Resumen 2013

NĂşmero 131 / 8 de Enero de 2014

LO MEJOR DE

GijónSport - Editorial

Un año muy intenso Cuando nos reunimos por primera vez para comenzar a planificar este número lo tuvimos muy claro desde el principio. Nuestro objetivo era crear una edición especial en la que presentaros los mejores reportajes que hemos podido hacer durante los últimos doces meses. Lo que nos sorprendió es la cantidad de cosas, de fotos, de protagonistas y de entrevistas que hemos ido recopilando en apenas un año.

“Os presentamos un núme-

ro especial, con los mejores reportajes de 2013 y con algunos artículos de opinión

creados para esta edición” Quienes seguro que tienen un gran recuerdo de 2013 son todos aquellos que hacen posible que el sueño del Juanfersa Grupo Fegar siga siendo una realidad. El equipo logró el ascenso a la máxima categoría del balonmano pero no se quedó ahí. En la que está siendo la temporada de su debut, los de Alberto Suárez continúan demostrando que están hechos de otra pasta.

2013 no pasará a la historia del Sporting por los buenos recuerdos que nos ha dejado. Fue un año en el que vimos una clara ruptura social como hacía tiempo que no se recordaba.

También una temporada que terminó siendo decepciontante y la marcha A continuación os presentamos por del Sporting de Manuel Vega-Arango. tanto lo mejor del pasado año y también algunos artículos de opinión que No comenzó bien pero sí terminó diferentes periodistas han querido esmejor. En la presente temporada el cribir para este número especial. Solo equipo está mostrando un gran ren- nos queda por tanto dar las gracias dimiento que le ha llevado a estar en a ellos, a todos vosotros y a los que la zona de ascenso directo a Primera cada día apoyan este proyecto llamaDivisión. Queda mucho por delante do GijónSport. Que 2014 sea un año pero a estas alturas la cosa pinta bien. de muchos éxitos para todos.

Edita: GijónSport S.L. Contenidos: David González @DavidGonzalezzz Marcos Martín @MarcosMatin87 Marta Tejerina @MartaTeje Fotografías: Gabino Jove www.gabinojove.es Maquetación: El Tajalapiz S.L. Publicidad: El Tajapaliz S.L. Contacto:

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JUANMA CASTAÑO

SPORTINGUISTA DE PALO Advertencia previa: escribo este artículo a casi 500 km de Gijón, donde vivo desde hace más de 12 años. Lo hago con el tremendo atrevimiento de hablar desde esa enorme e insalvable lejanía que para alguno supone esa distancia. No puedo ir a los partidos en El Molinón, de hecho no puedo ver muchos de ellos porque soy tan antisportinguista y desconsiderado que en ocasiones me dedico a comentar otros partidos que me coinciden a esa misma hora. Es un gesto nefasto, yo diría que casi una prueba irrefutable de que soy del Sporting sólo cuando me interesa.

un ataque frontal contra los defensores del símbolo rojiblanco, de la ley no escrita por los que tantos y tantos entrenamientos han visto en Mareo. Les pido disculpas. Sencillamente participo en esos proyectos porque me lo pide gente a la que aprecio, que me cae bien, que admiro. Y también porque me encanta que se hagan libros sobre la historia de ese club al que tanto he atacado en los últimos años.

A pesar de todo esto, cuando alguien me pregunta de qué equipo soy, contesto que del Sporting. Me lo han preguntado muchas veces.

Diría que casi a diario. Pido disculpas otra vez.

La mayoría de las veces me insisten y repreguntan: ya , ya, pero ¿del Madrid o del Barça? Y les contesto: del Sporting.

Presento un programa en televisión que no va del todo mal. Colaboro en una radio que me paga religiosamente, nunca mejor dicho. Y de vez en cuando me atrevo a participar en proyectos literarios que tienen relación con el Sporting. Sé que no debería hacerlo porque eso es He pasado diez días en Gijón estas fiestas. Casi

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“A estas alturas, no estoy atado más que a mi trabajo, mi familia y mis amigos...” diría que he vivido en plena calle estas navidades. Comidas, cenas, copas, amigos, familia, compromisos. Sí, tengo un poco de todo eso, algo por lo que también pido disculpas sabiendo que no se puede presumir de ciertas cosas, de las mayores riquezas. Me he cruzado con cientos de personas. Hemos hablado, discrepado, reído. He leído El Comercio y La Nueva de Gijón desayunando en cafeterías del centro de la ciudad. No ha habido ni un reproche. Salvo el típico, “a ver si hablas más del Sporting en la tele” que ya recibo con una sonrisa y casi con complicidad. Nada más que destacar. Nada. Es una maravilla como esa ciudad trata a un sportinguista impostado como yo.

tros van estas líneas. Y las escribo prometiéndome a mí mismo que seguiré diciendo lo que pienso aquí, en la playa de San Lorenzo o en la Conchinchina. Si hay tangana en El Molinón diré quién pega, si me parece amarilla lo digo, si no me parece también. Si creo en Javier Fernández lo digo, si Manfredo Álvarez y Javier Martínez son dos de los mejores amigos que me ha dado la vida, también. Y así podría seguir.

Lo hago porque a estas alturas, no estoy atado más que a mi trabajo, mi familia y mis amigos y porque diciendo lo que pienso con respeto y aceptando todos los debates educados he conseguido ser relativamente feliz haciendo lo que más me gusta: contar cosas para ganarme la Así, que desde aquí, escribo solicitando discul- vida. pas por todo esto y mucho más a los que de verdad sois del Sporting, ese grupo irreductible Este junio cometeré otro atropello. Si Dios quiede opinadores independientes y libres sin cuyas re, mientras el Sporting se esté jugando el ascenlecciones los demás no podríamos andar por la so, me tocará vivir en Brasil, en pleno Mundial vida. Vosotros Sí. Los unos y los otros, los que de Fútbol. No sólo me alegraré enormemente si escriben, los que insultan, los que amenazan, se produce la feliz noticia sino que ingeriré litros los que retuitean, los cobardes. Todos. Os he de Caipirinha para celebrarlo. Es más, me voy a leído con atención y tomo nota. Vosotros sí que llevar la camiseta para sacarla ese día en telelo haríais todo de puta madre. Es cierto que no visión como hice en Viena en 2008. Os avisaré os conozco obra digna de reseña en la vida, con tiempo para que cambiéis de canal. pero da igual, estoy convencido de que seríais los mejores.

Ojalá pueda hacerlo. Y ojalá ese día sigáis viendo en mí a un sportinguista de palo. Porque hay Sois menos de los que pensáis y muchos más gentes con las que me doy por bien enemistade lo que nos gustaría al resto, pero para voso- do, por muy sportinguistas que sean.

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Cu茅llar vuelve a levantarse Por David Gonz谩lez / Fotos: Gabino Jove

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I

ván Cuéllar te clava la vista cuando te habla.

La suya es una mirada, profunda, fija, que hace aún más convincente su discurso. Gesticula, frunce el ceño y, sobre todo, habla. Habla sin cortapisas. No mira el reloj. Se enfrasca en la conversación con total intensidad. “Hablo por los codos. Mi novia me dice que a veces tendría que hablar menos y escuchar un poco más. Aunque también sé hacerlo, ¿eh?”, dice el extremeño entre risas.

Los éxitos y los disgustos. Todo es efímero. Y él lo sabe. Ha hecho un máster en caer y levantarse. Como el Ave Fénix, Cuéllar ha sabido reinventarse permanentemente. Ha hecho suya aquella filosofía de que “caer está permitido, pero levantarse es obligatorio”.

El portero vive un momento dulce. Su brillante actuación en Alcorcón situó todos los focos sobre él. Ante el Girona vivió más tranquilo, pero se le vio pleno de confianza. Y su saque largo buscando a Bilic fue clave para la consecución del segundo gol. Hoy está en la cresta de la ola. Pero Cuéllar ha aprendido a relativizarlo todo.

‘Pichu’ ha sufrido lesiones graves, goleadas, suplencias… Pero no duda cuando se le pregunta cuál fue la más dura de sus caídas. Le pilló en pleno paso de la niñez a la adolescencia. A los 12 años, salió de su Mérida natal para incorporarse a las categorías inferiores del Real Madrid. Iván era el niño más feliz del mundo. Pero dos años después le comunica-

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“Hablo por los codos. Mi novia me dice que a veces tendría que hablar menos y escuchar un poco más”

ron que no contaban con él. Y aquel regreso a casa fue una pesadilla. “Yo era un niño que veía truncado su sueño. Pensaba que mi tren había pasado. Volver a Mérida y reencontrarme con mis antiguos compañeros fue un suplicio.

Sentía que les había fallado, que había hecho algo malo. Y padecí las envidias; los niños son muy crueles y había quien hurgaba en la herida. Quise dejar el fútbol”, relata.

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Pero no lo dejó. En aquel momento, Cuéllar supo callar y escuchar. Y escuchó a su padre. “Él fue la clave para que yo siguiera. Me convenció de que la única forma de levantarme era seguir. A partir de ese momento, mi motivación fue demostrarle a aquella gente que creía que yo no servía que se habían equivocado”. Y el tren volvió a pasar. De hecho, tuvo dos destinos posibles: Mestalla o el Vicente Calderón.

A la rivera del Turia le ofrecían más dinero, pero eligió el Manzanares por proyecto deportivo.

Allí sufrió su segunda gran caída. Aunque más que caer, siente que le empujaron. Pichu Cuéllar fue titular en un partido contra el Barça. Y lo que últimamente era el pan nuestro de cada día, tuvo entonces su preludio. Los culés le metieron seis. Y aquel partido le marcó. “Yo tenía 21 años. Ya había debutado con el primer equipo, era internacional en categorías inferiores, gané el oro en los Juegos Mediterráneos…

Pero la gente se quedó sólo con aquel partido.

Se me descalificó por un encuentro. Conocí el gran peso de la prensa de Madrid. Pero aprendí muchas cosas: lo que mueve el fútbol, lo que era estar en un grande, lo que te marca un partido…”.

Cuéllar había vuelto a caer. Y tenía que levantarse. La familia le ayudó, pero aquella vez considera que fue autosuficiente. Lo logró por sí mismo. La experiencia de siete años antes le sirvió: tenía que volver a demostrar que valía

“Pensaba que mi tren había pasado. Volver a Mérida y reencontrarme con mis antiguos compañeros fue un suplicio. Sentía que les había fallado, que había hecho algo malo” a quienes habían dudado de él. Pero aquella mala tarde le estigmatizó. Debía buscarse un equipo y ninguno daba el paso. Finalmente apareció el Eibar. Ipurúa le abrió los ojos. Fue un gran aprendizaje para él. “Era un paso atrás para coger impulso. Pero aquella temporada me aportó muchísimo. Jamás olvidaré mi paso por el Eibar. Aprendí a valorar lo que era estar en un equipo pequeño, la humanidad, el carácter familiar… Y a valorar lo que había perdido al no estar en un equipo grande”.

Curiosamente, el último partido de aquella tem

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porada el Eibar lo jugó en El Molinón. Fue el invitado a la fiesta del ascenso rojiblanco. Días después, Cuéllar se convirtió en jugador del Sporting. Pero aquella tarde la pasó en el banquillo visitante. “Yo conocía el interés del Sporting, aunque no había nada cerrado. Mi ilusión era jugar aquí, pero había otras posibilidades. Quise ser lo más honesto posible. Hablé con el entrenador y con mis compañeros, les conté que existía esa opción y les dije que no quería jugar aquel partido. No quería que se puediera dudar jamás de mi trabajo”

“Quise ser honesto. Hablé con el entrenador y con mis compañeros, les conté que existía esa opción y les dije que no quería jugar el partido Sporting-Eibar” En Gijón ha vivido momentos mejores y peores. Los más duros fueron las dos graves lesiones que sufrió.

En San Mamés se rompió el peroné en un choque con Gurpegui. Un tiempo después se fracturó el ligamento cruzado en un entrenamiento, el mismo día que la peña La Gaita le iba a dar el ‘trofeo a la desgracia’ por su lesión anterior. Aquello volvió a enseñarle sus límites. “Lo pasé mal, pero tuve la fortaleza mental para superarlas”. Aprovechó para aprender a medirse. “Antes era un toro bravo en el campo. Si veía algo moverse a lo lejos, embestía. Era siempre todo o nada.

Nunca regulaba, creía que había que dar el cien por cien todo el tiempo y eso no puede ser”.

Y tuvo la oportunidad de conocer más de cerca a alguien a quien considera un ejemplo de positivismo y carácter ganador: el recuperador Lorenzo del Pozo. “No he conocido a nadie con una mentalidad como la suya.

Es muy parecido a mí: constante, positivo, optimista”.

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“Antes era un toro bravo en el campo. Si veía algo moverse a lo lejos, embestía. Era siempre todo o nada”

Cuéllar se define a sí mismo como “un ganador”. ¿Qué es ser un ganador? “Pensar siempre en positivo. Y no rendirse jamás”, responde. No todo el mundo que le rodea comparte esa filosofía. ¿Cómo reacciona ante ellos?

“Intento inculcárselo. Si es alguien receptivo, hago lo posible por transmitírselo, porque considero que eso es compañerismo. Si no, no le quiero a mi lado”.

Para superar todos sus baches, no ha recurrido a la religión, ni a la meditación, ni a la filosofía.

Sólo a su propia experiencia. Las soluciones no están fuera; están dentro. “Todo está en la mente”, afirma. Después de media hora de GijónSport - 06/03/2013 - 14

charla, la pregunta es inevitable. De no haber sido futbolista, ¿hubieras sido psicólogo? “Ya me lo han dicho alguna vez. Yo intento ayudar a los amigos, cuando pasan un mal momento.

Me falta escuchar un poco más, pero tengo tantas ganas de ayudar que a veces hablo demasiado”.

Pero su discurso está bien hilado. En 2007, antes de venir al Sporting, dijo: “He nacido para ser futbolista, a pesar de recibir muchas hostias y de los obstáculos”. Algunos le han derribado. Pero, por ahora, ninguno le ha impedido levantarse.

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Rodrigo Fáez Periodista @RodrigoFaez

El regreso de los anti-todo

Los Anti-Todo estamos de vuelta. En efecto, los que en verano pedíamos una oportunidad para Sergio, los que queríamos la titularidad de Cases, los que recelábamos de Fraile, Garai e Isma López y los que creíamos que la marcha de Borja López iba a ser un inconveniente para la defensa hemos vuelto tras las Navidades. Y con más fuerza que nunca.

Me atrevería a decir que, de todos los

Y es que unas Navidades de vuelta a casa dan para mucho. Las conversaciones a mediodía siempre preguntaban por cómo se ve al equipo desde la distancia; las tertulias de la tarde recelaban de un sistema defensivo débil; y los debates nocturnos sacaban pecho por los serbios y exigían el ascenso a final de temporada “sí o sí”.

Es Gijón, es otro mundo; es el Sporting, no es cualquier equipo.

Los rojiblancos, a día de hoy, lo tienen todo para

equipos de Segunda, el Sporting es el subir. Es más, me atrevería a decir que, de tomáximo candidato a subir

Ahora que los Anti-Todo nos vemos con fuerza he pedido a los Reyes Magos que Álex Serrano sea una apuesta real de la casa, que Juan Mera tenga una oportunidad en el primer equipo, que Castro y Pérez se vayan asomando poco a poco y que haya un atisbo de esperanza para que Juan Muñiz tenga la oportunidad que se merece a la vuelta de su cesión del Mirandés. ¿Por qué?

Porque son de casa, son buenos y todos han de ser la base del futuro rojiblanco.

dos los equipos de Segunda, el Sporting es el máximo candidato para hacerlo. Hay que saber gestionar los tiempos, hay que controlar las rotaciones, hay que organizar un proyecto y hay que apostar por la gente del club que cree en Mareo de forma innata y no de forma impuesta por el entorno. Siempre es mejor el convencimiento interno que no los cambios de timón por lo que otros puedan pensar. Porque, a la larga, se acaba viendo el plumero de muchos. Suerte a todos y que en Junio Gijón vuelva a ser ciudad de Primera.

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Dicen que ‘segundas partes nunca fueron buenas’; siempre empeoran a las que le preceden. Siempre, excepto en ‘El Padrino’. El Juanfersa Gijón quiere repetir el éxito de la trilogía de Francis Ford Coppola, con una segunda parte de competición que le lleve a Liga Asobal. GijónSport ha estado con su particular Vito Corleone, el capo del vestuario: el capitán Fernando Manuel.

¿Cómo se lidia con un vestuario como el del Juanfersa Gijón?

Es un vestuario muy llevadero. Somos todos de casa y aunque nos juntamos veteranos con gente joven, formamos un buen equipo. Los veteranos apoyamos a los jóvenes en todo lo que pueden y ellos suelen hacer caso por la cuenta que les trae... Si no, pueden despertarse con una cabeza de caballo en su cama... ¿Cómo es la convivencia? ¿El día a día en el equipo?

Hacemos todo lo posible para que no sea monótono. Somos amigos, nos llevamos todos muy bien y nos conocemos a la perfección, porque llevamos mucho tiempo jugando juntos y eso influye. Si le sumas que los jóvenes han encajado bien, la convivencia acaba siendo muy fácil... Además, ¡sabes perfectamente que siempre he protegido a la ‘famiglia’!

Desde luego, la fórmula está funcionando...

Es que es una de las mejores fórmulas que se pueden utilizar, aunque a veces los equipos se hacen a base de talonario. Al final, somos todos de Asturias, excepto el argentino -por Santi Acetti-, que es como un gijonés más...

Como ya te dije, somos una ‘famiglia’. ¿Cómo se consigue este buen rendimiento?

Muchos compagináis el balonmano con el trabajo o los estudios...

Algunas personas pagarían mucho dinero por esta información... Es cierto que no somos profesionales en el sentido más puro de la palabra, pero se ha juntado una buena generación: gente que volvió a casa después de jugar en Asobal y gente joven con mucha calidad. Se compagina bien porque, cuando llegas cansado de currar, vas a los entrenamientos a pasarlo bien y a echarte unas risas con los amigos.

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GijónSport - Balonmano La temporada del Juanfersa está siendo como la saga de El Padrino: la primera vuelta fue muy buena, pero hay que mantener el nivel en esta segunda, incluso mejorarlo...

Siempre hay que mirar hacia adelante y hacia arriba... De momento, estamos en puesto de ascenso directo, manteniendo la distancia de dos puntos con el Puente Genil. Queremos estar ahí, aunque las lesiones nos están lastrando. Esperemos que, a partir de ahora, las lesiones nos respeten y que la gente que ahora está tocada vaya aportando lo que aportaba al principio.

¿Falta simplemente rematar la faena o todavía queda mucho camino?

Todavía queda mucho porque ahora nos llegan unos cuantos partidos complicados. Tenemos que jugar en Torrelavega, recibir a Puente Genil y el plato fuerte: jugar el sábado (19:30) contra el Barça B en La Arena. Va a ser un partido complicado pero con el apoyo del público, que esperemos que llene el pabellón, se puede repetir la victoria de la pasada temporada...

Dicen en ‘El Padrino’ que “nuestro verdadero enemigo aún no ha mostrado su verdadera cara”. El vuestro, más que el Barça B, es Puente Genil, que visita Gijón en la antepenúltima jornada...

Sí, y todo apunta a que el ascenso nos lo vamos a jugar en ese partido... Siendo realistas, la fase la tenemos asegurada y ese día, en casa, puede ser muy grande: conseguir subir en La Arena es un espectáculo para vivirlo y no perdérselo por ningún motivo... A quien lea esto, se lo digo: es una oferta que no podrá rechazar.

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GijónSport - Balonmano En lo deportivo, las cosas van sobre ruedas...

Pero como dicen en la saga, “el hombre más rico es el que tiene los amigos más poderosos”. El dinero manda, y no estáis recibiendo todo el apoyo que merecéis...

Hay que darle un diez a la directiva porque se está moviendo mucho, pero ahora no hay dinero en Asturias y les está costando. Un poco más de apoyo de la iniciativa privada nos vendría de lujo, porque entendemos que las instituciones públicas se tienen que apretar el cinturón, como todos...

Esperemos que, si todo va bien y el año que viene estamos en Asobal, podamos tener un mayor apoyo institucional.

Estáis demostrando que, al fin y al cabo, el dinero no lo es todo.

Don Vito decía “nuestros hombres están bien pagados. Su lealtad se basa en eso”. Lo nuestro es algo más. Es una cuestión de implicación.

Lo que nunca falta es el apoyo de la gente...

Ellos no se merecen un 10 como la directiva, sino un 15. Siempre nos apoyan, están encima de nosotros... Es un placer vivir los partidos en La Arena.

Gijón tiene ganas de balonmano, ¿por qué se dejó morir un proyecto y no se apoya al 100% éste?

Hay diferencias entre la vez anterior y esta: en aquella ocasión sí había dinero, pero creo que se le dio a la gente equivocada... En lo deportivo, consideraron que era mejor lo de fuera. Ahora la directiva tiene claro que hay que apoyar a la gente de casa.

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¿Puede ser el último tren? ¿La última bala?

Si no es el último... Van a quedar pocos. A lo mejor se podría aguantar otro año más pero, siendo realistas, hay que subir. Entre otras cosas, por las ganas que tenemos y porque Gijón se merece un equipo en Asobal. Además, al club no se le puede exigir más en lo deportivo: en tres años y medio, y a pesar de que muchos no confiaban en nosotros, está a un paso de la máxima categoría.

Hemos acabado. ¿Por qué me miras así?

Esto es un negocio. Nada personal.

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Marcos Martín Periodista @MarcosMartin87

Una primera vuelta casi inmejorable

Ni siquiera los más optimistas, los que habíamos seguido al Juanfersa la pasada temporada y sabíamos que la División de Honor Plata se le queda pequeña, nos hubiésemos imaginado una primera vuelta tan ‘fácil’ en el debut en Liga ASOBAL.

Con todo, y sin lloriquear por las esquinas, el Gijón Jovellanos va cumpliendo sus objetivos deportivos. La permanencia en ASOBAL está muy encaminada y sólo le separa una eliminatoria de la Final Four de la Copa del Rey. ¿Qué más se le puede pedir a este equipo?

Y es que el futuro del balonmano gijonés puede ser muy bonito. Pero hace falta el apoyo de todos. Hay materia prima, hay afición –y cada vez más– y sólo falta el dinero que, por desgracia, es fundamental para que un proyecto, sobre todo en este deporte, no se venga abajo en cuestión de días.

La llegada y/o marcha de Pepe Maia ha sido el único lunar del Juanfersa en el 2013 que nos acaba de dejar. Sean cuales fueren los motivos que le impidieron triunfar en Gijón, alguien se equivocó con el portugués.

Pero nadie es perfecto. Y el gol sobre la bocina de Ángel Paraja en el primer partido de la temporada contra el Guadalajara, la parada de El futuro del balonmano gijonés pueSavic para salvar un punto en Puente Genil, la de ser muy bonito. Pero hace falta el victoria en Valladolid, la histórica tarde-noche contra el Barça o la eliminación del Ademar apoyo de todos.

León en Copa son momentos casi irrepetibles que forman parte de unos meses de competiLa directiva del club, que se ha encontrado al ción sobresalientes. frente de un equipo de ASOBAL demasiado pronto, está haciendo su trabajo. Ha cometido, Decía hace unos días David Barrufet que el comete y cometerá errores –como todos–, pero Juanfersa Grupo Fegar lo iba a hacer mejor en trabaja por encima de sus posibilidades para la segunda vuelta. Barrufet es un mito, y sabe recaudar un dinero que años atrás salía de las mucho más que yo de balonmano, pero lo que arcas públicas con una facilidad, a veces, inver- han hecho hasta ahora Alberto Suárez, Pellitero, samente proporcional a los merecimientos de Cakic, Costoya y compañía es –casi– inmejoralos clubes que lo recibían. ble.

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El argentino que rompi贸 el molde Escribe: David Gonz谩lez / Fotos: Gabino Jove

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Dicen los uruguayos que el accidente más común en Argentina son las caídas desde el ego propio. Más allá del chascarrillo propio de la rivalidad, el chiste apunta el estereotipo del argentino: mucho carácter, personalidad arrebatadora, buena labia y pasión por su país. Casi tanta como por el fútbol.

L

os argentinos presumen estos días de su papel en el mundo. Tienen un papa, una futura reina, a Maradona como Dios del fútbol y a Leo Messi como su actual profeta. Son días para sacar pecho, pero en aquel país no olvidan los tiempos tan difíciles vividos. La bonanza no puede borrar los sacrificios y las penurias.

En Gijón, un argentino también vive su momento dulce. Pero no quiere protagonismo. Huye del divismo. Óscar Guido Trejo no encaja en el prototipo del futbolista argentino. Habla poco y con voz suave. No quiere protagonismo fuera del campo. Se resiste a aceptar su indiscutible rol de estrella del Sporting.”Soy de perfil bajo”, afirma antes de posar para la cámara de GijónSport. Se relaja cuando aparece el balón.

Lo pisa. Lo conduce pegado al pie. Como en el campo. Pegado, como se baila un tango argentino. Aunque con la soltura de la cumbia y la salsa que Trejo escucha antes de los

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partidos. Antes de disfrutar y hacer disfrutar a El Molinón.

Trejo vive momentos felices, pero como sus compatriotas, no olvida los duros. Los recientes, los de la temporada pasada, la más difícil de su vida, y los de los orígenes. Óscar fue un niño feliz en un contexto difícil. Nacido en un barrio humilde de Santiago del Estero, fue el menor de cinco hermanos. El único varón.

Nunca vivió con lujos, pero gracias al esfuerzo de sus padres, no pasó necesidades. Sí vio cómo otros niños, amigos y vecinos, tenían dificultades incluso para comer diariamente.

Eso le marcó. Por eso le prometió a su madre que con el primer sueldo que ganara trataría de ayudar a su pueblo. Así nació la Fundación Óscar Trejo, que alimenta a niños de Santiago y les forma deportivamente para abrirles la puerta que a nuestro protagonista le ha dado una vida mejor.

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Su humildad viene de cuna: algunos de sus amigos de la infancia pasaban dificultades para comer a diario.

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Trejo reh煤ye la gloria. No admite ser la estrella del equipo. Se considera uno m谩s.

Su normalidad es su grandeza.

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‘El Chocota’ salió muy pequeño de su casa.

Sus hermanas no perdonan que, con solo 12 años, el fútbol se llevara al pequeño de la casa a 1.200 kilómetros de allí, hasta Buenos Aires.

Sus padres, más futboleros, sabían que sería una buena oportunidad para él. De las categorías inferiores de Boca al primer equipo. En su debut, le marcó un gol a San Lorenzo de Almagro, club con el que Boca mantiene una vieja rivalidad. Y de ahí, a España.

Con 18 años, Trejo cruzó el charco. El Mallorca le fichó, pero nunca le cuidó. Le cedió al Elche, al Rayo. En Vallecas explotó como futbolista, aunque sufrió los rigores de las deudas nunca pagadas. Un día, Emilio De Dios se sentó con

él. “Te quiero en mi equipo”. Óscar no dudó.

Su amigo Javi Fuego le invitó a dar el paso. Su otro compañero de ruta a los entrenamientos, Armenteros, también podía acompañarle en aquel viaje, aunque nunca llegó a concretarse.

Era la gran oportunidad en Primera. Pero nadie dijo que fuera fácil. La temporada del equipo fue desastrosa. En su caso, una cerveza inoportuna puso a la afición en su contra. Marcaba goles y su gente le abroncaba. A Trejo no le dolía por sí mismo, sino por su gente. Su novia, sus padres... “Mis papás vieron aquel partido en Argentina y creían que me estaban animando. Cuando les expliqué que no, que me pitaban, no se lo podían creer”, explica.

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Por eso fue tan especial la ovación de El Molinón después de su partidazo frente al Barça B. Una vez más, pensaba más en su gente que en sí mismo. “Siempre, en los momentos malos y en los buenos, en mi cabeza están ellos. Cuando mi mujer está feliz o mi mamá me manda un mensaje dándome las gracias por la felicidad de un buen partido, yo me siento pleno”.

En Gijón, la ciudad en la que ha nacido su hija, empieza a ser una referencia. En Santiago lo es desde hace mucho tiempo. Allí no puede evitar su condición de estrella. “Allá son del Sporting. Mi sobrino, de 16 años, juega en un campeonato territorial y al equipo lo han llamado Sporting. Cuando llego, se ponen muy felices, porque además siempre les llevo cosas de aquí”, explica.

Trejo es católico. Celebra el nombramiento del Papa Francisco, pero más por el mensaje de humildad que por su condición de compatriota. Sólo ha coincidido con Messi jugando contra él.

Desde luego, no ha tenido ningún contacto con Máxima Zorreguieta, la futura reina de Holanda, ni ha departido con Maradona.

No lleva vida de astro, pero sobre el campo es un líder.

Si un uruguayo conoce de cerca a Óscar Trejo, verá desmontados muchos tópicos sobre los argentinos. E, inmediatamente, querrá ficharlo para su equipo.

El argentino sufrió los pitidos de El Molinón mientras celebraba un gol. La ovación frente al Barça B supuso la reconciliación definitiva con la grada.

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Trejo visto por sus compañeros...

Javi Fuego / Jugador del Rayo Vallecano “Óscar es de los mejores jugadores con los que he jugado y jugaré. Es diferente, marca diferencias en Segunda, pero está llamado a hacerlo en Primera. Se va dando cuenta de su nivel real.

Tiene más fútbol de lo que él mismo cree. Para mí no fue un compañero; es un amigo. Leal, tímido y, cuando se suelta, gracioso” Jandro / Jugador del Girona “Es un espectáculo de futbolista. Tiene potencia, calidad, último pase. Y además pelea, roba balones. Está en Segunda porque el Sporting descendió, pero su categoría es otra. Si marcara algún gol más, sería espectacular. Coincidimos en el Elche y es un chaval increíble: humilde, sencillo, buena persona. Siempre te ayuda en lo que puede” Damián Suárez / Jugador del Elche “No es porque sea mi amigo, pero cualquier equipo le querría. Yo no le conocía hasta que llegué a España y me sorprendió su calidad con el balón. Personalmente, me ayudó muchísimo desde el primer día. Pasamos muchas cosas juntos, más momentos malos que buenos. Le quiero como a un hermano”

Agradecimientos: Sheila Fraga, Escuela de baile ‘La Factoría’ Obra Social y Cultural de Cajastur GijónSport - 27/03/2013 - 25

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Lora da mucho juego Escribe: David Gonz谩lez / Fotos: Gabino Jove

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uién le iba a decir a aquel chico de Móstoles que peleaba por progresar

en el Real Madrid a base de goles y que no conocía el norte de España que años después, a 500 kilómetros de su casa, lloraría sin consuelo cuando el Sporting asumió su descenso a Segunda División. Aquella imagen, la de Alberto Lora abatido en el terreno de juego de El Molinón tras perder con el Villarreal y la posterior, la que muy pocos vieron, la de un chico destrozado, sentado en un rincón del vestuario y cuyo llanto nadie era capaz de frenar una hora después del partido, le instalaron definitivamente en el corazón de una afición a la que ya se había ganado gracias a su pundonor, su entrega, su implicación y (no nos olvidemos) su fútbol. Y confirmó que lejos de su casa, en aquella ciudad que no conocía hasta el día en el que se incorporó al Sporting, Alberto Lora ha encontrado su lugar en el fútbol. Incluso parece que aquí ha encontrado su lugar en el campo, aunque seguirá siendo el ‘comodín’ del Sporting. El ‘chico para todo’, rindiendo siempre allá donde le pongan.

Todavía se vislumbra cierta emoción en su cara cuando recuerda aquel capítulo contra el Villarreal. El descenso del equipo aún no era matemático, pero sí virtual. “Se me vino el mundo encima. Sentía que había defraudado a mucha

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gente: a la afición, a mi familia, a mí mismo… Y que se rompía mi sueño desde pequeño: jugar en Primera”.

Lora no buscó aquel protagonismo, ni aquellos gritos de ánimo que le dedicó la grada de El Molinón, centrada (como sus compañeros) más en animarle a él que en digerir su propia pena. Pero no pudo evitarlo. “Todos estábamos jodidos. Pero cada uno lo vive de una manera diferente. Otros compañeros ya habían estado en situaciones similares. A mí me pilló de nuevas”.

Recuerda los abrazos de sus compañeros, al propio presidente Vega-Arango intentando levantarle sin éxito de aquel rincón del vestuario y a su compañero Juan Pablo avisando a su padre, preocupado por su estado. No era capaz de dejar de llorar. El disgusto apenas le dejó dormir aquella noche. Desde el día siguiente, su único objetivo pasó a ser devolver al Sporting a Primera.

Tan impensable como el destino al que le llevaría su carrera era para el joven Lora el puesto que acabaría ocupando sobre el terreno de juego. La vida le ha llevado hacia el norte; el fútbol le ha llevado más cerca de su portería que de la contraria. Aunque este último fue un viaje con escalas.

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El ciudadano más famoso de Móstoles de no haber sido por Íker Casillas, empezó a pegar patadas a un balón muy jovencito. La cuestión era que mucha de aquellas primeras patadas acababan en gol. Su primer entrenador en el colegio Jorge Guillén ya le vio maneras de delantero.

“Era rápido y habilidoso. Me gustaba regatear y buscar la espalda de los defensas”, relata. Por eso el Real Madrid se fijó en él y le incorporó a sus categorías inferiores con 12 años. Su estreno fue brillante: debutó con la camiseta blanca ganando el trofeo de mejor jugador del torneo alevín de Brunete.

Cesc Fábregas fue su gran rival, pero Lora se lo llevó a su vitrina. El rojiblanco pertenece a la generación del 87, esa que ha dado grandes frutos para el fútbol español (Piqué, Granero, Cesc o el propio Messi).

“El día del Villarreal se me vino el mundo encima. Sentía que había defraudado a mucha gente y que se rompía mi sueño de jugar en Primera” El mostoleño siguió marcando goles con la camiseta blanca. Fue entonces cuando le pusieron el apodo de ‘La Cobrita’. Su picadura era mortal.

Pero entonces, Gijón se cruzó en su camino. Fue un gijonés, Alejandro Menéndez, quien en su último año de juvenil le retrasó al centro del campo. En aquel equipo estaban Juan Mata, Alberto Bueno, Juanmi Callejón… “Empecé a concienciarme de que tendría que trabajar mucho para jugar en ese equipo y en ese puesto”.

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Fue un buen año, en el que ganaron la Liga y la Copa de Campeones. A Lora no sirvió para abrirle más puertas en el Madrid, pero sí para recibir las llamadas de Emilio De Dios y Pepe Acebal. El Sporting quería ficharle. La noticia le hizo especial ilusión a su tío político, nacido en Panes. Siempre deseó que su sobrino vistiera de rojiblanco. “Cuando suba a Primera, tío”, le respondía Lora. Años después, él fue partícipe de aquel regreso a la élite que tanto deseaba su tío.

Lora empezó a destacar, como centrocampista, en el Sporting B. Manolo Preciado le tenía reservada varias sorpresas. La primera fue su debut. El escenario fue inmejorable: el histórico San Mamés. Pero el recuerdo fue triste. El Sporting perdió 3-0 bajo el diluvio universal y Pichu Cuéllar sufrió una grave lesión tras chocar con Gurpegui.

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El mostoleño disputó otros siete partidos de Liga y dos de Copa del Rey durante aquella temporada 2007/2008. Pero su labor principal era dirigir el fútbol del filial. Y vaya si lo hizo.

Aquel histórico 15 de Junio de 2008, Lora vivió una doble celebración.

“Un lunes, Preciado me dijo que ib trenar como lateral, para ir haciénd idea. Ese domingo, en Almería, deb me lo podía creer hasta que no dio l Parece que no salió mal”

Por la mañana, el filial ascendía a Segunda B. Por la tarde, el sueño de su tío se cumplía: el Sporting volvió a Primera. Al día siguiente, dos autobuses rojiblancos recorrieron las calles de Gijón en mitad de una multitud como no se recuerda. A él le tocó viajar en el autocar del filial, aunque parte de su corazón estaba en el coche que iba delante. Ahora esboza una sonrisa cuando se imagina volver a realizar ese trayecto en el bus principal. Ese es su gran sueño.

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ba a endome a la but茅. No la charla.

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El viaje siguió. Lora dio el salto al primer equipo y un día, Manolo Preciado le brindó otra sorpresa. El jugador recuerda perfectamente la conversación: “Llegué a entrenar como una mañana más. El míster me vio en el pasillo y me llamó. Me dijo que iba a empezar a entrenar como lateral. Para que me fuera haciendo a la idea. Me pidió que estuviera tranquilo. Yo imaginé que, como el único lateral derecho nato era Sastre, querría compensar los entrenamientos. El jueves, en el partidillo, el míster siempre hacía tres tiempos. En el primero ensayé como lateral. En el segundo me sentó a su lado en el banquillo y me dijo que tenía muchas opciones de ser titular ese domingo en Almería como lateral.

Me pidió que estuviera muy tranquilo, que él iría diciéndome lo que tenía que hacer. Yo no acabé de tomármelo en serio. Pero empezaron los rumores en la prensa. La gente se preguntaba que cómo yo iba a jugar en ese puesto. Y el día del partido, en la charla, dio mi nombre.

Hasta ese momento, no me lo creía. Bueno, parece que tan mal no salió”.

Ahora Lora se ha consolidado en ese puesto, aunque sabe que siempre será el comodín.

Una carta que los técnicos pueden utilizar para repartir juego en el mediocampo o incluso, quien sabe, para volver a repartir beneficios como delantero.

“Supongo que la gente me quiere por ser un chaval normal que lo da todo en el campo.

No entiendo al futbolista que se dosifica”

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Sus entrenadores valoran su polivalencia y su trabajo. Sus compañeros, directamente, le adoran. Destacan que es mejor persona que futbolista (y eso que valoran enormemente su labor profesional) aunque advierten de que debajo de su aparente timidez se esconde uno de los personajes más bromistas del vestuario.

Ya sabe lo que es lucir el brazalete de capitán y se ha va convirtiendo en una referencia en la caseta.

La grada le quiere como a pocos. “Supongo que por ser un chaval normal, que se lo ha currado y que lo da todo en el campo. Yo no entiendo al futbolista que

se dosifica; prefiero llegar agotado al minuto 70 y tener que pedir el cambio”, afirma.

Su perfil, a poco que el Sporting haga por retenerlo, parece el de un futbolista llamado a tener un largo recorrido en Gijón. Casi como los metros que ahora recorre incansablemente en el carril derecho. O, si hace falta, en el izquierdo.

En Gijón, Lora ha encontrado su lugar en el fútbol. En el campo, cualquier puesto es bueno. El chaval “normal” de Móstoles sigue dando juego. Y con el mismo descaro que le ha llevado a ponerse la pajarita y apostar todo al rojiblanco.

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LAS APUESTAS DE LORA Hagan juego. ¿Se jugaría todas sus fichas a que el Sporting se mete en playoff?

Sí. Todas. ¿Y a qué sube?

Eso va a ser más complicado, pero haría una apuesta muy fuerte. ¿Le gusta apostar?

De vez en cuando apuesto con amigos, sobre si ganamos un partido. A veces arriesgo; depende de lo que me piquen.

Haga su quiniela del ascenso.

Creo que el Elche va a subir directo y el segundo puesto estará entre el Villarreal y el Alcorcón. El playoff lo jugaremos, además de uno de estos dos, el Sporting, Las Palmas y Almería. ¿Qué estarías dispuesto a apostar por el ascenso?

Lo que me propongan.

Sus compañeros le recomiendan que deje la pocha, que no se le da demasiado bien.

(Risas). Jugamos en el autobús, pero no soy tan malo. Los maestros eran Diego Castro y De Las Cuevas. Ahora mismo, el que más pasta gana es Bustos. Los demás son lamentables.

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LA MISIÓN DE BUSTOS Por David González / Fotos: Gabino Jove

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“Nuestro protagonista responde al nombre de Cristian Bustos, aunque le apodan El Gladiador” orría la segunda década del siglo XXI cuando un bravo atleta oriundo de Villa Petraria pero asentado en Vicus Helleni atravesó las verdes tierras de Gallaecia para afrontar una nueva misión en la villa romana de Gigia.

Hasta allí fue llamado ante el hostigamiento al que los rivales estaban sometiendo a los debilitados ejércitos rojiblancos. Su tarea no era fácil: comandar a las tropas de Sandoval hacia la gloria de la victoria. Le avalaban su liderazgo de las tropas celestes hacia la élite y su momento de mayor gloria: la acción definitiva en la victoria sobre los ejércitos de Mourinhus máximus. Por ahora, ya ha conquistado Gijón.

Ahora, este hombre que dice que “todo se mueve por motivaciones”, vive obsesionado con no decepcionar a quienes han confiado en él. Nuestro protagonista responde al nombre de Cristian Bustos, aunque le apodan ‘El Gladiador’.

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Sin embargo, el apodo no le hacía plena justicia. Eran los gladiadores de la Antigua Roma hombres bravos, procedentes de castas bajas, que peleaban solos hasta, en muchos casos, dar muerte a su rival. Combatían por sí mismos y para mayor gloria de sus propietarios, que les vendían al mejor postor. Sí es cierto que, como los futbolistas, el suyo era un espectáculo de masas y ganaron enorme prestigio social.

Pero Cristian Bustos no es solo un gladiador.

No lucha solo por sus intereses, sino que es un hombre de equipo. No se limita a pelear, sino que trata de darle criterio a su profesión. Su perfil responde más bien al de un legado, un general del Ejército romano, equivalente a un moderno oficial general, elegido por el Emperador entre la clase senatorial para ostentar el mando de alguna de las legiones de élite romanas.

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“Los jugadores talentosos son de otra manera, quizás más despistados, tienen otro ADN. Los jugadores como yo quizás seamos más disciplinados”

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Bustos se ha convertido en el legado de Sandoval, en cuya guardia pretoriana se ha involucrado desde su apresurada llegada a su destino.

A Bustos le agrada el apodo de ‘El Gladiador’. De hecho, la película de Russell Crowe es de sus favoritas para motivarse antes de un partido importante. Agradece que se valore su capacidad de lucha, pero también le satisface que por una vez se le salga del tópico y, en lugar de coraza y espada, se coloque en su cabeza la corona de laurel. “Por mi forma de jugar, me veo un gladiador. Pero me puedo ver en el rol de César por mi carácter, mi capacidad de liderazgo, de transmitir mi mensaje ganador”.

Porque el alicantino es algo más que un picapedrero del fútbol. Es un verdadero profesional, enamorado de su trabajo y al que le gusta ponerle criterio a lo que hace.

“Sé perfectamente lo que soy y cómo he llegado hasta aquí. Soy un trabajador que entrena a tope. Conozco mis virtudes y mis limitaciones y trato de dar siempre el máximo rendimiento. Agradezco que eso se valore”, asume.

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“Sé perfectamente lo que soy y cómo he llegado hasta aquí. Soy un trabajador que entrena a tope”

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Su carrera ha marcado su personalidad. Su madurez llegó acompañada de un cambio de puesto. ‘Mens sana in corpore sano’, dice el latín. Desde las termas donde los antiguos habitantes de Gigia cultivaban el cuerpo y la mente, Cristian admite que en su juventud le costó centrarse en el fútbol como profesión.

“Yo era un poco cabra loca en mi juventud”, dice en las entrevistas. No es que su leyenda personal esté marcada por los excesos. Cristian lo explica. “Era un chico joven, soltero, y eso implica un cierto desorden incluso en la organización de tu vida. Era el típico chavalito del pueblo que despunta, jugaba en posiciones más avanzadas. Vi cómo se perdía gente con condiciones increíbles. Es una zona complicada; mucha gente se da a la mala vida, la fiesta… Tener un coco bien amueblado es la clave. Yo cogí el camino idóneo, llegué al Valencia y me quería comer el mundo”.

Cree que no fue casualidad que su madurez personal y futbolística coincidieran.

El mismo año en el que conoció a la que ahora es su mujer y madre de su hijo y a un agente que le mostró toda su confianza y con quien mantiene una relación casi fraternal, Luis Sánchez Duque le hizo dar un paso definitivo en su carrera. “Creyó que mis condiciones ideales eran para jugar de mediocentro defensivo. Que en puestos más ofensivos no reunía las condiciones para llegar a la élite”. Dejó de llevarse la gloria de los goles, el gran protagonismo de cara al público, pero considera que aquello le sirvió para crecer y madurar. “Los jugadores talentosos son de otra manera, quizás más despistados, tienen otro ADN. Los jugadores como yo quizás seamos más disciplinados”.

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“Tener un coco bien amueblado es la clave. Yo cogí el camino idóneo, llegué al Valencia y me quería comer el mundo

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GijónSport - En portada Dentro de esa filosofía, Cristian sabe que cuando salta a la arena, a diferencia de los gladiadores, su coraza, en la que lleva su escudo, no sólo le protege a él, sino a mucha más gente.

“No estamos a la altura de nuestra camiseta, de nuestra afición”. Y eso le amarga. Al mismo tiempo, le sorprende que en un Molinón que no hace mucho tiempo era un circo romano donde los pulgares casi siempre apuntaban hacia abajo, ahora el clima sea tan respirable. “Es increíble que con el equipo recién descendido y yendo como iba, fueran 18.000 personas al campo y nos apoyaran hasta el final. Nunca nos hemos encontrado un ambiente hostil. La

afición está teniendo mucha paciencia con nosotros”, afirma.

En Sabadell, Cristian vio como el Sporting perdía una batalla importante. Pero en su cabeza tiene claro que la única guerra que se pierde es la que se abandona. Por eso, como los gladiadores, luchará mientras queden fuerza y sangre en las venas para salir victorioso. Y que, finalmente, El Molinón levante sus pulgares hacia el cielo en señal de aprobación.

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CRISTIAN Y SU FUTURO Cristian Bustos llegó a Gijón en el mercado de invierno, cedido por el Celta de Vigo. El día que se cerró la operación, apenas se despidió de nadie. Metió sus cosas en una bolsa y corrió hacia su coche para intentar llegar al primer entrenamiento de su nuevo equipo.

Este apasionado del fútbol, que no se pierde ni un solo encuentro en su casa, sabía que cada sesión de trabajo es importante para un deportista. Se siente querido en Vigo, aunque en los últimos tiempos las relaciones con Paco Herrera se habían deteriorado. Asegura que no por ningún acontecimiento concreto, sino por mero desgaste. A Sandoval lo ha cautivado, hasta el punto de que es pieza básica en su esquema y sería feliz si pudiera contar con el alicantino la temporada que viene.

“Ahora mismo estoy centrado aquí. Este club lo tiene todo para ser feliz y yo lo soy. Me encuentro en una tesitura nueva para mí, que es la de estar cedido, algo que nunca había vivido. Tengo contrato en Vigo y guardo el máximo respeto, porque me debo a ese club y no quiero que allí se malinterprete nada. Es cierto que a veces hablo con mi mujer y pensamos en lo que puede pasar. Jugar en El Molinón es un privilegio y vestir esta camiseta es un orgullo. Prefiero estar centrado en el momento actual, intentar conseguir el objetivo y en el mes de Junio ya se verá. Al final un futbolista juega donde quiera jugar”.

Preguntado por su futuro cuando deje su trabajo, a Cristian le entran las dudas. Se ve vinculado al deporte, pero no como entrenador. Le gustaría ofrecerle una estabilidad a su familia, después de tantos años de hacer y deshacer maletas por su profesión. Quizás trabajar para un club o en labores de representación. Pero todavía le queda mucho fútbol por dar y muchas motivaciones por cumplir.

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Marta Tejerina Periodista @MartaTeje

El año de los sueños cumplidos

Quizás para muchos 2013 no haya sido un año para recordar. Han sido doce meses complicados para la mayoría y, por desgracia, ha habido más malas que buenas noticias. Pero a veces ocurre, afortunadamente, que un acontecimiento aislado nos hace olvidar todos los problemas y nos obliga a ilusionarnos, a sonreír en medio de la tormenta. El deporte tiene ese don que lo hace tan especial: el de hacernos felices, al menos de vez en cuando.

2013 ha sido el año de los sueños cumplidos para el Juanfersa Grupo Fegar.

La noche del 13 de abril de 2013 el gran sueño del balonmano asturiano se hizo realidad. El Juanfersa Grupo Fegar lo hizo posible. Desde ese mismo instante, la directiva del club tuvo que trabajar duro para lograr competir en la máxima categoría, cuadrar los números para mantener a la mayoría de los jugadores del ascenso y completarla con cuatro fichajes. La llegada de Serdio, Cakic, Savic y Maia fue otra gran noticia, tan solo empañada por la marcha del portugués, hace unas semanas, por problemas de adaptación. Fue, tal vez, el único borrón de estos primeros meses de temporada. Parti-

dos épicos, como la victoria frente a Guadalajara con la que el equipo se estrenó en casa y en la categoría; triunfos heroicos como el cosechado en la pista del Valladolid; derrotas duras como la sufrida en Cangas do Morrazo y severos correctivos como el que supuso el choque ante Anaitasuna. En esta primera vuelta de la competición ha habido un poco de todo y un mucho de ilusión y trabajo. Gracias a eso, el Juanfersa ha conseguido superar el objetivo marcado para este tramo de la campaña y ha vuelto a hacer historia al clasificarse para cuartos de final de Copa del Rey eliminando a todo un Ademar de León.

2013 ha sido el año de los sueños cumplidos: el regreso de la Asobal a Asturias, el debut en la máxima categoría de jovencísimas promesas como Álex Costoya, Nacho Huerta o los hermanos Paraja; el reencuentro con la élite de los veteranos, como David Pellitero, Pablo Fernández o Juanjo Ruesga; la sonrisa de Cakic y Savic disfrutando de una liga que seguían con ojos de niño desde su Bosnia del alma; la ilusión de las 2000 personas que llenan las gradas del Palacio en cada partido… El Juanfersa Grupo Fegar se ha ganado con creces la etiqueta de equipo revelación. Ha empezado un nuevo año, con sus 365 nuevas oportunidades para seguir haciendo sueños realidad.

BENDITA

Cuatro años después de su c devuelve a Asturias a la cim

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LOCURA

creaci贸n, el Juanfersa Gij贸n ma del balonmano nacional

Escribe: Marcos Mart铆n / Fotos: Gabino Jove Gij贸nSport - 17/04/2013 - 11

GijónSport - En portada “Siempre hemos estado muy locos, pero ni los más optimistas esperábamos llegar en 4 añosa ASOBAL”. Juan de Álvaro es capaz de sintetizar en una sola frase todo lo que representa el Juanfersa Gijón Jovellanos: unos ‘amantes enfermizos’ del balonmano que, con mucho trabajo, han conseguido devolver a la capital de la Costa Verde a la élite del balonmano nacional. GijonSport reúne a tres de esos locos: el presidente, Juan de Álvaro; el entrenador, Alberto Suárez y el capitán, Fernando Manuel.

El ascenso a ASOBAL es la guinda a un pastel cocinado con mimo desde el comienzo de la temporada. La excelente materia prima que históricamente ha dado el balonmano asturiano, se ha aderezado con trabajo y humildad.

“Cuando, en febrero, perdimos en Santander, supe que íbamos a subir”. Alberto Suárez recuerda que la competición también ha servido de toque de atención: “La derrota contra Sinfín nos vino bien; hicimos el peor partido del año, pero el equipo pegó un golpe sobre la mesa y demostró que estaba convencido de subir”.

Alberto Suárez se quita mérito. “Es el éxito de mucha gente, aunque nos ha tocado a nosotros hacer esta función. Lo realmente bonito es que Antonio Oliva (el entrenador del Grupo Covadonga que ascendió hace 33 años) te llame para desearte suerte o que el más pequeño de los benjamines te venga a dar un abrazo porque ya tiene un equipo referente en ASOBAL”.

Lo conseguido el pasado sábado es la penúltima conquista de un club que ha hecho de sus 4 años de vida una montaña rusa de sensaciones. En esta breve –pero intensa– historia, cobra la importancia de un hombre que, siendo uno de los seis socios fundadores, jugó unos minutos del partido del ascenso: el capitán Fernando Manuel. “Nos juntamos un grupo de amigos locos por el balonmano y aquí estamos, en ASOBAL”.

Es difícil encontrar lunares en la gestión de este club, pero Juan de Álvaro demuestra un admirable sentido de la autocrítica. “Hemos cometido muchos errores. Es normal, pero se reconocen y se pide perdón. El mayor fallo lo Sin embargo, y a pesar del mérito que tiene, el cometimos echando las cuentas tras el ascenascenso no ha pillado por sorpresa. “No so a Plata. Creímos que nos iba a engañamos a nadie; el objetivo, desde el cocambiar la vida, nos creímos mienzo de año, era llegar a ASOBAL”. Juan de lo que nos prometieron y, Álvaro prefirió tirarse a la piscina: “Siempre tie- al final, eres tú el que ne que haber un poquito de agua, pero hay que incumples con la plantilla ser ambiciosos, pensar en grande. Si no se y los técnicos”. Y es cumple el objetivo, no pasa nada. Creo que es que como dice el peor pensar únicamente en la permanencia”. entrenador; “la mesa de este club tiene cuatro Este ascenso es sólo la punta de un iceberg patas: una buena que, debajo del océano, esconde muchos otros cantera, una gran logros y el Pabellón de la Arena lleno es el me- afición, medios de jor reflejo. Gijón, que ya se permitió el lujo de comunicación dejar morir otros proyectos, vuelve a disfrutar que nos apoyan y el del balonmano gracias al Juanfersa, pero aspecto económico.

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“Nos hemos equivocado muchas veces, pero estoy muy orgulloso de haber llenado La Arena y de haber pensado en grande”.

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“Estábamos acostumbrados a tener que ir a otros sitios para ver ASOBAL y disfrutar de nuestros jugadores.

Ahora toca disfrutar en Gijón”.

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GijónSport - En portada Es la pata más corta, la que provoca que, cuando se empuja la mesa, se tambalee”.

Con la situación económica en contra, el Juanfersa ha encontrado la fórmula del éxito. “¿El secreto? Proponerte cosas y hacerlas, aunque sea arriesgando, a veces, temerariamente. Y por supuesto, que la materia prima que hay en Asturias es muy buena”. Es una filosofía de club, no sólo del presidente. Alberto Suárez cree que “hemos logrado lo que hemos logrado porque somos ambiciosos y porque tenemos gente de casa. El balonmano se adapta muy bien a la raza asturiana: somos aguerridos, fuertes y de pelea. Por eso, en Asturias somos muy buenos en este deporte, va con nosotros”.

Así se llegó al pasado sábado. Un día histórico para el club y para toda la ciudad. “El día se me hizo eterno, tenía partido con los cadetes de la Inmaculada, pero los propios chavales me convencieron para que no fuese. Me dijeron que se arreglaban ellos solos, que lo de la tarde era más importante”. Fue un día muy largo para todos. Y muy especial. Fernando Manuel recuerda que “mucha gente nos dio ánimos, me preguntaban si estaba nervioso, y tenía la sensación de que todo el mundo empujaba hacia el mismo lado”.

Pero por fin llegó la hora del partido. “Ha sido el partido más especial de mi vida… ¡Y la segunda parte más larga!”. Fernando Manuel vivió desde el banquillo el estirón final de Puente Genil: “Temí por el resultado, pero ese sufrimiento mereció la pena”. Alberto Suárez no dudó ni un segundo. “Tuve clara la victoria durante todo el partido. Tal y como estaba La Arena, no nos podía ganar nadie. Era nuestro día y la historia estaba escrita: íbamos a subir”.

Dicen que ‘la historia la escriben los vencedores’ y todavía queda mucho por escribir. De momento, la temporada no ha terminado. Quedan dos jornadas y el Juanfersa –a 1 punto del líder, el Barça B– puede ser campeón. “El primer objetivo está conseguido, pero prefiero ser campeón a ser subcampeón”. El entrenador no afloja: “¿Cómo vas a disfrutar de un partido si no vas a ganar? Hay que ser serios, si hacemos el bobo, podemos perjudicar a otros equipos”.

Después, tocará cambiar el chip y pensar en ASOBAL. Los directivos tienen ahora un duro trabajo por delante: vender el proyecto. “Con menos de 300.000 euros, es difícil salir a competir. Nosotros no mendigamos, no pedimos ayuda para unos cuantos que quieren jugar al balonmano. Entendemos que, igual que un concierto de Bruce Springsteen trae gente o que, gracias a la Copa Davis se ve una foto de Gijón en Estados Unidos, el ascenso del Juanfersa está dando una buena imagen de la ciudad. Y eso vale dinero”.

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GijónSport - En portada Entonces, con un presupuesto cerrado, se trabajará en la plantilla. Alberto Suárez prefiere no pensar en ello ahora. “Es momento de disfrutar lo conseguido. Estábamos acostumbrados a tener que ir a otros sitios para ver ASOBAL y disfrutar de nuestros jugadores. Ahora toca disfrutar en Gijón. Pero bueno, aquí nunca va a haber mucho dinero, así que no cambiaremos nuestra línea. Lo bueno de la crisis es que obliga a cuidar lo de casa. Y por abajo viene mucha gente buena. El objetivo es mantener la base y hacer algún retoque”.

El capitán Fernando Manuel sí piensa ya en la ASOBAL. La oportunidad de debutar en la máxima categoría le llega a los 38 años: “El año que viene seguiré dando guerra. Mi idea

es competir mientras el cuerpo aguante”.

Acostumbrados a ganar casi todo en los últimos tres años, el salto de categoría traerá consigo un mayor sufrimiento, pero Fernando Manuel no piensa así: “En ASOBAL no vamos a sufrir, vamos a disfrutar y a aprender de todas las situaciones nuevas que nos va a tocar vivir.

Esto es un juego; si no te lo pasas bien, no sirve de nada”.

Albert Einstein decía que tenía una pregunta que, a veces, le torturaba: si él era el loco o lo eran los demás. Fernando Manuel, Alberto Suárez y Juan de Álvaro han demostrado que no estaban locos cuando, hace 4 años, se propusieron devolver el balonmano asturiano a la élite. Y si lo estaban… Bendita locura.

“En ASOBAL no vamos a sufrir, vamos a aprender y a disfrutar. Esto es un juego, si no te lo pasas bien, no sirve para nada”.

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Un viaje con final feliz...

Todo empezó un 30 de junio. El de 2009. El Balonmano Ardoi navarro había decidido no salir a competir en Primera Nacional por problemas económicos y le iba a ceder su plaza a un equipo recién creado en Asturias por unos cuantos locos por el balonmano. Juan de Álvaro se encontraba en una notaría de Pamplona, a punto de ver cumplido un sueño en el que llevaban trabajando varios meses. Pero todo se torció.

“El notario me dijo que, para dar fe de la cesión, teníamos que firmar presidente y secretario del club”. Era martes y Alejandro González ‘Tone’ estaba en Gijón trabajando. “Le llamé y me dijo que era imposible. No sé cómo lo hice, pero le convencí”.

Eran las 10 de la mañana del último día de plazo para inscribirse en Primera Nacional.

“Estábamos en la semana previa de San Fermín y por la tarde había toros. El notario nos dijo que, si no llegaba antes de las 2 de la tarde, no firmaba nada, porque había quedado para comer con unos amigos e ir a los toros”.

Cuando Tone llegó a Pamplona, pasaban varios minutos de las 2 de la tarde. “Dejó tirado el coche en la puerta de la notaría y le dio las llaves a uno de los representantes del Ardoi para que se lo aparcase”. El destino quiso que el notario tuviese que firmar dos escrituras de última hora y que pudiese dar fe, in extremis, de la cesión de la plaza al Gijón Jovellanos.

Inmediatamente, Juan de Álvaro preparó toda la documentación y, “desde el Seur de un polígono industrial de Pamplona”, se la mandó a la Federación Española. “Fue un día de locos, pero mereció la pena”. Así comenzó todo. El resto de la historia ya es de sobra conocida.

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El torero que

eligi贸 un bal贸n

Abril 20 13

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Por David González

E

n la plaza de toros de El Bibio, una placa recuerda al mejor torero gijonés de la historia. No es Gijón tierra de matadores, pero haberlos, húbolos. Fue la cuna de Rafael Romero ‘Romerita’, padre de Blanca Romero, o de José Luis Corneja.

Pero uno destacó por su trayectoria como matador y por una vida azarosa y sorprendente: fue figura del toreo, masón y capitán del bando republicano en la guerra civil. Cuando nació, el Sporting aún no existía. Respondía al nombre de Bernardo.

Un siglo después, un tocayo suyo ha pisado la arena de El Bibio. No maneja el capote con la misma destreza que Casielles, pero sí con mucho más arte que la mayoría de los mortales.

Tiene la planta, la postura y el movimiento. Por sus venas corre sangre taurina. La de su abuelo y, la que más le marcó, la de su tío. Ambos utilizaron el sobrenombre de “Joselillo de Colombia”. Él pudo ser “Bernardillo de Colombia”, y de hecho llegó a vestirse de corto y ponerse ante

/ Fotos: Gabino Jove

una becerra de la Ganadería Mondoñedo en Bogotá. Tenía ocho años. Ese día decidió que los toros los seguiría viendo desde la barrera y que su destino, si la suerte le respetaba, estaría en los campos de fútbol.

Algo de diestro le queda. Como el buen torero, Bernardo Espinosa es de arrimarse. No le importa jugar el físico en cada disputa, cuando entra ‘a matar’ lo hace con decisión, porque sabe que no hay nada que arruine más una faena que una estocada fallida. Así ha jugado con huesos rotos, dedos dislocados y heridas sangrantes en la cabeza.

El mestizaje de Bernardo se intuye en su acento, mezcla del colombiano y del andaluz. Su abuelo, José Zúñiga Villaquirán “Joselillo de Colombia”, se trasladó desde América hasta España para hacer carrera como diestro. En Madrid conoció a la abuela de Bernardo. La familia regresó a Colombia en el ocaso de la carrera del matador, pero años después una parte de ellos harían el viaje de regreso.

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“Mamé los toros desde pequeño. Me encantan.

A mi abuelo lo vi menos, pero la carrera de mi tío la viví en primera persona. Por eso quise ser torero. Mi familia, al contrario que a mi tío, me dio todas las facilidades. Me pasaba horas entrenando, haciendo toreo de salón y me encantaba. Con ocho años me llevaron a un tentadero. Y ese fue el último día que quise ser torero. Aguanté, toreé a la becerra y me di cuenta, una vez que sentí el miedo real, de que aquello no me gustaba”, explica.

Su tío se llevó un chasco, porque le hubiera gustado que el pequeño Bernardo siguiera la estela familiar. Pero el niño no sufrió una gran

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frustración, porque pudo centrarse en su otra pasión. “El fútbol me atraía desde que estaba en la barriga de mi madre”, relata.

El defensa ya ha tomado la alternativa en el Pizjuán, pero consolidarse en el escalafón le está costando un largo peregrinaje. Igual que su abuelo tuvo que emigrar a España para desarrollar su profesión, Bernardo ya ha tenido que trasladarse a hacer méritos primero a Santander y luego a Gijón. No se arrepiente. “Son experiencias muy positivas. Me encantaría triunfar en el máximo escalón del club en el que he estado durante tanto tiempo, pero siempre hay que abrir horizontes”.

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“Con ocho años me llevaron a

un tentadero. Fue el último día que quise ser torero”

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“Bernardo es de arrimarse. Por

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eso ha jugado con fracturas en la cabeza, en los brazos...”

El problema es que su buen rendimiento en el exilio no ha venido acompañado por el buen nivel colectivo. En Santander tuvo la oportunidad de competir en Primera, considera que fue una experiencia “tremendamente positiva”, pero el equipo acabó descendiendo. En el Sporting tampoco ha podido arreglar totalmente los muchos problemas del equipo. Pero cree que también le está sirviendo. “Cuando se planteó la oportunidad de venir, lo acepté con los ojos cerrados. Sabía que podía salir bien o mal, y aunque lamentablemente el equipo no esté donde deseábamos, no tengo nada de qué arrepentirme y sí mucho que agradecer. Está resultando un gran aprendizaje”. Aprendizaje, porque ahí donde le ven, con su 1’92 y su saber estar en el campo y fuera, tiene solo 23 años.

En Gijón, asegura, se ha encontrado un gran ambiente futbolístico. Con las peculiaridades de cada plaza, pero con una pasión similar a la de Sevilla. Con, eso sí, una notable diferencia: el vestuario. “Me esperaba encontrarme una buena afición (aunque ha superado mis expectativas), una ciudad bonita (ya la había visitado estando en Santander). Pero lo que más me ha sorprendido ha sido el recibimiento de los

compañeros. Es como una familia. Se esfuerzan por hacerte sentirte cómodo. Hacemos la vida juntos, las familias conviven. En otros clubes, como el Sevilla, es distinto. Será por la presión, por las diferentes nacionalidades, pero la cercanía entre compañeros no es la mismo que aquí”, explica.

El hispano-colombiano recuerda la liturgia taurina, los preparativos de las tardes de faena de su tío. Y equipara muchas cosas al fútbol.

Bernardo es igual de metódico a la hora de vestirse de corto, necesita cumplir siempre un orden prestablecido en las horas previas a los partidos y le rechina el color amarillo. Es muy religioso y, a la vez, muy maniático. Herencia de su tío, al que admiró, pero al que nunca veía torear en directo. “Iba a las corridas, pero cuando salía a La Arena yo me iba de la plaza.

El sufrimiento es muy grande. Ahora compruebo que, aunque el riesgo es distinto, la familia sufre igual viéndome jugar”.

Bernardo no conoce la Feria de Begoña. El Bibio no es La Maestranza, pero tiene su punto para los taurinos. Si Bernardo está en el coso gijonés el Día de Begoña, será buena señal.

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“Me ha sorprendido el

ambiente en el vestuario.

Es como una familia”

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TU DEBUT CON PICADORES...

Fue bonita la tarde en la que debutó con el Sevilla Atlético, una buena plaza como La Rosaleda, frente al Málaga. Aunque mi debut con el primer equipo del Sevilla fue de puerta grande: en Copa del Rey, frente al Real Unión de Irún, porque me estrené marcando un gol. Aunque mi debut real, en el que pude comprobar que había llegado a la élite, en el que vi los toros con los cuernos, fue con el primer equipo frente a Osasuna, en el Reyno de Navarra.

LA MAYOR CORNADA QUE TE HA DADO EL FÚTBOL…

Afortunadamente, no he recibido ninguna cornada grave. Sí algunos revolcones. Fue un momento duro cuando estaba en el filial del Sevilla, terminaba contrato y el entrenador no confiaba nada en mí. Estuve a punto de dejar el club e irme a otro más pequeño, que no me hubiera abierto las puertas a entrar en el fútbol profesional. También fue doloroso el descenso del Racing, aunque la temporada a nivel personal fue muy positiva.

TU PARTIDO DE PUERTA GRANDE…

Mi debut con el Racing fue contra el Madrid. Veníamos de perder 4-0 contra el Atlético de Madrid. Empatamos a cero. También fue muy bueno el partido contra el Valencia, en el que marqué un gol en el minuto 88, que suponía el empate a dos.

¿POR QUÉ DECIDISTE CORTARTE LA COLETA?

Con 19 años ya me la tuve que cortar porque el seleccionador sub 20 de Colombia me obligó. La segunda vez fue este verano, pero ya por decisión propia.

¿EL MAYOR MIURA QUE TE HAS ENCONTRADO ENFRENTE EN UN CAMPO DE FÚTBOL? El delantero centro al que me ha resultado más difícil marcar ha sido mi compatriota Falcao. Es un jugador espectacular. Salió bien, porque empatamos a cero, pero el portero Toño hizo el partido de su vida.

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Mandi: “Siempre fui un rebelde.

Ahora soy más tranquilo” Por David González / Fotos Gabino Jove GijónSport - 08/05/2013 - 08

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GijónSport - En portada Si Jimmy Stark hubiera sido más moderado, ‘Rebelde sin causa’ no se hubiera convertido en un film de referencia. James Dean interpretaba a un adolescente rebelde recién llegado a Los Angeles, capaz de saltarse todas las normas por el amor de una chica (Natalie Wood) y de desafiar a los caciques del instituto. “¿Si soy un rebelde? Quizás sí. Hace un tiempo más que ahora; soy más tranquilo. Ante las injusticias no me callo. Puede que me fuera mejor si me mordiera la lengua, pero no va con mi carácter”. Armando Sosa, ‘Mandi’, responde así a la pregunta sobre si la imagen de tipo duro que transmite es real. Quienes le conocen bien destacan su nobleza y su afabilidad, pero también su fuerte personalidad.

Este canario de 24 años se rebela contra muchos tópicos. Los primeros, los que hacen referencia a su origen. “Soy canario, aunque no parezco canario”, decía en su presentación.

Se refería a su fútbol, alejado del estereotipo de jugador insular repleto de calidad pero con importantes lagunas en el capítulo del

sacrificio. Mandi es un futbolista rudo, contundente y expeditivo. O pasa la pelota o pasa el rival. Los dos juntos, no.

Tampoco su físico responde al prototipo canario, aunque él asegura haber leído, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, que los guanches originarios eran rubios, de ojos claros y piel pálida. “Así que el auténtico canario soy yo, no los demás”, dice entre risas.

Nació en el 89 en San Bartolomé de Tirajana, municipio del sur de la isla de Gran Canaria, pero está acostumbrado a vivir lejos del calor, la calima, las playas de arena fina y las dunas de su tierra de origen.

A los 19 años se trasladó a Villarreal para jugar con el segundo filial amarillo. De ahí a Ponferrada, donde vivió un ascenso histérico (con e), lanzando el sexto penalty de la interminable serie de desempate contra el Sant Andreu. Volvería a ascender a Segunda al año siguiente, con el Real Madrid Castilla. El filial madridista fue su escaparate para llegar al Sporting.

“Ante las injusticias no me callo.

Puede que me fuera mejor si me mordiera la lengua, pero no va con mi carácter” GijónSport - 08/05/2013 - 11

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“Aquí la gente es más tranquila, se calla más las cosas. Si algo está mal no lo dicen”

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De su paso por el Real Madrid conserva una buena relación con Jesé, canario como él.

También hizo buenas amigas con Marcelo, Pepe o Kaká, que le dedicaron camisetas que conserva como oro en paño. “Eran los que más se acercaban a los que subíamos del filial”.

Y también tuvo la oportunidad de conocer al auténtico José Mourinho, por el que siente una importante admiración. “Es distinto en persona a la imagen que transmite por la tele. Es un tío cercano. Buena gente”. Y parece que al entrenador también le llamó la atención aquel joven centrocampista. Le hizo debutar con el primer equipo en un trofeo Bernabéu y le convocó para los partidos contra el Granada, el Zaragoza y el Almería.

Precisamente cree que ese es uno de los de-

Mandi se siente identificado de alguna forma

era mi sensación y por eso la comenté. Yo no

con el carácter de José Mourinho. Comparte su filosofía de que, a veces, hay que decir las cosas que la gente no quiere escuchar, aunque admite sus excesos. “Es verdad que a veces podría morderse la lengua, pero puesto a elegir, yo prefiero a quien va de cara y dice las cosas que a quien se las calla. La mentira tiene las patas muy cortas. Al mentiroso se le coge rápido. Si vas con la verdad por delante, puedes dormir tranquilo”, afirma.

fectos que debe corregir el vestuario rojiblanco.

Ha echado en falta capacidad para afrontar las situaciones comprometidas más directamente, con mayor personalidad. “Aquí la gente es más tranquila, se calla más las cosas. Si algo está mal no lo dicen. En el Madrid se decía todo. El agua no se puede dejar correr”.

Si de algo peca Mandi es de sinceridad. A veces le reprochan que excesiva. Le ocurrió cuando, casi recién llegado, casi se autodescartó públicamente para un partido porque veía que las molestias no le iban a permitir llegar a tiempo. Recibió una pequeña reprimenda por adelantarse a la decisión definitiva. “Aquella digo nada con mala intención; digo las cosas que yo siento. Cuando los periodistas me preguntan, yo digo lo que pienso, no voy midiendo las cosas. No pretendo hablar nunca en contra de nadie. Soy así”.

Así es Mandi. Un luchador. Un rebelde. Pero con causa.

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“Mourinho es distinto en persona.

Es un tío cercano. Buena gente”

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La decepción de Mandi Mandi no vino al Sporting para esto. Fichó por un equipo que aspiraba al ascenso sobre el papel pero que nunca lo demostró sobre el campo. Y llegó para jugar, no para ver los partidos desde el banquillo o desde la grada. Por eso reconoce que está frustrado, decepcionado y hasta que se ha sentido engañado en algún momento, sobre todo cuando tras negarle el club el regreso al Castilla en el mercado de invierno desapareció completamente del equipo. Admite que todo eso le ha llevado a perder “parte de la ilusión” con la que llegó al Sporting. Ya no se fía de las promesas que le puedan hacer desde el club con respecto a la confianza en él, tras lo sucedido este año.

El futbolista lo tiene claro: así no quiere seguir. “No nos aportaría nada a ninguna de las dos partes. Sería absurdo tenerme aquí sin jugar, cobrando una ficha y tapando el hueco a un jugador del filial que seguro que valoraría más jugar unos pocos minutos”.

Lo mejor que se lleva de la temporada es el cariño y el reconocimiento del público, escenificados en la ovación que le tributó El Molinón cuando, tras muchos partidos desaparecido, volvió a disputar unos minutos contra el Guadalajara. “Se agradece mucho sentirse valorado y querido, llevando tan poco tiempo aquí”.

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Javier Casquero

Un clรกsico con futuro

Por David Gonzรกlez Fotos: Gabino Jove

GijónSport - En portada Cuando Javier Casquero echa la vista atrás, ve un recorrido largo y satisfactorio. No plagado de títulos, pero sí de éxitos personales y colectivos. Un ascenso a Primera, once temporadas consecutivas en la élite, dos finales de Copa, un partido de UEFA histórico contra el Bayern Munich en el que marcó un gol que quedará para siempre en el recuerdo de la afición del Getafe... Capítulos que forman parte de la trayectoria de un hombre al que la salud y la fortuna le han permitido vivirlo todo en el futbol.

O casi todo. Aún tiene hambre. Aún le queda gasolina. Quiere otro ascenso. Y lo quiere en Gijón.

Es un clásico de la Liga española. Ya han sido varias las generaciones de niños que le han tenido en sus cromos. No hay muchos casos de

futbolistas tan longevos en el fútbol actual. Le supera Valerón, algún futbolista del Levante...

Rivera, que fue su compañero de habitación en la cantera del Real Madrid, tiene dos años menos que él. “Tengo ilusión. La misma que cuando empecé. Voy a entrenar cada día con el mismo espíritu. Eso es lo que me mantiene vivo”, dice el talaverano. Y ese es su motor profesional. Ese y la confianza en sus propias posibilidades. No le asusta la crítica y entiende los reparos. Desde el primer momento se mostró comprensivo con quienes se asustaban con su edad. “Es normal. No es muy habitual ver a futbolistas de 37 años. En Getafe ya me conocían y nadie miraba la fecha de nacimiento. Aquí, al ser nuevo, es normal que se mire.

Yo solo pido que se me de la oportunidad de mostrarme en el campo antes de valorarme”.

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“Yo solo pido que se me de la oportunidad de mostrarme en el campo antes de valorarme”

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Ha pasado por todos los roles durante su carrera. Estuvo en el lugar del joven que llegaba a un vestuario con el descaro y la imprudencia propias de la edad. Entonces tuvo maestros en el arte de controlar y mantener el buen clima en un vestuario. De eso le dieron un curso acelerado dos compañeros del Sevilla: Pepe Prieto y Pablo Alfaro. “Sabían perfectamente liderar aquel vestuario en el que convivíamos jugadores de primer nivel y jóvenes de una de las canteras más productivas del fútbol español. Con el paso del tiempo a mí me tocó ir haciendo esa labor con Reyes o Jesús Navas, que ya empezaban a despuntar. Y no digamos en el Getafe”.

Ha aprendido de sus capitanes y de sus entrenadores. Los ha tenido de todos los estilos. Laudrup, Caparrós, Manzano, Míchel. Y de cada uno se queda con algo. Manzano le aportó “tranquilidad, confianza y psicología”. Caparrós le hizo “más competitivo, más agresivo, más intenso”. Guarda también un grato recuerdo de su experiencia con Manolo Preciado en el Racing de Santander. “Se me quedará siempre su gran personalidad”, recuerda.

Por eso se ofrece ahora para ser ejemplo y referencia de los jóvenes que compondrán, se supone que masivamente, el Sporting del futuro inmediato. “Claro que tengo que ser un ejemplo para ellos. Me parece obligado para un jugador en mi situación”. Y por eso se siente capacitado para darles un consejo: “Tienen que valorar la oportunidad de estar en un club como este. Aquí lo tienen todo. Tienen que pensar que hay muchísima gente válida que nunca tendrá esa facilidad. Deben aprovecharla”.

No quiere dar lecciones sobre el uso de redes sociales, algo que prefiere ver con cierta distancia. No le son ajenas, pero tampoco se exhibe en ellas. “Hay que ser muy prudente. No hay que olvidar nunca lo que representamos Ahora todo se saca de quicio y se alimentan polémicas”. Ejemplos sobran.

La polémica que a él más le marcó, al menos de cara al exterior, tuvo lugar en un campo. Fue aquel partido en el que el madridista Pepe le pateó sin compasión. Entiende las preguntas sobre el asunto, pero mantiene el hermetismo desde el primer día. “Fue un tema desagradable en el que me vi envuelto, pero no quise hacerme famoso por eso. No hice ningún tipo de declaración sobre el asunto. Es verdad que me presionaron mucho, no me ofrecieron dinero, pero intentaron todo tipo de cosas para que hablara. No quise”. Y de ahí es imposible sacarle.

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“De Preciado se me quedará siempre su gran personalidad”

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“Cuando un chico tiene condiciones hay que ponerlo a jugar. El que es bueno es bueno” Para Casquero la edad no debe ser nunca un condicionante para un futbolista. Ni por arriba ni por abajo. “Cuando un chico tiene condiciones, hay que ponerlo a jugar. El que es bueno, es bueno”. Cree que si ahora no se dan tantos casos de juveniles apareciendo en la élite no es por exceso de celo. “Es que no salen”, afirma.

El talaverano ya ha ido ganando peso en el vestuario. Optó por entrar con sigilo, adaptarse a las circunstancias e ir haciéndose su hueco progresivamente. Se siente bien recibido por sus compañeros.

Tanto ha avanzado que ya ha empezado a imponer su criterio musical en el vestuario, como hacía en el Getafe. La tradicional música ‘pachanguera’ y los ritmos latinos que invadían la caseta ahora se alternan con el estilo electrónico que entusiasma a Casquero. “Hay momentos para todo, aunque para antes de un partido hay canciones que motivan más”. También le ha ayudado la tecnología: un altavoz de gran potencia que le da aún más caché como DJ.

Otra de sus aficiones han sido los coches. “Me gustan, aunque tuve mis momentos de más pasión. Tengo un coche deportivo, pero lo he dejado en Madrid. Aquí llamaba demasiado la atención y eso no me gusta”. Casquero es de trato serio, con un punto de discreción más que de timidez. En lo que no se muestra reservado es en su forma de vestir. Le gusta cuidar su estilo. “Me dejo mi tiempo y algo de dinero”, dice entre risas.

Su futuro pasa por acabar la temporada y marcharse a su adorada Ibiza. Pero no caigan en el tópico. En la isla, Javier Casquero busca la paz y la tranquilidad que no ocupa tantos minutos de televisión pero que también aporta. “Es un gran sitio para desconectar, descansar con la familia y reencontrarse con otros compañeros”.

Después, le gustaría regresar a Gijón. “Si hay un interés real, no habrá problema”. El dinero no será inconveniente. Casquero se ha marcado un reto: subir al Sporting a Primera. Es el próximo desafío. Pero posiblemente no el último. Aún siente gasolina en sus venas.

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“Si hay un interés real por parte del Sporting, no habrá problema”

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Antón Meana Periodista @antonmeana

Al pie de la letra

Sporting empieza por S, igual que Stefan, igual que Sandoval, igual que Sergio. La primera vuelta viene marcada por esa consonante. Scepovic representa el gol y la ilusión de una ciudad que tiene la sensación de estar viendo a un jugador total, de esos que pueden marcar un época.

El delantero serbio monopoliza las tertulias, se cuela en los sueños de La Mareona y pasea por Gijón con ese aire playubalcánico que puso de moda Mate Bilic. Es un héroe sin canción porque su apellido no rima, igual que le ocurría a Diego Castro.

A base de entrenamientos, repeticiones y consejos, el Huracán de Humanes ha canalizado la calidad de Stefan A Stefan lo fichó Lozano, y Sandoval logró ver en él algo que otros no habían visto. Eso es así.

Los que estuvimos en Miramar el pasado verano celebrando sus primeros goles con la rojiblanca nos fuimos de Luanco felices sin saber lo que se estaba cocinando. A base de entrenamientos, repeticiones y consejos, el Huracán de Humanes ha canalizado la calidad que Stefan traía de casa en cantidades industriales para ponerla al servicio del equipo. Ya lo había hecho antes con Michu y Diego Costa, por poner dos ejemplos.

No es casualidad que los buenos sean mejores con Sandoval. Un futbolista necesita un entrenador que sepa sacar lo mejor de él, y aquí se han juntado las dos premisas.

Sandoval acertó con Stefan igual que se equivocó con Sergio Álvarez, pero como tiene el extraño don de saber rectificar, todos hemos salido ganando. Un equipo de cantera tiene que cumplir un par de normas básicas: Tirar de ella sin miedo y por encima de todo escuchar atentamente a los profesionales que siguen a los chavales día a día. Si todos los que suben a Mareo llevan años diciendo que Sergio vale para el primer equipo hay que evitar que un entrenador foráneo fiche veteranos no consagrados que corten la proyección de los canteranos.

Sandoval trató mal a Sergio, vale. Aquella decisión de apartarlo como si fuera un apestado jamás debió permitirse. Pero meses después le dio continuidad, algo que no había pasado hasta el momento. En el fútbol hay demasiado revanchismo. No se puede estar día tras día recordando historias antiguas cuando el protagonista que cometió el error ya lo ha reconocido. La confianza se demuestra con hechos, no con palabras, y ahí Sandoval gana a todos de calle. Sus críticos se quedan sin argumentos.

El Sporting juega bien, compite, pone juntos a Sergio, Barrera y Cases, gana muchos partidos, se mueve con paso firme por la zona noble de la tabla, apuesta por un dibujo con dos puntas, suele ser mejor que el rival jornada tras jornada, etc, etc, etc..... A mí este Sporting me gusta, se divierte y nos divierte. Que dure mucho tiempo.

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José Ramón Sandoval

“El año pasado hicimos el ridículo y seguimos teniendo a 17.000 incondicionales detrás” Por Marcos Martín / Fotos: Gabino Jove

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osé Ramón Sandoval ve el fútbol de un modo diferente, mucho más pasional del que cabría esperar en un deporte cada vez más mercantilizado. “No entiendo una profesión que salga bien sin poner pasión y amor”. Por eso, está disfrutando del Sporting: “Nunca me he arrepentido de venir. Creo que este equipo es el ideal para mí y nadie me va a sacar esa idea de la cabeza. Ahora estoy viviendo el verdadero Sporting, el que me imaginaba desde fuera”.

Mucho ha cambiado el equipo, desde que dirigió su primer partido en El Molinón, contra el Almería; hasta la victoria contra el Deportivo que ha situado al Sporting en lo más alto de la tabla clasificatoria de Segunda División. “Tocamos fondo y estamos creciendo desde abajo, Cuando crees que puedes cambiar las cosas, es más fácil. Sabía que había elegido un buen sitio para trabajar, con un personal impresionante. La aportación de todos ha sido fundamental”.

Atrás quedan once meses en los que los disgustos solían ganar la partida a las alegrías.

Sandoval recuerda que “la pasada temporada no salieron las cosas como yo esperaba”. Pese a ello, prefiere ver el lado positivo de las cosas: “Ahora, a toro pasado, entiendo que no podía ser, que era precipitado. Jugamos finales desde mi primer partido, nos desgastamos y dejamos de ser nosotros mismos. No éramos ni la sombra de lo que yo quería”.

Pese a los errores, el equipo tuvo opciones de jugar play-off. Aunque reconoce que “lo hubiese firmado”, advierte que “disputar la fase de ascenso nos hubiese confundido; no habríamos cambiado tanto porque hubiésemos tenido un compromiso con las personas que lo hubiesen jugado”.

A José Ramón Sandoval le gusta “apostar, apostar y apostar”. Es su filosofía de vida: “Siempre me he exigido crecer, siendo valiente y ambicioso, con esfuerzo y trabajo”. Por eso, le gusta que se valore por encima de los resultados, como sucedió la pasada temporada.

“Siempre me he sentido fuerte y respetado en Gijón. Si de algo estoy satisfecho es que, en el peor momento, nos respaldaron. No se fijaron en los resultados, el equipo no ascendió pero valoraron nuestro trabajo”.

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“Cuando empecé a entrenar en Tercera, lo pasaba fatal por la afición.

Pensaba que no iba a servir para esto”

El tiempo le ha dado la razón. “Los resultados llegan con trabajo. A veces, llegan sin él, pero el éxito es fugaz”. Y desde luego, por falta de trabajo no será. El técnico rojiblanco le dedica “unas 18 horas al día al fútbol”.

José Ramón Sandoval se sincera cuando habla de los suyos: “Son lo más importante para mí, pero me he alejado de ellos porque saben que quiero entrenar al Sporting. Quiero aportar mi granito de arena a este club”.

La mayoría de su tiempo la pasa en Mareo, pero “cuando me voy al hotel, sigo trabajando y hablando con Ismael.” “Lo único que me desconecta del trabajo es mi familia, y no están aquí”.

El técnico madrileño confiesa que “quería entrenar en Gijón. A mí representante le dije que si surgía la opción, no lo dudase”. Sandoval llegó al Sporting, después de una buena etapa en el Rayo,

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el club con el que debutó en Segunda y Primera División. “Recordaré mi etapa en Vallecas como la base de mi trayectoria.

Era un club humilde y hay que pasar por esos equipos. Quizá la del Sporting sea la gran oportunidad que, de momento, me ha dado el fútbol. Estoy en el club idóneo para seguir creciendo y en una ciudad que vive por y para el fútbol. Entrenar aquí es una muesca de las buenas en mi revolver”.

Por eso, está exprimiendo al máximo su experiencia en Gijón. “Ya he aprendido muchas lecciones que me han servido para curtirme en mi carrera deportiva.

Ha sido un paso al frente. Ojalá mi etapa en el Sporting sea muy duradera, pero cuando no esté en Gijón, me acordaré de lo que estoy viviendo”.

GijónSport - En portada Y todavía le queda mucho por vivir en El Molinón, un estadio que quiere ver lleno. “En todos los equipos donde he entrenado, me he propuesto llenar el campo. Es responsabilidad de todos, y cuando se consiga, será señal de que estamos haciendo las cosas bien. Mientras, a currárnoslo; y cuando lo consigamos, nos marcaremos otro reto”.

Precisamente, el estadio gijonés fue testigo mudo del mejor momento que José Ramón Sandoval ha vivido en el Sporting. “Mi mejor recuerdo es el día de mi llegada. Llovía y me paré en la gasolinera que hay antes de llegar a Mareo para cambiarme la chaqueta, porque iba muy informal. Es una sensación que no se puede transmitir, era como un niño con zapatos nuevos. Había entrenado en Primera, pero estaba muy ilusionado”.

Después de rubricar su contrato, se trasladó a El Molinón: “Miré al banquillo local y me di cuenta de que ése iba a ser mi banquillo. Salir a El Molinón y verlo es un subidón de adrenalina que hay que saber controlar”.

Su peor trago lo pasó en Ponferrada. “No sólo de mi etapa en el Sporting, fue uno de mis días más tristes como entrenador”. Pero Sandoval quiere aprender de los errores, y cree que “el camino, con sus errores y aciertos, es lo que se disfruta; la meta es efímera”.

Y es que Sandoval “no cambiaría nada de lo que he hecho en estos meses. Los errores sirven para aprender”. Recuerda el último partido del equipo antes de comenzar la Liga. “Después de perder contra el Villarreal, les dije a mis futbolistas que jugasen para ellos mismos y que así, le harían un favor a la afición”.

Una hinchada de la que está enamorado el técnico de Humanes: “¿Qué club de España tiene esta afición?

El año pasado, hicimos el ridículo y tenemos a 17.000 incondicionales apoyándonos. Ahora, es nuestro trabajo enganchar a más gente”.

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“La derrota en Ponferrada fue uno de los días más tristes de mi carrera como entrenador”

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GijónSport - En portada Sandoval valora los detalles que hacen grande a un club. Quizá por su trayectoria en el mundo del fútbol. Sin un pasado como futbolista profesional, ha tenido que trabajar mucho y llamar a muchas puertas para llegar adonde ha llegado. “Si he entrenado en una categoría, es porque he tenido éxito en la inferior. Nadie me ha regalado nada”.

El técnico rojiblanco empezó su carrera como entrenador con 20 años, después de retirarse “cuando iba a debutar en el primer equipo del Ciempozuelos. Tenía 18 años, e iba a compartir vestuario con jugadores importantes, como Juan Señor. Tenía mucha ilusión por ser futbolista profesional; no sé si hubiese llegado o no, pero fue un palo muy grande”.

Después de entrenar a los chicos de su barrio, estuvo en la Escuela de Fútbol de Carabanchel, coordinó la de su pueblo y creó otra. “Combinaba el trabajo en mi negocio con el fútbol, que era mi verdadera pasión”.

Entrenó al Humanes de Preferente, que fue “un paso más en su carrera”: “Había gente curtida, más veterana que yo, y me tenía que meter en un vestuario a dar una charla”. Después, entrenó en Tercera División, aunque fue una etapa de cambios y complicada: “Empecé a vivir las sensaciones de un entrenador, que tiene detrás una grada presionando. Lo pasaba fatal antes de los partidos, y pensaba que no iba a servir para el fútbol”.

“Mi familia es lo más importante para mí, pero me he alejado de ellos porque quiero entrenar al Sporting”

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Pero lo superó, pasó por el Getafe B y Rayo B, donde conoció a Hugo Fraile. Hasta que llegó su gran oportunidad. “El banquillo del primer equipo del Rayo estaba libre. Había invertido mucho dinero en el filial y me tiré a la piscina”.

En un primer momento, la familia Ruiz Mateos no apostaron por Sandoval y le ofrecieron, una temporada más, el banquillo del filial: “Les dije que no, que ya había aprobado bachiller y que quería ir a la Universidad. Les fui convenciendo y en nuestra última entrevista le dije a mi mujer que me preparase mi mejor traje, que iba a la entrevista de mi vida. Sabía que era mi oportunidad”.

Ascendió con el Rayo Vallecano y lo mantuvo en Primera, “en unas temporadas difíciles por los problemas económicos”. Ahora, busca repetir el éxito en Gijón. “Suelo visualizar el futuro en positivo y cuando se empieza un proyecto interesante, se aspira a lo máximo. Pero no me confundo, para llegar a ello, hay que trabajar día a día, porque el año pasado también visualicé el ascenso”.

Por eso, Sandoval no quiere precipitaciones. “El objetivo del Sporting tiene que ser el ascenso, pero es un proyecto. No queremos subir a Primera sí o sí a cualquier precio. Lo más importante es saber lo que queremos y nosotros lo sabemos”.

El precio a pagar lo determinará el tiempo. El mismo que ha colocado al Sporting de Sandoval en la primera posición de la Segunda División. La puerta grande está más cerca.

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“Le dedico 18 horas diarias al fútbol.

Me voy de Mareo y en el hotel, sigo trabajando”

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Septiemb

re 2013

La mirada de El Brujo Por David Gonz谩lez / Fotos Gabino Jove

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Pasan los años, pero Enrique Castro ‘Quini’ sigue siendo el único que no sabe lo que significa la figura de Enrique Castro ‘Quini’. Se lleva las manos a la cabeza cuando recuerda la cantidad de mensajes y llamadas que recibió durante el día de su 64 cumpleaños. “Más que nunca. Tuve que silenciar el teléfono”, explica asombrado. Y abre los ojos como platos cuando se le cuenta la repercusión que su aniversario ha tenido en las redes sociales.

Quini no valora lo que es Quini para el fútbol español. Aunque lo comprueba cuando en cada desplazamiento del Sporting sigue siendo él, el delegado del equipo, quien más autógrafos firma y el que para más fotos tiene que posar. Es requerido incluso por niños y jóvenes que nunca han visto al Quini futbolista, pero que le observan con admiración y cariño.

Que ni siquiera la vida sea capaz de arrebatarte la sonrisa de la boca. Esa es la filosofía del mito rojiblanco. Un hombre bueno, por encima de todas las cosas. Y un hombre simpático, autor de bromas legendarias en el vestuario del Sporting y con una socarronería a flor de piel que contagia a cualquiera.

Ese carácter, verdaderamente campechano y sencillo, convierte en ‘terrenal’ a una auténtica estrella del fútbol mundial. Todavía nadie ha podido igualar su récord de los siete pichichis, o el de los trece goles que marcó con el Sporting en las diez primeras jornadas de la temporada 79/80. Pocos han imitado sus goles más espectaculares, como la famosa volea en Vallecas, y sólo él puede presumir de haber marcado el gol 3.000 en Liga del F.C. Barcelona. Otros, con semejante carta de presentación, serían divos intratables encerrados en su jaula de oro. Quini es la sencillez personalizada.

La cercanía. Y el buen humor.

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Y eso que la vida de Quini no ha sido fácil. El destino le ha sacudido con una dureza extrema en varias ocasiones. Tres capítulos marcan la historia de las calamidades de Quini: su secuestro, la muerte de su hermano Jesús y el cáncer de garganta que le tuvo contra las cuerdas. Como él mismo dice, “la vida da zarpazos muy fuertes”. Pero de todos se ha levantado.

Y lo ha hecho con humor y filosofía. Un hombre capaz de perdonar a quienes le tuvieron 25 días secuestrado en un zulo, entendiendo su problemática situación económica, es definitivamente un hombre bueno.

Sandoval recordaba hace poco tiempo que él era un crío cuando escuchó en televisión que habían secuestrado a Quini. “Le preguntaba a mi padre que por qué lo habían secuestrado, con lo bueno que era”, explica el actual entrenador del Sporting. Como toda la sociedad, vivió aquellos días con el corazón en un puño, mientras Quini sobrevivía en aquel sótano de Zaragoza a base de dos bocadillos diarios y, en los últimos días, también un yogurt. ‘El Brujo’ llegó a contar que, durante aquel cautiverio, llegó a plantearse el suicidio. Y que, cuando el día 25 de Marzo del 81 el primer policía entró en el zulo armado y entre gritos, se refugió detrás de un colchón creyendo que aquello era

el final de su vida. “Creí que veían a matarme”.

Pero no. Llegaban a rescatarle.

La noticia abrió todos los telediarios y ocupó las portadas de la prensa de medio mundo. El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, le telefoneó inmediatamente. Los Reyes de España le enviaron un telegrama. Pero a Quini sólo le obsesionaban dos cosas. La primera, ver a su familia. La segunda, como le dijo al policía nada más rescatarle, jugar ese fin de semana con el Barça frente en Madrid.

En el 93 llegó la pérdida de su hermano Jesús Castro, en aquel acto heroico, mientras salvaba a unos niños del ahogamiento. Ese fue el palo más duro para Quini. Recientemente ‘El Brujo’ acudió emocionado a la inauguración de un monolito en memoria de Jesús en aquella playa de Pechón. A Enrique y Jesús les unían muchas cosas. Mucha gente no sabe que, en sus inicios, ambos eran porteros, igual que Falo, el tercer hermano de la saga. “Yo era pequeño de estatura y por eso me fueron adelantando en el campo”. Al final, Quini entró en el olimpo como delantero y su hermano Castro como uno de los mejores porteros de la historia del Sporting. Y ambos se ganaron a la gente por su humanidad.

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GijónSport - En portada Quini volvió a encoger el corazón de todos los sportinguistas cuando la lucha contra el cáncer le obligó a someterse a un duro tratamiento en Barcelona. Fueron meses de lucha, de sufrimiento, de tensión. Y también de aprendizaje para El Brujo, para ver la vida de otra manera. Los médicos fueron severos, pero le concedieron una licencia. Quini pudo estar en El Molinón el día en el que su querido Sporting volvía a Primera después de una década de ruinoso paso por Segunda. La imagen de El Brujo saludando, entre lágrimas de emoción, mientras todo El Molinón se dejaba la garganta coreando el famoso ‘Ahora, Quini, ahora’ quedará para el recuerdo eterno de quien estuvo en el campo aquel 15 de Junio de 2008.

Ese mismo grito atronó en el Camp Nou, cuando al año siguiente el capricho quiso que tanto Manolo Preciado como Iñaki Tejada tuvieran que cumplir un partido de sanción en ese encuentro.

Quini era la referencia en el banquillo rojiblanco el día del regreso, diez años después, al campo culé. Lo llevó con toda la discreción posible, pero el homenaje explotó cuando Guardiola acudió a saludarle y ambos se fundieron en un abrazo en la zona técnica.

Quini se gana a la gente por su bondad, su simpatía y su naturalidad. Recientemente, en una charla, una mujer le preguntó preocupada por Scepovic, temerosa de que otros clubes pudieran

GijónSport - En portada fichar a la revelación rojiblanca de esta temporada. “Nada, nada.

Tranquila. No lo vendemos. Hombre, si nos hacen millonarios a todos, nos lo pensaremos. Pero nada. Esté tranquila”, respondía ‘El Brujo’. Las carcajadas se apoderaron de todo el auditorio.

Su mensaje suele ser positivo. Como siempre aparca su gloria, desea que Scepovic bata su récord goleador de las primeras jornadas. “Es un chaval que se lo merece todo. Los récords están para batirlos, y qué más se puede pedir que lo haga un jugador del Sporting”. Pero tiene la grandeza de acordarse también de quien lo pasa peor. “También hay que apoyar a Guerrero, un chico al que quiero mucho, que va a darle muchas alegrías al Sporting”.

Cuando hace un pronóstico, conviene tenerlo en cuenta, porque el apodo de ‘El Brujo’ no se lo pusieron por casualidad. “Fue cosa de Cundi y esta gente. Antes de los partidos, me preguntaban cómo lo veía. Si íbamos a ganar, si yo iba a marcar. Yo muchas veces les respondía que creía que sí. Y ganábamos. Así que empezaron a decirme que era un brujo. Y así se me quedó el apodo”, explica.

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“Soy muy optimista. Este año subimos seguro. Tenemos una combinación excelente de gente joven y veteranía en la plantilla”

En su 64 cumpleaños pide dos deseos. El primero, salud para todos. El segundo, el ascenso a Primera. “Lo que desean todos los sportinguistas”. Regresar a la élite y consolidarse en Primera cambiaría muchas cosas. Entre otras, se aparcarían los duros viajes por carretera de punta a punta y mejorar las condiciones de viaje. Algo que a Quini no le preocupa demasiado, dado su miedo insuperable a los aviones.

Es imposible no reírse cuando cuenta cómo estuvo a punto de agarrar por la pechera a un comandante al que acompañaba en la cabina cuando, en pleno vuelo, puso el piloto automático para ir al servicio.

Subir a Primera no es un sueño. Es factible.

Quini está convencido. Lo decía el lunes en SER Gijón: “Soy muy optimista. Este año subimos seguro. Tenemos una combinación excelente de gente joven y veteranía en la plantilla.

En el equipo hay todos los ingredientes para darle una alegría a la afición, que bien lo merece”.

Palabra de ‘El Brujo’. Amén.

¿Has visto ya el documental ‘El Brujo frente al espejo’?

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Javier Giraldo Periodista @javiergiraldo

El propósito del día a día

No hay mejor manera que incumplir los propósitos de Año Nuevo que relativizar las cosas y ser consciente, ya desde la primera semana de enero, que no hay mejor estrategia que salvar el día a día con dignidad, esfuerzo y dedicación.

En muchos mensajes de felicitación se deslizó el típico deseo, ‘que 2014 sea el año del ascenso del Sporting’, excelente propósito que sin embargo, encierra más de un peligro. Basta recordar aquel Sporting de Marcelino, que parecía tener el ascenso asegurado ya en febrero.

los pelos y pensando que nunca volveríamos a tener una oportunidad igual. Así que conviene superar cuanto antes el mal trago del partido ante el Zaragoza (hacía tiempo que no se veía al sportinguismo tan unido frente a la adversidad, excelente síntoma en los tiempos que corren) y apuntarse a la ‘filosofía Simeone’.

El día a día, sin obsesionarse por el ascenso, es el único camino que debe seguir el Sporting.

También su afición y su entorno, por más que cueste no ilusionarse el año que viene con la A base de entrenamientos, repeticiones idea de volver a pasear la bufanda por el Bernabéu o el Camp Nou. Si a Simeone le ha ido y consejos, el Huracán de Humanes ha bien eso de no marcarse grandes objetivos y de canalizado la calidad de Stefan transmitir un mensaje de esfuerzo diario, ¿por qué no al Sporting? Al fin y al cabo, es un buen Luego, las cosas acabaron como acabaron, espejo donde mirarse: otros tienen más dinero, acordándonos de los árbitros, tirándonos de pero nadie puede tener más ganas de trabajar.

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Octubre

2013

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Zipi Bustos y Zape Garai en...

Compa帽eros... y sin embargo, amigos

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E

l día que se conocieron no fue, precisa mente, idílico. Hubo, incluso, derramamiento de sangre. Cuando López Garai se retiraba de aquel Salamanca-Castellón con la ceja partida y Cristian Bustos abandonaba el campo expulsado por aquel codazo, pocos imaginaban que entre ellos se fuera a establecer un vínculo personal y profesional tan grande.

Son los Zipi y Zape del Sporting, uña y carne, siempre juntos, en el campo y fuera, enfrascados en la aventura común de elaborar el juego del Sporting y destruir el de los rivales. En la página final del cómic de la temporada, sueñan con una viñeta en la que hay un abrazo, un Molinón lleno y, en un bocadillo común, la frase “¡Somos de Primera!”.

“Esa fue la carta de presentación. ‘Hola, soy Cristian Bustos’. Y seis puntos de sutura en la ceja”, recuerda entre risas López Garai, que ya tenía referencias de su futuro compañero de batallas a través de un amigo común, el jugador del Salamanca Tomás. Pero nunca habían coincidido. Hasta aquel día.

Curiosamente, Cristian Bustos llegó a Sala-

manca para suplir a López Garai. El mismo verano que se fue el vasco, llegó a la ciudad universitaria el alicantino. Garai recuerda que “yo, con mi punto egoísta, me preguntaba cómo sería aquel chaval que venía a sustituirme. Y él diría ‘ahora que no está Garai, aquí soy el sheriff”.

Y aquel codazo marcó, curiosamente, el inicio de una relación que trasciende lo futbolístico para convertirse en casi fraternal. Bustos recuerda que “en el parking del estadio Helmántico me disculpé, primero con sus padres y luego con él. A partir de ahí empezamos a hablar, pero puntualmente. Hasta que jugamos dos años juntos en el Celta y establecimos una gran relación. De hecho, Aritz es mi mejor amigo en el fútbol. Sin duda”. El mensaje es recíproco.

“Yo sé que a Cristian le tendré de amigo para toda la vida”, apunta Garai. Aquellos dos años en Vigo fueron fructíferos en lo deportivo. “Mis mejores temporadas fueron con él a mi lado”, explica el de Barakaldo. “Yo a su lado soy mejor futbolista”, añade el levantino. Pero el nexo va más allá.

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Aritz es mi me amigo dentro e f煤tbol. Sin du

ejor en el uda

A Cristian le tendrĂŠ de amigo toda la vida

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Tienen tantas cosas en común que, cuando se les pregunta cuáles son las diferencias entre ellos, resoplan, se miran y dudan. “Es que somos muy parecidos. Compartimos casi todos los gustos y las aficiones. Nos encanta el cine, viajar a sitios raros y, sobre todo, nos une la forma de vivir el fútbol. Somos unos enfermos.

Vemos fútbol, hablamos de fútbol… Nuestra vida es el fútbol”, cuenta López Garai, que lleva el peso de la conversación. Bustos asiente y sonríe. Y apunta. “Cuando estamos cada uno en su casa, nos intercambiamos mensajes permanentemente. ‘¿Has visto el gol de tal equipo?’ ‘Pon tal canal, que empieza el SampdoriaAtalanta’. Y no sólo fútbol. Nos encantan todos los acontecimientos deportivos a gran escala.

La NBA, la Copa Davis, Wimbledon…”.

La llegada del wathsapp les permite ahorrarse un buen dinero, aunque ya tienen claro en qué se lo gastarán. “Vemos la Ryder Cup, y decimos que ahora porque no podemos, pero que cuando dejemos el fútbol hay que ir a una. O a tal Gran Premio de Fórmula Uno, o a un partido de la NBA…”. Hasta comparten una pasión

gastronómica: el shushi, que descubrieron de la mano de su excompañero en el Celta Pablo De Lucas. No es la única. También adoran la comida que elabora el padre del vasco. “Es un cocinero espectacular. Ponlo, que le gustará leerlo”, exige Bustos, que no sabemos si exagera o no cuando dice que “el día que toca ir a cenar con ellos, yo apenas como. Para hacer hueco”.

Los dos proceden de familias humildes, que se conocen entre sí a raíz de su amistad. Y ambos comparten un camino duro, han pisado el barro y les ha costado llegar a la élite. “Lo hemos pasado mal. Hemos peleado desde abajo. Nadie nos ha regalado nada. Eso también une. Por eso tenemos tantas ganas de llegar a Primera División. Y hacerlo juntos sería un sueño”, explica Bustos. Él ya lo ha vivido con el Celta. Garai no conoce la élite. Y desea probar el sabor de la Primera División, no tanto por él como por sus padres, que verían recompensados tantos años de esfuerzo y sacrificio.

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Hemos peleado desde abajo, nadie nos ha regalado nada

Vemos fĂştbol, hablamos de fĂştbol... es nuestra vida

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Del alumno Bustos sí recuerdan sus profesores las ‘pellas’ que hacía o cuando se escondía pasando de un balcón a otro de la residencia de estudiantes para seguir durmiendo. Esos viajes que planifican para el futuro no serían los primeros. De hecho, ambas familias estaban en Ibiza cuando el Celta le comunicó a Bustos que no contaban con él. Garai, discretamente, se frotaba las manos sabiendo que volvería a jugar con su amigo.

Después de mucho pensar, por fin encuentran algo en lo que difieren. Una cuestión de carácter. Hasta coinciden en el análisis. Bustos, dicen, es más temperamental, más visceral.

Garai es más reflexivo. “Lo mismo cuando vamos a tomar un café si el camarero es borde o pasa de nosotros, como en el campo”. Garai suele reclamarle a Bustos “un metro para pensar, que no quiera hacerlo todo tan rápido”. En el sentido contrario, el de Petrer admira de su amigo “el poso, la tranquilidad, la paciencia y el saber estar que muestra en el campo”. Son tan complementarios que Garai empieza la frase: “Lo que él tiene, a mí me gustaría tenerlo…”. Y Bustos la completa: “Y lo que tiene él, a mí también me gustaría”.

Poco a poco, los matices diferenciadores aparecen en la conversación. Las travesuras de Zipi y Zape iban más con el pequeño Cristian que con Aritz, más formal, más estudioso, siempre preocupado por sus hermanas gemelas. En el cómic de Escobar, más que Zipi o Zape, el pequeño Aritz se correspondería más con el primo de los protagonistas, Sapientín Empollínez.

¿Cómo de importante fue Bustos en la llegada de Garai? El alicantino se quita importancia, pero su amigo se la reconoce. “Fue el que me lió para venir. (Risas). No, yo veía al Sporting como un club espectacular, desde fuera.

Cuando Cristian vino en Diciembre, tenía varias cosas encima de la mesa. Yo le dije que ni se le ocurriera ir al Almería, que era otra de las propuestas que tenía”, explica Garai. “Vete al Sporting. Ni te lo pienses”, le recomendaba. “¡Pero si va el 15 y el Almería tercero!”, le respondía Bustos. “Da igual, no compares una cosa con la otra”, zanjaba el vasco. Luego llegó el fichaje del jugador del Córdoba. Dice Bustos que fue Lozano el primero que contactó con Garai, pero que después tanto el secretario técnico como Sandoval le pidieron referencias. Obviamente, fueron excelentes.

“El día que el árbitro pite el final del partido del ascenso, fijaos en nosotros. No sé lo que haremos, pero será la mayor celebración de nuestra vida”, advierte Cristian. “Parecemos un matrimonio. Sin serlo”, dice Garai. Son, sin duda, uña y carne. Los ‘Zipi y Zape’ del Sporting.

Dispuestos a hacer de las suyas-

...Los chicos se esforzaban en la tarea

Era una ma単ana tranquila en la escuela... ...y en ser pillados por la maestra

Pero no tardaron en hacer de las suyas...

Al final, Zipi Bustos y Zape Garai terminan castigados y estudiando tras las clases.

Parecemos un matrimonio. Sin serlo.

Si logramos el ascenso ser谩 la mayor celebraci贸n de nuestra vida

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Adrián Huber Periodista @AdrianRHuber

Optimismo con sentimientos encontrados

La primera vuelta de la temporada -a falta del partido del domingo en Tenerife- suscita a mi entender, desde la óptica sportinguista, una invitación al optimismo, pero con los sentimientos encontrados derivados de los errores arbitrales, contrarios, en una amplia mayoría, a los intereses del equipo de la capital de la Costa Verde.

La posición en la tabla es buena. El Sporting es segundo, en puesto de ascenso directo. Pero con tan sólo tres puntos menos estaría fuera de los puestos de promoción. Y si en lugar de tres fueran cinco, sería decimocuarto.

Felicito a Javier Fernández por la nueva orientación que, paulatinamente, está imprimiendo al club

Por arrancar el año de la manera más optimista posible, me quedo con la sensación de que el equipo está en un momento enorme. La simbiosis entre un centro del campo ¨made in Mareo¨ -capitaneado por Nacho Cases, deslumbrando con Alex Barrera y con un Sergio Alvarez al alza, que se acaba de estrenar como goleador con toda una obra maestra- y la estelar pareja de ataque serbia integrada por “SuperStefan” Scepovic y Dejan ¨LekaGol¨ Lekic, junto a una defensa criticada que servidor apoya y un guardameta único de la categoría del ‘Pichu’ Cuéllar,

unido a una de las mejores aficiones de toda Europa -valor añadido y punto diferencial-, invitan a pensar en que el Sporting puede retornar este mismo año a Primera.

Felicito a Javier Fernández por la nueva orientación que, paulatinamente, está imprimiendo al club y por su valiente comparecencia pública en defensa de los intereses de la entidad que con mayores garantías ha representado históricamente al fútbol asturiano. Sólo pido al estamento arbitral que cumpla con su misión: que se ciña a arbitrar. A impartir justicia.

Estamos inmersos en una crisis horrible y no sólo está en juego, que también, el futuro deportivo y profesional de unos futbolistas, técnicos y ayudantes que merecen categoría de honor.

Estamos hablando del pan de muchas familias que están adscritas al porvenir de un club que no sólo es emblema de una ciudad, sino que representa a mucha gente dispersa por todo el mundo. Para la que el Sporting supone una parte muy importante de su forma de entender la vida.

Si no se produce nada raro y si todo discurre como debe, creo sinceramente que, dentro del desastre socioeconómico y ético que asola este país, 2014 puede ser un gran año rojiblanco.

Y aprovecho estas líneas para enviar mis mejores deseos a todas las lectoras y lectores de esta página.

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Octubre

2013

Juanele se da otra oportunidad Por David Gonz谩lez / Fotos Gabino Jove

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Preguntarle a Juanele ‘¿cómo estás?’ es algo más que una pregunta retórica. Es lo primero que uno quiere saber de ‘El Pichón de Roces’, del hombre que ha vuelto a casa, que ha vuelto al fútbol y que ha vuelto a ilusionarse con un objetivo en su vida. El TSK Roces, el club de sus orígenes, la ha hecho un hueco como técnico con el equipo de tercera cadete. Y a Juan Castaño Quirós se le nota feliz. Ya le tocaba, después de tiempos muy duros.

A la pregunta, Juanele responde que bien, que muy bien. Y lo dice sonriente y convencido.

Ha aprendido a asumir y controlar su enfermedad, no le asusta admitir el diagnóstico de la bipolaridad, explica que ha superado la fase de depresiones, de ‘bajones’ como él lo llama, que ha pagado por sus errores y que ahora tiene dos ilusiones. La primera, su hija, una adolescente que es su motor y su ilusión. La segunda, el fútbol. El deporte que le hizo un héroe, que al marcharse dejó un vacío enorme en su vida y que ahora vuelve a ocupar su tiempo y su cabeza.

Cuando dejó de jugar, llegó a pensar que “no valía para nada”. Llegó la enfermedad, la depresión, la cárcel. Pero como tiene claro Juanele “de todo se sale”. El exfutbolista explica que “he pasado momentos muy duros en mi vida, hasta que hace tres años superé la depresión.

Tuve la suerte de salir, de ser fuerte y ahora estoy en un momento de mi vida muy ilusionante”. Es su mensaje para cualquiera que pueda vivir, ahora o en el futuro, un momento delicado, en el que no vea salida.

“He pasado momentos muy duros, hasta superar la depresión. Fui fuerte, lo superé y ahora estoy en un momento muy ilusionante” El fútbol, al que él le dio tantos goles, tantas tardes brillantes, le ha acogido con los brazos abiertos. Ha vuelto al Roces, el club de su barrio. “El fútbol siempre me ayudó. Desde pequeño, mi juguete fue un balón. Es lo único sobre lo que sé, lo único a lo que me he dedicado. Por eso me ilusiona compartirlo con los chavales”. Mira a los críos que tiene a sus órdenes y se siente identificado. “Yo desde los 7 años hasta los 18 estuve en equipos de barrio. Veo en ellos la ilusión que tenía yo a la hora de entrenar. Y me resulta muy motivante”.

Tanto que no sabe si es él quien les aporta más a ellos o al contrario. “Yo les enseño a ellos y a la vez aprendo de ellos”.

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Los chavales a los que entrena tienen la misma edad que su hija; Juan sabe el momento que viven: de cambios, de definición de la personalidad. Por eso sabe la responsabilidad que tiene entre manos. “Tienes que hacer de educador, de entrenador, de padre. Yo tengo la suerte de haber jugado muchos años a nivel profesional, he conocido gente con caracteres de todo tipo, de diferentes culturas. Y ese conocimiento y lo que aprendí como jugador es lo que trato de inculcarles”.

Los cadetes del Roces son muy pequeños para tener recuerdos nítidos del Juanele futbolista.

Pero sus padres o hermanos mayores les hablan de él. Más de uno les ha dicho que aquel delantero de enorme calidad pudo haber marcado una época en el fútbol. El Pichón recuerda nítidamente cuando el Madrid y el Barcelona se interesaron por él mientras brillaba en el Sporting. Al final fue el Tenerife quien se decidió a hacerle una oferta formal al Sporting.

Pasó por la isla y por el Zaragoza, logrando una clasificación para la UEFA y dos Copas del Rey. Está satisfecho con su trayectoria en el

fútbol. De hecho, se siente un afortunado. “Yo vi jugadores buenísimos que no llegaron ni a Tercera División. Tuve mucha suerte de estar quince años al máximo nivel. Fui lo que fui y no cambiaría absolutamente nada”.

“Cuando hablo del Sporting, no voy contra nadie. Digo lo que pienso.

Eso no significa que siempre tenga la razón. A mí me gustaría que el club se nutriera de la gente de la cantera” Le quedó la espina clavada de aquel Mundial de Estados Unidos, en el que Clemente le castigó sin jugar. “Si me hubiera dejado disputar algún minuto con la selección en ese Mundial, a lo mejor hubiera pegado el salto a un equipo grande. Pero eso es lo de menos. Para mí lo más importante es lo que viví, la gente a la que conocí y la confianza que me dieron entrenadores y compañeros”.

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Le encantaría poder ayudar a jugadores con su talento. Le da rabia que en el Sporting haya pocos jugadores de Mareo, “sobre todo de carácter ofensivo”. Y pide respeto y consideración para los jugadores de calidad, que parecen estar por el punto de mira si no corren tanto como el que sólo corre. “Claro que hay que trabajar, porque sin trabajo no se llega a ningún lado. Pero cuando tienes un jugador diferente, hay que tratarlo de forma diferente. Últimamente en Asturias no salen jugadores de ese nivel”. Y no porque no los haya, asegura. Sino porque no se cuidan. Tiene a sus órdenes a un jugador así, el mediapunta Muño. “Nunca sabes si un jugador va a llegar o no, pero hay que apoyarle. Yo les ayudo a todos, pero me siento identificado conesos, con los que tienen talento, con los que hacen jugar al equipo”.

“Si hubiera jugado en el Mundial de EEUU podía haber dado el salto a un grande. Pero eso es lo de menos. Si diera marcha atrás, no cambiaría absolutamente nada de mi trayectoria” Se ha mostrado especialmente crítico con la política del Sporting en los últimos tiempos. “Yo no voy contra nadie. Digo lo que pienso, sin que eso signifique que tenga la razón. A mí me gustaría que el Sporting se nutriera de jugadores asturianos, de gente de la cantera. No sólo de Mareo; del Roces, del Veriña, del San Lorenzo…

Como siempre ha sido”.

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“Veo muy lejano entrenar a profesionales. Quiero vivir en Gijón y me gustaría estar muchos años en el Roces, pudiendo enseñar a los críos” Juanele no se ve entrenando a grandes equipos. De hecho, ni siquiera es su ambición. A él le gusta el fútbol base, la formación, el fútbol de barrio. “Lo que me motiva es esto, lo que estoy haciendo en el Roces. Lo otro lo veo muy lejano. Estoy jubilado, estoy en Gijón que es donde quiero vivir y no quiero marchar a ningún lado. Me gustaría trabajar muchos años para el Roces, que la gente confíe en mí y poder enseñar a los críos”.

El club de sus orígenes le ha brindado una nueva oportunidad. Pero sobre todo, es el propio Juanele quien se ha dado otra oportunidad.

En sus manos, estará descubrir a algún nuevo Juanele, que vuelva a poner en pie El Molinón.

Este estadio que aún no le ha olvidado y en el que muchos recuerdan algunas de sus grandes actuaciones. Juanele fue sin duda uno de los últimos grandes jugadores que salieron de Gijón y pudo llevar el mismo camino que hombres como Abelardo o Luis Enrique.

Sin embargo, el destino tenía guardados otros planes para el de Roces. Un camino mucho más complicado y que le hizo caerse en más de una ocasión. Sin embargo, Juanele es luchador. Quiere volver a levantarse y quiere seguir vinculado a ese deporte que tanto le dió y que le convirtió en su día en uno de los grandes ídolos rojiblancos. Seguro que con la ayuda del balón podrá ser un hombre nuevo.

¿Quieres ver como ‘toreaba’ Juanele a todo el Real Madrid en El Molinón?

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¿Quieres ver el gol que le marcó Juanele al Oviedo en el Tartiere?

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Juanele ha caído también en las garras del Twitter. Le divierte y le ayuda a mantenerse en contacto con sus seguidores. Por eso le hemos pedido que repase en 140 caracteres sus recuerdos como futbolista. juanele @2005Quiros LOS ENTRENADORES QUE MÁS ME MARCARON fueron García Cuervo y Heynckes. Uno me hizo dar el salto y el otro me dio la tranquilidad necesaria. juanele @2005Quiros LOS QUE MÁS DIFÍCIL ME LO PUSIERON Cantatore, que no me entendía, y Paco Flores, al que no entendía yo. No confiaba en mí pero me ponía. juanele @2005Quiros EL JUGADOR QUE MÁS ME IMPRESIONÓ fue mi compañero Milosevic. Era un gran futbolista, un gran profesional y con un carácter espectacular. juanele @2005Quiros EL DEFENSA MÁS DIFÍCIL era Sanchís, un gran jugador que sabía pegar patadas para que los árbitros no le vieran. juanele @2005Quiros MI MEJOR GOL fue el que marqué con el Sporting en el Carlos Tartiere en el 94. Hacía mucho tiempo que el Sporting no ganaba allí en Primera. juanele @2005Quiros MI PARTIDO MÁS COMPLETO fue uno contra el Atlético de Madrid en El Molinón. Ganamos 2-1, yo marqué el segundo gol. juanele @2005Quiros EL CAMPO QUE MÁS ME IMPRESIONÓ fue el Bernabéu. Es más cerrado que el Camp Nou y el ambiente lo hace un estadio muy complicado.

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Octubre

2013

Comandante Cases Por David González / Fotos: gabino jove

Debutó a las órdenes de Manolo Preciado cuando el equipo necesitaba que alguien le rescatara del atasco. Desde entonces, Nacho Cases supo hacerse un hueco aunque las cosas nunca han sido fáciles para él. Ahora, tras superar una lesión, vuelve al once titular para intentar rescatar el fútbol del Sporting.

Con la colaboración de Sasemar y la tripulación de Helimer Cantábrico

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“mi padre es mi mayor apoyo, también me mete caña cuando estoy mal” Cuando el periodista Antón Meana acuñó la frase “Nacho Cases es el Sporting” sabía que la afirmación tenía un tono hiperbólico, pero cargado de realidad. El Sporting no es solo Nacho Cases, pero sí gente como Nacho Cases.

En su figura se aglutinan los valores de lo que debe ser el Sporting. Cases no es más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Ahora le ha tocado volver a coger los mandos del equipo para ayudarle a despegar. Intenta salir al rescate de un equipo que no encontraba la fluidez necesaria. Le han tocado partidos complicados, pero su figura empieza a notarse.

Nacho Cases no ha cambiado demasiado con respecto a aquel niño que con siete años dio el salto del Colegio Corazón de María a Mareo y que tardó en desarrollar físicamente, pero no futbolísticamente. Conserva, incluso, un toque infantil en su rostro. No se le ha subido la profesión a la cabeza: ni viste ni se peina ni se ‘funde’ su ficha en coches de alta gama ni se fija como máxima aspiración ‘posturear’ en las playas ibicencas como plan vacacional, como muchos de su gremio. Nacho conserva la naturalidad y una personalidad definida, tanto en el campo como fuera.

Nacho es hijo de ‘currantes’: de Chus, un minero ya prejubilado que le inculcó la pasión por el balón que él mismo desarrolló en equipos como el Camocha, y de Ana, que trabaja en un cafetería del barrio de La Arena y que vive la profesión de su hijo desde el cariño pero sin apasionamiento. “Se alegra cuando marco un gol o cuando alguien le dice que he jugado bien, pero no entiende mucho de fútbol. Mi padre es mi mayor apoyo, también me mete ‘caña’ cuando estoy mal, pero siempre desde un punto de vista positivo. Al haber jugado al fútbol, sabe cuándo y cómo decir las cosas”, explica el gijonés.

Quizás por sus orígenes, en un ambiente de gente trabajadora a la que nadie le ha regalado nada, a Nacho le sigue ofendiendo que se discuta su capacidad de trabajo, de sacrificio en el campo. Dice que se ha acostumbrado a que le cuelguen el sambenito de jugador talentoso que no pelea lo suficiente. Su perfil no es el de un bregador, pero Cases está convencido de haber evolucionado en el aspecto defensivo. Aunque a nadie se le escapa que su mejor virtud es el criterio, el toque de balón, la zurda.

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“MANUEL PRECIADO RECURRIÓ A ÉL CUANDO SE JUGABA SU FUTURO EN SANTANDER”

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Esa calidad no le sirvió para derribar pronto la puerta del primer equipo. Tuvo que tirar de paciencia. Javi Vidales apostó firmemente por él en el filial, pero con la llegada de Abelardo su participación menguó. Llegó a especularse, incluso, con una posible salida de la entidad. Con 23 años, su ciclo parecía estar acabándose. Sin embargo, a veces cuando uno menos lo espera la puerta se abre de par en par.

3 de Enero de 2011. El Sporting vivía un momento de angustia.

Diez partidos sin ganar y el equipo colista de Primera. Antes del parón navideño, un gol de Diego Castro le había salvado la cabeza a Preciado. Pero la derrota frente al Málaga volvió a encender las alarmas. El consejo de administración se reunía aquel lunes en el chalet del máximo accionista, José Fernández, para buscarle sustituto al entrenador, mientras los medios de comunicación esperaban a la puerta. La doble negativa de Marcelino García Toral y José Luis Mendilíbar, junto a la oposición del presidente Vega-Arango a destituir al técnico sin tener un recambio, le concedieron una prórroga al recordado Manolo.

El jueves de aquella semana, en una mañana soleada y fría, Preciado organizó un ‘partidillo’ para el que citó a varios jugadores del filial. Y Nacho Cases estuvo sublime. Había llegado su momento. Preciado le advirtió de que debutaría en Santander, pero le prohibió que se lo dijera a nadie. Sólo tenía permiso para comentárselo a su padre.

Nacho había visto pasar a numerosos compañeros al primer equipo, al menos para hacer la pretemporada. A él nunca le habían dado la oportunidad. Pero Preciado ya le había echado el ojo. Y ante aquel cara o cruz en Santander, su frase, desvelada tiempo después, fue contundente. “Los guajes, al prao”. Nacho jugó, y participó en aquella ‘piña’ en torno a Manuel Preciado cuando Diego Castro volvía a marcar el empate en el último momento. Una semana después, en su estreno en El Molinón, Nacho hizo un partido espléndido, con gol incluído, frente al Hércules. Por fin, a los 23 años, Cases había dado el salto definitivo al fútbol profesional.

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“en su colección de camisetas, destaca la de diego castro. se la pidió siendo compañeros, cuando diego marcó un penalti a lo panenka en villarreal”

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Desde entonces, Nacho ha tenido momentos mejores y peores. Fue titular en la histórica victoria del Bernabéu o en el empate a uno contra el Barça en El Molinón, formando pareja con André Castro. Ha sufrido un descenso, un ‘no ascenso’ o que Clemente le utilizara como arma arrojadiza, con un protagonismo que nunca hubiera deseado. “Yo quiero hablar en el campo. Los debates son inevitables, pero no me gustan”. Aunque sabe que su fútbol genera apasionados y detractores. Igual que quien tiene ideas, tiene enemigos.

Aunque el palo más duro que le ha dado el fútbol ha sido la muerte de su mentor, Manolo Preciado. La trágica noticia le pilló en Costa Rica, de vacaciones junto a sus amigos y compañeros Juan Muñiz, Pedro Orfila y Raúl Domínguez. Fue un disgusto enorme, incrementado por la impotencia de vivirlo en la distancia. “¡Qué mierda! No tengo palabras. Todos te admiramos. Qué grandes momentos vivimos juntos. Descansa en paz”, tuiteaba Nacho Cases aquel triste día. Aún hoy, sigue recordando con emoción y agradecimiento al técnico que, junto a Javi Vidales, más apostó por él.

Manolo Preciado compartía una pasión con Nacho Cases: los viajes a lugares poco habituales. El gijonés es más de mochila que de maleta, aunque cuando quien le acompaña es su novia Loreto, el asunto hay que negociarlo.

De sus viajes por el mundo, Nacho destaca dos. Le impresionó Costa Rica, cuya belleza paisajística le recordó a Asturias. Aunque el destino que más le ha marcado fue Senegal.

“Es un país precioso, con unas reservas naturales espectaculares, una cultura muy diferente a la nuestra y una gente tremendamente acogedora. Pero impresiona la pobreza, ver a los niños descalzos por la calle, sin sus madres, pidiendo”, recuerda el gijonés, que siente una especial predilección por los críos. Por eso estudia Magisterio. “Lo elegí por vocación, no por la salida profesional, porque cada día está más difícil”. Aunque Cases no arroja la toalla y le gusta imaginarse un futuro como profesor.

Desde luego, no se ve en el mundo del fútbol, y menos como entrenador profesional. “Lo aborrezco, porque me parece dificilísimo, tratar con 25 jugadores, cada uno de su padre y de su madre. Doy mucho mérito a los entrenadores”.

Eso será después de sacar todo el fútbol que lleva dentro. Desea hacerlo en España, espera que sea en el Sporting, pero también se ha fijado un objetivo peculiar: “Antes de retirarme, me gustaría jugar en Asia. No conozco el continente y me encantaría acercarme a esa cultura desde el mundo del fútbol”, explica.

cases termina

contrato el 30 de junio y aún no tiene oferta de renovación

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Su pasión por los viajes le ha servido para abrirle la mente, para sentirse cada día más tolerante. “Cuanto más viajo, más me doy cuenta de que hay que respetar a quienes no son como nosotros”, reflexiona. Con esta personalidad, no es de extrañar que considere a Martin Luther King como la persona más admirable de la historia.

Los recuerdos de sus viajes son uno de sus mayores tesoros, aunque tiene otro, este ya físico: su colección de camisetas. Cada una tiene su historia, aunque la más curiosa es la de Diego Castro. No se la pidió tras enfrentarse a él, sino cuando jugaban juntos. Apenas habían pasado tres meses de su debut y el Sporting jugaba en Villarreal. Pasado el minuto 90, con 1-0 en el marcador, los rojiblancos disfrutaron de un penalti a su favor. Con su habitual acierto desde los once metros, pero con más frialdad que nunca, Diego Castro lanzó el penalti con ‘paradinha’ y al ‘estilo panenka’. Cuando el árbitro pitó el final del encuentro, Cases se acercó a su compañero y le pidió la camiseta.

Y es que Nacho admira a los ídolos cercanos. Rivera fue otro de sus maestros: de él aprendió y, aunque a alguno pueda parecerle mal,

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sigue añorándole. Obviamente, también es fan de cracks mundiales, como Xavi, Riquelme o de un jugador que le tiene cautivado: Verdú.

Esta temporada Cases vuelve a ser la brújula a la que acaba aferrándose el equipo cuando le falta fútbol. El cambio de chip está siendo complicado, pero su mano, o mejor dicho su pie (izquierdo) ya se deja notar. Cuando el equipo se atasca, Cases sale al rescate. Como el Helimer.

Un club como el Sporting, que quiere presumir de cantera, debería lucir orgulloso la presencia en el primer equipo de un futbolista gijonés, asturiano, residente en el barrio de La Arena, de corazón rojiblanco desde la cuna, que cumple en 2013 la mayoría de edad rojiblanca: 18 años desde su entrada en Mareo. Sin embargo, Cases termina contrato el próximo 30 de Junio y nadie parece hacer nada por intentar su continuidad. Aunque él nunca lo ha tenido fácil. Ha sabido tener paciencia, el mismo temple que muestra en el campo, para esperar las oportunidades y aprovecharlas. Antes de que Nacho despegue hacia otra base, alguien en el Sporting debería pensar si es capaz de encontrar a otro jugador que represente tanto los valores de lo que quiere ser este club.

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Noviem bre

Roberto Canella

2013

El triunfo de la normalidad Por David Gonz谩lez / Fotos Gabino Jove

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“Los mineros se juegan la vida cada día para sacar adelante a su familia”

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Roberto Canella es un claro ejemplo de un hombre apegado a su tierra. La que le vio nacer y la que posiblemente le vea vivir todos los días que le queden. La tierra le llama, y además le llama desde las entrañas, en las que su familia se pasó la vida extrayendo carbón. Róber es un privilegiado que no olvida sus orígenes y que, si supiera presumir, presumiría de su humildad, esa que define a la familia de la mina.

En Pola de Laviana, donde todo el mundo se conoce (“si no son amigos, al menos son conocidos”, explica Canella), el lateral izquierdo del Sporting sigue siendo para muchos el nieto de Jesús ‘Vitato’ Suárez y Ricardo Canella. Por eso, porque lo ha ‘mamado’, porque lo lleva en la sangre, cuando llega al Pozo Sotón, Roberto no se siente extraño.

Durante la visita saluda a amigos y conocidos.

Estrecha manos y recuerdos para su familia. Se reencuentra con caras que hacía tiempo que no veía. Y recibe los ánimos de muchos mineros simpatizantes, así como los comentarios sarcásticos pero cariñosos de algún oviedista.

Todo le resulta casi familiar; no le impresiona la enormidad de la explotación, conoce el vestuario y se sabe de memoria el instrumental que manejan los profesionales de la minería. Ni siquiera sería un novato si bajara en el ascensor.

Hace unos años, ya jubilado, su padre le invitó a conocer en persona el escenario donde se había dejado el sudor.

por los faros de los cascos y el olor del interior de la tierra. La mina ha estado ligada a su familia durante generaciones. Sus dos abuelos eran mineros, su padre trabajó en el pozo María Luisa hasta hace siete años, como también pertenecieron al gremio su tío Ricardín, el tío Tiano (Salustiano, marido de la hermana de su padre) o actualmente lo hace su primo Cristian.

Roberto se hace una idea de la dureza del trabajo en las explotaciones carboníferas, aunque su padre optó por protegerle del sufrimiento. “Si tuvo algún susto, nunca me lo contó. Sí supe de compañeros suyos que habían tenido algún accidente, o que tuvieron que salir deprisa y corriendo del pozo por el gas”. Su padre nunca quiso que su hijo sufriera mientras él trabajaba duro para sacar adelante a su familia. Pero Roberto sabía, como sigue sabiendo, que la mina no es un trabajo cualquiera. “Se juegan la vida cada día para sacar adelante a su familia. Ahora la seguridad está mucho más desarrollada, pero bajar a cientos de metros bajo tierra siempre tiene sus riesgos. Por más que preguntes o te “Impresiona”, recuerda Roberto, mientras su cuenten, ellos son los únicos que saben lo que cerebro rememora aquella oscuridad sólo rota pasa ahí abajo”.

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“Mi padre llegaba a casa molido. A veces se levantaba a las cuatro de la mañana para ir a trabajar”

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“Yo soy un privilegiado. Hago lo que me gusta y además me pagan bien”

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Entre sus recuerdos infantiles figuran las llegadas de su padre a casa, después de la dura jornada de trabajo. “Parecía que traía los ojos pintados. Llegaba molido, entraba por la puerta y se iba a la cama.

A veces volvía a las cuatro de la madrugada; otras veces salía a esa hora para irse a trabajar”.

Su padre sabía que aquellos sacrificios merecían la pena para sacar adelante a su familia. Y los fines de semana se permitía otra ilusión: ir a ver a su hijo pegarle patadas a un balón. En los orígenes, Roberto Canella junior jugaba como mediocentro en el Alcava. Al recordar el puesto, el lavianés esboza una sonrisa. El tiempo le iría poniendo en su sitio en el campo.

A su padre, su primer y mayor fan, no era el único al que aquel chavalín le parecía que tendría futuro.

Con once años, siendo alevín, el Sporting le reclutó para sus categorías inferiores. Su primer entrenador en Mareo fue Emilio De Dios; quién les iba a decir entonces que acabarían coincidiendo en Primera División: uno como futbolista, el otro como director deportivo. Allí dio un paso importante en su carrera: De Dios quiso explotar su velocidad y empezó a alinearle como extremo zurdo.

Eran otros tiempos. Canella, junto a otros cinco o seis chicos de la zona, se desplazaba diariamente a Mareo en el taxi que conducía Julio, un señor de Barredos. Justo detrás, siempre que el trabajo lo permitía, circulaba el padre de Róber, que no se perdía un entrenamiento de su hijo.

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“Los mineros podrían ser héroes, pero ellos destacan por su humildad”

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Pero el sacrificio seguía mereciendo la pena. Roberto se hacía un hueco en las selecciones inferiores asturianas y allí otro técnico, Luisma, le sometió a la reconversión definitiva: le pasó al lateral izquierdo. 2006 fue para él un año crucial: dio el salto al primer equipo del Sporting y se proclamó campeón de Europa con la selección española sub 19, en Polonia.

Luego llegarían recuerdos inolvidables, como el ascenso a Primera División. Cuatro años de experiencias inolvidables, de dura y amigable competencia con José Ángel y de cariñosa relación con compañeros como Diego Castro, que le tenía apadrinado, o Manolo Preciado, que tuvo en Roberto a uno de sus ojitos derechos.

El técnico cántabro llegó a definirle como “el hijo futbolístico perfecto”, aquel día en el que destacó que Róber no necesitaba peinados extravagantes ni tatuajes para ser un jugador de élite Curiosamente, en la visita al pozo Sotón, donde Canella se fotografía para GijónSport, nos encontramos una pintada, ya borrosa, pero aún legible. ‘0-1. Preciado campeón’ reza. Una referencia, parece evidente, a aquella inolvidable victoria en el Bernabéu, que Canella no pudo disfrutar. Aparecerá siempre en la foto oficial de la alineación rojiblanca aquella tarde, pero un fuerte golpe en el pecho le obligó a abandonar el terreno de juego a los pocos minutos. Dolorido, pudo disfrutarlo desde la distancia.

Otros se morirían de envidia por no haberse llevado esa gloria, pero Canella y el ego no son compatibles. Cualquiera que le conoce destaca su extrema naturalidad, su falta de vanidad y, en definitiva, su humildad. Un valor que heredó, posiblemente, de la tradición minera. “Yo soy un privilegiado. Hago lo que me gusta y además me pagan bien. Ellos trabajan duro y jugándose la vida.

Podrían ser héroes, pero cualquier minero destaca por su humildad. Son gente campechana que se gana el respeto de todos”.

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“Soy muy casero y muy familiar. Por eso me cuesta imaginarme lejos de aquí”

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“Cada verano los amigos me escriben para saber si me voy a otro equipo. Yo les digo que se lo tomen con calma”

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No sorprende, pues, su limitada ambición a la hora de afrontar su profesión. Jugar en el Sporting, con el que acaba de cumplir 200 partidos, cubre todas sus expectativas. “A todo el mundo le gusta mejorar, jugar en un club grande, vivir experiencias nuevas. Pero yo soy tan casero, tan familiar, que me cuesta imaginarme fuera de aquí. Soy un chaval de la casa, cuando tengo el día libre voy a Laviana con la familia y los amigos. Trabajo en lo que me gusta y estoy donde quiero estar. Por eso me siento un privilegiado”.

Ya no se llevan futbolistas como Canella. De esos que empiezan y quizás acaben su carrera en el mismo lugar. Sobre todo si, como es el caso, han tenido tantas opciones de salir.

No será porque el Sporting no haya intentado traspasarle. Roberto recuerda la vez que tuvo más asumido que se iría de Gijón. Fue cuando Marcelino García Toral intentó reclutarle para el proyecto del Zaragoza en Primera División. La apuesta firme de un entrenador que le conocía le ayudó a superar sus reticencias. Conscientes de ellas, así como de la necesidad de vender, Canella recuerda cómo el propio presidente Vega-Arango ayudó a convencerle de que aceptara una oferta que consideraban positiva para

todos. Llegó a dar por asumida su salida, aunque los días pasaban y aquello no fructificaba.

“Todo parecía tan cercano que Iván Hernández se despedía cada día de mí, y al día siguiente yo volvía al vestuario”. Finalmente, discrepancias en las fórmulas de pago abortaron la operación.

Cada verano se repite una historia similar, pero lo que antes era estrés, para Canella se ha convertido en rutina. “Ahora lo llevo con mucha más normalidad. Los amigos me escriben para decirme si me voy a uno u otro equipo. Yo les digo que se lo tomen con calma”. Al lavianés no le importaría conocer la Premier o la Bundesliga, pero cuando se le pregunta si se vería de rojiblanco durante toda su carrera, lo tiene claro. “¿Por qué no?”. De hecho, lo disfrutaría, porque seguiría vinculado a su gente, a su casa, a su tierra. A esa tierra que le mantiene con los pies en suelo firme y que le llama para recordarle sus orígenes. Y ahora que el fútbol, como la minería y como la sociedad en general, vive momentos duros, triunfan los humildes, los que no se han dejado contaminar por los delirios de grandeza.

Por eso, Canella es un triunfador. El suyo es el triunfo de la normalidad.

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Agradecimientos: Grupo Hunosa y personal del Pozo Sot贸n

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Edu Pidal Periodista @edupidal En una liga de 42 partidos da miedo decir muy alto que cualquier equipo va por buen camino para lograr el ascenso, porque el camino puede torcerse en sólo dos jornadas. Ahora mismo, mientras en Tenerife festejan cada punto que les aleja del descenso, en Gijón suspiran por cada triunfo que les acerca a Primera. Y la diferencia son seis puntos, dos partidos. Pues eso, dos jornadas.

Felicito a Javier Fernández por la nueva orientación que, paulatinamente, está imprimiendo al club

De camino Ningún año será bueno para el Sporting mientras no celebre la Nochebuena en la máxima categoría, aunque el comienzo de 2014 ilusione a El Molinón. Santos Pargaña, como Rodado Rodríguez hace ya unos años, ha conseguido unir al sportinguismo por primera vez en mucho tiempo. Afición, vestuario y Consejo claman indignados y coinciden sin fisuras en algo.

El equipo, con más canteranos en la alineación, parece que funciona. Mareo, protagonista en el último ascenso, puede y debe coger el timón, porque hasta hace poco lo único que diferenciaba al conjunto de Sandoval era el gol serbio.

Y es mucho, pero no lo es todo.

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Lucía Martiño

El tiempo entre maletas Por Marcos Martín / Fotos Gabino Jove

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L

a ropa, el neceser, el cargador del móvil y el libro que está leyendo. No se le olvida nada. Lucía Martiño cierra su maleta de modo rutinario, casi sin prestarle atención, porque lo ha hecho decenas de veces. Su amor por el surf, al que dedica gran parte de su tiempo, ha hecho de los viajes una parte muy importante de su vida.

Y es que, detrás de las maniobras entre las olas, hay mucho más. Muchos kilómetros de carretera y aventuras en estaciones y aeropuertos.

Lucía ha conocido muchos países y culturas, aunque nunca se cansa de seguir aprendiendo.

“En cuanto llego a un sitio nuevo y tengo un rato libre, salgo a conocerlo. Me gusta preguntar a la gente y saber por qué hacen las cosas en cada sitio”.

Precisamente, la singularidad de cada lugar en el que ha tenido que surfear ha ido llenando de anécdotas las páginas de su cuaderno de viajes. En Sumbawa, una isla de Indonesia donde se practica el Islam, tuvo que improvisar su vestuario para poder pisar tierra firme. “Estuve una semana en un barco y cuando iba a bajar en

biquini, porque hacía muchísimo calor, me dijo el capitán que me cambiase. Tuve que ponerme una falda y una toalla debajo porque sólo podía mostrar los tobillos”.

Muy cerquita de Indonesia –y Nueva Zelanda, donde también ha surfeado– se encuentra el próximo destino de Lucía. También es uno de los pocos rincones del planeta que le quedan por conocer: Australia. Tiene marcado el viaje en rojo en el calendario: “En febrero, voy allí a participar en dos campeonatos que me servirán de piedra de toque para el circuito europeo”.

“También me gustaría pasar una temporada larga, dos o tres semanas, en California. He estado, pero sólo tres días, haciendo escala para ir a Hawai”. A veces, los aeropuertos se han convertido en hoteles de lujo y el suelo de una terminal en una confortable cama para descansar en mitad de interminables viajes. Recuerda el que le llevó a Auckland: “Nos pasamos dos días en aeropuertos y aviones. Salimos de Gijón, hicimos escala en Barcelona y llegamos a Singapur. Allí pasamos la noche. Y después cogimos dos aviones más hasta llegar a Nueva Zelanda”.

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“En cuanto llego a un sitio y tengo un rato libre salgo a conocerlo, a hablar con la gente del lugar”

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A pesar de que todavía no ha cumplido veinte años, Lucía Martiño ha recorrido miles de kilómetros. Y no sólo en avión o tren. También por carretera. La pasada temporada, el cuentakilómetros de su coche pasó de marcar cero a trece mil en seis meses. “A todos los campeonatos de Europa fui en coche. La mayoría de ellos conduciendo yo, aunque a veces le pedía a mi entrenador que lo hiciese él. Me gusta conducir, pero también me gusta descansar”, dice riéndose.

“Aunque por ambiente de surf, temperatura del agua y playas, me quedo con Indonesia”, Marruecos es uno de sus países preferidos. Ha estado una decena de veces, está más cerca que otros destinos y conoce a mucha gente. “¿Te cuento una historia curiosa de mis amigos surferos marroquís? Son musulmanes y en el Ramadán, sólo surfean unos 40 minutos –el tiempo que pasa entre que se esconde el sol y todavía hay claridad para entrar en el agua–, porque tienen miedo a tragar algo de agua y no A Lucía le encanta viajar. “Me gusta estar fuera cumplir con el ayuno de comida y bebida”. de mi casa; incluso cuando estoy en Gijón, me gusta salir, moverme, conocer gente,…”. Y le da Afortunadamente, la comida no es un problema igual que sus viajes sean ‘por negocios’, y no para Lucía. “Me gusta comer de todo. En Mapor placer. Gracias al surf, ha conocido lugares rruecos es increíble; vas al mercado y es todo que costaría situar en el mapa, como la Isla Re- natural, el pescado lo acaban de pescar, la fruta unión –muy cerca de Madagascar–. También ha es fresca,…”. estado en las Maldivas, Francia, Portugal, Bali o Marruecos.

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“El surf es muy sacrificado. En invierno se te congelan los pies solo con pisar la arena”

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A pesar de todos sus viajes, su estómago no ha opuesto resistencia alguna: “Nunca me he puesto mala. En Indonesia, los primeros días comía en restaurantes ‘europeizados’ porque el resto de sitios eran muy sucios, pero acabé comiendo en puestos que había en la calle… Y no me pasó nada”.

todos los días. O por Whatsapp o por Skype”.

A pesar de ser una chica responsable y excesivamente ‘currante’ para su edad, una madre es una madre. Por eso, siempre está pendiente de Lucía. “La maleta la suelo hacer yo, pero es verdad que ella está detrás de mí, diciéndome que no se me olviden algunas cosas. Como todas”.

Divide su vida entre Asturias y el resto del mundo. Cada año, pasa seis meses lejos de ‘casa’ y por eso, en vacaciones, aparca los viajes y disfruta de Gijón. Conoce mucho, ha pisado la arena de las playas más espectaculares del mundo, pero… “San Lorenzo es una de las que más me gusta, es inevitable. También Rodiles y Xagó. Y si me tengo que quedar con una del extranjero, elegiría Lakey Peak, en Sumbawa”.

Aunque su futuro –y su presente– sobre una tabla de surf son muy prometedores, Lucía no ha aparcado los libros. Estudia Administración y Dirección de Empresas a distancia y habla, además del castellano, el francés, el inglés y está estudiando chino. “También chapurreo italiano, puedo entender mantener más o menos una conversación, pero exceptuando el chino, el resto de idiomas los he aprendido viajando”.

Durante la temporada, se las apaña para seguir viendo a su familia. “Como mucho, puedo estar tres semanas o un mes sin ver a mi familia. En Francia, suelo estar un mes con mi hermana; mi padre, si puede, viene a verme los fines de semana y a Marruecos, también suelo ir un mes con mi madre”.

“El surf es muy sacrificado. El invierno, por ejemplo, es muy duro. El agua está muy fría y se te congelan los pies sólo pisando la arena”. Lucía nos recuerda que todos sus paradisiacos viajes son sólo el envoltorio de un caramelo que hay que trabajar muy bien para que al final deje un dulce sabor. “Es como cualquier otro deporte, si quieres conseguir algo, tienes que sacrificar Además, las nuevas tecnologías también han cosas, pero tiene su recompensa”. acortado las distancias. “Con mi madre hablo

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“Es como cualquier otro deporte, si quieres conseguir algo tienes que sacrificar cosas, pero tiene su recompensa”

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No le importa trabajar duro. Y a pesar de sus muchos éxitos, sigue queriendo más. La pasada temporada, tras ser tercera hace dos años, se tuvo que ‘conformar’ con un sexto puesto en el Circuito Europeo ProJunior. “Fue una buena temporada, pero no cumplí mi objetivo de acabar entre las dos primeras. Creo que me metí demasiada presión a mí misma, y me puse más nerviosa de lo que tendría que haber estado”.

Por eso, y tras sólo una semana de descanso, se ha puesto manos a la obra para ser la mejor del circuito continental. Ha comenzado su pretemporada y con el traje de neopreno para pelear contra las bajas temperaturas, entrena dos días a la semana en Santander y el resto en Gijón. “Sólo descanso los domingos. Esté como esté el agua, tengo que entrar… ¡Hay que entrenarse en todas las condiciones! Si no hay olas un sábado, tengo que surfear igual; y si el domingo hay muchas, no debería entrar”.

que el mar está para entrar, no se puede evitar. Aunque luego mi entrenador me echa la bronca…”. Completa el trabajo con ejercicios físicos… Y con boxeo. “Me dijeron que era un complemento, lo probé y me encantó. De hecho, estuve viendo la velada de Aitor ‘El Diamante’ Nieto hace unas semanas. Me gusta mucho el boxeo”.

Posiblemente, Papá Noel le deje esta Navidad, debajo del árbol, unos guantes nuevos para seguir boxeando, como hace una década una tabla de surf. Desde entonces, sólo se ha bajado de ella para montarse en aviones, trenes y coches y poder surfear así olas de otros mares y océanos.

Ya está preparada para su próximo viaje. Dicen que a la tercera va la vencida y por eso, en su equipaje, y a pesar de lo que ocupan sus tablas de surf y todo lo que le ha recordado su madre que debe meter, todavía hay hueco para el troNo debería, pero lo hace. “Hay veces que cam- feo del Circuito ProJunior Europeo 2014. bio el día de descanso al lunes, porque si ves

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Agradecimientos:

Museo del Ferrocarril de Gijón Poison Heart (Vestuario) Diseños Susana Teverga (Atrezzo) Pipo Palacios (Producción) Verónica Braña (Peluquería Sheila A.G. (Maquillaje)

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JUANMA CASTAÑO

SPORTINGUISTA DE PALO Advertencia previa: escribo este artículo a casi 500 km de Gijón, donde vivo desde hace más de 12 años. Lo hago con el tremendo atrevimiento de hablar desde esa enorme e insalvable lejanía que para alguno supone esa distancia. No puedo ir a los partidos en El Molinón, de hecho no puedo ver muchos de ellos porque soy tan antisportinguista y desconsiderado que en ocasiones me dedico a comentar otros partidos que me coinciden a esa misma hora. Es un gesto nefasto, yo diría que casi una prueba irrefutable de que soy del Sporting sólo cuando me interesa.

un ataque frontal contra los defensores del símbolo rojiblanco, de la ley no escrita por los que tantos y tantos entrenamientos han visto en Mareo. Les pido disculpas. Sencillamente participo en esos proyectos porque me lo pide gente a la que aprecio, que me cae bien, que admiro. Y también porque me encanta que se hagan libros sobre la historia de ese club al que tanto he atacado en los últimos años.

A pesar de todo esto, cuando alguien me pregunta de qué equipo soy, contesto que del Sporting. Me lo han preguntado muchas veces.

Diría que casi a diario. Pido disculpas otra vez.

La mayoría de las veces me insisten y repreguntan: ya , ya, pero ¿del Madrid o del Barça? Y les contesto: del Sporting.

Presento un programa en televisión que no va del todo mal. Colaboro en una radio que me paga religiosamente, nunca mejor dicho. Y de vez en cuando me atrevo a participar en proyectos literarios que tienen relación con el Sporting. Sé que no debería hacerlo porque eso es He pasado diez días en Gijón estas fiestas. Casi

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“Mi mujer siempre me dice que, de no haber sido futbolista, podría haber sido actor” diría que he vivido en plena calle estas navidades. Comidas, cenas, copas, amigos, familia, compromisos. Sí, tengo un poco de todo eso, algo por lo que también pido disculpas sabiendo que no se puede presumir de ciertas cosas, de las mayores riquezas. Me he cruzado con cientos de personas. Hemos hablado, discrepado, reído. He leído El Comercio y La Nueva de Gijón desayunando en cafeterías del centro de la ciudad. No ha habido ni un reproche. Salvo el típico, “a ver si hablas más del Sporting en la tele” que ya recibo con una sonrisa y casi con complicidad. Nada más que destacar. Nada. Es una maravilla como esa ciudad trata a un sportinguista impostado como yo.

tros van estas líneas. Y las escribo prometiéndome a mí mismo que seguiré diciendo lo que pienso aquí, en la playa de San Lorenzo o en la Conchinchina. Si hay tangana en El Molinón diré quién pega, si me parece amarilla lo digo, si no me parece también. Si creo en Javier Fernández lo digo, si Manfredo Álvarez y Javier Martínez son dos de los mejores amigos que me ha dado la vida, también. Y así podría seguir.

Lo hago porque a estas alturas, no estoy atado más que a mi trabajo, mi familia y mis amigos y porque diciendo lo que pienso con respeto y aceptando todos los debates educados he conseguido ser relativamente feliz haciendo lo que más me gusta: contar cosas para ganarme la Así, que desde aquí, escribo solicitando discul- vida. pas por todo esto y mucho más a los que de verdad sois del Sporting, ese grupo irreductible Este junio cometeré otro atropello. Si Dios quiede opinadores independientes y libres sin cuyas re, mientras el Sporting se esté jugando el ascenlecciones los demás no podríamos andar por la so, me tocará vivir en Brasil, en pleno Mundial vida. Vosotros Sí. Los unos y los otros, los que de Fútbol. No sólo me alegraré enormemente si escriben, los que insultan, los que amenazan, se produce la feliz noticia sino que ingeriré litros los que retuitean, los cobardes. Todos. Os he de Caipirinha para celebrarlo. Es más, me voy a leído con atención y tomo nota. Vosotros sí que llevar la camiseta para sacarla ese día en telelo haríais todo de puta madre. Es cierto que no visión como hice en Viena en 2008. Os avisaré os conozco obra digna de reseña en la vida, con tiempo para que cambiéis de canal. pero da igual, estoy convencido de que seríais los mejores.

Ojalá pueda hacerlo. Y ojalá ese día sigáis viendo en mí a un sportinguista de palo. Porque hay Sois menos de los que pensáis y muchos más gentes con las que me doy por bien enemistade lo que nos gustaría al resto, pero para voso- do, por muy sportinguistas que sean.

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Stefan Scepovic

El rey del gol Por David González / Fotos: Gabino Jove

En Gijón ha encontrado un lugar para triunfar. Stefan Scepovic disfruta de sus días más dulces. Se ha hinchado a meter goles que han aupado al Sporting a la zona noble de la tabla y se ha hecho un nombre en el fútbol español, ese en el que siempre quiso estar. Ha vivido un año feliz y brinda para GijónSport por un 2014 todavía más exitoso.

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“Mi mujer siempre me dice que, de no haber sido futbolista, podría haber sido actor”

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“Mi mujer siempre me dice que, de no haber sido futbolista, podría haber sido actor”. Stefan Scepovic sonríe y Jovana asiente. “De cualquier género. También de comedia, aunque parezca tan serio”, afirma ella. Y al hombre serio, al que quienes le conocen de cerca definen como un tío bromista y socarrón, se le dibuja una sonrisa en el rostro. “En el trabajo hay que ser serio. Y el fútbol es mi trabajo”. Lo dice con esa voz grave que le confiere aún más seriedad a su expresión, junto a un gesto duro y observador, como si de un cowboy desafiante o un galán de Hollywood se tratara. No sabemos si como actor sería bueno, pero como futbolista está demostrando que sí.

En Gijón, desde luego, se ha hecho con el papel protagonista. Es, como dirían los clásicos, ‘el mocín de la película’. Como Daniel Raddclife en la saga de ‘Harry Potter’ o Bradd Pitt en ‘Troya’, dos de sus películas favoritas. Con el primero comparte la capacidad mágica; la de Stefan es convertir en gol casi todo lo que toca. Con el segundo, la marca en el talón tras aquel pisotón de Vitoria, pero a Stefan aquello no le tumbó.

A base de goles, Stefan Scepovic se ha ganado el corazón de los sportinguistas. Corazones como ese que ya ha dibujado con sus manos ni más ni menos que en trece ocasiones. Trece veces le ha podido dedicar a su mujer los tantos que le han convertido en el máximo goleador de

la Segunda División española y que le han catapultado hasta la selección de su país. A Scepovic no se le olvidará nunca el año 2013.

Está, por fin, en el país en el que soñaba estar.

Nació en Belgrado hace solo 23 años (en Enero cumplirá 24), pero ya ha recorrido media Europa. Cuando tenía dos años, el fútbol (ese deporte que ha marcado la vida de la familia Scepovic) trasladó a sus padres, al pequeño Stefan y al todavía más pequeño Marko a Chipre, ya que su padre militó durante cuatro temporadas en el Apollon Limassol. Allí se incorporó a la familia Tijana, la hermana menor, que confiesa estar ya “un poco harta de tanto fútbol”.

Pero los primeros recuerdos de Stefan están en España, en las calles de Mérida, donde Marko (ahora jugador del Olympiacos) y él empezaron a pegar patadas a un balón. O a lo que fuera, porque no siempre se les permitía utilizar la pelota.

Su padre fue fichado por el equipo de la capital emeritense en 1996. Y allí Marko y Stefan empezaron a imitar a su padre, aunque este nunca les empujó a jugar al fútbol. Probaron otros deportes, como el baloncesto, muy arraigado también su país. Pero a ellos les gustaba el balompié.

Y cada vez que tenían ocasión, organizaban un partido de fútbol con los amigos.

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“Ahora estoy en el camino correcto y muy feliz de estar en Gijón” Entre sus compañeros de partidillos en la plaza de España estaba un niño llamado Sergio con el que Stefan entabló una buena amistad.

El destino haría que quince años después se reencontraran en Asturias: Stefan como el delantero centro del Sporting y Sergio Rodríguez como lateral del Oviedo. Han retomado su relación de amistad y comparten cenas cada cierto tiempo. Entre un serbio y un extremeño no hay rivalidad, y menos militando en diferentes categorías, aunque todo llegará. Stefan se interesa también por lo que sucede en el Oviedo o por la tierra en la que vivió de niño.

Porque Stefan es, ante todo, curioso. Escudriña con la mirada y lo pregunta todo. “¿Qué están construyendo allí? ¿Qué equipo juega en ese campo de fútbol? ¿Por qué los clubes en España son sociedades anónimas deportivas?”.

A lo largo de nuestro reportaje, el delantero se interesa por todo tipo de temas. Su fluidez con el idioma le permite preguntar lo que quiere y entender perfectamente las respuestas. No deja de sorprender que, habiendo pasado solo unos meses en España siendo tan niño, su castellano sea casi perfecto. “Cuando estábamos en Méri-

da, nos pasábamos muchas horas jugando en la calle con otros niños y aprendes rápido. En casa mi madre obligaba a que todos habláramos castellano, para practicar. Cuando nos fuimos de España, siempre tuve compañeros sudamericanos en los equipos por los que fui pasando y mantenía buena relación con muchos”. Así siguió practicando el idioma y eso ha resultado clave en su llegada a España. También Jovana, su compañera, ha aprendido rápido. “No tan bien como Stefan”, dice ella. Y, por supuesto, ha sido de gran ayuda para su compatriota Lekic, mucho más tímido que él, pero con el que comparte feeling en el campo y fuera.

Desde los 20 años nuestro protagonista no ha parado de moverse. Salió de Belgrado para fichar por la Sampdoria; de Italia se fue a Bélgica, de allí a Israel, volvió a Serbia, nuevamente a Israel y el pasado verano recibió la llamada que le abría las puertas del fútbol español. Había escuchado el nombre del Sporting y había visto algún partido del equipo, sobre todo ante los grandes, aunque aquella victoria en el Bernabéu con gol de De Las Cuevas no pudo seguirla en directo.

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“¿Cómo se vive un ascenso en Gijón? Imagino que será la leche”

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¿Por qué se ha movido tanto? Cree que un pecado de juventud condicionó su carrera. “Quizás salí de mi país demasiado joven. Y además a un país como Italia, donde lo que más se valora es la experiencia. Para mí fue una gran vivencia jugar con futbolistas como Cassano o Pazzini. Luego he dado algunas vueltas, pero ahora estoy en el camino correcto y muy feliz de estar en Gijón”.

En su tiempo libre, escucha todo tipo de música, lee los libros que suele comprarle su mujer como los del afgano Khaled Hosseini y se entretiene jugando a la videoconsola.

A juegos de fútbol, por supuesto. “Con el Sporting”, matiza su mujer. “Acabo de ascender a Primera”, añade él. Por si sirve de algo, a pesar del ascenso virtual, él sigue en la plantilla. No se ha traspasado a sí mismo.

Pasando de la ficción a la realidad, Stefan se mete en el papel del entrevistador y pregunta, curioso como siempre. “¿Cómo se vive un ascenso en Gijón? Imagino que será la leche”. Sólo se nos ocurre una respuesta. Sigue así y ya nos lo contarás cuando lo vivas.

Agradecimientos: La Trajería (Vestuario Stefan Scepovic) Poison Heart (Vestuario Jovana Scepovic) Sheila A.G. (Maquillaje) Restaurante La tabla

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