INMORTALIDAD & ETERNIDAD: Las dos caras de la misma moneda

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GUÍA SOBRE CÓMO LOGRAR UNA VIDA LARGA, LLENA DE SIGNIFICADO, CREATIVA Y FELIZ

INMORTALIDAD & ETERNIDAD “LAS DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA” Manuel López Arrabal - )m( glocalismo@gmail.com

1ª edición: marzo-2013

)c( Copia abierta: Los derechos de autor de esta obra están abiertos para usar, copiar y difundir en cualquier medio de reproducción, grabación y difusión. Se ha publicado así para evitar restricciones por considerar que es beneficiosa para tod@s. 1


ÍNDICE Sobre el autor ………………………………………………………………………….. PRÓLOGO ……………………………………………………………………………...... INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………………..

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1ª PARTE: INMORTALIDAD (Deepak Chopra) ENVEJECIMIENTO Y CONSCIENCIA Aprendiendo a no envejecer………………………………………………………. La antigua y la nueva vejez………………………………………………………… El misterio del envejecimiento……………………………………………………. Las tres edades del hombre……………………………………………………….. El valor de la adaptabilidad…………………………………………………………. La apertura de la consciencia………………………………………………………. La consciencia como efecto de campo………………………………………… La reversión del envejecimiento…………………………………………………..

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PARA DERROTAR LA ENTROPÍA Lo opuesto al caos………………………………………………………………………… 26 La teoría de los radicales libres……………………………………………………. 27 El flujo de la inteligencia………………………………………………………………. 29 La música del cuerpo……………………………………………………………………. 30 Cuando la música muere………………………………………………………………. 31 La amenaza invisible……………………………………………………………………… 32 Etapas del estrés…………………………………………………………………………… 33 La meditación disminuye la edad biológica………………………………….. 34 Conectando cuerpo, mente y espíritu…………………………………………… 35 LA CIENCIA DE LA LONGEVIDAD La gracia de la ancianidad…………………………………………………………….. 37 Cien años de juventud…………………………………………………………………… 38 Longevidad y peso…………………………………………………………………………. 40 Longevidad y ejercicio…………………………………………………………………… 40 Longevidad y dieta………………………………………………………………………… 40 La longevidad como meta…………………………………………………………….. 41 El ADN y el destino……………………………………………………………………….. 43 Secretos de “los de vida larga”…………………………………………………….. 43 Como resiste el cerebro al envejecimiento…………………………………… 45 Más viejo no, más sabio sí……………………………………………………………. 46 Diez claves para un dominio activo del cuerpo-mente………………… 48 2


LA TIERRA DONDE NADIE ES VIEJO Acabemos con la tiranía de los sentidos………………………………………..49 ROMPER EL HECHIZO DE LA MORTALIDAD La inmortalidad………………………………………………………………………………. 53 El metabolismo del tiempo……………………………………………………………. 55 El cuerpo mecánico-cuántico………………………………………………………… 57 De la consciencia temporal a la atemporal………………………………….. 60 Derribando el tiempo lineal…………………………………………………………… 62 El hechizo de la mortalidad…………………………………………………………… 63 La utilidad de la muerte del cuerpo físico………………………………….... 65 2ª PARTE: ETERNIDAD (Manuel López Arrabal) LA ETERNIDAD El tiempo es relativo, la Eternidad es Absoluta……………………………. 70 Las distintas manifestaciones del tiempo…………………………………….. 74 Vivimos bajo el influjo de un tiempo mecánico……………………………. 78 El Espíritu del ser humano es Eterno y su Alma Inmortal…………… 85 El libro de Urantia…………………………………………………………………………. 90 El poder del ahora………………………………………………………………………… 98 La realización de la vacuidad……………………………………………………….. 101 Siete prácticas para mantenernos en la frecuencia del Amor…….. 105 El consciente y el inconsciente…………………………………………………….. 107 Ho’oponopono……………………………………………………………………………….. 111 Syneidesis……………………………………………………………………………………… 117 EPÍLOGO………………………………………………………………………………………. 121 ¿Qué es la bipolaridad o trastorno bipolar? Las ventajas de ser bipolar La bipolaridad se puede curar Mis crisis “maníacas” ¿Qué ocurrió antes de recibir “mi Regalo del Cielo”? El 9 de noviembre de 2007 Mi Regalo del Cielo Revelaciones místicas Hasta dos meses después Decreto para una vida larga en la Tierra

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SOBRE EL AUTOR: Soy Manuel López Arrabal, nací en la ciudad de Málaga en diciembre del año 1967, vivo en la provincia de Sevilla desde 1991 y trabajo para la Administración Pública desde ese mismo año. Casado y con un hijo, me autodescribo como “un ser humano especialmente sensible, buscador incansable de la Verdad, enamorado de la naturaleza, la familia, los amigos, el deporte, la cocina, la lectura, la escritura y la intimidad del hogar”. Soy autor del libro “La huelga tranquila”, cuya primera edición se publicó en septiembre de 2010. En 2012 lo edité, una vez revisado y ampliado, como libro gratuito al que puedes acceder a través de: www.librolahuelgatranquila.blogspot.com.es Soy también coautor, junto a Emilio Carrillo Benito, de la obra “Glocalismo”, también editada por la editorial Ituci Siglo XXI en el año 2011 en formato de libro electrónico. Para leer o descargar gratuitamente cualquiera de las dos partes de Glocalismo, lo puedes hacer en: www.actuaglocalmente.blogspot.com.es Igualmente, soy autor de tres guías publicadas entre diciembre 2012 y “junio 2013”: “Guía sobre cómo mejorar tu salud y la del planeta” (diciembre-2012) “Guía sobre cómo lograr una vida larga, llena de significado, creativa y feliz” (marzo-2013) “Guía sobre Política, Educación y Economía para el siglo XXI” (junio-2013) Para leer o descargar gratuitamente cualquiera de las guías anteriores lo puedes hacer en: www.guiassiglo21.blogspot.com.es Para contactar con el autor: glocalismo@gmail.com 4


PRÓLOGO “Los seres humanos no estamos atrapados en el tiempo, estrujados en el volumen de un cuerpo y la duración de una vida. Realmente somos viajeros en el infinito río de la vida. Eso es lo que Cristo quería enseñarnos cuando dijo Sed en el mundo, pero no de él.” Precioso fragmento para comenzar esta obra, con el que Deepak Chopra nos recuerda que somos Seres inmortales y eternos. Hubo un tiempo en el que creía que mi vida comenzó en este mundo, que yo era producto de él, que habitaría en él durante un breve periodo de tiempo y que finalmente lo abandonaría sin saber cómo ni cuándo. Entonces no sabía qué hacía aquí, ni por qué ni para qué, y aunque supe cuál fue el motivo y punto de partida de mi vida terrenal (el momento aproximado de mi concepción nueve meses antes de mi nacimiento), temía profundamente que hubiese un final definitivo de mi existencia, por mi firme creencia en la inevitabilidad de la muerte. Ese temor me llevó muy tempranamente, aproximadamente a la edad de 10 años, a buscar dentro de los libros de la biblioteca de mi barrio la posibilidad de vencer a la muerte. Y aunque internamente presentía que ya existía antes de nacer, mi fuerte temor a desaparecer del mundo físico para ir a “no sé donde” o quizás a “ninguna parte”, me empujó a profundizar poco a poco en libros sobre el cuerpo humano, las enfermedades (principalmente el cáncer y las enfermedades cardiovasculares) y la longevidad. Incluso llegué a leer un libro, de cuyo título no me acuerdo, que trataba sobre la posibilidad de prolongar la vida mucho más allá de los 100 años, de la criogenización de los cuerpos para resucitarlos cuando la tecnología futura lo permitiera, e incluso, de poderse alcanzar algún día la ansiada inmortalidad de los seres humanos. Está claro que mi escasa visión de entonces, limitada por mi corta edad y por los muchos miedos que entonces tenía, me impedía Ser en el mundo, por estar apegado a él. Al inicio de la primavera del año 1990, concretamente el día 3 de abril de 1990, tomé la difícil decisión de ejecutar mi plan de abandonar éste mundo mediante la huída de mi cuerpo. Después de padecer durante más de tres meses una terrible depresión nerviosa, 5


me sentía totalmente atrapado en un cuerpo que se movía y me obedecía aún cuando yo no quería estar en él. Fueron momentos de terrible lucha interna, pues por un lado tenía el firme propósito de suicidarme de la forma más rápida y eficaz posible y, por el otro, sentía en mi interior un fuerte instinto de supervivencia que se oponía a la realización del fatal desenlace. Como podréis comprender, estas palabras escritas que brotan de mi Ser, son el resultado victorioso de mi instinto de supervivencia en aquella colosal pugna. Cuando en la madrugada del día antes mencionado escapé de mi vivienda familiar, con 22 años de edad, con la intención de no volver nunca más, me dirigí a los montes de Málaga para cumplir con mi propósito de ahorcamiento. Una vez llegué al lugar elegido, busqué un gran árbol. Al igual que hacía cuando era niño, con destreza trepé sobre él. Coloqué la soga alrededor de mi cuello y amarré bien el otro extremo en una robusta y elevada rama. Me situé colgado de ella, solo por las manos, justo debajo del nudo superior. Tras unos terribles segundos de intensa angustia e indecisión y cuando la fuerza de las manos iba cediendo a la fuerza de la gravedad, algo dentro de mí me impulsó a retornar a la seguridad del tronco del árbol y desistir momentáneamente del intento. Tal decisión intensificó mi angustia y desesperación a cotas muy elevadas, tornándose la ansiedad insoportable. Cuando llegó el amanecer, lo volví a intentar de otra manera, pero esta vez no quería fallar. Situé mi coche en una larga recta de una pista forestal que finalizaba en una curva cerrada, con la intención de precipitarme al fondo de un barranco de más de 100 metros de profundidad. Con la mirada puesta en el final de la recta y el corazón a “mil por hora”, metí primera, luego segunda, aceleré a tope y agarré firmemente el volante. Cuando el coche empezó a precipitarse, cerré los ojos. Momentos después, mi cuerpo rodaba por un lado y el coche por otro. Afortunadamente, no era un precipicio, sino un barranco con unos 45 a 50 grados de desnivel. Cuando dejé de rodar, abrí los ojos y vi como el coche llegó destrozado al fondo. No me lo podía creer. ¡Seguía vivo! Al parecer, en la primera vuelta de campana que dio el vehículo, salí despedido hacia el exterior. Terminé magullado y contusionado por todas partes y con la pierna izquierda dolorida por una fisura en la cabeza del peroné. En el preciso instante en que tomé consciencia de que seguía vivo y que mi voluntad no pudo ejecutar el plan previsto, sentí un gozo y una 6


alegría indescriptible; después de más de tres meses de profunda depresión y oscuridad, al fin vi la luz y surgió de nuevo la esperanza. Me di cuenta enseguida de que quién se alegraba del fracaso del intento era realmente mi verdadero Ser. Ese breve instante de felicidad y alegría sería mi punto de referencia para más adelante ayudarme a reconstruir mi vida. Pero duró poco, demasiado poco, pues inmediatamente después, mis miedos volvieron a tomar el control de mi mente. Me hundí de nuevo en la desesperación por los repetitivos pensamientos que me acechaban diciéndome que lo intentara de nuevo. Tumbado en el suelo, empecé a llorar desconsoladamente ante la perspectiva de tener que intentarlo de nuevo, ya fuera en el árbol donde horas antes dejé la cuerda, o bien de cualquier otra manera. Sin embargo, tan solo unos minutos después, apareció sorprendentemente un señor a mi lado que enseguida me preguntó si había alguien más dentro del coche. Al responderle que no, me asió con gran fuerza y me pidió que colaborara con él para trepar juntos los 30 a 40 metros pendiente arriba que nos separaban de la pista forestal. Una vez allí, me pidió que no me moviera del sitio porque tenía que marcharse para pedir ayuda. Efectivamente, al poco tiempo llegó una ambulancia que me llevó al hospital. Más tarde, mi madre me informó que el señor que me rescató era un cabrero que estaba por allí cerca. A pesar de mi poca fe en aquellos momentos, llegué a pensar (y aún hoy día lo sigo pensando) que había ocurrido un milagro. El no caer en la cuenta de colocarme el cinturón de seguridad antes de lanzarme barranco abajo, fue determinante. Sin embargo, ¿cómo pude salir casi ileso de tan aparatoso accidente? ¿de dónde salió el señor que me rescató? ¿cómo pudo tirar de mí con tanta fuerza y agilidad por un terreno tan empinado hasta la pista forestal? Y si era un cabrero ¿dónde estaban las cabras que supuestamente tuvo que abandonar para acudir en mi ayuda? Poco después, consideré que volvía a nacer de nuevo y que tenía por delante una segunda oportunidad. Oportunidad que, desde luego, iba a aprovechar. Una vez en casa, me propuse firmemente que por muchas depresiones y por muchos pensamientos de suicidio que tuviese, nunca lo volvería a intentar. Y así ha sido hasta el día de hoy. En los 20 años siguientes he padecido muchas depresiones y me han venido a la cabeza muchas ideas de suicidio, pero he conseguido cumplir mi propósito de permanecer aquí en este mundo junto a 7


tod@s vosotr@s. El qué causó tan dramático acto de mi vida y cómo logré superar las muchas crisis del “trastorno bipolar” que más tarde me diagnosticaron, serán los motivos de un nuevo libro que escribiré en su momento para poder dar luz y esperanza a quienes padecen de algún “desequilibrio temporal de la mente” (así es como a mí me gusta llamar a las “enfermedades mentales”) y a sus familiares. Como podréis comprender saco a la luz pública todo esto no solo para poder ayudar a los demás, sino principalmente a mí mismo. Sacar a la luz y aceptar cada vez más mi lado oscuro, siempre me ha resultado muy terapéutico. Además, considero que aceptar nuestras sombras (los aspectos que queremos mejorar de nosotros) o el reflejo de las sombras de los demás en nosotros (lo que no nos gusta de nosotros cuando reaccionamos ante el espejo de los demás) es muy necesario si queremos seguir evolucionando. Hace pocos años, puse en práctica el trabajar con mis sombras: primero, reconociendo que las tengo (mostrándomelas y mostrándolas) y luego, aceptándolas e integrándolas en mí para tratar de alcanzar y mantener el equilibrio en todas y entre todas las áreas de mi vida. Está más que demostrado (y todos lo sabemos) que no sirve de nada olvidarse de nuestro lado oscuro, ni reprimirlo y mucho menos enfrentarse a él. Debería ser siempre nuestro mejor aliado. Esto es muy fácil de entender si lo comparamos con la proyección de nuestra sombra cuando nos exponemos a la luz. Por ejemplo, si no queremos vivir siempre en la oscuridad de una casa totalmente cerrada, ¿qué haríamos? Pues, lógicamente, encenderíamos las luces si es de noche o abriríamos las ventanas o saldríamos al exterior si es de día. De esta manera nuestro cuerpo se beneficiaría de la luz, pero inevitablemente proyectaría una sombra o varias, más o menos grande/s, dependiendo de cómo y por donde nos movamos con respecto a la luz. No podemos avanzar por la vida sin aceptar nuestra sombra. Aunque la neguemos y no la miremos nunca, siempre estará ahí. Entonces, conviene que aprendamos a convivir con ella, que la tengamos presente siempre (incluso en la oscuridad de la noche cuando no la vemos), que la mostremos a los demás cuando sintamos la necesidad (que hablemos de ella o la expresemos a través de la escritura o del arte) y, finalmente, que la aceptemos plenamente para que junto a la Luz que en esencia somos se convierta en nuestro mejor aliado. Esto no significa que demos 8


rienda suelta a la manifestación de nuestro lado oscuro cuándo éste se quiere expresar en forma de ira, odio, envidia, celos, enfado, etc. Lo que quiero decir es que cuando nos encontremos en estado de calma, dialoguemos con nuestro lado oscuro (podemos llamarle “mi ego que sufre”) para que nos muestre todos sus “rostros”, para que hagamos las paces con él, aprendamos de él, dialoguemos abiertamente con quienes más amamos sobre él y finalmente, le demos las gracias por ayudarnos en nuestro camino personal de evolución. Cuando realizamos todos los pasos anteriores con cada “rostro” del ego sufriente, estamos transmutando toda su energía hacia nuestro lado luminoso, convirtiéndolo en Amor. En esencia, nuestro lado oscuro se nutre principalmente del miedo, siendo el “miedo a …”, el que subyace en todas las manifestaciones de nuestra sombra. No obstante, cuando reconocemos que tenemos algún tipo de miedo, éste nos puede servir de maravilloso trampolín para crecer como personas. En estos casos suelo recitar el siguiente texto: “Invoco al miedo que aún hay en mí: tu eres la mejor parte de mí; cuando asciendes a través de mi corazón y te revelas, ya no eres miedo, sino que eres parte de mi Amor; te conviertes en puro Amor. Gracias miedo por convertirte en Amor.” Por tanto, reconozcamos la naturaleza de nuestra sombra y aceptemos que nos siga por dónde quiera que vayamos, pues de lo contrario (si la reprimimos o rechazamos), seremos nosotros los que inevitablemente le estaremos dando poder y tarde o temprano explotará. Y para terminar este prólogo, quiero compartir, aunque sea brevemente, algo sobre mi proceso de búsqueda en relación a la inmortalidad, como consecuencia de mi miedo a lo desconocido tras la muerte. Como mi experiencia de enfrentamiento a la muerte fue muy traumática, al igual que lo fue mi educación religiosa con la idea del cielo y del infierno y de un Dios vigilante y justiciero que todo lo sabía acerca de mí, decidí investigar sobre qué me esperaba después de la muerte del cuerpo físico. Empecé estudiando un poco, a través de internet, sobre los casos de experiencias cercanas a la muerte que, al parecer, muchas personas de todo el mundo recuerdan tras regresar poco después de una situación de muerte clínica. También estudié, más tarde y con mayor profundidad, 9


diversa literatura budista e hinduista sobre el misterio de la Vida después de la muerte (El libro tibetano de la vida y la muerte de Sogyal Rimpoché, Una vida con significado, una muerte gozosa de Gueshe Kelsang Gyatso y Celebrando la vida, celebrando la muerte de Osho). Más tarde, seguí investigando sobre ello en el bellísimo Baghavad Guita hindú, en diversos textos esotéricos y también a través de la Teosofía. Pero no fue hasta hace un par de años, cuando conocí la Vida y Obra de Jesús de Nazaret a través del Libro de Urantia, que me quedé totalmente en paz en relación a mi búsqueda de explicaciones sobre el por qué y para qué de la muerte del cuerpo físico. Pero antes de leer todos los libros que acabo de mencionar, me llegó uno muy especial sobre longevidad e inmortalidad que leí varias veces. Si de niño buscaba la posibilidad de la inmortalidad y con 22 años “busqué” la muerte, con unos 35 años de edad, de nuevo sentí un gran deseo de vencerla de nuevo, no enfrentándome a ella, sino aprendiendo a evitarla o retrasarla al máximo. Craso error (y bendito error), pues pocos años más tarde descubrí que la Vida Verdadera nunca se acaba. Este libro que tienes en tus manos no lo sería si Deepak Chopra no hubiese llegado a mi vida en mi segunda etapa de búsqueda de la inmortalidad, hará como unos ocho años atrás. Escuché varias de sus conferencias a través de algunos DVD’s que me motivaron a leer algunos de sus libros. Empecé por el que parecía ser su best-séller más importante: Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo. Precisamente, tras su segunda lectura, extraje las partes que consideré más esenciales de sus casi 500 páginas que componen la obra, para mecanografiarlas y al mismo tiempo integrarlas en mi vida. De este libro-guía que empiezas a leer, la primera parte (Inmortalidad) es fruto del doctor Chopra. Por tanto, el resto del libro, es decir, el prólogo, la introducción, la parte titulada Eternidad y el epílogo son fruto de mis recuerdos, conocimientos, intuiciones e inspiraciones. Recibe pues este libro, con la mente y el corazón abiertos al mensaje imperecedero que contiene. Y que lo disfrutes y compartas con Amor. )m(

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INTRODUCCIÓN Si a los 35 años de edad seguía buscando el “elixir” de la eterna juventud, al igual que hice al final de mi infancia, justo en la cuarentena descubrí que no solo era inmortal sino que en esencia era eterno. Un mes antes de cumplir los 40, tuve una experiencia mística muy reveladora acerca de mi origen, mi misión y mi destino. Tras esa experiencia, que describiré brevemente y lo mejor que pueda en el epílogo, mi búsqueda de explicaciones acerca de la muerte y la inmortalidad cesó casi completamente. Los principales miedos que tenía, el miedo a la muerte (o a lo desconocido tras la muerte) y el miedo a la vida (vivir huyendo de la muerte), sí que desaparecieron por completo. De vivir continuamente luchando (enfrentándome a los problemas) y huyendo, me di cuenta que realmente podía Vivir afrontando los problemas (mirándolos de frente y aceptándolos) y fluyendo. Experimenté entonces un nuevo y maravilloso renacer. A partir de ahí, supe perfectamente que mi cuerpo no era mío sino del mundo donde nací. Lo tomé prestado de la Madre Tierra hace más de 45 años y se lo devolveré cuando mi misión finalice aquí. ¿Y cuándo finaliza mi misión de vida en la Tierra? Pues no lo sé ni me importa, pues no depende solo de mí. Depende también de todos vosotros, que en esencia también sois yo como yo soy vosotros. Es decir, en la esencia de mi Ser y de vuestro Ser, está la divinidad que cada uno de nosotros atesora y realmente es; nuestro linaje es divino; todos somos hijos e hijas de la misma Fuente Divina (llámale como quieras: Energía, Universo, Inteligencia Superior, Padre, Madre, Dios, Alá,…) y, por tanto, todos los seres humanos somos hermanos y hermanas divin@s. Por eso, en cuanto a mi vida terrenal, solo puedo decir lo que nuestro Hermano Jesús nos enseñó: “Padre, hágase Tu Voluntad y no la mía”. Y aunque esté preparado para abandonar mi vehículo corporal en cualquier momento, si esa es la Voluntad Superior, eso no significa que deba desatender mi cuerpo. Más bien lo considero un templo sagrado que debo reverenciar y cuidar lo mejor posible para que me sea útil el mayor tiempo posible. Por tanto, la mejor manera que he encontrado para mantenerlo en óptimas condiciones de uso, es cuidándolo como si fuera al mismo tiempo frágil e inmortal. Es decir, si no lo cuido con esmero (suficiente descanso, buena alimentación y ejercicio regular) y lo someto a situaciones peligrosas, entonces podrá enfermar e incluso morir. Sin embargo, si lo cuido y respeto 11


apropiadamente por siempre, entonces podrá mantenerse en óptimas condiciones de funcionamiento durante al menos 100 años y seguramente muchos más. E incluso, estoy convencido de ello, si además de acumular años, acumulamos sabiduría y capacidad de entrega amorosa en conexión continua con nuestro Yo divino, estaremos sentando las bases de la mortalidad voluntaria, es decir, podríamos adquirir la capacidad de habitar nuestro cuerpo inmortal todo el tiempo que deseemos antes de abandonarlo amorosamente. Sin embargo, si descuidamos nuestro vehículo corporal, ya sea por falta de tiempo, por someterlo a demasiado estrés o a situaciones peligrosas, por desgana, apatía, ansiedad, depresión o incluso por rechazo hacia él, estaremos informando a la inteligencia de nuestro cuerpo (que reside en cada una de nuestras células), que no nos importa vivir más y mejor dentro de él. A esto le llamo yo, dejarse llevar por el “suicidio lento” o “envejecimiento acelerado”, ya sea por auto-engañarnos de manera inconsciente (nos volcamos excesivamente en cuidar a otros y nos olvidamos de nosotros), o bien por dejadez premeditada por hartazgo de la vida. En mi caso, en los tres meses anteriores a mi intento de suicidio, llegué a desear intensamente que me entrase un cáncer o cualquier enfermedad grave que me sacase rápidamente de este mundo. Aunque en aquellos momentos tenía mucho tiempo libre, pues no trabajaba ni estudiaba, dejé de comer o comía mal, padecía terribles noches de insomnio, dejé de hacer el ejercicio físico que antes tanto me gustaba y dejé de relacionarme con los pocos amigos que tenía. Por mi juventud y fortaleza (hasta entonces me había alimentado muy bien y practicaba regularmente deportes individuales y de equipo) y porque solo fueron tres meses, no llegué a padecer ninguna enfermedad física. Pero si hubiera persistido más tiempo, tarde o temprano seguro que hubiese enfermado y quizás incluso muerto. Por todo ello, podemos deducir que es de vital importancia dedicar diariamente un tiempo sagrado para cuidarnos bien. Para ello es imprescindible revisar nuestra agenda y buscar espacios libres para nosotros, para ocuparlos mayoritariamente con los siguientes cuidados personales: meditar al menos 15 minutos diarios; tomar comida saludable y degustarla sin prisas, masticándola bien; practicar ejercicio físico; dormir lo suficiente; lecturas enriquecedoras; sentarnos tranquilamente en un parque o jardín; salir con la pareja o con algún amigo o familiar con quién estemos a gusto; hacer el amor; etc. En definitiva, haciendo que nuestra vida 12


tenga más sentido y sea cada vez más plena y, a la vez, sencilla; aprendiendo a disfrutar de lo simple y procurando nuestra felicidad al mismo tiempo que la de quienes nos rodean. En relación a la larga vida de nuestro cuerpo hay que tener en cuenta tres cuestiones fundamentales: 1. La absoluta aceptación de nuestro cuerpo esté en las condiciones que esté. Si está enfermo, discapacitado o simplemente no nos gusta por su excesiva delgadez o robustez, entonces debemos empezar a cuestionarnos por qué no estamos satisfechos con él y qué podemos hacer al respecto. Es muy importante, para aceptarlo, salir de la ignorancia sobre él, es decir, conociendo mínimamente cómo funciona, cómo debemos cuidarlo y cómo le perjudican los malos hábitos (tabaco, alcohol, drogas, alimentación deficiente, sedentarismo, poco descanso,...). 2. Debemos pararnos con frecuencia a escuchar la inteligencia de nuestro cuerpo para darle lo que necesita. Nuestro cuerpo es muy sabio porque siempre nos envía mensajes de bienestar y malestar en función de dónde y cómo esté. Es decir, en lugar de camuflar enseguida cualquier síntoma físico desagradable con un medicamento o droga y continuar como si nada pasara, preguntémonos también ¿qué pasa dentro de nosotros para experimentar tal o cual malestar corporal y qué alternativas tengo? 3. Si en lugar de nuestro cuerpo es nuestra mente la que sufre y padece un “desequilibrio temporal”, usemos entonces nuestro cuerpo para equilibrar la mente. Es tan sencillo como darle la vuelta al famoso lema en latín “Mens sana in corpore sano” para poder usar este otro: “Corpore sano in mens sana”. A mí siempre me ha dado unos excelentes resultados, eso sí, a costa de una gran fuerza de voluntad. Tras interiorizar que nunca más intentaría quitarme la vida y que moriría de “viejo”, cada vez que entraba en una depresión nerviosa buscaba remedios naturales para “combatirla” (antes luchaba para sobrevivir y ahora estoy aprendiendo a fluir para Vivir). Aunque no tuviese ninguna gana de cuidarme ni relacionarme con los demás, hacía grandes esfuerzos por alimentarme lo mejor posible, 13


practicaba ejercicio regular y me aseaba y vestía bien, aún sin ganas, para salir a la calle o ir al trabajo. Por supuesto, también cedía de vez en cuando a la desgana, pero nunca me dejaba hundir demasiado en el pozo de la depresión. También buscaba la ayuda de psiquiatras y psicólogos. Y cuando era necesario solicitaba la baja médica laboral para aislarme temporalmente del mundo. Eso sí, por experiencia sabía que cuidando de mi cuerpo físico salía mejor y más pronto de cualquier depresión. Cuerpo y mente o mente y cuerpo, están indisolublemente unidos. Si nos centramos en equilibrar uno, estaremos equilibrando el otro. Antes de finalizar esta introducción, una cuestión más y muy importante relacionada con la longevidad: “Somos responsables al 100% de lo que ocurre en nuestras vidas”. Saquemos esta frase de nuestra mente y llevémosla a nuestro corazón. Enseguida tendremos la confirmación de lo que ella implica. Como bien dice mi amado amigo Emilio Carrillo, “no somos responsables de nuestras vidas al 99,9%, sino al 100%”. Esto parece difícil de creer, pero os puedo garantizar que es así. Hasta ahora hemos estado creando y recreando nuestra vida tal y como es, aunque no nos guste, principalmente de manera inconsciente. Esto significa que si nos hacemos cada vez más conscientes y asumimos la absoluta responsabilidad de nuestras vidas, entonces recuperaremos el poder hasta ahora delegado en el inconsciente. La satisfacción y aceptación plena de lo realizado hasta ahora durante la vida, así como nuestra capacidad de fluir por el río de la Vida con el 100% de responsabilidad, viviéndola a cada instante sin proyecciones hacia el pasado o el futuro, nos permiten de alguna manera detener el tiempo lineal para acceder al no-tiempo, es decir, al aquí y ahora o presente continuo, como manifestación permanente de la eternidad. Si aprendemos a ser cada vez más conscientes a cada momento, estaremos retrasando el envejecimiento, o como dice Deepak Chopra: “Estaremos convirtiéndonos en islas de entropía negativa”. En los capítulos siguientes encontrarás muchas claves e información útil para integrar en tu vida, sobre cómo lograr una vida larga, llena de significado, creativa y feliz. En ellos, la práctica de la meditación tiene un especial protagonismo, pues se perfila como la mejor técnica de cuerpo-mente para conectar con nuestra dimensión espiritual y al mismo tiempo aprender a vivir en el aquí y ahora 14


eterno, deteniendo el tiempo lineal y por tanto el envejecimiento. También, al final del libro, os explico en un capítulo, una técnica milenaria conocida por ho’oponopono, muy útil para asumir el 100% de la responsabilidad en nuestra vida, para liberarnos de lo que no nos gusta, para afianzar lo que sí deseamos y para comprender cómo funcionan el Superconsciente, el consciente y el inconsciente. E igualmente, en la última parte del libro, os explico también en cuatro capítulos (“el poder del ahora”, “la realización de la vacuidad”, “7 prácticas para mantenernos en la frecuencia del Amor” y “Syneidesis”), distintas formas o caminos para acceder, e incluso, llegar a instalarnos permanentemente (esa es mi meta como buscador) en la atemporalidad del aquí y ahora eterno, desde donde todo es posible, o más bien, donde todo <<Es>>. )m(

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INMORTALIDAD - Deepak Chopra -

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ENVEJECIMIENTO Y CONSCIENCIA Aprendiendo a no envejecer: Hay un aforismo que el difunto Norman Cousins, escritor y diplomático estadounidense promotor de la curación holística, hizo famoso: “La creencia crea la biología”. Nunca se dijo nada tan cierto sobre el envejecimiento. Nuestra heredada expectativa de que el cuerpo se gastará con el tiempo, acompañada por profundas creencias de que estamos destinados a sufrir, envejecer y morir, crea el fenómeno biológico que denominamos envejecimiento. Empecemos por comprender el vínculo que existe entre la creencia y la biología. Una creencia es algo a lo que te aferras porque consideras que es verdad. Pero a diferencia de los pensamientos, que forman activamente palabras o imágenes en tu mente, la creencia suele ser silenciosa. La persona que padece de claustrofobia no necesita pensar “este cuarto es demasiado estrecho y está lleno de gente”. Puesta en un cuarto pequeño y atestado, su cuerpo reacciona automáticamente. En algún lugar de su consciencia existe la creencia oculta que genera todos los síntomas físicos del miedo sin necesidad de pensar en ello. El flujo de adrenalina que causa sus palpitaciones cardiacas, las palmas de las manos sudorosas, el aliento jadeante y los mareos inminentes se activan en un plano más profundo que el de la mente pensante. Los fóbicos luchan desesperadamente por usar el pensamiento para calmar el miedo, pero de nada sirve. El hábito del miedo en cuestión se ha hundido tan profundamente, que el cuerpo recuerda cumplir con él aunque la mente se resista con todas sus fuerzas. Nuestras creencias referidas a la ancianidad tienen ese mismo tipo de poder sobre nosotros. Permítaseme un ejemplo. En los últimos veinte años, los gerontólogos han realizado experimentos para demostrar que una persona al mantenerse activa durante toda la vida, aún acercándose a los 80 años de edad, se frena la pérdida de tejido muscular y esquelético. Por ello, entre los jubilados se extendió la noticia de que debían continuar muy activos, caminando, corriendo, nadando y realizando todas las tareas domésticas. Bajo el lema “Lo que no se usa, se pierde”, millones de personas esperan mantenerse fuertes en la ancianidad. Con esta nueva creencia instalada, está ocurriendo algo que antes se consideraba imposible. 17


Ciertos atrevidos gerontólogos de la universidad norteamericana de Tufts en Massachusets, visitaron un hogar de ancianos; allí seleccionaron a un grupo de los residentes más frágiles y los sometieron a un régimen de ejercicios con pesas. Se hubiera podido temer que la súbita introducción del ejercicio, agotaría o mataría a estas frágiles personas. Por el contrario, florecieron. Ocho semanas después, los músculos perdidos habían vuelto en un 300 por ciento; mejoraron la coordinación y el equilibrio, y recuperaron un sentido general de la vida activa. Algunos de los sujetos que no eran capaces de caminar sin ayuda, pudieron levantarse en medio de la noche para ir solos al cuarto de baño. Sin embargo, lo más maravilloso de este logro, es que el sujeto más joven del grupo tenía 87 años y el más anciano 96. Estos resultados siempre fueron posibles; no se agregó nada nuevo a la capacidad del cuerpo humano. Todo lo que ocurrió fue que se cambió una creencia y, al suceder eso, también se cambió el fenómeno del envejecimiento. Cuesta imaginar que la vejez sea el resultado de una conducta aprendida, pues no se puede negar la biología. Sin embargo, la creencia básica de que el envejecimiento es un proceso fijo y mecánico, algo que nos sucede simplemente, es sólo una creencia. Como tal, nos impide ver todo tipo de hechos que no se ajustan al sistema de creencias al que nos aferramos. Las principales creencias falsas sobre envejecimiento son: a) Envejecer es natural, todos los organismos envejecen y mueren. b) Envejecer es inevitable, no se puede impedir. c) Envejecer es normal, afecta a todos más o menos de igual manera. Cada afirmación contiene un poco de verdad objetiva, pero también es posible refutarlas una a una: a) Envejecer es natural, pero hay organismos que no envejecen nunca, tal como las amebas unicelulares, las algas y los protozoos. También hay una parte de ti que no envejece: tus 18


emociones, tu yo, el tipo de personalidad, el cociente intelectual y otras características mentales, así como grandes porciones de tu ADN. Físicamente no tiene sentido decir que el agua y los minerales de tu cuerpo envejecen, constituyendo éstos más del 70 por ciento de tu cuerpo. b) Envejecer es inevitable, pero la abeja, en ciertas épocas del año, puede alterar sus hormonas y revertir su edad por completo. En el cuerpo humano, las alteraciones hormonales pueden no ser tan dramáticas, pero hay espacio suficiente para que, en un día cualquiera, tu perfil hormonal sea más joven que el día, el mes o el año anterior. c) Envejecer es normal; sin embargo no hay una curva normal de envejecimiento que se aplique a todos. Algunas personas escapan por entero a ciertos síntomas de la edad; otras, en cambio, se ven afectadas por ellos mucho antes de llegar a la ancianidad.

La antigua y la nueva vejez: Tras décadas de intensa investigación, no hay ninguna teoría que explique adecuadamente el proceso del envejecimiento humano. Hasta nuestros intentos de explicar cómo envejecen los animales han originado más de trescientas teorías diferentes, muchas de ellas contradictorias. Incluso, las ideas que teníamos sobre el envejecimiento en general han sufrido drásticas modificaciones en las dos últimas décadas. A principios de los años setenta, los médicos comenzaron a observar que el cuerpo de algunos sexagenarios y septuagenarios aún funcionaba con el vigor y la salud de la madurez. Eran personas que comían con sensatez, que ejercitaban su cuerpo regularmente y que, en su mayoría, no fumaban. Tampoco habían sufrido nunca ataques cardiacos. Y aunque la mayoría presentaba algunas de las señales propias de la vejez (presión sanguínea más alta, tendencia a acumular grasa corporal, presbicia y percibir menos los sonidos de alta vibración), estas personas no tenían nada de ancianos. Había nacido lo que en aquellos momentos se llamó la “nueva vejez”. 19


La “nueva vejez” apareció en escena pasado medio siglo de condiciones de vida mejoradas e intensos avances médicos. La media de vida del estadounidense, que en 1900 era de 49 años, saltó en 1990 a 75 años. Para poner en perspectiva este enorme aumento, los años de vida que hemos ganado en menos de un siglo, equivalen aproximadamente a lo que se ganó en los anteriores 4000 años. La “antigua vejez” se caracterizaba por decaimientos irreversibles en todos los frentes: en el físico, el mental y el social. Por incontables siglos la gente daba por sentado que llegaría a la ancianidad (si acaso llegaba) débil, senil, socialmente inútil, enfermo y pobre. Para reforzar estas sombrías expectativas había un dato lúgubre: antes del siglo XX, sólo una de cada diez personas llegaba a los 65 años. Esto era así porque desde tiempos remotos, el cuerpo humano estuvo expuesto a la influencia asesina de un ambiente muy duro que aceleraba dramáticamente el envejecimiento: alimentación inadecuada, fuertes trabajos físicos a lo largo de toda la vida y epidemias indominables. Si observamos las fotografías de los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos a principios del siglo XX, algunas de ellas nos horrorizarán. Las mujeres de 40 años están ojerosas y demacradas, como si tuviesen 70 años mal llevados. Hay muchachos adolescentes que parecen hombres maduros muy castigados. Bajo el bisturí del cirujano, los corazones, pulmones, riñones e hígados de esas personas habrían sido idénticos a los de una persona moderna que los doblara en edad. El envejecimiento, por tanto, es la respuesta del cuerpo a las condiciones que se le imponen, tanto por dentro como por fuera.

El misterio del envejecimiento: “Teme a la vejez –advirtió Platón hace más de dos mil años- , pues no viene sola”. Decía la verdad. Lo que más nos aflige del envejecer no es, con frecuencia, la ancianidad en sí, sino las enfermedades que la acompañan. En la vida salvaje son pocos los animales que mueren simplemente por haber envejecido demasiado. Hay otros factores, tales como la enfermedad, el hambre, la exposición a la intemperie y los depredadores, que matan a la mayoría mucho antes de llegar a la duración potencial de sus vidas. En este sentido, aunque nos enorgullecemos de haber escapado a 20


las adversidades de la vida salvaje, las personas modernas rara vez nos morimos de vejez. En un informe publicado en la revista médica británica The Lancet, un experimentado patólogo afirmaba no haber examinado nunca un cadáver que hubiera sucumbido sólo a la edad. El caso más aproximado era el de un hombre de 94 años que había muerto apagándose poco a poco, sin enfermedad declarada. Pero las apariencias eran engañosas pues la autopsia reveló que había sufrido un caso no diagnosticado de neumonía lobular, una causa de defunción muy común entre los ancianos. Aunque el sentido común nos diga que envejecemos por simple desgaste, ninguna teoría del envejecimiento por desgaste ha resistido nunca a un estrecho escrutinio. A diferencia de las máquinas, que se agotan con el exceso de uso, el cuerpo humano es capaz de mejorar cuanto más se lo utiliza. De hecho, el reposo prolongado es desastroso para la fisiología: una persona hospitalizada a la que se obligue a un reposo absoluto durante varias semanas, sufrirá tanta pérdida de tejido muscular y óseo como si hubiese envejecido una década. Por otro lado, Tom Kirkwood, que es uno de los mayores expertos en la genética y evolución del envejecimiento y uno de los más fuertes opositores a la teoría de la muerte programada, afirma que en realidad no existe ningún programa para morir. Si se examina el cuerpo de una persona agónica, se observará que todas sus células y órganos intentan que el cuerpo siga vivo. El programa que rige la vida no se rinde nunca ante la muerte. Por tanto, sostiene que el envejecimiento es fruto de la acumulación de daños en las células y tejidos a lo largo de la vida, debido principalmente a tres razones: 1. Cada vez que una célula se divide, se cometen errores en la forma de copiar. 2. A causa de las radiaciones a veces las células mutan erróneamente. 3. Y la amenaza de los radicales libres, que escapan de las mitocondrias y actúan contra la célula que los alberga. Sin embargo, la ciencia nos dice, que es posible reparar los citados daños celulares porque la naturaleza tiene recursos suficientes para ello: poseemos un sistema magnífico de reparación 21


del ADN, que reconoce el daño y trabaja para repararlo. La adecuada alimentación y el suficiente ejercicio físico son una inestimable ayuda para detener a los radicales libres. Se ha demostrado que el corazón, y quizás el resto de órganos vitales y tejidos de nuestro cuerpo, poseen células madres adultas que en caso necesario podrían desarrollarse y sustituir a las células que van muriendo o deteriorándose. Si los físicos argumentan que los átomos son eternos, y que el cien por cien de nuestro organismo está formado por átomos, ¿el ser humano está condenado a la muerte aunque esté formado por células inmortales y átomos eternos?

Las tres edades del hombre: Edad cronológica: la que tienes según el calendario. Edad biológica: la que tiene tu cuerpo, según los signos vitales críticos y los procesos celulares. Edad psicológica: la que tienes según te sientes. El factor determinante es la edad psicológica, la más personal y misteriosa de las tres mediciones, pero la que ofrece más posibilidades de revertir el proceso de envejecimiento. Factores positivos que retrasan el envejecimiento: 1) Relación de pareja satisfactoria y larga. 2) Satisfacción con el trabajo. 3) Sensación de felicidad personal. 4) Rutina diaria regular. 5) Rutina laboral regular. Contar las veces que alguien dice “yo” es una manera ingeniosa de cuantificar el egocentrismo; el antídoto es “ser más generoso”: escucha con atención a los otros. Brinda a otros tu tiempo y tu energía, deja que los otros consigan lo que desean y actúa con otros motivos distintos a satisfacer tus propias necesidades. En definitiva, hay que ser más amoroso y compasivo. 22


El valor de la adaptabilidad: La adaptabilidad se puede definir como permanecer abierto al cambio, aceptar lo nuevo y dar la bienvenida a lo que se desconoce. El desarrollo de cualquier rasgo del carácter comienza temprano en la vida y empieza a exhibirse hacia la edad madura. La mejor manera de asegurarse la adaptabilidad para la vejez es esforzarse en serlo cuando aún se es joven. En cuanto al envejecimiento temprano (definido como declinación física irreversible), se ha comprobado que puede retrasarse con una buena salud mental. La franja de edad más formativa para establecer las condiciones de una buena salud mental, según se ha descubierto, oscila entre los 21 y los 46 años, porque ése es el período en que una persona suele establecer una segura sensación del yo, pese a los traumas infantiles más terribles. Una vez que se planta la semilla, los resultados de la salud mental se presentan físicamente durante la cincuentena. Esa última parte de la edad madura (entre los 50 y 60 años) es la peligrosa década que solemos llamar “la zona de peligro”, porque es entonces cuando aparecen en gran número los ataques cardiacos prematuros, la hipertensión descontrolada y muchos tipos de cáncer. La mayor amenaza contra la vida y la salud es no tener por qué vivir. La depresión suele conducir al envejecimiento prematuro, la enfermedad crónica y la muerte temprana. En general, en la raíz de la depresión hay una especie de entumecimiento emocional; el individuo siente que no tiene risas ni alegría en sí, porque estas emociones positivas están bloqueadas por recuerdos desdichados. Dentro acechan los viejos traumas y, cuando tratan de brotar sensaciones nuevas, se ven filtradas por esos traumas. Los medicamentos antidepresivos no curan la tristeza subyacente, el trauma y las verdaderas causas del mal; por tanto, aunque se requiera más tiempo, más valor y más penetración psicológica, resulta más efectivo tratar la depresión por medio de la psicoterapia. Esto implica que el envejecimiento prematuro, tan vinculado con la depresión y la inestabilidad mental, también debería ser tratado con psicoterapia.

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La apertura de la consciencia: Casi todos los que envejecen con éxito hacen lo mismo: siguen el instinto, buscando siempre lo más adecuado para ellos. Según estudios de investigación realizados con ancianos de más de 85 años que se consideraban felices, se pudieron establecer cinco factores comunes de “satisfacción de vida”: 1) Encontrar placer en las actividades diarias. 2) Considerar que la vida tiene sentido. 3) Creer que se han alcanzado los principales objetivos. 4) Tener una positiva imagen de sí mismo y considerarse valioso. 5) Ser optimista. También se descubrió que utilizar al máximo (sin excederse del límite personal) las capacidades físicas y mentales durante la vida, es la mejor medida para envejecer bien. La gente que envejece con éxito, es la que no abandona el entrenamiento durante toda la vida adulta en tres aspectos principales: actividad física, actividad psicológica e intelectual y relaciones sociales. El trabajo duro desgasta a algunas personas, mientras que a otras las hace florecer. La diferencia radica en complejos factores psicológicos y sociales a los que el cuerpo responde constantemente.

La consciencia como efecto de campo: No hay dos personas que compartan la misma consciencia. Lo que está fuera de nuestra consciencia no se puede controlar, obviamente, y como el envejecimiento es un proceso tan lento, éste permanece fuera de la consciencia de la gran mayoría, salvo en esos aislados momentos de captación en que comprendemos que se nos escapa la juventud. Sin embargo, es durante la falta de consciencia cuando no vemos que ocurra nada y es cuando los procesos fisiológicos del envejecimiento escapan de nuestro control. El no tener consciencia de un proceso corporal no significa que éste haya cesado. El sistema nervioso humano está diseñado de modo tal que las funciones críticas, tales como la respiración y el 24


ritmo cardiaco, pueden funcionar solas o ser manejadas voluntariamente. La tradición espiritual india tiene una rama de práctica esotérica llamada Tantra, que enseña complejos ejercicios para dominar las reacciones fisiológicas involuntarias. El budismo tibetano contiene enseñanzas similares: los monjes jóvenes deben demostrar su dominio del cuerpo sentándose en un lago congelado para derretir el hielo de alrededor con el calor que generan en estado de intensa meditación. Los nativos norteamericanos, los sufíes y todas las culturas chamanistas del mundo contienen prácticas semejantes; sin embargo, por muy esotéricos que parezcan estos ejercicios, el poder que se convoca no es místico: es el mismo poder de la consciencia que usas cuando decides pasar a voluntaria la respiración, el parpadeo, el equilibrio o cualquier otra función autónoma. Cuando comienzas a ejercer el control sobre cualquier proceso corporal, el efecto es sagrado. El sistema mente-cuerpo reacciona a cualquier estímulo como ante un acontecimiento global; es decir: estimular una célula, es igual a estimularlas a todas. Existe un paralelo en términos cuánticos, puesto que una reacción en cualquier punto del espacio-tiempo, provoca un cambio en todo el campo cuántico. Como lo expresó un famoso premio Nobel: “Si haces cosquillas al campo por aquí, ríe por allá”. Ahora se juzga crucial para entender el envejecimiento el hecho de llevar consciencia a nuestro cuerpo. Según el famoso “síndrome del desuso” que consiste en que habiendo una falta de atención en las necesidades básicas del cuerpo, especialmente a la necesidad de actividad física, se puede destruir la salud y llevar a un rápido envejecimiento prematuro. En otras palabras, las partes del cuerpo que envejecen no son sólo las que no se usan lo suficiente, sino que además se ha retirado de ellas la consciencia.

La reversión del envejecimiento: La consciencia condicionada es sinónimo de muerte lenta, puesto que permite mantener los viejos hábitos destructivos e impide surgir a la existencia patrones nuevos. Pero como la consciencia siempre genera información biológica, basta el más leve cambio de consciencia para que la energía y la información formen nuevos patrones, permitiendo que se desprendan los viejos 25


esquemas y así envejecimiento.

poder

alterar

y

revertir

el

proceso

de

La calidad de la vida que llevamos depende de la calidad de la atención. Aquello a lo que le prestes atención cobrará importancia en tu vida. No hay límite para los cambios que la consciencia puede producir. Por desgracia, en nuestra sociedad no utilizamos el flujo de atención para producir resultados; no tenemos idea de la enorme cantidad de energía e información que somos capaces de generar dentro de nosotros cada vez que experimentamos un cambio de consciencia.

PARA DERROTAR LA ENTROPÍA Lo opuesto al caos: El mundo es un sitio peligroso para la vida; si miramos más allá de los peligros localizados de nuestro planeta, hay una fuerza cósmica siempre lista para destruir la vida. Se llama entropía, la tendencia universal del orden a descomponerse en desorden. La entropía surgió a la existencia en el instante mismo de la Gran Explosión (Big Bang). La entropía es una flecha de un solo sentido. Cuando un automóvil viejo empieza a oxidarse y descomponerse, el proceso no se puede revertir automáticamente. Del mismo modo, un cuerpo envejecido no rejuvenece automáticamente. Cuando la materia y la energía se reunen en patrones ordenados, la entropía sufre una derrota, pero la física siempre ha sostenido que estas “islas de entropía negativa” son temporales. El planeta Tierra es una isla de entropía negativa que se alimenta de la energía prestada por la luz solar; cuando la luz solar ya no exista, sucumbiremos a la entropía. Si queremos derrotar al envejecimiento, debemos aprender a convertirnos en “islas de entropía negativa”. El cuerpo humano existe en total desafío a la entropía, pues es increíblemente ordenado y capaz de aumentar su orden con una complejidad cada vez mayor. Obviamente, hay una fuerza contraria a la entropía que impulsa la evolución y crea vida. Esa fuerza 26


contraria es la inteligencia, que en el plano cuántico es mucho más que un fenómeno mental. La inteligencia mantiene en orden el plano de cada célula en su ADN y muchos científicos creen ahora que lo mismo puede decirse del universo entero. Toda célula sabe cómo derrotar a la entropía, trayendo la inteligencia al rescate cada vez que el desorden se entremete. Sin embargo, en el curso de una vida entera, cada una de nuestras células sufre más daño del que puede reparar. El envejecimiento, es el resultado de éste déficit. Si las células se reparasen siempre a la perfección, cada célula sería siempre tan nueva como el día de nuestro nacimiento y no envejeceríamos jamás. Mirando desde el plano de la inteligencia, tus células quieren ser nuevas a cada instante. Pero las células viejas están sembradas de pasados errores que han tomado la forma de desechos tóxicos, pigmentos acumulados, moléculas de eslabones cruzados y ADN dañado. En esta sección veremos el plano viviente del cuerpo, que está hecho de inteligencia, para descubrir cómo se producen los errores. No hay ninguna necesidad biológica de que así sea y existen muchas técnicas para corregirlos y evitarlos. Según el nuevo paradigma, todo tu cuerpo es un campo de consciencia y la actividad dentro de tus células sufre la influencia directa de tus pensamientos y actos. Ya no se puede dudar de que hay paquetes de información y energía invisibles producidos por los pensamientos y las emociones que alteran la bioquímica fundamental de todas las células. Este conocimiento despierta la esperanza de que se pueda abolir el error del envejecimiento en su misma fuente: en las profundidades de la consciencia celular.

La teoría de los radicales libres: A mediados de la década de los cincuenta, el doctor Denham Harman, fue el primero en elaborar la teoría de que los radicales libres son una causa importante y hasta primordial del envejecimiento en el plano celular y cómo estos atacan a casi todas las moléculas del cuerpo. La extensión del daño que producen es tan amplia que la teoría del envejecimiento por los radicales libres ha crecido en popularidad con cada década trascurrida. 27


Los radicales libres proporcionan un excelente ejemplo de entropía en funcionamiento, pues los cambios que producen tienden a ser irreversibles y permanentes, pero paradójicamente también son necesarios para la vida. Un radical libre es, en realidad, una parada temporal que los lleva de una molécula estable a otra y en algunos casos resultan sumamente beneficiosos; las células blancas del sistema inmunológico los usan para ligarse con las bacterias y virus a fin de matar a estos invasores. En ese papel, la tendencia de los radicales libres a ligarse con cuanto tengan a su alcance nos salva la vida. Para protegernos del daño de los radicales libres, toda célula produce enzimas que los degradan, neutralizan y desintoxican. Entre estos “depredadores de los radicales libres” se incluyen los antioxidantes que pueden unirse a iones de oxígeno altamente reactivos y tornarlos inocuos antes de que ataquen a una molécula vulnerable. La premisa básica de la prolongación de la vida evitando el daño por radicales libres antes de que ocurra, es válida. Sin embargo, para hacerlo debemos aprender a influir directamente sobre la inteligencia celular. Una de las maneras más simples de trabajar contra la entropía es dar al cuerpo algo que hacer, ya que el descuido físico y mental (síndrome del desuso) favorece el envejecimiento prematuro y tal como han descubierto los gerontólogos, el músculo tiene mucha responsabilidad en la vitalidad general del cuerpo. Al adquirir músculos en años avanzados, los ancianos pueden rejuvenecer notablemente su fisiología, sin embargo, es preciso equilibrar el ejercicio con el descanso, porque durante el ejercicio se produce una extensa destrucción muscular que debe restaurarse en los periodos de descanso. En todos los aspectos de la vida, la clave es el equilibrio, término muy general que se puede descomponer en cuatro partes: ACTIVIDAD + MODERACIÓN + REGULARIDAD + DESCANSO = EQUILIBRIO

Actividad no es más que movilizar nuestro sistema cuerpomente en suficientes actividades fisico-mentales-espirituales. 28


Moderación significa no llegar a extremos. Regularidad es seguir una rutina consecuente. Y descanso es reposar lo necesario para la total recuperación. En los animales inferiores es el instinto el que dicta el ciclo de descanso y actividad, que los humanos pueden ignorar libremente. Si lo ignoramos en la dirección equivocada, lo que hacemos es acelerar la entropía.

El flujo de la inteligencia: Si se raspan unas pocas células del interior de la boca y se las conecta a un polígrafo en un cuarto, mientras el sujeto permanece sentado en otro, las descargas eléctricas se mantendrán planas y estables cuando el sujeto esté tranquilo, y se alterarán violentamente cuando mire una ilustración erótica; en el momento en que él deja de mirar, su polígrafo vuelve a calmarse y también el polígrafo de las células de la otra habitación. La distancia no parece afectar este curioso experimento, ya que se ha realizado con decenas de kilómetros de separación y con idénticos resultados. El lenguaje que utilizamos para referirnos a nosotros mismos es de tremenda importancia. Los psicólogos infantiles han descubierto que los niños pequeños sufren una influencia mucho más profunda de las afirmaciones atributivas de sus padres (por ejemplo: “eres un niño malo”), que de las prescriptivas (p.ej.: “lávate las manos antes de comer”). En otras palabras: decir a un niño lo que es, causa en él una impresión mucho más profunda que decirle qué hacer. El sistema cuerpo-mente se organiza en torno de esas experiencias verbales; las heridas causadas por palabras pueden crear efectos mucho más permanentes que el trauma físico, pues literalmente nos creamos a partir de palabras. Esto tiene especial importancia cuando analizamos estas dos potentes palabras: “joven y viejo”. Hay una gran diferencia entre decir “estoy demasiado cansado para hacer eso” y decir “soy demasiado viejo para hacer eso”. Las palabras tienen el poder de programar la consciencia; por lo tanto, es importante evitar la aceptación pasiva de las connotaciones negativas que encierra la palabra “viejo”. El triste 29


hecho, es que nuestra sociedad, al carecer de buenos modelos de ancianidad, ha cargado la palabra misma con capas de prejuicios: “si lo joven es bueno, lo viejo debe ser malo”, “si lo joven es hermoso, lo viejo debe ser feo”, “si lo joven es excitante, lo viejo debe ser aburrido”, “si los niños son el futuro, los viejos son el pasado”. La juventud es un ideal simbólico al que casi todo el mundo responde positivamente, y si lo deseáramos, podríamos transferir el mismo valor positivo a la ancianidad. La creencia de que la vida larga representa el máximo gozo se repite en otras culturas, sobre todo en aquellas que estiman la edad avanzada y donde cada año cumplido añade más valor. Pese a nuestros temores de que el cerebro envejecido pueda ser presa de la senilidad, la vasta mayoría de los ancianos retienen intactas sus facultades y muchas habilidades creativas maduran hacia el final de la vida. Aunque identificamos el genio creativo con los niños prodigio, como Mozart, los investigadores de la creatividad señalan que las carreras más largas suelen ser las que se inician tarde. La medicina ha comprendido que la nutrición psicológica tiene una inmensa importancia. Si se toca y se acaricia a los recién nacidos, aumenta el nivel de la hormona del crecimiento y engrosa la mielina, capa protectora de los nervios motores. El amoroso impulso materno de mimar al bebé se traduce directamente en reacciones bioquímicas sustentadoras de la vida. Los bebés que son privados de atenciones cariñosas en los primeros meses o años de vida, suelen crecer de manera inestable a nivel emocional y desequilibrados psicológicamente.

La música del cuerpo: ¿Cómo se puede llevar una vida plena? No hay dos personas que lleven vidas idénticas, ni reglas fijas para nadie, aun así hay algunas normas básicas que gobiernan la inteligencia interior de todos: 1) La inteligencia está hecha para fluir. 2) Todo impulso de inteligencia tiene una correlación física. 30


3) El cuerpo se mantiene en equilibrio mediante ritmos y ciclos complejos vinculados con los mayores ritmos de la naturaleza. 4) Cuando el cuerpo está en equilibrio emite señales de comodidad y cuando está fuera de equilibrio emite señales de malestar e incomodidad. 5) Vivir en armonía con los ritmos del cuerpo derrota a la entropía permitiendo un flujo sin fricciones de la información biológica. La cronobiología asegura que el cuerpo tiene una música interna que podemos sintonizar. Los biorritmos tienen muchas implicaciones médicas; la temperatura corporal de cada uno tiene un ciclo diario; en cuanto a las hormonas, se mueven en ciclos completamente entretejidos, cuyos ritmos diarios forman una trama con ciclos mensuales y estacionales. La presión sanguínea y la adrenalina llegan a su máximo por la mañana. Los cronobiólogos han elaborado un horario para la eficiencia óptima: MAÑANA: La atención aumenta notablemente. La memoria a corto plazo está en su punto máximo. Disminuye la sensibilidad a los alergenos. Las hormonas sexuales llegan al máximo. MEDIODIA: Máximo de la temperatura corporal, atención aumentada. El humor está en su mejor momento. La vista es más aguda. TARDE: La destreza manual llega a su punto máximo. La flexibilidad está en su punto más alto. La memoria a largo plazo está en su mejor momento. PUESTA DE SOL: Mejor momento para tareas fáciles y repetitivas. Mejor momento para ejercicio físico. Mayor agudeza del gusto y el olfato. Peor momento para las alergias. MEDIANOCHE: El metabolismo está en su momento más bajo. HASTA AMANECER: La atención está muy baja entre las tres y las seis de la mañana, con alto riesgo de accidentes. Periodo más común para dar a luz.

Cuando la música muere: El envejecimiento se caracteriza por la pérdida de muchos puntos de equilibrio fundamentales para el cuerpo. Para comprender 31


por qué ocurre esto podemos estudiar uno de los peores desequilibrios del envejecimiento: la presión sanguínea alta. Si no se trata, la hipertensión puede acortar la vida en un promedio de veinte años, lo cual la torna mucho más letal que ninguna otra enfermedad por sí sola. La hipertensión no es una enfermedad, sino un ciclo alterado en los ritmos naturales del cuerpo. Es el cerebro el que controla la presión sanguínea, fijando un ciclo que sube y baja a lo largo del día, respondiendo a todo tipo de claves internas y externas. La lista de influencias que pueden elevar la presión sanguínea es larga y variada. Si exiges mucho a tu cuerpo, sube la presión sanguínea. Las tensiones emotivas y nerviosas pueden provocar el mismo resultado. El hecho de que la presión sanguínea esté bajo el control del sistema nervioso autónomo, convenció en otros tiempos a los médicos de que escapaba al control consciente. Sin embargo, tres décadas de investigaciones sobre la biorretroalimentación, la meditación, la hipnosis y otras técnicas de cuerpo-mente han demostrado que la mente es capaz de tomar el mando de las funciones involuntarias. La cuestión mas relevante es saber si pudiendo controlar desde nuestro interior la presión sanguínea, podría significar también que podríamos controlar un efecto mucho más amplio y complejo, como es el envejecimiento.

La amenaza invisible: Desde hace más de cincuenta años, los fisiólogos saben que los animales sometidos a estrés envejecen con mayor celeridad. De modo similar, los humanos podemos soportar tensiones extraordinarias del medio, pero si se nos exige demasiado, nuestra respuesta al estrés se vuelve contra el propio cuerpo y comienza a provocar descomposturas, tanto física como mentalmente. La mayor parte del tiempo, tus células están ocupadas en la renovación; más o menos el 90 por ciento de la energía celular se aplica normalmente a producir proteínas nuevas y a fabricar ADN y ARN. Sin embargo, cuando el cerebro percibe una amenaza, el proceso de construcción es puesto a un lado. Los investigadores del estrés han demostrado que la excitación sólo se presenta al comienzo de la tensión. Si la amenaza no cesa, la excitación se 32


convierte en agotamiento, pues el cuerpo no puede volver al metabolismo anabólico normal que construye reservas de tejido y energía. Las personas de más edad tardan más en recuperarse del estrés y toleran menos las tensiones fuertes. Las teorías del estrés y sus consecuencias sobre el cuerpo humano deben modificarse para incluir la vinculación cuerpo-mente, pues elementos invisibles tales como la interpretación, la creencia y la actitud ante situaciones estresantes tienen una enorme importancia en el funcionamiento real de la respuesta al estrés.

Etapas del estrés: Cuando experimentas una tensión, tu reacción tiene tres fases: 1. el suceso que produce la tensión, 2. la evaluación interna que haces de él y 3. la reacción de tu cuerpo. Lo que hace de la respuesta al estrés algo tan difícil de manejar es que, una vez iniciada, la mente ya no tiene control sobre ella. En situaciones totalmente inadecuadas, como el encontrarse en medio de un atasco de tráfico o recibir críticas en el trabajo, se pueden activar la respuesta al estrés sin esperanzas de que pueda cumplir con su objetivo: luchar o huir. La vida moderna, sobre todo en la ciudad, está llena de hechos externos que producen estrés que no pueden ser evitados. Esto carga con la tarea de enfrentar al estrés a la fase 2, la evaluación. Aunque no puedas controlar el suceso que produce la tensión, la evaluación interna que hagas de él, provocará el grado de reacción de tu cuerpo. Tu evaluación, el vínculo vital que une el suceso con la reacción depende de ti. La manera totalmente personal en que filtramos todos los hechos determina la capacidad de producir tensión en nosotros. Fisiológicamente, las hormonas del estrés se clasifican como glucocorticoides, que son segregadas por las glándulas suprarrenales como respuesta a la mayor actividad exigida al cuerpo sometido a estrés. La función de los glucocorticoides es activar el cambio de metabolismo anabólico al catabólico, es decir, en primer lugar consumen el glucógeno almacenado en el hígado y los 33


músculos, y una vez agotado, los mismos glucocorticoides pasan a descomponer proteínas.

La meditación disminuye la edad biológica: Uno de los mayores enemigos que tiene nuestra salud y que además acelera el proceso de envejecimiento es el estrés. Los endocrinólogos aseguran que una persona sometida al estrés, segrega por las glándulas suprarrenales los llamados glucocorticoides, también llamadas hormonas del estrés. Estas hormonas activan el cambio del metabolismo anabólico en catabólico, es decir, propician que el cuerpo consuma sus propios músculos a fin de mantener el azúcar en la sangre. Por tanto, si no aprendemos a manejar el estrés, los glucocorticoides pueden llegar a desencadenar los siguientes procesos autodestructivos: el desgaste muscular, la diabetes, la fatiga, la osteoporosis, la redistribución de la grasa corporal, problemas en la piel, fragilidad de los vasos sanguíneos, hipertensión, retención de líquidos, supresión del sistema inmunológico y alteración en las funciones mentales. Como la reacción al estrés se activa en una fracción de segundo y sin aviso previo, nos resulta imposible controlar los perniciosos efectos de los glucocorticoides cuando éstos se mantienen en el torrente sanguíneo durante prolongados periodos de tiempo. Sin embargo, existe una técnica de cuerpo-mente que va directamente a la raíz de la respuesta al estrés: la meditación. Se ha comprobado que los niveles de cortisol y adrenalina son muy inferiores en quienes meditan desde hace mucho tiempo. El Dr. R. Keith Wallace, como parte de una tesis doctoral a finales de los años 60, investigó en profundidad los efectos fisiológicos de la meditación con distintos grupos de voluntarios que practicaban meditación. Demostró que, más allá de sus implicaciones espirituales, la meditación tenía profundos efectos en el cuerpo. Él fue el primero en demostrar que permanecer sentado en meditación con los ojos cerrados, induce al sistema nervioso a entrar en un estado de “alerta en reposo”, es decir, la mente se mantiene despierta mientras el cuerpo entra en una relajación profunda. A este proceso lo llamó “vigilia hipometabólica” para 34


indicar que el metabolismo del sujeto decrecía, aunque se mantuviera la consciencia de vigilia. Hasta entonces, se habían considerado opuestos el descanso y el estado de alerta, que sin embargo la meditación consigue unir. Este descubrimiento despertó gran interés en la profesión médica, que hasta entonces había considerado como opuestos el descanso y la alerta. Wallace descubrió que se unían estos opuestos, pero no fue hasta 1978 cuando él mismo investigó los efectos de la meditación en el envejecimiento humano. Utilizó tres marcadores de la edad biológica como resumen del proceso de envejecimiento en su totalidad: la presión sanguínea, la visión y el umbral de audición; pues todos ellos declinan con el paso de los años. Pudo demostrar que todos estos marcadores mejoraban con las prácticas meditativas a largo plazo y que en verdad, la edad biológica se revertía. En sus investigaciones descubrió que los meditadores que practicaban la técnica regularmente desde hacía tres a cinco años, tenían una edad biológica en término medio cinco años inferior a su edad cronológica. Sorprendentemente, los que meditaban desde hacía más de cinco años (muchos llevaban meditando más de 10 años y algunos más de 15 ó 20 años), eran, en promedio, doce años más jóvenes de lo que indicaban sus edades cronológicas. Estos resultados eran tan válidos entre los sujetos más jóvenes como entre los de mayor edad.

Conectando cuerpo, mente y espíritu: La meditación es una práctica espiritual. Esa es su finalidad en la India y en todo Oriente. Millones de occidentales suponen, equivocadamente, que esto hace de la meditación algo no físico, algo que se hace dentro de la cabeza, cuando en verdad, nada está sólo en la cabeza o sólo en el cuerpo. En todas las etapas del crecimiento espiritual, tu mayor aliado es tu cuerpo, aunque la mayoría supongan que espíritu y cuerpo ocupan los extremos opuestos del espectro. La persona espiritual es la que vive en plenitud el momento presente, y eso significa vivir plenamente en el cuerpo. Por desgracia, nuestra cultura ha cometido el error de decidir que el cuerpo humano es una máquina, un inerte montón de 35


materia que funciona sin inteligencia propia. Este tipo de prejuicios contra el cuerpo es contrario a la manera en que nos creó la Naturaleza. Átomos, moléculas, rocas, estrellas y el cuerpo humano son expresiones materiales de lo que existe. Placer y dolor son expresiones psicológicas de lo que existe. La compasión y el amor son expresiones espirituales de lo que existe. Cuando se ponen en equilibrio las dimensiones de lo material, lo psicológico y lo espiritual, la vida se convierte en un todo y esta unión provoca sentimientos de confort, seguridad y paz. Sólo si te sientes seguro de tu sitio en el universo puedes comenzar a encarar el hecho de estar rodeado de la creación y la destrucción, que se manifiestan constantemente. En medio del continuo cambio, hay cinco percepciones que la entropía no puede afectar. Están expresadas en todas las tradiciones espirituales y forman el núcleo de la evolución personal: 1. Yo soy espíritu: Aunque mi existencia física está limitada al espacio y al tiempo, mi consciencia no tiene esos límites. Quien se sabe espíritu nunca pierde de vista al experimentador en medio de la experiencia. Esta verdad interior dice: “llevo la consciencia de la inmortalidad en un mundo de aparente mortalidad”. 2. Este momento es lo que debe ser: El momento presente es un acontecimiento del espacio-tiempo dentro del continuo eterno. Como ese continuo soy yo, nada de lo que pueda ocurrir está fuera de mí; por lo tanto, todo es aceptable como parte de mi identidad mayor. Esta verdad interior dice: “mis deseos son parte de este momento y lo que necesito me es proporcionado aquí y ahora”. 3. La incertidumbre es parte del orden total de las cosas: La certidumbre y la incertidumbre son dos aspectos de tu naturaleza. En un plano, las cosas deben ser seguras; de lo contrario no podría existir el orden. En otro plano, las cosas deben ser inciertas; de lo contrario no existiría lo nuevo. En la unidad, el ser humano aprecia la sabiduría de la incertidumbre y la voz de ésta verdad interior dice: “Abrazo 36


lo desconocido porque me permite ver nuevos aspectos de mí mismo”. 4. El cambio está impregnado de no-cambio: Quién está en la Unidad acepta cada elección dentro del esquema total. Si eliges A, el campo cuántico se acomodará a tu elección; si eliges B, el campo se ajustará a ello, aunque B sea totalmente opuesto a A. Esta verdad interior dice: “Voy a conocer lo Absoluto jugando aquí, en lo relativo”. 5. La entropía no ofrece amenaza porque está bajo el control de un infinito poder organizador: Tu cuerpo refleja la simultaneidad de orden y caos. Las moléculas de comida, aire y agua que se arremolinan en tu sangre se mueven caóticamente, pero cuando entran en una célula son utilizadas con una precisión exacta. Las neuronas que se disparan en tu cerebro producen una caótica tormenta de señales eléctricas, pero lo que emergen son pensamientos dotados de sentido. Las cosas que una consciencia limitada percibe como libradas al azar se ajustan perfectamente a su sitio cuando la consciencia se expande. La voz interior de esta verdad dice: “Mediante ciclos alternativos de pérdida y ganancia, silencio y actividad, recorro el sendero de la inmortalidad”. En su verdadera naturaleza, la vida es cómoda, fácil, nada forzada e intuitivamente correcta. Esto significa que el estado de autorrealización es el más natural; la acumulación de estrés, junto con el envejecimiento que produce, indica que aún están presentes las tensiones y la incomodidad. Mientras no nos descubramos y realicemos internamente, la vida es una lucha.

LA CIENCIA DE LA LONGEVIDAD La gracia de la ancianidad: La ancianidad es una gracia, si se llega a ella con alegría, creatividad y curiosidad. Estas cualidades requieren vivir 37


plenamente el momento presente, pues el hoy es la juventud de tu longevidad. Hasta los tiempos actuales, la gran mayoría no se había cuestionado nunca el antiguo paradigma de que, como el cuerpo se desgastaba con el tiempo, la vida se tornaba cada vez menos satisfactoria con la edad. El nuevo paradigma nos dice que la vida no es un proceso de declinación, sino de transformación constante y, por lo tanto, lleno de potencial para el crecimiento ilimitado. Para continuar desplegando nuevas posibilidades década tras década, es preciso saber cuales son esas posibilidades. ¿Qué deberíamos esperar física, mental y emocionalmente en la segunda cincuentena de la vida? Una nueva ciencia de la longevidad ha surgido para dar respuesta a estas preguntas. En esta sección quiero examinar estos nuevos hallazgos con la esperanza de descubrir los más esenciales, las claves de la longevidad que son válidas para la mayoría, o quizá para todos. La vida humana es increíblemente adaptable.

Cien años de juventud: Hoy en día en casi todos los países industrializados, de cada diez mil personas hay una que cruza la barrera del siglo de edad, y esa proporción se está elevando a mayor celeridad que ninguna otra estadística de crecimiento de la población. Las personas más ancianas de la actualidad no tienden a ser meros sobrevivientes del azar, sino individuos que encarnan actitudes y valores envidiables. Los sociólogos que estudian a los centenarios no dejan de asombrarse por su fuerte apego a la libertad y la independencia. Durante toda la vida, los centenarios tienden a evitar las restricciones. Ellos ponen un precio muy alto a la autonomía. La palabra que los investigadores aplican a los centenarios con mayor frecuencia es “adaptable”. Estudiados en grupo, los centenarios tienen otras similitudes significativas. Era evidente que, aunque estos individuos trabajaban mucho y disfrutaban del trabajo, había entre ellos una notable falta de grandes ambiciones. La tendencia había sido la de llevar una vida sencilla, relativamente tranquila e independiente; en general, estaban contentos con el trabajo, la familia y la religión, y tenían 38


poco de lo que arrepentirse. Casi todos expresaban un fuerte deseo de vivir y una gran apreciación por las experiencias y los placeres simples de la vida. Si envejecer fuera, simplemente, una cuestión de desgaste, cabría esperar que todos los centenarios tuvieran mala salud, atrapados en cuerpos con muchas partes deterioradas. En realidad, entre nuestros centenarios hay buenos niveles de salud; menos de uno entre cinco informan estar incapacitados o tan enfermos que requieran ayuda para comer, vestirse, bañarse, etc. En su mayoría, aún se mueven sin ayuda (casi siempre sin muletas ni bastones), y muchos continúan trabajando, al menos en las tareas domésticas y en el cuidado personal. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DE LOS CENTENARIOS:

Ni obesidad ni delgadez excesivas. Poca fluctuación del peso a lo largo de la vida. Buen tono muscular general. Fuerza en las manos. Piel con buen aspecto Conducen automóviles y practican actividades físicas. CARACTERISTICAS CONDUCTA):

PSICOLÓGICAS

(ESTILO

DE

VIDA

Y

Inteligencia natural superior, marcado interés por los hechos de actualidad y buena memoria. Libres de ansiedad, pocas enfermedades y no propensos a preocuparse. Tendencia a trabajar como autónomos, agricultura, profesiones liberales, pequeños empresarios y en su mayoría tardan en jubilarse. Casi todos fueron afectados por alguna depresión entre los 50 y 70 años, pero se recobraron y edificaron un nuevo futuro. Disfrutan de la vida. Todos muestran un grado de optimismo y un marcado sentido del humor. Responden a los placeres sencillos y son capaces de ver belleza donde otros ven fealdad. Gran adaptabilidad. No les preocupa la muerte. Continúan viviendo con satisfacción día a día. 39


Son moderados en el comer. Están dispuestos a experimentar cosas nuevas en sus vidas. Todos se levantan temprano siendo el promedio diario de descanso entre 6 y 7 horas. Han utilizado muy pocos medicamentos en toda su vida.

Longevidad y peso: Mantener un peso bastante estable a lo largo de la vida parece ser más importante que estar por encima o por debajo del peso normal. Como ocurre con tantos hallazgos sobre la longevidad, éste parece insignificante, pero podría tener implicaciones profundas. El hecho de que tanto subir como bajar de peso acorte la vida me lleva a pensar que el verdadero culpable es la falta de autoestima. Los sujetos que han mantenido un peso estable suelen ser estables también en el plano psicológico; ésa es la virtud salvadora, no el peso en sí.

Longevidad y ejercicio: Debemos estudiar más profundamente cuánta actividad se necesita realmente para efectuar una contribución significativa a la longevidad. La conclusión a la que se ha llegado es que un poco de ejercicio todos los días es mucho mejor que pocos días a la semana, sin embargo el ejercicio aeróbico regular no generará ricos dividendos en agregar muchos años a la vida, aunque sí dará mucha mejor calidad de vida. Los ejercicios de fuerza muscular, también son esenciales a edades avanzadas para mantener óptimamente el sistema músculo-esquelético.

Longevidad y dieta: Los centenarios comen una amplia variedad de alimentos, tal como lo han confirmado todos los estudios, pero el hecho de que mantengan un peso constante sugiere que tienden a comer con moderación. 40


Una dieta saludable debe tener dos componentes: 1) debe ser satisfactoria en el plano psicológico y 2) debe proporcionar una cantidad equilibrada de elementos nutritivos varias veces al día. El hombre de la edad de piedra, como casi todas las comunidades tribales de hoy, ingería una dieta escasa en grasas, que consistía principalmente en alimentos derivados de las plantas, con algún bocado ocasional de carne o pescado. Todos los alimentos eran frescos. Numerosos pueblos indígenas actuales consumen grandes cantidades de frutas, granos y verduras (hasta tres kilos diarios por persona) a fin de obtener las mismas calorías que nosotros con un tercio de ese consumo (procedentes de proteínas de carnes, pescados, huevos, leche animal y lácteos). Eso explica la digestión más veloz de las dietas indígenas y un mejor y mayor volumen de eliminación.

La longevidad como meta: Desde hace siglos, la literatura de la longevidad ha estado llena de testimonios sobre las virtudes de una estricta abstinencia en la dieta. Un noble veneciano del siglo XV llamado Luigi Cornaro es famoso en la gerontología porque después de una juventud desordenada, llena de vicios y placeres, resolvió llevar una vida saludable y tratar de sobrevivir hasta los 100 años por lo menos. Su éxito fue espectacular. En una época donde la persona media podía considerarse afortunada si llegaba a los 35 años, Cornaro vivió hasta los 103 y se mantuvo activo y lúcido hasta su fin. Su método para lograr esta hazaña fue abstenerse de la bebida alcohólica y comer muy poco: en esencia, ayunó desde los 37 años en adelante, siguiendo la idea que los antiguos griegos y romanos tenían de la dieta frugal como secreto de longevidad. El éxito de Cornaro logró crédito científico siglos después, al menos en los experimentos con animales. Hasta el día de hoy, el método de “subnutrición” (suministrar alimentos completos en una dieta hipocalórica) es la única manera probada de alargar la vida máxima de los animales.

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El punto de ajuste metabólico es un mecanismo cerebral que regula la celeridad con que el cuerpo quema combustible. También indica cuando tener hambre y cuando se está satisfecho. Pues bien, sólo debe cambiarse el punto de ajuste metabólico muy gradualmente, tomándose varios meses o años para ajustarse a una reducción del 40 % del consumo calórico. La restricción gradual de calorías debe incluir una cuidadosa selección de alimentos que incluyan todas las vitaminas y nutrientes necesarios para una buena salud: no es lo mismo subnutrición que desnutrición. Las principales ventajas de la restricción alimenticia controlada, es la eliminación de calorías inútiles de los alimentos elaborados, los azúcares y las grasas saturadas, lo que permite que el consumo de energía para la correcta digestión y eliminación de desechos sea mucho menor, y el organismo se beneficie en general pues siempre tendrá un sobrante de energía metabólica para mantenerse, regenerarse e incluso rejuvenecerse. Igualmente, en la dieta hipocalórica, se libera muy poca cantidad de oxígeno (radicales libres) en los procesos metabólicos para obtención de energía a nivel mitocondrial, con lo cual se requieren menos antioxidantes y que además actuarán con mayor precisión y celeridad. Lo más recomendable sería una dieta lo más cruda y vegetariana posible (80% frutas, verduras y semillas crudas más un 20% de alimentos cocinados a bajas temperaturas). En la India existe una tradición centenaria según la cual se puede lograr la longevidad si se toma ninguno o poco alimento un día a la semana (dieta líquida a base de agua, zumos, infusiones y caldos vegetales). El principio es simple: eso permite al sistema digestivo tomarse un descanso, recuperar el equilibrio y liberarse de las impurezas acumuladas. El éxito en la frugalidad al comer es que se debe combinar con un estilo de vida en el que el ayuno no sea un castigo ni una medida disciplinaria, sino un respiro de la actividad diaria. El tiempo habitualmente dedicado a comer, en los casos de ayuno, debería disfrutarse a solas y en serenidad (leer, escuchar música, pasear, meditar,...).

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El ADN y el destino: Los biólogos tienden a considerar que el ADN es todopoderoso y que está muy alejado de la vida cotidiana, como una especie de Jehová bioquímico cuyos dictados no se pueden desdecir. Sin embargo éste es sólo un punto de vista. Fuera de los tubos de ensayo, el ADN recibe la influencia de todos tus pensamientos, tus sentimientos y tus actos. Las hormonas de estrés, que juegan un papel tan crítico en el envejecimiento, están reguladas por el ARN, que es una copia del ADN. Cuando cambias de estilo de vida para reducir las tensiones, el ARN de tus células responde produciendo menos hormonas de estrés. El argumento de que el envejecimiento se debe a una anormal producción de hormonas me resulta convincente, pero la función de las hormonas es llevar mensajes, y esos mensajes, en último término, son controlados por la consciencia. Al aumentar la inteligencia interior, incentivando tu felicidad y tu satisfacción, puedes derrotar al envejecimiento de un modo duradero y significativo. La maravilla del ADN no es que gobierne mi vida, sino que puede desplegar posibilidades antes desconocidas, según surjan en mi corazón y en mi mente. En otras palabras, el ADN sirve a mis propósitos en vez de a la inversa. Hay sociedades que otorgan mucho valor a la longevidad; es allí, en el ambiente de la vida real, donde hemos hallado nuestro mejor laboratorio. En vez de basarnos en individuos aislados que alcanzan una longevidad extrema, podemos estudiar una población entera a la que se enseñó esa ambición de la “vida larga” desde la niñez. Los resultados son espectaculares.

Secretos de “los de vida larga”: Abjasia, remota región montañosa del sur de Rusia, es una tierra de ancianidad casi mítica. La legendaria longevidad de la región llamó la atención del mundo a fines de la década de los sesenta, cuando ciertos visitantes occidentales fueron invitados para que conocieran a los “supercentenarios” de Rusia. Eran aldeanos 43


rurales, casi todos labradores analfabetos y el 80 por ciento de “los de vida larga” eran activos y vigorosos. El clima de las colinas de Abjasia, cerca del mar Negro, es templado durante todo el año, aunque algo frío, con una temperatura media de diez a trece grados y las casas en general no tenían calefacción. A mi modo de ver, Abjasia es el sitio donde nunca arraigó el concepto tradicional de “viejo”. Esta palabra fue eliminada y, en su lugar, “los de vida larga” llevaban un estilo de vida sin edad: galopaban a caballo, trabajaban al sol y cantaban en coros (en éstos últimos las edades rondaban entre 70 y 110 años). Abjasia demostró que la ancianidad puede ser una época de mejoría. Los visitantes occidentales notaban en los abjasianos una notable sintonía con los ritmos de la vida. A los abjasianos no les gusta que se les meta prisa, rechazan las fechas tope y nunca trabajan hasta agotarse totalmente. De la misma forma, consideran muy descortés comer con celeridad o en exceso. Sus rutinas tienen un “tempo” más vinculado a los ritmos biológicos que a los patrones caóticos que predominan en casi todos los países desarrollados. Quién allí se asoma, recibe la imagen de un pueblo que ha logrado un gran equilibrio natural. Otro aspecto destacado de la dieta tradicional de los abjasianos es su insistencia en la frescura. Las hortalizas se cosechan justo antes de cocinar o servir; si la carne forma parte del menú, se muestra el animal a los invitados antes de sacrificarlo. Ese interés por la frescura asegura que se produzca una mínima pérdida de elementos nutritivos entre la huerta y la mesa. Y casi todos los alimentos se consumen crudos o hervidos, nunca fritos. En todas las sociedades, la expectativa impera sobre el resultado. En una cultura donde la meta más alta es la riqueza, toda la sociedad se concentra en hacer fortuna, obtener prestigio y poder, considerándose a los pobres como fracasados. En Abjasia, sin embargo, desde mucho tiempo atrás se ha dado gran valor a la longevidad; por lo tanto, toda la sociedad se siente motivada para alcanzar ese ideal. En Estados Unidos ocurre todo lo contrario; la ancianidad no es apreciada y mucho menos exaltada. 44


En resumidas cuentas, el secreto de los abjasianos está en comer poco, desarrollar una actividad física considerable durante toda la vida y sobre todo respetar, venerar y aprender de los sabios ancianos, a los que debemos considerar la principal fuente de inspiración para alcanzar una sana y larga vida. Siempre deben quedar en un segundo plano nuestras motivaciones de riqueza, prestigio o poder, aunque si llegan serán por añadidura, no por su búsqueda.

Cómo resiste el cerebro al envejecimiento: En la actualidad no se sabe exactamente por qué un cerebro longevo se mantiene muy alerta y creativo (con casi 90 años, Miguel Angel diseñó la capilla de San Pedro, Picasso pintó grandes obras y Arthur Rubinstein tocaba magistralmente el piano en sus conciertos al final de su carrera), mientras que otros comienzan a deteriorarse prematuramente. Una teoría, basada en la investigación sobre animales, es que nuestro cerebro desarrolla nuevas conexiones al envejecer. Otra teoría habla de la existencia de células madre dentro del cerebro, que llegado el momento y con el estímulo necesario, pueden convertirse en nuevas neuronas, que a su vez generarán nuevas conexiones. En ambos casos, las nuevas conexiones pueden compensar e incluso sobrepasar a la pérdida de conexiones por la posible muerte o reducción en tamaño de muchas neuronas. No hay dos células cerebrales que lleguen jamás a tocarse físicamente. Se extienden la una hacia la otra a través de un vacío llamado sinapsis, utilizando cientos o miles de filamentos similares a pelos, que llamamos dentritas. Un hallazgo alentador indica que, al mantener una buena actividad mental, las personas mayores pueden desarrollar dentritas nuevas constantemente. También es alentador saber que el cerebro tiene mecanismos naturales propios para activarse en la vejez, ya que pasados los 80 años de edad, las dentritas nuevas se alargan y desarrollan más ramas. Asimismo, las neuronas que se encogen, crean sinopsis nuevas, que a su vez estimulan más actividad electroquímica en el cerebro. Por tanto, resulta muy realista esperar que podamos sobrevivir con la memoria y la inteligencia intactos durante toda la vida. 45


Algunos neurólogos dudan asimismo que el cerebro pierda realmente un millón de neuronas por año. Al parecer, el número de neuronas grandes decrece, sí, pero es compensado por un aumento de neuronas menores. Además, las neuronas grandes no parecen morir, sino reducirse en tamaño. Otros neurocientíficos descubrieron que podían estimular a ciertas células cerebrales en estado latente, poniéndolas en vida activa. Es casi seguro que el cerebro humano acumula esas células dormidas, quizá como reserva para, llegado el caso, posibilitar la adaptación del ser humano a las nuevas necesidades que se le presenten, bien por autoexigencia del propio individuo o por las nuevas demandas de su entorno. Este enfoque nos hacer presagiar que, la evolución del “homo sapiens” a través de su cerebro, tiene aún mucho camino por delante, no sólo a largo plazo en la evolución de la especie, sino durante el curso de la propia vida de cada ser humano. Los psicólogos empiezan a verificar que el desarrollo humano se prolonga ya entrada la ancianidad mediante estados más elevados de consciencia, tales como la sabiduría. Cualquier declinación de la estructura física del cerebro relacionada con la edad es compensada por nuevos logros mentales. El individuo, al envejecer, puede tardar más tiempo en ciertos tipos de tareas de la memoria, sin embargo, en la “escala de sabiduría” (% de respuestas sabias, por preguntas planteadas a grupos de población de todas las edades), Baltes descubrió que las personas ancianas resolvían muy bien; la gran mayoría de las respuestas más sabias provenían de sujetos que superaban los 60 años de edad. Sócrates sostenía que la sabiduría no se puede enseñar, sino conocer directamente. Según un sabio hindú “la sabiduría no está en lo que haces, sino en lo que eres”.

Más viejo no, más sabio sí: Casi todos suponen que la medicina ha sido la principal responsable de mejorar la salud de los ancianos y prolongar la duración de la vida; por lo tanto, esperan que los médicos curen el cáncer, los trastornos cardiacos, el mal de Alzheimer y otras enfermedades degenerativas. Esto es ignorar que envejecer con felicidad es mucho más que evitar las enfermedades. Requiere un 46


compromiso de toda la vida para con uno mismo todos los días. El papel de la medicina moderna en cuanto a prolongar la vida se debilita con cada década. El nuevo paradigma nos dice que estamos constantemente haciendo y deshaciendo el cuerpo en el plano cuántico; eso significa que desplegamos sin cesar un potencial oculto. Parte de este potencial es negativo y parte positivo. El campo cuántico asume una actitud neutral; lo que cada uno desea y espera de sí mismo gobierna la respuesta que obtiene. Si buscamos el modo de mejorar el funcionamiento físico y mental todos los días para el resto de la vida, emergen tres valores que deben formar parte de nuestra intención permanente: 1. La longevidad en sí, pues la vida es un bien primario. 2. La experiencia creativa, que hace a la vida interesante y nos lleva a desear más de ella. 3. La sabiduría como recompensa de una vida larga. Los psicólogos que estudian la creatividad dicen que los artistas y escritores suelen producir más ideas nuevas a los 60 o 70 años que a los 20. Una variable interesante es que, cuanto más tarde se inicia una actividad creativa, más probable es que se siga practicando hasta una edad avanzada. La demencia senil y el mal de Alzheimer son más frecuentes entre las personas menos instruidas y por tanto menos creativas. Por tanto, la experiencia creativa puede mejorar la estructura del cerebro en sí. Mientras la actividad mental creativa sea gozosa, ésta dará origen a patrones de ondas alfa típicas del “descanso en alerta”: ese estado de relajación consciente que también se encuentra en la meditación. Ciertos neurotransmisores deseables, como la serotonina, también aumentan durante las actividades creativas placenteras (también en este caso, el mismo cambio se asocia con el “descanso en alerta” de la meditación). Por tanto, parece que desear tanta vida, creatividad y sabiduría como sea posible es algo muy conveniente, sabiendo que a cualquier edad siempre habrá infinitas posibilidades, nuevas 47


habilidades, mucho por descubrir y una profunda sabiduría por alcanzar. En definitiva, es muy importante comenzar a desarrollar tus habilidades a consciencia, liberándote de las expectativas sociales y proponiéndote como meta llegar a ser un maestro en cualquier disciplina física, mental o creativa que te guste. Para ayudarte a tallar tu propia vida ideal, he elaborado una lista de diez claves para lograr un dominio activo sobre ti mismo, que te servirán como ideario práctico.

Diez claves para un dominio activo del cuerpo-mente: 1. Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. 2. Vive el presente, que es el único momento que tienes. Acepta lo que viene a ti total y plenamente, luego déjalo pasar. 3. Dedica tiempo al silencio, a meditar y acallar el diálogo interior. 4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. 5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo. Cuando renuncies a ese enojo te curarás de tus viejos sufrimientos que te hacen enojar. 6. Recuerda que el mundo de “allí fuera” refleja tu realidad de “aquí dentro”. Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. Cuando lo consigas, lo que más deseas estará automáticamente allí; lo que más te disguste desaparecerá. 7. Libérate de la carga de los juicios; te sentirás mucho más ligero. Cada persona a la que perdones aumenta tu amor hacia ti mismo. 8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por comidas, bebidas o emociones tóxicas. 9. Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor. Motivado por la verdad interior, puedes afrontar cualquier amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo. 48


10. Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una Inteligencia más profunda. Tal Inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía; como esta Inteligencia también reside en ti, igualmente participas del poder organizador del cosmos. Los años avanzados de la ancianidad, deberían ser el tiempo en que la vida se integra, el círculo se cierra y la finalidad de la existencia queda cumplida, dando comienzo al renacimiento de un nuevo ser iluminado con potencialidades infinitas. En ese aspecto, el dominio activo no es sólo un medio para sobrevivir hasta una edad muy avanzada: es la ruta hacia la LIBERTAD.

LA TIERRA DONDE NADIE ES VIEJO Acabemos con la tiranía de los sentidos: El mundo es un reflejo del aparato sensorial que lo registra. El sistema nervioso humano capta solo una fracción insignificante, menos de una parte por mil millones, de la energía total que vibra en el espacio que nos rodea, por tanto ninguno de los hechos objetivos en los que solemos basar nuestra realidad es fundamentalmente valido. Por perturbador que esto pueda parecer, es una increíble liberación comprender que puedes cambiar tu mundo, incluido tu cuerpo, simplemente cambiando tu percepción y ampliando la interpretación de lo que captan tus sentidos. Tu cuerpo parece estar compuesto de materia sólida que se puede descomponer en moléculas y átomos, pero la física cuántica nos dice que cada átomo es en más del 99,99 por ciento espacio vacío, y que las partículas subatómicas que se mueven a fulgurante velocidad por ese espacio son, en realidad, manojos de energía vibrante. La intención es parte activa de la atención; es la manera de convertir los procesos automáticos en conscientes. Al insertar una intención en los procesos de pensamiento tal como: “quiero mejorar 49


todos los días mi energía y mi vigor”, puedes comenzar a ejercer control sobre esos centros cerebrales que determinan cuanta energía se expresará en la actividad. La declinación del vigor en la ancianidad se debe, mayormente, a que la gente espera declinar; sin desearlo, han implantado una intención derrotista bajo la forma de una potente creencia, y el vínculo mente-cuerpo cumple automáticamente esta intención. En verdad, el poder de la intención se puede despertar en cualquier momento. Si pudiéramos activar efectivamente la intención de no envejecer, el cuerpo la llevaría a cabo de manera automática, por tanto, mucho antes de envejecer puedes programar tu mente mediante nuevas creencias, utilizando el poder de tu intención. El miedo a la vejez te hace envejecer más aprisa; aceptarla con gracia, en cambio, aleja de tu puerta muchas miserias tanto físicas como mentales. El dicho del sentido común “eres tan viejo como crees serlo” tiene profundas implicaciones. Algunos pacientes sometidos a trasplante de órganos relatan experiencias extrañas después de recibir un riñón, un hígado o un corazón donado. Sin saber quién era el donante, comienzan a participar de sus recuerdos. Como la experiencia es algo que incorporamos en nuestro cuerpo, nuestros recuerdos se han infiltrado en nuestras células; por tanto, recibir las células de otro es recibir al mismo tiempo sus recuerdos. Mientras en tu cerebro continúen entrando percepciones nuevas, tu cuerpo podrá responder de nuevas maneras. No hay secreto de juventud más poderoso. Los nuevos conocimientos, las habilidades nuevas, las nuevas maneras de mirar el mundo mantienen en crecimiento a la mente y al cuerpo; mientras así sea, se expresa la tendencia natural de ser nuevo a cada segundo. En vez de creer que el cuerpo decae con el tiempo, nutre la creencia de que tu cuerpo es nuevo a cada instante. En vez de creer que tu cuerpo es una máquina sin mente, nutre la creencia de que tu cuerpo está impregnado de la profunda inteligencia de la vida, cuya única finalidad es mantenerte. 50


Pese a la apariencia de ser individuos separados, todos estamos conectados con los modelos de inteligencia que gobiernan el cosmos. Si quieres, puedes experimentarte en estado de unidad con todo aquello que está en contacto contigo. Esta verdad inspiró a los antiguos sabios de la india, que declararon: “Así como es el microcosmos, así es el macrocosmos; así como es el átomo, así es el universo; así como es el cuerpo humano, así es el cuerpo cósmico; así como es la mente humana, así es la mente cósmica”. No se trata de enseñanzas místicas, sino de experiencias reales de quienes pudieron liberar su consciencia del estado de separación para identificarse, en cambio, con la unidad de todo. La posibilidad de experimentar la unidad tiene tremendas implicaciones en el envejecimiento, porque, cuando mantienes una interacción armoniosa con tu cuerpo prolongado (tu cuerpo físico, tus emociones y pensamientos, más todo lo que te rodea a cada instante), te sientes alegre, saludable y juvenil. En muchos sentidos, lo más importante que se puede hacer para experimentar un mundo sin envejecimiento es alimentar el conocimiento de que el mundo es uno mismo, expresándolo de la siguiente forma: “Yo soy Uno con Todo” (todo está en mí y yo estoy en todo). Por otra parte, el tiempo no es absoluto. La realidad subyacente de todas las cosas es eterna, y lo que llamamos tiempo es, en realidad, eternidad cuantificada. Según la física cuántica, cuando dos partículas intercambian estados de energía, pueden moverse hacia atrás en el tiempo con tanta facilidad como hacia delante; las cosas que ocurrieron en el pasado se pueden alterar por hechos de energía que ocurrirán en el futuro debido a las complejas geometrías del espacio cuántico, donde hebras y curvas multidimensionales llevan el tiempo hacia todos lados y hasta lo detienen. Quien experimenta el tiempo como un artículo escaso que se escapa sin cesar, crea una realidad personal muy diferente de quien percibe tener todo el tiempo del mundo. Cuando fijas tu atención en el pasado o en el futuro, estás en el campo del tiempo, creando envejecimiento. Si puedes liberarte de estas proyecciones, sin tratar 51


de revivir el pasado ni de dominar el futuro, se abre un espacio para una experiencia completamente nueva: la experiencia del cuerpo sin edad y la mente sin tiempo. Para ello tienes que aprender a llevar tu consciencia a la región de la atemporalidad, instalándote en el presente y ejercitándote a través de la meditación. Cada pensamiento o emoción que captura mi atención es un diminuto fragmento de consciencia; todas las metas y expectativas que me fijo están organizadas en la consciencia. Lo que los antiguos sabios llamaban Ser se puede definir, según los términos de la psicología moderna, como un continuo de consciencia, y el estado conocido como consciencia de unidad es el estado en que la consciencia es completa: la persona conoce todo el continuo de sí misma sin máscaras, ilusiones, vacíos ni fragmentos quebrados. Como no mantenemos la continuidad de nuestra consciencia, todos caemos en vacíos de un tipo u otro. Son los vacíos en el conocimiento de nosotros mismos los que nos hacen víctimas de la enfermedad, el envejecimiento y la muerte. Perder la consciencia es perder inteligencia; perder inteligencia es perder el dominio sobre el producto final de la inteligencia: el cuerpo humano. Por lo tanto si quieres cambiar tu cuerpo, cambia primero tu estado de consciencia. La ancianidad era una época de inevitable declinación y pérdida, de creciente debilidad física y mental. Ahora toda nuestra sociedad despierta a una nueva percepción del envejecimiento; personas de 60 y 70 años esperan verse tan vigorosos y saludables como a los 40 ó 50. Pero hay un supuesto subyacente que no ha sufrido un desafío radical: que los humanos deben envejecer. Tener que envejecer es un hecho que heredamos del viejo paradigma, tercamente fijado en nuestra visión del mundo hasta que un cambio de consciencia pueda traer nuevos hechos a la luz. El envejecimiento tenía sentido en un esquema de la Naturaleza donde todas las cosas cambiaban, se marchitaban y morían. Tiene mucho menos sentido en un mundo donde nos rodea por doquier un interminable flujo de inteligencia en constante renovación y donde la entropía (degradación del sistema o desgaste) puede no tener lugar debido al conocimiento de la obtención de energías nutritivas y reparadoras (sol, alimentación, ejercicio, meditación, amor, compasión…), pudiéndose anular el proceso de envejecimiento e incluso revertirse (rejuvenecimiento) tal y como ocurre en 52


numerosos casos existentes en la naturaleza. En definitiva, a ti te corresponde elegir qué punto de vista adoptar. Puedes optar por ver la rosa como una ola de vida que nunca acaba, pues el año próximo surgirán nuevas rosas de las semillas de ésta. Puedes observar que muchas variedades de algas marinas crecen eternamente sin llegar a morir, salvo por accidente o falta de nutrientes. Incluso puedes pensar que la reversión del proceso del envejecimiento también es posible en la naturaleza, siendo el caso más estudiado el de las colmenas de abejas, donde en determinadas circunstancias y por escasez de abejas jóvenes que alimenten a las larvas, en pocas semanas las veteranas abejas obreras o recolectoras, pueden rejuvenecer para asumir la importante misión de las jóvenes abejas criadoras, y así mantener el justo equilibrio de la comunidad. El proceso inverso también se da, es decir, las jóvenes abejas pueden envejecer aceleradamente, en beneficio de la comunidad, para compensar la falta de abejas recolectoras. El envejecimiento parece ser algo que te está pasando, cuando en realidad es en gran parte algo que tu cuerpo ha aprendido a hacer. Ha aprendido a cumplir con la programación que tú, el programador, le suministraste. Como mucha de esta programación fue inconsciente, dictada por firmes creencias y supuestos de los que difícilmente tenías consciencia, es importante derruir conscientemente todo el edificio de ideas y creencias que te dio el mundo materialista. En cierto modo, envejecemos y morimos porque vemos a otras personas envejecer y morir, tal y como dijo hace miles de años Shankara, uno de los más grandes sabios de la India.

ROMPER EL HECHIZO DE LA MORTALIDAD La inmortalidad: El límite último de la vida humana es la muerte; llevamos miles de años tratando de viajar más allá de esa frontera. Pese a la obvia mortalidad de nuestro cuerpo, surgen momentos en que brilla una clara percepción de la inmortalidad.

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Como estos sentimientos inmortales son completamente subjetivos, no tienen cabida en la visión que la ciencia tiene del mundo y, por tanto, tendemos a rotularlos como religiosos. Pero miles de personas han tenido el privilegio de echar vistazos a la realidad que abarca el espacio y el tiempo como una vasta burbuja multidimensional. Muchísimas personas de todo el mundo dicen haber establecido contacto con este reino atemporal a través de experiencias de cuasi-muerte, también conocidas como experiencias cercanas a la muerte, pero que también es accesible en la vida cotidiana. Nuestro primer mundo, según Needleman, es “el mundo en que vivimos todos los días, este mundo de acción, actividad y hacer”, gobernado por los pensamientos y las emociones cotidianas. Pero también hay destellos, como los de un relámpago espiritual, en el que el segundo mundo se hace conocer: “vívidos momentos de estar presente en uno mismo”, llenos de paz y gozo, con una clara e inolvidable sensación de quienes somos realmente. Si el segundo mundo está dentro de nosotros, también lo está el primero, pues en último término no hay nada verificable “allí fuera”. Cuanto se puede sentir, ver y tocar en el mundo sólo es cognoscible como disparos de señales neuronales dentro del cerebro. Todo ocurre allí. Quien seas tú depende del mundo en que te veas viviendo. El primero, por estar gobernado por el cambio, contiene enfermedades, envejecimiento y muerte como parte inevitable del paisaje; en el segundo, donde sólo hay ser puro, todo eso falta por completo. Por lo tanto hallar el mundo dentro de uno mismo y experimentarlo, podría tener un efecto profundo en el proceso de la enfermedad, envejecimiento e incluso sobre la muerte misma. En India y China se cree que algunos maestros espirituales han vivido cientos e incluso miles de años por haber alcanzado un continuo estado de consciencia atemporal. Se considera que ésta es una de las opciones abiertas al espíritu, aunque no son muchos maestros los que eligen extender excesivamente su tiempo de vida entre nosotros cuando su misión y aprendizaje aquí ha finalizado. En occidente, esos poderes despiertan un escepticismo extremo. Pero el nuevo paradigma nos asegura que existe un plano de la naturaleza donde el tiempo se disuelve, o expresado de manera inversa, donde es creado el tiempo. 54


Este plano es sumamente enigmático, aun en términos cuánticos, pues existía antes de la creación del espacio y del tiempo. La mente racional no puede concebir semejante estado, pues decir que algo existía antes de que comenzara el tiempo es una contradicción de la lógica. Sin embargo, los sabios antiguos creían que es posible el conocimiento directo de la realidad atemporal. El mismo Einstein experimentó episodios de completa liberación con respecto a los límites del espacio-tiempo: “En momentos tales uno imagina estar de pie en algún punto de un pequeño planeta, contemplando con asombro la belleza fría, pero profundamente conmovedora, de lo eterno y lo insondable. La vida y la muerte se funden en una sola cosa y no hay evolución ni eternidad: sólo Ser”. Si miramos dentro de nosotros, hallaremos un recuerdo vago, pero seguro, de que siempre hemos estado por aquí. Para expresarlo de otro modo, nadie recuerda no haber existido. Cuando se rompe el hechizo de la mortalidad, es posible liberarse del miedo que otorga poder a la muerte. Quiero ir aún más allá, sugiriendo que, cuando te ves en términos del Ser sin tiempo y sin muerte, cada célula despierta a una nueva existencia. La verdadera inmortalidad se puede experimentar aquí y ahora, en este cuerpo viviente. Llega cuando impregnas del Ser todo lo que piensas y lo que haces. Esta es la experiencia de la mente sin tiempo y el cuerpo sin edad que el nuevo paradigma nos ha estado preparando.

El metabolismo del tiempo: Una de las brillantes contribuciones de Einstein a la física moderna fue su intuición de que el tiempo lineal, junto con todo lo que ocurre en él, es superficial. El tiempo parece correr y moverse. Los relojes van marcando segundos, minutos, horas, días, años, milenios. Pero, en último término, esta vasta actividad en el tiempo es toda relativa, lo cual significa que no tiene ningún valor absoluto. Si Einstein tenía razón, entonces el envejecimiento es una ilusión. Tiempo y espacio son condiciones; cuando nos vemos atados por ellos, hemos perdido el contacto con la realidad e ingresado en una ficción. 55


Einstein reemplazó el tiempo lineal por algo mucho más fluido: un tiempo que puede contraerse o expandirse, aminorar su paso o acelerarlo. Con frecuencia lo comparaba con el tiempo subjetivo, pues notaba que pasar un minuto sentado en la antesala de un dentista parecía una hora, mientras que pasar una hora con una hermosa muchacha parecía un minuto. Lo que quería decir con esto es que el tiempo depende de la situación del observador. La velocidad de la luz era el absoluto de Einstein, la vara universal que no se podía cambiar ni exceder. El tiempo debía contraerse y expandirse a fin de mantener la citada velocidad de la luz, sin embargo, a través de la física cuántica, cada vez son más los científicos que piensan que en el campo cuántico la velocidad de la luz se puede superar. Cada uno de nosotros tiene un dominio personal sobre su sentido del tiempo. Analicemos todas las cualidades subjetivas que atribuimos al tiempo. Decimos cosas como: - No tengo tiempo para eso. - Se te está acabando el tiempo. - ¡Como vuela el tiempo! - El tiempo no pasa nunca - Te amo tanto que hasta el tiempo se detiene. - Cuando mi amor universal lo abarca todo, el tiempo retrocede. Estas afirmaciones no dicen nada sobre el tiempo medido por el reloj. El reloj no miente sobre el tiempo lineal que ha transcurrido “allí fuera”. Pero el tiempo subjetivo, el que existe sólo “aquí dentro”, es otra cosa. En otras palabras: cada vez que tomas una actitud con respecto al tiempo, en realidad expresas algo sobre ti mismo. El tiempo, en un sentido subjetivo, es un espejo. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros sentimos la presión de una fecha de vencimiento grave y amenazadora sobre la que “parece” que no tenemos control: la muerte misma. Se puede lograr la actitud de que la vida no es una carrera, sino un florecer lento de nuestras facultades, que lograremos desarrollar lentamente, siempre que tengamos fe en ello y 56


pongamos consciencia diaria en su consecución. Pero no podrás desarrollarlas plenamente, si actúas estresado con la creencia de que se acaba el tiempo. En último término enviar ese mensaje a las células de tu cuerpo equivale a programarlas para envejecer y morir. No obstante, lo cierto es que el tiempo lineal avanza inexorablemente y, para superarlo, debemos hallar un sitio donde se pueda experimentar e interiorizar un tiempo diferente o ausencia de tiempo, como por ejemplo, a través del viaje hacia el interior mediante la meditación, el silencio, la quietud, la oración, la creación artística,…, o cualquier otra práctica habitual del vivir en el aquí y ahora, donde el presente se desenvuelve eternamente y donde no hay necesidad de experimentar la ilusión de revivir el pasado o de proyectarnos hacia el futuro; todo ello hasta que la práctica del aquí y ahora se convierta en nuestra forma natural de Vivir de manera continua y eterna.

El cuerpo mecánico cuántico: Dentro de nuestras células se producen constantemente acontecimientos cuánticos que desafían al tiempo lineal. La inteligencia del ADN opera simultáneamente en el pasado, en el presente y en el futuro. Del pasado toma el plano de la vida, aplicando al presente sólo la más ínfima parte de la información necesaria para el funcionamiento celular, y reserva para el futuro la información que aplicará dentro de muchos años. La doble hélice es el depósito cuántico de tu futuro; allí está el tiempo, comprimido y encerrado hasta que haga falta. En el momento en que fuiste concebido, tus genes obtuvieron el control de toda una vida de acontecimientos que se desplegarán en secuencia exacta (p.e.: desarrollo, funcionalidad y ubicación exacta de todos los tejidos, órganos y grupos de células desde la fecundación hasta el desarrollo del feto y su posterior evolución hasta la ancianidad). En el plano cuántico se viven todas las edades al mismo tiempo, puesto que en el espacio cuántico todo esta allí simultáneamente: todo el pasado y todas las potencialidades y posibilidades que nos brindará el futuro. Como los seres humanos somos tanto físicos como cuánticos, vivimos existencias multidimensionales. En éste momento estás en dos lugares al mismo tiempo: uno es el mundo visible sensorial, donde tu cuerpo se ve sujeto a todas las fuerzas de la naturaleza de 57


“allí fuera”, pero también ocupas el mundo cuántico donde todo es posible. Por ejemplo, si te sumerges en la bañera, tu cuerpo se moja pero tu consciencia no. Las limitaciones de la vida física tienen mucho menos importancia en el mundo cuántico; con frecuencia ninguna. Reúne todos los acontecimientos cuánticos que hay en tus células; la suma total es tu cuerpo mecánico-cuántico, que opera según su propia fisiología invisible. Tu cuerpo mecánico-cuántico es consciencia en movimiento y parte del eterno campo de consciencia que existe en la fuente de la creación. La inteligencia que hay dentro de nosotros irradia como luz, cruzando la frontera entre el mundo cuántico y el mundo físico, unificando a ambos en un constante diálogo subatómico. Tu cuerpo físico y tu cuerpo mecánico-cuántico merecen por igual el nombre de hogar: son como universos paralelos entre los cuales viajas sin siquiera pensarlo. Según todas las apariencias, el cuerpo físico ocupa unos cuantos decímetros cúbicos de espacio; sirve de frágil sistema de mantenimiento vital durante “siete u ocho décadas”, después de las cuales “debe” ser descartado. El cuerpo mecánico cuántico, por el contrario, no ocupa ningún espacio bien definido y jamás se desgasta. Aunque todo el material genético de una persona cabría fácilmente en una cucharadita de té, lo más importante de los genes, su inteligencia, no ocupa espacio físico. Las imágenes grabadas en tu cuerpo mecánico cuántico son tan complejas como lo eres tú. En pocas palabras, esas imágenes son tú. Llevas a la vida las imágenes que tienes acumuladas, fabricando tu propia versión del tiempo, y en tal proceso programas el tipo de cuerpo requerido por tu versión del tiempo. Baste como ejemplo, el caso narrado por el Psiquiatra Irvin Yalom en su libro “El verdugo del amor”, donde Betty, una chica soltera de 27 años, recurrió a él en busca de terapia. Aunque apenas medía un metro y cincuenta y cinco centímetros, Betty pesaba 113 kilos y aunque éste no era el motivo de sus continuos padecimientos psicológicos, sí que tenían mucho que ver y por supuesto, también deseaba bajar de peso. Yalom comprendió que sería demasiado difícil ocuparse de la obesidad sin resolver antes los problemas psicológicos. Pasó meses tratando de atravesar sus 58


defensas, pero con el tiempo, éstas comenzaron a disolverse. Un día Betty anunció que iba a disciplinarse para bajar de peso mediante un plan bien organizado. Se unió a un grupo de apoyo, se inscribió a bailes tradicionales y se marcó un programa de alimentación y ejercicio. Al bajar de peso, comenzó a tener sueños vívidos además de súbitos recuerdos de incidentes dolorosos de su pasado. Los traumas subyacentes que Yalom apenas había podido desterrar en la terapia iban desapareciendo junto con la grasa. Betty comenzó a experimentar pronunciados cambios de humor que, posteriormente, Yalom comprendió seguían un patrón coherente: la mujer estaba reviviendo diversos traumas que había sufrido cuando pesaba determinados kilos. Según descubrió, Betty había engordado a ritmo estable e ininterrumpido desde los 15 años donde pesaba 68 kilos, momento en que falleció su padre tras una lenta muerte debida a un cáncer. De ese modo, el descenso desde los 113 kilos la llevó hacia atrás en el tiempo, a través de los sucesos emocionalmente cargados de su vida: al bajar a 95 kg revivió la dolorosa separación de su depresiva madre viuda, al mudarse de Texas a Nueva York; al bajar hasta 86 kg revivió su graduación universitaria; con 81 kg revivió su abandono del curso de ingreso en Medicina (y el sueño de descubrir la cura para el cáncer que mató a su padre); con 75 kg revivió la envidia que tuvo de sus compañeras de secundaria cuando no pudo ser acompañada por su padre a su graduación; por último bajó hasta 70kg donde revivió otro momento importante de su vida sin su amado padre. ¡Qué prueba más maravillosa del reino de lo inconsciente! El cuerpo de Betty recordaba lo que su mente había olvidado mucho tiempo atrás. En otras palabras, su cuerpo era en sí, una especie de memoria, un depósito de recuerdos que habían tomado forma física en forma de células de grasa. La experiencia de Betty se había convertido en Betty; en vez de metabolizar hamburguesas, batidos y pizzas, había metabolizado todas las emociones: tristes anhelos, esperanzas frustradas y amargas desilusiones asociadas con cada bocado de comida. Bajar de peso fue su modo de liberarse del pasado y a medida que el viejo cuerpo desaparecía, renacía una nueva Betty, que aunque derramando muchas lágrimas, logró que emergieran los contornos de su cuerpo: cintura, pechos, mentón, pómulos, etc. Así, con su nueva silueta, ganó mucha autoestima que 59


le dio coraje para aventurarse en la vida social. Sin su habitual armadura defensiva, empezó a ser atractiva a los demás y por fin consiguió su primera cita con un hombre. Al igual que Betty, todos nos convertimos en nuestro pasado, pero también tenemos el poder de revertir ese proceso, de liberar el tiempo petrificado y desprendernos de recuerdos acumulados que ya no son útiles y nos impiden ser felices. Haces y deshaces constantemente tu cuerpo en el plano cuántico. Con frecuencia, quienes cambian súbitamente de trabajo o se lanzan al divorcio sin provocación están motivados por la incapacidad de revisar su mundo interior. Quizá proyectan la culpa hacia fuera, hacia un empleo que creen inadecuado o una esposa que piensan que no aman. Sin embargo, lo que en verdad se torna intolerable es la experiencia interiorizada. La huída es un intento de aliviar estas emociones, pero la táctica rara vez da resultado, porque aquello de lo que deseamos huir se ha convertido en parte de nosotros mismos.

De la consciencia temporal a la atemporal: Es posible experimentar la atemporalidad. Cuando eso ocurre se produce un cambio: de la consciencia ligada al tiempo a la consciencia atemporal. La consciencia ligada al tiempo se caracteriza por: • • • • • • • •

Objetivos externos. Fechas topes y presiones de tiempo. Imagen de uno mismo construida con experiencias pasadas. Lecciones aprendidas de sufrimientos y fracasos del pasado. Miedo al cambio; miedo a la muerte. Distracción por el pasado y el futuro. Ansias de seguridad. Egoísmo, punto de vista limitado (motivación: ¿qué gano yo con esto?). La consciencia atemporal se caracteriza por:

• Objetivos internos. 60


• Libertad de las presiones del tiempo; sensación de que el tiempo es abundante y abierto. • No identificación con la autoimagen asociada al contexto de recuerdos y al tiempo lineal. Visualización de la imagen atemporal de uno mismo, que se integrará plenamente con la autoimagen conocida y aceptada. • Actividad centrada en el momento presente. • Confianza en la intuición y gran imaginación creativa. • Objetividad en cuanto al cambio; sin miedo a la muerte. • Experiencias positivas del Ser. • Generosidad, altruismo, sentido de humanidad compartida (motivación: ¿puedo ayudar?) • Sentido de la inmortalidad personal. Aunque los he descrito como opuestos, en realidad hay toda una gama de experiencias que van de un tipo de consciencia a la otra. Cuando el organismo humano descarga con eficacia sus experiencias negativas, la mente permanece vacía de interés por lo pasado o lo futuro; no hay preocupaciones, expectativas, ni arrepentimientos. Esto significa que la mente queda abierta al Ser, el estado de consciencia más simple. Para apoyar a la mente en esta condición abierta, el cuerpo debe estar relajado y flexible. Sin tensión acumulada, el proceso de envejecimiento no encuentra asidero. Por desgracia, la vida normal está lejos de ese estado. La gran mayoría nos encontramos ligados al tiempo, y sólo en rarísimas ocasiones, generalmente cuando menos lo esperamos, conseguimos irrumpir en una experiencia consciente de nuestra verdadera naturaleza. Y, en un mundo hambriento de contacto espiritual, basta una mínima experiencia de lo atemporal para provocar un terremoto en la consciencia de una persona. No hace falta nada para hallar al Yo Superior o Ser Superior; sólo es preciso dejar de hacer cualquier cosa. Cierta vez un maestro indio dijo “Yo uso la memoria, pero no dejo que la memoria me use a mí”. La memoria sólo es tiempo petrificado. A la mente basada en el tiempo le es imposible ver lo atemporal, pues lo que llamamos tiempo es sólo trocitos cuantificados de inmortalidad.

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Derribando el tiempo lineal: Cuando Einstein hizo estallar la burbuja de la ilusión del espacio-tiempo, no lo hizo solo en su mente; ocurrió algo muy real. Uno de los absolutos de la naturaleza desapareció súbitamente. Al retirar el tiempo lineal, Einstein retiró también el espacio tridimensional. Derribar el tiempo lineal no hizo muy feliz a Einstein; personalmente, prefería creer que las cosas y los hechos tridimensionales eran de verdad. No obstante, para la ciencia, se logró un acto supremo de liberación. Los físicos más jóvenes estaban en la gloria; tras la estela de Einstein llegó la “teoría del superespacio” y las “teorías de supercuerdas”, un reino que bulle de múltiples dimensiones, geometrías nuevas y cualquier tipo de tiempo que uno pueda imaginar. En el superespacio las estrellas ya no están separadas por un negro vacío; por ese vacío palpita una energía infinita, que se desenvuelve por hebras y curvas invisibles. El tiempo puede ser absorbido por los agujeros negros y expulsados por “singularidades” a modo de semillas comprimidas de espaciotiempo que repliegan una duración infinita en espacio cero. En el superespacio el tiempo no tiene una dirección fija; puede con tanta facilidad avanzar como retroceder. Una partícula que salga de A puede aparecer en B antes de haber salido (como ya se ha podido comprobar experimentalmente, en los aceleradores de partículas subatómicas). El mundo físico surgió del campo cuántico, que es la fuente de toda la materia y toda la energía, pero ¿de dónde surgió el campo cuántico? La realidad cuántica está ya en el límite mismo del tiempo y el espacio; más allá no hay dónde ni cuándo. Por lo tanto, la fuente del campo cuántico debe estar en ningún lugar y en todas partes, y su fecha de nacimiento fue ninguna y cualquiera. En otras palabras, la pregunta no tiene respuesta que tenga sentido dentro de nuestro habitual marco del espacio-tiempo. Una vez más fue Einstein quien ofreció la solución. Tras haber completado su obra sobre la Teoría General de la Relatividad, que algunos físicos consideran el acto de pensamiento más profundo alcanzado por ningún ser humano por sí solo, Einstein pasó a postular una teoría del campo unificado que uniría todas las leyes de la naturaleza, otorgándoles una base común. Su famoso teorema 62


E=mc2 había demostrado que la materia se puede convertir en energía; ahora se proponía unificar también el espacio y el tiempo. Por desgracia, Einstein murió antes de poder hallar una expresión matemática para su teoría del campo unificado. Treinta años después de su muerte, colegas más jóvenes asumieron la tarea, pese al extremo escepticismo de casi todos los físicos. Parecía imposible ofrecer una verdadera teoría del campo unificado, pues debería ser nada menos que la “teoría del Todo”. En la actualidad el escepticismo se ha convertido en esperanza; hay grandes pensadores como Stephen Hawking y Roger Penrose, que consideran la “teoría del Todo” como objetivo viable. Sin embargo, no hace falta esperar a que se demuestre la teoría del todo para comprender que el campo unificado es idéntico a la totalidad perfectamente ordenada, que incluye todos los acontecimientos del espacio-tiempo en una trama sin fisuras. Cuando los maestros espirituales declaran: “Yo soy Eso”, están afirmando la más completa sensación de correspondencia. Comprenden que el campo unificado existe en ellos, alrededor y a través de ellos. Sin embargo, para compartir esta experiencia debemos superar un obstáculo imponente: el miedo a la muerte. Para la vasta mayoría, la muerte representa el punto de separación donde termina la vida y comienza lo desconocido. Pero el universo después de Einstein no tiene principio ni final, ni límites en el tiempo y el espacio. Para incorporarnos a ésta realidad mayor, cada uno de nosotros debe redefinir dónde empieza y donde termina su propia vida… o si tiene, o no, después de todo, un principio y un final.

El hechizo de la mortalidad: En su juventud, y curiosamente en una etapa de mala salud y depresión, Einstein escribió a un íntimo amigo: “Me siento hasta tal punto parte de toda la vida, que no me preocupan en absoluto el principio o el fin de la existencia concreta de cualquier persona en particular, dentro de este río sin fin”. Esta sensación de ser uno con las cosas brinda seguridad y ausencia de amenaza. Si albergar una amenaza dentro de nosotros es lo que da origen al envejecimiento, no podemos permitirnos el lujo de vivir con nuestro actual miedo a la muerte. 63


Hasta suponer que exista la muerte es una verdad a medias, pues en ti hay muchos planos que nada saben de extinción. Tus átomos tienen miles de millones de años y les queda otro tanto por vivir. En el futuro remoto, cuando se descompongan en partículas más pequeñas, no morirán, sino que se transformarán en otra configuración de energía. Los átomos no son, para empezar, otra cosa que energía transformada. La gravedad y sus fuerzas subatómicas afines, que mantienen unido tu cuerpo, no morirán jamás, aunque en algún futuro incognoscible puedan volver a los campos de fuerza mayores que les dieron origen en la Gran Explosión. Ya que estamos compuestos de ingredientes inmortales, ¿por qué no vernos bajo la misma luz? Tu creencia en la muerte como extinción condena tu cuerpo a decaer, envejecer y morir, tal como lo hicieron tantos otros antes que tú de la misma manera. No es la muerte lo que nos hace sufrir, sino el miedo a su inevitabilidad. La muerte es el resultado de la separación del hombre con respecto a lo Divino, que carece de muerte. Por implicación, la inmortalidad es nuestra verdadera vida. Un extraño hecho de la anatomía humana es que si pudiéramos, de algún modo, retirar todas las células de nuestro cuerpo, la forma remanente se parecería mucho a una persona. Nuestras partes estructurales semejan un arrecife de coral, erguido por sí solo, compuesto de hueso mineralizado más ligamentos, tendones, tejido conjuntivo y agua, con todas las células metidas dentro. Al igual que el arrecife, que lleva el océano circundante dentro de sí, somos salmuera en dos terceras partes. Pero estas partes muertas de nosotros intercambian libremente sus átomos con el medio: cuando son heridas, curan; si se les aplica presión, cambian lentamente para aliviar la tensión. Siendo así, ¿cuánto de mi cuerpo está vivo y cuánto muerto? Hasta decir “mi cuerpo” implica una división que no existe necesariamente. ¿El aire de mis pulmones es parte de mi cuerpo? En ese caso ¿qué decir del aire que acabo de exhalar y del que voy a aspirar? El mundo de “allí fuera” está compuesto por billones de átomos que fueron en un tiempo o serán pronto yo mismo, y para 64


mantenerme con vida necesito todo el paquete de materia y energía que llamamos Tierra. Bien podría decir que sólo soy una célula en éste cuerpo mayor y, puesto que necesito a todo el planeta para sustentarme, todo lo que hay en la Tierra forma parte de mi cuerpo.

La utilidad de la muerte del cuerpo físico: Entre otras cosas, todos tendemos a suponer que la muerte es de algún modo antinatural y, por lo tanto, mala. No estoy de acuerdo. La naturaleza es muy tolerante y flexible sobre el uso o el no uso que da a la muerte. Si analizamos cómo opera la vida en el plano genético, el ADN descubrió hace tiempo el secreto de crear células sin edad, en la forma de amebas, algas, bacterias, etc., cuyas generaciones se extienden hacia atrás sin interrupción. La aparición y desaparición de cualquier ameba por sí sola no tiene importancia, pues la vida continúa produciendo amebas de los mismos genes. La naturaleza también pasó a ensamblar criaturas sin edad más complejas. La hidra, por ejemplo, es un animal acuático primitivo que puede desarrollar células nuevas tan deprisa como se deshace de las viejas; compuesta de un pie, un tallo fino y un conjunto de diminutos tentáculos, que parece una flor, se pasa el tiempo creciendo por un extremo y muriendo por el otro, con lo cual renueva todo su cuerpo cada dos semanas. Esto es creación y destrucción en perfecto equilibrio, sin sitio para la muerte. Por lo tanto, el tiempo no puede alcanzar a la hidra; sólo muere por accidente, falta de alimento o alguna otra causa externa. El ADN logró dominar este acto de equilibrio hace cientos de millones de años. En ese sentido, la muerte es un desarrollo posterior en la cadena evolutiva, pero aun entre los organismos superiores, el ADN ejerce un considerable mando sobre la muerte. La abeja común, como ya hemos dicho antes, puede cambiar de edad a su antojo. Para las abejas, el envejecimiento es “plástico”, capaz de avanzar y retroceder, retrasarse o acelerarse; el verdadero misterio radica en por qué esto no ocurre en las formas de vida superiores. Yo aduciría que el envejecimiento siempre es plástico, sin embargo, lo hemos cimentado mediante nuestra creencia en la muerte, como el inevitable punto final del plan fijo del envejecimiento. “Las colonias de abejas son rítmicas entidades que deben enfrentarse a constantes cambios en población y estructura, 65


disponibilidad de alimentos, depredadores y clima” escribió Gene Robinson. Con ligeros cambios, uno podría adoptar este modelo para el cuerpo humano donde éste sería como una ciclópea colmena de cincuenta billones de células que envejecen o se mantienen jóvenes, según lo que necesite la colonia corporal en un momento dado. De acuerdo con una hipótesis reciente, en el primer cromosoma del ADN humano hay genes que, si se activaran, permitirían a cada célula dividirse indefinidamente. Los científicos aún no han hallado el motivo para que las células busquen su propia inmortalidad. Tal vez este mecanismo es un resto de nuestro antiguo pasado evolutivo, o quizás, un poder latente que aún no hemos aprendido a usar. Ejercemos sobre el envejecimiento y la muerte mucho más poder del que estamos dispuestos a reconocer. Aunque nos consideramos víctimas de la ancianidad y la muerte, la cruda verdad es que, para muchos de nosotros, envejecer y morir son el único escape de una vida insatisfactoria. Hace varios años, cuando “Final Exit”, manual sobre el suicidio, se convirtió en un éxito de ventas, su público principal se componía de personas afectadas por una enfermedad incurable o por un dolor crónico, físico o emocional. La forma lenta que la Naturaleza ofrece para suicidarse, el envejecimiento, no les parecía suficientemente rápida. Por horrendo que esto pueda parecer, toda una vida de enfermedad y dolor sería aún más horrenda sin salida ni liberación. “Si no fuera por la muerte –dijo cierto gurú indio a sus discípulostodos nos condenaríamos a la senilidad eterna”. Aún sin senilidad, la vida puede acabarse en cualquier momento. “Espero con ganas la muerte –dijo un agricultor retirado de Port Angeles-, por todas las cosas que he hecho y que ya no puedo hacer. No temo a la muerte en absoluto. Si me tocara morir ahora mismo, me parecería bien. En cualquier momento estoy dispuesto”. Estas palabras ¿expresan resignación, serenidad, apatía, coraje, derrota? No podemos saberlo. En realidad, éste señor hizo tal declaración al cumplir los 100 años y aún estaba vivo a los 104. Pese a sus palabras, su yo más profundo parecía tener más ganas de vivir. 66


Estos ejemplos demuestran que la vida no tiene un solo valor, sea positivo o negativo. Morir es una forma de cambio, y como tal, debe ser vista dentro del marco más amplio del no cambio. En el flujo de la vida, la destrucción nunca se queda con la última palabra; en cada oportunidad, la creación saca un Fénix de las cenizas. Toda célula sabe como dividirse para formar dos células y todo átomo destrozado puede reagruparse en átomos nuevos. Los maestros espirituales de la India creen que el espíritu humano tiene una tendencia natural a buscar una libertad y una satisfacción sin límites. La mente humana contiene ocultas corrientes que impulsan nuestros pensamientos y emociones hacia una realidad superior. En la India esto recibe el nombre de “dharma”, antigua palabra sánscrita que se puede traducir de diversas maneras. Significa ley, orden, deber y conducta correcta. El dharma de una persona es su trabajo o profesión; también es la responsabilidad para con su familia, el propósito superior de su vida y el ideal espiritual con el que está comprometido. La raiz de la palabra dharma es un verbo que significa “sostener”. En su sentido más amplio, dharma es lo que sostiene al individuo, la fuerza orientadora que pone orden en el caos. Por lo tanto, la manera última de evitar la entropía, el envejecimiento y la muerte es vivir en estado de dharma. El universo evoluciona porque lo guía una corriente de dharma; es la inteligencia invisible que teje la trama de la vida. La consciencia humana es capaz de tocar directamente el dharma, de conectarse con él y guiar de ese modo su propia evolución. Esto, finalmente, es lo que nos hace humanos: no sólo evolucionamos, sino que guiamos nuestra propia evolución. Dharma no es un conjunto de enseñanzas religiosas, sino una verdadera fuerza que se puede descubrir y utilizar. Los seres humanos no estamos atrapados en el tiempo, estrujados en el volumen de un cuerpo y la duración de una vida. Somos viajeros en el infinito río de la vida. Eso es lo que Cristo quería decir al aconsejar “Sed en el mundo, pero no de él”. La Tierra es una bella joya verde y azul, que pende en el tapiz de la eternidad. Por mucho tiempo que permanezcamos aquí, para beber el agua pura y aspirar el aire vivificante, nuestro hogar es, antes que nada, la eternidad. Somos de esencia atemporal. 67


La inteligencia, el poder y la libertad sin l铆mites son inherentes al campo unificado que Einstein y los antiguos sabios compartieron en su visi贸n.

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ETERNIDAD - Manuel L贸pez Arrabal -

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LA ETERNIDAD El tiempo es relativo, la Eternidad es Absoluta Situémonos en el momento de la Gran Explosión o Big-Bang, momento en el que la ciencia sitúa el origen del espacio y del tiempo. Según aparece en Wikipedia: “La teoría del Big-Bang es un modelo científico que trata de explicar el origen del universo a partir de una singularidad espacio-temporal”. Gracias a esta teoría, nuestros telescopios más potentes se han enfocado hacia las galaxias más lejanas para tratar de acercarse a la materia-energía primigenia tras la Gran Explosión. Pero también se han usado los aceleradores de partículas para tratar de simular las condiciones más parecidas de lo que pudo haber ocurrido en aquél distante momento, que los científicos contemporáneos sitúan hace unos trece mil setecientos millones de años. Desde entonces, se dice que el universo ha ido expandiéndose, que actualmente se puede comprobar que aún lo sigue haciendo y que no se sabe si algún día dejará de hacerlo para estabilizarse o comenzar a contraerse. También se dice que la flecha del tiempo discurre en una sola dirección mientras el universo siga expandiéndose, es decir, que discurrirá sin interrupción desde el pasado hasta el futuro pasando por el presente mientras el universo no se estabilice o empiece a contraerse. Suponiendo que todo esto fuese cierto, tendremos que pensar que también todo es relativo, puesto que lo que se desplegó desde el citado momento de la Gran Explosión podían ser simultáneas realidades paralelas de espacio-tiempo, siendo la dimensión que nosotros percibimos solo una de las muchas posibles. Esto también lo explican muy bien las teorías de los multiversos o universos paralelos y las realidades supersimétricas en el marco de la teoría de supercuerdas. Hasta aquí he querido daros una breve explicación del origen del espacio y del tiempo tal y como lo conocemos y de sus complejas posibilidades y probabilidades posteriores. Sin embargo, donde de verdad me interesa llegar y centrar la atención es en lo que para mi tiene más importancia: ¿qué existía “antes” de la Gran Explosión? Evidentemente, desde nuestra concepción del tiempo lineal, asociado a la tridimensionalidad de nuestro espacio, no podemos concebir la posibilidad de una “antes” del Big-Bang porque ni el uno 70


ni el otro existían. Esta cuestión no puede ser respondida por el intelecto y creo que ni siquiera hay teorías científicas que se atrevan a conjeturar qué había “antes”, ya que el tiempo y el espacio, para la ciencia, aún no existían y por lo tanto no habría “nada” que buscar ni medir. Que yo sepa todas las teorías científicas y ecuaciones matemáticas que se han usado y usan son las del preciso momento del Big-Bang y las de su inmediato despliegue posterior que, como mencioné antes, se tratan de recrear en los aceleradores de partículas. No obstante, me voy a atrever a explicar de forma muy genérica y brevemente sobre qué intuyo que podía haber existido “antes” de la singularidad especio-temporal primigenia. El “antes”, posiblemente lo hayan podido tratar de explicar de alguna manera, solo algunos científicos creyentes o espirituales que se hayan preguntado sobre dicho enigma, llegándoles la respuesta conforme a su fe o creencias. Pero seguramente, solo se habrán acercado más a dicha respuesta aquellos místicos que, en lugar de buscar a través de telescopios, aceleradores de partículas o ecuaciones matemáticas, han buscado en su interior y encontrado la respuesta en estado de máxima quietud. En mi caso personal, dada la tremenda experiencia mística, a la que denomino “mi Regalo del Cielo”, que experimenté en el año 2007 y que cuento en el epílogo de este libro, me veo empujado a expresar mi teoría sobre qué ocurrió en ese llamémosle preespacio/tiempo, aparentemente vacío, previo al Big-Bang. Digamos, que las condiciones para la detonación de un Big-Bang existen eternamente en cualquier “lugar” del infinito “espacio/tiempo matriz-virgen”. Podríamos decir que toda la creación (visible e invisible), está inmersa y al mismo tiempo sostenida por un “espacio/tiempo matriz-no virgen” al que podríamos llamar Omniverso. Y al “espacio/tiempo matriz-virgen” donde aún no existe nada creado podríamos llamarse “MetaOmniverso” (serían como los espacios/tiempos latentes aún no manifestados). Digamos que el “espacio/tiempo matriz” no es ningún tipo de espacio ni tiempo en particular, pero si es todas las posibilidades de espacios y tiempos posibles a la misma vez, es decir, contiene potencialidad pura de manera eterna e infinita. Por eso intuyo que toda la creación, por muy vasta que sea, en todas sus modalidades y dimensionalidades es siempre finita, pero que se desenvuelve en un “espacio/tiempo matriz” infinito que la alberga y que le permite expandirse eternamente. Quizás me acerque o quizás 71


me aleje de la “realidad” primigenia de todo lo que fue, de todo lo que es y de todo lo que será, pero actualmente es lo que presiento o intuyo. Para explicarlo un poco mejor, y para que nuestra mente racional también lo pueda entender, aunque sea vagamente, diré que antes del Big-Bang, después de él, ahora mismo y siempre, han existido, existen y existirán como unas especies de “semillas primigenias de la creación” en estado latente, contenidas en cualquier “espacio/tiempo matriz-virgen”, donde lo creado aún no se ha manifestado. Utilizando el símil del escultor y su obra, el “vacío absoluto” (espacio/tiempo matriz-virgen) previo al Big-Bang sería como el recipiente donde se encontraba la sustancia primigenia o “barro” que utilizó la Inteligencia Creadora para moldear su creación. ¿Y adónde quiero llegar con todo esto? Pues muy sencillo, a que “antes”, durante y después de la Gran Explosión existe la Eternidad. Digo “existe” en presente, porque en la Eternidad se conjugan simultáneamente lo que conocemos mental y experiencialmente por pasado, presente y futuro. En la Eternidad coexisten sin separación alguna el Creador y la Creación, es decir, Creación & Creador o Creador & Creación son exactamente lo mismo. Podríamos decir que el “antes” de la Creación es el aspecto espiritual o dimensión más profunda de toda la post-Creación (aspecto espiritual y material a la vez). El aspecto espiritual profundo siempre permanece inalterable bajo el aspecto material de la Creación que percibimos con nuestros sentidos. Para sacar un poco de luz de todo esto, voy a usar como analogía la que tantos textos sagrados y corrientes místicas de todos los tiempos han usado para explicar el fenómeno de la Creación. Se trata de la dialéctica Quietud/Movimiento que explica perfectamente los aspectos simultáneos e inseparables del Creador y su Creación. Por tanto “antes” de la Gran Explosión, podríamos decir que existía una eterna Quietud con un potencial infinito de Movimiento. Sin embargo, una vez que se origina el Big-Bang, pudiera parecer que la Quietud desaparece para dar paso a un continuo Movimiento de creación y expansión. Pero son solo apariencias, puesto que la dimensión primigenia, la más profunda del Creador y la Creación, eternamente es Quietud (con un infinito potencial de Movimiento). El universo que percibimos con nuestros cinco sentidos, incluido nuestro propio cuerpo, es puro movimiento y constante cambio, sin embargo la inteligencia espiritual o dimensión más profunda que 72


subyace a las apariencias del universo físico, es eternamente inmutable e invariable, es pura Quietud. Tales consideraciones universales, usando la analogía de “lo que es arriba es abajo”, son perfectamente aplicables a los seres humanos. Nosotros (nuestro cuerpo-mente con el que se identifica nuestro “pequeño yo” o “ego”) somos aparentemente Creación, separada del resto de Creaciones (otros seres humanos y resto del universo), en proceso de continuos cambios, transformaciones y movimientos, sometidos a las leyes físicas del espacio-tiempo, desplegando nuestras experiencias en un mundo compartido donde otros despliegan las suyas, y todo esto con un principio y un fin. Sin embargo, si logramos conectar con nuestra dimensión más profunda (con nuestro Yo Verdadero), nos daremos cuenta que ahí dentro solo existe Quietud, o lo que es lo mismo, Paz y Amor en estado puro: la Paz sería como la eterna Quietud que subyace al Amor (el Infinito Potencial de Movimiento o Fuente de la que mana el Movimiento). Por otro lado, habrás escuchado alguna vez: "El Amor es la fuerza más poderosa del Universo" o "Dios es Amor", pues bien, tanto tu como yo somos en esencia Amor: puro potencial de Movimiento o Acción. Y el Amor Incondicional sería como el despliegue que hacemos hacia el mundo "exterior" de ese Amor que somos. Resumiendo: Si la Paz y el Amor que en esencia somos se corresponde con la Quietud, el Amor Incondicional que desplegamos como Movimiento sería el Resplandor de esa Quietud. Por tanto, Amor es Dios (por ejemplo, tu y yo) y Amor Incondicional es Dios en acción (por ejemplo, nosotros experimentando y expandiendo el Amor que somos en la atemporalidad del Aquí y Ahora Eterno). Como resumen, podríamos decir que tanto en nosotros mismos como en el resto de la creación, existen dos dimensiones simultáneas a las que podemos acceder (el cómo acceder o salir de ambas lo veremos más adelante): la dimensión profunda, interna o espiritual y la dimensión superficial, externa o material. La fuente de la que mana la primera es la Eternidad, sin principios ni fin, donde siempre ha existido lo inmutable e invariable y que nunca podrá perecer ni dejar de existir: es el Reino de lo Absoluto. Y la fuente de la que mana la dimensión material, aún siendo también la Eternidad, nuestros sentidos la perciben dentro del espacio y desplegada a lo largo del tiempo, donde en la mayoría de los casos 73


(por ahora) la experimentamos desde nuestro ego: este sería el reino de lo relativo. Para finalizar este capítulo, quiero copiaros un hermoso fragmento del libro gratuito “Amor: Vida y Consciencia” de mi amado amigo Emilio Carrillo, que nos ayuda a recordar quiénes somos y qué hemos venido a hacer aquí, en la Tierra: “Nuestro ser interior es Quietud y no necesita saberes, ni deberes, ni quereres, ni quehaceres, nada precisa ni requiere y la felicidad es su Estado Natural. Eso es lo que somos. Pero por algo estamos encarnados en Tercera Dimensión. Somos seres maravillosos y divinales y nuestra esencia es la Quietud, mas estamos aquí para desplegar el Movimiento en este Aquí y Ahora y traer el Cielo a la Tierra, transformando la Tierra en el Paraíso del que voluntariamente salimos para, precisamente, crearlo aquí.”

Las distintas manifestaciones del tiempo La mayoría de nosotros, cada día, estamos la mayor parte del tiempo recordando el pasado o proyectándonos hacia el futuro, es decir, estamos experimentando desde nuestro pequeño yo o ego. Éste es una ficción mental creada de manera inconsciente para que dirija nuestra vida en modo de “piloto automático”, que por cierto es muy necesario para mantenernos con vida y evitar accidentes cuando no vivimos en el aquí y ahora (cosa que realizamos la mayoría de nosotros la mayoría de las veces). El ego vive del tiempo, que es precisamente lo que continuamente le damos cuando viajamos al pasado o al futuro, puros objetos mentales a los que se aferra y de los que se nutre. Las mentes que son manipuladas y usadas por el ego son un continuo ir y venir de pensamientos incontrolados que afloran sin cesar en ellas. Y esto no significa que sea malo, simplemente es así. Prueba a cerrar los ojos durante cinco minutos y trata de aquietar tu mente, a ver qué pasa. Si has logrado conectar con la vacuidad de tu dimensión espiritual durante esos cinco minutos, ¡enhorabuena! Tu mente podría no estar al servicio de tu ego y quizás no lo esté, pues en esencia la mente está diseñada para servir a nuestro Verdadero Yo y no al revés.

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Dicho esto, y como la mayoría de nosotros aún no hemos aprendido a aquietar y dirigir nuestra mente, voy a copiaros el capítulo de mi primer libro “La huelga tranquila” titulado “El final de los tiempos”. Un título muy apropiado, pues de eso se trata, de que internamente seamos capaces de salirnos voluntariamente cada vez que lo deseemos del tiempo (de cualquiera de los que a continuación se describen) y aprendamos a conectar con lo Absoluto a través del aquí y ahora eterno. De este modo el ego no tiene dónde aferrarse, por lo que desaparece mientras estemos instalados en lo Eterno. Los tiempos lineal, circular o pendular (como veremos a continuación) seguirán existiendo como parte de nuestra doble dimensión consciencial (la atemporal o Eterna y la espacio-temporal); y en cualquiera de ellos nos moveremos cada vez que lo necesitemos. Así, el uso que hagamos del tiempo no nos estresará, e incluso si lo deseamos, sabemos cómo conseguirlo y lo hacemos, podría no afectarnos a nivel celular, es decir, a nivel del envejecimiento. Por tanto, el fin de los tiempos es una meta alcanzable para el ser humano; y para ello, lo único que debemos hacer es aprender a instalarnos en la Eternidad, nuestra Gran Referencia, anclándonos en Ella mediante la toma de consciencia de Vivir una vida de aceptación llena de Amor, a través de la práctica del Aquí y Ahora: el único momento y lugar donde la Vida se desarrolla, nuestro verdadero hogar. “Con el cambio de milenio (y a finales del año 2012), nuestra cultura occidental especuló sobre grandes cambios en nuestra civilización, e incluso en ciertos sectores de la sociedad, se habló del posible “fin del mundo”. En otras culturas y en casi todas las religiones, también se anuncian desenlaces finales sobre la Tierra y la Humanidad. La mayoría de estas creencias provienen de múltiples profecías que anuncian el fin de un ciclo y el comienzo de otro. Llegados a este punto, es conveniente reflexionar sobre las distintas concepciones que sobre el factor tiempo tienen las distintas culturas y escuelas de pensamiento, y de esta manera, poder explicar el polémico y muchas veces temido acontecimiento del “final de los tiempos”. En cuanto al pensamiento científico, el factor tiempo se inicia con el conocido Big Bang que originó nuestro Universo. De la misma forma, finalizaría cuando el mismo retrocediera y colapsara en un Big Crunch. Por tanto, la flecha del tiempo lineal avanzará en una 75


dirección mientras el Universo se expanda, pero cambiaría de sentido, si en algún momento llegara a contraerse. Para la ciencia, “el fin de los tiempos” ya tuvo lugar muchísimas veces, es decir, ocurrió en cada ocasión en que una gran catástrofe asoló el planeta, siendo los seres humanos junto a otras especies, los beneficiarios de esas magnas extinciones. Debemos nuestra existencia a esos fines del mundo que han jalonado la historia de los seres vivos. No sólo la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años, sino por ejemplo, la del fin del periodo Pérmico, que borró el 95% de las especies de la faz de la Tierra… Y si las cosas hubiesen sucedido de otra manera, sencillamente no estaríamos aquí para contarlo. Según el pensamiento judeocristiano, el tema del “fin de los tiempos” proviene directamente de la Biblia, que inventó el concepto del tiempo lineal, con un principio conocido y un fin desconocido. Esta concepción del tiempo ha influido en todo el desarrollo del pensamiento occidental, pues cada época agitada creaba sus propios miedos de destrucción definitiva. Si el libro del Génesis se propone explicar el origen del mundo, los distintos relatos escatológicos de la Biblia se esfuerzan en describir el “fin de los tiempos”. Sin proporcionar ninguna fecha, el Apocalipsis de San Juan anuncia un cierto número de acontecimientos, en su mayor parte dramáticos, que deben marcar la historia de la Humanidad hasta el día del Juicio Final, en el que Dios interrumpirá el trascurso de la historia y juzgará a todas las criaturas según sus actos. Este libro habla asimismo de un periodo de mil años, en el que el Diablo será encadenado y verá el triunfo de Cristo sobre la Tierra. En relación al pensamiento oriental, el hinduismo y el budismo consideran que el Universo en general y el ser humano en particular, están influenciados por una concepción del tiempo cíclico o redondo, donde finalmente y al cabo de ciertos períodos de tiempo se regresa al punto de partida. En mayor o menor medida, albergan un conocimiento que les permite predecir la finalización de un ciclo y el comienzo de otro. Las civilizaciones griegas, sumerias, egipcias y Mayas, además de la mayoría de culturas indígenas, también participan de esta concepción. Sin embargo hay que matizar que en el tiempo cíclico realmente no volvemos exactamente al mismo punto de partida, puesto que en ese caso no existiría avance ni evolución. Realmente habría que definir al tiempo cíclico como elíptico y de rotación en forma de espiral. Al igual que nuestro 76


Universo visible se expande en el espacio y así como los planetas orbitan elípticamente alrededor de una estrella, el tiempo cíclico cuando tiende a regresar a su punto de partida, lo hace en un punto más interior al de su coordenada anterior, y asimismo dentro de cada ciclo experimenta contracciones y expansiones al igual que un planeta cuando por su órbita experimenta un acercamiento o alejamiento con respecto a su estrella. En resumidas cuentas, podríamos decir que el Universo que conocemos se expande en el espacio y se contrae en el tiempo. Y desde el punto de vista del pensamiento teosófico, la concepción del tiempo es similar a la del pensamiento oriental, que se explica a través de una Ley Universal conocida como Principio del Ritmo. Este Gran Principio Hermético, considera que todo se manifiesta en un movimiento semejante al de un péndulo, todo va y viene, fluye y refluye, asciende y desciende. La medida de dicho movimiento hacia un extremo, es la misma que hacia el otro extremo. Por analogía con el Principio del Ritmo, se puede citar la conocida Ley de Atracción que nos explica que todo acontecimiento, sentimiento o emoción que nos sucede lo atraemos en la misma medida que lo deseamos, rechazamos o pensamos. Dicho de otro modo, lo semejante atrae a lo semejante, es decir, cuando tenemos un tipo de pensamiento, atraemos pensamientos semejantes. Todo lo que emitimos, ya sean pensamientos, palabras o acciones, en algún momento posterior regresan con la misma intensidad a su origen, al emisor. De esto último, puedo deducir que mis pensamientos actuales crean mi vida futura, manifestándose en ella todo aquello en lo que más enfoco mis pensamientos. La Ley de Atracción, al igual que el Principio del Ritmo son Leyes Universales tan imparciales e impersonales como la propia Ley de la Gravedad, siendo ambas absolutamente precisas y exactas.” No está mal conocer la relatividad de cada uno de estos tiempos, aunque sobre ellos (o a causa de ellos) puedan desarrollarse las citadas Leyes Universales, porque al fin y al cabo vivimos en un planeta físicamente denso, mientras conducimos un vehículo corporal también físico y, por ahora, también denso, afectados ambos por alguna clase de tiempo. Es inevitable que como seres adaptados a los ciclos naturales de nuestro planeta (básicamente día-noche y vueltas de la Tierra alrededor del Sol), tengamos que usar el factor tiempo continuamente para nuestros propósitos 77


cotidianos de supervivencia y para planificar nuestras actividades futuras. Sin embargo, si nos limitáramos a usar el tiempo simplemente para estos menesteres, en la mayoría de los casos, no deberíamos ocupar más de quince minutos al día en mirar el reloj o trabajar la agenda para ejecutar con éxito nuestro necesarios quehaceres vitales, quedando el resto del tiempo de vigilia para ser vividos del único modo y en el único lugar en el que realmente podemos Vivir: centrados en el Aquí y Ahora Eterno. Sin embargo, todos sabemos que no es así, que más bien es casi al revés: vivimos la mayor parte del tiempo pensando, recordando y deseando mientras se nos escapa el momento presente. Pero esto, afortunadamente, tiene fácil solución, como podréis comprobar con las prácticas que expongo en los últimos capítulos.

Vivimos bajo el influjo de un tiempo mecánico También del libro “La huelga tranquila” he extraído otro capítulo que considero necesario conocer y que os copio a continuación, para que sepáis cómo el calendario gregoriano nos dificulta conectar con el aquí y ahora eterno. Veremos también cómo hay alternativas más armónicas y naturales que nos facilitarían Vivir la Vida en máxima comunión con el presente eterno. Pero así y todo, el calendario gregoriano no es ningún obstáculo si lo usamos únicamente para planificar nuestras actividades más esenciales, adoptando paralelamente de manera interna el calendario de la Eternidad: Vivir la mayor parte del “tiempo” que nos sea posible desde la atemporalidad o Eternidad. Para ello, debemos desconectar el “piloto automático” del ego y tomar conscientemente las riendas de nuestra vida dirigiéndola desde nuestro Yo Profundo. Y ¿de qué manera? Seguro que a estas alturas ya sabéis la respuesta: Viviendo y gozando del Eterno Presente (palabra ésta que significa “regalo”); maravillándonos y disfrutando plenamente de cada instante; saboreando intensamente cualquier experiencia que ocurra en el despliegue del aquí y ahora; aceptando inmediatamente cada momento que vivamos, pase lo que pase y sea lo que sea, pues toda situación que experimentemos en nuestras vidas siempre fue, será y es una bendición. “Para los pueblos primitivos el tiempo era una sucesión confusa de días y noches, pero a medida que el hombre evolucionó, apareció la 78


necesidad de medirlo. Por ello, a lo largo de la historia se han creado diversos tipos de calendarios así como distintas formas de medirlo. Actualmente, existen multitud de calendarios como son el hebreo, el musulmán, el chino, el tibetano, el hindú y otros muchos, siendo el gregoriano el más extendido en países y territorios. A continuación vamos a conocer los orígenes del calendario gregoriano, sus irregularidades y los perjuicios que ocasiona, para pasar luego a explicar las ventajas de medir el tiempo con otros calendarios que funcionan en armonía con nuestra galaxia. Antes del primer calendario solar, los antiguos egipcios y la mayoría de pueblos y civilizaciones que medían el tiempo, usaban calendarios basados en los ciclos de la luna. Hacia el tercer milenio A.C., los egipcios inventaron el calendario solar de doce meses de treinta días, más cinco días adicionales. Este fue adoptado por los romanos a partir de la fundación de Roma en el año 753 A.C. Luego, el año romano se redujo a 10 meses, comenzando su año en marzo y terminando en diciembre (Martius, Aprilis, Maius, Iunius, Quintilis, Sextilis, September, October, November y December). Posteriormente, se añadiría al calendario dos meses más después de diciembre (Ianuarius y Februarius), terminando el año en febrero. En el año 153 A.C. se adelanta el inicio del año a principios de enero, y más tarde, Julio César y Augusto César cambiarían “Quintilis” y “Sextilis” por “Julius” y “Augustus”. En el año 46 A.C. Julio César reformó el calendario romano, pasando a llamarse entonces calendario juliano. Este calendario, a su vez, fue adoptado por el cristianismo no ortodoxo a partir del Concilio de Nicea en el año 325 de nuestra era, en el que se fijó el momento en que debía celebrarse la Pascua y en relación con esta las demás fiestas religiosas móviles. En los países de religión ortodoxa el calendario juliano se mantendría hasta principios del siglo XX. Cabe destacar que el inicio del año en el antiguo calendario romano, se estableció en el mes de marzo, coincidiendo con el inicio de la primavera, que es cuando se decidían las campañas militares del año. Marzo deriva de “Mártius”, mes de Marte, el Dios de la guerra. Cuando se adelanta el inicio del año a enero, se hace también para planificar las campañas militares debido a las guerras celtibéricas y a los problemas derivados de la conquista y asedio de Numancia. 79


En el siglo VI, el Papa Juan I pidió al monje Dionisio el Exiguo que elaborara una cronología cristiana de la historia humana, basada en la fecha de la llegada de Jesucristo. Hasta entonces los acontecimientos se fechaban a partir de la fundación de Roma, “ab urbe condita” (a.u.c.). Dionisio situó la fecha del nacimiento de Jesús de Nazaret, el 25 de diciembre del 753 a.u.c. A continuación fija el comienzo de la era cristiana ocho días más tarde, es decir el 1 de enero del 754 a.u.c., cuando supuestamente el Mesías tenía 8 días. Esto se debe a que en el calendario juliano el año comenzaba el día uno del mes enero. Al tomarse como referencia ese primer día del año 754 a.u.c., se comete un error aritmético al considerarlo equivalente al 1 de enero del año uno. Esto es lo que provoca que los siglos comiencen por 01 y no por 00. Si se hubiera llamado a esta fecha fundadora 1 de enero del año cero, todas las polémicas sobre el principio de los siglos y milenios no habrían tenido razón de ser. Asimismo, Dionisio se equivocó con respecto a la fecha del nacimiento del niño Jesús. Por falta de información, situó su venida al mundo cuatro años después de la muerte del rey Herodes, lo que no cuadra con el relato de los Evangelios. No poseemos fuentes históricas precisas sobre su nacimiento, pero sí conocemos la fecha de la muerte del famoso Herodes en el año 750 a.u.c. Por tanto Jesucristo nació en el año 4 A.C. o antes, y según múltiples investigaciones al respecto tuvo que ser en verano. Varias teorías sitúan el día de su nacimiento en el 21 de agosto. En el año 1582, el Papa Gregorio XIII introdujo otra reforma al observarse el desfase entre el año civil y el año trópico, siendo este último el período que tiene ver con el inicio de las estaciones. Pero al no tomar totalmente en cuenta el movimiento designado como precesión de los equinoccios, tenemos actualmente un desfase de aproximadamente 78 días, con lo que el inicio de cada año no ocurre el primero de enero, sino el 20 de marzo del año gregoriano. Ya en el año 125 A.C., Hiparco, llamado el gran observador, descubrió que la posición de los equinoccios y los solsticios no permanecían invariables con respecto a las estrellas y logro medir esta variación con bastante exactitud para los medios que se disponían en esa época. 80


En estos momentos es importante señalar, que para medir las horas, los romanos usaron relojes de Sol y dividieron el día en 12 horas. Posteriormente, la división del día se duplicó al aumentarse el número de horas diarias a 24. Más tarde, tras la invención de los relojes mecánicos continuó la división del tiempo, estableciéndose fracciones de este cada vez más pequeñas con los minutos y los segundos. La base de división de los días en 12-24 horas, de las horas en 60 minutos y éstos en 60 segundos respectivamente, se tomó de los sistemas duodecimal y sexagesimal de raíces comunes, posiblemente babilónicas, y que posteriormente fueron usados por los árabes. El problema que han tenido todas las civilizaciones a la hora de medir el tiempo, es debido a que la naturaleza no produce regularidades astronómicas que permitan establecer ciclos numéricos simples. La Tierra no gira alrededor del Sol en 365 días, ni en 365 días y un cuarto, sino en 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,967… segundos. Las semanas no corresponden a ningún ciclo natural. La rotación de la Tierra nos revela una división del tiempo en días, pero la clasificación de esos días en grupos de siete es una decisión de ciertas culturas. En la medida en que 365 no es divisible por 52, hay todos los años un día adicional que desplaza a las semanas, salvo en los años bisiestos. El origen de los años bisiestos se debe a Julio Cesar, quién reforma el calendario romano y lo basa en años de 365 días y un cuarto. César no tiene en cuenta las horas y minutos adicionales y restablece los tres cuartos del día que falta con un año de 366 días (bisiesto por sus dos números seis), cada período de cuatro. El sistema funciona más o menos bien, pero añade tiempo extra a la duración de cada año. Esto causó que en el curso de los siglos ese tiempo complementario sumara nuevos días, provocando un desfase con respecto al inicio de las estaciones. En cuanto a la precesión equinoccial, también llamada retrogradación de los equinoccios, esta se produce porque la Tierra gira diariamente sobre un eje que está sometido a diversas fuerzas centrípetas, centrífugas y otras como consecuencia de aceleraciones y desaceleraciones, las cuales provocan que el planeta no gire de forma estable sobre su eje, sino sobre un punto del mismo. Estas fuerzas generan un balanceo o movimiento de cabeceo del planeta, 81


similar a lo que ocurre cuando hacemos girar un trompo. La Tierra tarda aproximadamente 26.000 años en completar los 360 grados de su movimiento precesional. Por todo lo anterior, podemos concluir el aspecto histórico y astronómico de este capítulo y explicar brevemente dos calendarios muy tenidos en cuenta a nivel mundial, aunque no reconocidos oficialmente. El calendario precesional tiene también doce meses al año, pero no necesita ser corregido mediante años bisiestos, ni ningún tipo de ajuste. Todos los años comienzan el primer día de Aries, es decir, el 20 de marzo del calendario gregoriano y terminan el último día de Piscis, pasando por el resto de meses, cuyos nombres coinciden con los asignados a los signos del zodiaco. Estos meses están sincronizados y en armonía con las energías de las doce constelaciones zodiacales, estando además ajustados al año trópico y por tanto al referido movimiento de la precesión de los equinoccios. Este calendario es de origen esotérico y se usa actualmente por numerosos grupos de seres humanos en todo el planeta. Comienza su cuenta a partir del gran ciclo de tiempo llamado Kali Yuga (período de 432.000 años que aparece en las escrituras hinduistas). Según las escrituras védicas y coincidiendo con el astrónomo Aria Bhatta (476-550 D.C.), este ciclo comenzó en el año 3102 A.C., cuando Krishna estaba presente en la Tierra, casi coincidente con el inicio del calendario Maya. El año precesional, al igual que el año del antiguo calendario romano, comienza con el inicio de la primavera. Todos los ciclos de la naturaleza, comienzan por el nacimiento o principio de algo y terminan en su muerte o final. Por simple sentido común, no puede ser que el nacimiento de un año astronómico terrestre comience en pleno invierno, sin ni siquiera coincidir con el solsticio, donde las horas de luz solar escasean y la vida se inhibe o hiberna. Sin embargo, la razón nos dice que el inicio o nacimiento del ciclo anual debe coincidir con el inicio de la primavera (marzo en el hemisferio norte del planeta y septiembre en el hemisferio sur), momento en el que brota la vida, para luego llegar a su máximo esplendor con la llegada de los días de más luz en verano. Posteriormente, con la 82


disminución de las horas de Sol en otoño, se va reduciendo el tono vital de la naturaleza, hasta llegar a su mínima expresión con la llegada del invierno. Además de no ser enero el mes en que comienza el año astronómico terrestre, hay que tener en cuenta que en dicho mes situó el Imperio Romano el inicio del año por puros intereses bélicos. Por tanto, podemos concluir que el calendario gregoriano es inapropiado para la Humanidad actual, siendo los calendarios precesional y el que a continuación expondré, unas alternativas muy válidas para medir el tiempo de manera más acorde con las necesidades humanas. Existe otro calendario, cada vez más tenido en cuenta a nivel mundial, basado en la sabiduría de los Mayas: el calendario de las trece lunas. Este calendario también llamado lunar fue apoyado activamente por la Cámara Internacional de Comercio en 1931 y por personas como Eastman Kodak y Mahatma Gandhi. Es un calendario de base lunar, que tiene muy en cuenta el aspecto femenino por coincidir con el ciclo de menstruación de la mujer: se compone de 13 meses de 28 días. Esto lo diferencia enormemente del calendario gregoriano que es de base solar y que fue impuesto por un modelo de sociedad totalmente patriarcal o masculina. El calendario de 28 días hace más fácil la contabilidad, y permite que cualquier día caiga año tras año en el mismo lugar de la semana. Comienza el día 26 de julio del calendario gregoriano y termina el 24 del mismo mes. El día número 365 es el 25 de julio, también llamado Día Fuera de Tiempo, pues no se integra en ninguna semana del año. Este día era considerado sagrado por los Mayas, al sincronizarse el Sol con la estrella Sirio. En él se celebraba el término de un ciclo anual y el comienzo de otro, mediante meditaciones, rituales y celebraciones destinadas a la limpieza de las impurezas acumuladas, y también, a la absorción de energías purificadoras para el nuevo año. El calendario 13 lunas/28 días, no es una nueva idea. Además de los Mayas, los Druidas utilizaban el calendario árbol con una cuenta de 13 por 28 más 1, al igual que lo hacían los Incas, los antiguos Egipcios, los Etruscos, los Polinesios y otras muchas culturas ancestrales. 83


La perfección matemática del calendario trece lunas puede ser exhibida por la ecuación: 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28. La sincronización del Día Fuera de Tiempo, se corresponde con un evento astronómico regular relacionado con la estrella Sirio, que nos armoniza con nuestra galaxia. En su esencia, este calendario expresa el factor tiempo como una frecuencia constante 13:20. El 13 se corresponde con el número de ciclos lunares anual, con el número de ciclos de menstruación de la mujer al año, con el número de “tonos” del Tzolkin Maya y además con el número de articulaciones principales del ser humano. El 20 se relaciona con el avanzado sistema matemático vigesimal de los Mayas, con los 20 sellos o glifos del Tzolkin, y con los 20 dedos del ser humano. Esta constante define un nuevo reino de la realidad, el orden sincrónico, donde la sincronicidad es la norma y puede ser mapeado por códigos matemáticos. Sin embargo, el calendario gregoriano se expresa a través de la frecuencia 12:60, que hace del tiempo una frecuencia mecánica e irregular. Esta frecuencia se corresponde con la división del año en 12 meses, del día en 24 horas y de la hora y minutos en 60 minutos y 60 segundos respectivamente. Esto provoca en los seres humanos aceleración, estrés, mayor competitividad, alienación, depresión y esclavitud. La combinación del calendario gregoriano y del reloj mecánico, produce una frecuencia artificial cuya aceptación inconsciente causa la separación de los humanos del orden biosférico natural. Tras el calendario gregoriano subyace la máxima de “el tiempo es oro”. En base a este lema la Humanidad ha sido programada para la competitividad, es estrés y la desesperación. Sin embargo, con el calendario trece lunas se considera que “el tiempo es arte”, pues nos permite adentrarnos en otra dimensión, donde se expresa plenamente la creatividad y la espiritualidad del ser humano en perfecta armonía con la Naturaleza.”

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El Espíritu del ser humano es Eterno y su Alma Inmortal: “Tus átomos tienen miles de millones de años y les queda otro tanto por vivir. En el futuro remoto, cuando se descompongan en partículas más pequeñas, no morirán, sino que se transformarán en otra configuración de energía. Los átomos no son, para empezar, otra cosa que energía transformada. La gravedad y sus fuerzas subatómicas afines, que mantienen unido tu cuerpo, no morirán jamás, aunque en algún futuro incognoscible puedan volver a los campos de fuerza mayores que les dieron origen en la Gran Explosión. Ya que estamos compuestos de ingredientes inmortales, ¿por qué no vernos bajo la misma luz?” De este genial modo, Deepak Chopra nos dice que nuestros cuerpos están compuestos por un cúmulo de átomos inmortales ordenados por fuerzas subatómicas. A mi modo de entender, dichas fuerzas o energías están regidas por unas leyes universales procedentes de una Inteligencia Superior; y la configuración de los cuerpos estelares, de los cuerpos planetarios y de nuestros propios cuerpos ha sido perfectamente diseñada y es sostenida por la misma Inteligencia Superior. La esencia de cualquiera de esos cuerpos es el Espíritu Eterno del que mana dicha Inteligencia. Antes de continuar, he de decir que mi percepción de la Eternidad y de la Inmortalidad procede de mi sabiduría interna. En mi continuo proceso de búsqueda de mi propia inmortalidad, desde que cumplí los 10 años de edad en esta vida, he encontrado múltiples respuestas externas (algunas muy dolorosas) que no me satisfacían en absoluto. Sin embargo, estando muy cerca de cumplir los 40 años de edad (tal y como podréis leer en el epílogo de este libro), recibí desde mi interior una maravillosa revelación que me decía no solo que era inmortal, sino eterno. Tres años más tarde llegó a mi vida un libro revelado titulado “El Libro de Urantia” (L.U.), del que elaboré un capítulo resumen para incluirlo en mi primer libro “La huelga tranquila” y que también incluyo en este libro, en el siguiente capítulo. El L.U., aparte de resonar profundamente en mi interior mientras lo leía, me corroboró exactamente lo que sentía y sabía acerca de la Inmortalidad/Eternidad. Bien es verdad que no tengo recuerdos de vidas pasadas y eso se ajusta perfectamente a lo que dice el L.U.: que nuestro planeta, al 85


igual que otros billones de planetas, es un mundo evolutivo de partida, donde moran seres ascendentes del tiempo y del espacio. Pero esto no significa que yo no haya tenido vidas pasadas, sino que simplemente no las recuerdo, o bien, que soy un “alma nueva” ascendente que no necesitará volver más a la Tierra cuando tenga que partir. También siento profundamente que cuando abandone mi actual cuerpo, no voy a necesitar reencarnar más en este mundo ni en ningún otro parecido a este, pues mi proceso de ascensión me llevará de mundo en mundo, a medida que vaya perfeccionándome, hasta alcanzar las múltiples “moradas celestiales” perfectas, del Gran Universo Central y de la Isla Nuclear de Luz y Vida (o Paraíso) que se encuentran en el centro de toda la Creación (según se revela en el L.U.). Tales moradas celestiales (o planetas arquitectónicos según se les denomina en el L.U.) no son visibles por nuestros telescopios más potentes puesto que la mayoría de ellas están hechas de materia sutil no perceptible por nuestros actuales sentidos. Y a tales moradas se refirió el Maestro Jesús cuando dijo “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, ya os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:1,2). En la parte final del L.U., también cuenta Jesús a sus discípulos que tendrá que abandonar este mundo antes que ellos y, de esta manera, podrá prepararles el camino de regreso hacia el Padre Universal. También se narra que al inicio de la carrera ascensional hacia el Paraíso, cuando abandonamos nuestro actual cuerpo y este planeta, primero debemos transitar por los siete “mundos de morada”, que a su debido tiempo también abandonaremos, para continuar la esplendente ascensión por moradas cada vez más perfectas conforme vayamos perfeccionándonos. Esto sería equivalente a lo que muchos de nosotros conocemos por transitar las distintas dimensiones, comenzando por la tercera (en la que estamos vibrando la mayoría de nosotros), continuando por la cuarta (la Madre Tierra, se dice que, desde hace poco tiempo ya está vibrando en cuarta dimensión), después quinta, sexta, séptima,…., hasta llegar a la dimensión espiritual más perfecta y sutil que existe, donde se encuentra la Fuente de Todo. Para ello usaremos distintos “trajes” (cuerpos físicos cada vez más sutiles) que iremos tomando y dejando conforme vayamos ascendiendo. Igualmente, siento en mi interior que en nuestro planeta todos los seres humanos somos creadores no solo de nuestra realidad visible, 86


sino también de la realidad que elijamos vivir (de manera consciente o inconscientemente) cuando nos vayamos de aquí. Somos cada uno de nosotros los que elegimos usar o no el “pasaporte a la Eternidad” que todos llevamos dentro; y podemos hacerlo eligiendo la reencarnación o la ascensión; aunque también, por nuestro libre albedrío, existe la opción de rechazar dicho “pasaporte a la Eternidad” al que tod@s, sin excepción, tenemos derecho. La mayoría de seres humanos, aunque no tengan una creencia muy definida sobre la vida después de la muerte, se deja arrastrar por los sistemas de creencias imperantes de la cultura y religión del lugar donde nacieron y viven. Y eso, bajo mi percepción, hará que quienes de corazón deseen continuar progresando espiritualmente (quienes eligen realizar la Belleza y la Bondad para alcanzar la Verdad), reencarnen en el mismo o distinto planeta evolutivo del tiempo y del espacio, o asciendan a otros mundos más perfectos de camino a la Isla Nuclear de Luz y Vida, o bien se queden vagando por aquí temporalmente en una especie de limbo intermedio (quienes libremente eligen el mal o estando muy apegados a la materia, eligen quedarse por aquí). Todo lo que acabo de contaros en este capítulo, es simplemente mi percepción actual y mi forma de entender y conciliar las distintas realidades posibles tras el abandono del cuerpo físico. Lo que sí tengo muy claro, es que soy al 100% responsable de mi vida. De que soy el único creador de mi vida actual, de las pasadas si las hubo y de las futuras que seguro habrá. Por tanto, puedo afirmar con absoluta confianza y seguridad que creer es crear, tanto en este plano dimensional como en los demás. Y en este caso creo y siento internamente que mi espíritu, al igual que el vuestro, es eterno y mi alma, al igual que la vuestra, inmortal. Repasando muy brevemente cuál es la naturaleza del espíritu y del alma humana, diré que el espíritu del hombre y mujer (su aspecto divino) es perfecto y perdura eternamente, sin principio ni fin. Podríamos decir que es la chispa divina (según el L.U., sería el fragmento de Dios que mora en cada ser humano) que se manifiesta desde el corazón humano en forma de Amor Incondicional. El alma, sin embargo, tiene un comienzo pero no un final (salvo que se rehúse usar el “pasaporte a la Eternidad”), es decir, es inmortal. El alma sería como un cuerpo de memoria trascendente (una especie de receptáculo sutil) donde se van acumulando todos los 87


pensamientos, sentimientos y experiencias que el ser humano va acumulando en sus sucesivas etapas de progresión espiritual. El alma avanzaría, por tanto, de un nivel a otro y de una etapa a otra por el maravilloso sendero de la evolución, desarrollando constante y progresivamente los atributos y aspectos divinos que atesora el ser humano en su interior. Para la conformación y evolución del alma, hay que tener en cuenta al menos tres verdades esenciales. Una, que dice: “El hombre o mujer cosecha lo que siembra”. Esta gran verdad no es más que consecuencia de la famosa Ley de Causa y Efecto, denominada en Oriente Ley del Karma. Dicha Ley es la que rige sobre nuestros merecimientos presentes según hayan sido nuestros pensamientos, palabras, acciones u omisiones de nuestra/s vida/s ya vivida/s. De esta primera verdad esencial deriva otra que dice: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Y la última verdad esencial, es la que Cristo nos reveló cuando dijo: “Sed perfectos como vuestro Padre en el Cielo es perfecto”. Esta explica claramente la frase bíblica (que, de igual manera, también se dice en el L.U.) de que el hombre y la mujer han sido hechos “en realidad y en verdad” a imagen y semejanza del Padre/Madre Celestial, y que inevitablemente deberán (a través del tiempo y por medio de la disciplina y aprendizaje de la/s vida/s) manifestar su divinidad esencial, así como perfectamente la demostró Jesús de Nazaret cuando anduvo sobre la Tierra. Por último, quiero despedir este capítulo al igual que empezó. Recordándoos que cada una de vuestras células está compuesta de “polvo de estrellas” (átomos inmortales), es decir, de los mismos átomos que en su momento formaron parte de nebulosas, estrellas o planetas ahora inexistentes. Y recordándoos, que en algún remoto día cada uno de vuestros átomos actuales, volverán a participar de la vida en forma de nuevas estrellas y planetas. Sin embargo, como sabéis, lo importante no es el “vehículo temporal” que dichos átomos conforman, sino el “Conductor Inmortal y Eterno” que lo dirige mientras se mantenga en condiciones de ser conducido. En este punto quiero copiaros un bello fragmento del libro “Poder, Libertad y Gracia” donde su autor, Deepak Chopra, mantiene un precioso diálogo con su nieta y en determinado momento le dice:

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- Sabes, Tara, cuando comes fruta y verdura, es la luz del sol y las estrellas la que hizo la comida que comes. Y cuando la comes, estás tomando la luz de las estrellas para hacer tu cuerpo, porque todo viene de la luz. Eres un ser de luz y tu cuerpo está hecho de luz. Incluso tus ojos, las estrellas los hicieron para poder verse a sí mismas. El universo se está mirando a sí mismo en forma de ti y de mí. Somos los ojos y los oídos del universo. El universo se mira, se saborea, se huele, se siente y se oye a sí mismo de muchísimas maneras a través de cada criatura: una abeja, un pájaro, un antílope, una mariposa… Esto me hace reflexionar sobre dos asuntos. Primero: que la composición de cada uno de los átomos de nuestro cuerpo es, al igual que los de la comida que ingerimos, en un 99,99% espacio vacío. El núcleo del átomo sería como nuestro sol y los electrones que lo circundan serían como los planetas de nuestro sistema solar, es decir, desde el perímetro esférico de la órbita de Plutón hacia el interior, más del 99,99% del espacio está “vacío”. Pues ese 0,01 de materia subatómica (protones, neutrones, electrones, etc.) es la parte inmortal del átomo y el 99,99% restante es el verdadero espacio donde se desenvuelve la Eternidad a través del espíritu, sosteniendo perfectamente a ese 0,01% hasta que decida transformarlo en otra cosa. Ese 99,99% es lo mismo en cada uno de nosotros y es también lo que nos une con cada uno de los 7.000 millones de seres humanos, únicos e irrepetibles, que habitan sobre la Tierra; y también es lo mismo que nos une con el resto de lo creado dentro y fuera de nuestro planeta. En esencia yo soy Uno contigo (“yo soy tú, como tú eres yo”) y al mismo tiempo, tú y yo, somos Uno con Todo. Y segundo asunto: que cada uno de nosotros como espíritus divinos que somos, somos imprescindibles para la Creación y el Creador, es decir, el Creador y la Creación no existirían si nosotros no existiéramos. Si tú no fueras, el universo no sería: Las mariposas vuelan por ti; los pájaros cantan por ti; las mareas suben y bajan por ti; el sol ilumina por ti; las estrellas brillan por ti; el aire que respiras existe para ti; los alimentos que tomas están para ti; esto lo escribo para ti, puesto que también existo por ti;…; en definitiva, toda la Creación y el mismísimo Creador no tendrían sentido sin ti. 89


El libro de Urantia De entrada he de decir que este capítulo, el último que integré en la segunda edición de mi primer libro, La huelga tranquila, es de especial trascendencia, al menos para mí. Es más, no puedo dejar de decir que desde que leí en su totalidad El Libro de Urantia, también conocido como “la quinta revelación de todos los tiempos”, ha pasado a ser el principal alimento espiritual que, en forma de lectura, he encontrado en mi vida; quizás porque explica con suficiente claridad qué es la Eternidad y cómo nuestra esencia (nuestro Yo Verdadero o Espíritu) y nuestra corporeidad (cuerpo y alma) proceden de Ella y están sostenidos por Ella. Me llegó a través de alguien que me regaló un CD con más de mil libros, quién además me advirtió que el mejor de todos ellos, por su trascendental contenido, era sin duda el titulado con el nombre que encabeza este capítulo. Se trata de un libro revelado de más de 2.000 páginas, donde Urantia es el nombre por el que se conoce a nuestro planeta desde otros mundos habitados. El libro completo se subdivide en cuatro partes: PARTE I: El Universo Central y los Superuniversos PARTE II: El Universo Local PARTE III: La Historia de Urantia PARTE IV: La Vida y Enseñanzas de Jesús Una tercera parte del libro, cerca de 800 páginas, la compone la parte IV del libro, siendo bajo mi punto de vista la parte más reveladora y trascendental de toda la obra. Realmente no llegué a confiar plenamente en la veracidad de las revelaciones que contiene El Libro de Urantia hasta que leí La Vida y Enseñanzas de Jesús. Entonces llegué al completo convencimiento de que el contenido de la parte IV tenía que ser la más profunda e inspiradora Vida y Enseñanzas de Jesús jamás antes publicada. Tras los seis meses que tardé en leer los 196 escritos que conforman la obra completa, disfrutando entre tanto de su lectura y tomando en consideración de forma progresiva la posibilidad de su inequívoca certidumbre, llegué a la misma conclusión a la que en 90


1956 llegó el reverendo norteamericano Justin Sprunger una vez que él también leyó El Libro de Urantia en su primera edición de 1955: “¡Desde luego que si esto no es una exacta descripción de la realidad, así es como debería de ser!” Al finalizar la lectura de El Libro de Urantia, decidí investigar sobre los orígenes del libro, sobre quiénes fueron los reveladores (los seres que entregaron a los humanos los 196 escritos más el prólogo), en qué fechas se revelaron y en qué lugar se materializaron. Pues bien, encontré en internet un libro gratuito escrito por el sevillano Ángel F. Sánchez Escobar en el año 2.000, titulado Historia de los Escritos de Urantia. Sánchez Escobar hace una gran labor de investigación mediante la recopilación y ordenación de datos, así como por las entrevistas que mantuvo con Justin Sprunger, quién llegó a conocer en vida a tres de las seis personas que componían la llamada “comisión de contacto”. Además, en los apéndices de Historia de los Escritos de Urantia hay numerosos documentos y datos de gran valor histórico en relación a los orígenes de El Libro de Urantia. Del libro de Sánchez Escobar os copio a continuación distintos párrafos que aclaran bastante sobre las cuestiones que decidí investigar: “Entre 1906 y 1955, seres no materiales con una inteligencia y una madurez sobrenatural mantuvieron, de forma regular, contactos con un grupo de seis mortales, con el propósito de proporcionar al mundo una revelación espiritual de gran trascendencia”. “Aunque los escritos de Urantia no tienen autoría humana, sí hubo una séptima persona con un papel relevante. Se le ha llamado el sujeto dormido o la persona de contacto. Todo indica que era una persona común que, de alguna manera, se vio envuelta en la materialización de los escritos.” “Seguramente que los invisibles reveladores no tenían la intención de que surgieran misterios, sino establecer un marco en el que los escritos tuviesen validez por sí mismos. Al parecer, era necesario que los lectores basasen su valoración sólo en el contenido y no en ninguna fuente supuestamente milagrosa; por tanto, nunca se llegó a desvelar ni la identidad del sujeto dormido ni lo que el pequeño grupo de seis personas sabía sobre la mencionada materialización. No obstante, siendo como es el ser humano, para llenar ese vacío 91


de información, no se han dejado de hacer especulaciones sobre la identidad de la persona de contacto y sobre los procedimientos y circunstancias que dieron origen a los escritos de Urantia.” “El millón de palabras aproximado de los escritos de Urantia constituye un intento sin precedentes de formular una extraordinaria integración de tres núcleos de conocimiento (hechos científicos, realidades espirituales y verdades filosóficas) que tradicionalmente se habían tratado de forma separada, como si formaran compartimentos estancos.” “Los escritos de Urantia hacen uso del más profundo conocimiento disponible de la época en que se escribieron para establecer entre la ciencia, la religión y la filosofía una relación extraordinariamente novedosa. Al hacerlo no sólo posibilitan nuevas conexiones entre ellas, sino que, con la aportación de un material de carácter revelado, se engrandecen conceptualmente. El resultado para la humanidad es una perspectiva integrada y enaltecida sin paralelo o precedente alguno.” “Estos escritos son, sin lugar a dudas, profundamente religiosos, sin embargo, no tratan de establecer una nueva religión, sino que intentan integrar de manera filosófica el conocimiento científico evolutivo y la verdad espiritual. Los escritos son en esencia una exposición y una expansión de la vida y obras de Jesús de Nazaret dentro de un contexto cosmológico magnífico. Si nos acercamos a ellos con una menta abierta, descubriremos conceptos tan nuevos y significativos que nos harán descartar la idea de que estamos ante una obra esotérica.” “Las primeras 1.300 páginas de The Urantia Book son un preámbulo a las últimas 800 páginas, las más importantes que se han impreso sobre la Tierra: La Vida y Enseñanzas de Jesús. Tales primeras 1.300 páginas están para proporcionar un inconmensurable telón de fondo cósmico, un escenario infinito y un gran apoyo para el Creador de nuestro Universo: Cristo Miguel de Nebadón, conocido por Jesús de Nazaret mientras vivió en Urantia”. “De todo el conocimiento humano, lo que tiene más valor es conocer la Vida de Jesús y como Él la vivió”. 92


Hasta aquí algunos fragmentos que he elegido del libro Historia de los Escritos de Urantia. Llegado este punto, puedo decir que para mí lo más relevante de El Libro de Urantia es la maravillosa sensación además de la indeleble huella que ha dejado en mi interior. Es un libro que aporta cuantiosos conocimientos perfectamente entrelazados en un contexto de gran cohesión y coherencia, abarcando disciplinas tan dispares como son la ciencia, la filosofía, la religión y la historia. En definitiva, es para mí un libro tremendamente enriquecedor que transmite grandes dosis de esperanza y una guía para nuestro caminar por la Vida. Hay que decir también que dada la complejidad de muchos pasajes de El Libro de Urantia por sus novedosos conceptos, es conveniente estudiarlo regularmente en compañía de otros lectores. Es por ello que desde su primera publicación en 1955 hasta hoy día, se han formado varios miles de grupos de estudio de El Libro de Urantia en todo el mundo. Igualmente se puede comprobar a través de internet, que se ha creado una Fundación y una Asociación Internacional de El Libro de Urantia además de numerosas asociaciones nacionales y alguna que otra asociación continental. Esto ha dado lugar a que se celebren periódicamente reuniones nacionales, continentales y mundiales de lectores de El Libro de Urantia. A continuación, de El Libro de Urantia, voy a tratar de sintetizar lo mejor posible todo lo relacionado con la Geografía de la Creación, la Administración Celestial y la situación de nuestro planeta, Urantia, en relación con el resto de mundos habitados. Empezaré diciendo que toda la Creación está contenida en lo que se podría llamar el Universo Matriz y que el Universo Matriz es toda la Creación misma. De forma genérica podríamos decir que la Isla Eterna del Paraíso, el Universo Central de Havona, los 7 Superuniversos y los Espacios Exteriores no creados, conforman el Universo Matriz. La Isla Eterna del Paraíso, también conocida como Isla Nuclear de Luz y Vida, es el “lugar” donde se encuentran el Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito junto a sus divinos coiguales y colaboradores. La Isla Eterna del Paraíso no es esférica, sino elipsoide. En Ella, el espacio y el tiempo no existen de la misma manera que en los billones de mundos evolutivos del tiempo y del espacio como, por ejemplo, en Urantia. Está en el mismo centro del 93


Universo Matriz de manera totalmente estacionaria y absolutamente estabilizada. El espacio y el tiempo, tal y como los conocemos nosotros, se originan apenas debajo del “Paraíso Bajo” y encima del “Paraiso Superior”, respectivamente. Orbitando alrededor de la Isla del Paraíso existen 21 Esferas Sagradas: Los siete satélites más próximos al Paraíso son las 7 Esferas Secretas del Padre Universal. Lo siete satélites intermedios son los 7 Mundos Luminosos del Hijo Eterno. Y los siete satélites más externos y más próximos a Havona son las 7 inmensas Esferas del Espíritu Infinito, sede ejecutiva de los 7 Espíritus Mayores. El Universo Central de Havona, que de alguna manera envuelve a la Isla del Paraíso, está a su vez rodeada de enormes cuerpos oscuros de gravedad. Es un inmenso Universo compuesto por mil millones de Esferas Perfectas. Podría decirse que Havona sí tiene una ubicación en el espacio pero que, al igual que la Isla Eterna del Paraíso, carece del tiempo que conocemos en Urantia ya que Havona es un lugar Eterno sin principio ni fin temporal. Alrededor de Havona orbitan los siete Superuniversos donde se encuentran los siete billones de mundos evolutivos del tiempo y del espacio, siendo Urantia uno de ellos. Precisamente Urantia es uno de los mundos más jóvenes del joven Universo Local llamado Nebadón que se encuentra a su vez en el más joven de los siete Superuniversos, conocido éste por Orvontón. Los mil millones de mundos de Havona están dispuestos en siete circuitos concéntricos orbitando alrededor de la Isla del Paraíso. Tales mundos perfectos son reales y materiales, gobernados todos y cada uno de ellos por unos seres perfectos llamados los Eternos de Días. En Havona se encuentran tanto los Hijos Perfectos que descienden del Paraíso como los hijos ascendentes en camino de perfección que provienen de los mundos evolutivos del tiempo y del espacio de cualquiera de los siete Superuniversos. Los nativos de Havona son vástagos de la Trinidad del Paraíso que sirven tanto a los que descienden de la Isla Eterna del Paraíso como a los que ascienden desde los mundos habitados de los 7 Superuniversos. Los siete Superuniversos, conocidos inicialmente como el Gran Universo, son la primera creación post-Havona, dividiéndose posteriormente dicho Gran Universo en siete grandes segmentos mediante la asignación de una Sede Central a cada uno de los siete 94


Superuniversos. Los siete mundos Sede Central son en realidad siete Esferas Arquitectónicas creadas para servir de sede administrativa y de gobierno a los Ancianos de Días, los gobernantes supremos de los Superuniversos. Para entender mejor cómo se organiza un Superuniverso voy a subdividirlo hasta llegar a su más básica expresión: la de los mundos habitables como el nuestro. La mayoría de ellos están habitados por seres humanos en muy variados niveles de evolución y muy parecidos físicamente a nosotros (la ley evolutiva dirige la vida en todos los mundos hacia la vida inteligente, culminando en seres evolutivos ascendentes, mortales del tiempo y del espacio, a imagen y semejanza del Padre Universal). Por otro lado, existen muchos planetas que albergan infinidad de clases de vida en distintos estadios evolutivos, pero sin que hayan aparecido aún en ellos los seres humanos volitivos (que toman decisiones morales y son conscientes de sí mismos y de sus acciones). Y por último, existen otros planetas habitables que se encuentran en un nivel geocronológico que aún no ha permitido el acercamiento de los Portadores de Vida, quienes van sembrando la vida en todas las esferas planetarias en las que se van dando las condiciones óptimas para recibirla. 1 1 1 1 1 1

Superuniverso Sector Mayor Sector Menor Universo Local Constelación Sistema

= 10 Sectores Mayores = 100 Sectores Menores = 100 Universos Locales = 100 Constelaciones = 100 Sistemas = aproximadamdente 1.000 mundos habitables

Traduciendo estos datos en mundos habitables, Constelaciones hasta los Superuniversos, aproximadamente de la siguiente manera: 1 1 1 1 1 7

desde las quedarían

Constelación = 100.000 mundos habitables (MH) Universo Local = 10.000.000 MH Sector Menor = 1.000.000.000 MH Sector Mayor = 100.000.000.000 MH Superuniverso = 1.000.000.000.000 MH (un billón) Superuniversos = 7 billones de mundos habitables 95


Aparte de estos mundos, hay que sumar las Esferas Arquitectónicas con sus correspondientes Satélites Arquitectónicos habitados (sedes centrales de gobierno y administración) de cada uno de los Sistemas, Constelaciones, Universos Locales, Sectores Menores, Sectores Mayores y Superuniversos. Nuestro pequeño y, a la vez, único y maravilloso planeta Urantia, se encuentra dentro del Sistema de Satania, que está dentro de la Constelación de Norlatiadec, a su vez insertada en el Universo Local de Nebadon, a su vez dentro del Sector Menor de Ensa, a su vez dentro del Sector Mayor de Esplandon y a su vez dentro del más joven de los siete Superuniversos: el de Orvontón. Cada Sede Central o Esfera Arquitectónica o Capital de cada subsector tiene su propio nombre, como por ejemplo: Jerusem es la capital del Sistema de Satania, Edentia es la capital de la Constelación de Norlatiadec, Salvinton es la capital del Universo Local de Nebadon y así hasta Uversa que es la capital de Orvontón. En cuanto a los gobernantes supremos de todos los subsectores de cualquiera de los siete Superuniversos, hay que decir que estos se mueven libremente dentro y fuera de sus respectivas áreas que están bajo su influencia, pero permanecen la mayor parte del tiempo en la Sede Central que les corresponde. Los gobernantes de los Superuniversos, de los Sectores Mayores y Menores y los Creadores de los Universos Locales, son Hijos Paradisíacos, es decir, son Hijos Perfectos Descendentes originarios de la Isla del Paraíso. Podríamos decir que el punto de inflexión principal dentro de un Superuniverso es el Universo Local, creado éste por un Hijo Creador en combinación del Espíritu Materno que le acompaña y ayudados éstos, fundamentalmente, por multitud de seres descendentes del Paraíso y de Havona. La gran mayoría de los habitantes de los mundos evolutivos de los Sistemas Planetarios y de las Esferas Arquitectónicas de los Sistemas, Constelaciones y del propio Universo Local son criaturas evolutivas originarias o nacidas dentro de un Universo Local, cuyos principales y originarios Creadores, el Hijo Creador Paradisíaco y el Espíritu Materno Universal, respectivamente, podrían considerarse los Padres de todos ellos. El Hijo Creador de nuestro Universo Local, el Universo de Nebadón, es Cristo Miguel, también llamado Miguel de Nebadón, quién desde 96


su cuerpo espiritual o morontial (cuerpos más sutiles que el de la carne) tras 6 efusiones (técnicas especiales para la materialización de un cuerpo más denso) en 6 de sus mundos creados dentro de Nebadón (en donde hay aproximadamente 10 millones de mundos habitables), encarnó por primera vez como Hijo de Promesa (como cualquier humano nacido de padre y madre mortal) en Urantia, hace más de dos mil años, con el nombre de Jesús. Su última efusión, la séptima y la más misteriosa, se produjo en un mundo poco evolucionado y lleno de confusión, para sembrar con su Vida y Obra un camino de perfección para ser conocido y seguido no solo por los urantianos, sino por cualquiera de los mortales del tiempo y del espacio de cualquier mundo de Nebadón. Las siete efusiones de un Hijo Creador son necesarias para obtener del Padre Universal la soberanía absoluta sobre su entera co-creación. Urantia es el planeta número 606 de Satania, en Norlatiadec de Nebadón, en Ensa de Esplandón en Orvontón. Actualmente, Satania es un Sistema no terminado con 619 mundos habitados por criaturas volitivas humanas. En Satania existen, además, 36 planetas que se acercan a la Dotación de Vida (cuando aparecen por vez primera los humanos volitivos), y algunos más que se están preparando para recibir a los Portadores de Vida. Por último, en nuestro Sistema hay más de 200 planetas evolucionando para recibir la implantación de vida dentro de pocos millones de años. De los 10.000 Sistemas de mundos habitables en Nebadón, solo han habido en la historia de nuestro Universo Local tres Soberanos de Sistemas que se han rebelado contra el gobierno del Hijo Creador Cristo Miguel. Lucifer (el Soberano del Sistema de Satania) y su primer asistente, Satanás, grandes seres espirituales con una gran trayectoria evolutiva en sus respectivas y ejemplares vidas hasta el momento de la Rebelión del primero de ellos, habían reinado en Jerusem por más de 500.000 de nuestros años cuando empezaron a desviarse de sus importantes obligaciones hará unos 200.000 años. La rebelión abarcó todo el Sistema, afectando principalmente a 37 mundos que se rebelaron a través de sus Príncipes Planetarios. Todos estos mundos, entre ellos Urantia, se desconectaron del circuito espiritual de Nebadón y de Orvontón, pasando a una especie de cuarentena de incomunicación hasta que se restablezca el orden, que aún hoy día en Urantia no se ha restablecido. En Urantia estuvo gobernando de manera apropiada, durante aproximadamente 97


300.000 años, el Príncipe Planetario Caligastia, hasta que se unió a Lucifer. Fue Satanás quién informó hace unos 200.000 años a Caligastia de la “Declaración de Libertad de Lucifer.” Debido a las terribles consecuencias de la Rebelión de Lucifer en Urantia, hubo que enviar a nuestro planeta hace 37.848 años contando hacia atrás desde el año 1934 (año en que se revelaron los Escritos de Urantia nº 74 y 75 que contienen la historia de Adán y Eva) a un Adán y Eva planetarios, también conocidos como Hijos Materiales. Llegaron ambos a Urantia, a través de los transportes seráficos, a un extenso y bellísimo lugar conocido por el nombre de Jardín del Edén, lugar expresamente preparado como hogar para Adán, Eva y toda su comitiva. “El Adán y la Eva del planeta Urantia formaron parte del cuerpo decano de Hijos Materiales en Jerusem; a los dos se les había asignado el número 14.311. Pertenecían a la tercera serie física y medían alrededor de dos metros y medio…” Pero esta es una bellísima y, al mismo tiempo, triste historia que recomiendo conocer a través de su lectura en la Parte III del Libro de Urantia. El prólogo y los 196 escritos de El Libro de Urantia se pueden leer o descargar gratuitamente a través de la web: www.urantia.es (El LU – edición europea). Igualmente se puede comprar en las principales librerías.

El poder del ahora Como no podía ser de otra manera, en esta guía práctica sobre cómo lograr una vida larga, llena de significado, creativa y feliz, he decidido dedicar un capítulo al famoso best-séller de Eckhart Tolle titulado, igualmente, “El poder del ahora”. Es un libro muy práctico, que motiva muchísimo a buscar dentro de uno mismo el Reino de la Eternidad, de lo Absoluto, o como el Sr. Tolle dice: el Reino de lo No Manifestado. Y ¿cómo nos enseña a conseguirlo? Pues, como ya os imaginaréis, practicando el poder del ahora; viviendo en la continua atemporalidad del momento presente. Con un lenguaje muy ameno y fácil de entender, también nos explica cómo funciona nuestra mente y nuestro ego. Cuando me lo leí hace unos nueve años atrás, me ayudó mucho en mi proceso de búsqueda interior y en la 98


práctica de mis primeras meditaciones. Pero lo que hizo que me enganchara con su lectura, fue descubrir a través de la introducción, que Eckhart Tolle descubriera su esencia divina como ser humano tras una oscura etapa de su vida salpicada de depresiones suicidas. Según cuenta Eckhart: “Una noche, poco después de cumplir 29 años, me desperté muy temprano con una sensación de pavor absoluto. Me habían asaltado sentimientos similares muchas otras veces, pero esta vez era más intenso que nunca. El silencio de la noche, los vagos contornos de los muebles en la habitación oscura, el ruido distante de un tren que pasaba: todo me parecía tan ajeno, tan hostil y tan carente de significado que suscitaba en mí un profundo rechazo del mundo. Lo más aborrecible de todo, en cualquier caso, era mi propia existencia. ¿Para qué seguir viviendo con esta carga de desdicha? ¿Para qué continuar con esta lucha interminable? Podía sentir un profundo anhelo de no existir, que superaba enormemente mi deseo instintivo de seguir viviendo. <<No puedo seguir viviendo conmigo>>. Éste era el pensamiento que se repetía en mi mente una y otra vez. Entonces, de repente, me di cuenta que era un pensamiento muy peculiar. <<¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo, debe haber dos yoes: el yo y el conmigo con el que yo ya no puedo vivir. Quizá solo uno de los dos es real>>. Esta curiosa reflexión me dejó tan perplejo que mi mente se paró”. Después cuenta que sintió como sus pensamientos de pronto cesaron y cómo una especie de vórtice energético le absorbió hacia un vacío interior. Que sintió mucho miedo hasta que internamente escuchó unas palabras que le decían: “No te resistas a nada”. A partir de ahí, explica que dejó de sentir miedo, que se dejó caer en aquel vacío y luego, se durmió. Cuenta también, que a la mañana siguiente se despertó como una persona totalmente nueva, alegre y vital como nunca antes. Y que, durante los cinco meses siguientes, vivió en un profundo estado de paz y dicha ininterrumpidas. De alguna manera, a Eckhart (y quizás también a algún@s de vosotr@s) le ocurrió igual que a mí: tuvo que tocar fondo antes de percatarse de su “doble personalidad” (la personalidad egoica y la divina). En mi caso, inmediatamente después de tomar consciencia que seguía vivo tras el fallido intento de suicidio, fue cuando percibí que dentro de mí había dos personalidades o “yoes”: una, la que me incitó a arrojarme al vacío, y la otra, la que se alegró inmensamente 99


de haber fracasado en el intento. Aunque en mi caso no experimenté enseguida el influjo poderoso de mi Yo Verdadero, sí que me ayudó muchísimo el haber tomado consciencia de la existencia de esa dualidad interna en mi personalidad. No sería hasta años más tarde de haber leído El poder del ahora, cuando recibí “mi Regalo del Cielo” (que narro en el epílogo), que experimenté el renacimiento similar al que cuenta el Sr. Tolle cuando despertó al día siguiente de percatarse de sus dos posibles “yoes” y que explica de la siguiente manera: “Comprendí que la intensa presión del sufrimiento de aquella noche, debía de haber obligado a mi consciencia a retirarse de su identificación con mi yo desgraciado y tremendamente temeroso, que en último término es una ficción mental. Dicha retirada debió de ser tan completa que mi falso yo sufriente se derrumbó inmediatamente. Lo que quedó era mi verdadera naturaleza, el Yo Soy siempre presente: Consciencia en estado puro, anterior a su identificación con la forma. Más adelante aprendí a entrar en ese Reino Interno en el que no existen el tiempo ni la muerte y que originalmente había percibido como vacío”. A continuación os copio unos breves fragmentos del libro “El poder del ahora”: “Acaba con la ilusión del tiempo: Tiempo y mente son inseparables. Retira el tiempo de la mente y ésta se para, a menos que elijas usarla. Estar identificado con la mente o sus pensamientos es estar atrapado en el tiempo.” “Nada existe fuera del ahora: ¿Has experimentado, hecho, pensado o sentido algo fuera del momento presente? Nada ocurrió nunca en el pasado; ocurrió en el ahora. Y nada ocurrirá nunca en el futuro; ocurrirá en el ahora.” “Donde quiera que estés, mantente plenamente presente: El ahora, por supuesto, también implica el aquí. ¿Estás resistiéndote a tu aquí y ahora? Si tu aquí no te gusta y ahora te gustaría estar en otra parte, solo tienes tres opciones: retírate de la situación, cámbiala o ríndete. Pero elige una de ellas AHORA y acepta plenamente las consecuencias. Así serás libre.”

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La realización de la vacuidad El término vacuidad y, más concretamente, la realización de la vacuidad, los comprendí y practiqué en mi etapa de búsqueda espiritual a través de la literatura budista. El término vacuo o vacuidad, en el diccionario de la lengua española significan “vacío, falto de contenido”. Sin embargo, en el budismo kadampa, la vacuidad es la naturaleza real de cualquier fenómeno material o mental, y la realización de la vacuidad, sería algo así como la búsqueda y el encuentro de la verdad última o naturaleza última de los fenómenos. Lo que a continuación voy a desarrollar, proviene del libro “Mahamudra del Tantra” de Gheshe Kelsang Gyatso y de mis experiencias y meditaciones sobre la vacuidad que subyace en todo lo manifestado. De lo que se trata, es de tomar consciencia, primero mentalmente y luego experiencialmente, de que todo lo que nuestros sentidos perciben son fenómenos ilusorios, es decir, vacuos. Finalmente, comprenderemos que todos los fenómenos que percibimos existen por convenio entre quienes los perciben y que realmente nada existe de manera inherente. Esto, como veremos a continuación, es aplicable no solo a los objetos, sino también a nuestro cuerpo, la mente, las emociones, el ego e incluso, en última instancia, al propio fenómeno de la vacuidad. Primero, vamos a llegar a conclusiones filosóficas de que nada perceptible existe de manera inherente, para luego tratar de comprender e interiorizar en nuestras meditaciones, que bajo las apariencias de cualquier fenómeno existe única y exclusivamente el espacio infinito de la vacuidad (“vacío” vibrante), que potencialmente todo lo contiene y todo lo sostiene. Sería como llegar a la “Vacuidad Absoluta” (o “espacio/tiempo matriz-virgen”) previa al Big-Bang del que os hablé en el capítulo de “El tiempo es relativo, la Eternidad es Absoluta”. Como ya analizamos anteriormente, en dicha “Vacuidad Absoluta” o “infinito vacio absoluto”, reside lo que podríamos llamar el Espíritu Eterno, la Inteligencia Absoluta, lo Inmanifestado, el Verbo, Dios, Quietud, o cómo se le quiera llamar, que es eternamente inmutable; frente a todo lo manifestado, que en esencia es movimiento y cambio, y que mana y es sostenido por dicha “Vacuidad Absoluta”. Es, por tanto, muy importante comprender que la vacuidad no es lo mismo que la nada, es más bien lo contrario: es la latencia de Todo. De manera natural creemos que los objetos que nos rodean tienen existencia verdadera porque pensamos que existen exactamente del 101


modo en que aparecen. No obstante, la manera en que nuestros sentidos perciben los fenómenos es engañosa y contraria al modo en que existen en realidad. Los objetos parecen existir por su propio lado, sin depender de la mente que los percibe. Aunque todos los fenómenos aparecen de forma directa ante nuestros sentidos como si existieran de manera verdadera o inherente, en realidad son vacíos o carentes de existencia verdadera. Este libro, nuestro cuerpo, nuestros amigos, nuestro planeta, el sol o todo el universo, son en realidad meras apariencias que surgen en la mente, al igual que lo que percibimos en un sueño. Si soñamos con un delfín, este aparece de forma vívida y podemos verlo, oírlo y hasta tocarlo; pero cuando nos despertamos, nos damos cuenta de que no era más que una apariencia en nuestra mente. Buda dijo, que al igual que ocurre con los sueños, también ocurre con los demás fenómenos fuera de los sueños, es decir, todos los fenómenos no son más que apariencias que surgen en nuestra mente, que dependen por completo de la mente que los percibe y que desaparecen cuando realizamos la vacuidad de cualquiera de ellos al igual que ocurre cuando despertamos de un sueño. Comprender el mundo de esta manera, nos permite vivir en él sin aferrarnos a él. Cuando vemos un arco iris, parece ocupar un determinado lugar en el espacio y podríamos pensar que si nos acercáramos a él, llegaríamos a tocarlo. Sin embargo, sabemos que por mucho que busquemos uno de sus extremos, no lo encontraremos, puesto que cuando lleguemos al lugar donde creemos que toca el suelo, habrá desaparecido. Si no buscamos el arco iris este aparece con claridad, pero cuando lo hacemos, no podemos encontrarlo. De este modo son todos los fenómenos. Si no los analizamos, aparecen con nitidez, pero cuando los buscamos verdaderamente e intentamos aislarlos de todo lo demás, desaparecen. Para comprender que los fenómenos son vacíos de existencia verdadera, podemos empezar analizando nuestro propio cuerpo. Cuando nos hayamos convencido de la ausencia de existencia inherente de nuestro cuerpo, podremos aplicar los mismos razonamientos a los demás fenómenos. Aunque en cierto modo conocemos bien nuestro cuerpo, nunca lo examinamos en profundidad ni nos preguntamos: ¿qué es en realidad nuestro cuerpo?, ¿cuál es su naturaleza verdadera?, ¿dónde está? Si lo analizamos de este modo, en lugar de encontrarlo, desaparecerá. 102


Nuestro cuerpo solo existe mientras no busquemos un cuerpo verdadero detrás de su mera apariencia. Hay dos maneras de buscar algo: la búsqueda convencional, que sería como buscar nuestro coche en un aparcamiento; y la búsqueda última, con la que intentamos encontrar algo en el objeto que identificamos como coche. Para ello nos preguntamos: ¿es el coche alguna de sus partes individuales?, ¿son las ruedas el coche?, ¿es el motor?, ¿lo es la carrocería?, etc. Cuando realizamos la búsqueda última de nuestro coche, no nos conformamos con señalar hacia el capó o las ruedas diciendo “esto es el coche”, sino que queremos saber qué es en realidad. Queremos saber a qué se refiere la palabra “coche” y separarla mentalmente de todo lo que no es para poder decir: “esto es el coche de verdad, el que tiene existencia verdadera”. Volviendo a nuestro cuerpo, sentimos que éste existe por sí mismo y que su existencia no depende de nuestra mente ni de la de ninguna otra persona. No obstante, si nuestro cuerpo existiera de la manera en que lo percibimos, como un objeto externo en lugar de cómo una mera proyección de la mente, deberíamos poder señalarlo sin apuntar a ningún otro fenómeno y ser capaces de encontrarlo entre sus partes, en el conjunto de sus partes o fuera de ellas. Puesto que no existe una cuarta posibilidad, es decir, si no podemos señalarlo y encontrarlo entre sus partes, ni en su conjunto o fuera de ellas, debemos concluir que no existe realmente. Resulta fácil comprender que las partes individuales de nuestro cuerpo no son nuestro cuerpo, puesto que sería absurdo afirmar que nuestra espalda, nuestras piernas o nuestra cabeza son nuestro cuerpo. Si una de sus partes, por ejemplo la cabeza, fuera nuestro cuerpo, las demás partes también deberían serlo y, por tanto, se deducirá que tenemos numerosos cuerpos. Además, nuestra cabeza, la espalda, las piernas,…, no pueden ser nuestro cuerpo porque son sus partes. Y, puesto que nuestro cuerpo no es ninguna de sus partes individuales, ¿cómo es posible que el conjunto de ellas lo sea? Si pudiéramos señalar el conjunto de las partes de nuestro cuerpo y decir que es nuestro cuerpo, este conjunto sería independiente de los demás fenómenos que no son nuestro cuerpo. De ello se deduciría que el conjunto de las partes de nuestro cuerpo existiría independientemente de sus partes. Pero esto es absurdo, puesto 103


que si conseguimos eliminar las partes de nuestro cuerpo, el conjunto debería seguir existiendo. Además, ¿cómo un conjunto de no-cuerpos (partes) puede ser un cuerpo. Por lo tanto, podemos concluir también que nuestro cuerpo no es el conjunto de sus partes. Por último, puesto que no podemos encontrar el cuerpo en ninguna de sus partes ni en el conjunto de ellas, la única posibilidad que queda es que sea algo separado del conjunto o de sus partes. En este caso debería ser posible eliminar el conjunto o sus partes de manera física o mentalmente y que el cuerpo siguiera existiendo. Sin embargo, si eliminamos las partes (la cabeza, los brazos, las piernas, etc) o el propio conjunto de todas ellas, entonces no quedará ningún cuerpo. Esto demuestra que no existe ningún cuerpo separado del conjunto o de sus partes. Por tanto, cuando apuntamos a nuestro cuerpo, lo estamos haciendo solo a una de sus partes, que como ya hemos visto no es nuestro cuerpo. Hemos agotado todas las posibilidades y no hemos podido encontrar nuestro cuerpo ni entre sus partes, ni en el conjunto de ellas ni en otro lugar. Esto significa que nuestro cuerpo (o cualquier fenómeno que se analice de esta manera) no existe por su propio lado, independientemente de la mente. En realidad, solo podemos decir que nuestro cuerpo existe si estamos satisfechos con su mera denominación de “cuerpo”, sin esperar encontrar uno verdadero más allá de esa designación, es decir, existirá mientras no hagamos una búsqueda última de él. Por último, en el libro que al principio de este capítulo nombré del Sr. Gyatso, se dice que hay seres humanos que no solo han comprendido mentalmente el concepto de la vacuidad en todo lo manifestado, sino que además lo experimentan directamente en sus cuerpos: no sienten dolor aunque los golpeen fuertemente, reciban un disparo o los quemen, pues han logrado interiorizar plenamente (más allá de la simple comprensión mental) que la naturaleza verdadera de sus cuerpos es el “vacío”; aunque ellos experimenten físicamente las heridas causadas por el golpe, la bala o el fuego, no sentirán dolor mientras permanezcan en la vacuidad de sus propios cuerpos.

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Siete prácticas para mantenernos en la frecuencia del Amor Este capítulo se debe a la última conferencia que Emilio Carrillo impartió en Sevilla el 4 de diciembre de 2012. De ella tomé algunos apuntes que os resumo a continuación para que tengáis una ligera idea de lo que os podéis encontrar en la magnífica charla-despedida que Emilio nos regaló a tod@s. Podéis encontrar dicha conferencia anotando en vuestro buscador de internet o en youtube la siguiente frase: “encuentro entre buscadores”. Tras la introducción inicial, Emilio profundiza, una por una, en las siguientes siete prácticas para ayudarnos a mantener la frecuencia del Amor: 1. La práctica de la VIDA SENCILLA: debemos aprender a desocupar progresivamente nuestra agenda, agregando en ella cada vez más espacios vacíos para no hacer “nada” (“la forma suprema de acción es la no acción”) y, en ese no haciendo, descubriremos que se abre la puerta de la maravillosa creatividad que puede llenar de color nuestra vida. 2. La práctica del AQUÍ Y AHORA: con un gran sentido del humor, Emilio nos pone el ejemplo del cepillado de dientes. “Cuando te cepilles los dientes, cepíllate los dientes; nada de pensar en lo que vas a hacer inmediatamente después o en cómo quedó tu equipo de fútbol el día anterior. Si lo haces así, tardarás menos en cepillarte y lo harás mucho mejor.” Este sencillo ejemplo lo trato de aplicar diariamente no solo al cepillarme los dientes, sino también al fregar los platos, al masticar la comida, al asearme, ducharme, peinarme, afeitarme, hacer mis necesidades, meditar, … Y si en algunos de estos momentos no estoy en el aquí y ahora, casi siempre tomo consciencia de ello y practico el ho’oponopono (que os explico dos capítulos más adelante) dando gracias. 3. La práctica de la LIBERTAD: mediante la ausencia de miedos. Emilio nos recuerda: “Nuestros deseos de seguridad nos han llevado a construir una cárcel de seguridad, donde los barrotes son nuestros propios miedos”. “Cualquier circunstancia que se nos ponga por delante, es siempre una bendición”. “Una vez que reconozcamos los miedos que tenemos, los aceptaremos y abrazaremos para permitir su transformación, dándoles las gracias antes de despedirnos de ellos”. 105


4. La práctica del SILENCIO: “Buscar momentos de silencio cada día, es como una ducha espiritual que nos permite limpiar o reducir, de una manera muy efectiva, la densidad energética o emocional que habitualmente vamos acumulando”. Para ello es fundamental buscar espacios de silencio, por ejemplo, a través de la meditación, contemplación, tras una oración, sentados en un parque o jardín, paseando por un lugar tranquilo, etc. 5. La práctica de la QUIETUD: “Es el colofón de la práctica del silencio y del aquí y ahora, pudiéndose llegar a sentir continuamente la Paz y el Amor que somos infinita y eternamente”. Sería como lograr en cualquier momento del día que cualquier pensamiento, palabra o acción aflorara desde esa Quietud Eterna que subyace a todo lo manifestado o pendiente de manifestar. 6. La práctica de la CONFIANZA: “Caminar por la vida confiando absolutamente que la Vida es Amorosa pase lo que pase; confiando en la Providencia Divina que es mi Ser Superior en acción; y confiando en nuestra sabiduría innata simplemente recordando: tenemos todo el saber dentro”. Así de bien lo describió San Juan de la Cruz: “Entender no entendiendo; saber no sabiendo; toda ciencia trascendiendo”. 7. La práctica del ENDIOSAMIENTO: Esta práctica también la definió perfectamente San Juan de la Cruz cuando afirmó: “El más perfecto grado de perfección lo alcanza el ser humano cuando se transforma en Dios”. El primer paso a dar sería el de la aceptación plena o rendición. Ya no hay nada que buscar, ni nada a lo que renunciar, pues todo es un regalo. “Para ser Dios hay que dejar de ser yo: YO NO SOY DIOS, SINO QUE DIOS ES YO, Y YO SOY DIOS CUANDO CESO DE SER YO”. Finalmente, si queréis conocer más en profundidad otros mensajes de sabiduría transmitidos por tan excepcional ser humano como es Emilio Carrillo, os recomiendo que busquéis a través de youtube o de vuestro buscador de internet, el siguiente vídeo: “saliendo de la matrix”.

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El consciente y el inconsciente Antes de explicar el significado y alcance de la técnica milenaria ho’oponopono, quiero explicaros un poco cómo funcionan el consciente y el inconsciente, pues junto al Superconsciente, intervienen en dicha técnica. Quiero puntualizar aquí que inconsciente y subconsciente es lo mismo, solo que elijo usar el primer término porque junto al consciente y al Superconsciente también tiene su sitio específico y su fundamental función que cumplir. El término subconsciente, sin embargo pudiera darnos a entender que es una especie de lugar oculto, e incluso oscuro, por debajo del consciente sobre el que no tenemos ningún control, cosa que como veréis no es para nada cierta. Para ello me voy a valer de unos fragmentos de texto del libro Activando al Maestro Interior, de mi buen amigo Víctor Brossa (artista, conferenciante y escritor) y después explicaré qué es el Superconsciente y qué función cumple en la técnica del Ho’oponopono. Lo que aparece entre paréntesis con letra normal, dentro de los textos de Víctor son anotaciones mías: “Navegamos entre dos formas de percepción respecto a la información que percibimos. Una parte de la información que nos llega es procesada por nuestra parte consciente (según ciertos estudios se dice que solo un 5%, de media), mientras nuestro inconsciente se ocupa de la otra parte (del 95% restante: respiración automática, latidos del corazón, funciones digestivas, movimientos automáticos de nuestro cuerpo mientras estamos ausentes del aquí y ahora o haciendo varias tareas a la vez, reacciones instintivas, reacciones emocionales,…). Tenemos que tener en cuenta que de ambas partes, la que de verdad maneja nuestras vidas es nuestra parte inconsciente, y que, precisamente al no ser consciente, obsesionarnos por comprenderla siguiendo la lógica o la racionalidad es un desgaste de energía nada recomendable. Lo que nos interesa es integrarla, sacarla a la luz y afirmar su existencia a fin de convertirla en nuestro mejor aliado. El inconsciente, como su nombre anuncia, no es consciente, y la consecuencia directa de eso es que cualquier esfuerzo que hagamos para intentar hacerlo consciente será en vano. Los prodigiosos poderes de nuestro inconsciente dependen casi por entero de su naturaleza oculta, del hecho de que no se puedan ver afectados por las actividades que rigen nuestra actividad 107


consciente. Sin embargo, es posible acceder a nuestra cara oculta si aprendemos a hacerlo. Al menos, podemos empezar a limpiarlo, a cuidarlo, a reprogramarlo y a redirigirlo. En cada instante de nuestro día a día, hay algo que estará intentando invadir nuestro inconsciente: ideas, conceptos, imágenes, frases, canciones con mensajes subliminales, etc. Desde la buena o mala intención del que lance la información, ésta afectará, en mayor o menor medida y si no lo evitamos, a nuestro inconsciente y en consecuencia, a nuestra propia vida. Puede que les parezca desesperante adentrarse en este juego del inconsciente y el consciente para generar magia, pero créanme, la cosa es mucho más sencilla de lo que parece. El inconsciente es como un niño de cuatro años; es tremendamente crédulo y sugestionable. Para él todo es real. No entiende la diferencia entre realidad y ficción. Por eso, un ritual, una representación simbólica o la repetición de una idea o frase consiguen influirle. Así es como funciona el mundo de la magia. La magia es la sabiduría que integra el poder del inconsciente y actúa desde allí para proyectarlo a la parte consciente. Si el consciente es la película que vemos y el inconsciente es el lugar donde se crea, podemos ir a la cabina de proyección donde deciden proyectarla y encontrarnos con el señor que puede decidir cambiar la película por otra que nosotros deseemos. Y ¿cómo podemos hacer que el señor de la cabina decida cambiar nuestra película? Pues muy sencillo: a través de la imaginación y la emoción. Si recreamos imágenes usando nuestra imaginación, podemos construir escenarios propios que el inconsciente integrará a la realidad de su mundo y, en consecuencia, al nuestro. Eso puede llegar a transformar nuestras vidas. Ahora bien, es fundamental que la emoción esté presente en todo lo que visualicemos. Y cuidado con lo que se desea, pues podría hacerse realidad. En resumidas cuentas, todo esto significa que las ganas confusas, los malestares difusos o los deseos incompletos o poco específicos, tienen muy pocas posibilidades de llegar hasta el inconsciente de forma dinámica. En otras palabras, es complicado materializar lo que pretendemos si no existe una voluntad sostenida por una frase bien pensada y sentida, bien construida y articulada. 108


Un pensamiento unido a una emoción y dirigido de manera adecuada, alcanzará siempre las estructuras más profundas de nuestro inconsciente, representando con toda seguridad una poderosa incitación dinámica para la realización de lo que se pretende. Así es como el miedo atrae al miedo, lo desordenado genera desorden y lo confuso produce confusión para quién no sea lo suficientemente consciente del poder de sus pensamientos, palabras y obras.” Ahora quiero compartir otros fragmentos de texto que aparecen en el citado libro de Víctor Brossa, acerca de la memoria y el inconsciente, escritos por el difunto André Malby (filósofo, terapeuta holístico e investigador de las facultades superiores del cerebro): “Nuestro inconsciente graba, de manera permanente, la totalidad de lo que vemos y percibimos. También graba la totalidad de lo que pensamos, imaginamos o soñamos. Lo que ocurre y hace que habitualmente no podamos disponer de estos tesoros de información, es que nuestra mente está habituada a funcionar eliminando la mayor parte de lo que llega hasta ella. Es imposible para la mente humana administrar esa masa enorme de datos, ya que no dispone de una organización previa. Nos comportamos, a nivel inconsciente, como alguien que, en lugar de leer su correo, lo pusiera sistemáticamente en un sótano o en un granero, sin ir jamás a verificar lo que ha recibido. Evidentemente, si un día a este personaje le entrasen ganas de ir a buscar algo preciso entre ese inmenso desorden, lo más probable es que no llegase jamás a encontrar lo que busca, a menos que realizara grandes esfuerzos y ordenara la totalidad de ese fárrago. Por eso, aparentemente perdemos y olvidamos, la mayor parte del tiempo, tantas cosas que aprendemos, sentimos, soñamos y vivimos. Sin embargo, existe una posibilidad innata en el ser humano de salvar prácticamente la totalidad de esta inmensa acumulación de datos. Así lo prueban diferentes estudios y experimentos, como las experiencias con técnicas de rememoración bajo control hipnótico, donde prácticamente todos los sujetos examinados han sido capaces de acordarse, con total precisión, de las escenas vividas decenas de 109


años atrás. Incluso han conseguido recordar el contenido de libros leídos veinte años atrás. Imaginen ahora que, de repente, alguien bienintencionado se pase todas las noches poniendo en orden y clasificando el contenido del granero del que hablaba hace un instante. Imaginen, además, que esta persona utiliza el mismo sistema de clasificación que el propietario del granero y que se dedica a recibir sistemáticamente todo lo nuevo que llega cada día, esperando que el propietario necesite una u otra de las cosas así clasificadas y puestas a su disposición. Probablemente todo cambiará a partir de entonces en la vida de ese feliz propietario. El ser humano no es solo capaz de acordarse de todo lo que ha percibido, pensado o imaginado a lo largo de su existencia. Además, también es capaz, al modificar el orden de los datos contenidos en su mente y al actuar sobre la representación que tiene de sí mismo y del mundo, de modificar el estado de su cuerpo (de su salud) y las ocasiones vitales que se le presentan, incluso lo que se podría llamar condiciones de suerte o de éxito.” Para finalizar, voy a describir brevemente el principal instrumento que usa el consciente y el inconsciente: el “cerebro de la cabeza”. El cerebro humano está dividido en dos hemisferios totalmente separados a excepción del cuerpo calloso que los une. Cada hemisferio se ocupa de cosas diferentes. El hemisferio izquierdo, piensa lineal y metódicamente y es donde se registra toda la actividad cuando nos proyectamos hacia el pasado o el futuro. También se encarga del área del lenguaje. Pero lo más notable, en el hemisferio izquierdo está la voz que me dice que existo como yo, la que forja mi ego y me convierte en un ser individual. Sin embargo, en el hemisferio derecho es donde se localiza la mayor actividad cuando estamos centrados en el aquí y ahora; piensa en imágenes; la información le llega en forma de flujos de energía de manera simultánea desde todos nuestros sistemas sensoriales y permite que nos contemplemos como seres de energía conectados a la energía de nuestro entorno; a través de él nos sentimos interconectados a toda la familia humana y al planeta.

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Ho’oponopono El ho’oponopono es una práctica ancestral que proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en general, y de la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa “hacer lo correcto” o “corregir el error”. Y nos recuerda que somos responsables de nuestras vidas al 100%, siendo nuestro presente el resultado de todos nuestros deseos, miedos, pensamientos, palabras, acciones y omisiones de nuestro pasado. Pero el ho’oponopono da un paso más allá: si en nuestra vida existen otras personas que interactúan con nosotros o con los demás, afectándonos de alguna manera, entonces también somos responsables de los deseos, miedos, pensamientos, palabras, acciones y omisiones de los demás. Esto lejos de ser una rémora o una pesada carga, es una verdadera liberación y una gran oportunidad, ya que nos permite asumir todo nuestro poder para tomar las riendas de nuestra vida y vivirla como realmente queremos. Con ayuda de ésta técnica podemos encontrar un mayor equilibrio y armonía en nuestras vidas, consolidando lo que de verdad queremos reforzar y desligándonos de todo aquello que nos perturba. Además, ayuda a que el ser humano sea permanentemente consciente de su Yo Verdadero, desactivando el “piloto automático” del ego. También nos ayuda a expresarnos desde nuestro “cerebro del corazón”, desde la paz y el amor, a través de la intuición y la inspiración. La intuición procede de nuestra memoria trascendente, avisándonos de algo que ya pasó y que puede volver a repetirse, y la inspiración es algo nuevo que nos ofrece alguna novedad para nosotros y nuestra vida. El dato más sorprendente sobre el ho’oponopono que circula por internet, así como dentro del libro gratuito “Ho’oponopono I, ebook” de Joe Vitale, que me leí hace poco, es que el doctor hawaiano Ihaleakala Hew Len, trabajó durante cuatro años en el pabellón psiquiátrico del Hospital del Estado de Hawai, sanando a pacientes hasta entonces incurables sin ni siquiera verlos, únicamente viendo sus expedientes médicos y haciéndose responsable al 100% de la enfermedad mental de tales pacientes y actuando sobre sí mismo para sanarse igualmente. Al parecer, a medida que él mejoraba el paciente también mejoraba. Os copio un 111


fragmento resumen de una conversación sobre este asunto que mantuvieron Joe Vitale y el Dr. Len: Joe Vitale: “Sr. Len, tengo entendido que usted trabajó cuatro años en un pabellón de un hospital de Hawai donde encerraban a locos y criminales. Que por lo general, los psicólogos dimitían después de un mes de trabajo allí, pues no era un lugar bueno para vivir, ni para trabajar, ni para visitar. Según tengo entendido usted nunca vio a los pacientes. Firmó un acuerdo para tener una sala en el hospital y desde allí revisaba los expedientes de cada uno para sanarlos a distancia. Mientras leía los expedientes médicos, usted trabajaba sobre sí mismo. Y trabajando sobre usted mismo, los pacientes empezaron a curarse.” Dr. Len: “Después de unos pocos meses, los pacientes que estaban atados con correas, recibieron permiso para caminar libremente. Otros, que tenían que estar fuertemente medicados, comenzaron a reducir sus medicaciones. Y aquellos, que nunca hubiesen tenido la posibilidad de ser liberados, recibieron el alta. Hasta al personal del pabellón comenzó a gustarle ir a trabajar. El absentismo y los continuos cambios de personal desaparecieron. Terminamos con más funcionarios de lo que necesitábamos, porque muchos pacientes eran dados de alta y todo el personal iba a trabajar. Hoy aquél pabellón del hospital está cerrado”. Joe Vitale: “¿Qué hizo usted consigo mismo para provocar tal cambio en esas personas?” Dr. Len: “Yo simplemente estaba curando la parte de mí que los había creado”. Finalmente el Dr. Len le explica a Joe Vitale: “Si usted asume la completa responsabilidad de su vida, entonces todo lo que usted ve, escucha, saborea, huele, toca o experimenta de cualquier forma, es su responsabilidad porque está en su vida. Ho’oponopono significa amarse a sí mismo y amarse a sí mismo es la mejor forma de mejorarse a sí mismo y, en la medida que usted se mejora a sí mismo, mejora su mundo. Basta apenas decir que, cuando usted quiera mejorar cualquier cosa en su vida, existe solo un lugar donde mirar: dentro de usted mismo. Y, cuando mire, hágalo con amor”. 112


Si para el consciente y el inconsciente he descrito brevemente el “cerebro de la cabeza”, en esta ocasión, para poder explicar la existencia y funciones del Superconsciente voy a describir brevemente, con ayuda de unos fragmentos sacados del libro “Amor, Vida y Consciencia” de Emilio Carrillo, el principal instrumento que nos conecta a él: el “cerebro del corazón”. “El corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo. Gracias a esos circuitos tan elaborados, el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro ubicado en la cabeza; y puede aprender, recordar e incluso percibir. Si el ser humano es capaz de mantener la atención sostenida en el presente, el cerebro-corazón adquiere todo su protagonismo e ilumina todo el movimiento que genera la Vida. El campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico. Y el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón. El cerebro del corazón activa en el cerebro mental o de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad. Cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas. Todo lo anterior se ha descubierto recientemente y conduce a la conclusión de que el circuito del cerebro-corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro-mente de la cabeza. Y como algunos seres humanos están empezando a experimentar, el uso consciente de este circuito representa un paso 113


más en la evolución humana, un salto evolutivo que se une a la activación de los componentes durmientes del ADN, provocando, todo en conjunto, una auténtica Metamorfosis y ojos nuevos para una Nueva Vida y un Nuevo Mundo.” A continuación, os explico qué es el Superconsciente, qué relación tiene con el consciente y el inconsciente y cómo podemos valernos del Ho’oponopono en nuestro día a día. Si consideramos que nuestro Yo Verdadero, a diferencia del pequeño yo o ego, es multidimensional, es decir, está conectado simultáneamente a distintas “realidades paralelas”, podremos decir que el Superconsciente es la parte más elevada de nuestra consciencia, que aunque de manera ordinaria no seamos conscientes de ella, está ahí para ayudarnos e interconectarnos con el resto de la creación a través de nuestro “cerebro-corazón”. Es la Superconsciencia de nuestro Verdadero Yo. El Superconsciente es desde donde operamos cuando estamos en estado de Amor Incondicional. Es a lo que podríamos llamarle también, nuestro Espíritu, Maestro Interior, Ser Interior, Yo Superior, Yo Divino, Doble Cuántico, Yo Perfecto,… Cuando estamos en “estado de coherencia biológico”, es decir, perfectamente alineados cerebro-corazón con el cerebro-cabeza, fluyendo siempre la información del primero al segundo (la mente sigue al corazón: “digo y hago lo que me dicta el corazón”), y cuando, simultáneamente, vivimos en el aquí y ahora eterno, no necesitamos buscar ni preguntar nada porque, literalmente lo sabemos todo; estamos conectados con el Superconsciente que es pura sabiduría eterna. Asímismo, el Superconsciente de cada uno de los 7000 millones de seres humanos de nuestra familia humana también son “sabiduría pura y eterna” y entre todos compartimos más o menos “archivos” de memorias comunes. Por poner un ejemplo, mi memoria trascendente, por así decirlo, tiene archivos comunes con la de otros seres humanos, ya sea porque hayamos tenido con ellos algún tipo de relación en esta vida o en vidas pasadas, o porque exista algún nexo de unión por cuestiones genealógicas, de raza, culturales, de nacionalidad, de vecindad o del tipo que sea. Por tanto, desde nuestro consciente, podríamos interactuar eficazmente con nuestro inconsciente y con el de los demás, a través de nuestro Superconsciente. Si una situación determinada con una persona 114


cualquiera nos causa malestar, podemos pedir a nuestro Superconsciente que actúe donde tenga que actuar, para manipular mis archivos del inconsciente que estén relacionados con los de la otra persona. De esta manera mi Superconsciente y el Superconsciente del otro, manipularán los “archivos dañados” de ambos para beneficio de los dos. Y ¿cómo hacemos esto? Pues, veámoslo a continuación. En nuestra vida cotidiana pueden darse situaciones que nos causen malestar o bienestar (tristeza o alegría; sufrimiento o gozo; miedo o plenitud; apatía o vitalidad;…). De una forma genérica y según el libro “Ho’oponopono I”, cuando en las situaciones de dolor o desamor tomamos consciencia de los pensamientos y emociones que experimentamos, podemos preguntarnos lo siguiente: “¿Qué hay dentro de mí sin resolver para experimentar esto?”, o “¿qué hay dentro de mí para que… (tal o cual persona) haya dicho o hecho… (esto o aquello conmigo o con otra/s persona/s) y me afecte de esta manera?”, o “¿qué ocurre en mi interior para que esta situación me produzca …?”, o “¿qué ocurre dentro de mí para que… (nombre/s de la/s persona/s) sufra/n esta enfermedad (nombrar la enfermedad)? Las preguntas pueden formularse de muchas maneras, pero lo importante es dirigirla desde el consciente al Superconsciente, para que éste interactúe con nuestro inconsciente y, en su caso, con los Superconscientes de las demás personas que a su vez interactuarán con los correspondientes inconscientes que estén bajo su dominio. El cómo y cuándo lo hace el Superconsciente no debe preocuparnos. Debemos tener absoluta confianza en Él y en su sabiduría infinita, pues manipulará de manera sutil y sin que nos percatemos de ello, los los “archivos dañados” de nuestra memoria trascendente para sanar o resolver lo que nos produce dolor, o bien, para reforzar las situaciones que nos producen bienestar. Y, muy importante, no estamos preguntando ni pidiendo a nada externo a nosotros. Cuando nos dirigimos al Superconsciente, nos estamos dirigiendo a la parte más elevada de nosotros mismos. Y tras haber formulado de manera consciente la pregunta (cuando se trata de resolver situaciones dolorosas), internamente o en voz alta, a nuestro Superconsciente, toca decir lo siguiente: “lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias”. Con esta frase estoy tomando la total responsabilidad de la situación dolorosa y de mi vida, ayudando de esta manera al Superconsciente o 115


Superconscientes (si hay otras personas implicadas) a desactivar o eliminar el “archivo dañado” (del inconsciente) que me afecta no solo a mí, sino también al otro u otros. Al decir “lo siento mucho”, me estoy diciendo realmente: “lo siento, por la parte de mí que ha creado esto y lo ha traído aquí (a mí - a ti – a nosotros)”. Cuando digo “perdóname”, me estoy diciendo “no volverá a ocurrir”. Cuando digo “te amo”, me digo a mí mismo que a pesar del mal que haya podido causar (aunque sea de manera inconsciente), me perdono y me amo. Y cuando digo “gracias”, me estoy agradeciendo el que desde mi Superconsciente he podido realizar y seguiré realizando las manipulaciones necesarias de los “archivos dañados” de mi “disco duro” y, en su caso, las de los demás a través del respectivo Superconsciente (Yo Superior de los demás). Sin embargo, también podemos simplificar el procedimiento hasta ahora explicado, sobre todo cuando queremos reforzar algo en nuestra vida, de la siguiente manera según explica Emilio Carrillo en el capítulo “Ho’oponopono” de su libro “Amor, Vida y Consciencia”: “Así, para fijar y potenciar en la memoria los pensamientos y experiencias de Amor, es suficiente con que desde el consciente digamos “gracias” a nuestro Ser Interior ante las cosas hermosas de nuestra vida cotidiana. Y para borrar los pensamientos y experiencias sin Amor, basta con que digamos “lo siento”. Nuestro Ser Interior sólo nos pide que desde el consciente digamos “gracias” o “lo siento”. Creas lo que crees; y si Yo lo he creado, Yo lo puedo cambiar. Esto es aceptar el 100% de responsabilidad de nuestra vida. Ho´oponopono impulsa, por tanto, una comunicación consciente y continua con nuestro Ser Interior para que éste tome el mando y afiance o borre, según el caso, partes concretas de nuestra memoria trascendente. Y la respuesta ante tal comunicación es automática, aunque no la proporciona el intelecto, sino nuestra energía divina, a la que conscientemente dejamos fluir y operar para recalcar o eliminar componentes de la memoria. El intelecto y la mente no tienen capacidad para incidir en la memoria trascendente: ni saben dónde está ni conocen el archivo dañado. A muchos les parecerá increíble, pero el camino más fácil es asumir la responsabilidad completa de nuestra vida, incluidos todos 116


los hechos, circunstancias y personas que nos rodean; los pensamientos y actos propios y los de aquéllos que se relacionan con nosotros. En todo lo que llega y acontece hay que ver una preciosa oportunidad para que el Ser interior coja el mando y potencie o limpie los archivos (pensamientos, actos, experiencias,…) con o sin Amor, respectivamente, guardados en nuestra memoria trascendente. La gente que llega a nuestras vidas y con las que nos relacionamos de un modo más o menos familiar y estrecho no lo hace por casualidad, sino porque compartimos archivos con Amor, sin Amor o de ambos tipos. Esto es lo que nos une en la dimensión de las formas, sin embargo, en la dimensión subyacente estamos unidos por la Esencia divina.” Para concluir, deciros que en mi caso particular, me digo la frase completa “lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias” tras formularme la pregunta ¿qué pasa dentro de mí…?, cada vez que experimento una situación o unas emociones dolorosas; pero también, cada vez que observo a alguien enfermo o sufriendo cerca de mí. Por otro lado, estoy observando que el ho’oponopono me está sirviendo de gran ayuda en la práctica del aquí y ahora. Cada vez que descubro a mi mente divagando, preocupándose por algo o proyectándose innecesariamente hacia el pasado o el futuro, interrumpo cualquier tipo de pensamientos y me digo “gracias”. Desde ese instante, procuro continuar en la atemporalidad del aquí y ahora eterno el máximo tiempo que me sea posible; a veces son segundos y a veces minutos. Pero observo que mientras más lo practico, más tiempo puedo estar de manera ininterrumpida en el aquí y ahora. Esto lo voy realizando sobre todo cuando estoy tranquilo en casa o cuando voy de camino al trabajo. Resumiendo: “cuando tomo consciencia de que no me amo o no amo al prójimo diré <lo siento>; y cuando tomo consciencia de que YO SOY AMOR y de que YO SOY TU COMO TU ERES YO (me amo y te amo), entonces diré <gracias>”.

Syneidesis Esta palabra, extraña para la mayoría, late con mucha fuerza en mi interior desde que la conocí a través de Víctor Brossa. Tras ver, a través de internet, algunos de sus vídeo-entrevistas de su programa “Syneidesis”, pero sobre todo tras leer sus dos libros (El despertar 117


de los Maestros Creadores y Activando al Maestro Interior), se me quedó grabado su significado y alcance. Syneidesis es una palabra griega cuyo significado es “con capacidad de imaginar”. Según explica Víctor Brossa, muy probablemente fueron Cicerón o Séneca quienes la tradujeron al latín, llamándola “conscientia”, palabra que ha llegado a nuestros días como consciencia. El significado de ésta última parece no tener nada que ver con la primera, pero veamos como lo explica Víctor en su primer libro: “De la palabra “conscientia”, el prefijo “con-“ podríamos traducirlo como convergencia o reunión, y “-scientia” como ciencia, lo que vendría a significar algo así como “reunión de la ciencia o el saber”. Y nos preguntaremos ¿qué tendrá que ver la reunión de la sabiduría y las ciencias con la capacidad de imaginar? Sin embargo, los griegos y, antes que ellos, los egipcios parecían tener muy claro que estamos hablando de la misma cosa: la imaginación es la puerta a la totalidad del conocimiento, al saber absoluto. La imaginación es una capacidad que todos traemos y que no depende de nadie ni de nada, es algo que siempre hemos tenido y que nos hace soberanos de acceder por nosotros mismos a Toda la información del Universo. Así pues, la clave para acceder al conocimiento está en nuestra capacidad de imaginar. Cuanto mayor sea nuestra capacidad de imaginar, mayor será nuestro estado de consciencia, o lo que es lo mismo, cuanta más imaginación tengamos, más cerca estaremos de recuperar la memoria desde donde somos en esencia la mismísima Totalidad expresándose con toda su lucidez y brillo. Cuando hablo del concepto “imaginar”, no me refiero a algo relacionado con el ocio o con descansar unos instantes de una vida de esclavitud mientras soñamos cosas que creemos no poder realizar jamás… Esa es una de tantas programaciones mentales que nos han colado para acotar nuestra capacidad de expansión. Fundamentalmente me refiero a imaginar como una vía o una puerta que nos conecta con el recuerdo de lo que ya existe y que vive en algún lugar del Universo, más allá de este mundo de tres dimensiones que llamamos mundo real. Porque Imaginar no es otra cosa que Recordar. 118


Imaginar sería entonces algo así como la capacidad de atraer recuerdos de la Gran Mente Cósmica, allí donde cualquier posibilidad ya existe, para poder materializarlos en nuestro mundo físico si así lo deseamos.” Como podréis observar, Víctor expone de manera muy clara la relación existente entre la capacidad de imaginar, la consciencia y el recuerdo de lo que ya existe. En cuanto a esto último, conviene recordar (valga la redundancia) el significado de la palabra “recordar”. Ésta deriva de la palabra en latín “recordari”. “re-“ sería “de nuevo” y “cordari”: corazón. Por tanto, significa mucho más que tener algo presente en la memoria. Recordar es, literalmente, “volver a pasar por el corazón”. Ahora ya sabemos que todo lo que imaginamos, cuando vibramos en una frecuencia de Amor, pasa de nuevo por nuestro corazón, haciéndolo real. Por tanto, todo lo que se imagina pasa a ser real en un plano sutil al principio, hasta que llega a materializarse en el plano físico más tarde. Toda idea, si así lo deseas, puede ser materializada si lo crees posible. Sin embargo, en la matrix (donde se desarrolla nuestra vida tridimensional), nos hacen creer lo contrario para que abandonemos nuestros sueños, al tiempo que nos sirven en bandeja lo que nos inducen a imaginar para ellos, principalmente a través de los medios de comunicación y la publicidad. Usan nuestra capacidad creadora para que creemos el mundo que ellos necesitan. Como dije en el capítulo del ho’oponopono, aunque no hayamos sido conscientes de ello, siempre hemos ido creando nuestra realidad hasta lo que hoy es, pero en la mayoría de las ocasiones permitiendo que otros imaginen por nosotros nuestro mundo, nuestro hogar común. Posiblemente, muchas decisiones en nuestra vida las hemos tomado o las hemos dejado de tomar influenciados por el miedo. Miedo que nos impulsa a crear desde el cerebro de la cabeza la realidad que no nos gusta. Si por el contrario, la mayoría de las decisiones las estamos tomando desde el Amor, desde el cerebro del corazón, estaremos muy satisfechos con nuestras vidas. Antes de mi reflexión final, quiero deciros desde mi experiencia de creador de mi vida y co-creador de nuestra vida compartida en la Tierra, que es muy fácil vivir en el aquí y ahora eterno cuando estamos inmersos en una obra creativa. Considero que la mejor vía 119


de expresión para nuestra ilimitada capacidad de crear, es el arte: pintura, escultura, escritura, danza, música, etc. A mí me ha ido muy bien estos últimos años, crear a través de la palabra escrita. Me encanta escribir sobre mis recuerdos pasados, del tipo que sean, sobre mi presente y sobre el mundo que deseo para mí y para mis seres queridos (mi hijo, mi mujer,… y, por supuesto, tod@s vosotr@s que formáis parte de mi familia humana). Cuando escribo sobre lo que podríais considerar como una utopía inalcanzable, lo hago desde el sentimiento profundo (convencimiento absoluto) de que es posible lograrla; y desde ese momento la Providencia empieza a conspirar para que dicha “utopía” comience a materializarse, aunque eso sí, sin conocer cómo ni cuándo finalmente se materializará. Me apasiona exteriorizar lo que siento en mi corazón cuando escribo cualquier texto, pues siempre lo considero útil para quién lo pueda leer, pero sobre todo lo considero muy útil para mí. Por tanto, usemos nuestra Syneidesis (capacidad de imaginar), para crear y co-crear todo aquello que nos dicte nuestro corazón. Escuchémosle y hagámosle caso, pues como ya sabéis, siempre nos conducirá por el mejor camino posible. Y el arte, siempre será el mejor medio de expresión que encuentre para plasmar todo aquello que desee llevar a la “mágica realidad”. Mucho antes de conocer a Víctor tuve un profundo presentimiento: que todo lo que imagine desde el Amor, por imposible que pueda parecer, tarde o temprano terminará materializándose si persevero en ello. Cuando empecé a escribir mi primer libro, “La huelga tranquila”, tomé de Albert Einstein una de sus citas más famosas por su profunda conexión con lo que yo sentía internamente. La cita en cuestión, reflejada en mi primer libro y en mis tarjetas de presentación es la siguiente: “La imaginación lo es todo, es el avance de lo siguiente que atraerá la vida”. Y como podréis comprobar, en cada uno de mis libros hay mucha, muchísima imaginación. Tanta como para ser materializada durante todo el siglo XXI.

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EPÍLOGO ¿Qué es la “bipolaridad” o “trastorno bipolar”? Antes de hablaros de mis experiencias “maníacas” quiero copiaros un fragmento del mejor libro que hasta ahora he leído sobre la bipolaridad, donde se explica muy claramente cómo se manifiestan tanto la depresión como la manía. “La bipolaridad como don: cómo transformar la inestabilidad emocional en una bendición” de Eduardo H. Grecco, es un libro que recomiendo a quienes la padezcan y a sus familiares, sobre todo porque su autor también la padeció y actualmente es un reconocido psicólogo transpersonal y psicoanalista especializado en bioenergética, fonología corporal y terapias florales, además de ser también autor de numerosos libros relacionados con la salud. El señor Grecco dice así: “Quien sufre de depresión, siente que ha descendido y habita en el infierno. Generalmente su padecer no es comprendido o percibido en toda su magnitud por la familia y el entorno. Los pensamientos catastróficos y culposos, la pérdida de autoestima, la falta de energía y la desesperanza hacen ver todo negro y sin salida. El tiempo no transcurre y el espacio se cierra. Muchas veces la idea de la muerte o el suicidio aparece como único camino abierto para terminar con el sufrimiento. Por el contrario, en el estado de manía la persona siente un excesivo bienestar y no puede entender cómo los demás no lo perciben. Eufóricos, exaltados e hiperactivos, se sienten brillantes y creativos. La grandiosidad los lleva a tomar decisiones peligrosas. Gastan el dinero desmedidamente, su sexualidad está exacerbada y pierden el pudor. Aún sin dormir, se encuentran llenos de energía. Suelen hacer planes irrealizables y pueden llegar a ser agresivos y violentos. La exaltación los puede llevar a perder el control de la realidad, desarrollando ideas delirantes de contenido grandioso.” Las ventajas de ser “bipolar” Si en el prólogo de este libro me he “desnudado” ante vosotr@s para mostraros cuáles fueron las consecuencias de reprimir mis pensamientos autodestructivos y de no atreverme a pedir ayuda, experimentando por tal motivo el “infierno en la Tierra”, ahora me toca explicar algo de mis experiencias como “bipolar” en el otro extremo: algunos de mis pasados delirios, pero principalmente una 121


experiencia mística a la que llamo “mi Regalo del Cielo”; experiencia que me hizo saborear temporalmente las mieles del “Cielo en la Tierra”. De esta manera voy a transmitiros algunas de mis vivencias de expansión de consciencia ocasionalmente experimentadas en el polo opuesto de la depresión. Pero antes quiero deciros que me siento un ser humano privilegiado por haber tenido la oportunidad de experimentar, dentro de la dualidad que hasta ahora ha caracterizado a nuestro mundo, los dos extremos vivenciales más profundos y totalmente opuestos. Por un lado, mediante estados alterados de consciencia constreñidos, a través de las crisis depresivas y, por otro, mediante estados alterados de consciencia expandidos, a través de las crisis “maníacas”. Esto me ha permitido experimentar y aprender, dentro de un amplísimo espectro de emociones, pensamientos y sentimientos, muchas veces dolorosos y otras veces muy gozosos. Actualmente, sin embargo, me encuentro muy equilibrado y estable entre ambos polos experienciales. Sigo aprendiendo a fluir por el río de la vida, con un autoconocimiento que me permite saber perfectamente cómo mantenerme enraizado en la Tierra, evitando hundirme en el “infierno consciencial” y gozando de la continua y gradual expansión de consciencia que supone aprender a vivir en el eterno aquí y ahora, que trasciende la experiencia de la dualidad y me permite vivir cada vez más en la Unidad de un Mundo Nuevo que observo cada vez mejor con ojos nuevos. Viviendo lo más que puedo en el aquí y ahora eterno, también evito despegar los pies del suelo, impidiendo de este modo elevarme a un “cielo consciencial” maravilloso, que se torna delirante o de ensueño cuando el ego interviene. La bipolaridad se puede curar Si entre el año 1989 y el 2010 sufrí múltiples depresiones nerviosas, y entre 1998 y 2011 padecí varias crisis “maníacas” e “hipomaníacas” (crisis eufóricas), ahora, dos años después de la última crisis eufórica que experimenté a principios del 2011, me encuentro en la etapa más estable y feliz de mi vida. Estoy en lo que yo me atrevería a denominar el periodo de transición hacia la sanación definitiva del “trastorno bipolar”, o lo que es lo mismo y me gusta más: estoy saliendo de un largo período de “desequilibrio temporal de mi mente”. Quizás dos años sin crisis (el período más largo y estable de mi vida desde que se me diagnosticó la primera depresión hace 23 años) no sean suficientes para que la psiquiatría oficial me pueda dar el alta. Quizás yo mismo necesite algún tiempo 122


más para poder proclamar públicamente: ¡estoy totalmente sano emocionalmente y equilibrado mentalmente! Seguramente necesito también que mi psiquiatra algún día me dé el alta, para poder demostrar (con el paso de los años sin crisis) a la conservadora institución médica y a la interesada institución farmacéutica, que un “bipolar” se puede curar total y definitivamente. Sea como fuere, consiga el alta médica o no, siento que debe pasar bastante tiempo de estabilidad emocional, equilibrio mental, crecimiento personal y desarrollo espiritual para lanzarme a escribir y divulgar sobre las “enfermedades mentales” en general y sobre la “bipolaridad” en particular. De este modo podré ganar la suficiente confianza y credibilidad ante tantísimas personas que sufren de “desequilibrios temporales de la mente” y ante sus seres queridos. Cuando llegue el momento y me sienta preparado lo sabré. Mis crisis “maníacas” El 22 de diciembre de 1998, cuando mis familiares me llevaron de urgencia por primera vez al hospital psiquiátrico San Lázaro de Sevilla, me sedaron fuertemente por manifestar un extraordinario episodio eufórico con fuertes delirios de grandeza y algunas alucinaciones visuales y auditivas. Internamente sentía que yo era un ser humano grandioso, muy por encima del resto de los mortales, incluso con capacidad de comunicación telepática con seres extraterrestres. Afortunadamente, por mi actitud pacífica y obediente, no hizo falta que me internaran. Debido a mis episodios depresivos recurrentes y a este primer episodio “maníaco”, se me diagnosticó de “trastorno bipolar”. Después de abortarse dicha fase maníaca con los potentes psicofármacos que me administraron, pero sobre todo al tomar consciencia de las “locuras” que pensé e hice (entre otras cosas, asumí el traspaso de un negocio que funcionaba mal a espaldas de mi familia), descendí rápidamente al polo opuesto, el de la depresión, manteniéndose ésta un par de meses a pesar del cambio de medicación. En junio del año siguiente, de nuevo experimenté el polo de la euforia desmedida. En esta ocasión padecí lo que la psiquiatría llama “delirios mesiánicos”, es decir, internamente sentía con absoluta seguridad que yo era el nuevo mesías esperado por la humanidad para salvar al mundo de los grandes males que la aquejaban. En esta ocasión yo era un ser extremadamente amoroso y compasivo y, como es de suponer, tampoco ofrecí ninguna resistencia y asumí 123


perfectamente el nuevo tratamiento farmacológico anti-maníaco. Como mis familiares detectaron rápidamente mi rara actitud (aunque yo nada decía sobre quién yo sentía que era) y mis extraños comportamientos, de nuevo me llevaron de urgencia, esta vez al psiquiatra de mi centro de salud, donde se me diagnosticó de padecer un episodio hipomaníaco. En esta ocasión, al no haber llegado a hacer ninguna “locura” y haberme callado en relación al personaje que pensaba y sentía que era, al cabo del tiempo volví a descender para “tomar tierra” sin necesidad de bajar a la temida depresión. Aunque después de la segunda crisis eufórica hubo varias crisis depresivas importantes, tuvieron que pasar más de ocho años para volver a experimentar, según la psiquiatría, otra crisis maníaca (a la que en esta ocasión llamo “mi Regalo del Cielo”), esta vez muy diferente a las dos anteriores por lo que más adelante os voy a contar. Después de ésta, en marzo de 2011, cuando estaba elaborando la obra Glocalismo, experimenté otra crisis hipomaníaca relacionada esta vez con “delirios conspiranoicos” (empecé a ver señales o indicios muy claros sobre la ejecución de planes eugenésicos muy graves, de la élite global contra el resto de la humanidad); crisis que yo mismo detecté y que me sirvió para pedir ayuda urgente a mi psiquiatra. Debido a que cada vez dormía menos y mi mente era como un torbellino de pensamientos e ideas, por un lado muy inspiradoras para la obra Glocalismo, pero por otro muy agobiantes las relacionadas con la “teoría de la conspiración”, me vi obligado a recurrir a la ayuda externa, ya que ni en las meditaciones podía aquietar lo más mínimo mi mente. ¿Qué ocurrió antes de recibir “mi Regalo del Cielo”? En el otoño del año 2007 me encontraba física y mentalmente muy bien. Por un lado, llevaba un año en muy buena forma por mis largas jornadas de entrenamiento semanal en bicicleta todo terreno, habiendo competido con muy buenos resultados en varias rutas de resistencia. Y por otro, llevaba varios meses leyendo e interiorizando diversos textos budistas que me llevaban a practicar regularmente meditación y diariamente “la compasión budista”. Precisamente, tras un acto concreto de Compasión Universal (según la interpretación budista, sería un acto de entrega absoluta y Amor Incondicional hacia uno o varios seres sintientes), que no puedo personalizar por 124


respeto a la otra persona implicada, experimenté algo maravilloso y totalmente nuevo en mi vida. El, llamémosle, Acto Supremo de Compasión lo protagonicé la noche del 28 de octubre de 2007. Junto a la cama de un hospital, tomé la mano de una persona con la que hasta ese momento mi relación había sido, en muchos momentos, muy difícil. Según el pronóstico médico su situación clínica era muy grave. Aunque esta persona se encontraba muy sedada, estaba despierta y consciente. Entonces, aproveché la ocasión en que me quedé a solas con ella para decirle de corazón lo que sentía. En primer lugar, con sincero arrepentimiento, le pedí perdón por mi actitud egoísta, orgullosa y distante que hasta ese momento había predominado en mi relación con ella. A continuación, en previsión de que podría fallecer esa noche o en la complicada operación o postoperatorio del día siguiente, le hice una sincera promesa para cumplir durante el resto de mi vida, y que en estos momentos no puedo desvelar. Al despedirme de esta persona, y sabiendo que quizás fuese la última vez que la viese con vida, me sorprendí enormemente de lo que acababa de hacer y decir, y me entró miedo. Sin embargo, poco después, mientras me alejaba andando del hospital hacia el coche, y en el mismo coche cuando conducía hacia mi hogar, experimenté internamente una oleada de energía que recorría todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. La sensación energética era maravillosa, y ya no desaparecería hasta más allá de los dos meses siguientes. La operación quirúrgica de ésta persona fue todo un éxito. Y cada día que pasaba me sentía como nunca: cada vez más ligero, como si pesara cada vez menos, con muchísima energía, alegría y gran claridad mental. Hasta que el día 4 de noviembre de 2007, durante una sesión de entrenamiento en bici por el campo, experimenté lo que en aquel momento sentí como mi iluminación. De repente todo encajaba en mi interior y mi sentimiento de Unidad con Todo me hizo detener la bicicleta. Todo estaba en su sitio y yo estaba en Todo. Repentinamente me di cuenta de que mi mente estaba totalmente en calma y silenciosa. Ya no había pensamientos, solo sentía que estaba Vivo, más vivo que nunca. Desde tan inolvidable día hasta el 9 de noviembre por la noche (momento en que recibí “mi Regalo del Cielo”) seguí experimentando de manera contenida (para no alarmar a mi esposa y evitar una visita al psiquiátrico) una 125


gran Paz Interior, Alegría Inmensa, Plenitud, Gozo Sereno, Unidad con Todo y Consciencia Expandida. En aquellos momentos, también observo que tengo una gran facilidad para comunicarme y me doy cuenta de las numerosas sincronicidades (señales o “causalidades”) que aparecen en mi vida y me guían. Aprovecho para realizar meditaciones más largas con intención de ayudar en la sanación e iluminación del mundo. Siento una gran necesidad de dar gracias por todo. Siento igualmente una gran empatía por los demás: gozo con la alegría de mis hermanos humanos y sufro con su sufrimiento. Decido entonces intervenir (todo esto lo hago secretamente para no alarmar a mis familiares) ayudando en la medida de lo posible con mis palabras, comida o algo de dinero a personas de mi entorno que yo consideraba necesitadas, pero esta vez de manera controlada para no levantar sospechas de estar padeciendo una posible crisis eufórica. Aunque ahora, he de reconocer que la quietud mental del día 4 de noviembre fue poco a poco desapareciendo por la gran cantidad de pensamientos grandiosos que desde entonces iban penetrando y encadenándose en mi mente. Durante esos días me percato que necesito dormir poco (3 a 5 horas) y que me levanto con gran vitalidad y alegría. Ahora tengo claro que se estaba gestando de nuevo una gran crisis eufórica, pues estaba perdiendo las riendas de mi mente y dejando progresivamente de Vivir en el aquí y ahora eterno. El 9 de noviembre de 2007 Sin embargo, algo inesperado cambió el rumbo de los acontecimientos. El día 9 de noviembre mi sensación energética corporal llegó a niveles sorprendentes. La mañana de ese día, que la pasé fuera de casa, fue muy intensa en cuanto a pensamientos y actos de compasión que dirigía hacia todos y hacia Todo. Los maravillosos sentimientos de Amor Incondicional que percibía en mi interior me desbordaban. Realmente no sabía cómo canalizarlos, ni cómo expresarlos a mi mujer para no terminar en el psiquiatra. Cuando llegué a casa para almorzar, mi mujer y mi hijo tenían planes para ir a un famoso establecimiento de comida rápida. Hacía un día estupendo para comer en el exterior de dicho establecimiento tomando el Sol. Después de disfrutar de un delicioso almuerzo “basura” junto a mi familia, mi hijo, con tres añitos entonces, se fue al interior del complejo recreativo de la gran multinacional acompañado de su madre. Yo preferí quedarme solo, sentado al aire libre, en la misma silla metálica que usé para comer. Pues bien, 126


inmediatamente que cerré los ojos para descansar un rato, empecé a sentir como mi cuerpo empezaba a vibrar extrañamente. Al retirar la espalda del respaldo de la silla la vibración desaparecía y al situarla de nuevo en el respaldo, volvía a percibir la vibración en mi espalda a través de mis manos en contacto con la silla. En realidad era como si a través de mi columna vertebral estuviese penetrando en mi cuerpo una energía y un vigor extraordinarios. Era una sensación muy placentera, pues parecía que internamente iba acumulando una fuerza y potencia crecientes, principalmente en mis extremidades y en la propia columna vertebral. Más tarde, después de estar un rato junto a mi mujer y mi hijo dentro del complejo recreativo, tuve la necesidad de dirigirme a un lugar desde el que poder mirar al Sol antes de su ocaso. Sorprendentemente, sentí también que la energía del Sol se incorporaba a mí a través de los ojos, llenándome y vitalizándome inmensamente. Además, percibí que a través del Sol me conectaba con el centro de la galaxia y con el resto de la creación. Fue más adelante, cuando tuve conocimiento de una técnica de acumulación energética a través de mirar al Sol, a la que se conoce por “Sun Gazing”. De vuelta a casa, por la noche, cuando mi mujer se fue como de costumbre a la cama de nuestro hijo para darle el pecho antes de dormir (en el capítulo de “lactancia y ecología” de Glocalismo explico la maravillosa experiencia de la lactancia natural a demanda, en la que mi hijo decidió dejar voluntariamente el pecho a la edad de 4 años y medio), entonces me dirigí a mi habitación con intención de acostarme y dormir. Precisamente tras desnudarme y quedarme de pie junto a la cama en calzoncillos y con los pies descalzos, sentí de nuevo una oleada de energía interior que, a pesar de lo friolero que siempre he sido, me llenó de un agradable calor interno. Además, inmediatamente sentí como si una fuerza extraña tirase de mi cuerpo y cabeza hacia arriba, obligándome a estirar mi espalda y cuello, pero manteniendo los pies muy bien anclados en el suelo. Entonces, simplemente me relajé y, permaneciendo de pie, me solté y abrí a la experiencia increíble que estaba a punto de comenzar. Sentí un ligero y momentáneo mareo que desapareció en cuanto mi cuerpo empezó a moverse involuntariamente. En todo lo que voy a contar a partir de ahora puedo asegurar que no intervino para nada mi voluntad. En ningún caso sabía ni presentía lo que iba a ocurrir en cada instante posterior. Me limité únicamente a permanecer 127


como un mero observador abierto a la experiencia, de pie, totalmente relajado, con los brazos y manos colgando. Mi Regalo del Cielo En el sentido de las agujas del reloj y de forma circular, mi cadera empezó a moverse como si de un péndulo se tratara. A los pocos segundos, el movimiento de la cadera fue minorando conforme el movimiento giratorio fue elevándose por mi columna. Llegó un momento en que la cadera se detuvo, pero no el movimiento circular que continuaba a nivel del vientre. Era un movimiento perfectamente circular, imposible de ejecutar de manera voluntaria por mi parte. Se parecía mucho al movimiento de la danza del vientre. En poco tiempo el movimiento se detuvo, y con un calor muy fuerte a nivel del vientre, éste empezó a contraerse al tiempo que mi boca se abría y mi tronco se inclinaba hacia delante como si fuese a expulsar algo por la boca. Enseguida me enderecé de nuevo y de repente sentí una gran necesidad de llorar. En ese preciso instante, sí puse mi voluntad en reprimir el llanto para no alertar a mi mujer, que se encontraba aún en la habitación de mi hijo. Sin embargo, mi respiración se hizo jadeante y mis lágrimas, que brotaban fácilmente, descendían copiosamente por mis mejillas. Al cabo de un rato, cuando ya no necesité llorar más, me di cuenta que algo doloroso a nivel emocional había sido expulsado desde mi interior. De pronto, el movimiento perfecto circular se reanudó en el mismo nivel donde antes se detuvo, para seguir ascendiendo hasta que llegó a la altura del pecho. Una vez ahí, se detuvo de nuevo y sentí mucho calor en esa zona, pero esta vez sentí un gozo y una alegría indescriptible. Notaba cómo si desde mi corazón manase una energía maravillosa que me inundaba. En esos momentos sentía que yo era Amor en estado puro. Pero también duró poco, porque pronto percibí que mi brazo izquierdo se movía y mi mano izquierda se cerraba, quedando el dedo pulgar estirado hasta que éste se introdujo en el ombligo. Luego se movió el brazo derecho, elevándose lentamente hasta que el pulgar de mi mano derecha entró en mi boca como si fuera un chupete. A continuación, sentí de nuevo una extraña fuerza que tiraba de mí, esta vez hacia abajo, obligándome a agacharme. Lentamente descendí hasta quedar en cuclillas, adoptando una posición fetal que mantuve durante un minuto aproximadamente.

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Después, la misma fuerza vertical volvió a elevarme hasta quedar de pie, totalmente erguido. Enseguida, se reanudó el misterioso movimiento circular ascendente en el sentido de las agujas del reloj hasta llegar al cuello. Desde ahí, la cabeza empezó a moverse también de manera circular, lentamente, durante unos 20 a 30 segundos. Cuando ésta se paró, ocurrió algo también maravilloso, pero muy diferente al éxtasis que experimenté en el nivel del corazón. Noté mucha energía en la cabeza; principalmente alrededor del cráneo sentí como si me estuviesen colocando una corona, percibiendo una ligera presión en todo el perímetro craneal y erizándose el cabello desde las sienes hacia atrás. Era una sensación muy agradable. Sentí asimismo la necesidad de cerrar los ojos para enseguida penetrar en una inmensa y profunda quietud interior. Totalmente expectante, sentía como si el tiempo se hubiese parado. Y hasta aquí llegó la fase de movimientos involuntarios de mi cuerpo. Todo esto más lo que vais a leer a partir del párrafo siguiente, puede pareceros imposible, irreal, fantasía, imaginación, delirio, alucinación o incluso un vívido sueño, sin embargo, al ser “mi Regalo del Cielo”, la experiencia física y mental más intensa y variada en cuanto a emociones y sentimientos desplegados en poco espacio de tiempo (a excepción de lo que viví también en el polo opuesto años atrás en mi intento de suicidio), me permite recordar con todo lujo de detalles lo sucedido en aquellos inolvidables momentos. Así que, aunque pueda no pareceros posible o real, es mi verdad. Y si lo cuento, es porque necesito hacerlo de esta manera, ya que en varias ocasiones que lo he explicado verbalmente, más bien torpemente, he percibido la incredulidad de la otra parte. Al parecer, según descubrí más tarde, experimenté lo que se denomina el despertar de la Kundalini. Incluso existe una técnica de yoga que se llama Yoga Kundalini. A la energía Kundalini se la asemeja a una serpiente ígnea que descansa enroscada en el chakra raíz (primer chakra, situado en la base de la columna vertebral). Ésta, al parecer, cuando se activa plenamente es capaz de ascender por la columna, chakra por chakra, hasta llegar al chakra corona (séptimo chakra, situado en la parte superior de la cabeza), barriendo y regulando a su paso cada uno de los siete chakras (vórtices energéticos que vibran y giran velozmente). Según leí más tarde, esta experiencia “kundalínica” puede llegarle a cualquier persona que esté preparada para recibirla, sin necesidad de 129


buscarla, permitiendo una expansión de la consciencia de gran magnitud. Sin embargo, dicho despertar, puede manifestarse en cualquier persona de manera totalmente diferente a como me ocurrió a mí. Revelaciones místicas En el estado de Paz Absoluta, al que accedí tras detenerse la rotación de la cabeza, hubiese permanecido mucho tiempo, pero mis ojos se abrieron y dirigieron su mirada hacia la cama vacía. Tomé el control de mi cuerpo, apagué la luz y me introduje en la cama boca arriba. Cerré de nuevo los ojos, pero esta vez, además de continuar con la infinita Paz que me llenaba, percibía como la oscuridad causada por la luz apagada y los ojos cerrados se incrementaba y condensaba en una negrura muy densa. Era como si percibiese una densidad de energía tremenda en un espacio tridimensional vacío. Sabía que algo iba a aparecer en ese espacio vibrante que observaba delante de mí con los ojos cerrados. Yo era como un espectador de cine 3D, justo antes de empezar la proyección de la película. Mientras tanto, mi expectación y atención eran enormes. No sé cuanto tiempo transcurrió hasta que apareció la primera letra, pero yo, como nunca antes, experimenté el vacío total y absoluto de mi mente, sin ningún tipo de pensamientos, durante un buen rato. Estaba plenamente instalado en el aquí y ahora eterno. En esos momentos, era pura consciencia y nada más. Tras ese intervalo de atemporalidad, aparecieron flotando de la nada, desde el negro y vacío absolutos, los trazos de tres palabras, una detrás de otra. Cuando desaparecía la primera, nacía la segunda, lentamente, letra por letra, en mayúsculas, parecían hechas como con fuego. La primera letra de la primera palabra que lentamente se dibujó fue la A, después llegó el turno de la M, luego la O y finalmente la R: AMOR. Tras verla unos segundos nítidamente flotando en tal negrura tridimensional, se apagó lentamente para dar paso a la primera letra de la siguiente palabra, la P, luego la A y por último la Z: PAZ. Igualmente ocurrió con la palabra COMPASIÓN. Tras esos mágicos momentos, aparecieron frases inconclusas para que yo mentalmente las terminara con lo primero que sintiera; luego aparecieron números, signos, símbolos, imágenes de geometría sagrada y diversas visiones del maravilloso futuro que aguarda a la Humanidad. Una amiga, muy conocedora del mundo espiritual, me dijo que posiblemente eran las Palabras de 130


Fuego que otras personas, de todos los tiempos, al parecer las han recibido de forma revelada en algún momento de sus vidas, aunque el contenido del mensaje fuese distinto para cada una de ellas; palabras que quedan para siempre grabadas en la memoria de quienes las reciben, orientándolas por un nuevo camino. En determinado momento de esa intensísima noche de revelaciones místicas, yo me veía como un ser inmortal, totalmente en armonía con todo lo que me rodeaba. Estaba solo pero muy feliz, inmerso en una exuberante y bellísima naturaleza primaveral, llena de flores y pájaros, con toda la eternidad por delante para Vivir. Después de verme allí durante un buen rato, disfrutando de tan maravilloso entorno, me llegó una visión muy intensa que me llevó hasta mi corazón. Como si fuera un zoom que penetrara mi cuerpo, vi mi corazón latir delante de mí y observé cómo alrededor de él nacían unas ondas en forma de círculos concéntricos (como las ondas que surgen cuándo se tira una piedra a un estanque) que se iban expandiendo infinitamente hasta alcanzar a todo el Universo. El viaje desde mi corazón hasta las galaxias más lejanas fue muy rápido, sin embargo se me quedó grabado el orden de las secuencias de imágenes que vi, una vez que la primera onda expansiva excedió el contorno de mi cuerpo físico. Inmediatamente después de mi, vi a mi mujer y a mi hijo, luego a mis familiares más cercanos, luego algunos de mis amigos más íntimos, luego mi lugar de trabajo y mi lugar de residencia. Después vi cómo el enfoque se alejaba de nuestro planeta: observé de manera muy veloz cómo me alejaba de la Tierra, del Sistema Solar, de la Vía Láctea, del cúmulo de Galaxias donde estaba la Vía Láctea,…, hasta que de repente me vi de nuevo en el maravilloso paraje natural desde el que comenzó el viaje expansivo desde mi corazón. Para mí este viaje desde el corazón es muy significativo, pues me permite saber cuál es mi potencial de expansión y cuáles son mis límites. Mi interpretación es la siguiente: “Mi Corazón (al igual que el vuestro) es El Lugar Sagrado desde el que mana el AMOR INCONDICIONAL en forma de ondas o burbujas expansivas; es el mismo Centro de todas las cosas; es el origen incluso del Universo, pues en mi Corazón (al igual que en el vuestro) reside la Inteligencia Divina Creadora (Fuente, Divina Esencia, Padre-Madre, Dios, Alá,…) que en esencia Yo Soy y Vosotros Sois. Todos nuestros Corazones están conectados entre sí. Y no hay separación entre 131


Ellos porque Todos son Uno.” Por tanto, mi potencial de expansión es infinito, pero teniendo siempre muy en cuenta que no debo abandonar nunca mi Centro en mis sucesivas y progresivas expansiones de consciencia. Es decir, para expandir mi Amor Incondicional a todos los Seres de este planeta, primero debo empezar por mí mismo, luego por mi mujer y mi hijo, resto de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y demás personas que vayan apareciendo en mi vida. Ese es mi Centro, que nunca he de abandonar ni descuidar en mis deseos de expansión, aunque como es lógico, el vínculo y cercanía con tales personas puede ir variando a lo largo de mi vida. Hasta dos meses después Durante toda la noche permanecí en la cama con los ojos cerrados, pero muy despierto y atento a todas las imágenes que aparecían ante mí. Las múltiples revelaciones que recibí hasta el amanecer del día siguiente fueron todas de carácter visual. No puedo describirlas todas aquí, pues podrían dar para un libro completo. Lo que sí he de decir, es que cuando mi mujer me vio levantado por la mañana en mi habitación, detectó rápidamente que algo extraño me pasaba. Yo no supe explicarle lo que me acababa de ocurrir ni lo que en ese momento sentía; lo que hizo que enseguida el miedo se apoderase de ella. Su perfecto recuerdo de los síntomas y consecuencias de las otras crisis “maníacas” que hasta entonces había padecido, la impulsó a llamar a mi psicólogo para describirle el extraño estado en el que me había encontrado, y éste, enseguida le recomendó que llamara a urgencias médicas. Al cabo de poco tiempo, aparecieron en mi casa dos sanitarios. Al llegar éstos a mi habitación, me inyectaron un potente sedante que me indujo un profundo y reparador sueño de más de 5 horas. Ya por la tarde, mi mujer y una amiga me llevaron al hospital psiquiátrico San Lázaro para que actualizaran mi tratamiento farmacológico, ya que con mi psiquiatra no tenía cita hasta semanas más tarde. Esto supuso que me diesen una baja médica laboral para disfrutarla durante un par de meses. Digo “disfrutarla”, no porque estuviese eufórico y con delirios como ocurrió en crisis anteriores, sino porque sin pretenderlo me mantuve durante la mayor parte de todo ese tiempo en un perfecto estado de calma y dicha interior. Es más, sin pretenderlo, mi mente no necesitaba llenarse de continuos pensamientos y de proyecciones hacia el pasado o el futuro, sino que podía permanecer en un continuo aquí y ahora. En esos dos meses posteriores a “mi Regalo 132


del Cielo” el piloto automático de mi “pequeño yo” se desconectó; mi “ego” se tuvo que ir de vacaciones al tomar el control de mi vida mi Verdadero Yo. Dormía muy bien, tanto la siesta como por la noche, y me cuidaba muchísimo tanto a nivel de alimentación como de ejercicio físico. A nivel de percepción sensorial disfruté de una agudeza anormal de mis cinco sentidos. Aunque no tuve percepciones extrasensoriales, mi vista, oído, tacto, gusto y olfato llegaban más allá de lo que hasta ese momento había experimentado en mi vida. Cuando salía a pasear al parque o cuando me iba de excursión al campo, la energía que me inundaba en esos lugares me hacía contemplar extasiado todo lo que ocurría a mi alrededor. Percibía con gran nitidez la profundidad y la “Vida Una” de mi entorno. Las hojas de los árboles y las flores despedían un brillo inusual que parecía manar del interior de ellas. Observaba matices y tonalidades de colores que hasta entonces nunca había visto. Cualquier movimiento de algún insecto cercano o vuelo de algún pájaro lejano captaban fácilmente mi atención. Y si cerraba los ojos, mis oídos se deleitaban con una gran agudeza en la “música” de la naturaleza (el sonido de las hojas de los árboles, del agua corriendo por algún riachuelo, el canto de los pájaros,…). Igualmente me encantaba disfrutar del tacto y del olor acariciando la hierba, una flor, una piedra, un perro o abrazando el tronco de un árbol. Y cuando comía, mi gusto y olfato me hacían disfrutar, como nunca antes, de cualquier bocado. En más de una ocasión, principalmente cuando me disponía a ingerir, por ejemplo, una buena ensalada con germinados (alimentos vivos), llegaba a percibir ligeras contracciones de mis músculos del suelo pélvico (los involucrados en el orgasmo) que se iban incrementando conforme la iba introduciendo en mi boca. En muchas ocasiones de los dos meses posteriores a “mi Regalo del Cielo”, cuando mi mujer me preguntaba con frecuencia en qué estaba pensando, yo solo podía responderle: “no pienso en nada, solo siento”. Por eso puedo asegurar que esta crisis no fue tal crisis, sino una maravillosa experiencia mística que me permitió de forma natural, sin esfuerzos, permanecer en la atemporalidad del aquí y ahora eterno donde Yo Soy Uno con Todo. Sin embargo, todo cambió al regresar a mi rutina laboral. Poco a poco fui perdiendo la capacidad natural de permanecer en el Reino de la Atemporalidad, y mi mente regresó a su estado anterior de pensamientos y 133


proyecciones habituales; el “piloto automático” del “ego” volvió a conectarse. No obstante, pude percibir que podía desconectarlo voluntariamente cuando hacía meditación o ponía mi voluntad en permanecer en el aquí y ahora eterno. Y otra cosa que descubrí durante los años siguientes, es que dentro de mí quedó totalmente abierta la puerta que me permite acceder en cualquier momento al Reino de mi Corazón, el Reino del Amor Incondicional. Como podréis comprender, “mi Regalo del Cielo” significó para mí un nuevo renacer a la Vida, pero esta vez con “ojos nuevos”. Si mi primer renacimiento sucedió desde el “infierno en la Tierra” tras mi fallido intento de suicidio, el segundo ocurrió desde el mismísimo “Cielo en la Tierra”. Decreto para una vida larga en la Tierra Para finalizar, voy a tratar de resumir en una sola frase la esencia de todo lo que has leído hasta ahora en este libro, para que la tengas presente en tu vida y se grabe en tu “disco duro” o memoria trascendente. Para ello, la escribo en primera persona en forma de decreto para que al leerlo lentamente, con amor y en voz alta, aunque sea una sola vez, éste se grabe internamente (con el sentimiento y la convicción profunda de que así es) y desde ahí realice su función de ayudarnos a cumplirlo y a lograr su finalidad última: << VIVIR DESDE EL AMOR, EN AMOR Y CON AMOR>>. DECRETO PARA UNA VIDA LARGA EN LA TIERRA, LLENA DE SIGNIFICADO, CREATIVA Y FELIZ: Sé quién soy y me amo profundamente; acepto y amo mi cuerpo físico tal y como es; vivo fluyendo por el río infinito de la vida, sin resistencia, sin esfuerzos; soy responsable de mi vida al 100%; y vivo temporalmente en este cuerpo que habito, en Unidad con Todo a cada instante. YO SOY EN EL AQUÍ Y AHORA ETERNO. Con profundo Amor y Esperanza.

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