Laberinto de Imรกgenes e Ideas
Tatiana Alamos
MARZO 2009
Biblioteca de Alejandría:
Laberinto de Imágenes e Ideas en la perspectiva de Tatiana Alamos por Guillermo Carrasco Notario
C
enizas y biblioteca son palabras que van muchas veces juntas en los meandros de la historia occidental (según Borges también en la oriental, a juzgar por el antojo del emperador Shih Huang Ti que dispuso la quema de todos los libros anteriores a él), razón por la que hablar de cultura de cenizas no es arbitrario y, menos caprichoso todavía, hablar de la biblioteca como un laberinto de ideas e imágenes, según ha sugerido la artista Tatiana Alamos. Frágil soporte de nuestra memoria, el libro ha sufrido mudo las purgas y las piras del tiempo, del accidente y del apego fanático que nubla la razón. Con todo, los bellos fragmentos rescatados constituyen pasadizos infinitos, senderos circulares, laberintos extensos, entre los que el fatídico Fausto enamorado del conocimiento intelectual perdió el rastro del amor sensitivo. Entre todos los incendios de libros y bibliotecas, sin lugar a dudas los múltiples que sufrió a lo largo de su historia la de Alejandría aventajan en prestigio a las barbaries pirómanas de cualquier otra civilización. Es que en la destrucción de aquellas colecciones en las que los tolomeos habían invertido tanto tiempo y enormes fortunas, al punto de convertir el enriquecimiento de la biblioteca en una cuestión de Estado, empeñando el erario nacional para que Atenas les cediera los rollos originales de Eurípides y Esquilo, la historia ha visto el mayor símbolo de la fuerza destructiva que puede tener el instinto amnésico de la especie humana.
Discípulo de Hipatia Ayudante Biblioteca Técnica mixta sobre metal 100 x 40 cm
En portada
Hipatia Filósofa y astrónoma Fundadora de la Biblioteca Técnica mixta sobre metal 100 x 40 cm
Tenemos vocación de olvido, de polvo y de ceniza; por eso César, cuando el bibliotecario Teodoto le avisa desesperado que está ardiendo “la memoria de la humanidad”, le responde: “una memoria vergonzosa. Deja que se queme”, todo dicho según la imaginación de Bernard Shaw en César y Cleopatra; pero muy cercano al espíritu nemoclasta de toda generación humana, que busca –otra vez la pluma de Shaw- “con ruinas edificar el porvenir”. El andamiaje de nuestra cultura occidental está construido con las ruinas de aquellos incendios, con fragmentos de versos e ideas en los que reverbera una energía que más que luz es calor: el que proviene de un amoroso ejercicio intelectual que busca conocer y expresar en palabras cargadas de sentido. Cultura hecha de retazos, renglones superpuestos de un texto inconcluso o reescrito mil veces. Palimpsestos. Para Tatiana Alamos, que se ha introducido al mundo de la Biblioteca de Alejandría a través de la novela de Jean Francois Luminet, lo importante no son las elucubraciones históricas, sino la reconstrucción visual del mundo alejandrino cifrado en la Biblioteca. A ella le basta para su trabajo la recreación literaria de lo que pudo haber sido el final de la gran biblioteca, víctima del fuego y la desidia alimentados por el fundamentalismo. De la mano de Tatiana han nacido los retratos poéticos de los actores del mundo alejandrino, que en su imaginación son personajes de un drama esencial: la búsqueda imperiosa del conocimiento. Allí están, creados por ella, los constructores y los guardianes del edificio, los científicos, los filósofos, los poetas que en él moraron y crearon. Entre todos, brillando con el aura de su triste martirio a manos de los
Claudio Galeno (detalle) Médico Técnica mixta sobre metal 51 x 30 cm
seguidores del obispo Cirilo de Alejandría, está Hipatia, la bibliotecaria que fue emboscada y desollada viva cuando se dirigía, como todas las mañanas, a su trabajo en la Biblioteca. Veo en estas nuevas obras de Tatiana que una historia también puede ser hecha en imágenes, lo que quizá esté en mejor sintonía con un universo creativo donde filosofía, poesía y ciencia estaban íntimamente imbricadas. En aquel mundo mágico creado por los tolomeos, esencializado en la Biblioteca de Alejandría, había una coherencia y estabilidad irrepetibles: los elementos utilizados para representar el Cosmos, así como el papel del hombre en él, encajaban unos en otros creando una imagen de la realidad de extraordinaria estabilidad, todo en el espacio de una biblioteca, que de esta manera adquiere dimensiones infinitas. En un mundo así, donde las actividades creativas y las científicas estaban íntimamente ligadas al servicio de un universo representado, una historia como la que Tatiana Alamos nos narra con sus retratos es fiel al espíritu que animó aquel escenario, donde ciencia y arte no se habían separado del todo, y juntos contribuían a la representación del mundo con el fin de comprenderlo. Ambas realidades, la de la cultura alejandrina y la de Tatiana en su arte, se nutren y se explican a través del mito, forma poética de representar, en la que se unen luminosamente todas las instancias del conocimiento humano, desde lo científico a lo histórico; desde lo religioso a lo literario, etc.
En la actualidad lo verdadero no parece ser el objetivo de la ciencia, sino la ciencia misma, que muchas veces antepone lo útil a lo bueno. En un orden así, la ciencia ha perdido su dimensión contemplativa y ya no busca desentrañar el funcionamiento secreto del universo ni derribar edificios erróneos y establecer cimientos nuevos. A medida que ciencia y arte se fueron separando, ésta se fue convirtiendo lisa y llanamente en un buen negocio, puntal solemne de la sociedad de consumo. En algún sentido vivimos una ortodoxia científica, tal como ocurría en los medievales siglos XII o XIII; porque como entonces, la investigación contemporánea busca sólo respaldar lo establecido. En un aspecto sí estamos peor: La ciencia aristotélica, el tomismo, la magia o la brujería tenían que ver con visiones y posturas en consecuencia del hombre frente al mundo.
La ciencia actual tiene que ver más directamente con la economía y con las políticas de Estado. Es por eso que, así dadas las cosas, las revoluciones científicas parecen imposibles hoy en día, cuando ya no es importante comprender el nexo entre las cosas, sino su anexión a un sistema productivo exitoso. En la antigua biblioteca de Alejandría había espacios para que los científicos vivieran, estudiaran e investigaran en plena libertad, antecedente clarísimo del moderno concepto de universidad. Hoy, sin embargo, los grandes centros de investigación científica están auspiciados por poderes empresariales y por las potencias económicas mundiales que invierten para su propio Hay también en esta galería de retratos alejandrinos de Tatiana una lucro y crecimiento. Poco importa en la concepción actual de ciencia profunda melancolía, una evocación de mundos perdidos, de formas el conocer las secretas vibraciones del cosmos. El trabajo de Tatiana distintas de las actuales de plantearse el conocimiento. En aquel momento de los tolomeos la ciencia buscaba dar explicación al funciona- Alamos en torno a la Biblioteca de Alejandría es una invitación a descubrir las dimensiones mitológicas de la realidad, puerta abierta a miento del mundo. Lo crucial era saber dónde exactamente encajaba el hombre en la maquinaria celeste. Con el correr de los siglos hemos una forma de conocer tan mágica como poética, en la que ciencia y arte, conocimiento y poesía se confabulan para un fin muy precioso: ido perdiendo esa dimensión. Durante los siglos XVII y XVIII la ciencia tuvo un papel más bien revolucionario, en el que los científicos situar al hombre en el mapa del universo. Por eso no estaba tan equivocado César (seguimos con Shaw) cuando finalmente accerefutaban la visión de un Orbis Celestis, imagen de un universo armónico de siglos anteriores, construyendo con más precisión un saber de a que el pobre Teodoto corra a salvar los libros que pueda del incendio porque, como dice, “hay que tener algún respeto por la científico nuevo que ya comenzaba a alejarse de la representación literatura”: acaso en el balbuceo poético del hombre esté el camino mitológica de la realidad. mejor empedrado que mil veces nos lleva y nos trae por el laberinto infinito del misterio.
Amr-Ibn-Al-As, “el Incendiario” Destructor de la Biblioteca Técnica mixta sobre metal 42 x 27 cm
Alejandro Magno (detalle) Fundador Biblioteca TĂŠcnica mixta sobre metal 100 x 45,5 cm
Tolomeo Soter, “el Salvador” Organizador de la biblioteca Técnica mixta sobre metal 60 x 54 cm
Demetrio Falero Primer Director Biblioteca TĂŠcnica mixta sobre metal 60 x 36 cm
Euclides Mayor matemático conocido Técnica mixta sobre metal 28,5 x 19 cm
Aristófanes de Bizancio Inventor del diccionario Técnica mixta sobre metal 28,5 x 19 cm
Arquímedes Matemático Técnica mixta sobre metal 28,5 x 18 cm
Claudio Galeno Médico Técnica mixta sobre metal 28,5 x 19 cm
Apolonio Discípulo de Aristóteles Técnica mixta sobre metal 52,5 x 21,5 cm
Discípulo de Hipatia Continuador de la Obra Técnica mixta sobre metal 88 x 39 cm
Discípulo de Hipatia Continuador de la Obra Técnica mixta sobre metal 100 x 46 cm
Hiparco de Nicea Fundador de la Astronomía Técnica mixta sobre metal 43,5 x 33 cm
Erastóteles de Cirene Sabio universal Técnica mixta sobre metal 28 x 20 cm
Pitágoras Geómetra Técnica mixta sobre metal 28 x 20 cm
Teón Director Biblioteca y padre de Hipatia Técnica mixta sobre metal 28 x 20 cm
Serapis Diosa egipcia Técnica mixta sobre metal 43,5 x 33 cm
Calímaco de Cirene Poeta Técnica mixta sobre metal 43,5 x 20,5 cm
Tatiana Alamos Dentro de su diverso quehacer se destaca como pintora, artista textil, escultora e ilustradora de libros. Esta muestra recrea los personajes de la antigua Biblioteca de Alejandría y se compone de obras con técnica mixta sobre metal y ensamblajes de objetos encontrados. Trabajos anteriores han sido exhibidos en numerosas exposiciones individuales en: Chile, Ecuador, Venezuela, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Alemania, Portugal, Suecia, Suiza, Austria, Italia, Corea y Japón. Ha participado en diversas muestras colectivas en Chile y en el extranjero.
Santiago, marzo de 2009
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