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Elogio a la locura

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mpezar a escribir un editorial habiéndote quedado literalmente en blanco, sin palabras y, lo que es peor, sin ideas sobre qué decir y cómo hacerlo, es una tarea realmente complicada. Hecho que se acrecienta cuando el responsable de enfrentarse al horror vacui del papel en blanco no se tiene ni mucho menos por un grandísimo escritor. Llegado al punto máximo de saturación y desesperación porque no sale nada potable, uno respira profundamente, segundos antes de decidir hacer bueno aquello de: “para qué andarnos por las ramas y seguir divagando, cuando lo único medio coherente que se me pasa por la cabeza es dar la gracias a todos por la espectacular acogida que ha tenido el primer número de nuestra revista”. Y de pronto, ¡pum, ya está! Lo has soltado y te has quedado cómo Dios. Con una simple frase has condensado lo que se supone te debe ocupar casi tres mil caracteres. Satisfecho, observas “tu obra” con una sonrisa por creerte liberado del marrón que tenías entre manos. Al instante, entristecido porque el espejismo se acaba de evaporar, descubres que pese a haber dejado clara la idea principal del texto que querías defender, aún te quedan muchos matices por aportar; por lo que, ahora sí, no te queda más remedio que retomar lo que tenías entre manos y puntualizar ese agradecimiento, haciéndolo extensible a un montón de locos que por ciertos motivos se han ganado tu afecto, admiración y comprensión. Así que, ahí va. Una vez más nos habéis demostrado que vosotros, sí los que nos leéis, los que sentís amor por la música porque os acompaña como parte indispensable de vuestra vida, sois legión. Aunque a muchos les escueza, resulta que somos bastantes los que pese a la crisis, el I.V.A., la criminalización de la música en vivo y el resto de ataques que se perpetran contra nosotros, y nuestro estilo de vida, desde diversos estratos del poder, seguimos ahí inasequibles al desaliento. Viviendo y disfrutando de una pasión común por la música que ha hermanado a unos seres desconocidos a los que en ocasiones conocimos de imprevisto al juntarnos en un festival, en las noches de conciertos, entorno a una radio, web o revista musical; y hasta quizás alrededor de la barra de un bar de mala muerte que destilaba piezas del mejor rock and roll. A vosotros, que desde ese latido común de vuestros corazones, nos habéis decidido acompañar reivindicando la música como forma de cultura en ésta nueva aventura, miles de gracias. Unas gracias que hacemos extensibles a todos los compañeros de profesión que desde sus trincheras particulares, nos acompañan en ésta pelea y que durante las últimas semanas se han puesto en contacto con nosotros para darnos la enhorabuena por el trabajo realizado. Para nosotros es un placer compartir ésta bendita locura con todos vosotros. Hoy os merecéis nuestro elogio a la locura. << Por: El Giradiscos

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Entrevista a:

Leiva Págs: 26-33

Reportaje:

El Último Vals “Cuando The Band bajaron el telón” Págs: 10-15

Entrevista a:

Shuarma Págs: 6-9

Entrevistas:

Editorial:

Pág: 2

Noticias:

Págs: 4-5

Conciertos:

Págs: 22-25

Discos:

Págs: 34-35

Reportaje: Clamores Jazz

Págs: 38-41

Libros:

Págs: 46-47

Melomanía:

Pág: 50-51

Alfredo Piedrafita (Barricada)

Mucho Basílio Martí Pasajero

Págs: 16-18 Págs: 20-21 Págs: 36-37

Lagartija Nick Págs: 42-45 Hola a Todo el Mundo Págs: 48-49 Franc3s Págs: 52-53


Steve Earle publica nuevo disco en abril

Springsteen recalará en Gijón Como viene siendo ya casi una tradición en los últimos tiempos, Bruce Springsteen hará una parada en los escenarios españoles para mostrar su “show”. En esta ocasión se tratará de sólo una fecha, el 26 de junio, y el lugar elegido será la ciudad asturiana de Gijón, concretamente en el campo de fútbol de El Molinón, recinto que acogerá al artista de Nueva Jersey por tercera vez. Una actuación que se inscribe dentro de las más de 30 nuevas fechas (tendrán su inicio el 14 de marzo en Australia) que el “Boss” ha añadido a la segunda parte de la gira promocional de su último álbum, “Wrecking Ball”, con la que en sus inicios ya pasó por otras cinco localidades de la península. Será un concierto en el que de nuevo se podrá disfrutar del sorprendente espectáculo que lleva el músico norteamericano, donde compendia toda su carrera, que además estará acompañado de su ya mítico grupo, la E Street Band, integrada por, entre otros miembros, Nils Lofgren, Patti Scialfa o Steve Van Zandt. K.A.

Steve Earle & The Dukes (& Duchesses) estrenó un nuevo tema “Calico County”, de lo que será su nuevo disco que lleva por título “The Low Highway”. Las nuevas canciones del “Hard-core Troubadour” tienen previsto publicarse el 16 de abril, nuevamente bajo el sello “New West Records”. Según el tema que hemos podido escuchar, parece ser que vuelven las guitarras y su lado rockero, acostumbrados últimamente a su vertiente más folk. El artista, además, continúa escribiendo lo que serán sus memorias y en una nueva novela. Recordamos sus otros relatos ya publicados como “Rosas de redención” o su más reciente “I’ll Never Get Out of This World Alive”. Por otra parte, Steve continua con su activismo político, pudiendo verse sus discursos en canales independientes y cada vez más poderosos como “Democracy Now!”. A.V

We Are Standard calienta motores Najwa @Najwa_Nimri Odio la clase social a la q pertenezco Lori Meyers @lorimeyersband Qué ‘panzá’ de firmar discos nos estamos dando! Triángulo de Amor Bizarro @TABIZARRO El 90% del tiempo de VICTORIA MÍSTICA estará cantado por ISA. Y habrá más guitarras que los dos anteriores discos juntos. Vetusta morla @vetustamorla En abril lanzamos una edición deluxe de nuestros discos en exclusiva en iTunes, con videoclips y un tema inédito Dorian @Dorian_Oficial “La velocidad del vacío” ha entrado en el 11 de la lista de ventas. Se trata de un disco autoproducido así que muchísimas gracias a todos! Bigott @bigottmusic El síndrome de abstinencia son los padres IZAL @IZALmusic En Aranda de Duero grabando las primeras preproducciones del próximo disco. We Are Standard @wearestandard Para una vez que sale el sol en Bilbao, tenemos que ir a Madrid para unas fotos... Nchst!! Hola a todo el Mundo @HatemPrayerTeam Gracias por la ayuda. Ya hemos encontrado local de ensayo (en el 5º infierno)

We Are Standard acaba de presentar “Can I count on you”, single adelanto de su tercer disco “Day”. De esta manera, salimos de dudas (relativamente) y descubrimos cuál será el camino musical que este cuarteto de Getxo afronta en el que será su tercer LP. Por ahora podemos adelantarte que el disco será publicado el próximo 2 de abril, que incluirá el hit “7:45 (Bring Me Home)” (ya recogido en su anterior EP “Great State” (2011)) y que su portada toma como imagen el cuadro “Vesuvius in eruption” de Joseph Wright (propiedad del Tate Modern Museum de Londres). Así mismo, también te podemos contar que sus temas han sido producidos tanto por Jon Aguirrezabalaga, como por Xabier Eguia (como ya viene siendo habitual), aunque en esta ocasión han contado con la contribución especial de Eric Broucek (productor de bandas como LCD Soundsystem o Hercules & Love Affair), así como de Emmanuel Lundgren (I’m From Barcelona), que ha colaborado y contribuido en el disco con la canción “Only Neon”. Esperaremos por tanto ansiosos a la fecha de publicación del álbum y nos comprometemos a traerte las impresiones de la banda sobre el mismo en nuestro siguiente número. R. L.


“Tu Voz entre Otras Mil” ANTONIO VEGA, El Documental. El pasado 28 de enero terminó con éxito la campaña de crowdfunding para realizar un documental sobre la vida de ANTONIO VEGA. El equipo que dirige la periodista Paloma Concejero emplazaron a todo el mundo a vernos en los cines. Esperemos que este año, por fin podamos ver en pantalla grande el estreno de este esperadísimo documental por parte de todos los seguidores del maestro. La gran dama del country-rock, LUCINDA WILLIAMS, de nuevo en España. De la mano de Heart of Gold y Walk On Project, girará por varias ciudades españolas (Santiago de Compostela, Madrid, Barcelona y Bilbao) entre el 11 y el 15 de junio presentando lo que es hasta ahora su último disco editado, “Blessed” (2011). Una cita que tendrá mucho de íntimo, recogido y en formato acústico ya que la intérprete norteamericana se presentará con un espectáculo titulado “An Intimate Evening With Lucinda Williams featuring Doug Pettibone” y que como se desprende del nombre contará sólo con la presencia de su fiel escudero en los últimos años, Doug Pettibone a la guitarra. Artífice de obras tan esenciales en el sonido americano como “Car Wheels on a Gravel Road”, ésta será la segunda vez en la que podamos ver en nuestros escenarios de cerca a la genial compositora, en la que se dan la mano la tradición de la música de raíces con una fuerte personalidad, avalada por una carrera de 35 años. El nuevo disco de José IGNACIO LAPIDO está ya casi listo. El nuevo disco de José Ignacio Lapido saldrá a la venta el 8 de abril bajo el nombre de “Formas de matar el tiempo” e irá acompañado de su consiguiente gira de presentación por diferentes ciudades. Unas canciones que han sido registradas en los estudios Producciones Peligrosas, ubicados en La Alpujarra, y producidas por el que fuera componente de los míticos 091. Para este nuevo trabajo, que en principio contendrá 12 canciones, ha contado con la compañía de la banda habitual que ha utilizado en los últimos años, conformada por Víctor Sánchez, a la guitarra; Raúl Bernal a los teclados; Popi González a la batería y Paco Solana al bajo. Tras su reciente gira por teatros, ahora llega el turno de un nuevo disco, que supondrá el séptimo en su carrera en solitario y que al igual que ya sucedió con su predecesor, “De sombras y sueños” (publicado en el 2010), será editado por el propio sello del guitarrista y cantante granadino Pentatonia Records. BLUR afronta el 2013 cargado de novedades. Tras la última reunión del grupo británico con motivo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012,

la banda capitaneada por Damon Albarn, parece haber encontrado el equilibrio y consenso entre todos y cada uno de sus componentes (Graham Coxon incluido), para continuar con la historia de uno de los grupos de britpop más grandes de todos los tiempos. Para ello parecen haber tomado dos grandes decisiones (económicas, más que sentimentales). En primer lugar, la banda de Colchester no para de sumar citas a una gira que en 2013 les llevará a Inglaterra, Irlanda, España (Primavera Sound), Portugal, México, EEUU… Así como en segundo lugar, este 26 de marzo publicarán “Rockabye Baby Lullaby Renditions of Blur”, álbum orientado para el público infantil, que siguiendo la senda de grupos como The Beatles, The Smiths o The Ramones, trata de acercar de manera instrumental sus grandes éxitos a los más pequeños de la casa. ¿Traerá este 2013 también la publicación de un disco con material original para los que somos “un poco más grandes”? Pues, a juzgar de lo que se desliga de las declaraciones de la banda, por ahora toca esperar. PONY BRAVO publica su nuevo trabajo “De palmas y cacería”. Tercer disco de su particular discografía, que puede ser descargado desde el 5 de marzo en su web. Con este álbum, la banda sevillana vuelve nuevamente a las carreteras y promete llevar a todos los rincones de España su peculiar mezcla de blues, rock (americano y andaluz), folk y mestizaje tropical. Tendremos así, nuevamente, la suerte de disfrutar de una gira en la que el cuarteto compuesto por Javier Rivera, Pablo Peña, Darío del Moral y su líder, Daniel Alonso, pondrá todo en el asador, para ofrecernos su particular manera de concebir la música, transmitirla (pasándose los instrumentos y ejecutando las canciones con sentimiento y energía) y criticar con ironía la sociedad que nos acoge y fustiga, pues algunos de sus nuevos temas llevan como nombre: “El político neoliberal”, “Eurovegas” o “Turista ven a Sevilla”. DEEP PURPLE vuelve a la carga. La banda británica, pionera del hard rock y heavy metal a finales de los sesenta e inicios de los setenta, se encuentra grabando y produciendo el que será su decimonoveno álbum de estudio. El trabajo en cuestión se llamará “Now What?!” y la buena noticia es que llevará aparejado una gira mundial, que muy posiblemente pasará por nuestro país. Aspecto que parece sacar por fin de la inactividad a la banda de Hertford. Por ahora, podemos adelantar que el disco será producido por Bob Ezrin (Pink Floyd, Kiss, Alice Cooper…) y que tendrá 11 temas originales. Así mismo, está previsto que el mismo se vea acompañado de un DVD con imágenes inéditas de la banda (así como otras sorpresas como interpretaciones y versiones íntimas en el ensayo y estudio) y también será ofrecido en una edición de doble vinilo, que a buen seguro será la mejor opción para todos aquellos fans de la mítica banda.

Opinión: do Taarde Un Día Demasia Dicen los chinos que la paciencia ncia es saber masiado tarde”. que las cosas llegan “un día demasiado Yo siempre creí entender lo que significaba, pero es ahora cuando he encontrado trado el sentido real. Es cuando ya no lo necesitas. En realidad no hay nada que “necesitemos”, pero en la música parecemos creer que cuando alguien escribe una canción, necesita llegar al público, y a poder ser, mientras siga vivo. Eso no le pasa a todo el mundo, todos sabemos casos como el de Nick Drake, que se hizo famoso 26 años después de haberse “suicidado”, torturado por el insomnio, la soledad, y la sensación de que su trabajo no había llegado a nada, cuando Volkswagen decidió usar su “Pink Moon”, para un anuncio de un coche descapotable. Probablemente uno de los creativos, conocía a alguien que en su casa tenía un disco polvoriento, de la minúscula tirada que se editó en el 72, de un tal Nick Drake. El mismo día que salió el anuncio, el público corrió a la tienda a comprarlo. No, el coche no…. El disco en el que salía “esa canción”. Al no conocerlo absolutamente nadie, ni existir copias de los discos de Nick, la discográfica decidió reeditarlo, vendiendo cientos de miles en todo el mundo. De repente, todo el mundo decía: “...pero bueno, ¿como es que no conoces a Nick Drake?” Así es como supongo que se hizo justicia “un día demasiado tarde”. ¿Creéis que Drake se habría quedado tranquilo en su casa a esperar hasta los 52 años a ser mundialmente famoso? Yo tampoco lo sé, pero una buena bola de cristal habría ayudado bastante en este caso, creo yo. Hay otro caso del que me gustaría hablaros en esta ocasión. Es un caso muy similar al de Drake, pero que aún queda sin resolver, de momento. Es el caso de Judee Sill. Multiinstrumentista, hija de un director de orquesta, y primera artista en fichar con la compañía Asylum de Geffen, en California, junto a otros artistas bien conocidos como Jackson Browne, o Joni Mitchell, no tenía ninguna pinta de ser una rockstar, más bien parecía una maestra de colegio, o una bibliotecaria, con sus camisas abotonadas bien arriba, y sus gafas de ver. No era agresiva, como Joni, que prohibió a Geffen sacar discos de ambas a la vez, probablemente porque temía la competencia. Sill era, como Drake, otro espíritu “con la piel demasiado fina” para este mundo. Otra máquina de hacer canciones que te llevan a otra dimensión, que te hacen entrar en contacto con tus sentimientos como muy pocos pueden hacerlo. Su manejo de la música clásica hace que su producción sea una mezcla entre góspel y Bach (si, ya sé que suena raro, pero hay que oírlo), y su voz… su voz de terciopelo habla de ovnis, magia, ángeles, y el eterno amor, al que todos nos debemos. Por supuesto, murió joven…de sobredosis. La historia de Drake, comparada con la de Sill, es como un picnic en el parque. Padre y hermano y marido que mueren en accidentes, cárcel, vida sin techo, (dicen que Geffen la sacó de la calle donde se prostituía en una ocasión), y muchos intentos de desintoxicación sin éxito. El último tuvo lugar para grabar unas cuantas demos para lo que sería su tercer disco, siguiendo a Judee Sill (71), y Heart Food (73), pero nunca llego a grabarse. Parece que a veces el dolor extremo hace que conectemos con información privilegiada, y da pena que ninguno de ellos haya visto su propio éxito, pero quizá no lo sabemos todo, y quizá otro giro del Destino haga que muy pronto Judee también alcance la popularidad, aunque sea “un dia demasiado tarde”. >> Por Sara Iñiguez


Entrevista a

Hace unas semanas que Shuarma ha dado por finiquitada la gira acústica con la que estaba presentando las bondades de “Grietas… en una casa abandona”, trabajo con el que revisitaba de manera desnuda las composiciones de su último disco con material inédito, “Grietas”. Un parón que a buen seguro supondrá un antes y después en la carrera del artista barcelonés. Ante un instante tan especial como ese, nos dudamos a la hora de plantear una cita con él, a la que posteriormente se unió otro viejo amigo, su compañero de andanzas Julio Cascán, bajista en la actualidad de su proyecto y antiguo componente de Elefantes, para juntos echar la vista atrás, con el objeto de repasar una de las carreras más interesantes de cuantas abundan en nuestro panorama. >>

T

Por Javier González. Fotos de Iván González

engo entendido que los discos que circulaban por casa de tus padres no eran precisamente cercanos a los cánones del pop y el rock. ¿Estamos en lo cierto? Shuarma: La verdad es que sí, es cierto. Por lo que conmigo no vais a encontrar una de esas respuestas repletas de glamour que tanto gustan (Risas). Es más, recuerdo que los primeros que me removieron algo por dentro fueron “los payasos de la tele”. Quizás por eso, en mi caso, la música siempre ha ido muy ligada al concepto de espectáculo en general. En casa escuchaban mucho a Julio Iglesias y Sara Montiel porque mis padres no son muy musiqueros que digamos. No andaban tanto en el rock. Ese es un descubrimiento que tuve que ir haciendo por mi cuenta. El primer recuerdo cercano a la música rock que se me viene a la cabeza es Rod Stewart, fue el primer concierto al que fui y flipé. Él es el culpable de que lleve éste peinado. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que todo lo que te he citado se refleja en mi actitud con respecto a la música. Me gusta pensar en cierto tipo de personajes cómo Raphael, que tienen un píe en lo clásico español y otro en lo que se hacía fuera. Crooners que hacían cosas de raíz pero con influencias externas. A mí me encantaría que en unos años me definieran así. Me gustaría que al oír mi música dijeron que soy español, no solamente por la lengua, sino por el discurso que tengo. Hay una anécdota que cuenta que un día un profesor te dijo que no te ganarías la vida como cantante, algo que demuestra que el tipo no tenía mucho ojo. ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente? Shuarma: Fui a una escuela donde el profesor de música un día nos obligó a cantar una canción. Toda una putada para un chaval porque creo que cantar es algo muy íntimo. Recuerdo que salí y canté “Still Loving You” de The Scorpions. Pues bien, el tipo me paró en mitad de la canción para decirme que no me dedicara jamás a la música. Ahora, después de haber hecho justo lo contrario, me hace gracia pensarlo, pero creo que romper las esperanzas de alguien así es de ser un hijo de puta. Desde tus primeros proyectos adoptaste la labor de compositor principal. ¿Siempre has tenido la necesidad de contar lo que veías a tu alrededor?

Shuarma: Con el tiempo me he dado cuenta de que para mí la música ha sido un vehículo. No me siento un músico como tal; para mí ser compositor y cantante ha sido una forma de compartir lo que siento con los demás, y la música me ha dado esa oportunidad. El primer día que cogí una guitarra compuse una canción llamada “Juan era mi Amigo”, que hablaba sobre un atentado terrorista. Siempre he querido expresar lo que siento, llegándole a la gente. Es más, para mí si no escribo, la música no tiene sentido. Estoy realmente orgulloso de ver que he encontrado la forma de emocionar. Eso es lo que más me interesa. Algo que ya me pasaba en mis primeros grupos. En The Laugh y Sioux, mi misión empezaba a ser contar lo que me pasaba. Con el tiempo me di cuenta de que lo que escribía llegaba a mis compañeros de grupo y al poco público que teníamos. Un montón de años después, sigue siendo exactamente lo mismo que hago a ahora. En 1994 formasteis Elefantes cuyo disco de debut fue el “El Hombre Pez”, un álbum minoritario que supuso el comienzo de tu andadura musical. ¿Qué valoración harías ahora de aquel trabajo? Shuarma: En aquel disco todavía nos quedaban muchas cosas por aprender. Tanto en el aspecto del propio grupo, como en lo tocante al proceso de grabación dentro de un estudio. “El Hombre Pez” nos sirvió para darnos cuenta de que teníamos muchas cosas que decir. Fue un espaldarazo con el que vimos que debíamos tomar las riendas de nuestra carrera para ver dónde podíamos llegar. Creo que es un trabajo crudo y difícil, que refleja nuestro momento personal. Teníamos ganas de darnos a conocer, pero nadie nos quería escuchar. Nos sentíamos impotentes. Es un álbum muy transparente en el que se nota que lo apostábamos todo. Una radiografía de cómo era Elefantes en aquel momento. Tiempo después, tuvisteis la oportunidad de conocer a Enrique Bunbury, quien finalmente él produjo “Azul”. ¿De qué manera surgió la oportunidad de que os produjera aquel disco? Julio: Enrique vino a vernos a la Sala Morrissey de Zaragoza y después del concierto estuvimos hablando un rato con él. Fue ahí donde nos comentó que le gustaba el grupo y que estaría encantado de producir nuestro nuevo



“Me conmueve ver a personas jovenes que se lo estan currando porque creen cumplir una funcion en la sociedad” disco. Para nosotros fue algo impresionante, puesto que representaba el hecho de que alguien importante del mundo de la música nos quería ayudar. Era increíble. En aquel momento nos ayudó a fichar por EMI, su compañía, que incluso tuvo que pagar una cantidad millonaria para que nuestro anterior sello nos dejara ir.

que teníamos en mente, pero aún así fue un mal trago. Costó mucho hacerlo y reflejarlo. Tal vez por eso es más áspero y más oscuro.

Visto con perspectiva, personalmente creo que “Azul” no era un reflejo del todo fiel de lo que era Elefantes.

Shuarma: La verdad que es muy chulo, pero visto desde la distancia es como emborracharse. Después tienes resaca. El período de efervescencia de un grupo es la leche, pero cuando pasa piensas que quizás te pasaste. Tiene un lado muy bonito porque es como un abrazo con el que la gente demuestra entenderte. Aunque a veces el éxito es un inconveniente porque esconde muchas malas situaciones. Por ejemplo, nosotros nos dábamos cuenta de que empezaba a haber cosas que no estaban bien colocadas dentro de la banda.

Julio: “Azul” es un disco en el que perdimos el contacto con la labor de producción. Para nosotros fue algo traumático porque sentimos que habíamos perdido el control del resultado final. Mejoramos mucho en determinados aspectos, entre otras cosas por estar rodeados de profesionales. Además nos dimos a conocer ante el gran público, pero el resultado final quedó artificioso. Sentíamos que habíamos perdido el norte. Por lo que desde el seno del grupo, nos planteamos como objetivo el intentar que todo volviera a ser más honesto. Shuarma: Pienso que todo en la vida tiene un proceso que debes aprender. Nosotros aprendimos a ser una banda con “El Hombre Pez”; y con “Azul” nos acostumbramos a estar en la industria. Digo esto porque también creo que cada disco cumple una función. “Azul” tenía la de darnos a conocer al gran público, algo que se consiguió, en su detrimento está que no reflejaba lo que éramos nosotros. Algo que tanto Enrique cómo la compañía hicieron sin tenernos en cuenta. Esto no es una crítica, puesto que a nosotros nos fue genial porque pudimos darnos a conocer. Pero está claro que se hizo una producción para que gustara a la gente. Por decirlo de manera coloquial, nos vistieron de Domingo para ir a misa. A partir de ahí, vino nuestro trabajo. Tuvimos que hacer un recorrido para mostrarnos al público, sin perder de vista lo que éramos como banda. No reniego de “Azul” porque me parece un gran disco; está bien producido, pero en otro nivel del que queríamos, porque en el aspecto artístico no veo que sea una gran producción. Creo que Enrique hizo muy bien lo que tenía pensado, y a nosotros nos abrió muchas puertas. La trayectoria musical de Elefantes continuó de manera brillante con “La Forma de Mover tus Manos”, un trabajo menos luminoso que su predecesor. ¿A qué se debió el cambio en vuestro rumbo? Julio: Quizás las canciones de “Azul” son más directas que las de “La Forma de Mover tus Manos”, que son más difíciles. Pienso que reflejan el momento que estábamos viviendo. Teníamos un éxito rotundo unido a un punto de frustración. Cuando llegó el momento de hacer el disco, recuerdo que las sesiones de preparación en el local de ensayo eran un desastre. No salía nada, había mucha tensión. Fue muy difícil. Aquel trabajo nos planteamos hacerlo con Quimi Portet, que como productor no era muy reconocido, algo de lo que nos avisó la compañía que nos recomendó a Phil Manzanera. Finalmente grabamos con Quimi; y el resultado no nos gustó ni a nosotros ni a la compañía. Por lo que tocó rehacer todo casi al completo, salvo dos canciones, en Londres con Phil. Con éste trabajo recuperamos parte del protagonismo perdido, aportando nuestro carácter a un disco en el que nos apetecía hacer lo

Lo que es indudable es el hecho de que os convertisteis en uno de los grupos favoritos del público. ¿Cómo vivisteis conocer la cara del éxito?

Finalmente editasteis “Somos Nubes Blancas”, para después separaros dejando como testamento “Gracias”. ¿Cuáles fueron los motivos reales de vuestra separación como grupo? Julio: El grupo se quemó, simplemente. Manteníamos una química muy buena en el escenario porque hicimos un aprendizaje brutal. Pero llegados a ese punto había mucha tensión, producto de haber pasado muchos años


juntos. Sufrimos un proceso de madurez común en el que cada uno llegó a diferentes puertos. Hubo disparidad de criterios y cansancio. Al final la cosa no funcionaba. Shuarma: Creo que todo en la vida es una cuestión de prioridad. En Elefantes, cuando empezamos, la prioridad vital era el grupo. Luego fuimos haciéndonos mayores y todo cambió. Perdimos la visión común y nos dispersamos. La cosa más importante que teníamos era el hecho de ser una banda de verdad. Cuando se perdió todo aquello, la banda se disolvió. Pienso que de haber seguido nos hubiéramos colocado en una gran posición dentro de la escena, porque cada vez venía más gente a nuestros conciertos, pero creo que hicimos muy bien en parar la maquinaria. En nosotros pudo más la ética que el dinero. En el año 2007 comenzaste a defender una carrera solista que hasta la fecha a alumbrado tres discos “Universo”, “El Poder de lo Frágil” y “Grietas”, además de sus correspondientes reediciones y reinterpretaciones. ¿Ha sido complicado volver a empezar de cero? Shuarma: Me ha costado mucho reubicarme porque soy una persona muy dispersa. Todo me gusta y me apasiona. En la época final de Elefantes, tenía la cabeza muy metida en la música étnica, por lo que decidí tirar por ahí. Comenzaba mi carrera en solitario y claro al estar solo puedes hacer lo que te dé la gana, para mal o bien. Hace tiempo pensaba que estaba muy perdido, pero ahora creo que estaba acertado. Todo lo que he hecho soy yo. Mi carrera transmite lo que soy. No quiero quedarme toda la vida en un sitio. Si te soy sincero, no sabría decirte dónde me van a llevar mis próximos pasos. Por otro lado, tengo la gran suerte de tener un público increíble que entiende lo que le digo, a pesar de mi dispersión de ideas, algo que me hace sentirme muy orgulloso. Tu último trabajo fue “Grietas… en una casa abandonada”, donde reinterpretas las canciones de “Grietas”, algo que por otra parte es una constante en tu carrera desde la etapa con Elefantes. ¿A qué responde este hecho? Shuarma: Me encanta sacar relecturas de los discos. Siendo músico te das cuenta de que jugando con los elementos las canciones pueden ir hacia un sitio u otro. Para mí es indicativo de que dependiendo de quién la oiga tiene un significado. Es una de las grandes virtudes del arte. Pensamos hacerlo en una casa abandona a colación del título del disco original, “Grietas”, que remite al sufrimiento y al dolor. Era un buen paisaje para las composiciones. También nos apetecía plasmar los errores típicos del directo, para nosotros era importante porque las personas tampoco somos perfectas. Julio: En realidad es un disco conceptual. Grabar en una casa abandonada es algo absurdo si quieres que todo suene perfecto. Pero en éste caso, apoya el discurso de las canciones. Sumándote a la corriente de artistas que están girando en formato acústico. ¿Es una fórmula para sentir más de cerca al público o simplemente una forma más para combatir la crisis? Shuarma: Nosotros siempre hemos hecho dos giras: una eléctrica y otra acústica. En los momentos de más dinero y en los de menos. Siempre nos ha interesado abordar las canciones desde otro sitio. Ahora, ya no solo es por una cuestión artística, sino también económica. A la gente le cuesta mucho ir a los conciertos porque no tienen dinero. El hecho de ir en formato más reducido es fantástico. Nos da la oportunidad de continuar girando. Si puedes rebajar costes haces más conciertos. Después, más allá de la cuestión económica, a nosotros nos gusta tocar, lo necesitamos. Si no canto, lo paso

mal. Necesito el escenario. Para mí cualquier excusa es buena para saltar al escenario. Por cierto, ahora que hemos hablado de la pasada gira acústica. ¿Qué tal fue la que desarrollaste con banda? Shuarma: Muy bien. Se nota que hay menos público, la verdad. Ahora no es época buena para girar. Además, tampoco tengo el éxito que tenía con Elefantes. Vamos a sitios más pequeños, pero la gente ha respondido. Ha sido una gira muy bonita en la que hemos recibido mucho cariño; tanto que nos han quedado ganas de volver a salir, de ahí que decidiéramos retomar el asunto en formato acústico. Personalmente debo decir que me siento muy querido y aceptado. Es más, hasta creo que hay gente que necesita mis canciones. Suena tonto, pero personalmente a mí también me pasa con otros artistas. No quiero sonar prepotente, pero es así. La última vez que hablamos contigo nos mostrabas tu descontento e indignación con todo lo que está ocurriendo en el mundo, suponemos que la percepción no habrá mejorado mucho. ¿Veis solución a todo esto? Shuarma: Hay una crisis de valores con efecto péndulo muy fuerte, que creo que viene de largo. Me explico para que me entendáis. Antes, la gente hacía las cosas por unos ideales, aquello derivó en una época en que se podía ganar mucha pasta por lo que la gente se transformó. Creo que a nivel político eso es lo que ocurre en la mayoría de los casos. No se ven más que casos de políticos que están ahí para defender sus propios intereses, algo que también pasa con los bancos. Todo ese aspecto me parece demencial. La parte positiva del asunto es que mucha gente ha visto que el sistema no funciona y ha creado nuevos valores. Personas jóvenes que viendo el panorama, están currándoselo como locos, porque creen cumplir una función en la sociedad. Eso me conmueve. Me identifico con ellos porque yo no hago música para ganar dinero, pienso que el valor debe ser otro. La consecuencia de todo eso es la llegada de valores esperanzadores. Julio: Siendo sinceros, nosotros disfrutamos mucho más de los conciertos ahora de lo que lo hacíamos en la época buena. Antes íbamos a hoteles más caros y nos tenían todo el equipo preparado, pero no saboreábamos las cosas tanto. Ahora vamos a lugares más modestos, salas más pequeñas y nos toca preparar todo a nosotros, pero estamos felices. Nos sentimos artesanos de la música encantados. Igual es que no todo es el dinero. Nos gusta sentir que estás repleto de fuerza e ilusión. ¿Dónde te llevarán esas sensaciones durante los próximos meses? Shuarma: No lo tengo muy claro. Tenía previsto sacar disco en Marzo, pero no lo voy a hacer. Por fin éste año se van a reeditar mis trabajos en Sudamérica. Hemos preparado un disco recopilatorio de todos los álbumes que he editado hasta la fecha en solitario. Iremos para allá con el objetivo de hacer promoción y de girar. Me hace mucha ilusión y tengo muchas ganas de ir. Quiero volcarme en eso, saboreando todo lo que venga. No quiero ir rápido. Luego con Julio hemos montado un grupo nuevo, Els Mestres del Horror, donde cantamos en catalán, que es la lengua en la que hablamos entre nosotros. Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer algo así porque me encanta la música de mi tierra, además tenemos la intención de jugar mucho con el surrealismo en los textos, algo que también entronca muy bien con Cataluña. Por otro lado, tengo muchas canciones escritas para el siguiente disco, pero quiero hacer muchas más para tener material de sobra. Siento que estoy en otro momento de mi vida. “Grietas” era un quejido necesario que tenía dentro, pero ahora me lo he sacado de encima. Estoy repleto de energía y esperanza.

“El exito esconde muchas malas situaciones”


“Cuando The Band bajaron el telón” “El 26 de abril de 1978 se estrenó “El Último Vals”, la filmación que Martin Scorsese realizó del último concierto de The Band. Sobre las tablas de la sala Winterland de San Francisco, la banda canadiense había convocado dos años antes a un puñado de amigos, que resultaron ser algunos de los músicos de rock más importantes de toda una generación. Hoy echamos la vista atrás para recordar lo que sucedió durante aquella histórica noche de Acción de Gracias”

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l 25 de noviembre de 1976, día de Acción de Gracias, The Band ofrecieron su concierto de despedida en la sala Winterland de San Francisco. El grupo de Robbie Robertson, Rick Danko, Levon Helm, Garth Hudson y Richard Manuel estaba definitivamente resquebrajado, doblegado ante quince años de vida en la carretera, y Robertson había decidido poner punto y final a una carrera conjunta llena de resonancias mitológicas. Procedentes de Ontario y Arkansas, el destino de los cinco músicos se había cruzado por primera vez en 1961, cuando eran un puñado de jóvenes gramolas humanas bautizadas como The Hawks y acompañaban a la promesa canadiense del rockabilly Ronnie Hawkins. Curtidos desde abajo, en un infinito reguero de clubs nocturnos, se habían encallecido junto a su mentor en todas las formas musicales que más tarde cimentarían su propia carrera: country mestizo y gospel, rock’n’roll y folk antediluviano, rhytmn & blues y soul blanco.

1965 supuso el año de gracia: su encuentro con Bob Dylan ensancha para siempre las carreras de ambos, cuando el autor del flamante Highway 61 Revisited les reclama como banda de acompañamiento (con la ausencia de Levon Helm) en su primera y crucial gira en formato eléctrico. Ya transformados en un pequeño y compacto colectivo de multi-instrumentistas independientes, rebautizados como The Band y asentados en 1967 en la célebre casa / estudio de grabación conocida como Big Pink, en la localidad neoyorquina de Woodstock, registran sus primeras aportaciones esenciales a la historia del rock. The Basement Tapes, una apabullante colección de canciones registradas en directo dentro del estudio, fijadas con un par de micros y un magnetofón, sería el primer gran testimonio del grupo. Durante esas sesiones compartidas con Dylan, fechadas en 1967 y recogidas parcialmente en un doble álbum ocho años más tar-

de, los canadienses asentaban todo su estilo: música relajada y fluída, ejecutada entre amigos y sin liderazgo aparente, que parecía reescribir el enorme caudal contenido en la Anthology Of American Folk Music recopilada por Harry Smith, y que a su vez era todo un tratado de Historia norteamericana. O una “comprobación y un descubrimiento de recuerdos y raíces (…) que recuerda las salomas de los marineros, las canciones de los borrachos, los romances cantados y el rock and roll primitivo”, tal y como un día lo describió el crítico cultural Greil Marcus. El crisol propuesto por The Band sería nuevamente concretado, ya sin los auspicios de Dylan, en otros dos discos a contracorriente, que emergían como versos libres en una época dominada por las exploraciones psicodélicas y las sonoridades multicromáticas. Tanto Music From Big Pink (1968) como The Band (1969) incidían en su personalísima re-


vision de la música rural, con el grupo intercambiando instrumentos y voces en discos suspendidos en el tiempo, que preferían reverberar las voces de John Ford y Steinbeck en lugar de los clichés ácidos del momento. Y así continuaron, insobornables, durante los años siguientes. Se sucedieron discos notables, otros dislocados, un álbum en directo con arreglos exuberantes, al más puro estilo Nueva Orleans, a cargo de Allen Toussaint, siempre empecinados en su visión artesanal de la música. Y con ellos, “el estilo de vida imposible” en la carretera, como pronto la describiría Robbie Robertson. La banda no iba a tardar en morir de agotamiento. Por otra parte, hacia el final del rodaje de su musical New York, New York (1977), ambientado en el mundo del jazz de los años cuarenta, el director italoamericano Martin Scorsese recibía un encargo del productor Jonathan Taplin: filmar el concierto de despedida del grupo. De entre todos los cineastas del llamado Nuevo Hollywood, entre los que se encontraban también Francis Ford Coppola o Steven Spielberg, Scorsese destacaba entre otras cosas por ser el más conectado con la cultura rock. No sólo había participado en el montaje del célebre documental alrededor de Woodstock (1970), sino que sus propias películas comenzaban a ca-

racterizarse por una chocante utilización de los clásicos del género; hasta el punto de que incluso hoy en día resulta imposible pensar en Malas Calles (1973), por ejemplo, sin recordar las escenas en las que “Jumpin Jack’ Flash” (Rolling Stones) o “Be My Baby” (The Ronettes) se deslizan como un guante y terminan por asociarse a ellas por pleno derecho. Pese a que Scorsese acababa de estrenar además Taxi Driver (1976), aceptó de inmediato el encargo de Taplin. La primera razón es que adoraba la música de The Band, pero subyacía también un impulso químico para explicar tanta actividad: estaba pasando un período completamente descontrolado de consumo de cocaína y vivía en régimen vampírico, montando y rodando a todas horas. En principio, El Último Vals iba a ser para él un entretenimiento sencillo: la banda quería un documento sobrio y sin alardes de su fiesta de despedida, algo que capturase un show familiar en compañía de algunos amigos e invitados. El lugar destinado para acoger el evento sería la sala Winterland de San Francisco, con aforo para cinco mil personas, inevitablemente elegida por su carga simbólica: en abril de 1969, The Band habían ofrecido allí su primera actuación sin Bob Dylan, y a ella volvían ahora para poner fin a un intenso ciclo.

Muchas cosas habían cambiado para ellos desde aquella lejana primavera. Prácticamente desde la edición de su tercer álbum, Stage Fright (1970), sus discos habían sido cada vez más subestimados, pese a mantener un nivel para el que el adjetivo “digno” se queda corto. Además, los problemas de alcoholismo de Richard Manuel se agudizaban progresivamente, y Robbie Robertson y Levon Helm habían dañado su relación hasta prácticamente retirarse la palabra. Tal vez por ello, El Último Vals comenzó a fraguarse sin alardes: todo se organizó en pocas semanas, sin gran planificación previa, y con la intención de que Scorsese lo fijase todo en un modesto formato de 16 mm. Poco a poco, sin embargo, todo comenzó a crecer hasta dar forma al portentoso rockumental que hoy conocemos. Para empezar, las breves notas que iban a guiar la filmación engordaron hasta convertirse en un milimétrico guión de doscientas páginas. En él, Scorsese no dejó nada al azar: el intérprete, letra e instrumentos que guiaban cada canción se reflejaron sobre el papel, así como la iluminación y movimientos de cámara más adecuados a cada gesto que se preveía sobre el escenario. La idea de utilizar una película económica de 16 mm se desechó, en


favor del formato profesional de 35 mm mm. El equipo base se amplió con hasta siete cámaras, además de ocho directores de fotografía coordinados por Michael Chapman (quien contaba ya con un dilatado curriculum que incluía El Padrino y Taxi Driver) y la colaboración del director artístico Boris Levin en el diseño del escenario: un hermoso marco inspirado en La Traviata, que incluía lámparas de araña directamente heredadas de la película Lo Que El Viento Se Llevó. Poco antes de las ocho de la tarde, momento previsto para que el grupo saliese al escenario, Winterland estaba dominada por un ambiente de euforia y caos apenas controlados. El público había sido recibido con una generosa cena de Acción de Gracias, mientras que en el backstage, en una sala especialmente habilitada y decorada con narices arrancadas de máscaras de Groucho Marx, los músicos preferían calentarse con barra libre de cocaína. Pasados unos minutos de la hora señalada, The Band salieron al escenario y abrieron fuego con una entusiasta lectura de su “Up On Creeple Creek”, con Levon Helm en la voz principal. Comenzaba así, oficialmente, El Último Vals. Revisándolo hoy, y atendiendo tanto a la alineación de estrellas invitadas como

al repertorio elegido, elegido no cabe duda de que el concierto funciona extraordinariamente a varios niveles: como resumen de la historia del rock que parte del reinado de Muddy Waters, como exhaustivo repaso a los resortes musicales de The Band y como rotundo carpetazo a toda una era de la música pop. Pero además, en lo que concierne al trabajo de Martin Scorsese, el montaje al que cualquiera puede acceder hoy desde su casa es también una lección de cine, donde los planos reflexionados (cada uno con pleno sentido y rebosante de información) se combinan con una captura en bruto del calor y entusiasmo que dirigieron aquella histórica noche de otoño. Todas las actuaciones están llenas de correspondencias. Así, por ejemplo, las intervenciones de Ronnie Hawkins y Bob Dylan se presentaban como el tributo de The Band hacia sus dos grandes preceptores: el que les había enseñado todo sobre el negocio (“no ganaréis mucho dinero, pero vais a comer más coños que Frank Sinatra”, recuerda Robertson que les dijo Hawkins) y quien les preparó el trampolín hacia la fama y el prestigio posteriores. En el concierto, Hawkins y The Band atacan el “Who Do You Love” de Bo Diddley como principiantes, en el mejor sentido de la pala-

bra: todo nervio y bullicio, como si continuasen peleando por la cena de esa noche en un bar de carretera, en 1961. Ronnie se descubre su sombrero vaquero y lo sacude ante la guitarra de Robertson, intentando apagar una llamarada imaginaria. Grita y aúlla, mientras sus antiguos alumnos le siguen con admiración, y todos completan un momento tan hermoso como infravalorado en el conjunto de la filmación. Por el contrario, las circunstancias de la intervención de Bob Dylan en el concierto, y que de algún modo parecen impregnar su actuación, fueron bastante menos amistosas. O más miserables, si nos ajustamos mejor a lo que ocurrió aquella noche. Dylan, que había editado recientemente Blood On The Tracks (1975) y Desire (1976), recalaba en Winterland poco después de poner el broche final a su gira Rolling Thunder Revue. Además, y como dato importante, dos años antes había editado Planet Waves (1974), un fantástico álbum con The Band como grupo de apoyo, y girado con ellos en el tour reflejado en el doble directo Before The Flood (1974). Sin embargo, pocos minutos antes de subir al escenario para participar en la fiesta de despedida del grupo, el de Duluth estuvo a punto de malograr la filmación: prohibió a los productores


registrar las cuatro canciones que tenía previsto tocar, por lo que ninguna de las siete cámaras controladas por Scorsese podían siquiera apuntar hacia el escenario. Algo catastrófico, si tenemos en cuenta que el autor de Blonde On Blonde (1966) era uno de los grandes reclamos del concierto. Atrincherado en su camerino y cerrado en banda, Dylan recibía uno por uno a los distintos responsables del evento, que trataban sin éxito de hacerle entrar en razón. Muy pronto se descubrieron sus motivos: el cantante estaba a punto de estrenar su ambiciosa película propia, Renaldo & Clara, y trataba de evitar que una aparición en otro proyecto echase por tierra la exclusiva de su estreno. Finalmente, y en honor a su vieja amistad con The Band, Bob accedió a que se filmasen tres de sus cinco pases programados: un “Forever Young” más que correcto, una airada “Baby Let Me Follow You Down” (ambas junto a sus viejos espadas) y “I Shall Be Released”, a modo de broche de oro, con todos los invitados juntos en el escenario. A mayores, Dylan interpretaría también una preciosa canción reciente, “Hazel”, y el “I Don’t Believe You” de 1964,

ambas sólo localizables en la versión expandida (únicamente en audio) del concierto, publicada en cuatro CDs en 2002. Si Ronnie Hawkins y Bob Dylan representaban de algún modo la figura de mentores, la presencia de Joni Mitchell y Neil Young en El Último Vals puede entenderse como un homenaje a la huella canadiense en el mejor rock de autor de los años setenta. El pase de Young interpretado “Helpless”, con su enorme carga nostálgica y referencias a su Ontario natal, fue uno de los momentos más desarmantes de la velada, y tal vez el mejor ejemplo de la realización llena de detalles e insinuaciones a cargo de Scorsese. Los muchos recovecos de la filmación de “Helpless” comienzan a emerger cuando Young desliza el primer verso, el famoso “There is a town in north Ontario (…)”, y a su lado Robbie Robertson levanta la vista, agita la cabeza y sonríe: la banda está en otro lugar, han sido transportados por la canción. El hechizo se mantiene, palabra por palabra, cuando el cantante evoca la “luna amarilla en lo alto” y los “enormes pájaros surcando el cielo” cielo de su infancia, y Robertson desde

aparece ya por completo en el cuadro. A partir de ahí, Scorsese refleja plano a plano todos los gestos cómplices que se establecen entre Young, Robertson y Rick Danko: una celebración de la música y de la vida que resumen todo el show en apenas cinco minutos. Con la salvedad de que todo el vals está empedrado con momentos así. Joni Mitchell es, significativamente, la única mujer que participó en el concierto, puesto que las intervenciones de Emmylou Harris y Mavis Staples (con los Staple Singers) se añadirían posteriormente en estudio. Siendo El Último Vals una celebración eminentemente masculina, donde incluso las entrevistas intercaladas en el montaje muestran constantemente la típica camaraderíaentre-hombres, la presencia de Mitchell irrumpe, empleando las palabras con las que David Crosby la describió un día, “como una granada de mano”: su interpretación de “Coyote”, un estreno en toda regla de su disco Hejira (1976), refrendaba por qué Joni, como letrista e intérprete, había abierto unas puertas tan enormes para otras mujeres con el


y la zarandeó en todas las direcciones posibles: la llenó de sus características improvisaciones vocales, aulló y rugió sobre ella, la elevó y la deslizó cuidadosamente por el escenario, y tras una exhibición de puñetazos al aire y patadas voladoras, dejó caer el micrófono e hizo mutis entre bambalinas cuando la banda todavía trataba de rematar aquel b huracán. Como lo recordaría el promoh tor to Harvey Goldsmith, “salió allí tomó por po asalto el lugar. Todos los intérpretes como Clapton, Dylan y Joni estaban en co una un pequeña zona lateral, y todos salieron para verle”.

ú único poder de su arte. Aquella noche, la cantautora de Alberta (Canadá) interpretó otras tres canciones, dos de ellas con el cameo de otro invitado, Dr. John, y dio pasó a una de las sorpresas de la noche: Neil Diamond.

un crooner caduco, su actuación seca, arrastrada y cargada de chulería corre el riesgo de disolverse entre las portentosas apariciones de Muddy Waters o Van Morrison, pero sigue siendo un impactante momento a revisitar.

A priori, Diamond era un extraño invitado. Frente al enorme prestigio que el resto de participantes habían cosechado ya en sus carreras, el autor de “Sweet Caroline” arrastraba una injusta fama de artista aparatoso y blando, definitivamente instalado en las amables colecciones de discos de la familia americana media. En ese sentido, su inclusión fue una hermosa reivindicación a cargo de Robbie Robertson (quien ese mismo año había producido su disco Beautiful Noise), y un homenaje a los compositores de canciones a sueldo que, como en el caso de Diamond o Carole King, habían aportado piezas increíbles al pop norteamericano de los años sesenta, antes de convertirse en artistas independientes. Desde luego, Neil Diamond era todavía en 1976 un fantástico compositor, y sobre las tablas del Winterland, con su interpretación de “Dry Your Eyes”, refrendaba también su valía como intérprete. Como si su participación en El Último Vals fuese casi un asunto de honor, se plantó allí envuelto en un aire de desafío: con un look a medio camino entre un gangster setentero de Little Italy y

Realmente, cualquier artista podría haber palidecido esa noche ante la electrizante irrupción de Van Morrison. Junto al encantador respiro boogie de Dr. John, que un buen rato antes había inundado el escenario de optimismo con “Such A Night” (al piano) y “Down South In New Orleans” (a la guitarra), Morrison encarnó durante la velada la más poderosa muestra de soul blanco. El irlandés llegó a Winterland agarrotado, lidiando con un insoportable miedo escénico que le había mantenido casi retirado de las tablas durante más de un año. Y aun así, engulló literalmente el recinto, al público y a la propia banda. Primero se transmutó en Ray Charles para abordar, junto a su buen amigo Richard Manuel, una versión del tradicional irlandés “Tura Lura Lura (That’s An Irish Lullaby)”, y cuando llegó “Caravan” (uno de los puntales de su álbum Moondance, de 1970) ya sólo era Van Morrison. O, más bien, alguien tratando de salir del cuerpo de Van Morrison por cada poro de la piel. Vestido con un imposible traje tipo chándal salpicado de lentejuelas, agarró la canción por el cuello

Muddy Waters, el padre del blues M eléctrico y uno de los arquitectos más eléc importantes del rock’n’roll, consiguiría imp esa noche algo similar…pero sin mover apenas apen un músculo. The Band habían invitado a algunos de los más importantes discípulos blancos de Waters. Eric Clapon, que años antes había abandonado a unos Cream en punto muerto, frustrado ante las elaboradas y profundas grabaciones de The Band, rompió una cuerda de su Fender durante un significativo duelo guitarrístico con Robbie Robertson, y el armonicista Paul Butterfield recitó de carrerilla las lecciones tomadas de Little Walter en su cabalgante recreación del “Mystery Train” de Little Junior Parker / Elvis Presley. Pero Waters, asumiendo el papel de estrella emérita, los tumbó tumbado a los dos. La única filmación disponible de Muddy en El Último Vals fue el producto de un raro accidente. Scorsese sorteó muchos problemas técnicos a lo largo del show: cámaras que se quedaban sin película, motores literalmente ardiendo, focos que estallaban en el momento más inoportuno (lo que explicaría la fortuita solución de iluminar a Butterfield con una única luz cenital durante su pase) e inoportunos descansos del personal técnico. Cuando Waters salió al escenario, todos los cámaras estaba disfrutando de un receso. Al borde del infarto, cuando Scorsese localizó la única cámara operativa para inmortalizar su “Mannish Boy”, el tema ya había arrancado, y lo que hoy conocemos es todo lo que quedó del descuido: un único plano fijo con Waters moviendo los restos de la canción como una enorme roca, con la única ayuda de su voz y su imponente presencia física, mientras observamos a


Robbie Robertson n (a la guitarra) jaleánjaleán dole en segundo plano, y Paul Butterfield encorbado y disparando fraseos de armónica. Una anomalía casual que, paradójicamente, no muestra la más mínima fisura. Como colofón final, todos los músicos invitados (con el añadido de Ron Wood y Ringo Starr) se unieron a The Band para interpretar conjuntamente “I Shall Be Released”, el clásico reciente de Bob Dylan. La “fiesta entre amigos, como un funeral de Nueva Orleans”, tal y como lo había anunciado Robbie Robertson, culminaba por todo lo alto tras cinco horas agotadoras, siendo un compacto resumen de dos horas lo que llegaría a los cines en 1978, y lo que nos encontramos hoy en los habituales formatos domésticos. Como complemento, el grupo decidió incluir en el metraje definitivo otras dos actuaciones, filmadas en un estudio hollywoodiense, que trataban de reflejar la impronta que el gospel y el country tuvo en su riquísima propuesta. Así, The Staple Singers eran convocados para transferir sangre negra a “The Weight”, el

famoso tema de resonancias bíblicas y ecos de Luis Buñuel que The Band había inmortalizado en su primer álbum. Y Emmylou Harris, en el mismo emplazamiento, bordaría “Evangeline”: un homenaje a un poema épico del autor decimonónico H.W Longfellow, expresamente escrito por Robbie Robertson. Además de la constelación de estrellas que acabamos de resumir, el documental se desborda con otros muchos momentos imprescindibles: las actuaciones de The Band en solitario, sin el refuerzo de sus colegas, son esenciales para comprender el auténtico alcance de su música, y toda la fisicidad que a menudo se escatima en sus grabaciones en estudio. Además, permiten distinguir las distintas personalidades de sus miembros. Así, “The Shape I’m In”, resulta un escalofriante presagio del destino trágico de Richard Manuel, una canción y una interpretación llenas de claroscuros: su voz está gastada pero saca fuerzas de flaqueza, insuflándole vida entre poderosas crecidas. Es la canción de un hombre peleando contra su

escasa fortuna (terminaría suicidándose en 1986), como “It Makes No Diff erence”, Difference” con la voz solista de Rick Danko, es la bella criatura del miembro de The Band más dotado para las baladas contenidas y oscuras. El retrato de la banda se completaría, en el montaje final, con las reveladoras entrevistas que el director intercaló entre los diferentes pases musicales. En ellas, Danko, Manuel, Hudson, Helm y Robertson se limitan a contar historias; relatos sobre las huellas que la carretera, las mujeres y el rock’r’roll imprimieron en los quince años de vida del grupo. Scorsese terminaba así de trenzar un documento tan inaudito en su momento como intensamente citado en adelante. Un ejemplo, no sólo de cómo capturar en cine la ceremonia arquetípica de un gran concierto de rock, sino también de cómo filmar rock como si fuese una experiencia adulta, sin perder por el camino ni un ápice de su energía y excitación primigenia. >>

Por Carlos Bouza


Entrevista con:

MUCHO “La idea principal era la de salir del canon preestablecido por el pop español”

Tras descender a los infiernos (como cualquier buen héroe grecolatino), los cuatro jinetes que componen MUCHO vuelven a la carga con un conjunto de temas potentes, luminosos y cósmicos, que configuran uno de los discos más originales y auténticos del panorama musical, “El apocalipsis según MUCHO”. >>

D

e dónde surge la idea de coger el Fin del mundo (o al menos del fin del mundo tal y como lo conocemos, basado en el “Estado de bienestar”) como concepto para dar sentido al nuevo disco?

flexión haya sido la composición de “Las Plantas” y “En la base de la montaña”. Con ellas hicimos una maqueta y fue como “Hostias, este es el verdadero camino a seguir. Hemos dado con algo que es realmente bueno”.

Martí: Pues de la oscuridad que nos ha venido acompañando como sujetos, grupo y sociedad. Es importante tratar el final, de cara a centrar nuestras fuerzas en el renacer. Ese es el verdadero concepto del disco.

En cuanto a la entrada en Marxophone ¿Cuáles son los principales cambios que habéis experimentado?

De hecho, si nos centramos en vuestra situación particular, podríamos afirmar que si 2012 pudo significar el “fin del mundo” para vuestra banda (inseguridad para sacar un segundo disco, la crisis de la industria, la salida de Fausto…). 2013 está siendo el año de la regeneración. ¿Cuál creéis que ha podido ser el punto de inflexión? Miguel: Pues no tenemos claro cuando se ha dado ese punto. Ha sido un proceso en el que se han solapado las sensaciones. Momentos en los que hemos estado de bajón preguntándonos “Joder, ¿qué está pasando?”, con otros de alegría que surgían cuando estábamos en los ensayos y decíamos “Esto suena genial, vamos a por ello”. Está claro que el encontrar un nuevo sonido y recibir la atención y apoyo de un sello como Marxophone, ha influido de forma capital. Carlos: Si efectivamente, son momentos que se solapan. Especialmente dura ha sido la marcha de Fausto como bien dices, tanto en el aspecto musical, como en el personal. Han sido muchos años viajando juntos, compartiendo escenario. Martí: En definitiva es la marcha de un amigo, más que de un compañero de banda. Sin embargo, respondiendo a tu pregunta, quizás el punto de in-

Miguel: Pues en realidad son muchos. Aunque veníamos de un sello propio, con el que estábamos muy ilusionados, pues éramos nosotros quienes regíamos todo lo referente a la grabación, producción y edición del disco; todo lo que nos ha pasado desde nuestra entrada en Marxophone ha sido increíble. Nos han permitido seguir dirigiendo toda la producción y aspectos ligados a la realización del nuevo álbum. Es una libertad de agradecer. Además, por otro lado nos hemos quitado de en medio todos los problemas legales, papeleos, registros, fábricas… que no apetecen nada la verdad. Además concentran sello, agencia, editorial… Es una ventaja inmensa. Martí: Nos encanta también porque es un sello que destaca por tener un romanticismo con la

“Hemos decidido arriesgarnos y al menos… nos hemos quedado a gusto. Ha sido un proceso de liberación.”

Texto y fotos Rubén López.

música muy similar al nuestro. Han confiado en el cambio musical que teníamos en mente y nos han permitido lanzarnos al vacío. Ocupándonos de ese cambio musical, queda patente al escuchar el disco, que donde antes había un pop sencillo, limpio y melódico, ahora encontramos estructuras complejas, con más capas de instrumentación e incluso que recurren a la distorsión y psicodelia. ¿A qué se ha debido este cambio? Martí: Pues sinceramente, ha sido un cambio premeditado. En el primer disco nos estábamos buscando, mientras que en este hemos logrado encontrar una manera de hacer la música que realmente refleja la identidad de la banda. Hemos tenido muy claro en todo momento tanto el concepto sobre el que iba a girar disco, como el cómo queríamos que sonara (melodías, cambios, delays…). Ha sido un proceso que nos ha llevado a vaciarnos en el ensayo y buscar la manera de plasmar todo en nuestras canciones y grabación. Miguel: Ha influido mucho el no tener miedo a arriesgarnos. ¿Por qué no puede ir en medio de una canción una parte instrumental a base de sintes, seguida de un estribillo pop y unas guitarras de rock más clásico? Ha sido flipante, una libertad increíble. No hay mucha gente que lo haga. Efectivamente, en muchas canciones se percibe un marcado sabor setentero, que se solapa a sonidos electrónicos, dentro de temas marcados por melodías pop-rock. Es un disco ecléctico, que no pierde su identidad y que es claramente deudor de influencias, experimentos y muchas horas de ensayo. ¿Qué aspectos creéis que han influido en este resultado?


Martí: Pues la idea principal era la de salir del canon preestablecido por el pop español. Somos muy fans de todo tipo de música y creemos que eso tiene cabida en nuestro sonido. Hemos creado canciones algo más complejas, donde lo que puede parecer un estribillo, luego no lo es, sino que se convierte en una parte B de la canción, porque el estribillo viene después. Son canciones con las que disfrutamos en directo; nos divierten y eso se transmite. Hemos decidido arriesgarnos y al menos… nos hemos quedado a gusto (risas). Ha sido un proceso de liberación. Miguel: La música es evolutiva. Es como la raza humana. Lo divertido es hacer cosas nuevas, no

siempre la misma canción, porque puedes acabar cansándote de ti mismo. Carlos: Además hay muchas influencias. Es un proceso en el que te empapas de lo que escuchas, luego lo filtras y finalmente transmites esa esencia a tus temas. Es importante plasmar el atrevimiento de mezclar sonidos e influencias sin que parezca o de la impresión de que has copiado o imitado algo concreto. Pese a tratar un concepto que a priori pueda parecer pesimista, oscuro, negativo… os enfrentáis a ello con optimismo, rabia y determinación. ¿Creéis que el final de un ciclo puede traer, si no un mundo mejor, al menos si otro no tan negativo? Martí: Si claro, esa es la idea. Si hace falta la destrucción total, para que venga algo nuevo y mejor, bienvenida sea (risas). Queríamos hacer un disco

luminoso que hablara del fin. Me encantan ese tipo de contrastes. Aunque estemos jodidos, hay que tirar hacia delante. Nada más comenzar el disco nos cruzamos con “Más feliz sin televisión”, canción que resume algunas de las temáticas a tratar en el disco: naturaleza inconformista, rupturas amorosas, desprecio de la clase política, crítica social… ¿Creéis que estamos ante un disco fruto de su tiempo, que pese a concebir problemas personales, también puede servir a modo de manifiesto? Martí: Si, completamente. Buscamos esa dualidad. Es algo personal y exportable, todos pasamos por el mismo sufrimiento y todos necesitamos expresar nuestro inconformismo. Miguel: Está claro que en un disco conceptual


Hace poco, unos de nuestros followers en twitter (Enrique Bolaños (@engarbo)), nos pedía que os preguntáramos sobre los “caminos sónicos en lo que queríais profundizar”; lo cual nos sirve para hablar tanto de este disco, como para el proceso que iniciaréis a partir de ahora en los ensayos. ¿Cómo le responderíais? Martí: Pues por ahora, nos apetecería conocer donde nos llevará el camino que acabamos de iniciar. El cambio introducido por los teclados, los sintes y las estructuras más complejas, nos ha abierto un abanico de posibilidades enorme. Miguel: Si. El camino es seguir fuera de ataduras clásicas. Dejarnos llevar por la música y el eclecticismo. Por lo que escuchamos y por lo que surge en el ensayo.

como este, donde queremos que la gente lo lea como un conjunto, la primera canción debía anunciar algunas de las ideas. Recogemos un conjunto de temáticas que sirven tanto como críticas individuales, como, al final, protestas compartidas por toda la sociedad. ¿Cómo estáis sufriendo la crisis económica, musical e incluso política que estamos atravesando? Martí: Pues pasando penurias como todo el mundo. Miguel: Está todo muy gris, pero nos creemos capaces de pasar este túnel tan jodido. Confiamos en nuestra manera de ver la vida. Exprimir nuestras cabezas y mantener el rumbo marcado. Carlos: La situación es muy complicada, pero se hace más llevadera cuando compartes tu miseria con tus compañeros, con tus amigos. Después de un año fatal como el pasado, te tienes que agarrar a algo que de verdad te motive y te de ganas de mirar hacia delante. En nuestro caso, ese salvavidas ha sido el disco. Creemos que hemos construido algo que puede ayudarnos. Es la luz en las tinieblas. Hay que creer en tu proyecto. Quizás resulte extraño que a pesar de que algunas de vuestras canciones comenzaron a gestarse casi inmediatamente después de la publicación del primer disco (“Motores” la escuchamos ya en la gira pasada), al final sólo habéis incluido 10 temas en el nuevo álbum. ¿Han quedado muchas canciones fuera del estudio de grabación? ¿Por qué estas y no otras? Martí: A decir verdad, solamente se ha quedado fuera una, una cara B. Hemos tenido tiempo para coger las canciones que de verdad pasaban el corte

de los ensayos, porque poseían sustancia y cuerpo como para crear algo nuevo. Ha sido un proceso en el que las canciones iban naciendo porque de verdad seguían el concepto que queríamos transmitir. Escuchando los temas se percibe una mayor y casi capital importancia de los teclados (pianos, hammond e incluso sintes) y no tanto de las guitarras. En muchos casos son los teclados los que marcan el desarrollo y la melodía de los temas. ¿A qué se ha debido esta elección? Miguel: Martí ha tenido mucha culpa en ello. La elección se debe principalmente a que un día llegó él al ensayo con el teclado y comenzó a plasmar musicalmente parte del camino que queríamos recorrer. Ahí es donde dijimos, por aquí hay que seguir. ¿En qué creéis que ha podido variar esta elección las melodías? Martí: Pues que hay aire. Hay más espacio para incluir nuevos sonidos. Tienen cabida tanto los sintes, como los solos o arreglos de guitarra, la línea de bajo y las diferentes percusiones. Hemos querido quitar la guitarra rítmica y probar cosas nuevas. Dar a todos los sonidos la importancia que se merecen.

“Si hace falta la destrucción total, para que venga algo nuevo, bienvenida sea.”

“El Apocalipsis según MUCHO” goza de una producción sobresaliente, en la que ha colaborado entre otros Ricky Falkner (se recomienda escucharlo con un buen par de auriculares). ¿Estáis contentos con el resultado? Martí: Los productores se lo han currado un montón. Ricky es ya colega y su trabajo es tan importante como el de Santos (Berrocal) o Fluren (Ferrer). Todos tienen su labor. Ellos tres y nosotros cuatro formamos durante el período de grabación una banda de siete. No hay que explicar nada, solo hablar de música. Miguel: La mezcla es cojonuda. Se puede escuchar todo lo que queríamos que se escuchara. Es alucinante sentarte y oír como entra y sale todo a su tiempo, en diferentes capas, dando una profundidad enorme a las canciones. El problema de que suene tan bien, es que ahora va a ser complicado plasmarlo sobre el escenario, ¿no? Todos: (Risas) Martí: Si, quitaremos algo de morralla (Risas). Tenemos muchas ganas de tocar. Finalmente, sólo me queda preguntaros acerca de ¿qué esperáis de este nuevo trabajo y gira? Miguel: Pues que nos dé para presentarlo por lo largo y ancho del país. Queremos llegar a toda España y a Latinoamérica, hostias (Risas). Martí: De momento hay que tratar que todos los bolos sean geniales. Que todo el mundo que acuda a uno se vaya contento a su casa. Y así ir sumando fechas, salas, festivales… tanto este año como el que viene; lo importante es sumar. Además, particularmente, creo que es el directo lo que saca a relucir la calidad que hay en la banda. Así que nada, a esperar que vayan cayendo las fechas.



Entrevista a

“Me siento totalmente libre para hacer la música que yo quiera” Muchas ganas teníamos de tener u encuentro con el maestro Basilio un M Martí. Ahora. La cita se hacía obliggatoria con la excusa de la reciente p publicación de “Lapsus”, su segund do trabajo tras el proyecto de Yuri G Gagarin. Un disco en el que Martí h ha volcado toda la música que le ro rondaba por la cabeza desde hace vvarios años. En este disco, Basilio p puede presumir de haberse rod deado de grandes músicos y amiggos como Anye Bao, Víctor Merlo lo, Billy Villegas, Dani Casielles, M Maca, y Javi Santana. Cuenta aademás con la participación del tr tristemente desaparecido Anton nio Vega a la guitarra. El estilo de música que eencontramos en “Lapsus” no se define con facilidad, pero se pueden encontrar tintes de jazz, pop, electrónica, experimentación, solo hay que dejarse llevar, porque cada canción cuenta una historia. El músico y el amigo que estuvo más cerca de Antonio Vega, su persona de más confianza, ahora ha vuelto cargado de ilusiones y volcado con este y otros proyectos. >>

Por Alberto Vicente y Marta Guijarro. Foto A.V.


A

ntes de nada cuéntanos, Basilio, ¿cómo te metiste en el mundo de la música? Yo hice la carrera de periodismo, pero siempre me ha gustado la música. A los 16 ó 17 años me metí en el conservatorio. Me apunté con ocho compañeros de clase y tuvimos que pasar la noche en la plaza de Ópera para poder matricularnos. Fue una aventura. Al año todos mis amigos lo habían dejado, pero a mí cada vez me iba gustando más. Luego empecé a estudiar piano con una profesora, incluso llegué a dar un concierto de música clásica, después se convirtió en pasión. Comencé a trabajar en un periódico y cuando llevaba dos años conocí a Antonio Vega. Yo ya estaba tocando con Nacho Béjar. Cuando me ofrecieron la opción de entrar en la banda de Antonio, estaba más o menos a la altura para entrar en ese juego más profesional. Dejé el periodismo y desde ese día empecé a trabajar con él, como teclista y haciendo arreglos. ¿Cuándo surge la idea de grabar “Lapsus”? En el momento en que te pones a componer siempre tiendes a hacer una recopilación de lo que estás haciendo, aunque compongas solo para divertirte. La música tiene sentido cuando la oyen los demás. Creo que todo el mundo que hace arte y cultura tiene la obligación de mostrarlo al mundo, si no, no sirve para nada. Me gusta que estos temas aunque sea difícil explicarlos estén ahí. Siempre habrá alguien que lo pueda escuchar y se sienta identificado. ¿Y cómo surgen las melodías de tus temas? Los temas son como puzzles. La mayoría son improvisaciones que luego desarrollo y que me puedo tirar un año haciéndolas. Lo único que sé es el momento en que las acabo, cuando veo que el tema está redondo. Creo que son temas que hablan de un ritmo o de una armonía peculiar. Yo las veo como temas cinematográficos, como pasajes que vienen, acaban, viene otro… Es un disco que lo oyes con los ojos cerrados y te cuenta ciertas historietas. En ese sentido me siento totalmente libre para hacer la música que yo quiera. No trabajo para ninguna compañía ni para nadie y lo único que busco es que tenga sentido. ¿Con qué palabras definirías el estilo del disco? No lo sé, fue un problema a la hora de subirlo a iTunes o Spotify (risas).

No te dejan inventarte una etiqueta. Creo que el co-productor puso Jazzvanguardia. Para mí el jazz vanguardista es algo más serio. Yo lo llamaría música contemporánea, quizá “jazzy”. No es jazz, porque no me considero un jazzman. Sería una música contemporánea con tintes de jazz. ¿Con este el estilo de música te sientes más libre para componer que con el género pop? A veces no me siento más libre, incluso me siento un poco esclavo de lo que oigo dentro y quiero plasmar. Tienes la libertad de ensamblar las piezas que tú quieras, no es que tengas 10 ó 20 piezas de un puzzle, es que tienes 14.000 puzzles y de esos tienes que sacar lo que te interesa. Es lo bueno y lo malo de trabajar con tanta libertad.

“No sabría muy bien como definir el estilo de música de este disco” En directo sí tienes más opciones para la improvisación. Si, en casi todos los temas hay partes para improvisar. La mayoría los hemos tocado en directo con Yuri Gagarin y siguen evolucionando. Con esta música, aunque no sea jazz, trato de entrar en esos circuitos porque me gustan mucho esos ambientes minimalistas: el contrabajo, un piano de cola, el silencio. Esto me interesa mucho para mostrar mi música, el formato de trío. En el disco incluyes un tema compuesto junto con Antonio Vega… Sí, es “Sin palabras”. Antonio y yo estábamos trabajando en él cuando murió. Al retomarla, recordé la melodía y la grabé al piano de una tacada. La melodía es de Antonio. No quería que se perdiera. De alguna manera, es como una última canción. También está incluido un solo de guitarra de Antonio en “El Idiota 2ª Parte”. ¿La música de Antonio Vega te gustaba o tirabas más hacía el jazz u otros sónidos? Siempre me ha gustado toda la música, pero cuando empecé me gustaba Led Zeppelin, Deep Purple, el rock un poco más duro, el punk, Sid Vicious. El pop español no me gustaba. En

esos años oí “Una décima de segundo” y pensé “este tío es diferente”. Con “Lucha de gigantes” me sorprendí a mi mismo muy emocionado. ¿Crees que en algun momento pudiste influir en la música de Antonio? Al principio no, porque Antonio ya era un adulto musicalmente hablando, tenía las ideas muy claras. Él estaba empezando a hacer lo mejor que iba a hacer en su vida. Pero con los años empezamos a evolucionar juntos. Yo empecé a estudiar otras músicas, como jazz, jazz fusión y seguí estudiando música clásica. A veces hacía aportaciones a los discos, hice arreglos. Incluso en “Anatomía de una ola” a Antonio le gustaban mucho algunos solos que hice. Él me lo dobló encima con su guitarra. En ese sentido creo que es posible que le influyera pero, claro, salvando las distancias. ¿Y a ti te ha influido en algo? A la hora de componer, no creo porque él hacía otras cosas. Pero sí en todo lo demás: cómo empezar una pieza, cómo desarrollarla, cómo acabarla o en los aspectos generales de la música, cómo comportarse en un escenario. Antonio Vega colaboraba en Yuri Gagarin. A Antonio le gustó el proyecto y se apuntó como guitarrista, porque además era la época en que estaba obsesionado por la música de escalas, empezó a estudiar jazz y fusión. Se ponía atrás con sus pedales y sus solos de guitarra, disfrutaba mucho. Te has rodeado de excelentes músicos para grabar este disco. Los conozco hace veinticinco años, cuando hay un proyecto siempre nos ayudamos. Se trata de la gente que tengo más cerca y con la que me apetecía grabar estos temas, somos como una hermandad. Es la parte más divertida. ¿Aparte de tu proyecto, sigues colaborando con diferentes músicos? Cada vez menos. Esa es la parte que más echo en falta. He hecho algunas producciones, como Marazu. Ahora tengo mucha ilusión con las bandas sonoras de películas. Este año voy a hacer dos: una se llama “Little Galicia”, cuyo productor es Pedro Masó hijo, y otra es sobre la guerra civil. También tengo el proyecto de hacer la banda sonora de “Nosferatu” con música electrónica mezclada con rock.


Mick Taylor “El encanto de una guitarra mítica” Todavía conmocionados por la muerte de Alvin Lee el día anterior, nos acercamos a la sala El Sol para presenciar las evoluciones en directo de uno de los grandes guitarristas del rock de los últimos tiempos. Y es que el bueno de Mick Taylor es un caso atípico dentro de la escena musical; dotado de un virtuosismo fuera de toda duda, siempre le ha gustado mantenerse en un segundo plano, algo que hace relativamente difícil verle sobre las tablas, por lo que no dejaba de ser sorprendente tener la oportunidad de volver a verle en la carretera, un hecho probablemente motivado por sus recientes intervenciones en la gira del 50 aniversario de The Rolling Stones. Un hecho aprovechado SON Estrella Galicia para traer a nuestro país a esta leyenda de la música e inaugurar un ciclo de conciertos que ha pasado a denominarse como “Leyendas con Estrella”. Con la agradable sorpresa de ver que estaban todas las entradas agotadas entramos en la sala. Allí con puntualidad británica Mick y su banda se plantaron ante sus fieles abriendo con “Secret Affair”, al más puro estilo del mejor Santana de los 70´s. Al finalizar, un público de edad mayoritariamente elevada rompía en aplausos ante el maestro de las seis cuerdas, el cual desde el principio mostró su valía como instrumentista, sin lugar a dudas su mayor virtud, una seguridad y firmeza que se fue consolidando tema a tema, haciéndole sentir más cómodo sobre el escena-

rio con el transcurso de los mismos. Algo que quedó patente en la interpretación de algunos viejos blues de New Orleans como “You Shook Me”, haciendo disfrutar de manera ostensible a sus acólitos. Tampoco faltaron homenajes a ciertas leyendas, convertidas tiempo atrás en amigos; tal fue el caso de su interpretación de “Layla” del gran Eric Clapton, calcando su célebre fraseo de guitarra, o su revisión de Dylan, tamizado por la versión de Jimi Hendrix, de “All Along the Watchtower”, recibida con entusiasmo por un público sediento de rock cavernario. Mención especial merecen los músicos que acompañaban a Mick en el escenario, veteranos como Michael Bailey, al bajo, Max Middleton, al piano y Hammond, Hamish Stuart, a la guitarra, y Jeffe Allen, a la batería, capaces de seguir al mítico guitarra sin el más mínimo problema en sus geniales improvisaciones, llegando a sorprenderse ellos mismo del dominio y manejo de su compañero a las seis cuerdas. No podían faltar dentro del repertorio el recuerdo a sus inicios con John Mayall, recuperando “Feed up the Blues” y “Goin´South”, elegidas para ilustrar sus primeros años en los Bluesbreakers, con quienes grabó los álbumes “Crusade” y “Blues from Laurel Canyon”. La vuelta al blues llegó de la mano de Muddy Waters y su “You Shook Me”, representando uno de los grandes momentos de la noche; seguidos de otro menos afortunados al des-

Madrid, Sala El Sol 7 de Marzo de 2013 “Leyendas con Estrella” >> >>

Por Jorge Bravo Crespo “El Gurú” Foto Alberto Vicente

aparecer del escenario para hacer un descanso para fumar un cigarro, dejando a su banda tocar “He was a Friend of mine”, la enésima referencia del genio de Duluth. En la recta final, y con el público rendido a sus pies, fue cuando nos sorprendió con un instrumental de dejes brasileños, bailando al son que imponía Max, su pianista, dando paso a uno de los momentos más divertidos de la noche. En los bises llegó el pequeño homenaje a su amigo y recientemente fallecido Alvin Lee, haciendo sonar solamente los primeros compases de “50.000 Miles Beneath my Brain”. Llegados al final, el introvertido Mick, que sólo de vez en cuando se dirigía a la audiencia para presentar a los músicos o la canción en cuestión, hizo dos concesiones al repertorio de los Stones, “Can´t you hear me Knocking” y “No Expectations”, que supuso el broche de oro definitivo a la velada, pues con ella consiguió que se nos dibujara una amplia sonrisa en la cara y saliéramos con la sensación de haber presenciado un gran concierto. Eso mismo debía de estar pensando Johnny, te clista y desde hace años vocalista de Burning, el único superviviente de nuestros Stones patrios, presente en la sala. Por estos y otros mágicos momentos mereció la pena estar allí para presenciar el encanto de una guitarra mítica. ¡Hasta la próxima Mick!


Lichis Madrid, Café La Palma, 17 de Enero de 2013 Texto y fotos Jorge Bravo Crespo “El Gurú”

Miguel Ángel Hernando sigue mareando la perdiz con su nuevo proyecto. Después de su conversión a Miguelito, ahora vuelve otra vez a ser Lichis, el nombre con el que siempre se le ha reconocido dentro del mundillo musical; reactivando de ésta forma su propuesta en solitario después del éxito que cosechó con La Cabra Mecánica. Dio muestra de su inmenso talento repasando algunas de sus mejores composiciones en formato electro-acústico, siendo secundado únicamente por la guitarra de su inseparable Julián Kanevsky. La cosa no pintaba muy bien en un principio pues Lichis andaba griposo y se nos presentó pidiendo disculpas con su ácido humor habitual. No perdió mucho más el tiempo y es que rápidamente empezó a reivindicar a algunos de los clásicos del rock español. Tal fue el caso de Gabinete Caligari de quienes interpretó “Pecados más dulces que un zapato de Raso” y Antonio Vega del que rescató “Lo mejor de nuestra Vida”, canciones que combinó con piezas nuevas propias como “Es casi rock´n Roll”, y otras más antiguas prodecentes de la última etapa de La Cabra, “Carne de Canción” y “Valientes”, dos de las que más se asemejan a lo que quiere hacer a partir de ahora. Pareció encontrarse a gusto Lichis interpretando nuevas piezas por lo que no dudo lo más mínimo a la hora de mostrar algunas de las joyas que nos tiene preparadas.

De entre las más celebradas debemos rescatar “Amor verdadero”, una preciosidad pop con olor a clásico, y “Televisión de Madrugada”, en la que hace un canto a lo que significa empezar de nuevo. El concierto se fue calentando tras el chupito de ron con el que brindó con el público para continuar con su repaso a más grandes nombres de la música. En esta ocasión fue J.J. Cale el homenajeado; al que le siguió otros de los nuevos temas “Horas de Vuelo” y “Salir a Asustar”, grandes composiciones que nos hacen esperar lo mejor de su debut en solitario.

Dedicó “Felicidad” a la Pandilla Voladora, un nuevo proyecto en el que se embarcara junto a Muchachito Bombo Infierno, El Canijo de Jerez, Tomasito y Albert Plá. Con un breve bis, en el que repasó “Gracias por Nada” y “Pinocho”, dio por concluido un concierto irregular que, pese a todo, no terminó de dejarnos satisfechos. Y es que Lichis es mucho Lichis, de ahí que cuando su enorme potencial no se muestra en todo su esplendor, un pequeño gesto de decepción asoma en nuestro rostro. Porque, pese a quién pese, Lichis es uno de nuestros mejores letristas contemporáneos.

Le Punk Madrid, sala Joy Eslava. 19 de Enero del 2013 Por: Bruno Corrales. Foto de Amanda Tijeras

¿De qué madera estás hecho?, se preguntaba Alfa en una de las últimas canciones de Le Punk. El complicado tema de estar a la altura en los momentos bajos, pero también preparado a la hora de la verdad, con el viento a favor. Independientemente de cómo quiera sonreír la suerte para otro tipo de asuntos, en estas dos contiendas Le Punk puede declararse vencedor. Hablamos de una banda que decidía suicidarse en el momento álgido de su carrera. Lo hacía sin el menor ruido, poniendo por delante una honestidad que seguro no trajo dinero pero sí la protección de un compañerismo que, lejos de ser utópico, con el tiempo ha sido clave para conseguir algo grande: su reencuentro y una noche como la del pasado 19 de enero. Una vez allí, no hay tiempo para darle más vueltas. Ya suena “Enemigo equivocado”. No daban ni las nueve de la noche cuando la banda al completo saltaba al escenario de una Joy Eslava repleta. Un ambiente fabuloso con un público entregado que podemos asegurar no estaba ahí por obra de una promoción intensa, ni siguiendo la estela de una moda pasajera... Estaba por canciones como “El Delito del amor”, por volver a ver en directo a uno de esos grupos que logran calar hondo en la memoria. Emocionados al echar la vista atrás y redescubrir su propio repertorio, Le Punk diseñaba una noche imparable dividida en tres actos. Nada de reservar fuerzas. Tras una sentida interpretación de la ya citada “¿De qué madera estás hecho?”, con unos enormes No Reply a los vientos, Le Punk abordaba sin ellos “La Canción del Soldado”, con esa pizca de tan necesaria desobedencia civil (Porque soy de los que van con la verbena / y se enfrentan a la policía). Rápidamente, la banda se completaba para atacar un primer final de infarto con clásicos como “Así me va” o “Sol de Enero”. Después, solo un breve respiro para volver al ruedo de la mano de la siempre cruda “Fulana de Tal”; recordando las lecciones de esperanto con “La Lukto estas Perdita” y volviendo a retirarse, puño en alto, con “Partisanos”. Llegaba entonces uno de los momentos más increíbles de la noche, tomando los mandos Joe Eceiza e interpretando “He vuelto a amanecer” con un inmenso juego de luces que disparaba la emoción. Cerca del final, era la hora de dos de sus temas más celebrados, “Vivir sin recordar” y “Te llevo en el corazón”, cerrando definitivamente y en total hermandad con “Compañeros”. El descanso y la perspectiva tomada con el tiempo eran palpables sobre el escenario, y es que la banda no mentía cuando consideraba este regreso como un auto-homenaje. Risas, duelos, complicidad, verdadero disfrute de unas canciones que, tengan o no continuidad, volvieron a sonar con fuerza. Y poco más puede importar.


Spin Doctors Madrid, Teatro Lara, 7 de Febrero de 2013 Texto y foto: Alberto Vicente

Regresaba el grupo con una nueva gira para conmemorar los 20 años de la publicación de su primer álbum “Pocket full of kryptonite”. Los más viejos del lugar todavía recuerdan el explosivo concierto que ofrecieron en la extinta sala Revolver de Madrid. Al finalizar el concierto, en el hall del teatro Lara, se encontraba Chris Barron rodeado de fans, firmando copias de su último disco que publicarán en pocos días “If the river was whiskey”, sorprendiéndose gratamente cuando alguien le mostraba el ticket de aquella actuación. Eran otros tiempos, veinte años menos en las espaldas y el mundo por conquistar. La banda demostró al público que prácticamente abarrotada sala, que siguen ofreciendo shows de calidad, conservándose en buena forma, especialmente Chris Barron, al que parece no pasar los años. Obviamente, se quedó por el camino cierta frescura e inocencia de antaño, pero perfectamente suplida por mayor experiencia y tablas sobre el escenario. El cantante hizo gala de su simpatía, su sentido del humor “Este teatro es muy bonito... pero yo, me meo un poquito...” y de su singular manera de moverse y bailar por el escenario, más estáticos quedaban Mark White y el guitarrista Eric Schenkman. Fueron las canciones de su primer disco las que cobraron toda la atención y protagonismo la pasada noche. Canciones que quedaron bajo la estela todo poderosa del mainstream; “Two Princes”, “What Time Is It?” con la que comenzaron, o “More Than She Knows”. Hubo tiempo también para presentar temas de su nuevo disco, canciones orientadas hacía el blues añejo. También para versiones, muy lograda “Have you ever seen the rain?” de CCR para la BSO de Philadelphia. También hubo lugar para la improvisación y el lucimiento de la gran base rítmica de este grupo, a cargo de Mark White con su latir funk y la poderosa batería de Aaron Comess. Fueron los momentos casi finales los que protagonizaron junto al invitado de la noche, nada menos que Jerry González, la magia a ritmo de jazz, funk, blues y rock, ¿Qué más se puede pedir?.

Dogs D’ Amour Madrid, sala Caracol, 24 de Febrero de 2013. Texto y foto: Alberto Vicente Volvían a reunirse Tyla y compañía para alegría de todos los fans de esta banda británica que tantos buenos momentos nos hicieron pasar en el pasado. El retorno vino motivado por una buena causa, la ayuda a un amigo de la banda que está pasando por malos momentos debido a una enfermedad. La ayuda monetaria irá destinada a pagar los cuidados por los que tiene que pasar y para una mejor calidad de vida. La sala Caracol rozó el lleno absoluto, a pesar de ser un frío domingo en la capital. Con una excitación palpable en las caras de todos los que nos encontrábamos allí, comenzó un concierto que ya podemos recordar como uno de los mejores momentos del año. Una banda en forma, la voz rota de Tyla sonó inmejorable y la ejecución de los temas rayó la perfección. Así pudimos volver a escuchar en directo varios de sus clásicos, canciones de su mítico disco “In The Dynamite Jet Saloon” , sonido imperecedero para las melodías de “Last Bandit”, “Everything I Want”, “Billy Two Rivers”, “Wait Until I’m Dead” o la grandiosa y coreada por toda la sala “How Come It Never Rains”. También hubo tiempo para repasar otros himnos de su discografía, por ejemplo del también mítico “Errol Flynn”, como “Ballad of Jack” , “Drunk Like Me”, o “Satellite Kid”. Además, la banda quiere continuar ofreciendo nuevo material, de momento, pudimos disfrutar de un tema nuevo “Flameboy” que se incluye en el nuevo EP editado. Buenas noticias serían que, al margen de estos conciertos se volviera a poner en marcha la producción de un disco completo y nuevas fechas. Lo visto la pasada noche no fue un mero espejismo, y creemos que hay cuerda para rato, así lo demostraron sobre el escenario el guitarrista Jo Dog, Bam, que sigue aporreando la batería sin piedad, un Tyla con fuerza, actitud y muy centrado y el resto de la banda. En definitiva, una gran noche, y sólo esperamos que esto no se quede aquí y que tengamos Dogs D’ Amour para rato.


Yo la Tengo Madrid, sala La Riviera, 5 de Marzo de 2013 Texto y foto: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”

Muchas ganas tenía el público madrileño de disfrutar de Yo la Tengo, un hecho que se se respiraba en el ambiente de una sala que presentaba el aspecto de las grandes citas. Y es que ni la lluvia ni el fútbol pudieron con el tirón de los de Hoboken (Nueva Jersey). A las nueve en punto aparecían en escena los tres músicos, Georgia Hubley, Ira Kaplan y James McNew con la intención de ofrecernos un set acústico que compondría la primera parte del show en un coqueto escenario con tres árboles de fondo. Presentaban el reciente “Fade”; y casi susurrándonos las letras, perfectamente audibles gracias a un respetuoso silencio, pudimos apreciar la delicadeza de joyas como “The point of It” o “I´ll be Around” con un sonido cristalino. Los tres miembros se repartieron instrumentos y tareas vocales ofreciendo clásicos como “Season of the Dark”, con Ira al piano, o la impresionante “Nowhere Near” en la preciosa voz de Georgia. Llegó un inesperado descanso, que se hizo demasiado largo por la necesidad de adecuar el escenario al set eléctrico, donde el grupo nos mostró su otra faceta, la del acople, el ruido y la distorsión hecha arte. Con un comienzo brutal gracias a “Moby Octopad” en donde la experimentación y melodía se dan la mano, jugando incluso con desarrollos jazzísticos. El momento cumbre de la noche estuvo en “(Straight down to the) Bitter End” enlazada con “Sugarcube”, uno de los temas que les encumbró en lo mas alto del Indie-rock a principios de los noventa. Pero su fundación se remonta mucho antes, algo que se encargaron de recordar con temas de su primera época, un hecho que nos hizo acordarnos de su primera visita a Madrid, allá por 1989, año en que comenzaron su largo idilio con nuestro país en el que siempre han contado con una legión de seguidores. Pero no todo es pasado, algo que Yo La Tengo demostraron con “Ohm”, de su último disco, que funciona como un mantra tibetano de fácil conexión. Tras dos horas, el grupo decidió regalarnos un bis en el que interpretaron canciones como “The summer”, que supuso la vuelta a la calma tras la tormenta sonora anterior, y “What can I say”, versión de NRBQ que cerraba “Fakebook”, con la que no pudimos evitar esbozar una sonrisa de satisfacción en nuestras caras.

Pájaro Bilbao, Kafe Antzokia, 21 de Febrero de 2013 Por: Kepa Arbizu. Foto de Lore Mentxakatorre

Pájaro ha supuesto para muchos, entre los que me incluyo, la gran (y gratísima) sorpresa discográfica del año pasado. Tras ese nombre “alado” se encuentra Andrés Herrera, un guitarrista de largo recorrido que ha compartido su talento con, entre otros, Pata Negra, Kiko Veneno o Silvio Melgarejo. Así que aunque “Santa Leone” ha supuesto su puesta de largo como músico en solitario, estamos ante todo un veterano de las tablas. Tras dicha consagración en formato grabado quedaba ahora ver “in situ” su capacidad para transmitir ese peculiar y sorprendente sonido. Lo visto en la sala bilbaína ha servido no sólo para refutar esa sensación inicial sino como demostración palpable de que la banda suena a las mil maravillas, con un empaque envidiable y consistente básicamente en una sección rítmica contundente además de tres guitarras que perfectamente quedan empastadas sin llegar a la temida saturación que se puede llegar a producir en estos casos. “Pájaro” se mostró ante el público con un particular sentido del humor pero siempre bajo una figura lacónica y algo misteriosa. Con esa guisa lideró unas canciones que expandieron a la perfección ese amplio abanico estilístico que ya ha logrado construir como signo personal, consiguiendo moverse con soltura por el rock oscuro de ”Luces Rojas” o “Dogo’s walk”; constituirse como crooner romántico en “Perché” o “Tres pasos al cielo”; atacar el rockabilly asesino de “TLP” o la contundencia y profundidad instrumental de “Santa Leone”. Para el final quedó el recuerdo explícito para Silvio (siempre presente en su música) por medio de “La pura concepción” y la trepidante recreación de la conocida y fiestera “Wipe Out” de The Ventures. Fueron el epílogo de lo que supuso la confirmación de los allí congregados con respecto a la total rendición ante la propuesta de este andaluz, que ha hecho viajar a su “acento” musical por el country, el blues o el rock, creando un híbrido apasionante y original.


S

e ha convertido por derecho propio en

uno de los grandes

nombres de nuestra música. Rompió barreras y prejuicios

estúpidos con el rock vacilón de Pereza, la banda con la que conoció el

éxito masivo; un reconocimiento labrado a base de noches de rock

and roll y de cientos de kilómetros cuyo único destino posible era el estrellato. Con el favor multitudinario del público en su bolsillo, Leiva habló con Rubén,

decidieron de manera imprevista poner fin a su aventura conjunta amistosamente. Un ejercicio

la otra mitad de Pereza, y

de sinceridad artística, repleto de valentía, romanticismo y compromiso con el que el músico de la Alameda de Osuna

un nuevo e interesante viaje,

buscaba emprender

el de su carrera como solista.

El primer acto de ésta nueva aventura llevó por título “Diciembre”, un intenso trabajo que

cien,

por fin nos entregaba a Leiva al cien por

mostrando al mundo su categoría como compositor de canciones

atemporales.

Hoy nos sentamos cara a cara con él para repasar

una vida que siempre ha girado alrededor de una guitarra y un escenario. >>

Por Javier González. Fotos de Iván González

Leiva




C

uál es el primer recuerdo relacionado con la música que se te viene a la cabeza?

para hacerlo. Fue un lugar fundamental para que las bandas de la Alameda se dieran a conocer.

Me acuerdo de estar en las vías de tren que recorrían la Alameda de Osuna, era un lugar donde nos reuníamos un montón de gente para tocar la guitarra. Un buen día apareció un chaval y se puso a tocar “Light my Fire” de los Doors, robándonos el corazón. Fue algo impactante para mí. En ese instante, con tan solo doce años, tuve claro que yo quería hacer eso.

Así dieron comienzo las famosas noches del Siroco. ¿Cómo viviste aquel período de tiempo?

En tu caso la música siempre ha estado muy presente, ya desde el ámbito familiar. En mi casa siempre ha habido pasión por la música, tanto por mis padres cómo en el caso de mis hermanos. Con la discografía de mi hermano mayor me ha tocado la lotería, la verdad. Desde pequeño tuve la oportunidad de escuchar a Dylan, Faces, Leonard Cohen y Stones, entre otros. A los quince años era un chaval que se emocionaba con cierto tipo de música que no era la que escuchaba todo el mundo. Aparte de las ya citadas. ¿Qué bandas fueron las primeras que te golpearon fuertemente? Mi hermano siempre escuchó a gente como Dylan y Springsteen dos nombres que se convirtieron en fundamentales para mí. Luego, por otro lado, escuchaba a bandas de rock en castellano como Tequila y Los Ronaldos. Más tarde, con catorce años, recuerdo el momento especial que para mí supuso conocer a los Beatles. Fue algo definitivo en mi formación musical que debo agradecerle a mi primo Víctor, vocalista de Vikxie. Gracias a él entré a profundizar en esos tíos, en sus armonías y composiciones, y no lo he abandonado hasta hoy. Ellos me abrieron todo el abanico de elementos para hacer una buena canción. Sinceramente creo que han sido los más importantes para mí a la hora de aprender el oficio. Ya has hablado de tu barrio, la Alameda de Osuna, un lugar fundamental para el rock de nuestra ciudad cuna de grupos como Buenas Noches Rose o Le Punk, entre otros. La Alameda siempre ha sido un lugar muy musiquero. Los chicos jóvenes quedábamos en el parque para tocar y acabábamos formando grupos de rock influenciados por la música de los setenta. Nosotros, gente como Tuli y mi primo Víctor, éramos de los más pequeños. Un poco más adelante paraban Yoghurt Daze o Buenas Noches Rose. Fruto de todo aquello nacieron muchas bandas, posibilitando que se creara la escena del Siroco. Algo que hay que agradecer a Alfonso Fernández, responsable de la sala, que nos dio un apoyo total, dejándonos tocar allí sin pedir maquetas previamente, cuando ni siquiera teníamos la edad necesaria

Recuerdo que con Malahierba tocamos mucho allí; es más, solíamos reventarlo. Yo veía aquel garito como el sitio donde habían tocado Los Rodríguez y un montón de grandes bandas más. Y de pronto nos vimos formando parte de aquella escena siendo apenas unos críos. Era un rollo muy sano a la vez que tóxico (Risas). Había una sinergia increíble, todos tocando con todos. Además, era un sitio con una historia del copón. Fue una época en que sentimos que nuestra carrera cogía velocidad. Empezamos a darnos cuenta de que tocar en clubs estaba a nuestro alcance. Fue en Siroco donde de manera casual comenzó a gestarse el embrión de Pereza Lo de Pereza fue algo puntual que surgió para hacer versiones de Leño. Después nos dimos cuenta de que aquello era especial. Tenía alma y funcionaba bien. Yo estaba focalizado con mi banda porque con quien quería comerme el mundo era con Malahierba; de la misma manera que Rubén quería hacerlo con Buenas Noches Rose. Lo que ocurrió es que con Pereza todo se dio solo. Empezamos a tocar en garitos y nos dimos cuenta de que ahí pasaba algo. Para nosotros inicialmente era un divertimento que a la gente le gustaba. ¿En qué momento te das cuenta de que Pereza se había consolidado como banda? Un día nos encontrábamos tocando en Siroco ya como banda seria, estamos hablando de una época en que teníamos canciones propias, y se nos acercó Dani Marín para decirnos que era de BMG-RCA. Nos comentó que tenía intención de ficharnos para grabar un disco. Para mí fue un momento duro, de ruptura con mi banda de rock and roll setentero, con la que por aquel entonces todavía seguía queriendo comerme el mundo. Recuerdo ese hecho como un drama porque era una ruptura con el grupo con el que empecé de niño. Pero por otro lado, debo decir que vivir todo lo que ocurrió de manera tan natural con Pereza, fue muy emocionante. Suponía cumplir un sueño. Además, se dio sin buscarlo, cosa que sí hacíamos con nuestras antiguas bandas sin conseguirlo, ¡qué paradoja! Aun así vuestros inicios fueron realmente duros, compatibilizando los ensayos y las giras con curros de mala muerte. ¿En algún momento pensaste en arrojar la toalla? Realmente lo que nos ocurrió, no fue más jodido que lo que les pasa a otras bandas. Lo recuerdo como algo duro,

“En los tiempos que corren lo más fácil hubiera sido seguir con Pereza”


“Tengo la sensación de que mis canciones han conectado con la gente” porque currábamos mucho y a los conciertos no venía demasiada gente. En nuestro caso antes de grabar el primer disco, ya habíamos hecho muchos conciertos previos e inclusive después de grabarlo, estuvimos dos años tocando, haciendo giras y teloneando a todo Dios. Quizás al acabar la gira hubiéramos dado doscientos conciertos porque estábamos siempre tocando. Después grabamos otro disco con el que tampoco estaba ocurriendo nada, puesto que con el que realmente empezaron a ocurrir cosas fue con “Animales”. Pero creo que son los años que cualquier banda tiene que pasar. Es lo normal. En mi caso todo estaba anestesiado por una ilusión que no me permitía sufrir. Salir a tocar era una aventura, pasara lo que pasara, siempre me contentaba. Ahora visto con perspectiva lo pienso y digo “joder, ¡qué duro!”, pero nunca nos planteamos arrojar la toalla. Poco a poco fue llegando un éxito, progresivo y masivo, que fue recibido con animadversión por cierto sector de gente que venía a decir que lo que hacíais era “pop para quinceañeras”. ¿Te costó encajar aquellas primeras críticas negativas? Cuando pasa el tiempo, te das cuenta de que son los prejuicios de manual. Al tocar en Siroco eres una banda de puta madre, pero cuando firmas por una compañía, dejas de serlo automáticamente. Le ocurre a todos los grupos. Ahora lo veo con sentido del humor, pero al principio sufríamos más. Básicamente porque no lo entendíamos. Pero desde muy temprano estuvimos por encima de eso. Nosotros sabíamos de dónde veníamos y lo que éramos, seguíamos a los nuestro, tocando y currando. Al final llegas a entender que al hacerte popular para mucha gente te conviertes en vulgar. Es cierto que hay cosas populares que lo son, pero otras no. Es un proceso lógico que le ha ocurrido a mucha gente y que te enseña cosas. En primera instancia te duele porque quieres que te vean cómo tú piensas que deben hacerlo, pero al final entiendes que es algo que no puedes controlar y que lo importante era hacer buenas canciones, para que la gente se emocionara con ellas. También debo decir que comprendo a la persona que le gusta un grupo, que considera suyo, y de pronto pasa a gustarle a su vecina, con la que no tiene nada que ver, es normal sentir cierto despecho por ellos. ¿Llegaste a beberte la copa del éxito de un solo trago? Disfrutamos del éxito de la manera más inconsciente y divertida posible. Lo de Pereza fue muy progresivo, pero no es menos cierto que pasamos de meter doscientas personas a agotar en todos los sitios. Nos parecía todo muy divertido. Recuerdo que salíamos muy pasados a tocar. Vivimos todo cómo se supone que hay que vivirlo, desde la inconsciencia y la diversión más absoluta, sin tomarnos muy en serio todo lo que pasaba. Además, tuvimos la oportunidad de tocar con un montón de gente a la que admirábamos, algo enorme.

¿Tiene la popularidad algún aspecto negativo? Claro que lo tiene, llegó un momento en que fue incómodo, pero bueno la calderilla del éxito es la fama. La pérdida del anonimato no te enseña nadie a gestionarla en el colegio. Hay a quien le gusta que le reconozcan por la calle, pero a mí no. A mí me gustaba salir y tocar, todo lo relacionado con estar encima de un escenario, lo demás no. Llega un punto en que aprendes a gestionarlo y no se te sube a la cabeza. En nuestro caso, a pesar de ser conocidos, seguimos conservando los mismos colegas y frecuentando los garitos de siempre. Pereza fue la curiosa unión de dos músicos y compositores de estilos personalísimos, como Rubén y tú. ¿Fue ese hecho el que desembocó el final de la banda? Es cierto que Pereza era un caso curioso. De un lado estaban las canciones de Rubén y de otro las mías, algo que nunca nos alejó; al revés, nos unió. Que hubiera dos vertientes claramente diferenciadas, era parte de nuestro encanto e identidad, básicamente porque cuando nos juntábamos ocurrían cosas bonitas. Parar Pereza responde a la lógica. Estuvimos tocando juntos durante catorce años. Es normal que llegara un momento en que había que parar la máquina. Quizás en los tiempos que corren lo más fácil hubiera sido seguir con Pereza, gestionando nuestras formas de ser, pero pudo más nuestro compromiso con la música y nuestra amistad. Más allá de vuestros discos. ¿Crees que el principal legado de Pereza es que ha dado lugar al asentamiento de dos grandes carreras artísticas? Es algo que tiene que decir la gente. Lo que está claro es que nosotros no tenemos planes de volver con Pereza. Mi idea es seguir haciendo canciones y aprendiendo para construir una carrera. Creo que lo principal es que los dos seguiremos buscando hacer canciones bonitas, algo que también es liberador. Además, a mí me gusta mucho eso de probar, buscar e investigar para que las composiciones transmitan. Una búsqueda que da como resulta “Diciembre”, tu primer álbum en solitario, al que personalmente le veo conexiones con “Aviones”. En “Aviones” se vislumbraba “Diciembre”. “Aviones” es un punto de inflexión dentro de Pereza, con ese disco siento que nos ponemos a plasmar nuestro aprendizaje de muchos años. Además, estábamos en muy buena forma, tanto tocando como en el aspecto compositivo. Con “Aviones” empecé a encontrar un lugar para componer a partir del que creo que sigo evolucionando. Actualmente me encuentro en un momento compositivo muy dulce; ahora estoy haciendo la música que me apetece hacer.


Una vez grabado todo el material. ¿Tuviste dudas de lo que habías hecho? La verdad es que tenía muy claro cómo quería que sonara. De hecho grabé todos los instrumentos. Luego cuando terminas el disco es inevitable sacarle punta. Y en mi caso lo que me suele ocurrir es que tengo dudas con el tempo de las canciones. Visto con cierta perspectiva, estoy muy orgulloso del resultado final. Es un trabajo muy artesanal en el que puse mucho de mí. A día de hoy, cuando estoy en los hoteles y salta alguna de las canciones de “Diciembre” en una lista aleatoria, debo confesar que me gusta. Y la respuesta del público. ¿Te preocupaba? No sabía qué dimensión podía tener el proyecto. Esa era el vértigo que tenía, porque éste nuevo paso suponía saltar sin red. De pronto he visto que la gente me apoya, tanto que en poco tiempo vamos a ser disco de oro. También estoy

muy contento porque tengo la sensación de que las canciones han conectado con la gente, que ha decidido quedarse conmigo en ésta nueva andadura. Un salto al vacío entre comillas porque sigues conservando a tu gran familia de músicos y a la gente de tu agencia de management. De lo único que puedo alardear es de tener muchos amigos y buenos compañeros en el mundo de la música. También puedo presumir de la gente de mi oficina, la única que he tenido en toda mi vida. Hay una estructura de personas que llevamos juntos toda la vida. Mi banda son mis colegas del barrio, también de toda la vida. Es un salto sin red, pero rodeado de mi amigos con los que tengo un código mafioso. Salir a la carretera, rodeado de tu familia, es muy importante. Entre esos amigos están Iván Ferreiro, Ariel Rot y Loquillo, con quienes vas a realizar una gira conjunta.

“Me encuentro en un momento compositivo muy dulce”



“Vivimos el éxito desde la inconsciencia y la diversión más absoluta” ¿Cómo surgió la posibilidad de llevar a cabo estos proyectos? Iván es colega desde hace tiempo, hemos compartido muchas cosas juntos. Fue él quien me propuso salir a tocar juntos de manera puntual en Galileo Galilei. El concierto moló y la gente nos lo ha empezado a demandar, hasta convertirse en una gira que está teniendo bastante éxito. También, a partir de Junio, vamos a empezar otra gira conjunta con Ariel Rot y Loquillo, dos tipos a los que admiro muchísimo. Al final estamos en la música para pasarlo bien y estar con amigos aunque personalmente hay veces que tengo que echar el freno porque siempre estoy tocando con gente. Sin embargo, no todo son buenas noticias relacionadas con tus colaboraciones ¿Qué va a pasar al final con el disco que grabaste a medias con Johnny de Burning? No creo que vea la luz, sinceramente, aunque en éste caso no tiene nada que ver conmigo. Yo le dediqué dos años de mi vida a ese proyecto. Cogí a Johnny, le dije que hiciéramos el disco, trabajé con el día a día, grabé todos los instrumentos, lo produje y mezclé. Pero cuando estaba todo hecho, él me sacó la navaja. Fue entonces cuando me di cuenta que no estábamos en el proyecto por los mismos motivos. Yo le eché horas de manera romántica porque reivindicaba una figura al estilo yankee, como hizo Tom Petty con Roy Orbison o Rick Rubin con Johnny Cash. Quería sacar un referente a la luz aprovechando que tenía un altavoz para enseñarle al público de dónde bebe mi estilo. Puse mucho de mi parte pero llegó un punto en que tuve que parar. Es una pena, primero por la parte personal, porque ví que Johnny estaba pensando en la pasta. Entonces cogí todo el material y le dije que hiciera lo que estimara oportuno. Llegué de la manera más limpia al proyecto y de la misma forma, me fui. Inclusive tuve una reunión con Alfred Crespo, director de Ruta 66, quien me dijo que ese disco debería salir, algo que yo también comparto porque es un discazo de rock, repleto de grasa “stoniana”. Creo que si Johnny fuera un señor, debería sacarlo. Hablando de referentes históricos. ¿Qué más artistas nacionales te han marcado profundamente? Siendo un chaval Tequila me desordenó por dentro. Y luego, siendo más mayor la carrera de Andrés Calamaro, me parece increíble. Al escuchar “Honestidad Brutal” siento que estaba en un estado de gracia e inspiración apabullante. Creo que es uno de los discos que más he escuchado en mi vida. También me gustó mucho en su día Coque Malla. Y después está Joaquín Sabina que forma parte de momentos cotidianos de la vida de mi casa, trascendiendo lo musical. Yo relaciono sus canciones con olor a café y vacaciones.

Encontrarme con él fue muy grande porque estaba en otra dimensión. No solamente era un héroe musical sino que era parte de mi casa. Cuando nos llamó para trabajar juntos fue un momento muy importante para nosotros. Joaquín Sabina es nuestro Bob Dylan, es el que mejores textos escribe de todos los grandes que tenemos. Siempre ha sido un referente literario muy importante para mí. La relación que hemos tenido ha sido repleta de generosidad y cariño. Dejemos la música de lado si te parece. Veo que te has hecho otro tatuaje. Eres todo un apasionado de los mismos, ¿verdad? No creas que me gustan mucho. Desde que me hice el primero pensé que ya no me haría más, básicamente porque luego veo a la gente muy tatuada y no me gusta. Pero hay cosas que no puedo evitar hacer porque soy muy impulsivo, por lo que acabo por tatuarme momentos que por circunstancias creo que me tengo que marcar. La parte estética de los tatuajes no me agrada. No me gusta verme tatuado. Vamos ir terminando. ¿Cómo llevas la competencia musical que supone Jagger, tu perro? Bien, la verdad (Risas). Jagger está acostumbrado desde pequeño a escucharme tocar la armónica, pero es curioso porque cuando hago algo al estilo Dylan, más melódico, no hace nada. Sin embargo, cuando toco un Blues, me acompaña rompiendo el ladrido, es como si le poseyera algún espíritu. Es acojonante ver cómo intenta imitar el sonido de la armónica convirtiéndose en un blues-dog. Como rojiblanco de pro que eres. ¿Estarás contento con nuestro Atleti? Ahora mismo estamos viviendo el Atlético de Madrid que soñábamos hace seis años. Estoy recuperando la ilusión que tenía cuando era un chaval. Por cómo juegan y por todo lo que ha traído “El Cholo”: El orden, el juego, la concentración, la pasión, la raza y el compromiso. Antes nadie nos tomaba en serio y esperaban que empezáramos a perder partidos, pero ahora está claro que el Atleti es el segundo equipo de la liga, ya no es una anécdota. ¿Con qué jugador de la plantilla te sientes más identificado? A mí me gusta mucho Diego Costa, aunque no me siento identificado con él. Creo que tiene todo lo que cualquier entrenador quiere de un jugador. Es un tío que desordena psicológicamente al equipo contrario; además cuando acaba el partido se abraza con todos los que se ha peleado minutos antes. Futbolísticamente hablando, me gusta Tiago, cuando está bien, veo el tipo de fútbol que me apasiona.


lo positivo que en su caso la acepción de dicho término encierra. Y es que una vez más Maronda vuelven a demostrar su eterna capacidad para conseguir acercarse a la canción pop perfecta. Aquella que es capaz de sonar directa, emotiva, sincera y natural; adjetivos que irían como anillo al dedo a cortes como “Volverás” y “El Ruido Eterno”, enormes ambas, “La Recriminación”, donde se hacen acompañar de Sandra Belda para dar vida a uno de sus mejores textos, o “Vivimos en Democracia”, en la que tiran de sorna para denunciar ciertas situaciones convertidas ya en cotidianas. Con “La Orfebrería según los Místicos”, Maronda confirman que son uno de los secretos mejor guardados de nuestra música. << Javier González

El sonido “beatle” se abre paso en “Snake Road”, y serán otros puntales de los años sesenta como The Kinks, y su querencia por esas composiciones con un deje cabaretero, los que se hagan presentes en “Me, Myself and Wine”. Pero a la larga lo que hace a este disco poder ser calificado como sublime es la emotividad creada por ese tipo de temas como la letanía bucólica de “The Morning Light” o la preciosa y emotiva “Blind Eye”. Ejemplos magníficos de la capacidad para transformar la música en belleza que posee el canadiense. << Kepa Arbizu

Ron Sexmith ih “Forever Endeavour” (Cooking Vinyl) Hay músicos que parecen hacer de su carrera una continua lucha por conseguir la melodía “pop” perfecta. Entre todos ellos, hay unos pocos elegidos que todo indica que han encontrado la fórmula (no siempre infalible). Un ejemplo es el canadiense Ron Sexsmith, que sin hacer demasiado ruido y lo más alejado posible de lo que se entiende por una “rock and roll star”, se está convirtiendo en todo un orfebre del noble arte de hacer canciones. Su nuevo disco llegaba precedido del poco brillante y plano “Long Player Late Bloomer”, un camino que todo indica haber dejado atrás. Una transición en la que ha influido decisivamente el adiós del productor Bob Rock y el reencuentro con Mitchell Froom, partícipe de sus primeros trabajos y a todas luces mucho más acorde con la idiosincrasia del compositor, vistos sobre todo los resultados. A lo largo de este “Forever Endeavour” iremos quedando encandilados por las melodías del intérprete, especialmente cargadas de esa habitual apacible melancolía, algo en lo que tiene que ver sus recientes problemas de salud. Acompañado por músicos de renombre como el brillante guitarrista Greg Leisz o el ex Attractions Pete Thomas, Ron Sexsmith se sumergirá en canciones impregnadas de ese ambiente folk heredero de la época dorada del género y representada por ejemplo en Tim Hardin o Harry Nilsson como “Nowhere to Go”o If Only Avenue”, esta segunda con un incremento en su profundidad por medio de una amplia instrumentación.

Maronda “La Orfebrería según los Místicos” (Autoproducido) Mentiríamos si dijéramos que no esperábamos con cierta expectación la publicación del segundo disco de Maronda. Más si cabe después de que hace un par de años el dúo nos sorprendiera gratamente con su debut “El Fin del Mundo en Mapas”, un trabajo que desgraciadamente pasó relativamente desapercibido para el gran público. Ahora la banda valenciana vuelve a vestirse de actualidad de la mano de su nueva entrega, “La Orfebrería según los Místicos”. Una obra de peculiar título con la que pretenden hacer referencia, y de paso dignificar, el oficio de hacer canciones, una labor en la que ellos son dos auténticos maestros, algo que vuelven a demostrar en esta más que interesante continuación de su debut. Porque si de algo pueden presumir los chicos de Maronda es de su capacidad para crear preciosas composiciones, hijas y herederas de bandas que abarcan el amplio abanico que va de Brincos a Pixies, pasando por otras como Jesus and Mary Chain a Beach Boys. Nombres que ya aparecieron en las diversas críticas que se les hicieron tiempo atrás y que a buen seguro ahora lo volverán a hacer, para reseñar más que positivamente un disco de claro cariz continuista, con todo

FFriska Viljor “Rem “Remember our Name” (Crying Bob Records) (Cry Hay ciertas bandas cuya mera escucha hacen que te predispongas al buen rollo de manera inmediata. En mi lista particular aparecerían los nombres de Madness o The Specials, dos nombres con los que pasar un buen rato, saltando y bailando al ritmo de sus canciones, está más asegurado. Aunque siendo realista creo que ninguno de los dos casos, a pesar de su grandeza, serían equiparables a lo que me ocurre al oír apenas unos segundos de cualquiera de las composiciones de los suecos Friska Viljor. Un grupo relativamente desconocido en nuestro país que acaba de editar su quinto trabajo de estudio bajo el título de “Remember our Name”; con el que vuelven a demostrar una inusitada capacidad para transformar el frío de la tierra que les vio nacer en un tipo de música muy específica y sorprendente, sobre todo por la capacidad que tienen para sonar intensos y cálidos, así como acertados, en cada una de sus canciones, algo que no deja de asombrarnos por más que nos tengan acostumbrados a facturar auténticos discazos. Y es que en esta nueva entrega vuelven a dejarnos claro que su perpetúo estado de gracia sigue intacto, a través de un álbum enérgico y optimista, donde nos regalan un impresionante catálogo con once cortes repletos de pop-folk nórdico que perfectamente podrían ser incluidos en su totalidad en los próximo directos que tiene programados, un hecho que habla por sí mismo de la categoría del trabajo que han grabado. Algo patente desde la inicial “Did you Ever”, puro espíritu Friska Viljor por su elegancia, pasando por la festiva “Stalker” para desembocar en aciertos totales del estilo de “Boom Boom”, con una clara herencia ochentera; Sin olvidar el poder instantáneo de “Easy is Hard” o “Until the End”, o de joyas repletas de belleza crepuscular como “I´m not Done” o “Streetlights”. Friska Viljor vuelven a firma con “Remember our Name” una obra mayúscula, en cuyo título se encierra un consejo y un imperativo categórico. Recordar su nombre debería ser una obligación para los amantes de la buena música. << Javier González.


Nick Cave & The Th Bad Seeds “Push the Sky Away” “P (Bad SSeed Ltd./Popstock) Un nuevo disco de Nick Cave, más todavía si viene acompañado de sus Bad Seeds, es algo a tener siempre en cuenta. No obstante estamos ante uno de los músicos más importantes e inimitables de las últimas décadas. A cada nuevo capítulo de esa portentosa carrera hay que prestar la atención que se merece, más todavía si, como en este caso, se había hablado de la posibilidad de encontrarnos con un nuevo sonido y un tipo de canciones poco habituales. Un diagnóstico que se corrobora al escuchar este “Push the Sky Away” pero que también certifica la presencia del sello de los australianos. En esta ocasión, y como si Cave quisiera mostrar la cara opuesta a la que ofrece en su proyecto Grinderman (mucho más fiera y cruda), opta por continuar el tono de obras como “Nocturama”, “The Boatman’s Call” o “No More Shall We Part”, e incluso la banda sonora de “The Road”, pero con una instrumentación más basada en loops y en construir una atmósfera envolvente. No hay más que escuchar “We No Who U R” o “Wide Lovely Eyes” para comprobarlo. Una situación estilística que seguro está relacionada con la salida de Mick Harvey del grupo y el papel estelar que parece haber tomado Warren Ellis. Es precisamente su grupo, Dirty Three, el que se presenta como influencia clara en canciones como “Water’s Edge” o “We Real Cool”, con la preponderancia de los violines por bandera. Uno de los pocos arrebatos eléctricos, aunque siempre contenidos, llega de la mano de “Higgs Boson Blues”, algo también aplicable a “Jubilee Street”. El habitual erotismo malsano de Cave, apoyado de un coro femenino, está presente en “Finishing Jubilee Street”. Difícil catalogar desde el momento presente un trabajo como éste, en el que algunas características principales del australiano y “sus semillas” parecen algo reprimidas, pero que aun así es capaz de plasmar su inequívoca personalidad para dar forma a un disco que podría pasar por un sueño plácido pero que a la larga se convierte en la misma pesadilla sudorosa de siempre. << Kepa Arbizu

Señor Mostaza Se “Delitos y faltas” (Hall of Fame Records) (Ha Señor Mostaza cuenta con una muy reseñable cualidad: la originalidad. Un término que a pesar de ser utilizado con cierta ligereza y sin demasiado exactitud en ocasiones, en este caso se presenta como imprescindible a la hora de definir un grupo capaz de transmitir un sonido particular y una mirada personal y totalmente reconocible hacia su alrededor, con mención especial para Luis Prado y sus letras.

La preponderancia del piano en sus canciones, por inusual, es algo que ayuda mucho a esa peculiaridad con la que juegan, a pesar de que sea el instrumento que marcó los primeros y decisivos pasos del rock and roll (Fats Domino, Little Richard, Jerry Lee Lewis). Una característica que obviamente se mantiene en este “Delitos y faltas” que sigue siendo ese “tótum revolútum” de influencias que pasa por Randy Newman, Billy Joel, The Beatles, The Kinks e incluso la ELO o Supertramp, por citar sólo algunos ejemplos. Un título elegido para este álbum que inmediatamente trae a la mente la película de Woody Allen, y es que no es exagerado decir que los valencianos comparten en cierta manera con el genio neoyorquino esa necesidad de radiografiar las turbulencias sentimentales/personales de una determinada clase media, como sucede en la crisis de identidad que relata la rítmica y pegadiza “Dejar de ser yo”. Pero por encima de todo el disco investiga en las consecuencias del paso del tiempo y su papel desestabilizador en el camino a la madurez. En ese sentido se moverán temas como el pop levemente psicodélico de “Vas a ser”, la rockandrollera “Delitos y faltas”, que comparten además sus menciones a la cultura popular, o la más íntima y relajada “Crecer (y no enloquecer)”. Los arranques de “ragtime” de “Sólo quiero llegar” o el tinte folk bucólico de “Hoy me voy” completan un disco que es una fotografía más del mundo particular que construye Señor Mostaza, que a base de una música pegadiza y amable relata las angustias, a veces mundanas otras trascendentales, comunes a todo individuo. << Kepa Arbizu

Def Con Dos: D “España es Idiota” (Warner Music) Al enfrentarnos al nuevo disco de Def Con Dos, “España es Idiota”, es inevitable que a uno se le dibuje una sonrisa de complicidad en el rostro. En primer lugar por el hecho de volver a escuchar nuevas composiciones de uno de los grupos más personales y reivindicativos de nuestra escena; En segundo, porque aunque todos estemos de acuerdo en los males que azotan el país, aquí descritos a la perfección, de vez en cuando es necesario que alguien venga a contártelos desde fuera; y que mejor si lo hacen a través de una lírica punzante, incisiva y repleta de ironía, aportándote de paso algún chascarrillo novedoso con el que ganarte el aplauso rotundo en las conversaciones con amigos. Y en tercero porque, aunque a muchos les parecerá que han utilizado un título previsible y para nada original, personalmente no deja de dolerme el hecho de ver que esas tres palabras, “España es Idiota”, en cierta manera nos hacen culpables también a nosotros, a los curritos de a píe, de los males del país. Más que nada por tolerar todo lo que está ocurriendo, sin que por ello estén rodando cabezas. Sí, por supuesto, me refiero a de manera literal, paso del sentido figura del término, como también lo hacen nuestros protagonistas de hoy en sus letras. En lo que a la dinámica formal del álbum respecta también tenemos mucho que celebrar. Porque Def

Con Dos siguen sin traicionar su imaginario musical, repleto de hip-hop y nu metal, salpicado siempre de una actitud netamente punk, ingredientes que dotan al computo general del minutaje de un sonido crudo e irremediablemente directo; un clima idóneo para degustar unas canciones que reparten tortazos a diestro y siniestro contra todo aquello que se mueva en la dirección incorrecta: Monarquía, políticos, banca… El resultado final de “España es Idiota” es familiar y reconocible con el pasado de la banda, quizás hasta el punto de que algunos lo tildarán de predecible. Sin embargo nosotros tenemos que recomendar darle no una sino varias escuchas, seguro que nadie quedará decepcionado al hacerlo. < << Javier González

LLos Coronas: “Adiós Sancho” (Tritone Records) Vuelven Los Coronas; y con ellos ellos, co como no podía ser de otro modo, se reproducen los elogios totalmente merecidos que suelen acompañarles. Tanto por la calidad de cada uno de sus trabajos y directos, pero sobre todo por su derroche de honestidad y actitud. Pues son de ese tipo de músicos a los que uno siempre sabe dónde encontrárselos. Ya sea juntos o por separado, su lugar siempre es el mismo. Y ese lugar no es otro que montando gresca encima de un escenario de una manera que solamente los elegidos pueden hacer. Decíamos antes que estaban de vuelta con “Adiós Sancho”, el nuevo material que recién salido del horno traen entre las manos después del antes y después que para ellos supuso su anterior “El Baile Final… de los Locos y los Cuerdos”. Un título que en su interior encierra un homenaje al tristemente desaparecido actor Sancho Gracia, que en su día diera vida al mítico Curro Jiménez de la serie de TVE, y que por extensión debe entenderse como una reivindicación del carácter hispano. Algo que queda patente a poco que uno observe con detenimiento una portada que en cierta medida explica muy bien lo que hallaremos en el interior del disco. Un trabajo en el que Los Coronas se mantienen fieles a las coordenadas sonoras con las que se granjearon el favor del público, repletas de sabor fronterizo, surf y rock and roll, pero en esta ocasión perfectamente condimentados por ciertos dejes que muestran muy a las claras el origen español de los autores de una composiciones que sin necesidad de articular palabra se nos muestran repletas de melancolía y sentimiento, clavándose por dentro como si de mil puñales se tratasen. De esa forma no queda más remedio que rendirse ante el poder de evocación de cortes como “Adiós Sancho”, las festivas “Miss Alamo” y “Baila Lola”, “La Leyenda del Solitario”, enormes esas palmas de claro regusto flamenco, o “Un Buen día para Morir”, con un inicio que hubiera firmado para sí el gran Silvio Fernández Melgarejo. Un pequeño muestreo que no sirve más que para confirmar que lo suyo sí que va camino de convertirles en leyenda. No merecen otra cosa. << Javier González.


Entrevista a:

Pasajero “Nuestras canciones

pueden llegar a doler”

Se están convirtiendo en una de las grandes sensaciones del pop-rock alternativo capitalino. La crítica está de su lado y también parecen contar con el favor de un público que no titubea a la hora de abarrotar sus conciertos en salas de cada vez mayor aforo. Quizás tenga algo que ver con éste hecho la categoría de las canciones que han incluido en “Radiografías”, su primer larga duración; una serie de composiciones que transitan a la perfección por la delgada línea que separa lo melódico y lo ruidoso, consiguiendo por sí mismas que no nos quede más remedio que tomarnos muy en serio su propuesta. >>

P

asajero es la unión de varios nombres ligadas a la escena underground de nuestra ciudad. ¿Cómo surgió la idea embarcarse en un nuevo proyecto? Josechu: Dani y yo habíamos terminado nuestra aventura en Zoo, fue entonces cuando nos planteamos montar otra banda con la que volver a empezar de cero. En un primer momento estaba con nosotros Nahúm García, quien finalmente tuvo que abandonar el proyecto por incompatibilidad con otros compromisos. A raíz de eso, nos planteamos buscar un guitarrista con el que tuviéramos una unión que fuera más allá de lo puramente musical. Enseguida se subió al carro Eduardo Martín. Con él dentro del grupo, empezamos a trabajar en algunas las canciones, dándonos cuenta rápidamente de que necesitábamos alguien que nos aportara unos sintetizadores, así entró el otro Edu, creándose Pasajero. Vuestra carta de presentación meses atrás fue un Ep de apenas cuatro canciones. ¿Por qué motivo decidisteis no editar un larga duración? Josechu: Creíamos que teníamos que ir estructurando nuestra forma de trabajar. Por otro lado, hay una sensación de sobreinformación continua de bandas y grupos nuevos, debido al fenómeno de Internet. Nos planteamos que era mejor presentarnos poco a poco hasta tener claro todos los pasos a dar. Siendo del todo sinceros debo decir que el Ep surgió a recomendación de Jorge González de Vetusta Morla, quien nos dijo que quizás fuera mejor hacerlo así. Nuestra intención en un primer momento era sacar todo el disco, el cual lleva grabado desde Diciembre del año pasado. De ahí la unidad de sonido que hay entre disco y Ep. Edu Martín: El disco se grabó de manera íntegra, aunque en principio la intención después de edi-

Por Javier González. Foto de Iván González

tar el Ep era la de completarlo con temas nuevos. Pero también nos apetecía que las canciones del Ep formaran parte del álbum para que gozaran de un mayor protagonismo. Josechu: Es cierto que nos planteamos no volver a meter esas canciones, pero después, a raíz de hablar con Manuel Cabezalí, entendimos que entraban dentro un todo por lo que decidimos incluirlas. Es una forma de mostrar lo que somos y lo que es nuestro sonido. Esas cuatro canciones las elegimos como carta de presentación en un primer momento por lo que en cierta medida después nos daba rabia que se quedaran en el olvido. Vuestras composiciones tienen un punto melódico, pero a la vez están repletas de crudeza, tanto en las letras como en muchos de sus arreglos. ¿A qué responde tan interesante dicotomía? Daniel: Es un disco que tiene mucha melodía pero a la vez es crudo como bien dices. También es desgarrado a nivel de letras. No es para nada liviano. Puede llegar a doler o a curar. Tiene ese punto melódico que puede hacer armoniosa la escucha, pero si te paras en los detalles es bastante oscuro. También es realista, puesto que nosotros no estamos todo el día alegres ni tampoco cabreados. Hay una punto de enfado pero transformado a través de la música. Josechu: Buscábamos que las canciones tuvieran amplitud, que hubiera mucho trabajo con los deelays, las guitarras y los sintes. Nos apetecía incluir varias capas para que las composiciones gozaran de fluidez. Daniel: Unificar doce canciones distintas para que tengan sentido juntas es muy difícil, pero había que hacerlo porque nos apetecía salirnos de la línea de los discos planos. A mí eso me parece muy aburrido. Al final, a base de mucho esfuerzo, hemos conseguido lo que buscábamos.

La temática general de los textos habla principalmente de las relaciones humanas pero también de un individualismo exacerbado. ¿Cuál es el motivo de haber elegido esa dinámica de letras? Daniel: Definiría las canciones como un individualismo común. Hablamos de cosas del yo que le pueden pasar a todo el mundo. Ahí está el lazo que tiras al público y éste recoge para tensar la cuerda. A la hora de escribir planteo los textos como una vía de comunicación, para intentar establecer un vínculo con otras personas. Me gusta pensar que de esa forma todos nos sentimos menos solos. Creo que a veces son oscuras y se profundiza en cosas personales porque es de lo que se nutre la música. Intento hablar de lo que me pasa en mi día a día y de cómo me siento. Es algo totalmente autobiográfico y nada pretencioso. La producción del disco corre a cargo de vuestro buen amigo Manuel Cabezalí de Havalina. ¿Qué creéis que ha aportado al resultado final de “Radiografías”? Daniel: Manuel es un señor de la música. Considero que es un tipo que tiene muy claras las cosas. Sabe lo quiera y lo busca, algo que me parece muy valiente. Con Zoo, Josechu y yo, tuvimos la suerte de hacer una gira con Havalina, donde les conocimos un poco más en profundidad, llegando a enamorarnos casi literalmente de ellos tres, de hecho Javier Couceiro comparte piso con Josechu. De las producciones de Manuel destacaría el hecho de que se la juegue en cada momento. Creo que ha sido un acierto haber contado con él como productor, ha sacado muchos colores y matices que han engrandecido el sonido del disco. Vuestras presentaciones en Madrid suelen ser un auténtico éxito, sin embargo, nos interesa


mirar un poco más allá. ¿Cómo está siendo la acogida del público fuera de la capital? Daniel: Hasta ahora nos ha sorprendido mucho la respuesta del público. De momento con “Radiografías” todo lo que estamos recibiendo es bastante bueno. Edu R. Paynter: Hay muchos comentarios en el Facebook que nos piden que salgamos a tocar fuera a sitios como Cádiz o Sevilla. Eso indica que a la gente le está gustando lo que escucha. Josechu: Se está creando una gran expectativa con la banda. Creo que está habiendo mucho boca a boca. Eso provoca que vayamos a sitios como Zaragoza, una ciudad donde no habíamos tocado nunca, y que podamos ver a gente cantando nuestras canciones, algo que es increíble. Daniel: El hecho de que eso suceda es la esencia de la música. Josechu: Es cierto que en la ciudad de donde eres logras arrastrar a un público que quizás parte de amigos y conocidos. Pero salir fuera con cierta garantía de éxito depende de que la gente haya escuchado el disco o de que haya muchísima promo detrás. Nosotros estamos contando con la suerte de que nos están radiando en la radio pública con cierta asiduidad, por eso nos llaman de otros lugares. Si no, quizás todo sería más complicado. En vuestro caso tampoco sería algo que os pillara por sorpresa pues estáis curtidos en mil batallas después de haber militado en bandas como Nudozurdo, La Casa del Árbol, Zoo o Gizmo. Daniel: Para nosotros es bueno haber vivido toda esa mili y haber tragado barro. Lo que venga ahora lo vamos a disfrutar más. La música no debe quedarse solo en los casos de grupos que petan. La vida de un músico va mucho más allá. Es levantarse por las mañanas para ir a tu trabajo, para después invertir mucho tiempo y dinero en algo que te llena a nivel personal. Al menos eso es lo que ocurre en la mayoría de casos. El hecho de haber pasado tantos años de esa manera te fortalece un montón. Después de sacar el disco, todo lo que venga que no sea simplemente sobrevivir, será muy bienvenido. ¿Qué valoración os merece la crisis que rodea al mundillo musical? Josechu: Tengo la teoría absurda de que ésta crisis tan monumental que está destrozando la cultura puede tener un punto positivo para las bandas que estamos emergiendo. Los festivales suelen gastarse un pastizal en los grupos cabeza de cartel pero quizás llegue un día en que el promotor entienda que no hay que pagar tanto para traer buena música, algo que se puede solventar cubriendo los gastos a bandas más pequeñas pero de gran calidad. Creo que ahora los promotores deberían empezar a invertir desde abajo, alejándose de batallas de cachés. Hay festivales que lo están haciendo de puta madre en ese sentido como Sonorama o Monkey Week. Tienen sus cabe-

zas de cartel pero tiran de otros grupos, sirviendo de trampolín para muchas bandas como Vetusta Morla, Havalina, Dinero o Alex Ferreira. Luego hay otros festivales en los que los cabezas de cartel son todo guiris que llevan sin sacar disco muchos años y a los grupos nacionales les ponen a las tres de la tarde para que se mueran de calor. Daniel: Está habiendo un cambio en cuanto al público. La gente empieza a interesarse por propuestas que antes serían totalmente minoritarias, algo que es muy positivo. Se está cambiando el chip, prueba de ello son los fenómenos que tienen por protagonistas a grupos como Love of Lesbian y Vetusta Morla. ¿Por dónde pasan vuestros planes para los próximos meses? Josechu: Queremos tocar lo máximo posible. Nos interesa hacer muchos teloneos. Ya tenemos claro que nuestro pequeño público va a venir a vernos donde haga falta para hacernos estrellas del rock

(Risas), pero queremos que nos vea el mayor número de gente posible. También creemos que una banda donde muestra su potencial es en el escenario. Nos interesa asentarnos como grupo en directo para ello nos hace falta tocar muchísimo más. ¿Os ha dado tiempo a soñar con algún tipo de meta para el futuro? Daniel: Cuando eres pequeño y te ha tocado vivir en el extrarradio no sueles tener opciones de hacer grandes cosas. Entre esas pocas opciones está la música. Para los que nos juntamos un día de pequeños con el objeto de hacer ruido a la larga te acabas dando cuenta de que has crecido con ella, evitando que quizás cayeras en otro tipo de cosas peores, hasta convertirte en lo que eres hoy en día. Al final la música acaba por ser el pasajero que ha viajado contigo durante un montón de años. A nosotros lo que nos gustaría es que ese pasajero continuara a nuestro lado, tocando y haciendo canciones por mucho tiempo.


Más de treinta años después de su apertura Clamores Jazz sigue resistiendo el paso del tiempo con el espíritu bohemio y vital con el que un día fue concebido. Tres décadas de vida que la han convertido en uno de los locales más afamado y querido por el público madrileño; un hecho que queda patente en el disco-dvd “30 Años de Clamores Jazz” editado meses atrás en el que se recogen actuaciones en directo y declaraciones de algunos grandes nombres de nuestra escena muy ligados a la historia del recinto. Pónganse cómodos, hoy les invitamos a recorres la historia de Clamores. >>

Por Javier González. Foto apertura Iván González. Fotos interior Alberto Vicente


“En los ochenta había mucha libertad e inclusive creo que libertinaje”


E

Sobre estas líneas, Antonio Vega en el año 2008 acompañando a Yuri Gagarin Trío. José María Granados en 2009 y Love of Lesbian y Gastelo en el año 2010

l 25 de Julio de 1981 abría sus puertas en la calle Alburquerque Clamores Jazz, en pleno corazón del castizo barrio de Chamberí. Un lugar que nacía con la firme intención de paliar la carencia de espacios dedicados exclusivamente al Jazz en Madrid. Germán Pérez, gerente de la sala, nos relata cómo surgió la idea de montar un local de éstas características en la capital, “Un buen día nos juntamos un quinteto de amigos, bohemios, noctámbulos y amantes del Jazz, los cuales viendo la escasa oferta del mismo que había en la ciudad, donde solo existían el Whiskey Jazz y el San Juan Evangelista, decidimos iniciar ésta aventura”. De esa forma, al amparo de los vientos de libertad que corrían en los ochenta en nuestro país, comenzaba la aventura de una de las salas más míticas de la ciudad. “En aquella época en éste país teníamos nuestra actitud y costumbres. No andábamos metidos en la vorágine europea. Se salía a tomar una copa cada noche, no como ahora que solo se hace los fines de semana. Vivíamos una nueva etapa después de que “El Chaparrejo de El Pardo” muriera (Risas). Había mucha libertad e incluso creo que libertinaje. Fue “El Viejo Profesor” quien dijo que “había que colocarse”; y a partir de ahí todo era válido Además, en nuestro caso, ofrecíamos un producto del que carecía ésta ciudad”. Poco a poco, Clamores fue convirtiéndose en punto habitual de reunión de un amplio abanico de amantes del Jazz de lo más diverso. “Nuestro público era específico y heterogéneo. ¡Qué anacronía! Pero así era. Aquí venía gente de todos los estratos sociales, culturales, laborales y económicos. Era un pastiche de diferentes personalidades. Había grupos de escritores, fontaneros, cinéfilos y abogados. Estos eran los más significativos, llegando a pasar consulta casi todos los días”. Un período efervescente, mágico y maravilloso, que por desgracia no fue eterno. La llegada de la década de los noventa y los albores del nuevo siglo hicieron mella en Clamores. “Nuestra propuesta fue rentable los primeros diez años, a partir de los siguientes diez, la cosa descendió”, desembo-

cando en un inevitable cambio de rumbo, “Al especializarnos, se nos pedía un tipo de Jazz más concreto, por lo que fuimos perdiendo clientela que buscaba fiesta, en favor de los puros del Jazz. En el año noventa y tantos nos vimos obligados a abrir el abanico y dejar que entraran en el local otros géneros musicales. Durante dos décadas, estuvimos noche tras noche con el Jazz. A partir de que vinieron malos tiempos para ésta música, nos vimos obligados a abrirnos a otros estilos”. El eterno gerente de Clamores, continúa su explicación y nos da los porqués que motivaron el comienzo de ésta nueva andadura. “El Jazz siempre ha sido de minorías, algo que ocurre con las músicas que son de raíz, se circunscriben a pequeños clubes o garitos, su entorno natural. Ojalá llenase de manera continuada grandes recintos, pero eso no ocurre normalmente, salvo en sitios como el Jazzaldia”. Un varapalo para el coqueto club madrileño, sin lugar a dudas, que lejos de restar encantó a su propuesta, acabo por convertir su diversidad y apertura en uno de sus elementos más distintivos. “La apertura a otros estilos nos hizo acaparar más público, posibilitando la llegada de gente de otra cultura musical, también hizo que el negocio se saneara un poco. En resumen, se enriqueció la oferta del local y se sanearon nuestras arcas”.

“Mantenernos treinta y un años al

píe del cañón ha sido lo más difícil”

Una nueva etapa que dotó a la sala de una caracteristica fundamental en su carácter, la heteregoneidad, lo que unido a su vocación de lugar cercano, dotado de un encanto especial, casi familiar, logró enganchar no solamente a un nuevo público fiel, sino también a muchos artistas que acabaron por formar parte del decorado habitual del local. “Creo que siempre hemos tenido un público ávido de escuchar música. Después, hablando de los artistas propiamente, creo que tenemos un equipo, tanto humano como técnico, muy bueno. Hay una concomitancia de factores que hacen posible que tanto unos como otros se sientan a gusto aquí.”. Chano Domínguez, Rebeca Jiménez y Carlos Chaouen, son algunos de los nombres que forman parte de la extensa lista de amigos de Clamores, pero por encima de ellos sobresale el del nuestro querido y añorado Antonio Vega, otro habitual de la casa. Al hablarnos


del maestro, Germán, se emociona visiblemente logrando ponernos un nudo en la garganta con su testimonio. “Con Antonio y el público, había una simbiosis perfecta. Antonio solía actuar tres días cada trimestre, siempre Lunes, Martes y Miércoles, puesto que si era fin de semana, la gente no cabía. Pues bien, había personas que reservaban su entrada de una fecha para otra. Por lo tanto, su público era fiel y le seguía siempre. Él era un animal de escenario, captaba la mirada y la atención del público. ¿Era un bohemio? No. ¿Era una persona normal? No. Era un genio. Y un genio está por encima de la media de los normalitos, como nosotros. Aquí se sentía como en su casa, venía muchas noches, no para actuar, sino para tomarse una Fanta de naranja y unas palomitas. Después cogía una revista y la ojeaba, hasta que nos poníamos a hablar durante largo tiempo. Era un hombre de una conversación lenta y pausada, aprendí mucho de él porque era realmente culto. La verdad que éste local está en deuda con Antonio Vega. Cuando falleció lo sentí realmente porque era un amigo, que además pasó a ser un artista de nuestra casa. Tan de nuestra casa que cada año le hacemos un homenaje el doce de Mayo. También tenemos una placa de homenaje en su honor. De él solamente se me ocurre decir una cosa: ¡Qué tío más grande!”.

manera que nos levantó del asiento. Fue una noche extraordinaria. Otra muy buena tuvo lugar con Compay Segundo quien, por su carácter extrovertido, dicharachero y comunicador, acabo haciendo bailar y saltar a toda la gente. Creo que podría hablar de muchas noches de magia en esta sala”. Es inevitable dejarse llevar por esos momentos mágicos, sin embargo el tiempo apremia, por lo que hay que tocar otros aspectos fundamentales en la historia de la sala, algunos tan desagradables como el de la actualidad de un mundo en crisis, al que un espacio mítico para la cultura no es ajeno. “Ha habido épocas malas, como ésta, que dan para ir pagando deudas. Y otras que te dejan para algo más, pero en ningún caso nos hemos hecho ricos. Es más, os diré que no conozco a ningún propietario de local de estas características que lo sea. Hace años éramos perseguidos por las instituciones, lo niegue quién lo niegue. Ahora hemos dejado de serlo, para ser escuchados. Tiempo atrás la música no era cultura para muchas personas, y sí, lo es. No solamente es cultura la música que se genera en el Teatro Real o en el Auditorio Nacional. El Jazz, el Rock y el Blues, son cultura. Y la cultura no es rentable, salvo para Planeta y pocos más. Sin duda alguna, una de las cosas más difíciles a la que hemos tenido que hacer frente ha sido al hecho de mantenernos treinta y un años al píe del cañón”. Esta última afirmación, totalmente realista, no debe ser entendida ni como un reproche, ni tan siquiera como el anuncio de un final próximo. Durante toda la conversación hemos sentido un poso de ilusión y jovialidad en la figura de Germán, algo que contrasta con unas canas que nos obligan a preguntarle por el futuro de la sala. Su respuesta fue rotunda, aunque cargada de ironía. “Dada nuestra edad, casi juvenil, estoy seguro de que acabaremos nuestros días con música en directo” (Risas). Una respuesta de esas características nos hizo esbozar una sonrisa, obligando a emplazarnos con él para dentro de algo menos de veinte años, cuando Clamores cumpla la friolera de medio siglo. “Sí, sin lugar a dudas, nos veremos para el cincuenta aniversario. Creo que es una buena fecha”. Todos sabemos que miente. La realidad es que nos veremos mucho antes, y a buen seguro que será en ese rincón del buen gusto de la calle Alburquerque llamado Clamores Jazz.

“Tenemos un público ávido de escuchar música”

En ese punto de la conversación es donde le preguntamos por alguna de las anécdotas vividas en las noches más memorables de Clamores. “Han sido muchas, la verdad. Recuerdo precisamente una noche con Antonio Vega que estaba la sala llena y él llegó tarde. Solía llegar tarde, pero esa vez se retrasó una hora, y la gente le recibió con una ovación atronadora. Tan atronadora que él, pasando por delante del escenario hacia el camerino, se les quedó mirando, levantándoles una mano en señal de agradecimiento por el recibimiento brindado. Emocionante en cuanto a actuación, una de un trompetista internacional, Joe Henderson, el saxofonista, que en el primer pase estuvo tocando de oficio, pero en el intermedio decidió salir a dar un paseo y se perdió. Tuvimos que salir a buscarle, inclusive. Vino para acá, pidió perdón, y se puso en el segundo pase a tocar durante dos horas. Lo hizo de tal



Entrevista con:

“En nuestra música había un gesto rebeldía” La formación original de Lagartija Nick anda rescatando en estos días las canciones de “Hipnosis”, el primer disco de su extensa y gloriosa discografía; un trabajo seminal e insultantemente vigente, que supuso la primera piedra del movimiento que posteriormente se denominaría “indie”. Semanas atrás nos permitimos el lujo de quedar con Antonio Arias y Juan Codorniu, con el claro objetivo de que nos hablaran de todo lo relacionado con esta obra que el tiempo ha convertido casi en fundamental. >> Por Javier González

Fotos cedidas por Chesapik y Gloria González


C

ómo surgió la idea de reeditar “Hipnosis? Antonio: “Hipnosis” ha sido un disco que se ha reeditado varias veces, pero nunca de una manera tan completa y especial como ésta. Este es el único caso en que se ha cuidado todo el proceso, dándonos la oportunidad de meter todas las maquetas y versiones que hasta ahora no habíamos podido incluir. Nos apetecía mucho sacar todo el material inédito que incluía las versiones de Syd Barret, The Beatles y Electric Prunes. Juan: El hecho de hacerlo ahora responde un poco a nuestros ciclos vitales, encuentros y desencuentros. Últimamente nos habíamos vuelto a ver en los bares que solíamos frecuentar tiempo atrás, por lo que decidimos juntarnos para tocar de nuevo. Al comprobar que seguía habiendo magia, nos planteamos la reunión. Un disco que surge en un momento concreto de la historia de nuestra música que coincide con el final de “La Movida”. ¿Cómo os sentíais por aquel entonces? Antonio: En nuestra música había un gesto de rebeldía, pero no de ruptura. Existían muchos grupos de aquella época que nos gustaban como era el caso Parálisis Permanente. Además, yo venía de 091 y Eric de KGB, bandas de ese período que eran nuestra universidad. Juan: Era un momento en que nos sentíamos en tierra de nadie. Teníamos

“Sentíamos la necesidad de buscar la independencia, rompiendo por completo con nuestro pasado” intereses musicales que iban por otros derroteros que no eran los que marcaba la moda. Antonio: Creo que era necesaria una ruptura para poder crear. Necesitábamos volver a saber lo que éramos, tocando en directo para poca gente. Quizás esa posición nos daba un poco de fuerza, reflejándose a posteriori en nuestra música. Juan: Nos hicimos sólidos en el escenario en las condiciones más adversas. Recuerdo que al entrar en el estudio teníamos muy claro el sonido que queríamos. Sentíamos que éramos una banda de directo y queríamos reflejarlo en el disco. Quizás el hecho de quedarnos en tierra de nadie se fue consolidando; tanto que ni tan siquiera después, con la eclosión del indie, nos movimos de ese punto, puesto que seguimos sin poner el píe en ningún sitio. Pero bueno, a pesar de todo, hemos perdurado y aquí estamos. Inicialmente las canciones de Lagartija Nick no recibieron el apoyo de las multinacionales, ni tan siquiera de compañías cómo DRO. ¿De qué manera influyó aquel hecho en vosotros? Antonio: La primera noche que vinimos a Madrid para mover las maque-

“Hagamos lo que hagamos en un futuro será haciendo uso de nuestra libertad”

tas fue un auténtico desastre. Eric y yo dormimos en el coche con un frío de muerte, sin poder encender la calefacción porque estábamos en un parking. Después, por la mañana, nos robaron las cintas con las canciones. Logramos recuperarlas, y al llegar a DRO, recuerdo que no nos hicieron ni caso. Ese hecho nos mostró que teníamos que buscar la independencia, rompiendo por completo con nuestro pasado. Una independencia real, no la que después se gestó a través de Sony y RCA, eso fue lo que se conoció como indie. Tuvimos que volver a las “bases del partido”, por decirlo de algún modo. En esa dirección estaban Sex Museum y un montón de grupos vascos con los que compartimos muchas noches de conciertos. Juan: Quizás todo eso conllevó un endurecimiento progresivo de nuestro sonido. Las primeras maquetas eran más psicodélicas y oscuras, para después dar paso a algo más punk. Recuerdo que nuestro lema por aquel entonces era que “había que dar caña”. Dicen que el ambiente que se respiraba en las sesiones de grabación de “Hipnosis” era muy especial. ¿Cuáles eran las sensaciones que teníais durante esos días? Antonio: Para nosotros era muy importante hacerlo en pocos días, ya que llevábamos todo el material muy rodado.


Mi hermano Jesús, también hacia letras sociales pero muy poéticas en TNT. En este caso no necesité tanta poesía, sino que fue como un collage, que profundicé en el siguiente disco. Te confieso que hay cosas que ahora me sonrojan, pero bueno, las escribí yo y no me las hizo nadie, algo que para mí es un orgullo. Un álbum seminal que posibilitó el surgimiento del panorama alternativo; y que también sirvió de influencia directa a un gran número de bandas que hoy en día os siguen admirando.

Habíamos elegido a Fino Oyonarte para producir el single previo, pero no pudo ser. Algo que sí pudo ser para “Hipnosis”. Íbamos muy convencidos de lo que queríamos hacer. Teníamos cinco días pero creo recordar que Fino faltó uno o dos, así que lo grabamos todo en tres sesiones. Juan: Grabé todas las guitarras en un día. Apenas hubo posibilidad de experimentar, aun así algunas cosas se metieron. Todo lo que teníamos pensado tuvo que salir en apenas unas horas. Antonio: Al tratarse de un primer disco, teníamos muchas ganas de meter nuestras influencias, algo que muchos grupos de la época hacían. Quizás no había mucha unión musical, pero sí ganas de mostrar más seguridades y debilidades. Era otro tipo de sensibilidad a la que hay actualmente. Ahora no se perciben ese componente de riesgo.

Juan: Había una necesidad de volver al underground. Queríamos ser grupos de garitos, no nos apetecía estar en un negocio establecido, sobre todo después de que “La Movida” quedara convertida en algo totalmente mainstream. Uno de los elementos claves de “Hipnosis” es su espíritu actual, puesto que sus canciones suenan totalmente vigentes hoy en día. Antonio: Lo que sigue demostrando que lo más absurdo es lo que más mensaje lleva. Había una intención de reflejar cosas que normalmente no se ven, ya desde la portada. Creo que es algo muy “Clash”, porque Joe Strummer utilizaba esa técnica para hacer las letras. Para “Hipnosis” me inspiré más en Joe que en José Ignacio Lapido, porque lo hacía tan bien que uno no tenía tiempo de aprender a hacerlo así.

Antonio: Siempre hemos sido un grupo seguido por músicos. Debemos ser la banda que más ha colaborado con otros compañeros de profesión. Quizás sea por el cariño que nos tiene la gente por nuestra vida underground; por ese gesto de salirnos de lo establecido para reactivar el mundillo musical desde las salas, desde las bases del partido. Yo creo que quizás por ese hecho, hemos influido tanto.

“El tiempo nos dio la razón en discos como “Omega” La vuestra ha sido una trayectoria realmente interesante que ha tenido éxitos rotundos, pero también algún fiasco, algo que sin embargo no os ha hecho nunca arrojar la toalla. Antonio: Es el Ying y el Yang, algo que demuestra que nuestra existencia es real. Hemos tocado en diversos sitios con distintos proyectos, unas veces ha venido más gente y otras menos. Lo que es innegable es que siempre hemos hecho las cosas por necesidad vital y amor. El tiempo nos dio la razón en discos como “Omega”, hecho con el corazón. Creo que todo lo que hemos hecho ha formado parte de nuestra trayectoria vital que tiene su origen en “Hipnosis”. Ahora que habéis decidido rescatar este glorioso capítulo de vuestro pasado. ¿Tendrá la formación original continuidad en el tiempo? Juan: Es difícil aventurar dónde vamos a estar mañana. Lo que sí vamos a reivindicar en todo momento es nuestra libertad para equivocarnos. No sé qué haremos en un futuro, pero hagamos lo que hagamos será haciendo uso de nuestra libertad.


“Los días azules (Ficciones del blues)” Autor: Anechina & Poy Editorial: 66 rpm 128 páginas. 18 euros

“El Es Escalador scalador Congelado” Autor: Salvador Gutiérrez Solis Editorial: Ediciones Destino 335 páginas. 19 euros

A veces de manera casual, quizás por arte de magia o simplemente por azares del destino, llega a tus manos un libro que sin estar rodeado de mucho boato y publicidad, logra captar tu atención de manera irrefrenable, haciendo que permanezcas frente a él horas y horas, hasta devorarlo por completo de una sola tacada. Hablo de un tipo de obras que sin saber muy bien porqué logran hacer saltar un resorte en tu interior, provocando que entre sus protagonistas y tú acabe por aparecer un vínculo emocional y empático por el cual te es inevitable perdonar sus pequeños pecados, traiciones y manías, llegando por momentos a sentirte identificado con ellos en determinados pasajes de la historia. Me refiero a un tipo muy específico de novelas que te hacen sentir especial satisfacción, y a la vez tristeza, en el momento en el que pasas la última de las páginas, dándote cuenta de que todo ha acabado y de que tardarás mucho tiempo en volver a encontrarte una sensación parecida. Sí, exacto, algo similar a la que te recorre el cuerpo cuando sin querer descubres a uno de esos grupos que sabes que jamás dejará de formar parte de tu vida. Pues bien, todo lo narrado un poco más arriba es la sensación que recorrió mi cuerpo después de enfrentarme a “El Escalador Congelado”. Un libro que atrapa y desarma; gracias a la habilidad de su autor para trazar una interconexión invisible en una serie de personajes que poco tienen que ver entre sí, pero a los que la vida acaba por juntar en su particular tablero, para después rasgar sus costuras, como si de muñecos de trapo se trataran, mostrándonos que realmente nada es lo que parece en el marco de una relato que habla de sueños rotos y de la necesidad de hacer realidad aquello que aún quedan intactos, abriendo la posibilidad de vencer a una rutina en muchos casos autoimpuesta. Todo ello arropado por ciertas referencias musicales que actúan como sano ruido de fondo. ¿Se puede pedir más? Sinceramente, creo que no. << Javier González

El blues es un género que desde su nacimiento está sujeto a las leyendas que le han rodeado y que por lo tanto, en lo referido principalmente a sus inicios, la realidad y las historias inventadas son difícilmente diferenciadas. Partiendo de esa base, (Manuel López) Poy y (Susi) Anechina, grandes conocedores del género, y por medio de los textos del primero y las ilustraciones de la segunda (éstas como germen del proyecto), recrearán una serie de historias, que como no podían ser menos tienen tanto de reales como de ficción, con dicho estilo musical como telón de fondo.

Los relatos que que se reúnen reeúúne nen en nen en el el libro libr lilibr broo tienen tienen una forma literaria común, al margen del estilo concreto por el que opten, todos toman una forma sobria y de claro tono realista. Una galería de personajes y situaciones que se nutre de los perfiles de perdedores que realiza Carson McCullers o de autores seminales de la novela negra como Jim Thompson o, sobre todo, Chester Himes, al que se homenajeará de manera muy directa y evidente en “Un negro con una pistola”. A lo largo de cortos relatos iremos construyendo un puzzle que puede servir de orientación para hacernos una idea del contexto social y también personal que ha acompañado al blues y a sus intérpretes. Veremos así historias sobre viejas leyendas desterradas del éxito y confinadas al olvido colectivo (“Pata de conejo”, “En el corazón del Delta”), la soledad que acompaña en muchas ocasiones a la fama (“Un encuentro casual”) o las expectativas de triunfar (”Peldaño a peldaño”). Pero el detalle que hace al libro adquirir un punto todavía más interesante es que sus textos superan con mucho el ámbito musical y entran en un terreno mucho más humano y universal, por lo que entre ese halo siempre enfocado hacia el blues se nos mostrarán ejemplos de frustraciones adolescentes como en “Cuestión de talla”, miradas a la vida en los bajos fondos reflejados en “Un día en el viejo barrio” o “Caso resuelto”, o la cuestión racial de “La otra mejilla”. << Kepa Arbizu

“Ballas PPerdidas. “Balas erdidas. Qué fue del Siglo XX” Autor: Xavier Mercadé Editorial: 66 rpm 240 páginas. 20 euros

La historia de la música española está plagada de bandas que por uno u otro motivo no lograron alcanzar el casi siempre deseado estrellato. Muchos han sido los proyectos interesantes que por momentos arrastraron a ingentes cantidades de seguidores pese a su vocación inicialmente minoritaria para después esfumarse sin apenas dejar rastro como por arte de magia. Cientos los grupos que una vez situados en la encrucijada que plantea el éxito decidieron no hacer más accesibles sus canciones ni recurrir a la tan manoseada “payola” perdiendo para siempre el abrazo del gran público, pero dejando para la posteridad la enseñanza de que entre el honor y el dinero no siempre lo segundo es lo primero. Y miles son los casos de conjuntos que no conocen ninguno de los dos estratos anteriormente mencionados pero que logran sobrevivir cimentando durante años sus carreras en pequeños garitos y clubes, contando en sus presentaciones con el apoyo de unos pocos fieles que mitifican su propuesta haciendo de su militancia un acto de fe. A todos ellos va dedicado Balas Perdidas “Qué fue del Siglo XX”, la nueva obra de Xavier Mercadé, uno de los fotógrafos más míticos de la historia de nuestro rock, que en esta entrega decide escarbar en las profundidades de la escena nacional para realizar un sincero y merecido homenaje a algunas de las bandas y solistas que a lo largo de la década de los ochenta y noventa lograron dignificar a base de actitud, grandes canciones y empeño, el yermo panorama musical de nuestro país. Un libro que a buen seguro hará las delicias del melómano especializado y curtido en mil noches de conciertos, el cual encontrará en Balas Perdidas “Qué fue del Siglo XX” su pequeña enciclopedia particular con la que recordar capítulos de juventud y rescatar del cajón del olvido a un buen puñado de grupos que para muchos de nosotros fueron y siguen siendo seminales. Sin lugar a dudas, un trabajo indispensable para todo aquel estudioso de nuestra música más reciente que se precie. << Javier González


“Berlín capital Alaska”

“Jinetes en la Tormenta”

Autor: VV.AA Editorial: 66 rpm 136 páginas. 18 euros

Autor: Diego A. Manrique Editorial: Espasa 332 páginas. 19,90 euros

De interesante debemos calificar el homenaje que desde la editorial 66 rpm se han planteado llevar a cabo para dotar de vigencia a una de las obras fundamentales dentro de la carrera de Lou Reed; concretamente nos referimos a “Berlín” de cuya publicación se cumplen ahora cuarenta años. Un Lp injustamente valorado por las críticas de la prensa especializada en su día, pero al que el tiempo acabó por colocar en el lugar que realmente merecía, logrando convertirse por derecho propio en uno de los grandes álbumes dentro de la trayectoria en solitario del que fuera líder de The Velvet Underground.

Si dentro de nuestro panorama periodístico existe una firma autorizada para hablar de todo lo que concierne al mundillo musical a nadie le debe quedar la menor duda de que esa no es otra que la del maestro Diego A. Manrique, uno de los críticos y periodista musical más afamado, por no decir el que más, de cuantos se han dignado a escribir dentro de la prensa de este país. Un hecho que queda perfectamente acreditado con una simple aproximación a cualquiera de las páginas que dan vida a “Jinetes en la Tormenta”, el libro en el que a gracias a una serie de artículos breves, publicados anteriormente casi en su totalidad en las páginas del diario El País de manera independiente, se encarga de mostrarnos algunos de los capítulos desconocidos, pasajes fundamentales, anécdotas curiosas e historias inverosímiles, que encierran las biografías de muchos de los nombres que hoy en día son parte indispensable de la historia de la música contemporánea de los últimos setenta años. Una de las características a resaltar de la obra es que cada uno de sus textos está abordado con una innegable perspectiva literaria, repleta de cercanía, capaz por sí misma de enriquecer, interesar y divertir al lector, algo que a priori puede parecer sencillo, pero que se agradece sobremanera con el transcurrir de los diversos capítulos. Unos capítulos que tienen como protagonistas a artistas que van de Wilson Pickett a Manu Chao, con parada obligatoria en los grandes nombres que cualquiera melómano que se precie pueda pensar; y en los que Diego A. Manrique bucea con unas dosis de franqueza y entusiasmo realmente contagiosas, una capacidad para transmitir a la que solamente puede aspirar llegar aquel que siente la música de verdad, hasta el punto de haber consagrado su vida entera a tan noble tarea. Con “Jinetes en la Tormenta”, Diego A. Manrique nos vuelven a dar una prueba más de la grandeza que tiempo atrás le convirtió en un mito. << Javier González

Hasta sta el punto de de que qquue muchos much chos hos han han an sido siido los músicos, críticos musicales y escritores que se han dejado caer por las páginas de éste homenaje, confesando de manera más explícita que implícita que las historias de aire decadente y melancólico que se encierran en “Berlín” les marcaron a fuego, dejando en ellos profunda huella, suponiendo un antes y un después en su vida; algo que queda perfectamente justificado con solo atender a los nómina de firmantes, con nombres que van desde Roger Wolfe a Oriol Llopis, pasando por Carlos Zanón o Sabino Méndez, quienes partiendo de la admiración común por ésta gran obra han decidido, desde las reglas de más absoluta libertad, elaborar una serie de textos con los que mostrarnos la manera en que conocieron y vivieron las extremas experiencias vitales de Jim y Caroline. Un trabajo que sin lugar a dudas hará las delicias de todos los que nos declaramos fans irredentos del huraño Lou, al que como única pega se le podría poner la falta de unidad total, al provenir los textos de diversos autores. Claro que visto desde otro punto de vista, si has conseguido caer rendido ante los decadentes encantos de “Berlín”, no veo porqué motivo no deberías hacerlo con un libro que versa única y exclusivamente sobre ese disco. Porque sí, cuarenta años después de que “Berlín” viera la luz, sigue siendo “Ese disco”. << Javier González

“Guitar Guitarr AArmy” rmy” Autor: John Sinclair Editorial: Munster 392 páginas. 19,95 euros

Pocos son los managers, que por los motivos que sean, han superado el papel que habitualmente tienen destinados en el mundo del rock and roll y han logrado colocar su nombre en primera línea. John Sinclair, al margen de encajar en esa definición, tuvo su papel como poeta y sobre todo como icono contracultural en su momento. Colaborador, entre otros, de los también contundentes, en lo musical y en su mensaje, MC5, su labor fue mucho más allá de las tareas habituales en estos casos, llegando a dotar a la banda de un discurso musical-político revolucionario que ahora, por medio de la edición en castellano de Guitar Army, podemos adentrarnos en él con mayor profusión. Se trata de un libro que recoge ensayos, panfletos, entrevistas y demás escritos de John Sinclair, regados de un buen número de fotos y acompañado de un CD con la música idónea para acompañar a la lectura. Por medio de ellos, tanto los pertenecientes a la época anterior a su detención como durante su cautiverio (por posesión de marihuana), iremos descubriendo su actividad con el grupo como sobre todo su discurso ideológico, en el que el rock and roll, heredero natural de la música negra, y las drogas tendrán un papel esencial para su pretendido cambio generacional. Un discurso liberador que para nada será sinónimo de individualismo, muy al contrario sólo encontrará sentido en colectividad. Mao Tse Tung, Lenin, Huey P. Newton o Malcom X serán referencias utilizadas por el inglés para construir sus organizaciones políticas, como el Partido Pantera Blanca o su continuación el Partido del Pueblo del Arco iris. “Guitar Army” nos enseña el semblante de un hombre que quiso ligar música y compromiso político, que a pesar de sus peculiaridades (algunas conectadas inexorablemente a su época) luchó para que la cultura fuera la correa de transmisión de un mensaje claro y rotundo ejemplarizado en la frase “Todo el poder para el pueblo”, una proclama que como mínimo, nadie debería avergonzarse a día de hoy de entonarla. << Kepa Arbizu


Entrevista con:

Con su segundo álbum, “Ultraviolet Catastrophe”, alabado por la crítica como uno de los mejores discos nacionales del 2012, Hola a Todo el Mundo encara este año con el objetivo de transmitir sobre el escenario el sonido onírico, emotivo y melódico de vertiente electrónica recogido en el mismo. >>

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ay a quien le ha resultado extraño que tras la buena acogida del EP “Estela Castiza” (2011), que se movía en unos terrenos musicales ya marcados e innovaba con el castellano como lengua vehicular, hayáis recuperado el inglés e introducido nuevos sonidos electrónicos. ¿A qué se han debido estos cambios? Ari: Pues empezando por el tema del idioma, la vuelta al inglés se ha debido a que siempre nos hemos encontrado más cómodos con él. La introducción del castellano fue una prueba, un experimento que teníamos ganas de hacer, por ver cómo sonaba nuestra música en nuestra lengua materna. Sin embargo, todas nuestras referencias son anglosajonas y creemos que es natural que nuestros temas sean cantados en ese idioma. En cuanto al cambio musical, se ha debido a una evolución que comenzó allá por el primer disco. Siempre hemos tratado de probar cosas nuevas, incorporar nuevos instrumentos. El uso de los sintes, la programación y los efectos de guitarras o voces ha sido parte de las más recientes innovaciones, siendo por ello los nuevos aspectos que han marcado finalmente nuestro último álbum. Uno de los aspectos más llamativos de HATEM ha sido siempre la riqueza instrumental (percusiones, cuerdas, vientos…). ¿En qué ha modificado la introducción de sintes, efectos y programación vuestro proceso de composición, grabación y puesta en escena? Ari: Pues desde mi punto de vista, el cambio principal ha sido lograr transferir el sonido de unos instrumentos tradicionales a otros más modernos y con posibilidades más novedosas. A decir verdad, la transformación fundamental se ha dado en la fase de pre-producción, donde hemos confiado en el trabajo de nuestros productores; especialmente en David Unison, con él cual hemos realizado todos los arreglos del álbum, teniendo muy en cuenta sus consejos pues

Por Rubén López. Foto de Iván González

posee experiencia en los campos de la electrónica y el hip-hop. Ana: Desde mi punto de vista, el cambio ha hecho todo más sencillo. Hemos pasado de tocar el piano, el acordeón, cuerdas, percusiones, flautas o castañuelas, a tener todos claro que instrumentos vamos a tocar. Ha sido cuestión de adaptarse y dominar los sintes y las voces. Sin embargo, no ha modificado los directos, seguimos mostrando la misma entrega y pasión mientras tocamos.

“El cambio ha sido transferir el sonido de unos instrumentos tradicionales a otros más modernos y más novedosos” ¿En que otros aspectos si creéis que se va a diferenciar la gira de “Ultraviolet Catastrophe” de las que habéis realizado anteriormente? Ari: Pues yo creo, que quizás la mayor diferencia será que en la actual gira vamos a tener la oportunidad de tocar fuera de España. O al menos esa es la intención que tenemos y el rumbo que están tomando los nuevos conciertos que van saliendo. Si pasamos a centrarnos en vuestras letras, resulta curioso que hayáis optado por coger la obra de un autor “underground” como Roy Tiger Milton, como universo y base conceptual

de donde partir y crear los temas de “Ultraviolet Catastrophe”. ¿Quién propuso esta idea? Álvaro: Este tío de aquí (señalando a Ari). Ari: A decir verdad, todo surge por casualidad. A raíz de encontrar una obra de este poeta, cuyos textos parecían mostrar un mundo parecido al que nos encontramos todos los componentes de la banda. Así que no lo dudamos y optamos por coger su obra como punto de partida para el nuevo disco. Quizás esté equivocado, pero personalmente creo que Roy Tiger Milton es en realidad otra creación más de HATEM, tal y como son vuestros temas. Un autor que habita en la conciencia y universo del grupo. (Risas) No he logrado encontrar ninguna información al respecto de su obra y figura, salvo una web que aunque refleja que fue realizada hace más de 10 años, posee en su código html el 2012 como fecha de creación. Ana: (risas) En verdad, la realidad demuestra que estamos hablando del devenir de un autor y su obra. Estamos creando un debate sobre su figura. Por lo cual, existe. Ari: De hecho, todos los medios hablan de él, nuestro disco se basa en su figura y nuestras canciones recogen uno de sus principales poemas. Ana: Que especule la gente nos encanta (risas). Ari: En realidad, prestando atención a su poema, el concepto sobre el que gira el mismo es la unión del mundo real y el fantástico. Nos habla sobre como nuestra percepción a menudo se ve modificada, sufriendo alteraciones según nuestro ánimo y devenir. Así que creemos que este autor transmite perfectamente el sentido que queríamos expresar en las canciones de nuestro disco. De hecho, algo curioso de las mismas, es que al escucharlas podemos experimentar un gran conjunto de sensaciones: momentos tristes,


“No somos para nada ortodoxos, no nos proponemos seguir una línea prefijada.”

episodios melancólicos, fogonazos de luz… llegando incluso a encontrar todas ellas en el desarrollo de una misma canción. ¿Cómo lográis conjugar estos conceptos, a priori, tan antitéticos? Ari: Yo creo que esa mezcla de sensaciones sale de forma natural, fruto de un conjunto de personalidades distintas, que hace de HATEM una banda muy ecléctica. No somos para nada ortodoxos, no nos proponemos seguir una línea prefijada. Cada uno aporta sus impresiones, siendo así normal que en el proceso de creación de un tema, se acabe solapando un arreglo más alegre, rítmico o “épico”, con una melodía más melancólica u oscura. Álvaro: De hecho, yo creo que es algo que siempre ha sido así. Es propio de la banda desde sus inicios. No hace mucho, David de Vetusta Morla nos comentó que el disco le había sonado HATEM 100% y que aunque quizás el traje musical era diferente, la esencia era la misma. Ana: Es verdad, ya la primera maqueta mostraba cambios muy drásticos entre alegría y tristeza; ritmo y relajación. Esa es la esencia de la banda y algo que nos va a acompañar siempre. Ahora que contáis con el factor tiempo y habéis podido leer críticas, opiniones de fans e incluso impresiones de compañeros de profesión como antes comentábais. ¿Creéis que el álbum ha sido acogido de manera dual? Ana: Yo creo que para nosotros, el álbum ha recibido una gran acogida. Es imposible que no haya

críticas malas, pero si tengo que resumir el feedback que he recibido, tengo que decir que ha sido muy positivo. Álvaro: No creo que en nuestro caso haya existido una dualidad entre bien o mal. Es más la indiferencia que pueden llegar a mostrar algunos medios, que las críticas negativas que puedan verter. Ari: Quizás al principio, pudo haber medios o fans sorprendidos por la introducción de la electrónica, diciendo “nos gustaba más lo de antes…”. Pero con el tiempo la acogida ha sido muy buena, fue algo puntual. Creo que se ha asimilado muy bien la transformación. Con la salida de Loreto, la formación de HATEM se configura como cuarteto. ¿Creéis que es complicado conservar un núcleo sólido que pueda enfrentarse a la situación económica y musical que estamos atravesando?

meses, teniendo en cuenta que ahora tenéis detrás de vosotros el respaldo de una discográfica como Mushroom Pillow? Ana: Pues a priori, la impresión es que el cambio es a mejor, especialmente de cara a realizar una gira con más fechas y en el extranjero. De hecho, ya hemos tenido la oportunidad de tocar en Francia. Ari: Si, el disco se está moviendo fuera de nuestras fronteras. Un requisito fundamental para tocar en el extranjero es que nuestro disco se edite en esos países, así que estamos a la espera de ir llegando cada vez más lejos. Por ahora el disco ya ha llegado a Japón (risas). Álvaro: El cambio en este aspecto lo estamos empezando a ver ahora. Sin embargo, la perspectiva todavía es muy reciente como para entrar a hacer valoraciones. Pero, personalmente, creo que las posibilidades son enormes. Y ¿Cuál sería el deseo que le pediríais a esta gira?

Ana: La verdad es que a pesar de las últimas salidas, los cuatro que quedamos si hemos sido parte integrante del grupo desde hace años. La música es algo que haces en tus ratos libres y que tratas de compaginar con tu vida profesional. Imagínate lo complicado que puede resultar que 4, 5 ó 6 personas lleguen a coincidir en dedicar su tiempo libre a esto. HATEM siempre ha destacado por ser un buen ejemplo de banda que ha tratado de hacerse un hueco en el panorama musical a través de la auto-edición. ¿Cuáles han sido los cambios que habéis experimentando durante los últimos

Todos al unísono: Tocar (risas) Ana: Si, tocar en el mayor número de ciudades, salas, festivales, países… Álvaro: Nuestro objetivo es hacer el mayor número de directos. Está claro que nunca vamos a tocar ante 20.000 personas en Francia. No somos una banda que posea o pueda llegar a un público mayoritario. Sin embargo, sí hay gente que escucha habitualmente este tipo de música en todas las grandes ciudades de España, así como en el resto de países; siendo esto lo que nos puede llegar a abrir muchas puertas.


Alfredo Piedrafita (Barricada) Si Barricada se ha ganado por méritos propios entrar en la historia del rock nacional, gran parte de culpa debería recaer sobre Alfredo Piedrafita, vocalista y guitarra de la banda desde (casi) sus orígenes, es un verdadero ejemplo de artista ligado a los ideales de un grupo, que desde hace ya tres décadas, desafía al tiempo, la tragedia, la ruptura y lo políticamente correcto. Varias son las generaciones que han entonado, o al menos escuchado, sus canciones repletas de mensajes afilados y directos, convirtiendo así las letras de este grupo pamplonica en verdaderos himnos críticos y festivos. Tras un 2012 en el que la banda decidió reafirmarse y aferrarse al rock tras la salida de El Drogas, a través de la publicación de su álbum “Flechas Cardinales” y el directo “Quedan caminos por recorrer”, no hemos podido pasar por alto la oportunidad de ponernos en contacto con Alfredo, para que nos ilustre con algunos de los discos y canciones que han marcado y afianzado sus gustos musicales, y por tanto, el de una de las bandas capitales de la historia musical de este país.

Discos Slade > Sladest

Cuando me he sentado a confeccionar la lista de discos que de alguna manera han marcado mi vida musical me he dado cuenta que unos cuantos de ellos estaban editados en el mismo año, 1973, así que me he visto en la tesitura de tener que elegir uno de todos ellos y, la verdad es que sin tener que dudar demasiado, me quedo con este Sladest de Slade, en detrimento de otros grupos que en ese año editaron discos para la historia (mi historia), como T.Rex, Suzi Quatro, etc… Me quedo con Sladeste, de Slade, el grupo que siempre trabajó para la canción, para llegar a un estribillo cantable y que en cada uno de sus discos podías encontrar 6 ó 7 singles por lo menos. Los reyes de las gramolas de los billares y realmente los culpables de que yo tenga ahora mismo una guitarra en mis manos. “Cum on feel the noize”, “Mama weer all crazee now”, “Gubuy t’Jane”, etc… Con esa manera tan peculiar de patalear la gramática inglesa, esas guitarras y esa voz de serrucho que todavía hoy me sigue pareciendo de lo mejor.

Nirvana > Nevermind Cuando todos pensábamos que ya nada podría revolucionar el rock de la manera que lo hicieron grupos como Sex Pistols o The Clash, llegan Nirvana y nos dan una chapada en la cara para recordarnos que eso no era cierto, que ahí estaban ellos y otra hornada de grupos en esa onda, como Soundgarden, Pearl Jam y muchos más, en lo que se dio por llamar el “Grunge”. Se volvía al rock más sucio, donde realmente lo que contaba era la actitud ante la vida, refleja40

da en su manera de escribir y sobretodo en su manera de hacer música. Sonidos sucios, a veces incluso rizando el rizo de la guarrería musical. Guitarras que sonaban a veces como recién salidas de un barrizal, voces lánguidas, tristes, que se desgarraban en feroces estribillos. Siempre se dijo que era la manera de expresar la desilusión de una juventud que no estaba conforme con cómo estaban las cosas, pero para qué engañarnos, el rock siempre ha sido eso. Legiones de seguidores por todo el mundo con ropa tres tallas más grande de lo que necesitaban, alzaron a Nirvana como los reyes del grunge. “Smels like teen spirit”, “Come as you are”, de nuevo temas que van más allá de una simple canción y de nuevo otro disco que hizo temblar las entrañas del rock.

Sex Pistols > Never mind the bollocks En pleno dominio rockero de los grupos que tiraban más hacia el heavy, con discos cargados de solos de guitarra, de batería, de voz y de todo lo que pudiera considerarse virtuosismo, aparecen unos tíos de una tribu urbana que hasta entonces nadie había oído hablar, y revolucionan de manera bestial todo el panorama musical en el mundo. No me voy a meter en la actitud, que habría como para extenderse varios días, sino en lo meramente musical. Y resulta que con cuatro acordes, sin grandes pretensiones musicales y por supuesto sin ningún tipo de partitura, dan el pistoletazo de salida al movimiento punk y nos abren a todos las puertas a grupos como The Clash, Damned, etc… Canciones que se convirtieron en himnos, “God save the Queen”, “Anarchy in the UK”, “Pretty Vacant”. Tengo que reconocer que cuando salieron yo era más “del otro bando”, del más heavy, pero este disco muy pronto llegó a ser de mis discos de cabecera. A partir de ahí, siempre he considerado a Steve Jones como uno de mis guitarristas preferidos, y por supuesto, el rey del “raca-raca”.


Leño > Leño Parecía que todo lo bueno venía de fuera del país y que aquí, como de costumbre, nos llegaría mucho tiempo después de lo que llegaba a otros países. Pero tenía que llegar y llegó. Y los Leño, con Rosendo, Ramiro, Chiqui y luego Tony, nos demostraron que también aquí se podían hacer grandes discos de rock. A esto había que sumarle que con cierta facilidad, de vez en cuando podías verlos tocar en directo esas canciones, lo cual no hacía sino engrandecerlas. Recuerdo la primera vez que los vi, sonaba una introducción de guitarra acoplándose, con las luces subiendo poco a poco, al igual que la canción, y aparecía un guitarrista flaco enfundado en unas mallas, que tocaba la guitarra como el mismísimo Gallagher y que cuando llegaba al micro cantaba aquello de; “dónde vas a ir, si no tienes nada tuyo, que va a ser de ti, cuando dejes este mundo”, “Castigo”, qué gran tema para abrir aquel concierto. O “Este Madrid” o “Cucarachas”. Tengo la suerte de haber podido disfrutar ese momento, igual que tengo la suerte de seguir teniendo ese disco guardado entre mis tesoros musicales.

Guns n’ Roses > Appetite for Destruction Otro de mis discos imposibles de olvidar, de los que cada cierto tiempo hay que volver a darle una escucha y ponerte las pilas con él. Aquí se mezclaban mis dos pasiones musicales hasta entonces: el Glam Rock y el Punk, con algún toque jevimetalero. Como viene siendo habitual en este tipo de bandas, me quedo con su legado musical, dejando de lado el “lado oscuro” que siempre tenían: sus peleas, declaraciones fuera de tono y de lugar, exaltaciones del ego y demás. Pero en el plano estrictamente musical me encontré con un disco completo, sin fisuras y sin nada de relleno para mi gusto y además con canciones que en poco tiempo se convirtieron en himnos no solo de esa generación, sino de las que venían después, canciones para la historia del rock. “Welcome to the jungle”, “Paradise City”, “Sweet child of mine…, canciones inolvidables.

Canciones Slade > Mama weer all crazee now Me había propuesto seriamente no repetir ninguno de los que he mencionado en mis 5 discos, pero con este me ha resultado imposible. Mi primer single comprado y que todavía guardo. Lo dicho, los reyes del estribillo y de los billares en los años 70.

Suzi Quatro > Can the Can La más firme competencia de Slade en los billares y en mi cabeza. Una de las grandes rockeras a las que la historia no ha tratado como debiera. Con 13 años y las hormonas desatadas, flipábamos con sus canciones… y con ella enfundada en su traje ajustado de cuero. Creo que todavía sigue dando conciertos donde suenan además de este “Can the Can”, otros grandes éxitos suyos con “48Crash”, “Devil gate Drive”, etc… Perdí sus discos, pero mi gata se llama Suzi en honor a ella.

The Lords of the new Church > Russian Roulette Grupo post-Punk con miembros que venía de grupos Punk como Damned, Sam 69, o Dead Boys. Sacaron discos entre el 82 y 88, con grandes canciones como “Russian Roulette”, “New Church”, etc… y con unos directos enérgicos, muchísimo más que lo que se escuchaba en los discos de estudio.

Sick Puppies > My World Grupo australiano de gente muy joven pero con una energía capaz de tumbar al más jevy. Ahora mismo están en lo mejor de su carrera con su último CD “Tripolar”. Aún así yo me voy a quedar con un tema de su anterior disco “Dressed up as Live”, llamado my world, tema con el que se dieron a conocer al resto del mundo y que de alguna manera refleja a la perfección el estilo de este grupo, que mezclan melodía, llegando a veces al pop, con una base rítmica impresionante y unas guitarras que despeinan.

Rage against the machine > Killing in the Name Uno de los grandes grupos de la historia en el que para mi gusto destaca uno de los mejores guitarristas de toda la historia de la música, Tom Morello, con una manera de tocar que hasta entonces nadie habíamos ni siquiera pensado. Ser considerado un virtuoso de la guitarra sin hacer punteos con escalas interminables era algo difícil de imaginar hasta que llegó él. Supieron mezclar el Rap, con el Metal y con elementos difícilmente clasificables en un solo estilo. Son algo completamente diferente, su estilo lo inventaron ellos y su directo es de lo más demoledor que se podía ver.


Franc3s Entrevista con:

“Siempre intentamos hacer algo propio”

Hace unos meses que Franc3s presentaron “Campanas de Fuego Rosa”, Rosa” un fenomenal comcom pendio de canciones que han sido definidas como “Nanas para el Hijo del Diablo”, en las que las imágenes impactantes y las distorsiones se funden para mostrarnos la particular visión que tiene éste trío gallego del pop.

C

>> ampanas de Fuego Rosa” es vuestro segundo disco; un trabajo que viene precedido de un ascenso progresivo en lo que a reconocimiento por parte del público se refiere. ¿Cómo habéis vivido desde el seno de la banda todo lo bueno que os ha ocurrido desde el año 2008? Alberto: La verdad que no podemos quejarnos, puesto que nos ha ido bastante bien. Durante éste tiempo hemos buscado ir haciendo nuestro propio camino y todo lo que ha ocurrido hasta ahora han sido pasos necesarios para ir recorriéndolo. Por otra parte, si no hubiera sido así, seguro que habríamos seguido tocando, aunque en un ámbito territorial más reducido; básicamente porque cuando nos conocimos lo que nos unió fue la música. Nos ha llamado la atención el escaso tiempo de diferencia con el que han visto la luz “Franc3s” y “Campanas de Fuego Rosa”. ¿A qué responde éste hecho? María: Las canciones del disco anterior eran en gran medida recopilación de nuestras maquetas, por lo que andábamos algo cansados de ellas. Necesitábamos sacarlas en un disco y que la gente las escuchara, pero queríamos hacer cosas nuevas. Patricia: Somos un grupo que siempre tiene canciones recién salidas del horno. No paramos de hacerlas en el local de ensayo. Nos gusta componer. De hecho, ya tenemos unas cuantas preparadas para el futuro. “Campanas de Fuego Rosa” se trata de un disco realmente impactante, casi inmediato diríamos, aunque alejado de la fórmula pop más imperante.

Por Javier González. Foto de Iván González

María: Personalmente creo que nuestra música requiere de escuchas, no hacemos música fácil. Alberto: Nuestra música es pop, aunque quizás nuestro concepto del pop no sea igual que el de mucha gente. Para mí The Velvet Underground, Jesus and Mary Chain, Pavement o Pixies, son grupos que hacen pop, aunque no sea pop al uso. Otro de los elementos que más llaman la atención son vuestros textos, los cuales pueden pasar de lo críptico a lo poético, o sonar simplemente naifs, pero siendo siempre personalísimos. Alberto: Quizás el secreto sea que siempre intentamos hacer algo propio. Las nuestras no son letras que toquen la realidad cotidiana. Hablamos de imágenes, de cosas que no se ven, pero que están ahí, a las que acompañamos de música. Tratamos de que hablen de

“Somos un grupo sin bajo, pero creo que sonamos mucho más duros que otras bandas que llevan más gente en directo”

muchas cosas a la vez, creo que es algo que tiene que ver con el hecho de que me gusten los discos variados. María: Después, dependiendo del estado de ánimo que tengas y de otros factores, pueden salir letras más o menos oscuras. E inquietantes como es el caso “Apartamento Alquido”, personalmente creo que esa canción podría estar escrita por un loco en un manicomio. Alberto: Esa imagen la saqué de un corto de Víctor Erice en cuyo final se ve la sombra de unos críos balanceándose. Está hecho de tal manera que no puedes evitar pensar que hay una persona que se acaba de suicidar, aunque lo que se ve es un niño. El video me transmitió algo muy impactante. También es cierto que pocos días antes había leído la historia de una madre que encontró a su hijo ahorcado cerca del lugar donde vivimos, algo que creo que es de las cosas más fuertes que te pueden ocurrir. De vuestras canciones se ha dicho que son “Nanas para el Hijo del Diablo”, proyectando una imagen demasiado oscura de Franc3s. ¿Es para tanto? María: La gente cuando nos conoce dice que somos bastante normalitos. Gente de a píe (Risas). Yo creo que la imagen que se está proyectando de nosotros no se corresponde con la realidad. Alberto: No es para tanto, pero sí que es cierto que soy una persona bastante depresiva (Risas). Cuando estoy feliz, no me da por ponerme a escribir sobre eso. Hay gente que lo hace y lo respeto, pero a mí no me sale, no va conmigo. Me da por escribir en momentos de bajón.


La producción del disco la firma Rodrigo Caamaño de Triangulo de Amor Bizarro, pero bien podría atribuírsele a Phil Spector. Alberto: A Rodrigo le conocemos de toda la vida y le dimos total libertad para producir el disco. Él ha aportado su visión sobre cómo tiene que sonar Franc3s. María: Él nos dijo que no tenía la más mínima intención de cambiar nuestra forma de tocar. Simplemente quería conservar nuestra esencia, darle algún matiz, pero sin restar un ápice a nuestro sonido. Al hablar de vosotros se cita a The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine o Suicide, aunque por encima de todos ellos nosotros destacaríamos a The Velvet Underground. ¿Son una serie de bandas fundamentales para vosotros? María: Son grupos que evidentemente hemos escuchado, pero no son influencias para sonar como ellos. Inconscientemente seguro que tiramos hacia ahí, pero no queremos parecernos a nadie. Alberto: Tampoco el ruido es una meta para nosotros. Nos gustan mucho algunas canciones de Velvet Underground como “Pale Blues Eyes” que

para nada es ruidosa. Por otro lado, yo no pienso que el pop tenga que sonar blando; y creo que eso es lo que ha conseguido Rodrigo. Somos un grupo sin bajo, pero creo que sonamos mucho más duros que otras bandas que llevan más gente en directo.

Alberto: No creo que sean influencias para nosotros, sinceramente. Nos gustan, pero nada más.

Aunque también se observan ecos de grupos míticos nacionales como Decima Victima, Parálisis Permanente o Surfin´ Bichos. ¿No sé si son parte de vuestro imaginario?

Alberto: Yo creo que es por aburrimiento. En Galicia está lloviendo la mayor parte del tiempo y no te quedan muchas alternativas. Si fuéramos de Andalucía, un sitio con más Sol, sí que seríamos más alegres, nos iríamos a tomar cañas, pero en Galicia, si te gusta la música, acabas por encerrarte en un local para tocar. Fuera no hay muchas cosas que hacer.

María: De los que dices, sobre todo Surfin´ Bichos, sí que nos ha gustado de siempre. Alberto: Creo que son bandas muy personales, que se sabe que son de aquí. Quizás en otro país no podrían haber surgido. Y de otros más actuales como Ornamento y Delito, los propios Triangulo de Amor Bizarro o El Columpio Asesino. María: La verdad es que hay mucha gente que nos ha comparado con El Columpio Asesino, pero no es uno de nuestros grupos favoritos. Patricia: A mí en su momento me gustó mucho de “Mi Sangre a tus Cuchillas”.

¿Por qué creéis que en Galicia, vuestra tierra, no paran de surgir grupos interesantes?

¿Por dónde pasa la actualidad de Franc3s durante los próximos meses? María: Hace poco empezamos la gira y esperamos tocar cuanto más y mejor. Queremos tener excusas para salir de casa (Risas). Alberto: No queremos ser un grupo de mayorías, la verdad. Lo que queremos es llegar a nuestro público potencial que creemos que existe dentro de la escena. Nos gustaría llegar a todos ellos. Esa es la idea.



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