Gradas

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A continuación anexo algunas referencias a las tres gradas. Gustavo Guerrero M.·. M.·.

LAS TRES GRADAS

El Dante Allighieri hablando sobre el purgatorio dice:

"Nos aproximamos hasta llegar al sitio que antes me había parecido ser una rotora, semejante a la brecha que divide un muro; y vi una puerta, a la cual se subía por tres gradas de diferentes colores, y un portero que aún no había proferido ninguna palabra".

"Y como yo abriese cada vez más los ojos, le vi sentado sobre la grada superior, con tan luminoso rostro, que no podía fijar en él la vista. Tenía en la mano una espada desnuda, que reflejaba sus rayos hacia nosotros de tal modo, que en vano intenté fijar en ella mis miradas".

"Decidme desde ahí: ¿Qué queréis? -empezó a decir - ¿Dónde está el que os acompaña? Cuidad que vuestra llegada no sea funesta".

"Una dama del cielo, enterada de estas cosas -le respondió mi Maestro -, nos ha dicho hace poco: "Id allí; aquella es la puerta".

"Ella guía felizmente vuestros pasos -replicó el cortés portero- llegad, pues y subid nuestras gradas".

"Nos adelantamos; el primer escalón era de mármol blanco, tan bruñido, sólido y tenso, que me reflejé en él tal como soy; el segundo, más oscuro que el color turquí, era de una piedra calcinada y áspera, resquebrajada a lo largo y de través; el tercero, que gravita sobre los demás, me parecía de un pórfido tan rojo como la sangre que brota de las venas. Sobre este


último tenía ambas plantas el Angel de Dios, el cual estaba sentado en el umbral, que me pareció formado de diamante. Mi guía me condujo de buen grado por los tres escalones, diciendo: pide humildemente que se abra la cerradura".

"Me postré devotamente a los pies santos; le pedí por misericordia que abriese, pero antes me di tres golpes en el pecho. Con la punta de su espada me trazó siete veces en la frente la letra "P", y dijo: Procura lavar estas manchas cuando estés dentro".

"En seguida sacó de debajo de sus vestiduras, que eran del color de la ceniza o de la tierra seca, dos llaves, una de las cuales era de oro y la otra de plata; primero con la blanca y luego con la amarilla, hizo en la puerta lo que yo deseaba".

"Cuando una de las llaves falsea, y no gira con regularidad por la cerradura -nos dijo-, esta entrada no se abre. Una de ellas es más preciosa; pero la otra requiere más arte e inteligencia antes de abrir, porque es la que mueve el resorte".

"Pedro me las dio, previniéndome que más bien me equivocara en abrir la puerta, que en tenerla cerrada, siempre que los pecadores se prosternen a mis pies".

"Después empujó la puerta hacia el sagrado recinto, diciendo: Entrad; más debo advertiros que quien mira hacia atrás vuelve a salir".

"Entonces giraron en sus quicios los espigones de la sacra puerta, que son de metal, macizos y sonoros; y no produjo tanto fragor, ni se mostró tan resistente la de la roca Tarpeya, cuando fue arrojado de ésta el buen Metelo, por lo cual quedó vacía. Yo me volví atento al primer ruido, y me pareció oír voces que cantaban al son de dulces acordes: "TE DEUM LAUDAMOS".

"Tal impresión hizo en mí aquello que oía, como la que ordinariamente se recibe cuando se oye el canto acompañado del órgano, que tan pronto se reperciben como dejan de percibirse las palabras".


La Logia, imagen del mundo Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la Palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el mundo o cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz". Asimismo la loggia es un término técnico de origen italiano utilizado en arquitectura para designar una galería techada y abierta, compuesta por arquerías apoyadas sobre columnas y situadas generalmente en las partes elevadas de los edificios, como es el caso por ejemplo de los "paraísos" de los teatros. Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo a la Logia masónica, que como dicen los antiguos rituales "es un lugar muy iluminado y muy regular", tal cual es el cosmos salido del Logos creador o Espíritu de la Construcción Universal. La luz es pues sinónimo de cosmos, mientras que la oscuridad o las tinieblas se asimilan al "caos" anterior al cosmos. Las tinieblas en que se encuentra la Logia antes de la apertura de los trabajos simbolizan justamente ese "caos" precósmico, y la apertura misma vendría a representar la gradual "iluminación" de esas tinieblas. En realidad la apertura de la Logia es un rito cosmogónico que los masones realizamos constantemente, y si se estudia detenidamente la simbólica de ese rito se verá con claridad que se trata de un verdadero rito de fundación o de creación de un espacio y un tiempo significativos análogos a la propia estructura del cosmos. La descripción simbólica de la Logia reproduce precisamente esa estructura: ¿Cuál es la forma de tu Logia? Un rectángulo. ¿En qué sentido se orientan sus lados largos? De Oriente a Occidente. ¿Y sus lados anchos? De Mediodía a Septentrión. ¿Y su altura? De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit). ¿Y su profundidad? De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir). ¿Qué significan estas direcciones? Que la Masonería es Universal. Podemos observar que esas direcciones conforman una cruz tridimensional, cuyos ejes de coordenadas largo, ancho, alto y bajo conformarían la estructura interna de la Logia, a imagen misma del cosmos. Ese rectángulo es en realidad un doble cuadrado, que se orienta horizontalmente de Oriente a Occidente según sus lados largos y de Mediodía a Septentrión según sus lados anchos. Es a partir del centro del rectángulo que la Logia se orienta verticalmente hacia lo más alto de los cielos (el Cénit) y hacia lo más profundo de la tierra (el Nadir), adquiriendo así su verdadera dimensión universal. A esa altura y a esa profundidad se refiere la conocida expresión: "en la Logia de San Juan se elevan templos a la virtud y se cavan mazmorras para el vicio".


Esa estructura vertical también aparece proyectada en el plano base de la Logia, que está dividida en tres partes bien diferenciadas, a imagen misma del Templo de Salomón, prototipo del templo masónico. El cielo está representado por el hemiciclo situado a Oriente, que tiene forma semicircular, y que recibe, al igual que en el templo de Salomón, el nombre de Debir. A él se asciende por tres peldaños o gradas, que se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad. La tierra está simbolizada por el Hikal, que es todo el espacio restante de la Logia hasta las dos columnas J. y B., las cuales soportan el "pórtico de la entrada", asimilado a lo que en el templo de Salomón se denominaba el ulam. Se dice que el "pórtico de la entrada" no está ni dentro ni fuera de la Logia. Es, pues, un lugar de tránsito, o de pasaje, que el masón debe atravesar viniendo de las tinieblas del mundo profano, el cual es propiamente el mundo inferior. Esa misma idea de elevación señalada por las tres gradas que conducen al Debir, la encontramos también en el altar o ara, proveniente del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. En muchas culturas tradicionales los altares (como los templos) se erigían en la sumidad de las montañas, o de las pirámides escalonadas, como en el caso de las civilizaciones precolombinas, o de los zigurats babilónicos, por poner sólo dos ejemplos. El altar está situado en el centro mismo de la Logia, y en torno a él nos desplazamos y efectuamos nuestros ritos. Es por tanto el "punto geométrico" o "corazón" de la Logia, y por él pasa simbólicamente la plomada del Gran Arquitecto que une el cielo con la tierra. También se llama "Altar de los juramentos" porque sobre él realizamos los compromisos y "alianzas" que contraemos con la Orden y el Espíritu que la vivifica. Ese juramento se cumple en presencia de las "Tres Grandes Luces" de la Masonería, el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra, los cuales se disponen precisamente sobre el altar. En casi todas las Logias ese Libro no es otro que la Biblia, pero ésta también puede ser sustituida por cualquiera de los libros sapienciales de la humanidad, lo cual es una muestra más del carácter verdaderamente universal de la Masonería. Lo realmente importante es que en ese Libro se recoja la voz de la Sabiduría Perenne, cuya esencia está por encima de las formas particulares que ésta pueda adoptar para manifestarse. Lo mismo podemos decir del compás y la escuadra, herramientas cuyo simbolismo, como ya vimos, está ligado directamente con la idea de una Cosmogonía siempre viva y actual. Volviendo de nuevo al Oriente, sobre la pared del fondo encontramos el Delta luminoso con el Tetragrama o nombre inefable del Gran Arquitecto en el centro. Como ya dijimos este Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura prototípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma.


Estas tres ideas–fuerza surgen de un Principio único, que queda simbolizada en el Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: Iod, He, Vau, He, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre del Gran Arquitecto queda pues resumida la obra de la creación, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la "Palabra Perdida". Pero la Logia no es sólo una estructura estática –como tampoco lo es el universo– sino dinámica también, pudiendo ser visualizada como una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada. Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente "rueda de la vida") es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra. Las columnas Jakin y Boaz se vinculan especialmente con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente–descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y a los dos rostros del dios romano Jano, y en consecuencia a la "puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses", respectivamente. Estas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar. Las puertas solsticiales cumplen un papel muy importante dentro del proceso iniciático, que, no debe olvidarse, reproduce exactamente las etapas del desarrollo cosmogónico. Para los pitagóricos, por la puerta de Cáncer las almas penetran en el "antro de las ninfas", que es lo mismo que la caverna platónica, otra imagen del mundo. Allí el masón, atravesando las dos columnas como si fuese parido por ellas, comienza a recorrer su viaje horizontal o terrestre, hasta llegar al centro de sí mismo, al altar de su corazón, en donde se abre otra puerta, la de Capricornio, a través de la cual inicia otro viaje, esta vez vertical y celeste hacia la cúpula y la clave de bóveda que corona los misterios de la cosmogonía, dando acceso así a los estados metafísicos e incondicionados. Es decir, que el hombre "entra por una puerta y sale por otra, y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–, siempre, claro está, tomando como soporte la generación y la creación en el espacio y el tiempo". Este mismo


proceso puede verse también en la mitología de gran número de héroes y dioses solares, como es el caso de Osiris, Quetzalcóatl, Mitra y el propio maestro Hiram. En el centro de la Logia se extiende el "pavimento mosaico", tapiz de cuadros blancos y negros exactamente iguales que los del tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos y sagrados como el de la mayoría de los juegos. El pavimento mosaico es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos. Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso. Recordaremos que el color blanco simboliza las energías celestes, y el color negro las terrestres. Las primeras se oponen a las segundas, y viceversa, al mismo tiempo que se complementan y conjugan (atraídas como los polos positivo y negativo de un imán), determinando en su perpetua interacción el desarrollo y la propia estructura de la vida cósmica y humana. Esa estructura se genera igualmente por la confluencia de un eje vertical -celeste- y otro horizontal -terrestre- (ejemplificados en el pavimento por las líneas transversales y longitudinales), conformando un tejido o trama cruciforme, un cuadriculado, en fin, que refleja las tensiones y equilibrios a que está sometido el orden de la creación. Asimismo, también puede equipararse la vertical al tiempo y la horizontal al espacio (el primero activo con respecto al segundo, al que moldea permanentemente), es decir, a las dos coordenadas que establecen el "encuadre" que permite la existencia de nuestro mundo y de todas las cosas en él incluidas. La idea de ese orden está ya implícito en el significado de la palabra 'mosaico', que deriva del griego museion, literalmente "templo de las musas", expresión ésta que conviene perfectamente a la Logia masónica, en donde como estamos viendo cada una de sus partes y la totalidad de su conjunto constituyen una síntesis simbólica de la armonía universal. En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el "cuadro de la Logia", que es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería. Antiguamente el cuadro de la Logia se trazaba directamente sobre el suelo antes de iniciar los trabajos, y era borrado cuando dichos trabajos tocaban a su fin. Esto da la medida de la importancia que tenía dicho cuadro en los ritos cosmogónicos de los constructores, pues en verdad el trazado de los diferentes símbolos constituía en sí mismo un rito destinado a "atraer" y hacer presente en el espacio significativo de la Logia las ideas-fuerza contenidas en esos mismos símbolos, y que después se plasmarían en la edificación. Aunque hoy en día en los talleres masónicos ya no se tenga la costumbre de dibujar el cuadro de la Logia, sin embargo la influencia de esos símbolos continúa estando presente, hasta el punto de que sin la presencia del cuadro los trabajos no pueden abrirse.


En cualquier caso, el trazado del cuadro de la Logia es un ejercicio ritual de meditación y concentración en los símbolos que el masón podría practicar siempre que lo deseara. Y por último mencionar que alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Los pilares son también las "Tres Pequeñas Luces" de la Masonería, y a las que no habría que confundir con las "Tres Grandes Luces" ya mencionadas. Diremos que en algunas Logias los tres pilares están consagrados a la diosa Minerva (la Sabiduría), a Hércules (la Fuerza) y a Venus (la Belleza). Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados instantes antes de su clausura, lo cual lleva a pensar que, y al igual que ocurre con el cuadro de Logia, estos pilares desempeñan un papel de suma importancia en lo que se refiere al desarrollo del ritual masónico en cualquiera de sus grados. En este sentido recordaremos que el significativo nombre de "estrellas" con el que también se conocen a los tres pilares alude sin duda al carácter celeste que se desprende de su simbólica, pues es claro que se tratan de las "ideas" rectoras que han de presidir los trabajos masónicos, pues como se dicen en los rituales "la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna". Atendiendo a lo que se menciona a este respecto durante el ritual de apertura esas estrellas deben "hacerse visibles" a fin de que esos trabajos sean "iluminados" y se desarrollen en armonía con los planes del Gran Arquitecto. Como dijimos más arriba, la penumbra en que está sumida la Logia antes del alumbrado de los pilares ejemplifican las "tinieblas" primigenias que precedieron la formación del orden cósmico, de lo que se deduce que la iluminación de la Logia vendría a representar un símbolo más de la acción del Fiat Lux, o ¡Hágase la Luz!, cosmogónico emanado de la Palabra o Verbo creador. Considerados desde el punto de vista microcósmico, estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana, los que vividos en el interior de la conciencia hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo espiritual, del cual el templo material es la figuración simbólica. Precisamente los tres pilares se vinculan respectivamente con el Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante, es decir con los tres principales oficiales de la Logia (llamados las "tres luces"), aquellos que se encargan de dirigir y "ordenar" los trabajos que en ella se realizan. Son estos tres oficiales los que encienden o iluminan los pilares (y también los que los apagan durante la clausura), pronunciando al mismo tiempo que esto se cumple, las invocaciones claramente alusivas a la construcción del templo interior y del templo exterior. En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esas invocaciones son las siguientes: ¡Que la Sabiduría del Gran Arquitecto presida la construcción de nuestro edificio! ¡Que la Fuerza lo sostenga! ¡Que la Belleza lo adorne! No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro y de los tres pilares donde tiene lugar el rito de la "cadena de unión", en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los hermanos y hermanas esparcidos por la faz de la Tierra, sin olvidarnos de los antepasados que han pasado al Oriente Eterno y que contribuyeron con su esfuerzo, sacrificio y entrega a la Verdad y al Conocimiento a la edificación de la Gran Obra Universal.


Y esta invocación vertical se realiza mediante la unión encadenada y fraterna de todas las fuerzas vivas presentes en la Logia, es decir de todos los componentes de la misma, que establecen así una comunicación sutil entre sus respectivas individualidades, sirviendo como soporte para la manifestación de la influencia espiritual. Como se dice en el libro Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, cap. 33, y con esto ya terminamos, la cadena de unión "constituye un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección". Francisco Ariza.

El Ara y símbolos relacionados para guiar reflexiones y decisiones.

En la última Ten:., se presentó un trabajo sobre el Ara, lo cual suscitó algunas reflexiones y dudas. Esto mismo propició que se hiciera una exhortación para investigar sobre el mismo. Para comenzar, quisiera exponer lo que Federico González expone sobre el Ara en el diccionario simbólico que publica en su revista electrónica, El Taller. En primer lugar señala que el ara es equivalente al altar católico, y que usualmente se ubica en el Oriente, pues no sólo es el punto a donde todos en el Temp:. dirigen sus miradas, sino porque es el punto de referencia espacial más importante y significativo. Se expresa en el diccionario: Concretamente el altar está situado delante mismo del estrado del Venerable Maestro, justo donde terminan los tres peldaños o gradas que separan, y unen, el Debir del Hekal, los cuales, en la estructura del templo masónico, simbolizan respectivamente el Cielo y la Tierra, la vertical y la horizontal. Sin embargo, no en todos los Ritos masónicos el ara se sitúa en esa posición. Por ejemplo, en el Rito de York inglés, practicado también en muchas logias del Norte, Centro y Sur de América (sin olvidar tampoco las logias operativas que aún perviven en Inglaterra y Escocia), el altar se halla en medio del Hekal, entre los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza, sin que esta circunstancia en nada altere el sentido y el significado real de su simbólica, que es el de señalar de manera invariable la presencia de un centro sagrado en la Logia. Los tres peldaños, presentes también en el


templo cristiano, sugieren la idea de ascenso, que está incluido en la propia etimología de altar, del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. Se dice que en muchas culturas, el ara, y el templo, se erigían sobre la cima o la falda de una montaña, o en lo alto de una pirámide escalonada, como era el caso de las culturas prehispánicas, o los babilonios. Se puede seguir leyendo en el diccionario: El altar constituye así el "punto geométrico" donde confluyen y concentran las energías del Cielo y de la Tierra. Es verdaderamente el corazón del templo, su espacio más sagrado e interno, a partir del cual se organiza toda su estructura, y en donde simbólicamente finaliza el recorrido horizontal (asimilado al paso por el laberinto), comenzando el ascenso vertical que conduce a los misterios más profundos de la iniciación... El altar pertenece así a la simbólica de "pasaje" o "tránsito" de una realidad a otra, en este caso de una realidad condicionada y horizontal (limitada por el tiempo y el espacio) a otra incondicionada, vertical y eterna. De estas breves descripciones aparece un mundo de simbolismos que son parte de los significados del Temp:. y de los ritos que se practican. De entrada está el simbolismo del centro. En el libro, Símbolo, rito, iniciación, la cosmogonía masónica, firmado por Siete Maestros Mas:., se expresa que el Ara es el punto más importante del Temp:., punto desde donde se organiza la Log:., los Trab:. Esto es por la razón de que marca el centro del espacio a trabajar, pero ese centro está cubierto de más simbolismos: es el punto de contacto entre lo alto y lo bajo, lo ascendente y descendente, la tierra y el cielo, que simbólicamente se representa por el piso y el techo del Tem:., y esto lleva a otro principio: el centro es donde se dan las dos fuerzas del cosmos, que también actúan en la tierra, y que el hombre debe saber manejar, equilibrar, pues es el punto de encuentro, el punto medio, y el que los pone en movimiento, pues el centro implica un poner en movimiento, una acción. Es por ello que en el libro, El Ara, se expresa que el ara representa al sol y como Log:. representa al universo. Esto mismo lo podemos encontrar cuando se estudia toda la simbología del centro y sus diversas manifestaciones, y lo cual está contenido en gran parte de las tradiciones místicas, de las diferentes culturas. En un artículo publicado en la revista Símbolo, Carlos Raúl Alonso hace un recuento de ello. Señala la importancia del tao en el taoísmo, en la filosofía griega, principalmente en Heráclito, donde el centro aparece como un par de opuestos, en movimiento y en equilibrio; revisa el símbolo del arca de la alianza, los caballeros de la mesa redonda del Rey Arturo, el rosetón de las catedrales. José María Gracia, nos habla de todo rito de fundación de una ciudad y señala que en la mayoría de las culturas se intenta con la fundación de una ciudad establecer un centro donde se repita la cosmogonía de la manifestación y de la creación, y que era por medio de la unión de los contrarios dentro de una unidad y que se procedía por toda una serie de ritos, pero donde se requería de la presencia de un ser especial que era quien los guiaba y decidía, lo cual representaba la unión de tres ordenes: divino, humano, terrenal. El ara debía estar en una parte elevada porque representaba que se trascendía lo terrenal, y desde ahí se creaba la conexión de los tres niveles. Es por ello que se establecía el templo, o la ciudad, desde una montaña, o la falda de la montaña, y en el templo en algunas costumbres se coloca en Or:. También, encima del Ara se colocan aquellos emblemas que representan la unión de los contrarios, la unión de lo alto con lo bajo: la escuadra y el


compás. Además, por ser el centro, el corazón, es el lugar donde se coloca la palabra sagrada o el Libro de la Ley porque simboliza las transformaciones y la realización. Por ejemplo, el rosetón de las catedrales significa rueda, un simbolismo del centro, y de ella se obtiene la palabra rota del cual se obtiene Tora, Taro, Tarot. En este punto hay también una serie de simbologías sumamente importantes que refieren al ara como espacio de trasmutación, que recuerda, entre otras cosas, a los trabajos alquímicos y a la figura de Hermes o Mercurio. El punto astrológico donde se concibe al ara es bajo la constelación de Escorpión, porque es el signo de la trasmutación, el encuentro de los contrarios que deben ponerse en movimiento y en trabajo para lograr la purificación, donde se concibe que se debe de trabajar con dos elementos: la sangre y el agua. Por ejemplo, en la mesa redonda del Rey Arturo se quería poner el Santo Grial que contenía la sangre de Cristo, y simboliza la unión de la sangre y el agua, la unión de los contrarios. Esto también recuerda al escudo de los Templarios que era con los colores rojo y blanco, lo cual representa algo similar. La misma constelación de Escorpio está relacionado con la simbología triangular que representa la purificación: el escorpión representa al reptil, la serpiente en algunos casos, que vuela, el águila, que como Quetzalcóatl, representa la unión de lo bajo con lo alto a través de un trabajo de trasmutación, y que también nos recuerda al kundalini, la serpiente que se enrosca por medio de un árbol, espada, o cuerpo del hombre, para llegar a su punto más alto, el sol, la cabeza, la cúspide, algo de lo que nos enseña la simbología del Águila Mas:. Las reflexiones que se han esbozado, y otras más que no he señalado pero que son igualmente importantes, nos hacen ver que el ara es un símbolo sumamente trascendente para la vida y los ritos de los Trab:. y la Mas:. Y es por ello que finalmente paso a tratar brevemente los dos puntos que suscitó la inquietud de una mayor investigación sobre el ara: la forma geométrica que debe tener, y si es posible tener dos libros sagrados simultáneamente cuando se realizan los Trab:. En libros especializados poco se dice al respecto, de manera específica. Las imágenes que uno puede encontrar muestran aras tanto en forma triangular como formando un cuadrado. En el libro, Los 33 temas del grado de aprendiz, lo mencionan como una “mesa triangular”. En el libro, El Ara, se señala que la forma de una pirámide cuadrangular es la más usual y tradicional, aunque también señala que algunas Log.. la usan en forma de un triángulo equilátero en su base y cara superior. Consultando con un Q:. H:. de grados superiores, me hizo la siguiente referencia: la tradición Mas:. Escocesa es la que usualmente la emplea de forma triangular porque muchas de sus simbologías están alrededor de la concepción del Árbol de la Vida, y es por ello que conciben la relación de lo alto con lo bajo a través de varios símbolos triangulares, mientras que la tradición Yorkina, lo emplea en forma cuadrangular, al parecer retomando una influencia de la Mas:. Egipcia, y que todo indica que con ello representan que el centro se abre a los cuatro puntos cardinales de la creación. En ese sentido, la forma en si misma no importa, sino más bien, tocaría reflexionar sobre dos posibilidades: la primera, si se quiere ser fiel a la tradición de donde se procede, y, por la otra, el consenso generalizado de la forma que inspire y sea más apropiado para cada Log:. para realizar sus trabajos, y el manejo de las energías, la conexión con lo alto y lo


bajo, y que favorezca la trasmutación de los opuestos. Tener claridad grupal e individual de ello, permitirá una conexión mayor con las energías, su manejo y orientación. Sobre el tema de los libros sagrados, hay libros que señalan abiertamente a la Biblia o a la Constitución. Sin embargo, hay otros que señalan que el libro por colocar es de acuerdo a lo que el grupo considere como la máxima Ley para la mayoría. Respecto a colocar dos libros, la reflexión sería: el libro de la Ley funciona no sólo como el libro que señala lo máximo a realizar y a crecer, el punto donde se coloca el centro y punto de referencia máximo de todo, la guía de lo que se debe hacer para la trasmutación, sino que, como el punto más alto del compás, es la representación del sol a partir del cual se abre un vértice donde se expanden, concentran y equilibran las energías. Es como el tao: la unidad dentro de la diversidad. La reflexión sería que si se colocan dos soles, dos taos, dos unidades, estas mismas entran en discordancia, las energías entran en conflicto y puede haber un efecto desintegrador. En este punto la recomendación es que no debe haber dos libros, sino únicamente el que se considere como el general y de acuerdo al consenso mayoritario, que represente el espíritu del grupo, sin que esto implique que en algunas ocasiones se pueda colocar algún libro que sea la inspiración de uno o parte del grupo, como es el caso de Tora, del Corán. Lo que si tocaría es reflexionar si el libro que inspira a la mayoría es la Biblia, o la Constitución Mexicana Es cuanto. Nabucodonosor M:. M:. En el Or:. De León a 9 de mayo del 2003 de la Er:. Vul:.


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