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ISI*ÜF{.C DE }'fAITIA
r{E& RÍ!S
VICENTE ROSSI
lmtnmdmme Essr Lt a,pnrtación cal nral de lds conw*idad.et negras que el sislema o¡chti¡ra colanial incorpoú al Río d.e la Plata, fue amplia 3t aariada.
k larga cinta negra d.e la costa atJántica, paed.e explicarse sitz el contingente africano, tari?poco mr.cbot asot y caslum.bres d.el país p*eden camprenCerse cabal*¡ente sin esa caota feutntla que se ernbebió en ls nacian¿lil.ad. Está t'ecundación tiene raíces prcf*ndas, en la sen¡ibilidad., en los gastos, en los bábito¡ má¡ íntirnot; soteuaia¡ corrie¡ztss afrri.can.as recotte* h ¡ociedzd y tod.aaía *o &an tenida *n Gilberto Freir: qte l¿¡ d,esent¡añe. Si toda A.nérica, en etpecit!
*a
Pero desde gae lldet'onn Pe¡eda
Vall& iniciaru, paru el
IJrugaay
y para tod,a América L¿tin¿ el mouimknlo negri$a, bace ca¡i ci*c*etta arlot, rnucho ¡e ha andado en el reconocimie*to d.e e¡le, ingrediente *et?ro dei bonbre arflEutya.
De larJu las aportacionet africa*as ninguna ntis noloria y notahla qxe k cotespondiente a la mútica, a los canío¡ y bail.es qae aún hoy canrer*afi xida aulónorua, al rnatgee d.e sy in¡erción en formas dal tcgocijo tl*e nt*cltos creen cxcla¡itamerrte blarc¿¡. Una peq*eña antología literuri¿ ¡obre lo¡ orígenes de lo¡
y
cantas
bailes negtor .nos perfiire recagq algún texto d,e Conoolo¡coroo, d.on-
de al xiajero etpañol toclaúa e¡ insensiLtJa a h riq*oza I aitalid.al. de h múiica africana; recuerd.at d.e l¡id,oro d.e María ¡ob¡e Jo¡ prirneros canI,ombes; poetnas negros cantaáo¡ en Ja él:oca de la inrlepend.encia, enhe ella¡ wpa imi¡ación jocasa d.ebid,a a Frat,ci¡co Act¿ñ¿ d.e Figueroa, Por último el ¡nás sabrc¡o texto ¡obre el ,e¡na: tlna ¡elección d.e páginas l.el libro d,el ur*guayo Vicente Rorri, Cosas de negros, que publicera orightariarnen\e en Córd.oba e* el año 1926, Aunque l,i¡catid.as s*s tetis, pacos ban sabid.o bablar co* ¡ná¡ atnot j tnás rcga$o, d,e los cand.ambe¡ rlel úglo XIX y d,e l¿¡ cerenrcnias de reycr y rqinat afúcanot viuiendo "in parÍibus infid.elis", aisi.tando protocolarmente al general Sd?ttor para ofrccerlet h ad.he¡ión de k comuni.dad al gobernante d'cl país d.ond,e re¡i¡lían y rcmernorand'o ¡4tos perd.üos.
313
ffin¡siea
de
glegr{!$
Las diversiones de los negros bozales sof las más bárbaras y grose¡as que se pueden imaginar. Su canto es ua gullo. De ver sólo l<,¡s -l iosttu¡nentos de su musica se inferirá lo desagradable de su sonidr¡. La quijada de un asno, bien desca¡nacla, con su dentadura floja, son las cuerdas de su principal instru¡oento, que rascan con'utr hueso de ca¡nero, asta u otro palo duro, con que hacen altos y tiples tan fastidiosos y desagradables que provoc^tr tapaÍ los oídos o a correr a los burros, ^ y menos espantadizos. que son los animales más estólidos En lugar del agradable tamborilillo de los lndios, usan los oegros un troílco hueco, y a los dos extremos le ciñen r:n pellejo tosco. Este tambor le carga un riegro, tendido sobre su cabeza, y otro va por detrás, con dos palitos en la mano, en figura de zancos, golpeando el cuero con sus puntas, sin orden y sólo con el fio de t¡acer ruido. Los demás inst¡umentos son igualmente pulidos, y sus danzas se reducen a menear la barúga y las caderas con ¡nucha deshonestidad, a que acompañan con gestos ridículbs, y que traen a la imaginación la fiesta que hacen al diablo los brujos en sus sábados, y finalrnente sólo se pareceo las divetsiones de los oegros a las de los indios, ea.que todas principian y Íioralizao. e¡r borracheras. Algo hay de esto, si hemos de ha-
blar ingenuamente, ea todas ias funciooes de la gente vulgar de España, y principalmente al fin de las romerías sagradas, que algunas
veces rematan ea palos, como los entrelneses, con la cliferencia que en éstos son fantásticos v en aquéllos son tao verdadetos conlo se ven po¡ sus efectos, porque hay hombre que se mantienc con el garrote en la srano coo un gecre de cabeza abierta, arrojando más sangre que un penitente. (
Concolorco¡vo
LazarilJo d.e ci.egot c¿tmi.*aulet
Sigio XVIII)
$antos megrels FRANCISCO MORENO
Yo me llamo F¡ancisco
Mo¡eno
que rne veago de confesá con el cu¡a de la parroquia que me estiende la e¡fermelá CurunibÉ, Curumbé, Cu¡umbé. Corurnbé, Corumbé, Coru¡nbé
que rni amo me quiele vendé porque dice que yo no sabo ni flegá ni cusiñá, (¿¡r¡nr${, Curumbé, Cu¡umbé.
-t
fl : j
Apuntuté señol esclibauo, apuntuté con la plurea en la mano los vestidos de mi mujé que estári colgados en la paré Curumbé, Cururribé, Cu¡umbé. (Recogido por Ildefonso Pereda Valdés e¡ Raza Negra).
315
CANTO MARCIAL DE NEGROS Semu neglu lindu
Semu vetelanu Y cum milicianu
Quilien piliá
Pué salí haci juegu
Y fuergu avanzaadu, Y mulí, liliandu Pu la Livetá.
Coro
Neglu Vetelanu Atenció lá uficiá Y liaendú a 7a clagá Lipundela
a
ela vá.
Recogido por Ildefonso Pereda Valdés en Cdncionero P op*lar ILrugaatto) (
A tA JURA DE LA CONSTITUCION Canción d.e lot negros 4
Compañelo
di
candombe, di
Pita pango e bebe chicha, Ya le sijo que tienguemo
No si puele sé
cativa Camunda, Casanche, lo Cabindá,
Poleso
la
Lo Lo Banguelá, lo Mayolo, Tulo canta, tulo glita. Coto de negrot
Ne le combate e baluyo a la patlia se clidita, ma que se falta e colole,
que lan glandese a la etima, poque esa ley que julemo que pluteje a qui catica, manda que toda seclava tiengue lible la baliga. Coro de ,zegros
¡Viva, len conrirusione!
¡Viva len leye pattisia! Que ne tiela den balanco Se cabó len dipotima. Coro d.e negras
Lingo, lingo, lingo,
linga, linga, linga,
Que oe tiela den balanco óe cabó len dipotima.
!
negru¡
5
A e libetá con bonele que ene pilame si mila,
se ponguemo po ofelenda una calena tompila e polella, ene sapulo
di u¡a guela senemiga, lo conchava, lo sulole, la sangle Be saclifica.
I
Coro de negtot 3t negiltt 2
6
Nem tiempo de Portugá,
Y nen tiempo de Galicia la flicana licindencia tliste seclava nacía; ma luego ne solisonte lo son melicano brilla, alojando de le Oliente len calena de mandinga, Coro d,e fiegrat
!
rregr4t
3
Changalote. . . ¡Vivan Diose! Y a ese patlia tan quelila
que da lible nuetle sijo len colasone se lindan a lon gueno liputalo,
len Supeno gicutiva, cantemo nese batuque
con tambole e con malimba. Coro de negrot
3t6
!
negla!
Ma no se
bus¿ den leye neglita,
y e malungo y su
como buena quilitiano. Que si casa, € que si clía Y gozalan nuetle sijo la libetá bien tendila siendo homble de biene. . . plemio siendo capiango. .
,
musinga
.
Coro final d.e negros
¡Viva len contirusione! ¡Viva len teye pattisia! Que ene tiela den balanco Se cabó len dipotima. Coro final de negrat
Lingo, lingo, lingo, linga, linga, linga, que ene tiela den balanco se cabó len dipotima. . . (Franchco Acsña de Figueroa).
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I
lsidoro de María
El Recinto y los Candombes
t
1808
-
1829
Vamos por paftes, que todo se ha de andar si la c¿reta no
se
quiebra de vieja.
Hablemos del Recinto. Desde. lejanos tieopos el recinto de la ciudad de San Felipe fue el paseo predilecto de los ¡noradores. Lo formaba todo el espacio comprendido desde las Bóvedas hasta el Cubo del Sur, sobre la rivera, entre la muralla y lo poblado con frente al maf,
),I
Dentro de los mu¡os, ningún otro sitio se presentaba más agra' dable para salit a tomar el solcito y calentar los pies en invierno, en' vueltos unos, en su capita grana, sin perjuicio de la coleta y la casaca, como Orduña,Pozo, Lecocq y Vargas, jefes de rango del rey, ingenieros o ma¡inos. Otros en sus capotes de paño coo sus dos o tres esclavinas, o ir a gozat de las brisas del mar, a tomar el fresco en veiano, de ma' ñana temprano o a \a caída de la tarde. Por ahí iban costeándolo, -como hormiguitas por su senda, las buenas gentes del tiempo del rey a esparcir el ánimo, como dice la tradición, -o recrear la vista en el panorama pintoresco que ofrecía el puerto con lls embarcaciones, el gigante que lo guardaba con su vigía
y su farota, la isla de Ratas, el campc con su alfombra de esmeralda en Ia opuesta orilla del norte, y los médanos de la Aguada, Arroyo Seco y Caserío de los Negros sobre la barra del Miguelete.
Los paseantes de todas las clases sociales, en plática amistosa, sorbiendo tantos un polvo, se deslizaban por allí a paso reposado, deteoiéndolo a veces un momento delante de la¡ baterías que lo circuodaban, o de los bañistas del Bañ'o de los Padres, continuando su camino hasta el cuartel de Dtagones, echando una mirada a los navíos y fragatas del Apostadero. Otros se colaban pof una abertura de la muralla frente ¿ las casas de Diago, a tomar el fresco sentados en las peñas del Fue¡te de San José, mientras los chicos que los acompañaban se entretenían en buscar cangrejos.
Ya ¡os parece gue algún incrédulo nos objeta de barcos, que ver poblado el puérto en aquel tiempo, serían-eso habas contad¿s. Pues no señor, ni. ta¡to ni tan poco, porque ha de sabe¡se que en la época del coloniaje se prefería este puerto al de la Ensenada de Barragán de la opuesta orilla del Plata, y que la estadística de enrooces nos daba el movimiento ma¡ítimo de entrada, en el año 2, por ejemplo, representado por 188 entradas de buques de ult¡amar y 648 embarcaciones costane¡as, e¡üe zumacas, goletas y balandras. Vamos, que no eran tan habas coatadas.las de la bahía, en.que poder recrear la vista. Y con decir que sólo en un temporal (1791) se fueron a la costa sesenta embarcaciooes, puede fo¡marse idea si habrá barcos que ver en
el puerto.
Los domingos e¡a uoa romería aquel paseo del Recinto, hasta i¡se ¿ encontrar con los cand,ombes en la costa del sur, por la batería de San Rafael hasta el Cubo del Sur (hoy calle Santa Teresa). Aquel Cubo histótico, levantado el año 8, para cuyo trabajo se anemangó el gobernador Elío personalmente, cargando piedra pára construirlo, como cualquier otro hijo de vecino, imitándolo los cabildantes. ¡Quién lo diría! A pesar del pico y la bareta que en los tiempos posteriores demolie¡on cl muro, aún conserva vestigios el Cubo, en donde se alza el J
I I
templo anglicano.
Aquí viene a pelo aquel ve¡so de Alfaro a su
memoria.
j
I
J
317
Quedas
AL CUBO DEL SUR ni y pasarás a edad remoa
En tu glorioso puesto de combate, Resistiendo a los tiempos y al emÉate De la furia del mar q,re en ti se azota. Quedas ahí, para que tome nota La historia que tu época relate,
Y por eso ru mufo no se abate Ni su f¡¡e¡za declina ni se agota.
De la antigua ciudad fo¡tificada
De baluartes y fuertes coronada,
Incont¡astable, tú, sólo has quedado.
Y ru altiva muralla que ovalada Fue por el pueblo he¡oico levantada, La graodeza pregona del pasado. _ . .A luen seguro que so faltaban al paseo del Recinto enr.re la e¡bañohd.a d.e aquel tiempo,-el de Vqgas .on ,o ,o*bi"i" condecoraciones, ni Sánch..z, ni Dügo, ni Olave, ni Cué, "p"",¿. v'i*
M;¿l;, "i ;i ;i;;l-i;;; S.iy.ón, aquel que, según reza- la tradición, ¿ndaba óWÁ¿i,dejónos en ayunas, si pintaba de buen *oro o de cai*taco. ^iiá"i Y en- tiempo de don Juan VI, no hay que hablar. Era cosa de ni Argerich, ni Balbín, ni Murguionáo, ni don Est"ban,
verse aquel paseo del R.ecinto en ufla tarde de verano en los días festivos. No quedaba tendero viejo, ni jefe de tamilia, ni matrona, ;i -;_ chacha que no concur¡iese a é1, a la par de los jialgo:, il;t"rd; *;
bo al popular cand.ombe d,e la nza ifrir^o^. Lo'preierían d;l;;_ dicional Qainta d.e las Albahdc.lr, con sus plantitas de "l albahacón o albahaca enr,'ueltas en uDa hoja de col, y a lÁ fritangas de t ueoo, ion
chorizo.
Y
cómo lucían su garbo los currutacos
I los
empolvados sus
fraqaet, mezclados con las chaquetas de mahón o pana y los anchos calzones-de nanquín azul o de piei, que vestían los pobres. Y los chiquitines sus ma-eluquitos, con su botónadura de fiiigrana
y su gorita de paño.
¡Y las damas! ¡Oh! las-damas, con todo el baúl de atavíos, y el ¡elumbrón 'al cuello de la c¿dena de oro de úes o cuatro voelt"s, á l" gargantilla deslumbraate, ypor de contado, con la criada au,ás. y'cómo lucían, o por lo menos lo pretendíao, con los mangos, el vestido de cbicate de talle alto, de meJio paso, á con el nedo- pá:a,iito, .oo lo,
''pzseo
de! Reci¡to"
,Jonde l¡itl<,¡o
I'Elr !
i
cbt¿rnbo¡ o petiligonu de uso, como Para que alguoa ventolina levantase indiscretameote.
no lo
6rrs Laseda, la espumilla, el terciopelo, la muselina' el mahón con o tlencillas, lucían en sus trajes, como- aquellas maotas
flecos, bellotas
¿.p"..dechapa,pu¡".t.o'deespumillalisosobordadosdeltapado, pateote' o1í"buni.o ¿. naiui, y el ridículo de mostacilla' y la media de
vamos, no.faltaban en aquella ¡ome¡ía.del Sebastiana' co-n sl¡ soberbia cadena sus abuchados v su par de p""ii*t diamartinos, u grándes á;;;;;t gasta Patd eI coúe fenenino .rirdur' atrásl errtre lit *"t'oo"', hacía el noche. a la en ^Habíap",.*'.",_qo"noSecontent¿banconda¡vrreltaalRecinto las tertulias
; ;;;"-á.'.Áiiiiu",
oi.;o n".into p^r" iiiÁ"Á"' Doña
po, d*otro
i" l" *orullu,
sino que ibao- por fuera sob¡e la contraes'
¿"i r"io, ¿*i.-.f-b"tii" N"t"o hasta el Parquey de.A.¡tillería' cebollas que echando la cu¡iosa *irudu a las plantaciones de coles bufido del un Pe¡o foso' del dlnt¡o P"ts"; tenían los soldados;;l a los
iñ"
centinela, coo su
,;;;;,;;:
;ás
que ligero ponla en retirada
curiosos'
ar¡aieada estaba la del paseo al ¡Cuánto puede la costumbre! Ta¡ coflstantes tiempo i's"^ndetos Mezguita' Roo' su en que fueron Recinto, Río' Figueroa' EscaS¡-'- Ridel Attttona' Mei relles, Ganzález,-á"rut"to que aún después del abaio.narall¿s del co- Eilau¡i. Blanco v ;;;;;;"t, el pamsá olvi,laban ,le é1, y por .allá iban, aunque soplase *.", BlanBenito doo Juan M.i¿"i;r, rrJis;rr, ué-tÉt'Arrue, Nieto, ;;, ^" la coo Pereita -suya' y Gabriel don .n .án uo prole, ,', t^t^ -^. Canté'mosle'el goti-gori los que lo conocimos' recorriéndolo,tantas con o"..s pur" i¡ a ve¡los ¡íor en el candombe; o meior, cantéfnosle
Alfa¡o: Oueda
el vieio Recinto en el olvido;
Paseo Pintoresco Y frementado,
Po¡ el mar Y sus locas limitado' Que a veces lo ocultaba embravecitlo'
l)e lt nza
atricalLa P¡eferido,
E¡a de sus candornbes el est¡ado' f)onde al son del t*n-'dn desentonado Todo e¡a frenesí, daaza Y sonido'
'
l¿ cjra¡r' I-a costa del s,rr era el lugar ,le 7¡s can'lonbes, vale clecir libte'a! aire pára bailes s-us .¡", o "i es¡trado C.e le ¡aza rlesra, Si la raza ¡1"*a, ¡oif"¡t u[ cáápás del a¡pa' del pia'no' del vio!ín' ;¿;i." Jé oi""to, ¡p9J q"É 13 af¡icana no hat'fa ¿" tu-soii"r¡", " también al son del tamboril v de le marimbal .{e Ñer hace¡lo
i;'i;
,Je Ms:ria üier¿ h¿ilac el ca*,los*be'
'tq
l I
l I
Si la una se zarandeaba en el fandango, el bolero, la conuada:
el pericón con sus figuras y el tan-tan, del candombe
casrañeo,
bieliodía t^ átiu;;ffir"
va se sabía, no falraba el candombe, en que *,^-^l:t,-dlTlnsos, prernas lo mrsmo los ncgros, viejos y mozos, que las negras,- co cencia "de su merced el amo o la-amai', salvo si i,ru" lib"rt8rl .ri amo de aquellos sue tos .ro,ut"r,-, h tñ;ü;i;"p.r_¡
1^-_-1,tf^.r respr¡o.
Cada nación tenía su chanchita de t¡echo en trecho, media al:
a.tuerza de talón,
o
preparada
.""
."p1,"
d" ;;;r4-;;;^,
al tango, ""u Los congos, mozambiqúes, benguelas, minas, cabindas, molen y en fin, todos los de Angób ltacíal ailí su ruedá, y ;;; ;;"i;' bora, del tamboril, de h Áarimb" .n "l del maza pororgo, y de los palillos, se en*egaban conteotos "i;;. .urrio-bJ éon ,l ,i, cang*é. . . eee elumbá, "i otros iánticos, acompañados .o" l^ pu ,y das cal.enciow¡ de los danzantes, que *trrí"n pi..rr"r, br^ror-o'rÁ al compás de aquel conciert.o que daba gusto a i"; ;;;;. f ;.rc; ¿i; 1, el cbincbirin cbindá, cbincií, y el ían_ran del d,iaenimieiÁ i) clarcs, y de la multitud que, siguiendo la costu*b,i, ¡ai i'iiirr¡"li
el
paseo
Y
del Recinto.
cómo se divertían las amitas y los amitos en aquel pasatier viendo a tía Juana, a tía Francisca,'a tía pepa, y a ía mi¡tacill¿ negritas y negritos, bailando el canáombe! Y las mamás riendo coir ellas, y los papás enr¡e g¡aves y rientes haciéndoles lugar pa¡a que viéran a'su gusto, y"aflojanio gunos _vrntenes para el platillo que circula y presenta en una vu bailando alguna tía viejá o muc^hachona, blánqueándole io, ¿;.ii. estirando la mano, pidiendo para la salz. o mamá, cómprame alfajores y rosquetes, d: , chrcos, I t¡asaleso,verp^pi los. alguna otra tía vieja sentada en' el suelo con tablero po¡- delanre, diciendo- a los paseantes: '.Su merced, rosqu. to*as y alfajores,para los niños,'. y no h¿bía ,"-.aiol ,ño-ffi pa¡a contentar a los chicos. . Así l¿. buena gente de ese tiempo, encontraba distracción inoce
I
y la nza afúcani, entregada alegremente; i;;; olvidar en iquellos '*"-"ri..-¿. tio la t¡íste condición dél esclavo, y el dia qrr. l" codi.t y l; ¡rj ;;; dad "de los uaficantes", la arrané^í^ de la tie¡Á "r, natal. en los candombes,
y. recuerdos de Angola,,p.arecía
El, tango se prolongaba hast¿ la puesta de sol, con sus variantes oebe ctJtcbd, para refrescar el gaznate, seco de ta.nto eee llamba, lbmbá, y danzantes ie pon?"n en reti¡ada. -y .paseanres ¡El día de Reyes! ¡Ohl en ese-día d,e regia fi"siu, eru lo que ha que vef. a los Reyes, a las salas de los benguelas, de los conr
y
-Vamos demás, por el
barrio del sur, era la palabra d; ;;d*?ir*r"¿" y los chicos-saltaban ¿" .on,.n,o. ri.llo soga va tras del caldero, allá iba también el padre ¿" ir"iti-rii señora, y toda Ia sacra familia por delante.
y
apróntense muchachas;
Y
los. cortejantes
y
curiosós
no se
, presencra en el punto de de reunión, pues,
candombe,
.i
en ir hacer ar a ver los tronos y
descuidaban
Cada nación ech¿ el resto en la.compostura de su sala; y no Ir que hablar de la te¡timenta d,e los tio, y a" los tías, .o*á our" sentarse en la corte y hacer los ho¡o¡es a'su Majestad ;;;c;; .-"*[ñ", o mozambique. . Las amas y las amitas de buena pasta, se esme¡aban en atav a la Reina y a las princesas, proporcionáinclol", u.rti¿or, bl;"¡;r,;;; rones, collares y tantas cosas, rnenos, por supuesto, l; ;"1;tt;:r;,"; aquello de.que ya se hará cargo cl lectár. . Los .tíos agenciaban sus c¿sacas, calzones, levitas, aunque fuesr colo¡ ratóa pelaclo, corbatines, elástiéo, grliii' y'p"; ii;; ;;; podían para vestir de corre. ^ttu, En cada sala un trono, con su cortinaje y el altar con San Anton o. San.Baltasar, platillo a la entradu purá io, ."br;;;;;;"r*;;; -y.el el capitán guardián de la puerta y de la iolecta.
32Q
En el t¡ono aparecían sentados con mucha gravedad, el rey tío Frarrcisco Sienra, o tío José Vidal, o tío Antonio Pagola, con su par de y sus charretetas, su casaca galoneada y su caizón blanco coo franja, colgajos cón hono¡es y decoraciones sob¡e el pecho' A su lado la ¡eina
Jtfí1¡pu Artlgas, o tía Petrona Dután, o tía Ma¡ía del Rosario, 1a mejor piasteleru, cor,, su vestido de rango; su manta de punto, su. colla¡ de'cue^ntas blancas o su cadena de oro luciendo en el cuello de sza'
y las princesas y camaleras por el estilo' Vamos, qoe u uos naajestades y su cofte no les cabía un huevo' Y la. gente entra y sald a la sala a ve¡ los Reyes que es un con,"rr,o, uoo.irra la atmósfera, va)¡a' con el calor, pues' no sea del todo á1 off^,o. E¡a la fiesta popular de los Reves, si¡ se¡ l9s. M1' ^li^i"Ur" Después, ilusiones adlói v volvamos tl fregado, cambiando ;;;;bil 3iáári" I u aiua.-u y las charrete¡as y'el elástico, por- el rebozo' la
bache;
itluqu.* .ri";u, lu escobá y b tipa de Ia plaza o la
Recoba'
to
Paraba en eso. Los Reyes y sus acompañantes asistían en.corporacióry a la \9.u.i1 a lu fiesta ¿L S"" Baltasar,'cuyo altar pertenecía a doia Dolores Vidal ;. P;;.t;;, quien por de cootádo lo preparaba con magnificencia pata
La fiesta
la --ó""if"iá" función del Santo. --
ésta, salía
la comitiva aÍ¡ícata con su vestimeota de cotte
po, ioit., d" óio, u hacer la visita en rcgla al Gobernador y. deu"iotldudes, quienes la ¡ecibían *t'y tortesmente y 1a obsequiaban' irot "u*
Si saldrían cónrentos de la recepción sus Maiestades congo, ben'
goela, moza-bique y demás, deseanáo la vuelta de otro día de los lry"í thotot, como diría Aifaro, en aquel verso alegórico: Las diversas naciones africanas Elegían su ReY con ¿Parato'. Qué era algún negro de lanudas canas, Y en el dia de ReYes, el Rev chato' Con marimbas, tan-tan' Y macanas'
E¡a Paseado en ¡¡iunfo con boato'
Vicente
R.ossi
fuos CIamdsmhes En la Banda Oriental dei Plata, los candombes' en su mejor época' a celebrarse todos los domingos, considerándose grandes fiestas Año Nuevo, Navidad, Resurrección y San Benito, y excepcional el día de Reyes, en que se lucía toda la pompa circunstaocial' En esta iorr*"-oru.ién y en Año Nuevo, se ve¡ificaban recepcio¡es de los .¡epr.r.n,una", de ia rcra akicana, por las auto¡idades civiles y ectresirás-
alcanza¡on
ticas.
La inevitable influencia de la ley de evolución, que traosforma y elimina, marcó el primer descenso al ser suprimidos los candombes domirrgu.ros, quedarido reducidos a los ya citados días especiales' I-as au-
todavía a la delegación africana, por respetar la cos' ;;;tt; en obsequio a la útil y hurnilde raza, pero gradualmente perdió su importanci^ értu ."."*onia, que presidieron antes, cori previa prepair.i¿", fresidente del país y "t obitpo diocesano, y fue degenerando "i aiendida, sin el-menor protocolo, pot el jefe de policía y un hast" ser clérigo - - "Luen misa de dos Pesos' últimas ,"..p.iorr", oficiales se celebraron durante el gobierno de Latore: la pegueña columna de negros cruzaba las calles a los u.o¿!, de so Áoá"*a banda de música, y seguida de la inevitable .r."rr^ de curiosos; a la cabeza el rcy, lamentablemente vestido de general criollo, no porque el traje no fuera auténtico' puesto que lo era' ri ¡i.n algo'averiado, sioo poiq.te el pobre negro vieio, bichoco y jua;;¡;, iJr.oyon,"do"por eitrabujo v por los años, iba eafundado en el
iorii"¿., ...;bíuo
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"Cand.arnbe", Oleo de Perbo Figdri
relumb¡ante atavío, que llo¡aba a gritos la ar¡sr'r]cis Ce ot¡o dueño el estiramiento y matcialidad que sus costuras requeríao'
y
Es de ext¡aña,r semejante libertad en el vestir, por muy ¡ey que el íegto rc!, si se tieoe en cuenta que efl aqueilos tiempos .u¡ *iti,u" de aita gráduacióo e¡a casi siernpre un providencial, un temible mandarín, y .rr1o.rs*.u.ncia objeto de profundo respeto su indumentaria. Sin imbargo el hecho tiene su lógica expiicación: los morenos, abundante y exielente eler.nento militer, legién de bravos cuyas proczas de batalla no ¡epercutiefo$ en el escalafón, salvo rar¡r ea los campos -y con los que todavía era convenienre a los gobiernos concasualidad, ,erru, bteous relaciones, recibían en el grado nomioal de general aplicado a su rey de raza, usa alta clistioción colectiva que ellos acepfuese
l"
taban sinceramente. Aquellos leyes oo eran aut¿nticos. No iray roticia de que los ua' ficantes ofrecie¡an en sus velltas un !ey' oi siquiera un príncipe' por motivos bieo explicables: los esclavos se abtenían de las t¡ibus en connivencia cot tni propios jefes, que no tenían inconve¡iente e'' inter' cambia¡ los súbditos-por'baratijas o mercade¡ías de su predilección, negocio estupendo pará el c¡istiano negrero;.jefes o reyes no convenía
.*[ortur, poi el peiigro de que hicieran valer su inÍiuencia ent¡e los .rilu"or, ioo gtutte perjuicio de los clie¡tes y descrédito del exportador. Cuando los jefel de un pueblo o tribu se negaban al t¡áJico, el cristiano oegre¡o iomentaba lJ guerra, echando sobre aquel pueblo tribus enemigas que después le vendían los prisioneros. La ocu¡reocia de organizarse políticamente por sus nacionet para
sus candombes, les sugirió Ia instiruciót de esos feyes no dinásticos, decorativos, y a imitacién de los que gobernaban a los blancos'
c"oo
leccién para éstos! Nunca una rcind a rey afri" ¡Y qué ejemplar -confíanza qr.ti en él deposiró su pileblo' Hacían de i"ft*dó'la
tficielta¿er en las fechas de recepciones y candombes, pero-en los demár días det año vivíao incorporados a la labor común, olvidados comple' tamente de st¡ elevado cargo, atarcados en las más humildes ocupacio' ganarse el "benditb pan de cada día".'* nes para -Majeitacl, uniforme y séquito, cruzabau ias calles coo la Sravedac los vi¡reinatos, glavedad-tpto-.qr1 de sus parienies -aounto los cabildantes de ¡oás soiemne. Este úldmo tnonÚrort que visitó oficial cómica merte a las auto¡idades, fue el de los Coogos, nación la más profusa er
-= rarlo¡ dc
U" cjemplo: !l r,, guÉ 3c ci¡r cq cl-pá¡¡afo-¡i¿uieqtc, cn dc profosión-"rna iicr;;;-á *" v"C"¿o'i'¿.-*e'r* r*rui¿ir, Cesdelt co¡rria h*sra l¡ iut¡lrciór
de lc "pozc negrm".
322
el Plata; se llamó
ese
rc!
"Catorce-me¡os-quiace", por acuerdo popu-
lar, curioso apodo que ruvo su origen, según era fama, en que habiéndole regalado alguien un reloj de bolsillo, aparato qr'r. tró entendía, sje-mp¡e que se le pedía la hora, sacaba el "racho", lo consultaba y daba invariablemente "las catorce menos quincq", sin que se sospechará entonces que coo semejante disparate, se hacía precursor de la oueva esfera que el gobierno uruguayo fue cuarenta años después.
Durante
la
época
el primero
del gobierno de
á
adoptar en el plata,
Santos, recibió éste
fechas de costumbre la delegación de los últimos africaoos; no
la
en
las
s'-aban
docena. Simples visitas sin séquito y sin ruidos, de tradición y y de especial reconocimiento a la protección que aquel gobernante les dispensaba, (siempre por la lealtad que sólo de ellos se obtenía). Famosa fue la escolta presidencial de Santos, for¡iada de negros criollos de imponente presencia, hermoso pelotón de aguerridos soldados que habria envidiado el ex-kaiser alimán, tan creldo de que sus guardias de opereta eran los mejores del mundo. Santos fue el ú¡ico gobernante que retribuyó aquellas visitas, acompañado de algunos de sus allegados. De pie, asi era la costumbre: uo apretón de manos, preguntas por la salud y por la familia, breves palabras sobre la situación áe la nza, promesas consoladoras, otro apretón de manos y hasta la próxirna, "si Dios quiere". Cuando los af¡icanos sob¡evivientes, aplastados por su siglo y pico, no pudieron aventu¡arse crnzar las calles, se produjo la supresión definitiva de sus visit¿s de^ cortesía oficial. Fue en esa misma época de Santos, quien sin embargo no olvidó a los pobres restos de la oscura raza, y en los días tradicionales, acompañado de varios militares y civiles, visitaba.a los úldmos rcyer en su ¡esidencia de la calle Queguay, que más adelante se cita y describe, proporcionándoles el coosuelo de tan honrosa atenció¡ y el auxilio de importante óbolo. También el pueblo acudía a contemplarlos, para sarisfacer una curiosidad tanto más inrens¿ cuanto más se alejaba de su memoria y costurñbres la actuación de aquellos reyer, El candombe en sus mejores tiempos, era pintoresco y plopular: Su ceremonial ea Montevideo marcab¿ su mejo¡ época por los años 1875 al 80. Las cootinuas convulsiones bélicas que padecía el ,país, evitaron que tuviera .la profusión que consiguió en- h ót¡a banda del Plata, y eso contribuyó a conservarle más sus caracteres de origen, porque los africanos, por su incapacidad o por su edad no servían para la milicia, y Áo erao molestados, mientras sus descendientes llenában los cuarteles, no siéndoles posible mezclar en las costumbres de sus mayores sus modalidades criollas. * La gran fiesta se celebraba el día de Reyes por su atingencia con cortesía,
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I I
.J I
el rel Baltasar,
. _ Semanas antes se preparaban las figuras del séquito oficial, procu¡ándose las ropas y distintivos con que habían de pooerse c"tácter. "n Los negros no habían dejado de observar que la diplomacia tenía dos vestimentas, una civil y otra militar, por eso el quó oo se conseguía un desecho de graduado del ejército, se le animaba- a un frac, una levita o un yaqué. Les preocupaba mucho el decorado: medallas, cadenas, anillos, cintas y todo lo que er su ingenuidad típica creían que daba c¿racter de personaje, aunque se trarara de cobre y éstaño legítimos.
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¡
El séquito africano lo enc¿bezaba el rey de los Congos ó el de los Angolds, q,ue eran los que.,tenían más súbditos. Las dáás .,naciones" enviaba¡ uno o varios delegados. Estas delegaciones ofrecían los más_ cómicos equipos, un buen surtido de obsequios de ex-uso persoaal de los "omitos". Poi el equipo se deducía la prosperidad y vinculaciones de la "nacióo" representada; y no se delegaban algunas, ya por falta de hombres aparentes para el cargo, ya poi falta de ropai ¡r-ara uni. formarlos.
el africano, por simple imiuascendental se dlce "poi mime-
Estas ostentaciones e¡an inoceotes en
tación del blanco,
lo que en léxico
'_ peqOués de la bat¿lla del A¡¡oyo G¡aade, cn 1842, lo, necesidad de soldados la le7 de libatad de sclavos, con el objeto de quitárselor e su¡ ducños-iü indemizulos, Como es de suponer, no hubo tai,,libe¡tad,,, y los 6clavo0 oli.roo perdiendo, pucs fueron a paru todm ¡ los cua¡teles.
| procujo
323
l1
i;
:#:s.
ri0úo,'; cxearas co ¿brolsto dc oda vanidad,-dcfccto que delco¡ociefo¡. Uoou á oüo! sg festejabao por las preodas obtenidas, corl,tu.caracterl¡' tica ercl¿mación "güé1", seguida cle sus carcajadas inconfundiblel, larg¿s y soüotas; sio-observar el volor de dichas prendas sino su coope' iuiiOo ¿*cotuiiva en el conjunto, pues el ¿frica¡o ao persoaalizaba ssutrtos de ¡u raza, Al quc se presenraba con pocos abalorios oooaa "o o sio ninguoo, probando su mal¿ suerte coo los "amitos", que eren r¡.Ápt" ló1 pioieedores, oadie le hacía afusió1 alguna,.y éI.se.uoía iosos' i lz'alegtía áe todos coo si¡ce¡a sarisfaccióa. iCuánta deducció¡ "cosas pechada-e inverosímiles remontamie¡tos, podrían sugerir estas a los crosistas filósofos! de -- o"grot" ñii.*t"t se reunían las delegaciooes y sc esperaba la hora de ¡a' tida, uoa pequeña b¿nda musical, la que luego debía preceder al réquito
desplesaba su repenorio cuanele¡o frente al local. Esta banda ;;;hi excele¡tes .á ¿i'-ot"os- cr:iollos, qué siemprc se distinguieroo por 'Bs principal eo las elemento co¡no figurando filarmósicas,ioo¿iiior,.r _ 6' banáas militares; tc improvisaba eo esos üa¡ eo obsequio e $r¡s cq¡dientes. ---primerar horas de la mañana se notaba aoimación es
Desde las .balali dc los -congos, calle Queguay ent¡e soriano y _canelonec, dodel séquito oficial de la taza' y puoto dc ¡eunión Á¡.ilio del rcy -----b.-g la comitiva en la veredq y dada la-o¡deo de la misma vered¿ la emprendían, felizoente amplia en- esa marcha, por"'9'fit^ubu pñ d."ü ciudad, pero al ett*"r óo las angostas se veíe .fligada a á."p.i"f t".,Jio d!'la caiie. Gran acompañamiento de pueblo iba en para los viejos africangs, gpqulr' ;ñiü h.;i." prueba rle ¡esistencia á;; ;;t los acoides de ia baqda q,tJ oo les daba treg'a, b¿ciéndolos á.r.J¿"r"i-i"-ior,*" de sus juanetes y sobrehuesos, con el empedrado de la éPoca.iesigual ---'lurgo.ru él ,tuy".ro a rccorre!' pues se dirigíao al Cabildo y a la islesii Matriz. En esta úitima, semáoas antes se preparaba ci alta¡ J" 5u' Baltasar, donde debia oficia¡se la tradicional misa- Ra¡o será *i oo" oo ,..o*id" dicho santo, el primero e¡trando por la nave.dere-
l¿
alta¡ debido'a la-piedad v dinero de la rei¡a de loe Congos. Hasta hace unos doce años, allí estaba el rey santo Y- neSlo' sucio y siempre a oscuras, prueba de la falta de clientele, trasto¡ "U"í¿orJ., u aurrru de iobra puru qoó fuera a terminar su tei¡ado entfe los
;"';;
; ñ;i;a
ii"¡"r,-*"p""Jo ,.t titio el
I
lt l, L. I
"miiagroso"
-San
A¡tonio,
habiéndose ol-
vidadá los-¡r¡everentes que tal hicieron, de retirar la pLaca de mármol q"ilo.i*r.¿a co la put.d la izquierda de djcho altar,. informa de la " rei¡a conga' y de coosiguieate delata el donació¡ de su majestad l¿
----ilf con la *v y ru séquito oían misa a las 10 lnte san Baltasar,los que deseado hab¡íaa días para sus-mejo¡es ,.o.if"z y'.i fervor-qoe -ü de ¡ii.i"¡lt". iermiouáa éita, se dirigiíao al domicilio del presidente r visitaban también édecanes; t"s .ott que esperarlos solía l" 6;bñ;; familia¡es i;r-;itt;;;;; y al obispo, que los esperaba con su séquito detdas aquejerarquá. Ratificaban-.una.vez más ante y -W.-.i¿tist -""to.idui.s, de la cambiazo.
las seguridades de su fidelidad y ¡-esPgto: A vece¡ ," rr"ai" .*tensioa'a los jefes mas populares del ejército. como ee "iri." todas partes se'les obsequiaba con donaciooes en dinero' l"p.*t, á. "¡ en áuo"r" a\gtna a lás dignatarios de la más humilde q". i" "i.'rdían a Perpetu¿ pobrca y coovencida de su humana in;;;,.,-.;"i.taáa
il.r
fe¡ioridad. Un abundante
y apetitoso almuerzo, ea su propio local' recibía a
la comitiv¿ de regreio;-es de suponer que aquella pane del plogtame era la mas seria y -e!or dete-ieñada, si se tieoe etr cuenta *Ia fama ¡i"n- su"o¿u de cócineós de que gr''zabao mo-fenos y morenas-'
---l:; repostetía en sus más criollas manifestaciones' que lls- negros bebida de .r."r* siÁpte, apetitosa y sana' estaba allí tentado¡a' Unica h;;;il.hi.há, iu famosá chicúa, üviana como el agua y_ reconfortaote ;;; ;i ui*, io su alta misión ¿e acoropañar aquellor alfajores y em' panadas ma¡avillosas'
--=-;
lengua
jc
rinooimo-áe-:-,n'e-fró"gfocero,
324
rioplateu3c,
.'nofc-flo", refüiéndosc 'pcrsonas
"4";;;¡;'.r*.
t""
¡ color dc picl, cs ¡i8u¡o¡o de cs. frz¡ pof ¡nrccerlcr ncooc
Tambiéo esrabao pres.eq:es- la preclara caña
primogénito er famoso gui"au¿o oii.otur, ,tuo" cubana ¿utéorica, y 5u ur"nrur,, ar incansable Termiaado el arnuezo, deregaciones se retiraban a sus tivas "salas"; así se titulaba .t-ras lr."i-á?-."¿-..;;.ió;;;;;n"_ respecdomicilio de sus jefes, ." uJiá ,.rr., puerra a la calle, re .l1. recibían las visiras v se exhibían'ri;úüli; Io, ,ryrr, y esto hizo que Ios negros cjtaran trá ,uu .o*o-ui.,?rrffi^.d"J .ilo.ul,,. ..sociedades,,; Hubo .también g¡upos que se tirularon los formaban negros criollos que rodeaban algún ascendiente nf¡icu¡o. s" ,i*?iá el mismo de las "nacion"u,,, .oi u ji¡"i"".i" ¿. q* :i"r; t ir_ maban "presidente"" El objeto. g.ir.ipái- J"-esras "l sociedades, era auxi_ liarse mutuameote, y,apro'echir aquerlos-dius p"'u obtener recursos corr que aliviar su pobreza-
,j.*iil¡
t"h-;;;
.
D-
el Candonabe fue en Buenos Aíres un motivo de diMontevideo .ru or,-.,,1r" racial; por ;;"; ;qr" :i:rj::_l_bi]lt.l:,_:n aDuuoaDan los negros pocas eÍeo las ruedas de candombes, io, tiempos de su mavor prosperidad, p.* *J", "o, "oubi_ estrarégicamente cadas en ros ba¡¡ioi ¿eisuá (d.r¡;;;Il" c"lruoi hasta la Estanzuera), eo la Aguada, Cordón, Reducto y Unión. Mientias
En la época colonial los locales se tidabaa ,.canchas,, porque la -vie]", fiesta se hacíe al aire libre, en la p¿¡¡s ,J;. k ciudal
i""¿i hoy corren las calles n.ri¿"*i", tug^r- q,r.-iil;;;; .Reccnquista'V "Cubo del Sud", por lo que hoy J-i.-pl" iogtZr. CÁ;
ü;;;:; tomaba su parre de terreno, y esas",eran las canchñ, o"*o-o*fTJn-jo son hoy y así las llarnamos en todos los casos anáÍogos, J;;;i-r;; su objeto.
A las t¡es de la ta¡de se iniciaba el candombe en todas las salas, *s.tg..en sentido figurado, ilues oo se bailabe en ellas,,¡rro pública. "o-U-J"
. El acto se precedía con una breve ce¡emonia, entrando ea funciones otras dcs figuras de esra uad¡ción:--ei- ..-iriirt.oll , .r-tr.,"/. ,"r, -f" El..rey salía ile su sala acompañado de tos ciiados, -en--mediá ,. ¿Jr"ol^
calle
a unos tres m"tros de la
v'¿"
,*¿"^ i. asientos de toda esoecie, corocados "* rccado¡es ;"p..;-cnre. Los v bailado¡es rodeaban a esre rerceto, y"uí a una ,.ñ^l d.i'ñ; ;fi;.;"; -¡lrl e¡ los asienros; pasados onos instr.rtes de silÁciosu *rp".ru,l"u nn terrur"pida-.ni por el numeroso púbiico q*" fr*r.rci"¡u lu .r."*,'.1 rey declaraba inaugurado el acto l"uuot"oJo inu *"rro, y vereda,
en seguida los típicos insrru¡ae¡¡tos -af¡ica¡os t"*pi"i-r":.tan-tan,, un ranto quejumbroso, lleno de reminiscencias a"^rJü-y d;-r;lil.;i ;;-..";: tiraba coa su minist¡o (nnaestro ¿".."i.r".i¡* e¡ Ia sala): e! i'ez (maestro de cere¡aoniar..*l .t" .*rbl q*J"l" ;;,1r*.ioil;X,¿"i'¡ll[i que a él correspondía
I
dirigir y uní*".. La visita a las autoridades y esta breve escena, e¡a toda b tarea de gobierno .que -aquel]os ,"y", í"iiiÁ ;;;;'l.,o-e.,.; re¡,es .¡n sucesión y sin autoridad definida; pairia;cas -á" bi;;-; como tares respetedos y sosteoiCos. Los natu¡ales de aquellas ,..,1.ioo.r,, o los socios
de aquellas "socieriades", no se regían poi oün" pragraática ni por ningún. esraruto; su único ,.ghñ"n.o'rociJf político ¡adicaba en el color.de.su piei; él les_obii-gab" pro,"g"rr., a dersosrra¡ -oÉ.d'"."rr! organizacióo y urbanidad, u i".p"turre " ";i;;-/ y *;;;;;;;i rey, a pesar dc su alta investidura, era utr .o*.j;;;;; y jamás dio una orden que "_igo,
fo"ru-jr"i" J'iu pnrtto.
"ola más áínimu dif.r"rr.i, por Nunca hubo enüe ne€ros ambición de cargos, ni por personaliimos;
de confianza,
.
""".;;;;;;u¡o ni tlefraudaci¿",'.or^r-.oiri";;
Rey, rniryytro,.juez.,.., Los pobres
.rror"1fio;
e¡cre
;;;;
blancos.
u on pl"_ tonismo patriórico, haciéndose ; ; ""grq,," i"lunr¡l;; i"Jgá;,;;"*i" política..No ol'¿idab¡r¡ qr" ..ru?. una taza injertada ;;;"fr;;;;;; al cual pagado su hospiralidad s¡endoJicles y -han útiles en todas las etapas de su evolución; innegable el hecho, ¿.r¡r"É1. á"i..rr" J" parcimieato racial, en hortenaje al color'y "r p"i., ,i._p* "i or¡g.n; sicrnpre rcflejando éo ,*- uár' .in" "i io.oor.iente iro¡ía_ lT":ll.r, La nDra par¡rotrca que suena a los blancos grave y solem¡e, y Ie¡ enmegaban
325
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recuerda en verso
negros en
el
y etr prosa
sus bistóricas esclavitudes, sonaba
"tan-tan" de sus tamboriles, que ampliaba
la
a
los
perenne se rrarara de una broma
sonrisa obispal de sus ca¡as deformes, cual si dive¡tida que les hacía olvidar que rui día fueron siervos. La indumentaria de sus dirigentes parecía justificar tal sospecha:
El "rey" de geoerai; el "minisuo" de corooel, o de "dotor" si no había conseguido graduarse en lo primero, (llamaban así al equipo
de levita, chaleco blanco, galera de felpa, cuello parado, etc.). El "juez" siempte de "dotor", pero con aplicaciones africanas, por así exigirlo su cargo, de lo que resultaba un disfraz ruro y ridículo, 1', sin embargo, riguroso símbolo {e dos conrinenies: Europa y Africa sob¡e la levira se sujetaba en la cintura dos cue¡os pintorescos, colgando uno por de, lante y otro por detrás, el típico taparrabo africano; ambos cueros abigarrados de lentejuelas, cintas y cascabeles; ia a¡istoc¡ática galera se ha rendido a un bochornoso ado¡no de plumas y cintas de colores; apoyaba su autoridad este "juez" en un báculo papal coronado cofl lauos
llamativos; era la insignia de di¡ector o "bastonero" del Candombe, vocablo derivado de "bastón", que así se le llamaba a aquel báculo. ¿No parece todo eso un juego de muchachcs? Era allá por el sud de la calle Queguay. Los contados.sobrevivientes af¡icanos ya no cantaban, gemían las notas martillantes de sus exüañas canciones nativas, y daban los pataleos finales en su popular danza. Allí estaban congregados los pocos africanos que aún vivían en Montevideo; vaciiantes bajo el peso de una edad cuyo cómputo ha-
ot*
irTtii;ban ya. Eran sus descendientes c¡iollos los que desempeñaban ahora todo el rirual del Candombe, con la buena intención de ayadat a bien mo¡ir una costumbre t¡adicional qrie no sentían ellos como sus mayores, a quienes respetaban profundamente. La car,a donde se reunían pata la clásica y glotesca fiesta, era apropiado escenario de ella: rapela moruna coloniál; u¡ casuchón de barro y piedra, tejas, tiran¡es de palma, piso de adobe cocido, pero que fue de tier¡a-madre en sus mejores tiempos, cuando sus constructo¡és los moro-godos les enseñó a edificar el marroguí para vivienda de chusma. Quizá vivió allí durante Ia colonia, algún fidalgo o noble de
blasón en los fundiilos; ahora viven los dos úitimos rcates afúcanos que restan en el Plata. La tapera les había quedado por trasmisión testameota¡ia de una rcina de los Congos según era voz coiriente, la que tuvo fortuna donada por sus amos a ella y a los suyos; motivo
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"La oidd', Oleo de Ped.ro Figaú
326
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poderoso para que eJ clero carólico se sin¡iese pariente
que al morir sóro dejé a los
^*-i-
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de aquetJa rciza, sob¡evi"i.;;;;i:--;;'::oriioi': .""qo.r
sacote de barro, picd¡a y tejas. Todo estaba en er más lastimoso esca,o.
enr¡e las tejas,.agrierando
El
pa!án-pzrán triuafaba
el recho; las parecies *j""d";y';;t¡a¡do e¡
su descascaramiento el mare¡ial q,.e corrrervaL," ; ;;;"; ."r* p.r_ pctua hurnedad y hedior:d.r; puárto, y venranas rústicas, de "o m.adera 'y dura y herrajes carcclarios, ,ln ..i"j. ,;r, ui¿rio;;';ii t"l¡¡arrdo por et uso. Ese era et patacia donde Íos'il;i;";;;;;;,oig.lu'.rp*.ul,"n c.n inconsciencia de niños e! final de sus dias y d.-;;-.J;¡; hipotético. En esas fechas de Candombe, la ruin,o¡a iolariega u¡iiu-ro, pue$as ofreciendo ribre ¿cceso.al públicq que algo .oo-Jo]' ü-orour. Entrando, el zaguán pr"r.rotutu- ¿o, "yoJuu?ó".rrrr; 1r"u i"l_? oraiorio, en el que se veía un aitar co'' sail ,"d; p"bríri;",* viejísimo, *"¡*, descolorido; dos sentimie¡tos bi.o .rir;;n;;r--"*li-"rrr"'ri"'.ont"*p1", aquello: tentaciones de risa anre taü inocente t¡isteza ante tanta miseria. El s¿nto .relal¡a cie¡ta-;;;J;;;;r.rana "r"á*r"alr",''verdadera que estaba sób¡e una- meiira f¡ente al altar, conteniendo árgunas mone,las de cobre que indicaban su oficio ea aquel sitio. Por la orra pue*a se entraba a La sala del trono; allí rambién el riempo y la pobie'a habían dejado su ma¡ca. Do, ,itl,o";;-;áistóricos sobre una taritna, rucían el trono ctre ra últim¿ *p".*"¿ir"stía af¡i-
c¿na e'' el R-ío. de la Flata; su color negro, ,Je -oá" ."unJo los fab¡icaror, dejaba descubri¡ fácilmente los inqu-irinat.r .;;;;i;;s en etos por la polill:r.
El ley y la rein¿
oc!1pan los sillones. Inmóviles, se les tomaría por
figuras de cera de un si no se les vie¡a moverse eo una incli'ouseo, nación de cabeza a cada-visira¡te q,r" u.o*u-.o la sala. p^r..?;o ¡;;-
mitar, con-sus ojos chiquitos, rojizoi, bajo los p¿rp^¿á,
un siglo de
desgasre.
_"á;ffir;;
. El rey ao- viste ya con los ¡elumbrones milirares rle los bueno¡ tiempos, visre de "dotor',, cotr ropas -"y, "i.¡^. Luce en ,* p"il" ,l¡* n:edallas. olvidadas que cuelgao ie cinr¿s d;;;Lrid*;-;;¿;idr;; dido solicirar de s. M. el órigen d" respuesra no pasaría de su peculiar sonrisa, porque nada sabe,"tlu.;--r"sótt entie¡ie q*. lJ;;b; ; reotar por así exigirlo la importanci¿ de su jerarquía, Los oegros habíaa visto
ios ,.,ruror, naturaimente) que
.(en monarcas se tachonaban-el pecho coo una me¡ie¡ia d. ;;;; y han creído que -aquello lebía se¡ d¡it¡ntrvo del carso. leron de la chafalonía ncccsaria, sin reparar .;iid;^'i
(
tos
y=.i"ü .J " "r"".j sin einbargo, un bue¡ observadoi ¡"bri"^ r..onocido en ;,ñí""d; ,;ii;;: gulas distinciones legíci,nas y.honrosas, g";;;; "i i;;;;;; ; l*]il ejércitos; y rampoco dar-á mzón de .iior?-b*" rey. Sus descenciientes criollos, q*e eran sordados de-la patria ¿.r¿" * *dr ti.i"".¿¿-¿"i.gaban en esos días el ho¡or a" r"r .o".r"i"ur""r, vene¡abre pa*ittct de h mza, por eso estaban "i legítimas. "lií yuqu;i;:;ilio.ioo", Los reyes blancos, cla¡eres a-a¡illos, .orgrr, aol .l_u.r,r^r¡o completo de las coodeco*cio¡es á, qo. dirp;;; país, pues _.ri;-;;; malo que se concediera alguna a. .it* ,ií o.,.r. se presuma que el rey la
haya me¡ecido con toda prelación. Et po.bto negio había tomado aqueilo con más dignidad, v. ccn más ,"ri.¿uá, a.ñer¡^r-""';;';;;
Ios premios individuales u-.*étito, y r".tif;i;;;'e consideraban cr:rectivos;-el desventu¡ado destino ¿" ri .rri.p. ll, i¡siou"b* ran acertaccr proceder. Falucho no fue un negro heroicl,.ioo *ou ¡aza hercica. La rcina, muy esponjada y armiclona.da, rucía histó¡ico vestido de gro carmesí, con moñas y cintrs de disonantes-iulor*u; ..li"r"r-¿. *ü y.peltas_ de vidrio; gran. prendedor y caravanas au'p"*"Jo-*o,-iJ"
reliquia' Las moras divididai y u"..ioouá*-
i*r.oru*"rrr. en bucles inve. rosímiles, a.base de horquiliai y .ur"y autéatico. pocas ;;;;"r'a. "i.6 canas han iogrado burlar la iongwi,lad irr*rp..nu.lu O. ;;:;rr"-.iü majestad",_y.de su "augusro. cor,sori",', .oy* *oá, coftas y tupidas nuaca aecesita¡orí la.odiosa tutoría de p"io.s y ..pilf*, qoe de h.l*;;;; dido dispensársele bien embro¡nados Uu¡riuo,oliao. :
Frente
al tro[o se insinúaba al visitante
parecidas a las de san Beniro; este e¡a
ur¡¿ mesira
y
bandejira
¿i;ú ¿" lo, i"y.u] t_;;;i; "l
327
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y respetuosa devoción del negro, hacía inconcebible la mezcla de los humanos intereses con los de los santos. El óbolo de san Benito se destinaba est¡icte¡nentc a su cnlro; lo que ai santo se daba para el santo era; por nada dei ¡nundo se habrían at¡evido a emplear ese dine¡o en otra cosa que no fueia ei servicio debido a su dueño. ¡Cuánto tendrían que aplender los mendicantcs de todas las sectas, de aqr:ellos africanos que pagaron su forzada iniciación en ia idolatría catóiica, con el más alto ejemplo de austeridad religiosa! Bien pontificó el c¡onista de la época, Isidcro de X,{aría, en su "Iüontevideo Antiguo": "Eo los negros, hasta la honradezl" Conccí y contemplé aquella real pareja de Candcmbe, en uno de aq':ellos días de su ocaso. Con un arnigo pasábamos a una cuadra de distancia; rrctamos Éucho público agrupado en la calle y corrimos a curiosear; co¡rimos de veias, porque éramos muchachos. Encont¡arnos un auditorio del pueblo hacienclo marco al Candolnbe. ¡able honradez
ñnt¡amos a ia casa y nos introdujimos en la saia de los reyes, que contempla.rncs con curiosidad. Ncs notaron; el rey nos dispensa su son¡isa )' nos hace el honor de observarnos que deblamos descubrirnos, 1o que Lricirnos en el acto, avergonzados; el afán de observar nos hizo olvidai de ese det¿rlle; calcúlese que era la primera r/ez que vcíamos rcyci, y que nosou'os los creíarncs "de adeveras". Pocos los visitantes y menos los que sintieron en el corazón aquel conjunto iie pobrcza, dejaron en la bandeja una pob¡e rncneda de cob¡e. Solían salvar la afligente situación los donativos de familias puciientes, en cuyos hogares servían o habían se¡viCo descenCientes del africeno, clue en esos días hacian de eficaces mediaclo¡es. Existía ent¡e las familias "de copete" y los negros, vínculos que rio era posible olvidar,
ya por reconocimiento a se¡vicios y fidelidad, ya porque raro era que no hr',bie¡a una morena con "hijos de leche" en esos.hogares, no pocos de los cuales hijos debieron su salud y músculo a la ub¡e negra. + La teal pareja parece dormitar en su pobre trono. Se o-ven claramente en la sala los cánticos monótonos de la nza, y esta vez son tristes, llenos de una intensa quejumbre. La rcal pareja parece extasiada con los ritmos de su tradición; sonríe siempre. Está en tetirada; el Destino ha sido cruel coo su raza, pero ya lo ha olvidaclo; se va sin una queja, sin odios, sin la meno¡ protesta por nada ni por nadie; se va sonriendo y cantando Ia canción de la cuna.
Y he allí lo único que aprovechó el negro de sus socios de colonia: creer en confortable ultratumba para los fielcs desvalidos, lo que le infundió plena confianza en el "más alllt", para donde partía lleno de seguridades; singular cont¡aste con el te¡ror que ese mismo viaje infundía a sus propios catequistas. Ríen bajo el cielo protecto¡ de Amé¡ica, los mona¡cas africanos sob¡evivientes, a cuya raza la orgullosa e inclemente Iglesia Católica le dispensó íconos, fechas
y
honores.
Ríen los últimos oegros reyes en sueio ríoplatense; olvidados, misérrimos; al final del camino hacia el seno de la madre-tierra y al compás quejumbroso de la música nativa. Ríen como si supieran de lo "irónico" y de lo "estoico", y sospecharan que dejaban la herencia de sus dislocamientos y cantables, que prolongarí¿n su dinastía en los grotescos reyes carnavalescos, y su
típica alegria en los fugaces ¡einados de los grandes
salones.
El blanco ha debido darse cuenta alguna vez, de que con el se había hecho a sí misrno una broma muy pesada.
negro
Pocos africanos quedaban. Las "naciones" habían desaparecido, y
el grupo de sobrevivientes olvidó la propia para reuniise al calor
del
sol y del recuerdo, y al son de los postreros cánticos de su tradición. Con sillas, bancos, cajones y todo objeto capaz de servir de asiento,
t
El parenresco gracioble de "tíos" y "tírs" dado a los negros viejos, era en al vínculo "de lecbe"; que fue de sangre en la col,onia, y enronces cle¡to cl parentesco, J. A. Vildc, c¡onista y testigo. dice que en Buenos Ai¡es "las amas de leche e¡an en esos tiempos casi exclusivamente negras, y los médicos las recomendaban como l¡s mejores nodrizas". Lo mismo en Moltevideo, Cuando escasearon las neg¡as, arención
¿ fines del pasado siglo, se acudió recién a mulatas y
328
blancas.
gran rueda en
la calle, junto a la vereda de Ia casa mt?;J* de . Allí se ubicaban los, tocadores de tamboriles y masacallas, los an_ ;H#ff"tintabzn Para hacer coro tl* b"ti"d"tes cuando descansaban . Ya he dicho que esros¡ últimos.candombes los descendientes criollos. ak"""r-,,iñr::;ii?*,,eran desempeñados -to_ oor af¡icanos hacían davia acto de presencia. ,.n,uíoip".o';; ,¿, .'io.uurrdo, como impelido por súbito ertusiasmo. se a'"'""q',i"11., matusalenes, y si.o separa¡se de su.asientó, giraba -t"*;;;ñ;';; su oru*.rr,u-rJül'sr mlsfno,
con los me_ neos caracte¡ísticos de su baile .'rruo,^ veces sus fue¡zas se Io pernnitíao y volvía a "..i";;l;-;r;; sentarse, .oni.nto de hube, vencido Dor utr momenro
el entumecimiento a
-i
Esto solí
que-
lo habá i'rd.r,"do el peso de, los
entusiasmo
tros b¿iladores, cuya ¡ueda se toDo' como un homenaje a7 ascendientá uoi-o..,-.,,1J"^-j'T:'r:-u-E que ha sacudido su siglo.po. '..ro;;;;; a los comno"." ,lr^ compases de la clásica ^rr-?-so d;"r" ;;;.
:1".r_T:irfT^
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X1i?o;;:::'"',*.:::l:'"';;i;;;btd"i?'illif ';fi I""Jih::
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ro.s úrtimos c4ndombes, to*0" i?'i,,H.X? ?t::,.i"#,1?,,::*":d".1patllos. E" ;";'i;;;,"_"¿#, L::"i'll.j:] i1:r: por lli,,j; ;:',:XTJ:""1",*T".9:l.it,ñ:;;ñff":il,J,X'.*ilii,".,IT,fi su adaptación y resistencia.
Dent¡o cle la rueda de asientos se form¿ba la del candombe y fuera del público. Et ; ,J illr"¡" se llamaba ..c¿ncha,,. ü :stacio La ce¡emonia de,iniciación .*]"-*¡srna de los buenos tiem_ pos; el rey no salía de, su. sala, ", ," fi_¡oU" a contemplar
las abiertas venr¿nas
a t¡avés
de
y ¿.J. ,r',r.rro',T?.lar.i¿o calle como pe*o viejo ,b;d*;;";;r'¡otii_urro que boqueaba en la ¿,r.¡o. EI "minist¡o" era.cargó suprimido por-iorr.."rurio, pues no exis_ tiendo va ceremonial dipl.;;,;;;;;'ilá"Ltr^ aquer personaje; severa Iección de buen gobieino p";; i;; ü#*' que sólo atinan a crear y sosreoer lo inútil. ..iuez",. Subsistía cl llamado siempre ..bastone¡o.,. Su aspecto ha cambiado poco; visL .ili" ü.,;;'.lr",1":o,r'taparrabo, pe¡o ha susti_ tuido los botines ,oo ,^lpur[itur, p.i"rJ, ,o'i".¿*o¿", para su colección de cattos' su bastóo d"'"ñ'b;;.;;t"r; i1*"rl"r" un palo cualquiera o una escoba, io que hizo que también .,escobe¡o,,. Eite ..,1i_ rector" es simpremente el-"hech;cerol' ,. l!-,irlluru ; ;;Jil" pontificante coreográfico, infaltabie en las danzas ¿" 1", pril", *iiur"r, aparece ou. en algunos baitables ¿é o".r,iu-roü;;;,¿;: ,,co¿iuón,,. tambié¡
et tambo;il";;;'-f ii-] -",".orias sonaban
-:;-.
para "..".rT;Íij:p'""o' -bre ySeunafo¡maba Ia rueda. de. bailado¡es colocándose alte¡nados un hom_ mujer, sin p"r¡ri.io J. q"r"""il;;;" seguidos va¡ios de un mrsmo sexo, pues aouel rU*á.ü;;";,# *lgi'" p"rü. u dio de la rueda, blandía T:,: f .o ulto y p^iao^el su.palo ta-bo¡ileo; Iuego pronunciaba Ias primeras ,li^¡^ ¿.-"i.r¿"', bajando el paro a"¡ll" senar de emiJ;"i;"i: jü:?::*.Tjffi"l ¿ sonar ls6 i¡5¡¡,rms¡tof,. y la *;il:;;oñ; en movimieoto cootestando con ouas sílabas ¿ár
.o"*lru fi:11r5:t"*; ."1
."oto-ir,ü¿1"'*i.l -toiü"t"'"#r'"*a",directo¿
puto
corno indeciso; Ios
:::id.;;'üi";1;,ry.-::"i::::,;ni'*u::it:.,lJi::'i.,##: vÍnlentos'
sio perder el paso., no posible demost¡ar con palabras Ia _es ""1'-¡ll, caprichosa coreogtafía ji¡""í" ,ino e inventiva de cada uno. Los famosos"i:,:lll, -;;;;;-;"glo, .¡í...r*,, "¿;rloa"*ü", sólo existieron en los seudo-candom bes d" 1"., "J""r.,iluur.r.or. . Nadie desconoce lo discretos ñ"r"f., q* fueron siempre nues_ v tros negros, ioalterables _urrt.rr.dor", á;^ñ
1lgr", a" urbanidad: contribuyó a que los .on¿o,o¡"r-Juii"rl-o'fn"'..o¡¡ección
sospechado los que han supuesto.que aquellas-po'res
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329
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ú¡ica i¡eludible: el carlto, clrya modulació¡ sostenia el caracter compás
del bailabie. "Calán-gan-güé1"
cantaba
el
y
el
bastonero; "oyé-ye-
la rueda; y siempre así, durante media hora o El compás era lento; algunas veces el basronero lo levantaba de tono o lo agitaba, por vía de inyección eoervanre. yumba!" contestaba más.
Cuando aquéi conceptuaba que convenía descansar, cambiaba el canto y gritaba: "oyé-yél!" contesrando la rueda: "l'un-ban-bé!"; acto contínuo al tamborileo Lento sustituía un precipitado redcble adaptado a compás tan breve e insinuante; la rueda voltegeaba en un último esfuerzo, coo rapidez en una tumultuosa ¡evolución de movimientos; el bastonero gritaba y saltaba sosteniendo a todo uaoce aquella animación que duraría medio minuto; luego levantaba su palo por sobre todas las
y daba el g¡ito ca¡acterístico: 'Güéf', haciendo una "e" muy larga, llena de singular expresión d,e alegría; la ¡ueda repetía el grito, deteniéndose, y los bailadores iban a sus asientos. Enmudecían los instrumentos af¡icanos y entraba ea funciones el tambor militar, orgullo de nuesffos negros, pues al irnpulso de sus redobles fueron cien veces conducidos a las luchas de los tiempos hercicc¡s. El tambor evitaba que la reunión quedara en silencio, por sei mal impresionante, y llamaba la atención del público. Mieouas cabezas
tanto, una negrita solicita enüe los espectadores, con ¿uxilio "para los pobres negros". Me¡ece especial obse¡vación
u¡
platito, un
el bastonero.'En medio de la
rueda,
¡irviéndoie de eje, gesticulaba y bailaba incansable. E¡a casi siempre un ne€iro viejo pero ágil. Represent¿ba l¿ t¡adición de la raza, por su caracteúzacíóo., su autoridad y su pootifical danzante. Bailaba, puede decirse, consigo mismo; las piernas e¡r continuo movimiento, p¿ra que no estuvie¡an quietos los d.elantares del taparrabo; los pies parecía que
apisonaban el suelo, en ciertos períodos, en otros daban la impresión cle que pisabao sobre caliente y cuerpeaban a Ia quemaCuras; se agachaba'unas veces hasta casi sentarse, otras se estiraba, y drgrrido, muy echado hacia atrás, continuaba inalte¡able el pataleo; en todo había remi¡iscencia salvaje" Se sabía delegaclo de una ua.dición, y para su fiel desempeño concent¡aba toda su atención en el canto que mr:vía la rueda y en las típicas figuras coreográficas qub rememo¡aba¡ la raza. El bastonero e¡a el último simbolismo africano en e1 Plata. En el lustro 1885-90 los candombes desaparecieron. No solameute el pueblo perdió interés por ellos, sino que los negtos criollos sostenedo¡es de esa única t¡adicióo, disminuían sin reemplazarse, por no ser ¡az¿ inmigratoria ia de ese color,
¡
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Las $ocüedades
Fnlarmo¡riaas
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Cuando todavía el Candombe tenía importancia cronológica y oficial en la banda oriental del Plata, los rnorenos c¡iollos funda¡on
allí
sociedades filarmónicas, pues eran hábiles ejecutentes en cualquier inst¡umento. Esas sociedades se p¡eparaban durantq_ el año, con objeto de exhibirse en compaísas pintorescas en los clías de carnaval, con canciones y música que elios mismos componían; necesariamente, también bailaban, como veremos en seguida. En esta forma satisfacían su idiosinc¡acia rentada por el Candoarbe, cu.vo ritrno clásico cosquilleaba en sus nervios bajo el temperamento nativo, qub habín de sustituir con sus vi.¿acidades la ¡nonotonla y-pesaclez africana, Y renclían homenaje a la estirpe. y t¿oto, que la prímera agrupación de es¿ especie en el Plata, aparecida en Montevideo por el año 1867, se llarnó "La Raza Africana". Recorría las calies de la ciudad írnicamente en carnaval, cantando y bailando ante las casas de las familias pudieotes y'de las persona$ que ocupabao altos cargos ea el gobierno y er¡ el ejército.
330
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No obstante set días de risa los de su aparición en público, se co¡ducían sus socios con toda gravedad; para ellos aquella exhitició¡ era cuestión de color, de taza, y no de b¡omaVarias ot¡as sociedades de negros criollos imit¿ron a '"T.a Braza A{ricana", pero sólo su,bsistió ésta, pues el sostene¡la fr:e para $us compoflentes una cita de honor a la que nunca falta¡on. Cual si ella hubiese poseído el esplriru perseveraote y sufrido de la nza, sob¡evivió a t¡avés de etapas de la ¡nás aplastante ¡lise¡ia. Fue la primeta y la última
No presentaba ¡nás detalles cle sus socios, de ambos sexos.
de origen que su tírulo
y el
color
Vestían los hornbres somb¡eros cle paja btranca, saco colorado, pantalón blanco, botas altas negras. La*r mujeres boi¡a blanca, blusa colorada, pollera blanca corta y botas negras abrochaclas, todo estilcr inglés.
En ma¡cha lleval:a gu estanda$e delanté, y a retaguardia un gran farol de tela pintada, que de noche hacía visible e incoofuadible la sociedad desde lejos, por ser su distintivo. Se coraponla de unas ci¡cuenta pefsonas, en sus buenos tieüpos.
El repertorib: ua paso-doble para sus marchas; va¡ios motivog de bailables sociales de acrualidad, que cantabarl coa versos alusivos a la raza negra y a su t¡iste destino, e intercalación de algrraos respeñro* samente alnof,osos. Cantares sencillos, como notas clel pueblc que eran, saturadas de un dejo melancólico. Todo fn¡to de la inspiración de ellos mismos, que se renovaban anualmente. Los poetas y músicos del pueblo, iodisciplinados pero hábiles, siempre han sido verdaderos c¡eaánro, y efl nuest¡os oegfos y sus mestizos eso era uc culto. I-os instumentos: guitarras y violines; de viento" lor que se presentasea, pues eran capaces de coordiaar un cuelno co¡ ur ¡ffadivarius. El tambor militar daba la marcha calleiera crrando los musicos -";;;;"orio'no descansaban.
teaía más mérito que el de ser original, comtr
sociedades carnavalescas rioplatenses, pero ofrecía una ca¡acte¡ística rrovedad: la composición que titulaban "tango", de lo que el público se informó media¡te la hoja impresa con sus verses, que acostumbraban a distribuir las comparsas, y en la que cada composicióo
el de todas las
se encabezaba con el motivo de s': música en calidad de título, cooo
'valse", "polka", etc. Esta vez figuró un "tango", con honores de ú¡ico bailable del repertorio. Asomaba en sus notas el alma a{úcara; el Candombe, que todavía sacudía sus tamboriles ante varias saHs de
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"reyes", tenía ec aquel "tango" ¡eminiscencias inconfundibles, era un traslado de su negligencia ingénita a la inquieta alegría criollaCuardo le llegaba turno al "tango" todas las ca¡as se aaimaban; en los aegros por atavismo; en el público y en las mismas distinguidas f¿milias ante quienes se bailaba, por ei barullo infanril de sus notas iuguetonas y la novedad del ¡ú¡rero. La leta solía ser alusiva a la nza y de ca¡iño a los "amitos". Primero una esttof¿ de cuat¡o o de ocho.versos octósílabos, en concpás de canción vulgar, caotada por.ura negra jovea con voz de tiple; esto se llamaba "el solo", que era contestado por todos los socios co¡ el "coro", otra estrofa de tres o cuatro versos libres, al mismo tiempo que coil acompañamiento apropiado de los instrumeoros se reproducía .rn candombe, diremos "acriollado", conse*ando su música la armania afúcaaa en notas titubeantes o picadas, que culminaban en los redobies netviosos y quebrallones del tambor; y así era aquel "tango", Todz la cornparsa bailaba; cada uno er el sitio que ocupé al detenerse; baile sencillo y sin contorsiones, algo así como un "gato" lento; én síntesis, el candombe clásico ¿l arnparo del respeto del moreüo nativo y de acuerdo al ca¡ácrer representativo que dio a su "Raz¿ Af¡icana". Fue esa la primera vez que en el Río de la Flaca sonó el término "tango" aplicado a un bailable de c¡iollos. "Tango" es un vocablo ¿fricano puesto eo boga en el mundo por los pueblos rioplatenses.
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En el anrerior capítulo lo he anotado como producto .onoma-
topéyico del sonido.
- El bombo chino, tan popularizado que lo usa la aristocr¿ci¿ de qlgu::os países en sustitucióo del timbre,-y es también el anunciador
de los ¡ounds en el
box,- s9 llama "gong,', por su propia exclamación cuando lo golpean: "góngl". Los bugres, auróctonos brasileros cuyo lenguaje es tan exteodido como en nuesrro litoral ¡r paraguay el Guaiani, llaman al tambor "tororó", que es en sílabas el ¡eáoble de ese insi¡umento. .'tangó" a su tam- Los negros a{ricanos, en América le llamaron
boril; en sus lares habrá tenido el mismo nombre o tu.ño, como pueblos habían que lo usarao. "Tan-gé" es la voz del tamboril; dos'¡na-
notones casi simultáneos sob¡e el parche producen ese sooido; y si esos golpes son dados con urra marlo y un palo, como era la cosiumbre, rpás claro dirá "tán-gó!". Los rioplatenses le llamaríamos "bon!" al gong; al tambor ,,bracatál", y al tamboril le hemos llamado "ran-tan"; porque cada pueblo traduce la voz onomatopéyica conforme a su' fónética y acúsiica. Pod¡ía se¡ más factible que ."tango" procediera de "tangó" por "tambor", que. el africano prónunciaba "tambó" y pudo fááihente ser más tarde "tangó", perdiendo luego el io*o lo perdió ".".rto "candombé". Pero, "tango" aparece en Amé¡ica con mucha antiriori-
a "tambor", que el moro-godo y el moro-lusitano no usaron y ta¡daron en conocer, pues esre vocablo es el úitimo vástago de "aiabal", "atambur" y '1atambora",-de uso entonces, y qn" .oit.rpondían al lenguaje racial y ofici¿l de los conq*istal.areÍ, qu.e era un patuá dad-
de
á¡abe.
Pichardo, que hizo crónica folkló¡ica en Cuba e¡ la tercera década del pasado siglo, anota: "TAMBoR es el ATABAL que tocan los
negros eo sus TjtNGoS o bailes". Esto evidencia que "tambo¡" fue posterior a "tango", sin dejar de llamar la atención que el cronista anote el vocablo como extraño al lenguaje en uso, io que nos haría sospechar que se creó derivado del árabe "atambora", para designar expresamente el atabal africano, pero lo más seguro es que el negro mismo lo c¡eó con igual objeto. ¿,iangó,, a su tamboril, alma -Lo-cieno es que el. africano llamó y vida de su tradició¡r danzante, que por natu¡al proceso de continuidad obtuvo ese nombre. "Vamo a tocá tangó" dirian los negros, y tácitamente bautizaban su demost¡acióo coreográfica para loi que eso
oia¡.
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El Tango antillano era el Candombe rioplatense. El "tango" de "La Raza Africana", se debió a la
intención de
los morenos nativos de ofrecer una ¡ovedad de¡rt¡o de su modalidad
el entonces vulgarísimo "candombe", J: tomaron aquel sinónimo del vocabula¡io de sus mayores, infinitas veces oído pronunciar enre ellos para designar sus tantanes, desde los días del danzante, _evitándose.
zoco moruno-godo-lusitano, vu.lgo colonia.
La formación de sociedades filarmónicas no alejó a los mo¡enos criollos de las ruedas danzantes de sus mayores; ya queda dicho que ellos fueron los oficiantes cuando las piernas del-africano yu ,,o ,iu. pondían al de su- baile. Con lus cbmpaisas, el ouevo negro -trajín
hacía una demostración de su temperamenro rin p"r;oi.io a"r r"rplio -que a la -uadición, que acompañó tan fielmente ést"' emergencia, "n cuando el candombe clásico agonizaba, terminaban su .iito sociedades en las últimas apariciones de "La Raza Afúcana". "qo.ft"s Muchos han de recordada; reducida a unas diez personas; muy pobre; con sus ropas gastadas y descoloridas; en alf,argut"r. .. El país había progresado, por eso la miseria había au¡ienlado. Henrv George ha demostrado que Ia Miseria y el progreso marchan siemprá de la mano, muy unidos, por así exigirlo loi intereses creados de unos pocos y la mansedumbre de los pueblos. En alpargatas ib-an los pobres negros criollos, a rendir su anual saludo a ias'familias pudiéntes, a las'cuales el progreso les había traído oua. clase de miseiia: el egoísmo, pues tiraban a la pobre recua una limosna, lo que antes era un obsequio rumboso,
332
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progreso .y- la-miseria' el populat negro Sa' úttimot aiui ¿" 'tLu Bu,,u Africana"' A su acierto v a sus innuencome"áacla la dirección de la- sociedad'pecuniarios' éxitos los "patroncitos" .n,r" lot
contra Luchando -tos
;;;;;;ó
corrección fue
el
merables relaciones
=+--
v su peinado a lo.Lucio-Vicil;;;ü" i-ii ,ub"ru, con su apostu¡a la más criolla I {a{Loso su ,"rJ--ü"tt'i a, c,arín' ",, -u"o] el Plata;clarín" maraviilosa herramienta eficaz ¡eclame que se conoció en mitológica trompera de -"'*óoit"" ;;;-;.; ;;* su dueño la
la
{ama convertida
direct¡ii farandulesco v el
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::,::tF-'
embudo
H'n;i;"ñi;-r.JiJu¿, "t del -" estómago. ;i ;;;;rel es quien le explotó mejor al negro criollo sus singu' la¡es condiciones físicas y morales' un clatín' formaba Apenas podía sosteriet--tn t"t manos de niño sargento" ' ¡oYí línea;.cabo' de ttr¿"á" t^*Éot, i¡^. ñ;;J; f se interponía color maldito el "" itu"* ''' lo detenía so h.¡muao getones y motosos y trigueños blancos sociedad la a¿*ite il*o*i a ia geta "iabios ;.;i;'t-.t, ;;;- Á¿t q". tt lo- Jiti*t'ttt' - iiamando y coiorados gerubios admite :¡etá crespo"; sruesos" v a las *",u,' "ilustre" ascendenci¿ Ia en i;;; ;;;"t'uioi""ot''d"'que f#il ;;t;;;;';"it J"t'ébu"o. humano' pero no adbalconea risueño "" griego".' el malclrto cotorl perfil con ni negros mite ""* fiñ;;.rr," de mo¡enos tenía prorección cuaruro."io.il¿o ,oiu apolíneas prodr'rcciones i"r.ro f i"r- á.¿i.a,o'iu'-át sus "v'.filarmónl¡1 nras negro crioilo' felizmente del u*-o' militar"', r.'t.ilir*-"-lefes' generosos que los del africano' de aqueilas soEn los mismos .""iof.t se orga.izaron algunas te' qüe-más.aptitudes neglos parte sus ciedades, en las que tomaban negros soidados "loi bambas"' i" ittot¿tr ia de para elio. Y nían ^"ti-lr,rff¿r, "t que había¡ arregiado al crioilo"cie¡ta á" -.r.ii;;- d. .utuJot"riiar'i.o qo" titularon "Bamba queté", con .u"¿o*¡. ;;".4 el sob¡enombre' vaiió que les p"ebto J #;;;"1.';;
o"tr f3 * El negro liberto fue sold'ado en la patria
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en las guetat cioiles
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Tarnbiés er! estas agrupaciones figuró el -r*sexo fe¡nenino. Las
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{ñ;l,"tü:',i*,"Jt?;"J"
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-ü;ffi d; ; tiempos. v' r^uund"i"r,..l. ril",lllll"t r1"r, licada; su ú¡ica Cruz n"¡l-..*,i"ü';;;d"t:" |ajina
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de ia ciu_ cle gueira ror-
f$;T:,,:"#',i^:'ii'-,9' i^ "'-p*"]'ii 'i"*po' ." u, riü,, ñil; Hi::'Tff&rt".l,l" llj"i,""* -* ;"l*;'_t,:n* segra-s_y chinas
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que llevaba
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e¡an estas infelices "n ¿".1"áu, mujeres las que el puebio -v tituló "cuarteleras"- En ror uli.¿.¿oiEl;; ü;';*..!es vivían,
e¡
só¡-
los *i:i:.f.i"p'ü"lo¡"tr para explotar l,rrni"."ii* en alquiler. No sólo compartían con sus homb¡es las fatigas de su -lf oscu¡a condición, sino tarnbién,i"s didas piezas que
{coh.ol des de
-á"tm¡serabie bacanal del det puebto en la.atmésfe;; ;;;'ff;; "t.gri"u, ,,r..,cho; a tos acoralguna
Lss
guirarra, plenos de
¡n*""".iJ"
o*rriou.
E"whe&ms
La pri-arera agrupación dc b.lancos_negros aparecida en Monrevideo, señala en el género memo¡abr.: Fue ¡oro^-Ju. e¡ el carnaval rle 1874 y bajo el títuio de ,'h'esros i";il;. La formaban jóvenes co¡n-e¡ciantes y profesioaales, crioi.los blan. cos, que se presentaron.perfectament* ,"ñiio,
d.;;;;;;
fr:l,Hfi"i:::l
a ta de ios esclavos ¿. iur-]ár,,,¿_,
iJí:
u?;ri.*"l ffi_
Flablaban ee el gracicso bozal de nuestros africanos, y sin desvia¡se de ta inge¡uidaá.y .r.rp",u*idiá lii_ renían acimirablemenre ¿i¿ios.;i."_; camr'rban v acc.io_ rraba¡¡ irniraacio impecabre-ár. ]or-".-o"r,
nr"";r;;-;;li,i¿rür, il 5;i;", I ;r¿" .;"'x"'"rriliiilt hay quien Ci;pute a mor¡tevileanoi
que
y porteños. :g No descuidaro* la fiel ,.pr"r."rulioo'd:";;;, que caracterizaban, y ia simboiiza¡on €!r un sr:puesto ,.tío,, o-.ie,,tata -i;";;;;", viejo,, va.rias leces ceürenario, gue i"u ,*:ug3dg detrás ;ii:l ::.-__lr:_ ciendo yuyos me.iicinalss..1, amerra cbulb bozai en puerras y ventanxs. se personarizaba el "rey".en er pÑd"d"d. la sociedad, que rnafchaba ea medio de ella. .:bt,",r.r",,, i"'J;-;i que llamaban .Iba "escobero", por lra!:er " :"_, bastón de mao.o: "aoptuao-1or-;;Jb" .ios hubo famosos; tenía q',re;r-;; ."iJi"'.""¿rmbero y de ¡es_is, rencia a toda prueba. Lievaban los'i¡st¡urnentos típicos de la nzz: rarnbo¡iles y ma-d;'J; ]',.los instrumur,ro, ;;;;;oü;;;,'^?"i";;,
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"*ó,i'..r,
En su repertoriei se repltió una vez más el catálogo de bailables sociales de la enoca,, qu. t*ubuo eran ¡ccibjd<.rs, despojándose po¡ un ; .r;;;r" en les casas dr:¡¡de momenro de su papel, pues canraban ea idio¡na nacional uruguayo, i." *¿"rl.u de valses, mazu¡Las. erc., siguiendo ra ¡utina .n toáu'"É."p".¡¿" "r'"r;;"i;;;#_;1i"*": pero volvían súbit^me¡rc ,o ."ruJt" ización y a su ec&siasmo, cuaudo tos t¿mboriles daban." d ;;i;i':i**,, que habían tomadcr de los negros crioilosen que ra alegría africana daba consenrinienros "r;"á"d"ü'; a."J,,o.'-i"ri,u"ciones la picardía criolla. "tango,, Ese ' era .t cun.loÁt a,irl{"*.;o¡ado e¡ figuras v movimientos, más ninroresco,=*á: " . ponuo,"n", u chaschás ¡neior coübinados. Lo "l"gr.;-L,ñuiacio boikl'an'.i"'""oo."o.ro, es decir, sin rueda, oi filas, ni p-*;"*.-i',.. ?r"r'lsr";pn.iorr"s no figuraban 3:y: muJeres. La preocupación rnayor".cle aquciies sociedacies era su ..tango,,. Lubolos se ejercitaron ¿t **"ná"-u.i.r", bajo ia dirccció¡ Los de negros africanos que eún "n vivíaq
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..tarigo", p€ro¡ es evidente que aprendieron candombe I, que eso era su
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como los negros criollos de "La Raza Afúcana", no quisieroá caJr eÁ la vulgaridad de llamarlo "candombe". Poco a poco, co¡ el uso y el abuso de tantos años, degeneró ert un pataleo furioso y antiesrérico, en medio de un iofe¡nal barullo dc taotanes; y el misterioso encanto de la melancolía atúcana fue des-. alojado por la grosería de generaciones blancas que rio supierotr coir;
servar el arte legado por los Lubolos. F¿voreció ¡otablemente la carac¡eúzación de éstos su indumeri. ta¡ia de esclavos: calzón co¡to y blusa sobre el cuerpo desnudo, io que ¡e aparentaba con medias, guantes y,camiseta de colo¡ negroj no siendo lógico .que extf,emaran el ¡ol ¡'endo descalzos, llevaban álpary^tas. Con innovaciones de detalles, ese fue el traje consagrado paia "sa clase de sociedades, hasta nuesros días. pintaban prolijamente cara, gatg r'itl, pescuezo y orejas; paru Se 'oo disimular la ausencia de motas se envolvían Ia cabeza coo gt"rt pañuelo polícromo, en la misma forma gue solían hace¡lo los negros. Sombrero de paja de anchas alas, puesro o colgando sobre la "rpáId". Las apariciones anuales de los "Negros Lubolos" fueroo recibidas con creciente entusiasmo por todas las clases sociales, Apenas, en cualquier barrio de la ciudad, se oían todavía lejanos sus rantanes, puerras, ventanas, balco¡es y azoteas se llenaban de vecinos que no querían perder la oportunidad de contempla¡los. En las cailes se aglomeraba el público para verlos pasar y aplaudirlos. Un verdadero ejército de muchachos los escoltaban, aprendiendo ávidamente rodas sus modalidades, pues ent¡e ellos iba¡ los ignorados futuros fundadores de nuevas agrupaciones análogas. Las familias distinguidas se disputaban las visitas de los "Negros Lubolos", y los principales salones les dedicaban sus bailes. Pero, fueron imitados en asomb¡oso crescendo anual, por agrupaciones con títulos diversos, sia perjuicio de la calificación genérica de "lubolos" que el puebio les aplicó y sosruvo por más dJ veinte años, cambiándola orras generaciones por la de "negros" o "negritos". Como tenía que suceder, el abuso trajo el desprestigio, y la disc¡eta demostración zfricar.a de los Lubolos fue convirtiéndose en una grosera carnavalada, que en varias ocasiones la autoridad estuvo, a
punto de prohibir. [Jn,cuarro de siglo de franco éxito y ot¡o de existencia del género "lubolo", marcan un record desconocido y que difícil*ente po-
drá ser
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superado.
Fur¡daron la socied¿d "Negros Lubolos" , un señor Crcwell, cuyo nornb¡e no ha-sido posibie obrener, argentino y tipógrefo, en comp;ñla de Bernardo Escalera, también argentino, establecido con uo der-,*'* pacho de carne .en una esquina de ias calles Bueoos Aires y Pérez Castell¿no. Escalera fue el primer presidente de aquelia agrupación. Crev¡ell conoció en Buenos Aires las innume¡ables "nacionls'; y "sociedades" africanas allí existentes, enrre las cuales existía una. tiiulada "Lugola" o "Lubola". No era agrupación filarmó¡ica ni car¡avalesca,
sino racial.
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Cuando se t¡asladó a Montevideo y allí se radicó, siendo vecino de los barios del Sud de la ciudad vieja, le fue fácil planear y reunir elementos para orgv¡¡i2ar sus seudo-africanos; y al buscades título ¡ecordó el de aquella "sociedad Lubola", que maiculinizó: f'Lubolos". El vocablo tiene su breve historia: es sabido que el Congo fue la región afúcara gue surtió de más víctimas al tráfico de esclavos; de respetable extensión geográfica, forman su población infinidad de t¡i-
busopueblos;entreellosfigurabaunollamadoLucola,po¡queocupaba
tier¡as cruzadas por el ¡ío del mismo nomb¡e. Los originarios de aquel pueblo eran los "lugolas" o "lubolas" de Buenos Aires, y todo lo citado origen de la designación "lubolos" de ios blancos-negros de Montevi.
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deo,
No fueron una improvisación sino una organización inteligente. Surgieron del mentado Sud montevideano, donde el Cubo que fue tes-
tigo de la
carcoña
colonial por mar y po¡ tierra, parecía venga¡se aco-
giendo en sus alrededores todas las iniciativas de la sana alegría afuicana
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deriva<los,
al amparo espiritual de los
alli tuvie¡on su ¡anchería y
manes de lc;s esclavos, que e¡ los lamentables
talonearon su t¡adición
días de nuest¡a prehistoria. , La típica danza ¡' sus selváricos insrrumecros, no evit¿ron que loe Lubolos cataiogaran etr su repertorio versos que para eilos escribieron
Julio Figueroa y Eduardo Gordon, y ie compusieran música maestros de esa época como Renaud y Libarona. I"¡:s remas con tendencia a lo festivo: c¡íricas y bromas a las modas en etr vestir; juicios infantiies peculiares eo ei af¡icano sobre cosas de actualidad; nünca una ¿lusión gua-zilga. ¡i inmoral. En serio, cantaban a la taza. rregra, la¡ne¡rando su destirio; llevaba¡ para ella demandas de libe¡t¿d. * En aquellos riempos los carnavales solían se¡ para el pueblo la única ocasión que le admirían discuipable, para €xponer públice'nente $us juicios sol:re asuatos del a.mbiente político y socia!.. Como la esciar'!.tud exisría aúa en Cuba, los pueblos del Plaia nc' r:lvidaron ¿ la ciesventurada perla en sus catrtos de protesta ^rúiILanL y de la*entos, y e!Í1n nurne¡úsas, todos los años, las socied¿des qr¡e se fundaban coü titulos aiusivos: "Esclavos cubanos", "Pobres ¡legios cubanos", "Flijos de CuL,a", etc. Es digno de obse¡varse ese sincero y profuso expone&re africanisra eo los pueblos del .Flata, con la curiosa parricülaridad de que con él se rendia adhesié¡ y cariño a la ar¡ibulada írza, y ea ningún momeriro re le ponía en ridículo; eso lo ¡ese¡varon sie¡qo¡e estos pueblos a otras razas, tendencia digna de estudio par¿ rruesrros biólogo-sociólogos, que con tar¡ta suspicacia descubren los reflejos de c¿stas ascendientes &otivos de envanecimientos, y ao ven las exuañas dcsviaciones que haceo de "ilustres" ¡azas motir/os de ir:ccntenible risa popular. Fue u¡a encoiniable comt,inación de Ia t¡adicióo dei af:icano y !a refo¡ma de si¡ descendiente c¡iollc" que sóio e¡a factible bajo ei
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color de
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rma,
y
dicho coior aplicable únicome¡te en los días
de
ca¡c.aval.
Y tas r¿dieal¡nente susritu)¡eroo a los negios los blancos, que el pueblo oo aceptó más la realidacl en esa demostra.cióo, y observaba con desencanto a los regros legítimos que cayeron es la debilidad de fo¡ear
algunas agrupacioaes lubolas" El negro crio.llo supuso buenarnente que asimilándose a la filarmónic¿ del blanco obreadrí¿ buen suceso; el criollo. bla¡co le demostró su error haciéndose el negro, y reavivando la rradición africana la hi:o
rriuafa¡ una vez
más.
El éxito es ciial borín de
salteadores, y $u reparto produce las consabidas disputas en que se suelen oivicia¡ todos los vínculos que los hombres co¡uaet mutuame¡re. El de los Lubolos trajo ese resultado, procluciéndose una disgregacióa de socios que hicie¡on fcgóa aparté,
fundando la "Nación Lubola". L¿ mención ho:rrosa que pode¡nos hace¡ de €sa trueva agrupación de blancos-aegros, €s qüe en ella figuró un joveo que tenla a su Largo los "solos" de ias canciotes, y dicho joven fue Éas rarde el famoio y nnalogrado tenor Oxilia, sia disputa alguna el C¿ruso americano. Ambas agrupaciones lubolas vivieron tan sólo u¡ lustro, dejando coosagrado para el pueblo ese géaero de su creaciótr, cada año mÁs profuso en todo el territorio de los países del Plata*-l-To.oi.jo lubolc, er obeequio a erra séaic* eruár dc su moria la sfuuimc, ,¡ue Jaiio Figucror conpuso: SOLO
Quiero ser übre
- pues libre naci, y no cond mas _@o quc. Dioc, É_( Dtanco 019ül(60, co¡- b¡a:o iahucao, crotiga a su hcrm¡o {uái b€sds ferozi. Natwlmen:e, guaje bozal.
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COR.O
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Ect¿ es
C¡llÁa no¡mo,
te digo; déjate de h¿blr; ri el mo te oye, ca¡uba! te va a cxtigr.
la riste
socrrc,*
cta cs I¿ re¡lidad. ,, vivir trabajaodo siempre nunca E¡ l¡ libc¡trd.
fuc ec:ito pra rcr caotado con música cr¿cte¡istica y co lco-
brc¡9da{ .y :eacillez d9 yasoc se ada¡xan admi¡gblemente -esos timidez del africuo, y al silabco de ¡u ¡on¿nci de cue.
336
a la
ingeouidad
condombes, ceremonios reqles, Poemos en medio lenguq, son olgunos de loq mqnifestociones de esq goto de culturq qfricono que fecundó le
civilizoción uruguoyo. El nostólgico lsidoro De lllqrÍc, el entroñoble Vicente Rossi' cuenton lo vido de los crfro-uruguoyos en el siglo posodo'
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Montevideo Copyrjght Editoriol ARCA S. R' L', Colonio l2ó3' S' A"
t.o..tJ Uruguoy en lmpresoro Uruguoyo Colombino Edición .omporod.t l'ffi- tii"nl,'¡1".,"tá"¡á"o. üi..r", Artesroi' J lu. 79 de la lev N9 13'349' (Comisión del Popel) "" Julio de l9ó8.