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«Oigo, pero no entiendo». El eterno enemigo del audiólogo protésico

«Oigo, pero no entiendo». El eterno enemigo del audiólogo protésico

RUTH TORRES VELASCO

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Diplomada en Audiología Protésica Audióloga en Clínica Universidad de Navarra y Aurea TAV

Les propongo un reto, convirtamos una pregunta retórica en una pregunta a la que tratemos de dar una respuesta. ¿Qué tal si empezamos por pararnos a pensar cuántas veces a lo largo de la semana podemos escuchar de boca de nuestros pacientes aquello de «oigo, pero no entiendo»? Tener como aliados una buena gestión de expectativas, un buen counseling o un buen especialista en entrenamiento auditivo pueden ayudarnos a librar nuestra particular batalla.

Audífonos: la piedra angular del tratamiento Cuando los audioprotesistas iniciamos nuestro recorrido profesional, uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos es saber cuál es el audífono más adecuado para cada grado de hipoacusia. Y este podría ser, probablemente, uno de los primeros errores que cometemos con más frecuencia: limitarnos a pensar en audífonos como mera vía de solucionar el problema que nos plantea la persona que acaba de cruzar la puerta de nuestro gabinete.

En realidad, la cuestión va mucho más allá. Pensar en paliar las dificultades de ese sujeto se trata de un complejo proceso que debe tener en

¿Por qué con los avances tecnológicos actuales sigue habiendo tanto usuario insatisfecho? Debemos pensar en un concepto integral de rehabilitación audiológica.

cuenta muchos más aspectos que el meramente registrado en el audiograma. Este enfoque global debe hacerse desde cero ante cualquier paciente, pues es bien sabido que un mismo grado de pérdida auditiva reflejada en las pruebas tonales o verbales, puede beneficiarse de diferentes soluciones si valoramos a nuestro paciente como un ser único. Y esto de que cada cliente es un mundo y que por ello, cada solución ha de ser personalizada es algo también muy manido en el plano teórico, pero no tanto en la realidad práctica de nuestro día a día.

Y ¿por qué con los avances tecnológicos de hoy en día seguimos encontrándonos con tanto usuario

insatisfecho? Los audífonos son, sin duda, la piedra angular de nuestra intervención, sin embargo, debemos pensar en un concepto integral de rehabilitación audiológica, que bajo la responsabilidad del audiólogo protésico, tendrá como objetivo mejorar la comunicación de las personas con discapacidad auditiva, tanto con audífonos como sin ellos.

La rehabilitación, en términos generales, trata de perseguir el nivel más alto posible de funcionalidad y calidad de vida. Para ello, es muy importante el papel de la familia quien, junto con el audiólogo y el propio paciente, deben crear ese programa de intervención personalizado en el que todos los participantes conozcan muy bien las expectativas y los objetivos, que serán acordados entre todos.

Counseling y gestión de expectativas: la clave del éxito El hecho de que el paciente y sus familiares se mentalicen de que quizá no seremos capaces de solventar todos sus problemas al 100% y mucho menos de hacerlo solo con los audífonos, es el punto inicial para que todo el proceso funcione. No debemos tener miedo a decirle a un paciente que su problema no se solucionará de la noche a la mañana con unos audífonos como si de una varita mágica se tratara.

De ahí, la importancia de dedicarle una gran parte de nuestro tiempo al consejo terapéutico, para que entiendan el sistema auditivo y dimensionen todo lo que les pueden aportar los audífonos. Incluirá además la discusión de unas expectativas realistas, que si bien suelen ser más desalentadoras de lo que ellos imaginaban, les harán entrar en un grado de compromiso mayor con la rehabilitación, si somos capaces de transmitirles bien lo que esperamos de ellos.

No siempre lo que nosotros pensamos que necesitan concuerda con lo que ellos desean, así que lo primero que debemos hacer es escucharlos. No debemos empeñarnos en hacer

lo que nosotros pensemos que es lo mejor para el paciente sin que este lo haya entendido y lo comparta. Si insistimos, podríamos estar ante alguien frustrado e insatisfecho con sus audífonos en el futuro. Saquemos nuestras dotes de empatía y consigamos entender qué espera nuestro paciente de nosotros y de la adaptación audioprotésica. Invertir tiempo en esa fase del proceso nos ahorrará posteriores visitas de un cliente descontento.

Indiscutiblemente, nuestro punto de partida como audiólogos ha de

ser el grado de audición del paciente, sin embargo, de cara a planificar una intervención detallada y personalizada, lo más relevante será conocer cómo esa condición auditiva le afecta en su vida diaria. No perdamos de vista que tiene un problema que, en mayor o menor medida, le está interfiriendo en su calidad de vida, y, también, en su estado de ánimo. Cada uno de nuestros pacientes llegará a nuestro despacho en un punto diferente de aceptación. En términos muy generales, podríamos pensar en los dos extremos entre los que trataremos de situar a nuestro visitante: el paciente que acude al gabinete convencido y colaborador y el que viene obligado por la familia o su entorno

Para asegurar el éxito de una adaptación necesitamos un paciente motivado, y a veces esto requiere un trabajo previo de empatía.

cercano. Es relativamente frecuente que nieguen la pérdida de audición o le resten importancia, atribuyendo sus dificultades a factores externos. De ahí la necesidad que nos surge de contrastar la información que el paciente nos da con lo que nos cuenten sus familiares más allegados o sus acompañantes.

Parece evidente que lo primero que necesitamos es un paciente motivado, pues si no, el camino al éxito será mucho más arduo, llegando incluso, en los casos más complicados, a abandonar la senda. Podría ser que lo más adecuado no sea la adaptación de los audífonos de manera inmediata, aunque en ese momento aparezcan los fantasmas diciéndonos que estamos perdiendo una venta. Es nuestra responsabilidad, como promotores de la salud auditiva y de la calidad de vida en general, ayudar a

nuestro paciente a seguir avanzando hacia estadios posteriores donde esté más predispuesto al cambio para proceder, entonces sí, a la colocación de sus audífonos.

En este punto del proceso queremos establecer una relación fuerte, de confianza y de colaboración entre paciente y profesional. Para ello, la toma de decisiones en común es fundamental. Los objetivos, marcados de mutuo acuerdo, deben ser evaluables, realistas y apoyados por su entorno más cercano. El profesional debe agudizar sus dotes de empatía, evitar el uso argumentos negativos y promover la autonomía del paciente. Los resultados del tratamiento que nosotros propongamos dependen en gran medida de los pensamientos del paciente y su modo de enfrentarse a nuevas tareas. En general, su perspectiva es clave, pues influye en cómo reaccionará a los síntomas y en cómo percibe su vulnerabilidad y sus posibilidades de mejora. Nuestro paciente deberá asumir un papel activo en la rehabilitación, pues los audífonos no son más que una pieza más de este puzle.

Es importante por nuestra parte reconocer en qué punto se encuentra el paciente. Y para ello, podemos preguntarle directamente, a través de una escala visual sencilla, en qué momento del proceso considera él mismo que se encuentra (no preparado, inseguro o preparado).

Entrenamiento auditivo: parada clave en el recorrido También nos enfrentaremos en ciertas ocasiones a disparidad en los datos recabados en la anamnesis, si comparamos la información proporcionada por el paciente con la que nos aportan los familiares. Ante

Nuestro paciente deberá asumir un papel activo en la rehabilitación.

nuestra pregunta ¿desde cuándo tiene estas dificultades para oír?, el paciente podría manejar tiempos como «poco», «menos de un año» o «un par de años como mucho», mientras que los familiares pueden añadir un contundente «y más…»

Esto se traduce en que en realidad, estamos frente a alguien en quien la hipoacusia lleva haciendo mella durante algunos años. Este aspecto es también algo importante a tratar. Es parte de nuestra tarea informar a nuestros pacientes de lo que hoy sabemos de la plasticidad cerebral y de los claros beneficios que supone la adaptación temprana de audífonos. En la actualidad, es mucha

la evidencia sobre la capacidad de nuestro cerebro de reorganización y aprovechamiento de recursos ante la falta de estimulación por alguno de nuestros sentidos, incluso en edades adultas. Por desgracia, aún hoy en día se siguen escuchando consejos como «espérese a estar peor», «los audífonos no le harán nada en su caso» o «mientras pueda defenderse sin ellos…». Esto enriquece los pensamientos negativos del candidato y favorece enormemente el retraso en la adaptación de la corrección auditiva. Nos encontraremos, por tanto, ante córtex reorganizados por la deprivación auditiva y la consecuente colonización de la corteza auditiva por otras áreas próximas. La plasticidad del cerebro adulto permitirá, junto con el entrenamiento auditivo, un buen rendimiento de los audífonos. Y esta oportunidad que nos

brindan las redes neurales con más años, tenemos que aprovecharla.

Los fallos en la discriminación del habla en presencia de ruido tienen su base en el procesamiento central de la señal auditiva. Si nos limitamos a trabajar en la parte más periférica, las posibilidades de éxito se verán significativamente reducidas, pues estaremos negando a nuestro paciente el acceso a funciones más complejas como la escucha y la comprensión, tan necesarias para una comunicación exitosa.

¿Cómo tiene lugar en nuestra vía auditiva el complejo acto de oír? La información acústica que recibe nuestro cerebro auditivo ha sido analizada con detalle en diferentes puntos de la vía, fundamentales para que el input que llegue al córtex sea

lo más completo posible. Este camino hacia la corteza es lo que conocemos como bottom-up. En esta ruta de ascenso juegan un papel fundamental las denominadas pistas acústicas del habla (formantes, frecuencias anexas, etc.) que ayudarán a «descifrar»

Los resultados de nuestro tratamiento dependen en gran medida de la perspectiva del paciente y su modo de enfrentarse a nuevas tareas.

un mensaje incompleto, bien sea por unos niveles de audibilidad limitados o por un ambiente ruidoso. Esa tarea de descifrado es lo que en audiología conocemos como cierre auditivo.

Pongámonos en un supuesto más optimista en el que esta información ascendente estuviera muy completa, pero a pesar de ello, los problemas de comunicación persistieran en ese paciente. ¿Por qué ocurre esto entonces? Ese input, tras ser analizado por otras funciones cerebrales, tiene un camino de vuelta, el conocido como bottom-down, que incluye estrategias de compensación, memoria de trabajo, uso del contexto, cierre auditivo, conocimiento del idioma (Tremblay et al, 2007).

Oír es un acto pasivo (que puede ser compensado por los audífonos

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siempre que estos proporcionen una señal auditiva de calidad: bottom-up). Sin embargo, escuchar es algo activo, que requiere de habilidades auditivas efectivas que permitan la comprensión del mensaje.

Por ello, parece obvio la necesidad de compensar con los audífonos el deterioro periférico y con un buen programa de entrenamiento auditivo personalizado lo referido al sistema auditivo central. Un rehabilitador experimentado será el encargado de potenciar todas las áreas de trabajo necesarias para la comunicación, tanto las de la vía ascendente como las de la descendente.

high level hearing

Parece no haber mucho acuerdo entre la comunidad audiológica sobre cómo denominar a este tipo de rehabilitación. Algunos consideran que el término entrenamiento auditivo, uno de los más aceptados y extendidos en nuestro país, se queda corto. En cualquier caso, resulta ser un evidente valor añadido a la adaptación audioprotésica. Según Tye-Murray (2014), el entrenamiento auditivo tiene como objetivo ayudar a las personas con hipoacusia a desarrollar su habilidad para reconocer el habla e interpretar la experiencia auditiva usando como vehículo principal la audición.

Oír es un acto pasivo, sin embargo, escuchar es algo activo y requiere de habilidades auditivas efectivas que permitan la comprensión del mensaje.

Conclusiones: Tal como postulaba Lemke (2011), «una buena audición es una condición indispensable para permanecer activo, involucrado y participativo en la vida social y para preservar el nivel cognitivo y funcional de cada uno». Por ello, son todos y cada uno de esos aspectos los que tenemos que contemplar minuciosamente para que realmente la adaptación de nuestros pacientes funcione. La última de las tecnologías puede no resolver los problemas planteados por nuestro paciente si desatendemos otras cuestiones. Debemos empoderarle para que sea él el protagonista de su propia rehabilitación.

El audiólogo le acompañará a lo largo de todo el recorrido, que se inicia en el momento en que debuta la pérdida de audición, por mínima que esta sea. Y en realidad, nunca tiene fin, pues aunque nuestra meta pueda parecer la adaptación protésica en sí, también queda un trabajo posterior de seguimiento y apoyo que se mantendrá a lo largo de los años.

Referencias Tremblay et al (2007) Effects of age and age-related hearing loss on the brain. J. Commun Disord; 40(4): 305-312. Tye-Murray (2014) Foundations of Aural Rehabilitation: Children, Adults, and Their Family Members. Delmar Cengage Learning. Clifton Park. Lemke U (2011) Hearing impairment in dementiahow to reconcile two intertwined challenges in diagnostic screening. Audiology Research, 1 (1), e15.

RUTH TORRES VELASCO AUDIÓLOGA Diplomada en Logopedia y Terapia Ocupacional. Diplomada en Audiologia, Haute École Léonard de Vinci, Bruselas. Técnico Superior en Audiología Protésica. Audióloga en Clínica Universidad de Navarra (Madrid) y en Aurea TAV. Docente en el Máster de Audiología de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

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