Tercer eslabón - N° 754

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Texto lic. LEANDRO FERNÁNDEZ diseño dg Alejandro striebeck

El tercer

ESLABÓN

La guerra de Malvinas requirió de un enorme trabajo logístico. Los buques de la Armada estaban abocados a las operaciones de combate. Fueron La Marina Mercante y la Prefectura Naval Argentina quienes apoyaron ese rol.

S

un Tzu, quizás el primer gran estratega militar, explicó en el libro “El arte de la guerra” que ésta se desarrolla sobre tres variables: la estrategia, la táctica y la logística. Qué hacer, cómo y con qué. Casi 500 años aC, él le otorgaba un valor superlativo al planeamiento, la capacidad de adaptación durante las batallas y la provisión constante de los ejércitos para alcanzar una victoria completa. Durante la guerra de Malvinas, con el qué hacer ya claro y en pleno desarrollo del cómo, traducido en acciones de combate de las Fuerzas Armadas por aire, tierra y mar para defender hasta la última piedra de las islas, se desarrollaba en forma silenciosa el trabajo logístico, ese tercer eslabón sin el cual la cadena se corta. Fueron buques de la Marina Mercante y la Prefectura Naval Argentina quienes llevaron a cabo acciones tan arriesgadas como efectivas. La sangre de sus hombres se derramó con el mismo coraje, con el mismo sacrificio, con el mismo amor por la propia tierra… Sangre que continúa regando la memoria de los hombres.

Asumir la misión, cambiar de carga Cuando el 2 de abril la Nación hizo el llamado en grito de guerra, todo barco que flotaba se alistó para cumplir su juramento.

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Internacionalmente está establecido que las Marinas Mercantes se ponen a disposición de los gobiernos para lo que sea necesario en caso de un conflicto, pero lo particular de la Marina Mercante argentina fue que nadie quiso ser desembarcado entonces. Y es que hay decisiones que marcan a un hombre para toda su vida, que ponen a prueba su determinación, su coraje, su fe. La mismísima solidez de sus valores; y esas decisiones, por difíciles e importantes, son las que moldean la arcilla del propio ser. Podríamos llamarlo destino, azar o simplemente coincidencia, lo cierto es que Fernando Morales amaneció el 2 de abril con el abrazo de su mamá, un “feliz cumpleaños hijo” y otro emocionado “recuperamos las Malvinas”. Después sonó el teléfono y lo que escuchó del otro lado lo posicionó en la encrucijada de una decisión. Colgó y sin terminar de cumplir 23 años decidió poner a prueba la solidez de sus valores y de su corazón. Se embarcó en el “Río Cincel” y dos días después zarparon hacia las islas. Como él, otros 650 marinos mercantes embarcaron bajo órdenes del Comando de Operaciones Navales de la Armada


Argentina. Su misión incluiría el abastecimiento a las islas y a la Flota de Mar en operaciones; el transporte de materiales, provisiones y municiones; el traslado de personal y, en algunos casos, tareas de inteligencia fuera de la zona de exclusión. Hoy, esperando el 2 de abril para cumplir 53, Morales, aquel segundo oficial del “Río Cincel” convertido en maquinista naval superior, asegura que “durante el conflicto fuimos un solo equipo. Funcionaron las claves, los códigos, la cooperación; los mercantes, soldados, pilotos y el componente naval fuimos como una sola unidad”. Y es que cada marino mercante tenía plena consciencia de la importancia de ser ese tercer eslabón logístico. Sabían que no llegar con sus cargas comprometía seriamente las acciones militares. No llegar nunca fue una opción.

Logística e inteligencia Alrededor de cincuenta buques mercantes desempeñaron acciones durante la guerra. De ellos, sólo trece las desarrollaron dentro del Teatro de Operaciones y por eso sus tripulaciones son reconocidas como veteranos de guerra. Allí debieron operar con la mayor celeridad, certeza y profesionalismo. De la rapidez en las maniobras dependían vidas. Incluso las propias. El buque tanque “Puerto Rosales” al mando del capitán de Ultramar Radamés Luppi fue designado para apoyar el Grupo de Tareas GT 79.3 encabezado por el crucero ARA “General Belgrano” y el 1º de mayo lo abasteció al Norte de la Isla de los Estados, pasándole 390 toneladas de fuel oil. Existe evidencia documental de que ambas naves estuvieron enfocadas por el periscopio del submarino HMS “Conqueror”, pero la decisión se demoró un día y por eso el “Puerto Rosales” escapó del trágico destino del crucero.

cañón aéreo de 30 mm, que causó daños en su superestructura y obra viva, fueron tres pasadas de ametralladora pero nadie murió. Afortunadamente. Sin embargo el buque debió ser abandonado. Los tripulantes fueron rescatados por el alijador “Forrest” y llevados a la bahía Zorro, después fueron evacuados al continente. Las tareas de inteligencia y espionaje fueron también cruciales y abarcaron todo el Océano Atlántico, desde el Canal de la Mancha y Gibraltar hasta la latitud del Río de la Plata. Y fue justamente el mercante “Río de la Plata”, al mando del capitán Isaac Benchetrit, el que sorprendió a la Fuerza de Tareas británica en plena etapa de concentración y logró enviar las primeras informaciones precisas sobre la misma. Ya al sur del paralelo del cabo San Antonio fueron los pesqueros quienes continuaron con el espionaje. Particularmente efectivo fue el “Narwal”, al mando del capitán de Ultramar Néstor Fabiano. El 29 de abril descubrió al grueso de la flota inglesa en operaciones de reabastecimiento en altamar fuera de la zona de exclusión. Fue ahuyentado pero prosiguió sigilosamente el rastreo del enemigo en su ruta al Sur. Su informe fue crucial para planificar el plan de ataque del Grupo de Tareas 79.1 (portaviones ARA “25 de Mayo”). El 9 de mayo, el “Narwal” fue redescubierto por dos aviones Harrier y atacado con bombas y fuego de cañón, que causó varios heridos y la muerte del contramaestre Omar Rupp, primer marino mercante caído en la guerra. El barco se hundió y sus tripulantes fueron tomados prisioneros.

No corrió la misma suerte el transporte “Isla de los Estados”, que fue un pilar en el abastecimiento interpuertos del archipiélago. Además realizó parte del minado de las aguas frente a Puerto Argentino. El 10 de mayo, con condiciones severas de clima, el “Isla de los Estados” al mando del capitán de Ultramar Tulio Panigadi salió en busca del mercante “Río Carcarañá” que, entre otras cosas, transportaba una cohetera CITEFA de última generación. El encuentro fue en cercanías del Estrecho de San Carlos y el trabajo de traspaso bajo tormenta es hoy un ejemplo de sacrificio, ingenio y pericia marinera.

mercantes | El “Isla de los Estados” (arriba) y el “Río Carcarañá”, dos buques de destacada actuación en Malvinas. El primero fue hundido con casi toda su tripulación. El segundo tuvo que ser abandonado después de varios ataques.

Esa misma noche el “Isla de los Estados” intentó ser invisible para entregar rápido su carga –el tiempo en la guerra es valiosísimo--. Sin embargo la alarma sonó cuando apareció la silueta de la fragata HMS “Alacrity”. Un desesperado intento de evasión que no alcanzó y el buque fue hundido junto con su tripulación. Quince hombres perecieron, entre ellos el marinero Jorge Eduardo López de la Prefectura Naval Argentina. Dos sobrevivieron. El “Río Carcarañá”, que para llegar a las islas burló el bloqueo de los submarinos nucleares “Splendid” y “Spartan”, seis días después sufrió el ataque de un Sea Harrier, con poder de fuego de un

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patrulla | Uno de los guardacostas de la Prefectura Naval Argentina efectuando operaciones de patrullaje y control en aguas malvinenses. Para la guerra cambiaron su color blanco por camuflaje acorde a la zona.

Los tripulantes dispararon con todo lo que tenían, incluso se posicionaron en lugares descubiertos del barco para tener mejor visión de tiro. Osvaldo asegura que “creíamos al principio que era un helicóptero de exploración, pero con el tiempo supimos que pertenecía a la fragata ‘Alacrity’. Durante el combate pudimos realizarle varias perforaciones y lo vimos alejarse con mucho humo rumbo Sudeste. Ahí fue herido el cabo segundo maquinista Antonio Grigolatto después de agotar la munición”. Las acciones prosiguieron, cada vez más duras en los distintos frentes. La Prefectura continuó sus tareas de patrullaje y apoyo logístico, al tiempo que dos de sus aviones Short Skyvan efectuaban apoyo a la navegación en las islas. Uno de ellos se averió en operaciones y el otro fue destruido en tierra por un grupo comando inglés en la isla Pebble. También un helicóptero “Puma”. Otros dos aviones y dos helicópteros de similares características operaban desde el continente en apoyo a acciones de navegación y operaciones de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval. Entre las unidades aéreas destacadas en las islas y las que operaban desde el continente, la Prefectura Naval Argentina cumplimentó 347 misiones.

La Prefectura La Prefectura Naval Argentina también formó parte de la guerra de Malvinas. Su misión fue de apoyo logístico, patrullaje en la bahía interior de Puerto Argentino y en la bahía exterior Puerto Groussac, practicajes en la zona minada y búsqueda y rescate en el mar. Sus dos buques guardacostas, el GC82 “Islas Malvinas” y el GC83 “Río Iguazú” fueron las únicas unidades navales artilladas abocadas a las islas. Ambos entraron en combate y a pesar de que el armamento era muy inferior al del enemigo (ametralladoras Browning 12,7 mm y armas livianas de una Fuerza de Seguridad) sólo sufrió una baja. Osvaldo Aguirre era oficial principal del “Islas Malvinas”. Llegó al archipiélago un martes 13 de abril, tras 1.100 km de travesía. Hoy es prefecto mayor VGM de la Prefectura y recuerda con detalle el bautismo de fuego de su guardacostas. Eran horas de la tarde del 1º de mayo y estaban fondeados en bahía de la Anunciación, luego de un intenso patrullaje nocturno. Sobre el horizonte, precedido por el ruido de sus hélices, un helicóptero Sea Linx avanzó hacia el barco. El fondo rocoso impedía levar el ancla restando movilidad al guardacostas, lo que se tradujo en una merma de la capacidad de defensa. “Hay que destacar la acción del ayudante de tercera Marcelino Blatter quien al ver que no se podía levar el ancla corrió por la cubierta de proa desde donde venía el ataque, portando como única arma una sierra de mano con la que pudo cortar la gruesa cadena en un esfuerzo titánico, recuperando la maniobrabilidad de la nave que al aumentar su capacidad de defensa motivó la retirada de la aeronave enemiga”.

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El 22 de mayo llegó el bautismo de fuego del “Río Iguazú”. Mientras trasladaba personal y material del Ejército Argentino a Puerto Darwin recibió fuego de dos Sea Harrier, a los que repelieron con ametrallamiento de sus Browning 12,7mm derribando a uno de ellos. En esas acciones se produjo la única baja a bordo de todo el conflicto: el cabo segundo Julio Omar Benítez, quien operaba la ametralladora. Las averías sufridas en el casco producían una grave entrada de agua, por lo que el buque fue dirigido a una isla a 13 millas al Este de Puerto Darwin, disponiéndose su abandono. Hombres y carga fueron evacuados a ese puerto por helicópteros de la Fuerza Aérea, por lo que el aprovisionamiento de armas fue cumplido. Su destino sería la sangrienta batalla de Pradera del Ganso. Al finalizar el conflicto, nuestra Prefectura Naval contó con dos caídos: Benítez defendiendo al “Río Iguazú” y López a bordo del “Isla de los Estados”, hundido en plena operación logística.

La dignidad del vencido Logística y táctica para alcanzar la estrategia. Asegurar el “con qué” para que el “cómo” logre el “qué”. El mandato de Sun Tsu se puso en práctica en este conflicto y tanto la Prefectura Naval Argentina como la Marina Mercante asumieron con determinación guerrera el rol que les tocó desempeñar en la guerra de Malvinas. También ambos debieron combatir. Ambos sufrieron bajas. Hoy todos los hombres que respondieron el llamado en grito de guerra de aquel 2 de abril de 1982, todos los que pusieron a prueba la solidez de sus valores al tomar la decisión de defender la propia tierra sin necesitar más motivos que el amor a la Patria son nuestros veteranos. Empuñando un fusil, piloteando una aeronave o burlando el bloqueo enemigo para abastecer de lo necesario. Todos cumplieron con su deber de hombres, de argentinos. Todos son igualmente merecedores de nuestro homenaje permanente.


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