BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL MANUEL ÁVILA CAMACHO LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR QUINTO SEMESTRE CURSO: EDUCACIÓN HISTÓRICA EN DIVERSOS CONTEXTOS DOCENTE: MARTINA ALVARADO SÁNCHEZ ALUMNA: GABRIELA CELAYA DE LA TORRE
Introducción Desde 1917 el mundo se ha parado de cabeza, pero una sola cosa ha permanecido igual: los niños no saben historia. Y la historia convencional continúa. Quizá hemos pasado demasiado tiempo descubriendo lo que los estudiantes no saben, descuidando preguntas más útiles sobre el conocimiento histórico de la gente joven. Los adultos se reúnen para determinar que hechos deberían de saber los niños. Realizan un examen y cuando los resultados muestran que a los estudiantes les fue mal, ellos rara vez se preguntan en que habrían estado pensando los niños o como pueden haber interpretado los estudiantes las tareas. La estrategia de etiquetar, en vez de tratar de entender el conocimiento histórico de los estudiantes nos ha llevado a tener discusiones áridas sobre pedagogía. Según una explicación sencilla, los estudiantes sabrían más de historia si los maestros les enseñaran contenidos en vez de “habilidades”. Otros aspectos de discusión se enfocan en como periodizar el curso de la historia norteamericana o asignar una secuencia correcta a los temas en el currículo. Según Woodrow Wilson, la historia nos dota de un “poder mental invaluable que se llama juicio”. Pero el rol de la historia como herramienta para cambiar la manera en que pensamos, para promover la alfabetización no de nombres ni fechas sino de criterio, opinión y cautela, no recibe una publicidad importante en la esfera pública. Los exámenes de opción múltiple nos indican solamente que la burbuja correcta fue rellenada, pero no que procesos de pensamiento llevaron a esta decisión. El debate sobre qué historia enseñar dominada el debate y por lo tanto la pregunta más importante sobre por qué enseñar historia se perdió. ¿Por qué estudiar historia?