13 DEL COMPORTAMIENTO
BOLETíN DE LA ESCUELA DE PSICOLOGÍA DE LA UCAB
Boletín de la Escuela de Psicología UCAB
Número 13 Marzo 2016
Analogías del Comportamiento es una publicación arbitrada de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello. Considera para su publicación trabajos originales basados en investigaciones tanto empíricas como teóricas, así como artículos de información y divulgación, en cualquier área de las ciencias del comportamiento. Los artículos serán evaluados por investigadores reconocidos, tomando como referencia su contribución, originalidad de datos e interpretación de ideas.
Equipo de trabajo Directora Ana Gabriela Pérez Consejo Editorial Irmina Hernández Ana Gabriela Pérez Marilex Pérez Melanie Pocaterra Sandra Uribe Coordinadora editorial Josbelk González Mejías Diseño gráfico Giovanna Sulbarán Depósito legal 99-0124 ISSN: 1316-7618
Publicaciones de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Avenida Teherán, Urbanización Montalbán. Parroquia La Vega, Edificio de Aulas, módulo 1, piso 3, Escuela de Psicología, Caracas-Venezuela. Apartado postal 20332. Caracas (1020). Teléfono +58.212-407.42.39 Correo electrónico: analogías.psicoucab@gmail.com
Indice General
Editorial Profesora Ana Gabriela Pérez
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Colaboración Psicomitología…¿cómo combatirla? Dr. Gustavo Peña Torbay
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Artículos El rol de la Melatonina en los trastornos depresivos Rubén Carvajal
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La identidad atlética y sus determinantes en futbolistas de Estudiantes de Caracas Sport Club: aportes al fútbol venezolano Antonio Martins
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Capacidad restauradora percibida de los ambientes y funcionamiento atencional Zuleima Santalla-Banderali
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Percepción de riesgo al realizar turismo en Venezuela Carlos Alberto Ortíz Mora
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Sobre los autores
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EDITORIAL Plantearse una nueva etapa requiere de una actitud de reflexión y de compromiso con lo que se ha sido y con lo que se pretende ser. Comenzar de nuevo puede convertirse en un evento más de una cadena y en ello puede haber valor, sin embargo, el plantearse un recomenzar auténtico lleva a un profundo análisis de las razones por las cuales el cambio es necesario. Razones en este caso, sobran. Así, no debe sorprender que ante los cambios de fondo que se están desarrollando en Venezuela, en la Psicología, y particularmente en la Escuela de Psicología, una nueva etapa de su revista exige una revisión consciente y ética de su ser. Congregar a investigadores, académicos, editores e incluso a estudiantes a participar de esta iniciativa, implica ciertamente recoger el espíritu de los tiempos. Una Venezuela convulsionada, sedienta de respuestas y de esperanza. Una Venezuela que pide inclusión, inclusión que debe empezar por casa haciendo de este órgano divulgativo un espacio amplio de participación de distintas corrientes y visiones, sin perder el rigor científico y la autocrítica, pues la universidad debe dar respuestas autónomas sin ceder a presiones externas, dignificando de esta manera su propio espacio. Una Venezuela que pide más una mirada a sus principales problemáticas y menos a la búsqueda de respuestas elaboradas en otras geografías. Se trata en alguna medida de circunscribir las temáticas a nuestra cultura sin perder la humildad de entender el camino inmenso que nos falta por recorrer para poder sentir que cubrimos con las expectativas y demandas de los tiempos y de las gentes. Es bien conocido que la Escuela ha estado por 53 años a la vanguardia de la educación y formación integral de profesionales, y que en estos momentos busca, junto al resto de la Universidad, renovar su identidad y modernizar su formación. Igualmente, esperamos poder dar el salto a la generación de investigaciones e iniciativas de alcance nacional e internacional. Nueva etapa no debe significar, sin embargo, borrón y cuenta nueva. Si no se aprende a mirar el pasado con respeto, no se podrá construir un presente respetable. Potenciar los logros y mejorar las limitaciones del pasado para seguir creciendo debe guiar los siguientes números para conciliar la identidad de una revista que tendrá más de 20 años de historia.
Reconocimiento a quien lo merece: un poco de historia
En 1994, surge la publicación Analogías del Comportamiento como espacio para la divulgación de conocimientos, experiencias, investigaciones y trabajo realizado en Psicología desde la UCAB. En un principio, y bajo la dirección del profesor Andrés Miñarro, perteneció al Centro de Investigaciones del Com-
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portamiento. En 2004, pasa a ser órgano oficial de difusión de la Escuela de Psicología UCAB, ahora a cargo del profesor Gustavo Peña. Ambos directores han sido figuras de gran prestigio y reconocimiento en la universidad. El profesor Andrés Miñarro fue Director de la Escuela de Psicología y Decano de la Facultad Humanidades y Educación. Sus aportes a la formación de profesionales de la Psicología, especialmente desde la cátedra de Psicología de la Personalidad, han sido pilar fundamental de la formación generalista de los Ucabistas. Continuar su labor en éste espacio de difusión es una gran responsabilidad, sin duda. El profesor Gustavo Peña fue también Director de la Escuela de Psicología y actual Vicerrector Académico de la Universidad. En su larga carrera en la universidad y ha dejado huella en quienes hemos sido sus alumnos, preparadores, tutoreados y compañeros de trabajo. En 1997, la revista pasa a ser arbitrada, considerando para su publicación trabajos originales basados en investigaciones empíricas y teóricas, así como artículos de información y divulgación en cualquier área de las ciencias del comportamiento, con lo que da gran amplitud a las posibilidades de publicación sin perder su eje articulador central: “el comportamiento del ser humano” El énfasis de la revista ha sido la investigación empírica por lo que en sus 12 números publicados hasta la fecha, se encuentra un 80% de artículos con este objetivo.
Nueva etapa, nuevos retos.
La Revista entra en una nueva etapa. Desde la Escuela de Psicología, su publicación seguirá los estándares de calidad de los números precedentes, incorporando los siguientes desafíos: (i) Convertirse en un espacio que incorpore una mayor diversidad de temas, metodologías, dominios y formas de abordaje en el campo de las ciencias del comportamiento con una visión generalista incluyendo enfoques intra, inter y transdisciplinarios. (ii) Regularizar su publicación con dos números al año. (iii) Virtualizar sus números, trabajando en la indexación de la revista en diferentes bases de datos internacionales de reconocida trayectoria científica. (iv) Dar respuestas a las principales preocupaciones vigentes en el país para crear un espacio de conexión con la sociedad, sin desmerecer las investigaciones básicas que abren, ciertamente, nuevos caminos a la investigación aplicada.
Este número
En el presente número hemos reunido, en 5 artículos y una contribución, áreas diversas de la Psicología. La intención es mostrar la pluralidad de temas, metodologías y aproximaciones de investigación que esperamos sea una muestra de los futuros números en Analogías del Comportamiento. El lector encontrará una contribución del profesor Gustavo Peña, en la que se presenta la discusión sobre cómo reconocer y trabajar en torno a malentendidos populares relacionados con la Psicología. El debate busca resaltar la importancia de defender la Psicología como ciencia ante otros intentos de pseudopsicología y sentido común.
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En la convergencia entre Neurociencias y Psicología, el profesor Rubén Carvajal da cuenta de la importancia que tiene la melatonina en la regulación de los ritmos circadianos y por tanto, su vinculación con el Trastorno Depresivo. En el área de la psicología del deporte y en vista del creciente interés en el área, el profesor Antonio Martins analiza los resultados de una reciente investigación realizada con jugadores de fútbol del Caracas Sport Club. En este estudio, se consideraron variables tales como motivación, autoconfianza y compromiso afectivo en el desempeño de los atletas. Este estudio se incorpora en una época muy cercana al mundial de Fútbol en Brasil. La profesora Zuleyma Santalla-Banderali colabora con un artículo de su línea de investigación en capacidad restauradora percibida de los ambientes y funcionamiento atencional, cuyos resultados pueden ser pertinentes para la aplicación en ambientes tanto clínicos como no clínicos. Finalmente, el artículo del profesor Carlos Ortiz Mora estudia la percepción de riesgo a realizar turismo en el país, tema de gran pertinencia en el acontecer nacional actual que involucra aspectos psicológicos de vulnerabilidad ante el delito, así como temas económicos que impactan la industria del turismo nacional. A los autores que nos apoyan en este primer número virtual de la Revista nuestro más profundo agradecimiento por la confianza y por la oportunidad de colocar en el debate temas claves para la Psicología. Para quienes nos leen, extendemos desde ahora la invitación a participar en próximos números de Analogías del Comportamiento que estarán organizados temáticamente, explorando de manera más cercana uno de los asuntos claves en actual contexto nacional: seguridad ciudadana y violencia urbana y posteriormente las migraciones.
Ana Gabriela Pérez
Directora de la Escuela de Psicología
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Psicomitología… ¿cómo combatirla? Dr. Gustavo Peña Torbay
RESUMEN En este trabajo se aborda el tema de los malentendidos conceptuales en psicología, es decir, la psicomitología: un cuerpo de ideas erradas acerca del comportamiento que la mayoría de las personas consideran verdaderos a pesar de la evidencia que existe en su contra. Luego de precisar la definición y caracterización de este fenómeno, teniendo en cuenta que su persistencia es nefasta para el adecuado aprendizaje de la disciplina por parte de los alumnos de la carrera y que su erradicación es muy difícil, se ahonda en tres estrategias para combatirla. PALABRAS CLAVE: Leyendas urbanas, Psicomitología, Pensamiento crítico, Intrusismo profesional.
ABSTRACT In this work the approache is defines as conceptual misunderstandings idea in psychology, called the psicomitology: is a body of false ideas about the behavior that the majority of people believe to be real in spite of th e evidence that exist in its against. After specifying the definition and characterization of this phenomenon, having in mind that its persistence is pernicious for the suitable learning of the discipline on the part of psychology students and its elimination is very difficult, we one goes deeply into three strategies to attack its. KEY WORDS: urban legends, psicomitology, critical thought, professional practising
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INTRODUCCIÓN Las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folklore contemporáneo, que (a) se constituyen como historietas, cuentos, mitos, (b) circulan ampliamente y (c) siendo falsas son tomadas como verdades por la mayoría de las personas. Como dicen Taylor y Kowalski (2004, p. 15), son “creencias que se sostienen en contra de la evidencia reconocida”. Por ejemplo, al preguntar cuál es la trayectoria de un objeto que se desprende de un avión en vuelo, la mayoría de las personas dice que desciende perpendicularmente, cuando en realidad cae trazando una trayectoria parabólica (Kaiser, Proffit y McCloske, 1985). Igualmente, la generalidad asume que los planetas giran en torno al sol siguiendo órbitas circulares y no elípticas (Vosniadou, 1989). Concretando las características de los malentendidos, para Hammer (1996) comparten 4 particulares: (1) son creencias relativamente duraderas intensamente arraigadas, (2) la evidencia científica bien fundada las contradice, (3) influencian la forma en que las personas conceptualizan la realidad, y (4) deben rectificarse para que las personas logren un conocimiento preciso de la realidad. Y, como dice Norman (1990), sin duda Nuestras vidas están llenas de malentendidos. Ello no debe resultar sorprendente: a menudo tenemos que enfrentarnos con situaciones para las que no estamos preparados. […] Muchos de los malentendidos cotidianos se clasifican como conceptos ingenuos o populares. Y esos malentendidos no se hallan sólo entre la gente corriente: Aristóteles elaboró una toda una teoría de la física que los físicos consideran curiosa y divertida. […] Aristóteles elaboró lo que podríamos clasificar de física ingenua. (p. 55)
Y ¿cuál es la situación de la psicología?, pues la verdad, nada diferente a la de otras disciplinas, si bien algunos autores opinan que quizás sería algo más grave (Amsel, Baird y Ashley, 2011). Esto esencialmente por dos factores interrelacionados. Por una parte, la mayor vulnerabilidad teórica de la disciplina, la cual depende básicamente del hecho que en el área no se ha logrado estructurar un cuerpo unificado y certificado de conocimientos; al contrario, su corpus teorético luce como … una amalgama de formas especificas, que pugnan entre ellas por el derecho a representar legítimamente a toda el área; en el cual el objetivo de las teorías es diferenciarse de las anteriores, antes que apoyarse entre ellas para lograr una mejor definición de lo conceptuado; donde los campos de estudio se constituyen en áreas independientes, aun cuando traten de resolver los mismos problemas. (Peña, 2014, p. 61)
Y, por la otra, el segundo factor disponente, el intrusismo profesional; en términos legales, el ejercicio de una actividad profesional por persona que no se halla autorizada para ello por no tener capacitación ni titulación adecuada. Respecto de este fenómeno el Código de ética de la Federación de Psicólogos de Venezuela (1981), en su Artículo 43, dice: “El Psicólogo tiene la obligación de combatir el intrusismo en todos sus aspectos y a denunciar ante el respectivo Colegio todo acto destinado a explotar la credulidad y la buena fe del público”. El punto es que, en la psicología … existe mucho intrusismo profesional, no hay más que mirar alrededor para comprobar cómo abundan los psicólogos de dudosa titulación, los psicoterapeutas que jamás pasaron por nuestras Facultades y las escuelas de desconocida procedencia. La psicología proporciona un prefijo muy usado -psico- que da un aire de sofisticación apreciable. Se empezó con psico-
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pedagogos y psicosociólogos y hoy abundan los psicodiseñadores, psicocreadores, psicopeluqueros. (Varela, 2010)
La combinación de estos dos factores redunda en el escepticismo del público general con relación a la psicología; efecto que se expresa en frases como la psicología sólo es sentido común, o en que … cada vez que los psicólogos se atreven a aventurarse fuera de los salones de la academia o de los consultorios de terapia a esa tierra extranjera llamada el “mundo real”, es probable que en algún momento se encuentren con un complejo y, para nosotros, preocupante fenómeno. Específicamente, la mayoría de los psicólogos inevitablemente escuchará la afirmación de laicos de que la psicología -que dentro de la profesión generalmente se considera como el estudio científico del comportamiento- no es en realidad una ciencia. Algunos forasteros pueden ir más lejos, insinuando o insistiendo en que gran parte de la psicología moderna es pseudocientífica. (Lilienfeld, 2012, p. 119)
De modo particular, a la porción específica de los malentendidos populares relacionados con el comportamiento se le llama psicomitología (Lilienfeld, Lynn, Ruscio y Beyerstein, 2010); un conjunto de formas de pensar erradas en relación a la conducta que se da en la mayoría de las personas, incluyendo a los estudiantes de psicología y en no pocos casos en los titulados y docentes (Furnham y Hughes, 2014; Hughes, Lyddy, Kaplan, Nichols, Miller, Saad, Dukes, y Lynch, 2015). El estudio de la composición de este grupo de falacias en la psicología se ha dado a lo largo de, por lo menos, los últimos 80 años (Hughes, Lyddy y Lambe, 2013), tiempo en el cual se han realizado varias revisiones de su contenido. Entre estas, la obra de Lilienfeld, Lynn, Ruscio y Beyerstein (2010), titula-
da 50 great myths of popular psychology: Shattering widespread misconceptions about human behavior, se estima el texto reciente más amplio y documentado; incluye la enumeración, descripción y fundamentación de un amplio repertorio de malentendidos en psicología, junto con una lista complementaria de otros aspectos posiblemente relacionados. De este documento, de seguido, una lista de 20 de las concepciones erradas, elegidas al azar como muestra de la diversidad del contenido de los malentendidos en psicología, la psicomitología: • La mayoría de las personas utilizan sólo el 10% de su capacidad cerebral • Los mensajes subliminales pueden persuadir a las personas a comprar productos • La adolescencia es inevitablemente un tiempo tormentoso • La hipnosis es útil para recobrar el recuerdo de eventos olvidados • Los individuos usualmente reprimen los recuerdos de los eventos traumáticos • Los alumnos rinden mejor cuando el estilo de enseñanza coincide con su estilo de aprendizaje • Las investigaciones han demostrado que los sueños tienen un significado simbólico • Las personas pueden aprender mientras duermen • Las úlceras son esencialmente producto del estrés • Una actitud positiva puede evitar el cáncer • Los opuestos se atraen: somos más atraídos por personas que difieren de nosotros • Hombres y mujeres se comunican de maneras totalmente diferentes • El hecho de que un rasgo es hereditario significa que no puede modificarse • La baja autoestima es la causa más importante de los problemas psicológicos
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• La mayoría de las personas experimentan una crisis de mediana edad • Las etiquetas psiquiátricas son dañinas porque estigmatizan a las personas • Las personas con esquizofrenia tienen múltiples personalidades • La mayoría de los enfermos mentales son violentos • El perfil criminal es útil en la solución de casos • La terapia electroconvulsiva es un tratamiento brutal físicamente peligroso En Venezuela, estudiando la imagen de la disciplina en los estudiantes de psicología de la Universidad Católica Andrés Bello, Cañoto (2004, p. 175) encontró que entre los alumnos: • Existe confusión entre los objetos y métodos de la psicología y la medicina. • No se conocen los métodos que la psicología utiliza para sus investigaciones. • Se cree que la psicología puede utilizar métodos para manipular a los demás. • Existe confusión entre el objeto de la psicología y la filosofía. • La imagen se ajusta más a lo expresado por la bibliografía y los jueces a medida que se estudia más al respecto. • A pesar de lo anterior, algunas nociones pueden estar tan arraigadas en la imagen social, como la psicología como medio de manipulación de los demás, que incluso los estudiantes avanzados de la carrera siguen expresando que es una posibilidad. Pero, este conjunto de malentendidos ¿cómo se forma?, es decir, ¿cuál es su origen? Lilienfeld (2010) señala 10 posibles fuentes: El boca a boca: algunas ideas psicológicas
erróneas son “clichés” efectivos, son pegajosos, directos y fácilmente diseminados. El deseo de respuestas fáciles y soluciones rápidas: algunas afirmaciones psicológicas falsas prometen soluciones simples y rápidas a problemas vitales que de otra manera no tendrían tratamiento. Memoria y percepción selectivas: algunos eventos son más salientes ya que confirman las expectativas de las personas y pueden crear “correlaciones ilusorias” con otras variables. Infirir la causación a partir de la correlación: si bien en las clases se repite que la “correlación no es causación”, las personas siguen llegando a conclusiones causales basándose en correlaciones. Razonamiento post hoc, ergo propter hoc: es muy atrayente asumir que dado que A está antes que B, A debe ser la causa de B. Exposición a ejemplos prejuiciosos: en muchos casos las personas, debido a sus ocupaciones, vocaciones, entre otros factores, están expuestas de manera rutinaria a muestras con prejuicios. Heurística de representatividad: es “la evaluación del grado de correspondencia o similitud entre una muestra y una población, un ejemplar y una categoría, un acto y un actor o, más generalmente, un resultado y un modelo” (Tversky y Kahneman, 1983, p. 1125). Películas y retratos de los medios de comunicación que inducen a error: los medios de comunicación bombardean con retratos poco precisos sobre la prevalencia de ciertas características en la población, fomentando ideas erróneas en todos los ámbitos. Exageración de un núcleo de verdad: al-
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gunas ideas psicológicas erróneas probablemente contienen un pequeño núcleo de verdad. Confusión de términos: algunos malentendidos en psicología derivan de confusiones con el significado de términos técnicos. Ahora bien, por todo lo dicho hasta ahora no es de dudar que la psicomitología resulta un fenómeno inconveniente para la disciplina; puntualizando sus efectos nocivos, los malentendidos en psicología tienen al menos dos consecuencias perjudiciales. Por una parte, es muy posible que las ideas erradas con relación a los fenómenos psicológicos actúen de modo negativo en el aprendizaje de la información correcta. Es viable pensar que su mecanismo de acción en este caso sea análogo al de la primera información en los procesos de inmunización, la cual genera factores que luego rechazan a las siguientes; por ejemplo, para Chew (2006, p. 12) El hecho que los alumnos tengan ideas erróneas sería irrelevante si estas creencias no tuvieran impacto alguno en el aprendizaje de otros conceptos. Sin embargo, un gran cuerpo de literatura sobre los esquematas y el aprendizaje indica que este no es el caso. El esquemata o sistema de creencias, puede tener un gran impacto en lo que se aprecia, lo que se aprende, lo que se olvida y en como los recuerdos pueden venir distorsionados (e.g., Bower, Black & Turner, 1979; Bransford & Johnson, 1972). Además, igualmente se ha visto que los alumnos de mejor rendimiento académico son más propensos a modificar su estructura de conceptos errados con relación a la psicología, es decir, sus esquemas resultan más flexibles y afectables que los de aquellos con menor logro académico (Gutman, 1979). Y por la otra parte, una segunda característi-
ca dañina de los malentendidos en psicología es que son muy resistentes a la erradicación. Por ejemplo, Lilienfeld (2010) señala que luego de los esfuerzos académicos su reducción es como máximo del 6%; como dicen Furnham y Hughes (2014, p. 259-260) con relación a uno de sus trabajos al respecto. Este estudio fue diseñado para encuestar miembros del público general, así como estudiantes de psicología en cuanto a sus creencias en mitos psicológicos y evaluar si existían diferencias entre las dos muestras. En consonancia con investigaciones anteriores, el reconocimiento de los mitos psicológicos en la muestra fue común y, como en estudios psicológicos previos, están débilmente relacionados con mayores niveles de reconocimiento del mito. La diferencia en el reconocimiento de los mitos entre los estudiantes de Psicología y miembros de la población general alcanzó significación estadística. Sin embargo, el tamaño del efecto atribuible a esta variable de agrupación fue insignificante, responsable de aproximadamente sólo el 2% de la varianza. Así, aunque la diferencia fue estadísticamente significativa, no fue prácticamente significativa. El hecho de que los estudiantes de psicología puntuaron de modo casi equivalente con aquellos que no han tenido ninguna educación psicológica significa que en este estudio hay poca evidencia que sirva para contrarrestar el consenso prevaleciente de que la educación psicológica formal es de beneficio limitado en el alivio de los mitos psicológicos. Además, según Hughes, Lyddy, Kaplan, Nichols, Miller, Saad, Dukes y Lynch (2015) sus … resultados indican que si bien las inexactitudes sobre la psicología disminuyen con el aumento de la experiencia educativa, los estudiantes graduados siguen avalando un pequeño número de conceptos erróneos a pesar de su
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amplia formación disciplinaria (cabe destacar que estudiantes de formación doctoral parecen reconocer y rechazar un mayor número de inexactitudes con relación a sus contrapartes en el nivel de licenciatura o maestría). Dada la persistencia o la ‘’rigidez’’ de las ideas erróneas con relación a la psicología, es totalmente posible que los estudiantes de posgrado (y pregrado incluso) que respaldan creencias y pensamiento pseudocientíficos transmitan estos conceptos erróneos a la próxima generación de estudiantes en su papel de ayudantes, tutores o profesores (p. 41)
Dicho esto, toca vislumbrar por qué es tan difícil erradicar las malas interpretaciones en psicología y, consecuentemente, identificar cómo combatir la psicomitología. En relación a lo primero, Bensley, Lilienfeld y Powell (2014, p. 9-10) adelantan tres hipótesis: El no rechazar las ideas incorrectas puede deberse a la falta de (a) conocimientos, (b) habilidades, o ambas cosas necesarias para pensar científicamente en estos temas. […] Una tercera hipótesis es que ambos el pensamiento crítico (PC) conocimientos/ habilidades y el estilo de pensamiento/disposiciones están relacionados con el endoso de conceptos erróneos. En cuanto a la falta de conocimientos, para Gottfredson (2009) “los estudiantes no llegan a los temas académicos como tablas rasas sino que con frecuencia traen ideas erróneas que generan barreras para el aprendizaje, a menos que el profesor las tenga en cuenta” (p. 58 cursivas añadidas), la parte final de esta cita da una clave importante en el proceso de erradicación y permite formular una primera estrategia de combate: el ataque temprano y severo a los mal entendidos. Una acción para luchar contra las malas interpretaciones en psicología es la identificación a los alumnos, desde el comienzo de su carrera, de
los de malentendidos en la disciplina; así como la enseñanza de las formas alternativas y correctas de pensar al respecto de cada uno de ellos, es decir, de aquellas concepciones avaladas por la evidencia empírica. Como dice Lilienfeld (2010, p. 37) En mis clases de pregrado, he visto que es útil un abordaje de activación para afrontar las ideas erróneas de los estudiantes. Cuando introduzco un tema, típicamente comienzo discutiendo ideas erróneas populares e incluso hago una encuesta a mis propios estudiantes sobre tales ideas erróneas, pidiéndoles que levanten la mano. Luego utilizo estas ideas erróneas como vehículos didácticos o “ganchos” para impartir la información correcta.
Visto de esta forma, la primera línea de ataque contra los malentendidos está en los docentes de las asignaturas iniciales de la carrera (Chew, 2004; Gutman, 1979; Hammer, 1996; Lilienfeld 2010; Taylor y Kowalski, 2004). Relacionando ahora las otras hipótesis, una segunda estrategia para el combate de los malentendidos es la promoción del Pensamiento Crítico, una herramienta cognitiva de gran valor general. Específicamente, para Nickerson, Perkins y Smith (1985), el pensamiento crítico es “la capacidad de juzgar la plausibilidad de afirmaciones específicas, ponderar la evidencia, valorar la solidez lógica de las inferencias, construir contra-argumentos e hipótesis alternativas” (p. 14). Además, para Bensley y Murtaugh (2012), el pensamiento crítico en psicología supone 5 destrezas específicas que deben ser entrenadas y desarrolladas en y por los alumnos: • Evaluación y análisis de argumentos • Razonamiento metodológico • Razonamiento estadístico • Razonamiento causal • Focalización y esclarecimiento en y de las preguntas
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Igualmente, Facione (2011) destaca algunos rasgos personales que debería tener el alumno a fin de emplear de modo exitoso el pensamiento crítico: • Claridad en el planteamiento de preguntas o preocupaciones • Disciplina para trabajar con la complejidad • Minuciosidad en la búsqueda de información relevante • Sensatez en la selección y aplicación de criterios • Cuidado en centrar la atención en la preocupación más próximas • Persistencia ante las dificultades Finalmente, “aunque los conceptos erróneos puedan ser eliminados con éxito, sigue existiendo la posibilidad de que cualquier cambio sólo sea de carácter temporal” (Hughes, Lyddy y Lambe, 2013, p. 26); por ello, atendiendo a esta capacidad de los malentendidos de regenerarse como el Ave Fénix, se precisa una tercera estrategia de combate, muy importante por demás, la persistencia en el ataque. Nunca hay que dar a este enemigo por derrotado, su material ubicuidad les permite reaparecer en los momentos más inesperados (Taylor y Kowalski, 2004), por tanto, en toda oportunidad, pregrado o postgrado, siempre hay que combatir los malentendidos en psicología. Ya para cerrar, a modo de colofón, luego de considerar los posibles efectos de los conceptos e ideas malentendidos en psicología, así como estrategias para su combate, bien vale resaltar el objetivo de la educación en la disciplina, mediante palabras de Amsel, Ashley, Baird y Johnston (2014, p. 232) Existe un amplio consenso respecto que la instrucción de los estudiantes en Psicología debe ir más allá de la adquisición de conocimientos de la disciplina, hay que educarlos en los valores y creencias
del enfoque científico para el estudio de la mente y del comportamiento (APA, 2013). Como Charles Brewer y sus colegas lo han señalado, “el objetivo fundamental de la educación en psicología, mismo que todos siguen, es enseñar a los estudiantes a pensar como científicos acerca del comportamiento” (Brewer et al., 1993, p. 163). Por lo menos, la psicología científica debería requerir afirmar el valor de los resultados de la investigación bien controlada y aceptar sus conclusiones, a pesar de que tales resultados no cuadren con las experiencias de uno mismo con las causas del comportamiento.
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El rol de la melatonina en los trastornos depresivos Rubén Carvajal
RESUMEN La melatonina es una hormona que se produce principalmente durante la noche en la glándula pineal, desde donde es liberada de manera rítmica al torrente sanguíneo. Su presencia le informa a los tejidos del cuerpo que es de noche, y su ausencia, que es de día, en concordancia con los ciclos geofísicos. Los niveles fisiológicos de melatonina ejercen influencia en la calidad del sueño y en la ritmicidad de los ciclos biológicos. Cuando se presentan síntomas tales como una pobre calidad del sueño o un desfasamiento circadiano, estos pueden estar asociados a ciertos estados depresivos. Durante los trastornos depresivos, los niveles de melatonina pueden encontrarse por debajo de lo normal y los ritmos circadianos pueden encontrarse alterados. Se revisan los mecanismos cronobiológicos relacionados con los ritmos circadianos, la melatonina y el fotoperíodo, y su rol en ciertos trastornos depresivos. También se revisan algunas terapias antidepresivas basadas en la ingesta de melatonina. PALABRAS CLAVE: melatonina, glándula pineal, ritmos circadianos, depresión.
ABSTRACT Melatonin is a hormone produced at night mainly by the pineal gland, from where it is rhythmically released into the bloodstream. Its presence informs the body tissues that it is night, and its absence, that it is day, in accordance with the geophysical cycles. The physiological levels of melatonin may influence the sleep quality and the rhythmicity of biological cycles. When symptoms such as poor sleep quality or a circadian phase shift are present, they may be associated with depression. During depressive disorders, melatonin levels can be below normal and circadian rhythms may be altered. Chronobiological mechanisms related to circadian rhythms, melatonin and photoperiod, and their role in certain depressive disorders are reviewed. Some antidepressant therapies based on the intake of melatonin are also reviewed. KEY WORDS: melatonin, pineal gland, circadian phase, depression.
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INTRODUCCIÓN En 1979, tres grupos de investigación, de manera independiente, informaron de la existencia de bajos niveles de melatonina nocturna en pacientes depresivos (Mendlewicz, et al., 1979; Wetterberg, et al., 1979; Wirz-Justice y Arendt, 1979). Ese mismo año, Lewy, et al. (1979) informaron de un paciente con trastorno bipolar en el cual los niveles de melatonina se encontraban elevados durante la fase maníaca y descendían durante la fase depresiva. Cuando Wirz-Justice y Arendt (1979) compararon los niveles de melatonina de pacientes bipolares con pacientes unipolares depresivos, encontraron que los niveles de melatonina nocturna eran más altos en los pacientes bipolares durante la fase maníaca, más bajos durante la fase depresiva, y más bajos aún en pacientes unipolares depresivos. El interés de Wetterberg, et al. (1979) en evaluar los niveles de melatonina en pacientes depresivos se originó con la observación de que, durante la depresión, uno de sus pacientes presentó niveles sanguíneos de melatonina nocturna más bajos de lo normal, niveles de cortisol superiores a lo normal y un pico de secreción anticipado de la melatonina nocturna, que aparecía más pronto de lo esperado (a medianoche) comparado con la etapa de recuperación en la que el pico se observó a las 4 A.M. Wetterberg (1979) consideró obvio utilizar a la melatonina como marcador biológico para la depresión dado que: a) la melatonina depende, tanto de la secreción de noradrenalina (Axelrod, et al., 1969) como de la serotonina (Shein, et al., 1967; Boutin, et al., 2005) (Fig. 1); b) la melatonina interactúa con el eje HHA (Hipotálamo-HipófisisAdrenales) del cual se sabe que se altera durante la depresión, con una elevación del nivel de cortisol
nocturno; c) la melatonina permite conocer la fase y la amplitud del ciclo biológico, dado que las variaciones en la concentración de melatonina por encima de un período de 24 horas permite evaluar posibles fallos en el ritmo biológico durante ciertos tipos de depresión.
Figura 1. Vía de señalización retina-pinealocito. Durante la noche, la ausencia de luz despolariza las células ganglionares de la retina, y el potencial viaja -vía tracto retino-hipotalámicoa los núcleos supraquiasmáticos (NSQ), que dejan de inhibir la acción estimulatoria del núcleo paraventricular (NPV) sobre la columna intermediolateral (IML) de la médula y el ganglio cervical superior (GCS). Al hacerlo, las neuronas postganglionares del GCS liberan noradrenalina sobre los pinealocitos, las células constituyentes de la glándula pineal, y se da inicio a una cascada de señalización que activa las enzimas que producen melatonina (Modificado de Reiter, 1990).
Charles Nemeroff ayudó de un modo significativo a entender la importancia de las funciones endocrinas en los trastornos del estado de ánimo al desarrollar el test de supresión de la dexametasona (Evans y Nemeroff, 1984). En una situación normal, la producción de cortisol tiene un patrón característico: se eleva alrededor de las 5 ó 6 de la mañana para ayudarnos a enfrentar el día, tienen un máximo al mediodía y luego se reduce gradualmente. Por esto, actuamos de forma más lenta al atardecer y nos viene el sueño alrededor de las 10 u 11 de la noche. Cuando hay exceso de
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cortisol, el hipotálamo lo detecta y envía señales vía hipófisis para que las glándulas suprarrenales detengan su producción y se llegue a los niveles normales. En los estudios con dexametasona, en los cuales se les administra a los sujetos una sustancia sintética similar al cortisol para estimular al hipotálamo a reducir los niveles de secreción de las glándulas suprarrenales, muchos de los pacientes con depresión continuaban produciendo altos niveles de cortisol durante todo el día. Este patrón de hipercortisolemia explica probablemente por qué muchos pacientes con depresión tienen problemas en el ciclo del sueño, especialmente insomnio (Andreasen, 2003). Halberg (1968) propuso una teoría para explicar los trastornos afectivos por la vía de la alteración del ritmo circadiano, en la que se produciría una fase de secreción anticipada de melatonina. Esto no ocurría en el caso de sujetos normales, aunque se encontrasen en aislamiento, sin señalización externa del ambiente, ya que lograban sincronizar su ritmo circadiano interno muy cerca de los ciclos geofísicos, con una duración de aproximadamente 24 horas, de allí el nombre de circa diano, cercano a un día. La teoría de Halberg (1968) sostenía que en el caso del trastorno maníaco-depresivo se producía una anomalía en el ritmo circadiano producto de la desincronización entre el entorno interno (ciclo de sueño y vigilia) y el externo (ciclo de oscuridad/luz). Esta teoría de avance de fase fue evaluada por Kripke et al (1983), quien propuso que la depresión podría ser el resultado de una desincronización interna de los osciladores circadianos (genes del reloj), al estar uno de los osciladores adelantado con respecto al otro. Tal desincronización entre los genes ubicados en las células del núcleo supraquiasmático daría como resultado la alteración en el ritmo de secreción de
melatonina. Kripke et al (1983) utilizaron terapia lumínica con luz brillante en el tratamiento de la depresión. Cada neurona individual de los núcleos supraquiasmáticos (NSQ) es un reloj circadiano (Hastings, et al., 2007). Sus osciladores consisten en una serie de ciclos autorregulatorios, transcripcionales y post-transcipcionales, que se encuentran interrelacionados mediante mecanismos de retroalimentación de dos grupos de genes, llamados Period (Per) y Cryptochrome (Cry). Cualquier mutación que altere la velocidad de transcripción de los genes Per y Cry, o la estabilidad de las proteínas Per y Cry afectará la velocidad del reloj (Hastings, et al., 2007). Las lesiones en los NSQ producen alteraciones en los ritmos circadianos y trastornos del sueño. Por otra parte, cuando se ha injertado tejido perinatal de NSQ en roedores que han sufrido ablación del NSQ, se produce una recuperación del comportamiento circadiano (Weaver, 1998). Los ritmos circadianos de secreción normal de melatonina se muestran en la figura 2. En la depresión unipolar, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, se presentan diversos trastornos como incremento en la latencia del sueño, interrupción del sueño, avances de fase de la hormona de crecimiento, incremento del cortisol plasmático nocturno y alteraciones en los ciclos de temperatura corporal (Boivin, 2000; Wirz-Justice, 2006; McClung, 2007). El presente trabajo es una revisión breve sobre el rol de la melatonina en algunos los trastornos depresivos. Primeramente, se incluyen trabajos que están más enfocados en los aspectos fisiológicos y neurobiológicos de la melatonina, la glándula pineal y los ritmos circadianos, y en algunos de ellos se presenta la relación con determinados trastornos afectivos como la depresión mayor, el trastorno bipolar, el trastorno afectivo estacional y la melancolía; Luego
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Figura 2. Secreción rítmica de melatonina y sus metabolitos en sangre y orina. La franja oscura representa las horas nocturnas. La melatonina es el principal efector del reloj circadiano que informa al resto del organismo si es el día o la noche. Dado que la melatonina ejerce su acción por vía sanguínea, se pueden medir sus fluctuaciones al cuantificar los niveles plasmáticos de esta hormona en periodos de 24 horas. (Modificado de Reiter, 1990).
se presentan referencias relacionadas con el rol de la melatonina en tales trastornos y, finalmente, se refieren algunos usos farmacológicos de la melatonina como antidepresivo.
La melatonina
La melatonina se encuentra ampliamente distribuida en la naturaleza, en vertebrados, invertebrados, plantas, protozoarios, hongos, algas, e incluso bacterias (Hardeland y Poeggeler, 2003). Su nombre químico es N-acetil-5-metoxitriptamina. Es una indolamina lipofílica con una estructura anfipática que le permite entrar a cualquier célula,
compartimiento o fluido corporal. Estas características químicas explican en parte la multiplicidad de células y tejidos a los que la melatonina tiene acceso en el organismo, lo que le permite interactuar con los receptores correspondientes. Fue aislada por primera vez por Lerner, et al. (1958). Desde el punto de vista fisiológico, la melatonina es una hormona que posee una actividad pleiotrópica debido a que posee receptores en múltiples tipos celulares. Se ha descrito la participación de la melatonina en una amplia variedad de procesos fisiológicos, tales como: el control del período sueño/vigilia (Appelbaum, et al., 2009), la inducción del sueño (Sletten, et al., 2010), la regulación de la presión sanguínea (Reiter, et al., 2009), la regulación del envejecimiento (Srinivasan, et al., 2005), la modulación de la función inmunológica (Vigoré, et al., 2010), la modulación del dolor (Shavali, et al., 2005), la regulación de la presión intraocular (Alcantara-Contreras, et al., 2011), regulación del ritmo diario de temperatura corporal (De Pedro, et al., 2008), la regulación del descenso nocturno de la temperatura corporal (Ishibashi, et al., 2010). También se ha descrito su rol en: la regulación del gasto energético y la masa corporal (De Pedro, et al., 2008), la regulación del crecimiento (Falcón, et al., 2003), la regulación de la maduración sexual (Chatoraj, et al., 2005), la modulación de las funciones neuroendocrinas, al actuar directamente sobre la hipófisis y el hipotálamo (Gaildrat y Falcón, 2000; Falcón, et al., 2007; Guerrero, et al., 2008). Desde el punto de vista terapéutico-farmacológico, se han descrito sus propiedades preventivas del envejecimiento de la piel (Kleszczynski y Fischer, 2012), en el tratamiento del síndrome del colon irritable (Tien Ho Siah, et al., 2014), en el tratamiento
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del Alzheimer (Li Lin, et al., 2013), como anestésico (Marseglia, et al., 2015), como antiinflamatorio (Radogna, et al., 2010), como anticancerígeno (Mediavilla, et al., 2010; Di Bella, et al., 2013), como antioxidante (Bonnefont-Rousselot, et al., 2010), que puede proteger contra la ateroesclerosis al reducir la presión sanguínea y regular el sueño y los ritmos biológicos (Scheer, et al., 2004).como sedante (Naguib, et al., 1999; Acil, et al., 2004), como ansiolítico (Marseglia, et al., 2015), como analgésico (Caumo, et al., 2007; Srinivasan, et al., 2010; Marseglia, et al., 2015). También se han descrito los efectos de la melatonina como antidepresivo (Kopp, et al., 1999; Bellipanni, et al., 2005; Garzon, et al., 2009; Rahman, et al., 2010; Serfaty, et al., 2010; Spadoni, et al., 2010; Hickie y Rogers, 2011; Hansen, et al., 2012) y para mejorar las funciones cognitivas (Furio, et al., 2007), aunque otros autores no han logrado verificar estos efectos (Jansen, et al., 2006; Hansen, et al., 2014). La función de la melatonina como hormona sincronizadora, además de regular los ritmos circadianos, es la de transmitir la información fotoperiódica diaria y estacional (anual) fuera del encéfalo. Es la molécula que “da la hora” al resto del organismo. El mecanismo por el que actúa es el siguiente: durante la noche, la ausencia de luz despolariza las células ganglionares de la retina, y el potencial de acción viaja -vía tracto retino-hipotalámico- a los núcleos supraquiasmáticos, sede del oscilador circadiano. Las eferencias nerviosas provenientes de los núcleos supraquiasmáticos hacen relevo en los núcleos paraventriculares y la formación reticular, para establecer sinapsis con las células de la columna intermediolateral de la médula espinal, desde donde las neuronas simpáticas preganglionares inervan el ganglio superior cervical.
En ausencia de luz, las neuronas de los núcleos supraquiasmáticos dejan de inhibir la acción estimulatoria del núcleo paraventricular sobre la columna intermediolateral de la médula y el ganglio cervical superior, y así las neuronas postganglionares del ganglio cervical superior liberan noradrenalina sobre los pinealocitos de la glándula pineal, iniciando una cascada de señalización que activa una de las enzimas responsables de la síntesis de melatonina en el pinealocito, la arilalquilamina N-acetiltransferasa (Fig. 1). Durante el día, la luz produce una respuesta de los núcleos supraquiasmáticos mediante la cual estos envían una señal inhibitoria al núcleo paraventricular y por ende se detiene la liberación de noradrenalina sobre el pinealocito, lo que detiene la actividad de la arilalquilamina N-acetiltransferasa y la producción de melatonina (Simonneaux y Ribelayga, 2003; Richter, et al., 2004; Maronde y Stehle, 2007). La síntesis de la melatonina se inicia cuando el triptófano es hidroxilado por acción de la triptófano-hidroxilasa. Luego, una enzima decarboxilasa del citosol convierte el 5-hidroxitriptófano en serotonina; luego la serotonina es convertida en N-acetil-serotonina por la enzima arilalquilamina N-acetil transferasa. Finalmente, la N-acetilserotonina es convertida en melatonina por acción de la hidroxindol-O-metiltransferasa. El paso limitante en este proceso es la N-acetilación de la serotonina por la arilalquilamina N-acetil transferasa, por lo que la glándula pineal es el punto clave en el control de la síntesis de la melatonina por los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo (Wurtman, et al, 1968; Boutin, et al., 2005). Una vez sintetizada, la melatonina se libera al sistema vascular, accediendo a fluidos, tejidos y compartimientos celulares, en el cerebro, la saliva, orina, folículos preovulatorios, semen, líquido amnió-
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tico y leche materna. Debido a que no se acumula, y a su rápida liberación en la sangre, los niveles plasmáticos de la hormona son considerados el principal índice de la síntesis por la pineal. La melatonina se metaboliza muy rápido, fundamentalmente en el hígado, eliminándose por la orina. Su principal metabolito es la 6-sufatometoximelatonina. La concentración de melatonina puede ser evaluada en plasma sanguíneo, en orina y en saliva (para revisión de los métodos analíticos, ver Alves de Almeida, et al, 2011). Si bien una de las funciones principales de la glándula pineal es la síntesis y secreción de la melatonina, ésta puede ser sintetizada en tejidos extrapineales no endocrinos, como la retina, los nervios periféricos, las células enterocromafíticas del tracto gastrointestinal, el sistema cutáneo, la glándula harderiana y el sistema inmune (Guerrero, et al., 2007). Sin embargo, la contribución de la melatonina extrapineal o extrarretinal a las concentraciones plasmáticas de la hormona son muy bajas y, en el caso de la melatonina de origen gastrointestinal no tiene una profunda significación, o en todo caso episódica, desde el punto de vista de la cronobiología (Alves de Almeida, et al., 2011). Los sitios de unión de la melatonina varían de una especie a otra. Se han encontrado receptores en el sistema nervioso central, la hipófisis, la retina, el sistema gastrointestinal, cardiovascular, el sistema inmunológico, el hígado, el riñón, la próstata y las células sanguíneas (Guerrero, et al., 2007). Se conocen tres subtipos de receptores de melatonina que pertenecen a la misma familia de receptores acoplados a proteína G: MT1 (conocido anteriormente como Melatonina1a), MT2 (conocido como Melatonina1b), y Melatonina1c. En mamíferos, sólo se encuentran los subtipos MT1 y MT2 (von Gall, et al., 2002). El receptor de melatonina
tipo ML-2, ahora conocido como MT3, no pertenece a la familia de receptores acoplados a proteína G. Este receptor es en realidad una proteína citosólica, la quinona reductasa 2, que participa en la protección contra el estrés oxidativo y la destoxificación evitando reacciones de transferencia de electrones de las quinonas (Nosjean, et al., 2000).
La glándula pineal
La glándula pineal deriva del tubo neural y está localizada entre el mesencéfalo y el diencéfalo. Neuroanatómicamente, es parte del epitálamo. En los seres humanos, hacia la séptima semana de vida ya forma un órgano compacto. Pesa unos 150 mg y rellena la depresión que existe entre los colículos superiores en el borde posterior del cuerpo calloso. Posee conexiones con el cerebro, sin embargo se encuentra “por fuera” de la barrera hematoencefálica. Es inervada principalmente por nervios simpáticos que provienen del ganglio cervical superior (Frazer y Hensler, 1999) y secreta melatonina de manera rítmica (Pickard y Tang, 2004). Varios autores han presentado evidencias de la conexión entre las alteraciones en el funcionamiento de la glándula pineal y ciertos trastornos psiquiátricos. Por ejemplo: pacientes con esquizofrenia presentaron un volumen menor de la glándula pineal, comparada con la de otros pacientes con trastornos afectivos (Bersani, et al., 2002; Findikli, et al., 2015), calcificación u otro tipo de alteración de la glándula pineal en pacientes con esquizofrenia (Sandyk, 1992; Bersani et al., 1999), una escasa producción de melatonina nocturna en pacientes con autismo (Tordjman, et al., 2005), ausencia de receptores β-adrenérgicos en los pinealocitos en víctimas suicidas con depresión mayor (Little, et al., 1997), disminución del nivel de
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secreción de melatonina durante la pre-adolescencia (Waldhauser, et al., 1984), incidencia de esclerosis múltiple en la disminución de la secreción de melatonina en la pre-adolescencia, lo que conlleva a una mayor incidencia de trastornos afectivos (Sandyk y Awerbuch, 1993a; Sandyk y Awerbuch, 1993b).
Los ritmos circadianos
Todos los organismos mantienen un gran número de variables fisiológicas (ciclo de sueño/vigilia, actividad locomotora, regulación de la temperatura corporal, ingesta de agua y alimento y niveles de hormonas circulantes) bajo el control del reloj circadiano (Barnard y Nolan, 2008). La alternancia de los períodos de luz y oscuridad durante el día (fotoperíodo) juega un papel muy importante en la sincronización de los ciclos circadianos con el ciclo geofísico de rotación de la tierra. Sin embargo, los ritmos circadianos suelen ser algo más que una simple respuesta al fotoperíodo, ya que las oscilaciones mantienen una duración aproximada de 24h incluso en ausencia de la señal externa. Esto sólo es posible debido a la existencia de mecanismos internos que generan el ritmo circadiano del organismo (Falcón, 1999), es decir, debido a que el ritmo es generado de manera endógena por un oscilador circadiano, también conocido como reloj circadiano (Cardinali, 2005). Las células fotorreceptoras de los ojos (conos y bastones) no parecen estar involucradas en la percepción de la luz que inhibe la síntesis de melatonina (Freedman, et al., 1999; Lucas, et al., 1999). Esta tarea la realizan las células glanglionares que contienen el fotopigmento melanopsina, que responden a las longitudes de onda azul (446-477 nm) y tradu-
cen esta información en un mensaje neural que inhibe la síntesis de melatonina (Drivenes, et al., 2003; Claustrat, et al., 2005; Matos-Cruz, et al., 2011). Se ha identificado a la opsina OP480 como la molécula sensible a la luz azul en las células ganglionares (Foster y Bellingham, 2004). La melatonina es el principal efector del reloj circadiano que informa al resto del organismo si es el día o la noche. Dado que la melatonina ejerce su acción por vía sanguínea, se pueden medir sus fluctuaciones al cuantificar los niveles plasmáticos de esta hormona en periodos de 24 horas. Cuando estas mediciones se realizan en condiciones constantes y en oscuridad continua, se puede determinar directamente la actividad del reloj circadiano, el cual, como ya se mencionó, es capaz de mantener el ciclo de activación/inhibición de la síntesis de esta hormona en estas condiciones. Durante el día, la actividad sináptica de los núcleos supraquiasmáticos es alta y la liberación de noradrenalina es baja, mientras que durante la noche, su actividad se reduce y la síntesis de melatonina aumenta, estimulada por un aumento en la liberación de noradrenalina (Richter, et al., 2004). Este período de 24h en la síntesis de melatonina es generada en los núcleos supraquiasmáticos, sede del “Reloj Circadiano”, y se mantiene sincronizado con el período exterior luz/oscuridad gracias a la información aportada por la retina a los núcleos supraquiasmáticos vía tracto retino-hipotalámico (Fig. 3).
El rol de la melatonina en los trastornos afectivos
Los trabajos pioneros en esta área evidenciaron que, durante la depresión, los niveles de melatonina se encontraban por debajo de lo normal (Wetterberg, et al.,
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Figura 3. Esquema del sistema circadiano en mamíferos. Posee un generador endógeno de ritmos (oscilador o reloj circadiano) que puede sincronizarse con los cambios ambientales integrando las señales externas (fotoperíodo) por medio de vías aferentes sensoriales. La señal sincronizada se origina en los núcleos supraquiasmáticos (NSQ) y es transmitida por vía nerviosa hacia efectores nerviosos y endocrinos.
1979; Wirtz-Justice y Arendt, 1979; Mendlewicz, et al., 1980; Beck-Friis, et al., 1984; Claustrat, et al., 1984; Nair, et al., 1984; Brown, et al., 1985; McIntyre, et al., 1986) y los ritmos circadianos se encontraban alterados (Miles y Philbrick, 1988). Estos resultados fueron cuestionados en su momento, debido a una falta de confirmación en muestras poblacionales mayores (Thompson et al 1988; Stewart y Halbreich 1989). Sin embargo, recientemente se pudo confirmar la veracidad de los resultados en una muestra poblacional de más de 1000 individuos (Obayashi, et al., 2015). Efectivamente, los estudios iniciales en los cuales se había encontrado una correlación entre bajos niveles de melatonina y pacientes con demencia o depresión habían sido pruebas de azar controlado, en muestras pequeñas de individuos. Esta correlación no había sido evaluada en grandes poblaciones, salvo en estudios como el de Obayashi, et al. (2015) donde se estudiaron 1105 individuos, con edades promedio de 71,8 ± 7,1 años, en un estudio transversal en el que se determinó la relación entre los niveles fisiológicos de melatonina, las funciones cognitivas y los síntomas de depresión. Se midió el nivel de melatonina por su metabolito en orina, la 6-sulfatoximelatonina. Se uti-
lizaron las pruebas Mini-Mental State Examination (MMSE, n=935) y Geriatric Depression Scale (GDS, n=1097) para evaluar las funciones cognitivas y los síntomas de depresión, respectivamente. Los resultados mostraron que en la medida que los niveles del metabolito aumentaban, se reducía la prevalencia del deterioro cognitivo y de estados depresivos de manera estadísticamente significativa. El grupo con la mayor secreción de melatonina mostró la menor relación de deterioro cognitivo/estado de ánimo depresivo, comparado con el grupo con el menor valor de secreción de melatonina, lo que pudiese permitir concluir, en esta muestra estadísticamente significativa de población de edad avanzada, la existencia de una correlación significativa entre altos niveles fisiológicos de melatonina con una baja prevalencia de deterioro cognitivo y estado depresivo (Obayashi, et al., 2015). La depresión es considerada un importante factor de riesgo asociado a la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular y la demencia psiquiátrica (Compton, et al., 2006; Diniz, et al., 2013). Existen evidencias de que el desfasamiento del ritmo circadiano puede predisponer a la demencia y la depresión (Coogan, et al., 2013; McClung, 2013). En los casos
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de desfasamiento del ritmo circadiano se ha observado una disminución de los niveles fisiológicos de melatonina (Brzezinski, 1997). En pacientes con depresión mayor o con la enfermedad de Alzheimer se han reportado bajos niveles de melatonina (Skene, et al., 1990; Mishima, et al., 1999; Wu, et al., 2003; Kripke, et al., 2003; Crasson, et al., 2004; Carvalho, et al., 2006). Por otra parte, en las edades muy tempranas, la privación afectiva suele ser un desencadenante de la depresión. René Spitz fue uno de los primeros en estudiar este fenómeno. Los niños que no recibían el adecuado amor y cuidado maternales desarrollaban un cuadro grave de apatía, al que denominó depresión anaclítica (Andreasen, 2003). McKinney y Harlow (1971) estudiaron el efecto que producía la privación de la madre en monos recién nacidos. Observaron que los monos jóvenes desarrollaban un síndrome similar al de la depresión humana. En un estudio reciente (Rawashdeh y Dubocovich, 2014) se evaluó el efecto a largo plazo que produjo la privación materna en monos rhesus macacos, en la etapa de pre-destete, sobre el sistema circadiano y la secreción de melatonina. Evaluaron la capacidad de respuesta del sistema circadiano frente a un nuevo sincronizador (Zeitgeber). Los monos criados por la madre y los criados por sus pares fueron sometidos a jet-lag crónico, y a un protocolo de obligada desincronización de 22 h con ciclos de 11 h de luz y 11 h de oscuridad para desestabilizar al centro circadiano. Los resultados mostraron cambios plásticos a largo plazo sobre el sistema circadiano en la edad adulta de las crías de macacos que fueron separadas de sus madres. Sin embargo, se necesitarían estudios adicionales para determinar si la privación materna o el estrés provocado por el protocolo del jetlag y el acortamiento de los ciclos de luz/oscuridad,
usados en este estudio, provocan de hecho un estado de depresión. Los autores concluyen que el sistema melatoninérgico puede verse afectado por la adversidad, durante la vida temprana, de la separación de la madre, y el suministro de suplementos de melatonina puede aminorar el impacto negativo del estrés sobre el sistema circadiano. Determinados trastornos afectivos como el trastorno bipolar y la depresión unipolar llevan aparejados trastornos de sueño. En modelos animales se ha observado que las mutaciones de los sistemas serotoninérgicos y dopaminérgicos conllevan alteraciones en los ritmos circadianos o en los parámetros de sueño (Sollars, et al., 2002; Brun, et al., 2005; Sollars, et al., 2006). Por otra parte, los ratones con mutaciones en el gen Clock mostraron bajos niveles de ansiedad, manía e hiperactividad (Easton, et al., 2003; Roybal, et al., 2007). Los ritmos circadianos y los genes que componen el reloj molecular han sido implicados en el trastorno bipolar (Roybal, et al., 2007). La evidencia genética en los pacientes bipolares sugiere que el activador transcripcional central de los ritmos moleculares del reloj circadiano puede ser particularmente importante. Sin embargo, el papel exacto del gen Clock en el desarrollo de este trastorno sigue siendo poco claro. Los ratones con mutaciones en el gen Clock mostraron bajos niveles de ansiedad, manía e hiperactividad, un perfil de comportamiento general muy similar a la manía humana, incluyendo la hiperactividad, disminución del sueño, disminución del comportamiento similar a la depresión, menor ansiedad, y un aumento en el valor de recompensa a la cocaína y la sacarosa. La administración de litio redujo estas conductas e hizo que muchas de estas respuestas de comportamiento volvieran a los niveles del tipo salvaje
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(Easton, et al., 2003; Roybal, et al., 2007). Otro trastorno depresivo, como lo es el trastorno afectivo estacional invernal (SAD, Seasonal Affective Disorder), fue tipificado por Rosenthal et al. (1984) como un subtipo de depresión recurrente caracterizado por una aparición predecible de un estado depresivo durante los meses de otoño e invierno, con remisiones espontáneas durante el período de primavera y verano. Según Rosenthal et al. (1984) el paciente típico del SAD es una mujer pre-menopáusica que durante el episodio depresivo de invierno experimenta un aumento en la ingesta de carbohidratos, hipersomnia e intensa fatiga. Los retrasos de fase de los ritmos circadianos también podrían jugar un papel clave en trastornos como la depresión estacional (otoño/invierno), también conocido como síndrome depresivo estacional (SAD, Seasonal Affective Disorder), ya que el fotoperíodo juega un rol clave en la etiología de la enfermedad, generando hipersomnia y despertar tardío, entre otras alteraciones (Putilov, et al., 2000). De allí que se propuesto la terapia lumínica como una opción para ajustar los ritmos circadianos y, por ende, aminorar el cuadro depresivo en estos casos (Lewy, et al., 1987; Lewy y Sack, 1988). Los mecanismos cronobiológicos relacionados con los ritmos circadianos, la melatonina y el fotoperíodo juegan un papel significativo en muchos casos de SAD, y el tratamiento de este cuadro se puede optimizar al tener en consideración las diferencias individuales en los marcadores cronobiológicos clave. También existen evidencias que apuntan al papel de los principales neurotransmisores monoaminérgicos, serotonina, noradrenalina y dopamina, en uno o más aspectos del SAD (Levitan, 2007). Se han propuesto dos enfoques para
explicar la neurobiología del SAD. Uno de los principales enfoques ha intentado delimitar los factores cronobiológicos que contribuyen al SAD, con énfasis en los ritmos circadianos, la melatonina y los mecanismos fotoperiódicos. El otro enfoque se ha centrado en otros mecanismos cerebrales que pudieran jugar un rol en el SAD, en particular ciertos neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina (Levitan, 2007). De acuerdo a Levitan (2007), tal como ocurre en otros trastornos psiquiátricos, el enfoque más apropiado sería considerar al SAD como un trastorno complejo que resulta de la interacción de varios factores de vulnerabilidad que actúan a diferentes niveles y con varios mecanismos genéticos subyacentes (Fig. 4). La literatura ha sugerido la existencia de una relación entre la melatonina y otra forma de depresión, la depresión melancólica, también conocida como melancolía, depresión endógena, endogenomórfica, autónoma, tipo A, psicótica o típica (Parker, et al., 2010). Brown et al. (1985) informaron que los niveles melatonina nocturna eran más bajos en los pacientes melancólicos que en los controles. Fountoulakis et al. (2001) encontraron que, a las 23 h, los pacientes melancólicos tenían niveles sanguíneos de melatonina más bajos en comparación con pacientes deprimidos “indiferenciados”. La melancolía es un trastorno afectivo con síntomas psicopatológicos específicos, que incluyen alteraciones en el afecto, variación diurna del estado de ánimo en general, peor en las mañanas, anhedonia, retraso psicomotor o agitación, deterioro cognitivo, trastornos neurobiológicos y somáticos, que se manifiestan con pérdida de peso, hipercortisolemia y trastornos del sueño, sobre todo en el nivel de sueño
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Figura 4. Modelo esquemático de la biología del trastorno depresivo estacional (SAD). El SAD tendría un fenotipo complejo delineado por múltiples factores de vulnerabilidad que interactúan con el entorno, tales como los ritmos biológicos, el estado de ánimo, la regulación del apetito, la sensibilidad a la luz, etc. Cada uno de estos fenotipos estaría a su vez moldeado por múltiples genes. (Modificado de Levitan, 2007).
REM (Rush y Weissenburger, 1994; Armitage, 2007). Existen pocos modelos animales para la depresión melancólica (Hill y Gorzalka, 2005) porque los intentos para reproducir toda la compleja sintomatología de la enfermedad, en particular las variaciones diurnas del estado de ánimo, han fallado. Las variaciones diurnas del estado de ánimo son de hecho el sello distintivo de la depresión melancólica (Parker et al., 2010), y diferencian a la depresión melancólica de la depresión no melancólica. Ello se ha relacionado con una disfunción en los ritmos circadianos generados por los núcleos supraquiasmáticos. La actividad de estos núcleos está regulada por la melatonina, que actúa a través de dos receptores acoplados a proteínas G, el MT1 y el MT2 (Liu et al., 1997; Jin et al, 2003; Dubocovich, 2007). Cuando se hizo knockout de los genes de los receptores de melatonina MT1 en ratones, estos mostraron sueño REM alterado, aumento de la inmovilidad en la prueba de natación forzada, y déficit sensoriomotor (Comai et al, 2013). El fenotipo psicobiológico de ratones knockout MT1 ha sido sugerido como modelo animal para la depresión melancólica humana, donde se ve afectada la neurotransmisión de las neuronas noradrenérgicas y serotoninérgicas (Pier et al, 2004; Malhi et al, 2005). Los ratones mostraron: anhedonia, fenotipo tipo-depresivo con las variaciones diurnas,
peso corporal reducido, hiperlocomoción, cambios en la actividad neuronal monoaminérgica, y niveles séricos alterados de corticosterona con variación circadiana interrumpida, características todas que son los principales síntomas de la melancolía. Notablemente, los síntomas tipo-depresivos que se observaron en los ratones knockout MT1 se revirtieron por el tratamiento crónico con desipramina. La otra característica biológica importante que distingue la depresión melancólica de la no melancólica es la activación sostenida del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, lo que resulta en hipercortisolemia y una respuesta alterada a la prueba de supresión con dexametasona (Roy et al., 1985; Parker et al., 2010). Los ratones knockout MT1mostraron un aumento de ambos niveles de corticosterona en suero durante la fase oscura, lo que confirma las perturbaciones de la actividad hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Aunque pocos estudios han asociado receptores MT2 a la depresión (Comai y Gobbi, 2014), los datos actuales subrayan fuertemente el papel de los receptores MT1 en el origen de la depresión, en particular, de la depresión melancólica. De acuerdo con esta hipótesis, se ha descubierto recientemente en un estudio post-mortem un aumento específico de los receptores MT1 en el SNC de los pacientes depresivos (Wu et al., 2013). Sorprendentemente, el antide-
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presivo agomelatina tiene una mayor afinidad por los receptores MT1 que por los MT2 o los 5-HT2C (de Bodinat et al., 2010), aunque su actividad antidepresiva parece estar relacionada con su actividad multi-MT1, MT2, 5-HT2C, y con los receptores 5-HT2B (Chenu et al., 2014). Se han descrito los efectos de la melatonina como antidepresivo en numerosos trabajos de investigación (Kopp, et al., 1999; Bellipanni, et al., 2005; Garzon, et al., 2009; Rahman, et al., 2010; Serfaty, et al., 2010; Spadoni, et al., 2010; Hickie y Rogers, 2011; Hansen, et al., 2012). Algunos, como el de Hansen, et al. (2012) evalúan de manera prospectiva el uso de melatonina como antidepresivo en casos de depresión en pacientes con cáncer de mama. Sin embargo, el papel de la melatonina y sus receptores en el estado de ánimo aún no se aclara, y el tratamiento con melatonina sola no parece ser una estrategia eficaz como antidepresivo en los seres humanos (Carman et al, 1976; Quera Salva et al., 2011).
Un creciente número de estudios de tipo prospectivo han mostrado evidencias de que existe una asociación entre trabajo nocturno y cáncer de mama, muy posiblemente debido a la supresión en la secreción de melatonina (Megdal, et al., 2005). La relación entre la depresión y el cáncer de mama es compleja y multifactorial (Fig. 5). Los pacientes con cáncer de mama tienen una alta incidencia de depresión, ansiedad, trastornos del sueño y deterioro cognitivo. Dado que la melatonina es una hormona con efectos hipnóticos y antidepresivos, con una muy baja toxicidad y muy pocos efectos adversos en comparación con los antidepresivos e hipnóticos más comúnmente utilizados, Hansen, et al. (2012) han sugerido un método para evaluar los efectos de administrar 6 mg de melatonina por vía oral en pacientes con depresión asociada a cáncer de mama, dado que muchos de estos pacientes experimentan depresión, ansiedad, trastornos del sueño y disfunción cognitiva. El ensayo de Hansen, et al. (2012) es doble
Figura 5. El efecto de la melatonina en la depresión asociada al cáncer de seno. Tomado de Hansen, et al. (2012)
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ciego, aleatorio, controlado con placebo, para investigar si el tratamiento con 6 mg de melatonina oral tiene un efecto profiláctico y mejora los síntomas depresivos, de ansiedad, trastornos del sueño y la disfunción cognitiva en 260 mujeres con cáncer de mama. El ensayo también busca evaluar si un gen específico de reloj, el Per3, se correlaciona con un mayor riesgo de síntomas depresivos, trastornos del sueño o disfunción cognitiva. Los síntomas depresivos se evalúan con el Inventario de Depresión Mayor. La ansiedad por una escala analógica visual; el tiempo total de sueño, la eficiencia del sueño, la latencia del sueño y los períodos despierto se miden por actigrafía; los cambios en la función cognitiva se miden por una batería de pruebas neuropsicológicas. La fatiga, el dolor, el bienestar y la calidad del sueño se miden con la escala analógica visual y el diario del sueño; la somnolencia de mide por la Escala de Somnolencia Karolinska. El PER3 se determina en sangre.
Conclusiones
Como resultado de su evolución, el cuerpo humano funciona de manera óptima cuando sus partes constitutivas siguen ciclos diarios coherentes, a tono con cada una de ellas y con los ritmos solares y sociales. En consecuencia, la alteración en la sincronización de estos ciclos puede agravar cualquier patología preexistente. Ejemplo de ello son las crisis cardiovasculares y cerebrovasculares, que son más comunes en las horas siguientes al despertar (Hastings, et al., 2003) cuando el reloj circadiano regula la actividad cardiovascular en preparación para un nuevo día. También, cuando se producen alteraciones en los patrones de sueño, o cuando éstos se ven empobrecidos por algún tipo de actividad laboral nocturna, la programación endocrina se altera concomitantemente, lo que
puede ocasionar un impacto severo sobre la salud metabólica y mental (Van Cauter, et al., 2007). Los niveles fisiológicos de melatonina ejercen influencia en la calidad del sueño y en la ritmicidad de los ciclos biológicos. Cuando se presentan síntomas tales como una pobre calidad del sueño o un desfasamiento circadiano, estos pueden estar asociados con anomalías metabólicas o a estados de ánimo depresivos (Brzezinski, 1997; Jaussent, et al., 2011; Markwald, et al., 2013). Los cuadros asociados con la depresión son múltiples y complejos, y no es la pretensión de este artículo concluir al estilo del reduccionismo monocausal. La depresión puede estar asociada a alteraciones tanto en el sistema noradrenérgico como en el sistema serotoninérgico. Las formulaciones simplistas como “la esquizofrenia es una deficiencia de dopamina” o “los trastornos del estado de ánimo se deben a alteraciones de la noradrenalina o la serotonina” son seguramente erróneas (Andreasen, 2003). Es mucho más probable que todos los neurotransmisores trabajen conjuntamente para lograr el equilibrio general. La depresión tiene un importante componente subjetivo en el que la interacción entre las regiones cerebrales que registran e interpretan nuestras experiencias afectivas diarias, junto con el bagaje de nuestras anteriores experiencias emocionales, terminan de conformar eso que los psicólogos denominan el “cuadro depresivo”. La neuroquímica está subyacente en todos estos procesos, sin lugar a dudas. Sin embargo, es una visión multifactorial y multidisciplinaria la que anima a la redacción de este artículo. Tal como lo explica la psiquiatra Nancy Andreasen:
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“Los síntomas de la depresión son diversos: afectivos (humor depresivo, pérdida de interés o placer en la mayoría de las actividades), somáticos (pérdida o ganancia de peso, insomnio o hipersomnia, agitación o retraso psicomotor, fatiga o pérdida de energía) y cognitivos (sentimiento de inutilidad o de culpabilidad inapropiado o excesivo, disminución de la capacidad de pensar claramente o de concentrase, o indecisión; pensamiento recurrente sobre la muerte o el suicidio)” (Andreasen, 2003). Los criterios que los psiquiatras utilizan para diagnosticar el trastorno depresivo mayor, según se especifica en el Manual diagnóstico y estadístico (DSM IV) requieren al menos que cinco de los síntomas estén presentes la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas, y que el humor depresivo o la pérdida de interés o placer sea uno de los cinco síntomas (Andreasen, 2003). Los artículos revisados en este trabajo tienen que ver con algunos aspectos somáticos (insomnio, hipersomnia, apetito) de la depresión, en pacientes diagnosticados como tales de acuerdo a los criterios DSM IV antes expuestos. Los síntomas de insomnio y pérdida de apetito (conocido como anorexia) los utilizan los psiquiatras para identificar la forma más grave de depresión llamada melancolía (Andreasen, 2003). Las evidencias revisadas en este trabajo avalan la existencia de un sustrato neurobiológico que subyace a determinados trastornos depresivos, algunos de los cuales están relacionados con un funcionamiento anómalo de la glándula pineal, o con un patrón alterado en la secreción de melatonina. Después de la revisión de estos trabajos se podría concluir que el patrón diario de secreción de melatonina es un marcador biológico fiable de los ritmos circadianos
endógenos, debido a su periodicidad y a la estrecha relación con el funcionamiento de la glándula pineal y el circuito neuronal mencionado al inicio. De acuerdo a lo presentado en los trabajos revisados, cuando los niveles de secreción de melatonina se ven alterados, o cuando se produce un desfase en la secreción de melatonina, bien pudiera estarse gestando la causa -o estarse presentando la consecuencia- de algún tipo de trastorno afectivo. Los trastornos afectivos son multifactoriales, sin duda alguna, y la depresión no escapa de tal criterio. Este trabajo de revisión pretende estimular la reflexión sobre un enfoque neurobiológico de los trastornos depresivos, seguramente ya conocido por unos, quizás desconocido por otros, que coadyuve a una visión más integradora y multidisciplinaria en el estudio y tratamiento de las enfermedades mentales. Quizás la próxima vez que se enfrente al diagnóstico de un estado depresivo en uno de sus pacientes pudiese considerar la posibilidad de evaluar sus niveles de melatonina y la ritmicidad con la que está trabajando su glándula pineal.
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La Identidad Atlética y sus determinantes en futbolistas de Estudiantes de Caracas Sport Club: Aportes al Futbol Venezolano Antonio Martins
RESUMEN En el presente artículo se muestra una investigación que tuvo como objetivo evaluar los determinantes de la identidad atlética en futbolistas pertenecientes a la institución deportiva Estudiantes de Caracas Sport Club (ECSC). Por medio de una investigación no experimental, se encuestó 124 atletas con edades comprendidas entre 10 y 34 años de edad, pertenecientes a las distintas categorías existentes en la institución desde la Sub 12 hasta el primer equipo profesional. En cuanto al análisis de resultados se llevaron a cabo correlaciones bivariadas y análisis de regresión múltiple. Se halló una influencia directa y significativa de la motivación y confianza en sí mismo sobre la identidad atlética (ß=0,40; p=0,000) y además el compromiso afectivo que se manifiesta con la institución Estudiantes de Caracas predice directa y significativamente la identidad de los deportistas (ß=0,25; p=0,005). Se discuten diferencias psicológicas entre las distintas categorías sometidas a estudio. PALABRAS CLAVE: Estudiantes de Caracas Sport Club; Identidad atlética; Motivación; Auto-confianza; Compromiso afectivo.
ABSTRACT The present article shows an investigation with the objetive to evaluate the athletic indentity determinants in soccer players of the Estudiantes de Caracas Sport Club (ECSC). Through a non-experimental research 124 athletes between 10 and 34 years old, members of every class of the institution –from under 12 to first division- answered a survey. The final analysis was made with correlations bivariate and multiple regression. The findings showed a direct and significative influence of the motivation and self-confidence upon the athletic indetity (ß=0,40; p=0,000) and also the affective commitment manifested by the players for the institution Estudiantes de Caracas predicts direct and significantly the indentity of the athletes (ß=0,25; p=0,005). Psycological differences between the categories are discussed. KEY WORDS: Estudiantes de Caracas Sport Club; athletic indentity; motivation; self-confidence; affective commitment.
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INTRODUCCIÓN La identidad ha sido uno de los conceptos extensamente estudiados en el campo de la psicología (Erikson, 1968), cobrando relevancia su estudio especialmente en la adolescencia (Klimstra et al., 2010), esto debido a que usualmente los jóvenes son susceptibles a la imagen que proyectan en el entorno y a la respuesta social que reciben por la misma (Llorens, 2013). Autores como Bordignon (2006) en revisiones de la teoría psicosocial de Erikson plantea que a partir de la adolescencia adquiere sentido la consolidación de una integración psicosexual y psicosocial, con la finalidad de facilitar la formación de la identidad personal en distintos aspectos entre los cuales destaca (a) la identificación ideológica por la asunción de un conjunto de valores; (b) la identificación psicosocial por la inclusión en grupos sociales y (c) la identidad profesional que permite seleccionar una actividad particular en la cual resulte válido dedicar esfuerzo y energía para crecer profesionalmente. Para áreas como la psicología del deporte resulta fundamental investigar este proceso de formación de la identidad profesional en el deporte juvenil y profesional; razón por la cual la literatura ha dado paso al estudio de la identidad atlética como constructo (Phoenix, Faulkner y Sparkes, 2003; Cabrita, Rosado, De La Vega y Serpa, 2014; Mehmet, 2014). Investigaciones como las de Horton y Mark (2000), Griffith y Johnson (s/f) indican que la identidad atlética es una dimensión social fundamental en el autoconcepto de los atletas. Por tanto, es un concepto crucial para entender la formación de elementos descriptivos y valorativos que el deportista construye sobre sí mismo, para alcanzar cierta auto-valoración y auto-conocimiento que puede o no ajustarse a la rea-
lidad (Sendín, 2008). De manera concreta, estudios clásicos en el área han definido a la identidad atlética como el grado de identificación que presenta el sujeto con el rol desarrollado por un deportista Brewer, Van Raalte y Linder (citado en Phoenix et al. 2005). Una manera de entender la conformación de la identidad atlética ha sido expuesta por Stets y Burke (2000) en su trabajo de comparación entre las teorías de la identidad y las teorías de la identidad social. Según los autores la identidad está constituida por autopercepciones que son el resultado de actividades reflexivas sobre la categorización del sí mismo, o que por otro lado son consecuencia de identificaciones que el sujeto realiza con grupos particulares o con los roles ejercidos por los miembros del mismo. Siendo esto similar a lo expuesto por Benton y Steinfeldt (2011), quienes sugieren que la identidad atlética funciona como una especie de estructura cognitiva pues facilita un marco de interpretación de la información, determina la forma de hacer frente a las demandas e inspira comportamientos que sean coherentes con el papel de un deportista. Otros autores como Marcia (1966) sugieren que en la adolescencia hay cuatro caminos prototípicos para alcanzar la resolución de los conflictos propios de la edad y por tanto lograr acercarse así a la conformación de un sentido de identidad. Una primera forma denominada difusión se caracteriza por la ausencia de compromiso, el joven no ha decidido sobre su ocupación y por tanto es capaz de identificarse superficialmente con rutinas diarias que pueden ser fácilmente abandonadas. En segundo lugar destaca la identidad cerrada donde el joven comienza a convertirse en lo que los padres y otros adultos significativos tenían preparado desde la niñez, esta etapa
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va acompañada de cierta rigidez y poca capacidad para verificar las distintas alternativas vocacionales ofrecidas por el ambiente. Una tercera etapa denominada como la moratoria se define por la presencia de compromisos vagos, pero a diferencia de la difusión de la identidad, el joven mantiene actitudes proactivas para entablar compromisos y es capaz de tomarse un tiempo para a través de la experimentación desarrollar opciones definitivas; es en esta etapa donde el joven es capaz de considerar las propuestas de sus padres, pero también evalúa sus capacidades y las ofertas y demandas de la sociedad. Por último, aparece el logro de la identidad con decisiones estables a nivel sexual, amoroso y vocacional (Klimstra et al., 2010). Pese a existir estas teorizaciones que destacan los factores sociales que determinan los niveles de la identidad atlética, Cabrita et al. (2014) señalan que en la actualidad no han sido estudiados a profundidad aquellos elementos que ligados al funcionamiento psicológico del individuo, puedan generar una influencia en la identidad que se construye en ámbitos deportivos. Llevar a cabo esta investigación sobre los antecedentes resulta fundamental, tomando en cuenta que la identidad atlética tiene consecuencias tanto favorables como desfavorables en la vida deportiva de los atletas, así por ejemplo, por un lado se le ha asociado con efectos positivos sobre el rendimiento (Werthner y Orlick, 1986) y la longevidad de la carrera deportiva (Fox & Corbin, 1989), pero cuando existe una sobre-identificación con el rol también existe la posibilidad de que el deportista incurra en prácticas disfuncionales como el sobre-entrenamiento, la alimentación desordenada, consumo de sustancias y menor solicitud de ayuda ante necesidades en salud mental (citado en Benton y Steinfeldt, 2011).
Entre las variables psicológicas asociadas al rendimiento deportivo Roffé (2008) destaca la importancia de la motivación, la auto-confianza (o confianza en sí mismo), la concentración y el control de presiones en su influencia sobre los objetivos deportivos (ver figura 1). A efectos del presente estudio y a modo exploratorio se investigará sobre la base de las dos primeras variables. La motivación en el deporte ha sido definida como el interés que manifiesta el atleta por entrenarse, jugar e incluso ganar. Mientras que la auto-confianza hace alusión al nivel de recursos que posee el deportista para controlar el estrés asociado a la práctica deporti-
Figura 1. Modelo de variables psicológicas en el deporte propuesto por Roffé. Tomado de “La psicología del jugador de fútbol”
va (Roffé, 2009). Para el caso de la motivación, variada ha sido la literatura escrita en el campo del deporte y sobre la base de distintos modelos teóricos (Fortier, Vallerand, Briére, y Provencher, 1995; Moreno, Martínez y Alonso, 2006; Moreno, Martínez, González-Cutre y Marcos, 2009) y aun así hay autores que afirman que resulta muy complejo clarificar los motivos que impulsan a los deportistas a alcanzar sus metas (Viadé, 2003). Por esta razón, teorías clásicas de la moti-
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vación en psicología, como la de Maslow (1954) han sido adaptadas a los contextos deportivos para dar cuenta de dicha complejidad, abordando múltiples necesidades que al ser alcanzadas por medios deportivos pueden convertirse en agentes de impulso para la consecución de metas, tales necesidades pueden incluir: (a) el cumplimiento de necesidades fisiológicas; (b) de protección y seguridad; (c) motivaciones sociales y de afiliación; (d) motivaciones de yo y (e) necesidades de autorrealización. No obstante, otros autores como Ryska (2002) y Viadé (2003) hacen énfasis en la necesidad de que en el campo de la psicología del deporte se diferencien las personas motivadas por la tarea y las motivadas por el prestigio social. Los deportistas que se motivan en función de la tarea, compiten en función de un aprendizaje personal, que les permita ser mejor en sus labores y por tanto son sujetos que se interesan por lo que hacen y desean desarrollar su trabajo en perfectas condiciones. Mientras que las personas motivadas por prestigio social, se interesan por la competencia y la superación del otro, la satisfacción personal se basa en la respuesta positiva que se deriva del entorno social. Viadé (2003) y Weinberg y Gould (2010) defienden que usualmente los deportistas no poseen un solo estilo motivacional, pues se puede dar en atletas exitosos, diferentes tipos de estilos motivacionales, aunque existe una tendencia a que los deportistas con historiales exitosos posean un predominio del estilo de orientación por la tarea. Tomando en cuenta estos aportes teóricos, resulta importante indagar cual es el tipo de relación que la motivación puede mantener con la identidad atlética y en este sentido Ryska (2002) realizó una investigación con la finalidad de evaluar el impacto de
la identidad atlética y las metas motivacionales sobre la auto-percepción global que presentaban un conjunto de estudiantes que compartían a la vez el rol de deportistas. El autor reporta pocas asociaciones entre las dimensiones de la identidad atlética con respecto a los estilos motivacionales. Esto a excepción de la relación significativa y directa entre la motivación orientada al ego y la exclusividad en términos deportivos (r=0,23; p< 0,05). Esta correlación que sugiere que altos valores en una variable tienden a asociarse con altos valores en otra, puede estar dada por la tendencia que tienen los sujetos que puntúan alto en la sub-escala de exclusividad a centrar su autoestima únicamente el desarrollo de la actividad atlética. Además de esto los autores reportan una relación positiva entre el estilo motivacional orientado a la tarea, la aceptación social (r=0,27; p<0,01) y la adherencia a las normas (r=0,25; p<0,01); mientras que se hallaron asociaciones inversas entre la motivación orientada al ego y la adecuación a las normas (r=-0,19; p< 0,05). Resultados similares halló Westlund (2012) en una investigación que tenía la finalidad de estudiar las relaciones existentes entre la utilización de imágenes, la motivación deportiva y la identidad atlética que manifestaban 213 atletas reclutados en distintos clubes en la provincia de Ontario en Canadá. Encontrando correlaciones significativas y directas entre la motivación general y la identidad atlética, tanto para clubes aficionados (r=0,41; p< 0,01) como para clubes competitivos (r= 0,37; p< 0,01). Además de importancia para la presente investigación, se reportan asociaciones significativas e inversas entre los años de práctica y la identidad atlética (r=-0,30; p< 0,01) y directas con la motivación general (r= 0,21; p< 0,05). Sobre la base de estos resultados se concluye que aumentar la comprensión de la dinámica motivacional
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puede permitir el desarrollo de programas de formación psicológica más específicas, elemento que puede a su vez resultar favorable para tener una ventaja física sobre el oponente, aumentando la identidad atlética y el bienestar psicológico general. Para el caso de la autoconfianza, íntima ha sido la relación que está ha mantenido con la motivación. En estudios que buscan verificar la relación motivación-rendimiento, se ha constatado que la motivación difícilmente mantenga una influencia sobre el rendimiento. No obstante, es posible que la influencia sea indirecta, pasando a través de la relación íntima que mantienen la motivación y la auto-confianza, pues una alta percepción sobre la propia habilidad (auto-confianza) facilita la aparición de mejores rendimientos (Viadé, 2003). Esta última afirmación ha sido corroborada por estudios como los de Green y Weinberg (2001) quienes en una muestra reducida de 30 sujetos, con padecimientos físicos que impedían la práctica deportiva, encontraron que la identidad atlética no muestra una asociación significativa con los problemas del estado de ánimo (r=0,15; p> 0,05), pero si se encuentra correlacionada con la percepción que tienen los sujetos acerca de su propia condición física (r=0,40; p< 0,01) por lo que las personas que se identificaron en mayor medida con el papel del atleta, presentaron a su vez altas puntuaciones en la percepción de su propia condición física (Green y Weinberg, 2001). Este hallazgo resulta relevante para el presente estudio, pues muestra como la adaptación del rol deportivo se puede asociar y potencialmente condicionar las auto-percepciones que manifiestan los sujetos, pudiendo ser esto válido para el caso de la auto-confianza. Resultados similares hallaron Horton y Mack
(2000) quienes en un proyecto que tenía como objetivo evaluar los efectos de la identidad atlética sobre las prioridades de vida y las experiencias deportivas en una muestra constituida por 236 maratonistas, hallaron una asociación directa entre la identidad atlética y la confianza en sí mismo e inversa entre la ansiedad y la identidad atlética. Por otro lado, resulta importante no solo tomar en cuenta como los factores del individuo impactan sobre la identidad atlética, por el contrario resulta fundamental evaluar el papel que las instituciones deportivas desempeñan en la construcción del rol atlético. En el caso de las instituciones futbolísticas venezolanas, Llorens (2012) describe la dificultad que tienen los atletas para consolidar y mantener los esfuerzos colectivos a mediano y largo plazo tanto a nivel organizacional como a nivel de equipos, en palabras del autor existe la sensación en el futbol venezolano de que ¨hay que sacrificar demasiadas cosas para mantener una meta a largo plazo¨ (p. 54). Estudiantes de Caracas Sport Club (ECSC) es una institución deportiva fundada en el año de 2010. Fue concebida como una academia de formación en futbol menor, participante en las ligas más importantes del país en distintos niveles. El crecimiento progresivo de la institución dio paso a la conformación de equipos a nivel profesional, dándose en el año 2014 el debut de un equipo profesional en la segunda división del fútbol venezolano, J. Peraza (comunicación personal, Abril 2, 2015). Hacia el final de dicho torneo, el equipo logro ascender a primera división, asumiendo las riendas del grupo, el director técnico Charles López. Tomando en cuenta esta descripción histórica, resulta válido cuestionarse cuál es el papel que ocupa el compromiso que manifiestan los jugadores
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con la organización en la que militan. En el campo de la psicología del deporte, diversa ha sido la literatura destinada a abordar el compromiso deportivo (Kent, 2003; Llorens, 2012; Peñaloza, Andrade, Jaenes y Méndez, 2013), y el mismo ha sido entendido como la disposición por parte del jugador a realizar sacrificios con el objetivo de contribuir a las necesidades que necesita el equipo (Llorens, 2012). Sin embargo, poco se ha discutido en torno al compromiso con la institución en el campo de la psicología del deporte. No obstante, para otras áreas como la psicología industrial-organizacional, se ha incluido el termino de compromiso organizacional, el cual ha sido entendido como el vínculo o apego que el miembro desarrolla con su institución (Omar y Florencia, 2008). De manera concreta, se ha profundizado en el desarrollo del compromiso afectivo, que hace alusión a los lazos emocionales que unen al individuo con la organización. En el proceso de formación de tales vínculos interviene la valoración que hace el empleado del apoyo y los beneficios recibidos por parte de su organización. Si sus evaluaciones son favorables, comenzará a percibir los objetivos de la institución como si fueran sus propios objetivos y deseará seguir perteneciendo a la misma porque la considera parte de su vida (Allen y Meyer, 1990; Omar y Florencia, 2008). Para el caso de la relación existente entre compromiso e identidad atlética, el estudio ya mencionado de Horton y Mack (2000) halló relaciones significativas para todas las dimensiones del compromiso, de manera concreta con el compromiso de ejecución (r= 0,47; p < 0,001), el disfrute con la carrera deportiva (r= 0,39; p< 0,001) y la inversión en el funcionamiento (r=0,47; p< 0,001). Justificando los autores a partir de dichos resultados que los
altos niveles de la identidad atlética no siempre se encuentran dirigidos a un dominio del concepto de sí mismo que crea una especie de negligencia con los distintos roles que existe en la vida. Por el contrario, los autores plantean que altos niveles en la identidad atlética no impiden el crecimiento de un auto-concepto multidimensional y esto es evidenciado en el conjunto de variables psicológicas que se potencian, siendo una de ellas el compromiso en el deporte y las instituciones donde se practica. Por último, se ha discutido que es frecuente que en instituciones deportivas, la categoría en la que milite el jugador genera una influencia sobre la identidad deportiva, de manera concreta Griffith y Johnson (s/f) realizaron una investigación con la finalidad de analizar la influencia que la división de afiliación tiene sobre la identidad atlética, el auto-concepto y la importancia que se le brinda a los roles de vida. Los autores aclaran como para el caso del atletismo, la división de afiliación resulta fundamental y por tanto exploran la diferencia entre la división I y la división III, la primera se caracteriza por ser más grandes, contar con más recursos para otorgar becas para los alumnos por ser atletas y contar con procesos de admisión más rigurosos; mientras que la segunda no otorgan becas deportivas y por el contrario solo se conceptualizan como becas de ayuda económica. En este sentido Griffith y Johnson (s/f), hallaron distinto a lo que suponían obtener para el caso de la identidad atlética, que los deportistas pertenecientes a la división III presentaban una mayor identidad atlética en comparación con la división I (F=4,78; p< 0,05). Los autores posteriormente discuten en sus resultados que pertenecer a una división más pequeña (como los equipo de división III), aumenta las posibilidades de interactuar con personas cercanas
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al rol deportivo y esto se asocia con presentar mayores puntuaciones de identidad atlética, al tiempo que plantean que al ser una división que mantenía historiales de éxito en el atletismo también tenían más probabilidades de afianzarse en la presencia del rol deportivo. Tomando en cuenta toda la teoría y evidencia discutida, el objetivo de la presente investigación es evaluar en qué medida variables psicológicas individuales como la motivación y auto-confianza, y otras de índole institucional como el compromiso afectivo, determinan a la identidad atlética, en una muestra de futbolistas de distintas categorías de la institución deportiva ECSC.
Participantes
En el presente estudio participaron 124 atletas masculinos con edades comprendidas entre 10 y 34 años (µ=16), practicantes de fútbol a nivel amateur y profesional, pertenecientes a la institución deportiva ECSC. La muestra fue seleccionada mediante procedimientos no probabilísticos, siendo específicamente obtenida mediante un muestreo ¨intencional o propositivo¨, ya que la selección de la misma se caracterizó por el uso de intenciones deliberadas para obtener grupos que se infiere son típicos de la muestra (Kerlinger y Lee, 2002). En este sentido la muestra se distribuyó de la siguiente manera en función de la categoría en la cual participaban los atletas dentro de la institución: 28% eran jóvenes de la categoría Sub 18, 26% Sub 16, 20% Sub 14, 17% Sub 12, 11% categoría Sub 20 y por ultimo 22% formaban parte del equipo profesional de la institución, que competía en la segunda división profesional del fútbol venezolano.
Instrumentos Cuestionario Sociodemográfico
Instrumento construido con la finalidad de identificar la edad, categoría en la cual participaban los atletas, la antigüedad que presentaban en la institución, las actividades extra realizadas ajenas a la práctica deportiva y la percepción que mantenían en torno a su condición de juego. Específicamente se concretaron distintos criterios para la operacionalización de la categoría, la antigüedad, las actividades extra y la condición de juego. En este sentido se les pidió a los atletas que identificaran si participaban en las categorías Sub 12, 14, 16, 20 o primer equipo; que indicaran si tenían menos de un año, uno, dos, tres o cuatro años o más en la institución. Y para el caso de las actividades extra debían señalar si además de la práctica del fútbol (a) estudiaban; (b) trabajaban; (c) estudiaban y trabajaban o (d) solo se dedicaban a la práctica del fútbol. Por último los atletas indicaron si en el equipo que participaban eran titulares indiscutibles, titulares habituales o suplentes habituales.
Escalas de Autoconfianza y Motivación del Cuestionario de características psicológicas relacionadas con el rendimiento deportivo (CPRD) (Gimeno, Buceta y PérezLlantada, 2001)
Las presentes escalas de dicho instrumento, están constituidas por 15 ítems divididos en 7 ítems para el factor de autoconfianza (ej. “Tengo gran confianza en mí técnica”) y 8 para el factor de motivación (ej. “Suelo encontrarme motivado por superarme día a
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día”). Las respuestas a los reactivos están presentadas en formato Likert que van desde Muy desacuerdo a Muy de acuerdo. Para la escala total del CPRD se halló una consistencia interna alta para efectos de investigación de α=0,76 tras extraer los ítem 1 y 11 que presentan una baja correlación con el puntaje en el test total. Para el caso de las dimensiones particulares, el análisis de componentes principales arrojó dos factores que explican el 45,13% de la varianza acumulada, para la presente investigación se tomará en cuenta solo el factor 1 que explico el 33% de la varianza del test, por la poca consistencia interna del segundo factor; tras revisar el contenido de los ítems se le llamo a esta dimensión, ¨factor de motivación y confianza en sí mismo”, ya que presentó una consistencia interna elevada de α=0,82. Una puntuación alta este factor sugiere un estado motivacional considerable para hacer frente a las demandas y exigencias de la actividad atlética y elevados sentimientos de comodidad con los recursos que se tienen para manejar adversidades y controlar el estrés en la competición.
Escala de Compromiso Afectivo de Allen y Meyer (1990) adaptado al español por Alemán y González (1997) y readecuado en contextos venezolanos por Lepage y Martins (2012)
La escala de compromiso afectivo estuvo constituida por 9 ítems (ej. ¨Estudiantes de Caracas merece mi lealtad¨) presentados en un formato de respuesta Likert que va desde Muy desacuerdo a Muy de acuerdo. Se halló una consistencia interna alta para efectos de investigación (α=0,82), hecho que concuerda con los resultados reportados por Lepage y Martins (2012) quienes hallaron una consistencia interna de
α=0,79 para dicho factor en muestras de profesoras venezolanas.
Escala de Medida de la Identidad Atlética de Brewer, Van Raalte y Linder (citado en Mehmet, 2014)
Consiste en 10 ítems que miden de manera unitaria elementos ligados a la identidad atlética que manifiestan los sujetos evaluados (ej. “Yo me considero un atleta”). El formato de respuesta original variaba entre 0 (completamente en desacuerdo) a 100 (completamente de acuerdo); no obstante a efectos de la presente investigación el estilo de respuesta fue adecuado a un formato Likert de 4 puntos donde 0 implicaba estar ¨muy en desacuerdo¨ con la afirmación y 4 era propio de sujetos que estaban ¨muy de acuerdo¨. Autores como Cabrita et al. (2014) reportan un índice de ajuste con niveles adecuados para el instrumento, en muestras de atletas portugueses federados de distintos deportes (χ2/gl=4,61; CFI=0,952 y RMSEA= 0,075).Por otro lado, en el presente estudio se halló una consistencia interna adecuada para efectos de investigación α=0,70.
Procedimiento
En primer lugar se contactó con el coordinador de las divisiones inferiores de la institución y este facilitó el contacto del psicólogo del club (administrador) con los entrenadores de las distintas categorías. Estos aprobaron la administración de los instrumentos previo a una sesión de entrenamiento de los distintos equipos. Se les aclaró a los participantes que su participación era totalmente voluntaria y anónima, las dudas consultadas por los miembros fueron respondidas de manera grupal. Una vez recolectado los datos se procedió a la codificación de los mismos.
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Análisis de datos
Para llevar a cabo el análisis de datos se utilizó el paquete estadístico IBM SPSS 22. Con éste se procedió, al cálculo de los indicadores psicométricos de los instrumentos, evidenciados por medio del alfa de Cronbach para evaluar la consistencia interna de las escalas sometidas a estudio y con el análisis de componentes principales, que permitió verificar la estructura factorial de los instrumentos. Posteriormente se realizó el análisis exploratorio de datos, por medio de la verificación de los estadísticos de tendencia central (media, mediana y moda), los indicadores de dispersión de las distribuciones y los estadísticos de forma (asimetría y curtosis). Por último, se calcularon las correlaciones momento-producto de Pearson entre las variables sometidas a estudio y para contrastar las hipótesis del estudio se procedió a calcular un análisis de regresión múltiple y cuatro análisis de varianza de una vía con la finalidad de verificar si existían diferencias en la identidad atlética en función de: (a) la categoría a la que perteneciera el atleta; (b) la antigüedad que presentara en la institución; (c) la condición de juego en el equipo y (d) las actividades extra realizadas además de la práctica futbolística.
Resultados
En cuanto a la identidad atlética se halló que los atletas encuestados en la academia de Estudiantes de Caracas muestran un alto grado de identificación con el rol de deportista (µ=3,46; SD=0,38). La distribución para esta variable es muy homogénea (CV=0,11), coleada hacia la izquierda (As=-0,70) y leptocúrtica (Ku=0,12) por lo que es posible esperar que aproximadamente el 68% de la muestra se manifieste en acuerdo con los roles y las responsabilidades
que implica ser un atleta. Para el caso del compromiso afectivo con Estudiantes de Caracas, los atletas se encuentran de acuerdo en presentar un lazo emocional con la institución que representan deportivamente (µ=3,36; SD=0,45). En cuanto a la distribución el 68% de los encuestados se encuentra entre los puntajes de 2,91 y 3,81, su forma al igual que para la identidad atlética es coleada hacia la izquierda (-0,49), pero a diferencia de esta la distribución es platicúrtica (Ku=-0,34). Por último, los jugadores se mostraron motivados y con altos niveles de confianza en sí mismos (µ=3,55; SD=0,38). La forma de la distribución resulto leptocúrtica (Ku= 6,09) y coleada hacia la izquierda (As=-1,75), por lo que aproximadamente el 68% de la muestra se manifestó en acuerdo con las premisas que indicaban altos niveles de motivación y confianza en sí mismo (Ver tabla 1). Con la finalidad de verificar el nivel de asociación que existe entre las variables se procedió a realizar el cálculo de las correlaciones momento-producto de Pearson (Ver tabla 2) encontrando que existe una asociación moderada y positiva entre la identidad atlética y el compromiso afectivo que manifiestan los jugadores con la institución Estudiantes de Caracas (r=0,46; p<0,01) y entre la identidad y la motivación-confianza en sí mismo de los jugadores (r=0,49; p<0,01). Por otra parte, también se evidencio una asociación moderada baja y directa entre el compromiso afectivo y la motivación y confianza en sí mismo (r=0,43; p<0,01) (Ver Tabla 2). Por otro lado se realizó un análisis de regresión múltiple que permitió predecir la identidad atlética a partir de la edad, el compromiso afectivo, la motivación y la autoconfianza del jugador. Para dicho modelo se corroboro el cumplimiento de los supuestos de
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Tabla 1. Estadísticos Descriptivos de las Variables sometidas a Estudio
los errores: (a) la media de los errores es igual a cero (µ=0,000); (b) su distribución es normal o cercana a la normal (Mínimo estadísticos residuales= -1,08; Máximo=0,51) y (c) no existen correlación entre los errores (Durbin-Watson= 1,96). El modelo de regresión múltiple presentó una correlación moderada entre la identidad atlética y la mejor combinación lineal existente entre la edad, el compromiso afectivo, la motivación y confianza en sí mismo (R=0,58). La mejor combinación lineal de estas variables explican el 33% de la varianza total de la identidad atlética, de manera significativa desde el punto de vista estadístico al α=0,05 (F=16,78; p=0,000).
Al evaluar la magnitud de los efectos de cada una de las variables sobre la identidad atlética, se encuentra que la motivación y confianza en sí mismo, predice en mayor medida a la identidad (ß=0,40; p=0,000); por lo que a mayor motivación y confianza en sí mismo, mayor identidad atlética manifestara el jugador. Y por último, el compromiso afectivo que se manifiesta con la institución Estudiantes de Caracas predice directa y significativamente la identidad atlética (ß=0,25; p=0,005), por lo que a mayor número de lazos afectivos con la institución mayor será la identificación con el rol deportivo. En cuanto a la influencia que tiene la categoría en la cual participa el jugador sobre la identidad
Tabla 2. Correlación Momento-Producto de Pearson entre las Variables Sometidas a Estudio
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atlética, se halló que existen diferencias significativas entre los equipos de Estudiantes de Caracas (F=2,97; p=0,02); concretamente se evidenció una disminución significativa en la identidad atlética, entre las categorías Sub 16 y Sub 18 (Bonferroni= 0,34; p< 0,05). Pese a que se observa un aumento en las puntuaciones de la identidad atlética, en el primer equipo si se le comprara con las categorías Sub 18 y Sub 20 dichas diferencias no resultan significativas (Ver Figura 2) Para el caso del potencial impacto que la antigüedad en la institución pudiera tener sobre la identidad atlética, se encontró que no existe una influencia estadísticamente significativa (F=1,83;
p=0,13). Resultados similares se encuentran al verificar el efecto de la realización de actividades extra-curriculares (F= 1,41; p= 0,24) y la condición de juego en los equipos respectivos sobre la identidad atlética (F= 3,12; p= 0,05), pese a que existe una leve ventaja del grupo de titulares, sobre los suplentes habituales.
Discusión de Resultados
El objetivo de la presente investigación fue evaluar en qué medida variables psicológicas individuales como la motivación y auto-confianza, y otras de índole institucional como el compromiso afectivo, determinan a la identidad atlética, en una muestra
Figura 2. Gráfico de caja y bigotes de la comparación de las distintas categorías en función de la identidad atlética
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de futbolistas de distintas categorías de la institución deportiva ECSC. Al analizar el comportamiento de la identidad atlética en la muestra de atletas de ECSC, se encuentra que existió un alto grado de identificación con el rol de deportista. Tal condición debe ser analizada con detalle pues sus repercusiones pueden ser tanto positivas, al favorecer elementos ligados al rendimiento (Werthner y Orlick, 1986) como a la longevidad de la práctica deportiva (Fox & Corbin, 1989) y negativa en algunos casos pues las sobre-identificaciones con el rol también existe propician en algunos casos que el deportista incurra en ciertas prácticas disfuncionales (citado en Benton y Steinfeldt, 2011). No obstante, es importante mencionar que tal comportamiento de la identidad atlética, no se da de una manera estable a lo largo de las distintas categorías de ECSC, pues existe una disminución significativa de la identidad atlética entre las categorías Sub 16 y Sub 18. Este resultado, posee cierta similitud con lo encontrado por Griffith y Johnson (s/f), y en parte puede ser explicado por el hecho de que a partir de la categoría Sub 18 la profesionalización se encuentra más cercana, a diferencia de las categorías inferiores a la Sub 16, no obstante esta proximidad no se presenta en forma de certeza, pues son pocos los jugadores que con la edad de 18 años se ven beneficiados de la consolidación profesional; esto pese a la existencia de la llamada “regla del juvenil” existente en el futbol venezolano, que obliga a la participación de jóvenes atletas en torneos de alta importancia como lo son la primera y segunda división profesional y la copa Venezuela en sus respectivos clubes. Tan escasa garantía para la profesionalización, puede ser un factor impulsor de
dos vías de consolidación de la identidad definidas por Marcia (1966) o bien la moratoria, donde el joven mantiene ciertos compromisos como lo puede ser con su práctica futbolística, al tiempo que maneja la posibilidad de evaluar otras oportunidades vocacionales o por el contrario la difusión donde el atleta pierde potencial interés por la práctica deportiva y como consecuencia esto podría derivar en abandono. En cuanto a los determinantes de la identidad atlética, el factor psicológico ¨motivación y auto-confianza¨ se presenta, como la variable de mayor impacto sobre la identidad, dichos resultados concuerdan con lo planteado por Ryska (2002) y Westlund (2012) para el caso de la motivación y de Green y Weinberg (2001) y Horton y Mack (2000) en cuanto a la confianza en sí mismo. Es probable entonces, que la definición estable con ciertos estilos motivacionales y una visión adecuada de las expectativas propias, faciliten aspectos como ventajas físicas sobre el oponente y un bienestar psicológico general, que trae como consecuencia una mayor identificación con el rol deportivo (Westlund, 2012). Por último, en cuanto al compromiso afectivo y a diferencia de ciertos planteamientos sugeridos por Llorens (2012), en la muestra entrevistada se presentan altos niveles de identificación emocional con ECSC. Dicha identificación que ocurre sobre un elemento institucional, predice directa y significativamente a la identidad atlética, resultado que concuerdan con lo encontrado por Horton y Mack (2000) y se asemeja a la visión institucional del club, que busca marcar diferencia con el resto de equipos deportivos en Venezuela.
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Conclusiones
En la presente investigación, se pudo evidenciar que en la muestra de atletas entrevistados en ECSC existen altos niveles de identidad atlética, motivación, confianza en sí mismo y de compromiso afectivo con el club. La identificación con el rol deportivo, no obstante presenta disminuciones significativas en la transición que ocurre entre las categorías Sub 16 y Sub 18. Con respecto a las hipótesis planteadas se observó que a mayor motivación y confianza en sí mismo presenten los jugadores, mayor será la identidad atlética. Ambos factores psicológicos individuales se constituyen como los mayores predictores incluidos en los distintos modelos puestos a prueba. Sin embargo, se evidenció que el estar más comprometido de manera afectiva con el club ECSC repercute en niveles mayores de identificación con las labores y responsabilidades que implica ser un atleta. Es así como los resultados hallados, comprueban que existe una influencia significativa de las variables psicológicas y organizacionales en la estructuración y consolidación del rol deportivo.
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Capacidad restauradora percibida de los ambientes y funcionamiento atencional Zuleyma Santalla-Banderali
RESUMEN En este estudio se evaluó el efecto de la capacidad restauradora de los ambientes sobre el funcionamiento atencional. Para ello se realizaron dos experimentos en los que los sujetos fueron asignados aleatoriamente a ver imágenes de paisajes percibidos como con alta o como con baja capacidad restauradora. Antes y después de la exposición, los participantes del experimento 1 realizaron el Symbol Digit Modalities Test y los del segundo el SART-versión 10. Para ninguna de las tareas se halló una interacción significativa entre el momento de la medida y la capacidad restauradora de los paisajes. Este estudio constituye evidencia adicional en contra de la predicción derivada de la Teoría de la Restauración Atencional, mostrando que el que las personas perciban a determinados ambientes como más restauradores que otros no necesariamente significa que estar expuestos a los mismos provoque una mejoría en el funcionamiento atencional. PALABRAS CLAVE: Teoría de la restauración atencional. Atención dirigida. Restauración percibida
ABSTRACT This study evaluated the effect of restorative environments on the attentional performance capacity. For this purpose were carried out two experiments in which subjects were randomly assigned to see images of landscapes perceived as high or as low restorative capacity. Before and after the exhibition, participants in experiment 1 completed the Symbol Digit Modalities Test and participants in the second completed the SART-version 10. For any of the tasks, we found a significant interaction between the time of measurement and the restorative capacity of landscapes. This study provides additional evidence against the prediction for the Attention Restoration Theory, showing that people perceive certain environments as more restaurateurs than others not necessarily means to be exposed to the same cause in the attentional performance improvement. KEY WORDS: Attention Restoration Theory. Directed Attention. Perceived Restoration
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Analogías del Comportamiento
INTRODUCCIÓN Una de teorías más relevantes para la comprensión de los ambientes que ofrecen a las personas la oportunidad de restaurar los recursos psicológicos y las capacidades que han decaído, o recuperarse de las demandas excesivas, es la teoría de la restauración atencional (ART) de Kaplan y Kaplan (2009) parten de que todas las actividades realizadas por los humanos implican adquirir, almacenar, manejar y recuperar información; procesos que son dirigidos y controlados por el mecanismo atencional. Por ende, el adecuado funcionamiento de este mecanismo es esencial para resolver problemas, inhibir impulsos, manejar situaciones y comportarse de forma apropiada (Berto, 2007; Kaplan, 1995), para responder a un único estímulo o tarea en situaciones en las que existen otros estímulos o tareas (García-Sevilla, 1997), y para realizar varias actividades simultáneamente (Kaplan y Kaplan, 2009). Kaplan y Kaplan razonan que los ambientes contemporáneos plantean altas demandas a la capacidad de los individuos de focalizar y mantener la atención e inhibir la estimulación irrelevante, y con su uso intensivo o prolongado esta habilidad decae, produciéndose fatiga atencional o mental y el consecuente deterioro en los recursos cognitivos requeridos para responder adecuadamente a las demandas diarias y ejecutar correctamente las tareas que requieren de la atención dirigida (Kaplan, 2001; Kaplan, 1995, 2008; Kaplan y Kaplan, 2009). Para Kaplan (1995) y Kaplan y Kaplan (2009), recuperarse de la fatiga mental o atencional requiere estar en una situación en la que el funcionamiento adecuado no implique altas demandas de la atención dirigida (Bagot, 2004; Berto, 2007; Felsten, 2009; Hartig et al., 1996; 2003; Hartig et al., 1997;
Kaplan, 2001), y permita la actuación de la atención involuntaria que implica poco esfuerzo para mantenerla focalizada en la información a ser procesada, es capturada por estímulos o eventos excitantes o inherentemente interesantes (Berman et al., 2008; Kaplan, 2008), y permite que el mecanismo atencional descanse y se recupere (Berman et al., 2008; Berto, 2005; Kaplan, 1995, 2008; Staats et al., 2003). Según la ART, este tipo de atención constituye uno de los factores interrelacionados en las experiencias restauradoras: (a) alejamiento, (b) coherencia, (c) extensión, (d) compatibilidad, y (e) fascinación. El alejamiento alude a la posibilidad física y/o psicológica que brinda el ambiente para que las personas se distancien de las exigencias y aspectos rutinarios de la vida que imponen demandas a la atención dirigida, involucrándose en pensamientos o actividades distintas a las cotidianas (Bagot, 2004; Bratman et al., 2012; Berto, 2005, 2007; Felsten, 2009; Hartig y Staats, 2006; Hartig et al., 1996, 1997, 2003; Kaplan, 1995; Korpela et al., 2001; Staats et al., 2003; van den Berg, Koole, y van der Wulp, 2003; van den Berg et al., 2007). La coherencia tiene que ver con la percepción de que las características del ambiente están relacionadas las unas con las otras formando un todo coherente que puede organizarse fácilmente (Berto, 2005; 2007; Felsten, 2009; Hartig et al., 1996; 1997; Korpela et al., 2001; S. Kaplan, 1995). En cuanto a la extensión, un ambiente posee esta cualidad si es lo suficientemente grande y su contenido es tan rico y estructurado como para no imponer restricciones a los movimientos y ocupar la mente de la persona por períodos largos (Berto, 2005; Herzog et al., 2003; Felsten, 2009), posibilitando el sentimiento de estar inmerso en él (Bratman et al., 2012).
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La compatibilidad se refiere al ajuste entre los propósitos de las personas, las demandas que hacen las condiciones ambientales y los patrones de información disponibles en el ambiente necesarios para realizar las actividades que se desean ejecutar (Bagot, 2004; Bratman et al., 2012; Berto, 2007; Felsten, 2009; Hartig y Staats, 2006; Hartig et al., 1996, 1997, 2003; Herzog et al., 2003; Kaplan, 2001; Kaplan, 1995, 2008; Korpela et al., 2001; Staats et al., 2003; van der Berg et al., 2003, 2007). Finalmente, la fascinación está relacionada con la existencia en el ambiente de contenido novedoso y excitante, y la posibilidad que ofrece de atender sin esfuerzo a lo que sucede en la escena (Berto, 2007; Hartig et al., 1997, 2003; Hartig y Staats, 2006; Herzog et al., 2003; Kaplan, 2001; van der Berg et al., 2003). La ART ha recibido apoyo de investigaciones en las que se ha constatado que estar en presencia de ambientes altamente restauradores favorece la ejecución de tareas que requieren la actuación del mecanismo atencional. Entre estas investigaciones está la de Berto (2005), quien evaluó el rendimiento de tres grupos de estudiantes en el paradigma SART versión-10, antes y después de haber estado expuestos a fotografías de paisajes evaluados previamente como altamente restauradores, fotos de paisajes evaluados como con baja capacidad restauradora, e imágenes de patrones geométricos. Berto (2005) constató que en el postest, el grupo expuesto a los paisajes restauradores tuvo un número de respuestas correctas (RC) significativamente mayor y un tiempo de reacción (TR) significativamente inferior que los otros dos grupos; pero, no hubo diferencias significativas entre ellos ni en la medida de sensibilidad (d’), ni en el número de respuestas incorrectas (RI). Al comparar las medi-
das pretest con las postest para el grupo expuesto a paisajes restauradores y el expuesto a paisajes no restauradores, la autora confirmó que en el que vio los paisajes restauradores hubo un aumento en la medida d’ y en el número de RC, y una disminución en el TR. A diferencia de esto, en los otros dos grupos no hubo un cambio significativo del rendimiento. Adicionalmente, en el 2010, Berto, Baroni, Zainaghi, y Betella realizaron un experimento en el que utilizaron fotos de paisajes naturales y construidos percibidos como muy fascinantes o como con baja fascinación. Después de que los participantes ejecutaron la tarea SART empleada para provocarles fatiga, llevaron a cabo una tarea basada en el paradigma de orientación de la atención de Posner que implica fundamentalmente cambiar el foco atencional e inhibir estímulos distractores cuando la clave de localización es inválida. Los resultados mostraron que en los ensayos inválidos el TR fue inferior cuando aparecía un paisaje con alta fascinación que cuando tenía baja fascinación, con independencia de si era natural o construido. Además, la diferencia en TR entre ensayos válidos e inválidos fue significativa sólo cuando los paisajes tenían alta fascinación. Sin embargo, en lo que respecta a la proporción de RC no hubo diferencias significativas, ni al comparar los ensayos en los que aparecieron paisajes de alta fascinación con aquellos en los que los paisajes eran de baja fascinación, ni al comparar los ensayos en los que había paisajes naturales con aquellos en los que los paisajes eran urbanos. Continuando en esta línea, Berman, Jonides, y Kaplan (2008; exp. 2) usaron una tarea de atención selectiva en la que existen dos condiciones: (a) congruente y (b) incongruente, y que permite evaluar tres aspectos de la atención: (a) alerta, (b)
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orientación y (c) atención ejecutiva. Luego del pretest, los estudiantes fueron asignados a una de dos condiciones: (a) ver fotografías de paisajes naturales o (b) ver fotografías de paisajes urbanos. Berman et al. (2008) hallaron que los estudiantes que vieron los paisajes naturales tuvieron una mejoría del pre al postest en la medida de atención ejecutiva, evidenciada en una disminución de la diferencia entre los TRs en la condición congruente y en la incongruente; mientras que, el rendimiento de los que vieron paisajes urbanos no cambió significativamente. No obstante, no se hallaron cambios significativos ni en la medida de alerta ni en la de orientación. Siguiendo en esta línea, Hartig et al. (2003) usaron como indicadores de la recuperación la ejecución en dos tareas: (a) la tarea de cubo de Necker, que implica mantener focalizada la atención en una de las dos perspectivas que puede adoptar el cubo; y, (b) una tarea de búsqueda visual de letras objetivo que aparecen entre otras distractoras. Luego del pretest, y con la finalidad de generar en los sujetos diferentes estados iniciales de fatiga atencional, a la mitad se le pidió que realizase dos tareas, mientras que la otra mitad no realizó estas tareas preliminares. Seguidamente, la mitad de los sujetos de cada uno de los grupos con y sin tarea estuvo en una habitación con vistas a un paisaje con árboles y luego caminó por un ambiente natural, mientras que la otra mitad estuvo en una habitación sin vistas al exterior y posteriormente caminó por un ambiente urbano. Los resultados de estos autores evidenciaron que en la tarea de cubo de Necker, las personas que caminaron por el ambiente urbano mostraron un incremento en la cantidad de inversiones, lo cual indica que experimentaron una mayor fatiga aten-
cional luego de la caminata; mientras que, quienes pasearon por el ambiente natural mostraron un descenso en esta variable. Sin embargo, no hubo diferencias significativas entre las dos condiciones en el rendimiento en la tarea de búsqueda visual. Trabajando con personas ancianas, Ottosson y Grahn (2005) evaluaron el funcionamiento atencional empleando: (a) la tarea de cubo de Necker y (b) el Symbol Digit Modalitie Test (SDMT). Ottosson y Grahn (2005) hallaron que el rendimiento en ambas tareas mejoró en un alto porcentaje de las personas luego de que habían descansado en el jardín de la residencia en la que vivían; mientras que, después del descanso en una habitación en el interior de la residencia, más del 45% de los participantes sufrió un decremento del rendimiento. Aun cuando los resultados previos evidencian los efectos beneficiosos de la exposición a ambientes teóricamente restauradores sobre la ejecución de diversas tareas atencionales, no en todos los casos se ha encontrado dicho efecto benéfico. Así, Lohr, Pearson-Mims, y Goodwin (1996) evaluaron el impacto de la presencia de plantas en el interior de ambientes laborales sobre el rendimiento en una tarea de tiempo de reacción que implicaba búsqueda visual para la identificación de formas de distintos tamaños. Uno de los grupos trabajó en una habitación con plantas, mientras que el otro lo hizo en la misma habitación sin plantas. Lohr et al. (1996) encontraron que la presencia de plantas no afectó significativamente ni al número de errores cometidos, ni al TR. Así mismo, Laumann, Gärling, y Morten-Stormark (2003), empleando una tarea de orientación atencional similar a la usada por Berman et al. (2008) tampoco encontraron evidencia a favor de las hipótesis derivadas de la ART, al trabajar con es-
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tudiantes previamente fatigadas por la realización de una tarea, la mitad que vio un video de un ambiente natural y la otra mitad uno de un ambiente urbano. Concretamente, estos autores hallaron que luego de la observación de los videos, en el grupo expuesto al de paisajes naturales desapareció el efecto de interferencia (un TR mayor para los ensayos incongruentes que para los congruentes), mientras que en el expuesto al de paisajes urbanos se mantuvo dicho efecto. En principio, estos resultados podrían interpretarse como indicadores de una mejor ejecución por parte de las personas expuestas a ambientes naturales; no obstante, Laumann et al. (2003) explican que esta interpretación es incorrecta, primero porque en ambos grupos hubo una reducción de la magnitud de la interferencia y un aumento de la magnitud de la facilitación provocada por la presentación de una clave de localización válida. Y segundo porque el TR en los ensayos incongruentes no difirió al comparar ambas condiciones experimentales; y, en los ensayos congruentes, el TR del grupo que vio el video natural fue significativamente superior al del grupo que vio el urbano. Finalmente, Bratman et al. (2015) realizaron un experimento con jóvenes que caminaron por un ambiente natural o por uno urbano, evaluando la atención ejecutiva con una tarea similar a la usada por Berman et al. (2008). Los autores hallaron que la magnitud del cambio en el rendimiento de los sujetos del pretest al postest no difirió significativamente en función de si los participantes habían caminado por el ambiente natural o por el urbano. Lo anteriormente expuesto evidencia la existencia de resultados inconsistentes en cuanto a la predicciones fundamentales de la ART, lo cual hace patente la necesidad de continuar con las investiga-
ciones sobre este tema. Por ello, el presente estudio tuvo como finalidad evaluar si, como puede predecirse a partir de los planteamientos de la ART, estar en presencia de ambientes que las personas consideran que poseen mayor capacidad restauradora repercute en una mejora de la ejecución de tareas atencionales. Para contrastar esta hipótesis se realizaron dos experimentos. En el primero se empleó el SMDT y en el segundo se utilizó el Paradigma SART versión-10.
Método
Participantes
En el primer experimento participaron 32 estudiantes de pregrado de las carreras anuales de la Universidad Católica Andrés Bello (17 mujeres y 15 hombres), y en el segundo participaron 66 estudiantes de pregrado de la misma Universidad (32 hombres y 34 mujeres). Todos los sujetos participaron voluntariamente, tenían visión normal o corregida a la normal y residían en el área Metropolitana de Caracas-Venezuela. Los sujetos fueron seleccionados incidentalmente de modo que teóricamente podían experimentar una alta fatiga mental pues participaron en los experimentos ya avanzado el año académico y asistieron a la sesión experimental por la tarde luego de haber tenido clases. Sin embargo, los resultados no permitieron catalogar a estos grupos como de alta fatiga mental, pues para el grupo del primer experimento se halló una media en esta variable de 24.75 (SD = 7.36), mostrando una asimetría positiva (Asimetría = 0.301); y para los participantes del segundo se obtuvo una media de 23.50 (SD = 5.48), mostrando también una asimetría positiva (Asimetría = 0.325), indicativa de que las puntuaciones de ambos grupos tendieron a agruparse hacia los valores bajos de la variable.
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Diseño y procedimiento
En ambos experimentos se empleó un diseño experimental pretest-postest de grupos independientes. La sesión experimental inició pidiéndole a los sujetos que cumplimentasen una Escala de Fatiga Mental, que se empleó con objeto de chequear el grado de fatiga inicial de los estudiantes y verificar que no hubiese diferencias significativas entre el grupo expuesto a paisajes de alta capacidad restauradora (ACR) y el que presenció los de baja capacidad restauradora (BCR). Después de esto, los estudiantes del primer experimento realizaron el SDMT-Forma A; y, los del segundo llevaron a cabo una serie de 20 ensayos de práctica en el SART para luego realizar los 240 ensayos definitivos. Luego, la mitad de los sujetos del experimento 1 fue expuesta a la condición de paisajes con ACR y la otra mitad a la de paisajes con BCR, siendo asignados a las condiciones de forma aleatoria. En el caso del experimento 2, 31 sujetos quedaron asignados aleatoriamente a la condición de paisajes con BCR y 35 a la de paisajes con ACR. Una vez los estudiantes terminaron de ver las imágenes, los del experimento 1 realizaron el SDMT-Forma B, y los del experimento 2 el SART. En ambos experimentos, las imágenes utilizadas en la condición de ACR fueron seleccionadas sobre la base de los resultados obtenidos en experimentos realizados previamente por la autora. De esta forma, en la condición de ACR se usaron 23 imágenes de paisajes naturales y mixtos para los que se obtuvo una media ≥ a 6.5 en la Escala de Capacidad Restauradora Percibida de Peron, Berto, y Purcell (2002), y en la de BCR se emplearon 23 imágenes de paisajes urbanos para los que se obtuvo una media en la misma Escala ≤ a 4.5 (Ver Figura 1).
En ambas condiciones el orden de presentación de las imágenes se determinó aleatoriamente y dicho orden se mantuvo constante para todos los sujetos. Todas las imágenes se presentaron en sus colores originales con un tiempo de exposición de 15 segundos, de forma que el tiempo total de exposición fue de cinco minutos con 75 segundos, y se proyectaron en una pared blanca empleando el programa Power Point®. Todos los estudiantes realizaron las tareas y fueron expuestos a las imágenes en condiciones de silencio, con el aire acondicionado del laboratorio encendido, ejecutaron las tareas con las luces encendidas y vieron los paisajes con las luces apagadas.
Medida de la Fatiga Mental
La Escala de Fatiga Mental estuvo conformada por los mismos ítems usados por Staats et al. (2003), Staats y Hartig (2004) y Hartig y Staats (2006) para chequear la manipulación que realizaron de la fatiga mental. En los primeros cinco ítems se pedía a los estudiantes que indicaran en una escala de 5 puntos en qué medida se sentían irritados, cansados, agotados, mentalmente exhaustos y estresados. En los otros cuatro se les solicitaba que indicaran hasta qué punto serían capaces de hacer una serie de actividades, utilizando una escala de 5 puntos. Los ítems se puntuaron de forma que un mayor puntaje total fuese indicativo de mayor fatiga mental, siendo así el rango de variabilidad de 9 a 45. En cuanto a la confiabilidad de esta Escala, Staats et al. (2003) hallaron un coeficiente Alpha de Cronbach para la escala completa de 0.97, y Staats y Hartig (2004) de 0.98. Una alta consistencia interna también fue corroborada por Hartig y Staats (2006) tanto para la parte de la escala referida a lo afectivo (α= 0.80), como para la conductual (α= 0.84).
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Medidas Atencionales
Symbol Digit Modalitie Test Para esta tarea que implica velocidad de procesamiento, búsqueda visual y cambios en el foco atencional, se desarrollaron dos pruebas paralelas a partir de la descripción dada por Ottosson y Grahn
(2005), una que se empleó en el pretest y la otra en el postest. En ambas se presentaba una clave en la que a cada uno de nueve símbolos le correspondía un dígito del 1 al 9. Debajo de la clave aparecían ocho tablas en las que en la fila superior se presentaban 15 símbolos ordenados aleatoriamente, mientras que
Figura 1. Ejemplos de las imágenes de paisajes de alta capacidad restauradora (a) y baja capacidad restauradora (b) usadas en el estudio.
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la fila inferior estaba vacía. En cada uno de los espacios de la fila inferior, los estudiantes debían escribir el dígito que correspondiese al símbolo según la clave (Ver Figura 2). Los sujetos dispusieron de un tiempo de 90 segundos para completar tantos dígitos como pudiesen, contabilizándose el número total de RC, de forma que el rango de variabilidad fue de 0 a 120.
Paradigma SART-Versión 10 Esta prueba mide atención sostenida a través de la capacidad de los individuos para inhibir sus respuestas en los momentos críticos, pues deben dejar de emitir una respuesta que se ha automatizado cuando aparece un estímulo objetivo que tiene baja frecuencia y aparece de forma impredecible (Manly, 2009), y fue diseñada por la autora a partir de las descripciones realizadas por Berto (2005) y Manly (2009). En esta tarea se presentaba a los individuos dígitos repetitivos y que aparecían en una secuencia aleatoria establecida para cada uno de los sujetos, ante los cuales las personas debían responder presionando la barra espaciadora del teclado de una computadora, excepto cuando apareciera el número 3 definido como el objetivo. Se empleó un total de 240 dígitos, cada uno expuesto durante 250 ms, con un intervalo entre dígitos de 1125 ms (Ver Figura 3). El estímulo objetivo aparecía sólo en el 10% de los ensayos. Para cada uno de los 240 ensayos se registró: (a) el TR en ms, medido desde que aparecía el dígito hasta que el sujeto presionaba la barra; (b) si la respuesta era correcta (el sujeto presionaba la barra ante un dígito distinto al 3, o no la presionaba cuando el dígito era el 3); (c) si la respuesta era incorrecta (el sujeto no presionaba la barra ante un dígito distinto al 3, o la presionaba ante el 3).
Con estos datos se calculó el índice A’ que es un análogo no paramétrico del índice d’. Así, A’ es una medida de la sensibilidad o precisión del observador al detectar el estímulo objetivo (Blanco y Soto, 2001; Redondo y Fernández-Rey, 2010), y sus valores pueden ir de 0 a 1, donde 1 representa una discriminación señal/ruido perfecta y 0.5 refleja rendimiento por azar (Redondo y Fernández-Rey, 2010). Su cálculo se realizó mediante la siguiente fórmula tomada de Redondo y Fernández-Rey (2010): A’ = 0.5 + [(h-fa)(1+h-fa)]/[4h(1-fa)] donde: h es la proporción de ensayos en los que la persona no presionó la barra al presentarse un 3 (aciertos); y fa es la proporción de ensayos en los que la persona no presionó la barra ante un dígito distinto al 3 (falsas alarmas). Cada estudiante realizó esta tarea en una computadora marca IBM, con tarjeta SVGA a color, y con procesador Pentium 4. Todos los dígitos eran de color negro y se presentaron sobre un fondo blanco. Los participantes estuvieron ubicados a una distancia aproximada de 50 cm del monitor de la computadora.
Resultados
En ambos experimentos, los ANOVAs realizados para verificar que no hubiese diferencias significativas en el grado de fatiga mental del grupo expuesto a paisajes de ACR y el expuesto a paisajes de BCR evidenciaron que esta variable quedó adecuadamente controlada pues las diferencias no fueron estadísticamente significativas (Experimento 1: F[1,30] = 0.144; p = 0.707. M: ACR = 24.25; BCR = 25.25. Experimento 2: F[1,64] = 0.795; p = 0.376. M: ACR = 22.60. BCR = 23.81). Los datos relativos al rendimiento en cada
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Figura 2. Ejemplo del SDMT usado en el experimento 1.
una de las tareas fueron analizados realizándose un ANOVA factorial mixto 2 x 2 en el que la variable intra-sujeto fue el momento de la medida (pre y postest) y la variable entre-sujetos fue la capacidad restauradora de los paisajes (ACR y BCR). En el caso del SART, antes de realizar los análisis, para cada sujeto se eliminaron los ensayos en los que se registró un TR ≤ a 100 ms en el pretest o en el postest, debido a que TRs tan bajos ocurrían por un registro inadecuado o porque la persona respondía a la post-imagen de un dígito, quedando registrada su respuesta como si hubiese sido dada al dígito siguiente. En ningún caso el número de ensayos eliminados fue superior al 10% del total de ensayos.
Para esta tarea se realizaron ANOVAs para: (a) el índice A’, (b) la proporción de aciertos, (c) la proporción de RC a los estímulos no objetivo, (d) el TR para las RC a los estímulos no objetivo, y (e) el TR para los errores por comisión (EC). En el caso de las RC a los estímulos no objetivo, no se presentan los resultados obtenidos pues los participantes respondieron correctamente al 99.3% de los dígitos distintos al 3, lo cual no deja cabida a la variabilidad y, en consecuencia, ninguno de los efectos ni los contrastes pueden arrojar diferencias significativas. En ambos experimentos, la determinación de si la capacidad restauradora de los paisajes provoca
Figura 3. Representación de la tarea SART-Versión 10 usada en el experimento 2.
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cambios diferenciales en la ejecución de los individuos requiere centrarse en el análisis de la interacción entre el momento de la medida y la capacidad restauradora de los paisajes. No obstante, también se reporta lo hallado en cuanto a los efectos principales de ambas variables, aun cuando su interpretación no es crítica en la puesta a prueba de la hipótesis de investigación.
perior en el pretest que en el postest (t = 3.437; p = 0.004). No obstante, considerando la diferencia bruta pretest-postest, los resultados evidenciaron que el deterioro de los sujetos expuestos a los paisajes de BCR no fue significativamente distinto de lo obtenido por aquellos expuestos a los paisajes de ACR (F[1,30] = 1.807; p = 0.189. M: BCR = 8.25; SD = 9.60. ACR = 3.75; SD = 9.33).
Symbol Digit Modalities Test
Paradigma SART-Versión 10
Los resultados mostraron que la ejecución en el SDMT no difirió significativamente dependiendo de la capacidad restauradora de los paisajes (F[1,30] = 2.266; p = 0.143. M: BCR = 57.06; ACR = 50.50); pero sí en función del momento de la medida (F[1,30] = 12.85; p = 0.001), hallándose un rendimiento significativamente superior en el pretest que en el postest (M: Pretest = 56.78; Postest = 50.78). El momento de la medida explicó el 30% de la varianza de la variable dependiente, con un poder observado de 0.934. La interacción entre la capacidad restauradora de los paisajes y el momento de la medida no fue significativa (F[1,30] = 1.807; p = 0.189). En este sentido, los contrastes de medias mostraron que, antes de la aplicación del tratamiento, ambos grupos eran equivalentes en cuanto a su rendimiento en la tarea (t = 1.647; p = 0.111. M: BCR = 61.19; SD = 12.89. ACR = 52.38; SD = 17.18.). Por otra parte, en el postest tampoco hubo diferencias significativas entre las condiciones de ACR y BCR (t = 1.121; p = 0.271. M: BCR = 52.24; SD = 10.97. ACR = 48.63; SD = 11.08). Por último, comparando las medidas pretest y postest, se halló que en el grupo expuesto a paisajes con ACR el rendimiento no varió significativamente (t = 1.607; p = 0.129); pero, en el expuesto a paisajes con BCR, el rendimiento fue significativamente su-
La capacidad restauradora de los paisajes no tuvo un efecto principal significativo sobre ninguna de las cuatro medidas del rendimiento en esta tarea (A’: F[1,64] = 1.025; p = 0.315. M: ACR = 0.89. BCR = 0.88. Proporción de aciertos: F[1,64] = 1.248; p = 0.268. M: ACR = 0.60. BCR = 0.55. TR de las RC a los estímulos no objetivo: F[1,64] = 0.304; p = 0.583. M: ACR = 332.70. BCR = 326.56. TR de las RI al estímulo objetivo: F[1,64] = 0.800; p = 0.374. M: ACR = 346.79. BCR = 320.91). La ejecución de los sujetos tampoco se vio afectada por el momento de la medida en ninguno de los casos (A’: F[1,64] = 1.820; p = 0.182. M: Pretest = 0.88. Postest = 0.89. Proporción de aciertos: F[1,64] = 2.476; p = 0.121. M: Pretest = 0.56. Postest = 0.59. TR de las RC a los estímulos no objetivo: F[1,64] = 2.394; p = 0.127. M: Pretest = 333.46. Postest = 325.80. TR de las RI al estímulo objetivo: F[1,64] = 0.759; p = 0.387. M: Pretest = 328.76. Postest = 338.94); En lo que respecta a la interacción entre la capacidad restauradora de los paisajes y el momento de la medida, la misma no fue estadísticamente significativa en ninguna de las medidas (A’: F[1,64] = 0.497; p = 0.483. Proporción de aciertos: F[1,64] = 0.595; p = 0.443. TR de las RC a los estímulos no
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objetivo: F[1,64] = 0.021; p = 0.884. TR de las RI al estímulo objetivo: F[1,64] = 0.330; p = 0.568). En relación con esta interacción (Ver Tabla 1) se halló que, en todos los casos, los grupos eran equivalentes antes de la aplicación de los tratamientos (A’: t = 0.652; p = 0.517. Proporción de aciertos: t = 0.746; p = 0.458. TR de las RC a los estímulos no objetivo: t = 0.578; p = 0.565. TR de las RI al estímulo objetivo: t = 1.167; p = 0.247). Luego de la exposición a los paisajes no hubo diferencias significativas entre quienes vieron los de ACR y aquellos que vieron los de BCR (A’: t = 1.161; p = 0.250. Proporción de aciertos: t = 1.266; p = 0.210. TR de las RC a los estímulos no objetivo: t = 0.434; p = 0.666. TR de las RI al estímulo objetivo: t = 0.541; p = 0.591). Finalmente, comparando el pretest con el postest se observó que ni en el grupo sometido a la condición de ACR ni en el expuesto a la de BCR, hubo una diferencia significativa ni en la precisión al detectar el estímulo objetivo (ACR: t = -1.434; p = 0.161. BCR: t = -0.467; p = 0.644), ni en la proporción de aciertos (ACR: t = -1.684; p = 0.101. BCR: t = -0.561; p = 0.579), ni en el TR promedio para las RC a los dígitos distintos al 3 (ACR: t = 1.048; p = 0.302. BCR: t = 1.289; p = 0.207), ni en el TR cuando los sujetos presionaban la barra espaciadora ante el dígito 3 (ACR: t = -0.259; p = 0.798. BCR: t = -0.864; p = 0.395).
Discusión y conclusiones
Los resultados del presente estudio constituyen evidencia adicional en contra de la predicción derivada de la ART, pues muestran que el hecho que los individuos perciban que determinados ambientes favorecen la recuperación de la fatiga
atencional en mayor medida que otros, no necesariamente significa que estar expuestos a dichos ambientes redunde en un rendimiento superior en tareas atencionales. En este sentido, los resultados del segundo experimento discrepan de lo reportado por Berto (2005), quien trabajando con estudiantes universitarios italianos, con la misma tarea de atención sostenida que se usó en el presente trabajo y un tiempo de exposición a fotografías de paisajes más y menos restauradores similar, concluyó que la exposición a paisajes con ACR provoca una mejoría significativa del rendimiento. A diferencia de esto, nuestros resultados mostraron que la capacidad restauradora de los paisajes no afectó significativamente la ejecución en el SART-Versión 10, ni cuando se empleó el índice A’, ni cuando se consideró la proporción de aciertos, el tiempo para responder correctamente a los estímulos no objetivo o el tiempo requerido para responder incorrectamente al estímulo objetivo. En este caso, una diferencia entre ambos estudios es que en el presente se empleó como indicador de la sensibilidad del observador el índice A’, en lugar del índice d’. En este sentido, Blanco y Soto (2001) observaron que los tamaños de los efectos obtenidos cuando se empleaba el índice d’ eran mayores a los hallados cuando se usaba A’, concluyendo que “la probabilidad de obtener resultados significativos…es mayor cuando el investigador toma d’ como medida del rendimiento que cuando toma A’” (p. 201). Frente a esto, Blanco y Soto (2001) recomiendan usar del índice A’ porque éste está libre de supuestos acerca de las distribuciones y no requiere que se realicen los análisis ROC previos necesarios cuando se emplea el índice d’. Por otra parte, Berto (2005) analizó no la
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Analogías del Comportamiento
Tabla 1. Medias y Desviaciones Típicas (entre paréntesis) Obtenidas en las Medidas de Rendimiento en el Paradigma SART-Versión 10
proporción de aciertos y de respuestas incorrectas, sino la cantidad; lo cual llama la atención pues la cantidad de ensayos válidos puede variar de un individuo a otro y en un mismo individuo de una medida a otra, por lo que el número de RC o de RI obtenido en distintos momentos o condiciones no son directamente comparables. En cuanto al rendimiento en el SDMT, los resultados del primer experimento, si bien mostraron un aparente efecto dañino de la exposición a los paisajes de BCR al comparar el pretest con el postest, también evidenciaron que la magnitud de dicho deterioro no fue significativamente distinta a la encontrada para el grupo de estudiantes expuestos a los paisajes de ACR. Resultados los cuales son inconsistentes con los reportados por Ottosson y Grahn (2005). Aquí es necesario considerar que Ottosson y Grahn (2005) evaluaron a 15 personas con una edad promedio de 86 años que “necesitaban considerable cuidado y atención” (p. 25), sin especificar las condiciones de salud de sus participantes y a qué se re-
fieren cuando indican que estas personas requerían considerable asistencia y cuidado. Claramente esta es una muestra muy distinta a la empleada en este estudio, tanto en lo que respecta a la cantidad, como a la etapa del ciclo vital en el que se encontraban los sujetos. En el presente estudio, la muestra del primer experimento estuvo conformada por estudiantes universitarios jóvenes que en principio no tenían ninguna dificultad de índole cognitivo, y hay que considerar que, de acuerdo con Smith (citado en Koh et al., 2011), los puntajes obtenidos en este test por personas sanas muestran una alta estabilidad temporal. Por otra parte, es necesario recordar que las conclusiones de Ottosson y Grahn (2005) están fundamentadas solamente en las diferencias encontradas al comparar el porcentaje de personas que mostraron una mejoría o un empeoramiento en su ejecución cuando descansaron en los dos tipos de ambientes. Más allá de estas comparaciones con dos estudios en los que se usaron las mismas tareas que en el presente, nuestros resultados también difieren de
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los reportados por Berto et al. (2010), quienes hallaron que los cambios del foco atencional requeridos en los ensayos inválidos eran menos costosos cuando las fotos eran de paisajes muy fascinantes. Así mismo, discrepan de lo hallado por Hartig et al. (2003) y Ottosson y Grahn (2005) al emplear la tarea de Cubo de Necker. Finalmente, nuestros resultados no son cónsonos con lo encontrado por Berman et al. (2008; exp. 2) quienes, trabajando con estudiantes universitarios norteamericanos, reportaron un efecto benéfico de la exposición a fotos de paisajes naturales en la medida de atención ejecutiva. Sin embargo, nuestros resultados sí son consistentes con los obtenidos por autores como Bratman et al. (2015) y Laumann et al. (2003), los primeros empleando una muestra de adultos jóvenes norteamericanos y videos de ambientes naturales y urbanos, y los segundos usando mujeres estudiantes universitarias y exposición real a ambientes naturales y urbanos. En estas dos investigaciones sus autores no hallaron evidencia que permitiese apoyar las predicciones de la ART, aun cuando utilizaron una tarea muy similar a la usada por Berman et al. (2008; exp. 2). Así mismo, son cónsonos con los hallados por Lohr et al. (1996), quienes no confirmaron un efecto significativo de trabajar en un ambiente con o sin plantas sobre el tiempo requerido en una tarea de identificación de formas. Adicionalmente es importante recordar que la evidencia a favor de los postulados de la ART no se ha confirmado en todas las medidas de rendimiento atencional posibles. Por ejemplo, Berto et al. (2010) no hallaron un efecto diferencial del grado de fascinación de los ambientes sobre la cantidad de RC dadas en una tarea basada en el Paradigma de Posner; Berman et al. (2008; exp. 2) no encontraron diferencias
significativas en las medidas de alerta y orientación en función de si los sujetos habían estado expuestos a fotos de paisajes naturales o urbanos; y, Hartig et al. (2003) no confirmaron un efecto benéfico de caminar por un paisaje natural sobre el rendimiento en una tarea de búsqueda visual de letras. Un aspecto en el que difieren los estudios realizados con objeto de evaluar la incidencia de distintos tipos de ambiente sobre el funcionamiento cognitivo de las personas es el grado de fatiga mental previa de los individuos. Relacionado con este punto, autores como Staats et al. (2003) y Staats & Hartig (2004) han hallado que, si bien la actitud hacia caminar por un ambiente natural es más favorable que la actitud hacia caminar por uno urbano, y que hay una preferencia por los ambientes naturales versus los urbanos, la magnitud de las diferencias entre estos dos tipos de ambientes es mayor cuando las personas presentan un alto grado de fatiga mental. Y Hartig y Staats (2006) encontraron que, si bien los estudiantes consideraban que la probabilidad de recuperarse de la fatiga y de reflexionar era mayor al caminar por un ambiente natural que al hacerlo por uno urbano, la magnitud de la diferencia era mayor en la condición de alta fatiga mental. De acuerdo con la ART, el adecuado funcionamiento de las personas que residen en un ambiente altamente urbanizado implica el permanente procesamiento de información que no es inherentemente interesante y que se presenta entre una variedad de estímulos distractores; razón por la cual, estas condiciones plantean altas demandas a la atención dirigida, provocando fatiga mental y sus consecuentes efectos perjudiciales. No obstante, esto no significa que todas las personas experimenten los mismos niveles de fatiga mental y tengan la misma necesidad de recuperar-
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se de dicha fatiga. En consecuencia, podría suponerse que la magnitud del efecto de la exposición a escenas de ambientes que difieren en su capacidad restauradora percibida diferirá en función del grado de fatiga mental que presenten los individuos y, por ende, de en qué medida requieren o no recuperarse; y que diferencias en esta variable podrían ser la razón de la discrepancia en los resultados reportados en las distintas investigaciones. Sin embargo, un análisis detallado de lo realizado en los estudios reseñados no parece soportar la conclusión anterior. En este sentido, en las investigaciones de Berto et al. (2010) y Laumann et al. (2003) se trabajó con estudiantes universitarios fatigados mentalmente por la realización de una tarea inicial; pero, en el caso de los primeros autores se halló evidencia a favor de los postulados de la ART, mientras que los segundos no pudieron atribuir los cambios en la interferencia causada por una clave de localización invalida al tipo de video al que fueron expuestas las participantes, lo cual incluso discrepa de lo hallado por Berman et al. (2008; exp. 2) quienes trabajaron con una tarea similar y con estudiantes universitarios no fatigados previamente. Por otra parte, en la investigación de Hartig et al. (2003) participaron tanto estudiantes universitarios previamente fatigados por la realización de una tarea, como estudiantes que no habían realizado dicha tarea, y los autores constataron que los resultados obtenidos no dependían del grado de fatiga mental previo de los sujetos. Resultados consistentes con los anteriores fueron hallados por la autora en un experimento previo que realizó con una muestra de 78 estudiantes universitarios venezolanos que diferían en el grado de fatiga mental, según las puntuaciones que obtuvieron
en la misma Escala de Fatiga Mental usada en el presente estudio, y en el que se empleó el SDMT para evaluar el funcionamiento atencional, y condiciones experimentales muy similares a las usadas en el presente estudio. Específicamente, en ese experimento se encontró que la interacción entre capacidad restauradora de los paisajes y momento de la medida no resultó estadísticamente significativa, ni para el grupo con baja fatiga mental (F[1,37] = 1.939; p = 0.172), ni para el grupo con alta fatiga mental (F[1,37] = 0.028; p = 0.869). De hecho, comparando las medidas pretest-postest, se halló que tanto en el grupo expuesto a los paisajes de ACR como en el expuesto a los de BCR hubo una mejoría significativa del rendimiento con independencia de la fatiga mental; y, considerando como variable dependiente la diferencia bruta postest-pretest, los resultados evidenciaron que la ganancia de quienes fueron expuestos a los paisajes de ACR no fue significativamente distinta de la obtenida por aquellos en la condición de BCR, ni en el grupo con baja fatiga, ni en el con alta fatiga. De esta forma, puede concluirse que no existe evidencia sólida que respalde la hipótesis derivada de la ART en cuanto a que la exposición a ambientes percibidos como altamente restauradores provoque una mejoría significativa en el funcionamiento del mecanismo atencional, redundando en un mejor rendimiento en tareas que requieren dicho mecanismo. Y que la discrepancia entre los resultados no parece estar sistemáticamente asociada a aspectos metodológicos como si la exposición a los ambientes es real o simulada, el tipo de tarea atencional concreta que se emplee, el tiempo de exposición a los ambientes, o características de los individuos como su grado de fatiga mental previa.
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Percepción de riesgo al realizar turismo en Venezuela Carlos Alberto Ortiz Mora
RESUMEN La investigación buscó describir la percepción de riesgo de realizar turismo o de hacer uso de servicios turísticos en Venezuela por parte de una muestra de residentes de la ciudad de Caracas, tomada de forma no probabilística y conformada por 416 sujetos que eran parte de la bases de datos de 4 empresas operadoras turísticas, a quienes se les aplicó una adaptación de la subescala de percepción de riesgo tomada de la escala multidimensional para medir el valor percibido de una experiencia de servicio (Gallarza y Gil, 2006). Se realizó un análisis estadístico a fin determinar la existencia de diferencias significativas entre ambos géneros, por grupos de edades y por dos condiciones de inclusión a la muestra. Los resultados se discuten sobre la base de evidencia teórica, y la clasificación de riesgo propuesta por Dolnicar (2005). PALABRAS CLAVE: percepción de riesgo, clasificación de riesgo, turismo, residentes de Caracas
ABSTRACT The study sought to describe the perceived risk of making tourism or use tourism services in Venezuela by a sample of residents of the city of Caracas, taken from probabilistic shape and consists of 416 subjects who were part of the base 4 data tourist operators, who were given an adaptation of risk perception subscale taken of the multidimensional scale to measure the perceived value of a service experience (Gallarza and Gil, 2006). A statistical analysis to determine the existence of significant differences between genders, age groups and two conditions for inclusion in the sample was performed. The results are discussed on the basis of theoretical evidence, and the risk classification proposed by Dolnicar (2005). KEY WORDS: risk perceived, risk classification, tourism, Caracas residents
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INTRODUCCIÓN En Venezuela, tal como ocurre en muchos otros países, la opción del turismo como factor recreativo, se ha incrementado de manera importante, sin embargo, existen algunas discrepancias con respecto a las cifras oficiales publicadas por Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y otros entes no gubernamentales con relación a la cantidad de turista que realizan turismo interno o doméstico, en donde las cifras del INE (2014) indican valores mucho más altos que las otras mediciones, en las que la reducción de usuarios de servicios turísticos internos se hace patente, coincidiendo en algunos momentos con eventos puntuales de relacionados con la inseguridad tal como fue el caso de la ex miss Venezuela asesinada mientras realizaba un viaje dentro de nuestras fronteras. El turismo es una actividad que entre otras cosas busca satisfacer los deseos de las personas de vivir momentos diferentes a los cotidianos y en los que puedan buscar experiencias en las cuales puedan participar (Marques y otros, 2012). En la búsqueda de satisfacer estos deseos los turistas pueden correr riesgos, dando las bases para lo que en la actualidad se conceptualiza como el riesgo turístico (Amorin y otros, 2012). Tal como lo plantea Rodrigues (2011), al escoger realizar un viaje el turista se enfrenta a una serie de conflictos que tienen, en uno de sus ejes el placer y en el otro la amenaza de lo desconocido, en este sentido la percepción de riesgo resulta importante como factor que influye en la selección de servicios turísticos. La idea de riesgo está concebida como una cognición de las probabilidades de sufrir daños parciales o totales, o de experimentar consecuencias negativas inesperadas (Korstanje, 2009). El turista
puede percibirse como vulnerable al crimen, ataques terroristas, así como de otros elementos que dependen de la industria turística y el destino seleccionado (Korstanje, 2013). En la actualidad y debido a los marcados cambios ocurridos en la sociedad el comportamiento del consumidor en el área del turismo podrá ser afectado por el grado de riesgo percibido que tenga el turista, por lo que su interpretación de sus relaciones de compras se haga de manera diferente a como ocurría en el pasado (Gomes y otros, 2012). Korstanje (2013) señala que la adopción de la tesis del riesgo en la investigación turística es reciente la cual se ha hecho siguiendo la pauta de los estudios del mantenimiento del riesgo, que podría estar relacionado a una mala experiencia o a una deprivación psicológica antes, durante y/o después del viaje turístico. Dolnicar (2005) plantea que los riesgos pueden clasificarse en función a su naturaleza, a saber en riesgo financiero, social, psicológico, corporal o físico, funcional, de demoras, situacional turístico real o percibido y terrorismo. Por su vulnerabilidad, los turistas están en un ambiente poco familiar lo que los hace fáciles de correr riesgos. En el caso de Venezuela, en el área de la seguridad, es considerado como uno de los tres países con peor percepción de seguridad según el informe de desarrollo humano que en el 2013 fue presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Ciudad de México. Esta percepción que además se traduce en la peor para los países de la región tiene una incidencia directa en la percepción de riesgo turístico planteado por Dolnicar (2005), realizó un estudio que le llevó a concluir que el riesgo turístico se ha convertido en una inquietud para todos aquellos que forman parte de la vida tu-
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rística incluyendo al turista. Por otra parte, Amorin y otros (2012), afirman que la seguridad percibida y su relación con los riesgos empiezan a variar según los periodos que se reflejen en los distintos entes gubernamentales, planteando que la calidad de vida y la ecología son construcciones homologables y complementarias para los sujetos de la muestra. Aunado a esto ambas simbolizan una preocupación y afectan orgánicamente la geografía cognitiva en la mente de habitantes y turistas, sin embargo el concepto de riesgo o seguridad tiende a fijar aquello que la interacción descentraliza, así que una mala imagen de la seguridad acarrea como en estos casos, desasosiegos patentes y verídicos sobre el futuro de una ciudad como destino turístico. Rodrigues (2011), indica que los riesgos no dependen solo de la información que se difunda de un sitio, o lugar de interés turístico, sino que está también se refleja dependiendo de las características individuales que cada quien posea. Señala la importancia de analizar los riesgos percibidos en los turistas que poseen de alguna manera una discapacidad física cuyo objetivo se basa en determinar los elementos generadores de riesgo percibido entre esos turistas, los que se ven reflejados en la adaptación de servicios y equipamientos turísticos, tipo de discapacidad física del turista, estructura urbana de la localidad, servicios ofrecidos a las personas con discapacidad física y uso de beneficios reservados a los discapacitados.
Turismo
Quesada (2010) nos indica que Inglaterra fue el primer país en atribuirle un concepto preciso al turismo dándolo a conocer en 1811 como la teo-
ría y la práctica del viaje de placer, años más tarde en Alemania en el año 1920 en una escuela berlinesa unos estudiantes de turismo deciden ampliar su concepción dándolo a conocer como movimiento de personas que abandonan temporalmente el lugar de su residencia permanente por cualquier motivo relacionado con el espíritu, su cuerpo o su profesión. (Cox, 1967). Desde otro punto de vista, Holloway (1994) nos indica que en el año 1976 en un Instituto de Turismo en Gran Bretaña modifican el concepto de turismo dejándolo como un desplazamiento temporal, a corto plazo, de las personas hacia destinos fuera de sus lugares de residencia y trabajo, así como las actividades durante su permanencia en dichos destinos; éstas incluyen desplazamiento para todo tipo de fines; así como también visitas o excursiones de un día. Años más tarde encontramos el concepto publicado por la Organización Mundial del Turismo conocida por sus siglas en español OMT (1994), el turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos a su entorno habitual, por un periodo de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, por negocios y otros. Bajo esta perspectiva Briones-Gamboa (2007) indican que el turismo es, ante todo una experiencia geográfica, se presenta como un fenómeno geográfico en el sentido de que muestra una relación directa entre el ser humano y los espacios, entre el hombre y el ambiente. Es un inductor de la organización espacial y de la movilización de flujos de población. En relación a lo indicado anteriormente Benéde y otros (2011) manejan otra noción para el turismo y señalan que “es una actividad económica muy particular, que incluye tanto el próximo desplaza-
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miento fuera del entorno habitual, como las actividades que se deseen durante los viajes, relacionados con el transporte, comercio, servicios a personas y empresas, constructoras , etc”. Bajo esta perspectiva Caraballo y otros (2012) indican que el turismo hoy en día se considera uno de los principales sectores sociales y económicos a nivel mundial así mismo nos indican que el turismo es una actividad económica de indudable impacto en la sociedad no solo por sus implicaciones económicas sino también por la cantidad de personas que en él participan y por su amplia distribución geográfica. Por otra parte Salgado (2007), indica que el turismo genera una serie de interrelaciones entre turistas, comunidades anfitrionas y el entorno socio-cultural; el turismo es una actividad que goza de diversos factores tanto económicos, sociales, ambientales, culturales, entre otros; lo que hace que la formación de los recursos humanos sean fundamentales para esta actividad, ya que sirve tanto para los turistas como para los operadores de este servicio. En tal sentido la actividad turística a nivel mundial alega nuevas dinámicas, la cual exige un conocimiento más amplio con respecto al turismo. Krippendorf (2003) señala que el turismo en el siglo XXI aparece como uno de los fenómenos más importantes del mundo contemporáneo y hoy la necesidad de viajar es esencialmente creada por la sociedad y está marcada por lo cotidiano. En concordancia con lo anterior, Rodrigues (2011) indica que el turismo debe ser estudiado dentro de un cuadro interactivo de disciplinas con un dominio conexo donde el abordaje geográfico tiene un enfoque esencial, ya que su esencia lidia con la dualidad de la sociedad y la naturaleza.
Siguiendo las consideraciones procedentes la Organización de Turismo del Caribe conocida con las siglas de OTC, Saavedra y otros (2004) señalan que el turismo al transcurrir los años se ha exteriorizado para muchos países como refuerzo social y económico, por su concepción de divisas y empleos. Briones-Gamboa (2007) señala que el turismo puede clasificarse dependiendo del origen del visitante y respecto a una determinada región (país) donde se produce el fenómeno turístico. De esta misma forma, señala que la Organización Mundial del Turismo establece que se divide en turismo doméstico o interno, referido a todas aquellas personas que basan su turismo dentro de su mismo territorio económico, es decir que estos no salen de su país, y turismo receptor, que viene dado por todas aquellas personas que basan su turismo dentro del mismo territorio económico de su país de referencia, sin embargo estos no son residentes del mismo, y por último, el turismo emisor, entendido como aquellos que deciden viajar fuera de su territorio económico. En el desenlace de los viajes se encuentran una gran variedad de motivaciones por las cuales el hombre realiza un desplazamiento en el ámbito turístico, la cual permite al hombre caracterizar o diferenciar los distintos tipos de turismo que se pueden encontrar en ella. García y otros (2011) señalan que existen diversos tipos de turismo destacando la clasificación básica que divide a este tipo de actividad en: turismo tradicional, caracterizado por ser de interés general y /o convencional, en el que se encuentran, entre otros el turismo cultural, de negocios, deportivo, de aventura, religioso, científico, gastronómico, estudiantil, de congresos, familiar y amigos, de salud; y por otro lado el conocido como turismo en áreas rurales (TRAS), que incluye las ac-
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tividades denominadas como agroturismo, ecoturismo, turismo cultural, turismo de aventura en zonas rurales, deportivo de corte ecológico entre otros.
Riesgo
Realizando una revisión histórica Kortanje (2009) manifiesta que fue después del siglo XVII que el riesgo comienza a ser desarrollado en conjunción a otro término más antiguo del cual ya se habían ocupado los filósofos clásicos. Por otra parte Rodrigues (2011) indica que “el riesgo ha sido ampliamente asociado a la amenaza de terrorismo, el riesgo relacionado con los viajes puede estar asociado con un número de factores que incluyen la inestabilidad política, los riesgos de enfermedades, crímenes, violencia, guerras, desastres naturales y terrorismo en el destino o cerca de él”. Por otra parte se puede mostrar otra definición tentativa para el riesgo, se puede comprender como “las consecuencias indeseadas producidas por cierto evento ajeno al sujeto el cual a su vez puede afectarlo en forma parcial o total” (Tierney, 1994). Amorin y otros (2012) señalan que el riesgo es una categoría cultural nacida con el mundo industrial. Anteriormente existían peligros que las comunidades contemplaban como lo eran guerras, desastres naturales, virus, hambre, entre otras pero a pesar de esa diversidad de factores ellos no contemplaban eso como riesgo; sin embargo suele confundirse con este, por esta razón todo aquel investigador debe separar todos aquellos conceptos para poderlos definirlos y así lograr una mejor comprensión, por lo tanto las expresiones como miedo, angustia y riesgo pueden ser aplicados de forma semejante pero a su vez expresan realidades diferentes. Por otra parte, se puede comprender como las consecuencias inde-
seadas producidas por cierto evento ajeno al sujeto el cual a su vez puede afectarlo en forma parcial o total (Tierney, 1994) Siguiendo la misma línea de investigación Kortanje (2009), plantea que “el estudio del riesgo comprende un conjunto de temas relacionados a: riesgos tecnológicos, desastres naturales, ataques terroristas, pandemias de virus no conocidos, etc.” Así mismo nos indica que las amenazas se forman de pequeños riesgos individuales que la sociedad tolera gradualmente pero que acumulados la hacen colapsar, por otra parte se debe mencionar que el riesgo no sólo se ha hecho presente en nuestra vida sino que también despierta el interés de una gran cantidad de científicos modernos. En los últimos años, el riesgo cumplió un importante rol en la planificación y en los estudios sobre el turismo internacional. Los turistas tienden a evitar destinos en los que perciben mayores riesgos, y escogen los que consideran más seguros (Qi 2009).
Tipos de riesgo
Sonmez y Graefe (1998) indica que algunos investigadores procuraran identificar los tipos de riesgos asociados y que estos a su vez enumeran diez categorías de riesgos relacionados con el turismo, a saber, 1) funcional: relacionado a problemas mecánicos, organizacionales y de equipamientos; 2) económico: temor de que la experiencia no sea compatible con el valor pagado; 3) salud: posibilidad de contraer enfermedades; 4) físico: peligro o amenaza a la integridad física; 5) inestabilidad política: quedar involucrado en un ámbito de agitación política; 6) psicológico: decepción con la experiencia turística; 7) satisfacción: insatisfacción con la experiencia; 8)
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social: desaprobación del destino elegido por parte del grupo social de referencia; 9) terrorismo: estar en lugares con riesgo de ataques terroristas; 10) tiempo: amenaza de sentir que se perdió el tiempo con el viaje. Donilcar (2005) clasifica diferentes tipos de riesgo en el proceso de elaboración del producto turístico: a) riesgo financiero, b) riesgo social, c) riesgo psicológico, d) riesgo corporal o físico, e) riesgo funcional, f) riesgo en demoras, g) riesgo situacional, h) riesgo turístico real o percibido y i) terrorismo Los riesgos pueden ser entendidos en dos campos de existencia diferentes, el real y el percibido. El real u objetivo existe de hecho y puede o no ser percibido por el consumidor. Mientras que el percibido o subjetivo es aquel que el consumidor percibe e incluso puede no existir en la realidad haciéndose presente sólo en el imaginario del individuo (Cunningham, 1967 c/p Rodrigues 2011).
Riesgo percibido
Anteriormente los investigadores planteaban diversos tipos de riesgo percibido en esta encontramos el económico, el físico, el de pérdida de tiempo, el de costo de oportunidades, el de desempeño, el psicológico y el social (Rodrigues 2011). Sin embargo cabe destacar que el concepto de riesgo percibido fue introducido en la literatura de las actividades económicas y del mercadeo por Bauer en 1960; quien sugirió que el comportamiento del consumidor involucra riesgos y cualquier acción producirá una consecuencia y no se puede anticipar con certeza cuáles serán deseables. El autor destaca que el objetivo del estudio no es el riesgo real también llamado objetivo, sino el percibido o subjetivo. Para Bauer, el riesgo es definido según la incer-
tidumbre y la importancia de las consecuencias. La incertidumbre sería la probabilidad subjetiva de que un evento ocurrirá, y la consecuencia sería el nivel de peligro de los resultados de las decisiones de los consumidores. Briones-Gamboa (2007) Dowling y Staelin (1994) señala que el riesgo percibido influye sobre la elección debido a la intención del consumidor de evitar las pérdidas causadas por fallas relativas al proceso de compra, lo que lo lleva a dimensionar el resultado deseado a partir de la información disponible sobre un producto, mientras que para Briones-Gamboa (2007), la percepción del riesgo asociada a un viaje afecta la conciencia del turista acerca de su seguridad y genera sentimientos de ansiedad, por lo que se puede afirmar que en el sistema turístico de cualquier nación o país, la seguridad va a ser un elemento fundamental para cualquier buen funcionamiento que esta requiera (Pastoriza 2010). Por otra parte Rodrigues (2001) indica que el concepto de riesgo percibido se entiende como la probabilidad de consecuencias negativas, el riesgo percibido representa las incertidumbres del consumidor sobre las pérdidas o ganancias en una transacción particular, implica que la mayoría de los individuos, toman decisiones de compra bajo algún grado de incertidumbre sobre algún producto, marca, establecimiento o canal de distribución. Para Zikmund y Scott (1974), el riesgo es definido según la incertidumbre y la importancia de las consecuencias. La incertidumbre sería la probabilidad subjetiva de que un evento ocurrirá, y la consecuencia sería el nivel de peligro de los resultados de las decisiones de los consumidores. Esta distinción es importante ya que muchos turistas anulan o dan demasiado énfasis al
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impacto del riesgo, pero no evalúan correctamente las probabilidades de sufrir un peligro real. Muchos viajeros temen a ataques termonucleares o a epidemias como la Gripe Ah1 N1, sin tomar en cuenta que anualmente el crimen local a extranjeros se cobra en las ciudades de Latinoamérica un número cada vez mayor de víctimas. A la inversa, como producto de una eficiente comunicación, no siempre surgida de fuentes oficiales, el turista puede magnificar ciertas circunstancias que incrementan la percepción de riesgo o la probabilidad de daño, y así evitar algún destino que se haya manejado comunicacionalmente como peligroso. (Korstanje,2013). Sunstein, (2006) explica que el riesgo no siempre es examinado con propiedad. Según algunos modelos de probabilidad y de decisión, por ejemplo en el experimento Dorner, se ha llegado a la conclusión que las emociones influyen en nuestra toma de decisiones. El proceso decisorio no está sujeto a una visión holística y abarcadora del fenómeno, y lo que se arregla en un sentido, se destruye en otro. En el año 2000, la ciudad de Hatfield, ubicada en el Reino Unido, fue protagonista de un accidente ferroviario que modificó en gran parte a la opinión pública británica hasta el punto que más de la tercera parte de los usuarios habituales empezaron a usar automóviles y buses para desplazarse. Este sentimiento generalizado de miedo no solo no resolvió satisfactoriamente el problema, sino que por la cantidad de unidades circulando aumentó significativamente la cantidad de muertos en las rutas de ese país. Como resultado de esta situación, las rutas inglesas terminaron siendo potencialmente más inseguras que los ferrocarriles. Por último, Larsen y otros (2011) plantean que la percepción del riesgo se hace más marcada
cuando el sujeto abandona la familiaridad del hogar al salir del país de residencia, en particular cuando el viaje no se realiza para visitar familiares. Cuando un turista decide vacacionar en el extranjero la percepción de riesgo se eleva de forma que peligros que previamente no eran considerados como tal, pueden ser magnificados y viceversa. En perspectiva, la nacionalidad no es una variable central en el estudio del riesgo sino el sentido de pertenencia. Sin embargo, existen aspectos culturales que también impactan en la forma de construir ese riesgo. Siguiendo esta explicación, estudios empíricos realizados en China por el mismo autor, demuestran que por cuestiones culturales, los turistas chinos tienen una propensión a percibir riesgos asociados a la comida en comparación con otros colectivos. Si bien, los chinos, en este caso particular, pero fácilmente generalizable a otras nacionalidades, consideran que viajar por su país es más seguro que hacerlo en el extranjero. Estos resultados demuestran que existen riesgos generales aplicables a todas las nacionalidades mientras otros son construcciones culturales específicas que distingue a una sociedad de otra. Sobre esta base, la pregunta de investigación que orientó este estudio fue, ¿cómo es la percepción de riesgo para realizar turismo interno en Venezuela? A partir de ella, se derivó el objetivo general con el que se pretendió describir cómo opera el riesgo percibido de turismo en Venezuela en un grupo de residentes de la Ciudad de Caracas, y luego específicamente, identificar los riesgos percibidos de turismo en Venezuela en una población caraqueña, clasificar los riesgos de acuerdo a lo planteado por Dolnicar (2005), comparar los riesgos percibidos de turismo en Venezuela por grupos de edades y género, y por último contrastar la opinión que les genera
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realizar turismo en Venezuela o en el extranjero sobre la base del riesgo percibido.
Método Sujetos
Se trabajó con una muestra no probabilística intencionada, con dos criterios de inclusión, (a) residentes de la Ciudad de Caracas que hubiesen realizado uso de servicios de turismo interno durante el último año, y (b) residentes de Caracas que plantearon intenciones de realizar viajes de turismo interno durante el siguiente año. Participaron en total 416 residentes de Caracas, contactados por vía electrónica a través de los servicios de correo electrónico almacenados en las bases de datos de cuatro operadoras turísticas de distintas ramas, turismo extremo, buceo, turismo familiar y turismo en general, ubicadas en Caracas, de los cuales 42,6% fueron hombres y 57,4% mujeres. Del total, 45,4% realizó uso de servicios de turismo doméstico durante el último año y el restante manifestó la intención de hacer turismo interno en el año en curso. Los grupos por edad se distribuyeron desde los 21 hasta los 54 años.
Diseño
La investigación tuvo un carácter cuantitativo, transversal y descriptivo, buscando caracterizar la percepción de riesgo de realizar turismo interno en Venezuela, comparándola en función de la edad y el género y la clasificación de riesgo propuesta por Dolnicar (2005), efectuando una medición en un solo momento y aplicando estadísticos en el análisis de datos.
Instrumento
Se realizó una adaptación de la subescala de riesgo percibido tomada de la escala multidimensional para
medir el valor percibido de una experiencia de servicio (Gallarza y Gil, 2006), constituida por 18 ítems en formato Lickert de 6 puntos que van desde “completamente en desacuerdo” hasta “completamente de acuerdo”. Además se recolectaron datos de orden sociodemográficos para discriminar la muestra, así como para identificar el tipo de riesgo que potencialmente podrían padecer al realizar actividades turísticas sobre la base de la clasificación propuesta por Dolnicar (2005).
Resultados
La muestra presentó una edad promedio de 31años, siendo más alta entre aquellos que hicieron uso de servicios turísticos durante el último año (38,3; s=5,23) que en aquellos que tienen intención de usarlos en el lapso del año siguiente (26,9 años; s= 6,83), siendo todos residentes de la ciudad de Caracas. Los estadísticos descriptivos de la subescala de percepción de riesgo presentaron puntuaciones de media 66,05 (s= 8,59), lo que lo ubica en valores entre niveles moderados y ligeramente altos, en la escala, los puntajes podían variar entre 18 y 108 puntos como valores extremos del instrumento. Con relación a los dos criterios de inclusión de la muestra, el primero de éstos referido a aquellos participantes del estudio que habían hecho uso de servicios turísticos, arrojó puntajes medios de 66,7, mientras que aquellos que mostraron intenciones de hacer turismo en los próximo12 meses, registraron un valor promedio de 39, 9 puntos. Para estos criterios, mediante la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis, reveló la existencia de diferencias estadísticamente significativas (X²= 32,197; p=0,000) Respecto a la variable género, la prueba U de Mann-Whitney reveló diferencias estadísticamen-
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te significativas en la percepción de riesgo, siendo las mujeres quienes puntuaron más alto. Específicamente, las mujeres, presentaron un promedio de 62, 8 puntos (s=6,57; z=-1,733, p=0,000), en tanto, los hombres, puntuaron una media de 46, 9 (s=8,73;z=1,95;p=0,003). En relación a la edad, se dividieron en cuatro grupos, (de 21 a 29 años, de 30 a 38 años, de 39 a 47años y de 48 a 54 años), no encontrándose diferencias estadísticamente significativas entre los grupos a partir de los resultados obtenidos a partir del cálculo de la prueba U de Mann-Whitney. Al clasificar los riesgos según Donilcar (2005), se encontró que el riesgo con mayor frecuencia fue el riesgo físico o corporal (66,6%) que está asociado a la posibilidad de ser víctima de un evento violento, entre los que se incluye la delincuencia o como producto de la inseguridad, seguido del riesgo financiero (58%) que surge como producto de que el dinero no sea suficiente para cubrir los gastos, ya que fue sustraído o perdido como consecuencia de un robo o por incurrir en gastos extras por fallas en la seguridad esperada, y del riesgo turístico real o percibido (55%), que es consecuencia de no recibir las condiciones esperadas con relación a los paquetes cancelados o los servicios previamente solicitados. Con relación a la comparación de riesgo percibido a realizar actividades turísticas dentro del país o fuera de las fronteras, el 98,55% de los sujetos de la muestra coincidieron en opinar que el riesgo al realizar turismo en Venezuela es mayor que al realizarlo en el extranjero.
Discusión
La presente investigación ha permitido manifestar la relevancia del estudio de la percepción
de riesgo asociado a la realización de actividades turísticas o el uso de servicios de esta actividad económica, revelando la existencia de diferencias estadísticamente significativas con relación al género. Con respecto a los resultados generales, los puntajes obtenidos en la subescala de percepción de riesgo, señalan que la tendencia más fuerte es la de percibir niveles de riesgo concentrados en valores de moderados a ligeramente altos, consistente con lo planteado por Rodrigues (2011) al señalar la importancia de la percepción de riesgo relacionada a la actividad turística. Destaca que entre las mujeres se presentan puntuaciones más altas que los hombres, pudiendo verse como extensión de elementos socioculturales e idiosincráticos de regiones como la nuestra con marcada tendencia a la sobrevaloración de lo masculino. Respecto a la ausencia de diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de edades, donde los distintos rangos obtuvieron puntajes similares, coincide con lo señalado por Donilcar (2005), al reportar que el riesgo percibido con relación al uso de servicios turísticos es una inquietud compartida por todos, sin haber distinciones en función de variables de corte sociodemográficas. Por otra parte, si bien las diferencias entre las dos condiciones de selección de la muestra, representan un hallazgo interesante, los resultados obtenidos no permiten identificar si el hecho de haber usado los servicios turísticos durante el último año condiciona la percepción de riesgo o si la intención de realizar actividades turísticas se modificará en un futuro a corto o mediano plazo, por lo que este hallazgo constituye un elemento para futuros análisis. En relación al haber considerado en mayor grado el riesgo físico o corporal, seguido del riesgo finan-
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ciero y el riesgo turístico, resulta consistente con lo planteado por Pastoriza (2010) quien señala que la seguridad es un elemento fundamental al momento de planificar el uso de servicios turísticos, así como con lo reportado por Korstanje (2013) quien refiere que los turistas pueden percibirse vulnerables, entre otros riesgos, al crimen y los delitos en su contra. De igual manera, el hecho que el segundo riesgo más frecuentemente percibido, el financiero surge como consecuencia del anterior, al verse como la posibilidad de no poder cubrir sus gastos de viaje al haber sido víctimas de un robo, puede ser explicado por lo planteado por Briones-Gamboa (2007) al mencionar que la percepción de riesgo afecta la conciencia sobre la seguridad, lo que se traduce en ansiedad, consistente con lo señalado por Sunstein, (2006), con respecto a la influencia que ejercen las emociones sobre el proceso de toma de decisiones para seleccionar los destinos turísticos y las actividades a realizar durante un viaje. El caso de la mayor percepción de riesgo al realizar turismo dentro del país que en el extranjero, resulta un dato interesante, ya que plantea una posición contraria a lo expuesto por Larsen y otros (2011), al señalar que alejarse de los lazos familiares y traspasar las fronteras incrementa, en la mayoría de las culturas, la percepción de riesgo al realizar actividades turísticas, aunque se ajusta a lo concluido por Korsntanje (2013), al reportar que la información comunicada con respecto a los peligros que existen en distintas zonas afectará la percepción de riesgo asociada al turismo. Finalmente, la investigación revela puntajes que se traducen en una percepción que se ubica entre moderada y ligeramente alta sobre el riesgo a realizar actividades turísticas en Venezuela por parte
de ciudadanos residentes en el país, lo que puede traducirse en un elemento objetivo que respalda los datos según los cuales el país se ubica dentro de los países con peor percepción de seguridad de acuerdo a las cifras expuestas por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2013) lo que sitúa al turismo interno en una posición de vulnerabilidad al compararlo con otras actividades económicas o con otros destinos turísticos. Lo anterior, podrá servir de antecedentes para articular planes sustentados en la percepción que tiene el usuario de un servicio, que es uno de los factores que mayor influye al momento de seleccionar un destino turístico (Rodrigues, 2011).
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Sobre los autores de los artículos de este número
En este número tuvimos el honor de ser acompañados en calidad de articulistas por:
Rubén Carvajal
Químico, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Se inició en el Laboratorio de Neuroquímica, IVIC, a cargo del Dr. Boris Drujan. Asistente de Investigación en el Laboratorio de Lipoproteínas y Ateroesclerosis, IVIC. TEG: Determinación del peso molecular de la fracción proteica de la Apo-LDL utilizando distintos métodos de separación. Tutor: Dr. Germán Camejo. MSc en Ciencias Fisiológicas, Facultad de Medicina, UCV. TEG: Órgano pineal del Bagre Sierra Oxydoras sifontesi como posible oscilador circadiano: estudio de la secreción de melatonina mediante HPLC. Tutor: Dra. Hilda Guerrero. Investigador A PEII: participó en proyectos de investigación en el Laboratorio de Neuroendocrinología Comparada del Instituto de Medicina Experimental, UCV. Profesional en Entrenamiento en Neuroquímica, IVIC, a cargo de la Dra. Lucimey Lima. Docente en Neurociencias I (UCAB), Comportamiento del Consumidor y Proyectos de Investigación (IUTAV). Egresado del PAG IX IESA y del Marketing Management Program de Harvard University, Creador del Diplomado de Neuromarketing (IUTAV). Gerente en varias empresas químico-farmacéuticas.
Antonio Martins
Psicólogo egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), actualmente cursa la Especialización en Psicología Clínica Comunitaria (UCAB). Trabaja como psicólogo del deporte en la institución Estudiantes de Caracas Sport Club, profesor de la Escuela de Psicología (UCAB) en las cátedras “Teoría de los Test” y “Asesoramiento Psicológico”. En 2014 se desempeñó como Psicólogo de la Selección Nacional de Venezuela Sub 20. Correo: Antoniomartins422@gmail.com
Carlos Alberto Ortiz Mora
Licenciado en Psicología egresado de la UCV. Magister en Psicología (USB). Especialista en Gerencia de Recursos Humanos (USM). Egresado del Programa de Formación en Ciencias Forenses (Academia de la Policía de Investigación de Corea del Sur). Profesor Asistente Escuela de Psicología UCAB, Profesor Asistente Escuela de Psicología UCV. Profesor Invitado Post Grado de Clínica Mental HUC.
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Zuleima Santalla-Banderali
Licenciada en Psicología por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Magister en recursos humanos y relaciones laborales por el Instituto de Empresas de Madrid. Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora Titular de la Universidad Católica Andrés Bello desde 1995. Más de 20 años de experiencia en gerencia universitaria e investigación del comportamiento humano en las áreas de
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