Licenciatura en Educación Preescolar Cuarto semestre Docente: Psic. Ana María Frausto de la Torre Alumna: Gabriela Celaya de la Torre
AVANCES, LÍMITACIÓNES Y RETOS ACTUALES DE LA EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE EN MÉXICO Evaluación para el Aprendizaje BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO”
"AVANCES, LIMITACIONES Y RETOS ACTUALES DE LA EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE EN MÉXICO" ¿Qué hace de una evaluación, una buena evaluación? Considero que, para responder esta pregunta, primeramente es importante definir el concepto de evaluación. De acuerdo a Casanova (2011), la evaluación es un término de aparición reciente en el campo de la Pedagogía (pues los trabajos datan apenas del siglo pasado), interpretándola como sinónimo de medida durante un largo periodo de la historia pedagógica, aunque actualmente está variando su concepción en función de los avances que experimentan las ciencias humanas, las concepciones que se poseen en función de la formación de la persona y los modos que tiene de aprender; también se está empleando desde una óptica estrictamente educativa con la intención de aprovechar al máximo la evaluación para optimizar los procesos educativos. La define “como proceso de recogida de la información, rigurosa y sistemática, para obtener datos fiables y válidos acerca de una situación con objeto de emitir un juicio de valor relativo a la misma, determinar la satisfacción de sus resultados y tomar las decisiones oportunas con objeto de reforzar lo positivo o mejorar las disfunciones producidas”, Es un proceso que exige poner a prueba un conjunto de habilidades de observación e interpretación por parte del docente. El ideal, es que el docente este constantemente aplicando instrumentos que le permitan obtener resultados acerca del desempeño, dificultades, avances y logros tanto de sus alumnos como de él mismo. Sin embargo, el escuchar la palabra evaluación, para la mayoría de nosotros, evoca malos recuerdos. En realidad, muchas veces es utilizada como sinónimo de examen o test, que es una de las máximas expresiones de miedo, estrés, impotencias, somnolencia, etc., en los estudiantes de cualquier nivel escolar, y en la mayoría de las ocasiones se utiliza solamente como una forma de control para el alumnado, ya que como nos menciona Santos Guerra “la evaluación ha sido un instrumento de control, de amenaza e, incluso, de venganza, respecto a algunos alumnos que se han permitido ejercitar el derecho a la crítica, a la discrepancia o al indisciplina”. Aquí surge una pregunta importante, actualmente en nuestro país ¿la evaluación se está utilizando con fines realmente educativos? Considero, que a pesar de los importantes avances que se han tenido en cuanto al concepto de evaluación, como la evaluación de diversos aspectos (habilidades, destrezas, valores) en lugar de solo evaluar conocimiento, aún hace falta demasiado trabajo al respecto.
Primeramente, sigue existiendo un desfase entre las evaluaciones y los contextos. Sobre todo en las evaluaciones estandarizadas a nivel nacional, que son aplicadas en todo México sin hacer diferencias en la cultura, región, etc., que puedan afectar dichos resultados. Bertalanffy (1976, 1978) plantea la necesidad de tener en cuenta un contexto amplio cuando se pretende comprender la realidad de un sistema actuante. Pretender dar significado a la actuación de un alumno desde la óptica y el código del evaluador, prescindiendo de las claves de interpretación del contexto, es vaciar de contenido la realidad (Oates, 1975) No podemos pretender que un niño que estudia en un medio urbano y otro que estudia en un medio rural tengan los mismo conocimientos. Y no porque no tengan las mismas capacidades, sino, simplemente, porque se desenvuelven en contextos totalmente diferentes y tienen, también, necesidades totalmente diferentes. En México, el acuerdo número 648 por el que se establecen normas generales para la evaluación, acreditación, promoción y certificación en la educación básica decretado el 17 de agosto de 2012, la Ley General de Educación establece en su artículo 50 que “la evaluación de los educandos comprenderá la medición en lo individual de los conocimientos, las habilidades, las destrezas y, en general, del logro de los propósitos establecidos en los planes y programas de estudio, y que las instituciones deberán informar periódicamente a los educandos y, en su caso, a los padres de familia o tutores, los resultados de las evaluaciones parciales y finales, así como, de haberlas, aquellas observaciones sobre el desempeño académico de los propios educandos que permitan lograr mejores aprovechamientos.” Ahora bien, sabemos que el principal indicador del nivel educativo adquirido, casi en la totalidad de los países desarrollados y en vías de desarrollo, ha sido, sigue y probablemente seguirán siendo, las calificaciones escolares, no importando el cómo, a qué precio, con qué ritmo, con qué medios, con cuántos esfuerzos, a qué costa, para qué fines se han conseguido las mismas. La pretensión de atribuir números a realidades complejas es un fenómeno cargado de trampas en el área de la educación. (Santos Guerra, 1988) El peligro de la evaluación cuantitativa no es solamente la imprecisión, sino la apariencia de rigor. “la asignación de números de una manera mecánica, como es común en los procedimientos cuantitativos, no garantiza la objetividad” (Cook, 1986).
El problema estriba en que la luz cegadora de esa claridad no deja ver cuestiones más importantes: ¿cómo aprende el alumno?; ¿Cómo relaciona lo aprendido? ¿Cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados? ¿Para qué le sirve lo aprendido? ¿Ha disfrutado aprendiendo? ¿Estudiaría esas cosas por su cuenta? ¿Tiene ganas de aprender cuando terminan las pruebas? (Santos Guerra, 1988). La evaluación es un proceso constante dentro de las aulas y es necesario hacer buen manejo de ésta. En muchas ocasiones se realiza de manera tan rutinaria que se olvida la necesidad de no dejarlo sólo en una calificación, sino interpretar los resultados obtenidos, con la finalidad de mejorar el proceso de enseñanza y de aprendizaje, traduciéndolo en la mejora del aprovechamiento escolar. Desafortunadamente, muchas veces la evaluación solamente se utiliza para categorizar, excluir y valorar, no para encontrar soluciones a las problemáticas encontradas. La evaluación debe de entenderse como un momento propicio para la intervención. Un momento en el cual, a partir de las deficiencias en el alumnado, el profesor planea una intervención más oportuna, más rica y sobre todo prudente, basada en lo que los alumnos realmente necesitan. Para esto, es necesario que cada vez que se utiliza un instrumento o una técnica de evaluación, no se haga por mero requisito, más bien, que sirva para valorar el nivel de logro obtenido y recordar que el error es útil para regular el aprendizaje y para buscar nuevas estrategias de mejora. Los cuestionarios, escalas de estimación, listas de control, plantean el interrogante de la triple adecuación realidad-percepción, percepción-interpretación, interpretaciónexpresión. Ese modo de evaluar hace difícil la comprensión de la realidad, su interpretación y, obviamente, las posibilidades de efectuar mejoras que solucionen los problemas o potencien los aciertos. Un instrumento de valoración objetivo no puede estar más cargado de subjetividad/arbitrariedad (Santos Guerra, 1988). No existe mayor arbitrariedad que la de querer medir de la misma forma a personas que son radicalmente diferentes. Los alumnos estudian para pasar pruebas, no para aprender, y mucho menos, para utilizar lo que se aprende en la vida cotidiana. Entonces, el reto de la evaluación es nuestro país, es que esta sea una evaluación realmente formativa, en la cual no solamente se evalué al alumno, sino todos los componentes que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como los docentes y el sistema educativo. Una evaluación que se realice con instrumentos oportunos, los cuales nos brinden resultados confiables mediante los cuales se puedan realizar intervenciones oportunas y objetivas, que ayuden al alumno y no lo tachen, excluyan o marquen con un simple número. Una evaluación que no se realice solamente para dar una
calificación y que no sea un medio para desarrollar la competencia entre los alumnos, sino para hacer alumnos competentes en diversos aspectos de la vida cotidiana. Una evaluación que no sea utilizada solamente como un medio de control, un medio para disciplinar, sino una evaluación en la cual se busque la mejora de las capacidades, una evaluación ética, acorde a las necesidades del país, siendo también una evaluación contextualizada, y creo que todo esto, puede llevarnos a lograr que una evaluación no sea solo eso, sino que se realmente una buena evaluación.
Bibliografía CASANOVA, María Antonia. La evaluación de las competencias básicas. La Muralla. Madrid, 2012. SANTOS GUERRA, Miguel Ángel. Patología general de la evaluación educativa. Infancia y Aprendizaje, 1988. Málaga, España. BERTALANFFY, Ludwig von (1972): Perspectivas en la teoría general de sistemas. En G. J. KLIR (Ed.): Tendencias en la teoría general de sistemas. Madrid: Alianza Universidad, 1978. OATES, J. People in cities: An ecologial Approach. Open University Press. 1975 COOK. T.D. Y REICHARDT. Métodos cualitativos y cuantitativos en investigación educativa. Madrid, Morata. 1986