condiciones en las que tuvo que vivir durante el resto de su vida. De Medellín se trasladaron a La Rita, donde vivió cerca de su padre; más adelante se instalaron en San Pablo y finalmente en Los Alpes, cerca de Sevilla, ciudad que fundó. Desde entonces mantuvo una prolífica correspondencia con su familia y publicó artículos en todos los periódicos del país; colaboró estrechamente con su hermano Tomás en la actividad política»13. Don Heraclio Melitón contrajo matrimonio en la parroquia “Nuestra Señora de La Candelaria” de Medellín el 22 de enero de 1879 con María Isabel Matilde Prieto Pinillo, hija de Rafael Prieto y María Maximiliana Pinillo14; ella nació el 5 de noviembre 15 de 1859, en Medellín . La esposa de don Heraclio
13. ---, Tomás Uribe Uribe, pág. 119. 14. Parroquia “Nuestra Señora de la Candelaria” de Medellín, Libro 31 de Matrimonios, Folio 91, Número 2. 15. Parroquia San Nicolás, Ríonegro, Antioquia, Libro 51, folio 177.
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falleció en Bugalagrande el 11 de septiembre de 1931 y fue sepultada en el cementerio de Tuluá, al día siguiente16. Del matrimonio de Heraclio con Matilde Prieto Pinillos, nacieron diez hijos: María Luisa, María Isabel del Pilar, Antonio, Rita, Tomás, Adriano, Simón, Carlos, Teresita y Julia. 2. Sobre su formación académica Dice don Heraclio: «Cursé primeras letras en la escuela que regentaba en Ríonegro doña Felicidad Sanín, tía de Baldomero Sanín Cano […] después pasé a la escuela de Don Miguel […] en 1864 entré al Colegio del Estado […]. Yo era malísimo estudiante, acaso el peor de todos […] En los años de 1876 y 1877 fui ayudante del general Julián Trujillo, desde “Los Chancos”17 a Manizales y llegué a obtener el grado de coronel en las milicias del Cauca […]. Fui Prefecto en Manizales en 1877, tan sólo un mes y en Ríonegro […] Lo poco que no ignoro se lo debo a una lectura constante, mal servida por la pérdida de la memoria. Sin embargo traduzco pasablemente del inglés y no me es desconocido
16. Parroquia San Bernabé, Bugalagrande, Libro8 de Defunciones, Folio 94, Número 70. 17. Tuvo lugar el 13 de septiembre de 1876. «La revolución comenzó en el estado del Cauca, donde gobernaba el señor César Conto, c o n s i d e r a d o e n e m i g o a c é r r i m o p o r c o n s e r v a d o re s e independientes. El Obispo de Popayán, Carlos Bermúdez, puso condiciones para la enseñanza católica en las escuelas oficiales […] Los católicos crearon sociedades, que al lado de la defensa de su fe hacían política […]». Tomado de semanario “El Tabloide”, Tuluá, septiembre 3 de 1976, pág. 5.
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el latín […]. La filosofía de Balmes fue siempre para mí un jeroglífico, pero en cambio la epicúrea de las odas de 18 Horacio, fue fácilmente asimilada por mi intelecto» . Además, fue Redactor del periódico El Pueblo, semanario de Medellín. Al igual que Luis Eduardo Villegas, José María Baraya y Antonio José Restrepo, apoyó la publicación El C i n c o d e A b r i l . Ta m b i é n c o l a b o ró e n d i v e r s a s publicaciones fuera de Antioquia, tales como El Relator, de Cali, El Tiempo, El Espectador y El Diario Nacional, de 19
Bogotá . Julián Uribe Uribe -su hermano- dice de él:« Por la época del arribo al Valle, de su familia, Heraclio estudiaba en Bogotá. Su primaria la había cursado en Ríonegro y 20 Medellín» . Cursó su bachillerato en Colegio Académico en Buga. En Bogotá estudió becado por el Estado Soberano de Antioquia. En el Colegio de San Bartolomé y en la Universidad Nacional (1879) quedan los registros
18. Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Colombia, Tomo III, por el Doctor Joaquín Ospina, 1939, citado por Ulises Vásquez Vargas, Sevilla, Valle del Cauca, Otro hito de una concepción colonizadora, Imprenta Departamental del Valle del Cauca, Cali, 1998, pág. 6869. 19. http://www.academia.edu/1511327/Diccionario_biografico _y_genea logico_de_la_elite_antioquena_y_viejocaldense, página 197. 20. Julián Uribe Uribe, Memorias. Banco de la República, Bogotá, 1994, pág. 15-16.
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académicos sobre sus estudios. Cursó varios semestres de Ingeniería Civil. Interrumpe su carrera al morir su señora 21 madre […] . «Heraclio estudió matemáticas en el Colegio de Estado (Antioquia) y luego en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional, llegó a tal punto que, habría bastado un pequeño esfuerzo para coronar su carrera de ingeniero; pero la muerte de mi madre lo desconcertó de tal manera, que abandonó sus estudios y se vino al lado de la familia […] Don Roberto sabía esto, y de allí que lo llamara en primer término; pero Heraclio desdeñó desgraciadamente esa oportunidad para volver sobre sus pasos en su profesión que habría cosechado muchos frutos, tanto por su bagaje teórico de que disponía, como por su claro 22 talento» . 3. Don Heraclio y Sevilla El doctor Heraclio participó en la última guerra civil, la Guerra de Los Mil Días. Actor fue en ella, y también su arteria contribuyó a signar de púrpura las tierras de la patria. La bondad espiritual no desarma la mano cuando ésta se armó para combatir el combate de la libertad y la justicia […]. Cuando serenáronse los torbellinos revolucionarios, dejando todo el país en completo
21. Raúl Flórez Duque, Sevilla. Bocetos históricos. Litocolor Impresores, Cali, Valle del Cauca, 2003, pág. 12-13. 22. Julián Uribe Uribe, Memorias, pág. 188-189.
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desconcierto, don Heraclio buscó la tranquilidad de los dominios nemerosos. Se internó entonces en las selvas vírgenes como lo hicieron los conquistadores, seguido de unos cuantos compañeros, aventureros y resueltos. Buscando el reposo de la soledad, halló la necesidad de la acción constructiva. Fue por ello por lo que decidió fundar una ciudad y sobre una alta meseta hallada en su camino, inició la empresa en 1903. De esa aventura estupenda surgió Sevilla, de en medio de la selva. Grande fue su odisea de luchas en aquella empresa. La soledad, la lejanía, la insalubridad, la escasez, todo conspiraba contra el éxito del empeño aquel. Más a pesar de las vicisitudes sin cuento que le salieron al paso, el fundo primitivo fue creciendo rápidamente hasta hacerse un notable centro urbano. Y su creador, al verlo con arrogancia de ciudad bien plantada, se enamoró de su fortaleza y hermosura y le juró fidelidad eterna. Se subió entonces a la cima de una colonia y se puso a velar por ella como un dios tutelar. Al amparo del viejo patricio, Sevilla llegó a ser una activa plaza comercial y centro de grandes promesas futuras23. De la fundación de Sevilla dice don Heraclio: «Empecé a explorar las montañas de Sevilla un poco antes de la guerra
23. Revista Cincuentenario, Número 78, febrero de 1959, páginas 20 – 22.
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civil de 1885 , año en que hice la primera rocería a la orilla del río San Marcos, por donde actualmente cruza el camino que de Sevilla conduce a Ceilán [...] En la guerra de los tres años me comprometí con los señores Alejandro Henao y Próspero Roldán, de Tuluá, a hacer algunas exploraciones en lo que hoy llaman “El Canadá” y a montar la salina de ese nombre. Entonces conocí la localidad donde hoy se asienta Sevilla. Entraba por la cuchilla de “Canoas” que separa las aguas del río Bugalagrade de las del río de La Paila siguiendo todas sus inflexiones y luego descendí a dicha salina. Debo declarar que ya existía en parte una trocha, y que hice ampliar el camino en toda su extensión, desde El Paují, hasta El Canadá, por donde entraron en bueyes los fondos para el beneficio de la sal. Fue en una de estas correrías cuando, de regreso del Canadá, vine en compañía del señor Manuel García, hijo de don Cenón García, hasta el punto de “Los Alpes”, donde ya tenía una
24. Departamento Administrativo Nacional de Estadística —Dane— y Cámara de Comercio de Sevilla, Monografía del Municipio de Sevilla, Bogotá, 1982, pág. 11: «Revolución o guerra que se verificó durante la segunda administración de Rafael Núñez (1884-1886), provocada por la inconformidad del bando radical. […] la lucha comenzó como local en Santander, se extendió luego a Cundinamarca donde se alzó en armas el coronel Ricardo Gaitán Obeso. Los ministros radicales se retiraron de sus cargos, optando su grupo por la guerra. Los conservadores, en vista de lo anterior, ofrecieron al Gobierno todo su apoyo en la contienda. Concluyó la cruenta guerra, después de diferentes acciones bélicas, con la capitulación de “Los Guamos” pactada en el mes de agosto de 1885».
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derriba y un rancho, construido por el señor Jesús Ceballos. Me quedé solo esa noche y al día siguiente, tomando hacia el norte, di con el sendero por donde bajó Manuel García. Siguiendo ese sendero pasé por lo que hoy es la ciudad de Sevilla y con algún trabajo descendí a Saldaña, donde había una abertura hecha por mi finado hijo Carlos, que yo ensanché después […] Feliz edad esa en que uno no teme a lo desconocido y no hace caso ni de la brújula, arriesgando a perderse en la soledad y no regresar al lado de la familia. Al principiar el año de 1903 residía ya, cerca de Totoró, el señor Cenón García con su esposa y sus hijos: Manuel, Emiliano, Jesús y Cenón. Nos pusimos de acuerdo y el día 3 de mayo nos juntamos en lo que es hoy la plaza principal de Sevilla, los señores Cenón García, padre, Emiliano García, Antonio Carmona, yerno de don Cenón, Francisco Eladio Hoyos, Francisco Albarán o Alvarado y yo. Y nadie más. Yo había traído del Paují un taquímetro y con él tracé la plaza en un guadual espeso, a que daban sombra corpulentos lembos. Nada más se hizo ese día porque yo tenía que regresar al Paují antes de la noche […]»25.
25. De “Dios y Patria”, citado por Echeverry, Luis J. Boletín de Estadística de Sevilla, pág. 47 y Ricardo Esponda y José Dolores Muñoz, Monografía de Sevilla, pág. 35-38. Cf. Pbro. Alfonso Zawadzky Colmenares, Bisemanario Dios y Patria, edición especial para la conmemoración de las Bodas de Plata de la fundación de Sevilla, Número 267, pág. 2 y 3, Tipografía Sevillana,
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Don Heraclio fue para Sevilla su ninfa egregia. La sombra de su espíritu fue siempre escudo, faro y consejo; y seguirán flotando sobre la ciudad siempre como signo de inspiración, ejemplo de entereza y rectitud, y espejo de ciudadanos. Como dato curioso: «Las primeras rosas y claveles que nuestros ancestros vieron en Sevilla fueron cultivados por don Heraclio Uribe Uribe, en su casa de habitación, situada en aquellas época en el Alto de la Cruz, o muy cerca de este lugar»26. En su retiro se entregó don Heraclio al trabajo del campo, a la par que a la meditación, a la dilucidación y estudio de los problemas nacionales, escribiendo sobre todo aquello prolijamente. Hasta los últimos días de su existencia lo inquietaron los problemas nacionales: sus vías, puertos, economía, política, etc… Largos años vivió de aquel modo, sin buscar nunca las prebendas y honores; sirviendo sólo humildemente, desinteresadamente. En los postreros años, cuando la noche de la ceguera cayó sobre él y el oído se negó a seguir registrando los ruidos externos, dictaba a un amanuense sus artículos periodísticos y se hacía leer las noticias del estado del mundo. «A los ochenta y nueve años falleció Don Heraclio, constituyendo tal noticia un infausto acontecimiento
26. Pedro Emilio Gil Jaramillo, Revista Horizontes, No. 256, pág. 3. 1941.
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nacional. Su cadáver fue honrado en cámara ardiente, en el Colegio General Santander, y allí concurrió el pueblo, que lo 27 amaba y respetaba, a rendirle el postrer homenaje» . 4. A modo de conclusión Los hombres pasan pero sus acciones quedan. El río del tiempo nos arrastra al mar de la nada, pero quien hace obra grande perdura en la gratitud de las almas. Aquellos que consagraron su existencia al bien, a la edificación, a la enseñanza, nunca mueren en la conciencia de los hombres s e n s a t o s y p ro b o s . E s c i e r t o q u e l o s g r a n d e s depredadores, los grandes perversos tampoco son olvidados, pero aquellos se les recuerda para ser honrados y a éstos para su execración. Lo dice el Salmo 111: “la memoria del justo será bendita, más el nombre de los impíos se pudrirá”. Cada cual deriva el fruto de lo que siembra y quien buena semilla planta, cosecha de bien recoge. En la memoria de los pueblos, el recuerdo de sus grandes servidores es eterno. Honrarlos es honrar a Dios 28 en sus mejores criaturas» . De esta manera, recordar la vida y obra de don Heraclio Uribe Uribe, no es más que reconocer con gratitud la existencia de un hombre, un ciudadano, un cristiano, un intelectual, un padre y un amigo que hizo época con su coraje y fuerza interior.
27. Ulises Vásquez Vargas, Almanaque histórico sevillano, Sevilla, 1971, pág. 53. 28. revista Cincuentenario, Número 78, febrero de 1959, pág. 20 – 22.
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Dr. Tomรกs Uribe Uribe y Heraclio Melitรณn Uribe Uribe
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Tomรกs Uribe Uribe
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Tomas Uribe Uribe El médico que transformó a Tuluá
Por: EFRAÍN MARMOLEJO VARELA Miembro de la Academia de Historia del Valle Miembro del Centro de Historia de Tuluá
“A Nelson Marmolejo mi padre, quien fuera su ayudante en la Botica”
Hablar de Tomas Uribe Uribe, es rememorar a la figura más importante de Tuluá a finales del siglo XIX y principios del Siglo XX. Fue sin lugar a dudas la persona que lideró la transformación del Tuluá que era un pequeño poblado a ciudad y cimentó su desarrollo con las grandes realizaciones políticas, económicas, educativas y de salud pública por él lideradas.
Tomas Uribe Toro María Luisa Uribe Uribe Heraclio Uribe Uribe Matilde Prieto Pinillos Rafael Uribe Uribe Sixta Tulia Gaviria Sañudo Julián Uribe Uribe Sara Restrepo Lindo
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Julia Uribe Uribe José Joaquín Azcarate Paulina Uribe Uribe Manuel Zuluaga Susana Uribe Uribe Teresa Uribe Uribe Tomas Uribe Uribe María Luisa White Uribe Carlos Uribe Uribe Emilia Uribe Uribe Ascario Rebolledo Martínez
En la historia familiar encontramos el ejemplo del empuje y del trabajo que caracterizaron a los Uribe. Su abuelo Cristóbal Uribe Mondragón fue el fundador de Nueva Caramanta. A su padre Tomas Uribe Toro se le atribuye la fundación de Valparaíso en Antioquia, mismo que fuera casado con la matrona MaríaLuisa Uribe Uribe, quien fuera hermana de don Federico Alejandro Uribe Uribe, el primer presidente que tuvo la Asamblea del Valle del Cauca en 1911, y Presidente del Concejo de Tuluá.
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Pero así como fueron pioneros y pujantes, también sufrieron los rigores de la violencia partidista:El padre de María Luisa Uribe Uribe, don Heraclio Uribe Echeverri fue asesinado en Rionegro en 1857 cuando ejercía como prefecto de Rionegro. El mismo don Don Tomas Uribe Toro sufrió un atentado a peinilla por parte del Alcalde de Nueva Caramanta, que casi le cuesta la vida y lo obligó a trasladarse a Valparaiso y luego fue perseguido por el presidente del estado soberano de Antioquia Pedro Justo Berrio, quien los despoja del ganado y de los insumos del almacén que tenían en Medellín. Frente a este difícil panorama político, unido a la crisis económica de la región, deciden trasladarse al Cauca en diciembre de 1873. Al llegar allí adquieren la famosa finca de Morillo que iba de la carretera a la cordillera cerca de Sevilla. Luego de una temporal estadía en ella, se aposentan en la ciudad de Buga y la tragedia de nuevo los persigue: El día que llegan a la ciudad un 14 de enero de 1874, muere doña María Luisa, dejando una profunda huella de dolor en la familia, continuada con la muerte en 1875 de tres miembros de la familia Carlos, Teresita y Susana. Y para 1876 los sorprende la Batalla de los Chancos, en donde interviene el joven Rafael Uribe Uribe, siendo herido en combate en una rodilla. La familia asume con estoicismo y dignidad estas grandes tragedias y don Tomas Uribe Toro para enfrentar la pena, asume el reto de Fortunato Cabal de construir un acueducto para la ciudad, logro que consiguió tras cinco años de arduo trabajo, lo que dejo grandes sinsabores
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pues no recibió la retribución económica prometida y lo despidieron con la frase lapidaria“que en esa ciudad no tomaban agua de liberal” y es así como se regresan al Caimo, potrero que pertenecía a Morillo.
TOMAS URIBE URIBE Nació un 21 de diciembre de 1864 en Va l p a r a i s o y f u e e l antepenúltimo de los Uribe Uribe. Afrontó las viscitudes familiares ya relatadas y después de haber estudiado en Buga en la Escuela Normal, dirigida por Don Marcial Cruz y luego en el Colegio Académico, y gracias a su buen rendimiento, le es otorgada una beca, razón por la cual se traslada a Bogotá con Rafael su hermano, en donde estudiaría medicina logrando su título el 17 de marzo de 1887 en la Universidad Nacional de Colombia, a los 23 años de edad. Al llegar empieza a ejercer en la ciudad de Cali, donde goza del respeto y reconocimiento de sus colegas y es invitado a formar parte de la sociedad de medicina del Cauca de la cual fue socio de número. Decide trasladarse a Tuluá, para estar más cerca de su padre y allí adquiere la
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casona esquinera en el parque Boyacá que le sirvió de residencia, de botica y de consultorio, donde se caracterizó por su sapiencia, su bondad y su entrega por los pacientes y atendía a todos sin distingo de filiación política o condición socioeconómica. Un ejemplo de ello fue don Manuel Sinisterra, Prefecto y Jefe Civil y Militar de Tuluá, antagonista político de Tomas, quien contaría en sus memorias, que su familia se trasladó primero a esta ciudad antes que él y uno de sus hijos enfermó gravemente y fue salvado gracias a sus buenos oficios, sin importar las diferencias políticas. Aprovechando la estadía de su hermano Julián en 1895, decide irse a especializar a Paris y a la despedida en el puerto de Cartagena lo acompaña su padre, quien también visitaría a su hijo Rafael que estaba preso en esta ciudad. Tomas viaja a Europa en barco y casualmente Rafael es liberado. Rafael y su padre Tomas Uribe Toro, regresan a Bogotá y posiblemente por lo inclemente del viaje se le agrava el tumor de cuello que tenía y luego de una operación fallecería, noticia que afectó ostensiblemente a Tomas Uribe Uribe. En Francia, líder en ese entonces de la medicina en el mundo se capacitó en Cirugía, enfermedades del sistema nervioso y bacteriología entre otros conocimientos que lo
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acompañarían toda la vida y que los puso al servicio de una pequeña ciudad como lo era el Tuluá de ese entonces. Al regresar a su patria se casa el 8 de julio de 1897 con Doña Luisa White, dama inteligente y de un gran carácter que sería su compañera y apoyo durante el resto de su vida. Obsérvese en la fotografía de estudio la importancia que tenía para la pareja el conocimiento, junto con los trajes de la época y los grandes cortineros, están como elemento central de la mesa los libros y revistas que cada uno tiene. Junto con doña Luisa tendrían una familia que le daría lustre a Colombia, en especial su hijo Enrique quien fuera graduado en el MIT, trabajó en el laboratorio de Tomas Alba Edinson y alrededor del cual giraría la cultura del país por más de dos décadas, por lo cual se le considera el más universal de todos los tulueños.
Tomas Uribe Uribe María Luisa White Uribe Enrique Uribe White Manuel Uribe White Tito Uribe White
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Julia Uribe White Emilia Uribe White Marta Uribe White Inés Uribe White María Teresa Uribe White
Tomás Uribe Uribe en lo social: Era tal el reconocimiento de su figura que para celebrar el primer centenario del grito de independencia en nuestra ciudad, el jurado para hacer nuestro primer libro de historia estuvo a cargo entre otros del Dr. Uribe Uribe e igualmente fue el presidente del comité que lideró la construcción del parque Juan María Céspedes, que curiosamente para 1.910 tenía como parque una estructura, urbanísticamente hablando, más sólida que la que tenía la plaza principal. Posteriormente esta última plaza se llamaría Parque Boyacá, realizada sobre planos elaborados por Enrique Uribe White, hijo de don Tomas.
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Su aporte en lo económico: El amor por el campo fue una de sus grandes pasiones y su finca de Valparaíso fue el sitio donde pudo desarrollar todo este potencial, que venía siendo forjado desde muy pequeño, porque siempre en las fincas que tuvo su padre, todos los Uribe Uribe tenían labores asignadas. Durante las guerras el hato familiar estuvo a punto de desaparecer por los tributos de guerra que debían pagar los liberales y que de una manera arbitraria fueron cobrados tal como quedo consignada en la correspondencia con el General Henao. Después a punta de esfuerzo lograron volver a levantarla y se convirtió en el refugio de don Tomas y de Doña Luisa en sus últimos años, al punto que un accidente en esta finca fue la que al final hizo que se perdiese la vida de este ilustre medico Su aporte en la salud: Por su formación en la Universidad Nacional y en Francia, Tomas Uribe Uribe se convirtió en el hombre que empezó a hablar de salud pública en esta región; son muy recordados las famosas conferencias sobre prevención de enfermedades de trasmisión sexual y de control de mosquitos como vector de enfermedades, dictadas en el Teatro Sarmiento Y qué decir de su labor como médico, que fue un verdadero apostolado, pues no solamente se hacia el diagnostico, sino que en su famosa botica se preparaban todas las fórmulas magistrales para combatir las enfermedades de entonces y algunas de ellas fueron de su propia inspiración como las píldoras caucanas. Se recuerda con especial énfasis su presencia semanal en la cárcel municipal, a quienes atendía sin cobrar nada por
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sus honorarios, ni por los medicamentos entregados, a la que era acompañado por varios de sus hijos. Esto lo hizo en honor de estos seres olvidados, tal como le sucedió a él cuando fue apresado en tiempos de la guerra. Si esto fuera poco lideró junto con su esposa Luisa, eventos para recaudar fondos para la construcción del primer hospital de esta ciudad y luego en compañía de varios pro hombres de la ciudad dedicó su vida hasta entregar el Hospital de Caridad San Antonio, que se volvió un referente de la salud en esta región centrovallecaucana.
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Queremos destacar igualmente que sin importar la orilla política en que estuviesen los dos grandes médicos de la ciudad Tomas Uribe Uribe Uribe y José Antonio González, se unieron en la practica de la cirugía en nuestra ciudad, primero en casa de salud del Dr González (Hoy Coomeva) y luego en el recién construido hospital San Antonio. Fomentó el deporte, como una práctica beneficiosa de la salud, y lo encontramos al lado de una figura del conservatismo de la ciudad Manuel Victoria Rojas, apoyando un antiguo equipo de la ciudad.
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Fue tan importante su aporte en materia de salud de la ciudad, que la gota de leche que era el pabellón infantil, recibió su nombre y posterior mente el Hospital Departamental también llevaría su nombre, quedando como eterno recuerdo de agradecimiento de una ciudad que supo apreciar su valía. Su aporte en la educación: Uno de los centros educativos más reconocidos de nuestra ciudad fue el Espíritu Santo, que fundara junto con su tío Federico Alejandro Uribe, quien tenía el honor de haber sido rector de la Universidad de Antioquia antes de radicarse en nuestra ciudad y en la que fueron acompañados por Leonor Restrepo esposa de este último. Al decir de los que le conocieron, él era un hombre sabio en todo lo que hacía y que transmitía este conocimiento a quien lo requiriera. Recordaba Nelson Marmolejo, que cuando estuvo a su lado trabajando, uno de sus oficios era barrer y que don Tomas le enseñaba las posturas más eficientes para este trabajo y las que menos daño a la salud podían causarle, adelantándose en muchos años en lo que conoceríamos posteriormente como ergonomía. Evocaba también que este trabajo, en especial de la parte de afuera de la botica lo hacía muy temprano, antes de que pasaran las estudiantes del Colegio de las Madres. El Dr. Uribe observó este detalle y se puso a barrer él, justo a la hora de entrada de las alumnas, saludando a todo el mundo. Después le diría a su novel ayudante, que el trabajo no era ninguna deshonra.
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Su aporte en la política: Fue el adalid de liberalismo en el Valle del Cauca. Cuando en todas las regiones del país estaba atomizado este partido, él en este departamento, aun por encima de los líderes de la capital recoge sus banderas y con sus famosas circulares lo posiciona y lo cohesiona ideológicamente. Por su actitud vertical y por ser una figura representativa fue perseguido, estando inclusive en la cárcel de Palmira en las más miserables condiciones y toda su familia perdió gran parte de su fortuna por ser defensor de esta causa política. Fue tan grande su contribución que estuvo siendo considerado como candidato presidencial de esta colectividad en la famosa convención de Ibagué de
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1922, recibió el más grande reconocimiento por parte de su colectividad. Tomás Uribe Uribe muere el 6 de octubre de 1934 y la ciudad se volcó a rendirle homenaje a este patricio, que tanto hizo por Tuluá y así mismo todos los estamentos cívicos, institucionales, municipales, departamentales y nacionales hicieron presencia durante su sepelio en memoria de uno de los grandes hombres, que dejaron huella indeleble en la historia de este municipio. EPÍLOGO “Tener en la ciudad el líder más connotado del liberalismo de la región, el mismo que fuera visitado por las figuras más representativas del país como los expresidentes Alfonso López P u m a r e j o y Eduardo Santos; haber estudiado en la Nacional, la mejor universidad del país y haber ido a E u r o p a a completar su educación, toda una proeza para la época; el ser reconocido como un excelso médico y un excelente boticario y miembro de la asociación más importante de
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medicina de la región; el haber liderado proyectos que le permitirían a nuestra ciudad tener su primer hospital y construir el más moderno parque para su época; hacen del Dr. Tomás Uribe Uribe la figura más importante de nuestra ciudad de principios del siglo XX.
BIBLIOGRAFÍA 1.- Monografía de Tuluá. 1810 – Centenario – 1910 Guillermo E MartínezNúñez 2.- Tuluá Historia y Geografía 1947 – Guillermo E Martínez M Joaquin Paredes Cruz 3.- Carta a mis nietos. Leonor Uribe de Villegas 4.- Tomas Uribe Uribe – 2006 María Eugenia Domínguez M . 5.- Álbum de recuerdos tulueños 2009 6.- Vallecaucana Democracia – Revista institucional de la Asamblea Departamental Año 7, No 9 Diciembre de 2011. 100 años de la Asamblea Departamental 7.- Archivo de la Parroquia de San Bartolomé de Tuluá 8.- Archivo del Concejo Municipal
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Enrique Uribe White
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Enrique Uribe White, un tulueño universal Por: José Edier Gómez Espinal Escritor, Periodista y Caricaturista Miembro del Centro de Historia de Tuluá
Que un tulueño, nacido en la hacienda Valparaíso, 18891983, hijo del ilustre doctor Tomás Uribe Uribe y de doña Luisa White Uribe, de quienes heredó la doble hidalguía vasca y británica, alcanzara tantos méritos al punto de ser llamado el “Leonardo Da Vinci del Siglo XX”, a más de llenarnos de orgullo, nos señala una vergüenza al reconocer que no hemos estado a la altura de nuestro coterráneo, ni siquiera en el empeño de estudiar y ponderar su vida y sus alcances científicos, artísticos y culturales. Ingeniero de la Escuela de Minas de Medellín, fundada por Francisco José de Caldas y otro ilustre tulueño, Juan María Luis Ceferino Céspedes Vivas y del MIT Michigan Institute of Technology, pasó luego a Menlo Park donde tuvo oportunidad de colaborar al lado de Thomas Alva Edison en la gloriosa actividad de inventores. Uribe White regresó a Colombia y tras una peligrosa aventura marítima en aguas cercanas a Cuba, se encendió en él un nuevo fervor por los conocimientos náuticos, sumado a sus pasiones por la astronomía, la música, la poesía, el arte, la arquería y otra
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colección de saberes que le dieron esa fama de incansable en sus investigaciones, lecturas, tertulias con otros científicos y literatos de su tiempo; al punto de, así como la casa de sus padres, el médico Tomás Uribe y doña Luisa White, en Tuluá aquí no más, -donde está la panadería Nancy-, era un epicentro de visitas de personalidades de la política nacional, buscando la sabia consejería del médico y su esposa, así “Santa Eulalia”, llamada así en memoria de la patria chica de los Uribe en la España vasca, la casa de Enrique en Bogotá era un permanente hervidero de contertulios donde se hablaba de todo lo maravilloso que al hombre honra en su fugaz periplo por la Tierra. Lo que se hereda no se hurta, dice el refrán, y Enrique, sobrino de ingenieros británicos que trazaban la vía férrea a Buenaventura y otras obras en el país, fue también diseñador de obras en todo el país. Fue encargado del trazo de la carretera Zarzal-Sevilla, ciudad fundada por su tío Heraclio Uribe y otras vías aledañas. En 1932, con ocasión de la desfachatada guerra de Colombia contra Perú, Enrique Uribe es encargado del trazo de la carretera Popayán-Pasto, pues no había manera de enviar tropas al Putumayo, río desde donde saldrían las tropas a enfrentar al enemigo en Tarapacá. Su estadía en Popayán le permitió entablar amistades y eruditas rivalidades con los connotados literatos Guillermo Valencia y Rafael Maya, entre otros, de cuyos diálogos se fortaleció la realización de la revista Pan. Ya antes, en Medellín, había trabado amistad con los maestros Otto y León de Greiff y su nutrida correspondencia con otros innumerables intelectuales del mundo, le permitirían nutrir
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esta publicación, ideada como su nombre lo indica como el summum de la cultura universal, sin descartar las trivialidades del uso cotidiano que le permitirían llegar a todos los lectores: avezados, eruditos o ignaros. En esta publicación y en su compendio de escritos sobre los más diversos temas científicos, astronómicos, náuticos, matemáticos, literarios, históricos, políticos, artísticos, pasaba su vida; al tiempo que construía aparatos novedosos de los cuales se conservan algunos. Sus iconografías del Libertador Simón Bolívar y de la Anunciación le costaron miles de horas de disciplinada búsqueda en todo lo que el mundo del arte, la literatura y la historia han producido sobre el Genio de América y sobre ese sublime y tierno momento en el que la doncella María es anunciada de su misión maternal. Sus traducciones de obras literarias de autores como Charles Baudelaire, Omar Khayyan, Oscar Wilde, Jackes Prevert, Pierre Louÿs, le merecieron elogios y disputas por su rigurosidad. Su trabajo literario y editorial, con una extensa obra publicada por él mismo, abarca temas que, como escribimos antes, son el índice de sus preocupaciones intelectuales. No gustó de la política. Aunque era un personaje cuya atmósfera era la política: de formación liberal, sus padres eran faros de luz en las decisiones de algunos dignatarios nacionales, y hasta llegaron a soñar con verlo investido con la máxima dignidad de la República. Su tío Rafael, ese insigne político-militar inmolado miserablemente, cuando era uno de los más firmes candidatos a ocupar el solio de
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Bolívar, influyó mucho en su convencimiento de que la política sólo servía para enemistar a los humanos, es conocida su fraternidad con su oponente ideológico Guillermo Valencia. Para él, su tío Rafael, diseñó el monumento que en un principio estuviera en el Parque Boyacá, -que él mismo trazó- y hoy, para corroborar lo dicho anteriormente, se encuentra, inadvertido, en un parquecito al lado de la Avenida Cali. Fue concejal en nuestro municipio y representante a la Cámara; pero rechazó un ofrecimiento del presidente Alfonso López Pumarejo de ser Ministro; lo que sí le aceptó fue la dirección de la Biblioteca Nacional, cargo más afín con su vuelo. Como sus padres, Enrique también fue faro político y a su extraordinaria casa Santa Eulalia, llegaban personalidades de la política nacional en busca de sus conocimientos. No hay actividad, dentro del mundo intelectual, que no quisiera abordar Enrique Uribe White, al punto que, ante la novedad en el país de la emisión por televisión, presentó un programa de corte cultural; pero dadas sus condiciones de exacerbada erudición, el espacio se consideraba lo que llamamos un “ladrillo”, para los televidentes. Al punto que su dilecto amigo Otto de Greiff publicó un aviso en primera página de El Tiempo que decía: “Motivo Uribe-White, véndese televisor”. También incursionó, ahí sí con éxito, en la radio y se conservan cintas con su voz. El Boletín Bibliográfico del Banco de la República, publica esta definición: “El doctor Uribe White fue ingeniero, escritor, poeta, fotógrafo, dibujante, conocedor de varias
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lenguas -entre ellas el griego-, traductor de Baudelaire y Oscar Wilde. Era un amante loco de las letras, de las palabras impresas, del olor del papel. A lo largo de su vida coleccionó una cantidad enorme de material bibliográfico, descuartizado de revistas de todo tipo que recibía periódicamente desde los rincones del mundo y que él mismo marcaba con su letra gótica y ordenaba en carpetas y ficheros que acumuló en número exagerado y que, por supuesto, utilizó.” Sería interminable esta reseña, que pretendemos corta, para nuestro Boletín del Centro de Historia de Tuluá, por lo que hemos de cerrar con dos acotaciones: Primera: vale la pena indagar en todo el universo “UribeWhite” en el que podremos encontrar múltiples universos de la creatividad de este inmenso hijo de la ciudad, al que le debemos su merecido reconocimiento y por qué no, erigirle ese museo anhelado con toda su obra y sus inventos, entre los que podemos citar: perfeccionamiento de la máquina calculadora; un instrumento, un método de navegación astronómica; un instrumento computador de observaciones astronómicas y el famoso Clino-sextante, un extraño aparato de su invención para ubicar las estrellas. Como segunda acotación les comparto dos poemas de Maruja Vieira White:
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ENRIQUE URIBE WHITE
En el amanecer del dieciocho de mayo zarpó el "Santa Eulalia".
El capitán iba en el puente de mando.
El viejo marino sabio volvió a encender su pipa y consultó su antiquísimo astrolabio.
Allí estaban sus libros intactos. El arco y las flechas, los juegos, los discos, los gatos...
Nos quedamos en tierra mirándolo partir en su último viaje inesperado. .¿Va rumbo al Artico, donde el bisabuelo buscaba
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la expedición perdida del Capitán Franklin?
Navegará siempre en la noche, recorriendo la Vía Láctea, señor de sombras y de música, de rompecabezas y máquinas.
Después anclará en una estrella de la constelación de Tauro y cuando miremos al cielo en las noches claras veremos brillar las luces del "Santa Eulalia".
A Ana Mercedes Vivas Tomado del Libro: LOS NOMBRES DE LA AUSENCIA (Ediciones San Librario, Marzo 2.006) De: ANA MERCEDES VIVAS VIEIRA *
SAGA DEL NAVEGANTE A Enrique Uribe White: Aquí estaban tus pipas de viejo marinero.
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Por tus manos esperan rompecabezas, juegos...
El té aguarda en la mesa y el carrillón invade con su canto el silencio.
Pero tú ya no estás argonauta de estrellas y esta casa es el barco fantasma de tus sueños.
Tomado del libro LA NOCHE DEL GIRASOL (1.996) *Hija de Maruja Vieira.
Como pueden leer, son muchas las razones para conocer, estudiar, reconocer y valorar en su grandeza al tulueño universal que fuera llamado el “Leonardo Da Vinci del Siglo XX”.
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Luis Uribe Restrepo, Creador de Capital Social Por: Juan Guillermo Vallejo ร ngel Presidente Ejecutivo Cรกmara de Comercio de Tuluรก
Luis Uribe Restrepo
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Las primeras décadas del siglo pasado significaron para Tuluá un fuerte proceso de transición hacia la consolidación de su vocación cosmopolita. La ciudad apenas rebasaba los diez mil habitantes a comienzos del siglo y cuatro décadas después, en 1945, se estimaba una población de 44.125 habitantes.Una importante dinámica de inversión empresarial, especialmente en las actividades agrícolas y ganaderas, fue el motor de un desarrollo que trajo consigo un fuerte incremento en el ritmo de poblamiento, al tiempo que la ciudad comenzaba a tener una vida comercial más intensa. Diversos factores contribuían a ello, como las migraciones que años atrás, a principios del mismo siglo XX, habían llegado. A la ciudad fueron llegando palestinos, israelíes, turcos, libaneses. Ellos, junto al empuje de los raizales y de personas llegadas de Antioquia y el viejo Caldas en gran medida, y del altiplano cundiboyacense y del Cauca en menor escala, imprimieron una dinámica particular a Tuluá, hecho que contrastó con los municipios del entorno, pues el auge agroindustrial y comercial empezó a notarse y la ciudad a crecer a ritmos más que proporcionales en relación con el resto de los municipios del centro y norte del Valle del Cauca. Desde Antioquia, uno de los troncos familiares que más influencia e identidad prodigaron a la Villa de Céspedes fue el de los Uribe, del cual varias ramas familiares se establecieron en estas tierras. Con el propósito de conjurar una fuerte crisis económica familiar, don Tomás Uribe Toro y doña María Luisa Uribe Uribe decidieron trasladarse con
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sus once hijos pequeños al entonces Estado del Cauca, buscando ampliar en estas tierras los horizontes de una 1 familia fundadora de pueblos . Se establecieron en Buga, donde montaron una nueva hacienda, validos de todo el esfuerzo de su economía doméstica. De esta familia se destacaron el General Rafael Uribe Uribe, el médico Tomás, Julián y Heraclio,el hermano mayor. En una crónica sobre el General Uribe Uriberegistrada en el Boletín de la biblioteca Virtual Luis Ángel Arango se hace referencia a sus años mozos en el Valle del Cauca: El joven Rafael se matriculó en el colegio de Buga en procura de continuar sus estudios.
1. Don Tomás Uribe Toro, nacido en la vereda El Uvital [Fredonia], en el año de 1820, época en la cual apenas se gestaba la fundación de la población de Fredonia, resulta ser uno de esos grandes de Antioquia, enraizado en una familia de colonizadores y fundadores que extendió sus raíces por gran parte de nuestra geografía. Es, sin duda, uno de esos hombres que aprendió de sus más inmediatos antepasados la lección completa de fundar pueblos que, en su momento, contribuyeran a conformar los primeros tejidos sociales de varios de los hoy pujantes municipios de Antioquia (Amagá, Itagüí y Fredonia) y quien la transmitió también completa, con inmenso sacrificio y sudor invaluable, como ciudadano ejemplar pero, además, con inmenso amor de padre, a sus descendientes para que se proyectaran en el ámbito social fundando y refundando la Nación en las distintas latitudes de la geografía nacional. Tomás le dio vida a Valparaíso con la construcción del primer camino desde el paso de La Pintada hasta la cabecera del municipio que fundó. (Tomado de: Gaviria Correa, Iván y Gonzalo (2015). Don Tomás Uribe Uribe: estirpe de fundadores.Valparaiso, Antioquia).
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Se encontraba de colegial cuando estalló la guerra religiosa de 1876, alistándose con juvenil entusiasmo en los ejércitos liberales del Estado Soberano del Cauca, presidido por Cesar Conto, enfrentado con el ejército conservador de Antioquia. Esta fue la primera participación que tuvo Uribe Uribe en las guerras civiles; contaba entonces 17 años de edad, cuando en la batalla de los Chancos recibió su bautizo de fuego, resultando herido en una rodilla por la acción de una bala2. De los otros tres hermanos, Tomás, Julián y Heraclio, el primero, médico especializado en Francia, se vinculó estrechamente al desarrollo social y cultural de Tuluá con un gran sentido humanitario; el segundo fue Representante a la Cámara y el tercero, que había ocupado el cargo de diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Antioquia en el año de 1876, fue el fundador del municipio de Sevilla, Valle del Cauca en 1903. Leonor Uribe Rebolledo, hija de Luis Uribe Restrepo, 3 cuenta en su libro “Carta a mis nietos” :
2. Banco de la República, Boletín de la Biblioteca virtual Luis Ángel Arango. (Disponible en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ biografias/uribrafa.htm) 3. Uribe de Villegas, Leonor (sf). Carta a mis nietos. Ed. Prensa Moderna, Cali (Colombia). 192 pp.
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Animados por esta vida más fácil que la de los viejos antioqueños en esas breñas tan distintas a este fértil Valle, vinieron don Tomás y doña María Luisaen un viaje largo, a lomo de mulas y de caballos, con sus hijos pequeños. Ella se enfermó en el camino y prácticamente llegó moribunda a Buga, donde se instalaron. De esos hijos excepcionales oí hablar de Rafael, muerto en 1914. Heraclio, el mayor, fundador de Sevilla, Valle. Tomás, médico especializado en París, quien ejerció con sabiduría y bondad en Tuluá, fue político activo, casado con una prima suya, doña Luisa White, de donde procede la rama Uribe White, de la cual se destacó Enrique, multifacético y extraño personaje. De igual manera, el tío materno de Rafael, Tomás y Heraclio Uribe Uribe, el doctor Federico Alejandro Uribe Uribe4, quien había sido uno de los primeros rectores de la Universidad de Antioquia, después de enviudar en Medellín se instaló en Tuluá donde se casó con una de sus
4. Federico Alejandro Uribe Uribe es hermano de María Luisa Uribe Uribe,nacida en Rionegro, Antioquia, el 28 de marzo de 1842, quien contrajo nupcias con don Tomás Uribe Toro, fundador de Valparaíso, Antioquia, nacido el 21 de diciembre de 1820. (Tomado de Genealogías de Colombia, disponible en f a m i l i a / I n d i v i d u o . a s p x ? r = To m % C 3 % A 1 s - U r i b e Toro_1GG0G59G62G67G62G62)
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alumnas, doña Leonor Restrepo, hija de otro inmigrante antioqueño, Juan Jacobo Restrepo. De esa unión nacieron seis hijos: Leonor, Luis, Adán, Alejandro, Martín y Juan de Dios. Luis se casó con Matilde Rebolledo, Adán con Sofía Urdinola, Alejandro con Paulina Sarmiento y Juan de Dios con Rosario González. Luis Uribe Restrepo hace parte, pues, de esa estirpe de fundadores de pueblos, de la cual heredó su espíritu de líder, aventurero y empresario. Se casó con doña Matilde Rebolledo con quien tuvo trece hijos.Su hija Leonor relata que era don Luis un hombre tenaz, un líder querido y respetado por los tulueños. Dedicado a la ganadería, fue propietario de la Hacienda Belén ubicada en las estribaciones de la cordillera central, separada por el río Morales de la Hacienda Jerusalén, propiedad de su hermano Adán; también tuvo inversiones en la Hacienda Corozal, a orillas del río Cauca, entre Zarzal y Roldanillo; así mismo, estaba vinculado a la empresa Construcciones Urbanas de Tuluá S. A. con la cual se inició el proceso de urbanización de la hacienda Sajonia, de su propiedad, cuya casona principal estaba ubicada en lo que hoy es la carrera 24 con calle 31 en el barrio del mismo nombre. Como hombre cívico que era, Luis Uribe Restrepo fundó en el año 1933 el primer Club Rotario de Tuluá, del cual fue su presidente. La Junta Directiva la conformaban, además, Simón Pérez Bonilla como vicepresidente, Rafael Serrano como secretario, Ramiro Lozano como Tesorero, Elías Quijano como Censor y, como vocales, Célimo Mejía y Luis Carlos Delgado. Eran miembros del club Alberto Naranjo, Alejandro Uribe Restrepo, Aureliano Echeverry, Eduardo y
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Federico Restrepo White, Julio Escobar, Miguel Figueroa, Miguel Zúñiga, Roberto Daza, Vicente Escobar y Manuel Victoria Rojas que, además, era el Gobernador del Distrito 428 de Rotary International. En la década de los años 40s Tuluá mostraba ya una dinámica empresarial que la posicionaba en el depar tamento como un impor tante proveedor agroalimentario del departamento del Valle del Cauca. Para la época se estimaba la siguiente producción semestral, 5 expresada en Cargas de 10 Arrobas,para estos productos : Arroz: 30.851; Cacao: 2,240; Trigo: 20.250; Yuca: 200.000; Panela: 12.252; Papa: 8.000; Maíz: 38.000; Fríjol: 12.000; Arracacha: 360.000; Harina de Trigo: 15.000. El inventario empresarial reportaba un total de 880 empresas registradas en la Cámara de Comercio de Buga, entre las cuales se destacaban las siguientes estadísticas6: Tuluá cuenta con dos fábricas de gaseosas, con 2 fábricas o elaboración de café molido de excelente calidad, con 1 fábrica de cigarros, con 3 de tubos de cemento, con 1 de hielo, con dos trilladoras de café, la de
5. Cifras contenidas en el Informe presentado por la Junta pro Cámara de Comercio al Ministerio de Economía el 7 de julio de 1945 y que sirvió de soporte al memorando mediante el cual se solicitaba la aprobación para la creación de la Cámara de Comercio de Tuluá. (Archivo Histórico de la Cámara de Comercio de Tuluá) 6. Ídem.
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Villegas Hermanos y la de J, M. López y Cía., con una fábrica de loza, con dos empresas o talleres de fundición en grande escala, con 7 trilladoras de maíz, con 4 empresas de artes gráficas, dos de las cuales están dotadas como las mejores del país en su género. En lo referente a la industria panelera se cuentan más de 10 empresas elaboradoras de la caña, entre las cuales podemos citar la del acaudalado señor Carlos Sarmiento que produce 3.200 arrobas de panela para el consumo fuera del municipio de Tuluá, ya que para este produce 800 bultos mensuales, de 4 arrobas c/.u/. Por esta razón se hacía necesaria la creación de una nueva Cámara de Comercio con sede en el municipio de Tuluá. En la región ya existían las de Cali, creada en 1915, y la de Buga en 1926, desde la cual se regentaba todo el centro y norte del Valle del Cauca. La misma dinámica comercial que había tomado la ciudad hizo necesaria la creación de este organismo gremial en el que, además del sector comercial, se animara el fortalecimiento de otras actividades económicas florecientes en la región, como la incipiente agroindustria panelera que luego dio origen a los ingenios azucareros. Iniciando el año 1945, Luis Uribe Restrepo, haciendo gala de sus atributos de hombre influyente en el entorno del centro y norte del Valle del Cauca, toda vez que tanto su excelente desempeño como síndico del Hospital como su
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condición de ganadero y empresario le permitieron contar con el reconocimiento en toda la región, lideró el grupo de ciudadanos con los cuales se creó la Junta pro Cámara de Comercio, de la cual fue su presidente, en compañía de Eduardo Toro, Alberto Blanco, Roberto Daza y Fidel Botero. El 24 de abril de ese año, con la presencia de cerca de medio centenar de comerciantes en el recinto del Honorable Concejo Municipal, a instancias su presidente, Julio CaycedoPalau y del alcalde municipal, Luis Mario Orjuela, mediante el Acta número 01 se materializó la creación de la Junta pro Cámara de Comercio para la cual, además de los ciudadanos elegidos por unanimidad por los asistentes a la reunión, se designó como secretario al señor José Hugo Ochoa, quien actuaba como secretario del Concejo Municipal. Esta iniciativa fue apoyada por diversas entidades como la Sociedad de Mejoras Públicas, el Concejo Municipal, la Asamblea Departamental, el Club Colonial, el Banco de Bogotá, el Banco de Colombia, la Caja de Crédito Agrario, el Banco Central Hipotecario y el Centro de Exalumnos Salesianos, entidades que suscribieron una declaración de apoyo que acompañó el memorando de solicitud de creación de la Cámara de Comercio, dirigido al Ministerio de la Economía dos meses más tarde. Los miembros de la Junta pro Cámara de Comercio designaron como asesor técnico al señor Alejandro Gómez Arbeláez, quien contaba con la experiencia suficiente para acompañar a la Junta en las tareas y diligencias necesarias
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para acceder a la aprobación del Ministerio de la Economía para la creación de la Cámara de Comercio de Tuluá, puesto que había cumplido esa misma función en la creación de la Cámara de Comercio de Armenia. Dos meses de arduo trabajo siguieron para los integrantes de la Junta pro Cámara de Comercio. Para la aprobación de su creación fue necesario investigar y compilar una gran cantidad de información estadística, socioeconómica, demográfica y de infraestructura vial, logística y dotacional sobre los municipios de la región, que sirviera de soporte al concepto de viabilidad que debería emitir el Departamento de Industria y Comercio. Así mismo, fue necesario animar a las fuerzas vivas de cada uno de los municipios7 que integrarían la jurisdicción de la nueva Cámara de Comercio, para lo cual se obtuvieron declaraciones de adhesión de los comerciantes de cada localidad, así como los compromisos de apoyo financiero e institucional suscritos por cada uno de los alcaldes y concejos municipales.El mismo Luis Uribe Restrepo, acompañado del asesor Alejandro Gómez Arbeláez, fue quien dedicó intensas jornadas a visitar a los comerciantes, empresarios, agricultores y ganaderos de los 11 municipios con el propósito de sustentar la iniciativa de creación de la Cámara de Comercio y lograr, como en efecto sucedió, las masivas declaraciones de adhesión que reforzaron los
7. Los municipios que conformarían la Cámara de Comercio de Tuluá son: Tuluá, Andalucía, Bugalagrande, Zarzal, Sevilla, Caicedonia, La Victoria, Obando, Cartago, Alcalá y Ulloa.
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argumentos técnicos que se presentarían con la solicitud ante el gobierno nacional. Así, el 7 de julio de 1945 se presentó ante el Ministerio de la Economía el memorando de solicitud de creación de la Cámara de Comercio de Tuluá. Muy rápidamente, mediante el Decreto 1748 del 19 de julio de 1945 firmado por el Presidente de la República Alfonso López Pumarejo y el Ministro de la Economía Nacional, Luis Tamayo, se creó la Cámara de Comercio de Tuluá. El decreto ordenaba al alcalde municipal la realización de la convocatoria para la elección de los miembros de su junta directiva, reunión que se llevó a cabo el día 11 de septiembre de 1945, fecha en la cual fueron elegidos como miembros principales de la Junta Directiva Carlos Sarmiento Lora, Luis Uribe Restrepo, Julio CaycedoPalau, Pedro Rubiano, Alonso Villegas, Alberto Montoya, Miguel J. Zúñiga, Jesús María Giraldo, Lucio Sandoval, Eduardo Toro Correa y Juan B. Giraldo, y como miembros suplentes Luis López Mesa, Luis María Libreros, Luis C. Durán, Alberto Arbeláez, Javier Victoria, Ignacio Montoya, Camilo Echeverry, Gabriel Ángel, Manuel Osorio, Jorge Ospina y Miguel A. Figueroa. Tres días después, el 14 de septiembre, la junta eligió sus dignatarios, recayendo la responsabilidad de la presidencia en Luis Uribe Restrepo, la primera vicepresidencia en Carlos Sarmiento Lora y la segunda vicepresidencia en Pedro Rubiano, ciudadano de Cartago.
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Hasta el año 1949 estuvo Luis Uribe Restrepo en la presidencia de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio. La violencia política arreció en Tuluá y, pese al trato deferente que don Luis y su familia tuvieron de parte de León María Lozano8, las condiciones de seguridad se tornaban precarias al tiempo que los hijos buscaban nuevos horizontes, lo que propició el traslado de la familia a la ciudad de Cali, donde la siguiente generación inició un nuevo ciclo de vida, en el que se destacan especialmente sus hijas Maritza Uribe de Urdinola, conocida como la decana cultural de Cali, fundadora de Museo de Arte Moderno La Tertulia e impulsora del Museo de Ciencias Naturales Federico Carlos Lehman, y Leonor Uribe de Villegas, abogada y periodista, quien fue Concejal de Cali, fundadora y directora de El Ángel del Hogar, primera institución de Cali que se dedicó a la erradicación de tugurios, y directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Los últimos años de Luis Uribe Restrepo transcurrieron en Cali, repartiendo sus atenciones entre el apoyo a los proyectos de sus hijos y los mimos y cuidados a sus nietos,
8. Relata Leonor Uribe de Villegas en su libro “Carta a mis nietos, pág. 32: “Mi papá fue un líder cívico respetado y querido por los tulueños. León María Lozano se casó con una señora que había trabajado en el servicio doméstico en Sajonia t él iba cada día a recibir leche que mamá Leonor le daba. Así cuando lo convirtieron en El Cóndor, advirtió a sus secuaces: Quien se meta con don Luis Uribe y su familia las tiene que ver conmigo. Sin embargo, ante esa policía Chulavita él perdía todo control.
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además de la administración de la finca Guadual del Cuero, una tierra cercana a Puerto Tejada, la que compró al vender la Hacienda Belén cuando decidió irse de Tuluá a Cali con su familia. Falleció el 12 de febrero de 1963 después de una larga y penosa agonía. Él mismo se resistía a aceptar su inminente partida, a entender que ya no era el eje alrededor del cual giraban todos los acontecimientos de cada miembro de su familia. Tuluá debe reconocimiento y gratitud a este hombre que se entregó a las causas cívicas de la ciudad en una época de grandes complejidades políticas y económicas, propiciando con su constante diligencia y compromiso personal ejemplar la creación de la Cámara de Comercio de Tuluá, tal vez la entidad de carácter privado que constituye uno de los más valiosos capitales institucionales para la región del centro del Valle del Cauca.
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La grandeza trágica de Bolívar Por: Carlos Ochoa Martínez Escritor e Historiador Sociedad de Amigos de Tuluá en Bogotá y Miembro del Centro de Historia de Tuluá
Simón Bolívar
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PRESENTACIÓN Escribir este libro tuvo su origen hace mucho tiempo. Desde mi primera infancia tuve por el Héroe gran admiración. Admiración que fue alimentada por mi padre quien me contaba en la noches, al borde de la cama, antes de dormir, las enormes hazañas de Bolívar y su ejército, mal alimentado y mal vestido, buscando siempre darnos la libertad soñada y prometida. Mi padre, quien fue un lector silencioso, disciplinado, seguramente leía y se preparaba para las noches de historia, antes de dormirme, con las que indudablemente despertó alta devoción y gusto por la materia. Guillermo Eduardo Martínez, hermano de mi madre, escritor e historiador reconocido, me inició en su estudio y en el amor por los libros. Fue él, quien aportó la cuota inicial de lo que hoy es mi biblioteca, lugar de mi casa en el que mejor me siento, porque es allí en donde encuentro, indiscutiblemente, la más encantadora compañía y protección. Ya en mis primeros años de colegio, se iniciaba, no sé si formando parte de los programas del Ministerio o por iniciativa de los directores del Colegio Salesiano, de Tuluá, un curso de Cátedra Bolivariana, tal vez mal diseñado o encomendado a profesores, que poca huella y motivación dejaron entre sus alumnos acerca del Padre de la Patria. Recuerdo bien sí, porque por esa época se sucedió el Bogotazo, año de 1948, que mi padre, de regreso de uno de sus frecuentes viajes a Cali, me llevó de regalo un libro
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maravilloso, que aún conservo como un tesoro, como es de deducir, por obvias razones: “Bolívar – Caballero de la gloria y de la libertad”, del insigne escritor alemán, biógrafo consagrado, historiador, Emil Ludwig. Libro que me ubicó, de verdad, en la ruta del estudio del Libertador. Años más adelante, exactamente el 14 de julio de 1954, con sobria dedicatoria, el tío Guillermo me llevó de regalo un hermoso libro, que igualmente conservo, titulado “Anecdotario del Libertador”, libro en el que su autor, el profesor Juan Manuel Saldarriaga, antioqueño, nos muestra a Bolívar en todo lo que fue. Como bien lo dice el prologuista, doctor Fernando Gómez Martínez: “como creyente, como héroe, como militar, como legislador, pensador y poeta. Aquí está en sus virtudes y en sus vicios, <grande en la gloria y en el infortunio> de esa carrera fulgurante que subyugó la admiración y el afecto de los pueblos. Aquí está con su recia personalidad que domina a los espíritus más recios. Aquí en sus largas correrías, en sus horas de peligro o de placer, en la intimidad de la vida y en la esplendidez de su gesta”.Y así, fueron llegando a mis manos, libros, folletos, revistas y artículos de prensa sobre el Libertador, que fueron engrandeciendo con firmeza la enorme admiración por el Grande Hombre Americano. Como fue siempre mi costumbre en mi vida de estudiante en Medellín, todos los domingos en la mañana llegaba hasta el Parque Bolívar para asistir a la misa en la Catedral Metroplitana y disfrutar del concierto de la banda municipal dirigida por el Maestro Joseph Matza, comprando previamente el periódico El Colombiano. Después del
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concierto venía el almuerzo, y justamente, un domingo, el 1o. de Mayo de 1960, mientras me servían el almuerzo en el mismo restaurante de siempre, encontré que el Suplemento Dominical “El Colombiano Literario”, estaba dedicado al Valle del Cauca, precisamente como un homenaje en el cincuentenario de su creación como Departamento. Y entre los diferentes artículos allí consignados, descubrí un bello artículo escrito por el también tulueño, importante jurista y prominente intelectual, doctor Luis Enrique Romero Soto. El título, “Alegría y tristeza de BOLÍVAR”. Este escrito, magistral, me conmovió profundamente y me dio con el tiempo, el tema y me puso en la tónica de escribir sobre el Genio de América. Y el tema no era y no fue otro que la “trágica grandeza de Bolívar”. Entonces, después de más de medio siglo de haber leído este maravilloso artículo de mi coterráneo el doctor Romero Soto, tomé la decisión de sentarme y cumplir con mi cometido. Han corrido los días después de ello, y creo haber encontrado con acierto el título para este esfuerzo, que no he dudado en llamar: “LA GRANDEZA TRÁGICA DE BOLÍVAR”. La grandeza, como tal, es una condición sublime de ciertos seres humanos, es una condición inestimable que hace que estos sean diferentes como que son bien diversas sus manifestaciones. Hay grandeza en aquellos seres buenos que se entregan de lleno, hasta su muerte, a la caridad silenciosa para mitigar el dolor de los desvalidos. Hay grandeza también en los que movidos por la pasión y apegados a sus
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convicciones se han atrevido a intentar cambiar la historia del mundo en beneficio de la humanidad. La hay también en aquellos hombres de ciencia que entregan su vida para con sus hallazgos aliviar la de sus semejantes. Y la hay también en quienes luchan con denuedo en devolver o conquistar la libertad para aquellos que han vivido subyugados por la injusticia y la mezquindad, convirtiéndose en héroes y figuras de leyenda. Pero la máxima expresión de la grandeza es aquella, sin duda, la grandeza trágica de los perseguidos, de los incomprendidos, de los envilecidos, de los difamados, de los calumniados, de los traicionados. En suma, la grandeza trágica de los mártires, sumidos al final en una inmensa y profunda tristeza. El doctor Romero Soto, dice: “pero antes de ser tristes, todos los héroes fueron alegres. La alegría es una etapa necesaria de la suprema tristeza. Antes del fracaso final, todos los héroes se entregaron con júbilo a la creación. Cuando se levantaron contra el destino, esto es, contra lo rutinario de la condición humana, un divino entusiasmo los impulsaba a las alturas. Crear produce alegría. Casi pudiera decirse, que el crear es una de las formas de la alegría. Se vive entonces armonicamente. Lo que se piensa se convierte en obras. Hay equilibrio entre el ser interior y el ambiente porque a la fuerza creadora corresponde la obra creada. A veces ésta pasa los límites de lo real y se convierte en delirio. La mente cradora exulta entoces.
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Rompe, en un ímpetu visionario, los lindes del tiempo y del espacio y mira, cara a cara, el infinito. Pero después viene el fracaso. El desajuste entre la fuerza creadora y la obra. Aquella no produce más. Esta comienza a estremecerse, a romperse y a caer con estrépito. Entonces llega la tristeza . . . .” “La primera de esas épocas es de alegría, de creación; la segunda de tristeza. La primera es la grandeza eufórica. La segunda, la grandeza trágica” En Bolívar, como en todos los grandes hombres, su lucha fue contra el destino. Ese destino que no permite salirse de la linea, que no admite se atente contra el equilibrio instaurado. Pero el destino cobra, de alguna manera, temprano o tarde, el desafío a realizar cambios, el pretender alterar los ezquemas establecidos. Y el destino de Bolívar se manifiesta de manera clara y contundente en las etapas que marcaron su vida. La de dicha y de gozo de su juventud atrevida y creativa, enmarcada entre 1812 y 1825. Esta es sin dudas, la etapa alegre de la vida del Libertador, plena de victorias y gloria por doquier. Entre 1826 y 1830, la vida del Grande Hombre se torna amarga, incomprensible y definitiva; se rompe entonces el equilibrio de la etapa anterior, se ve amenazada su gloria y le invade una tremenda tristeza, la misma tristeza que lo exalta. “Es la tristeza la que lo hace grande”.“Es lo terrible de su destino”. “Es la desproporción de lo que anheló y de lo que hizo con lo que a la postre consiguió”, dice Romero Soto. Aflora, pues, en esta etapa, con mucho
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dolor, la “GRANDEZA TRÁGICA”del Padre de la Patria, cuyo nombre he adoptado para titular esta obra.
“Grande en el pensamiento, grande en la acción, grande en la gloria, grande en el infortunio; grande para magnificar la parte impura que cabe en el alma de los grandes, y grande para para sobrellevar, en el abandono y en la muerte la trágica expiación de la grandeza”. JOSÉ ENRIQUE RODÓ
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Fotografía: F. Gómez Potes