Fragmentos de flor y canto: Modesta conmemoración a 500 años de la Conquista

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FRAGMENTOS DE FLOR Y CANTO (Modesta conmemoración a 500 años de la Conquista)

Gerardo Reyes Vaca


ÍNDICE

I TLAPALIZQUIXOCHITL, 1511 MALINAL EN TLAQUIYAUCHO EN MALINAL TECAYEHUATZIN DE HUEXOTZINCO ATOTOZTLI

II DISCURSO DE UN CIUDADANO CHOLULTECA ANTES DE LA BATALLA ANGUSTIA DE MOCTEZUMA XOCOYOTZIN, 1519 HIJO DE SEÑORES PRINCIPALES CUITLAHUAC

III PLEGARIA DE UN JOVEN MERCADER, 1521 INDIGNACIÓN DE UN NOBLE MEXICANO YO, MACEHUALTIN


I


TLAPALIZQUIXOCHITL, 1511 Sólo para deleitarse quería el noble rey de los mexicas un árbol de cuyas flores, de cuyo aroma y tono carecían sus tierras todas, tan cuantiosas y diversas. Que sólo en Tlachquiyaucho crecían, que sólo ahí se daban aquellos brotes singulares, tan excelsos, que sólo ahí se los veía, entre el rumor de la montaña y el mixteco. «Pues bien...», les dijo el Huey Tlatoani y le dijeron que, desde luego, irían «señor, mi señor» a Tlachquiyaucho para alegrarlo; que, desde luego, hablarían «mi gran señor» con el rey de la Mixteca, con Malinal para obtener las flores mejores, las más preciadas. Pero no quiso Malinal darnos las flores, dijo ignorar quién era Moctezuma, dijo ignorar quién era Tlatoani de mexicas o tenochcas, señor de la región de Chalma, de Xochimilco y Tenochtitlán, y graves fueron las ofensas, grave la voz de Xocoyotzin, incluso cuando le dijimos que, desde luego, iríamos a Tlachquiyaucho para vengarlo; que, desde luego, mataríamos a Malinal para obtener las flores mejores, las más preciadas. Pero no quiso el dios darnos las flores


(que antes de un día se marchitaron) por no saber quién era Moctezuma, por no entender quién se creía ese señor de la región de Chalma, de Xochimilco o Tenochtitlán que, sólo para deleitarse, pintó de muerte sus flores más excelsas.


MALINAL EN TLAQUIYAUCHO Del personal jardín cortar la amable flor de Tlaquiyaucho con su anillada abeja todavía de sol y sombra eclipsada, pendiente aún del pétalo del aire. Cortar la buena flor, la flor tranquila, pleno de méritos y, a gusto, recostarse y, a gusto, divertiste en ver su muerte nefasta y dilatada. A esto y no a otra cosa se asemeja el egoísta.


EN MALINAL Para que oyeran todos su palabra mandó a traer el noble condestable de Malinal a todos los señores de la región y a todo lugareño. ¿La razón? Oír atentamente urgentes nuevas de boca del insigne Tecayecuahtli, forjador de cantos, que abrió los labios pronto y fue diciendo: "Atención, amigos, concédanme un momento, las flores sueltan sus aromas, las aves dicen sus poemas, el día, como el ojo de un niño, resplandece y nos alegra. ¡Gozemos ahora que hay tiempo! Ahora que la tierra da sus frutos, ahora que los ríos sus caudales abastecen con fuerza arrolladora. Tiempo es de que los hombres canten de que los sabios cesen sus sermones, sean los bailes, sean los atabales, después regresarán a sus labores. ¡Gozemos ahora que hay tiempo! Ahora que el licor sus frutos rinde, ahora que la angustia se adormila y los cantores sus canciones dicen. Sea aquí, en la tierra, la alegría circulen las historias y los nombres, antes de que el sol vuelva a su línea gocemos las mujeres y los hombres. Atención, amigos, probemos todo exceso y todo goce,


que nadie duerma aquí, que nadie roce la seriedad, la angustia, la armonía. ¡Gocemos ahora que hay tiempo! Pues sólo aquí venimos a encontrarnos, pues sólo aquí venimos a llenarnos de incomparables dichas y pasiones. ¡Goce el mixteco de Tlaquiyaucho! " No bien oyó el pueblo esta alabanza hizo tocar la música más bella, hizo correr el vino y fue la danza por todas partes la única moneda. Se cantó, se bailó, se fornicó, enorme fue el derroche y la imprudencia. Se entendió, se calló, se meditó, escaso fue el espanto y la tristeza cuando supimos, de buena fuente, que afuera se ocultaban los soldados. Cuando supimos, de buena fuente, que dentro se encontraban desarmados nuestros mejores hombres y mujeres, el mismo Malinal y la nobleza. Nos encontraron ebrios de contentos y gran matanza hicieron con nosotros. Nos encontraron ebrios de contentos y ciegos de espanto, como estaban, (los ojos desorbitados y los cabellos crespos) grande matanza hicieron con nosotros.


TECAYEHUATZIN DE HUEXOTZINCO ¡Oh, amigos míos! -dondequiera que se encuentrensi por ventura oyesen, una tarde, la flor y el canto de cierto señor de Huexotzinco diciendo lo que sigue: ¡Sabemos que son verdaderos los corazones de nuestros amigos! Dudar será preciso, pensar, hacer memoria: ¿qué fue del corazón de hace unos años, qué de la flor que lo vestía si hoy lentamente crece, entre nosotros, la cruel semilla de la cizaña? Esto, lo primero. Y ya después la voz inconfundible del tlaxcalteca Tecayehuatzin, de cuyos versos sólo sobrevive el don infame de mudar sus amistades.


ATOTOZTLI Mas cuando a punto estaba de entregarla de buena fe al hijo de su hermano, el muy famoso Tezozomoctli, para la unión penúltima del mundo se vio más triste, más agobiado como si arriba el sol languideciera, como si arriba el sol se entristeciera o se estrechara en hórrido presagio. La miró con ojos cenicientos y repasó su imagen detallada, la miró con ojos polvorientos y absorto, como estaba, transido, como estaba, fue diciendo: "Atotoztli, hija mía, única flor del valle bajo el cielo, mi avecilla trémula de agua, ¿Qué puedo yo decirte ahora, qué puedo yo aconsejarte, si con pasar la puerta de mi casa floreces contra mí tu nuevo aroma? He aquí que honraste nuestro nombre el de los tuyos, el nombre de tu pueblo, puesto que a eso venimos a esta tierra, puesto que a eso venimos a juntarnos a este valle de lágrimas y penas. Así has cumplido tú, así has honrado. Mas ya no eres cosecha de tus padres, ni eres collar para adornarnos, Atotoztli, el dios te manda unirte a otro distinto de tu padre para apreciarte y conocerte, para traer tus hijos a este valle. Dicen que es muy difícil vivir en la tierra


Atotoztli, hija mía, pájaro de agua así que mira, escucha, aquí en la tierra no seas vana, no andes como quieras, no andes sin rumbo ¿cómo vivirás? ¿Cómo seguirás aquí por poco tiempo? Dicen que es muy difícil vivir en la tierra lugar de espantosos conflictos así que vive dignamente y nunca ensucies el nombre de tus padres. Y si sientes temor en donde duermes conságrate a los dioses de la Noche y el Viento y hazles súplicas, invócalos, que sólo así caerás en dulce sueño." Luego calló, nada se dijo, miró, más viejo, el viejo Moctezuma a la que fuera ̶ ¿quién lo diría? ̶ madre de reyes, reina ella misma.


II


DISCURSO DE UN CIUDADANO CHOLULTECA ANTES DE LA BATALLA “¡Bien hizo el doble gobernante de la amada ciudad de Quetzalcóatl en ofender al mismo Patlahuatzin dejándole la piel hecha jirones! Vino a buscar ayuda entre los nuestros, disque a cortar la enemistad que nos socava, mas fue llorando lágrimas de muerte de vuelta a la región de que manaba. ¿Vendrán desde Tlaxcala sus labreles y con su cólera vendrán sus dos aliados, esos barbados que ahora por mujeres a los viriles jefes han tomado? ¡Hiendan los de Cholula sus coronas con el torrente de aguas celestiales, con la divina honda voladora, con el relámpago que parte a los mortales! ¡Venga la guerra atronadora, el dios vendrá a prestar sus atabales, el dios vendrá a prestar sus amplias fuerzas, el dios vendrá a pelear por sus altares!”, palabras de un pobre cholulteca antes de su terrible acabamiento.


ANGUSTIA DE MOCTEZUMA XOCOYOTZIN, 1519 No querían dar crédito los sabios ni creer lo que veían los adivinos y agoreros no sabían explicar cómo, frente a ellos, aparecían y se esfumaban tantos avisos tan sagrados y funestos. ¿No sabes qué es esto que hoy he visto? Que viene mucha gente junta o el paso de un cometa en pleno día o el repentino embate de las aguas (o el invisible rayo que encendióse súbito y sordo sobre el cu de Xiuhtecuhtli). Por todo esto se preguntaban, por todo esto se consumían los sacerdotes y señores noche y día en una sola noche continuada. En esto los sacerdotes, los adivinos y los vulgares. Otra cosa hacía Moctezuma, por otras sendas se perdía: ¿Será verdad esto en los mexicas? ¿Y esta ansiedad en nuestras voces, este temblar, cobardemente, el mismo don que a otros concedimos? Dador de vida, junta sus huesos, Dador de vida, repón su sangre, mas no recojas mi aliento todavía en el lugar donde de algún modo se vive. Hazme saber ¿a cuántos pueblos? Hazme entender ¿a cuántos lares? Vinieron a angustiar mis hijos, vinieron a angustiar mis atabales.


Y así pensó, y fue el primero en reponer con sangre a los vencidos.


HIJO DE SEÑORES PRINCIPALES “Hijo de señores principales pero, ante todo, águila guerrera insisto en proteger nuestra morada de los que antes de llegar nos ofendieran. Esto es sabido: nunca el mexicano hizo alojar, gustoso, al extranjero, nunca con broches caros lo colmaron ni con hermosos trajes lo vistieron. ¿Serán los pies ahora tan ligeros y los escudos una casa de cobardes? ¿Serán por fin las canas ofendidas, las poderosas armas detestables? Sea el pavor, con una honda, vuelto al corazón de los infames, antes que el sol vuelva a su línea hagamos formación de macehuales. Triste ilusión de las que fueran acaso las palabras de Cuitláhuac, nadie le oyó, mas tuvo en vida la amarga suerte de probar lo hablado.


CUITLAHUAC Valiente Cuitláhuac, hoja sobre los lagos cristalinos, qué lanza usó, qué fuerte escudo tiñó de rojo, blanco y amarillo. Sobre la cuna herida de sus padres, junto a los bellos cuerpos destrozados, se alzó su voz de bravo, de guerrero y vino a dar batalla a los infames: al de Tlaxcala y al de Castilla e inquebrantable fue su lanza en la refriega, inquebrantable fue su espíritu que cerca, dizque peleaba como un dios entre mortales. ¿Si fue esto cierto? ¡Qué duda cabe! pagó con fuego el fuego hacia la tarde, mas qué amargura pagó aquel gozo: fuerte Cuitláhuac, ni él pudo salvarse.


III


PLEGARIA DE UN JOVEN MERCADER, 1521 Huimos de la ciudad a oscuras entre la red de agujeros de las casas entre cobardes gritos mujeriles que no eran gritos de mujeres ni cobardes. Señora Tlazoteotl, escucha la plegaria de un pobre bajo la escoba que las basuras barre en completa soledad y a la intemperie desposeído de cuanto fui recoge, señora, mi vergüenza. Porque dejé al hijo y al enfermo lo mismo que a la anciana venerable sobre los cuerpos muertos de los tigres, bajo los dardos negros abismales. Limpia mi cuerpo lleno de inmundicia lava mi corazón con tus caudales y, si es posible, vuelve do dejaste a tanto corazón sin su coraje. Manda tus aguas verdes y amarillas, Señora de la falda ensangrentada, sobre mis huesos negros que quitaron su pobre escudo a la ciudad en llamas.


INDIGNACIÓN DE UN NOBLE MEXICANO Difícil fue para nosotros ver cosa tan tremenda, tan inusitada: que también el macehualtin pidiera la restitución de los antiguos derechos. Pues no hace más de un mes que el muy ilustre don Luis de Ixtlixochitl se vio envuelto en deshonestos alegatos con nada menos que la servidumbre. Un pobre diablo nacido en Tlacopan que dice ser, pensarlo ya es mal gusto, señor de cuantas tierras se cultivan, de cuantas aguas hay en todo Mixquic se ha atrevido a enviar una misiva al rey de España fingiendo usurpado. ¿Será posible que agravios semejantes a caer vayan en oídos poderosos? Y aún peor que por verdades pasen, con tal de humillar nuestra nobleza. Cautivos somos, sí, pero reales encomendados por el dios a distinguirnos como el quetzal de entre las aves que sólo han venido a espulgarse.


YO, MACEHUALTIN Yo, macehualtin, hijo de macehualtin, digo que es muy triste el grave estado de la nación mexica, pues han, piedra a piedra, derrumbado los templos y las casas y los días. En cada sitio, por todas partes, se oye el lamento del pipiltin y justo es pues que tenían para ellos todo aquello que hoy les quitan. Pero ahora me pregunto ¿y el macehualtin? ¿Tiene provecho él de lamentarse, tiene provecho de constreñirse? Puesto que nada fue de veras nuestro sólo de aquellos, de los pipiltin. ¿Tiene provecho ahora lamentarse? Verdad es, vino el de Castilla a doblegar los mandos y los valles, a hacer borrar los nombres paternales, y a someter las lenguas conocidas y aún así ¿qué idea es esta, qué corazones nuevos nos sembraron? ¿Debe sufrir el macehualtin o es derecho nuestro el alegrarnos tan sólo un poco, mientras se pueda?


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