El idioma español y sus modalidades

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EL IDIOMA ESPAÑOL Y SUS MODALIDADES

Las lenguas, cuando son habladas en una vasta extensión territorial, tienden a diferenciarse. También se modifican a través del tiempo. El latín dio origen a las lenguas romance y éstas, a su vez, han cambiado a lo largo de los siglos. Las modalidades a las que nos hemos referido constituyen lo que podemos llamar el idioma español en su totalidad y permiten explicar los cambios principales que ocurren en el mismo. Modalidades geográficas Si cambiamos de país, necesitamos adaptarnos lingüísticamente al uso de la mayoría. Podría pensarse que esto solo pasa en países distintos, pero no es así. En un mismo país puede ocurrir el mismo fenómeno. Dichas variantes se refieren al uso de palabras distintas en diferentes regiones o países. Existen otras variantes muy notables en cuanto a pronunciación. Modalidades históricas Las lenguas cambian a través del tiempo. Es un hecho natural: las únicas que no cambian son las lenguas muertas. Las demás sufren modificaciones, se adaptan, se ajustan, se enriquecen y permiten que podamos utilizarlas para referirnos a los nuevos inventos, a los nuevos descubrimientos y a las nuevas ideas del hombre. El hecho de que las lenguas está en constante cambio se constata así mismo en la época actual, en el habla de las personas jóvenes, maduras y ancianas. Los cambios generacionales que sufre el español, son insignificantes si se comparan con los que ocurren en otras lenguas Modalidades sociales El idioma español se habla de manera distinta en cada nivel social. Nuestra experiencia lingüística nos permite ubicar socialmente a los interlocutores. Estas diferencias en la manera de hablar forman clases sociolingüísticas. Las diferencias sociales se manifiestan en el uso del idioma. Hay formas que identifican a los hablantes en cuanto a su pertenencia a una clase o grupo. En cuanto a la función referencial, unas u otras formas son igualmente eficaces: la diferencia está solo en el síntoma. El síntoma lingüístico que indica la pertenencia a un grupo es lo que nos hace rechazar palabras que en otras épocas tenían prestigio. Las formas o expresiones del llamado buen uso varían y dependen del prestigio que tengan los hablantes en cada comunidad lingüística. EL USO LINGÜÍSTICO


Todos hablamos inevitablemente de acuerdo al uso o la norma lingüística de la comunidad a la que pertenecemos. Desde el punto de vista referencial, todos los hablantes se comunican eficazmente, además se autorregula para establecer una comunicación eficaz. La autorregulación se produce no sólo por las necesidades de los hablantes, sino también porque así lo requiere el sistema lingüístico para mantener su eficacia y su funcionalidad. La crítica de los llamados barbarismos se inscribe precisamente en ese marco: quienes se decían a eso intentan solo imponer el uso lingüístico de un grupo social, generacional y geográfico, como si la lengua española no se hablara dentro de un ámbito tan dilatado. El hecho de que una forma sea aceptada o rechazada no depende de su valor inherente si de que se apruebe oficialmente, sino puramente del hecho de que a los usuarios les guste o no. Las formas que se consideran correctas lo son sólo en relación con un grupo social determinado: en este sentido son correctas las formas que no producen síntoma en ese grupo.


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