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58. San Vicente Mártir
$ 50,000 - $ 70,000 MXN
Elaborada en madera de caoba policromada a mano. Circa 1825. Presenta señales de antigüedad.
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250 x 80 cm
Magnifica escultura en madera, policromada, con un intricado tallado de las vestiduras en oro, posiblemente de alguna iglesia importante de Puebla o el valle de México. Excelente estado de conservación con pequeñas perdidas naturales del tiempo. Ubicada entre 1785 - 1825 ya que la parte baja de su casulla no está policromada característica típica de principios del S. XIX
59. Arcángel San Rafael
$ 70,000 - $ 100,000 MXN
Elaborada en madera tallada y policromada a mano con alas de plata ley 0.925 cincelada a mano. Circa 1790.
105 x 60 cm
El nombre de este arcángel (Raphael = “Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”) no aparece en las Escrituras Hebreas ni en el Septuagenario; solamente en el Libro de Tobías. Aquí aparece primero disfrazado en forma humana, como el viajero acompañante del hijo de Tobías, llamándose a si mismo “Azarías el hijo del gran Ananías”. La historia de esta travesía esta llena de aventuras, y en ella es visible la influencia protectora del ángel que se muestra de diferentes maneras, incluyendo la atadura “en el desierto del alto Egipto” del demonio quien previamente había matado a siete esposos de Sara, hija de Raquel, y que es pintorescamente relatada en Tobías 5-11. Luego del retorno y la curación de la ceguera de Tobías, Azarías se hace llamar “el ángel Rafael, uno de los siete que se paran ante el Señor” (Tob., xii, 15. Cf. Apoc., viii, 2). De estos siete “arcángeles” que aparecen en la angelología del Judaísmo post-exilio, solo tres, Gabriel, Miguel y Rafael son mencionados en las Escrituras canónicas. Los otros, de acuerdo al Libro de Enoc (cf. xxi) son Uriel, Raquel, Sariel y Jerahmeel, mientras que de otras fuentes apócrifas obtenemos los nombres de Izidkiel, Hanael y Kepharel, en vez de los últimos tres en la lista anterior. De la pieza, estupenda talla de madera policromada, segunda mitad del S. XVIII, de origen guatemalteca, posiblemente por su importancia de la catedral de Antigua Guatemala. Las alas son de plata (925) cinceladas posiblemente añadidas a la pieza en pago de una manda (favor recibido) en alguna parte de la segunda mitad del siglo XVIII. Llega a México en 1942, parte del patrimonio de un hacendado de Chiapas, pasa a ser parte de la colección Noyola Fernández en Monterrey y comprada a la colección en 1998.