BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO” LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR CUARTO SEMESTRE ASIGNATURA: EDUCACIÓN HISTÓRICA EN EL AULA DOCENTE: MARTINA ALVARADO ALUMNA: GABRIELA CELAYA DE LA TORRE
LA HISTORIA LOS HOMBRES Y EL TIEMPO I.
LA ELECCIÓN DEL HISTORIADOR
La historia según su etimología “investigación”. II.
LA HISTORIA Y LOS HOMBRES
La historia es la ciencia del pasado. Es absurda la idea de que el pasado, considerado como tal, pueda ser objeto de la ciencia. ¿Cómo puede ser objeto de un conocimiento racional, sin una delimitación previa, una serie de fenómenos que no tienen otro carácter común que el no ser nuestros contemporáneos? En el pasado los historiadores solo contaban confusamente acontecimientos solo unidos entre sí por la circunstancia de haberse producido aproximadamente en el mismo momento. El objeto de la historia es esencialmente el hombre. Mejor dicho: los hombres. La historia quiere aprender de los hombres. ¿Es la historia una ciencia o un arte? III.
EL TIEMPO HISTÓRICO
Historia: Ciencia de los hombre en el tiempo. El tiempo de la historia, realidad concreta y viva abandona a su impulso irrevertible, es el plasma mismo en que se bañan los fenómenos y algo así como el lugar de su intelibilidad. El tiempo es verdadera, continúo. Es también perpetuo. IV.
EL ÍDOLO DE LOS ORÍGENES
El ídolo para los historiadores tiene un nombre: la obsesión por los orígenes. “En todas las cosas humanas los orígenes merecen ser estudiados antes que nada”. Cuando se habla de los orígenes ¿debemos entender, por el contrario las causas?
En el vocabulario corriente los orígenes son un comienzo que explica. Peor aún que basta para explicar. Un fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad fuera del estudio de su momento. “Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres”. Proverbio árabe. V.
LOS LÍMITES DE LO ACTUAL Y DE LO INACTUAL
¿Hay que creer que por no explicar todo el presente, es el pasado totalmente inútil para explicarlo? “Quien quiera atenerse al presente, a lo actual, no comprenderá lo actual” Michelet. “Los orígenes de las cosas presentes descubiertos en las cosas pasadas; porque en realidad no se comprende nunca mejor que por sus causas”. Hay quienes piensan que el presente humano es perfectamente susceptible de conocimiento científico. VI.
COMPRENDER EL PRESENTE POR EL PASADO
Las condiciones humanas han sufrido en el intervalo de una o dos generaciones un cambio no sólo muy rápido, sino también total. Para que una sociedad, cualquiera que sea, pueda ser determinada enteramente por el momento inmediatamente anterior al que vive, no le bastaría una estructura tan perfectamente adaptable al cambio que en verdad carecería de osamenta; sería necesario que los cambios entre las generaciones ocurriesen sólo a manera de fila india. Pero eso no ocurre ni siquiera con las comunicaciones puramente orales. Los escritos facilitan con más razón estas transferencias de pensamiento entre generaciones muy alejadas, transferencias que constituyen propiamente la continuidad de una civilización. Hay quienes representan la corriente de la evolución humana como una serie de breves y profundas sacudidas cada una de las cuales no dura sino el término de unas cuantas vidas. VII.
COMPRENDER EL PASADO POR EL PRESENTE
La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero no es menos vano esforzarse por comprender el pasado sino se sabe nada del presente. Conscientemente o no, siempre tomamos nuestras experiencias cotidianas, matizadas, donde es preciso, con nuevos tintes, los elementos que nos sirven para reconstruir el pasado.
Ocurre que en una línea determinada, el conocimiento del presente es directamente más importante todavía para la comprensión del pasado.
II. LA OBSERVACIÓN HISTÓRICA I.
CARACTERES GENERALES DE LA OBSERVACIÓN HISTÓRICA
El historiador se halla en la imposibilidad absoluta de comprobar por sí mismo los hechos que estudia. En contraste con el conocimiento del presente, el conocimiento del pasado será necesariamente indirecto. Un conductor de hombres rara vez considera que su propio testimonio es suficiente. Toda información sobre cosas vistas está hecha en buena parte de cosas vistas por otro. El conocimiento indirecto el que no alcanza al espíritu del historiador más que por el canal de espíritus humanos diferentes. Testimonios no escritos, y también de buen número de testimonios escritos. La primera característica del conocimiento de los hechos humanos del pasado y de la mayor parte de los del presente consiste en ser un conocimiento por huellas. Una huella es la marca que ha dejado un fenómeno, y que nuestros sentidos pueden percibir. Todo aquel que ha tomado parte, aun cuando sea en el papel más humilde, en una gran acción, sabe muy bien que al cabo de unas horas es a veces imposible precisar un episodio de capital importancia. El pasado es, por definición, un dato que ya nada habrá de modificar. El conocimiento del pasado es algo que está en constante progreso, que se transforma y se perfecciona sin cesar. Los exploradores del pasado no son hombres totalmente libres. El pasado es su tirano, y les prohíbe que sepan de él lo que él mismo no les entrega, científicamente o no. II.
LOS TESTIMONIOS
Las fuentes narrativas nunca han dejado de prestar una preciosa ayuda al investigador. Son las únicas que proporcionan un encuadre cronológico casi normal y seguido. No es que estén exentos de errores o de mentiras. Pero ahí la deformación por lo menos he sido concebida especialmente para la posteridad. Desde el momento en que ya no nos resignamos a registrar pura y sencillamente los dichos de nuestros testigos se impone un cuestionario.
Los textos aun los más claros en apariencia y los más complacientes, no hablan sino cuando se sabe interrogarlos. La diversidad de los testimonios históricos es casi infinita. Todo cuanto el hombre dice o escribe, todo cuanto fabrica, cuanto toca puede y debe informarnos acerca de él. Casi todo problema humano importante necesita el manejo de testimonios de tipos opuestos. III.
LA TRANSMISIÓN DE LOS TESTIMONIOS
Una de las tareas más difíciles con las que se enfrenta el historiador es la de reunir los documentos que cree necesitar. Así seguirá ocurriendo mientras las sociedades no organicen racionalmente, son su memoria, su conocimiento propio, renunciando a dejar este cuidado de sus propias tragedias. El explorador de lo actual y el de épocas lejanas manejan, cada uno a su manera, las herramientas de que disponen.
Comentarios
Hablar del pasado es impropio. Se debe de hablar del hombre en el pasado. Para hacer historia es necesario entender que es el tiempo histórico y el espacio histórico. Aparecen seis categorías conocidas como conceptos de segundo orden.