Publicación de la ARMADA ARGENTINA
N° 754 Abril - Junio 2012 - Edición trimestral
N° 754 Abril - Junio 2012 Puerto Belgrano Buenos Aires Argentina
especial 30 años malvinas
La batalla - Valientes - No los veran llegar - ¡Víva el Belgrano! - El tercer eslabón - Días de guerra - Noteros
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Texto lic. María Jimena López Montes diseño dg Mauricio Rossello foto apertura El valle de Moody Brook y el monte felton Stream fueron testigos de la intensa batalla librada por los hombres del BIM5 y tres grupos de artillería del Ejército Argentino. La foto es testimonio de su bravura y coraje. No hubo otra medida para sus acto
VALIENTES
El BIM5 en Malvinas. Un batallón que soportó durante más de 40 días el fuego enemigo defendiendo las islas hasta agotar completamente su munición, aun cuando había llegado la orden de rendición.
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as palabras, como los hombres, nacen y mueren con el tiempo; también pueden cambiar su significado a lo largo de su vida. Por eso los diccionarios nunca están terminados, son una obra viva donde los pueblos y comunidades registran las palabras que van creando porque las necesitan. En 1982, con la guerra de Malvinas, muchas palabas y conceptos se resignificaron; nuevos conceptos se asociaron a viejos signos. Veterano es un ejemplo de una palabra que irrumpió con fuerza y alcanzó nuevas connotaciones para los argentinos que apenas se usaba desde la guerra del Chaco, a principios del siglo XX.
Otras mutaciones son más raras; BIM5 no es una palabra sino tan solo un acrónimo que era conocido en el especializadísimo lenguaje castrense y que significa Batallón de Infantería de Marina N°5. Pero hoy el buscador Google arroja medio millón de resultados ante su consulta en apenas una fracción de segundo, todas asociadas a ese puñado de jóvenes que hace treinta años defendieron con valentía unas alturas en Malvinas. Fue ese coraje lo que llenó de contenido a la palabra.
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Malvinas El Batallón de Infantería de Marina N°5, con asiento en Río Grande (Tierra del Fuego), emprendió su viaje a Malvinas el 8 de abril de 1982, bajo las órdenes del entonces capitán de fragata Carlos Robacio. Tuvo bajo su comando a 800 combatientes del BIM5 –entre personal de cuadro y conscriptos– y a 200 hombres pertenecientes a dos compañías adscriptas correspondientes a los Regimientos de Infantería Nº3 y Nº7 del Ejército Argentino. Este batallón combatió en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y William contra los llamados gurkhas y dos batallones de paracaidistas británicos. Cuando el comandante del BIM5 recibió la orden de desplazarse con su unidad hacia Malvinas, ordenó una formación general en la plaza de armas del batallón, donde dirigió unas palabras a sus subordinados. En ese momento ya se había concretado la Operación Rosario donde otro Batallón emblemático, el BIM2, había capturado las islas en una operación anfibia e incruenta de ejecución impecable. “Quiero dejar bien aclarado que vamos a pelear, con todo lo que ello significa –dijo en tono enérgico–. Vamos a pelear y lo vamos a hacer bien, como lo hemos practicado una y mil veces aquí. Nadie está obligado a ir. Quien no desee formar parte del Batallón que lo diga ahora mismo. Después será tarde.” Nadie se movió. El silencio lo dijo todo. Ninguno quiso quedarse en el continente. El 8 de abril el batallón comenzó con el despliegue a Puerto Argentino en aviones de la Fuerza Aérea. Fueron varios vuelos. “El 1º de abril había regresado con mi sección del puesto de Vigilancia y Control de Tráfico Marítimo sobre el Estrecho de Magallanes en Hito I. El batallón estaba en campaña en una estancia en Cabo Peña. Mi compañía estaba ya en Río Grande abocada al orden del material cuando llega la información a la Central de Comunicaciones de que se había realizado el desembarco en Malvinas con la Operación Rosario. Se armó todo un revuelo. Se terminó con las ac-
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tividades que estábamos realizando y corrimos a ponernos frente a una televisión o radio para ver qué estaba sucediendo. Queríamos saber qué unidades estaban desplegadas y qué camaradas estarían participando”, relata el suboficial mayor (RE) VGM Eduardo Orlando Fochesatto quien era suboficial segundo durante el conflicto del Atlántico Sur. Fochesatto tenía 36 años y era jefe de la Sección de Exploración del BIM5. No había sido destacado a la isla porque su cargo lo requería en el Batallón. “Yo no tenía que ir a Malvinas. Nos dejaron para hacer el traslado de víveres. Pero yo quería ir y así fue como dos días después del traslado del batallón, me fui como polizón. Los aviones salían uno tras otro y en el último vuelo me fui junto a 27 hombres, entre ellos el suboficial Justo Saturnino Castillo muerto en combate. Sabía que tenía que estar con mi batallón’’. En Malvinas el BIM5 se desplegó a la zona de Sapper Hill, William, Tumbledown y Longdon, al Oeste de la isla. “Una vez allí me mandaron a presentarme a la Compañía Nácar en Tumbledown. El día era muy corto para esa época. Empezamos a caminar. Llegó la noche, nos envolvía la niebla, llovizna, el viento soplaba cada vez más fuerte. Caminábamos en el turbal, mojados. Sentíamos la desolación absoluta”, recuerda el suboficial Fochesatto, quien hace un paréntesis en el relato y nos cuenta que en ese momento tenía una hija de sólo 4 meses y que se fue sin despedirse, “si esta noche no vuelvo, sepan que me fui a Malvinas”, esas fueron sus últimas palabras antes de salir de su casa. El BIM5 no tuvo que esperar mucho para el bautismo de fuego. “El 1º de mayo sucedió el primer ataque británico y en ese momento el capitán Robacio utilizó el sistema de radio y dijo ‘la guerra ha llegado. El enemigo está presente. Les deseo suerte a todos’. Esa noche el batallón tuvo su primer muerto”, recuerda el suboficial mayor VGM Carlos Sini, que en aquel entonces era cabo segundo. Ahora, cumple funciones en el Comando de la Fuerza de Infantería de Marina Austral.
Despliegue | El comandante del BIM5 en Malvinas, capitán de fragata Carlos Robacio, imparte directivas a los jefes de compañía en el Puesto de Comando. (izquierda) Arenga | En Tumbledown las compañías reciben instrucciones para el combate. (derecha) Comunicaciones | Desde un puesto de comando del BIM5 se trasmite información. En el terreno mantenerse comunicado es vital para el desarrollo de las operaciones. (abajo)
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Instrucci贸n | Previo al despliegue a Malvinas dos infantes de Marina se adiestran en tiro de mortero 81 en la Isla Grande de Tierra del Fuego. (izquierda)
Tiro | Soldados del BIM5 en Malvinas en posici贸n de pr谩ctica de tiro antes del combate brit谩nico en las colinas de Tumbledown. (derecha) trinchera | Un apuntador de MAG y su asistente esperan la orden para abrir fuego. (abajo 1) Heridos | Los suboficiales Quiroga y Palavecino, enfermeros del BIM5 atienden un soldado en Malvinas. (abajo 2)
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El combate Las acciones de combate comienzan con el bombardeo a la zona del aeropuerto y casi inmediatamente se inicia el asedio de fuego naval y los fuegos de la artillería terrestre sobre las posiciones del BIM5. “Antes de llegar a la batalla final soportaría un asedio de casi 44 días”, relató el comandante, en ese entonces capitán de fragata Carlos Hugo Robacio. Fueron atacados diariamente, día y noche. Contra el bombardeo naval inglés no había cómo defenderse. Sólo meterse en los pozos y resistir tratando de mantenerse en forma para cuando llegara la batalla final que ya se anticipaba. Tras esto comenzó otra forma de ataque: la artillería terrestre. “Llegó el 1º de mayo, fría y húmeda mañana isleña, y el enemigo empezó un bombardeo aéreo con aviones Vulcan y por la tarde el primer cañoneo naval sobre posiciones de nuestro batallón cobrándose la primera baja. Encomendamos nuestras almas a Dios y a la Virgen Santísima”, relata el suboficial Fochesatto. “Nuestra primera línea de combate estaba en Tumbledown. Recuerdo el continúo bombardeo naval y aéreo de esos días. Era impresionante pero estábamos preparados debido al alto nivel de instrucción que habíamos adquirido en Río Grande”, cuenta Héctor Horacio Chávez quien fue a Malvinas como conscripto del BIM5 y también formó parte de la Compañía Nácar. Llegó a la isla en el último vuelo, era uno de los 27 que viajó con Fochesatto. “Éramos del grupo de los rebeldes del batallón. No acatábamos mucho las órdenes. Pero cuando hubo que pelear, peleamos”, expresa Chávez, mientras recuerda su abandono de guardia en el batallón en época de paz.
“Estábamos ambientados a la isla y al sonar de los tiros. Sabíamos hacer nuestros pozos. Estábamos curtidos. Éramos un grupo muy particular. Muy aguerridos. El capitán Robacio nos había forjado”, destaca una y otra vez Chávez, quien hacía un año que estaba en el batallón. Había dejado su Chaco para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. Hijo de familia numerosa siente orgullo de haber peleado. Hoy es presidente del Centro de Veteranos de Guerra en Río Grande, ciudad que lo adoptó. “Desde que llegamos a la posición veíamos los buques ingleses desde el terreno y sentíamos el sonar de los cañones constantemente. El ataque era de noche. Nos tiraron durante muchos días”, recuerda. “Luego sucedió el avance terrestre. Las fuerzas británicas se acercaron a las islas el 20 de mayo. La niebla favoreció su ocultamiento. La primera oleada se puso en marcha”. Tras varios días de pelea sobre los regimientos del Ejército, el dispositivo defensivo mantenía aún en primera línea al BIM5 reforzado. En las alturas del Oeste, ahora en manos inglesas, la brigada de Royal Marines se había apoderado de los montes Harriet y Dos Hermanas. “Ellos tenían una clara superioridad numérica, de no menos de 3 a 1 y en algunos casos fue muchísimo más elevada. Quienes ya habían atacado eran sobrepasados y se continuaba el ataque con tropas de refresco (una oportunidad que no tuvo nuestro sistema, totalmente estático), como así también el empleo de sus abundantes y profusas comunicaciones radioeléctricas y el uso de señales pirotécnicas, en un claro contraste con nuestras fuerzas terrestres”, puntualizó en unos de sus relatos el capitán Robacio. Pese a eso el BIM5 resistió hasta el final.
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Defensa | En Malvinas parte de las compañías tiraron con ametralladoras 12,7 mm en apoyo de defensa terrestre.
Ataque final El 12 de junio las fuerzas británicas penetraron las defensas argentinas, luego de arduos combates y ráfagas de artillería. Los británicos lograron tomar Monte Longdon y alrededores. “Ese día empieza a nevar y no para. Estaba todo blanco. No recuerdo sentir frío. Sólo sé que atacaron con todo lo que tenían. Y nosotros peleamos hasta lo último”, remarca Chávez. Antes del amanecer del día siguiente se produjo la consolidación de las conquistas británicas sobre Longdon, Harriet y Dos Hermanas con un abrumador apoyo artillero. El sector de Monte William, Monte Tumbledown y Wireless Ridge pasaron a ser primera línea y fueron fuertemente hostigados por fuego terrestre y aéreo. El BIM5 se hallaba frente a las unidades terrestres británicas. La Artillería propia apoyaba el combate y retirada de los regimientos del Ejército Argentino. “La noche del 13 al 14 de junio nos tocó bailar con la más fea. El día anterior se había tomado Dos Hermanas, Harriet y Longdon”, relata Fochesatto. Fueron cruentos combates donde en algunos casos, como ocurrió con la Sección del teniente Vásquez, se llegó a la pelea cuerpo a cuerpo y donde el coraje fue la única medida de todas
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las cosas; nadie retrocedía, ninguno se rendía, todos decidieron seguir peleando para defender ese pedazo de Patria lejana. “Con esa certeza y viendo cómo eran los movimientos sabíamos que al día siguiente se reorganizarían para continuar con el ataque. La noche siguiente seria la nuestra. El día 13 la artillería inglesa reforzó su tiro sobre nuestras posiciones. Fue insoportable. Un cañoneo constante y a la noche nos atacó un batallón escocés y otro de gurkhas. Los galeses habían atacado a la Compañía “Obra”. En esos ataques sucesivos muere el suboficial Castillo. Yo fui tomado prisionero”, finaliza de narrar el veterano. El comandante del Batallón ordenó el repliegue y reunión de todo el batallón sobre Monte Sapper Hill; y desde ahí, se ordenó la marcha hacia la ciudad. En el momento de replegarse a Puerto Argentino los ingleses lanzaron otro ataque sobre Monte Sapper Hill, con tropa embarcada en helicópteros. La tercera sección de la Compañía de Tiradores “Mar” rechazó el ataque y posibilitó de esa manera la ejecución del movimiento que había ordenado el comandante. Mientras, el guardiamarina Alejandro Koch y sus hombres –sin saber que las hostilidades habían finalizado– se enfrentaban a los británicos en
Combate | En la colina de Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams el BIM5 combatió contra los gurkhas y dos batallones de paracaidistas británicos durante 40 días. El adiestramiento fue una de las claves del buen desempeño del BIM5 en Malvinas.
Sapper Hill causando un alto número de bajas, los infantes del BIM5 que había reunido el capitán Robacio destruyeron el equipo pesado y se prepararon para el repliegue. Todos los hombres formaron en dos columnas. El comandante Robacio se ubicó al frente. Con el fusil al pecho y a paso de marcha iniciaron el recorrido final, la entrada a Puerto Argentino. Aún quedaba la etapa de ser prisioneros.
El símbolo “Siempre repito lo mismo. No fuimos los mejores ni los peores; fuimos los elegidos para ir a Malvinas. Nuestro diferencial estuvo en que estábamos aclimatados y adiestrados. Eso es lo que primó allá. También el espíritu de unidad. Nuestra premisa era no entregar nada hasta lo último. Luchamos como leones”, reflexiona Fochesatto. “Los ingleses nos dieron un trato diferencial estando prisioneros, respetaron nuestra valentía mostrada en combate”, afirma el capitán de navío Waldemar Aquino, quien fue prisionero de guerra en el
‘82 siendo teniente de corbeta y jefe de Apoyo Logístico de la unidad. “Recuerdo cuando pasé al interrogatorio final para volver al continente; había un libro donde anotábamos nuestros datos personales y me preguntaron nombre, rango y unidad. Cuando puse BIM5 el inglés se paró y me hizo el saludo militar reconociendo lo hecho en el campo de batalla”. Es que nada se respeta tanto como el coraje entre los guerreros. El capitán Aquino fue comandante del BIM5 muchos años después del conflicto. Las palabras tienen el significado que le confieren los hombres, y en ellos hacen sentido, son quienes las alimentan con sus acciones; hoy BIM5 significa coraje y profesionalismo. “Son usos de la guerra vencer o ser vencidos”, afirmó con honor el Inca Atahualpa en 1532 cuando fue derrotado y luego muerto por los conquistadores. Siglos después Borges amplió esta cita legendaria al escribir en homenaje a otro rey guerrero: “Supiste que vencer o ser vencido son caras de un azar indiferente, que no hay otra virtud que ser valiente”. Aquellos soldados del BIM5 fueron nuestros valientes.
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