BOLETÍN DEL CENTRO DE ESTUDIOS PERSPECTIVA SUR 7 DE JUNIO DE 2011 / AÑO 1 / NRO. 2
Mundo del trabajo, mundo político. La CGT y la política hoy: el moyanismo ¿etapa superior del vandorismo? por Gabriela Rodríguez y Marcos Schiavi Los dilemas de la efervescencia: activismo de base y acción sindical por Federico Fuchs La CTA en su laberinto por Jimena Valdez
Editorial
por Gabriela Rodríguez y Marcos Schiavi*
El desafío sindical En los últimos meses, el escenario político estuvo atravesado por las tensiones entre el gobierno y los sindicatos de la CGT. Esta situación marca un nuevo nivel de complejización de la relación entre el universo político y el socioeconómico en el marco de un proceso de crecimiento con fuerte acento en la creación de trabajo. Si bien el conflicto sindical en inherente a la naturaleza misma de la sociedad capitalista, las articulaciones entre las organizaciones de los trabajadores y las instituciones estatales y partidarias son contingentes a sus acciones y al contexto en el que tienen lugar. Es por ello que se hace necesario plantearse algunos interrogantes: ¿qué significa para la política partidaria la “irrupción” de la CGT?, ¿cuáles son los espacios políticos que desea ocupar?, ¿cuál debe ser el rol de las organizaciones de los trabajadores en una democracia expansiva de derechos? El crecimiento del poder de los sindicatos no estuvo únicamente relacionado con la expansión del mercado formal de empleo sino también con la construcción de una relación diferente entre el capital y el trabajo, posibilitada por las políticas reguladoras del gobierno nacional. Esto permite al actual modelo sindical garantizar a los trabajadores niveles salariales y derechos por encima de la media de los países emergentes. Además, fortalece la legitimidad de los liderazgos al interior de las organizaciones y los vínculos políticos con el gobierno nacional. Sin embargo, muchas veces ello convive con una débil institucionalidad democrática de las prácticas organizacionales, lo cual evidencia un posible limitante a las expectativas planteadas por la conducción de la CGT. Al mismo tiempo, el mundo del trabajo excede ampliamente a los sectores organizados en torno a la histórica central. La CTA y los trabajadores informales también se ven involucrados en la actual reconfiguración del escenario político. Este segundo número de Perspectiva hace foco sobre tres puntos de la relación entre lo político partidario y estatal con las organizaciones de los trabajadores. Todos ellos se expresa más allá de las condiciones subjetivas y tienen un fuerte impacto tanto sobre los actores involucrados como sobre la política argentina en general. En ese sentido, las tensiones que se derivan de esta relación deben observarse como parte de un proceso más complejo, donde la necesidad y dirección de la autonomía de lo político estatal asume preponderancia por sobre el resto de los factores sociales y económicos.
La CGT y la política hoy: el moyanismo ¿etapa superior del vandorismo? Estos meses son claves en la relación entre el gobierno nacional y la CGT. En medio de las paritarias distintas voces del gobierno les exigen a los sindicatos actitudes inteligentes, que eviten procederes que puedan ser funcionales a sectores opositores al modelo kirchnerista de acumulación social y política. Una y otra vez se pide racionalidad y prudencia a la hora de las demandas salariales. Es decir que se pide que, por encima de sus intereses inmediatos, coloquen las necesidades del proyecto nacional. ¿Es esto posible? Por su parte, la CGT repite que no habrá ni piso ni techo en las negociaciones, pero recuerda que en los últimos años han sido muy responsables. Mucho más que en el pasado remoto y no tanto. En paralelo a esto, la central obrera anuncia su intención de incursionar en política, de pegar un salto cualitativo pues, afirman, es en la política “partidaria” desde donde se cambia la vida de los ciudadanos. Se plantea la necesidad de que el sindicalismo se desprenda de la visión que lo encasilla sólo en la defensa del trabajador e interpele a toda la sociedad. ¿Podrá el liderazgo cegetista actual dar ese paso?
por Federico Fuchs*
Los dilemas de la efervescencia: activismo de base y acción sindical Una de las características más sobresalientes del resurgimiento sindical post-2003 ha sido la reactivación de las bases luego del invierno militante del menemismo. Este fenómeno, muchas tamizado por el lente simplificador de los medios hegemónicos es en realidad complejo. Ciertamente, el contexto posterior a la crisis de 2001-2002 ha insuflado nueva vida a la peor versión del sindicalismo vernáculo: las burocracias devenidas en sindicalismo de negocios con el neoliberalismo, como los resonantes casos del gremio de comercio y el de los ferroviarios, y su correlato, las patotas que utilizan la violencia para mantener el control de la organización.
Generalmente cuando desde un gobierno se les propone a los sindicatos acuerdos de moderación salarial que implican cierta subutilización de su poder de mercado a corto plazo, se les ofrece un reconocimiento de su influencia política. Aquí primero debemos preguntarnos si la CGT tiene la capacidad o voluntad de practicar esa moderación. Luego, si el gobierno está dispuesto a otorgarle nuevas posiciones de poder y de qué tipo serán estas, es decir, ventajas corporativas o políticas. ¿Puede en todo caso llegar el gobierno a acuerdos salariales sin otorgar contraprestación alguna? Sea como fuere, en los próximos meses y ante la coyuntura electoral, la capacidad de presión en el armado de las listas partidarias no será un tema menor. Y quienes tienen mayor peso plebiscitario en la opinión pública lógicamente pueden preferir que el movimiento obrero sea la columna vertebral pero no el cerebro de su proyecto político.
En relación a la apuesta política de la CGT, la resolución seguramente no será en el corto plazo. En su momento, hace ya muchos años, la discusión fue si la CGT era una rama más del movimiento político peronista y por ende se debía someter a él o, en realidad, era un grupo de presión más con respecto a los restantes núcleos de poder. ¿La discusión hoy es la misma? En todo caso, veremos si el movimiento obrero actual se mantiene circunscripto a estas dos opciones o si finalmente salta el cerco, y hace política con los políticos y contra ellos, pero en los términos de lo que se suele llamar competencia democrática.
Sin embargo, hay al menos dos expresiones que muestran otras tantas caras de la reactivación sindical. La primera de ellas es el surgimiento de comisiones internas disidentes. Potenciadas por la negligencia de las cúpulas, estas expresiones remiten en muchos casos a la acción de militantes combativos antes desplazados y al activismo de corrientes de la izquierda local que apostaron por la construcción gremial. La segunda es la reactivación de sindicatos y dirigentes otrora combativos que recuperan sus reflejos acicateados por el contexto económico favorable y por las demandas de sus afiliados, tendencia reforzada por las sombrías perspectivas que enfrentan dirigentes como Pedraza, Cavalieri y Zanola.
Las negociaciones colectivas serán también un ámbito en el que se expresen situaciones diversas. Si bien existen numerosos reclamos que aún se encuadran con facilidad en un espíritu de moderación, como el que parece profesar la conducción cegetista, hay sectores en los que se registran importantes atrasos salariales, y rentabilidades muy disímiles entre pequeños y grandes establecimientos, en particular en la industria, dónde las bases son más activas.
En los meses que siguen, la cuestión de la acción sindical de base promete estar en el centro de la palestra. En una tendencia que se ha acentuado los últimos años, la variedad de situaciones políticas de los gremios se expresa en sendos reclamos gremiales, muchas veces en torno a al reconocimiento o encuadramiento legal de nuevas legitimidades (como los casos del subte y los trabajadores del petróleo), un aspecto que será persistente en tanto se mantenga el activismo en la base.
* GR es doctora en Ciencias Sociales (UBA) y Filosofía (París 8). MS es licenciado en Historia (UBA).
Burocracias asediadas sindical y judicialmente, dirigencias que han (re)construido su prestigio encabezando demandas salariales y un pujante tejido de organismos de base activados. Así las cosas, con la economía en crecimiento y la inflación como un tema inminente, el panorama sindical visto desde abajo augura un difícil futuro para la moderación salarial, casi un imperativo político para la CGT en su alianza estratégica con un gobierno que enfrentará este año el veredicto de las urnas.
* FF es licenciado en Ciencia Política (UTDT).
por Jimena Valdez*
La CTA en su laberinto La CTA nace a inicios de los noventa cuando el tradicional sindicalismo peronista negociaba dividido las reformas liberales: frente a un enemigo contundente, aparece el espacio para una organización alternativa y la CTA logra ubicarse en un lugar potente, como posible referente de un campo progresista amplio y desarticulado. A más de diez años de sus comienzos, sin embargo, la CTA no se ha consolidado. A partir del nuevo gobierno de 2003, esta organización inicia un proceso que, muy brevemente, podemos contar como de expectativa, oposición, acompañamiento y finalmente lucha interna, que culmina en la reciente fractura. En un país dónde la lucha económica y social se estructura tradicionalmente a través del sindicalismo, vale preguntarse por las posibilidades de organizar ciudadanos y no trabajadores. Más allá del devaneo teórico, lo cierto es que la CTA no logró su cometido: movimientos sociales y sindicalismo van hasta el día de hoy por carriles separados (con la pregunta pendiente de por qué el movimiento sindical no recoge el guante de la demanda de los informales), y esta organización no ha sido protagonista de los variados conflictos que han sucedido ni por uno ni por otro lado. Precisamente frente a un gobierno que ha sido concesivo no sólo en temas laborales, sino también de derechos ciudadanos (con la AUH como el último estandarte), la CTA no ha encontrado su lugar: oscila entre una oposición absoluta que lo acerca a posiciones que ocupa la derecha- o un acompañamiento que no le deja lugar a diferencias -y que lo hace palidecer ante las poderosas organizaciones peronistas. Efectivamente, los aumentos salariales reales para la población asalariada formal logrados en los últimos años han sido obviamente mérito del sindicalismo del sector privado, y no del estatal, lo que se suma a la evidente menor relevancia de este sector en términos de la estrategia económica del país. Lo cierto es que hay muchas mejoras laborales pendientes, hay problemas en la organización sindical peronista, y etc. varios, de modo que el lugar para esta organización sigue allí. La receta pareciera ser muy material: más organización, con penetración y articulación real en los espacios existentes, tanto laborales como territoriales.
El Centro de Estudios Perspectiva Sur (CEPS) es el centro de estudios de Generación Política Sur (GPS). Su objetivo es producir conocimiento para profundizar la democracia.
PERSPECTIVA es la publicación periódica del CEPS para pensar los principales desafíos que nos presenta la realidad política, económica y social. En cada número colaboran jóvenes investigadores con breves textos que expresan su punto de vista. perspecitva@ceps.org.ar
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/genpolsur * JV es licenciada en Economía (UBA).