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[POEMAS Y COLLAGES] Getzemaní González Castro
Producciones Erotóxicas S.A 2017
31: Poemas y collages. Una celebración de lo imposible / Getzemaní González Castro 1ª edición, Producciones Erotóxicas, S. A, 2017 D.R © Getzemaní González Castro D.R © Producciones Erotóxicas, S. A. D.R © Creative Commontes Getzemaní González Castro www.getzemanigonzalezcastro.com ISBN-13: 978-1978486508 ISBN-10: 1978486502 Hecho en México Queda rigurosamente permitida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo públicos, siempre y cuando se haga sin fines de lucro y citando al autor y la fuente.
AGRADECIMIENTOS. A Rocío Muñoz, Herr Manuel y Carlos Torré por leer y revisar este poemario; gracias a su atenta y rigurosa lectura pude identificar horrores ortográficos y de redacción. Sin embargo, dejo claro que todas las deficiencias (que a veces se manifiestan en insólitos vuelos vanguardistas) son de mi absoluta responsabilidad. Agradezco a mis padres, mis hermanas y mi esposa Martha el apoyo prestado, y el amor infinito que me colma y es parte de esta auto/celebración. Agradezco a Dios ahí en cualquier burdel que esté, al lado de las cucarachas, entre vagabundos y hoteles de paso, Dios todo palabra vacía, sempiterna potencia.
«La meta es el olvido. Yo he llegado antes». -Jorge Luis Borges
«Desde que no hay maldad, todo el mundo se ríe de mi ansiedad. Yo lo llamo poesía y le dicen vanidad» -Lhasa de Sela
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I Nada comienza aquí. Los comienzos prefieren rodear las veredas y sacar sus migajas del páramo del sueño. Los comienzos son tercos y obstinados, como ancianos o niños, arrogantes y sublimes. Los comienzos, a menudo, muerden la cola de los finales y de ese círculo transparente bebemos las palabras, todas las palabras necesarias para nombrar a un humano. Toda palabra es necesaria pero ninguna es suficiente y creamos otro lenguaje alrededor del lenguaje por encima o por debajo, a los costados, de todos los signos y de todos los silencios. En ese otro lenguaje, desconocido incluso para mí o para usted, podemos hablar de un comienzo así como se habla de aviones aterrizando de corazones latiendo o de bocas que beben la transparencia de la poesía. Todo comienza ahí, en ese lejano horizonte, no aquí. Aquí nunca.
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II Un rostro cae sobre otro, el mundo es un espejo y las palabras las piedras, el heptaedro de los signos. Un rostro cae sobre otro rostro y otro rostro y otro rostro hasta que olvidamos al sujeto (incluso a su predicado) y borramos su nombre (que acaso sea otro rostro) del árbol del conocimiento. Una visión anónima es el sueño, ojos que caen como gotas en un mar infinito, es el sueño. De todos modos pienso en el sujeto que es arena en el desierto, que es una estatua de indeterminación, que apuesta su breve existencia a abreviar la belleza de las orquídeas y a conjugar los instantes del asombro. Y yo que soy un rostro más, yo que dinamito mis predicados, he muerto todas las muertes de mis antepasados y he usado sus rostros para encontrarme (o extraviarme) en la autarquía de saberme ceniza, espejo y signo de interrogación.
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III Nombras las cosas para darles existencia; al pan sexo, al vino beso. Y nos sumergimos en la nada para acariciarnos en todas sus orillas. Nombras tus piernas largas y delgadas, la luna que alumbra tu ombligo, el poema que te lame el sexo. Las palabras que son silencio, las metáforas que son canción. Dices patria y es como si dijeras: jauría de estrellas, eclipse inmoral, desterritorialización del infierno. Dices espuma y es como si dijeras: perla erótica, parvada de colibríes, semen de Dios. Y te derramas y me muerdes la boca; la sangre es el pensamiento, la filosofía en el espejo, la reflexión de la carne. Nombras el orgasmo y una ola salada explota en tu garganta y tiemblan tus caderas. La palabra es como un pez de luz en tu boca, es un tango de luciérnagas, una galaxia que nace. 20
Nombras tus pechos pequeños y dulces como un durazno en almíbar; terrones de azúcar para el absenta del espíritu. El sol que vitaliza tus pasos, el vestido que deslizas, el monstruo que te muerde el corazón. Tu palabra es país de insomnes, hojas de otoño sobre el lago, faros para barcos suicidas, hamaca de suspiros. Dices ahora y es como si dijeras: sátiro enamorado, dedos mojados, sexo abierto. Dices sueño y es como si dijeras: bocado del cielo, fantasía de entrañas, excitación de la mente. Y te derramas y te tiendes y yo todavía lamo tus muslos; tu savia es la palabra sagrada del Diablo, los pequeños poemas en prosa, la petite mort.
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IV (Dedicado a Martha Tamayo) He demorado mucho (me atrevería a decir que varias vidas y varias muertes) para llegar a tus labios en donde se rompen las olas del cosmos. (Me atrevería a hablar del fuego al que uno acompaña en una procesión de miradas encontradas.) He demorado mucho en encontrar tu alma (me atrevería a hablar de orgías de luciérnagas) Si conociera todos los laberintos, todos los huesos, todas las dudas, todas las carnes y todos los desiertos y toda la sed, abriría de par en par las puertas del lenguaje para encontrarte desnuda otra vez (y entonces me atrevería a renombrar todas las constelaciones y todos los mares y todas las soledades) para amarte desde todas las aristas del poema, desde todos los desamparos, desde todos los fuegos y encuentros.
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V (Dedicado a Martha Tamayo) Las miradas van tejiendo un sentimiento una emoción. Cien bailarinas danzan en el hilo transparente y la música se detiene sin dejarse atrapar. Yo no sé lo que son los amantes pero mi boca te espera a la orilla del mundo para fundirse con el dios de tu boca y crear una galaxia. Y aunque yo pienso en el sentido de las piedras y en la divinidad de los árboles, intuyo mágica y metafísica esa danza de miradas entrecruzadas como espadas o lagos o balas o bosques. Amándote soy un ignorante que canta en la oscuridad y ha entendido el mundo. Amándote las palabras se descalzan y corren por la hoja como niños que, en su vitalidad absoluta, se saben dueños del mundo. Pero no pienso en ti, amor, pienso en figuras extrañas que se deslizan en oscuros pasillos semióticos. Pienso si el Yo es un antifaz existencial o existenciario, si el lenguaje es algo más que un despeñadero o un petirrojo o un gallo de pelea. Pero te quiero tanto y desde tantos lados, que pensando en otra cosa también pienso en ti y no puedo ni quiero evitar escribirte. 25
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VI Te espero como se espera a cierta palabra secreta capaz de destruir el universo y crear instantáneamente otro, acaso mejor, más artístico. Te espero y mi reloj es de arena y un caracol surca las esquinas de la galaxia; un Dios trueno se injerta en los huesos de mis palabras. Un Dios lluvia devela todos los secretos de la tierra que piso, de la ceniza que soy. Te espero amándote y este amor hace transparentes todos los poemas del mundo, los antiguos y los nuevos, los sagrados y los profanos. Le das sentido al caos y caos a mis sentidos; sé que esta tormenta que hace retumbar las paredes del infinito se terminará cuando llegues. Y este poema tendrá un refugio cuando tus ojos lo lean. Te espero hasta poner amarillas las aristas del tiempo y nuestro amor huela a libro viejo y nuestro beso agite los huertos del cielo y nuestra caricia sea la calma perfecta. La calma con olor a tierra mojada y que seamos como una sola palabra pronunciada por la boca de todos los dioses para darle luz a todas las almas de los que alguna vez se amaron y se esperaron. 27
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Hay palabras que ponemos en el inventario del silencio. Y a veces el silencio nos regresa el amor purificado y la reflexión afilada. O nos regresa, cómo no, laberintos donde salida y entrada son una misma e inexistente puerta. El silencio nos regresa puertas abiertas y cerradas en el alma, o a veces nos regresa nada. porque hay palabras que nacen en el abismo y caminan hacia el abismo y en esa tautología (que es un acontecimiento mínimo) radica su verdad.
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VIII Apenas un roce es la diferencia entre la llegada y la partida, entre el encuentro y la separación. Un roce que sea como un caudal de diminutas e infinitas orquídeas, como un jardín en donde la luna es un pájaro de luz o la sangre de la palabra Universo. Porque el deseo es otra cosa, en el deseo no hay diferencia entre olas de llegada y olas de partida tienen la misma densidad, la misma altura y a veces (aunque esto sí puede variar) el mismo nombre. Una mismidad inútil y perenne como la noche estrellada. Es apenas un roce lo que envuelve las distancias, lo que dobla los demonios para usarlos de pañuelo. Un roce que es como un manojo de indomables jacarandas, como el sueño de un monstruo en donde se multiplican los espejos y los besos y los amantes y las ternuras y los poemas y los nombres y los roces.
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IX El dato duro es la presencia vertical de lo imposible, neblina o humo – en cursivas. La presión de la mañana o la simplicidad (atroz o recia o indómita) del suicidio. Ya no hay tiempo (me dices desde dentro de un sueño que está dentro de otro sueño y éste dentro de otro) o puede que haya todo el tiempo y apenas le estemos rasgando los bordes. O no nos queda vida o nos queda toda la vida. ¿Existe la vida? ¿Y si lo que llamamos vida no es más que el punto que tiembla entre dos imposibilidades, un miedo entre dos verdades? ¿Y si en lugar de vida hay asombro? Un asombro que se desliza como un caracol o un milagro o un pecado o un perdón o una noria o una gota de luz en el océano del conocimiento. ¿Y si ese asombro es lucidez o miedo a la lucidez? Puede que sea una canción que nos convierta los huesos en espuma y la carne en llamarada.
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X Confieso que he vivido habitando las orillas de la indeterminación, conjugando los verbos del pensar haciendo malabares con los adjetivos como humo del cigarrillo de Dios. Me he puesto máscaras de voces mudas, y en medio de un exilio de alcohol y dudas he escrito que nadie escribe cuando escribo. Y yo que soy un ignorante del alma de las rosas y del palpitar esquizofrénico de los colibríes o tal vez por eso que se llama arte (y es precipicio) he rellenado de ausencia los huecos y he tapizado de luz los relámpagos. Y confieso que, si bien no multipliqué los panes y los peces, tampoco le resté valentía al género humano y que, con arrojo, como cualquier idiota, luché guerras y besé bocas. Y yo, confieso, que tengo una fe ciega en mi tristeza, he gozado el son de la filosofía y la literatura y he salvado (porque el pensamiento siempre es salvación) todo en lo que he pensado.
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XI Hay una parte del todo en la nada y un pedacito de nada en el todo; a veces los rĂos se yuxtaponen y se vuelven grises. Y entendemos que el gris (aunque no nos guste o nos encante) es la plenitud. Hay una parte de vida en el ojo cerrado y hay una parte de muerte en el ojo abierto, y a veces coinciden ojos abiertos cerrados cerrados abiertos en un mismo insomnio. La confusiĂłn es la patria de los despiertos.
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XII Escribo para sostener mi existencia, como si las palabras fueran manos abiertas o almacenes de luz. Pero también para conectar las cosas, el signo con la inmanencia, la trascendencia con la ilusión, el poema con el silencio, la música con la pasión. Tengo miedo de que el mundo sea otro, más terrible o más bondadoso, de que me sustituyan a los tiranos y a los héroes y a los indiferentes. Los indiferentes son mis favoritos y escribo para que ellos se sostengan. Escribo para sostener tu existencia, también, seas quien seas, te llames como te llames; tengo miedo de que seas otra, pero ser otra aquí significa ser la misma. Y sostengo las palabras, los fonemas y morfemas, la semántica y la semiótica, para que tu cabello, en algún lugar del cosmos, siga bailando al ritmo del viento. Tengo miedo de que nos abismemos en algo más profundo y oscuro que la nada, en la monotonía de ser siempre diferentes o en la revolución de ser siempre iguales, tengo miedo de que algún día distingamos entre olas de ida y olas de regreso. Entre puertas y ventanas.
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XIII Nuestra muerte nos imita. A veces se deja caer en medio de un cĂrculo de desamparo. O invierte en bienes matices. La muerte nos imita, el silencio nos envuelve, la noche toma la forma del encuentro que la contiene. Al final nos miraremos dentro de sus ojos: el nacimiento: el orgasmo: la muerte. Un solo nĂşcleo de incertidumbre. La Ăşltima pregunta a menudo es la primera respuesta.
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XIV La mirada es una grieta La grieta es una historia La historia es una memoria La memoria es una espada La espada es una guerra La guerra es un sueño El sueño es un poema El poema es un desierto El desierto es una visión La visión es la realidad La realidad es la nada La nada es la ausencia La ausencia es tu nombre Tu nombre es una grieta Una grieta es una mirada Así que una mirada es una mirada y nada más.
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XV Tu cuerpo me llama y mi cuerpo te incendia, entonces articulamos olas de fuego que dan calor al mundo. Nos ahogamos en el otro Ser, nos sustituimos con nuestra sombra y acentuamos la pasión debajo de los parpados cerrados abiertos del infinito. Nos apapachamos los signos y nos convertimos en poesía. La poesía que constituye un gesto inclasificable, un derroche de luciérnagas o de estrellas pequeñísimas y vivas. O la poesía que es una mera explosión (con lo que la pasión tiene de unión y desunión de creación y destrucción de amor y desamparo como una lámpara) en la oscuridad.
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XVI Es la muerte la que hace vivir la vida. La muerte (soñando) alimenta las sonrisas los laberintos los pensamientos los olvidos los simulacros. Es la muerte el teatro, la representación, la actriz. La vida es un público invisible ortodoxo inútil malagradecido malnacido inexacto. Pero hay algunos necios perversos noctívagos (digamos tú y yo) que a veces abren la piel de la muerte para hacer el amor dentro de sus entrañas y llenarla de vida.
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XVII Mi mirada descuelga pájaros del cielo para saber si existe el aire; si el aire aprieta el pescuezo o llena de metáforas el buche. Mi mirada (que a veces es el vestido transparente de una virgen o la bola de cristal de un Dios borracho) entierra gusanos en la tierra para saber si existe el calor; si el calor es materia sobre pensamiento (si es existencia) si el calor es un demonio que nos sopla las respuestas en el examen de la vida. O si mi mirada (que otrora fuera metafísica de fuego, ontología de desastre) fuera la verticalidad que sostiene un mundo en donde el Dios del trueno fuera también el Dios del pulque y los hombres, que ahora son gusanos en un vertedero de mierda, pudieran también ser Dioses que juegan y sonríen. Pero ahora la lluvia cae y yo no sé, de nuevo, nada. Mi mirada que antes de este poema fue tantas cosas, ahora sólo es un pez que va chacualeando de charco en charco y se alegra de que el conocimiento sea un sueño, y se alegra de la humedad, y ríe, porque a mi mirada le encanta, le enamora la lluvia, aunque a mí no. 49
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XVIII La imagen es la primera pregunta del primer hombre. La luz septentrional le pregunta a la luz meridional el significado de la presencia. Del mero estar. Arrojado como un deseo desposeído a la metamatriz de la exterioridad. Pero un niño una vez por un azar más o menos lúdico usó su voz y así dio espaciamiento al lenguaje y libertad a la significación. Los puntos de silencio tejen el pensamiento. La libertad (la autarquía) (entonces) nació del juego del fuego de la inconsciencia de la presencia de la voz.
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XIX Si hay que caer (en el tiempo o en la muerte que es su máscara y su forma), yo elijo detener el tiempo y pausar las metáforas para estamparte un beso en la boca. Si es inevitable el golpe (y la sangre que es una causalidad de soñar con los ojos y los versos abiertos) prefiero quedarme a la orilla de tus caderas, de tu calor. Si todo es cierto y hasta justo, prefiero retorcer el universo en medio de una canción que te enamore. Si es inevitable que tú y yo desaparezcamos y seamos olvidados, que el olvido sea un jazz y que su eco sea un cosquilleo (lejano y oscuro) en el alma de todos los enamorados.
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XX Mientras haces el amor alguien muere; las manos encontradas después de antiquísimas vidas y alguien muere, como si su vida se fulminara con dos miradas buscándose yuxtaponiéndose bebiéndose. Mientras buscas unir todos los puntos cardinales en un beso, alguien muere o está muriendo y lanza su alma al cosmos igual que tú lanzas la tuya. Y en esas profundidades de la materia oscura que ni tú ni yo sabemos distinguir las antípodas se reconcilian. Y ese que muere, mientras haces el amor, probablemente seas tú.
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XXI Desconocer mis palabras descolgarlas de la oscuridad y meditar su otredad y su sudario. ¿Cómo descaminar mis pasos y desacariciar mis olvidos y desmirar los eclipses y exhumar los sinsentidos? Desconocer mis libros como el rectángulo al cuadrado y olvidar a mis amantes y su eterno soborno. ¿Cómo empalmar dos ocasos en una misma desesperanza? ¿O huir en el sueño de las fauces del tiempo? Yo me desconozco y me despienso y cierro las puertas y ventanas de mis palabras y me voy borrando y mientras más inexisto (lo juro) más sonrío.
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XXII Si Dios fuera perfecto podrĂa morir. No como nosotros, pero una hora o dos, en lo que se le ponen los signos negros blancos y los otros (signos o marasmos) blancos negros.
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XXIII Poner junto a la vida que estรก la vida que no estรก y con ambas construir la eternidad por el tiempo que llega y que se va, a veces como una ola tranquila, a veces como un huracรกn. Poner la presencia y la ausencia en un mismo frasco y beberlas (como se bebe al amor o a la muerte) con la imaginaciรณn.
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XXIV Los ríos del sí y los ríos del no, a veces yuxtaponen sus cauces y se estancan en las lagunas del tal vez: una herida pero también una esperanza; un espacio vacío que permite el encuentro (diría abrazo como digo lucidez) de dos sueños.
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XXV ¿Qué son esos amantes que buscan centros de goce para encontrarse y elipses de aire para desvanecerse? ¿Qué es esa lluvia que ejerce la pedagogía del azoro? ¿Qué son esos principios que parecen finales, y esos finales que parecen caricia de esperanza? ¿Qué es ese fuego que se cuela por los poros de la lucidez para enseñarle la disciplina del concepto?
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XXVI VARIACIONES DE UN MISMO POEMA I Pienso en ti cuando duermo y cuando despierto y en los espacios intermedios que pertenecen al misterio y la magia. Me gusta tu sonrisa que todavía tiene la esencia infantil de las lilas; pero te sé mujer, mujer de soles negros y soledades ocultas, de piernas que recuerdan a la noche estrellada y de goces donde el agua y el fuego son un solo e indivisible signo. Esto que se quisiera confesión, no pasa de los andamios del silencio, y juego con las palabras como si jugara con voces mudas para expresar que verte es como ver un jardín de rosas recién regadas o un invernadero de orquídeas o el sueño más perfecto de Dios. Pienso en ti cuando se aman dentro del alma la luz y la oscuridad, en tu boca que es la cura del vacío, en tu vientre que tiene todos los nombres de las constelaciones, en tus pies que me dan la misma paz que me da el suave oleaje de la música. En tu cadera que es como un río de flores. O tal vez lo que quise decir es otra cosa. Quise decirte que verte llegar es como ver un barco que rompe la niebla y que trae la alegría sagrada del milagro.
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Ya no sé hablar de sentimientos. Hablo de pensamientos y de sueños, de huellas en la arena, de casas y callejones en donde quisiera estar contigo, de ambrosías que parto y comparto; hablo de poemas y besos en donde me gustaría coincidir con tu espalda y tu sonrisa. Hablo de heridas y terapias. Hablo de orgasmos y delirios. Hablo del suave viento de la existencia, de la ternura de dos cuerpos cerrándose.
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XXVII VARIACIONES DE UN MISMO POEMA II 2.1 De poesía la hojarasca (de signos la intemporalidad) que anida una estrella. Ojalá yo también pudiera recordarlo. 2.2 Y es siempre tu boca el ocaso de barcos perdidos. Si la noche pregunta el significado de la oscuridad se le responderá: es el esqueleto que sostiene la luz a la visión al mundo. 2.3 Te escribo igual que como te sueño, porque mis sueños tienen puntos y comas y la música se escucha dentro de la mente (y dentro de la mente hay otra mente que también piensa en laberintos de orquídeas y también sueña pájaros de letras que se posan en las manos para hacer sonreír a los amantes) y los amantes construyen puentes con cada beso y destruyen muros con cada orgasmo. 70
2.4 El agua y el fuego hacen el amor y narran la lejanía (¿la lejanía de quién o qué? No sé, pero…), es una lejanía hermosa como si me hubiera suicidado y mi cadáver fuera pura luz. O mejor aún: una lejanía hermosa como si nunca hubiera nacido. 2.5 Detrás de una sombra una estatúa de sal contempla su propio sueño. La mirada es una jaula donde dos pájaros juegan ajedrez. Despiertan los ecos como desde los huesos de las voces. Una mano que es enredadera de otra. Y el llanto donde la felicidad y la tristeza se yuxtaponen. Pero yo quería decirte otra cosa: que tengo una muerte pequeña que te puedo inocular en los pensamientos, y que una vez entré en el vientre de Dios y pude ver los fractales del destino. 2.6 Ojalá que cuando yo esté muerto viva en un corazón ajeno, igual que vives hoy tú en el mío. 2.7 He regresado a buscarte en los lugares que no te encontraré. Me gusta lo imposible lo improbable lo que cuando ocurre es como un milagro 71
o como si se alinearan los planetas o como si Dios y Diablo se dieran la mano etcétera 2.8 ¿Cómo voy a saber yo los colores de tu alma? A mí me gusta la transparencia del silencio. Lo diáfano de la muerte. La elocuencia del olvido. ¿Cómo es posible que después de multiplicar espejos y rostros y mundos y luciérnagas siga ignorando tantas nulidades? 2.9 La luciérnaga no se escribe. La luciérnaga se pone a brillar en el papel. 2.10 Amarte fue escribir un diccionario de inutilidades. 2.11 Aquí no pasa nada. Pero esa nada que pasa contiene ciudades derrumbadas niños llorando puños apretados hojas ardiendo 2.12 Pensar tus labios Hacer tus labios Escribir tus labios 72
Leer tus labios Verbalizar tus labios Signar tus labios Experimentar tus labios Dicotomizar tus labios Solidarizar tus labios. 2.13 Por una mirada que danza en campos de amapola por una transfusiรณn de ojos abiertos por una feroz ternura que arranque la piel obsoleta por una memoria que cante el nombre de las flores por una palabra (o signo o eco) que nombre lo inexistente por un insomnio que sea la alquimia de la luna por una mano caritativa que cierre los poros de mi pensamiento.
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XXVIII VARIACIONES DE UN MISMO POEMA III Y si he de morir que sea con un aullido de lobo atorado en los huesos, que sea desnudándote de soles negros y palabras caducas, que sea cerrando tu cuerpo y abriendo tu alma en medio de un orgasmo que haga tambalear al cosmos. Si he de morir que sea noqueando al miedo por última vez. Dionisiaco y enloquecido, rezándole a dioses paganos, escribiendo enigmáticos presagios. Si he de morir (si es tan urgente la muerte como la vida) que sea inoculando jacarandas a todas las células de tu cuerpo, que sea mientras sueño que acaricio las aristas de tus deseos. Si he de morir que sea consumiendo las distancias, olvidando los principios, pecando, fornicando, bebiendo, amando. En un ir y venir de signos extraños, desplegando mi bandera y sembrando mordidas, gemidos y guirnaldas en tu vientre. Si he de morir que sea como dibujando un mapa de electricidad en tu espalda, que sea haciendo un itinerario de tus impulsos, que sea bebiendo tus licores de ángel. Y si he de morir que sea escribiendo un poema, como éste o como cualquier otro, mientras un monstruo me sueña y una mujer satisfecha me acaricia el cabello.
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XXIX No te has ido, tal vez nunca te vayas porque hasta las hojas del Otoño dan una última vuelta en el viento antes de despedirse para siempre. (Pero esa última vuelta contiene partidas de ajedrez cócteles y risas compartidas que, aunque parece poco, puede llenar todos los huecos de esto cruel y efímero que llamamos vida)
[A Okens]
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XXX (Dedicado a Jannina Carpinteyro) El principio tal vez fue el agua o el fuego, puede que haya sido la tierra, el vapor, la bruma o una multiplicidad ignota de espejos. Pienso que el principio sea el reflejo de la Nada, reflejo que antes y después se desvanece y ese desvanecimiento es, ya, principio, apeirón, azar. ¿Y si el principio no es más que la cola del final? Una cola cortada y ya muerta que, sin embargo, se mueve violentamente porque violentamente se aferran los nervios a su último estertor de vida. Entonces el principio sería ausencia, desamparo, pérdida. El principio es una mirada que se descalza para verlo todo o la prueba irrefutable de la imposibilidad, el asombro y el poema. El plasma que dejan las palabras a través del silencio. Pueque que el principio también sea baile, risa infantil y fiesta. Plastilina musical, las orillas de una isla de luz. El gozo de saberse. También pienso en todo eso y espero que una botella salga del mar (en el último día que puede ser también el primero) para leer su mensaje.
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XXXI Tu belleza es el espíritu que danza encima de ríos y mares/ es el barco que rompe la niebla/ es un cardumen de secretos/ es la inspiración de Dios. Tu belleza es interminable como el fuego del alma que revive, como el amor de los colibríes, como los libros y su olor peculiar a designios sagrados, como los sueños de los ángeles. Tu belleza es tierna y prohibida/silenciosa como las orquídeas/es el triunfo del arte/es el aullido de la noche, la poesía de la Naturaleza. Tu belleza es un laberinto como la palabra Amor o la palabra Tiempo, como el sueño de los minotauros, como el canto de las estrellas, como la fe en los crepúsculos. Tu belleza es peligrosa, tí-mida y arrojada en un movimiento, tiene la valentía del universo, tiene el alma de la música; tu belleza es la vida naciendo, es la apuesta de todos los cielos, mi inspiración, mi luna, mi ritual, mi canción.
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XXXII 1.1 Amo aquello, no esto, no lo otro. Lo que antes de ser sitio es umbral, Lo que no está ni adentro ni afuera, lo que rodea y detona la eternidad. Lo indefinido, si usted quiere, lo cobarde: lo que no derrama otra sangre ni la sangre propia. Lo que se sabe efímero y, por lo tanto, no se aferra a nada, ni siquiera a esa pequeña partícula de aire que nos define. Amo a las mujeres que no han llegado y que no se han ido; a los amigos que nunca, gracias a Dios, conoceré. Amo al puente que, igual que el insomne, ve al abismo a la cara y sin embargo y sin embargo. 2.1 Olvidando mi pensamiento cierro puertas. Olvidando mi lenguaje cierro puertas. Olvidando la realidad cierro puertas. Me quedo encerrado en mi animalidad sagrada.
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OTROS FRAGMENTOS DE UN EVANGELIO APÓCRIFO (Inspirados en y dedicados a Jorge Luis Borges) 1. Desdichados los que enfrentan al espejo con el vacío, porque se han quedado sin esa mágica satisfacción de la sospecha. 2. Desdichados los que le roban el oxígeno a la tierra y el brillo a las estrellas. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. El alma y el cuerpo son dos ruinas circulares dentro de un mismo sueño. 22. Que tu mano izquierda siempre sepa lo que hace la derecha, porque como la vida lo demuestra: hasta un torpe nos puede ser de mucha ayuda. 23. Un día, no importa cuál, será muy tarde para partir. No importa hacia dónde. 35. Dios que es justo, no te juzgará tanto como tú lo juzgas a él. 85
36. Caminar debe ser tu placer, el destino no importa o algún día dejará de impor-tar. 37. Pensar sin sangre es como excavar con una lanza. 38. Cuando se acaben las puertas, dibuja ventanas con tu memoria. 42. Felices los que después de tanto soñar con abismos, han despertado con alas. 43. Felices los que dentro del mundo han encontrado otro mundo y otro mundo y otro mundo. 44. Feliz el sabio ignorante y el ignorante astuto. 45. Feliz el que sabe leer tanto libros como rostros. 46. Felices los que enseñando aprenden y aprendiendo enseñan. 52. Felices los que sueñan laberintos, los que tienen talismanes al principio y al final de los ojos. 53. Felices los que esperan desesperanzados, los que tienen fe en el suelo que pi-san, los que descarrilan los enigmas. 54. Felices los que no se engañan a sí mismos, los que son íntegros pese a sí mis-mos. 55. Bienaventurados los poetas que han hecho de la palabra su hogar y su patria y su inquebrantable fortaleza. 56. Bienaventurados los que se dejan guiar por la belleza de sus sentimientos y no por la perversión de su mente. 57. Bienaventurados los que han entendido que la felicidad es romper una ley o varias leyes en favor de la justicia. 58. Dichosos los que han entendido que en las manchas del tigre está el nombre de ese Dios que es más fuerte y, por lo tanto, más bondadoso que cualquier otro Dios. 59. Dichosos los que han entendido que la única justicia consiste en poner un es-pejo frente a los demás y frente a sí. 60. Desdichados los muertos que siempre estuvieron muertos. 86
61. Desdichados los desdichados. 62. 63.
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