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1930-1955 SINDICATOS, ESTADO Y SOCIEDAD EN LA ARGENTINA: UN NUEVO VÍNCULO POLÍTICO

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Fotos de tapa: Acto 17 de octubre - Plaza de Mayo Triunfo electoral Perón - 1946

Fuchs, Federico 1880-1930 Orígenes del Movimiento Obrero en Argentina / Federico Fuchs ; Marina Kogan ; Gabriela Rodriguez ; edición a cargo de Hugo Quintana. - 1a ed. - Buenos Aires : APOC, 2010. 48 p. ; 25x21 cm. - (Sindicalismo y sociedad) ISBN 978-987-25156-3-8 1. Historia del Movimiento Obrero. 2. Sindicalismo Argentino. I. Kogan, Marina II. Rodriguez, Gabriela III. Quintana, Hugo, ed. IV. Título CDD 331.809 82

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Fecha de catalogación: 07/04/2010


Los años fundacionales En este capítulo nos adentramos en un período crucial para nuestra historia organizacional: los años que van de 1930 a 1955, son años fundacionales. En ellos se produce una combinación de tres elementos que marcaron por casi medio siglo la vida nacional: el proceso de industrialización, la intervención del estado en la economía y la cristalización de un proyecto político popular. La economía funcionó en base a tres pilares: la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, sobre ellos se asentó la construcción del país con el que habían soñado los trabajadores: inmigrantes y criollos. Un país justo, libre y soberano, en la que el sindicalismo fue protagonista. Los trabajadores organizados, garantizan sociedades equilibradas y con igualdad de oportunidades. En el período que aquí abordamos, el sindicalismo proyecta su fuerza a toda la nación, mediante su participación en el movimiento conducido por Juan Perón. Entre 1946 y 1955, distintos dirigentes sindicales ocuparon importantes puestos de gobierno; por primera vez en la

historia institucional Argentina, las listas a cargos electivos en el orden Nacional, Provincial, y Municipal se poblaron de hasta el momento ignotos representantes sindicales. En el Poder Ejecutivo Nacional aparecen nombres como el de Ángel Borlenghi, proveniente de la Federación de Comercio y nombrado Ministro del Interior, o como el de Juan Atilio Bramuglia, abogado laboralista, que fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores. Entre 1930 y 1955, el sindicalismo se consolidó como un actor de especial relevancia para la política y la economía de la Argentina. En los años siguientes, a pesar de la violencia desatada contra sus dirigentes e instituciones, nadie pudo dejar de tenerlo en cuenta como uno de los factores de poder insustituible a la hora de tomar decisiones. Debemos recordar, una vez más, nuestra misión. Hacer un aporte a la sociedad

desde la Historia del Sindicalismo, desde los cambios en su organización a lo largo de su historia. En este capítulo, la perspectiva es diferente al enfoque clásico que suele analizarse de esta etapa de la historia argentina. Haciendo una difícil abstracción de la conducción de Juan y Eva Perón, nos centraremos en la actividad sindical evaluando el peso específico del sindicalismo durante este período. Pensar el sindicalismo como un fenómeno con vida propia, nos permite apreciar su densidad real en el proceso histórico y económico de la Argentina, y nos permite, también, comprender la historia de nuestro país, con sus vaivenes, sus miserias y sus momentos de gloria. Hugo Buisel Quintana Secretario general APOC

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PP PRESENTACIÓN PEDAGÓGICA

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Colección Sindicalismo y Sociedad presenta seis capítulos coleccionables sobre la Historia Organizacional del Sindicalismo Argentino. Nuestro principal objetivo es la divulgación del análisis sobre la organización del movimiento sindical, para instalar un debate necesario que aún se encuentra alejado de la sociedad: cuál es el modelo de organización sindical que necesita la Argentina. En la constante búsqueda de claridad y precisión en el relato histórico, hemos organizado los capítulos en un eje temporal y periódico, desde una perspectiva organizacional en el análisis. El primer capítulo de nuestra colección se centraba en los orígenes del movimiento obrero argentino. Nuestro objetivo en esa ocasión fue el de acercar al lector a la rica tradición originaria del sindicalismo en nuestro país, que se constituyó entre 1880 y 1930. Allí vimos, primero, como la estructura productiva y los rasgos sociopolíticos inciden en la estructura del movimiento obrero y afectan el tipo de sindicatos más representativos, las estrategias políticas y la primacía de una u otra tendencia ideológica. Segundo, hemos analizado los sustentos de la representación sindical y cómo los cambios en el sistema político y en las dimensiones de los sindicatos modifican los mecanismos de toma de decisiones dentro de las organizaciones gremiales. Finalmente, mostramos como la pluralidad en diversos niveles refuerza la idea de que el sindicalismo argentino fue y es mucho menos homogéneo de lo que se supone. Es a partir de estas conclusiones que se estructura argumentalmente el número que hoy nos toca presentar: Sindicatos, Estado y Sociedad en la Argentina: un nuevo vínculo político. En este segundo número, abordamos los años transcurridos entre el golpe de estado de 1930 y el derrocamiento de Perón en 1955. El hilo conductor a través de este período de enormes transformaciones en la sociedad, la economía y la política argentinas

serán los cambios igualmente notables en la estructura y la dinámica del sindicalismo. De esta manera, guiaremos al lector a través del proceso de modernización que acompañó el estancamiento político de la Década Infame, para luego adentrarnos en la década peronista. Nuestro actor principal será, una vez más, un sindicalismo que durante la década del 30 se transfigura al ritmo de la industrialización sustitutiva de importaciones, para convertirse en una fuerza económica y política de alcance nacional en el período 1943-1955. El sindicalismo de masas que resultará de ese proceso tendrá algunos colores que refieren a su historia anterior pero también presentará nuevos matices. Veremos como la faceta reivindicativa y organizativa del sindicalismo se fortalece a cambio de perder gran parte de su autonomía respecto del Estado y del partido gobernante, mientras se presentan renovados desafíos con el surgimiento de nuevos liderazgos en el campo sindical pero también en el político. Al igual que en el capítulo anterior, presentamos una nota principal con un relato de las características centrales del período, acompañada de secciones que tratan aspectos particulares afines a la temática que nos convoca. La gama de colores responde, una vez más, a aquellos predominantes en la época, en particular desde la consolidación del sindicalismo peronista. Esperamos que este nuevo capítulo resulte una fuente de información de ágil lectura y que estimule el debate y la discusión entre sus lectores. Una vez más, agradecemos al Archivo General de la Nación por las fotografías utilizadas en este capítulo, así como a Oraldo Britos, que puso a disposición su Colección Privada, y al Archivo del Movimiento Obrero de la Universidad Di Tella, por permitirnos el acceso a invaluables documentos históricos.

staff Editor Responsable Hugo Quintana Coordinación General Alejandro Sehtman Coordinación del equipo de investigación y selección de contenidos Federico Fuchs Gabriela Rodríguez Producción de contenidos y redacción Marina Kogan Diseño y producción visual Juan Furlino Equipo de investigación Ricardo Tomás Ferreyra Paula Forteza Jimena Valdez Colaboraron en este capítulo Oraldo Britos Hernán Camarero Enrique Rodríguez Marcos Schiavi Nicolás I. Schujman Pablo Touzon Fotografía Archivo General de la Nación Alem 246. Ciudad Autónoma de Buenos Aires Colección personal de Oraldo Britos


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COLUMNA

Surgimiento y expansión del sindicalismo de masas: de la creación de la CGT a la consolidación del peronismo (1930-1955) HERNÁN CAMARERO *

Entre 1930 y 1955, emergió y se consolidó el “sindicalismo de masas” en la Argentina. Esto implicó el fuerte crecimiento de la agremiación de los trabajadores y del poder de lucha, organización y negociación que éstos pudieron exhibir en sus relaciones con los patrones. Desde ese entonces, el movimiento obrero ya no pudo ser ignorado por ningún actor social y político del país. Este ciclo se abrió con la simbólica creación de la Confederación General del Trabajo (CGT), en 1930. Este acontecimiento coincidió con el inicio de una etapa adversa para los trabajadores, dado el estallido de la grave crisis y consecuente depresión económica mundial y nacional, y el triunfo del primer golpe militar que derrocó al gobierno de Yrigoyen. Sin embargo, el sindicalismo ganó en centralización y expansión, a contracorriente de un proceso signado por un fuerte crecimiento industrial con muy escasos beneficios para los obreros y una dinámica represi-

va por parte de los gobiernos conservadores fraudulentos. En ese entonces, los logros gremiales eran muy acotados. Tras la aparición del peronismo, llegaron las grandes conquistas obreras y se consolidó la expansión del sindicalismo, que alcanzó un gran poder social, político y económico. Analicemos las características de cada período. La clase obrera enfrentó, de 1930 a 1935, una situación adversa, en la que los altos niveles de desocupación se acompañaron de una caída en el poder adquisitivo de los salarios y un deterioro en las condiciones laborales. Además, imperó la implantación recurrente del estado de sitio, el aplastamiento violento de las huelgas y la persecución a la izquierda más combativa. En este marco reaccionario, fue inevitable un repliegue de la actividad gremial. Durante este lustro las luchas proletarias fueron escasas, aisladas y defensivas. La flamante CGT adoptó una política moderadora, en consonancia con

el espíritu neutralista y apolítico del sindicalismo revolucionario, la otrora poderosa corriente que aún ejerció el dominio de dicha organización en su primer ciclo, en precaria alianza con los socialistas. No obstante, la central no dejó de expandirse: creó nuevas organizaciones y aumentó sus afiliados, sobre todo, en el sector transporte y servicios. Fue importante la acción de los comunistas, quienes, por el momento fuera de la CGT, y junto a los anarquistas, promovieron combativas huelgas en los ámbitos industriales donde tenían presencia y montaron en ellos sindicatos únicos por rama. A partir de 1935-1936, con la suba de la ocupación, se reanimó la lucha social. En un contexto de muchas demandas insatisfechas y mayores márgenes para encarar la protesta, se incrementaron las movilizaciones obreras y se recuperó la iniciativa sindical. Entre 1935-1936 se alcanzó un record de cantidad de huelgas y huelguistas. Fue allí

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El mayor desafío que dejó planteado el “sindicalismo de masas”, sobre todo luego de la experiencia desplegada entre 1946-1955, fue el de poder mantener las evidentes conquistas reivindicativas, sociales, legales, de reconocimiento público y simbólico que se habían alcanzado.

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cuando se produjo el conflicto obrero más masivo, combativo y violento de la década, que se inició como un victorioso paro de casi cien días de los obreros de la construcción y continuó con una huelga general de masas en apoyo de ellos. En 1936, los comunistas, en crecimiento y prestigio por su papel de dirección de aquella huelga, ingresaron en la CGT, con sus sindicatos industriales. El sector sindicalista “puro” se escindió de dicha central y armó otra paralela; con los años, ya reconvertida bajo el nombre de USA, se fue debilitando. La conflictividad se redujo algo en los años siguientes, pero se volvió a incrementar desde 1942. Entre 1936-1941, los afiliados a sindicatos pasaron de 370.000 a 473.000. La CGT, ahora en manos de una alianza socialista-comunista, fue la más favorecida por ese proceso. La vigencia de las tradicionales posturas sindicalistas no cesó con la nueva hegemonía socialista-comunista al frente de la CGT, pues las concepciones que habían dado vida a dichas posturas no solo pervivieron en una débil organización (la USA) sino que acabaron inficionando las propias filas del

espacio socialista e influenciando a no pocos gremialistas independientes dentro de la CGT. Fue coagulando un elenco de cuadros obreros, independizados del Partido Socialista o históricamente libres de toda tutela partidaria, que, imbuido del espíritu apolítico y pragmático del viejo sindicalismo, y presionado por las bases de sus sindicatos a obtener reivindicaciones inmediatas y postergadas, fue el puntal organizativo de la CGT N° 1, en 1943, y de la CGT que participó del 17 de octubre de 1945, en apoyo a la emergente figura del coronel Juan D. Perón. Frente a este sector, quedó una franja gremial más reducida, conformada por los comunistas y los socialistas más leales a su pertenencia partidaria, que actuó como polo opositor a la empresa laborista-peronista. El peronismo terminó abriéndose paso y alcanzando el gobierno en 1946, iniciando una década de grandes transformaciones. Se inauguraba, así, una nueva cultura e identidad política en la clase trabajadora. El desarrollo de un movimiento sindical masivo y centralizado confirmó la existencia de los trabajadores como fuerza social dentro


de un capitalismo de bienestar regulado por el Estado. La clase obrera argentina alcanzó la madurez de su desarrollo y, a partir de una serie de nuevos derechos, logró una definitiva incorporación a la comunidad política. El gobierno de Perón provocó grandes cambios en las relaciones laborales y terminó de implantar y consolidar el “sindicalismo de masas”. El Estado legitimó e impulsó el rol económico y político de los sindicatos, estimulando la formación de nuevos gremios y proveyendo la asistencia legal y técnica necesaria. La especial gravitación que alcanzaron los sindicatos estaba apoyada en tres factores: a) las características del mercado de trabajo, relativamente equilibrado y con bajo desempleo, lo que repercutía favorablemente sobre la acción gremial; b) la coherencia política que les daba la común identidad peronista; y c) la sólida organización institucional, no competitiva y centralizada, estructurada en forma piramidal desde el nivel local, la federación nacional y la confederación única (CGT). La ampliación del sindicalismo fue notable. Hacia 1945 el número de afiliados a las entidades gremiales era de 528.000. Apenas dos años después, la CGT ya nucleaba un millón y medio de miembros y algunos años después incorporó otro millón más. Los sindicatos también ganaron una alta penetración en cada sitio de trabajo, a través de las comisiones internas de delegados, que discutían con la patronal los reclamos de las bases obreras y supervisaban la implementación de la legislación laboral vigente. Ciertos elementos del modelo de sindicato único por rama difundido a partir de 1946, ya se había introducido en los años

previos, por lo que el justicialismo se limitó a aplicar dicho esquema en nuevos sectores del mercado de trabajo. La novedad estuvo en el establecimiento del monopolio de la representación a un solo sindicato por sector, bloqueando la formación de gremios rivales, lo que aseguró el disciplinamiento de las organizaciones obreras por el Estado. Este modelo quedó sancionado con la promulgación del decreto 23.852 de asociaciones profesionales, que permitió contar con un marco legal que aseguraba gremios fuertes e internamente cohesionados. En cuanto a la distribución interna del poder, hubo un marcado proceso de centralización, en donde la relativa autonomía que antes gozaban las secciones locales se vio cuestionada por el control de la CGT y una suerte de forma unitaria de gobierno. Ese mando casi ilimitado sobre las secciones locales se hizo a través del dominio de los fondos financieros (las cuotas de los afiliados pasaron directamente a las oficinas centrales) y el poder de intervención y destitución de los líderes locales. La intromisión cegetista en los asuntos internos de los sindicatos adquirió un carácter más rígido. De este modo, culminó el proceso de extensión y unidad del sindicalismo argentino, a costa de la autonomía de sus miembros y de la supeditación al Estado. La CGT ya no se limitó a coordinar las políticas de sus miembros, como lo había hecho hasta 1943, sino que asumió la función de mediadora entre los sindicatos y el Estado, adoptando el nuevo objetivo de ser la ejecutora de las políticas gubernamentales en el movimiento obrero. Por cierto, el tamaño y la creciente burocratización de los nuevos

sindicatos impidieron la participación de un modo directo y permanente de sus miembros. No se trataba ya de pequeñas entidades con pocos cargos y en manos de obreros militantes sin remuneración, como habían sido, en buena medida, los sindicatos hasta 1943. Ahora, surgió una clase profesional de líderes sindicales y de cargos no electivos de dedicación completa. Al mismo tiempo, los sindicatos se hicieron multifuncionales, con una amplia gama de actividades (sanitarias, sociales, deportivas, culturales, turísticas, de seguridad social), lo que requirió una variedad de habilidades a los nuevos líderes y la formación de un cuerpo subordinado de expertos técnicos y legales. El mayor desafío que dejó planteado el “sindicalismo de masas”, sobre todo luego de la experiencia desplegada entre 19461955, fue el de poder mantener las evidentes conquistas reivindicativas, sociales, legales, de reconocimiento público y simbólico que se habían alcanzado, con la recuperación de la autonomía sindical (en buena medida afectada por una subordinación creciente al Estado) y con la reapropiación de las prácticas democráticas, e incluso clasistas y emancipatorias, que habían distinguido al movimiento obrero argentino en sus primeras décadas de desarrollo.

* Doctor en Historia (UBA). Profesor e Investigador en la Facultad de Filosofía y Letras y Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y en la UTDT. Investigador Independiente del CONICET.

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Sindicatos, Estado y Sociedad en la Argentina: un nuevo vínculo político Triunfo Electoral de Perón - 1946

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NP NOTA PRINCIPAL

La década Infame: 1930 - 1943 El golpe de estado de septiembre de 1930 inaugura una nueva etapa en la Historia Argentina. Liderado por José Félix Uriburu, derroca al gobierno radical de Hipólito Irigoyen, que había sido elegido democráticamente en 1928 por segunda vez. Este golpe, además, es el primero de los cinco golpes de estado argentinos en el siglo XX y da inicio a la llamada “década infame” que llegará hasta el año 1943. Rodeada por las consecuencias de la

Gran Depresión de 1929, y más adelante por la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, esta etapa se caracteriza por el fraude electoral, la proscripción de la Unión Cívica Radical, la represión a opositores y la corrupción. Además, se da un cambio importante respecto de la inmigración. La gran ola inmigratoria proveniente de Europa da lugar, ahora, a un movimiento de migración interna hacia los grandes centros urbanos del país, en

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

CONSECUENCIAS DE LA GRAN DEPRESIÓN DE 1929

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

especial Buenos Aires, y en menor medida, Rosario y Córdoba. Esta ola migratoria choca, de alguna manera, con los inmigrantes europeos. A partir de esta oposición surge la denominación de “cabecita negra” para los migrantes del interior, poniendo el acento en los componentes étnicos de una población de antepasados mayormente indígenas y criollos, aunque altamente mestizada.

FRAUDE PATRIÓTICO

DÉCADA DEL ´30

DESOCUPACIÓN Y CRISIS ECONÓMICA

FIN DEL MODELO AGROEXPORTADOR

REPRESIÓN A OBREROS

MIGRACIONES INTERNAS 9


NP

VER CAP #1

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El golpe del ´30 significa la primera incursión del poder militar en la política. Hasta entonces, si bien había habido representantes militares en cargos políticos (como Julio A. Roca), las Fuerzas Armadas eran consideradas garantía de “apoliticismo”. A partir de 1930, comienza un péndulo que oscilará entre el poder a cargo de las Fuerzas Armadas y el poder a cargo de civiles. De todos modos, aún cuando los militares no estén a cargo del poder en forma directa, van a ser fundamentales en la política nacional: los gobiernos “civiles” van a necesitar el apoyo o al menos el arbitraje militar para sostenerse en el poder. Esta relación recién culminará en 1983. Por otro lado, se inicia una etapa de transición de la relación entre Estado y sociedad, regida hasta ese momento por el modelo agroexportador y gobernada por la “república oligárquica”, hacia un Estado que tendría mayor intervención y que daría más apoyo a la industria nacional, y que deberá enfrentar el desafío de la participación política ampliada.Durante la década del ´30, la coalición conservadora hace su último intento de mantener el poder político y económico, mediante la instalación del llamado fraude patriótico que le otorga legalidad a resultados de comicios en verdad fraudulentos. En 1931, por ejemplo, los radicales ganan las elecciones para Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Uriburu decide desconocer ese resultado y las anula. Meses después, los dos candidatos del radicalismo para las elecciones presidenciales son vetados, y entonces los radicales se abstienen de participar. Esta modalidad fraudulenta es justificada por los partidarios del régimen.

Tal es el caso de Carlos Ibarguren, quien colabora con el régimen de Uriburu, y expresa públicamente su convicción de que “…las mayorías argentinas, por su reciente incorporación al país, no se han consustanciado con la esencia de la nacionalidad, viven una minoría de edad, son arrastradas por los demagogos, no analizan suficientemente los deberes inherentes a ese derecho que se les ha otorgado y necesitan de una tutela”. Discurso en el teatro Rivera Indarte de Córdoba, el 15 de Octubre de 1930

El sindicalismo, que trataba de agruparse en torno a una Confederación General del Trabajo en ciernes, es una excepción al apoyo generalizado a los golpistas, ya que la memoria histórica de las antiguas luchas le auguraba un recrudecimiento de la represión. Sin embargo, una vez asumida la toma militar del Poder Ejecutivo, la conducción cegetista, con la secretaría

Yrigoyen regresa a Buenos Aires - 1933

general a cargo del ferroviario Luis Cerrutti desde el 27 de septiembre de 1930, va tener una actitud tibia y negociadora con el gobierno, para lograr, según las autoridades de la nueva central sindical, la liberación de los sindicalistas encarcelados, en un clima fuertemente contrario a la acción sindical, tal y como se venía desarrollando hasta entonces. Sin embargo, Uriburu reprime abiertamente a los sindicatos que considera una amenaza: declara la ley marcial y el estado de sitio, cierra periódicos anarquistas y comunistas, lleva adelante ataques, arrestos y torturas. Se cuentan 300 extranjeros deportados y cinco trabajadores ajusticiados bajo ley marcial. La fuerza política del anarquismo no logra sobrevivir a esta embestida. La influencia de la FORA decae enormemente. Los socialistas y los comunistas se disputan el predominio sobre una estructura sindical quebrantada.


NP En febrero de 1932, Agustín P. Justo asume la presidencia. Pese a su clara vinculación con los sectores conservadores, el nuevo gobierno inicia una serie de políticas alejadas del tradicional librecambismo. Se modifican sustancialmente las políticas económicas; se da comienzo al proceso de sustitución de importaciones y, por lo tanto, al intento de industrializar el país.

Sustitución de Importaciones

Puesta en marcha del proceso de industrialización Entre las principales medidas de Justo (orientadas a enfrentar la crisis internacional y mejorar la posición de las empresas y del país frente al mercado externo) está el control del tipo de cambio, con un doble objetivo: permitir al gobierno disponer de las divisas necesarias para afrontar los pagos de deuda externa; y reorientar de manera discrecional el comercio exterior argentino, para mejorar su competitividad. Asimismo, el gobierno creó más de veinte organismos estatales para atender distintos sectores de la economía nacional, absorbiendo en la mayoría de casos el descenso de los precios internacionales, sin trasladarlos a los productores.

Lo importante de esta etapa de industrialización es su diferenciación respecto a la desarrollada en décadas anteriores. Hasta este momento lo que primaba en el país era el desarrollo de las industrias “naturales”, es decir, aquellas conectadas directamente al comercio agroexportador (por lo tanto, la política económica se hacía en función de dicho sector económico). A comienzos de los ’30, en cambio, el accionar del Estado será el factor clave para el relanzamiento de la economía nacional y de sectores industriales específicos. Ya no se trata solo del “natural” desarrollo de la economía y sus también “naturales” industrias, sino de una importante intervención del Estado hacia algunos sectores vistos como “artificiales”. Las industrias que más se desarrollaran durante los años ´30 son aquellas vinculadas a los bienes de consumo, que además permiten una rápida sustitución de importaciones (rubros tales como textiles, metalurgia liviana y alimentos y bebidas constituyen lo que se llama bienes de fácil sustitución). Es importante destacar que, en este período, la industria nacional se entiende como una prolongación de las actividades agropecuarias. La industrialización está sujeta, por un lado, a los intereses de los terratenientes y, por otro, a los de las empresas multinacionales radicadas en el país. Hacia 1935 la mayor parte de la industria es de propiedad extranjera. Asimismo, debido a la caída de la rentabilidad en el campo, se produce A la izquierda de la foto, Presidenbe Juan P. Justo acompañado por un secretario.

una migración de capitales desde algunos terratenientes hacia la industria y según algunos análisis, el principal grupo inversor nacional en la industria habría estado conformado por justamente dichos terratenientes. En 1935, se crea el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y en 1938, se implementa el impuesto a la renta. De este modo, el Estado logra acceder a importantes recursos que luego serían utilizados en el proceso de industrialización mediante créditos y aumentos en el gasto público.

1935

Creación del Banco Central de la Rep. Argentina

1938

Implementación del impuesto a la renta 11


NP Roberto Ortiz asume la presidencia en 1938. Pertenece a la Concordancia Alianza impulsada en 1931 por Justo, que reunía al Partido Conservador, a la Unión Cívica Radical Antipersonalista y al Partido Socialista Independiente.

pero como su origen es radical, intenta limitar las prácticas fraudulentas. En 1940 intenta abandonar su cargo, poco después del triunfo radical en las elecciones de medio término, y finalmente, por problemas de salud, Ortiz deja el cargo en 1942 y es reemplazado por Ramón Castillo, último presidente de la década infame. En 1940 se da el primer intento de planificación del desarrollo industrial argentino, llamado “Plan Pinedo”, que señala la necesidad de proteger y desarrollar, bajo ciertas limitaciones, la industria argentina, así como la necesidad de estimular la demanda interna como mecanismo para dinamizar el aparato productivo local. Sin embargo, el plan no logra el apoyo de los industriales y es rechazado en Diputados, luego de que, justamente, los radicales vencieran en las elecciones de medio término recién mencionadas. Pese al fracaso inmediato del Plan Pinedo, el debate sobre la industrialización queda planteado en el seno de los sectores dominantes del país, y produce un cambio que se desataría en toda su extensión durante el peronismo.

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La Segunda Guerra Mundial afecta directamente el proceso de industrialización, con efectos ambivalentes. Por un lado, la guerra restringe el acceso a una serie de materias primas y la renovación de maquinarias imprescindibles para el proceso industrial. Además, el progresivo endurecimiento de la guerra aumentó las dificultades para la exportación hacia Europa. Por último, a partir de que Castillo se niega a romper relaciones con el Eje, Estados Unidos impone trabas y sanciones al gobierno argentino. A partir de entonces, el clima internacional empieza a ser tenido en cuenta tanto como la política interna. Por otro lado, una consecuencia positiva de la guerra es la reducción de las importaciones de bienes de consumo desde los países industrializados. Todos estos cambios afectan directamente a la organización sindical. La evolución de la economía influye en las condiciones de trabajo y determina en gran medida la capacidad de negociación y, por lo tanto, el nivel de actividad de los sindicatos. Como hemos visto, la depresión de 1929 destruyó el sistema económico mundial que sostenía el modelo agro-

1940

PLAN PINEDO

exportador argentino. Las exportaciones agrícolas argentinas cayeron un 50 por ciento entre 1928 y 1933. Las limitaciones al modelo no eran solo externas; se desarrollaba, a la par, un proceso de agotamiento de las tierras fértiles y una creciente presión del consumo interno. Así, las clases populares debieron afrontar, además de una fuerte disminución en el salario real, un fenómeno desconocido hasta el momento: el aumento masivo del desempleo. En este sentido, hasta 1935 la coyuntura es de crisis económica y desempleo, y eso provoca desgaste sindical.

1930 12.000 desempleados 1932

333.997 desempleados

Fuente: Los sindicatos, el estado y el surgimiento de Perón, 1930/1946, de Joel Horowitz.

A partir de entonces, el proceso de industrialización contribuye a una disminución del desempleo, pero persisten las condiciones de vida miserables, y eso provoca un repunte de la actividad sindical, manifiesto en la cantidad de organizaciones gremiales, el aumento del nú-

Primer intento de planificación del desarrollo industrial argentino


Agustín P. Justo y Roca camino al congreso en 1932.

mero de afiliados, la mayor capacidad de movilización y la cantidad de huelgas. Si bien se registra un importante aumento en la cantidad de obreros y también en la cantidad de fábricas, y el desempleo urbano prácticamente desaparece, la situación social de las clases populares sigue siendo crítica. Con la mayoría de las industrias instaladas en el Gran Buenos Aires, se desencadena un proceso de migración interna que produce un considerable aumento de la población nacional radicada en el área metropolitana. Esta concentración poblacional trae consigo serios problemas habitacionales. Los alquileres son demasiado altos, por lo que los trabajadores más precarios deben vivir en conventillos donde los ambientes son compartidos entre cuatro o cinco personas. También aparecen los primeros asentamientos precarios, como los emplazamientos Villa Desocupación o Villa La Esperanza. Los salarios reales son, además, insuficientes: más allá de cubrir

Capilla Ardiente. 1933

la vivienda y la alimentación, que a veces es proporcionada por ollas populares, no alcanzan, por ejemplo, para realizar un viaje, afiliarse a un sindicato o costear atención médica. La capacidad de ahorro es, por demás, inexistente. Los avances en la legislación laboral, finalmente, no logran traducirse en mejoras en las condiciones de trabajo, puesto que la capacidad para hacerlas aplicar es mínima. La recuperación económica y la alta tasa de ocupación por un lado, y las malas condiciones en las que vivían los obreros provocan un crecimiento de las organizaciones gremiales y de su capacidad de movilización. Entre 1936 y 1941, se registra un aumento continuo del número de afiliados, pasando de 369.969 a 441.412 trabajadores. Se multiplican las reuniones sindicales. Asimismo repunta la cantidad de huelgas, y el resultado es, por lo general, positivo. El cambio es bastante brusco: si en 1934 los trabajadores habían tenido éxito con solo el 13 por ciento de las

Sepelio de Hipólito Yrigoyen, 1933.

huelgas, en 1936 resultan exitosas el 31,7 por ciento. Parte de este renovado dinamismo se debe a la unión alcanzada en el seno de la izquierda: el cambio de estrategia del Komintern (Partido Comunista Internacional), que comienza a apuntar a la conformación de frentes populares, sin duda propicia este fenómeno. El auge de este entusiasmo se ve plasmado en la celebración del 1° de mayo de 1936, organizada en conjunto por los radicales, los socialistas, los comunistas y la CGT de la calle Independencia. A pesar del aumento de la movilización sindical, la clase política sigue desoyendo los reclamos. La tensión entre el aumento de la capacidad de negociación de los trabajadores y la indiferencia de las autoridades frente al deterioro de las condiciones de vida genera una presión social que busca ser canalizada políticamente. La tendencia general a una mayor movilización no implica que no existiesen

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Breve Historia de UOM Los obreros metalúrgicos se habían organizado en la década del ´30 bajo el liderazgo de comunistas y socialistas. Luego de la derrota de la huelga de 1942, el Sindicato de la Industria Metalúrgica (dirigido por el Partido Comunista) había perdido ascendencia dentro de los trabajadores. En abril de 1943 se había fundado un sindicato paralelo: la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que contó con el apoyo de Perón y finalmente se impuso al anterior sindicato como el representante de los obreros metalúrgicos en Argentina. Sus principales impulsores habían sido Ángel Perelman y Nicolás Giuliani, quienes mantuvieron su liderazgo hasta 1946.

A partir de esta fecha su secretario general fue Hilario Salvo, hasta fines de 1951. El próximo líder de peso fue Abdalá Baluch quien ocupó el mayor cargo entre 1952 y 1954. Después de la huelga de 1954, la conducción quedó en manos de Rafael Colace primero y luego de los hermanos González (Los Gonzalitos). A fines de 1954, Paulino Niembro derrotó en el congreso que se hizo en el Luna Park a “Los Gonzalitos” y cedió su cargo a Augusto Timoteo Vandor quien sería Secretario de la Seccional Capital hasta su muerte a fines de la década del ´60. Vandor sería el hombre más poderoso dentro de la UOM y de todo el sindicalismo argentino.

Trabajadores en el Puertoo.

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estrategias diversificadas en el movimiento obrero, producto de las divergencias internas de recursos de poder. Un recurso muy importante es la posición en el desarrollo productivo, es decir, si el sindicato representa a un sector relevante en la economía. Otro factor es la estructura organizativa, que si bien no es totalmente independiente de la posición productiva de cada gremio, no se subsume a ella y se expresa tanto en los recursos financieros, el tipo de liderazgo, la relevancia en la estructura organizativa del movimiento obrero en su conjunto (las centrales u organizaciones de tercer nivel) y la cantidad de afiliados cotizantes. Pero también son muy importantes los recursos políticos entre los que se destaca la ideología (fuertemente arraigada o más flexible), los valores identitarios, la capacidad negociadora con otros actores políticos y la forma-

ción de cuadros dirigentes. En ese marco podemos destacar, a partir de cuatro gremios importantes en el período, formas diferentes del sindicalismo argentino de reaccionar frente al escenario abierto por el golpe y la crisis económica de 1930. Los telefónicos (FOET) apelan a la presión a través de la huelga y el sabotaje. Si bien no son ferozmente reprimidos, en la huelga de 1932 el gobierno, a través del Departamento Nacional de Trabajo (DNT), no logra que la empresa aceptara bajar salarios a cambio de no despedir empleados. Dirigentes como Luis Gay son despedidos, aunque más tarde reincorporados. En este caso, la cantidad de mano de obra femenina, poco sindicalizada y poco proclive al conflicto (a diferencia de las más combativas obreras textiles) perjudica la acción gremial. Los empleados de Comercio (FEC),

por su vínculo más cercano al Partido Socialista, ejercen presión sobre los poderes públicos (en especial sobre el poder legislativo) para obtener normas laborales favorables como la reforma del Código de Comercio, el sábado inglés o el cierre uniforme. Conscientes de la falta de capacidad de control e inspección por parte del Estado prefieren estrategias generales (que los comercios cerraran todos a la misma hora, algo fácilmente visible) para hacer cumplir la jornada laboral legal. Los ferroviarios (organizados en la Unión Ferroviaria y en menor medida los maquinistas reunidos en La Fraternidad) continúan como en la época de los gobiernos radicales: hacen valer el peso de su gremio en la economía del país para intercambiar favores o concesiones con el gobierno. Frente a la crisis, las empresas ferroviarias se disponen a bajar


primera división de la cgt: 1935

cgt catamarca: reunía a anarquistas y sindicalistas, bajo el liderazgo de antonio tramonti, (uf) cgt independencia: reunía a socialistas e independientes, bajo el liderazgo de josé domenech (uf)

Segunda división de la CGT: 1943

cgt 1: reunía a socialistas y sindicalistas, todos de tendencia reformista, bajo el liderazgo de josé domenech (uf). cgt 2: reunía a socialistas, comunistas e independientes, bajo el liderazgo de francisco pérez leirós (uoem)

Huelga y quema de un tranvía. 1936

salarios y el gobierno interviene para que los sindicatos tuvieran participación. Los de la Fraternidad se inclinan por la contribución (reducción de 6% de salarios) y la UF por el prorrateo (ausencia al trabajo 2 o 3 días al mes), pero este sistema no satisface a las empresas. El gobierno vuelve a intervenir. Sin embargo, el laudo ferroviario donde el Ministro de Obras Públicas interviene a favor de la patronal no solo afecta la continuidad de Antonio Tramonti como titular del gremio sino la popularidad del recientemente asumido Domenech que debe aceptar no solo la baja de salarios de los trabajadores sino también que estos últimos puedan ser cambiados de lugar de trabajo a beneficio de la empresa, teniendo como única contraprestación la promesa de una futura devolución. Los textiles (UOT) son el ejemplo más paradigmático de un modelo de acción

gremial al que responde también el sindicato de los trabajadores de la construcción que, organizado bajo el liderazgo comunista, protagoniza una de las huelgas más importantes del período. El gobierno, que no hace ningún esfuerzo por cumplir las normas reguladoras de las pésimas condiciones de trabajo, interviene fundamentalmente en su faceta coercitiva. Y cuando el Departamento Nacional del Trabajo pretende forzar a los empleadores a negociar y cumplir acuerdos fracasa produciendo, paralelamente, la intransigencia patronal y la debilidad gremial. En términos generales, la vida organizativa del sindicalismo argentino durante la década infame se encuentra notablemente influenciada por la fuerza y las luchas internas de la Unión Ferroviaria. Hegemónica en el Comité Confederal de la CGT, tiene tres de los cuatro secretarios

generales, representa casi la mitad de las finanzas de la central y es protagonista de las divisiones producidas en 1935 y en 1943. La Unión Ferroviaria es un ejemplo paradigmático, por un lado, por el tipo de vínculo que se establece entre las seccionales y la conducción nacional, donde predomina una fuerte centralización. Por otro lado, también por el tipo de relación que los delegados del gremio en la CGT tienen con las decisiones tomadas en la Comisión Directiva de la UF: los ferroviarios deben votar en bloque y cuando no lo hacen se producen crisis de gobernabilidad en la central obrera. Todas estas características influyen en el proceso de centralización decisional del movimiento obrero argentino que se produce independientemente de que el final de este período (1939-1943) nos encuentra con dos CGT, y no con la unidad soñada antes del golpe de 1930.

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Sindicalismo en el mundo

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La primera posguerra fue testigo de la radicalización política en la sociedad europea que redundó en la victoria de los sectores conservadores y la desarticulación de la movilización de los trabajadores. El ascenso del fascismo en 1922 en Italia y en 1926 en Portugal, así como los distintos intentos de golpe por izquierda y derecha en Alemania (1919 y 1923 respectivamente) y el aumento de huelgas en Inglaterra (1922 y 1923), son consecuencias de ello. En el caso de la experiencia italiana, el fascismo fue apoyado, en un primer momento, por dirigentes sindicales, que esperaban ver en él la instalación de un Estado sindical. De hecho, el Código de Trabajo (1927) que proclamaba el control estatal de los sindicatos y el movimiento obrero, tuvo algún apoyo sindical. Para 1933, las esperanzas puestas en el corporativismo ya habían sido abandonadas ante la evidente concentración del poder sindical a disposición del régimen totalitario. En Alemania, las fuerzas que podían contrabalancear el poder del nazismo como el comunismo y la socialdemocracia, que contaba con la adhesión de 3 millones de obreros, fueron diezmadas cuando Hitler tomó el poder el 30 de enero de 1933. El 2 de mayo de 1933 se ocuparon las sedes de los sindicatos y se encarceló a los secretarios generales, obligándose a todas las organizaciones obreras a fusionarse en el Frente del Trabajo, de tendencia nacional-socialista. La protesta, que tuvo lugar solo en algunos casos, adquirió la forma de abstención a la elección de delegados.

En la URSS, los años que siguieron al período más recrudecido de la guerra civil (1918-1920) enmarcaron el debate acerca del papel de los sindicatos en el Estado. El fusilamiento de anarquistas en noviembre de 1920 generó una fuerte desaprobación de parte de la población y el número de afiliados al partido se redujo en un quinto. En 1921, surgieron conflictos en la comuna de Cronsdtadt junto al reclamo desde el sindicalismo por mayor independencia respecto del partido comunista. Finalmente, los sectores opositores fueron reprimidos y si bien no se eliminaron los sindicatos, se los sometió totalmente a la política del partido. De allí en más la fuente de oposición provino del campo. En ese panorama de radicalización política, se produjo entre 1929 y 1936 la Guerra Civil Española y con su conclusión no solo fracasó la experiencia republicana en España sino también la desarticulación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en 1922, y de tendencia anarquista. Las consecuencias de la crisis de 1929 no fueron las mismas en EE.UU. La elección de Roosvelt en 1932 redundó en políticas económicas novedosas y el reconocimiento legal de los sindicatos y una primera reglamentación del trabajo. A partir de 1934, se produjo un cambio en la organización sindical. Ese mismo año comenzó una serie de grandes huelgas que se acentuaron en 1936 y 1937, muchas con resultado positivo. En 1935, surge el Congress of Industrial Organisations (CIO), que logrará aunar a 6 millones de trabajadores, a la par de la central de oficios AFL (American Federation of Labour), que no tenía representación industrial. Durante la guerra, el movimiento obrero inglés se orientó a la cooperación con los objetivos bélicos del país. El francés, débil y des-

articulado por la ocupación, se concentró en la militancia clandestina en la resistencia, y el alemán apenas sobrevivió con dirigentes exiliados, encarcelados, torturados o incluso asesinados. La posguerra, por su parte, encontró al movimiento obrero inglés entre el laborismo y el tradeunionismo, al francés fragmentado entre comunistas, autonomistas y cristianos, y al alemán defendiendo los principios de unidad, mayor prescindencia política y autonomía. Lo que fue común en el movimiento obrero europeo de posguerra fue la importancia crucial de la estructura sindical para posibilitar la reconstrucción de la unidad nacional y de la riqueza, en especial en el caso alemán. La finalización de la guerra, con la derrota del fascismo, derivó en un escenario distinto, que ubicaba a las democracias occidentales en oposición a los regímenes del área de influencia soviética. Respecto de los países democráticos, los Acuerdos de Bretton Woods, firmados por EEUU y Gran Bretaña en 1944 y la aplicación del Plan Marshall a partir de 1947, permitieron establecer las bases para el nuevo ordenamiento internacional. Estas mismas bases se consolidarían con la conformación de la OTAN en abril de 1949. Respecto del área de influencia soviética, se vio constituida formalmente en el Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua (o “Pacto de Varsovia”, en mayo de 1955). La nueva demarcación mundial se reflejó en la fundación en 1949 de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOLS) por parte de los sindicatos no comunistas que se escindieron de la Federación Sindical Mundial (FSM) que, fundada en 1945, había sido la expresión sindical a nivel mundial de la lucha contra el fascismo y que, luego de 1949, adquirirá un carácter netamente comunista.


Movimiento Sindical en América Latina Con la crisis de 1929, se afianzan procesos de profundos cambios en la historia de América Latina. Con el desarrollo de la industria, la importancia del sector agrario, antes predominante, tiende a disminuir en las economías latinoamericanas. En este contexto se produce una fuerte migración interna del campo a las ciudades y sus periferias. Dentro de las ciudades se produce un proceso de industrialización que genera proletarización, expansión de la clase media y creciente bienestar al tiempo que conlleva la extensión de ciertas formas de trabajo no asalariadas y una distribución muy regresiva del ingreso. En ese contexto, surgen nuevos sindicatos donde no existían y crecen los sindicatos donde ya había lo que produce un aumento del nivel de sindicalización de la población obrera. A partir de 1930, conviven en el movimiento obrero latinoamericano el anarco-sindicalismo, cada vez más reformista con comunismo revolucionario cuya línea ideológica es fijada por la Internacional Comunista (IC). La crisis de 1929, que produce una fuerte contracción económica, genera también una creciente agitación política en contra del régimen oligárquico vigente en países como México, Cuba y Chile. En Brasil y Argentina la existencia de gobiernos autoritarios impidió el florecimiento de la protesta. Durante el Estado Novo brasileño (1930-1945 Segunda etapa del proceso político iniciado por Getulio Vargas) se produce un avan-

ce en la organización y centralización al tiempo que la introducción de algunas reformas laborales progresistas A partir de 1935, el cambio en la política de la IC permite la conformación de frentes populares, con los que se surgen gobiernos que permiten una creciente participación política de los sindicatos, favorecen su organización y fomentan la creación de los departamentos y ministerios nacionales de trabajo, o la ampliación de las funciones de los existentes. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial se reduce el movimiento huelguístico a pesar del descenso de los salarios reales, porque las coaliciones políticas de las que participa el sindicalismo priorizan la lucha de las democracias. Este período de apertura política posibilita la formación, en 1938, de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), con fuerte apoyo y preeminencia de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), cuyo principal objetivo es el apoyo sindical de la política frente-populista. Con la finalización de la guerra tanto en Argentina y Brasil, las huelgas y movilizaciones se acrecientan enormemente. De todos modos, rápidamente el sindicalismo optó por ser el sustento de un movimiento político policlasista que favorece la consolidación de la industrialización. Desde la CTAL, se promueve la línea de los “frentes populares”, que intenta una conciliación entre los industriales nacionales y el movimiento obrero, manteniendo la libertad de movilización sindical. Pero desde los sectores más conservadores

del sindicalismo y desde los propios sectores industriales, se busca contener la movilización para alentar las inversiones extranjeras. En la segunda posguerra, el Departamento de Estado norteamericano comenzó a tener injerencia en la política sindical latinoamericana. Esto redundó en la escisión de la CTAL, en enero de 1948. La central latinoamericana era un escenario más de la guerra fría, fenómeno que se repetía en las centrales de la mayoría de los países. La Confederación Interamericana de Trabajadores (CIT) es creada en 1949 con el firme propósito de hacer frente a la CTAL, de creciente influencia soviética. En 1951 la CIT se transforma en la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT). En general, el movimiento sindical latinoamericano transita el camino hacia la burocratización del mismo a partir de su regulación por parte del Estado, al tiempo que esto mismo favorece su crecimiento en términos cuantitativos (tasa de sindicalización) y cualitativos (peso político en la sociedad). Expresión de esto es el hecho de que en el seno de la ORIT, se produce una disputa entre la línea socialdemócrata (de influencia europea) y la de sindicalismo apolítico (de influencia estadounidense). De la misma manera, conflictos en la arena internacional confluyeron en el surgimiento de la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos (ATLAS) impulsada por la CGT argentina y la CIT, por el aprismo peruano, a la que también adhiere el varguismo brasilero. 17


PERONISMO

VER CAP #1

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El fin de la década infame trae consigo una crisis del modelo económico político que había fundamentado la formación y consolidación del estado argentino. Esa crisis se pone de manifiesto en cuatro aspectos inherentes a la autoridad del Estado: la identidad, la participación, la distribución y la legitimidad. Además, el país enfrenta una crisis de dependencia y desarrollo provocada por la posición internacional derivada del rol en la División Internacional del Trabajo, por la relación con Inglaterra frente al creciente predominio de Estados Unidos en el mercado mundial y los cambios que sufre el capitalismo. Todas estas crisis se producen tras el fin del modelo agroexportador y el peronismo dará una respuesta específica a cada una de ellas. En algunos casos reforzará algunas de las intervenciones previas (nacionalismo, intervención del Estado en la economía) y en otros modificará las tendencias, como por ejemplo respecto de la distribución y la participación social y política de los sectores populares.

El 4 de junio de 1943, se produce el golpe que derroca al gobierno de Ramón Castillo. Esta intervención militar es encabezada por los generales Arturo Rawson y Pedro Pablo Ramírez. A diferencia del golpe de 1930, el sindicalismo asumirá una postura de cierta expectativa ante el nuevo panorama político. En esta nueva intervención militar tendrá especial relevancia, aunque sin ser el organizador ni quien llevó a cabo el golpe, un grupo de oficiales que se autodenominan Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Vinculado con la fracción nacionalista del ejército, el GOU tiene, sin embargo, intereses y tendencias heterogéneas. En ese grupo, el Coronel Juan Domingo Perón será, paulatinamente, una figura cada vez más importante. Todavía más heterogénea que el GOU es la alianza conformada para gobernar. En su seno conviven dos facciones: por un lado, los jóvenes oficiales nacionalistas, industrialistas, más neutrales o favorables al Eje en el plano internacional, y


dispuestos a implementar un proyecto de desarrollo de país a largo plazo con un rol más activo del Estado; por el otro, los prestigiosos oficiales de alto rango con inclinaciones liberales, entre quienes se destaca Rawson, con objetivos políticos más modestos (una breve intervención militar que diera lugar a elecciones limpias) y que además promovía un acercamiento con Washington para favorecer las necesidades de equipamiento de las Fuerzas Armadas. El gobierno de la Revolución de Junio reconoce a la CGT 1 y no a la 2, y adopta, en principio, una política de represión sobre los sindicatos comunistas y también interviene la Unión Ferroviaria y la Fraternidad. En octubre de 1943 se produce un acontecimiento que no es ajeno a las ambivalencias del régimen frente a los sindicatos y de los sindicatos frente al gobierno militar: Perón, hasta entonces asesor en el ministerio de defensa, asume el Departamento Nacional de Trabajo, que desde el 10 de diciembre tendrá rango de Secretaría. Desde entonces, aparece un nuevo abordaje estatal de la cuestión laboral, inspirado, en parte, en

el programa del GOU, el conocimiento que el Coronel Domingo Mercante, amigo de Perón, tenía del mundo sindical, y la percepción que Mercante tenía de los alcances y limitaciones de su proyecto político policlasista. Este panorama dará lugar a una nueva forma de resolver las crisis argentinas, en especial aquellas que implican la distribución del ingreso y la participación política. Los años peronistas se pueden organizar, para su estudio, en cuatro etapas, a partir del tipo de respuesta que se le dan a las crisis políticas antes mencionadas, y el impacto que tienen esas respuestas en las estructuras de poder y socioeconómica. Además, estas cuatro etapas se corresponden también con los rasgos del estilo político de Perón: más centralista y personalizado cuando cree tener control de los factores de poder o se siente bajo amenaza; y más participativo y horizontal cuando necesita construir o reconstruir una alianza política y social que lo legitime.

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PERONISMO

ETAPA 1

Entre 1943 y 1946 se da la fase preparatoria del régimen donde se presentan conflictos entre las distintas corrientes y el surgimiento de una estructura de poder. El centro de los conflictos son las Fuerzas Armadas, sobre las que Perón no tiene predominio por su bajo grado, aunque va a poder matizar esta debilidad gracias a ser el único de los oficiales del GOU con un proyecto político. En esta etapa, los trabajadores reciben importantes beneficios a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, y la relación con los sindicatos es cada vez más relevante, a partir de que se logran reducir los niveles mutuos de desconfianza. En términos económicos, el fin de la Segunda Guerra Mundial plantea un nuevo escenario para el proceso de industrialización. Al igual que algunos países de América Latina, Argentina se encuentra en pleno proceso de sustitución de importaciones y por lo tanto necesita aumentar su participación en el comercio mundial de tal forma de asegurar la continuidad de dicho proceso. Sin embargo, con el fin de la guerra, los términos de intercambio volvieron a ser adversos a nuestros países. Asimismo, la paulatina recuperación de la capacidad productiva europea debilitaría la demanda por productos o materias primas de nuestra región y, adicionalmente, el Plan Marshall excluyó a los países de AmériEl principal plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo.

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ca Latina de los beneficios comerciales que el acuerdo generaba, favoreciendo únicamente a la industria norteamericana. Apenas producida la Revolución de Junio, aparece con fuerza la discusión sobre la necesidad de un modelo industrialista. Si bien se retoman algunos de los argumentos debatidos en la década anterior, surgen algunas divergencias. Los que fomentaban la industrialización en los años ´30 ahora prefieren atemperar el proceso para adecuarlo a las capacidades del país. Perón, en cambio, opta por estimular la producción, maximizar el uso de la mano de obra y respetar las libertades económicas. Esa alternativa será propuesta por el Consejo Nacional de Posguerra, Creado por decreto en 1944, y a cargo del entonces vicepresidente Juan Domingo Perón.

donde también se empieza a plantear la necesidad estratégica de desarrollar industrias básicas que sirvan de soporte a la producción de bienes de consumo. Así empiezan a sentarse las bases del modelo económico peronista que se asentaría bajo cuatro principios: importancia del mercado interno, nacionalismo económico, estatismo y papel central del proceso de industrialización. Se señaló el carácter social de la propiedad, el capital y la actividad económica. El peronismo continuaría la senda trazada por el gobierno nacional desde 1933, pero la diferencia crucial planteada por el nuevo gobierno se centraría en sus políticas sociales que lograrán una importante redistribución del ingreso nacional, en una industria fuerte-


mente trabajo-intensiva, con altos niveles de poder adquisitivo para los trabajadores. En las relaciones internacionales, la Argentina se encuentra en una situación extraña. Por un lado, la guerra la libera relativamente de su vínculo de dependencia con Inglaterra. Por el otro, el naciente rol hegemónico de Estados Unidos en América Latina y el mundo amenaza a la Argentina en su liderazgo panamericanista y le exige adecuarse a su nueva posición en el mundo. La declaración de guerra al Eje es parte de estos dilemas, y pese a las resistencias de los sectores pro-Eje, termina primando una posición pragmática. En este período, el sindicalismo es el único actor no mayoritariamente hostil al proyecto político de Perón; incluso le da un apoyo efectivo. Este vínculo perdurable entre una parte del sindicalismo y el peronismo se viene construyendo paulatinamente y quizá ese sea el motivo de su perdurabilidad. En principio, los sindicatos y los sindicalistas más establecidos adoptan una postura expectante frente a la política del gobierno. El Departamento de Trabajo, al inicio de la Revolución de Junio, aprobó el “Estatuto de Asociaciones Profe-

sionales” que imponía un modelo de relaciones laborales que el propio Perón calificó de totalitario. Por ello, y por la presión sindical, lo modifica por decreto. Además, desde que Perón asume la gestión del Departamento, en octubre de 1943, se implementan una serie de iniciativas que favorecen la posición de la clase obrera en la distribución del ingreso y en las relaciones de fuerzas dentro del ámbito de trabajo Sin embargo, si bien Perón y la ahora Secretaría de Trabajo se autoproclaman como grandes hacedores de este cambio que iba orientado, según la visión del equipo gubernamental, no a modificar sino armonizar la relación entre capital y trabajo, el sindicato se convierte en el ámbito de referencia de los trabajadores para exigir el cumplimiento de esos derechos. Es así que, en algunos casos, los sindicalistas con más experiencia previa van a matizar sus resistencias al gobierno. Perón, entonces, se da cuenta de que, al menos en ese momento, carece de otro posible apoyo orgánico que no fuesen los sindicatos; y tampoco puede movilizar a los trabajadores, aun en un momento de crisis como lo fue el 17

de octubre sin la militancia sindical. Esta militancia, canalizada a través del Partido Laborista, junto con algunos sectores minoritarios de la Unión Cívica Radical, FORJA Grupo asociado a la facción irigoyenista del radicalismo, surge como respuesta a la crisis política surgida con el golpe del ´30. Entre sus socios fundadores estaban Arturo Jauretche, Homero Manzi, y Raúl Scalabrini Ortiz.

y elementos dispersos del Partido Conservador, es la base de sustentación política e incluso partidaria del triunfo electoral de Perón, el 24 de febrero de 1946. En esta etapa el sindicalismo se caracteriza por su intento de construir un proyecto de autonomía sindical, un acercamiento más bien pragmático a Perón, la movilización a favor de su candidatura y, finalmente, con la disolución del Partido Laborista, el encuadramiento político de los sindicatos bajo el liderazgo de Perón.

VER: ASPECTOS dESCRIPTIVOS y RElACIón COn El POdER POlíTICO

IMPORTANCIA DEL MERCADO INTERNO

Nacionalismo económico

ESTATISMO

PAPEL CENTRALEN EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN

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PERONISMO

ETAPA 2

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Trabajadores en la Plazo de Mayo

Entre 1946 y 1949 se da la fase de consolidación. Perón perfecciona su estructura de poder y logra solucionar los problemas nacionales urgentes y dar respuesta a las crisis que ya el gobierno militar había empezado a enfrentar: legitimidad, distribución y dependencia. Ser el primer presidente en 15 años que llega al poder sin fraude le permitió romper los vínculos con el sistema político pre existente. Así es que el primer peronismo fomenta la organización de los sectores que aún no cuentan con un organismo encargado en defender sus intereses (pequeños y medianos empresarios nacionales, sectores más relegados del movimiento obrero) para orientar sus demandas hacia el Estado. Se impulsa un incremento continúo de los salarios y se complementa la protección del trabajador en caso de embarazo, despido, accidente, enfermedad; se mejoran las jubilaciones y se dan cada vez más prestaciones sociales y de salud por parte del Estado. La crisis política que Perón hereda lo beneficia para destacarse como solucionador de problemas, pero enseguida surgen nuevos desafíos y su capacidad de respuesta se centra en el fortalecimiento de los mecanismos de control. En esta etapa, Perón logra una posición menos hostil de los sectores de poder como la UIA o de la Bolsa de Comercio, aunque la Sociedad Rural, cuyo predio es expropiado

en 1947, se mantiene más reticente y se resiste a la aplicación del Estatuto del Peón. Esta mala relación se apacigua a partir de 1948 cuando el gobierno reorienta parcialmente su política de apoyo unilateral a la industria y promociona algunas políticas específicas para el campo. Los sindicatos, por su parte, viven sus años dorados en términos de participación de los trabajadores en la distribución del ingreso nacional y tasa de afiliación. Sin embargo, los liderazgos autónomos van desapareciendo, la CGT se encolumna con el gobierno y asume su conducción José Espejo, del Sindicato Obrero de la Alimentación, en reemplazo de Aurelio Hernández de Sanidad que había sustituido a su vez a Luis Gay, ex sindicalista e ideólogo del laborismo, en febrero de 1947. En términos económicos, los primeros años del primer gobierno de Perón van acompañados por los beneficios que implicó el fin de la segunda posguerra. Sin embargo, este contexto internacional no duraría mucho tiempo, y eso va a afectar fuertemente el modelo de transferencia de ingreso de las exportaciones del agro a la industria en proceso de consolidación. En ese marco, el peronismo inicia su primera etapa planificadora, que no logra llevarse a cabo como se esperaba no solo por problemas técnicos o falta de experiencia en ese ámbito sino también por el cambio de la situación internacional.


1946 pRIMER pLAN QUINQUENAL Eva en el reparto de Navidad. 1946

A mediados de 1946, la Secretaría Técnica de la Presidencia empieza a preparar un plan quinquenal que se aplicaría desde 1947 hasta 1951. Este plan tenía entre sus objetivos la transformación de la estructura económicosocial a través de la expansión industrial, la reducción de la vulnerabilidad externa mediante un rescate de la deuda pública y privada, el aumento de los niveles de vida, el empleo del saldo de divisas y reservas internacionales en programas, el mantenimiento de una política autónoma frente a los recientemente creados organismos internacionales y la aceleración de la capitalización industrial, entre otros. El primer plan quinquenal se concentró en las empresas livianas, en especial aquellas relacionadas con la producción agrícola, y hasta 1952 el proceso seguiría concentrado en sectores de bienes de consumo no durables o de sustitución fácil. Estos sectores serían acompañados con el decreto de “Protección y Promoción de la Industria”, que establecía una serie de mecanismos como la protección arancelaria, los subsidios y el despliegue de líneas de crédito que aseguraran el desarrollo de los sectores señalados. Además de los aranceles, otro elemento de protección fundamental fue el control de cambio

establecido y los consecuentes permisos de importación que otorgaba el gobierno como parte de dicho control y de los permisos para realizar los cambios de divisas. En la política exterior, un manejo muy atinado de la diplomacia le permitirá a la Argentina insertarse institucionalmente en el sistema internacional mientras discursivamente se continúa con la retórica hostil hacia Estados Unidos, que en 1948 le niega al gobierno peronista la posibilidad de beneficiarse con el plan Marshall. También se empieza a perfilar el esquema de alianzas de la Tercera Posición que busca definir un perfil propio para algunos países del Tercer Mundo o en vías de desarrollo en el esquema de la Guerra Fría. El malestar del resto de Latinoamérica con la política estadounidense en relación al gobierno argentino, va a limitar, por un lado, la posibilidad de mayor autonomía de la Argentina, y por el otro, ayudará a que sea menos hostil la relación con Estados Unidos. El movimiento sindical argentino se encuentra frente a nuevas encrucijadas que definirán su estructura organizativa futura. Se produce una expansión de los sindicatos y, por lo tanto, de su influencia política, aunque su posición se encuentra subordinada a

la estructura partidaria y gubernamental del estilo de gestión peronista. También se produce una nacionalización del sindicalismo. Se generaliza un marco legal protector de los trabajadores (aguinaldo, vacaciones pagas) y se instala un modelo sindical centralizado, controlado por el Estado, pero con un fuerte poder de negociación frente a los otros actores económicos. Sin embargo, estos años de prosperidad no significan el fin del movimiento huelguístico. Por el contrario, se producen huelgas fundamentalmente de tipo reivindicativo y la mayoría son exitosas; el antagonista no es ya el Estado sino la empresas. Este es un cambio radical en lo que respecta a las características del movimiento huelguístico hasta los años ´40 donde la alianza gobierno-patronal se consolidaba en momentos de movilización o lucha gremial. Sin embargo, mientras que el gobierno apoya las luchas reivindicativas por el salario, no tiene una posición tan clara en lo que respecta a las condiciones de trabajo. Fue en ese plano donde, sin regulación legal, empieza a crecer el peso de las comisiones internas que van a ser también los lugares donde surgirán nuevos liderazgos.

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PERONISMO

ETAPA 3

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Entre 1949 y 1952, se produce el viraje que implica un cambio de actitud frente a las crisis. En lo que respecta a la de legitimidad, en lugar de afianzarla como se quiso hacer antes, promoviendo la moderación de las tensiones sociales, ahora se exacerban las diferencias entre leales y opositores. El partido peronista intensifica su poder frente a los sindicatos ahora dependientes y favorece la radicalización política. El partido se encuentra cada vez más fusionado con el Estado que también es utilizado como herramienta de control político de los opositores o de los neutrales tibios. En esos años se dan algunos intentos de organizar a los pequeños y medianos empresarios, en especial a los del interior del país, en la Confederación General Económica (CGE), más afín a la política industrial peronista; pero este grupo no consigue ser un sector de poder relevante. En este contexto, se produce también el intento de golpe militar del General Benjamin Menéndez que si bien no genera un fuerte peligro para el régimen, le exige al gobierno una mayor politización de las Fuerzas Armadas que produce descontento, sobre todo en la Marina, que aún en 1951 sigue siendo fuertemente antiperonista. En términos económicos el desafío será la caída de los precios internacionales de los productos agrícolas. El modelo de sustitución fácil muestra sus limitaciones y ante el aumento de los salarios se produce una caída en la tasa de ganancia del sector industrial, que a su vez empuja los precios hacia arriba, y produce crecientes niveles de inflación. Se revela, así, tanto la puja distributiva que vive el país, como la falta de recursos para financiar el modelo. Con la

llegada de la crisis económica en 1949, la orientación general del proceso de industrialización tiene que variar. El gobierno debe optar por el desarrollo de políticas más ortodoxas y orientadas al fortalecimiento del sector agrario. Sin embargo, el Estado busca absorber el excedente de mano de obra proveniente del sector privado, buscando mantener altos los niveles de empleo y los salarios, lo que agudiza aún más su déficit. La alianza del peronismo con los sectores obreros impiden que el Estado deseche fácilmente el proyecto industrializador. En 1952 comienza el segundo gobierno de Perón. En un clima de crisis económica y de progresiva descomposición política, se formula el Plan de Estabilización, que plantea una serie de medidas ortodoxas tendientes a controlar la inflación, recuperar el sector externo, restringir el consumo, el fomento del ahorro y el aumento de la productividad. Además, se vinculan los aumentos salariales con los aumentos de productividad y se restringe el gasto público. Para revertir los problemas estructurales por los que atraviesa el proceso de industrialización, se impulsan sectores como combustibles, productos químicos derivados del petróleo, y maquinaria y vehículo. Sin embargo, se requería o bien un impulso estatal como hasta ese momento, o se permitía el ingreso de capitales extranjeros. Y ese fue este el camino elegido por el gobierno. Los sindicatos, aunque organizativamente poderosos y estructurados de manera centralizada, sufren los efectos de la inflación que disminuye la capacidad adquisitiva del salario y, a pesar de las medidas gubernamentales, su participación en el ingreso se reduce. Esta


situación genera una disminución de la movilización sindical. Sin embargo, se producen una serie de conflictos importantes que pueden generar como respuesta el rechazo oficial: la huelga de los ferroviarios y bancarios (dos gremios de importancia histórica que ven reducido su poder en la década peronista) o la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA), un nuevo sindicato fundado en 1944, que llega a perder su personería y queda intervenido hasta 1955, aunque los trabajadores reciben un aumento salarial del 60 por ciento. Como consecuencia de la burocratización, la represión de la disidencia y la pérdida de autonomía (del cual el estatuto de la CGT de 1950 es un claro ejemplo), se produce una crisis de dirigencia cuya autoridad se deslegitima en las bases. Esto pone de manifiesto que en esta etapa el sindicalismo padece la falta de liderazgos sólidos. Esta carencia se revelará como problemática a la hora de enfrentar la necesidad de relanzar estrategias de lucha en un contexto de crisis, ya sea dentro del gobierno peronista, como más tarde frente a su eventual y luego real caída. Sin embargo, las comisiones internas de sindicatos industriales como la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) o de servicios como Luz y Fuerza de Córdoba van a ser la cuna de jóvenes sindicalistas que van empezar a tener presencia activa a fines de los años 1950 y serán los protagonistas, desde diferentes tendencias, del sindicalismo en los años 1960 y 1970. VER CAP #3

ETAPA4

A partir de 1953, aunque se continúa la orientación represiva y de control en relación con los opositores, una vez pasada la recesión, se retoma la tarea de abogar por los intereses de la clase trabajadora logrando que el poder adquisitivo del salario se acerque a los valores tope de 1949. Los ejes de la política económica son el disciplinamiento de precios y la coparticipación de las ganancias. Y, si bien Perón logra casi todos los sectores de la sociedad argentina contaran con al menos una organización que defendiera sus intereses, no puede servirse de ello para mantenerse en el poder. Por otro lado, el movimiento obrero organizado, el único apoyo orgánico con el que contó el régimen para establecerse y consolidarse, empieza a sufrir los efectos de la desmovilización, la burocratización y la carencia de liderazgos. En el plano de las relaciones internacionales, esta última etapa del gobierno peronista se caracteriza por una relación mucho menos hostil con Estados Unidos y el predominio de una estrategia que, reconociendo la relación de dependencia relativa de la Argentina, se proyecta a generar alianzas en América Latina. En términos económicos, con el Segundo Plan Quinquenal se busca resolver los problemas de fondo que habían generado la crisis económica. Por ello, algunos de sus objetivos son mantener el equilibrio de precios y salarios; el desarrollo de un programa de inversiones públicas y privadas que resuelvan las necesidades de materias primas y energía necesarias para el proceso de industrializa25


ción; el fomento de la productividad agropecuaria; darle participación al capital y al crédito extranjero en el desarrollo industrial; aumentar la capacidad de importaciones del país a través del impulso de las exportaciones; coordinar la participación de empresarios y trabajadores en la planificación de la política económica del país. Los últimos años del peronismo no son -como esgrimen los que justifican el golpe- años de caos económico. Si bien hay algo de recalentamiento de la economía, las exportaciones se “mantienen dentro un relativo equilibrio” y el ciclo económico viene acompañado de un déficit moderado de parte del Estado. Sí es cierto que en 1955 el panorama económico permite apreciar algunas de las limitaciones de largo plazo del modelo de expansión del aparato productivo. En especial a partir de 1954, se abre un nuevo panorama para el sindicalismo durante el gobierno peronista. La apertura de paritarias genera nuevos conflictos y nuevas estrategias sindicales para abordarlos. En primer lugar, el escenario privilegiado del vínculo laboral es el lugar de trabajo. Son las comisiones internas las que motorizan los reclamos salariales y las que exigen a los referentes una relación más directa con las bases. Si bien muchas veces no se recurre a la confrontación directa y se prefieren alternativas menos disruptivas que la huelga, como el trabajo a reglamento o a desgano, los sindicatos no se disciplinan frente a la política moderada de la CGT y la obligan a reaccionar frente a la ofensiva patronal. El gobierno acepta la apertura de paritarias y aspira a 26

que el mercado y la relación de fuerzas entre empresarios y sindicatos en cada sector regulen el resultado de la negociación colectiva para no tener que intervenir y poner en juego su capital político. En mayo de 1954, comienzan las medidas de fuerzas los petroleros privados, los trabajadores de la industria láctea, los textiles, obreros de calzado, vidrio, cemento, los metalúrgicos y los empleados seguros. En portuarios, hilanderías, y seguro, fueron conflictos prolongados. En tres sectores más hubo prolongación de las tensiones y huelgas: tabaco, caucho y metalúrgicos (éste último incluyó un paro general y actos violentos). Muchos de estos conflictos son promovidos por las comisiones internas y terminan siendo aprobados por las dirigencias nacionales. Esto les demuestra a los dirigentes que los trabajadores no van aceptar pasivamente las políticas y que deben legitimar su autoridad en las bases. El 16 de septiembre de 1955 se produce un golpe militar contra el gobierno de Juan Domingo Perón. Pocos meses antes, el 16 de junio había habido un intento que fracasó pero que contó con el apoyo de la jerarquía eclesiástica que acababa de excomulgar a Perón. En ese contexto, los sindicatos peronistas le piden armas al gobierno para defender el régimen pero este se las niega para evitar que crezca el descontento de las Fuerzas Armadas y para no fomentar más el clima enrarecido que generó el conflicto con Iglesia Católica. Aunque la Iglesia había sido un apoyo no necesariamente esperado por Perón en las elecciones de 1946, a fines de 1947 se produce un distanciamiento por

el que la liturgia católica va perdiendo su rol central en los festejos y simbología peronistas (conmemoraciones del 17 de Octubre, por ejemplo) y porque algunos organismos gubernamentales y paragubernamentales (la Fundación Eva Perón) vienen a ocupar su rol en el bienestar social. De todos modos, el mayor distanciamiento se produce a fines de 1954 cuando se forma el Partido Demócrata Cristiano. Este nuevo contexto hace posible que se suprima la educación religiosa de las escuelas públicas, que años antes se había adoptado por iniciativa el Ministro de Educación de Ramírez, Gustavo A. Martínez Zuviría (escritor conocido con el seudónimo de Hugo Wast) y que el primer gobierno constitucional de Perón había transformado en ley. Ahora, además, también se aprueba la Ley de Divorcio y otras medidas que consagran la separación entre la Iglesia y el Estado. Sin la Iglesia, ni las Fuerzas Armadas, ni los sectores empresariales, solo quedan los sindicatos, como único apoyo, igual que en 1946. Adormecidos por la burocratización y encolumnados en el liderazgo de Perón que de alguna manera limitaba su autonomía, no pueden o no les permiten defender un proceso político que había modificado de una vez y para siempre gran parte del cultura política del sindicalismo y de la sociedad argentina en su conjunto. Sin embargo, pocos meses después, esos sindicatos que parecían paralizados, desde la militancia en las fábricas y otros lugares de trabajo, constituyen el punto de partida de la resistencia peronista contra la Revolución Libertadora y sus aliados. Pero esa es otra historia.


Fragmentos: Discursos de Juan Domingo Perón Compartimos fragmentos de algunos discursos de Juan Domingo Perón, en los que se refiere al sindicalismo, al movimiento obrero organizado, y a su relación con los trabajadores. Son elocuentes por sí mismos, además de ser documentos valiosos e ilustrativos sobre el período en el que se consolidaba el liderazgo del entonces Coronel y futuro General.

Nosotros dividimos el país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esa situación, nos hemos colocado abiertamente del lado de los hombres que trabajan. DISCURSO DEL 20 DE JULIO DE 1944 EN UN ACTO ORGANIZADO POR OBREROS CARNICEROS.

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Nación. DISCURSO DEL 17 DE OCTUBRE DE 1945.

Yo hablaba un poco en comunismo. ¿Por qué? Porque si les hubiera hablado en otro idioma en el primer discurso me hubieran tirado el primer naranjazo […] Porque ellos eran hombres que llegaban de cuarenta años de marxismo y con dirigentes comunistas […] Ellos querían ir a un punto que creían, con la prédica de tantos años, era el conveniente […] Se inclinaban más hacia la lucha de clases […] La gente que iba conmigo no quería ir adonde iba yo; ellos querían ir a donde estaban acostumbrados a pensar que debían ir. Yo no les dije que tenían que ir adonde yo iba; yo me puse delante de ellos e inicié la marcha en dirección hacia donde ellos querían ir; durante el viaje fui dando la vuelta y los llevé a donde yo quería. JUAN DOMINGO PERÓN, CONDUCCIÓN POLÍTICA, 1952.

Se ha dicho también que buscamos un gremialismo estatal, que vamos hacia un sindicalismo dirigido (…) No somos sindicalistas de estado, ni corporativistas, ni ninguna de esas cosas raras: solamente somos hombres que queremos gremios unidos y bien dirigidos. DISCURSO DEL 17 DE NOVIEMBRE DE 1944 PRONUNCIADO EN UN ACTO ORGANIZADO POR LOS OBREROS DEL TRANSPORTE AUTOMOTOR.

[No] ignoro que los trabajadores argentinos saben perfectamente que ya no son posibles los salarios de hambre, ni las jornadas extenuadoras, ni la indefensión ante el accidente de trabajo, la enfermedad profesional o común, la vejez, la invalidez y la muerte. Saben también perfectamente que los derechos que les corresponden son reconocidos primero y defendidos después por un gobierno amante de la justicia social. Saben por último que el gobierno de la revolución no entiende de componendas. DISCURSO DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA SECRETARÍA DE TRABAJO Y PREVISIÓN, 1944.

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Roberto Arlt: Aguafuertes porteñas El 14 de mayo de 1928 sale a la venta un nuevo periódico en la Ciudad de Buenos Aires: El mundo, que se presenta como un diario “ágil, rápido, sintético”. Roberto Arlt, un escritor nacido en 1900, conocido ya por su novela El juguete rabioso, publicada en 1926, abandona la sección de policiales del diario Crítica para incorporarse a la naciente redacción de El mundo, donde va a escribir una columna diaria que le dará visibilidad como periodista y que le permitirá un vínculo con lectores que le escriben cartas o lo llaman por teléfono para responderle o contarle sus penurias. La época le exige a Arlt brevedad, un tono coloquial, velocidad de escritura y poco tiempo de corrección. En 1930, el país está convulsionado por un clima que genera opinión favorable acerca del inminente golpe de estado. Las multitudes se lanzan a la calle a “saludar a la revolución”. Arlt también sale a la calle, vuelve a la redacción y la política irrumpe en su columna, que mantiene la frescura de la velocidad, los temas populares y la agudeza de una percepción privilegiada. Transcribimos una aguafuerte de apenas unos días después del estallido de la revolución del 6 de septiembre de 1930, para componer un cuadro particular y preciso de cómo se vivieron esos días en la redacción del diario. Los que yugaron en la revolución 11 de septiembre de 1930

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En los días de la trifulca todo el mundo se tiró a muerto; todo el mundo, menos los periodistas, los boleteros de ómnibus, el personal tranviario y los fotógrafos que, a riesgo de que los descalabraran a patadas o les hicieran sonar el mate a garrotazos, estuvieron en todas partes impresionando placas para las informaciones. Periodistas y fotógrafos han sido también, y sin grupo, los héroes de la jornada.

En qué forma se trabajó En los diarios se trabaja poco. Siempre hay dos o tres que hacen todo, mientras el resto se tira, disimuladamente, a muerto, o hace que no trabaja. Eso sin excepción, en todos los diarios. Bueno: en estos días de revolución ocurrieron fenómenos extraordinarios. Trabajaron hasta los vagos. Hasta los enfermos. Gentes que hacía mucho tiempo habían desaparecido de la circulación y no se sabía si habían reventado o qué era de ellos, hicieron acto de presencia y vinieron por “si se ofrecía algo”. Y lo que se ofrecía eran balazos en las ruas. Los secretarios de redacción se miraban y se desataban para dar abasto las solicitaciones de personal, a los llamados por teléfono ¿Qué diré de los telefonistas? Nuestros muchachos han estado horas y horas en el conmutador; telefonistas ha habido que atendía diez llamados a la vez: pedidos de informes, de dirección, de secretaría, de público, de redactores ¡El diablo a cuatro!... Se ha trabajado brutalmente. Hasta los más fiacunes se creyeron en la obligación de laburar y se portaron como héroes. Incluso trajeron magníficas noticias y con riesgo de su pellejo. Sí, señor; con evidente riesgo de perder la piel, que en esos momentos nadie la tenía segura. Y en todos los diarios ha ocurrido exactamente lo mismo. No hay periódico donde no se encuentren más de tres redactores que han estado a un paso de la muerte muerte no de la muerte vida. Estas situaciones se comentan con bromas después que han pasado, y es natural que así sea; pues es natural olvidar los peligros; mas la verdad que algunos no se olvidarán en toda su vida de ciertos cuartos de hora que pasaron. Extraído de Aguafuertes porteñas: cultura y política, de Roberto Arlt, Editorial Losada.


E ESTRUCTURA BÁSICA DEL SINIDCALISMO

Estructura básica del sindicalismo

VER CAP #1

Si bien la actividad sindical está regulada por normas jurídicas, no se puede afirmar que responde a una normatividad específica. Un modelo sindical es mucho más que las leyes y normas que regulan la actividad gremial. Además del marco legal hay cuatro elementos que definen el modelo sindical: la posición de los sindicatos dominantes en la estructura productiva, la forma en que se institucionalizan internamente los mecanismos de toma de decisión, la tasa de afiliación y las relaciones de fuerza entre obreros y patrones dentro del lugar de trabajo. Todos estos aspectos se modifican en la Argentina de 1930 a 1955, respecto de años anteriores. Hasta los años ´20, cuando se organizan las primeras uniones y federaciones con alcance nacional, predominan los sindicatos de oficio, la pluralidad de centrales, un mecanismo de toma de decisiones descentralizado, una baja tasa de sindicalización y una escasa presencia del sindicato en la empresa, porque su actividad no estaba legalmente reconocida a tal efecto.

A partir de la década de 1920 y dentro del esquema productivo del modelo agroexportador, se empiezan a perfilar dos organizaciones gremiales que logran un grado importante de institucionalización organizativa: la Federación Obrera Marítima (FOM) y la Unión Ferroviaria (UF). La primera, fundada en 1910, tiene la estructura de una federación donde los sindicatos locales eligen sus propias autoridades y designan delegados para la conducción nacional. Por su parte, la Unión Ferroviaria es, desde su fundación en 1922, un sindicato nacional con seccionales locales cuya actividad es limitada y su autoridad delegada de la estructura central. Esto no significa que las seccionales de la UF no sean importantes para el desarrollo nacional de la actividad sindical, así como en la formación de cuadros dirigentes (los Talleres de Rosario) o para la generación de lazos de identificación que muchas veces se asocian al nombre de la línea férrea. Sin embargo, la toma de decisiones está cada vez más centralizada,

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primero en la Comisión Directiva y luego en la figura del Secretario General. El hecho que la UF sea el sindicato más poderoso en la década de 1930, casi monopolizando la conducción de la CGT hasta 1942, revela hasta qué punto todavía entonces hay un claro predominio de sectores del transporte, servicios y empleados estatales. En esta rama de actividad se destacan algunos sindicatos como la Unión de Empleados y Obreros Municipales (UOEM) y otros con una estructura organizativa distinta, como Confederación de Empleados de Comercio liderada por Ángel Borlenghi o la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (entonces FOET pero desde la década de 1940 FOETRA, su sigla actual). Recién a mediados de la década de 1930 empiezan a surgir gremios de tipo industrial u otros que, sin bien no son estrictamente industriales, responden a un modelo de trabajador que no es sinónimo de empleado administrativo, dependiente de comercio u obrero altamente calificado. En la organización sindical de estas actividades es muy importante la militancia comunista que participa en la formación de sindicatos como la Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC), la Federación Obrera de la Alimentación (FOA), la Federación Obrera de la Industria de la Carne (FOIC). Asimismo, está la experiencia del Sindicato de la Industria Metalúrgica, también comunista. A partir de 1943 pierde su influencia con aparición de la Unión Obrera Metalúrgica, que terminó concentrando la representación de los metalúrgicos en todo el país. Sin

embargo, el desplazamiento de los sindicatos de servicios por los industriales fue paulatino. Incluso en 1941 el porcentaje de sindicatos industriales era tan solo del 33%. Hubo que esperar a 1948 para que un 52% de los sindicatos argentinos respondieran a la industria como rama de actividad. Pero si bien es cierto que la industria es la rama de actividad que se impone en los años peronistas, su sindicato más emblemático, la UOM, no llega a monopolizar como antes la UF el control de la CGT. Solamente en el período de 1952 a 1954 hay un metalúrgico en el Comité Ejecutivo de la central obrera: Antonio Cabo. En los años ´30, la UF desarrolla un esquema de toma de decisiones donde las autoridades centrales tienen una fuerte primacía. Esto se refleja incluso en el modo en que se va estructurando organizativamente la CGT en los años de predominio ferroviario. Tal vez esta estructura centralizada haya facilitado el rol que desempeñó la central en los años 1950, que disciplinaba pero también coordinaba los reclamos obreros ante el gobierno y las patronales. Sin embargo, la mayor centralización decisional no implica la ausencia de resistencias o la presencia de una conducción monolítica. En el caso de la UF, sus dos liderazgos fuertes, Tramonti y Domenech, son desplazados tras crisis de autoridad que afectan incluso a la CGT, que en ambas ocasiones se divide (1936 y 1943). En otras coyunturas, en la central obrera, tampoco hubo unanimidad de criterios. Por ejemplo, los debates de la Comisión Directiva de la CGT en ocasión del 17 de octubre de 1945 develan una plurali-

dad de posturas que se relaciona tanto con la posición de cada sindicato en el proceso productivo como con las orientaciones político ideológicas de sus dirigentes. Y esta diversidad se da también dentro de la conducción de otros gremios. La Fraternidad, que agrupa a los maquinistas de ferrocarriles, es un caso ejemplar en tal sentido por el debate interno que se produce respecto de la aceptación del aguinaldo otorgado por el gobierno antes de las elecciones de 1946. Las federaciones y más aún las confederaciones tienen una estructura decisional más horizontal, donde las regiones y las localidades tienen más autonomía, incluyendo el derecho de firmar convenios colectivos. Sin embargo, también en esos casos pueden surgir liderazgos fuertes como es el caso de Luis Gay o de Ángel Borlenghi. Pero no es una tendencia general de todo el período. En los años peronistas, las distintas formas que asume la relación sindicato-gobierno y el tipo de vínculo que el propio Perón quiere priorizar con la clase trabajadora generan un alto grado de rotación en las conducciones sindicales. Este dato, que podría reflejar un mayor grado de democracia interna, representa también una debilidad para los sindicatos que no cuentan con referentes reconocidos socialmente para consolidar su postura reivindicativa, pero, sobre todo, para lograr una influencia más directa en el proceso político argentino. En 1941, los afiliados sindicales alcanzan a 441.412. Cuatro años después son 528.523. Durante los años ´50, el promedio de afiliación sindical es de dos millo-


nes y medio. El gobierno peronista impulsa la afiliación sindical, sin embargo, sería erróneo adjudicar este aumento a su accionar. De hecho, el momento más dinámico de crecimiento corresponde a los primeros tres años del gobierno de Perón, cuando el sindicalismo cuenta con mayor autonomía y la economía está en auge. En esta primera etapa, la vieja guardia sindical de los sindicatos de transporte y servicios aprovecha la situación para aumentar su caudal de afiliados pero también brinda recursos a los sindicatos industriales recientemente creados. A su vez, el mayor crecimiento de la tasa de sindicalización se da en el ámbito de la actividad privada donde hay menor incidencia gubernamental. Sin embargo, el mayor apoyo del Estado al aumento de la tasa de afiliación sindical y al crecimiento de los sindicatos se da a través de la creación de un marco institucional para las relaciones laborales. Hasta el golpe de 1943, no hay ningún tipo de regulación estatal de la actividad sindical en la Argentina que no sean los derechos civiles y políticos consagrados por la Constitución o las normas del Código Civil. La intervención del poder político se limita a respuestas represivas frente a conflictos que alteraban el orden público. Apenas asumido el gobierno de la revolución de 1943, se sanciona un decreto claramente inspirado en la Carta del Lavoro de 1927 de Mussolini. Texto que consagra un modelo estatal corporativo donde los sindicatos son subordinados al poder político

VER: DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

VER: COMISIONES INTERNAS

Más adelante, en 1945, Perón reemplaza este decreto (el 23.852 del 2 de octubre de 1945) para otorgar la personería gremial y el monopolio de la representación al sindicato con mayor número de afiliados dentro de una misma rama de actividad. Si bien en la fábrica no existe reglamentación legal, se da allí una mutación real y simbólica de las relaciones de fuerza: es un espacio en el que el obrero puede, de manera directa, decirle «no» al patrón. En ese contexto, surgen las comisiones internas que, por ejemplo, posibilitaron una nueva ola de huelgas reinvindicativas a fines de los años ´50, que obligaron, a su vez, a renovar las posturas de la CGT frente al gobierno. En las comisiones internas, también, se da lugar a nuevos liderazgos que garantizarían la rotación de las cúpulas sindicales en los años peronistas y luego, nuevas figuras durante la resistencia. Además, forzaron a que las condiciones de trabajo fueran consideradas en la negociación colectiva. El modelo sindical argentino que se empieza a perfilar en los años peronistas tiene elementos que permite compararlo con dos ejemplos internacionales: el alemán y el inglés. Al igual que el modelo

alemán, el argentino es altamente centralizado y tiene una estructura de rama de actividad. Pero la intervención del Estado en la práctica gremial en Argentina es mucho mayor: la personería y la homologación de los convenios colectivos son una clara prueba de ello. En relación con Inglaterra, el hecho de que el estatuto del Partido Laborista inglés fuese tomado como modelo para el Partido Laborista argentino demuestra al menos la intención de los sindicalistas de perfilar una relación sindicato partido como la existente en el Reino Unido hasta la reforma partidaria de mediados de la década de 1990. Ciertamente, durante los años peronistas, los sindicatos no logran generar una política totalmente autónoma pero consiguen a través de referentes emblemáticos (Borlenghi, Reyes, Bramuglia, como abogado sindical) acceder a cargos públicos electivos o ejecutivos, situación poco habitual en la Argentina del modelo agroexportador. En años anteriores, sindicalistas socialistas como Pérez Leirós varias veces diputado, fueron la excepción. De hecho, frente al 0% en los parlamentarios de 1889 y 1916, en 1946 el 11% de los diputados y el mismo porcentaje de los senadores se define como obrero.

Ver cap #1

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Comisiones Internas: el poder en la fábrica trastocada

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Durante la década peronista se alteró el orden vigente en los lugares de trabajo. Tanto trabajadores como industriales experimentaron cómo las fábricas se trastocaron. Torcuato Sozio, directivo de la fábrica metalúrgica SIAM, afirmaba en una entrevista realizada a principios de la década de 1970 que en esos años se había dado una suerte de ruptura de jerarquías dentro de la fábrica, basada en una distorsión en el manejo de la autoridad y la disciplina. Gran parte de esta transformación, de este cambio en las relaciones de poder al interior del lugar de trabajo, se había debido a las comisiones internas, que, aunque han sido asociadas fuertemente con esa época, no nacieron junto con el peronismo. Recientes investigaciones demuestran que la existencia de comisiones internas en gremios de la relevancia de metalúrgicos y textiles puede rastrearse por lo menos hasta mediados de la década de 1930. Sí, en cambio, se puede afirmar que durante los años peronistas su lugar cambió radicalmente; su despliegue fue mayor y su naturaleza se vio modificada. Las comisiones fueron motores y símbolos de una transformación notable y punto de condensación de muchas de las tensiones del mundo del trabajo: por eso la importancia de su conocimiento. Al analizarlas se debe considerar sus relaciones al interior de los sindicatos, su rol en el conflicto capital-trabajo y el vínculo con sus representados. Es innegable que el peronismo y sus políticas sociales influyeron en la relación entre el capital y el trabajo, que las normativas que impuso y su política distributiva implicaron un mejoramiento en las condicio-

Por Marcos Schiavi *

nes de vida de los trabajadores. Sin embargo, esto no nos debe llevar a desconocer la importancia de la conflictividad obrera como un motor del cambio durante el período. Muchos de los logros obreros asociados a esos años solo se explican gracias a esa movilización. El papel de las comisiones internas en estos conflictos obreros fue fundamental: fueron un factor por el que se luchó (para defenderlas o para imponerlas) pero también un factor gracias al cual se luchó (de ellas nacía parte de la fuerza del movimiento sindical). En las huelgas de comienzos del gobierno peronista (1946-1948), una de las reivindicaciones obreras fue su reconocimiento patronal y estatal, imponer a las comisiones internas como un interlocutor estable en la relación capital-trabajo. Como resultado de estos conflictos ofensivos en los que el movimiento obrero obtuvo indudables ventajas, el poder de las organizaciones de base se afianzó. Años después, en las huelgas de 1954, las comisiones internas fueron motores de la lucha, las que les impusieron, a ciertas dirigencias, las medidas de fuerza, pero también el objetivo del avance patronal ya que uno de los puntos en los que se basaba el reclamo de estos era la limitación del poder obrero ganado años antes a partir de las mismas comisiones internas. Como ya mencionamos, un punto clave en el análisis es la inserción sindical de las comisiones internas. La relación entre dirigencias sindicales y organizaciones obreras de base es de mutua dependencia. Por un lado, la lucha en la base refuerza el sindicato y le da razón de ser para el obrero, al convertirse en su representación cotidiana. Por otro, las organizaciones de base necesitan del apoyo del sindicato


pues su inferioridad en relación a las compañías es manifiesta; sin él no perdurarían, necesitan su protección. Más allá de esta dependencia, a lo largo de la década peronista se observa una tensión perenne entre ambos, fruto de la voluntad dirigencial por disciplinar y verticalizar las comisiones internas. Paralelamente, los industriales reclamaban el afianzamiento de este proceso disciplinador desde los mismos inicios del gobierno peronista llegando a plantearlo con mayor efusividad en el Congreso de la Productividad de marzo de 1955. Sin embargo, como diversos conflictos lo muestran (sobre todo los de mediados de la década de 1950) este proceso de burocratización no puede considerarse como monolítico. Las comisiones internas mantuvieron cierta libertad de movimiento sustentada en un poder construido durante años de luchas. Su importancia para el sindicato tenía como un punto de sustento el hecho de que las comisiones internas se asentaran en estos años como una herramienta obrera fundamental para alcanzar un real cumplimiento de las normativas establecidas en los convenios colectivos. Su poder en las plantas hacía posible que lo firmado sobre condiciones de trabajo y salarios se convirtiera en realidad. Algunos convenios ponían en discusión ciertas prerrogativas patronales como el manejo de las vacantes, la movili-

dad interna y los niveles salariales, y eran las comisiones internas las que canalizaban estas limitaciones del poder patronal mediante la presión cotidiana. Incluso, esta disputa iba más allá: hasta el control y la disciplina en las plantas. Dos propuestas en la industria metalúrgica pueden hacer las veces de ejemplos: la tarjeta de producción y la reglamentación de las comisiones internas. La primera fue una reivindicación metalúrgica a lo largo de todo el período. Implicaba el control de la producción diaria por parte de la patronal y de las comisiones internas. En relación a lo segundo, es sabido que la reglamentación fue un reclamo patronal permanente a través del cual se buscaba restringir el poder de estas organizaciones de base. Sin embargo, diversas fuentes demuestran también la existencia de una reglamentación impuesta por la propia UOM en las fábricas, que incluía suspensión y hasta despidos de personal. Es decir, la comisión interna podía tomar medidas disciplinarias en paralelo a la propia empresa. En el caso metalúrgico esta imposición disciplinar del sindicato dentro de las plantas era escandalosa para los industriales ya que, si tomamos en cuenta que a partir de 1948 empleados y obreros metalúrgicos estaban agremiados en el mismo sindicato, esta implicaba que capataces y supervisores podían ser sancionados por las comisiones internas.

Sin embargo, este poder no solo preocupaba a la patronal pues, dependiendo del grado de verticalidad de la comisión interna en relación al sindicato, estas sanciones podían ser dirigidas a obreros comunistas e, incluso, a aquellos obreros peronistas simplemente opuestos a las dirigencias de turno. Las comisiones internas fueron, en los años peronistas, un factor fundamental en la nodal transformación del equilibrio de fuerzas dentro de los lugares de trabajo, factor clave este ya que la política peronista y su relación con los sindicatos y los trabajadores es inentendible si no se lo tiene en cuenta. El historiador inglés Daniel James afirmó que estos cambios “simbolizaban un aspecto crucial de lo que la experiencia peronista significaba para [los trabajadores]. Representaban, por así decirlo, la letra impresa de la realidad cotidiana que existía mas allá de las abstracciones de la retórica peronista.” El peronismo y su discurso de justicia social se hacían reales en las fábricas. El ser peronista se relacionaba con esta nueva situación fabril; ésta era uno de sus puntos de sustentación más relevantes. Por eso la importancia de las comisiones internas, por eso su ardua defensa obrera. * historiador (UBA). Actualmente realiza su doctorado en la Universidad de Buenos Aires y en la de Paris, Francia.

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I

La intervención social de los sindicatos

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A diferencia del período anterior, en el que los sindicatos y las mutuales tenían un rol protagónico en la organización y provisión de servicios sociales, culturales y recreativos, con el surgimiento del peronismo, estas asociaciones se vieron obligadas a cooperar o, inclusive, en ciertos casos, a competir con un nuevo actor que comenzaba a ocupar un lugar predominante: el Estado. Frente a un contexto social en el que el movimiento ascendente parecía abarcar a todos, se conformaba una amplia clase media y se desdibujaban las distancias sociales. A eso se suma un gobierno que promovía activamente la redistribución del ingreso y la organización de los sectores populares. Debido a estos factores, los trabajadores ya no recurrían a las pequeñas organizaciones comunitarias allegadas para resolver sus necesidades más básicas, sino que apelaban directamente al Estado, que, a través de la ampliación de sus campos de acción, asumía una función protectora en el imaginario popular. Esto no significó, sin embargo, que los sindicatos hayan debido relegar por completo sus actividades tradicionales: en muchos casos, el apoyo de los sindicatos era indispensable para la consecución de los objetivos del gobierno; en otros, éste ponía a disposición de los sindicatos nuevas funciones y recursos; y en otros, el gobierno retomaba acciones previas de los sindicatos para construir sus propias políticas sociales. El apoyo de los sindicatos fue clave, por ejemplo, en la experiencia de la Fundación Eva Perón. Envuelta en un halo casi místico, la Fundación otorgaba ayuda social desde la disposición de comedores escolares, de hospitales, de colonias de vacaciones, de viviendas de bajo costo, entre otras formas. En sus comienzos, la iniciativa entró en conflicto abierto con la consigna del Segundo Plan Quinquenal,

Mujeres trabajadoras visitan el Aeropuerto de Ezeiza. 1946.

según la cual los gremios tenían la responsabilidad de desarrollar servicios asistenciales propios. No obstante, a fin de cuentas, la mayoría de los sindicatos brindó apoyo a las acciones del gobierno y volcó, incluso, contribuciones financieras a la Fundación. Un ámbito en el que los sindicatos adquirieron un espacio privilegiado fue el de la provisión de servicios de salud. En el marco de las reformas del sector, las actividades asistenciales, tradicionalmente a cargo de las mutuales y sociedades de beneficencia, quedaron por fuera de la jurisdicción de la Secretaría de Salud Pública para quedar bajo la órbita de la Secretaría de Trabajo y Previsión y, bajo la protección del gobierno, se transformaron en el marco en el que se conformarían las primeras obras sociales sindicales, que representarían, a partir de ese momento, una importante fuente de recursos y de poder para los sindicatos. Otro de los hitos sindicales en materia de salud fue que los ferroviarios, sindicato más importante del período, construyeron un hospital propio. Un último caso que expresa la interacción entre el Estado y los sindicatos en términos de acción social es el de la política de turismo social del gobierno. La propuesta replicaba, a gran escala, las experiencias de los centros de recreación veraniega dispuestos algunos años atrás por sindicatos y organizaciones católicas. En el marco del


H

DEL SINDICALISMO AL GOBIERNO

Trabajadores en el puerto de Rosario. 1950.

decreto que generalizó las vacaciones con goce de sueldo, este tipo de programas eran muy demandados. Un ejemplo de las instalaciones disponibles pueden ser los 24 chalets en la Playa de los Ingleses en Mar del Plata, que fueron expropiados para poner a disposición de los sindicatos. En general, este tipo de beneficios eran aprovechados en mayor medida por los sectores obreros más organizados como sabían ser los estatales, los ferroviarios, los telefónicos o los municipales. Ellos gozaban de los contactos y la información necesaria para asegurarse la participación en estos espacios. Entonces, el período se caracterizó por una participación conjunta de los sindicatos y el Estado en la provisión de servicios sociales, culturales y recreativos. La oferta y la participación fue más amplia y diversa que en las etapas anteriores, sin embargo, el punto de arreglo respondía, asimismo, a un esquema que no lograba aún establecer políticas sociales de corte universalista. El acceso a los beneficios de la protección social tenía un carácter fragmentado y diferencial, es decir, se veía generalmente mediado por la posición y la capacidad de presión de los grupos de trabajadores en el mercado.

JUAN ATILIO BRAMUGLIA (1903-1962) Abogado, político y diplomático, resume y sintetiza, en su biografía personal y política, el derrotero de toda una generación de argentinos que, proviniendo de tradiciones políticas diferentes, participaron en la construcción del primer peronismo. Nacido en un hogar humilde de trabajadores ferroviarios, Bramuglia se graduó de abogado a los 22 años, cuando comenzó a ejercer como abogado laboralista de distintos sindicatos, a militar en el Partido Socialista, y a convertirse en un referente de la lucha por los derechos de los trabajadores. En 1944, fue nombrado Director del Departamento de Previsión Social de la Secretaría, y en 1945 Interventor de la Provincia de Buenos Aires. Desde allí, articuló los apoyos de diferentes gremios al proyecto político del Coronel, sumando a dirigentes y militantes provenientes del radicalismo y del socialismo, creando de esa manera lo que serían los cimientos del nuevo Partido Laborista. Luego del triunfo de Perón en 1946, Bramuglia se convirtió en el Canciller del gobierno justicialista, desarrollando y llevando la doctrina de la Tercera Posición, que abogaba por una inserción de la Argentina en el mundo independiente tanto de los Estados Unidos como de la Unión Soviética, y un acercamiento a los países latinoamericanos. En 1949, abandonó el cargo, jaqueado por sectores internos dentro del peronismo. Después de la Revolución Libertadora, Bramuglia fue uno de los creadores de la Unidad Popular (UP), un intento político de un peronismo sin Perón que fracasó a principios de los años ’60. 35


E

Evento importante

17 de octubre

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El 17 de octubre de 1945 es, para peronistas y opositores, la fecha de fundación del movimiento. Pero recién a partir de 1946, cuando Perón ya era presidente electo, empezó a denominarse como "Día de la Lealtad Peronista". Desde entonces, se transformó en un ritual y se incorporó a la liturgia peronista como un día festivo donde Perón y Evita cobraban cada vez más protagonismo. Sin embargo, antes del mito, el 17 de octubre de 1945 fue una jornada de protesta obrera que se produjo en un contexto donde gran parte de los trabajadores veía amenazados los derechos obtenidos desde la asunción de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión en 1943. Como dice con ritmo poético Daniel James, el 17 de octubre fue un ritual de inversión, que habilitó los permisos del carnaval (los de abajo pasaron arriba y de los arriba se fueron para abajo) pero también mostró el compromiso con que los trabajadores se tomaban este evento político cuando cambiaban la ropa de trabajo en el momento de dirigirse a la Plaza de Mayo. Ese día, la ciudad de Buenos Aires fue ocupada por obreros que venían de la periferia pero también por los empleados de comercio o los ferroviarios que la habitaban desde siempre pero no se sentían dueños legítimos del espacio urbano. El invierno del ´45 había sido un tiempo muy convulsionado. El 12 de julio se realizó un acto organizado en conjunto por la CGT y la Comisión de Unidad Sindical. Allí se vitoreó por primera vez el ya famoso lema: "Ni nazis ni fascistas, ¡peronistas!" Los dirigentes sindicales estaban tensionados por una historia de apoliticismo partidario (los sindicalistas reformistas), por sus compromisos políticos previos (algunos ex socialistas) y por el temor de pasar directamente a la oposición a un gobierno que generaba sospechas por su orientación ideológica pero que había dado mejoras concretas a las clases trabajadores y favorecido en los últimos tiempos la organización de los sindicatos En un clima de fuerte polarización política, en gran parte consecuencia de la reacción conservadora de los sectores dominantes (la UIA, la Sociedad Rural, etc.) se generó un debate acerca de quién representaba al pueblo verdadero. Entonces, el 17 de septiembre, la oposición convocó la “célebre” Marcha de la Libertad. En la marcha se habían reunido sectores suficientemente amplios como para que reclamaran la condición de pueblo como propia. Desde la prensa y desde los propios organizadores se destacaba la presencia de señoritas hijas de buenas familias, estudiantes y obreros de bien. Los antes rechazados revolucionarios comunistas entraban ahora en esta categoría. Así, se marcaba la diferencia entre ese pueblo ordenado, limpio, honesto y no manipulable y esa masa inerme capaz de ser manejada por un

líder inescrupuloso. Los pocos medios adeptos a Perón ironizaban, no sin mala intención, sobre las “buenas costumbres” de las damas presentes en el acto. Ni unos ni otros pudieron preveer que con el peronismo nacería una imagen del pueblo argentino totalmente inédita. Ante el éxito de convocatoria de la oposición, el gobierno se sentía debilitado. Hubo una ola de renuncias de distintos funcionarios. Los oficiales de Campo de Mayo también se resistían al crecimiento político de Perón, y presionaron al presidente Farrell para que el 9 de octubre Perón se viera obligado a renunciar a todos sus cargos. Así lo hizo y junto con él también renunciaron el jefe y el subjefe de policía, después de un tiroteo, donde murió un estudiante que aparentemente se negaba a vivar a Perón. Este joven pronto fue exaltado como un mártir de la oposición, y las renuncias ulteriores de alguna manera fueron motivadas por su muerte. Ese mismo día se reunieron setenta dirigentes sindicales que resolvieron expresar solidaridad con Perón, el ex Secretario de Trabajo y Previsión que tanto los había apoyado. Se envió a una comisión de delegados a reunirse con el General, y allí se decidió que habría un acto de despedida, que tuvo lugar el 10 de octubre, y que se transmitió por la radio en cadena nacional. Cerca de


Festejos del 17 de octubre.

setenta mil personas se reunieron allí para cantar, por ejemplo, "Perón presidente" y mostrar cómo el aparato sindical tenía un gran poder de convocatoria. En el acto de renuncia, Perón se mostró distante del gobierno y presentó a la Secretaría de Trabajo y Previsión como un órgano independiente del poder político de turno, cuya labor debía ser defendida por los propios trabajadores. En el momento de su supuesta caída, Perón no solo no interrumpió su vínculo con los trabajadores sino que lo redefinió. La suerte de uno y de otros se hermana. No ya como un soldado sino como un hombre de a pie, el ex coronel afirmó que continuaría su lucha “desde abajo”, gesto que generó fervor en los trabajadores que ya no dudaban del compromiso de Perón con su destino. Poco después, Perón era detenido y enviado a la Isla Martín García. Enseguida, todo el gabinete le presentó la renuncia a Farrell. El caos en el que estaba inmerso el gobierno parecía dar lugar a una restauración patronal, que empezaba a aprovechar los huecos que dejaba el gobierno para, por ejemplo, no cumplir con las reglamentaciones establecidas por Perón desde la Secretaría. Estas circunstancias precipitaron los hechos. El 14 de octubre se realizó una maratónica reunión en la que dirigentes sindicales discutieron acerca de cuáles podrían ser las mejores acciones. Había

quienes proponían llamar a una huelga general para pedir la inmediata liberación de Perón y quienes (en especial representantes de la Unión Ferroviaria) encontraban que una mejor opción era informarse acerca de cuál era la situación real, antes de tomar decisiones. Los dirigentes de la CGT percibían que de no declarar la huelga, se verían desbordados por las bases obreras. Esta divergencia se reflejó en dos rumbos. Así, por un lado, los sindicalistas fueron informados de que Perón no se encontraba detenido sino "bajo custodia" por su propia seguridad, y por otro lado, se hizo inminente la huelga general, decretada para el 18 de octubre. Se constituyó, entonces, un Comité Nacional de Huelga, integrado por Silverio Pontieri, Néstor Álvarez y Juan Ugazio, por la CGT, el telefónico Luis Gay, por la Unión Sindical Argentina y Ángel Borlenghi, por los sindicalistas autónomos. La acción de este comité fue central en las negociaciones que llevaron a Perón al balcón de la Casa de Gobierno el 17 de octubre. Los trabajadores del interior, por su parte, no esperaron al 18 y empezaron a movilizarse el 17. El movimiento espontáneo se adelantó a la huelga. Los bonaerenses se reunieron primero en la Plaza San Martín de La Plata y luego en la Plaza de Mayo en la Ciudad de Buenos Aires. Al mismo tiempo que se empezaba a desarrollar la concentración

en Buenos Aires, otras manifestaciones se llevaban a cabo en las provincias. Los trabajadores llegaban al centro porteño desde Berisso, Ensenada, Quilmes, Gerli y cantaban, a coro, “sin galera y sin bastón, los muchachos de Perón".Por primera vez, los obreros tomaban la calle y, en muchos casos, usaban disfraces y elementos festivos. Así, este evento, era vivido como una subversión ante el orden social existente. Mientras el centro se colmaba de gente, Perón había sido trasladado al Hospital Militar, desde donde podía percibir la situación de poder en la que se encontraba, mientras el comité de huelga negociaba su liberación. Alrededor de las cinco de la tarde, sin éxito, el General Eduardo Ávalos intentó hablar con la multitud, que no tardó en expresarle su rechazo. Ávalos se comunicó con Domingo Mercante, quien tampoco logró comunicarse con la gente y juntos, convencidos de que el gobierno ya no podía dispersar a la multitud, y con el visto bueno de Farrell, fueron a buscar a Perón. A las once de la noche, Perón llegó a la Casa de Gobierno y, por fin, salió al balcón. Primero habló Farrell, que anunció el nuevo gabinete y presentó a Perón, "el hombre que se ha sabido ganar el corazón de todos". Sin embargo, ya nadie escuchaba las palabras del presidente, solo vivaban a Perón. En su discurso cautivó a la multitud allí concentrada, reconociéndose como parte de ese pueblo “peronista”, pero desde el lugar de liderazgo que le otorgaba reconocimiento popular. Se estaba fundando un movimiento que incluía a "los díscolos y descontentos", que venía a representar la unidad soñada, y de la que Perón, para muchos, sería garante. 37


RELACIÓN CON EL pODER pOLÍTICO 1. Multitud en la Plaza durante la asunción de Uriburu. 2. El presidente Justo en una visita al Brasil.

La Década Infame

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Uno de los principales rasgos del período que se extiende entre 1930 y 1943, y que sería un dato permanente de la Argentina del siglo XX, fue la gravitación política de las Fuerzas Armadas, que emergieron de los cuarteles en 1930 para imponer el dominio militar. En el período inaugurado por la presidencia de Uriburu, existen tres rasgos esenciales que atravesaron a los gobiernos neoconservadores en su relación con los sindicatos. El primero de ellos es la exclusión política de la clase trabajadora, que se expresa en la negativa a reconocer plenamente a las organizaciones sindicales como representantes legítimos de los obreros en las relaciones industriales. El segundo es un cambio cualitativo en la acción del Estado, que interviene en la economía como regulador de la industria. El Departamento Nacional del

Trabajo (DNT) aumentó su disposición a intervenir en los conflictos industriales, en parte debido al crecimiento del poder gremial. Sin embargo, el DNT solo tuvo éxito cuando fue apoyado por dependencias más importantes, como el Ministerio del Interior. El tercer factor es la creciente dependencia de la acción estatal por parte de las organizaciones gremiales debido a la falta de acceso al sistema político y la dura posición del empresariado. Los gremios más grandes y organizados, que representaban a la elite de la clase obrera podían forzar la intervención de manera relativamente regular y favorable, por lo que se incorporaron al sistema desde una posición subordinada. Los demás sindicatos solían recibir la atención exclusiva de la policía. Desde luego, hubo diferencias entre

los distintos gobiernos. Durante la presidencia de Uriburu, el gobierno intentó diezmar definitivamente a los sindicatos. Para ello, se implementaron una serie de medidas que los maniataron, como la represión violenta y la creación de una sección especial encargada de perseguir al comunismo. El resultado fue la virtual desaparición del anarquismo, el paso a la clandestinidad del comunismo y la consolidación del sindicalismo y del socialismo al frente de los principales gremios. El gobierno de Justo redujo el nivel de represión a la vez que amplió el margen de maniobra del DNT. Para mantener cierta legitimidad, Justo necesitaba la participación electoral del socialismo, por lo que le otorgó beneficios en el ámbito sindical. El equilibrio logrado por Justo se mantendría durante la administración de


Ortiz, que mostró también cierta disposición a la negociación aunque, debido a su cercanía con los radicales antiyrigoyenistas, más propicia para el sindicalismo próximo a la UCR. Con la administración de Castillo se revirtieron todos los avances hacia la apertura política, especialmente en el ámbito de las relaciones con los sindicatos. El gobierno se negó a negociar incluso con los sindicatos más moderados, restableció el estado de sitio e hizo gala de un ferviente antiobrerismo, especialmente dirigido hacia los comunistas, consolidados como la segunda fuerza sindical. La década peronista La creación del Partido Laborista (PL) fue un hito en la vida del sindicalismo argentino. Por primera vez en su larga existencia, el movimiento obrero salía de los márgenes de la vida política para apostar a la construcción de un partido que aglomeraba a los principales gremios en una acción propia que prometía llevar la voz de los trabajadores organizados a las instituciones representativas. La expectativa de conformar un partido autónomo de los trabajadores, sin embargo, no tardó en eclipsarse. En los primeros meses del gobierno de Perón, se disolvieron los partidos originales en un único partido que poco tiempo después

pasaría a llamarse Partido Peronista. Pasada la resistencia de un grupo de fundadores del PL, entre los que se destacan Luis Gay y Cipriano Reyes, el grueso de la vieja guardia sindical optó por acatar la disciplina partidaria o refugiarse en sus organizaciones gremiales. No obstante, los gremios no se convirtieron en receptores pasivos de dádivas estatales. En los primeros años del gobierno peronista, fueron agentes centrales de la lucha económica frente a un empresariado aún poco dispuesto a ceder sus privilegios. Durante este período, el sindicalismo no solo experimentó un crecimiento fenomenal al amparo estatal, sino que también protagonizó el movimiento huelguístico que llevó a un gran crecimiento del salario real. Entre 1951 y 1953, el empeoramiento de las condiciones económicas se sumó a la burocratización del sindicalismo para opacar la participación política de los gremios. La consolidación de dirigentes que basaban su carrera en el proselitismo antes que en el trabajo gremial y el desplazamiento de líderes combativos propiciado desde el gobierno mermaron la capacidad de intervención de los sindicatos, mientras la CGT se limitaba a fomentar la obediencia a las políticas oficiales. En ese período, la actitud del gobierno hacia el activismo sindical cambió rotunda-

mente. El nuevo contexto económico y la consolidación política del movimiento liderado por Perón conspiraron para que se tolerara poco la actividad huelguística y para que el gobierno interviniera fuertemente en la vida interna de las organizaciones gremiales. Esta situación se mantuvo hasta mediados de 1953, cuando se produjo un significativo recambio dirigencial en favor de liderazgos mejor sintonizados con unas bases que reclamaban mejoras económicas desde hacía más de dos años. Confrontado con esta situación, el gobierno decidió intervenir moderadamente en las paritarias posteriores al congelamiento del Segundo Plan Quinquenal, dejando el resultado librado al poder de mercado de sindicatos y empresarios. A partir de entonces, tanto el gobierno como la cúpula sindical comprendieron que, en adelante, los sindicatos reflejarían de manera más cristalina las preferencias de sus bases, por lo que las políticas gubernamentales deberían tener un mayor consenso para ser exitosas. Este proceso de revitalización de la acción sindical, no obstante, se vería truncado por el conflicto con la Iglesia católica que terminó suscitando el apoyo de una parte importante de las Fuerzas Armadas y concluyó con el derrocamiento de Perón en 1955.

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DT DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

Legislación obrera y derechos sociales durante el primer peronismo

Por Nicolás I. Schujman *

Durante el período que va de 1943 a 1955, los trabajadores argentinos y sus familias experimentaron una participación en el bienestar social y económico hasta entonces desconocida. A continuación, se reseñan algunas de las leyes laborales más importantes del período. Secretaría de Trabajo y previsión. Por medio del Decreto 15.074/43 se crea la Secretaría de Trabajo y Previsión, que incorporó al antiguo Departamento Nacional de Trabajo, junto a otros organismos. Entre las competencias de la nueva secretaría se encontraba la confección de leyes de trabajo y seguridad social que, entre junio de 1943 y el junio de 1946, fueron más de cien. Tal es así que Perón declaró que con la Secretaría “se inicia la era de la política social argentina”. La mayoría de estos decretos fueron posteriormente ratificados por la Ley 12.921 de diciembre de 1946. Asociaciones profesionales. La ley sobre asociaciones profesionales obreras de 1945 fue la primera norma que brindó un marco jurídico a las asociaciones profesionales. El decreto 23.852/45 otorgaba la personería gremial y el monopolio de la representación al sindicato con mayor número de afiliados dentro de una misma rama de actividad. La nueva legislación fortaleció la capacidad de negociación de los sindicatos, dejando una huella imborrable en el futuro de las relaciones entre los trabajadores, los empresarios y el Estado.

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Salarios, sueldos, aguinaldos. En 1945, por medio del Decreto 33.302/45, se crea el Instituto Nacional de Remuneraciones con el objeto de implementar el salario vital mínimo, salarios básicos e intervenir en la fiscalización del pago del sueldo anual complemen-

Reforma de la Ley de Jubilaciones.

tario, entre otras funciones. El aguinaldo es un pago especial que reciben los trabajadores asalariados; el artículo 45 del mencionado decreto obligaba a los empleadores a pagar a sus empleados -el 31 de diciembre de cada año- un sueldo anual complementario igual “a la doceava parte del total de sueldos o salarios percibidos por cada empleado u obrero en el respectivo año calendario”. A su vez se decreta el pago de salarios en días declarados feriados obligatorios (Decreto 10.991/44) Turismo social. Las vacaciones anuales pagas (Decreto 1.740/45) fue una importante inflexión respecto a las políticas sociales implementadas hasta el momento pues ya no se trataba únicamente de proteger al trabajador frente a determinados riesgos, sino también de democratizar el bienestar. Jubilaciones. Durante este período, lo que podría considerarse como un sistema previsional “elitista” se fue ampliando hasta llegar a uno de cobertura significativamente más amplia. Se creó el régimen de previsión para el personal de comercio, actividades afines y civiles (Decreto 31.665/44) y en 1946, ya cuando Perón ocupaba la presidencia de la Nación, se expandió la cobertura previsional a los trabajadores de la aeronavegación (Decreto-Ley 63.95) y la industria (Decreto-Ley 13.937). Además, en 1948 (Ley 13.478) se otorgaron pensiones no contributivas a los mayores de 60 años que no estuvieran amparados por algún esquema jubilatorio y no contaran con otros medios de subsistencia. Finalmente, en 1955 se extendió la cobertu-


ra a los trabajadores rurales (Ley 14.399), a los trabajadores de servicio doméstico (Decreto 326/55) y a los trabajadores independientes, profesionales y empresarios (Ley 14.397). Durante el período, el número de afiliados al sistema previsional tuvo un notable aumento: pasaron de 397.000 en 1939 a 2.327.946 diez años más tarde. En 1955, el número de afiliados al sistema previsional llegó a ser de 4.892.802. No obstante, resulta pertinente señalar que el número de trabajadores legalmente cubiertos por el sistema no era equivalente a la cobertura real o efectiva del mismo. Por ejemplo, la cobertura real de los trabajadores rurales en 1955 era del 3%. En consecuencia, podíamos afirmar que desde entonces, el derecho a la jubilación dejó de depender de la exclusión legal, aunque siguió dependiendo de la exclusión del mercado de trabajo formal. Otro avance importante en la obtención de derechos previsionales por parte de los trabajadores fue la Ley 14.370 de 1954, por medio de la cual se instala un régimen de reparto. Con el nuevo sistema, la recaudación de los aportes y contribuciones se distribuía entre los beneficiarios y, según el criterio para determinar el haber, el sistema podría tener una orientación neutra, progresiva o regresiva. En el régimen de reparto, además, la generación presente de trabajadores sostiene a las generaciones anteriores, lo que supone un pacto generacional. La ley 14.370 fue un ejemplo de progresividad en la redistribución, ya que establecía una escala de haberes previsionales que mejoraba la situación relativa de aquellos trabajadores que, en su vida activa, habían percibido salarios más bajos. Estatutos. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión también se sancionaron normas tendientes a regular las relaciones laborales de distintos gremios. Entre ellas se encuentra el Estatuto del Peón Rural (Decreto 28.169/44) –que estableció por primera vez la aplicación de la legislación laboral al trabajador del campo–, el de empleados bancarios (Decreto 15.355/46), periodistas (Ley 12.098), tamberos (Decreto 3.750/46) y del personal aeronáutico (Decreto 16.130/46). * Lic. en Ciencia Política (Universidad Di Tella)

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL TRABAJADOR Un año después de asumida la presidencia, el 24 de febrero de 1947, Perón enunció la Declaración de Derechos del Trabajador, la cual fue incorporada a la constitución de 1949 en su artículo número 37. La declaración incluía: DERECHO A TRABAJAR; DERECHO A UNA RETRIBUCIÓN JUSTA; DERECHO A LA CAPACITACIÓN; DERECHO A CONDICIONES DIGNAS DE TRABAJO; DERECHO A LA PRESERVACIÓN DE LA SALUD; DERECHO AL BIENESTAR; DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL: DERECHO A LA PROTECCIÓN DE SU FAMILIA; DERECHO AL MEJORAMIENTO ECONÓMICO; DERECHO A LA DEFENSA DE LOS INTERESES PROFESIONALES.

A su vez, la nueva constitución incluía una serie de artículos en los que se establecía la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica. El artículo 38 versaba que “la propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común”; el 39 decía que “el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social”. 41


El Derecho de Huelga en la Constitución de 1949 Por Enrique Rodríguez *

SU EJERCICIO DURANTE EL GOBIERNO PERONISTA 1946-1955

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El derecho colectivo de trabajo se estructura en base a tres instituciones fundamentales: el sindicato, la negociación colectiva y la huelga. Al discutir su naturaleza, la mayoría de los que teorizan sobre esta trilogía consideran que es un instrumento, como una herramienta, una cuchara o una máquina, y concluyen que tiene existencia para forjar la historia. Otros sostienen que su naturaleza es esencial, que son derechos de los trabajadores para conformar el ordenamiento jurídico. En nuestro país, estas instituciones son la base y antecedente de los derechos de los trabajadores. En mi opinión, la trilogía de instituciones son antecedentes de las normas legales o colectivas e instrumentos indispensables. Todas las instituciones del derecho colectivo pasaron por tres períodos: la represión, la tolerancia y su reconocimiento como derecho. Así lo hacen, en esta etapa histórica, los Convenios de la OIT, los Tratados Internacionales y la Constitución Nacional en su artículo 14 bis.

La huelga es una expresión del conflicto. Los sindicatos jugaron y juegan un papel fundamental en la sociedad capitalista, especialmente en los sistemas políticos democráticos. Son un instrumento para superar el liberalismo al permitir consolidar derechos individuales y colectivos de los trabajadores. Todos los avances llegaron tras procesos de luchas, como lo demuestra nuestra Colección Sindicalismo y Sociedad en su primer capítulo Orígenes del Movimiento Obrero en Argentina. 1880-1930. Los sindicatos permiten organizar a los trabajadores, por su lucha se obtienen derechos principalmente en los convenios colectivos de trabajo, que tienen una particularidad: sus normas tienen el mismo valor que las de una ley. Esta validez general se concreta en nuestro país cuando el convenio es homologado por la Autoridad Administrativa del Trabajo, resultando aplicable a todos los trabajadores o empleadores, estén o no afiliados a la organización sindical o a la cámara patronal

o grupo de empleadores, que los pactaron conjuntamente con el sindicato. Sin la presión ejercida o latente, nunca se pudieron concretar los derechos de los trabajadores, ni en los convenios colectivos ni en la legislación. La huelga y otras medidas legítimas de acción sindical son un elemento de progreso social, y en mi opinión, deben ser protegidas por el derecho positivo. El peronismo y el sindicalismo marcharon como dos ejes fundamentales de la organización del pueblo. Su fortaleza en la década del ´40 tuvo como antecedente el crecimiento de la industrialización y las migraciones internas, permitieron concretar la organización político sindical. El movimiento peronista organizado fue protagonista del 17 de octubre de 1945, proceso que fue el antecedente histórico del triunfo electoral de la fórmula Perón- Quijano en 1946. Con el peronismo en el poder, en base a su alianza estratégica con el movimiento obrero organizado, llegamos a la Constitución de


1949. Por primera vez en la Constitución, en los capítulos tercero y cuarto, se incorporan los derechos "del trabajador", "de la familia", "de la ancianidad" (ver artículo 37); el artículo 38 se refiere a "la función Social de la propiedad, el capital y la actividad económica". Sin embargo, pese al contenido transformador de los artículos citados, no aparece entre sus normas el derecho de huelga. El convencional Arturo Sampay, de la bancada justicialista, explicaba la omisión sosteniendo que el derecho de huelga era un derecho natural que no necesitaba formalizarse como derecho positivo en la Constitución. El convencional Pablo A. Ramella, de la misma bancada, sostenía lo contrario: que se debía consagrar como derecho positivo. La crónica histórica nos indica que hubo pocas huelgas durante el primer y segundo mandato del gobierno justicialista. No obstante, se concretaron derechos en la legislación y en los convenios colectivos de trabajo, que permitieron, por primera vez en la historia argentina, una distribución del ingreso en favor de los trabajadores, superior al 50% del PBI. En esta etapa, los sindicatos lograron significativa participación en el poder político, con ministros de origen sindical, representantes del país en las distintas embajadas, y con otros cargos en el Poder Ejecutivo; también con Diputados y Senadores. Por primera vez, un importante porcentaje de hijos de trabajadores cursaron estudios terciarios y universitarios, y para perfeccionar la calidad del trabajo, se creó la Universidad Tecnológica Nacional. Faltaría a la verdad si paso por alto que, cuando se decretaba una huelga, actuaban

el Estado, los sindicatos aliados del peronismo y la propia fundación dirigida por la compañera Evita, para evitar que el conflicto se extendiera; pero negaría la historia si no reconociera que en ese período los trabajadores gozaron de los mayores derechos con relación al pasado y por qué no decirlo, aún hasta nuestros días. Para concluir: no siempre la plenitud de derechos se identifica con el diálogo y la negociación con la paz, por eso se habla de guerras justas o injustas. El ideal es que el derecho se afiance dentro de la paz, pero si la huelga es necesaria para afianzar los derechos de los trabajadores, será lícito ejercerla.

Eso es la huelga, en definitiva, una acción contra la agresión injusta de los patrones cuando no reconocen los legítimos derechos de los trabajadores. * Abogado laboralista, ex Ministro de Trabajo de la Nación (1993), ex Ministro de la Producción de la Ciudad de Buenos Aires (2006-2007) y legislador porteño entre 1996 y 2003. Asesor de la CGT en la década de 198

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Las mujeres y el mundo del trabajo Las trabajadoras argentinas en una sociedad en transición

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Entre 1930 y los años finales del primer gobierno peronista, se incrementaron notablemente las oportunidades laborales de las mujeres. Hacia 1950 la fuerza de trabajo femenina representaba alrededor del 20 por ciento del total de trabajadores y estaba concentrada en el sector de servicios. Además de la notable presencia femenina en el servicio doméstico, las mujeres que contaban con educación formal ingresaron a las tareas docentes y a las funciones administrativas, posible gracias al desarrollo y a la ramificación del Estado. El trabajo femenino era particularmente importante en los frigoríficos, sobre todo en las grandes empresas. Por su parte, la confección, en sus diversas manifestaciones, absorbió el 54 por ciento de la fuerza de trabajo femenina. En las ramas más duras de la industria, el número de mujeres se reducía. El comercio, un área de enorme empuje durante el período, requería empleo femenino en las diversas localidades. Durante este período se impondría también la elección de la Reina del Trabajo, realizada entre jóvenes que en su mayoría pertenecían a familias de los sectores populares. Además, hubo una consideraEva Perón junto a las mujeres. Colección Oraldo Britos

ble expansión de la educación formal de las mujeres: el nivel secundario se amplió con un gran número de establecimientos y con nuevas modalidades de formación técnica y comercial para jóvenes de ambos sexos. LAS MUJERES Y LA POLÍTICA PARTIDARIA: DEL DERECHO A VOTO A LA FORMACIÓN DEL PARTIDO PERONISTA FEMENINO

La campaña presidencial del general Agustín P. Justo, en 1932, había contemplado la sanción de los derechos políticos femeninos, que contaba con el apoyo de la Iglesia. El voto positivo se impuso, y aunque la medida llegó casi al tratamiento plenario en el Senado, nunca pasó de escarceos que evitaron el debate. Hasta 1947 no volvió a discutirse sobre el voto femenino en el recinto, si bien fueron presentados varios proyectos a lo largo de esos años. En 1947 confluyeron una serie de factores que hicieron posible el debate y la posterior sanción de la ley. Por un lado, había un contexto internacional favorable (la Comisión Interamericana de Mujeres, surgida en 1928, e integrante de la OEA, impulsaba el voto). Por otro lado, eran de peso los antecedentes locales y la fuerte iniciativa de Perón y


Escuela de Enfermeras.

Evita, quien se instalaría en el Congreso con un grupo de mujeres para acompañar las discusiones y azuzar a propios y ajenos, si bien no había mucho que discutir porque la enorme mayoría de los representantes se había inclinado por la posición favorable. Finalmente, la ley 13.010 consagró el voto femenino y fue sancionada y celebrada desde los balcones de la Casa de Gobierno, frente a una multitud entre la que había muchas mujeres. Eva Perón se refirió a “una larga historia de lucha, de tropiezos y de esperanzas”. La mención evocaba, sin mencionarlas directamente, a las precursoras socialistas, anarquistas e incluso liberales de las décadas anteriores. En 1949, se creó la rama femenina del peronismo, llamada Partido Peronista Femenino (PPF) y en las elecciones de 1951 se verificaría la relevancia de las mujeres, más en el caudal de votantes que en el de candidatas. Una de las tareas más importantes de las primeras mujeres peronistas fue la realización del censo femenino, para establecer con la mayor exactitud posible quiénes eran las mujeres que en los más distantes puntos del país apoyaban al régimen. Luego, las unidades básicas del PPF realizarían tareas no solo políticas, sino también sociales, educativas y culturales. La

Eva Perón es visitada por mujeres. Colección Oraldo Britos

asistencia a las personas con problemas debido a la pobreza fue una de las principales preocupaciones, en línea con la Fundación Eva Perón. LAS MUJERES GESTIONANDO EL PODER: LA FUNDACIÓN EVA PERÓN

La Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón se creó el 8 de julio de 1948. En septiembre de 1950 pasó a llamarse Fundación Eva Perón (FEP). En poco tiempo, se formó una estructura administrativa y burocrática, centrada en la ciudad de Buenos Aires, que permitió llegar a los lugares más aislados del país. La FEP tuvo un claro cometido social que llevaba intrínseco un alto contenido político y actuaba en algunas oportunidades por encima del Estado y, en otras, en forma paralela o complementaria. La FEP se orientó específicamente hacia las necesidades de las mujeres, desde una perspectiva original. Por un lado, llevaba adelante la labor de “justicia social” entre una población vulnerable a las adversidades. Por otro, las mujeres ya tenían reconocimiento de ciudadanas, luego de haber logrado sus derechos políticos, en 1947. Se suele destacar el estilo que Eva Perón eligió para su gestión. Su presencia generó un

reacomodamiento dentro de la estructura administrativa y política del Estado; en ciertas oportunidades sus decisiones tenían mayor peso que las de ministros o gobernadores. Los fondos recaudados (provenientes de aportes obreros, de subsidios empresariales y del Tesoro Nacional) eran repartidos entre los beneficiarios por la propia Eva Perón, en un intento de acortar las distancias sociales. En la FEP no se distinguía entre merecedores y no merecedores de ayuda: se hablaba de derechos sociales y la ayuda no se limitaba a la satisfacción de una necesidad básica. Ahora “los pobres” podían acceder a bienes que hasta ese momento les habían sido vedados. La FEP fue creciendo y diversificándose. Su acción se extendió desde el campo social al de la salud y al educativo. Construyó hospitales, hogares para ancianos y para mujeres, ciudades universitarias y unidades turísticas en distintos lugares del país. El 16 de septiembre de 1955 se produjo el golpe militar que derrocó al gobierno de Perón. A los pocos días de asumir el poder, el nuevo gobierno creó el Instituto Nacional de Acción Social con dependencia directa de la Presidencia de la Nación. La FEP fue disuelta y todos sus bienes quedaron a cargo de ese instituto. 45


El sindicalismo y sus métodos de acción son afectados en este período por el cambio estructural en el modelo productivo, las nuevas modalidades de interacción entre el Estado y la sociedad, el surgimiento de un nuevo marco regulatorio de las relaciones laborales, y la aparición de un nuevo movimiento político: el peronismo. El dinamismo de la actividad sindical se expresa en tres aspectos. El primero es el aumento de la cantidad de sindicatos y de la tasa de sindicalización. El segundo es la ampliación de las modalidades de protesta. El tercero es la integración del sindicato a la vida cotidiana del trabajador, tanto en la fábrica como en su carácter de proveedor de bienes y servicios o mediador ante el gobierno.

Aspectos descriptivos del sindicalismo: Repertorio de la acción sindical 46

Huelgas y formas de acción directa Entre las formas más comunes de protesta sindical aparece la habilidad para paralizar la producción a través de huelgas cortas y repentinas o el trabajo a reglamento. Estos métodos serían particularmente utilizados por los sindicatos industriales, canalizadores de las huelgas de 1935 y 1936 en la construcción y en el sector manufacturero. Los resultados de los conflictos, en esta etapa, en general son exitosos para los trabajadores, tanto en las huelgas ganadas como en las transigidas (obtención al menos parcial de las demandas exigidas); y esto expresa dos tendencias importantes: por un lado, la proclividad del movimiento obrero a negociar; por el otro, el carácter orgánico de la movilización. Las huelgas entre 1946 y 1948 muestran la participación activa de los sindicatos para procurar la implementación completa de las reformas laborales. Los trabajadores no permanecen de brazos cruzados a la espera de que el Estado interceda en su favor, sino que se lanzan a una serie de huelgas con el objeto de obligar a la patronal a aceptar los cambios introducidos por el régimen. Además, tampoco limitan su actividad a poner en vigencia la legislación laboral existente, sino que tratan de expandirla y transformar su contenido en varias áreas. Este rol creativo se hace más evidente en los convenios colectivos que siguen a los conflictos. En este sentido, las demandas de


los trabajadores, expresadas durante las huelgas y en las negociaciones, no se limitan al aumento de salarios, sino que comprenden también el reconocimiento del trabajador como productor y su participación en los procesos de decisión a nivel de empresa. A partir de 1948, la política laboral del Estado se dirige a controlar las demandas formuladas por el movimiento obrero, con vistas a acelerar la producción industrial del país. Confiado en la base de apoyo generada gracias a las reformas progresivas previas, el Estado utilizó su mayor capacidad para reglamentar y resolver los conflictos laborales, desplazar a gran número de los dirigentes más combativos, y una mayor represión de las huelgas, lo que evitaría mayores conflictos. Sin embargo, la década del ´50 significa un repunte, gracias a la inflación de fines de 1951 y comienzos de 1952. La presión de los trabajadores continúa en 1954 y los conflictos laborales resurgen entre abril y julio, centrados en la renovación de los convenios colectivos. La forma de protesta más común durante el período es el trabajo a reglamento, que consiste en realizar exclusivamente las tareas que están descriptas en el reglamento que rige una actividad determinada y, particularmente, en no realizar horas extra. Además, por ser menos disruptiva, es menos sensible a ser sancionada que la huelga. El trabajo a reglamento es una forma de protesta ya que afecta la producción del establecimiento: en la cotidianidad de la fábrica, por ejemplo, los trabajadores realizan tareas que no están necesariamente pres-

criptas, o no siempre se toman todos los descansos, o no siempre siguen los procedimientos establecidos (si hay maneras más sencillas o rápidas de hacer las cosas) y suelen hacer horas extras. El gobierno propone, en marzo de 1954, un acuerdo salarial favorable a los obreros, marginándose a sí mismo de la negociación y haciendo la vista gorda a los conflictos laborales que siguen. Sin embargo, los conflictos no deben interpretarse como una falta de apoyo al régimen, dado que los trabajadores suelen dirigir sus protestas contra la patronal. En este sentido, pueden ser considerados más bien como una tentativa de los trabajadores de transferir sus sucesivas victorias políticas electorales al área de las relaciones de trabajo. Nuevos repertorios de acción sindical El marco del desarrollo de la negociación colectiva es la intensidad y la difusión alcanzada por la movilización y los conflictos laborales que acompañaron la reactivación del ciclo económico desde 1935. Se crean y se fortalecen nuevos sindicatos en las ramas industriales más dinámicas, coincidiendo con el pasaje de la organización por oficio a la sindicalización por industria o rama de actividad, y la constitución de grandes federaciones de sindicatos. Con el aumento de la cantidad de trabajadores se vuelve más difícil para el movimiento obrero operar a partir de una estrategia de negociación basada en el sindicalismo de oficio. Se impone, entonces, la formación de nuevos sindicatos de tipo industrial, caracterizados

por estructuras de decisión centralizadas y por mayores controles institucionales sobre las bases, despojando a las secciones locales de las principales funciones sindicales, incluido el derecho de declarar la huelga y a negociar acuerdos colectivos. Entre 1936 y 1943 hay una intensa actividad. Hay una constante actualización de condiciones de trabajo e incluso de cláusulas salariales, con convivencia de acuerdos por empresa y por actividad (aparecen varios procesos de negociación centralizada, entre sindicatos y organizaciones patronales). Entre los gremios que encontramos a la vanguardia de estos procesos están los trabajadores de la construcción, la Unión Obrera Textil, la Federación Obrera del Vestido, los gráficos, los asalariados de la madera y algunos trabajadores de la alimentación. De este modo, la Secretaría de Trabajo y Previsión viene a poner un marco jurídico a un proceso de negociación colectiva que viene desarrollándose ya desde mediados de los años ´30, convencida de que la represión no es suficiente para mediar en los conflictos laborales y que no asegura la armonía social, de modo que es necesario mejorar la capacidad del Departamento Nacional del Trabajo para intervenir en esos conflictos.

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H

Historias de Vida

Luis Gay

Luis Gay fue fundador de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOET) y Secretario General desde el año 1928. Sus convicciones ideológicas se inscribieron en la tendencia sindicalista revolucionaria, por lo que, exceptuando su participación en la construcción del Partido Laborista, siempre abogó por la autonomía del movimiento obrero respecto de los partidos políticos. Es así que se inspiró en la Carta de Amiens para redactar el estatuto del sindicato que dirigía, formó parte, al momento de la división de la CGT, de la agrupación de la calle Catamarca, de orientación sindicalista, y alimentó, a lo largo de su trayectoria política, vínculos cercanos con la USA. Estos valores le valdrían la ruptura con Perón a partir de 1946. El gremio de los telefonistas era, en la década de 1930, uno de los sindicatos más perseguidos. Más allá de sufrir las mismas condiciones de represión política que el resto de los actores del movimiento obrero, este gremio se encontraba vinculado a una industria monopólica que dependía de los recursos de la Unión Telefónica del Río de la Plata (UT), empresa británica de trato arrogante tanto

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La democracia política es una mentira por sí sola. Únicamente es una realidad cuando se ve efectivamente acompañada por una estructuración económica de la sociedad que la haga posible en el terreno de las realizaciones prácticas. Mienten quienes no hagan suyo este concepto y solo hablen de la Constitución y de la libertad.” Discurso frente al Comité Directivo Central del Partido Laborista, 17 de Junio de 1945

hacia los sindicatos como hacia las autoridades gubernamentales. Frente al desplome de la economía durante aquellos años, la UT inició una ola de despidos masivos, por la que llegó a desvincular a 2.000 de los 11.000 obreros que sostenían el servicio en todo el país. Entre ellos se contaba a Luis Gay, lo que indica que la selección de los desplazados no era inocente. Esta situación le significó al dirigente serias dificultades para continuar representando a sus compañeros. Sin embargo, no abandonó la lucha. En 1932, fue uno de los principales organizadores del “movimiento de 52 días”, huelga en la que llegaron a participar 1.800 telefonistas. La movilización fue vigorosa y triunfante; implicó el sabotaje de las instalaciones de la empresa, la incomunicación de la Casa de Gobierno y, finalmente, la reincorporación de la mayoría de los obreros despedidos. A partir de 1944, Luis Gay participará activamente de la estrategia de promoción de políticas sociales lanzada por el gobierno. Gran parte de las agrupaciones obreras habían accedido a la redacción conjunta de proyectos con el gobierno. Entre ellos, el estatuto del peón del campo, el estatuto de los obreros del


“El laborismo fue una explosión de entusiasmo popular que se exteriorizó contra el fraude, contra la violencia, por la necesidad de una nueva política”. Gutiérrez, Leandro y Romero, Luis Alberto, Entrevista a Luis Gay, Proyecto de Historia Oral del Instituto Torcuato Di Tella

“La lucha uno tiene que aceptarla como es, con todas sus adversidades y con todas sus ingratitudes (…) uno se consagra a eso porque le gusta, porque es su vocación, porque cumple un deber, porque quiere un destino, un destino y nada más”. Gutiérrez, Leandro y Romero, Luis Alberto, Entrevista a Luis Gay, Proyecto de Historia Oral del Instituto Torcuato Di Tella

petróleo, el estatuto de los empleados bancarios, la caja de jubilaciones para los obreros de la industria, las vacaciones anuales pagas, y la creación del Instituto Nacional de las Remuneraciones, que garantizó un salario básico, mínimo y móvil. En línea con el espíritu de la época, Luis Gay comenzó, ahora, a sostener la necesidad de la participación del movimiento obrero en la acción política y en la construcción de una política social efectiva. Así, se encontró entre los impulsores de las movilizaciones del 17 de Octubre de 1945 y se convirtió en el principal organizador y, luego, presidente electo del Partido Laborista, que sería responsable por el 85% de los votos que, el 24 de febrero de 1946, llevaron a Juan D. Perón a la presidencia de la República. El Partido Laborista fue una experiencia que suscitó mucha movilización y entusiasmo. Congregaba a socialistas, comunistas, radicales, anarquistas, y a militantes de todos los rincones del interior del país. No solo enarbolaba una nueva alternativa política sino que demostró originalidad y renovación en sus métodos de organización interna y de campaña. Algunos meses después de asumir, Perón comenzó a sentirse superado por el poder del partido en el Congreso y por sus

aspiraciones de autonomía política. Decidió, por lo tanto, dar la orden de disolverlo. Lo hacía, según Luis Gay, “violando las normas más elementales de la ética política” La elección de Gay que lo ponía al mando de la CGT, en noviembre de 1946, fue interpretada como un reclamo por el resurgimiento del Partido Laborista. Los roces entre el dirigente sindical y el presidente se intensificaron hasta que, en 1947, Gay fue desplazado de la conducción de la CGT, bajo pretexto del excesivo acercamiento a la AFL (American Federation of Labor), central sindical estadounidense que se encontraba de visita en el país. La “caída de Luis Gay” representaba un golpe a la autonomía de la vieja guardia sindical y abría las puertas a un movimiento en el que las aspiraciones obreras comenzaban a congregarse en torno a la figura de Perón. 49


H

Historia viva del sindicalismo argentino

Carlos Cabrera Carlos Cabrera nació el 18 de diciembre de 1925 en Paraná, Entre Ríos. Como técnico electricista, empezó a trabajar en la compañía entrerriana de teléfonos. Luego de hacer el servicio militar en Monte Caseros (Pcia. de Corrientes) se empleó en la Compañía Argentina de Cemento Portland, de Paraná, donde comenzó su actividad gremial. Por esos años, en la década de 1940-1950, cuando el sindicalismo argentino atravesaba un importante proceso de transformación, la vida de Cabrera dio un giro fundamental cuando, convocado por las autoridades de la empresa para hablar de la higiene y seguridad laboral, afirmó que la mejor seguridad de un trabajador era tener un buen salario. Desde la seccional local de la Asociación Obrera Minera (AOMA), uno de los gremios más antiguos del país junto con los gráficos, Cabrera empezó a destacarse como dirigente. En ese entonces, AOMA Paraná funcionaba en una oficina en la sede de la CGT de la Ciudad. Por el descontento entre las seccionales, dado que la conducción nacional tenía una presencia algo excesiva de cordobeses (12 de 16 miembros) se convocó a un Congreso de 50

renovación de autoridades. Cabrera asistió como delegado regional al Congreso junto con el Secretario General de su seccional. Fue entonces que algunos compañeros le ofrecieron formar una lista opositora. Cabrera dijo que iba a acompañarlos pero cuando llegó al Congreso los “oficialistas” lo designaron presidente del mismo. Cabrera no aceptó porque había dado su palabra, pero quien debía acompañarlo en la fórmula sí aceptó y resultó que se fue con la lista Blanca de los oficialistas. Finalmente, acompañado por Enrique González como adjunto, Carlos Cabrera encabezó una lista como Secretario General de AOMA que le ganó por tres votos a los entonces oficialistas. Desde entonces, hasta el año 2004, fue Secretario General de AOMA, que se mantuvo sin intervenciones hasta la actualidad. Entrevistado por investigadores de la Colección Sindicalismo y Sociedad, Cabrera se atrevió a afirmar que de todos modos sería conveniente limitar el período de mandato de los sindicalistas, como se hace con gobernadores y presidentes. También protagonista del sindicalismo

“El movimiento obrero no es comunista ni socialista, es peronista porque el primero que habló de los trabajadores fue Perón. La primera declaración que hace el peronismo fueron los convenios colectivos de trabajo, el aguinaldo y la educación.”


“La característica principal de un dirigente sindical debe ser siempre la honestidad” argentino de los años 1960, Cabrera fue un severo crítico de la Ley de Obras Sociales propulsada en 1970 por Juan Carlos Onganía. “Somos sindicalistas, no enfermeros”, era su frase de cabecera. Se resistió dos años pero, finalmente, en parte por presión de los afiliados que veían que otros sindicatos tenían cobertura de salud, se creó la Obra Social Minera. Todavía hoy piensa que es el Estado quien debe proveer la salud, la educación y la seguridad, y que los sindicatos deberían limitarse a las tareas gremiales. Como sindicalista minero, Cabrera tuvo presencia en importantes conflictos, como la huelga de Mina Aguilar, en 1974. Ese movimiento de protesta tuvo como consecuencia que sus principales propulsores fueran perseguidos por la dictadura, y uno de ellos, Basán, amigo de Cabrera desde sus comienzos, es otro de los tantos sindicalistas desaparecidos durante la dictadura militar de 1976-1983. Cabrera fue parte de la CGT conducida por Alonso y fundó, junto a Raimundo Ongaro (gráficos), Julio Guillán (telefónicos) y Lorenzo Pepe (ferroviarios) la CGT de los Argentinos, que participó de la huelga del 27 de abril de 1977; y estuvo preso en la cárcel de Caseros VER CAP #3

durante la última dictadura. Con la transición democrática, fue un integrante fundamental de los “25”, con Roberto Digón (tabacaleros), José Pedraza (ferroviarios) y Hugo Quintana (organismos de control), una agrupación renovadora del sindicalismo conducida por Roberto García (taxistas). En ese entonces, compartió con el presidente Raúl Alfonsín veladas de intensa discusión sobre el devenir del sindicalismo argentino. Cabrera destaca que siempre siguió un vínculo entre AOMA y ATE, forjado en la Mina de Turbio, un emblemático yacimiento de la Argentina. Cabrera intercedió con la autoridades de Minería de Buenos Aires para que no despidieran a Víctor De Genaro y, más tarde, junto a la agrupación sindical los “25” colabora con él y con el recordado Germán Abdala para que pudieran llegar a la conducción nacional de ATE. Como peronista, acompañó a Antonio Cafiero, que competía para ser candidato a presidente de la Nación, pero tras ser derrotado en la interna previa a la elección de 1989, se sumó a los equipos de campaña de Carlos Menem. En sus últimos años como sindicalista ha trabajado en la concientización del valor de la

actividad minera extractiva siempre y cuando se respetara el medio ambiente, las condiciones de salubridad en trabajo y se generara algún beneficio permanente para los lugares en donde se desarrolla la actividad. Sus amigos en el sindicalismo lo conocen como el “gato”, por su inteligencia y sus repentinas ocurrencias. Sus sucesores en el gremio reivindican como legado la honestidad y la capacidad de comprender los cambios de la actividad minera y preparar a los trabajadores para los nuevos desafíos. Su mayor orgullo es haber construido una vida que nunca ambicionó pero sí soñó. Para Carlos Cabrera, que a los 85 años sigue viviendo en el mismo departamento que estrenó cuando llegó a Buenos Aires hace más de medio siglo, conocer el mundo y así comprender las potencialidades y valores de la Argentina, es el mejor regalo de la actividad gremial.

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CENTRAL

Breve Historia de las Organizaciones de Tercer Nivel (1930-1955)

SOCIALISMO

ANARQUISMO

VIGENCIA

AFILIADOS

Confederación General del Trabajo

1930-1935

123.500

Confederación General del Trabajo

1935-1937

25.095

Confederación General del Trabajo

1935-1943

330.681 (1941)

Unión Sindical Argentina

1937-1945

32.111 (1937)

Confederación General del Trabajo (CGT 1 )

1943

104.004

1943

106.432

ORIENTACIÓN

SECRETARIOS GENERALES

LUIS CERUTTI (UF)

ANTONIO TRAMONTI (UF)

(sede Catamarca 577)

JOSÉ DOMENECH (UF)

(sede Independencia )

Confederación General del Trabajo (CGT 2)

FORTUNATO MARINELLI (FOM) - LUIS GAY (FOET) DESDE 1939

JOSÉ DOMENECH (UF)

FRANCISCO PÉREZ LEIRÓS (UOEM)

SINDICALISMO

COMUNISMO

PERONISMO

Fuente: Elaboración a partir de Del Campo (2005), Matsushita (1983), Doyon (2002, 2006), Díaz (2010)

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Confederación 1945-1946 (oct) General del Trabajo

528.523

Confederación General del Trabajo

1946

877.333

Confederación General del Trabajo

1947-1949

1.532.925

Confederación General del Trabajo

1949-50

1.992.404

JOSÉ ESPEJO (ALIMENTACIÓN)

Confederación General del Trabajo

1950-52

3.021.995

JOSÉ ESPEJO (ALIMENTACIÓN)

Confederación General del Trabajo

1952-1954

2.256.580

E. VULETICH (FARMACIA)

S. PONTIERI (UF)

LUIS GAY (FOETRA)

AURELIO HERNÁNDEZ (SANIDAD)

(Congreso de 1950)


SINDICATOS MÁS IMPORTANTES

HISTORIA

Unión Ferroviaria (UF) - Asoc. de Trabajadores del Estado (ATE) Unión de Obreros y Empleados Municipales (UOEM) - Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOET) y gremios menores controlados por anarquistas o sindicalistas autónomos como linotipistas, chóferes, ebanistas y mimbreros.

En 1928 por iniciativa de la Federación Poligráfica Argentina se buscó la unidad entre la COA y la USA Tras largas negociaciones el 27 de septiembre de 1930 se celebra el referéndum que da origen a la CGT. Ya desde el inicio se evidencian fuertes tensiones entre socialistas y sindicalistas que reflejan los conflictos en la UF.

FOET FOM (Federación Obrera Marítima) Sindicatos de oficios, cartoneros, molineros, mimbreros

Como consecuencia de las disputas entre sindicalistas y socialistas y los problemas internos entre los ferroviarios, la comisión directiva de la UF encabezada por Domenech decide suspender sus pagos a la CGT. Un grupo de dirigentes de gremios ferroviarios, tranviarios y de comercio ocupa la oficina de la CGT con la complicidad de Cerruti, desalojando a la Junta Ejecutiva, que crea la CGT Catamarca en la sede de los telefónicos.

UF CGEC (Confederación General de Empleados de Comercio) UT (Unión Tranviaria) LF (La Fraternidad) UOEM

Con la desaparición de la CGT Catamarca en 1937 queda una única CGT. Incorpora a los comunistas que habían desembarcado en el sindicalismo pero la convivencia pacífica con los socialistas dura poco.

FOET

En 1937 resurge la USA con los sindicatos que formaron la CGT Catamarca, revitalización que duraría hasta la reincorporación a la CGT en 1945.

UF LF

Por conflictos en la UF y por la ofensiva de los gremios comunistas, aliados con dirigentes socialistas como Borlenghi y Pérez Leirós, se divide la CGT. Los ferroviarios, bajo el control de Domenech, quedan en la CGT 1, pero su gremio, no así la central, es rápidamente intervenido tras la Revolución de Junio de 1943.

UOEM FEC (Federación de Empleados de Comercio) FOA (Federación Obrera de la Alimentación)

Escisión de comunistas y socialistas. Va tener poca vida porque con el golpe de 1943 son clausurados sus locales (14-7-1943) y los sindicalistas comunistas perseguidos. Con la llegada de Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión, algunos sindicatos se alían con él y otros participan con sus dirigentes de la Unión Democrática.

UF UTA (Unión Tranviarios Automotor) ATE Cerveceros Municipales

Se reunifica la CGT cada vez más encolumnada con el proyecto de Perón. La UF, ahora normalizada, vuelve a ser protagonista. Luego, no tendrá más secretarios generales de la CGT durante el peronismo.

FOETRA FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) UTA ATE

La CGT logra la representación sindical en el exterior (delegado obrero) y varios sindicalistas y abogados sindicales ocupan puestos públicos (como José Gago, bancario, intendente de la Ciudad de Buenos Aires). Gay, acusado de conspiración junto con sindicalistas estadounidenses, es desplazado por decisión del Comité Central Confederal del 29 de enero de 1947.

Sanidad Renta

A partir de la remoción de Gay, los titulares de la CGT serían dirigentes de gremios de poco peso, elegidos primordialmente por su lealtad a Perón. Durante la gestión de Hernández, la CGT participa en la aprobación de la Declaración de los Derechos del Trabador (1947) y la Constitución de 1949.

Alimentación UTA UF FOTIA

Se produce la peronización de la CGT, con el Congreso Extraordinario de 1950 (17 al 19 de abril) donde se reforma el estatuto y la central queda asimilada como una de las ramas del Partido Peronista. José Alonso (Vestido), entonces delegado argentino en la OIT y futuro líder de las 62 organizaciones y Secretario General de la CGT (1963), y Andrés Framini (textil), gobernador electo de la provincia de Buenos Aires en 1962, participan de este Congreso.

FONIVIA (Alimentación - Federación Obrera Nacional de la Industria del Vestido y Afines) UF - UOM Madereros

Durante este período, Espejo preside la Comisión del Ministerio de Hacienda donde se discuten los salarios y los convenios colectivos. La CGT cumple un papel disciplinador ante la difícil situación económica, llegando a convalidar la intervención de los sindicatos que desafían las directivas oficiales.

Farmacia - ATE LF - Alimentación Cerveceros

Hacia fines de 1952, comienzan a surgir nuevos liderazgos, especialmente en las comisiones internas que critican la burocratización de la central obrera. En algunos gremios, lleva al recambio por dirigentes más combativos, proceso truncado con el golpe de 1955.

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H

Historia de un Sindicato

La unión Ferroviaria

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La Unión Ferroviaria nació el 6 de Octubre de 1922, cuando los sindicatos de talleres y de tráfico ferroviario se reunieron en Congreso Constituyente. La industria ferroviaria, en ese entonces, era fundamental para el desarrollo de la economía del país: aseguraba la llegada de bienes de exportación al puerto y además permitía la distribución por todo el territorio nacional. Es por eso que a mediados de la década del ´20, la organización ya se había consolidado como articulador del movimiento obrero y un interlocutor clave para la clase política. La relación con los demás sindicatos era algo distante. La posibilidad de negociación que tenía la Unión Ferroviaria era única y para eso estableció un tipo de representación centralizada y reformista, cuyos pilares eran una disciplina férrea hacia el interior de la organización y la disposición para negociar con el gobierno de turno. Las decisiones se tomaban de manera pragmática, sin que predominara una ideología en particular. Todos estos factores contribuyeron a que los trabajadores ferroviarios se convirtieran en una suerte de elite obrera, regidos por numerosos contratos colectivos y protegidos de aquellas disposiciones políticas que no se correspondían a sus intereses. Por otro lado, con excepción de los momentos en que la CGT se encontraba dividida, la Unión Ferroviaria oficiaba de sede de la central obrera y sus dirigentes fueron quienes la presidieron hasta 1943. Sin embargo, ese año se produjeron divisiones no solo en la CGT sino dentro de la UF, que provocaron el fin del liderazgo de

Domenech, y que la colocaron en una posición de debilidad frente al gobierno que asumió en el mes de junio. El vínculo de la Unión Ferroviaria con Perón comenzó el 18 de Octubre de 1943 en una reunión en la que los integrantes de la Comisión Directiva expresaron su descontento con la gestión del interventor dispuesto por el general Ramírez. En esa reunión estuvieron Perón, Mercante y otros oficiales. Como resultado del encuentro, el interventor Puyol fue reemplazado por Mercante, que era hijo y hermano de ferroviarios. Así, se inauguró un período de particular bonanza para el gremio. La Comisión Directiva recuperó el poder, se reincorporaron los antiguos representantes de la Unión, se devolvieron los sueldos retenidos, se aumentó el nivel de salarios, se estableció un salario mínimo para el gremio. En marzo de 1944, 30.000 trabajadores ferroviarios elevaron una petición a Farell con 16 demandas concretas para mejorar las condiciones de trabajo: todas ellas fueron satisfechas. La popularidad del régimen iba en ascenso. Farell, Perón y Mercante fueron nombrados miembros honorarios de la Unión Ferroviaria. Los sindicalistas organizaban ceremonias de homenaje a Perón y lo nombraban regularmente en las páginas de El Obrero Ferroviario. La Unión Ferroviaria colaboró en la construcción del Partido Laborista y respaldó a Perón en los comienzos de su gestión. Sin embargo, el apoyo a Perón distaba de ser uniforme. Algunos dirigentes sindicales, como el propio Domenech, Camilo Almarza y Roberto Testa tomaban sus resguardos. Les preocupaba el posible alejamiento de uno de sus tradicionales principios:

la independencia político partidaria. Otros que se encontraban más alejados del rumbo que tomaba el gremio se afiliaban, si podían, a La Fraternidad, sindicato más opositor al gobierno. Esta situación se profundizó cuando, debido al enorme desarrollo del sector industrial promovido por Perón, los obreros ferroviarios no lograron mantener su lugar predominante dentro del movimiento obrero. Esto se tradujo, asimismo, en la pérdida de las ventajas sociales y económicas de las que habían gozado en el pasado, colocándolos detrás de los trabajadores de la metalurgia, la energía y la construcción. La nacionalización de los ferrocarriles en 1947 constituyó una enorme carga financiera para el Estado, lo que también recayó sobre las condiciones laborales del sector. Entre 1946 y 1950, los obreros ferroviarios comenzaron a organizar paros periódicos. Frente a esta situación, la Unión Ferroviaria se convirtió en una herramienta de control estatal: sus dirigentes disciplinaban las filiales asociadas a las protestas y acogían la intervención del gobierno en la organización. B. Pantasso, uno de sus representantes opinaba: “La Unión Ferroviaria es de la opinión que hoy, bajo un gobierno justicialista, todo sindicato que proceda honestamente y que no se aparte de sus funciones específicas, no debe temer la intervención”. El caso de la Unión Ferroviaria es un ejemplo paradigmático de una disyuntiva que afectó al sindicalismo argentino: cómo mantener la autonomía frente a un gobierno que los regulaba pero protegía los intereses de los trabajadores.


1930-1955

Línea de tiempo 1937 Se refunda la USA a partir de la CGT-Catamarca.

PRESIDENCIA JOSÉ FÉLIX URIBURU (1930-1932)

PRESIDENCIA AGUSTÍN P. JUSTO (1932-1938)

1930 1931 Triunfo parlamentario de los socialistas por la abstención radical. Creación de la Revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. Publicación de Los lanzallamas y de la segunda edición de El juguete rabioso, ambos de Roberto Arlt.

1932 Perón es designado ayudante de campo del Ministro de Guerra, Gral. Manuel Rodríguez. Huelga de telefónicos que interrumpe el funcionamiento de los teléfonos ante la intransigencia a negociar de la Unión Telefónica. Nueva declaración de estado de sitio por la revolución radical. Dura hasta mayo de 1933. Huelga general desencadenada por el conflicto de los telefónicos.

1933 Hitler es nombrado canciller de Alemania. Acto de la CGT contra el fascismo. Célebre discurso de Ángel Borlenghi.

1934 Por conflictos entre sindicalistas y socialistas, se expulsa a la Federación Gráfica Bonaerense de la CGT. La CGT pone en marcha un plan de emergencia (40 horas de trabajo, vacaciones pagas). Laudo ferroviario.

1935 Sanción del Estatuto de la CGT. Huelga de 96 de días de los obreros de la construcción. La CGT se divide en la CGT - Independencia, y la CGT-Catamarca.

1936 Perón es designado como agregado militar en la embajada de Chile. Huelga general, consecuencia de los 96 días de huelga de los obreros de la construcción. Masivo apoyo de las mujeres obreras. El 1º de mayo, la CGT organiza un multitudinario acto con participación de los partidos de oposición para la defensa de la democracia y la lucha contra el fascismo.

La CGT Independencia crea el Comité Intersindical contra el monopolio del transporte. Comienza la Guerra Civil Española. Huelga de colectiveros. Ley de la Corporación del Transporte de la Ciudad de Buenos Aires. Plan de Realización mínima de la CGT Catamarca.

PRESIDENCIA ROBERTO MARCELINO ORTIZ (1938-1942)

1938 Anexión alemana de Austria (Anschluss).

1939 Comienza oficialmente la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por parte de Alemania. Perón parte en una misión de estudios en Italia. Primer congreso ordinario de la CGT donde participan incluso los comunistas.

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1940 La CGT en el contexto de la guerra realiza el acto de afirmación democrática y solidaridad americana. Se toca el himno nacional.

1944 Ramírez rompe relaciones con las potencias del Eje, lo que lleva a su reemplazo por Farrell.

Eje Roma-BerlínTokio. Se publica La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

Se publica la Firma del armisticio Antología de la entre Francia y literatura fantástica, Alemania. compilada por Adolfo Bioy Se firma un Pacto Casares, Jorge Luis Tripartito entre Borges y Silvina Alemania, Japón e Ocampo. Italia, también conocido como el

Los aliados desembarcan en Normandía.

Perón regresa al país y es destinado a Mendoza, como instructor de tropas de montaña.

PRESIDENCIA RAMÓN S. CASTILLO (1942-1943)

1942 Se crea la Unión Democrática (Unión Cívica Radical, Partido Socialista y Partido Demócrata Progresista). Mueren Marcelo T. de Alvear y Roberto M. Ortiz.

PRESIDENCIA PRESIDENCIA PEDRO PABLO EDELMIRO J. RAMÍREZ FARREL (1943-1944) (1944-1946)

1943 Muere Agustín P. Justo. Se divide la CGT en CGT 1 y CGT 2. Golpe de Estado de las Fuerzas armadas contra Ramón Castillo, encabezado por el general Arturo Rawson. Es intervenida la CGT 2 como consecuencia de la campaña anticomunista del gobierno militar.

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Perón reúne los cargos de vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo.

Se crea en Estados Unidos el Fondo Monetario Internacional.

1940 1941 Alemania e Italia declaran la guerra a Estados Unidos.

Se crea el Consejo Nacional de Posguerra.

Se emite un decreto que regula a las organizaciones sindicales. Intervención del gremio más importante la Unión Ferroviaria. El GOU toma el mando de la revolución; Perón es designado al frente del Departamento Nacional de Trabajo (DNT).

1946 Elecciones:PerónQuijano, 486.866 votos. Unión Democrática, 1.288.880 votos.

1947 Elecciones internas en el Partido Peronista.

Nuevo partido, que desde 1947 tomaría el nombre de Partido Peronista.

Se inicia el juicio político a la Corte Suprema.

Se crea el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio.

Ley de enseñanza religiosa Purga generalizada del poder judicial.

Luis Gay es electo al frente de la CGT.

Clausura de periódicos opositores.

Primer Plan Quinquenal. Sanción legal del derecho a voto de la mujer.

PRESIDENCIA JUAN DOMINGO PERÓN (1946-1952)

1945 Liberación de Auschwitz. Argentina declara la guerra a Alemania e Italia. Las tropas soviéticas inician la gran toma de Berlín. Se firma la rendición oficial de la Alemania Nazi, ante el mariscal soviético Georgi Zhúkov. Gran acto sindical en defensa de las reformas laborales. Es lanzada la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

La Junta de Coordinación democrática organiza la Marcha de la Constitución y la Libertad contra la Revolución de Junio, que reúne a 240.000 personas. 17 de octubre: una multitud obrera se congrega en la Plaza de Mayo reclamando la liberación de Perón. Decreto 23.582, que regula las organizaciones sindicales. Se crea el Partido Laborista.

Aumento de salarios y de indemnizaciones, Creación del aguinaldo.

1948 Cipriano Reyes es acusado de complotar contra Perón y Yalta: Conferencia entre Churchill, Stalin encarcelado. y Roosvelt, comienzo Se publica Muerte y de la Guerra Fría. Postdam: Conferencia transfiguración de Martín Fierro. entre los Aliados Ensayo de donde se decide interpretación de la cómo administrar vida argentina, de Alemania. Ezequiel Martínez Estrada.

1949 División en ramas del movimiento peronista: masculina, femenina y sindical. Reforma constitucional. Huelgas importantes en los gremios de los frigoríficos y la industria azucarera. Se publica El Aleph, de Jorge Luis Borges.


1952 Evita fallece el 26 de julio.

1954 Comienza el conflicto con la Iglesia Católica.

Se anuncia el Segundo Plan Quinquenal.

1950 El Congreso Nacional Sindical sanciona por una votación estrecha el Nuevo Estatuto de la CGT.

Se reabren las paritarias después del congelamiento de precios.

Congelamiento de precios y salarios por 2 años.

Elecciones

legislativas en las PRESIDENCIA JUAN DOMINGO PERÓN que triunfa el peronismo con (1946-1952) holgura.

1950 1951 Expropiación de La Prensa, que pasa a pertenecer a la CGT. Huelga general de los ferroviarios contra medidas de racionalización y el encarcelamiento de dirigentes disidentes. Nueva ley electoral. Congreso General Extraordinario de la CGT. Se decide

el apoyo orgánico a la reelección de Perón. La CGT organiza una manifestación multitudinaria para proclamar la candidatura a vicepresidente de Evita. Alzamiento militar fallido contra el gobierno de Perón. Se publica Bestiario, primer libro de cuentos de Julio Cortázar.

1953 Un acto de solidaridad con Perón convocado por la CGT termina con siete muertos y numerosos heridos cuando explotan dos bombas. Se sanciona la Ley 14.250, de convenios colectivos de trabajo. Se celebra el Congreso Nacional de la Productividad. Se publica el primer número de la revista Contorno, dirigida por los hermanos Ismael y David Viñas. Se publica el primer libro de Rodolfo Walsh, Variaciones en rojo.

1955 1955 La procesión del Corpus Christi se convierte en un acto opositor. Parte de la Marina y la Fuerza Aérea se levantan contra Perón y bombardean la Plaza de Mayo, con un saldo de alrededor de 300 muertos y 600 heridos. Perón hace un llamado a la pacificación, que la oposición aprovecha para renovar su campaña contra el gobierno.

Perón anuncia su intención de renunciar en una carta al Partido Peronista y a la CGT. Acto multitudinario de apoyo a Perón en la Plaza de Mayo. Nuevo alzamiento militar que depone a Perón y nombra como presidente al General Eduardo Lonardi.

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