Shajshas

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SHAJSHAS: Espíritu indomable de una cultura ancestral

SHAJSHAS Espíritu indomable de una cultura ancestral de Willy Alexander Valdez Albujar © De esta edición, reservados todos los derechos, Willy Alexander Valdez Albujar Primera edición: Enero, 2017 Diseño de Cubierta: Daniel de la Cruz Zelaya Edición al cuidado del autor. ISBN ................................ Depósito Legal N° XXXXXXXXXX-XXXX Prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio mecánico o electrónico sin la autorización escrita del autor. Hecha e impresa en el Perú Printed in Peru 6


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Corongo, ciudad incomparable, pedacito de cielo andino, plagado de matices misteriosos. Tus empedradas calles, techos rojizos y tu maravillosa arquitectura causan asombro y admiración. Tus bellas Pallas, imagen viva de la Pachamama, engalanan con su hermosura dando realce a nuestra cultura... Tus Panataguas, ágiles saltamontes, realzan con su danzar las festividades que por San Pedro se han de celebrar... Tus shajshas, fieros guerreros, figuras humanizadas de Yaya rupé, celosos guardan tu tradición, gritando siempre a viva voz ¡SOY CORONGUINO DE CORAZÓN!

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A mis padres, que con paciencia y responsabilidad hicieron de mí un hombre de bien. A mi esposa Natalie, por su apoyo incondiconal y su comprensión durante el tiempo que tomó hacer este trabajo. A mis hermosos hijos Joaquín y Danae, por ser la inspiración de cada uno de mis días. A Corongo, tierra hermosa donde crecí, por nutrirme con sus tradiciones y todas sus manifestaciones culturales. A mis amigos y socios en esta empresa: Daniel, Ulpi y Coqui ya que sin ellos este trabajo no hubiese sido posible.

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INDICE

PRESENTACIÓN

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PRÓLOGO

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INTRODUCCIÓN

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PARTE I: CORONGO Y LOS CONCHUCOS

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PARTE II: LOS SHAJSHAS DE CORONGO

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I. DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA DANZA

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II. ORIGEN DE LA DANZA

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III. NOMENCLATURA DE LA DANZA

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IV. PERSONAJES QUE ACOMPAÑAN A LA DANZA EN CORONGO

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V. ESTILOS DE LA DANZA

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VI. EL VESTUARIO

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VII. MÚSICA QUE ACOMPAÑA A LA DANZA

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VIII. VIGENCIA DE LA DANZA

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IX. INSTITUCIONES QUE DIFUNDEN LA DANZA

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X. VALOR HISTÓRICO DE LA DANZA

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XI. CONCLUSIONES

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XII. FUENTES

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XIII. AGRADECIMIENTOS

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PRESENTACIÓN El libro de la autoría del profesor Willy Alexander Valdez Albújar, es un trabajo que necesitábamos para tener una idea más clara sobre una danza guerrera que se pierde en el tiempo y era necesario recopilar datos históricos, documentos basados en la memoria oral, y la consulta de diversos autores que se han dedicado a auscultar el pasado peruano y en especial la región Conchucos. Para esta tarea era necesaria una persona como el autor, quien desde hace 12 años ejerce de profesor de Historia del Perú, habiendo realizado estudios de Historia y Ciencias Sociales en la Universidad Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Desde muy pequeño ha participado de las danzas de Corongo, bailando panataguas y shajshas. Se formó en el Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo, institución que ya tiene 50 años difundiendo la cultura coronguina. Al llegar a la capital y desde sus épocas de estudiante ha participado como danzante Shajsha en diversas instituciones. Fue Director Artístico en el elenco de baile del Centro Musical Corongo, luego en la Asociación Cultural Tierra Madre ,y ahora ejerce como Vicepresidente de la Asociación Folklórica «Champará» Corongo-sede Lima, donde también es el Director Artístico, especialista en Shajshas, Panataguas e Incas de 13


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Cusca. También ha enseñado a bailar shajsha en el Centro de Música y Danza de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CEMDUC). En la primera parte del libro, Valdez hace una compilación muy metódica y didáctica de la historia de Corongo, incluyendo su prehistoria. El origen de los Conchucos está en Corongo y Pallasca, luego años más tarde se amplía este nombre hasta Huari, al crearse los Corregimientos. Ese inicio se nota por las crónicas, que provienen desde la época Inca. El idioma de los pallascas era el culle o culli y el de los corongos el quechua. En idioma culle, conchuco significa el «País del Agua». Paralelamente Valdez nos lleva por las guerras de los socios de la conquista y la visita de Cristóbal Ponce de León a los Conchucos en 1543. Esta visita es clave para definir como estaban constituidas las poblaciones indígenas de Corongo y Pallasca con sus tres curacas antes de las Reducciones de Toledo. Pomacochache o Pumaqochachi, resulta ser el curaca que dominaba Corongo, él pertenecía a la Parcialidad de Cararupay. La historia escrita nos ofrece claramente el universo donde se da forma a la danza de los Shajshas, que pasa de ser nativa a mestiza. Igualmente todas las manifestaciones nativas se convierten en expresiones mestizas, quedando como núcleo de la herencia cultural en los Jueces de Agua, que celebran la fiesta del Agua sincretizada con un nuevo personaje que es el Patrón del Pueblo como resultado de la evangelización católica. Pero el camino de los Shajshas no es por la fiesta del agua sino como consecuencia de las guerras interétnicas, luego pasan a ser danzantes que evocan los triunfos de las guerras, y finalmente terminan como danzantes guerreros que ofrecen su baile en devoción a un santoral católico, según el poblado.

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En la segunda parte viene la gran discusión de los orígenes de la Danza Guerrera, llamada actualmente Shajsha. Haciendo un análisis de todas las versiones orales que han sido transcritas en libros o revistas, se llega a la conclusión que esta danza sale del núcleo de la época llamada Koriyunga, cuya real escritura en quechua coronguino sería Qoriyunka; es decir, entre la invasión Huari y la Inca. Porque a esta época se le llama Desarrollos Regionales, donde las etnias no tuvieron influencia externa, pero sí hubo una Confederación que era transversal; es decir, la zona yunga, quechua y selva alta estaban conectadas para defenderse contra cualquier incursión extranjera, como más adelante ocurrió con la incursión inca. Pero si uno se fija en la iconografía Recuay, se nota con claridad que los orígenes pudieron darse en esta época. Hay personajes en la cerámica Recuay que nos da pistas para pensar que los orígenes de las danzas vienen de muy atrás, pero que fueron variando con el tiempo. Ahora, los huallas si son de origen de la zona del actual Aco, fueron los que impulsaron esta danza. Lo que sí dicen los antiguos es que los danzantes panataguas son de la fiesta del agua, y los danzantes guerreros Shajsha bailaban en homenaje a los triunfos de las guerras entre poblados cercanos dentro de la confederación. Eso no es para sorprenderse, porque los danzante Shajshas del siglo XX también terminaban a golpes con sus contrincantes del otro barrio. Lo que falta averiguar es cómo hicieron el sincretismo con las fiestas católicas. En Corongo distrito tiene cierta lógica, porque originalmente bailaban para el Arcángel San Miguel el 31 de setiembre, quien es conocido como un arcángel guerrero. ¿Cómo se entiende que los huallas se sincretizaron con San Francisco, un hombre de paz?

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En la tercera parte, al ver las nomenclaturas, el autor deslinda claramente la danza ceremonial shacsha del Callejón de Huaylas con la guerrera ceremonial Shajsha de la Provincia de Corongo. Acá la apreciación es que el nombre «shajsha» desapareció del lenguaje coronguino porque se decía «danza» a secas, y el del Callejón proviene del poblado de Shacsha. Sin embargo, la onomatopeya del sonido es válida para ambas partes. Teniendo en cuenta que en el Callejón se decía «shajapa danza», y en Corongo simplemente «danza». Lo que prima es precisamente el sonido de las semillas del maichil que en ambos lugares se utiliza, solo que el maestro Julio Collazos Romero, mi padre, introdujo al vocabulario coronguino la palabra «shagsha», con su claro dejo huaracino. En todo caso la onomatopeya la comparten por el sonido de las semillas del maichil. Lo que en estas danzas predominan no es tanto el sonido de las semillas del maichil, que es un principal accesorio, sino que en el Callejón la danza shacsha es ceremonial, últimamente malabarística y casi circense; en cambio el coronguino es netamente ceremonial con inconfundible corte guerrero. Esa es la diferencia fundamental, por lo cual se tratan de dos danzas completamente distintas que solo comparten las shajapas en su baile. En la cuarta parte, Valdez describe los personajes que participan en esta danza. Lo que puede sorprender a muchos es que en los Shajshas del distrito de Corongo no se ven más personajes que los guerreros y los cajeros que ejecutan la música de la danza, excepto durante la festividad de San Francisco «El Añamarino» donde se muestran los encargados de viabilizar las celebraciones. En cambio en Aco subsisten otros personajes en todo momento como la mojiganga, el negro, el abanderado,

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los viejos, que ponen la nota jocosa. En Corongo distrito también hubo estos personajes hace ya mucho tiempo. También describe los diferentes estilos de baile de acuerdo a la zona, donde se incluyen las influencias de un lado a otro. Este es el lado de danzante que hace relucir el autor, porque nota las diferencias grandes y sutiles de cada zona. La descripción del vestuario actual es completa y muy clara. Hace un homenaje a un vestuario mestizo que un danzante siente como un legado del pasado, igualmente la iconografía antigua de Chavín y Recuay que se introducen en las vestimentas, dependiendo del confeccionista y el dueño del atuendo. La descripción de la música y de los músicos que interpretan esta danza es amplia, pero los nombres de los más antiguos ya no ha podido rescatar, por falta de fuente escrita. Las instituciones que difunden esta danza tienen más vigencia en la capital que en el terruño. Los esfuerzos son grandes para que no se pierda esta danza con el correr de los años. Hacen bien en difundir a nivel nacional esta danza para que quede presencia en las Escuelas de Folklore del estado y los Centros Educativos de diferentes niveles. El valor histórico de esta danza es herencia de dos mundos que al final se pusieron de acuerdo y aportaron en la evolución de esta historia. Por un lado, los guerreros ancestrales dejaron su espíritu en esta danza, y los españoles supieron trasladar esta fuerza guerrera bajo la devoción de un santo a quien ofrecerle esta danza. Por otro lado, la música, el vestuario sigue evolucionando de sus orígenes nativos a expresiones mestizas, y son parte de nuestra identidad. Este trabajo es una base para que se siga por la senda de la investigación y se complemente lo que se descubre más

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adelante. Para los momentos actuales es una obra imprescindible que generará polémica, pero de eso se trata. Todo es perfectible. Gilbert Collazos Garay Lima, noviembre de 2015

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PRÓLOGO Hace algunos meses el profesor Willy Alexander Valdez Albujar me pidió leer los textos de su trabajo de investigación sobre los Shajshas de Corongo, a fin de hacer una apreciación, tarea que realicé con mucho agrado, pues se trataba de un tema que vincula a la historia con la actualidad de nuestra provincia. Lo más importante de este primer acercamiento con el aporte intelectual de Alex fue constatar la rigurosidad de su investigación en un tema ciertamente complicado, debido a la escasez de fuentes bibliográficas en el tema de una danza coronguina cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Terminada la tarea de revisar la ortografía y redacción del texto, el autor me pidió escribir el prólogo de este libro, por lo que le agradezco la oportunidad de haber sido uno de los primeros coronguinos en leer el texto, y luego por escribir estas líneas donde no me queda sino reconocer la valía de esta obra, recomendar su lectura obligada al pueblo de Corongo y a todos los interesados en la cultura de esta bella provincia. Willy Valdez une la teoría con la práctica: nos presenta este valioso trabajo intelectual y a la vez es un destacado danzante de la estampa de los Shajshas, de allí su conocimiento y dominio del tema. A partir de la investigación realizada por el autor, este trabajo aborda distintos aspectos relacionados con la danza

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de los Shajshas. Así, por ejemplo, empieza ofreciéndonos una visión histórica que incluso se remonta a la prehistoria coronguina. Aquí, en la época que trata del virreinato español, destaca la referencia a las guerras de los socios de la conquista y la visita realizada por Cristóbal Ponce de León a los Conchucos en el año 1543, en momentos del surgimiento de los Huaylas y de esta danza que aparece primero como expresión de guerras interétnicas; luego como una danza que evoca los triunfos en las guerras para terminar como personajes guerreros que ofrecen su baile a un santo patrono del santoral católico, en este caso a San Francisco de Asís. En un siguiente capítulo, el tema sitúa la discusión de los orígenes de esta danza guerrera, planteando que surge en la fase de desarrollo tribal coronguina denominada Koriyunga. Se menciona que hubo una confederación entre los pueblos nativos de los conchucos y los de la selva que se conectaban para ayudarse mutuamente de asonadas foráneas como ocurrió con la incursión inca. Seguidamente Willy Valdez plantea una diferenciación tajante entre esta danza en su versión ceremonial propia del Callejón de Huaylas y la guerrera ceremonial de Corongo. Continúa describiendo a los personajes de la danza de los Shajshas. Luego nos habla de los estilos de la danza, del vestuario, de la música y de los músicos que acompañan las coreografías. Finalmente el autor trata sobre la vigencia de esta danza en Corongo y en Lima con lo cual nos presenta un panorama bastante amplio del tema, a la vez que aboga por mantener la pureza de esta danza en todos sus aspectos, en especial en la conservación del vestuario y sus pasos que caracterizan a los Shajshas de Corongo.

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Es claro que esta obra ha sido concebida rescatando las pocas fuentes bibliográficas específicas sobre el tema, a los que el autor ha sumado testimonios personales de gente conocedora del tema en Corongo, y también ha recurrido a importantes fuentes documentales históricas que versan sobre la época prehispánica y sobre los primeros años de la presencia española en el fenecido Imperio de los Incas, lo cual constituye un mérito del autor por entregarnos un trabajo enterado sobre esta danza mágica, guerrera, viril y telúrica de Corongo. Este libro es una valiosa propuesta porque no solamente nos acerca al conocimiento teórico de la danza de los Shajshas, sino porque también es seguro que generará algunas polémicas en especial en la parte referida a la vigencia de la danza y a su vinculación con la fiesta de San Pedro. Pero también nos vincula al estudio de la fonética de la palabra «shajsha» que usamos en Corongo, distinta a shagsha propia del Callejón de Huaylas. Un dato importante que nos permitirá apreciar la seriedad con que el autor acometió la tarea de entregarnos un estudio riguroso, desde el punto de vista académico y de su propia experiencia como danzante. Si bien es cierto, el destinatario principal de este libro es el pueblo de la provincia de Corongo, toda vez que el autor nos entrega también información sobre la danza de los Shajshas en Aco y en Colcabamba, es indudable que esta obra será también fuente de consulta obligada para los estudiosos de la cultura ancashina en particular, y peruana en general, así como para todo investigador social preocupado por el devenir histórico de nuestras danzas que han sufrido un claro proceso de mestizaje, y que ha sido el caso de esta nuestra danza ancestral. Pero no puedo dejar de reiterar que somos los coronguinos quienes tenemos que leer esta obra, en especial los estudiantes

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y profesores de los colegios de nuestra provincia, por cuanto el presente libro debe convertirse en un aliado fundamental en la reafirmación de la identidad coronguina. Expreso pues mi reconocimiento al profesor Willy Alexander Valdez Albujar por su valioso libro Los Shajshas: Espíritu indomable de una cultura ancestral, que no hace sino ratificar la importancia que ostenta nuestra provincia como la depositaria de una rica saga de expresiones culturales y tradicionales que pocos pueblos de Áncash pueden ostentar. Esto debe ser un aliciente para que Alex nos ofrezca, en el futuro, otras publicaciones que den cuenta de la riqueza inmaterial que atesora Corongo. Por ahora, con esta obra, esperamos que pronto el Ministerio de Cultura declare a los Shajshas de Corongo como Patrimonio Cultural de la Nación, así como lo hizo con el Sistema de los Jueces de Agua de Corongo, y que hoy va a camino a consagrarse como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Felicitaciones a Alex y a la cultura de Corongo que tiene mucho que mostrar al Perú entero. Manuel González Montes Lima, enero de 2017

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INTRODUCCIÓN La provincia de Corongo es una bella y generosa tierra ubicada en el departamento de Ancash, en la parte occidental de la cordillera de los Andes. Posee una altura promedio de 3100 m.s.n.m. lo que la hace parte de la región Quechua que planteara Pulgar Vidal en su tesis de las regiones naturales. Su territorio es accidentado y muy propio de la región andina, donde se pueden apreciar quebradas con profundos abismos, fértiles valles irrigados por ríos de toda magnitud, grandes montañas, glaciares, lagunas, y demás accidentes geográficos que hacen de este pueblo una tierra llena de magia especial, la que atrapa inmediatamente a cualquier persona que visite sus parajes. Geográficamente se ubica entre el Callejón de Huaylas y el Callejón de los Conchucos sin llegar a formar parte de ninguno de ellos, pero en la actualidad y obedeciendo a bases histórico-políticas muy antiguas (incluso prehispánicas) se le menciona como parte de la zona de los Conchucos con cuyos pueblos desarrolla lazos económicos y sociales. Su territorio es flanqueado por las dos cordilleras más importantes del departamento, la Blanca y la Negra, sumiéndolo en un aura de matices misteriosos que le dan el encanto de «pedacito de cielo andino», lugar donde se han desarrollado vestigios culturales desde las épocas más primigenias de nues23


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tra historia, ya que antes de la llegada española su territorio fue culturalmente influenciado por las culturas Chavín, Recuay o Huaylas, Wari e Incas, cuyos vestigios aún perduran, no solo en los innumerables restos arqueológicos con que cuenta la provincia, sino también en sus manifestaciones folclóricas y culturales. A la cordillera Blanca pertenece el majestuoso nevado Champará, considerado «Irka» (cerros tutelar, o más importante) protector de la provincia desde las épocas más remotas de la historia coronguina. Este glaciar siempre ha sido parte del orgullo coronguino que lo considera como un mítico y celoso dios-guardián que se alza altivo ante los ojos de los extranjeros y foráneos, escudriñando el horizonte para lanzarse temerario contra aquel que pretenda profanar sus dominios; por ello forma parte de canciones y poesías del folclore de este pueblo. A pesar de la importancia que le dan los pobladores y la gran influencia que ha tenido en el folclore de Corongo, el Champará es «propio y ajeno a la vez», pues aunque culturalmente siempre ha sido, es y será parte de la idiosincrasia del pueblo, geográficamente pertenece a la provincia de Huaylas. Entre los Irkas que están dentro de su territorio también destacan: Callahuaca, Clarin Irka, Corona Irka, Llacllacán y San Cristóbal, entre otros. Políticamente Corongo adquiere la categoría de provincia el 26 de enero de 1943 y se le anexan sus siete distritos actuales. Así tenemos a Corongo (capital), La Pampa, Yánac, Aco, Cusca, Yupán y Bambas formando parte de su territorio. La región Quechua es muy fértil, no por gusto se le conoce como «la despensa del Perú» y a esta pertenece la provincia de Corongo, por ello la economía de la provincia se fundamenta básicamente en la agricultura, y gracias a sus fértiles tierras

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se obtienen productos como: maíz, papa, olluco, oca, mashua, quinua, ricacha, yacón, camote, trigo, cebada, centeno, frijol, habas, arvejas, entre otros que sostienen su alimentación. En el aspecto cultural la provincia es muy rica y fecunda, pues su folclore posee una vasta gama de manifestaciones tradicionales tanto en música y danza en cada uno de sus distritos. En la música destaca la chuscada, pasacalles y fundamentalmente el huayno coronguino que se caracteriza por su cadencia y el romanticismo de sus letras. En danza las manifestaciones son variadas y tienen diverso origen distrital. Tenemos por ejemplo: • En Corongo: los Jueces de Agua, las pallas, los panataguas, piña toro (toril), shajshas, los negritos y pastorcillas, los reyes magos y carnavales. • En Yupán: las huanchacas, panataguas y pallas. • En Bambas: las huanchacas. • En Cusca: Los incas de Cusca y shajshas. • En Aco: las mojigangas, los shajshas. Cada una de las danzas se practican en las diferentes festividades que durante el año se realizan en los distritos de la provincia en honor de sus respectivos santos patronos(as). Así tenemos: • En Corongo: «San Pedro» • En Yupán: «Apóstol San Pablo»

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• En Yánac:«La virgen de la Natividad» • En Bambas: «La Santísima Virgen del Rosario» • En Cusca: «La Virgen de la Merced» • En Aco: «San Francisco de Asís» Los «danzas» o «shajshas», como se les llama actualmente, aparecieron en épocas preincaicas en las tribus que formaron la confederación o reino Korymarca. Con el correr de los siglos, después de la conquista inca y posterior coloniaje español, pasaron a formar parte de casi todas las festividades que se celebran actualmente en la provincia. Inicialmente bailaban para el patrón San Pedro, cuando este se encontraba en la iglesia erigida en Huallapampa en el actual distrito de Aco, incluso continuaron adorándolo y siendo parte de las celebraciones cuando la imagen del santo fue trasladada a Corongo. Posteriormente, ya durante la república, cuando los pueblos se independizaron en distritos, los shajshas fueron excluidos de la fiesta de San Pedro en Corongo e iniciaron la adoración a su actual patrón que es San Francisco de Asís; desde allí se ha difundido y hoy es parte del folclore provincial coronguino. Su carácter guerrero, junto a la música que los acompaña, los hace únicos en su representación a nivel nacional. Es precisamente a esta danza a la que nos referiremos en el presente trabajo, tratando de dilucidar su origen, su influencia, sus características, estilos y su importancia como eje primigenio de la cultura del pueblo de Corongo.

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LOS IRKAS TUTELARES DEL PUEBLO KORIYUNGA

El nevado Champarรก

Callahuaca 27


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Clarin Irka

El cerro San Cristóbal

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Coronguimarca

Ubicaciรณn de la provincia de Corongo en el contexto nacional

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El shajsha se resiste al tiempo y al olvido... cual espíritu del Taita Inti personificado que recorre sus dominios, o guerrero de la Pachamama, exalta la fiereza, dedicación y gallardía de nuestra gente... El shajsha se yergue altivo y escudriña el horizonte receloso para lanzarse temerario contra los que quieran opacar la grandeza de su pueblo... El shajsha es cultura..., el shajsha es CORONGO.

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PARTE I: CORONGO Y LOS CONCHUCOS Al indagar sobre las bases de la cultura en la provincia de Corongo, las características de los hombres que vivieron en la zona y el desarrollo histórico de este pueblo, se encuentra muy poca información con su nomenclatura, sobre todo en la que se refiere a la época prehispánica. Esto se debe a que la toponimia «Corongo» es un nombre impuesto por los españoles, aunque derivada posiblemente de palabras quechuas como Qorymarca (pueblo del oro) o Kurunkumarca (pueblo de la serpiente). Esta situación dificulta la investigación histórica, por ello, muy pocas obras se han centrado en el desarrollo cultural de este pueblo a pesar de su gran riqueza tradicional, cultural y folclórica, manteniéndolo al margen de otros pueblos del departamento que aunque tienen menos diversidad cultural, han sabido explotar y difundir mejor sus manifestaciones tradicionales. Este es el caso de Huaraz, Pomabamba y Sihuas para poner solamente unos ejemplos. Este aislamiento no ha sido del todo negativo, paradójicamente podríamos afirmar que ha sido hasta positivo para el pueblo de Corongo, pues su folclore se ha mantenido casi impoluto, con muy pocas variaciones en su estilo de ejecución, tanto en música como en danza, y lo mismo ha ocurrido con sus fiestas tradicionales que han mantenido su esencia a través de los siglos. De esta suerte ya no gozan los pueblos antes mencionados cuyas manifestaciones tradicionales se ven manchados conti31


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nuamente, sobre todo en la capital por «traficantes de folclore», personas inescrupulosas que «inventan» bailes con fines lucrativos haciéndolos pasar como danzas propias de un lugar, obteniendo la aceptación de un público que es el menos conocedor en estos casos. En la provincia de Corongo no se puede permitir que esa situación se presente, por ello es necesario que se comience a difundir, adecuadamente, la información que manifieste la forma como se ha desarrollado esta sociedad y el papel que ha tenido en la historia del Perú. Deben patrocinarse proyectos de investigación histórica, arqueológica y antropológica en todo su territorio a fin de establecer más claramente las bases de su desarrollo cultural y su influencia en los pueblos de la zona. Por esto, es menester saber a qué fuentes recurrir cuando se tienen que hacer trabajos de investigación sobre su historia, folclore y demás manifestaciones culturales. Lo primero que debe de tener en cuenta toda investigación que busque trazar el perfil histórico coronguino, es que la zona que hoy ocupa la provincia de Corongo estuvo enmarcada en un desarrollo regional mucho más grande dentro de lo que hoy es el departamento de Ancash. Independientemente, Corongo perteneció al Curacazgo de «Conchucos», «Kunchukos» o «Cunchucus» desde tiempos prehispánicos. Fueron los incas, en su proceso de crecimiento hacia el norte, al anexar estas tierras a sus dominios, quienes lo denominaron así. «Conchuco» en lengua culli o culle significa «País del agua», y del quechua se ha traducido como «Gorro del dios Kon», según Gilbert Collazos; y segúnTeófilo Maguiña Cueva, como consta en su libro Chavín la epopeya jamás contada, «Conchucos» significa «Dioses montañas», refiriéndose a los nevados que desde tiempos inmemoriales fueron tenidos por dioses.

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Grupos étnicos que existían en el departamento de Ancash durante las primeras décadas de la conquista española (Siglo XVI)

La arqueóloga Bebel Ibarra Asencios, en su trabajo «Desde Chavín hasta los inkas 3000 años de Historia», publicado en el libro Historia Prehispánica de Huari, nos dice: “El curacazgo o señorío étnico de Conchucos tuvo por territorio las actuales provincias de Corongo y Pallasca en la sierra del departamento de Ancash. Como todas las etnias septentrionales del Tawantinsuyu, estuvo estructurada en huarancas y pachacas, cuyos pobladores vivieron en pequeñas llactas (o pueblos), teniendo el más numeroso a mediados del siglo XVI ciento cincuenta tributarios y el más pequeño cuatro. Sus ruinas todavía existen, aunque algunas

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de ellas continúan habitadas, como por ejemplo Corongo, Cabana, Tauca, Llapa, y Cusca.” (2004) De igual forma, el historiador Miguel León Gomez, en su obra Espacio Geográfico y organización Social de los grupos étnicos del Callejón de conchucos durante los Siglos XVI y XVII, escribe: “Comprendió los territorios de las provincias actuales de Corongo y Pallasca, en el departamento de Ancash.” (2004) Sobre la región de los Conchucos hay mayor información, su desarrollo es tratado, prolíficamente, por los cronistas y estudiosos de los siglos XVI en adelante, y a la información planteada por estos estudiosos nos ceñiremos para establecer el proceso histórico coronguino. Después que los españoles establecieran su dominio en el Perú, como parte de su política de ocupación, comenzaron a entregar tierras (con los indígenas que habitaban en ellas) a los hombres que habían participado en el proceso de la conquista, esta entrega se conoció con el nombre de encomiendas. El 11 de agosto de 1534, Pizarro otorgó al soldado Gerónimo de Aliaga la zona de Hanan Huaylas (Yungay y Caraz) y a Sebastian de Torres el Urin Huaylas (Huaraz y Recuay), adjudicándose para él, la zona de Conchucos. Es así que la zona que hoy ocupa la provincia de Corongo (Huallas, Clarinircas, Churtayircas, Tapcas, Namus, Llaqllacanes, etc.) pasó a formar parte de la «Encomienda de Conchucos» propiedad de Pizarro, Capitán General y Gobernador de Perú. Sebastián de Torres es importante en la historia del Perú porque fue uno de los fundadores de Lima, donde llegó a ser nombrado en 1537 como Alcalde Ordinario. Este cargo no pu-

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do ejercerlo por mucho tiempo ya que murió al año siguiente en manos de los conchucanos, quienes desde los primeros años de la conquista manifestaron su fiero carácter e indomable espíritu guerrero contra los españoles. Al respecto el profesor Mg. José Antonio Salazar Mejía, en su obra Historia Regional contada para niños, relata: “Cuatro años después de recibir el cargo de Encomendero, Sebastian de Torres fue asesinado por nuestros antepasados que ya estaban hartos de sus abusos y sus infamias. Fueron los Conchucos, los eternos rebeldes, quienes acabaron con la vida del primer Encomendero.” (1999) La zona ocupada por los Conchucos fue muy importante y estratégica para los españoles, al menos durante las primeras décadas de la conquista; el Marqués no hubiese elegido para sí una tierra que no le trajese algún provecho, sea este económico o político. La historiadora Magdalena Chocano en su trabajo Las peripecias de un topónimo: Conchucos como realidad geográfica y como espacio histórico en la sierra norte peruana, nos dice al respecto: “(...) Quizá el haber sido los conchucos un grupo encomendado inicialmente al gobernador y conquistador Francisco Pizarro, hizo que dicho gentilicio fuese más frecuentemente recordado en relación a esta zona y por esa razón fuera impuesto a toda la jurisdicción.” (2003) La encomienda, era un derecho otorgado por el rey en favor de un súbdito español (que al recibir la tierra se convertía en «encomendero») con el objeto de que este percibiera los tribu-

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tos o los trabajos que los súbditos indios debían de pagar a la monarquía, y a cambio el encomendero debía de cuidar el bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento cristiano. Supuso una manera de recompensar a aquellos que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el establecimiento de una población española en las tierras recién descubiertas y conquistadas. Como vemos, el sistema de encomiendas consistía en entregar a un español tierras e indígenas bajo su jurisdicción, para cobrar tributo y utilizar su mano de obra en su beneficio. La encomienda prácticamente sirvió como trofeo de guerra para los españoles que participaron en la conquista del Perú. Pero, los encomenderos atentaron contra el rol que le había dado la corona, cometieron muchos abusos y excesos con la población indígena. Inicialmente el curacazgo de Conchucos estaba conformado por los actuales territorios de Corongo y Pallasca, teniendo jurisdicción en la zona que hoy ocupan: Aco, Bambas, Corongo, Cuzca, La Pampa, Yánac, Yupán, Bolognesi, Cabana, Conchucos, Huacaschuque, Huandoval, Lacabamba, Llapo, Pallasca, Pampas, Santa Rosa y Tauca. Para la administración nativa, que era la que apoyaba a los españoles en su contacto con los indígenas, se mantuvo el liderazgo de los caciques, descendientes de la antigua nobleza curacal incaica. En Conchucos, en los primeros años de la ocupación española, el territorio estaba dividido en tres partes, cada una bajo el gobierno de un cacique o curaca. Estos caciques tenían varios pueblos o llactas, los cuales debían de proteger, cobrar el tributo, escoger a la gente para la mita, etc., situación que periódicamente daban cuenta al poder español.

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En las tres parcialidades que dominaba Conchucos estaba Pomacochache con veintiún tribus, Yanamango con veintiséis y Colcallax con treinta y un tribus bajo su dominio. La zona que hoy ocupa Corongo pertenecía a la parcialidad denominada «Carapuray», gobernada por el cacique Pomacochache. El historiador Waldemar Espinoza Soriano en su obra El curacazgo de Conchucos, nos da a conocer los datos establecidos por el cronista Cristóbal Ponce de León en la visita de 1543: “(...) parece que en el curacazgo de Conchucos hubo tres Huarancas a las que el visitador las denomina “parcialidades”: 1) Carapuray, gobernada por el señor Pomacochache (…)” (1964) Incluso después de muerto el gobernador, este cacique siguió al mando de las tribus indicadas. El arqueologo de Santiago de Chuco, Alberto Bueno Mendoza, en su trabajo Arqueología de Ancash, nuevas perspectivas, nos indica: “Más tarde, Vaca de Castro adjudicó a Bernardino de Valderrama y Luís García de Samamés, comprendiendo las actuales provincias de Pallasca y Corongo, perteneciendo una parte al cacique Pomacochache de la parcialidad Carapuray.” (1989) Usando la información de Espinoza Soriano, podemos afirmar que el cacique Pomacochache tenía bajo su jurisdicción a las tribus que habitaban la mayor parte de lo que hoy comprende la provincia de Corongo. Los veintiún pueblos o comunidades tribales que controlaba eran: Urcos, Vinchos,

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Guoioya, Sucochacha, Yantacón, Yllax, Rocas, Lalaguaci, Nisca, Gualla, Chaqui, Myca, Namos (Callahuaca), Tapoca, Pacox, Cañique, Suntuy, Corongo, Alpacoto, Llaqllacan y Alpas. Al establecerse los españoles en el Perú, se dieron a la tarea de asegurar su dominio en las tierras que habían conquistado, mediante un sistema político y administrativo que asegure su poder y el de los reyes de España. Para esto, implantaron el sistema de gobernaciones; dividieron el territorio en la gobernación de Nueva Castilla, dirigida por Francisco Pizarro y la gobernación de Nueva Toledo liderada por Diego de Almagro. Este sistema no funcionó, al contrario avivó viejas rencillas y resentimientos entre los conquistadores que los llevó a un conflicto armado que no solo diluyó la sociedad que los juntó para conquistar el Perú, sino también terminó costándoles la vida. Diego de Almagro guardaba resentimiento por los desiguales beneficios que Pizarro había obtenido con la firma de la Capitulación de Toledo, donde de mano de los Reyes Católicos obtuvo muy ventajosas prerrogativas respecto a sus conquistadores socios. Estas desiguales adjudicaciones fueron causa de un temprano cisma entre los socios de la conquista, el mismo que más tarde desembocaría en una guerra civil por la posesión de las tierras conquistadas. Después de reunirse con los reyes y firmar la llamada Capitulación de Toledo, Pizarro obtuvo las siguiente prerrogativas para los que habían participado como líderes y socios en la campaña de la conquista peruana: PIZARRO: se le concede el privilegio del descubrimiento y conquista de toda la región comprendida entre el río Tempula o Santiago (Ecuador) y las 200 leguas al sur de este punto. Se

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le dio los títulos de “Gobernador de Nueva Castilla” (Perú, y llamada así en razón de sus castillos), Capitán General, Alguacil Mayor, Adelantado, así como la facultad de encomendar indios, además de percibir un sueldo anual de 725 000 maravedíes. ALMAGRO: se le concede la gobernación de la Fortaleza de Tumbes, se le asciende a la categoría de Hidalgo y se le da el derecho a cobrar un sueldo menor al de Pizarro (300 000 maravedíes anuales). LUQUE: recibe el obispado de Tumbes y el título de “Protector de los Indios”. Además de una renta anual de 1000 ducados. Ante el terrible fracaso que obtuvo con la campaña que realizó hacia Chile pensando hallar ingentes cantidades de oro, y ante la ausencia de fronteras claras entre las gobernaciones, Almagro declaró que el Cusco estaba dentro de sus posesiones, reclamándolo como suyo junto a todo lo que abarcaba; por su parte Pizarro hizo saber que el razonamiento de Almagro estaba equivocado, pues el Cusco estaba dentro de la jurisdicción de Nueva Castilla y que los límite sí estaban bien establecidos. Estas disconformidades entre los conquistadores llegó a planos mayores, desencadenándose una guerra entre ellos, conocida como las «guerras civiles entre conquistadores». Esta guerra culminó en la batalla de Las Salinas (Cusco) el 06 de abril de 1538, con el apresamiento y posterior ejecución de Diego de Almagro el 18 de julio de 1538. Desaparecido Almagro, sus herederos fueron reducidos a la miseria, al igual que sus seguidores, quienes vivían profundamente resentidos y en extrema pobreza frente al bienestar y opulencia en la que vivían sus enemigos. Ante esto y al ver la opulencia en la que vivían Pizarro, su familia y sus adeptos,

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El Perú al aplicarse el sistema de gobernaciones

sin que la situación le importe nada a la corona española, los almagristas decidieron hacer su propia justicia. El 26 de junio de 1541, los almagristas, encabezados por Juan de Rada, acordaron dar muerte a Pizarro; llegaron a su casa gritando: “Viva el rey, muera el tirano” y lo asesinaron insertándole una estocada en el cuello y rematándolo con un cántaro de agua en la cabeza cuando cayó herido. Moría así el conquistador a los 75 años de edad. Muerto Pizarro, los almagristas se adueñaron del gobierno y pusieron al hijo que había tenido Diego de Almagro con la aborigen panameña Ana Martínez, y a quien apodaron «El Mozo. Así, con apenas 20 años, el nuevo gobernador fue Almagro el Mozo, considerado como el primer gobernador mestizo del Perú.

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Enterada de estas circunstancias, la corona española envió al licenciado Cristóbal Vaca de Castro para poner fin al conflicto, y este lo logró en la batalla de Chupas (Ayacucho) un 16 de setiembre de 1542. Diego de Almagro el Mozo, fue capturado y degollado en el mismo lugar donde murió su padre. El pacificador Vaca de Castro ordenó visitar el territorio de los Conchucos para conocer sus recursos económicos y, sobre todo, saber el número de indios que poseía para así poder repartirlos entre los encomenderos, con quienes buscaba congraciarse dada la difícil circunstancia que significaban las guerras civiles entre los conquistadores. Para tal fin envió al licenciado Cristóbal Ponce de León en 1543. Bajo esta nueva circunstancia, el curacazgo de Conchucos fue dividido en tres partes: las posesiones de los caciques Yanamango y Colcallax se dividieron entre Bernardino de Valderrama y Luís García de Sanmamés, mientras que las posesiones de Pomacochache se mantuvieron sin encomendero. Una vez más Espinoza Soriano nos da a conocer la lectura de la repartición de los bienes del marqués-gobernador después de su muerte, y que hiciera el escribano Diego Castilla ante el visitador Cristóbal Ponce de León. En este documento se cita: “(…) por cuanto el marqués y gobernador don Francisco Pizarro, difunto que haya gloria, tenía y poseía entre los indios de repartimiento que tenía y poseía tenía la provincia de los Conchucos con los caciques e indios que en ella hay (…)” (1964) Culminadas las guerras civiles entre los conquistadores, la corona española decide tomar cartas en el asunto para evitar futuros inconvenientes en sus colonias, por tanto, toma la im-

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portante decisión de nombrar autoridades en la misma metrópoli para gobernar el Perú, estas autoridades funcionarían bajo un nuevo sistema administrativo, el Virreinato. El rey Carlos V promulga sus «Nuevas Leyes de Indias», el 20 de noviembre de 1542, con la finalidad de terminar con el poder que los conquistadores y encomenderos habían conseguido en América. Con estas Nuevas Leyes crea el Virreinato del Perú y nombra a Blasco Núñez de Vela, Primer Virrey del Perú. Desde su arribo a Lima, Núñez de Vela empezó a aplicar las nuevas ordenanzas que había establecido la corona. Se centró especialmente en incursionar contra los encomenderos que para ese momento gozaban de un gran poder que debía ser debilitado, pues este los había llevado a atentar contra las leyes establecidas por los reyes españoles. En el Perú, el Virreinato se estableció recién el 15 de mayo de 1544. El virreinato peruano tuvo una duración de 286 años, extendiéndose hasta el 09 de diciembre de 1824, fecha en que los españoles fueron derrotados definitivamente en la batalla de Ayacucho. Las Nuevas Leyes atacaron directamente a los encomenderos, debilitando su poder y condenándolos a la desaparición. Por ello, estos decidieron levantarse en armas contra la corona generando la rebelión de los encomenderos en el Perú. La rebelión de los encomenderos se dio en dos etapas: la primero fue al mando de Gonzalo Pizarro, quien venció y ejecutó al primer virrey Núñez de Vela en la batalla de Iñaquito (Quito - Ecuador), el 18 de enero de 1546. El triunfo no le duró mucho, pues la corona envío al pacificador Pedro de la Gasca, quien lo derrotó y decapitó en la batalla de Jaquijahuana (Cusco), el 09 de abril de 1548.

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El segundo alzamiento de los encomenderos fue La rebelión de los insatisfechos. La lideró Francisco Hernández Girón, quien fue derrotado por la Real Audiencia de Lima en la batalla de Pucará (Cusco), el 08 de octubre de 1554. Como el sistema de encomiendas no fue favorable para la corona española debido a que los encomenderos, llenos de ambición y codicia abusaron de la población indígena y no cumplieron con sus obligaciones tributarias como leales vasallos del rey, en 1565, cuando el virreinato peruano era gobernado transitoriamente por Lope García de Castro, la corona española estableció un nuevo sistema para optimizar el manejo político-administrativo en todos los territorios donde ejercía dominio. Es así como surgieron los corregimientos. Los corregimientos fueron amplios territorios dentro de la colonia, estaban compuestos por los repartimientos quienes a su vez tenían jurisdicción sobre las encomiendas. Esta medida fue establecida por el gobierno español para atender las necesidades de mano de obra en la región y facilitar el cobro del tributo indígena, además de controlar el excesivo poder de los hacendados encomenderos que con su alzamiento habían generados muchos problemas en la metrópoli. Estos corregimientos se crearon de manera provisional para velar por la protección de los indígenas, administrar justicia, cobrar tributos y organizar las mitas o turnos de labor en las minas y obrajes. Esta institución tenía como máxima autoridad al Corregidor, funcionario que dentro del territorio a su cargo ejercía autoridad judicial, administrativa y gubernativa. Pese a su carácter de transitoriedad, este sistema se extendió hasta 1784, después de la gran rebelión de José Gabriel Condorcanqui y Noguera, quien al levantarse en armas se declaró descendiente directo de los incas de Vilcabamba, espe-

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cialmente del inca Túpac Amaru, haciéndose llamar, «Túpac Amaru II». La organización de los corregimientos significó unos de los primeros reordenamientos generales de toda la población indígena, la que vivía por esos tiempos dispersa en sus aldeas y chacras en todo el territorio que ocupaba el Virreinato peruano. Hasta ese momento, la dispersión en la que se hallaba la población indígena del Perú no permitía un adecuado adoctrinamiento religioso, establecido por las diferentes órdenes religiosas que vinieron a América con ese fin, y ponía trabas al adecuado control político en manos de los conquistadores, además de dificultar el cobro de impuestos y la obtención de mano de obra barata. En el territorio ocupado por la actual región Ancash se establecieron tres corregimientos: Huaylas, Santa y Conchucos. En 1573, el virrey Francisco de Toledo realiza su Visita General del Virreinato y llega al corregimiento de Conchucos que para entonces se hallaba dividido de la siguiente manera: ocho encomiendas que incluían los pueblos urbano-rurales de Corongo, Llapo, Tauca, Cabana y Huandoval, que estaban bajo la jurisdicción de Catalina de Mori, y las parcialidades de Pallasca y Sicllabamba bajo el dominio del capitán Valentino Pardavé. En esta visita, el virrey ordenó las reducciones, obligando a los indígenas a abandonar las setentaisiete parcialidades que existían hasta entonces, para pasar sus habitantes a formar cinco nuevos pueblos con características arquitectónicas españolas. Según las órdenes dadas por el virrey, estas nuevas ciudades estarían construidas según el modelo arquitectónico espa-

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ñol, es decir, se compondrían de una plaza, cabildo, iglesia y calles rectas, con el objeto de ayudar a la hispanización y adoctrinamiento católico, además de facilitar el cobro de tributos y la obtención de mano de obra. Las ciudades que se formaron bajo las órdenes de Toledo, fueron Santo Domingo de Tauca, San Marcos de Llapo, San Pedro de Corongo, San Juan de Pallasca y San Juan de Sicllabamba. En la “Colección de Documentos del Archivo de Indias” titulado Gobernantes del Perú: Cartas y papeles, Siglo XVI, publicación dirigida por D. Roberto Levilller, se indica sobre la división de la zona: “Repartimiento de Conchucos, encomendado a doña Catalina de Mori con 760 indios tributarios y 4759 personas, reducidas en los pueblos de Santo Domingo de Tauca, San Marcos de Llapo y San Pedro de Corongo. Repartimiento de Conchucos, encomendado a Valentín Pardavé con 873 indios tributarios y 5710 personas reducidas en dos pueblos, San Juan de Pallasca y San Juan de Sicllabamba.” (1925) Ya establecidas estas ciudades, la orden del virrey contemplaba que se debía concentrar o «reducir» a los indígenas de las tribus aledañas en su diferentes barrios para hacerles llegar la «modernidad». Las construcciones donde antiguamente moraban las tribus desde épocas inmemoriales, fueron abandonadas y solo usadas como corrales o chacras. Sistemáticamente, la gente empezó a olvidar los nombres originales de esos lugares, comenzaron a hispanizar sus costumbres. Sus danzas, con las que antiguamente adoraban a sus apus y dioses tutelares, fue-

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ron puestas al servicio de la iglesia quien las utilizó para homenajear a santos y santas impuestas con la extirpación de idolatrías. La población nativa fue olvidando su esencia tradicional forjada durante muchos siglos y lentamente se fue acostumbrado a la agitada vida de la ciudad. El corregimiento de Conchucos, al dictaminarse esta norma, quedó organizado en siete Partidos y dieciocho ciudades, las cuales se plasman en el siguiente cuadro:

PARTIDO REPARTIMIENTO

PUEBLOS QUE LO CONFORMARON

Allauca Guari de la Corona Real

San Gregorio de Guancar San Juan de Yaquia San Martín de Chacas San Andrés de Llamellín

Conchucos Alto

Santo Domingo de Tauca San Marcos de Llapo San Pedro de Corongo

Conchucos bajo

San Juan de Pallasca San Juan de Sicllabamba

Piscobamba

San Pedro y San Pablo de Piscobamba San Juan de Pomabamba

Allauca Pincos

San marcos de Chupan San Jerónimo de Huacachi Guacachil

Ichoc Pincos

Santo Domingo de Guachi San francisco de Paucas

Siguas

Santa María de Chicae

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Con estas reducciones nacieron también los Cabildos de Indios (antecesores coloniales de las actuales municipalidades) con sus alcaldes y regidores, que eran elegidos cada dos años en los primeros días del mes de enero entre todos los varones adultos. Estos alcaldes tenían múltiples funciones y coordinaban muy cercanamente con el doctrinero (sacerdote), la figura central en la vida del pueblo. En Conchucos las reducciones se realizaron por visitadores que provenían de la ciudad de Huánuco. Estas reducciones se establecieron en dos grandes sectores y fueron las siguientes:

ZONA

REDUCCIONES

CONCHUCOS SUR

Huamalíes Huánuco viejo Huallanca Chiquián Huar San Marcos Llamellín San Luis otros

CONCHUCOS NORTE

Sihuas Corongo Pallasca Cabana Tauca Piscobamba Huacrachuco.

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Cuando el curacazgo de Conchucos es fusionado con el de Piscobamba, Huari y otros, Corongo no perdió su papel preponderante y siguió siendo un pueblo muy importante en la zona. La vida social, cultural, las costumbres folclóricas y tradicionales de todo el Perú variaron para siempre después de la derrota de Túpac Amaru II, los españoles prohibieron que los nativos utilizasen sus trajes autóctonos y comenzó un proceso de adaptación a estilos más occidentalizados. En el aspecto político cambia el estatus de las autoridades indígenas llamados caciques, curacas o varayocs, encargados de la administración política, económica y administrativa del pueblo. Estas autoridades indígenas, como símbolo de su poder llevaban una «vara» en la mano, y el cargo se transmitía de generación en generación por pertenecer a la nobleza curacal incaica. En el Cuzco, a 15 de mayo de 1781, el visitador Antonio de Areche en su manifiesto donde sentenciaba a Túpac Amaru II y a los suyos a la muerte, después de la gran rebelión, dictaminó lo siguiente: “(...) las poblaciones que éstas, siendo de indios, no se gobiernen por caciques, sino que las dirijan los alcaldes electivos anuales que voten o nombren éstas. Cuidando las mismas comunidades electoras y los corregidores preferir a los que sepan la lengua castellana y a los de mejor conducta, fama y costumbres para que traten bien y con amor a sus súbditos, y dispensando cuando más, y por ahora, que lo sean aquellos que han manifestado justamente su inclinación y fidelidad, anhelo, respeto y obediencia, por la mayor gloria, sumisión y gratitud a nuestro gran Monarca, exponiendo sus vidas, bienes o haciendas en defensa de la

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patria o de la religión,(...) pero advirtiendo de que estos únicamente se podrán llamar caciques o gobernadores de sus ayllus o pueblos, sin trascender a sus hijos o resto de la generación tal cargo.” Como vestigio de esto en Corongo aún se conserva vigente la figura del Juez de Agua quien, vara en mano, y acompañado por su comitiva conformada por sus «campos» y «cabecillas», administra el agua para riegos durante todo un año, manejando un poder económico y social muy importante dentro de la comunidad. La figura de estos Jueces de Agua, por su importancia social y cultural, ha sido nombrada recientemente como Patrimonio Cultural de la Nación, y se están haciendo las gestiones para ser considerada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Veamos el siguiente cuadro que nos presenta Magdalena Chocano en el Tomo 3 del Compendio de Historia Económica del Perú: Economía del Periodo Colonial Tardío, donde se nota claramente la importancia poblacional que Corongo tenía en la zona de Conchucos hacía 1774, pues de 15 parroquias se encontraba en quinto puesto, solo superado por Piscobamba, Chacas, San Luís y Pallasca en cuanto a población se refiere. El cuadro nos hace notar que la población coronguina se componía principalmente de mestizos e indígenas con un bajo porcentaje de españoles. Para 1774 habían en Corongo 183 españoles, 1205 indígenas y 1835 mestizos. Habían pasado solo 40 años desde la conquista y era la población mestiza quien preponderaba en cantidad de habitantes. Muy diferente era el caso de Tauca, pues para el mismo año tenía solo 1 español, 6902 indígenas y 1050 mestizos.

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A fines de 1780, hubo un tumulto en Corongo encabezado por Francisco Gaviria. Este tomó el nombre de Francisco 1° e hizo huir al corregidor Vicente Vasquez, y amenazaron de muerte al cura coadjutor Sabastian Sotomayor. Después de 1782, el virreinato del Perú fue dividido en ocho Intendencias que estaban subdivididas en Partidos. Hoy en día esta división equivaldría a los departamentos o regiones y las provincias respectivamente. Las intendencias fueron Lima, Tarma, Trujillo, Huancavelica, Cusco, Huamanga y Puno. Los Conchucos quedaban bajo la jurisdicción de Tarma que se componía de los siguientes partidos: Conchucos, Huaylas, Huamalíes, Huanuco, Jauja y Cajatambo. 50


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Estas Intendencias tenían por finalidad eliminar los abusos que impunemente cometían los corregidores. La máxima autoridad de la Intendencia era el Intendente General, y el Partido estaba a cargo del Subdelegado. En el caso que nos concierne, el Partido de Conchucos perteneció a la Intendencia de Tarma.

Mapa del Perú durante el período de las intendencias.

Ya en tiempos de la Independencia, don José de San Martín al arribar y establecerse en tierras peruanas dicta un Reglamento Provisional. En este, se establece una nueva demarcación política donde se ordena la creación de cuatro departamentos, estos fueron: Trujillo, Tarma , Huaylas y Lima.

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Con este nuevo cambio en la política administrativa peruana, se decide continuar con el sistema de división territorial establecida durante la Colonia, pero dejando de lado la antigua nomenclatura y adoptando el modelo francés, así las antiguas Intendencias fueron llamadas Departamentos, los Partidos constituyeron las Provincias y sobre la base de las Parroquias se delimitaron los Distritos. Los antiguos intendentes encargados de aquella jurisdicción se llamaron entonces Prefectos, a los subdelegados responsables de los partidos se les llamó Subprefectos y a las autoridades de los distritos se les llamó Gobernadores. Con esta nueva demarcación, los Conchucos quedaba nuevamente bajo la jurisdicción de Tarma. Se elige al señor Manuel Alvís como diputado por el Partido de Corongo.

División política del departamento de Tarma establecida por San Martín.

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El 16 de marzo de 1822, los pobladores de la ciudad de San Pedro de Corongo se levantaron en armas a favor del rey de España, dirigidos por los españoles Ramón Pasquel, Antonio Almendro, Pascual Bieytes y el chiquianés Manuel Ayllón. Mataron al coronel de cívicos José Lostarnau, dando vivas al rey y protestando contra el Estatuto Provicional establecido por San Martín. Los rebeldes se enfrentaron a los patriotas en la «Batalla de La Pampa» el 1ro de abril, donde fueron derrotados por el teniente Victoriano Martinez y el subteniente Francisco Fuerte Llano, quienes ocuparon Corongo y acabaron con la rebelión. Se necesitaron más de 3500 hombres para sojuzgarlos. Después de la partida de San Martín, llega al Perú el libertador venezolano Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Sojo, o simplemente Don Simón Bolívar. En 1825 dictó una nueva división para el partido de Conchucos, medida que no fue aplicada inmediatamente. Es recién durante el gobierno del presidente José de La Mar, mediante ley del Congreso del 19 de enero de 1828, que se crearon las provincias de Conchucos Alto, señalando como capital la ciudad de Huari y Conchucos Bajo con su capital Sihuas. Corongo quedó en jurisdicción de Conchucos Bajo que estuvo conformado por: Conchucos, Pomabamba, Corongo, Llapo, Tauca, Cabana, Pallasca y Sihuas. Hacia el 12 de junio de 1830, el presidente Felipe Santiago Salaverry establece una nueva demarcación política; crea el departamento de Huaylas con sus provincias: Cajatambo, Huaylas, Conchucos y Santa; pero esta medida no se cumplió hasta el gobierno de Andrés de Santa Cruz. En 1836 después de fusilar a Salaverry, el presidente boliviano Andrés de Santa Cruz establece la Confederación Perua-

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no-Boliviana con la idea de crear un solo Estado que trabaje bajo una sola idea política, económica y administrativa. Es apoyado por personajes como Orbegozo, Riva Agüero, José María Velasco entre otros. Ante esto se organiza una contraofensiva denominada Campaña Restauradora, encabezada por Agustín Gamarra y secundada por un joven Ramón Castilla, apoyada directamente por el ejército chileno liderado por don Manuel Bulnes. Es importante acotar aquí que el gobierno chileno enfrentó a la confederación no por defender cuestiones patrióticas, sino protegiendo intereses propios, ya que no le convenía una alianza estratégica entre dos futuros contrincantes a quienes derrotó en 1879 durante la Guerra del Pacífico. Por primera vez la joven república del Perú experimentó la incursión de ejércitos de países vecinos en su suelo. La confrontación de los caudillos republicanos cegados por el odio, la venganza y los intereses personales había alcanzado una dimensión internacional, poniendo en riesgo el territorio nacional. El departamento de Huaylas vibró con estos hechos y las provincias se fraccionaron al apoyar una y otra causa. En la región de Conchucos se desarrollaron dos tendencias: Huari, Corongo y otros pueblos apoyaron a los restauradores; Sihuas y Piscobamba decidieron su apoyo a la causa de la Confederación Peruano-Boliviana. Los ejércitos se enfrentaron en cruentas batallas pero al final la suerte se definió en Yungay, en la faldas del cerro Pan de Azúcar, a orillas de un riachuelo llamado Ancash, por ello a esta acción bélica se le conoce como La batalla de Yungay o La batalla de Ancash. Al final de la contienda el triunfo se decidió a favor de los restauradores con decisiva acción del general Ramón Castilla quien en ese entonces lideraba la caballería.

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Con esta derrota Santa Cruz regresó a su país y la Confederación quedó terminada. En conmemoración de la victoria sobre los confederados en Yungay y al riachuelo donde se puso fin a la intervención boliviana en el Perú, Agustín Gamarra firmó el 28 de febrero de 1839 el decreto provisorio por el cual se cambiaba el nombre del departamento de Huaylas por el departamento de Ancash, manteniéndose como capital a la ciudad de Huaraz. Como presidente del Perú, Ramón Castilla fue muy importante en la configuración de la región , en especial para el Conchucos Bajo, sobre todo con los que fueron contrarios a la confederación y abrazaron la causa restauradora. Diferente fue el caso de los pueblos que estuvieron de acuerdo con la aplicación de la confederación en el Perú pues poco a poco fueron relegados mientras estuvo en el poder. Castilla reformó el estado y promulgó la primera ley de municipalidades, disponiendo constituir municipios en todas las capitales de distrito con el objeto de convocar elecciones municipales. Es en esa época cuando se empieza a fundar el pueblo de Aco que hasta 1850 solo era una estancia de los pobladores de Corongo, quienes tenían allí sus propiedades a donde se mudaban en las épocas de cosecha. Apartir de 1850 algunos de estos dueños de terrenos adquieren propiedades y van poblando la zona. Para 1870, aproximadamente, ya había trazado el pequeño pueblo, erigido una iglesia y entronaron a San Francisco de Asís como Patrón, dando origen al pueblo de Aco. Para Corongo fue muy importante el ascenso al poder de este caudillo, ya que en 1845 lo eleva al rango de Villa y en 1857 le da la categoría de distrito. Es durante su segundo gobierno en 1861 cuando se construye el hoy memorable Puen-

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te de Cal y Canto, orgullo de todos los coronguinos que consideran su origen como colonial, pero a ciencia cierta es mas bien republicano. El 2 de enero de 1857 dictó el documento más completo sobre la demarcación territorial del país, donde se consigna un cuadro general de todos los distritos reconocidos hasta ese momento. En ese período de implementación de municipalidades en los distritos fue creado el distrito de Pomabamba, posteriormente, en 1861, otra ley de Castilla dividía en dos la provincia de Conchucos Bajo mediante Ley del 21 de febrero de ese año. Por un lado se creo la provincia de Pomabamba y por otra parte, la nueva provincia de Pallasca comprendía los distritos de La Pampa, Corongo, Llapo, Tauca, Cabana, Huandoval, Pallasca, Pampas, Lacabamba, Puyalí y Conchucos, señalando como capital a la ciudad de Corongo. Para 1863, el Subprefecto de Pallasca era don Vicente Terry y el gobernador de Corongo era don Manuel Azaña. Las consecuencias de esta ley fueron trascendentes para toda la región, representaba la desaparición de la antigua provincia de Conchucos Bajo, quedando el nombre de Conchucos para un distrito de Pallasca. Significaba también la pérdida de la hegemonía de Sihuas que dejaba de ser capital provincial, notándose también el descontento de Piscobamba, que siendo de mayor tradición y antigüedad que Pomabamba quedaba como su distrito (¿Sería que tuvo algo que ver que esta provincia estuviese a favor del proyecto de la Confederación de Santa Cruz?). En 1879, el afán expansionista chileno, azuzado por el capitalismo inglés, deseoso de adueñarse del guano peruano, desata la Guerra del Pacífico. La campaña marítima se acaba con la derrota de Punta Angamos, y con la ocupación de Lima

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nuestros caudillos prácticamente se rindieron ante el ejército del sur. Resalta aquí la figura de general Andrés A. Cáceres, ayacuchano de pura sepa que supo organizar un ejército de milicianos que luchó en la llamada Campaña de la Breña. En palabras de Abelardo Gamarra «El Tunante», estos breñeros tenían la capacidad de derrotar al ejército invasor chileno. En esta campaña fue importante el pueblo de Corongo para ambos ejércitos, pues servía de corredor rumbo hacia Trujillo y demás pueblos del norte. El coronel Alejandro Gorostiaga, Comandante en Jefe de la División de Operaciones en el Norte del Perú, informaba el 11 de julio de 1883 al general en jefe del ejército chileno lo siguiente: “Habiendo tenido en Corongo noticias positivas sobre que Recabarren había abandonado sus posiciones de Huaylas para unirse a las fuerzas del general Cáceres, que había ocupado Yungay, y no pudiendo pasar al sur por Huaylas, por haber el enemigo cortado los puentes del río Santa y destruido los caminos, creí de mi deber internarme a Sihuas y detener en ese punto el avance del enemigo, que según noticias fidedignas tomaba rumbo al norte por la ruta de Pomabamba y la mencionada población.” Por su parte Andrés A. Cáceres, el 30 de julio de ese mismo año informaba en su parte oficial: “Libre de esta peligrosa persecución, me dirigí a Pomabamba, en busca de la fuerza del coronel Gorostiaga que por datos seguros constaba de 1.400 hombres y debía encontrarse

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entre Corongo y Mollepata; pero a mi aproximación éste se retiró con precipitación a Huamachuco, sin embargo que en aquel último punto debía esperar un refuerzo que le venía de Trujillo, según una comunicación enemiga que llegó a mi poder.” A pesar de las acciones de Cáceres y sus montoneras, la Guerra del Pacífico culmina un 08 de agosto de 1882, con una acción cargada de cobardía y felonía. Miguel Iglesias, desde la hacienda «Montán» en Cajamarca pacta con el enemigo la rendición. Para 1887, luego de culminada la infausta Guerra del Pacífico, siendo Andrés A. Cáceres presidente peruano, Corongo se ve beneficiado y obtiene la categoría de Ciudad. El 21 de noviembre de 1898, el presidente Nicolás de Piérola adjudica a La Pampa el grado de distrito. En 1899 llegó el primer automóvil a vapor al Perú, destinado al departamento de Ancash, un Gardner Serpollet, traído por el minero Arturo Wertheman, para la hacienda de Tarica en Corongo. El profesor e historiador caracino, Augusto Alva Herrera, en su Reseña Histórica de Ancash nos cuenta: “Terminada la guerra con Chile, empezó la recuperación del departamento. Así insurgía la minería en Tarica en el área geográfica de Corongo, estableciéndose con métodos modernos de explotación. El ingeniero Arturo Werthermen, utiliza por primera vez en sudamérica la energía hidroeléctrica en el asiento minero de Tarica. Se llevó el primer automóvil del Perú que era acondicionado por un motor del sistema «Serpollet» de cinco caballos de fuerza, este acon-

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tecimiento se realizaba en 1893 y solo 7 años después se trajo a Lima. La autovía tenía una extensión de 19,600 metros. Tarica estaba alumbrada por 84 focos incandescentes que no existían en Lima. En las oficinas hacían usos de maquinas de escribir y de calcular que eran poco conocidas. Se tuvo la primera pianola y un fonógrafo perfeccionado. Poseía cajas de música movidas por electricidad desde la magistral obertura de Semirabis hasta las populares. Y por último se invento una declinatoria astronómica. Era realmente una isla del progreso en Ancash.”(1989) En 1901, siendo presidente del Perú López de Romaña, se cambió la capital de la provincia de Pallasca de Corongo a Cabana, originando profundo malestar entre la población coronguina por la pérdida de dicha categoría. El 09 de mayo de 1923, el presidente Augusto Bernardino Leguía le confiere la categoría de distrito a Aco, Cusca y Yupán, mediante la ley 4662. El 15 de julio de 1936, el presidente Oscar R. Benavides, mediante la ley 8425, establece el distrito de Yánac. El 05 de octubre de 1940, el presidente Manuel Prado Ugarteche, mediante la ley 9189, crea el distrito de Bambas. Intensas gestiones dieron por resultado que el 26 de enero de 1943, mediante la ley 9821 se estableciera la creación de la provincia de Corongo, compuesto por los distritos de Aco, Bambas, Cuzca, La Pampa, Yanac, Yupán y Corongo designado como capital de la provincia. El notable Elías Garay Izaguirre fue nombrado como primer alcalde de la recién inaugurada provincia. El 17 de noviembre de 1944, mediante la ley N° 10018, la Iglesia de San Pedro de Corongo, por sus especiales caracte-

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rísticas de su construcción, es nombrado como Patrimonio Monumental de la Nación. El 11 de agosto de 1989 mediante R.J.N°515-89-INC/J, el pueblo de Corongo adquiere la categoría de Patrimonio Arquitectónico de la Nación, gracias a sus singulares construcciones donde destacan sus calles empedradas, techos rojizos y viviendas de adobe. El 13 de noviembre de 2008, mediante Resolución Nº 1671/INC, se declara a la danza «Las Pallas de Corongo» como Patrimonio Cultural de la Nación, ya que su contenido histórico, cultural, social y religioso la simboliza como emblema de identidad regional de Ancash y aporte a la identidad colectiva nacional. El 23 de diciembre de 2013, por su importancia económica, política, social y cultural en Corongo, el «Sistema de Jueces de Agua» fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Viceministerial Nº 093-2013-VMPCIC-MC. Actualmente está postulando ante la UNESCO para ser considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Como hemos visto Corongo ha sido muy importante en el desarrollo del departamento de Ancash, inicialmente como parte de la región Conchucos, hasta paulatinamente ir logrando su independencia política. Por ello, al buscar información sobre su historia entre los siglos XVI y XX hay que usar como base la que se consigna sobre la zona de los Conchucos.

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Cuanta gallardía y coraje muestra el shajsha en su danzar, en la forma de enfrentarse a las míticas tonadas que con pinkullo y roncadora toca el chiroco pretendiendo detener su paso. Sus gráciles movimientos sacan a flor de piel la casta del guerrero, casta forjada en los campos de batalla y modelada en siglos de luchas contra los que pretendieron perturbar sus dominios, sus costumbres, su cultura y a sus dioses. Hoy, más vivo que nunca, se muestra ante los suyos, sus hermanos, los coronguinos. Les hace saber que nunca se había ido, que está en cada uno de sus corazones, en sus miradas, en sus manos, en su cuerpo entero. Sus pasos hacen temblar la tierra, sus gritos rasgan el aire, mientras al blandir su rodela y su macana va dibujando estelas que revelan su fiero carácter y sus dones de protector de nuestra gente. 61


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PARTE II: LOS SHAJSHAS DE CORONGO I. DESCRIPCIÓN GENERAL Los «danzas» o «shajshas» es una danza oriunda de la provincia de Corongo. Es una danza de corte guerrero-ceremonial que se ejecuta principalmente desarrollando movimientos de ataque y defensa, donde los danzantes en sus despliegues coreográficos, muestran escenas de una ideal lucha en el campo de batalla, tal como lo hacían los guerreros del pasado frente al pueblo y a sus dioses, buscando el respeto y cariño de los primeros y el favor divino de los segundos. Se baila al son de los «chirocos» o «cajeros» que con pinkullo (flauta) y caja, o tambor, ejecutan una mística música guerrera, mientras los danzantes siguen el ritmo acompasando sus «shajapas» a la música y realizan estelas en el aire blandiendo su «macana» (porra) y su «rodela» (escudo), complementando así los pasos guerreros que los caracterizan, con gráciles y ágiles movimientos que emulan a elementos de la naturaleza. La danza de los Shajshas es autóctona de la provincia de Corongo originada en el pueblo de Aco, que es uno de sus distritos, llegando a difundirse por los demás distritos de la provincia, manteniendo sus características casi incólumes a pesar de los siglos, sufriendo solo pequeñas variaciones producto del mestizaje que dejase tras de sí la conquista y posterior coloniaje, sobre todo en el vestuario. Esta danza es importante porque muestra el recio carácter del pueblo coronguino y sus milenarias destrezas bélicas en 63


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los campos de batalla. Pone de manifiesto a los hombres coronguinos como producto de milenarias prácticas culturales, que a pesar de haber pasado muchos siglos, aún mantienen impoluta su esencia tradicional. Esta ancestral danza da a conocer a la provincia de Corongo como un pueblo que no se amilana ante las adversidades, que se sobrepone a las dificultades y sale adelante manteniéndose firme en sus creencias y manifestaciones tradicionales. La danza de los Shajshas saca a relucir la necesidad que tiene el pueblo coronguino de que se rescaten, preserven y promuevan sus tradiciones englobadas en costumbres, fiestas patronales, fiestas tradicionales, música y danzas. Por ello, los Shajshas es una danza que debe ser difundida respetando la originalidad de sus raíces más primigenias y sacando a relucir su estilo en sus diferentes formas, así como su vestuario y música que los hacen tan únicos e incomparables. Don Fausto Liñán Espinoza en su libro Corongo: perfil cultural, nos dice sobre los Shajshas: “Esta es una forma de danza típica y originaria, que aún nos ha llegado a través de siglos y perdura con marcado acento regional(…) es una danza guerrera de estirpe koriyunga singular y muy característico que se diferencia de otras parecidas por la peculiaridad de su forma y movimiento.” (1984) De igual modo el Sr. Felix Liñán Ocsas en su artículo “Distrito de Aco”, publicado en el libro Corongo Sociedad y Cultura, manifiesta lo siguiente:

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...los shakshas es una danza cuya coreografía expresa los aprestamientos, los avances y las acciones bélicas de una guerra.” También acota: “La danza de los shakshas es típicamente guerrera...” (2008) El profesor Froilán Atilano Alva Serna, en su libro Distrito de Aco y su Folklore, respecto a la danza escribe: “La Danza de los Shakshas es una demostración guerrera de muy remota antigüedad...” (1990) En conclusión, podemos manifestar que los Shajshas de Corongo es una danza guerrera que representa, en su coreografía, el combate tribal que finalmente es rematada por una ágil danza coreográfica de victoria. Sobre esto don Froilán Alva Cerna nos dice: “Según la tradición, se celebra la victoria sobre el enemigo en las luchas que sostenían con las tribus vecinas.” (1990) Felix Liñán Ocsas acota: “Según la tradición, con esta danza guerrera se celebraba la victoria sobre el enemigo en las luchas que sostenían con las tribus vecinas.” (2008) El ingeniero Gilbert Collazos Garay, en un artículo titulado “Identidad ancestral”, que fue publicado en la revista Koriyunga, nos indica:

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“...la danza guerrera de Corongo es una competencia de guerreros interpretando una secuencia de pasos, al son de la música.” Y complementa diciendo: “La danza guerrera Shacsha de Aco y Corongo, son originarios.” Como corolario de lo indicado, afirmamos que esta danza nos presenta a guerreros de élite de la provincia de Corongo, que en su danzar están dando a conocer de manera ritual y/o ceremonial la forma y la fiereza con la cual se enfrentaban al enemigo en los campos de batalla. También muestra cómo los guerreros después de una contienda bélica victoriosa, festejaban ante el pueblo, dando a conocer los movimientos con los cuales habían derrotado al enemigo.

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Cuántos misterios encierra el shajsha en su mítica figura, en su ágil danzar, en su fiera demostración de fuerza y tenacidad... Cuánto de historia guarda en cada una de las hebras de su vestuario, en los íconos que refulgen en su espalda y en cada una de las cintas que adornan su peluca... De cuántas luchas nos querrán hablar su rodela y su macana mientras se mueven vigorosas al compás de las gráciles shajapas que enmudecen al viento y hacen temblar la tierra... Así ha sido, es y será el shajsha coronguino: auténtico, único y especial... Aquel que al son del trueno que emana de las roncadoras y los rayos que, en forma de armoniosas notas, brota de los pinkullos, se enfrenta al olvido y se prepara para salir victorioso en pos del lugar que le corresponde en los anales de la cultura de nuestro pueblo Corongo.

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II. ORIGEN DE LA DANZA Esta danza es originaria del distrito de Aco, pueblo que se ubica al noreste de Corongo, la capital provincial. Desde ahí se inició el proceso de expansión de la danza hasta formar parte de toda la provincia coronguina. Es en este distrito donde se asentó el pueblo preinca de los Huallas de donde, según la tradición oral coronguina, es originaria esta danza. Los huallas, junto a los cushcas, illishircas y clarin ircas dominaban esa zona, siendo sus guerreros hombres caracterizados por su fiero carácter, recia personalidad y por sus grandes acciones bélicas que demostraban en cada una de las batallas que libraban. Precisamente a estos guerreros es a quien alude la danza, mostrando los dotes bélicos que los hacían temidos entre las tribus vecinas. Al respecto el Sr. Felix Liñán Ocsas nos dice: “En la parte alta del pueblo (Aco) se ubica el lugar denominado Hualla, en cuya superficie se encuentran restos arqueológicos diseminados. Aquí habitaron los Huallas, hombres rudos y guerreros que vivieron de la agricultura y la caza de animales. Los Huallas tenían confrontaciones permanentes con sus vecinos los cuscas, los clarinircas, los churtays y luego de sus triunfos retornaban danzando alegremente. Con el tiempo dieron origen a la danza guerrera de los Shajshas.” (2008) En otra parte de su libro expresa claramente sobre el origen de los Shajshas: “Tienen su origen en las antiguas tribus de Hualla, que fue-

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ron grandes guerreros, temerarios y valientes que difícilmente se dejaban dominar. (2008) El profesor Froilán Alva Serna, al respecto escribe: “La Danza de los Shakshas es una demostración guerrera... que practicaban las tribus de Hualla, lugar este, ubicado en la parte alta del actual distrito de Aco de la provincia de Corongo. Estas tribus los Huallas, eran muy guerreras y muy valientes, pues, difícilmente se dejaban dominar. Estaban unidas las tribus vecinas de Clarín y Churtay Irca que se encuentran casi juntas en la jurisdicción de Aco y Corongo.” (1990) También expresa: “(…) los Huallas eran tribus muy guerreras que unidas con las de Clarin y Churtay Irca, fueron siempre invencibles.” (1990) Don Fausto Liñan Espinoza nos dice: “En el extremo norte del amplio valle del Manta, ocupando una extensa y luminosa planicie, se encuentra ubicada la antigua sede de los primitivos pobladores huallas... Los huallas desde los albores de su aparición, fueron aguerridos e indomables; con sus supervivencias han venido demostrando e imponiéndose a través del tiempo, sin dejar de haber asimilado las influencias de otras tribus invasoras foráneas que llegaron a esta región. Los huallas fueron hombres altivos que llegaron a federarse formando el gran señorío de los koriyungas; tales asevera-

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ciones las confirman sus danzas guerreras de los «shakshas» que aun perdura en toda la región.” (1984) El profesor Julio Collazos Romero, toda una autoridad en lo que a cultura coronguina se refiere, en la revista Koriyunga N°64, expresaba sobre los Shajshas: “En lo que es el actual distrito de Aco, en tiempos antiguos, se desarrolló la cultura de los Huallas. Eran eminentemente guerreros sosteniendo duras batallas con sus vecinos de Kurun Marca, Callahuaca y Shurtay. Por lo general los Huallas salían victoriosos y las celebraciones lo realizaban danzando al son de la música guerrera e ingiriendo abundante licor. Posteriormente, con el correr del tiempo, los catequizadores incorporaron estas danzas a las festividades de «Tayta Pancho» en Añamara y Aco, pertenecientes a la parroquia de Corongo.” (1993) El arqueólogo César Serna Lamas, en su libro Mapa cultural de Ancash: datos preliminares, introducción, selección y organización de datos, expresa: “Danza propia de Aco, usan cabellera, máscara, pantalón blanco y chaqueta de pana, con shacapas en las polainas, rodela y mazo en la mano. Interpretan una danza de alegría y victoria.” (2001) Desde antes de la época incaica, los huallas, junto a los tapcas, purunmarcas, coronguimarcas, llaqllacanes, churtayircas, clarinircas, cushcas, namus (¿callahuacas?) fueron sometidos y conformaron una férrea confederación llamada Korymarca

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o Curunmarca con preponderancia coronguina. Este reino y sus belicosos hombres, después de sangrientas batallas fueron sujetos al Tahuantinsuyo por Pachacútec «El organizador del Tahuantinsuyo»; pero los korymarcas siempre tuvieron en jaque al imperio quechua con continuas rebeliones y alzamientos, con los que dificultaban el normal avance conquistador hacia el norte del continente. El geógrafo y misionero carmelita Antonio Vásquez de Espinoza en su obra Compendio y descripción de las Indias, escrito en 1622, hace especial mención de Pallasca y Corongo en las guerras de conquista de la región de los Conchucos por las tropas del inca Pachacutec, mandadas por su hermano Cápac Yupanqui: “(...) pasó a la provincia de Conchucos que por ser tierra doblada y muy belicosos los indios corongos y pallascas, costó mucho consquistarlos.” Muerto Pachacútec el poder fue asumido por su «auqui» o príncipe heredero, quien se ciñó la «Mascaipacha» o borla imperial con la denominación de «Túpac Inca Yupanqui», a cuyas tropas también se enfrentaron las huestes coronguinas causándoles sendas derrotas. De la experiencia de este soberano con los fieros coronguinos nos cuenta el Sr. Adán Rojas Navarro en su libro Estudio monográfico de Corongo, la siguiente tradición que se ha transmitido de manera oral a través de muchas generaciones y ha servido como explicación, también, para el origen de las hermosas Pallas de Corongo: “Habiendo sido conquistadas esta tribus por las huestes triunfadoras de Pachacútec, quedaron involucradas estas

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tierras a los dominios del conquistador imperial. El soberano Túpac Inca Yupanqui, hijo de Pachacútec, siguiendo el plan de conquista de su padre, supo que las belicosas tribus de los Huallas, Curunmarca, Churtay y otras se habían sublevado, desconociendo a la autoridad imperial. El inca se propuso castigarlos ejemplarmente con el exterminio. Los nobles y matronas presididos por sus respectivos Curacas o caciques, atemorizados por esta decisión inquebrantable acordaron aplacar la ira del Soberano, enviando una encantadora embajada para darle encuentro. Estas tribus inteligentes, acaso conocían la deferencia sentimentalista que tenía el inca, por la tentadora presencia de una “dama”, eligieron a las más bellas coyas de las tribus, las que vestidas y ataviadas lujosamente con todas sus joyas y portando valiosos presentes, dan encuentro al soberano, postrándose a sus pies en señal de rendimiento y ofreciendo sus ruegos suplicatorios,implorando clemencia. Túpac Inca Yupanqui, visiblemente emocionado le dice: ¡¡Ccory Yunaccas!! ¡¡Ccory Yunaccas!!... ¿A qué habéis venido...? ¿Qué queréis de mí...? ...¡Levantaos! Con lágrimas en los ojos explican su cometido ¡Venían a liberar a su pueblo… a sus ayllus…! El soberano consternado, cede… y levanta el castigo. Realiza su entrada triunfal en medio de las agradecidas aclamaciones de sus aterrados súbditos; los que en adelante, fueron sus más fieles y leales vasallos.” (1977) El cronista Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales, nos da una visión más histórica de este hecho pues se refiere a las guerras de conquista que libraron los incas con las tribus de la zona a la que pertenecían las tribus de Corongo. Según este cronista, los incas invadieron y tomaron pose-

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sión pacífica de la provincia de «Pincu» (Abarcaba una parte de lo que hoy es Huari) y desde allí llamaron a las provincias cercanas a rendirse ante su poder. Las provincias entre las que destacaban «Huaras, Piscopampa, Cunchucu» (Huaraz, Piscobamba, Conchucos) se alzaron en armas dándose inicio a la guerra, puesto que los incas urgían el crecimiento de sus dominios hacia el norte y estas provincias rebeldes lo estaban evitando: “Con esta respuesta entraron los Incas en la provincia (Pincu), y de allí enviaron el mismo recaudo (¿recado?) a las demás provincias cercanas a ella, que, entre otras que hay, las más principales son Huaras, Piscopampa, Cunchucu. Las cuales, habiendo de seguir el ejemplo de Pincu, hicieron lo contrario, que se amotinaron y convocaron unas a otras, deponiendo sus pasiones particulares para acudir a la común defensa; y así se juntaron y respondieron diciendo que antes querían morir todos que recibir nuevas leyes y costumbres y adorar nuevos dioses; que no los querían, que muy bien se hallaban con los suyos antiguos, que eran de sus antepasados, conocidos de muchos siglos atrás; y que el Inca se contentase con lo que había tiranizado, pues con celo de religión había usurpado el señorío de tantos curacas como había sujetado.” Es interesante la posición del cronista sobre la posible conformación de una confederación de provincias para enfrentar al Inca, pero que al verse en desventaja militar optaron por separarse y defender cada quien su territorio: “Dada esta respuesta, viendo que no podían resistir la pu-

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janza del Inca en campaña abierta, acordaron retirarse a sus fortalezas y alzar los bastimentos y quebrar los caminos y defender los malos pasos que hubiese, lo cual todo apercibieron con gran diligencia y presteza.” El cronista inca, nos cuenta que los incas prestos para la lid se dispusieron a acabar con la rebelión de las provincias. Para este fin fue escogido el príncipe Cápac Yupanqui (Hijo de Pachacútec y hermano de Túpac Inca Yupanqui) para liderar a las tropas tahuantinsuyanas. Después de aproximadamente seis meses de cruenta lucha, los rebeldes empezaron a verse arreciados por el hambre y el cansancio. Luego de haber perdido a muchos de los suyos, incluso mujeres, ancianos y niños, se rindieron ante el poder superior que los atacaba y en vez de la aniquilación, fueron sorprendidos con el magnánimo poder incaico que los perdonó y anexó a sus dominios continuando su avance hacia Huamachuco. “El general Cápac Yupanqui no recibió alteración alguna con la soberbia y desvergonzada respuesta de los enemigos, porque, como magnánimo, iba apercibido para recibir con un mismo ánimo las buenas y malas palabras y también los sucesos; mas no por eso dejó de apercibir su gente, y, sabiendo que los contrarios se retiraban a sus plazas fuertes, dividió su ejército en cuatro tercios de a diez mil hombres y a cada tercio encaminó a las fortalezas que más cerca les caían, con apercibimiento que no llegasen con los enemigos a rompimiento, sino que les apretasen con el cerco y con la hambre, hasta que se rindiesen. Y él se quedó a la mira, con el príncipe su sobrino, para socorrer donde fuese menester.

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Y porque no faltasen los bastimentos por haberlos alzado los enemigos, para si durase mucho la guerra, envió a mandar a las provincias comarcanas del Inca, su hermano, le acudiesen con doblada provisión de la ordinaria. Con estas prevenciones esperó el Inca Cápac Yupanqui la guerra. La cual se encendió cruelísima, con mucha mortandad de ambas partes, porque los enemigos, con gran pertinacia, defendían los caminos y lugares fuertes, de donde viendo que los Incas no los acometían salían a ellos y peleaban con rabia de desesperados, metiéndose por las armas de sus contrarios; y cada provincia de las tres, en competencia de las otras, hacía cuanto podía por mostrar mayor ánimo y valor que las demás, por aventajarse de ellas. Los Incas no hacían más que resistirles y esperar a que la hambre y las demás incomodidades de la guerra los rindiesen; y cuando por los campos y por los pueblos desamparados hallaban las mujeres e hijos de los enemigos, que los habían dejado por no haber podido llevarlos todos consigo, los regalaban y acariciaban y les daban de comer y recogiendo los más que podían, los encaminaban a que se fuesen con sus padres y con sus maridos, para que viesen que no iban a cautivarlos, sino a mejorarlos de ley y costumbres. También lo hacían con astucia militar, porque tuviesen los enemigos más que mantener, más que guardar y cuidar, y que no estuviesen tan libres como lo estaban, sin mujeres e hijos, para hacer la guerra sin estorbos. Y también para que la hambre y la aflicción de los hijos los afligiese más que la propia, y el llanto de las mujeres enterneciese a los varones y les hiciese perder el ánimo y la ferocidad, para que se rindiesen más aína. Los contrarios no dejaban de reconocer los beneficios que se hacían a sus mujeres e hijos, mas la obstinación y perti-

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nacia que tenían era tanta, que no daba lugar al agradecimiento; antes parecía que los mismos beneficios los endurecían más. Así porfiaron en la guerra los unos y los otros cinco o seis meses, hasta que se empezó a sentir la hambre y la mortandad de la gente más flaca, que eran los niños y las mujeres más delicadas, y, creciendo más y más estos males, forzaron a los varones a lo que pensaban, que no los forzara la propia muerte; y así, de común consentimiento de capitanes y soldados, cada cual en las fortalezas donde estaban, eligieron embajadores que con toda humildad fuesen a los Incas y les pidiesen perdón de lo pasado y ofreciesen la obediencia y vasallaje en lo porvenir. Los Incas los recibieron con la clemencia acostumbrada, y con las más blandas palabras que supieron decir les amonestaron que se volviesen a sus pue blos y casas y procurasen ser buenos vasallos para merecer los beneficios del Inca y tenerle por señor, y que todo lo pasado se les perdonaba, sin acordarse más de ello. Los embajadores volvieron muy contentos a los suyos, de la buena negociación de su embajada, y sabida la respuesta de los Incas, hubieron mucho regocijo, y conforme al mandato de ellos se volvieron a sus pueblos, en los cuales los acariciaron y proveyeron de lo necesario; y fue bien menester el doblado bastimento que al principio de esta guerra el Inca Cápac Yupanqui mandó pedir a los suyos, para con él proveer a los enemigos rendidos, que lo pasaran mal aquel primer año porque, por causa de la guerra, se habían perdido todos los sembrados; con la comida les proveyeron los ministros necesarios para el gobierno de la justicia y de la hacienda y para la enseñanza de su idolatría.”

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El Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de cultura) publicaría en el 2006 un libro sobre el Programa Qhapaq Ñan, donde nos dice: “Durante el periodo Inca, la conquista de los Conchucos fue llevada a cabo en el reinado del Inca Pachacutec, mediante su hermano Cápac Yupanqui y su hijo el príncipe Túpac Yupanqui. Luego de una cruenta guerra, fueron vencidos por hambre, introduciéndose en Pomabamba y otros lugares de su territorio mitimaes de la etnia de los Cañaris. La hegemonía Inca duró entre 80 y 90 años hasta el reinado de Huascar y Atahualpa, por lo que las instituciones incas no habrían echado profundas raíces. Así, el alto desarrollo agrícola de la región habría sido producto de las culturas Preincas.” El señor Felix Liñán Ocsas sobre la etapa del dominio tahuantinsuyano nos dice: “La tribu de los huallas, junto a los coronguimarcas, clarinircas y demás agrupaciones humanas, a la postre fueron sometidas a los incas, durante la administración del Yupanqui (Túpac Inca Yupanqui). Constituyeron elementos importantes por ser un ejército auxiliar del inca.” (2008) Don Froilán Alva Serna brevemente acota al respecto: “...encontrarán una síntesis que hago sobre la participación que tuvieron los Huallas en la guerra de Conquista que sostuvieron a su paso por Koronguimarca los ejércitos imperiales del gran Túpac Yupanqui.” (1990)

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El cronista Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú expresa: “Afirman que los indios de esta provincia (Conchucos) fueron belicosos, y los Ingas se vieron en trabajo para sojuzgarlos. Puesto que algunos de los Ingas siempre procuraron atraer a sí las gentes por buenas obras que les hacían y palabras de amistad.” El arqueólogo Alberto Bueno Mendoza, hace referencia a la ocupación incaica en la zona Conchucos: “Por último, entre 1460 a 1533 d.C. Ancash vivió bajo el dominio del Tawantinsuyo, cuyos sitios importantes son Kanapun (...Huaraz), el sitio de Pueblo Viejo (Recuay), Wamanwillca (Recuaywanca) un pequeño añexo a Coronguimarca (Corongo), etc.; por las Pampas de Tuctubamba atraiesa el camino interandino Cusco-Quito (...)” (1989) La influencia incaica ha dejado rastros en la zona que una vez dominaron los hombres de la confederación Korymarca, especialmente en las tierras que fueron ocupadas por la tribu Cushca e Illishirca. Esto se manifiesta en la actual danza de «Los Inkas» que se baila en el distrito de Cusca, con similar atuendo al de los shajshas pero con la diferencia que en vez de peluca llevan un tocado de plumas, unas bandas cruzan sus pechos y en la mano portan un látigo. La música y el estilo de baile característico de esta danza son diferentes a los shajshas. Se realiza dando saltos en un pie, intercalando ambas piernas, generando así un rítmico paso que lo hace muy vistoso y ceremonial.

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Don Fausto Liñán Espinoza nos explica: “La danza de los «inkas» es versión típica de los Huallas en toda esta región, la cual nos demuestra la gran influencia que recibieron de la cultura inkaica(...)” (1984) Como hemos indicado, ya para épocas del Tahuantinsuyo, las tribus que alguna vez fueron enemigas se habían aliado en la confederación Korymarca o Curunmarca, lo que implica que unificaron no solo política y economía sino también costumbres y tradiciones, como siempre sucede en este tipo de organizaciones sociales, incluso las modernas. Al aliarse con los tapcas, namus, clarinirkas, llacllacanes, etc., los huallas enfrentaron, como parte de la confederación Korymarca, a invasiones de reinos vecinos, celebrando sus victorias con su peculiar forma de danzar, lo que fue introducido en las costumbres de sus aliados. Es aquí donde llega la primera difusión de los Shajshas a las demás tribus confederadas. Este tipo de influencias no ha sido caso aislado en Corongo pues apoyándonos en la referencia oral, que se ha transmitido de generación en generación a través de los siglos, podemos afirmar que para enfrentar a las huestes incas los korymarca recurrieron a sus aliados de la zona del Marañón y Huánuco, tal es así que vinieron los panatahuas para apoyarlos en la lucha. El apoyo panatahua caló tanto en la población que para rememorarlos los hicieron parte de su cultura, costumbre que hasta hoy se mantiene en los guerreros del mismo nombre, quienes junto a las pallas engalanan la fiesta del patrón San Pedro en el distrito de Corongo, aunque también se les puede ver en Aco, Cusca, Yánac y Yupán.

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A la llegada de los españoles en 1532 y luego de capturar a Atahualpa, fue la misión de Hernando Pizarro, que se dirigía rumbo al santuario de Pachacamac, la que tuvo los primeros contactos con los coronguinos. El cronista Miguel de Estete, testigo presencial del hecho, nos narra así el encuentro que debió de darse el 15 de enero de 1533: “(...) fuimos a dormir a otro pequeño pueblo que se dice Corongo y a medio camino está un gran puerto de nieve y agro, y hay por todo el camino en muchas partes cantidad de ganado con sus pastores que lo guardan, y tienen sus casas en la sierra a modo de España. En este pueblo dieron comida a todo lo que fue menester para aquella noche e indios para las cargas (...)” El carácter bélico de estos pueblos se manifestó ante los españoles desde los primeros momentos de la ocupación. Los hombres de estas tierras mataron a Sebastian de Torres, primer encomendero de la zona y luego se rebelaron contra el propio Francisco Pizarro (de quienes eran encomienda) luchando contra los abusos que se cometían. Tras el levantamiento de Manco Inca, el curacazgo de Conchucos se plegó a la rebelión. Manco Inca (hijo de Huayna Cápac) sitió Lima en 1536 y la mantuvo así durante varios meses. La parte norte de la rebelión fue liderada por el príncipe Illa Tupa. En esta campaña es cuando los indígenas comienzan a utilizar armamento español para combatir al enemigo. Los guerreros conchucanos cercaron a Hernando Pizarro y a sus hombres, poniéndolos en serios problemas. Tras el levantamiento y el sitio a Lima, el cabildo ordenó al terrible Francisco De Chávez, capitán, conquistador y lugarteniente de Pizarro,

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hacerse cargo de subyugar y pacificar a los indígenas que se habían levantado en armas. En Huamachuco, De Chavez se unió con el capitán Miguel de la Serna, dándose inicio a la campaña de pacificación que fue muy cruel, especialmente contra los Conchucos, que habían tenido cercado al hermano del gobernador. El castigo aplicado por este español sobrepasó los límites y desembocó en un verdadero genocidio. Mandó quemar y empalar a hombres y mujeres, posteriormente hizo asesinar a 600 niños de menos de nueve años. El historiador Edmundo Guillén Guillén en su libro Estudios de Historia Andina, nos dice al respecto: “A mediados de 1539, se encontraba con el capitán Francisco de Chávez en la represión genocida de la provincia de Conchucos y de Guaylas. Esta campaña ordenada por el cabildo limeño para combatir a Illa Thupa, en julio de 1539 terminó en setiembre de este año, dejando una estela de dolor y sangre en estas provincias.” La crueldad que de Chavez utilizó para sojuzgar la rebelión conchucana, generó mucha vergüenza en sus familiares, incluso en la corona española. Después de su muerte, donaron parte de sus riquezas para construir e implementar colegios en las zonas que salvajemente había devastado. Espinoza Soriano escribe sobre la rebelión conchucana de 1539: “Los Conchucanos tenían fama de belicosos, porque en 1539 se rebelaron contra los abusos de los mayordomos o calpisques del encomendero que lo era Francisco Pizarro.

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Se resistieron entonces a pagar más tributos en oro, plata, y otras especies valiosas que no poseían en sus tierras. El resultado fue que el mismo marqués-gobernador envió a Francisco de Chávez para que pacificara a los alzados. El pelotón comandado por este conquistador e invasor tuvo un comportamiento cruel, por lo que “hicieron la guerra muy temerosa y espantable, porque algunos españoles dicen que se quemaron y empalaron número grande de indios.” (1962) Cieza de León nos dice sobre este tema: “Españoles han muerto algunos estos indios en diversas veces, tanto que el marqués don Francisco Pizarro envió al capitán Francisco de Chaves con algunos cristianos, e hicieron la guerra muy temerosa y espantable, porque algunos españoles dicen que se quemaron y empalaron número grande de indios. Y a la verdad en aquellos tiempos o poco antes sucedió el alzamiento general de las más provincias, y mataron también los indios en el término que hay del Cuzco a Quito más de setecientos cristianos españoles, a los cuales daban muertes muy crueles, a los que podían tomar vivos, y llevarlos entre ellos. Dios nos libre del furor de los indios, que cierto es de temer, cuando pueden efectuar su deseo. Aunque ellos decían que peleaban por su libertad y por eximirse del tratamiento tan áspero que se les hacía, y los españoles por quedar por señores de sus tierra y de ellos.” Edmundo Guillén Guillén al referirse a este nefasto capitán indica:

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“Pues ese malvado capitán por sus crueldades y vindicta, figura en los anales de la historia como el Herodes de los Andes.” (1936) Raúl Porras Barrenechea en su obra El testamento de Pizarro, indica: “Chávez —pariente de los Pizarro— con vesania aperreó pueblos, asesinó niños y mujeres para acabar con la acción nacionalista de los inkas de la resistencia.” (1936) Los conchucanos atacaban permanentemente la ciudad de Trujillo manteniendo en peligro a los españoles que allí habitaban. El cronista Agustín de Zárate en su obra Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú, nos detalla la tensa relación que había entre ellos: “Y en este tiempo el Marques envio a Gomez de Alvarado a conquistar y poblar la provincia de Guanuco, porque della habian ido ciertos caciques llamados los conchucos, con mucha gente de guerra, sobre la ciudad de Trujillo, y mataban cuantos espanoles podian, y aun robaban y hacian mucho dano en los mismos indios sus comarcanos, (....) Y asi anduvieron hasta que de la ciudad de Trujillo salio Miguel de la Serna, vecino della, con la gente que pudo sacar, y juntandose con Francisco de Chavex, pelearon con los indios hasta que los vencieron y, desbarataron.” Como producto del triunfo en algunas batallas contra los invasores blancos y en clara mofa al conquistador español, los shajshas (Guerreros) en Corongo comenzaron a utilizar más-

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caras que emulaban facciones europeas, es decir caretas que representaban un rostro occidental. También producto de la interacción con los peninsulares es que en el distrito de Aco, acompaña a los danzantes una «mojiganga» o «franshica» que no es otra cosa que un varón vestido de mujer con máscara y peluca rubia, emulando claramente, de manera jocosa y sarcástica a las primeras damas occidentales, que llegaron a la zona durante la ocupación española. Después de tomar el Cusco, los españoles inician la tarea por acentuar su poder en las nuevas tierras conquistadas; esto incluye no solo campañas bélicas contra los naturales, sino también grandes campañas de adoctrinamiento y evangelización católica, llevado a cabo por misioneros de las diversas órdenes religiosas (dominicos, agustinos, jesuitas, franciscanos, etc.) que venían de España para tal fin. Para esto se organizan misiones religiosas y se las envían a las diversas partes del territorio incaico con la finalidad de “catequizar” y “extirpar idolatrías”, de tal manera que puedan implantar aceleradamente la religión Católica ganando nuevos adeptos que les permitan implantar sus modelos económicos y políticos. La misión principal de los catequistas era difundir el cristianismo y bautizar a todos los que estén dispuestos (a la buena o por fuerza) a abandonar sus creencias y adoptar la nueva religión. El indígena una vez bautizado se volvía católico y como tal era súbdito del soberano español, por tanto debía pagar tributos y demás situaciones que contemplaban las leyes españolas. A la zona de Corongo inicialmente llegaron dominicos pero no dejaron gran obra en la zona. Ya para 1559 llegan evangelizadores agustinos para cumplir con el proceso de ca-

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tequización y extirpación de idolatrías que se había implantado en el Perú. Uno de los primeros pasos de la evangelización implicaba la construcción de una iglesia o capilla donde los naturales puedan recibir el catecismo y rendir culto al dios cristiano. Los evangelizadores agustinos buscaron un lugar idóneo y eligieron Rayan Pampa, tierra de la tribu Hualla en el actual distrito de Aco para erigir la primera capilla o iglesia y entronaron allí a San Pedro como santo patrón. Esta elección quizás fue motivada por su cercanía al camino inca que pasa por la parte alta de esa zona. De esta manera, se decreta que las veintiún tribus que estaban bajo el dominio del cacique Pomacochache debían ir a rendir homenaje al santo patrón ahi entronado. El que sea junio el mes elegido para la festividad de adoración, obedece a que en esta fecha se realizaba la más grande festividad incaica, el Inti Raymi, que se celebraba cada solsticio de invierno que se da entre el 23 y 24 de junio, por tanto no es simple coincidencia que justo en esas fechas inicia la fiesta de San Pedro con el “rompimiento”, aunque en Corongo la festividad se ha centrado más en el manejo del agua. Esto demuestra que los españoles no destruyeron ni desaparecieron las festividades incaicas, sino simplemente reemplazaron los ídolos nativos por santos cristianos facilitando así la conversión de los indígenas. El proceso de catequización fue muy difícil, tal como lo hace saber el cronista Antonio de la Calancha en su Crónica Moralizada de la orden de San Agustín, pero poco a poco el cristianismo fue venciendo. Entonces, los huallas, cushcas, clarinircas y otras tribus de la zona comenzaron lentamente a adherirse al cristianismo y adorar a este santo cristiano mucho antes que esté en suelo coronguino. Ya para 1570, aproximadamente, y

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estando Francisco de Toledo como virrey del Perú, se dictan las leyes para “reducir” (conglomerar) a los indios y se crean las «Reducciones o Pueblos de indios», que eran ciudades centrales donde se aglomeraban a las tribus de los alrededores con la finalidad de tener mano de obra barata, poder cobrar los tributos fácilmente y acentuar el proceso de evangelización. Es en estas «reducciones de indios» (pueblos concentrados de indígenas) donde con fines de evangelización o plan de «extirpación de idolatrías» se congregó a las tribus de la zona en un solo ente urbano. Las nuevas ciudades eran el lugar donde los evangelizadores pudieran realizar la misión de adoctrinamiento religioso a los indígenas, sin tener que caminar tanto, pero también un lugar donde fácilmente se les pueda aplicar las leyes españolas, como el cobro de los diferentes tributos, además, estas ciudades eran lugares donde se podía obtener, sin mucho esfuerzo, mano de obra barata. El mismo Waldemar Espinoza nos dice sobre este tema: “Todas las aldeas recorridas y censadas por el visitador Cristóbal Ponce de León (hizo las visitas a la zona de Conchucos en 1543) fueron desestructuradas entre 1571 y 1572 cuando (se establecieron) las “reducciones” ordenadas por el virrey Francisco de Toledo. A ese inmenso número de llactas pequeñas las “redujeron” o disminuyeron, concentrándolas en cinco pueblos únicamente.” (1964) Las cinco reducciones o «pueblos de indios» fundados por esta nueva política española fueron: Tauca, Llapo, Corongo, cuyas jurisdicciones se le entregó a la encomendera Catalina de Mori; además de Pallasca y Sicllabamba que tuvieron como encomendero a Valentino Pardavé.

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En el caso coronguino, es en esta época cuando se decide buscar un lugar ideal para formar la reducción española. Después de analizar diversos lugares, los españoles eligen la zona de Antahuella por sus características planas, su acceso al agua y la facilidad para establecer comunicación con las otras reducciones. Los españoles dejan de lado a Huallapampa, en el actual distrito de Aco, lugar donde se estableció la primera iglesia de la zona y donde se inició la adoración a San Pedro, y se mudan al nuevo emplazamiento. En la nueva ciudad erigen una iglesia más grande, traen al Santo Patrón a esta nueva locación y concentran a las tribus en los diferentes barrios de la ciudad que se mantiene tal cual hasta nuestros días. Como es obvio, los huallas y cushcas no aceptan este cambio, se roban la efigie del santo y lo llevan a Hualla para adorarlo, los coronguinos hicieron lo propio generándose sendas luchas para conservarlo. En una de estas lides, donde las piedras y los palos se batían en manos de los contendientes, una de las piedras le cae al santo separando y haciendo volar su cabeza por los aires, esto va a dar pie para que hasta hoy los coronguinos seamos conocidos con el mote o sobrenombre de «matasanpedros». Al final, después de calmarse los ánimos, los huallas son ubicados en el barrio de Cayarina junto a los cushcas y clarinircas, y sus zonas de dominio van a quedar solo como estancias ganaderas que aportaban productos a la ciudad principal. A esta nueva ciudad principal o reducción se le da el nombre de Corongo, por ser Curuncumarca o Coronguimarca la tribu principal. Hasta estas zonas van a ser traídas para su catequización las demás tribus de la provincia. Huallas, cushcas, namus, clarinircas, churtayircas, llakllacanes, tapcas y demás,

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son ubicadas en los diferentes barrios que conformarían la nueva ciudad. Cuando las tribus son ubicadas en la nueva ciudad, se produce entre ellas la segunda mezcla de costumbres. Cada una de las tribus, que posee su propia tradición y costumbres desarrollados desde épocas primigenias, influye en las otras, que poco apoco van copiando y mejorando algunos pasos, vestuario y demás manifestaciones tradicionales. Producto de esta segunda interacción surgen los estilos en el baile y la influencia de algunas características coreográficas que explicaremos detalladamente más adelante. Don Adán Rojas Navarro, nos cuenta: “Don Francisco de Toledo... al hacerse cargo este virrey en 1568 y habiendo recorrido desde la sede de su virreinal dominio hasta Charcas (Bolivia) dictó varias ordenanzas de saber administrativas que se denominan con el nombre de “ORDENANZAS DE TOLEDO”... disponía que los indios viviesen no en las punas inaccesibles y lejos de los poblados sino en éstos y en agrupaciones a fin de “trabajar su catequización y empadronamiento y mejor vigilancia”. En conocimiento de esta disposición las tribus de Curunmarca, Antarracá, Churtay, Fraile Irca, Huaraullanca, Catinacoj, Atoj Huasin, Clarin irca y otros tuvieron que abandonar sus antiguas viviendas, sus antiguos ayllus para constituirse, y fundar así la ciudad de Corongo, probablemente en 1576 (…)” El ingeniero Gilbert Collazos Garay, nos indica que el territorio de los huallas era bastante importante ya que en ella se erigió la primera iglesia de la zona, que luego fue cambiada a

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la locación actual de la ciudad cuando se aplicó la política de las reducciones: “El mito de San Pedro... bajo la jurisdicción de Pumakochachi, como curaca. La primera iglesia de la parcialidad la erigen los agustinos en Rayan Pampa (Huagalla), a partir del año 1,560; pues en 1,559 llegaron a Huamachuco 12 evangelizadores agustinos, de los cuales dos fueron a los Conchucos (Pallasca, Corongo). Así es como San Pedro nace en Hualla. La primera iglesia es erigida en Corongo ( la de Huallapampa era solo una capilla) a partir de 1,575, cuando el Virrey Toledo ordena las reducciones de los naturales, es decir llevar a una sola locación (nuevo poblado virreinal de Corongo) a todos los naturales para evangelizarlos y a la vez cobrarle los tributos más fácilmente. Fue muy difícil llevar la imagen a la Iglesia de Corongo porque los huallas no aceptaron el cambio y es así como surge el mito de San Pedro que ya no quería estar en Hualla sino en Corongo. La parcialidad de Pumakochachi celebró la fiesta de San Pedro, en Corongo, hasta los años veinte del siglo XX, cuando se crean los distritos de Aco y Cuzca. En adelante cada distrito hizo su fiesta aparte. La evangelización fue traumática, San Pedro fue impuesto por los agustinos por medio del sincretismo, superponiendo a la fiesta del agua de los naturales.” Don Fausto Liñán Espinoza es mucho más claro y descriptivo en esta parte ya que nos explica al detalle sobre la conformación de la reducción que se estableció después del desagüe de la zona pantanosa de Antahuella, que fuese denominada «Villa de San Pedro de Corongo»; él nos dice:

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“(…) por el decenio de 1570 a 1580 se echan las bases para la organización administrativa de la colonia, mediante la política de las “reducciones” y la legislación de las “ordenanzas”; de tal suerte comienzan a erigirse muchas ciudades, villas y centro poblados de la vasta región andina; mayormente diseminados en las zonas rurales; entonces empiezan a congregarse en lugares y sitios aparentes; previamente escogidos, de este modo se tratará de facilitar principalmente la efectivización de las tributaciones y aprovecharse de la mano de obra gratuita disponible en sus distintas formas. Es así como después de revisar algunos lugares que pudieran ofrecer las condiciones necesarias, se decida la fundación de la nueva ciudad en el valle apacible de Antahuella, a poca distancia de la antigua ciudadela de Coronguimarca.” El señor Liñan Espinoza indica el proceso de concentración de los ayllus a Corongo: “De esta manera, el señorío regional formado por la principales circunscripciones nativas diseminadas y los ayllus de éste horizonte geográfico empezarán a concentrarse mediante este designio en el valle de Antahuella, donde el trazo de la nueva población se efectuaría bajo los evidentes cánones y moldes hispánicos. Concurren pues a éste hecho histórico los cuatro principales núcleos tribales federados al gran señorío regional y ellos son: los Tapkas, los Huallas, los Huauyanes y los Recuainos, con residencia estos últimos en Coronguimarca.”

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Este autor es quien mejor detalla la ubicación de las tribus en los barrios que conformarían la ciudad y que persisten hasta la actualidad: “Una vez realizados los primeros trazos ya mencionados, se pasó a reubicar a los núcleos sociales nativos en los amplios espacios comprendidos de las áreas marginales. Así tenemos el caso de los Tapkas y ayllus aledaños que se tornan avecindarse dando nacimiento a los barrios de Ushquish y Cochapampa, ahora La Laguna y San Cristóbal. Los Huallas, Cushcas y Kayarin-irca pasan a concentrarse y poblar el barrio de Cayarina. Los de Huauyán y ayllus vecinos ocupan el área comprendido del barrio de Malambo. Finalmente los Recuaínos que proceden de las zonas rurales del lado sur se establecen en el antiguo barrio conocido de Jarapuncu, hoy Dos de Mayo.”

NOTA: Es necesario hacer una investigación antropológica que enmarque la posibilidad de que los demás pueblos del reino Korymarca o Curunmarca (tapcas, clarinircas, churtays, llaqllacanes, namus, etc.) también practicaron esta danza desde épocas preincaicas, pues como lo hemos explicado pertenecieron a una sola confederación de tribus enfrentando a sus enemigos, por lo que es posible que desde épocas preincaicas se haya practicado la danza en todos estos pueblos y durante el coloniaje este sincretismo cultural simplemente se haya completado y consolidado.

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El chiroco y el shajsha son los actores principales en este enfrentamiento artístico. El primero ejecuta las tonadas de guerra en su afán de llevar al éxtasis al guerrero, mientras este hace un despliegue de energía, fuerza y tenacidad que manifiesta en ágiles pasos y coreografías, haciendo sonar sus shajapas y blandiendo su pesada maza contra el enemigo.

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III. NOMENCLATURA DE LA DANZA En el departamento de Ancash existen dos tipos de Shajshas que se caracterizan por usar «shajapas», semillas o cascabeles en las piernas. Unos son los del Callejon de Huaylas y los otros provienen de la Provincia de Corongo. La danza de los Shajshas de la provincia de Corongo no guarda ninguna relación ni está emparentada de ninguna forma con las del Callejón de Huaylas cuya nomenclatura se explica por denominación de origen, es decir el nombre de la danza surge de un pueblo llamado «Shacsha» muy cerca a Yungay que desapareció por un aluvión en 1962. En el caso coronguino la denominación es onomatopéyica, generada por el singular sonido que producen las shajapas cuando el danzante ejecuta su baile. Nos dice al respecto el Sr. Gilbert Collazos Garay: “La danza de los shacshas también es muy ancashino, y siguiendo al investigador huaracino (Abelardo Vivanco) comprobamos que hay una danza guerrera shacsha coronguina (de la parcialidad de Pumakochachi) y una danza ceremonial shacsha del Callejón de Huaylas.” (2013) También enfatiza la diferenciación manifestando: “En conclusión podemos afirmar que la danza ceremonial Shacsha del Callejón de Huaylas es diferente a la Coronguina por ser esta última una danza guerrera. La danza de Shacsha de Huaraz ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación, por el Instituto Nacional de Cultura Perú, el 19 de noviembre del 2008, tomando la

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referencia histórica que sus orígenes están en el poblado Shacsha (Yungay), desaparecido en el aluvión del 10 de enero de 1962. La danza guerrera shacsha de Aco y Corongo, por tener características diferentes a la huaracina, deben ser reconocidas como originarias de la Provincia de Corongo, con pruebas irrefutables en lo histórico, y como danza étnica guerrera de origen Coronguino; por lo tanto ser declarado Patrimonio cultural de la Nación, como danza guerrera shacsha de la Provincia de Corongo.” (2013) En el caso de la provincia de Corongo, esta manifestación cultural inicialmente fue conocida con la denominación de «danza» o «danzas» (derivado de la voz quechua DANZAQ que significa danzarín o bailante) sobre todo en el distrito de Aco, donde aún se le llama así, aunque esta forma de llamar a la danza está desapareciendo. Con el correr de los siglos, cuando la danza se propagó fuera de Huallapampa y fue asimilada por los otros pueblos, fue calando en la población el rítmico sonido de las «shajapas» o «shakapas», que son un conjunto de semillas del árbol del maichil debidamente preparado. Estas shajapas que van atadas a los tobillos del danzante suenan rítmicamente: «shak, shak», «shak, shak», «shak, shak» cuando el guerrero danza, estableciéndose la voz onomatopéyica «shaksha» como origen del nombre actual de la danza. Como derivado de esta voz, a partir de 1930 en adelante, los danzantes también han sido conocidos como «shajshapacunas» o simplemente shajshas. Existe una facción de personas, residentes de Aco en la capital, que pretente sostener que la nomenclatura de esta manifestación es «danza guerrera» pero la misma no tiene asidero

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por obedecer a una generalidad y esta hace que se manifiesten alguna ambigüedades que más que aclarar pueden generar confusión. En los documentos, libros, revistas que hablan sobre la danza en la última centuria siempre presentan la nomenclatura «danzas» o «danzaq» y «shajshas» o «hajshapas» y no hay ninguna que la presente como danza guerrera, por ello en este trabajo se desestima esa nomenclatura. Sobre el origen onomatopéyico del nombre moderno, el Sr. Adán Rojas Navarro nos dice: “(…) llevan sartas de maichiles asegurados delante de la pierna (tibia). Al compás del baile especial, en “roncadoras” que tocan una música propia, producen un sonido bullanguero, especial: shak, shak, shak, shak, de donde viene el apelativo de shakshas.” (1942) Don Fausto Liñán Espinoza escribe: “Los shakshas koriyungas, es posible, aparecieron en la primera fase de desarrollo de esta cultura andina, en cuya ornamentación cobra su predominio la pirotecnia del sonido que disparan unas pequeñas semillas ovaladas, que tostadas y amarilladas por sus diestros preparadores, adquieren un sonido especial (….) Estas bellas sonajuelas que caracterizaron singularmente a esta danza, dio origen a su denominación onomatopéyica (…)” (1984) El profesor Julio Collazos indicaba: “Shagsha viene del sonido acompasado que produce las shajapas, semillas que en conjunto, cosidos sobre una tela,

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se amarran a las pantorrillas del danzante. Su golpear al momento de la danza se escucha como «Shagsha» « Shagsha» «shagsha». El objetivo de la shajapa es dar sonoridad y síncopar con la música guerrera.” (1985) El Sr. Felix Liñán Ocsas nos indica: “Se denomina así por las shakshapas o cascabeles vegetales con las que el bailarín adorna sus polainas.” (2008) Don Froilán Alva Serna nos dice: “(…) llevan amarrado en el tobillo una sarta de semillas llamado asiáticos mezclados con cascabeles que le dan un sonido muy característico que generalmente la llaman “shakshapas”(…)” (1990) El sr. Gilbert Collazos expresa al explicar la función de las shajapas y su participación en el nombre moderno de la danza: “Este accesorio es amarrado a cada una de las pantorrillas del danzante, para que cuando mueva las piernas dé un sonido rítmico de shac-shac-shac. Erigen una iglesia más grande, traen al Santo patrón a esta nueva locación y concentran a las tribus en los diferentes barrios de la ciudad que se mantiene tal cual hasta nuestros días. De este sonido onomatopéyico surge el nombre de shacsha. El nombre de la planta es maichil y crece en las orillas el río Marañón. Este nombre (shaqapa) hizo que en el Callejón a esta danza se le denominara shaqapa danza y en Co-

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rongo a principios del siglo XX se llamaba solamente danza, a secas. Como vemos, la particularidad de la danza no solo está en su música, vestuario o ejecución, sino también en el origen de su nombre y/o denominación. Por lo tanto cualquier parecido o emparentamiento con las danzas del Callejón de Huaylas quedan descartados.” También en la forma de escritura se presenta una muy singular diferenciación, pues debido a que el quechua del Callejón de Huaylas tiene diferencias con el llakuash o quechua coronguino, la castellanización de la palabra «shaksha» es un poco diferente. Esto nos explica detalladamente el Ing. Gilbert Collazos en su artículo titulado “Los shacshas, shajshas y shagshas”, donde expresa: “A propósito de la danza guerrera de los shacshas, que son una expresión cultural de la Provincia de Corongo, los estudiosos se preguntan sobre la correcta escritura de esta expresión usada en el departamento de Ancash. Como ya es conocido, la denominación shacsha es onomatopéyica por el sonido de las shaqapas (semillas del maichil —ya asadas y con la eliminación de su parte interna—, que están cosidas a un textil que los danzantes se amarran a las pantorrillas), que con el movimiento de las piernas en plena danza suenan shac-shac-shac. Este sonido otros coronguinos lo escuchan shaj-shaj-shaj; en Huaraz y otras zonas de los conchucos escuchan shagshag-shag. Esto quiere decir que en Ancash para esta danza se utilizan estas tres variantes. En Corongo se usan las variantes shac-

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shac-shac y shaj-shaj-shaj, en cambio en Huaraz y otras zonas de los Conchucos usan shac-shac-shac y shag-shagshag. En conclusión esta danza por mayoría se denomina shacsha, pero como es un sonido onomatopéyico se puede usar en Corongo la versión shajsha; y en Huaraz, como en algunas partes de los Conchucos, la versión shagsha. Si esto lo llevamos al quechua ancashino y coronguino en particular la denominación en castellano de SHACSHA, sería en quechua SHAKSHA. Ahora la denominación quechua ancashina de SHAQSHA se denomina en castellano según la zona donde se use. Es así que en Corongo se pronuncia SHAJSHA; y en Huaraz y algunas zonas de los Conchucos se denomina SHAGSHA. Resumen:

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“Los Shajshas”: obra de la artista Isabel Flores Garay que se exhibe en la Pinacoteca Municipal de Corongo.

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IV. PERSONAJES QUE ACOMPAÑAN A LA DANZA EN CORONGO En la capital de la provincia también existe un tipo especial de Shajshas, con un vestuario y estilo de baile que lo diferencian de los guerreros del distrito de Aco. Desde la conformación de la ciudad española de Corongo hasta finales del siglo XX, bailaron juntos en la festividad de San Pedro en el mes de junio, generándose enfrentamientos entre ellos por celebrar la mejor fiesta. Se enfrentaban los barrios de «Parte Arriba» liderados por los descendientes de los huallas, y los de «Parte de Abajo» liderados por los descendientes de los tapcas. En las escaramusas que se generaban destacaban los gritos de ¡Viva Hualla! o ¡Viva Tapca! que brotaban de cada grupo. Al retirarse los huallas y demás tribus a las inmediaciones del nuevo pueblo de Aco, a finales del siglo XIX, continuaron las celebraciones en Corongo y las nomenclaturas de Parte Arriba y Parte Abajo se mantuvieron pero los shajshas, en Corongo, fueron increiblemente dejados de lado en junio de la fiesta de San Pedro, quedando sin santo a quien adorar. Desde inicios del siglo XX, hasta los años 30 de ese siglo, bailaron para San Miguel Arcángel engalanando su festividad que se realizaba a finales de setiembre, lamentablemente esta celebración se ha perdido en el tiempo. En esos tiempos, los Shajshas en Corongo también tenían sus personajes como en Aco. Las fuentes orales antiguas manifiestan la existencia de una «Franshica» (mogiganga en Aco), negros y viejos, que fueron perdiéndose hasta quedar eximidos totalmente de la danza.

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Posteriormente comenzaron luego a bailar en honor de San Francisco «El Añamarino», y con este santo se mantienen hasta la actualidad. Al formar parte de esta festividad y en su accionar de rendir homenaje a este santo, surgieron los siguientes personajes: EL MAYORDOMO Llamado también «devoto» o «prioste», es la persona que celebra la festividad del Añamarino. Es la máxima autoridad durante la festividad y es el que asume los gastos que se vayan a generar. El mayordomo será el encargado de engalanar la fiesta con todo lo que se requiera para manifestar la devoción hacia el santo: la banda, el castillo y demás cosas que se necesitan para El Mayordomo y su esposa portan la banda y el estandarte como símbolo de su autoridad celebrar de la mejor durante la fiesta patronal. forma con el pueblo. Las puertas de su casa estarán abiertas mientras dure la festividad, ofrecerá ricos potajes para el pueblo y la chicha de jora estará esperando para aliviar la sed de los danzantes y todos aquellos que se atrevan a «shajshar» en la fiesta.

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Como símbolo de su autoridad, el mayordomo y su esposa llevan una banda cruzándole el pecho, y en la mano portan un estandarte alusivo a San Francisco «El Añamarino» y a su festividad. LOS CABECILLAS Acompañan al mayordomo durante la festividad y son muy importantes para que la celebración se realice de la mejor manera. Son personas de confianza del mayordomo que se han ofrecido voluntariamente a colaborar durante la festividad. Su papel principal está en ser los encargados de buscar, contratar y alimentar a los shajshas y chirocos durante el tiempo que dure la fiesta. Son importantes pues de ellos depende la cantidad de shajshas que se hagan presentes engalanando la celebración.

El cabecilla y sus shajshas en la plaza de Corongo.

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Previo a la fiesta, recorren el pueblo buscando danzarines para su agrupación de shajshas, generándose una pequeña competencia entre ellos. Llegan a la casa del danzante y después de pedir que los acompañen en su comparsa, sellan el pacto con una copa de anizado o cualquier otro licor que se llevan para tal fin. Si el danzante es menor de edad, el acuerdo se hace con los padres quienes al beber la copa dan su autorización para la participación de su hijo. También visitan Ñahuín, Aco y San Isidro buscando los mejores chirocos que acompañarán a su comparsa con las melodías de guerra. En el día central de la fiesta ellos recogen a sus shajshas desde muy temprano. A partir de las cuatro de la mañana recorren el pueblo en busca de sus danzantes hasta completar su comparsa, y luego los acompañan durante todo el día hasta altas horas de la noche recorriendo las calles del pueblo y engalanando así la fiesta de San Francisco. LA CAMERA Y LAS MAYORALAS Son personajes muy importantes y necesarios antes, durante y después de la festividad. La «camera», se encarga de velar por el vestuario del Añamarino, cambiándolo, vistiéndolo de gala cuando sea necesario y guardando todos los trajes que posee. Las «mayoralas» son cuatro mujeres, una por cada arreglo floral del anda donde se paseará al santo durante la procesión. En conjunto son las encargadas de cuidar al santo durante todo el año, arreglar su anda para la procesión (cada mayorala se hace cargo de un arreglo floral), además de vestirlo de gala durante toda la festividad.

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Esta cuadrilla de damas coronguinas se encargan de recaudar fondos para apoyar al mayordomo organizando la fiesta. Con los fondos recaudados se contrata la banda que amenizará la festividad con la tonada compuesta especialmente para homenajear al mayordomo y al santo Añamarino. Ellas tienen las llaves de la capilla del santo, ubicado en «El Arco», a la entrada de la ciudad, y durante todo el año se encargan de mantenerlo limpio, cambiarle el traje y renovar las flores periódicamente. Este grupo de señoras notables es dirigido por el muñidor, que es una persona de edad y experimentada, quien se encarga de organizarlas, supervisarlas y apoyarlas en la dura tarea que les toca desarrollar, pero que hacen con mucha devoción y agrado hacia el santo Añamarino.

Las mayoralas se encargan de arreglar el anda donde se paseará el Añamarino durante toda su festividad.

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La camera y las mayoralas pasean los nuevos trajes del santo durante la procesión para así poder ser bendecidos y usados por el santo en fechas posteriores.

EN ACO: En este distrito se originaron los primeros danzas o shajshas, y como ya lo hemos explicado detalladamente, su origen obedeció a la presencia de los huallas en la zona. Con el correr de los siglos, y bajo la dominación inca y española que sufrió esta cultura, han ido agregándose algunos elementos a la danza que se manifiestan actualmente. Hoy en día los danzantes y sus chirocos son acompañados por diversos personajes o mojigangas, que complementan la danza con su presencia dándole un carácter muy particular. Estos ocultan su verdadera identidad para alegrar la fiesta con bromas y chistes a los concurrentes. 105


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Así tenemos a los siguientes personajes:

• LA MOGIGANGA O VIEJA

Representa la parte jocosa de la danza. Es un personaje de vestuario estrambótico que acompaña a los danzantes. Es un varón que está caracterizado de mujer con máscara y peluca generalmente rubia, en clara alusión burlesca a la mujer hispana u occidental; lleva en las manos una muñeca a la que hace pasear de manera jocosa cual si fuese un vástago suyo. Su función es la de jugar con la gente y hacerle algunas bromas, poniéndole así la nota alegre a la festividad. No cualquier varón se viste de mogiganga, al menos en tiempos pasados, este personaje era reservado para personas especiales, elegidos para tal fin por sus dotes histriónicas y su capacidad de jugar con la gente.

Las mogigangas o viejas son varones que satirizan a la mujer occidental.

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• LOS NEGROS

Personajes también jocosos y estrambóticos que acompañan a la danza con sus acciones graciosas con las culaes juegan con la población. Claramente hacen alusión a la época colonial y la esclavitud de las personas traídas de África por los españoles. El negro es una persona vestida de militar que lleva puesto una máscara oscura con la que protege su identidad para jugar bromas sin problemas. Su función principal además de completar la comparsa es la de ser pareja de la vieja, cuidándola, protegiéndola y acompañándola jocosamente en las bromas que ésta hace durante la danza.

Los negros hacen alusión a la esclavitud en el Perú.

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• LOS VIEJOS

Representados también por personas enmascaradas que, al jugar con la gente y burlarse de las personas, ironizan mostrando jocosamente los estragos de la gente de la tercera edad.

Los viejos completan la comparsa que complementa a los guerreros en Aco y juegan con la gente mostrando los achaques de la senectud en las personas.

Viejos y mogiganga listos y prestos para presentarse en una actividad en la capital de la república.

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• EL ABANDERADO

También llamado «alférez». Es quien pasa la fiesta, lleva una banda cruzándole el pecho y empuña blandiendo una bandera peruana como símbolo de su autoridad como máximo jefe de la celebración. Este personaje es muy importante ya que es el encargado de correr con todos los gastos de la celebración. La bandera también puede ser llevada por la esposa o algún otro familiar del alférez. La bandera simboliza el amor y entrega que tienen los aquinos y en general los coronguinos para con la patria, ya que han tenido también participación en las diversas disputas bélicas que ha sostenido nuestro país, como la justa independentista y la guerra del Pacífico. Incluso el autor tuvo el honor de conocer héroes coronguinos de la guerra con Ecuador de 1942, lo cual manifiesta lo que aquí se plantea sobre el pundonor patriótico del pueblo coronguino.

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Don Froilán Alva Serna escribe: “Estos personajes, caracterizados con un vestuario raro y estrambótico, acompañan a los danzarines, y están cargados de muñecos y muñecas que llevan en el brazo aquellos que están caracterizados de mujer. Tienen cubierta la cara con máscaras muy raras: de negro, negra, viejo, etc. Estos personajes desarrollan «gracias y ocurrencias» a través de cualquier broma pesada en quechua y castellano, se acercan al grupo de personas y sueltan algu- La bandera y la banda son los símbolos nos «chascarros» llenos de la autoridad del Alferez en la festividad de Aco. de ironía, reproduciendo alguna cosa anormal que a diario sucede en el pueblo que sirve muchas veces de «cuchicheo» entre la gente... así continúan durante todo el día de la fiesta acompañando a los danzas, con una diversidad de juegos, chascarros, bromas, refranes y máximas nacidas del medio ambiente pueblerino. El abanderado o alférez lleva una bandera peruana que simboliza su autoridad en la fiesta.” (1990)

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• LOS CAPITANES DE DANZAS

Son los encargados de organizar a las comparsas que engalanarán la festividad de San Francisco de Asís en Aco. Ellos se encargarán de buscar, alimentar y atender a los danzantes y chirocos durante la festividad. Son uno por cada barrio del distrito. Antiguamente eran tres, pero al independizarse la festividad de San Isidro, solamente quedaron dos: el capitan de Chope y el capitán de Succha.

Los capitanes de danzas también portan una bandera peruana como señal de su cargo y se encargan de organizar las comparsas de danzantes que acompañarán al Alferez en la festividad. 111


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La danza de los Shajshas de Corongo es parte del proceso de flujo económico que se da en la provincia, habiéndose extendido a los diferentes distritos y formado parte de las festividades que celebran en cada uno de ellos. Los shajshas desde sus inicios se han difundido por toda la provincia mediante dos vertientes, la de Aco y la de Corongo; lo que se explica detalladamente en el cuadro. Actualmente esta danza ha llegado a infuenciar incluso a otras provincias que la requieren para sus fiestas patronales. Esto denota una importancia significativa de la danza en el ámbito no solo local y provincial sino también regional. Un ejemplo de esto es la provincia de Sihuas a cuyas festividades acuden shajshas principalmente provenientes del distrito de Cusca.

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V. ESTILOS DE LA DANZA Desde sus orígenes y difusión por las distintas tribus del reino Curuncumarca o Korimarca y posterior coloniaje, la danza de los Shajshas ha ido sufriendo pequeñas variaciones al ser adoptada por cada una de ellas, es por ello que en la actualidad, en la ejecución de la danza se pueden apreciar tres estilos muy marcados: Aco, Corongo y Colcabamba. Esta diferenciación de estilo solo se manifiesta en el danzar pues todos usan la misma música y prácticamente el mismo vestuario. Describamos las características de estos estilos: a) ESTILO ACO Como ya hemos explicado largamente en páginas anteriores, las raíces más primigenias de la danza están en la tribu de los huallas que se ubicaron en el actual distrito de Aco. Es de aquí desde donde se difundió a las demás tribus que también la adoptaron como suya con caracteres propios. Este estilo es el que marca el paso característico de la danza que consiste en golpear contra el suelo, sacudiendo intercaladamente los pies que están cubiertos por las shajapas, haciendo que estas produzcan el sonido característico de «Shak, shak», «Shak, shak», «Shak, shak» siguiendo el ritmo de los chirocos. El guerrero utiliza en su danzar la rodela que lleva en la mano izquierda, en la espalda a la alturade la cintura, y el mazo o macana es blandido con el otro brazo sobre la cabeza. Su danzar es acompañado por gritos de guerra de varones y mujeres quienes emiten sonidos guturales que hacen estremecer la tierra. En su singular griterío destaca el «Viva Suc-

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cha», «Viva Hualla» o «Viva Chope» en alusión al barrio del distrito al que representa la comparsa. Destacan en su ejecución, fuertes y aguerridos pasos que consisten en saltos donde se sacuden al aire repetidas veces una pierna, y luego la otra en similar situación, manteniendo siempre el sonido que le da nomenclatura a la danza. La fuerza que muestra esta forma de bailar es muy admirable. El cuerpo se mueve de derecha a izquierda usando como eje a la cintura, de igual forma la cabeza se mece moviendo la peluca cuyas trenzas y cintas semejan ser un nido de serpientes que quieren atacar a su enemigo. Al cambio de música levantan el mazo (macana) y la rodela sobre la cabeza, y golpean estos emitiendo gritos de victoria mucho más fuertes que los ejecutados durante las estrofas de la música. En el aspecto de vestuario, este estilo se diferencia de los otros porque sus danzantes usan un chaquetón que cubre hasta las nalgas. Es posible que este estilo haya sido practicado no solo en Hualla, sino también en Cushca, Illish Irka, Clarin Irka, Churtay Irka y otras tribus de esa zona. En la actualidad es- La bandera y la banda son los símbolos de la te estilo es muy practi- autoridad del Alférez en la festividad de Aco.

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cado en las fiestas patronales de San Francisco de Asís en Aco, San Isidro Labrador, en el caserío de San Isidro, y en la Virgen de la Merced en Cusca. A partir de la década del noventa de siglo anterior, se han ido estableciendo algunas variaciones en el vestuario de los Shajshas en el distrito de Aco, los alférez y capitanes de danzas que muchas veces van desde la capital, han llevado la competitividad entre barrios a un nivel diferente. Con la finalidad de diferenciarse entre ellos, cada barrio tiende a diseñar su polo o camiseta que lo identifique, motivando a sus danzantes para que lleven las chaquetas abiertas mientras danzan para mostrarlo. Esta costumbre lamentablemente atenta contra la estética de la indumentaria que debe presentar un guerrero, lo cual era costumbre tradicional en Aco. Esta práctica se ha arrraigado tanto que en nuestros días, los guerreros obvian la chaqueta y bailan sin ella, prefieren mostrar su polo antes que mantener su esencia tradicional. Hoy en día la competencia ya no solo se da en fuerza, baile y despliegue de las comparsas, sino también en la cantidad de danzantes que lucirán el polo del barrio. Por ello, utilizando las redes sociales, se recluta personas para ir a bailar hasta Aco, ofreciendo incluso pagarles el pasaje. Los migrantes de Aco que se han establecido en la capital, han sido influenciados por agentes e iconografías de otros pueblos de quienes han copiado elementos ajenos que lamentablemente hoy plasman en sus vestuarios, los que en muchos casos lucen demasiado estilizados. Hoy es lamentable ver trajes de shajshas con bordados exagerados e iconografías inadecuadas, usando el estilo típico del centro del Perú, les han puesto incluso hombreras militares, pelucas con muchos adornos y trenzas muy estilizadas.

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En lo que se refiere a los personajes que acompañan a los shajshas, también se han dado estilizaciones con la utilización de máscaras modernas hechas de goma y caucho (de las que se usan en Halloween), dejando de lado el cuero de chivo o de oveja que era el material privilegiado para este fin. En la capital este estilo es difundido por la Agrupación Folklórica «Danza Guerrera de Aco», conformado por familiares y descendientes de migrantes del distrito de Aco.

Danzantes shajshas de Aco con su indumentaria típica posando para la posteridad.

b) ESTILO COLCABAMBA Colcabamba es otro de los bastiones históricos de los shajshas, al punto de tener un estilo de baile muy propio y característico.

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Este estilo, centrado en las campiñas colcabambinas, seguramente fue desarrollado y practicado por las tribus de parte abajo (coronguimarcas, namus, llacllacanes etc.), durante la época colonial. Durante muchos años los cajeros de danzas provenían de esta zona y entre sus pobladores había grandes preparadores de shajapas. En cuanto a vestuario y música no hay grandes variaciones y guarda similares características con la de Aco. Lo diferente se encuentra en la forma de ejecutar la danza, pues en este caso se realiza desarrollando dobles pasos con cada pierna y golpeando el piso con los talones. Mientras la rodela se mantiene en la mano izquierda y doblada hacia la espalda, con la macana se realizan cabriolas que consisten en movimientos circulares, donde la cintura juega un papel preponderante.

El shajsha desarrolla un movimiento circular ascendente con el cuerpo cuando ejecuta el estilo Colcabamba.

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El danzante describe círculos con su cuerpo en su desplazamiento agachándose rítmicamente como queriendo tocar el suelo con la macana, mientras con el doble paso acompaña su desplazamiento. Este doble paso se realiza golpeando los talones contra el suelo para hacer vibrar las shajapas con el sonido característico que da el nombre a la danza. Este estilo se practica en el caserío de Colcabamba en honor a la Virgen de la Asunción. En la actualidad este estilo ha sido asimilado en el distrito de Corongo y forma parte de los trabajos coreográficos que se realizan en su festividad. c) ESTILO CORONGO En el distrito de Corongo, también se ha desarrollado un estilo muy propio de la danza y obedece no solo a las difusiones primigenias, cuando la danza se expandió por las tribus confederadas de Curucunmarca o Korymarca, sino principalmente a la época en que se funda como reducción la Villa de San pedro de Corongo y las tribus al ser trasladadas y reubicadas en la nueva ciudad, tienen un mayor contacto cultural y sus costumbres pudieron sincretizarse más y mejor. Este estilo posee mayor estilización en movimientos y pasos ejecutados durante su desarrollo. Además, a diferencia de los otros dos estilos, éste tiene un trabajo coreográfico bien desarrollado debido a que el pueblo de Corongo, al ser capital de la provincia, ha tenido mayor contacto con las ciudades externas del Perú. Este estilo fue rescatado, preservado y difundido por la acción directa de la emblemática institución Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo, quien en los últimos 50 años

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ha llevado la danza por diversos departamentos del Perú con muy buenos resultados. En la capital de la nación, los shajshas se han hecho conocer gracias a instituciones como el Centro Musical Corongo y la Asociación Cultural Tierra Madre, entre otras. El shajsha coronguino y el de Aco tienen la vestimenta bastante similar, solo diferenciándose en el estilo de la chaqueta, pues mientras en Aco el vestuario se compone con un chaquetón que llega hasta la zona de los muslos, en Corongo se utiliza una chaquetilla, mucho más pequeña que la primera, que tiene como peculiaridad principal el dejar lucir la faja que ciñe la recia cintura del danzante.

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El paso básico, que consiste en sacudir rítmicamente los pies haciendo sonar las shajapas, en este estilo se realiza bailando casi de puntillas a diferencia del de Aco y Colcabamba que usan más los talones. Este estilo requiere de un excelente estado físico del danzante, ya que conforme avance la música y se va llegando al climax de la danza, éste tendrá que agazaparse y saltar mucho más fuerte, sacudiéndo fuertemente los pies para que suenen las shajapas con energía.

Con las patadas, el shajsha de Corongo emula y rinde un homenaje al de Aco, reconociéndolo como raiz primigenia de la danza.

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La cintura juega un papel preponderante ya que durante toda la danza se juega con ella meciéndola rítmicamente mientras los pies realizan la ya descrita tarea de mantener el «shak shak», «shak shak», «shak shak». Conforme va subiendo el ritmo de la música el guerrero se agazapa más y mueve más frenéticamente los pies, manteniendo el ritmo de las roncadoras que los chirocos golpean con mayor fuerza, como queriendo hacer cansar a los guerreros, la euforia va aumentando y el shajsha va desarrollando distintos pasos coreográficos. Cada parte del cuerpo tiene un movimiento independiente, los brazos con las armas, la cabeza con la peluca, la cintura, las piernas con las shajapas, pero en conjunto, el Shajsha es una unidad folclórica y cultural extraordinaria. En este estilo el guerrero acompaña su bailar y se da ánimos con un solo grito de guerra, que suena ¡huz! ¡huz! ¡huz! Esta es otra típica característica de este estilo que lo diferencia del de Aco donde destacan más gritos de guerra. La rodela y la macana juegan un papel especial pues mientras el primero se mantiene en la espalda y a la altura de la cintura, la macana, blandida por el guerrero, realiza su propio juego coreográfico, mimando escenas de ataque, dibujando estelas en el aire y cruzando su movimiento con el compás de la cabeza que lucha por lucir al máximo las cintas y trenzas de la peluca. Al cambio de música el shajsha levanta la pierna y bajo ella golpea su macana en la rodela, repite el movimiento dos veces, rematando con una actitud amenazadora contra el chiroco golpeando fuertemente sus armas sobre la cabeza de éste. El clímax de la danza coronguina se da con la «contramudanza» o escenificación de la pelea, donde los danzantes se ponen en dos bandos e inician la lucha ideal entre ellos.

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La contramudanza marca el momento de mayor tensión en la danza pues se enfrentan los guerreros describiendo escenas de lucha con movimientos de ataque y defensa.

Las armas del guerrero adoptan posición de batalla. Los guerreros se agazapan prestos para la lid, ponen la rodela adelante en su natural posición de escudo, mientras blanden la macana en son de guerra queriendo atacar a su contrincante. Los danzantes realizan movimiento de ataque y defensa pisando fuerte el piso y manteniendo el «shak shak», «shak shak», «shak shak» mientras los chirocos entonan los acordes de la guerra. En esta demostración bélica los guerreros se miran, se retan y hacen la pantomima de atacarse y retroceder mientras lanzan gritos de guerra. No dejan de motivarse con el ¡huz! ¡huz! ¡huz! dándose ánimos para la pelea Es como traer al presente las milenarias batallas libradas en el pasado. 122


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En otra parte de la danza, emulando al estilo de Aco (raíz primigenia), el danzante comienza a patear sacudiendo las piernas repetidas veces pero intercambiándolas, con lo cual da muestras de agilidad al avanzar, retroceder, girar, etc.

Los movimientos de ataque y defensa son característicos en este baile. Los guerreros se retan bailando entre sí demostrando su fiereza y resistencia durante la ejecución de la danza.

También se realiza el círculo o «remolino», donde el danzante gira sobre una pierna mientras con la otra golpea el piso en sentido horario y anti horario, mostrando sus destrezas en la danza. En muchas partes de la danza los guerreros rodean al chiroco formando círculos alrededor de él.

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En las épocas más primigenias, este estilo debió haber sido practicado por los tapkas, llaqllacnes, etc. El estilo de Corongo, por estar en capital de provincia y tener mayor acceso a vías de comunicación, se ha expandido llegando a hacerse presente en las fiestas patronales de Yupán, Bambas, Yánac y La Pampa. El estilo coronguino de los Shajshas fue rescatado, revalorado y difundido por el Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo, institución que desde 1965 se ha dedicado a trabajar por las tradiciones folclóricas y culturales de toda la provincia.

Los desplazamientos grupales y las figuras circulares son muy características de esta hermosa danza coronguina.

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TRAJE COMPLETO DE SHAJSHA CHAQUETA

FAJA

PANTALÓN

PELUCA

CALZONCILLOS SHAJAPAS

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RODELA Y MACANA


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VI. EL VESTUARIO Esta danza es muy característica en cuanto a su vestuario, pues su atavío tiene carácter propio y lo diferencia de cualquier otra danza de nomenclatura parecida. El shajsha coronguino está vestido típicamente como un guerrero presto para la batalla. Su vestuario hace descollar su personalidad bélica y su fiero carácter, mostrándonos cómo se enfrentaban los antiguos pobladores de la provincia de Corongo con los profanadores de sus dominios. El cronista Cieza de León en su paso por tierras conchucanas nos da una idea de la generalidad en el vestuario de la gente que habitaba la zona: “Por las cabezas traen todos sus cordones y señales para ser conocidos.” También expresa: “(...) los naturales son de mediano cuerpo. Andan vestidos ellos y sus mujeres, y traen sus cordones o señales por las cabezas.” El traje de los guerreros shajshas es mestizo y claramente se nota la influencia hispana en su conformación. Los uncus, huaras y otras prendas prehispánicas han sido reemplazados por prendas mas occidentales como el pantalón y la chaqueta, aunque se mantienen aditamentos que no han variado como las shajapas, la macana, la rodela y la peluca. Los estudiosos de la cultura peruana señalan que en la época incaica el lujo fue privilegio de los varones, siendo la indu-

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mentaria femenina muy sencilla. Las mujeres vestían una simple túnica regularmente corta llamada «ANACO» o «ACSO» y ceñida a la cintura por una faja llamada «CHUMPI». Cubrían sus hombros con una prenda de abrigo llamada «LLICLLA». Algunas veces cubrían sus cabezas con una banda doblada en pliegues que caía sobre la espalda o la adornaban con tocados de flores. Sólo las mujeres de alto rango llevaban adornos y finas telas. El vestido del varón se conformaba de dos piezas: una especie de camisetas sin cuello ni mangas que los hombres comunes usaban y llamaban UNCU, una manta cuadrangular que llamaban YACOLLA y una prenda interior que solo utilizaban los que alcanzaban la mayoría de edad llamada HUARA. Los de la nobleza y el inca complementaban esta vestimenta con los adornos propios de su jerarquía como la mascaypacha, orejeras, brazaletes, pectorales y collares. El mestizaje de su vestuario, como en todo nuestro país, obedece a una imposición española que se da en todo el Perú en dos etapas: * Después de la ejecución de Túpac Amaru I, el último Inca de Vilcabamba, en 1572, el virrey Francisco de Toledo obligó a los hombres a usar trajes españoles y las mujeres a variar el tradicional anacu. Es así que el vestido peruano sufre grandes cambios, ya que la clase alta indígena adoptó elementos de origen español como encajes, damascos, etc., sobre brocados, diseños nativos, que formaron novedosas mezclas. Por este motivo José Gabriel Condorcanqui el líder de la rebelión indígena más importante de la historia del Perú, vestía en 1780 pantalones y sombrero negro a la usanza ibérica. * Es después de la rebelión de Túpac Amaru II, donde se prohibió totalmente el uso de trajes incaicos en todo el Perú colonial.

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El visitador Antonio de Areche, el día de la ejecución del inca insurrecto, haciendo gala de un extremo desprecio hacia las tradiciones y costumbres de la población indígena peruana, sentenció: “Al propio fin se prohíbe que usen los indios los trajes de la gentilidad, y especialmente los de la nobleza de ella, que solo sirven de representarles los que usaban sus antiguos Incas, recordándoles memorias que nada otra cosa influyen que en conciliarles más y más odio a la nación dominante, fuera de ser su aspecto ridículo y poco conforme a la pureza de nuestra religión, pues colocan en varias partes de él al Sol, que fue su primera deidad. Extendiéndose esta resolución a todas las provincias de esta América Meridional, dejando del todo extinguidos tales trajes, tanto los que directamente representan las vestiduras de sus gentiles reyes con sus insignias, cuales con el unco, que es una especie de camiseta; yacollas, que son unas mantas muy ricas de terciopelo negro o tafetán; mascaypacha, que es un círculo a manera de corona, de que hacen descender cierta insignia de nobleza antigua, significada en una mota o borla de lana de alpaca colorada, y cualesquiera otros de esta especie o significación.” La prohibición de Areche incluyó a algunos instrumentos tradicionales y la forma como se guardaba luto a los difuntos en el incario: “Del propio modo, se prohíben y quitan las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, a las que llaman pututos, y son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre, con que anuncian el duelo y lamentable memoria

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que hacen de su antigüedad. Y también el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provincias como recuerdos de sus difuntos monarcas y del día o tiempo de la conquista, que ellos tienen por fatal y nosotros por feliz pues se unieron al gremio de la Iglesia Católica y a la amabilísima y dulcísima dominación de nuestros Reyes.” Finalmente, Areche estableció que sean los eclesiásticos los que se encarguen de imponer las costumbres, moda y lengua española en todo el virreinato: “Y para que estos indios se despeguen del odio que han concebido contra los españoles y sigan los trajes que les señalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres españolas y hablen la lengua castellana, se introducirá con más vigor que hasta aquí el uso en sus escuelas bajo las penas más rigurosas y justas contra los que no las usen después de pasado algún tiempo en que la puedan haber aprendido. Pasándose con esta propia idea oficios de ruego y encargo a los muy Reverendos Prelados eclesiásticos para que en las oposiciones de curatos o doctrinas atiendan muy particularmente a los opositores que traigan certificaciones de los jueces provinciales del mayor número de feligreses que hablen en ellas dicha lengua castellana, poniendo en las ternas que remitan a los Señores Vice-Patronos esta circunstancia respectiva a cada uno de los propuestos.” Sobre esto Juan Carlos Estenssoro en su libro Del paganismo a la santidad: la incorporación de los indios del Perú al catolicismo, 1532-1750, nos dice:

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“Los Takis o representaciones integrales se organizaron hasta la Revolución de Túpac Amaru II, tiempo en el que se reprimió violentamente el movimiento (1781) y se prohibieron bajo pena de castigo (azotes, encierro y hasta la muerte) todas las expresiones culturales, los idiomas nativos, las formas religiosas, etcétera, es decir, todo aquello que hiciera recordar la historia de sus antepasados, como se puede leer en documentos de la época colonial.” Chalena Vásquez en el libro Ritos y fiestas: el origen de la danza, manifiesta: “Luego de la violenta represión contra el movimiento liberador de Túpac Amaru II, ocurrida en 1781, muchas expresiones culturales y artísticas tuvieron que ocultarse, transformarse o desaparecer. Así, las canciones y danzas, los personajes, los argumentos y mensajes de los antiguos takis se encubrieron: se presentaron con nuevos ropajes, con los vestuarios de origen español y en contextos religiosos católicos, como las fiestas patronales.” Jean-Jacques Decoster, en su trabajo Identidad Étnica y Manipulación Cultural: la indumentaria inca en la época colonial, expresa: “Las instituciones religiosas y seculares coloniales tenían como objetivo garantizar que la población indígena fuese reducida a pueblos idénticos imitados de los modelos europeos, que adorase al único dios cristiano y pagase un tributo a la Corona española, que todos hablasen la misma lengua genérica (el quechua usado por los españoles como

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lengua franca) y llevasen la ropa uniforme que les identificaba como «indios» y les diferenciaba de los españoles. Por supuesto, todo no resultó exactamente así. Mucha de la gente reubicada en las reducciones regresó a sus aldeas de origen (pacarinas) que se convirtieron en anexos de los nuevos pueblos. El dios cristiano tuvo que compartir la fe del pueblo con sus colegas andinos, algunos de ellos disfrazados de santos católicos. Y, como muy bien sabemos, las diferenciaciones locales y regionales en los diseños y colores siguieron brotando de los pliegues llanos del poncho.” Amplios estudios demuestran que la vestimenta en la época incaica no era muy ostentosa y colorida, aunque el material de confección variaba según la clase social. Se usaba desde fibras vegetales para las clases más pobres pasando por algodón, llama, alpaca, algodón y vicuña para las clases más favorecidas. Por versión de los cronistas sabemos que la ropa del Sapa Inca estaba confeccionada por las manos de las escogidas o «Acllas» de la finísima lana de vicuña. Lamentablemente no hay registro material de la misma pues la ropa del soberano era quemada después de usada para evitar algún maleficio contra su persona. Como hábiles artesanos, los incas poseían magníficas manos para tejer, destreza que hasta hoy conservan gracias a la enseñanza oral transmitida de generación en generación como una de las manifestaciones menos sincretizadas. Incluso hoy en día, cada comunidad posee un modo específico de hilado y tejido, que es identificado por sus características y hasta tonalidades que utiliza. Con la conquista española, los indígenas se vieron obligados a adaptarse a las vestimentas ibéricas; sobre todo las mu-

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jeres que hasta antes de la colonización utilizaban los anacus y acsus que eran ropajes cómodos donde no tenían reparos en mostrar los brazos, cuello, cabello y piernas mientras que la moda europea era completamente tapada hasta en las manos (guantes). Era muy obvia la mano ultraconservadora de la iglesia católica en la moda usada en Europa e impuesta a la población indígena. De este mestizaje impuesto surge una exquisita mezcla cultural que da como resultado lo que hoy consideramos típico sin serlo: sombreros, amplias polleras, matinés (elegantes bluzas de chola), chaleco, pantalones y sombrero en los varones, etc. Roberto Arone, en su trabajo La Vestimenta Tradicional Del Perú, manifiesta: “El encuentro de ambas culturas ocasionó cambios y la vestimenta no fue ajena a ello. Obligados a desechar su indumentaria por la vestimenta española, el anaco fue cambiado por blusa y pollera. Del mestizaje ha surgido un vestido atractivo y colorido, que tiene como constante el uso de polleras y pantalones en todas sus gamas, además de la introducción de chaquetas. Vestimenta básica que presenta características propias en cada pueblo y comunidad. Asimismo, se registra un cambio en los diseños decorativos. De las figuras geométricas se paso a las flores y otros motivos españoles.” Gianmarco Osorio en su trabajo El vestido en el Perú: Una tradición milenaria, nos dice: “A raíz del levantamiento de Tupac Amaru II, en 1780, la autoridad española decretó con renovado rigor la supresión

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del traje nativo. El indígena, al acatar entonces la drástica orden, recreó los patrones extranjeros impuestos, incorporándoles ciertos elementos y formas de su antiguo atuendo, conjunción hispano india cuyo resultado es el traje popular usado hasta nuestros días. Cambió la mujer el sobrio anacu por las polleras y el varón el uncu por el pantalón y chaqueta, adaptándolas a su idiosincrasia.” La Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PromPerú), en el libro Perú: Moda y textiles, plantea: “La conquista española fue la primera fusión cultural, encuentro y conflicto de culturas que en el tejido quedó reflejada con el obligado abandono de la vestimenta prehispánica y la adopción del tejido de punto. Así, por orden de la Corona Española, las mujeres debieron dejar la túnica para adoptar las modas peninsulares de la saya, la blusa y la chaqueta, mientras los hombres asumían el pantalón, la camisa y el saco.” El vestuario de los shajshas es pues producto de este sincretismo impuesto por los españoles en el Perú. El traje se compone principalmente de una chaqueta y un pantalón donde predomina el estilo francés. PromPerú sustenta esto al decir: “Los actuales trajes regionales peruanos tienen en su mayoría una base española, influenciada a su vez por la moda francesa de entonces.” El material de confección del traje ha pasado por diversos estadíos, hasta llegar a su conformación actual. Elucubrando

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podríamos sostener que al igual que en todo el Perú. Inicialmente la ropa de los shajshas estaba hecha de bayeta hecho en tejido de asiento o callgua y teñido con tintes naturales. Su confección debió haberse hecho con lana de auquénidos ya que como lo señalan los primeros cronistas que pasaron por ahí, Corongo era zona ganadera por excelencia. Con la conquista se introdujo el telar mecánico, las telas se perfeccionaron y los trajes también. En la zona se comenzó a producir el «mestizado» una bayeta muy fina y suave con la que se hacían los trajes de los danzantes shajshas, incluso el de las pallas. Con el avance del tiempo fueron cambiando, igual que los materiales y las telas que se habían ido usando en la confección de los trajes. Muy importante en el modelo del vestuario y tela utilizada en la confección del traje ha debido ser la existencia de la hacienda de Urcón, uno de los principales obrajes textileros desde las primeras épocas de la colonia. Inicialmente propiedad de la familia Lobatón y Azaña, pasó luego a manos de la familia Terry quien la dotó de maquinaria textil que la convirtió en una de las más importantes del Perú. Leticia Quiñones Tinoco, en su libro El Perú en la Vitrina: El Progreso Material Del Perú a Través de Las Exposiciones, (18511893), nos dice: “En la sección de tejidos de algodón, seda, lana y paja se apreciaron los paños producidos por la hacienda de Urcón(…)” Alberto Regal Matienzo, en su libro Castilla constructor: las obras de ingeniería de Castilla, manifiesta:

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“En el año de 1860, los Sres. Terry instalaron en la hacienda Urcon, del distrito de Corongo, una fábrica mecánica de tejidos en la cual se podían producir casimires.” No sería sorpresa, entonces, que el material que se utiliza hoy en día en las danzas de Corongo, como shajshas y pallas, haya sido producto de la influencia de esta hacienda en la población, aunque lamentablemente fue destruida, como muchas otras, durante la infausta Guerra del Pacífico. En Corongo después del uso del mestizado en los trajes se pasó a la pana tal como se usa en la actualidad, esto por los años treinta del siglo anterior; en el caso del traje de las pallas coronguinas se comenzó a utilizar la tela «piel de nutria», el terciopelo y luego la pana. En Aco hasta finales de los años setenta se usó el corduroy (también un tipo de pana pero más grueso y acanalado) para confeccionar los trajes y posteriormente, ya por influencia coronguina, pasaron a utilizar la pana aterciopelada situación que se sigue manteniendo en nuestros días. En la actualidad, el traje del shajsha, en general, está confeccionado con tela muy suave y aterciopelada de pana, y adornada con motivos iconográficos hechos con lentejuelas de todo tipo. Complementan al traje los calzoncillos, las shapajas, la peluca y las armas que lleva en la mano denominados macana y rodela. Cada uno de los elementos que componen el traje hacen ver al guerrero más amenazante, más fiero y más valiente, como lo eran los hombres de pasado que habitaron esas tierras. En cuanto al vestuario del shajsha, el profesor Froilán A. Alva Serna escribe: “Son bailarines vestidos con ropajes de terciopelo, pantalón y saco corto de diferentes colores, con unos calzoncillos que

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sobresalen hacia los pies con decoraciones muy bonitas; llevan amarrado en el tobillo una sarta de sonajas... que le dan un sonido muy combinado que generalmente la llaman “shakshapas”; en la cabeza llevan pelucas largas adornado de cintas de colores... en la mano derecha, una “porra”. Con estos objetos danzan haciendo jugar las piernas, sacudiendo los pies y colocando la rodela en la cintura y levantando con la mano derecha la porra; moviendo la cabeza a ambos lados (…)” Don Adán Rojas Navarro sobre el vestuario nos dice: “(…) estos son mojigangas que bailan vestidos con un saco de pana con adornos, un pantalón de la misma tela y color morado o azul claro, llevan sartas de maichiles asegurados delante de la pierna (tibia)... Llevan en la mano izquierda un broquel de resistente madera y en la diestra una porra, también de madera con las que al bailar, hacen figuras en el aire. Llevan trenzas acondicionadas en la cabeza que caen a la espalda.” El ing. Gilbert Collazos manifiesta en otro de sus apuntes al respecto: “El vestuario coronguino es con una peluca larga con cordones de colores en la cabeza, en una mano, una rodela pequeña y en la otra, una macana (ambas de madera) un saco y un pantalón de pana de colores azul o rojo concho de vino, aunque también hay negros, verdes.” Don Fausto Liñan nos dice:

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“El disfraz de cada danzante lleva en la cabeza una larga peluca abundante y desgreñada; el saco y pantalones cortos de tela pana color tornasolado, adornado por espejuelos. En la mano derecha llevan una porra o makana dura y en la izquierda, doblada hacia la espalda portan una rodela de la misma contextura maciza. También se amarran las abundantes sonajas y el rostro se cubre de una máscara metálica.” Un gran difusor de la cultura coronguina fue el señor Erasmo Valverde Pinedo, pues, como uno de los fundadores del Centro Musical Corongo, realizó campañas para hacer conocer el folclore de esta bella tierra. Recurrimos a sus apuntes personales donde escribió: “La danza de los Shagshas es una danza de auténtico corte guerrero y muy vigoroso, que se ejecuta al compás de los “pinkullos”, cuenta la leyenda que esta danza la ejecutaban los oficiales o jefes de las tropas preincaicas de Coronguimarca, antes de infundir ánimo y valor a sus guerreros. La shajsha es una coreografía típica de Corongo, es un baile vistoso, alegre y sonoro. Su nombre onomatopéyico por el sonido que producen los danzantes al bailar. Es una danza propia de Aco, Cuzca, Colcabamba, Aticara y Añamara, distritos y campiñas coronguinas, que sus habitantes lo practicaban al celebrarse sus fiestas patronales. En agosto como en octubre, en medio de la cosecha de maíz los animales mugen, rebuznan y relinchan en los rastrojos, y las casas y las chozas se alegran con el canto de los gallos y el ladrido de los perros, las cajas de los shacshas retumban en el atrio de la capilla, en las calles o en los caminos, ar-

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monizando con el pinkullo, flauta que modula una tonada muy original y característica, creación musical del hombre coronguino, en tiempos ya muy lejanos, según dicen mientras descansaba, en las noches de luna, en la puerta de los socavones de las minas, donde trabajaban extrayendo el cobre, el oro y la plata. Y danzaban con la misma algazara de los metales. Los shacshas se disfrazaban de cabellera y de cintas largas, se ponen una máscara de hombre blanco de tela metálica, visten pantalones y chaqueta de pana con adorno de lentejuelas, se colocan los cascabeles en ambas piernas sobre el botín. Llevan rodela y mazo en las manos, para blandir y chocar durante la danza. Esta danza es cadenciosa, con ritmo movido y victorioso. El sonido de los cascabeles acompasa con la música de caja y pinkullo, con aire batiente y de combate. En plena danza, el conjunto de cajero y los shajshas en ronda, imprimen a la escena alegría y vigor, belleza y colorido. Suena el mazo sobre la rodela con un golpe seco. Siguen evolucionando los danzantes con zapatos acompasados y la algazara de los shacshas (cascabeles), moviendo la cabeza con la cabellera extendida, el cuerpo curvado hacia adelante, la mano izquierda con la rodela en la espalda y la mano derecha con el mazo en el aire. Descendiendo con un movimiento rápido chocan de nuevo mazo y rodela, y la danza sigue en un remolino de euforia incansable y pareja.” Esta danza nos presenta a guerreros ataviados para realizar un combate ritual, con un vestuario especial que se carateriza por tener una conformación muy interesante. Está conformado por diversos aditamentos por lo que a continuación haremos

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una detallada descripción de los diferentes elementos que en la actualidad componen el traje del shajsha:

• EL SACO O CHAQUETA

Viene a ser la prenda superior del traje y tiene como función cubrir y proteger el torso del guerrero. En la actualidad, está confeccionado de una tela especial denominada pana, adornado con filetes dorados en las terminaciones de las mangas y los bordes inferiores. Se caracteriza por no tener cuello. Lleva la espalda orlada con una figura delineada con lentejuelas. Estas figuras no están hechas al azar, tienen una razón de ser. Ellas nos muestran una iconografía muy característica y única, donde se da a conocer las diversas influencias culturales que ha tenido la cultura coronguina desde las épocas más primigenias de su proceso histórico. La cultura coronguina ha tenido la influencia de culturas específicas en su devenir histórico, esto lo demostró el arqueólogo japonés Kasuo Terada en los informes que dejara la expedición japonesa en la zona de Piquimarca ubicada en el distrito de La Pampa. La parte frontal del saco está adornado con motivos más simples, en ellos destacan líneas, en diferentes formas y posiciones. Estas líneas pueden ser: paralelas, entrecruzadas formando rombos, en zigzag, etc. Todas las líneas están adornadas con lentejuelas de diferentes tipos, hecho que le da un brillo especial al danzante cuando ejecuta la danza. También la parte frontal se adorna con gráficos donde destacan motivos fitomorfos, como la flor de la cantuta y otros elementos de la naturaleza. En el mundo andino, la diferenciación tribal y cultural, desde siempre se ha dado a través del color. Hoy sabemos que los

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Suyos (regiones de Tahuantinsuyo) tenían un color preponderante con el cual se distinguían sus pobladores, lo mismo que las Sayas (provincias) e incluso llactas y ayllus. Esta situación aún se practica en los pueblos del ande, especialmente en el altiplano. En el caso de la cultura coronguina tuvo que haberse dado este mismo fenómeno, pues la aplicación era panandina. Por tanto es totalmente válido afirmar que las tribus coronguinas (Hualla, Cushca, Clarin Irka, Namús, Tapca, Llacllacán, etc.) buscaron diferenciarse a través del color de su vestimenta. Los colores usandos en el Perú antiguo se obtenían de manera natural. Los hombres coloreaban sus prendas y objetos utilizando productos de la naturaleza o lo que la Pachamama les ofrecía. PromPerú al respecto nos dice: “Después de limpiar y cardar las fibras, el tejedor procedía a teñirlas, utilizando pigmentos minerales y tintes vegetales. Cochinilla para los rojos, índigo para conseguir el azul, semillas de molle para el amarillo. Asimismo, tara y semillas de algarrobo para lograr tonos marrones, la chilca para el verde, mientras que para dar con el naranja se molía la semilla del achiote. También usaban tintas de mariscos.” Muchos de los colores que utilizaron las tribus en épocas prehispánicas se han perdido en el tiempo y en la historia. Hoy solo quedan los que reconoce la tradición. En el caso del vestuario de los shajshas destacan los colores granate, negro, guinda, azul, lúcuma, verde. Como lo hemos explicado anteriormente hay dos estilos en la confección de esta prenda: el de Aco que llega hasta los mus-

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los tipo chaquetón, mucho más grande y ancho, y el de Corongo que es tipo chaquetilla, más corto y elegante, esto producto de la difusión cultural que ha tenido este estilo por pertenecer a la capital de la provincia. Esta prenda claramente ha sufrido muchas variaciones, producto de las relaciones culturales entre indígenas y españoles durante la época de conquista. En la época prehispánica no se usaba chaquetas, los torsos de los guerreros eran cubiertos por «uncus» con telas confeccionadas de lana de auquénidos y algodón. Al parecer esta zona se caracterizó por ser ganadera tal como lo hacen saber los cronistas Miguel de Estete y Pedro Pizarro, que dan cuenta de grandes cantidades de ganado durante su paso por Corongo.

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Este proceso de renovación de vestuario debe haberse iniciado de forma similar a otros lugares del Perú, donde los indígenas se vestían con las ropas y armas de los españoles caídos en batalla. Estos indígenas, notando quizás que las ropas de los occidentales eran más cómodas y versátiles, paulatinamente fueron mutando sus ropajes para parecerse al de los invasores, pero sin perder su esencia ni íconos característicos. Sobre este tema los cronistas dan cuenta de Manco Inca, iniciador de la resistencia de Vilcabamba, que hacía frente a los españoles con armadura, espada y montado en un brioso corcel.

Los trajes de Aco y Corongo son muy similares, diferenciándose básicamente en la chaqueta. Nótese a la izquierda el de Aco con la chaqueta por debajo de la cintura, y a la derecha al shajsha de Corongo con una chaquetilla que va sobre la cintura.

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Solo para deducir el porqué de la mutación del ropaje indígena en las primera épocas de conquista, tendríamos que ponernos a pensar cuán incómodo debió de ser para los primeros guerreros andinos que se atrevieron a capturar las cabalgaduras de los españoles, el hecho de montar a esos corceles con uncu y huara, teniendo en cuenta que los uncus eran una especie de camisones que llegaban hasta las rodillas. A esto tendríamos que sumarle el hecho de que los españoles, hacia finales del siglo XVI, prohibieron los trajes nativos e incaicos, por tanto los indígenas tuvieron que amalgamar su vestuario al estilo occidental. Hoy en día es en Corongo donde se intenta preservar la originalidad de los diseños en los trajes, lamentablemente es en la capital de la república donde se realizan grandes cambios en los vestuarios, y con ellos se retorna a bailar para las fiestas, influyendo negativamente en los pobladores que intentan copiar los diseños que aunque más pintorescos y estéticamente más visibles no dejan de ser un atentado al legado cultural de los hombres del pasado coronguino.

• ICONOGRAFÍA

Las chaquetas o sacos de los shajshas, en la parte de la espalda, muestran una iconografía muy característica que consiste en dibujos cuyos bordes están adornados con distintos tipos de lentejuelas, dejándose el fondo sin cubrir. Esta iconografía manifiesta la influencia cultural que las tribus de Corongo (Huallas, Chacus, Cushcas, Clarinircas, Namus, Coronguimarcas, Tapcas, etc.) tuvieron durante su proceso histórico. Corongo pre inca tiene sus bases más primigenias en la época del Formativo peruano, prueba de ello son los restos de Pi-

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quimarca ubicados en el distrito de la Pampa, que por características arquitectónicas, definidas por una expedición japonesa en la década del setenta, tiene similitudes con los restos que en ese periodo consolidaban el inicio o formación de la cultura peruana. Tenemos por ejemplo al resto de la La Galgada en Ancash o Kotosh en Huanuco. Posteriormente, con la evolución de la cultura peruana, el territorio coronguino pasó por la influencia de tres grandes culturas que han dejado, como prueba de su presencia, diversos restos que se han encontrado de tipo lítico, alfarero y arquitectónico. Estas culturas son Chavín, Recuay y Wari. Son los restos iconográficos de estas tres culturas, además de la incaica, las que refulgen en la espalda de estos fieros guerreros mientras danzan al compás de las roncadoras. Lamentablemente en nuestros días, las manifestaciones iconográficas no se respetan y cada quien pone la figura que mejor le parece en la espalda de su traje, sin darse cuenta que está atentando contra la originalidad del vestuario del shajsha. A los que tenemos toda una vida difundiendo la importancia de esta gran danza coronguina, nos causa muchos sinsabores y pena ver shajshas bailando con santos, escorpiones, cobras, águilas reales, sapos, entre otras incongruencias en la espalda, que no pertenecen, de ninguna manera, al mundo cultural coronguino. En el colmo de males, estas figuras no solo son delineadas con lentejuelas, sino también bordadas con hilo al estilo de las costumbres del centro del Perú. Tenemos que tener en cuenta que el shajsha viste un traje guerrero ceremonial, por ello lo especial de su iconografía que estaba pensada para recibir el favor de sus dioses tutelares y la admiración de la gente de su pueblo, por quienes arriesgaban su vida en los campos de batalla.

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ICONOGRAFÍA CHAVIN 145


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ICONOGRAFÍA RECUAY 146


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• EL PANTALÓN

Confeccionado del mismo material y color del saco (tela tipo pana), está adornado con filetes dorados laterales. Es ligeramente corto y posee pequeñas aberturas en los extremos laterales de tal forma que se pueden lucir las prendas interiores que lleva el shajsha, denominados calzoncillos. Similar a lo que ocurre con la chaqueta, en Corongo el pantalón es más corto que en Aco. El pantalón está sujeto firmemente a la cintura con una faja de típica confección coronguina.

El pantalón de shajsha debe de ser corto y con aberturas en los costados

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• LOS CALZONCILLOS

Se trata de una prenda interior en tela blanca que sobresale del pantalón y cubre ligeramente las shajapas dándole una estética especial al traje. Antiguamente era de tocuyo y mestizado, consistía en una especie de pantalón que iba bajo el traje sobresaliendo hasta las shajapas en cuyos extremos tenia adheridas cintas de lanas de colores. Estas cintas eran trenzas especiales, hechas con cinco tiras, que se le conocía como «pillta huatu». Desde 1965 hasta la actualidad los calzoncillos, por obra del CFC «Champará», se han reducido solo a sus mangas adornadas con líneas de colores de diversa forma y que termina con el borde adornado con una franja del mismo color del traje.

El calzoncillo es el interior del traje y sobresale en los pies para complementar al pantalón. Antiguamente era completo (izquierda) pero en nuestros días por practicidad se usan solo las mangas que se atan a las rodillas (derecha).

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Hoy en día los calzoncillos se atan sobre las rodillas o bajo ellas para no caerse, y sobresalen desde el pantalón hasta las shajapas y llevan una serie de líneas de diferente disposición adornando su interior y haciendo que se vean más estéticos. Estas líneas paralelas pueden ser rectas, en zigzag, o cruzadas formando rombos.

• LA FAJA

Esta es una prenda que ha estado siempre presente en la vida del hombre andino, ciñendo fuertemente la cintura de los agricultores, orfebres y guerreros, como en el caso coronguino. Estas fajas son confeccionadas en Corongo por talentosos artesanos que a la usanza antigua aún utilizan los telares de cintura o telares de callgua, no solo para hacer fajas sino bellas alforjas y también costales, frazadas, ponchos, etc. PromPerú nos indica: “Tradicionalmente, para la confección de tejidos, se utilizaban las estructu ras del telar de cintura, amarradas a un poste en la parte superior y a las caderas de un tejedor sentado.” El proceso de confección es laborioso y muy delicado, por lo tanto requiere una gran especialización en el mismo, además del conocimiento de milenarias técnicas que se han transmitido por generaciones que siguen muy vigentes en nuestros días. Los artesanos para su trabajo utilizan una serie de herramientas especializadas, las que detallaremos a continuación: El Illao: Madera redonda, que sirve como columna vertebral del te-

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jido, gracias a él se puede realizar el mezclado de los hilos que dan fruto a los diseños. Las callguas Son maderas planas que tiene forma de aleta que sirven para ajustar los hilos que se van adhiriendo al tejido. La aguaparina Es el cinturón que ciñe al armazón a la cintura del tejedor. El chojchi Es un hueso de unos 30cm. que tiene forma de puñal o cuchilla que sirve para desenredar, acomodar y corregir los hilos que se están trabajando. La cuma Es un palo largo de un metro aproximadamente. En este palo va enrollado el hilo con el cual se hará el tejido. Se va pasando la cuma entre el armazón y así se va aumentando las hebras del tejido. Todo se inicia con el hilado que busca hacer hilo de la lana procesada utilizando el «uso» y «rueca», luego el hilo se pasa al proceso de urdido, que Dibujo de Huaman Poma de Ayala mosconsiste en teñir y luego trando el telar de asiento.

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ordenar los hilos según el color que se desea poner y los diseños que se quieren lograr; esto previo al trabajo de tejido. Seguidamente el tejedor prepara el armazón de su tejido. Coloca el «illao» y las «callhuas», luego se acomoda en la posición sentada y se ciñe el armazón a la cintura utilizando la «aguaparina» e inicia la ardua tarea de crear los diseños que caracterizan a la faja coronguina.

El telar de asiento o «Tejido a Callhua» es una ancestral forma de tejido con los que hacen bellos atuendos.

En las fotografías podemos ver artesanas coronguinas confeccionando bellas fajas que ceñirán la cintura de los recios hombres de Corongo.

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Con la ayuda de su cuma va pasando los hilos entre el illao los cuales va ajustando con sus callhuas para formar los diseños que ha planificado; si hay algún hilo fuera de lugar o que no está bien ajustado recurre a su «chojchi» al cual mueve rítmicamente mientras realiza las correcciones acomodando y ajustando su trabajo. Al finalizar el trabajo de tejido trenzan los «pillta huatu» los que terminan en la tira con que se asegurará la faja. El trabajo es laborioso pues el artesano debe ajustar adecuadamente los hilos entrelazados y ordenarlos de la mejor forma para que los diseños sean los adecuados. Mención especial se merece la iconografía de las fajas coronguinas que es muy típica y propia. Sus diseños son muy especiales y su peculiaridad de formas la diferencia de las de otros pueblos. En Corongo las fajas se adornan con diseños iconográficos bien diferenciados entre sí: Ñahui Es un diseño formado por cocos o rombos cuyo centro se destaca con un color diferente a los bordes, quedando un diseño que consiste en una especie de ojo por lo que lleva esta denominación. Majra En este diseño, los adornos de las fajan son líneas ubicadas en forma de zigzag. Dichos zigzag son de diferentes colores para darle realce a la faja. Jallpi Diseño más simple que los anteriores pues se compone de

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líneas paralelas que adornan la faja yendo a lo largo de toda ella. En este diseño se generan fajas de un solo color donde no destacan iconografías sino solamente el color plano. Hay que acotar que según el gusto de la persona que usará la faja, o según el artesano, los estilos pueden combinarse e intercalarse generándose diseños más elaborados y hermosos.

• LA MACANA

Es uno de los aditamentos básicos de la danza, representa al arma de ataque del guerrero, con el cual se muestra amenazante ante el enemigo. Las macanas o porras son armas de muy antiguo uso en el Perú, utilizadas desde los inicios de la vida cultural de nuestro país, y por la cantidad de restos encontrados parece que fue preponderante en las tribus que ocuparon el territorio coronguino.

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Es interesante manifestar cómo las danzas de Corongo, muestran también algunos aditamentos de guerra utilizados en las diversas épocas de su historia. A las macanas de los shajshas se suman las «chicotillas» de los panataguas que no son otra cosa que la estilización de las hondas de guerra, y ni qué decir de los látigos en la danza de los Incas de Cusca, que no son otra cosa que la simbolización de hondas y boleadoras usadas durante la época incaica. Al parecer el arco y la flecha no fue muy usado en la zona. El danzaq, shajsha o shajshapacuna sujeta en alto su macana con la mano derecha, la que va blandiendo bélicamente durante todo el transcurso de la danza, realizando movimientos de ataque con los que reta y se muestra a los demás guerreros con la clara intención de manifestar sus dotes bélicas. La macana simboliza a las porras o mazos que se usaron en el pasado, y que inicialmente consistían en robustos maderos con el extremo trabajado para causar daño, pero que fue evolucionando hasta aquellos que consistían en un palo de madera dura en cuyo extremo se ataba un duro peso de piedra o de metal, generalmente con forma de estrella y servía para enfrentarse al enemigo en el campo de batalla. Las porras por su fácil confección, gran portatibilidad y ligereza, eran preferidos por los guerreros coronguinos para enfrentar a sus enemigos en los campos de batalla. Especialmente letales en el combate cuerpo a cuerpo, generaban graves lesiones en los enemigos diezmándolos hasta vencerlos definitivamente. Esto, sumado a la fiereza del guerrero, generaban un todo casi invencible en el campo de batalla. En nuestros días, la macana del shajsha está confeccionada principalmente con maderas muy resistentes y características,

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entre los que destacan la raíz del eucalipto y el palo de la huarauya. En menor grado también se utiliza la madera del árbol del membrillo que guarda características que se prestan para elaborar este aditamento. Aunque son predominantes los estilos rústicos donde se mantiene las formas de las raíces, también existen macanas muy elaboradas que están ornamentadas con figuras donde destacan felinos, serpientes, cóndores, etc.

Restos líticos que demuestran el uso de macanas en el Corongo prehispánico. Estos restos se encuentran en la Pinacoteca Municipal de Corongo.

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• LA RODELA

Este elemento no es otra cosa que el escudo del guerrero, representado de una forma más portátil para ejecutar la danza. Es el complemento bélico de la macana y obviamente su función es la de proteger al guerrero durante el combate. Está fabricado del mismo material que la macana, y aunque se lleva mayormente atrás, sale a relucir durante la contramudanza y los cambios de música, donde el guerrero golpea ambos aditamentos en clara alusión belicista.

La macana y la rodela representan a la porra y al escudo que utilizaban los guerreros en el campo de batalla. Durante la ejecución de la danza, el shajsha los porta con orgullo y se muestra amenazante ante su contrincante, demostrándole con un gran despliegue físico, sus dotes bélicos y su resistencia a llevar el compás que marca el chiroco.

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• LA PELUCA

Es la prenda que cubre la cabeza del guerrero. Su confección es sencilla, ya que en un pedazo de sombrero o una gorra tejida de lana se sujetan mechones largos de pelo, los mismos que son alternados con cintas de colores. Como en otras sociedades su finalidad fue la de complementar la fiereza del guerrero, haciéndolo verse mucho más amenazante y de un mayor tamaño corporal para amilanar al enemigo. Las pelucas antiguas eran desgreñadas y muchas veces estaban complementadas por una gran trenza. Al bailar, el guerrero mueve vigorosamente la cabeza meciendo los pelos y las cintas que al moverse asemejan serpientes prestas al ataque.

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• LA SHAJAPA

Es la pieza fundamental del traje, al sonar con su característico «shac, shac»; «shac, shac»; «shac, shac» que emite rítmicamente mientras el guerrero está bailando, da la nomenclatura onomatopéyica a esta danza. Las shajapas son prueba material e irrefutable de que la cultura Korymarca o Curunmarca trascendió sus fronteras y estableció lazos comerciales y/o culturales con pueblos de la ceja de selva como el Marañón y Huánuco; quizás esto explicaría el por qué de la existencia de guerreros panatahuas en Corongo ya que estos son originarios de la zona de Huánuco. Las shajapas están hechas de semillas del árbol llamado «maichil» que solamente crece en algunas partes de la ceja de selva de nuestro país que, adecuadamente preparadas, producen un sonido muy característico al chocar entre ellas. Don Víctor Manuel Patiño, en el tomo IV de su obra Historia de la Cultura Material en la América Equinoccial, nos manifiesta: “Lo más común en el área orinóquico-amazónica es el resonador del fruto leñoso de la Apocynacea Thevetia peruviana, varios de los cuales se ensartan en cuerdas y se ponen en brazos, piernas y tobillos para acentuar el compás al danzar... Se llama en el oriente del Perú ishcapa, shapaca o maichil.” El ing. Gilbert Collazos afirma: “El nombre de la planta es maichil y crece en las orillas el río Marañón.”

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El árbol del maichil, cuyo nombre científico es “Apocynacea Thevetia peruviana”, es de donde se obtienen las semillas para preparar las shajapas, y son oriundas de la selva peruana.

La preparación de las shajapas siempre ha estado sumida en el mito y la leyenda. Cuentan los ancianos del pueblo que, para que puedan sonar adecuadamente, las semillas del maichil deben de pasar por un solemne proceso de preparación casi ceremonial. Las semillas son limpiadas una por una para sacar toda la fibra que contienen, seguidamente, hay que esperar una noche de luna llena donde a la luz de la «Mama Quilla» (Luna) se tuestan en grasa de venado o de chivo. Las semillas poco a poco van adquiriendo su color oscuro característico y van obteniendo el sonido que hará temblar la tierra cuando acompañe

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el danzar del guerrero atado a sus tobillos. El sonido que vaya a generar depende de cómo fueron tostadas las semillas, consiguiéndose así shajapas graves y agudas que en conjunto producen un sonido maravilloso. Cuando las semillas están ya tostadas, los artesanos pasan una tira de nylon por la parte superior de cada una de ellas (allí tienen un pequeño agujero) y se atan en pares en una resistente tela que será la que se ceñirá a los tobillos del orgulloso guerrero. Los especialistas en preparar shajapas se ubicaban en Colcabamba. Entre los últimos se recuerda a don Alfonso Tapia y a don Marcos Bedón, a este último (tío mío) tuve el honor de conocerlo y acompañarlo en algunas de sus ceremonias de preparación de shajapas. Se sabe que también en Aco habían duchos en este arte, los nombres se han perdido en la memoria de los danzantes, al último que se recuerda es a don «Lolo» Acero. Las shajapas son de diversos tamaños, según el gusto del danzante. Las más grandes se componen de hasta doscientos pares de semillas llegando a tener hasta 200 pares con más de un kilogramo y medio de peso cada una. El sonido tampoco es uniforme pues también depende del gusto del danzaq. A las shajapas que tienen el sonido agudo se les denomina «hembras» y a los que tienen el sonido grave, se les llama «machos», en conjunto ambas producen un sonido espectacular y maravilloso. Las shajapas en conjunto producen un sonido telúrico o aluviónico, cuya finalidad posiblemente era la de amedrentar al enemigo. Imaginémonos a 5000 guerreros shajshas con shajapas corriendo y gritando en el campo de batalla, ha de haber sido muy tenebroso y espectacular.

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Haciendo un análisis con especialistas de los restos que se hallan en Corongo y las particularidades de la danza. Pareciera que las shajapas se incorporan a la danza ya en épocas de dominio coronguino en la zona, pues los huallas no evidencian restos de relaciones culturales con los pueblos del Marañón, situación que sí es bastante evidente en el caso de las tribus del distrito de Corongo, propiamente durante el dominio curuncumarca, el dominio incaico, incluso hasta las épocas de la conquista. El dominio coronguino que los españoles encuentran en la zona es evidente pues Pomacochache, cacique líder de las 21 tribus de la zona, según los cronistas y visitadores del siglo XVI, vivía en una de las tribus principales de Corongo.

Las shajapas son un conglomerado de semillas del árbol maichil que con su sonido característico durante la danza le ha dado el nombre moderno de shajshas. Es oriundo de la zona del Marañón, prueba material del intercambio cultural prehispánico de los pueblos de Corongo con las culturas de esa zona.

• LA MÁSCARA

Este aditamento surgió como producto del enfrentamiento de los naturales con los conquistadores, cuyo espíritu creían poseer al ponerse una máscara con su color de piel.

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Estas máscaras, como en otras sociedades con similares manifestaciones culturales, seguramente se iniciaron con pinturas faciales (de color claro) que usaban los guerreros antes de ir a la batalla, posteriormente se hicieron de material vegetal como madera, cortezas de árboles y finalmente, ya durante la colonia, con el acceso a materiales occidentales facilitados por los españoles, se empezaron a utilizar máscaras de rejilla metálica que son las que se han utilizado hasta hace pocas décadas en Corongo. Por este motivo, durante mucho tiempo los danzas o shajshas han cubierto su rostro con este tipo de caretas que caracteriza también a los panataguas de Corongo que son los que lo utilizan hasta la actualidad. Dice don Froilán Alva Serna: “Durante la conquista hispana, con esta expresión coreográfica, continuaron los lugareños celebrando algunos triunfos que obtenían contra el invasor y para recordar estos hechos se ponían máscaras blancas con bigotes de color negro o rubios, en señal de haber matado muchos españoles.” Don Felix Liñán Ocsas complementa: “Posteriormente con la influencia de la conquista española, incorporaron a su disfraz unas máscaras blancas con bigotes de color negro o rubio señal de haber matado muchos españoles.” Don Adán Rojas Navarro dice:

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“El rostro está recubierto por una mascarilla metálica que les desfigura.” La práctica de usar máscaras se dio principalmente en el distrito de Corongo, pero paulatinamente ha sido dejada de lado en los últimos cuarenta años por no ser aditamento originario de la danza, y más bien obedecer al producto del sincretismo cultural occidental producido en la colonia, y a la mofa contra el pueblo español. Además, la máscará (dura, fría, metalizada) impide que se irradie la fiereza del guerrero cuando hace sus gritos de guerra, y no deja ver la gestualidad en el rostro propia de los momentos bélicos que se representan en la danza.

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INDUMENTARIA DEL SHAJSHA MACANA

PELUCA

MÁSCARA

RODELA

CHAQUETA FAJA

PANTALÓN

CALZONCILLO SHAJAPAS

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VII. MÚSICA QUE ACOMPAÑA A LA DANZA La danza de los Shajshas es peculiar por su origen, vestuario, ejecución y también por la música que acompaña a los danzantes que es única en todo el país y el mundo. Los guerreros danzan al son de místicas tonadas tribales antiguas que dirigen a los danzantes llevándolos al éxtasis que produce el estar en el fragor de la batalla. Los encargados de ejecutar esta música tan especial que acompaña a los danzaq, shajshas o shajshapacuna son conocidos como «cajeros» en la zona de Corongo, y como «chirocos» en los pueblos de Conchucos. Son estos músicos quienes, en número de 4 o 6, ejecutan de forma simultánea la caja y el pinkullo haciendo brotar las melodías que enervan a los danzantes. Las tonadas son únicas y el estilo de tocarlas también. Es necesario ser un especialista para poder ejecutarlas a la perfección, de lo contrario brotará un sonido desagradable por el pinkullo. Cada chiroco debe sincronizar a la perfección el sonido de la caja con la melodía del pinkullo para que broten adecuadamente las mágicas notas guerreras.

• ¿CHIROCOS O CAJEROS?

Para referirse a estos músicos siempre se utilizan estos dos términos, pero ¿cuál es la diferencia entre ellos? La respuesta es muy simple, la diferenciación está en el lugar de origen. Cajero es la forma como se les llama en Corongo, por la «caja» que llevan como instrumento de percusión. Chiroco es la nomeclatura que se le da en la zona de Pallasca, Huamachuco, incluso Cajamarca ,y es la voz que mayor difu-

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sión ha tenido. El origen de esta palabra estaría en la comparación que hace la gente de esos lugares a estos músicos con un ave de voz muy fuerte llamado «chiroca». A corongo este término debe haber llegado con los músicos que antiguamente venían desde Pallasca para engalanar la fiesta del patrón San Pedro. Los chirocos o cajeros ejecutan dos instrumentos que son los siguientes:

• LA CAJA

Es un instrumento de percusión que tiene forma cilíndrica, con un diámetro de 70 cm. y 35 cm de fondo. Antiguamente se construía de corteza de eucalipto, sauce o aliso, pero en la actualidad se han reemplazado estos materiales por planchas de triplay, material más moderno, maleable y duradero. Los aros son de tallo de «nunuma», planta autóctona de la zona, que es un arbusto dúctil y resistente ideal para hacer el instrumento. El pergamino, que se emplea para darle su sonido tan característico es cuero, especialmente tratado, de piel de chivo o cabra. Antiguamente se utilizaba el cuero de venado o zorro. Los templadores son soguillas que mantienen la unidad de la caja, además sirven para afinar (templar o destemplar) el instrumento. Estos templadores son de Nylon, algodón, fibra de penca o cabuya. El sonido se obtiene al golpear la caja con la macana, un pedazo de madera resistente que puede ser eucalipto, guarango o huarauya de unos 30 cm., que en una de sus puntas tienen una porción de lana recubierto con cuero para que no dañe al instrumento.

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Los antecesores de este instrumento se pueden encontrar en el wankar y la tinya que se ejecutaban en el incanato. Con la llegada de los europeos se produjo el mestizaje que dio origen a la caja en su forma actual.

El wankar (izquierda) y la tinya (derecha) son los antecesores prehispánicos de las actuales cajas que tocan los chirocos.

• LA FLAUTA

Viene a ser el instrumento de viento que complementa a la caja y con el que se ejecutan las melodías tan características de los shajshas, y también los huaynos con que se amenizan las festividades en Corongo. Actualmente es confeccionado con tallo de huarauya, madera dura y dúctil. Anteriormente se hacía de rayán o sauco, pero debido a lo frágil que era fue dejando de usarse paulatinamente dando cabida a los nuevos materiales. Este instrumento tiene aproximadamente una longitud de 49.5 cm. La boquilla en la parte superior de la flauta es de 5 cm. en su interior se encuentra un «shullun» que es la parte que permite que cuando el músico sople se genere la música; este shullun es confeccionado de la madera obtenida de «qantu».

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En el extremo inferior se ubican 3 agujeros de 7 mm de diámetro (dos frontales y uno posterior). Son estos agujeros los que producen la melodía. El cajero al taparlos o cubrirlos (total o parcialmente) genera las notas musicales que originan la melodía de la canción. Del extremo inferior al eje del agujero posterior hay una distancia de 14 cm., y del extremo inferior al eje del agujero frontal más próximo 6.5 cm. La separación entre ejes de los agujeros frontales es de 3.2 cm. El instrumento tiene un diámetro interior de 11 mm y el exterior de 24 mm. Existen dos tipos de flautas: el de huayno y el de danza, no pudiendo servir para ambos estilos. La flauta especial para danzas (shajshas, panatahuas, incas de Cusca) se caracteriza por ser un poco mas ancha y curva, tiene la denominación de PINKULLO. La que se usa para los huaynos es más delgada y larga, se conoce como RONCADORA. Por ello, el músico que lo ejecuta, debe ser especialista en cada género para poder tocarlas a la perfección, aunque hay en Corongo grandes músicos que ejecutan ambos estilos, pero son de los menos. Citaremos ahora al señor Renato Alegre Valverde quien en su obra Corongo y sus rasgos costumbristas, nos da una explicación más técnica sobre estos instrumentos: “Las Roncadoras: Se le designa también con el nombre de “caja” son instrumentos de golpe y de viento al mismo tiempo manipulados por una sola persona. Se dice de golpe y de viento, porque se compone de una caja de forma circular, parecida por su tamaño y forma al bombo de una banda, una flauta de regular magnitud y una macana.” El Ing. Gilbert Collazos nos dice:

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“La caja roncadora, de origen mestizo, pero de ancestros andinos y españoles. En los huacos antiguos tenemos imágenes de un ejecutante de una flauta y una tinya al unísono, como también los vascos tienen a sus ejecutantes al unísono de la flauta txistu y el tamboril. Estos cajeros tocan huayno, pero otros solo ejecutan las danzas de panataguas y las de los shacshas, usando diferentes flautas que los huayneros.” También acota sobre la evolución que tuvo la danza en la colonia: “Luego siguió en la colonia y república con los cambios que exigieron los evangelizadores, cambiando la vestimenta, adoptando la caja roncadora y continuando con esa música guerrera mestiza con fuertes rasgos ancestrales que definen esta danza y música étnicas, que merecen ser catalogadas como originarias de la Provincia de Corongo.” Don Froilán Alva Serna nos dice sobre los chirocos: “Son individuos que tocan la caja llamada RONCADORA, acompañados de una flauta, entonan toda clase de huaynos, así como también música criolla, valses, congas, etc. Es un instrumento redondo, cuyo aro ancho es la corteza de algún árbol de eucalipto, estirado con pergamino de carnero que suena en forma muy atractiva.” Los cajeros o chirocos, son el engranaje fundamental para que funcione la danza de los Shajshas. En la ejecución de la misma hacen vibrar a los danzantes y los llevan a los más altos despliegues de fuerza y energía, pero en la procesión del santo

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al cual están acompañando, con su marcha ceremonial tranquilizan al guerrero, haciendo que decline sus armas, baje la cabeza y acompañe a la comparsa religiosa. Lo interesante es que si bien los cajeros acompañan al santo durante toda la procesión, no ingresan a la iglesia en ninguna de las festividades, ni siquiera en la fiesta central de junio. Ellos se quedan afuera de la iglesia esperando a que acabe la misa para continuar con su labor de hacer bailar a las pallas, panataguas y shajshas. Es posible que esto obedezca a cierto pacto que se dice tienen estos músicos con sus «Apus», «Irkas» o «cerros tutelares». Fuentes orales relatan que desde tiempos inmemoriales, cada que va a haber fiesta patronal, los cajeros se encaminan a su Irka protector para hacerle un pago (ofrenda) y pedirle a su Apu que le vaya bien durante la festividad, brindándole fuerzas para tocar mejor que el año pasado, y que sus instrumentos no fallen y suenen más durante las competencias con los bandos rivales. El profesor Julio Collazos Romero, en su recopilación de mitos y leyendas de Corongo, nos relata la historia de un cajero que con la finalidad de ganar más obteniendo los mejores contratos, invocaba a los apus y utilizaba brujería para hacer reventar las cajas de los otros músicos, y que por ese motivo el Patrón San Pedro lo castigó convirtiéndolo en piedra y hundiéndolo en el fondo de una quebrada donde pagará sus pecados por siempre. Si bien esta narración es ficción popular, lleva inmersa una práctica milenaria de adoración a los cerros tutelares que la iglesia católica en su proceso de extirpación de idolatrías denominó brujería o adoración al diablo, pero que a pesar de imponer castigos y santos no pudo reemplazar; por tanto, persisten hasta nuestros días.

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Al respecto el Ing. Gilbert Collazos nos cuenta: “Al igual que los danzantes de tijeras del sur, los cajeros de danzas de panataguas y shajshas guardan un gran secreto. Ellos no son católicos, su religión es andina ancestral, pues le rinden culto a las pacarinas (lugares donde se cree nacen los hombres, puede ser una laguna, un cerro, una cueva, etc.) y a los cerros tutelares (ircas) y para aprender su arte siguen un riguroso estudio todo en secreto. Los maestros son los herederos de los «maestros de idolatrías», que perseguían los curas doctrineros en la colonia y que no pudieron extirparlos del todo. Mientras haya danzantes de tijeras y cajeros de danzas esta especial visión del mundo seguirá sobreviviendo. Los cajeros de antes hacían competencias para salir airosos de sus contrincantes con mil triquiñuelas y conjuros. Tal es así que a los competidores se le destemplaba la caja, no les sonaba el píncullo (flauta) y los más ostentosos «hacían rodar su caja cuesta abajo y luego con un conjuro llamaban a la caja y ésta retornaba solita (cuesta arriba) hacia su dueño». Un cajero de danzas nunca entra a la iglesia. Mientras el párroco celebra la misa, ellos esperan a la salida a los danzantes para continuar con la fiesta.” Esta situación no es rara, en el mundo andino se ha dado este tipo de sucesos siempre, a pesar del duro papel extirpador y la política de evangelización aplicada por los españoles. En el Perú muchos músicos y danzantes aún se encomiendan a los apus cuando van a ejecutar su arte. Esto es prueba de que la cultura andina aún sigue viva, oculta pero viva, y que los movimientos andino-religiosos como el «Taki Onqoy» que surgió durante la colonia aún late en el corazón del Perú profundo.

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La música que acompaña a la danza se ejecuta en tonalidad menor y un compás de 2/4. Entre los nombres de las tonadas que se recuerdan hasta hoy tenemos: «runtupa karan» (cáscara de huevo, cacareando como gallina que ha puesto huevo), «capac chiku» (adoración del señor), «yawar weki» (donde llora sangre, se derrama sangre), «katun witsan» (camino grande, camino ancho), «busca pleito», «zorzal», «vaca barrosa», etc. Este estilo tan peculiar de hacer música es practicado en la provincia de Corongo desde épocas muy antiguas. Probablemente con un wankar (tambor o bombo preincaico) y pinkullo, pero desde las épocas coloniales se dio un mestizaje surgiendo los instrumentos tal como los vemos hoy en día. Hasta los años cincuenta del siglo anterior, los mejores chirocos de huayno venían desde fuera de Corongo para acompañar a las pallas en la fiesta de San Pedro. Sus nombres se han perdido en la memoria aunque aún se recuerda a los hermanos Cabrera de Llapo, Pancho Díaz de Chuquique y un tal Reyes de Tauca. En Corongo, hoy en día, las zonas de donde provienen estos músicos son muy definidas, incluso el estilo que desarrollan es muy propia de un lugar. Pero en el devenir del siglo pasado han sido varios los focos de irradiación de músicos especialistas en danzas. ATICARA Y ATACALLA Los primeros músicos de danzas provenían de esta parte de Corongo. Muy recordados son los hermanos Apolinar y Gaspar Reyes, quienes en la segunda mitad del siglo XX hicieron delirar a la población con las danzas que ejecutaban sobre todo panataguas en la fiesta de junio, y shajshas en la fiesta del Añamarino.

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Herederos de la dinastía de estos grandes músicos, aunque dedicados al huayno, estaban Ricardo Reyes, Fausto Reyes y el aún vigente Juan Reyes conocido como «Tronco». También pertenecen a esta zona Gumercindo Ramos Moreno y Juan Fajardo Armijo, quienes radican en la capital y hacen sus presentaciones como «Los hermanos Fajardo».

Los «Hermanos Fajardo» grandes músicos, herederos de la dinastía de Aticara.

CORONGO En la capital de la provincia también han habido grandes músicos de danzas. En shajshas y panataguas, en la primera mitad del siglo XX, descollaron Prudencio Gaspar, Felix Domingues, los hermanos Pablo y Luís Olivos, pero sobre todo el gran Bonifacio Tapia conocido como «El Chucarito».

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En huayno estaba don Mavilo Moreno, Bernardo Alejos «Bicash» y su compañero Benito Vega o «Rata Benito», Belisario Retuerto. Provenientes del caserío de Rayán los hermanos Virgilio, Gregorio y Julio Saenz. Además de músicos han destacado como artesanos de instrumentos Gregorio Castillo y Alejandro Mezarina conocido como «Vizcacha». En los últimos años ha destacado Máximo de la Cruz. LLOPISH Y ÑAHUIN Estos caseríos empezaron a formarse hacia finales de la década del cincuenta del siglo anterior por migrantes de Sihuas, principalmente. Con el correr de los años sus descendientes fueron nutriéndose del arte musical de los músicos de Tauca y Chuquique, hasta que lograron una identidad propia y una verdadera revolución en el acervo musical coronguino. Hoy en día, estos caseríos están poblados por artistas pues gran parte de los varones se dedican a la música como cajeros o como parte de alguna banda orquestal. Cajeros muy famosos han salido de estos pueblos, pero la verdadera revolución musical la han desarrollado los hijos de migrantes de la zona de Sihuas, quienes han aprendido de los chirocos de antaño, tanto El mítico «Chucarito», uno de los ases del pinkullo, que acompañó a los grandes guerreros shajshas de las primeras décadas del siglo XX.

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el estilo musical como del arte y los materiales con que se construyen los instrumentos. Los cajeros de esta zona se caracterizan porque son los mejores exponentes de huaynos de diversa índole. Tienen un estilo y cadencia propios que es facilmente reconocible ante los músicos de cualquier otro lugar. Por su forma de amenizar las festividades son infaltables en cuanta celebración tradicional se realiza y son los encargados, junto a la banda, de hacer bailar a las pallas y población en general. Aquí como los primeros músicos se recuerda los hermanos Florencio, Macario, Ambrosio y Francisco Rosales; Gregorio Castillo y Carlos Altamirano. A partir de 1980 comenzaron a descollar los hermanos César y Eduardo Mori, conjuntamente con Toledo Rosales. En la actualidad son sus discípulos y familiares los que mantienen viva la esencia del cajero en esta zona. Tenemos a los hermanos Edgar y Los hermanos Mori han recorrido Romel Mori, Edwin ro- diversas zonas del Perú llevando su arte y haciendo bailar a las pallas de Corongo, sales, Efraín Rosales y también ejecutan música guerrera de Celestino Rosales. Corongo.

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En estos últimos años algunos de estos músicos ha incursionando en el ambiente de las danzas con muy buenos resultados. Destacan notablemente los hermanos César y Eduardo Mori Minaya, grandes ejecutores de huaynos que a partir de 1996 empezaron a incursionar en las danzas de Corongo y hoy son requeridos inclusive en las festividades de Aco y Cusca. Ambos son discípulos de «Cabo». Es el maestro Cesar Mori uno de los máximos artífices del desarrollo en estos caseríos e incluso en la provincia. Desde muy joven ha destacado como músico y hoy, como maestro artesano, construye instrumentos de cajero con los que surte no solo a los músicos de Corongo sino también a los de otras provincias como Sihuas y Pallasca. MAESTRO CESAR MORI MINAYA

Pinkullo o flauta

Macana

Caja

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ACO Y SAN ISIDRO Este distrito y caserío respectivamente también son zonas de grandes cajeros, aquí destacan los músicos de danzas por excelencia. Estos músicos desarrollan, practican y difunden las melodías con la que se bailan las danzas ancestrales de nuestros antepasados, y las transmiten de generación en generación para que no sean olvidadas y se mantengan vigentes. Estos cajeros acompañan a los panatahuas en Corongo, a los incas en Cusca y a los shajshas en toda la provincia. Aquí mencionaremos a la figura de don Emilio Rosales, natural de Aco pero que prácticamente sembró la semilla de las músicas ancestrales en los músicos de esa zona. Entre sus discípulos destaca la figura del señor Felipe Tapia conocido como «Chapana», gran chiroco de danzas, que cuando joven fue muy importante en el rescate de las tonadas guerreras. Junto al Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo, realizó innumerables giras por diferentes departamentos de Perú entre los años 70 y 80 del siglo anterior. Hoy no está entre nosotros pero la gente lo recuerda como el mejor cajero de danzas que ha tenido la provincia de Corongo. Don Felipe Tapia es muy Entre los grandes músicos que recordado en Corongo como han salido de esta zona se recuerda el mejor cajero de danzas al gran maestro Orestes Gonzales, que ha existido. 177


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José Flores conocido como «Chapi», Fidel Minaya, Grisendo Tapia, Fausto Rosales, Eduardo Velasquez, Antonio Acero, ente otros grandes músicos. En la actualidad hablar de chirocos para danzas en Corongo es referirnos a dos personajes que descollan y que son lo mejor de lo mejor en la provincia; ambos son del caserío de San Isidro y forman una pareja sin igual, ademas son maestros de jóvenes prospectos que ya están dando que hablar en la música. Estos dos músicos son el señor Mauro Tantaruna Carhuancota, músico muy experimentado que aprendió desde niño el oficio. Por boca de él Don Orestes Gonzales, muy mismo se sabe que fue discíquerido y recordado por sus pulo del maestro Felipe Tapia, grandes dotes en la ejecución de las por lo que tiene un estilo muy danzas en todo Corongo. Sin duda uno de los mejores cajeros que especial para ejecutar las tonaha existido. das. Aprendió a tocar a los 12 años y hoy lleva más de 55 años difundiendo las danzas ancestrales de Corongo. Este señor por su talento es infaltable en las fiestas patronales donde se presentan danzas. También toca el huayno magistralmente.

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La otra figura la representa el señor Ernesto Sanchez Carrillo, conocido como «Cabo». Este cajero es hijo de inmigrantes sihuasinos que se asentaron en San Isidro por lo que él nació ahí. Cuenta que desde niño tuvo la afición por la música de las danzas, así que poco a poco fue aprendiendo a dominar el pinkullo y la caja hasta convertirse en uno de los mejores chirocos que existe. Primeramente fue danzante hasta los 22 años en que inició su carrera como músico, y hoy lleva más de 37 años tocando. A «Cabo» le sobra talento, pero su buen humor e histrionismo durante la danza lo hacen incomparable. Con sus movimientos dirige a los danzantes y los va sumiendo en la danza dirigiéndolos hacia el éxtasis, por estas características es muy requerido dentro y fuera de la provincia.

«Cabo» (a la izquierda), es muy requerido en las festividades de toda la provincia por su talento ejecutando las danzas de Corongo.

«Mauro» ( a la derecha) es uno de los mejores exponentes de los chirocos para danzas de la provincia de Corongo.

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Corongo es mítico en sus expresiones culturales, prueba de ello son sus «cajeros» que con roncadora y pinkullo amenizan las celebraciones ya sea con hermosos huaynos o con milenarias danzas guerreras. 180


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VIII. VIGENCIA DE LA DANZA La danza de los Shajshas ha pasado por diversas etapas de difusión, como ya lo hemos anotado en páginas anteriores. Primero en la época preincaica cuando se forma la confederación Curunmarca o Korymarca, los huallas difunden sus aspectos culturales entre las demás tribus confederadas. Con la conquista tahuantinsuyana son influenciados y una de sus variantes crea la danza de «Los incas de Cusca». Seguidamente en la época colonial se fortalece esa difusión, con la creación de la reducción o pueblo de indios llamada Villa de San Pedro de Corongo. Y finalmente desde inicios de la república hasta nuestros días ha ido siendo adoptada por los demás pueblos y distritos de la provincia, quienes los exhiben orgullosos en sus fiestas patronales. Aunque inicialmente los shajshas bailaron en honor a San Pedro, en junio, cuando éste estaba entronado en la capilla de los huallas, posteriormente su festividad se centralizó en el mes de octubre para la fiesta de San Francisco de Asís, siendo Aco y Corongo donde se realiza sus mayores celebraciones. A pesar de ello, en los últimos 50 años la gran mayoría de los pueblos, caseríos y distritos de la provincia han ido invitando a los shajshas para sus festividades patronales, adoptándolos poco a poco como parte de sus fiestas patronales. Veamos en qué fiestas patronales se hacen presente: COLCABAMBA Es un caserío que se encuentra hacia el suroeste de la ciudad de Corongo. Se caracteriza por ser una bella campiña donde prosperan los frutales, además posee un clima templado que lo hace extraordinario para vivir.

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Siempre ha sido tierra de shajshas, tiene su paso característico que lo diferencia de los de Aco y Corongo. Aquí vivían artesanos especialistas en la confección de shajapas, y no solo tenía grandes danzantes, sino también grandes músicos que acompañaban a sus guerreros. Su fiesta patronal se realiza en honor al «Virgen de la Asunción» conocida como «Mamá Ashu», y tiene como día central al 15 de agosto.

Pequeños shajshas bailando en la capilla de Colcabamba.

Esta festividad era una de las principales de Corongo, hasta la zona llegaba gente de todas partes para rendir homenaje a la patrona colcabambina. De Corongo bajaban vendedores de comida y del infaltable «gro» coronguino (bebida hecha con agua hervida, limón, azúcar y aguardiente).

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Para rendir culto a Mamá Ashu, llegaban shajshas de Aco y Corongo que se sumaban a los del lugar. Se generaban grandes comparsas de danzantes que engalanaban la fiesta y competían por ser los más fuertes y los que bailan mejor. Tradicionalmente se recorre el camino central de este caserío hasta llegar a su capilla donde se danza hasta las últimas consecuencias. Hoy en día esta festividad ha perdido la fastuosidad de antaño pero, aunque pequeña, sigue siendo celebrada por los colcabambinos buscando devolverle la fastuosidad del pasado. ATICARA Y TURHUASI Este caserío se ubica al este de la ciudad de Corongo y también ha sido importante para la práctica de los shajshas.

Shajshas en la fiesta de Aticara.

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Su festividad principal se realiza en honor a la «Virgen de las Mercedes» en el mes de agosto y también convoca a shajshas de Aco y Corongo que bajan a rendirle homenaje a la santa patrona del pueblo. Su festividad dejó de celebrarse por mucho tiempo debido a la desidia de algunos pobladores de la zona, pero en los últimos años las nuevas generaciones se están encargando de reflotar esta bonita fiesta tradicional. Hoy en día han construido una capilla en Turhuasi que es el lugar central donde descansa la virgen hasta la fecha de su celebración. Estos caseríos si bien no tienen danzantes, fueron muy influenciados por el estilo de Colcabamba. Lo que sí nadie puede negar es que Aticara y Turhuasi han sido cuna de grandes chirocos, especialmente de huayno, como los Hermanos Fajardo y la dinastía de los Reyes. Los jóvenes de estos pueblos son grandes músicos que integran las diferentes bandas de músicos de la provincia. YUPÁN Este distrito de Corongo realiza su festividad principal a mediados del mes de octubre, siendo su santo patrón el «Apóstol San Pablo». Este distrito ha visto aparecer a los shajshas en su festividad en los últimos años donde se presentan junto a pallas, panatahuas, indios y huanchacas que juntos forman bellas comparsas que engalanan su fiesta principal. YÁNAC La fiesta del distrito se celebra en el mes de noviembre en honor a la Virgen de la Natividad.

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Shajshas en la plaza de Yupรกn.

Fiesta en el distrito de Yanac.

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Su fiesta se inicia el 15 por la noche con el «rompimiento», donde la gente sale a danzar junto a los visitantes e hijos de este distrito. Los tres primeros días son celebrados por el Juez de Agua, los dos días siguientes por el capitán de carrera de cintas, quien en su último día realiza un agasajo para sacar cintas de una cuerda colgada a 2.5 metros con el fin de ver quiénes pasarán la fiesta el año siguiente. La celebración patronal culmina con una corrida de toros. Este distrito aunque en los últimos años no está llevando esta comparsa, siempre ha presentado shajshas para dar realce a su festividad. CUSCA Este distrito es otro de los importantes en cuanto a shajshas se refiere.

Shajshas del distrito de Cusca.

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Es el único donde los shajshas se presentan en todas las festividades que se celebran en el año. En la época prehispánica pertenecieron al dominio de los huallas y luego fueron anexados al reino Korymarca. Con su danza de los Incas, son prueba cultural tangible del dominio inca en la zona. Son muestra viva de lo que sucedía en Corongo a inicios del dominio español en el Perú. En junio, los shajshas adoran al San Pedro, tal como lo hacían hace siglos en la iglesia que estaba en Huallapampa, costumbre que a pesar de los siglos y la dura política implantada por los españoles, han sabido mantener. Su fiesta principal se realiza en setiembre, en honor a la «Virgen de la Merced», patrona de las guerras. En esta festividad, los shajshas forman comparsas que se complementan acompañando a los incas en el recorrido por las calles de la ciudad. Los shajshas de este distrito son producto de la influencia de Aco, por ello mantienen el estilo y los personajes similares. Desde hace mucho tiempo son requeridos en la provincia de Sihuas para engalanar sus celebraciones. LA PAMPA Este distrito se ubica en la zona calurosa de Corongo, destaca por sus campiñas de producción de frutas. Su población esta conformada principalmente por descendientes de migrantes de Sihuas y Pomabamba, por lo que sus manifestaciones culturales tienen esa influencia bien marcada. Hasta hace unas décadas se celebraba una festividad en honor a Sa Miguel Arcángel, para homenajearlo llegaban shajshas desde Corongo y Aco; hoy esa celebración lamentablemente se ha extinguido. Hoy en día, una de sus fiestas principales es la

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que se realiza en octubre, en honor a su patrón «San Francisco de Asís» donde realizan una gran celebración. Siempre están en búsqueda de optimizar su fiesta y hacerla una de las mejores de la provincia. Para darle realce a los honores para el santo patrón, muchas veces se contrata a los shajshas para que con su despliegue de fuerza y vitalidad complementen la fiesta. Como no tienen elencos propios de la danza, mandan a traer a los danzantes desde Corongo o desde Aco, y cuando llegan los reciben de mil maravillas augurando una gran festividad.

Fiesta de San Francisco en La Pampa.

SAN ISIDRO San Isidro es un cacerío del distrito de Aco que se ubica en la falda del cerro Clarin Irka, lugar donde se estableció una de

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las tribus más importantes de Corongo. Hasta aproximadamente la década del 70, del siglo anterior, ellos formaban parte de la festividad en honor a San Francisco en Aco como uno de los barrios participantes. Mucho se cuenta sobre los encuentros que se llevaban a cabo con los aquinos que iban a esperarlos en el puente que cruza el río Quillorón. Debido a los enfrentamientos que se suscitaban, se prohibió esta práctica por medio de las autoridades, y sus habitantes decidieron celebrar su propia festividad en mayo, en honor a San Isidro Labrador.

ACO En este distrito se realiza la fiesta principal donde se presenta esta danza guerrera. Los danzas o shajshas bailan en la fiesta central que se realiza en honor al santo patrón, «San Francisco de Asís», en el mes de octubre.

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En esta festividad grupos de danzantes que representan a los barrios del distrito: Succha y Chope, salen a recorrer las calles del pueblo. Antiguamente, incluso hasta finales de los años 80, se producían sangrientos enfrentamientos entre ellos en la zona denominada «Rayan Irka». Actualmente esta práctica ha sido dejada de lado aunque se mantienen ciertos amagos de gresca durante los encuentros de los barrios. La población aquina recuerda entre muchos de sus danzaq a los de Hualla y San Isidro: Filomeno Vargas, Roberto Acero, Santiago Acero, César Aguilar, Manuel Pinedo, Aquilino Tapia, Pascual Tapia, Luis Tapia, Roberto Tantaruna, Elecrio Ponte, Abraham Victorio, Leon Izaguirre y a su histórica mojiganga Don Macedonio Victorio; también a los grandes danzaq de Succha: Urbano Huarez, Eladio Contreras, Albino Mauricio (Malaño), Olimpio Pinedo, Octavio Gonzales, Juan De Dios Pinedo, Policarpio Pinedo, Francisco Pinedo, Juan Pinedo y su mojiganga Miro Cortez. Don Félix Liñan Ocsas nos cuenta sobre el origen de la festividad en Aco: “El pueblo de Aco tiene como patrón a San Francisco de Asís, al que rinden homenaje el 4 de octubre de todos los años. Como origen de este culto se cuenta que un leñador se había internado en las faldas del cerro “Clarín Irca” (cerro que tiene forma de pirámide) Allí, entre los montes y pegado a una peña, encontró la imagen del santo. El hombre alarmado por el hallazgo salió corriendo para informar al pueblo, pero cuando acudieron al lugar ya no había tal imagen, por el contrario lo vieron caminando por las chacras del que es hoy pueblo de Aco. Alguien se alarmó al verlo con la sotana

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de San Francisco y con el crucifijo en la mano, caminando por toda la campiña. La gente no paraba de hablar del raro personaje que había desaparecido sin saber el rumbo que había tomado. Y por sus características se dijo que era San Francisco de Asís. El pueblo que era por entonces de unos cuantos habitantes, formó una capilla y años más tarde edificó una iglesia tomando como santo patrón a San Francisco de Asís. Desde entonces se celebra la tradicional fiesta, la que año tras año ha ido creciendo en devotos e incrementando sus milagros, castigos, mitos, leyendas y supersticiones. Asimismo, en Lima se han establecidos estos festejos con bastante devoción.”

El ing. Gilbert Collazos nos dice: “En el distrito de Aco lo hacen desde siempre hasta nuestros días en octubre en honor a San Francisco de Asís. Ellos

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celebran en dos barrios en competencia los de Chope (Centro) y los de Succha. Esta danza guerrera también lo ejecutan en Lima todos los años.” Don Froilán Alva Cerna también nos cuenta: “Estos DANZAS representan ese día los tres barrios, Succha, Choppe y San Isidro que se disputan el primer lugar en la demostración del mejor danzante.”

BREVE DESCRIPCIÓN DE LA FESTIVIDAD EN ACO: Aco inicia sus celebraciones con el «rompimiento» de la fiesta en honor al patrón «San Francisco de Asís» cada 02 de octubre, con la popular «entrada» a la plaza de armas donde el mayordomo o alférez de la fiesta acompañado por los devotos, al son de la banda, roncadoras, y al ritmo de cohetes que despiertan a las estrellas, ingresan bailando con gran algarabía anunciando la llegada de la fiesta patronal. Se toma mucha chicha de jora, licores diversos y el tradicional «gro». Se queman castillos de fuegos artificiales y se baila hasta el amanecer, que es cuando se dirigen a la casa del alférez a tomar un riquísimo caldo «levanta muerto». El 03 de octubre es día de descanso después de la amanecida y la shajshada del rompimiento. Se realiza la ca-

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rrera de cintas y en la noche se realiza la víspera y también se queman fuegos artificiales. El 04 es el día central de la fiesta. En este día se celebra la misa y la procesión del santo patrón por las calles de la ciudad, acompañado de shajshas, pallas y también «antis». Al medio día se dirigen a la casa del mayordomo donde el almuerzo es realmente grandioso, se comparten hasta cinco potajes, teniendo los shajshas, pallas, antis, diablos y mojigangas un almuerzo especial. Luego del almuerzo nuevamente baile y borrachera general hasta las últimas consecuencias. Es esta festividad se destacan las comparsas de shajshas que recorren las calles al grito de «arriba Hualla», «arriba Chope» «arriba Succha, carajo» generándose un contrapunteo que muchas veces termina en amagos de peleas entre los danzantes. El 05 de octubre se realiza la «shillca» o fin de fiesta, donde se continúa con la algarabía general, y las risas y lágrimas se comparten por igual, por haber tenido la suerte de compartir una nueva fiesta patronal. Hombres y mujeres shajshan al compás de la aguerrida música. Hombres y mujeres lanzan gritos de triunfo porque su pueblo vive, porque su pueblo se inmortaliza en su danza. Se ve a hombres y mujeres danzando hasta el cansancio, borrachos de amor por su pueblo y su santo patrón «Taita Pancho».

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CORONGO Desde que se creó la villa de San Pedro de Corongo (en 1575 aprox.) hasta fines del siglo XIX, la fiesta principal donde participaban los shajshas era la de junio en honor al santo patrón «San Pedro». La fiesta de Parte Arriba era celebrada por los Huallas y la de Parte Abajo por los coronguinos y obviamente ambos competían por tener la mejor fiesta llegando incluso a liarse a palos y pedradas. En esta época la fiesta del santo patrón se veía engalanada por shajshas, incas, huaris (danza extinta en Corongo), pallas y panataguas que danzaban en su honor. Cuando a inicios del siglo XX las estancias de Aco y Cusca adquieren categoría de distritos e independizan sus festividades, eligen nuevos santos patrones, pero siempre respetando la fiesta de «San Pedro», patrón principal de la provincia. Al independizarse estos distritos, los Shajshas fueron dejados de lado en junio y marginados tratándolos como indignos para la celebración del santo patrón. Es cuando los guerreros comenzaron a ser parte de otras celebraciones menores como la de San Miguel Arcangel y luego San Francisco el Añamarino. Esta situación ha llevado a una rencilla folclórica entre coronguinos y aquinos, quienes se disputan ser la cuna de los Shajshas, aunque como ya hemos demostrado, la matriz está en Aco en la tribu de los Huallas, y el de Corongo es producto del sincretismo cultural. El distrito de Corongo pues, es donde actualmente se realiza la segunda celebración más grande donde participan los shajshas. Se realiza en homenaje a San Francisco de Asís conocido como «El Añamarino», ya que según la tradición popular, el santo fue hallado en un paraje denominado Añamara. Esta celebración se desarrolla la primera semana de octubre y aun-

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que no es una festividad muy antigua, hoy en día ya se ha arraigado en la mente e idiosincrasia de la población coronguina.

El ing. Gilbert Collazos nos describe la evolución de esta festividad en Corongo: “Los shacshas de Corongo en el siglo XX y XXI, han danzado para los siguientes santos: En el distrito de Corongo hasta cerca de los años 30 (siglo XX) danzaban el 29 de setiembre en honor a San Miguel Arcángel. Bailaban danzantes de cada barrio, también de los anexos de Chacu, Chicu (luego Nueva Victoria), Colcabamba, Aticara, Castillo. Cuando la fiesta de San Miguel se perdió en el olvido hubo un lapso de tiempo en que no hubo más shacshas en Corongo, pero en eso surgió un Sr. Núñez que inició una fiesta

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en honor a San Francisco de Asís, en honor a una piedra hallada en su chacra de Añamara que se parecía a San Francisco. Esta fiesta no duró mucho, pues el Sr. Núñez se marchó a Lima y allí terminó esta fiesta también. En los años 60, 70 no hubo shacshas orgánicamente en Corongo, salvo humoradas. Fueron los del Centro Cultural Folklórico «Champará» en Corongo y el Centro Musical Corongo en Lima, los que lucharon por reinsertar esta danza en el distrito. Esta reinserción fue lograda en Corongo ya en los años noventa. Desde ese entonces todos los años se celebra a San Francisco de Asís, tanto en Corongo como en Lima.” Como hemos indicado, la festividad de Corongo es en honor San Francisco «El Añamarino». Para explicar la terminología y origen de esta celebración recurriremos una vez más a los apuntes del señor Erasmo Valverde Pinedo: “El origen de esta festividad comienza un día 5 de octubre de 1880 (¿?)en donde uno de los pastores del padre del señor Ancelmo López encontró la imagen en un cerro llamado Cortadera, dícese que dicha imagen fue llevada por el pastor a la casa de su patrón en Añamara y que velado 2 noches, en la tercera noche despareció; pero los mismos pastores volvieron a encontrarlo en el mismo sitio del cerro Cortadera más allá del camino a Ecjancja. En vista de este extraño caso, pidieron el concurso del sacerdote del pueblo de Corongo, quien identificó a dicha imagen como San Francisco, y recomendó que se le hiciera una capilla en Añamara para que no vuelva a suceder este extraño, de ahí viene el nombre de San Francisco Añamarino.

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Después de este acontecimiento todos los años en la misma fecha de su hallazgo se realiza la festividad en Añamara en donde los danzarines de shagsha en franca competencia lo llevan hasta el pueblo de Corongo. El motivo por el cual el Santo Añamarino se encuentra en Lima es porque los descendientes del Sr. Ancelmo López, han emigrado de dicho lugar y se estaba olvidando su festividad. En vista de esto el Sr. Nicolás Núñez López, descendiente directo de la familia López, se vio obligado a traerlo a Lima para seguir festejando como era costumbre.” La festividad de San Francisco de Asís es relativamente nueva en Corongo, va a surgir a raíz de que la familia Nuñez encontrara una estatuilla en un paraje coroguino y le hiciera una capilla en los parajes de Añamara donde tenían sus terrenos; es por este motivo por el cual se le denomina al santo «El Añamarino». Esto ocurrió hacia finales del 30 e inicios de los 40 del siglo pasado. Tuvo una duración de una década aproximadamente y adoptó a los Shajshas de Corongo, que desde su «expulsión» de la fiesta de San Pedro en junio no tenían una festividad propia donde presentarse. Los propietarios de la zona se encargaron de la festividad y se denominaron los «Añamarinos», aquí destacan los señores: Trinidad Gonzales, Juan Gonzales, Basilio Armijo, Fidel Zelaya, Emilio Caldas Garay, Vicente Caldas Garay, Celestino Pinedo Jaramillo, Felix Pinedo Jaramillo, Gertrudis Pinedo Jaramillo, Zenon Olivera, Delfin Trevejo, Eufrasio Torralba, Encarna Reyes de Nuñez, entre otros. La festividad del Añamarino se organizaba en los parajes de Añamara, desde ahí se iba hasta Corongo en procesión con

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el santo en hombros, se realizaba la misa y se retornaba bailando hasta el lugar de partida, donde esperaba una gran celebración. Los shajshas iban bailando sin importar piedras, huecos ni alguna imperfección en la ruta del camino. Participaban de estas celebraciones los shajshas de pura cepa que tenía Corongo: Celestino Pinedo, Marcelino Tapia, Juan Jara, Eleuterio Moreno, los hermanos Erasmo, Leandro y Juan Valderde, Bernardino Alejos, entre otros. De Colcabamba destacaban David Vega y los hermanos Erasmo, Roque y Marcos Bedón, y de Aticara el gran Justo Ramos. Después de un decenio y algo más, la familia Núñez se mudó a Lima y se llevó la imagen acabando con la festividad. Durante varias décadas los Shajshas se quedaron sin festividad en Corongo. Fue determinante la presencia del Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo, que desde 1965 se dedicó a rescatar y difundir los aspectos más importantes de esta hermosa danza. Es recién en 1984 cuando se retoma las celebraciones en honor al Añamarino. Desde Lima, el Centro Musical Corongo dona una réplica de la estatuilla de San Francisco al «Champará» Corongo para ser custodiada, y para que se le organice su olvidada festividad. La de ese año no fue pomposa o exagerada, pero marcó el reinicio de las celebraciones para San Francisco en Corongo. Fue muy importante la figura de don Jaime Zelaya, encargado de entregar la estatuilla y posterior promotor de la festividad hasta los últimos días de su vida. Para junio de 1985 la imagen pasa a custodia de don Froilán Pinedo Moreno quién se hace cargo de las celebraciones de ese año, que según sus palabras, causaba asombro en los coronguinos, que por el tiempo transcurrido no sabían qué fiesta se estaba celebrando. Para esta oportunidad destaca la acción de

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don Vicente Caldas quien generosamente obsequió dos «guiones» (estandartes) para ser lucidos por el mayordomo y su esposa. A falta de personas que se ofrezcan para asumir las celebraciones, la festividad de 1986 nuevamente se pone en manos de don Froilán Pinedo, destacando ahora la figura de doña Silvia Garay, quien obsequió la «banda» del mayordomo. En 1987 la fiesta estuvo a cargo de doña Flor Olivera, en 1988 de don Aurelio de la Cruz, en 1989 de don Godofredo Zelaya y así hasta nuestros días en que se sigue celebrando año tras año.

BREVE DESCRIPCIÓN DE LA FESTIVIDAD EN CORONGO: Corongo se pone de fiesta cada octubre pues le toca celebrar la fiesta de San Francisco «El Añamarino», actualmente, una de las más representativas del pueblo, después de San Pedro en Junio y la Exaltación de la Santísima Cruz en setiembre. A pesar de ser una festividad que no se remonta a épocas muy antiguas, es la excusa perfecta que tienen los coronguinos para lucir a sus guerreros shajshas, quienes al son de los cajeros son la parte principal durante toda la celebración. El pueblo se prepara para saludar al Añamarino, los jóvenes recorren el pueblo pugnando por conseguir los mejores vestuarios para lucirlos durante la fiesta. Vestirse de shajsha es un gran orgullo para cualquier coronguino. Con

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el solo sonido de la música guerrera, la sangre entra en ebullición y el alma de los guerreros de antaño se apodera de los danzantes. La fiesta se inicia muy temprano, los cohetes surcan los cielos para despertar de su eterno sueño a Callahuaca, San Cristóbal y Llacllacán (Irkas del pueblo), quienes bostezan dejando salir nubes que vuelan presurosas adornando la salida del sol. La fiesta lo celebra el «mayordomo» junto a su esposa, autoridades durante la festividad, y son los que asumen los gastos de la festividad. Ellos serán los encargados de engalanar la fiesta con todo lo que se necesite para manifestar la devoción hacia el santo. La banda, el castillo, serán infaltables en la celebración. Los acompañan sus «cabecillas», personas de confianza del mayordomo, quienes generalmente son sus amigos y conocidos más cercanos. Éstos se han ofrecido voluntariamente a acompañarlo durante la fiesta y asumir algunos gastos que se van a generar. Los cabecillas son los encargados de buscar, contratar y alimentar a los shajshas y chirocos durante la fiesta. Compiten entre ellos por tener a los mejores chirocos, para esto recorren San Isidro que cuenta con especialistas en este estilo de música. Muy temprano van a la parte alta de la ciudad, a la salida del barrio de Cayarina. Ahí esperan para recibir a los chirocos que vienen de San Isidro para acompañar a los shajshas y engalanar la fiesta con sus marchas guerreras.

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El tiempo pasa y la gente se impacienta, el abrigador «huashcu» (trago) acompaña a los que esperan con ansias a sus músicos. De pronto la calma se hace alboroto, “¡ya vienen, she!” es el grito popular. A lo lejos se escuchan los truenos que emanan de las roncadoras, los cajeros vienen tocando y el pueblo se prepara impaciente para recibirlos.

El mayordomo o prioste, se ofrece voluntariamente a pasar la fiesta del Añamarino, y junto a su esposa asume todos los gastos que se generan.

“¡Viene Cabo, she! ¡Ahí está Mauro! ¡Lo han jalado a Cesha de Llopish! ¡Que tal fiestón vamos a tener!!”, es el comentario general. Con los cajeros en el pueblo, la fiesta oficialmente ha comenzado. A las 10:30 de la mañana, el mayordomo y su comitiva se dirigen hacia el arco en la entrada del pueblo. Es turno

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de recibir a la banda de músicos que los acompañará amenizando la fiesta con la tonada elegida. En horas de la noche, el pueblo se vuelca a la calle al tradicional rompimiento portando cirios a la usanza de la fiesta de San Pedro, en donde bailan las señoras por nuestra Calle Grande acompañadas de amigos y familiares. Los «cabecillas», con chicos y chicas, danzan alegremente en sentido contrario a ellos para «romper» con sus gritos y silbidos la armoniosa melodía de la banda. Banda y cajeros compiten por mantener las cadencias de sus melodías, ambos ofrecen sus mejores tonadas haciendo bailar llenos de algarabía a la gente que los acompaña. En la caja “¡Uz! ¡Uz! ¡Uz!” es el grito de los improvisados danzantes mientras cruzan por la banda haciendo sentir su presencia. Todos se contagian de la música, hasta señoras con cerón en mano se rinden ante las milenarias tonadas guerreras y se ponen a danzar con los jóvenes haciéndoles franca competencia. Así, entre baile, tragos y madrugada, se disfruta de la fiesta del Añamarino. Al amanecer todos a la casa del mayordomo y de los cabecillas, a tomar un riquísimo y reparador caldo de cabeza para continuar con las celebraciones. Nadie tiene ganas de irse a dormir.

Personajes importantes durante esta festividad son el «muñidor», la «camera» y las «mayoralas» encargadas de asistir al santo durante todo el año, cuidándolo y llevándole flores.

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Además, como tarea fundamental, se encargan de arreglar el anda del santo para la procesión y vestirlo de gala durante toda la festividad. El 08 de octubre es el día central. Se realiza la misa y la procesión del Añamarino alrededor de la Calle Grande, luciéndose ante su grey. Durante la procesión los chirocos dejan de lado las milenarias músicas guerreras para dar paso a una marcha ceremonial, más solemne, es un himno de acompañamiento. Como hipnotizados por esta música que entonan sus chirocos, los shajshas se San Francisco de Asís someten al santo y dejan de «El Añamarino». lado su actitud fiera y guerrera. Bajan sus armas de guerra y con la cabeza gacha acompañan la comparsa durante todo el recorrido hasta el atrio de la iglesia, donde se colocará al santo. Como ya es costumbre en nuestro pueblo, al mediodía se ofrece un almuerzo general en la casa del mayordomo y de los cabecillas, quienes se esmerarán al máximo por atender al pueblo, y sobre todo a sus shajshas. En la tarde sigue la tradicional «entrada» con los aguerridos shajshas danzando ágilmente por las calles empedradas del pueblo. Se ven shajshas de todos las edades. Niños, jóvenes y adultos ataviados con hermosos trajes danzan como queriendo

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Durante la procesión del San Francisco «Añamarino», los shajshas realizan una marcha de honor mientras los chirocos ejecutan una música ceremonial acompañándolos durante su recorrido.

El bailar en círculos alrededor del chiroco es muy característico en esta danza. Shajshas de Corongo haciendo gala de energía se desplanzan por las calles de la ciudad, desde el amanecer hasta altas horas de la noche.

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romper el suelo, demostrando así que aman a su tierra y se muestran orgullosos ante tanta cultura y tradición. Al atardecer, con los últimos rayos de sol, se realiza la adoración de los shajshas hacia el santo. Toda la gente hace un ruedo al rededor de atrio de la iglesia, y allí van entrando en parejas para demostrar sus dotes físicas y coreográficas ante el santo y el pueblo, tal como lo hacían en las milenarias épocas del pasado. Los shajshas no se arrodillan ante el santo, bailan frente a él demostrando sus mejores pasos y coreografías, como queriendo demostrar que el alma de sus antepasados no ha sido sometido y aún se muestra rebelde ante la imposición. Finalmente hacen una pequeña venia y se retiran para dar paso a otra pareja de guerreros, deseosa de mostrarse ante el añamarino.

Shajshas en plena adoración en Corongo, los shajshas no se arrodillan ante el santo solo hacen una venia ante su presencia.

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Después de la adoración se guarda al santo en la iglesia y se baila hasta altas horas de la noche. El 09 de octubre, en horas de la tarde, el mayordomo y sus amigos despiden la fiesta en la tradicional «shillca». El santo retorna a su habitual emplazamiento en «el Arco», la entrada del pueblo, donde esperará hasta el próximo año por sus celebraciones. Los shajshas, chicos y grandes, danzan sobre el lomo de las piedras de las calles que se adormecen con el rítmico sonido de las shajapas, lo hacen hasta las últimas consecuencias. Los coronguinos se despiden así de «El Añamarino» hasta el año que viene, no sin antes haber conocido al mayordomo que celebrará esa fiesta.

Los shajshas recorren las calles de la ciudad desde las primeras horas en la «salida al alba», y bailan durante todo el día haciendo despliegue de energía y fortaleza.

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La fiesta de San Francisco «El Añamarino» permite que shajshas de todas la edades se congreguen en la ciudad e inicien su tradicional recorrido por las principales calles, dejando tras de sí una cortina de sorpresa y admiración entre los pobladores.

Los niños son la garantía de la plena vigencia y perpetuidad de esta bella danza guerrera en la provincia de Corongo.

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IX. INSTITUCIONES QUE DIFUNDEN LA DANZA: CENTRO FOLCLÓRICO CULTURAL “CHAMPARÁ” CORONGO: Es la institución más emblemática de toda la provincia de Corongo. Por su gran importancia en rescate, danza y difusión de folclore coronguino, se ha hecho parte de la cultura de este bello pueblo. Se fundó en Corongo el 11 de marzo de 1965 y ya lleva cincuenta años difundiendo folclore coronguino. Durante su existencia han desarrollado danzas, música y teatro enriqueciendo la cultura folclórica de Corongo. Entre sus fundadores destacan: Edver Garay, Manuel Antúnez, Julio Chereque, Magín Izaguirre, Donato Pinedo, Froilán Pinedo, Luis Sifuentes, Roberto Sotomayor, Wily Sotomayor, Apolinar Trevejo, Jorge Trevejo, José Urbieta, Federico Valderrama y Froilán Villalva. Una de sus tareas fundamentales ha sido el rescate y difusión da danzas, principalmente los Shajshas (estilo coronguino) y los incas de Cusca, pero también desarrollan piña toro, 14 de setiembre, pallas, indios de Yupán, panataguas. Todo esto sumado a una prolífica representación de obras teatrales que periódicamente realizaban en Corongo. Con Mucha nostalgia recuerdo dos bellas obras que marcaron mi infancia, «Madre abandonada» y «Caradoshu: el alma de Emiliano Pantoja». La danza de los Shajshas estaba pérdida en el distrito de Corongo, habiendo solo manifestaciones espontáneas donde se mostraba esta danza, sobre todo el la parcialidad denominada Añamara. Por este motivo el «Champará» decide hacer un rescate de la danza basándose en los pasos, vestuario y música existente

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en los viejos danzantes de la zona. Además hacen un trabajo coreográfico auténtico para poder difundirlo y presentarlo en un escenario. Destaca aquí don Froilan Pinedo Moreno «Pula», hijo del gran Celestino Pinedo Jaramillo uno de los más grandes shajshas que ha tenido Corongo, además de ser compositor de muchas de las tonadas de shajshas y panataguas. Es a él a quien le correspondió enseñar el estilo, aprendido de su padre, a los demás integrantes. Otra de las figuras importantes fue don Mario Melgarejo, quien estuvo a cargo de la coreografía, la misma que con algunas variaciones se mantiene hasta nuestros días. El «Champará» fue la primera institución en llevar a un escenario a los Shajshas de Corongo y los Incas de Cusca, conjuntamente con el gran cajero Felipe Tapia. Los primeros shajshas que tuvo el «Champará» fueron: Mario Melgarejo, Edver Garay, Pepe Garay, Willy Morales, Billy Sotomayor y Froilán Pinedo. En la década del 1980 la nueva generación de danzantes del «Champará» estuvo conformado por Wilfredo Valdez, Leonardo Carbajal «Nayo» , Andrés Campomanes «Pato», Víctor Sotomayor «Telele», Eustaquio Sánchez, Genaro Torralba «Prujer» y Adolfo Pinedo «Jashpa». Grandes intérpretes de música coronguina han pasado por sus filas, podríamos nombrar a Pepe Garay «El arriero de Corongo» y Julia Urbieta «La Champarina» primeros vocalistas que tuvo la institución. Posteriormente estuvieron Pablo Valderrama «Cubita», Irma Murillo, Julia Lopez «Flor Coronguina», Neomisia Diaz, Elsa Malpica, Isabel Malpica «Chabuca», entre otros. El 2014 ha marcado un hito para esta institución pues con la finalidad de ampliar sus fronteras de difusión cultural, ha

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inaugurado su sede Lima, con la cual se suma a otras instituciones existentes para trabajar en conjunto y difundir adecuadamente las manifestaciones culturales de Corongo. El «Champará» ha llevado el folclore coronguino y a los shaj-shas por diversos lugares del Perú en las numerosas giras que ha realizado, entre las que destacan: • 1969 a La Pampa y el Callejón de Huaylas (Caraz, Yungay, Carhuaz y Huaraz) • 1971 a Chimbote (Solo Shajshas) • 1972 a Lima (Primera vez) • 1973 a Sihuas, al caserío de Paria (Huaraz) y a Chimbote. • 1974 a Pomabamba • 1980 a Cabana (Primera vez) • 1981 a Lima (Segunda vez) • 1991 a Lima (Tercera vez) • 1987 a Piura (Solo Shajshas) • 1993 a Yupan y Cabana (Segunda vez) • 1995 a La Pampa (Solo Shajshas) • 1996 a Huari (Solo Shajshas) • 1996 a Huaraz (Solo Shajshas) • 1997 a La Pampa (Solo Shajshas) • 2002 a Lima (Cuarta vez) • 2004 a Lima (Quinta vez) • 2015 a Lima (Sexta vez) para la celebración de su cincuentenario institucional. Por su importancia como instución cultural difusora ha recibido la distinción de «Patrimonio Cultural de Ancash».

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CENTRO MUSICAL CORONGO (CEMUCO): Esta institución se fundó el 6 de noviembre de 1958, con un grupo de jóvenes músicos que provenían de las filas del Centro Fraternal Corongo, con cuyos socios tuvieron discrepancias. Destacan entre sus fundadores los señores Prudencio Meza Carranza, Erasmo Valverde Pinedo, Filomeno Malpica Iparraguirre, Rudecindo Domingues, Eleodoro Acuña Jara, Luis Acosta Guerrero, José Murillo, Marcial Urquiza, Aquilina Valverde, Octavio de la Cruz Moreno, Ysauro Romero Oliver, Pe-dro Romero Oliver, Víctor Velasquez Murillo, Angel Dominguez Perez, entre otros. Sus primeros 14 años se dedicaron estrictamente a la música, aunque con un claro ideal de camaradería y confraternidad para con su pueblo. Después de fundarse el C.N.M San Pedro de Corongo, se comprometieron a colaborar con la educación de Corongo; por ello el 02 de julio de 1965 donaron una colección de 94 tomos de una enciclopedia y posteriormente un estante para la biblioteca del colegio. Es en la década del 70, específicamente para el 28 de febrero de 1972, a raíz del evento organizado por doña María Alvarado Trujillo «Pastorita Huaracina», en homenaje y memoria de las víctimas que produjo el gran terremoto que destruyó Ancash en 1970, cuando el CEMUCO decide presentar también estampas folclóricas de Corongo y prepara pallas, panataguas y shajshas, estos últimos con la influencia del C.F.C. «Champará» Corongo que ya presentaba la danza, incluso había hecho ya una gira a Lima. Desde esa época, la institución ha desarrollado una incansable labor cultural difundiendo el folclore coronguino en distintos escenarios de la capital.

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Fue muy importante en el proceso de rescate de la festividad del Añamarino en Corongo, pues en 1985 donó la estatuilla del Santo para las celebraciones que se desarrollan hasta nuestros días. En Lima son los precursores de la festividad y son los encargados de la celebración año tras año asegurando la permanencia de la misma, como también la participación de la comunidad residente en la capital. En la actualidad, ya con la denominación de «Patrimonio Cultural de Ancash», difunden la música coronguina en permanentes producciones musicales que engalanan el cancionero coronguino, y en el aspecto de danzas realiza continuas presentaciones asegurando la perpetuidad de las manifestaciones culturales de Corongo. AGRUPACIÓN FOLCLÓRICA BAILA DESPERTAR: Es una joven institución folklórica que difunde diversas costumbres del departamento de Ancash. Fue fundada el 15 de enero del 2007 por los profesores David López Romero, Micael López Romero y Leshlie Shereiber Chunga Díaz, con un aproximado de 30 jóvenes. Desde su formación ha sido partícipe de diversas actividades culturales a nivel nacional. Ha sido campeón de múltiples concursos a nivel de Lima Metropolitana, así como también en diversas regiones del país. El 2014 la agrupación presentó una nueva y «moderna» propuesta para los Shajshas de Aco, que aunque ha sido controversial y ha generado algunos desazones en algunos corazones puristas, también ha logrado poner en la palestra a la cultura coronguina, haciendo que más agrupaciones miren con interés al pueblo de Corongo.

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Ha firmado un pacto de amistad con el Centro Folclórico Cultural «Champará» Corongo - sede Lima, institución de la cual actualmente recibe asesoramiento en materia de folclore coronguino, formando una unidad cultural que ya está dando mucho que hablar en la capital y en las festividades coronguinas que se llevan a cabo. El director general es el profesor David López Romero, un ancashino que tiene como único afán brindar una formación humana, cultural y espiritual a los jóvenes que conforman su agrupación. Actualmente esta institución se encuentra ubicada en Zapallal -Puente Piedra- Lima, contando con un aproximado de 60 jóvenes, en su mayoría residentes ancashinos. Uno de los principales objetivos de esta institución es crear y fortalecer la identidad nacional en niños, jóvenes y adultos a través de la música y danza de nuestro Perú profundo; así como también el rescate y valoración de las diversas danzas del departamento de Ancash. ASOCIACIÓN CULTURAL TIERRA MADRE: Esta institución fue fundada por las hermanas Mariela y Yadi Collazos Garay. Ellas deciden llamar a su proyecto cultural «Tierra Madre», con la finalidad de hacer un trabajo de difusión de la cultura coronguina y del departamento de Ancash, principalmente. Inician sus actividades en setiembre de 1994, para la fiesta del 14 de Setiembre, con la danza «piña toro» (toril coronguino con raices ancestrales), pero posteriormente ponen como fecha de fundación el 06 de febrero fecha del nacimiento de la desaparecida fundadora Yadi Collazos Garay.

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Desde sus inicios se abocaron especialmente a la revaloración de las expresiones ancestrales, tanto en danza como en música del pueblo de Corongo, ante la necesidad que había de difundir con seriedad y profesionalismo la cultura del departamento de Ancash. Siempre se han dedicado a rescatar expresiones dancísticas y musicales correspondientes al calendario festivo de la provincia, que con la llegada de los españoles cambiaron de nombre superponiendo a los santos católicos. También buscan rescatar valores que marcaron la vida de los antiguos coronguinos teniendo en cuenta que todas sus danzas son en homenaje a la pachamama, al agua, al lucero del amanecer y todo lo que habita en él, preocupándose siempre en realizar el mejor homenaje a la Madre Tierra. Trabajan constantemente formando círculos culturales de investigación del arte tradicional ancashino, y realizando presentaciones artísticas en auditorios, explanadas, eventos particulares de instituciones, publicaciones masivas y accesibles a la población en general, formación de cultores del arte promoviendo el desarrollo de la identidad cultural en el público en general. Esta institución inició su trabajo con la base de integrantes de la familia, posteriormente convocan a un elenco más estable para un duro trabajo de difusión, llevando a cabo ensayos constantes para trabajar conjuntamente con grupos profesionales de otros departamentos, destacando el baile de las PALLAS DE CORONGO. De esa manera vienen participando en importantes eventos para invitados especiales de paises extranjeros, mandatarios extranjeros, empresarios europeos, autoridades de Asia, Pacifico, Americanos, entre otros.

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En su labor de difusión desarrollan Pallas de Corongo, panataguas, shajshas, incas de Cusca, Navidad Coronguina, piña toro, 14 de Setiembre, carnaval coronguino, etc. AGRUPACIÓN FOLCLÓRICA DANZA GUERRERA DE ACO: Institución formada por naturales y descendientes del pueblo de Aco. Se forma para el año 2001 con la clara perspectiva de difundir la danza tradicional de su pueblo que es la danza de sus antepasados. Hoy en día es la institución más importante que difunde el estilo tradicional de Aco en la capital. Ellos participan en innumerables fiestas patronales difundiendo su folclore de la mejor manera, y están siempre prestos a trabajar para difundir las bases culturales de su pueblo.

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X. VALOR HISTÓRICO DE LA DANZA La danza los Shajshas de la provincia de Corongo, representa un legado cultural muy antiguo cuya vigencia permite resaltar la fuerza totémica de la raza de la gente que conforma esta bella y mística tierra. La danza nos da a conocer la grandeza de su historia, fortaleciendo en cada uno de sus distritos y caseríos una orgullosa identidad, la que ha de servir como base para forjar su progreso y desarrollo sostenible, orientado hacia un futuro promisorio donde prime la cultura y tradición. Los Shajshas de Corongo nos muestran vestigios primigenios de la cultura coronguina, lo cual demuestra su importancia como cultura originaria de la provincia; ademas nos da a conocer el papel preponderante que ha tenido esta provincia en las diferentes etapas históricas de nuestra nación. Esta bella danza guerrera, por la peculiaridad de su vestuario, sus estilos, música y origen es única en el país, por lo cual es importante hacer campañas de revaloración y difusión cultural que la pongan en el sitial que se merece. Su nomenclatura parecida a los shacshas del Callejón de Huaylas no lo emparenta de ninguna manera con la misma, habiendo tenido un diferente origen histórico y cultural.

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XI. CONCLUSIONES Dada la relevancia y el arraigo cultural que esta danza tiene en la población provincial coronguina, por reflejar el carácter luchador de un pueblo rico en tradiciones y costumbres, y por su carácter de manifestación cultural originaria de un pueblo, es menester que se haga el reconocimiento de la danza «Los Shajshas de Aco-Corongo» como Patrimonio Cultural de la Nación. Si bien es cierto que la danza se inicio en lo que hoy es el distrito de Aco, ha logrado convertirse en un ícono provincial coronguino. El proceso de difusión de la danza hacia todo el territorio coronguino se inició desde épocas muy antiguas, incluso preincaicas, y se consolidaron con el dominio español al fundarse la ciudad de Corongo. Es necesario que los coronguinos conozcan el origen de sus manifestaciones tradicionales, y valoren la importancia que han tenido en el proceso del desarrollo cultural de su pueblo. Los Shajshas son vestigio cultural originario en la provincia por lo que es importante destacar ese aspecto reconociendo que «Corongo es tierra de Shajshas, Pallas y Panataguas». La adoración a San Pedro se originó en tierras que hoy le corresponden al distrito de Aco, y el patrón inicialmente fue adorado por los shajshas. Es importante establecer campañas de revaloración cultural liderada por las instituciones que busquen difundir de manera idónea las manifestaciones culturales de Corongo.

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Shajsha, noble guerrero de ancestral estirpe... De carácter indomable forjado por los dioses durante muchos milenios... Muestra de cultura viva en nuestro hermoso pueblo, Corongo... Hijo predilecto de la pachamama (madre tierra). Figura humanizada del yaya rupé (Sol), poseedor de la energía del Illapa (rayo) en cada uno de tus brazos cuando blandes tu rodela y tu macana para enfrentarte al enemigo... Dueño de la fuerza del trueno en la voz que emerge de tu garganta cuando lanzas los sonidos guturales que perforan al silencio y detienen al viento... Tú, que danzas desafiante ante el pachacamac (temblor) haciendo temblar el suelo y destruyes las piedras con tus fuertes pisadas que se matizan con el sonido de tus shajapas... Ven y acompaña el camino de nuestra gente... Permite a tus hermanos coronguinos desentrañar los misterios de tu esencia trayendo de vuelta tu gloria y tu grandeza... Permite la unidad de tu pueblo para juntos rescatar tu estilo y disfrutar de tu danzar... Protege nuestra lucha y al final, después de superar las adversidades, lanza con nosotros el grito de ¡victoria!... cuando consigamos el objetivo y seas entronado donde perteneces, en la cima cultural de nuestro pueblo.

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XII. FUENTES • Corongo y sus rastros constumbristas, Renato Alegre Valverde Bracamonte, 1961 • Chavín de Huantar, Luis Guillermo Lumbreras - Marino Gonzales Moreno, 2012 • Distrito de Aco y su folclore, Froilán A. Alva Serna, 1991 • Revista Koriyunga de la provincia de Corongo • Shajsha y Panatahuas, etnomúsica de Corongo, Jorge Trevejo Méndez, 2005 • Apuntes del señor Erasmo Valverde Pinedo • Corongo: perfil cultural Koriyunga, Ancash, Fausto Liñán Espinoza, F. Liñan Espinoza, 1984 • Características distintivas del quechua de Corongo: perspectivas histórica y sincrónica, Daniel John Hintz. Instituto Lingüístico de Verano, 2000 • Cuentos, leyendas y tradiciones de Corongo, Julio Collazos Romero Lluvia Editores, 1988 • El departamento de Ancash y sus riquezas minerales, Antonio Raimondi. P. Lira, 1873 • Corongo: sociedad y cultura, Lucio Z. Pinedo Moreno 2008 • Estudio monográfico de la ciudad de Corongo, Adán Rojas Navarro Talleres gráficos de «La Prensa», 1942 • Districts of the Corongo Province: La Pampa District, Corongo District, Bambas District, Aco District, Corongo, Yanac District, Cusca District, General Books LLC, 2010 220


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• Leyes y resoluciones dictadas por la Legislatura, Peru, Rafael Belaúnde y Diez Canseco, Ricardo Aranda, Ricardo R. Rios, 1861 • Relación de los agustinos de Huamachuco, Universidad Católica Peru-1992 • Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales ó América: es á saber: de los Reynos del Perú, Nueva España, Tierra Firme, Chile y Nuevo Reyno de Granada. Con la descripción de sus provincias, naciones, ciudades, villas, pueblos, rios, montes, costas, puertos, islas ..., Volumen 1, Antonio de Alcedo. Imprenta de Benito Cano, 1786 • Los pueblos del Perú, Primitivo Sanmartí. Impr. y Librería de San Pedro, 1905 • Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas en el Perú desde el año de 1821 hasta 31 de diciembre de 1859 reimpr. por orden de materias por J. Oviedo. Peru statutes, Juan Oviedo 1861 • Compilación de leyes: reglamentos y resoluciones de carácter general vigentes del Ministerio de fomento y sus dependencias, Volumen 1, Juan Angulo Puente Arnao Imprenta La Industria, 1907 • Leyes y resoluciones expedidas por los Congresos Ordinario y Extraordinario, Ricardo Aranda Carlos Prince, 1893 • Guía política, eclesiástica y militar del Perú. Impr. del «Católico», 1865 • Pueblos y parroquias del Perú, Volumen 1, Jesús Jordán Rodríguez. Imprenta Pasaje Piura 18, 1950 • Anuario eclesiástico del Perú. Dpto.- de Estadística, Arzobispado de Lima, 1954 221


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• Elites indígenas en los Andes: nobles, caciques y cabildantes bajo el yugo colonial. Editorial Abya Yala, 2003 • El curacazgo de Conchucos y la visita de 1543, Waldemar Espinoza Soriano. Institut francais d’etudes Andines, 1974 • Huari y Conchucos, monografía, Santiago Márquez Zorrilla, 1946 • EL QHAPAQ ÑAN EN LA RUTA DEL CHINCHAYSUYU ENTRE CONCHUCOS Y PUCARÁ: PROGRAMA QHAPAQ ÑAN ; CAMPAÑA 2007, José Luis Matos Muñasqui, Oscar Román Godines, Instituto Nacional de Cultura, Inst. Nacional de Cultura, 2007 • La provincia de Conchucos: a D. Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros y Virrey del Perú : Magnánimo Marqués, Segundo Alcides Bernardino de Montoya, Juan (O.P.) Gálvez, 1701 • Chronica Espiritual Augustiniana: Vidas De Santos, Beatos, Y Venerables Religiosos, y Religiosas del Orden de su Gran Padre San Augustin, para todos los dias del año. Escriviòlas En Quatro Tomos, cada uno à tres meses, año de 1651. De Julio, Agosto, Y Septiembre, Volumen 3, Sebastian de Portillo y Aguilar, Francisco de Avilés De Orozo, 1732 • Testimonio autentico de una idolatría muy sutil, que el demonio auia introducido entre los indios de la pronincias [sic] de Conchucos, y Guamalies, sus sacerdotes, ídolos..., Estanislao de Vega Bazán. En la Imprenta de Iulian Santos, 1656 • Historia general del Perú: trata el descubrimiento del y como lo ganaron los españoles, las guerras ciuiles que huuo entre Piçarros y Almagros ... y otros sucessos particulares, Garcilaso de la Vega por la viuda de Andrés Barrera y à su costa, 1617

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• Historiadores primitivos de las Indias Occidentales, Volumen 3, Andrés González de Barcia, Joaquín Ibarra, 1749 • Actas del II Congreso Internacional sobre los Dominicos y el Nuevo Mundo, Salamanca, 28 de marzo-1 de abril de 1989, Volumen 2. Editorial San Esteban, 1990 • Comentarios reales de los Incas, Volumen 1, Garcilaso de la Vega Fundacion Biblioteca Ayacucho, 1985 • Iconografía prehispánica de Ancash: catálogo. Asociación Ancash, 2009 • Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú y del gobierno y orden que los naturales tenían: y tesoros en ella se hallaron, y de las demás cosas que en él han subcedido hasta el día de la fecha, Volumen 8, Pedro Pizarro. Editorial Futuro, 1944 • Marañón: patrimonio histórico, Luis Vega Garrido. Ediciones Vega-Dávila, 2002 • Historia Del Descubrimiento Y Conquista De Las Provincia Del Perú, Augustin de Zarate, Alonso Escrivano, 1577 • Crónica del Perú: el señorío de los Incas, Pedro de Cieza de León. Fundacion Biblioteca Ayacucho, 2005 • Crónicas Agustinianas del Perú, Volumen 1, Bernardo de Torres. C.S.I.C., 1972 • Coronica moralizada del orden de San Agustin en el Perú: con sucesos egenplares en esta monarquia, Antonio de La Calancha Pedro Lacavalleria, 1639 • Historia general del Piru, Martín de Murúa. Getty Research Institute, 2008

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• Excavations at La Pampa in the North Highlands of Peru, 1975. University of Tokyo Press, 1979 • Historia general del Perú: Las culturas preíncas, José Antonio del Busto Duthurburu. Editorial Brasa, 1994 • Huaylas y Conchucos en la historia regional, Santiago Matos Colchado, Aníbal Jesús Paredes Galván. Editorial San Marcos, 2000 • El retorno de los incas: De Manco Cápac a Pachacútec, Vilcapoma Ignacio. Universidad Nacional Agraria La Molina, 2002 • Chavín de Huantar: en el nacimiento de la civilización andina, Luis Guillermo Lumbreras. INDEA, Instituto Andino de Estudios Arqueológicos, 1989 • Cultura Recuay Volumen 2 de Iconografías prehispánicas de Ancash, Steven A. Wegner, Jorge Luis Puerta. Consorcio Recursos-Technoserve, 2011 • Dibujos precolombinos, César Sondereguer. Nobuko, 2006 • Wari: arte precolombino peruano. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Fundación El Monte, 2001 • Mapa de los instrumentos musicales de uso popular en el Perú: clasificación y ubicación geográfica, Alfonso Respaldiza. Oficina de Música y Danza, 1978 • Sonidos Andinos: una antología de la música campesina del Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto RivaAgüero, Centro de Etnomusicología Andina, 2002 • Música, danzas y máscaras en los Andes, Ana María Béjar. Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva-Aguero,

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Proyecto de Preservación de la Música Tradicional Andina, 1998 • Esplendores y miserias de la evangelización de América: Antecedentes europeos y alteridad indígena. Editor Walter de Gruyter, 2010 • Nueva corónica y buen gobierno, Volumen 1. Autor: Felipe Guamán Poma de Ayala. Editor: Fundacion Biblioteca Ayacucho, 1980 • Diccionario Geográfico del Perú, César García Rosell. Minerva, 1972 • Topónimos Quechuas del Perú, Max Espinoa Galarza Talleres Gráficos de Imprenta Noriega, 1979 • Diccionario Geográfico Peruano y Amanaque de «La Crónica» para 1918. Casa Editora, N. Moral, 1918 • Tradiciones Heróicas de la Guerra del Pacífico, Plighio Hidalgo Gonzales. Imprenta Editora Zeus S.A., 1971 • Aroma de Panizara, Luís Juan Castillo Izaguirre, 1992 • Relación de monumentos históricos del Perú. Instituto Nacional de Cultura. Ministerio de Cultura, 1999 • 100 años de arqueología en la sierra de Ancash, Bebel Ibarra Asencios. Instituto de estudios huarinos, 2014

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XIII. AGRADECIMIENTOS • ING. DANIEL DE LA CRUZ ZELAYA, por el diseño de la carátula y algunas fotografías donde se aprecia la interacción de la figura del shajsha. Por crear y administrar la cuenta del Facebook denominado SHAJSHAS DE CORONGO. Por ser parte importante del proyecto en el aspecto de diseño e informática. • ULPIANO BAZAN PERA, gran artista, por diseñar el ícono básico del proyecto con la imagen del shajsha y los dibujos a carboncillo que exponemos. Por ser parte importante del proyecto en el aspecto artístico. • ING. JORGE TREVEJO MENDEZ, Presidente del Centro Folklórico Cultural «Champará» Corongo - Sede Lima. Por el asesoramiento y el compromiso con el proyecto, facilitar información, bibliografía y videos sobre los shajshas. • ING. GILBERT COLLAZOS GARAY, por el asesoramiento constante en cultura coronguina. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • MANUEL GONZALES MONTES, director de la revista «Koriyunga» por su colaboración con información y revisión inicial del texto. • LIC. WILFREDO VALDEZ OXAS, mi padre, por el asesoramiento y facilitar los vestuarios para las tomas fotográficas. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • ING. PEDRO PINEDO SIFUENTES, por permitirnos utilizar las fotografías de la cuenta de Facebook CORONGO AN-

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CASH PERÚ que tan magníficamente dirige y por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • AGRUPACIÓN FOLKLORICA «BAILA DESPERTAR», por ser parte de proyecto de los shajshas y por su gran dedicación practicando folklore coronguino. • AGRUPACIÓN FOLKLÓRICA «DANZA GUERRERA DE ACO», por las fotografías que utilizamos para describir el estilo de Aco. • FAMILIARES DEL SEÑOR ERASMO VALVERDE PINEDO por facilitarnos los apuntes sobre la fiesta del Añamarino, los shajshas y Corongo. • Sra. SANTOSA MORENO AGUIRRE, mi abuela, por su valiosa colaboración de la descripción de los instrumentos y proceso que conlleva al tejido de las fajas coronguinas. • Sr. FROILAN PINEDO MORENO, fundador del Centro Folklórico Cultural «Champará» Corongo. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Ing. JORGE TREVEJO GARAY, fundador del Centro Folklórico Cultural «Champará» Corongo. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sra. MARIELA COLLAZOS, directora de la Asociación Cultural «Tierra Madre». Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sr. ERNESTO SANCHEZ CARRILLO «Cabo», gran músico de danzas en Corongo. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sr. MAURO TANTARUNA CARHUANCOTA, gran músi-

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co de danzas en Corongo. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sr. JUAN REYES, gran músico de huaynos, residente en Lima. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sr. CESAR MORI MINAYA, gran artesano de instrumentos étnicos de chirocos y músico especialista en huaynos. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Sra. OLGA OLIVERA PINEDO, coronguina de 84 años, especialista en la confección de trajes de pallas de Corongo. Por facilitar información muy relevante plasmada en este libro. • Lic. JORGE HUAMAN MACHACA, historiador especialista en bibliotecología. Por facilitar información histórica muy relevante plasmada en este libro. • Dr. ELIAS TOLEDO ESPINOZA, historiador, catedrático de la Universidad Nacional de Educación «Enrique Guzmán y Valle»-La Cantuta. Por el asesoramiento, su sabio consejo y por facilitar información antropológica e histórica muy relevante plasmada en este libro. • Mg. ODILÓN BEJARANO BARRRIENTOS, antropólogo y arqueólogo, catedrático de la Universidad Nacional de Educación «Enrique Guzman y Valle»-La Cantuta, UNMSM y UPLA. Por el asesoramiento, su sabio consejo y por facilitar información antropológica e histórica muy relevante plasmada en este libro. • WALTER VENTOSILLA, un agradecimiento muy especial a este renombrado autor peruano, por la denodada y desinteresada labor en la corrección estilográfica y diagramación final del texto. 228


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SHAJSHAS Espíritu indomable de una cultura ancestral de Willy Alexander Valdez Albujar se terminó de imprimir en el mes de enero de 2017, bajo la edición y supervición de SINCO EDITORES en la ciudad de Lima, con una tiraje de 1000 ejemplares.

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