47 ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi, 2012. Quilcas en la yunga del río Chillón, nuevos planteamientos y teoría crítica. Revista Quillasumaq. Estudios interdisciplinarios del antiguo y actual Perú. Nro. 1: 47-66. Lima.
Quilcas en la yunga del río Chillón, nuevos planteamientos y teoría crítica1 Gori Tumi Echevarría López goritumi@gmail.com
Resumen El presente artículo hace una descripción de los sitios arqueológicos con quilcas (petroglifos) del valle del río Chillón, enfatizando un registro técnico con fines de discusión y articulación arqueológica. El resultado de este trabajo es la formulación de un contexto arqueológico de inclusión cultural de las quilcas y la propuesta de una cronología relativa que la sustenta. De todos los sitios examinados, el sitio de Checta ha constituido el sitio clave de correlación, sobre el cual se han podido articular los demás sitios del valle. Parte de esta revisión incluye la propuesta de una dispersión horizontal de las quilcas durante una de las fases tempranas de la secuencia de Checta y el reconocimiento de su regularidad formal representativa; probablemente la más antigua y compleja fase horizontal de expresión artística en la costa central del Perú. El artículo también incluye una revisión de los problemas y falencias epistemológicas que son comunes en los estudios rupestres y que han prevenido el desarrollo de la investigación científica en esta evidencia arqueológica. Palabras claves: Quilca, petroglifos, contexto arqueológico, cronología.
Quilcas in the yunga of the Chillón river, new proposals and critic theory Abstract This article is a description of archaeological sites with quilcas (petroglyphs) from the Chillón River Valley, stressing a technical record for purposes of discussion and archaeological articulation. The result of this work is the formulation of an archaeological context of cultural inclusion for quilcas and the proposal of a relative chronology to supports it. From all reviewed sites Checta site has been the key site of correlation on which all other sites of the valley have been articulated. Part of this review includes the proposal of a horizontal dispersion of the quilcas during one of the early phases of Checta’s sequence and the recognition of its representative formal regularity, probably the oldest and most complex horizontal phase of artistic expression in the central coast of the Peru. The article also includes a review of the problems and epistemological flaws that are common in the rock art research and that precede the develop of a scientific investigation of this archeological evidence. Keywords: Quilca, petroglyphs, archaeologica context, chronology.
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Quilcas dans la yunga du fleuve Chillón, nouvelles propositions et théorie critique Résumé Le présent article décrit les sites archéologiques présentant des quilcas (pétroglyphes) de la vallée du fleuve Chillón, en mettant l’accent sur un enregistrement technique en vue de permettre une discussion et une articulation archéologique. Le résultat de ce travail est la formulation d’un contexte archéologique d’inclusion culturelle des quilcas et la soumission d’une chronologie relative qui la soutient. De tous les sites étudiés, celui de Checta fut la clé de corrélation, auquel les autres sites de la vallée ont pu êtrearticulés. Une partie de cette révision inclut la proposition d’une dispersion horizontale des quilcas durant une des phases anciennes de la séquence de Checta et la reconnaissance de sa régularité représentative formelle, probablement la plus ancienne et la plus complexe phase horizontale d’expression artistique sur la côte centrale du Pérou. L’article inclut également une révision des problèmes et erreurs épistémologiques qui sont fréquents dans les recherches sur l’art rupestre et qui ont précédé le développement des recherches scientifiques sur ce thème archéologique. Mots-clés: Quilca, pétroglyphes, contexte archéologique, chronologie. Introducción El presente trabajo constituye un acercamiento preliminar a las quilcas de la región yunga del río Carabayllo o Chillón en Lima, zona que contiene una de las muestras más interesantes y representativas de este tipo de evidencia arqueológica para toda la costa central peruana. Sobre la base de un estudio en esta muestra se ha propuesto una cronología y una correlación cultural usando como parámetro la secuencia lograda en Checta, que se constituye por ahora, en el sitio con quilcas más complejo y con la única secuencia conocida para relacionar arte rupestre en la costa peruana. Consideramos que la yunga del río Carabayllo es una zona privilegiada en términos de 1 Este artículo se presentó como ponencia en el Primer Simposio Internacional “Arqueología de las Cuencas Alto y Medio Andinas del Departamento de Lima”, 22 al 24 de abril del 2010. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.
evidencia arqueológica relacionada al desarrollo de la alta cultura desde el Periodo Precerámico Tardío en Lima y la evidencia de quilcas o arte rupestre conforma una de sus más altas expresiones, lo que intentamos demostrar aquí. El área geográfica La zona de estudio se centró en la llamada región yunga (Pulgar 1945) del valle del río Carabayllo o río Chillón, una región caracterizada por un valle enmarcado por dos cadenas de contrafuertes cordilleranos altamente erosionados, los que presentan numerosas quebradas laterales, hoyadas y laderas abruptas. La quebrada principal del río presenta una separación escalonada entre las terrazas cultivables y el lecho mismo del cauce, a veces por varios niveles, lo que caracteriza el valle en esta zona; existiendo además un monte ribereño compuesto por gramíneas, caña brava y arboles como el molle. El entorno es semi desértico de clima cálido, donde destaca el cactus columnar “Curis” que es endémico de esta zona (figura 1).
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Figura 1: Paisaje de la campiña en la chaupiyunga del valle de Yangas, río Carabayllo o Chillón. Vista hacia la quebrada alta. Checta. Foto Gori Tumi 2007.
El área que comprende la región Yunga en la cuenca del Chillón va aproximadamente desde la localidad de Trapiche, en el límite provincial entre Lima y Canta, hasta la localidad de Retama, sobre la quebrada alta del río, a los 2300 msnm. No obstante la zona de investigación sólo se circunscribe desde el sitio arqueológico de Chocas, dos kilómetros al Sur de Trapiche, hasta el sitio arqueológico Quivi, ubicado en la misma localidad de Santa Rosa de Quives, que cubre el inicio de la región hasta la chaupiyunga, es decir hasta la mitad de la región comprendida por la Yunga (figura 2). Es importante decir que aunque la delimitación comprende un territorio geográficamente bastante circunscrito, ésta se ha hecho siguiendo un parámetro basado únicamente en la pre-
sencia de evidencia arqueológica. La muestra rupestre Hasta hoy se tiene referencias de diez sitios arqueológicos con quilcas en la yunga del río Carabayllo o Chillón, y aunque se pueda pensar lo contrario, esta cantidad es muy sobresaliente, considerando que la mayoría de valles yungas en la costa central del Perú poseen muestras individuales de sitios con quilcas, los que no han sido estudiados en detalle y permanecen como unidades desagregadas del panorama arqueológico de su área. La gran diferencia comparativa de la muestra de quilcas del Chillón es que ésta ha sido parcialmente examinada siguiendo procedimientos estandarizados diseñados por el autor de este artículo.
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Los sitios arqueológicos con quilcas de los que se tiene noticias son (figura 3): 1. Quivi A, sitio arqueológico con pictografías (descubierto el 2007 por Wilber Saucedo). 2. Quivi B, sitio arqueológico con petroglifos (Villar Córdoba 1935), 3. Checta, sitio arqueológico con petroglifos (Villar Córdoba 1935), 4. Pucará A, sitio arqueológico con petroglifos (Villar Córdoba 1935), 5. Pucará B, sitio arqueológico con pictografía (Alberto Bueno, conversación personal 2008) 6. Alcacoto, sitio arqueológico con petroglifos
(Villar Córdoba 1935), 7. Chocas, sitio arqueológico con petroglifos (descubierto por Gori Tumi y Alex Zúñiga el 2001), 8. Macas, sitio arqueológico con geoglifos (Silva 1996), 9. Torreblanca, sitio arqueológico con geoglifos (Rostworoswki 1977, Rodríguez 1999), y 10. “Ancón”, sitio arqueológico con petroglifos (Justo Cáceres, conversación personal 2008). De estos diez sitios, sólo hemos podido examinar directamente Quivi A y B, Checta, Pucará y Chocas (figura 3), sitios que han mostrado un
Figura 2: Mapa de la cuenca del río Chillón mostrando la extensión aproximada, en el valle, de la región yunga.
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Figura 3: Mapa de la cuenca del río Carabayllo o Chillón mostrando los sitios con quilcas mencionados en el texto, los sitios en cursiva son aquellos que han sido examinados por el autor.
mal estado de conservación debido al vandalismo, encontrándose la mayoría de ellos en peligro de destrucción inminente. De todos estos sitios únicamente “Quivi A” presentó pictografías, y los demás sitios constituyeron yacimientos con quilcas producidas mediante percusión directa sobre roca, es decir petroglifos. En este trabajo vamos a discutir únicamente los sitios con petroglifos, que han servido de base a un análisis arqueológico de las quilcas del valle. Quivi El sitio arqueológico de Quivi, con quilcas, fue descubierto por el Dr. Pedro E. Villar Córdova
a comienzos del siglo XX, mencionándolos en su clásico libro “Las Culturas Prehispánicas del Departamento de Lima” de 1935. Posteriormente en 1986 el cubano Núñez Jiménez, gracias a la guía de la Sra. Consuelo Arancibia, publicó un registro parcial presentando sólo dos de las numerosas quilcas que este sitio incluye. El año 2008 la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) registra nuevamente parte de este sitio publicando una de sus quilcas principales (Lazo y Echevarría 2008). Más tarde, ese mismo año, los estudiantes de arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, correspondientes a la cátedra Métodos I del
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Lic. Daniel Morales Chocano, redescubren en forma completa el sitio registrando dieciocho quilcas (figuras 4 y 5). La investigadora del sitio, Débora Infanzón (2010), ha hecho un análisis comparativo de las quilcas concluyendo que existen suficientes índices de similaridad formal – estilística, establecidos mediante comparaciones controladas, como para proponer que las quilcas del sitio son contemporáneas entre sí y corresponden a un solo estadio cultural de ocupación y producción rupestre. Infanzón ha asociado el sitio al Periodo Inicial (1800-900 años aEC), siguiendo relaciones contextuales intersitios. La mayoría de motivos de las quilcas de Quivi son abstracto geométricos. Checta Una serie de estudios recientes sobre el sitio de Checta han cambiado radicalmente la forma de como este yacimiento era estimado. Checta
Figura 4: Quilca del sitio arqueológico de Quivi. Foto Gori Tumi 2008.
Figura 5: Quilca del sitio arqueológico de Quivi. Foto Gori Tumi 2008.
53 fue descubierto en 1925 por Pedro E. Villar Córdova, quien publica un notable estudio sobre el sitio en su libro sobre la arqueología de Lima (Villar 1935). Villar estimaba que el sitio era un templo a los dioses Chinchay, Huaman y Amarus; y que las quilcas constituían hitos demarcadores entre poblaciones hanan y hurin, así como “corrales sagrados” con representaciones de los dioses. En 1952 Teodoro Casana propone que las quilcas de Checta corresponden al periodo Chavín cuya influencia cultural se encuentra explicita en las quilcas (Casana 1976); afirmación que es soportada por Villar Córdoba (1976: 9-10), quien corrobora esta filiación mediante comparación artística y asociación cerámica. En 1970 Hermilio Rosas va a confirmar todas las propuestas antedichas al establecer una relación contundente entre el componente más temprano de la cerámica Chavín de Ancón y la cerámica de Checta que él personalmente registrara en el sitio en 1963 (Rosas 1970: 233). A fines de los años 70 del
siglo pasado, el francés Jean Guffroy realizó un registro y estudio extenso del sitio para su tesis de doctorado en la Universidad de la Sorbona, concluyendo que Checta corresponde al Periodo Intermedio Temprano (200-600 años dne.) mediante una asociación material, arquitectura y cerámica (Guffroy 1987, 2007). La propuesta de Guffroy rompió literalmente el esquema de agregación cultural del sitio hasta ahora vinculado a la influencia cultural o ideológica de Chavín, dejando Checta en el limbo de las relaciones sociales del periodo. Recientemente no obstante hemos emprendido una serie de investigaciones en el sitio retando la cronología propuesta por Guffroy y reestableciendo el contexto arqueológico primario del sitio para una articulación cultural compleja. Nuestro trabajo empezó el 2001 con el descubrimiento de la quilca de Chocas y con la proposición, a partir del estudio comparativo de los sustratos figurativos de ambos sitios, que las quilcas de Checta corresponden al Periodo
Figura 6: Quilca del sitio arqueológico Checta, Fase 1. Foto Gori Tumi 2006.
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Figura 7: Quilca del sitio arqueológico Checta, Fase 2. Foto Gori Tumi 2010.
Inicial de la cronología andina (Echevarría 2004 y Echevarría y Ruiz 2010b). Nuestra investigación nos ha permitido ampliar nuestra propuesta y hemos establecido una secuencia de fases de producción rupestre en Checta, basada en superposición y correlaciones cruzadas de amplio espectro que incluyen grupos representativos de quilcas en diferentes sitios de Lima (Echevarría y Ruiz 2010a y Echevarría 2011). La secuencia parte de la Fase 1 (circa 2500-2000 años a.E.C.) compuesta de piedras con “cúpulas” u pequeños hoyos percutidos (figura 6); Fase 2 (circa 2200 – 1000 años a.E.C.), compuesta por motivos abstracto geométricos (figura 7); la Fase 3 (circa 1200-600 años a.E.C), compuesta por representaciones seminaturalistas antropomorfo – zoomorfas (figura 8); y la Fase 4 (circa 800-200 años a.E.C.), caracterizada por motivos seminaturalistas representando Amarus (figura 9). Esta secuencia es la más completa para el arte rupestre de Lima y, como se verá, sirve de referencia contextual a los demás sitios con quilcas del valle.
Figura 8: Quilca del sitio arqueológico Checta, Fase 3. Foto Gori Tumi 2010.
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Figura 9: Quilca del sitio arqueológico Checta, Fase 4. Foto Gori Tumi 2010.
Pucará Pucará es otro de los sitios mencionados por Villar Córdoba (1935). En 1986 Núñez Jiménez publica un calco de sus motivos haciendo una descripción somera del sitio. En el 2008 la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) hace una visita al yacimiento, realiza un nuevo registro y publica un estudio específico (Echevarría 2010). El sitio consiste de una quilca individual que presenta numerosos motivos asociados, todos ellos de tipo abstracto geométrico (figuras. 10 y 11) correspondientes claramente a la Fase 2 de Checta. La evidencia en Pucará demuestra además la complejidad en el desarrollo de los motivos abstractos de la secuencia de Checta y Chocas siendo un sitio de suma importancia para entender el desarrollo de este tipo de representación figurada en el valle. Esta quilca lamentablemente se encuentra en inminente peligro de destrucción por el vandalismo a que ha sido objeto: la disturbación total de su entorno inmediato y las construcciones modernas que avanzan hacia su área.
Figura 10: Quilca del sitio arqueológico Pucará. Foto Gori Tumi 2008.
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Figura 11: Quilca del sitio arqueológico Pucará. Foto Gori Tumi 2009.
Chocas El sitio Chocas fue descubierto por Gori Tumi y Alex Zúñiga Criollo el año 2001 durante una visita al sitio con arquitectura monumental del mismo nombre. La quilca se encontró en un área disturbada por remoción de piedras sobre uno de los flancos laterales del edificio principal y central del monumento, un complejo con arquitectura en planta U, asociado, por una vinculación formal, al Periodo Inicial (1800800 años a.E.C.) (Williams 1984). Mediante un examen del yacimiento se determinó que la piedra debió corresponder a las fases de ocupación del sitio, o al momento del abandono (Echevarría 2004 y Echevarría y Ruiz 2010), aunque se puede asumir adicionalmente que la quilca pudo se producida antes y reusada durante el funcionamiento del edificio en el
Periodo Inicial. De cualquier forma ésta es la única quilca descubierta en directa asociación a arquitectura, y es una de dos muestras aún identificadas en el sitio (figuras 12 y 13). Los motivos presentes fueron analizados y se propuso su contemporaneidad, caracterizándose por representaciones abstracto geométricas. Análisis y resultados preliminares Existe una clara vinculación a nivel formal – estilístico como para poder establecer una relación horizontal entre todos los sitios arqueológicos descritos, los que se pueden incluir en la secuencia cronológica de Checta, correspondiente a la Fase 2 de su producción de quilcas (circa 2200 y 1000 años a.E.C.). Esta relación no es casual y se confirma contundentemente en las variables analíticas (formal y estilística)
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Figura 12: Quilca del sitio arqueológico Chocas. Foto Gori Tumi 2005.
que coinciden a un alto rango, permitiendo la proposición lógica de hipótesis de correlación cultural, agrupamiento o cronología. La Fase 2 de Checta que agrupa quilcas con un mismo patrón formal representativo se compone de motivos simples, líneas rectas, curvas, espirales, círculos, circunferencias con punto interior y motivos compuestos por estos mismos elementos como cruces, circunferencias con apéndices lineales rectos o curvos, circunferencia con líneas irradiadas, figuras curvilíneas, y motivos rectilineales. Estos parámetros formales incluyen también arreglos de simetría dentro de las figuras, ya sea círculos partidos en dos mediante una línea recta, subdivisiones, y figuras lineales con terminaciones opuestas de círculos con punto interior, entre otras. Estos son precisamente los componentes figurados de los sitios Quivi, Pucará, y Chocas incluyendo
en todos los casos el uso de puntos percutidos, tipo cúpulas, cuya presencia, en una fase independiente, es más característica en Checta. La asociación significativa de los sitios conlleva al establecimiento de un sistema de sitios con quilcas que cubre un área al interior del valle, que va desde el nacimiento de la Yunga, en Chocas, hasta la chaupiyunga propiamente dicha, en Quivi. Este es sólo un índice de presencia actual de sitios que es significativo, pero que no implica un patrón de asentamiento específico. Muchos de los sitios con quilcas del valle han debido desaparecer por procesos tafonómicos y lo que se está examinando es sólo un remanente de esta presencia; tal como lo es Quivi A, el único sitio con pinturas registrado en el Yunga del Chillón en la actualidad (Saucedo 2010), un verdadero relicto pictórico del valle. Sin embargo si es significativo que los si-
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Figura 13: Quilca del sitio arqueológico Chocas. Foto Gori Tumi 2002.
tios, correspondientes todos a fines del Periodo Precerámico y al Periodo inicial, tengan una distribución tan consistente en el valle. Una correlación primaria entre la distribución de sitios con quilcas y arquitectura monumental temprana, sugerida por la asociación de la quilca de Chocas al edificio temprano que la soporta, inmediatamente alude que existe una gran vinculación entre quilcas y arquitectura monumental temprana (figura 14). Así tenemos que Quivi se encuentra espacialmente asociado a un edificio del Período Inicial (Patterson y Moseley 1968), Checta de igual modo (Silva 1996), Pucará se asocia al sitio de Pacaray o Pucará (Bueno 1983 y Silva y Jaime 2000), y Chocas de forma contundente al edificio monumental del mismo nombre (Echevarría 2004, Echeva-
rría y Ruiz 2010b). La evidencia expuesta es una evidencia circunscrita, donde, ciertamente, se favorece la asociación cultural más significativa. Esto puede parecer arbitrario inicialmente, pero existe data que demuestra que existe una vinculación concreta, contextualmente verificada, entre asentamientos del Periodo Precerámico - Periodo Inicial y quilcas, al menos desde el valle de Supe hasta el valle de Lurín (Echevarría 2011), datos que no ameritan revisar ahora. Una relación contextual en la escala sugerida es una estrategia de articulación arqueológica que permite vincular datos mediante una relación artefactual técnicamente establecida (quilcas), datos que no serían relevantes si se consideran fragmentaria o aisladamente. Hasta que no se practique una datación directa en las piedras, ninguno de estos sitios puede ser fechado individualmente en forma sólida, salvo supervalorando las asociaciones más comunes, lo que ha llevado a gruesos errores de apreciación lógica, como veremos después. Es un hecho, no obstante, que en la cuenca del río Carabayllo o Chillón sólo un sitio de los examinados (Checta) incluye una secuencia altamente compleja con, al menos, cuatro fases temporales diferenciadas, y que de estas fases sólo una nos ha servido ahora para una articulación arqueológica como la propuesta. En la arqueología peruana una vinculación de este tipo, horizontal, basada en la definición de un complejo morfológico (en este caso las quilcas de la Fase 2 de Checta), implican, “representan o simbolizan un periodo o un momento importante en el desarrollo histórico de un área cultural” (Muelle et al. 1958), que en este caso constituye el valle de Yangas y en extenso la cuenca media y baja del río Carabayllo. Si el punto de referencia temporal de la Fase 2 de Checta (entre el Periodo Precerámico Final y el Periodo Inicial) es definido con confiden-
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Figura 14: Mapa de la cuenca del río Carabayllo o Chillón mostrando la distribución de los sitios arqueológicos con quilcas en relación a los sitios del Periodo Inicial y Horizonte Temprano del valle. Las referencias de los asentamientos arqueológicos fueron tomadas de Silva (1996, Fig. 63)
dencia, entonces no hay inconveniente teórico en considerar relevante la asociación cronológica, además de la articulación de este material con la arquitectura monumental como un mismo sistema de desarrollo. A partir de la Fase 2 la producción de quilcas en Checta declina contundentemente y las Fases 3 y 4 parecen estar relacionadas a un nuevo tipo de representación figurada, probablemen-
te condicionada por la influencia cultural de Chavín y la desestructuración de los sistemas representativos que imperaban en Lima por aproximadamente 1500 años. Checta es el único sitio registrado que aún mantiene una tradición consistente de producción de quilcas hasta bien entrado el Horizonte Temprano, y al inicio de nuestra era es probable que éste y los demás sitios con quilcas del valle permanezcan
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ya como reliquias de siglos atrás. Perspectiva teórica, “viejos” y “nuevos” planeamientos Teóricamente nuestra aproximación es una ruptura a la forma “tradicional” de la investigación rupestre impuesta especialmente por los investigadores extranjeros en el valle, cuyas propuestas generalmente adolecen de serios errores de apreciación lógica y de formulación epistemológica. Las ideas de Guffroy para Checta (1987, 2007) son un ejemplo de esta situación, cuyo punto crítico es el uso de falsas presunciones o premisas. A continuación vamos a examinar algunos de estos problemas para diferenciar el valor de nuestra propia apreciación en las quilcas del río Carabayllo o Chillón. -La falsa premisa de la integridad de la evidencia y de la valides de los índices diagnósticos Uno de los errores más frecuentes en la estimación de los sitios con quilcas es la consideración de que la evidencia expuesta constituye el total del material cultural producido y dejado en el sitio por la población a la que corresponde socialmente. Esta es una imposibilidad lógica absoluta. Lamentablemente esta percepción está tan extendida que la mayoría sino todas las aproximaciones sobre la distribución, organización y arreglo de los sitios parten de esta tácita consideración y se elaboran posteriormente como ideas y proposiciones acerca de patrones de disposición y arreglo, incluyendo cronologías y secuencias asociadas. Es un hecho real que el contenido de los sitios arqueológicos constituye solo un remanente de un proceso tafonómico y lo que podemos observar fenomenológicamente solo constituye un monto parcial y fragmentario de un proceso de producción que cubrió un lapso de tiempo determinado. Por lo tanto lo que se observa no es sino el resultado condicionado de un proce-
so de deterioro que irremediablemente está alterando o destruyendo los sitios arqueológicos, los que no pueden de ninguna manera constituir imágenes ajustadas del estatus original al momento de su abandono. Esto es incluso más importante si consideramos que al refutarse la falsa premisa de contemporaneidad, los sitios con quilcas no han presentado en ninguna de sus fases de producción una imagen conjunta como la que puede verse al momento de su abandono, constituyendo en la mayoría de los casos constructos de imaginería multicomponente, que fue acumulándose y perdiéndose a través del tiempo. Esto anula definitivamente los índices de distribución arqueológica, cuyo valor carece de lógica alguna hasta que se compruebe a ciencia cierta el monto de la producción original de los yacimientos, cosa que es imposible de hacer. En este mismo sentido es imposible considerar algunos rasgos de las quilcas como culturalmente diagnósticos cuando la existencia de estos mismos rasgos está condicionada por factores tafonómicos. Puesto de otro modo, si la supervivencia de las quilcas es un factor de tiempo, la tafonomía selecciona a favor de los rasgos con más probabilidades de sobrevivir (Bednarik 2007) relegando el resto que sufre deterioro y destrucción. Esto es crucial para poder comprender que en contextos de quilcas antiguas los petroglifos producidos con percusión profunda, por ejemplo, han tenido más oportunidad de llegar hasta hoy, que aquellos producidos por percusión leve. La falacia más típica sobre este hecho es considerar a los petroglifos como rasgos culturales diagnósticos de la costa y a las pinturas como diagnósticos de las zonas alto andinas, cuando se entiende que la existencia de las pinturas en la costa está condicionada por procesos tafonómicos, los que no han permitido su supervivencia. No es verdad que los petroglifos sean diagnósticos de la costa en ningún sentido, por lo tanto los ín-
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dices cuantitativos y estadísticos elaborados a partir de esta falacia, hechos sobre una premisa de ausencia presencia, no tienen valor lógico para estimar el comportamiento social de la gente pasada. -El relativismo de la “asociación” arqueológica Debe considerarse como un axioma para los estudios rupestres que una relación espacial entre objetos (un objeto mueble [o inmueble] y quilca) no explica, a priori, la existencia del fenómeno rupestre; no establece su datación, no define su contexto de correspondencia cultural y no implica, tampoco, una relación funcional significativa en ningún sentido. El término “asociación” en los estudios rupestres ha sido sacado generalmente fuera de correlación teórica y se aplica indiscriminadamente sin considerar parámetros de deposición y sincronía, y la existencia de un contexto físico determinado en que esa deposición ha sido efectuada, que generalmente lo constituye un “contexto cerrado” expuesto controladamente. La cercanía de materiales arqueológicos y quilcas (arte rupestre) sólo establece una relación espacial plana que no tiene a priori ningún sentido cultural, como ya hemos dicho, pudiendo ser explicado de muchas diversas maneras, como por ejemplo mediante argumentaciones geomorfológicas (huaycos, desprendimientos, etc.) o antrópicas (traslado de objetos muebles, edificación, etc.). Una “asociación” debe implicar una relación cultural significativa para ser considerada, y esta debe hacerse explícita mediante una argumentación lógica. Debemos apuntar que una “asociación significativa” es incluso una referencia relativa, y generalmente sólo establece un parámetro mínimo de consideración temporal para una deposición o hecho terminus post quem, que no explica necesariamente el origen o la creación del fenómeno estudiado, cuestiones que requieren necesariamente explicaciones inde-
pendientes. La cercanía no constituye un argumento para explicar relación cultural alguna entre materiales arqueológicos. -La falsa premisa de la contemporaneidad y la uniformidad cultural Una de las premisas falsas más comunes en los estudios rupestres es la consideración tácita de la contemporaneidad de los motivos que se encuentran juntos en un mismo soporte pétreo; la que se extiende a las piedras entre sí y al sitio en conjunto. El resultado de esta premisa es la estimación del sitio como una unidad cultural uniforme con una cronología generalmente uniforme, y ésta es exactamente la forma como se consideró Checta por muchos años. Antes de proponer la cronología de un sitio primero debe establecerse la contemporaneidad de los motivos dentro de las piedras, y de las piedras dentro del sitio; siendo concluyente que la contemporaneidad de las quilcas, entre motivos y piedras, deba proponerse mediante argumentaciones lógicas refutables. Una de las razones por la cual no se debe asumir la contemporaneidad de los motivos en las piedras tiene que ver con el hecho que la producción de la quilca (arte rupestre) no ha implicado la producción del soporte, por lo tanto, la quilca, como producto final, no constituye una unidad contextualmente cerrada, integrada, por un proceso de producción que la haya creado en todas sus características. El proceso de producción de la quilca, por tanto, debe examinarse en todos sus aspectos, más allá de la creación de los motivos, para poder establecer los parámetros de sincronía en la producción y los contextos de pertenencia asociados. La imagen de una quilca es sólo el resultado de un proceso de producción complejo que no implica, a priori, ninguna relación cultural conjunta, la que debe establecerse mediante argumentaciones lógicas. Como en el caso anterior la “asociación” o cercanía entre motivos no tiene
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implicancias culturales de ningún tipo, las que deben establecerse mediante argumentaciones lógicas o proposiciones refutables. -Falsa premisa de la factibilidad de una explicación formal interpretativa. El problema de “iconocentrismo” La preocupación casi absoluta por el registro y el estudio del motivo figurado (la imagen) de las quilcas, ha llevado a los estudios rupestres a concentrarse en la interpretación del significado de las imágenes, la cual es una de las perspectivas fundamentales de los estudios iconográficos. Esta preocupación por la interpretación no obstante conlleva la premisa de que es posible una explicación directa sobre la base de un “análisis” de las cualidades formales de la imagen rupestre; lo que podría llamarse una “aproximación formal-interpretativa”. Esta premisa es errónea, en primer lugar porque presupone a priori la posibilidad de poder comprender los procesos cognitivos, condicionados culturalmente, de los hombres que produjeron las quilcas. Y en segundo lugar, porque presupone una capacidad innata del “investigador” para poder comprender este significado o la intención del productor de la quilca. La perspectiva interpretativa hecha a priori, que conlleva los condicionamientos expuestos, no tiene ningún valor lógico en una aproximación científica del arte rupestre, así sea correcta, porque no puede ser formulada en términos lógicos mediante proposiciones refutables. Bednarik (2007: 153) puntualiza correctamente: “nuestra percepción no define realidad, y aún menos ésta define la realidad percibida por otras culturas”. Estos parámetros interpretativos, condicionados por un enfoque iconográfico e historicista, impuestos en el Perú desde la década del 60, son generalmente tan ambiguos que obvian la definición del contexto cultural y temporal de correspondencia y se asumen como hechos regulares atemporales,
lo cual carece de perspectiva lógica incluso siguiendo los procedimientos regulares de análisis iconográfico. Es importante recalcar que la premisa interpretativa obvia los aspectos de correlación temporal intra soporte y asume, adicionalmente, la contemporaneidad de todos los motivos que “interpreta” reforzando su cadena de falencias lógicas. -Falsa premisa del “orden” y “caos” representativo Es común ver que se asume la existencia de una unidad representativa en muchos sitios con quilcas o arte rupestre, sobre la base de una percepción externa particular, autosugestionada, de los motivos rupestres que “parecen” ser similares o disimilares al espectador o investigador rupestre. Esta consideración lleva a la presunción de la “regularidad” representativa (o no) y la suposición de un orden o caos figurativo que puede ser expresado en “estilos” o “tradiciones” rupestres, las que carecen en la mayoría de los casos de valor lógico alguno. La presunción de un “orden” representativo, expresado generalmente como un estilo o tradición no tiene ningún valor para un análisis científico sino esta expresado en términos lógicos y si no se expone como el resultado de un análisis que incluya la definición de los parámetros y variables que sirvieron para detectar ese orden, los que van más allá de una percepción sicológicamente condicionada, y que no tiene a priori ninguna implicancia temporal o cultural significativa. En sentido opuesto, también debe justificarse analíticamente las razones por la cual no se percibe un orden representativo. La tendencia a entender las quilcas o el arte rupestre en términos de estilo o tradición deriva en parte de la historia del arte europeo y de los análisis ceramográficos y del estudio del arte figurativo que este expone en el Perú, el cual está generalmente basado en parámetros de representación formal figurada. Estas referencias son tan comunes y extendidas que en la actua-
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lidad nadie se pregunta cuales son las razones teórico metodológicas por la cual un estilo es reconocido como tal y cuáles son sus implicancias culturales y temporales. Esta dependencia metodológica hace que los estudios rupestres no puedan correlacionarse teóricamente al mismo nivel del análisis regular de otros artefactos, como la cerámica sea el caso; puesto que implica todos los problemas y falsas premisas ya mencionadas más arriba. La aproximación metodológica sin revisar proveniente del estudio de otros artefactos, entendida como una premisa al estudio rupestre, ha hecho prácticamente imposible un estudio científico de las quilcas del Perú hasta la actualidad. Últimamente, mediante procedimientos técnicos explícitos, se logró determinar que sí existen claros parámetros de representación regular en las quilcas de Lima, cuyo contexto de articulación cultural fue determinado primero. En este sentido, debe entenderse que el “orden” o el “caos” representativo, no condiciona los aspectos de correlación cultural de las quilcas en sentido alguno, y para que tengan valor lógico, deben ser expuestos técnica y explícitamente, y deben ser contrastados con contextos arqueológicos de articulación cultural. Investigación y nuevas hipótesis sobre las quilcas del río Chillón Toda la elaboración precedente en realidad constituye un conjunto de nuevas ideas, de nuevos planteamientos teóricos y metodológicos, y es el resultado de una nueva aproximación integral al problema rupestre peruano. En este sentido el valle del Carabayllo o Chillón se constituye ahora en la primera unidad territorial articulada por un componente rupestre que, desde una perspectiva teórica, constituye nuestra variable principal o dominante para esta articulación. Esto es importante de destacar, las nuevas hipótesis sobre las quilcas del río Carabayllo son el resultado de las nuevas
ideas en el estudio del arte rupestre y se articulan concatenadamente como causa y efecto teórico. Vamos a puntualizar directamente algunos aspectos que creemos son sustanciales en esta nueva dirección de investigación rupestre y para los fines del presente artículo: . Se ha buscado el desarrollo de una verdadera aproximación arqueológica, en el sentido lógico que ésta implica, para el estudio de las quilcas; siendo una prioridad la definición y el establecimiento del “contexto arqueológico” de correspondencia de los motivos rupestres, de las piedras con los motivos y de los sitios con las piedras; incluso antes de cualquier proposición de articulación cultural relacionada, sea esta intrasitio, intersitios o a nivel regional. . Se ha buscado establecer una aproximación lógica explicita a los problemas arqueológicos de las quilcas del valle de Carabayllo, basados en proposiciones lógicas y refutables. Y ésta es una perspectiva epistemológica inicial. Los estudios rupestres a nivel científico recién se están iniciando en el Perú y en este sentido se están exponiendo las gruesas falencias que los estudios rupestres precedentes tenían. . Hipotéticamente se debe considerar a Checta como el sitio con quilcas más complejo de la costa central hasta ahora, presentando al menos cuatro fases de producción rupestre con contextos arqueológicos independientes pero no aislados; de estas etapas, la Fase 2 es la más significativa pues ha sido la responsable de la mayor extensión del sitio y ha permitido articular, siguiendo parámetros de correlación cultural, todos los demás sitios del valle. . Los sitios de Quivi, Pucará y Chocas corresponden a una sola fase de producción de quilcas, esta fase se correlaciona con la Fase 2 de Checta con la que debe articularse. Esta fase de producción rupestre en Checta es tan extendida que soporta la idea de una dispersión horizontal de quilcas a través del valle, constituyendo
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un horizonte rupestre en el sentido más amplio del término. . Hay una fuerte vinculación entre quilcas y arquitectura monumental temprana (Periodo Precerámico e Inicial) cuyo enlace se correlaciona al nivel de patrón de asentamiento - distribución de quilcas y monumentos a través del valle -, y a nivel de asociación física como se ha podido verificar en Chocas. Esta evidencia, en conjunto, es muy relevante más allá de su carácter meramente indicativo si se viera como hechos aislados. La asociación entre arquitectura o asentamientos tempranos y quilcas se toma al nivel de una asociación significativa y son un índice claro de correlación material arqueológica. . Con la Fase 2 de Checta, extendida horizontalmente en el valle, hay evidencia de que un pensamiento estandarizado, representado por los mismos códigos figurativos, se extendió a través de la cuenca media y baja del valle, y más allá a través de diversos valles de la costa central del Perú. El Chillón puede considerarse la muestra más representativa de esta evidencia y sus implicancias pasan por la consideración de un arte estándar y de un desarrollo cognitivo uniforme que debe entenderse como una expresión gráfica altamente convencional, la que ya hemos interpretado como escritura ideográfica (Wong y Echevarría 2011), misma que precede cualquier otro desarrollo del tipo, en cualquier otro soporte, en la arqueología del Perú. Conclusiones En 1963 la Universidad Nacional Mayor de San Marcos publicó el catálogo de la “Primera Exposición Nacional de Quilcas”, en donde se incluía, entre otros, un análisis sucinto del sitio arqueológico de Checta. En este análisis se propone que Checta había atravesado tres épocas, las que se podían distinguir mediante la observación de la variantes en la coloración de los
motivos, siendo las más antiguas las que presentaban una coloración que “se confunde con el color superficial de la piedra” y las más recientes “las que ofrecen la coloración de la piedra recién raspada” (UNMSM 1962/1963:10). Esta es la primera determinación técnica de la secuencia cronológica relativa de las quilcas hecha mediante la observación de una afectación físico química del soporte, que ahora conocemos con el término de “patinación”; fenómeno que se sabe presenta variaciones perceptibles a través del color que son dependientes del tiempo, y que tan adecuadamente han sido descritos para Checta por el catálogo mencionado. Aunque ahora no es posible contrastar adecuadamente estas apreciaciones, debido al pésimo estado de conservación de las quilcas de Checta, debe destacarse el hecho que los estudios rupestres en el Chillón han tenido claros fundamentos científicos, los que lamentablemente fueron abandonados por la prosecución de ideas foráneas de poco sustrato técnico epistemológico. Ahora, recurriendo a nuevas estrategias, vemos con satisfacción que nuestros planteamientos pueden ser equiparados a los intentos técnicos por estudiar los sitios con quilcas hechos muchos años atrás por los investigadores peruanos, y vale recordar los inmensos esfuerzos de Pedro E. Villar Córdova, Teodoro Casana, Hermilio Rosas y los investigadores de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que son la base sustancial de nuestros aportes. Los estudios de las quilcas del Perú deben seguir el legado de los pioneros peruanos y sin ninguna duda tienen como paradigma los más altos estándares de la investigación científica. Bibliografía BEDNARIK, Robert, 2007. Rock Art Science. The Scientific Study of Palaeoart. Aryan Books international. New Delhi.
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