BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO” LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR PRIMER SEMESTRE MARGIL DE JESÚS ROMO RIVERA GABRIELA CELAYA DE LA TORRE RESEÑA Título: The Giver (libro 1: El dador de recuerdos. Autor: Lois Lowry Nació en Honolulu, Hawái, EE.UU. Estudió en la Universidad de Maine. Ha vivido en distintas partes de todo el mundo. Comenzó su carrera como fotógrafa y periodista independiente en la década de 1970. Su trabajo llamó la atención de Houghton Mifflin, que la animó a escribir su primer libro infantil. Su primera obra, A Summer to Die, fue publicada en 1977. Desde entonces ha escrito más de 30 libros para niños y ha publicado una autobiografía. Dos de sus libros han sido galardonados con el premio Newbery: ¿Quién cuenta las estrellas?, en 1990, y El dador, en 1993. Traducción: María Luisa Balseiro Editorial: Everest Año: 1993 Ambiente en el que se desarrolla: en una comunidad donde todo es blanco y negro. Es un lugar del futuro sin pasado, donde no existen los peligros, las guerras, el hambre, la desigualdad, pero tampoco existen las cosas hermosas, como los colores, la música, la individualidad, pero sobre todo la capacidad de elegir. Esta sociedad está totalmente regida por normas y existe una para cada situación. Reseña: Cuantas veces no hemos pedido un mundo igual para todos. La autora nos sumerge en una historia así. Una comunidad del futuro que se ha olvidado de las cosas malas que hay en el mundo. De la injusticia, la pobreza, el hambre, la inequidad. Pero todo esto implica también olvidar la alegría, los colores, la música, el significado de la familia y sobre todo, la capacidad de decidir. Es la historia de Jonás. Un joven que ha sido elegido para cambiar la vida de todos los habitantes de su comunidad, aunque el aún no lo sabe. Es Diciembre, y la comunidad se prepara para la ceremonia de los nuevos doce. Es una ceremonia extraña, en la cual el consejo de ansíanos asigna a cada niño que cumple 12 años su misión, es decir, la ocupación que desempeñara en la comunidad para toda su vida. Asimismo, es un punto de maduración par los niños menores, durante el cual les asignan por ejemplo una bicicleta, o agregan bolsitas a su pantalón. Todo perfectamente pensado para el bien de la comunidad. Gabriela Celaya de la Torre Reseña
Jonás era aún Once. Este año por fin sería asignada su misión. Para la mayoría de sus amigos parecía más que clara. Pero para el no. Era difícil de suponerla. Finalmente se llega el día de la ceremonia de los doce, Jonás tenía asignado el número 19 de la lista, sin embargo, justo cuando esperaba subir al escenario a recoger su misión, la presidenta de los Ancianos sigue con los siguientes y se olvida de él. Jonás y el público se llenan de inquietud e incomodidad hasta que al final la presidenta se disculpa y llama a Jonás. Jonás no había sido asignado, sino seleccionado para ser el nuevo Receptor de Memoria, labor que aunque era de gran honor, Jonás desconocía casi por completo. Poco después recibe las nuevas reglas de su misión, las cuales eran totalmente contrarias a lo que se le había impuesto durante toda su vida, pues se le daba permiso de mentir, de hacer preguntas no tan corteses y de incumplir algunas otras normas de la comunidad. Se encuentra confundido hasta que va a su primer día de formación. Es en un lugar retirado y privado, con el dador, un anciano imponente y el más importante de todos. Aquí es cuando el dador comienza a contarle más sobre cuál será su misión. Y le comienza a contar recuerdos, algo hasta entonces desconocido para Jonás. Hace una descripción sobre “bajar un monte de nieve en un trineo” pero Jonás no sabe que es un trineo, o un monte, o la nieve, así que el Dador decide mostrárselo. “Quítate la bata y recuéstate sobre la cama” le dice. A través de sus manos el Dador comienza a darle una nueva experiencia, a transmitir recuerdos. Jonás sabe lo que se siente y le gusta. Más no entiende porque el dador le dijo que sería doloroso. “Te mostrare” le dice, entonces pasa a Jonás un recuerdo de los rayos del sol, al principio se siente bien, pero de pronto se siente como una “quemadura”. A pesar de no conocerla se viene la palabra a la boca. De eso se trata la misión del receptor. La comunidad decidió deshacerse de todas las cosas del pasado, de los recuerdos. Sin embargo, algunas veces es necesario recordar las cosas, pero es inútil que todos las recuerden, porque los hacen sufrir. Para eso están los receptores de memoria, reciben recuerdos de generación en generación, poseen un don especial y pueden ayudar a su comunidad, recordando cosas que ninguna otra persona sabe. Ellos llevan la pesada carga de los malos recuerdos, aunque también conocen sensaciones que ninguno otro miembro de la comunidad. Así pasó el tiempo. Jonás seguía recibiendo recuerdos del Dador. Y no todos los recuerdos eran buenos como el paseo en trineo o en barco, o el hermoso recuerdo de la navidad con los ancianos a quienes llamaban abuelos, sino que también recibió terribles recuerdos, como en el que se encontró en una guerra y vio morir a un joven soldado y sufrió de hambre y frío, a ese tipo de dolor se refería el dador. Gabriela Celaya de la Torre Reseña
Así Jonás se da cuenta de los oscuros secretos de la comunidad: como abandonan a los ancianos en centros, privándolos de conocer a sus nietos y llevándolos a una liberación (muerte) demasiado pronto. Respecto a la liberación es un término que ellos usaban para no decir asesinato, era el máximo deshonor y se aplicaba a alguien que no acatara las normas (es decir, a alguien imperfecto) así como a algunos nacidos o a los ancianos al cumplir cierta edad. Para Jonás fue muy doloroso y decepcionante descubrir como su propio padre era el encargado de aplicar una inyección en la cabeza de algunos nacidos. Pero no se puede culpar a alguien que ni siquiera tiene sentimientos y que no sabe que lo que está haciendo está mal. Para él era muy extraño ser el único que veía colores (cosa que era una especie de don); que tenía sentimientos como amor hacia sus familiares y amigos. Sin embargo, era su deber como Receptor estar ahí para su comunidad. Durante el desarrollo de la historia, un día su padre, criador, llevo a un nacido a su casa como parte de su misión. Gabriel era el nombre del bebe, quien por alguna razón tenía los ojos claros, al igual que Jonás, cosa que era extraña entre los miembro de la comunidad. Una noche mientras el pequeño lloraba por no poder dormir, Jonás posando las manos sobre su espalda, paso al pequeño un recuerdo de un paseo relajante, lo cual hizo que el pequeño se durmiera. Jonás intento hacer lo mismo con otras personas, cosa que no funcionó en primera porque era mal visto tocar a las personas y además porque simplemente no todas las personas tenían ese don, el de poder recibir los recuerdos. Así duro mucho tiempo viviendo en un mundo totalmente diferente al suyo, recibiendo más recuerdos, algunos felices y pero demasiados desgarradores, hasta que una noche escucho a su padre decir que el pequeño Gaby sería liberado. Se sintió frustrado, triste y enojado, y fue como decidió escapar de su comunidad en busca del otro mundo que él sabía que existía, donde había colores, música, abuelos, sentimientos, navidad, entre otras cosas. Al momento en que Jonás huyera de la comunidad, todos los recuerdos regresarían a la misma, y causarían dolor a las personas, que posiblemente no sabrían cómo reaccionar. Esa noche tomo al recién nacido y huyo en su bicicleta, le pidió al Dador que se fuera con él, sin embargo, el no quiso pues decía que era su obligación quedarse para los problemas que pudieran ofrecerse. A Jonás le dolió mucho dejarlo, pero había que era su única opción. Pedaleo por día, con poca comida, y cuando no tenía más, pasaba recuerdos de manjares y de comida al pequeño. Es estaba consiente que lograría salir de ahí. Por las noches pedaleaba, mientras durante el día se escondía para no ser visto por los aviones de vigilancia a su alrededor. Gabriela Celaya de la Torre Reseña
Llego a un monte. La cima parecía estar muy lejos y no sabía que habría detrás. Pero ya no podía hacer otra cosa que seguir, y arrastrándose siguió subiendo. De repente, empezó a sentirse feliz. Empezó a recordar tiempos felices. Recordó a sus padres y a su hermana. Recordó a sus amigos Asher y Fiona. Recordó al Dador. De pronto le inundaron recuerdos de gozo. -Ya casi hemos llegado, Gabriel- susurró, sintiéndose muy seguro sin saber por qué-. Recuerdo este sitio, Gaby. Abrazó fuerte a Gabriel y lo frotó enérgicamente. Empleando sus últimas fuerza, halló el trineo que les estaba esperando en lo alto del monte. Sus manos insensibles buscaron la cuerda. Empezaron a bajar. Obligo a sus ojos a abrirse según seguían bajando sin parar y al instante vio luce, y entonces las reconoció. Bajaban y bajaban cada vez más deprisa. De pronto tuvo la certeza y la dicha de saber que allá abajo le estaban esperando, y que también estaban esperando al pequeño. Por primera vez oyó algo que supo que era música. Oyó cantar.
Gabriela Celaya de la Torre Reseña