Texto lic. LEANDRO FERNÁNDEZ diseño dg Alejandro striebeck
El tercer
ESLABÓN
La guerra de Malvinas requirió de un enorme trabajo logístico. Los buques de la Armada estaban abocados a las operaciones de combate. Fueron La Marina Mercante y la Prefectura Naval Argentina quienes apoyaron ese rol.
S
un Tzu, quizás el primer gran estratega militar, explicó en el libro “El arte de la guerra” que ésta se desarrolla sobre tres variables: la estrategia, la táctica y la logística. Qué hacer, cómo y con qué. Casi 500 años aC, él le otorgaba un valor superlativo al planeamiento, la capacidad de adaptación durante las batallas y la provisión constante de los ejércitos para alcanzar una victoria completa. Durante la guerra de Malvinas, con el qué hacer ya claro y en pleno desarrollo del cómo, traducido en acciones de combate de las Fuerzas Armadas por aire, tierra y mar para defender hasta la última piedra de las islas, se desarrollaba en forma silenciosa el trabajo logístico, ese tercer eslabón sin el cual la cadena se corta. Fueron buques de la Marina Mercante y la Prefectura Naval Argentina quienes llevaron a cabo acciones tan arriesgadas como efectivas. La sangre de sus hombres se derramó con el mismo coraje, con el mismo sacrificio, con el mismo amor por la propia tierra… Sangre que continúa regando la memoria de los hombres.
Asumir la misión, cambiar de carga Cuando el 2 de abril la Nación hizo el llamado en grito de guerra, todo barco que flotaba se alistó para cumplir su juramento.
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Internacionalmente está establecido que las Marinas Mercantes se ponen a disposición de los gobiernos para lo que sea necesario en caso de un conflicto, pero lo particular de la Marina Mercante argentina fue que nadie quiso ser desembarcado entonces. Y es que hay decisiones que marcan a un hombre para toda su vida, que ponen a prueba su determinación, su coraje, su fe. La mismísima solidez de sus valores; y esas decisiones, por difíciles e importantes, son las que moldean la arcilla del propio ser. Podríamos llamarlo destino, azar o simplemente coincidencia, lo cierto es que Fernando Morales amaneció el 2 de abril con el abrazo de su mamá, un “feliz cumpleaños hijo” y otro emocionado “recuperamos las Malvinas”. Después sonó el teléfono y lo que escuchó del otro lado lo posicionó en la encrucijada de una decisión. Colgó y sin terminar de cumplir 23 años decidió poner a prueba la solidez de sus valores y de su corazón. Se embarcó en el “Río Cincel” y dos días después zarparon hacia las islas. Como él, otros 650 marinos mercantes embarcaron bajo órdenes del Comando de Operaciones Navales de la Armada