Awicha Año 1 / Edición 1 / Setiembre
Un rezo a la vida
ì Sonidos que sanan ì I Festival de Música de Medicina ì Vitalidad y Energía ... Yoga
La ciudad de los chankas
SONDOR
Empezamos a caminar Para caminarla, recorrerla, palparla, sentirla y comprenderla hasta donde nuestra conciencia alcance. Este es un proyecto nacido en los Andes, pero abierto a todo el mundo, porque entendemos que lo único que separa a una persona de otra no es una malla metálica, no una extensión de agua, no una distancia terrestre, sino un simple pensamiento. Es importante aclarar, que no somos seres iluminados o gurús desempleados en busca de discípulos. No. Somos seres comunes y corrientes, con nuestras propias limitaciones, pero con el propósito de hacer un trabajo que ayude a otras personas. Entendiendo que, si vamos juntos, cada corazón constituye un punto de apoyo para sostener la noble intención de caminar con conciencia. Sin dogmas que nos enfrenten, sino con verdades que nos unan. Pachamama, así llamaban los Incas a la maravilla que sostiene nuestra vida desde que nacemos hasta que nos integramos a ella. Madre Tierra. Por eso sentimos necesario crear un espacio, que bajo otra modalidad, suavice el impacto que tienen nuestros actos en este planeta, creando conciencia que repercuta en actos en favor de la vida. Para los antepasados cada individuo también era Pachamama, ya que de ella venia y a ella se integraba. Nuestro cuerpo es materia por donde corre el agua, el aire y el calor, las mujeres reciben la semilla y luego alumbran la vida. Obedeciendo a ello, es que Awicha es también un tributo a la vida del propio ser humano, como ser pensante, creador de sinfonías materiales y abstractas, depositario del amor. Conscientes del maravilloso principio de diversidad que rige la vida, entendemos que cada persona tiene una visión particular de las cosas, esta es la nuestra, y aquí la compartimos con humildad. Los productores.
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Foto: Ivan Chavez Mendo
editorial
Foto: Ivan Chavez Mendo
contenido
destino
Sondor Productores Gerardo Pinedo Salas Ivan Chavez Mendo Colaboradores Carolina Alvarado Rafo Nunjar Ivan Chavez Mendo Un Oso Polar Martín Mendoza Susan Morales
Fotografía Jorge Camacho - Pacha K´anchay Ivan Chavez Mendo José Alberto Osorio Internet Escribenos a awichamama@gmail.com Facebook Awicha comunidad
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reportaje
Vitalidad y energía… Yoga cronica
06 Sonidos sanadores los abuelos
08 El principio del Ayni 14 16 22
un cuento
Problemas en el clima 3 días de amor
Por las rutas del festival mi perro y yo
Mis mejores días |3
reportaje
Vitalidad y energĂa‌ Yoga 4|
Escribe y Fotos: Carolina Alvarado
“El conocimiento se vuelve sabiduría cuando lo experimentas con tu propio corazón y Ser, cuando se convierte en tu experiencia personal.” Yogui Bhajan. El yoga es un sistema que se utiliza para equilibrar el cuerpo, la mente y el espíritu. Es una tecnología de la conciencia, una ciencia antigua que ha evolucionado, pero que guarda el objetivo de encontrar bienestar, salud, felicidad y llegar a la iluminación. El yoga existe desde hace más de 5000 años. Es una tradición originada en el Valle del Indo y que se dice, fue revelado por la divinidad a los sadhus. Si eres nuevo en yoga, tal vez lo relacionas con posturas extrañas y en apariencia difíciles. Pero el yoga no es extraño ni difícil -aunque requiera esfuerzo y constancia-, y mucho menos se reduce a unos ejercicios.
Carolina Alvarado Instructora de Kundalini Yoga Dirige Gaia Yoga en Lima, dando clases privadas, grupales y en empresas. Mantiene un grupo de clases gratuitas en el Parque Reducto de Miraflores. Realiza viajes grupales a diferentes partes del Perú trabajando en desintoxicación a través de yoga y alimentos. Busca a través de sus clases inspirar y motivar a las personas a nutrir la relación más importante de todas, la relación con uno mismo. Contacto: gaiayogaperu@gmail.com Facebook: Gaia Yoga
El yoga trae equilibrio a nuestras vidas, que es el estado necesario para que el cuerpo físico y los cuerpos sutiles, que son parte de la anatomía yóguica, estén libres de bloqueos, enfermedades y funcionen a sus máximas capacidades. Ese equilibrio es también lo que buscamos para sentirnos con energía vital, con tranquilidad mental y conectada con uno mismo. A través de la mente, generamos diferentes emociones como el miedo, el dolor, la rabia, la tristeza, entre otros. El yoga ayuda a generar un estado de calma, en el que las necesidades, vulnerabilidades y deseos del “yo” se mitigan. Hay más tolerancia con respecto a uno mismo, sus limitaciones, su cuerpo, y un trabajo interior hacia la sabiduría, la felicidad, la espiritualidad. El yoga es una herramienta para ser más felices en el mundo y para el crecimiento interior. La práctica del yoga es apropiada para todos y es independiente de las creencias de cada cual. Nos ayuda a enfocarnos, a fortalecer la capacidad de disfrutar y la fuerza de voluntad, a regular el metabolismo, a aumentar la agilidad y la elasticidad, a desintoxicar el cuerpo, a revitalizar los órganos, a sentirnos siempre jóvenes. La salud está en nuestras manos, así como la felicidad, la alegría y el crecimiento espiritual. Beneficios del Yoga Mejoramientos de todos los sistemas del cuerpo (digestivo, linfático, glandular, circulatorio, respiratorio, nervioso), elimina las toxinas de éste, proporcionando vitalidad y energía, fuerza, resistencia, flexibilidad y voluntad. Baja niveles de estrés, brinda equilibro emocional, combate la depresión, ayuda con los trastornos alimenticios: eliminación de hábitos negativos, fortalece la autoestima, permite la relajación: calidad de descanso, sensación de bienestar general, traducido en aumento de energía, y el estado de relax se refleja en auto confianza y paz mental.
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s o d i n So sanadores y Fotos: Escribe unjar Tovar Rafael N
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Sonidos En muchas tradiciones en todo el mundo, los sonidos, las voces y los cantos han sido herramientas que van más allá de lo que conocemos como música. Son, hasta el día de hoy, el medio por el cual las personas se curan. De allí la importancia de la capacidad de escuchar. Todo en el universo está dando un mensaje. Por eso en las culturas originarias de los andes y la selva -y en muchas otras partes del mundo- las personas han sabido estar atentos a los mensajes que traen el viento, el agua y los seres de la naturaleza. En el Tíbet, por ejemplo, la mezcla de ciertos metales, íntimamente relacionado con el número 7 y con los planetas del sistema solar, producen los ahora famosos cuencos tibetanos que, según afirman, emiten el sonido del vacío y estimulan la bioresonancia de cada persona. En la selva, por ejemplo, los Icaros son la expresión sanadora al contacto con el ayahuasca, cuya cadencia guía a las personas a través de un viaje interior curativo. Estos Icaros tienen la facultad de llamar a distintos seres y espíritus que ayudan en la tarea de sanación. El sonido, aunque no se puede ver, ni tocar, existe y vibra. En muchas tradiciones antiguas se dice que es el que genera la forma, el universo, la luz. Nuestro cuerpo está en constante vibración, cambiando según los estados de ánimo, los
estímulos externos, la vida cotidiana. Todo influye a nuestro alrededor, y a la vez nosotros mismos nos convertimos en sujetos que influyen en el mundo. Sin embargo, la continua cantidad de estímulos y sobre estímulos provocan un desequilibrio en nuestro orden natural: nuestra salud. Actualmente nuestro imaginario y nuestro paisaje mentalemocional vienen siendo alimentado por modelos alejados del orden natural, por la contaminación visual y sonora. Cuando aparecen trastornos en el estado de salud, las frecuencias naturales se alteran. Por ello el trabajo con el sonido restablece ese orden natural. Crea una desconexión, una pausa en el ritmo de la vida diaria, para respirar y encontrar nuestro propio ritmo. En las ceremonias sonoras usamos cuencos tibetanos, pututos, ocarinas de calabaza, flautas cherokee, quenas, mama quenas, instrumentos de cuerda como arpas y charango, y una gran variedad de texturas provenientes de la naturaleza misma. La terapia se enfoca en lo que cada paciente necesita. Trabajando cada centro energético con determinadas notas, texturas y melodías que resuenan con la vibración de del individuo. De esta manera se pueden tratar problemas de insomnio, de concentración, además de mejorar nuestro ánimo y estimular nuestro sistema inmunológico. Es entrar en una relajación profunda y recorrer los paisajes internos de nuestro propio espíritu.
Rafo Nunjar Tovar Terapeuta Sonoro Cel. 993151453 rafaelnunjar@gmail.com facebook.com/proyectosonoroqipa
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los abuelos
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El principio del
Ayni
Escribe: Ivan Chavez Mendo
Este principio sirvió de base para cimentar la cultura tawantinsuyana de los Andes. Pero también fue considerada por otras culturas en el mundo. Es el principio de la “reciprocidad”, que dice que hay que dar para recibir. Cuando este principio se quiebra, el equilibrio se pierde trayendo como consecuencia las enfermedades. Si una persona solo da y no recibe, se enfermará, se volverá resentida, precavida, desconfiada. Lo mismo ocurre cuando alguien recibe mucho y no da nada, se tornará engreída, egoísta y siempre querrá acaparar más. Nuestros antepasados no solo honraban este principio entre ellos mismos sino también con la gran madre, la “Pachamama”. Ella entregaba alimentos a manos llenas para sustentar la vida de toda la familia, por ello es que se hacían pagos, ofrendas, escogiendo lo mejor de cada cosecha y enterrándolo o quemándolo con coca, tabaco y flores, como agradecimiento por todo lo recibido. Eran conscientes de que tenían que retribuir, de lo contrario corrían el riesgo de enfermarse, de encerrarse en sí mismos, y de esto modo serrar las puertas a la sinfonía universal, para volverse en víctimas de los apegos. Ellos solo se rendían ante la evidencia. Bastaba con sembrar un grano de maíz en la tierra para que ella no solo lo haga crecer sino que lo multiplicaba. De ella, además, provenían las plantas como el Ayahuasca o la Wachuma, la Wilka, Peyote en el norte, el Tabaco, con las que curaban su cuerpo y su espíritu. En suma, ellos consideraban al Ayni como uno de los principios esenciales para llevar una vida saludable en los niveles material y espiritual. Ayni era la práctica y materialización de lo que es decir Gracias.
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destino
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Sondor
Escribe y Fotos: Ivan Chavez Mendo
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destino
y un perro que encontré en el camino, mis tres amigos hablan quechua, y marchamos con la emoción de conocer algo nuevo.
¿Qué debes ponerte o usar?
- Lleva pantalones gruesos. - Lleva casacas abrigadoras. - Lleva un gorro para protegerte de calor y el frío. - Una chalina.
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Después de caminar un kilómetro, hemos llegado. ¿Es igual a las fotografías del internet? No es mucho mejor. Y a medida que te acercas vas sintiendo esa suerte de electricidad que despiertan lugares como estos. No importa donde estés, si el recinto es grande o pequeño, cada creación que han dejado los antepasados, y ha sobrevivido para que tú lo contemples, tiene su magia particular. Voy con tres amigos
Al estar cerca de la planicie donde se encuentra la entrada, las nubes emergen del otro lado donde las montañas parecen rosar el cielo. Saco la cámara y trato de retratar lo que veo, aunque resulte imposible transmitir lo que siento. No sé si los otros son presa de ese cosquilleo, de ese extraño arrobamiento que te pinta una sonrisa y fragua en tu rostro un gesto que linda entre la fascinación y la incredulidad, pero así estoy ahora. Y tomo que tomo fotografías. Y accedo a todo. <<Nos tomas una foto>>. Cómo no. Y también pido la mía. Quizá somos los primeros visitantes del día, pienso al ver el sitio solitario. El lugar es nuestro. Dejo que los otros avancen, y
¿Qué debes llevar?
- Una botella con agua. - Una cámara fotográfica. - Una videocamara. . - Lentes que protejan tus ojos - Un par de zapatillas para montaña, a - Puedes llevar un poncho par la lluvia.
disfruto de todo con paciencia. Solo el perro no ha dejado de seguirme. Entro en los recintos de piedra, toco los muros, y… abomino de aquellos que tienen la mala costumbre de poner su nombre en las paredes de sitios tan mágicos como este. Sondor se encuentra a 21 km. de Andahuaylas. En este lugar prosperaron los Chancas, el pueblo que más resistió la hegemonía Inca. Cada 19 de junio los habitantes de Pacucha se reúnen y celebran el Sondor
Raymi, fiesta donde se escenifica la lucha entre Chancas e Incas, para recordar su valentía. No tuve tiempo de contarlo, pero se dice que existen 500 escalones, desde la base hasta la cima de la pirámide, que fue construida sin deformar la montaña. A unos pasos de la cumbre hay un jardín de apachetas (montículos de piedras que se levanta en lugares donde un viajero agradece y pide a la Pachamama que los proteja en su camino) que se los turistas que conocen la tradición -y los que no, también- han ido formando de a pocos. En la cima de la montaña hay un muro circular con dos rocas en el centro que forman parte de la misma, y que en su tiempo fueron utilizadas para realizar ofrendas. Contento de haber llegado, cojo una piedra diminuta, agradezco a la antigua usanza de estos pueblos por todo lo recibido este día, la deposito sobre la última piedra de la primera apacheta que tengo cerca. Solo entonces me siento en la hierba, dejo la cámara a un lado y disfruto del paisaje.
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un cuento
Problemas
clima
con el
Por: Ivan Chavez Mendo.
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Entrevista a un
oso polar
No pregunten cómo llegué, mucho menos cómo hice para entrevistar a un oso polar. Lo cierto es que tuve que hacerlo. O me quedaba sin trabajo. Cuando baje del bote, y sentí el impacto de su presencia a unos pasos de mí, tuve que serenarme. No hubo el formalismo de la presentación. A penas nos vimos, el dio la vuelta y echó a andar tranquilamente sin decir sígueme, aunque parecía suponer que yo lo estaba entendiendo. Con la emoción brotaron muchas preguntas y me había olvidado del tema principal y motivo de mi visita: las consecuencias de la contaminación, el problema del deshielo. Un largo trecho caminamos en silencio, no porque él no dijera nada, sino porque me extraviaba en detalles superficiales que me tenían encantado: la blancura de su pelo, la longitud de sus garras, el helado suelo que seguro le estaría congelando las patas. Entonces, como quien dice, para romper el hielo, se me ocurrió lo que cualquier persona piensa en algún momento de distracción en nuestra vida: ¿Qué piensa un Oso polar?, le pregunté, mientras dejamos el mar a nuestras espalda y avanzamos sin apuro hacia el interior de la Antártida. El gran animal se detuvo en seco, como diciendo qué. Serró los ojos en un gesto de indignación, quizá sorprendido por la ingenuidad de mi pregunta. Volvió la cabeza y me miro como quien ve una roca, y siguió caminando, tranquilo. Avergonzado, trate de cambiar la imagen que seguramente se estaba formando de mí, camine hasta ponerme a su lado. Qué piensa del deshielo, volví a preguntar. Pero esta vez no se detuvo ni volteó para a verme. Siguió caminando sobre sus robustas patas, dejando de tras de sí huellas que eran más profundas que las mías. Parecía meditar la respuesta. Yo no me incomodaba, pues su silencio, su lento andar, la tranquila seguridad con que se desplazaba sobre esa superficie helada que era su hogar, me tranquilizaba. ¿Cómo supe de él? Tratando de escribir un artículo para la revista, vi en el internet una foto suya. Estaba paseando sobre un trozo de hielo. Luego supe que no era un paseo, el bloque sobre el que se encontraba se había desprendido como tantos otros en torno suyo. La Antártida se iba fragmentando, se estaba deshaciendo. Este era un extraño territorio, sobre todo para mí que nací en la sierra peruana, el día dura seis meses, así que el sol casi ni se mueve. Suponía que íbamos en línea recta, pero en realidad no sabía si habíamos volteado aunque sea un poquito nuestro camino. Tampoco me inquietaba saberlo, mi bote era un puntito en la orilla azul del mar que ahora se veía enorme. Lo que sí supe fue que en ese momento subíamos una pequeña colina de hielo. Era un lugar estratégico. Desde la cima podía ver hacia todas direcciones. No habían gaviotas, pero había pingüinos. Allá estaban, haciendo una gran mancha negra en todo lo blanco. Había focas amamantando a sus crías, un zorro blanco enterraba
su botín a cien metros detrás de nosotros, y más lejos todavía, unos narvales exhibían sus enormes cuernos, hundiéndose y saliendo del agua en una grieta ancha en el hielo. Unas ballenas jorobadas paseaban a unos metros de mi bote, que unos diez años atrás hubiera estado a kilómetros de donde se encontraba ahora. La Antártida se estaba descongelando. Este era un lugar inhóspito, estéril en apariencia, sin embargo congregaba la vida a montones. En mi continente y en los otros la gente ni siquiera imaginaba lo que yo estaba viendo, tampoco pensarían en las consecuencias terribles de nuestros actos. Alguien estaría quemando residuos tóxicos, deforestando las selvas, arrojando basura al mar, viendo publicidades televisivas fomentan el consumismo. Sentí vergüenza. Ahí estaba ese enorme animal, parado en aquella cima, viendo cómo su mundo era devorado poco a poco por un fenómeno que él no había provocado. Sólo era un ser, un espíritu al igual que todos los otros que habitan el planeta, una luz que por descuido se podía apagar. Sentado sobre su suave y enorme trasero parecía inamovible. De rato en rato levantaba la nariz, como si estuviese descifrando mensajes que venían en el aire. Luego volvía a la quietud, y su mirada se perdía en la inmensidad de aquella blancura que el cielo abrazaba en la lejanía. Allí yo no era más que una simple criatura, un corazón en movimiento, unos pies que corren, una garganta que emite sonidos. No era ni más grande ni más chico que una ballena, ni más significante que un pingüino. Yo era todo aquello. Yo era un oso. Sin rencores, puro sentimiento. No habían más preguntas, mi trabajo estaba cumplido. Cuando alguien nos pregunta cómo era el lugar al que fuimos de viaje, nos acordamos de todo: una casa en el campo, los árboles, la gente o el desierto. Ellos son el lugar. Cuando subí al bote, vi al enrome oso mirándome desde la orilla. Me decía todo sin decirme nada. Me fui alejando, remaba con un impulso involuntario, solo oía el ruido de los remos chocando con el agua, sin darme cuenta de lo que hacía. Yo solo miraba al animal, sintiéndome triste porque su mundo se estaba destruyendo, contento por todo lo aprendido. Y así seguí hasta que la distancia se hacía más grande, y vi mis manos sobre el teclado de la computadora. Nuestro oso seguía inmóvil, viéndome desde aquella ilustración sobre un pedazo de hielo. Inmediatamente pensé en escribir todo lo soñado o vivido o como se llame el estado en el que estuve. Tenía el artículo. Y qué contaría, pues de la Antártida. Y cuando alguien me pregunte cómo es la Antártida, acordándome de todo cuanto vi a lado del enorme oso polar que me llevo de viaje en una fotografía, yo sabré responderles: -La Antártida es pura vida… y tiene que ser preservada. Me lo conto un oso, que nunca me dijo nada.
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3 días de amor
Por las rutas del
festival Por Susan Morales Angulo Centro de Saberes Ancestrales “Pacha Warmi”
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Fotos: Jorge Camacho “Centro PACHA K´ANCHAY”
Buscando nuevos caminos llegué al primer Festival de Música Medicina, organizado por Alonso del Río en Cuzco, y de alguna manera, he comprendido que no somos unos cuantos, sino que somos muchísimos más de este tejido llamado humanidad que queremos un cambio, que no deseamos más muertes en el mundo, y que el amor es el único sendero para poder trascender en la Vida. Lima, 24 de Julio. Con la emoción a cuestas, emprendemos este viaje lleno de música, calor y amistad. Son las 10 de la mañana y compartiendo esta aventura están grandes amigos con quienes, con maletas en mano, algo para ir comiendo en el camino, risas y un poco de ansiedad por saber lo que nos espera en Cuzco, vamos al encuentro del destino. Atrás va quedando el cielo gris de Lima, con su tráfico insoportable y el frío que traspasa los huesos por la bendita humedad. Seguimos la Panamericana Sur y poco a poco el sol va abriéndose paso. El ruido del mar a lo lejos y sus aguas misteriosas nos permiten soñar que todo es posible. Con tan sólo unas horas fuera de la capital, los ánimos son otros, la alegría nos va embargando y también las ganas de comer. Escuchando la música de Alonso del Río, Antonio Milla, Brett Dennen, entre tantas canciones bellas que nos acompañan, compartimos unas hojas de nuestra coca sagrada que nos legaron nuestros abuelos. Va llegando la noche misteriosa donde se funde el azul oscuro con una tonalidad anaranjada. De repente estamos en Pampa Galeras, a casi más de 3,990 m.s.n.m. y con una temperatura de 3 grados, sin poder ver
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3 días de amor
alguna vicuña por la hora, pero seguros de que vamos con buen paso. Mañana observaremos las hermosas llamas y algo de ganado en nuestra peregrinación. Puquio, aquel pueblo tan distante de Lima, nos da la bienvenida, siendo las ocho de la noche y, con un caldo de gallina para sostenernos, nos disponemos a descansar con algo de frío, pero con la alegría de llegar a mañana y seguir nuestro trayecto. A medida que vamos avanzando, vamos cruzando los distintos pueblos de esta travesía como Lucanas, Promesa, Chacapuente, Sañayca, Colcabamba, Abancay y muchos más que seguro olvido pero guardo en el breve recuerdo de nuestro viaje. Tres días de emoción, alegría y música para los corazones Ya es de noche y la ciudad sagrada de los Incas, con su cielo estrellado nos dice ¿cómo están? Y como niños nos alegramos de emprender el camino a Taray,
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a reencontrarnos con nuestros amigos, con el amor que me espera y el inicio del Festival. Sí señores, hemos llegado luego de casi dos días de viaje. Huantar aquella localidad cercana a Pisac, abre sus puertas para un hermoso Encuentro cuyo fin es ayudar a la Escuela Wiñaypaq. Gracias a la hermosa labor, fruto del trabajo, dedicación y cariño que Alonso del Rio, Waldi su compañera inseparable, y su hermosa familia, han hecho posible que toda una comunidad se una para crear y creer en una nueva forma de educación, consciente, responsable con nuestra madre Tierra, sin distinción de clases, reconociendo el valor de nuestro legado, practicando la vida en comunidad entre tantas enseñanzas que nuestros ancestros nos dejaron. El Primer Festival de Música Medicina, además de recaudar fondos para que la escuela siga funcionando, busca reafirmar
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en las personas el concepto de la música como un instrumento de sanación y desarrollo de la conciencia. En medio de la alegría de más de 300 visitantes, se reunieron por primera vez músicos, guías de ceremonias, y caminantes que hacen de la melodía su verdadero camino hacia la conciencia. En su presentación, Alonso del Río nos señala que este era un sueño que tuvo muchos años atrás, cuando se realizó el Primer Festival de Woodstok en Nueva York en 1969, donde miles de personas se congregaron en ese entonces para protestar contra la guerra de Vietnam. Pero esta vez hacerlo bajo un formato distinto y sin caer en actos que tergiversen la intención u opaquen la claridad del objetivo a lograr. Hoy, 40 años después de aquel festival, cientos de corazones palpitan en Cuzco, junto con las melodías de Shimshai, Tito
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La Rosa, Tavo Castillo, Pepe Chiriboga, Jesús Hidalgo, Grace Marie, Oscar Cortes, Perú Indio, El Concierto de la Vida entre tantos artistas que participan en este evento. Aquel sueño que Alonso tuvo un día, sustentado en la misión de seguir apoyando a la Escuela Wiñaypac de más de 50 niños de las distintas comunidades de Pisac, es un ejemplo de lo
que podemos lograr pese a las adversidades, un ejemplo de que los sueños son posibles y que, “si queremos”, crearemos una nueva realidad. P.D.: Gracias a todos los caminantes de estrellas, por seguir enseñándonos el camino y porque, como dice la canción, “en la tierra soy un pequeñito y en el cielo un cometa” (Caminante de estrellas, Alonso del Río).
el mejor amigo
Mi Perro y yo Escribe Martín Mendoza Vásquez Foto: Ivan Chavez Mendo Tener un mascota en casa es lo mejor que te puede pasar en la vida. Al interactuar con ellos sentimos, sin advertirlo, esa conexión con la naturaleza, comunicación que solíamos tener de manera espontánea hace muchísimo tiempo atrás y que fuimos perdiendo paulatinamente con la evolución de la sociedad. Pero se recupera, porque al poco tiempo de convivir con algún animalito, dándole amor y respeto, empezamos a entenderlo y él nos entiende, sentimos lo que él siente y el siente lo que nosotros sentimos. Desde hace 3 años he tenido la fortuna de disfrutar de la compañía de un perro excepcional. Es de raza pitbull, su nombre, Tunki Arcano. Él ha cuidado y acompañado a mi familia en todo momento, a pesar del maltrato que sufre su raza debido a la irresponsabilidad de algunos dueños. Tunky, llego a mi familia con un obsequio cuando solo tenía 2 meses. Y desde entonces todos nos ocupamos de cuidarlo, educarlo y darle todo el cariño posible. Tener un perro como Tunky necesita cuidados, como todas las mascotas. Hay que vacunarlo a tiempo, administrarle su antiparasitario, sus baños con champú de uso veterinario, porque los shampús de uso humano le podrían crear enfermedades en la piel. A medida que fue creciendo, también lo hacia nuestra responsabilidad, pues había que sacarlo para que se ejercite y socialice con otros perros. De esta manera el creció siendo un perro feliz e increíblemente cariñoso,
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a pesar de su tamaño y los mitos creados sobre su raza. Si los hijos son el espejo de nosotros mismos, lo mismo pasa con nuestras mascotas: su actuar y su comportamiento solo dependen de la manera como son criados, del amor que reciben en sus hogares. Tunky es totalmente lo contrario a como pintan a su raza. Por ejemplo, cualquier persona podría meter la mano en su plato mientras está comiendo, y aunque parezca increíble, no es capaz de reaccionar o de hacer daño, pues desde cachorro se lo acostumbró a respetar a las personas. Los fines de semana salimos al campo, a correr, a subir montañas, a las “wakas” (sitios arqueológicos que dejaron nuestros ancestros). Tunky tiene una mochila que yo mismo confeccioné, donde lleva su comida y agua, para que de esta manera tenga una responsabilidad. A veces caminamos horas de horas hacia la cima de algún cerro. Agotado, busco un lugar donde descansar, él sigue, pero se da cuenta y se regresa corriendo, se sienta a mi lado y me mira como diciéndome: fuerza, vamos, tú puedes, ya falta poco… Es la misma mirada que me regala cuando llego a casa un poco triste por algún problema en el trabajo o la universidad. Solo lo miro, le hago un cariño y me siento mucho mejor para seguir adelante. Cómo no amar a una criatura tan noble y pura. Con él a mi lado, todo siempre está bien.
Martín Mendoza Vásquez Servicios Veterinarios Baños, paseos, reiki y masajes para tu mascota RPC: 976385171 martinmendozavasquez@gmail.com
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Revista Virtual
Un rezo a la vida
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