ROMANOS CAPÍTULO 10 Salvación, Tanto Para Judíos Como Para Gentiles Introducción El Capítulo 9 de Romanos enfatizó la soberanía de Dios: Es Dios quien lleva a cabo Su propósito (9:11); es Dios quien escoge (9:11); es Dios quien llama (9:11); es Dios quien tiene misericordia y compasión (9:15-16); es Dios quien endurece (9:18); es Dios quien prepara los vasos de misericordia para gloria (9:23); es Dios quien ha llamado a judíos y gentiles en un cuerpo (9:24). Romanos capítulo 10 enfatiza destaca la responsabilidad del hombre: Es el hombre el que debe orar (10:1); es el hombre el que debe sujetarse (10:3); es el hombre el que debe creer (10:4); es el hombre el que debe creer en su corazón y confesar con su boca (10:9-10); es el hombre el que debe invocar el nombre del Señor (10:12-13); es el hombre el que debe oír y creer el evangelio (10:14-17). Dios es el que salva, pero el hombre el que debe creer (ver Hechos 16:31; 1 Corintios 1:21). Romanos 10:1 (comparar con 9:1-4) “Anhelo” significa “deseo, añorar” (el verbo significa “estar complacido”; por lo tanto, Pablo estaba diciendo, “Estoy anhelando su salvación, y su salvación traería mucha alegría y regocijo a mi corazón”). La palabra “oración” no es la palabra que se usa comúnmente en el Nuevo Testamento para oración, sino es una palabra que indica un pedido específico en vista de una necesidad. Era una oración específica para una necesidad específica: que ellos fueran salvos. En el futuro, Israel, como nación, será salva (ver Romanos 11:26). En el presente, Pablo estaba orando para que judíos individuales creyeran en Cristo y fueran salvos. Pablo mismo era un judío que confió en Cristo para salvación (Hechos capítulo 9). Nosotros, tal como Pablo, debemos tener la compasión de Cristo por los que están perdidos (Mateo 9:36-38). Hay una enseñanza extrema y errónea que dice que la soberanía de Dios contradice la responsabilidad humana. Dice algo como esto: “¿Por qué habría de molestarme en orar? Una persona ha sido elegida o no ha sido elegida. Dios la salvará o no la salvará. Si Dios ha determinado que esa persona sea salva, entonces ella será salva, tanto si yo oro, como si no. Así, ¿por qué habría yo de orar?” Pablo oraba. La doctrina de la soberanía de Dios, si es entendida correctamente, nunca es un obstáculo para la oración. La soberanía de Dios debería ser un gran incentivo y aliciente para la oración. El Dios a quien oramos es el Dios que controla todas las cosas y que hace “todas las cosas según el designio de Su voluntad” (Efesios 1:11). La oración nos pone a nosotros a tono y en armonía con la mente y el corazón y la voluntad de nuestro Dios soberano, de modo que ÉL pueda obrar más efectivamente en y por medio de nosotros para llevar a cabo Su propósito (Filipenses 2:13). Cuando una persona es realmente salva, tendrá una preocupación y deseo y carga por la salvación de otros. El verá a otros como hombres y mujeres perdidos que necesitan desesperadamente a Cristo. El comparte el deseo de su Dios y Salvador (ver 1 Timoteo 2:3-4). Romanos 10:2 Aquí, Pablo está diciendo: “Yo soy un testigo. Yo se todo acerca de su celo (su afán, su desvelo), porque yo soy judío y yo era igual (ver Gálatas 1:14; Filipenses 3:6 celo sin conocimiento; 3:9-10 celo con conocimiento). Un celo que es sin conocimiento es como un jugador de fútbol que toma la pelota y corre con todas sus fuerzas, pero que corre hacia el lado equivocado. “Celo de Dios” significa celo por Dios (Dios es el objeto de mi celo). Algunos tienen celo sin conocimiento; otros tienen conocimiento sin celo (una ortodoxia muerta).