EL HUMANISMO AYER, HOY, SU FUTURO
N°549
N°549
Mayo 2024
Mayo 2024
ISSN0716-6782
ISSN0716-6782
* ¿PACTO SOCIAL O NUEVA CONSTITUCIÓN?
* ¿PACTO SOCIAL O NUEVA CONSTITUCIÓN?
* CRISIS EN LA EDUCACIÓN ESCOLAR PÚBLICA
* CRISIS EN LA EDUCACIÓN ESCOLAR PÚBLICA
* LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
* LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
* TODAS LAS MUJERES QUE HABITAN EN SOPHIA LOREN
* TODAS LAS MUJERES QUE HABITAN EN SOPHIA LOREN
5 ¿Pacto Social o nueva Constitución?
13 De dragones, literalidades y otras falacias
17 Fundando Santiago sobre Santiago
20 La crisis de nuestro tiempo: El olvido de la vida buena
26 Crisis de la educación escolar pública en Chile
33 El humanismo:
Ayer, hoy, su futuro
44 La Inteligencia Emocional.
En los procesos de adaptación humana 46 Opinión
Ciudades y agua. Una reflexión adaptativa
48 Iglesia de San Francisco
En Santiago, una oda a la historia y la arquitectura
54 La década maldita de Hollywood (A propósito de la histeria anticomunista)
57 Música
Canciones para un eterno retorno
60 Cine
Todas las mujeres que habitan en Sophia Loren. Un homenaje a sus 90 años
64 La última palabra
No al pensamiento positivo
2 Atentamente Guillo 3 Editorial 4 Correo
los lectores
ÍNDICE I MAYO 2024
de
2 REVISTA OCCIDENTE MAYO 2024 ATENTAMENTE
Fundada en 1944 www.revistaoccidente.cl
Mayo 2024
Edición N° 549
ISSN 0716 – 2782
Director
Rodrigo Reyes Sangermani director@revistaoccidente.cl
Comité Editorial
Ximena Muñoz Muñoz
Ruth Pinto Salgado
Roberto Rivera Vicencio
Alberto Texido Zlatar
Paulina Zamorano Varea
Editor
Antonio Rojas Gómez
Diseño
Alejandra Machuca Espinoza
Colaboran en este número: Guillo
Javier Ignacio Tobar
Eduardo Quiroz Salinas
Álvaro Vögel Vallespir
Galo López Zuñiga
Felipe Quiroz Arriagada
Rubén Leal Riquelme
Ricardo Bocaz Sepúlveda
Alberto Texido Zlatar
Mario Guerra Gómez. Rosa María Ballesteros García
Andrés Rivette
Ana Catalina Castillo Ibarra
Rogelio Rodríguez Muñoz
Portada
Hombre de Vitruvio. Leonardo da Vinci
Fotografías Shutterstock
Publicación
Editorial Occidente S.A. Marcoleta 659, Santiago, Chile
Gerencia General
Gustavo Poblete Morales
Suscripciones y Publicidad
Nicolás Morales suscripciones@editorialoccidente.cl Fono +56 22476 1133
Los artículos firmados u opiniones de los entrevistados no representan necesariamente la línea editorial de la revista. Se autoriza la publicación total o parcial de los artículos con la única exigencia de la mención de Revista Occidente
DÉJÀ VU
Pareciera que estamos viviendo un instante vivido antes, entre ensoñaciones se aparece el recuerdo confuso de aquel tiempo en que imaginamos reformas importantes en nuestro régimen institucional. Estuvimos enfrascados en agrias discusiones, acusaciones de lado y lado, defensas corporativas a las ideas propias como si estas fueran verdades grabadas en oro; vivimos tres años en una verdadera montaña rusa donde lo que parecía cierto se transformó en quimera, donde lo que era la voz de las mayorías en una majamama de voces individuales, de ideas solas motivadas por un sinnúmero de modelos de sociedad incompatibles unas de otras. Pero la democracia dijo que no a ambos procesos constitucionales, a uno enardecido por los entusiasmos de la calle sin conocer a fondo las variopintas ideas de los manifestantes, y al otro, que intentó construir una sociedad desde su propia trinchera sin comprender las incesantes aperturas de un mundo cambiante.
Como un déjà vu, vuelven a aparecer las intrépidas voluntades para cambiar el estatus quo del sistema político, llevar al Congreso las reformas necesarias para discutir los cambios que requiere el país y despojarse de una vez los viejos ripios de una institucionalidad más bien atada al pasado que a los nuevos tiempos por donde transitamos hoy, todo a partir de las sorpresivas propuestas de la comisión experta.
Aciertos, errores mayores o menores en los relatos del gobierno y la oposición, pareciera que hoy gozamos de ciertos consensos para acometer estos cambios, a diferencia de lo que ocurrió con los fallidos procesos constitucionalistas, y sin necesariamente creer que esto se trata de un cambios definitivos y excluyentes, son muchas las voces que coinciden en que están las voluntades para acometer por fin algunos de los cambios que nuestro sistema político necesita con urgencia, y que supongan de una vez mayores equilibrios de poder que el que ofrece el agobiante régimen presidencialista; dotar de crecientes cuotas de autonomía a las regiones, promoviendo una más eficaz descentralización; mejorar los mecanismos de participación ciudadana, haciéndolos más directos y transparentes, como plebiscitos y consultas; y por supuesto ver la forma fortalecer los derechos sociales como educación, salud y vivienda.
Pareciera que volvemos a vivir con la ilusión de que los cambios son posibles, y sin la presión que significa tener a los distintos sectores políticos atrincherados en sus propios prejuicios, vemos posible, al menos empezar a pavimentar un camino de transformaciones institucionales tan necesarias que llevamos tiempo soñándolas, y que como un déjà vu, nos queda la sensación de haberlo vivido antes.
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EDITORIAL
CULTURA CONTRA
LA BARBARIE
Sr. Director,
Excelente la entrevista al joven y prestigioso chileno director de orquesta Paolo Bortolameolli (en la Revista Occidente Nº 448), la que agradezco por lo que significa dar a conocer a importantes personajes de la cultura nacional, jóvenes que destacan por su quehacer en la difusión, en este caso, de la música a nivel internacional. Occidente nos deleita en cada número con notas de este tipo que exaltan la belleza de la expresión artística del hombre en medio de un mundo hostil donde la competencia, el éxito material y muchas veces la violencia son los vectores que parecen impulsarnos al abismo. Reitero el agradecimiento y sigan así.
Juan Carlos Garrido Providencia
PRESIDENTE PIÑERA
Sr. Director,
Sentidos los homenajes al presidente Piñera realizados por Mario Desbordes y Guillermo Holzmann en la edición de la revista de abril. Un verdadero saludo republicano a quien tuvo la enorme responsabilidad de dirigir los destinos del país por dos períodos, particularmente el segundo en el que se vio enfrentado a un estallido social que casi produce el quiebre de nuestra democracia y una pandemia de la cual logramos, a pesar de las voces disidentes del momento, salir airosos. Fueron momentos difíciles que se manejaron con prudencia y en los marcos institucionales que exigía la circunstancia. Trascendiendo las preferencias políticas de los lectores, se hace justicia el poder mirar con la distancia necesaria los hechos
SU OPINIÓN NOS IMPORTA
Envíe sus opiniones en una extensión máxima de 1100 caracteres con espacios a: director@occidente.cl
Occidente se reserva el derecho a editar los textos y ajustarlos a las normas editoriales. El lenguaje debe ser respetuoso y sin descalificaciones.
y personajes de nuestro país, la misma que nos permite revisar la historia sin apasionamientos inútiles ni enceguecidos por el fanatismo. Ricardo Álvarez Brito Abogado
PRESIDENTE PIÑERA 2
Sr. Director,
Publicar las notas con la distancia necesaria de los hechos que rodearon su fallecimiento y su entorno mediático, no solo me parece pertinente sino además necesario por el tono respetuoso y la validación de las instituciones republicanas tan a mal traer estos últimos años.
María Cristina Ortega La Florida
CONFLICTO EN MEDIO ORIENTE
Sr. Director,
Pareciera que hemos perdido la capacidad de asombro, mientras el mundo se encuentra una vez más enfrascado en la tensión de sus febles disputas internacionales, con los enfrentamientos ya no propias de la Guerra Fría sino de los intereses políticos, religiosos y económicos que tiene de nuevo al mundo alineado en dos bloques; mueren cientos y miles de niños, mujeres y hombres inocentes en los territorios palestinos, bajo la excusa de defender la seguridad de los israelitas y donde la represalia desmedida pareciera ser la moneda de cambio justa para garantizar la seguridad de los habitantes de Israel. Nadie hace nada por detener la barbarie, solo palabras al viento, declaraciones en el edificio de la ONU a miles de kilómetros de distancia en la comodidad de los salones de la gran manzana. Jaime Agüero B. Viña del Mar
4 REVISTA OCCIDENTE MAYO 2024 POR PIERINNE MÉNDEZ Periodista E joven y talentoso director chileno, que saltó a la fama mundial tras asumir como director asociado de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, bajo la tutela del maestro Gustavo Dudamel, confiesa que aún siente sobre el escenario la misma emoción que lo estremeció al escuchar a los siete años la Quinta Sinfonía de Beethoven en el Teatro Municipal de Santiago. Algo que siempre anhela transmitir en total plenitud, tanto al público que asiste a sus conciertos, como a quienes, tal como él, están decididos a cumplir sus anhelos y vocación artística, cueste lo que cueste. Su disciplina, plenitud y consciencia por la música hacen de Paolo Bortolameolli un hombre íntegro, intuitivo y de carácter eclécticamente desafiante. Esto lo lleva a experimentar en cada escenario una pléyade inmensa de emociones que siempre trata de vivir y compartir intensamente. Hoy su vida está marcada por los viajes alrededor del mundo, funciones, ensayos, recepciones y entrevistas. Pero ello no le impide compartir con su familia, ni menos dedicar “tiempo sagrado” a su hijo Andrea, de nueve años. Una existencia compleja y agitada, que no lo hace perder su capacidad infinita de comunicar y enseñar música a todo el público, especialmente a los más jóvenes, de manera directa y entusiasta, lo que genera amplia confianza en sus interlocutores, dado que nunca se muestra como “súper estrella”. Es “solo Paolo, el director de orquesta”, que con su mirada afable nos traslada a un viaje por todas las sinfonías de los grandes maestros, y cuya “pasión PAOLO BORTOLAMEOLLI: UNA OBRA MUSICAL ES COMO UN RITO COLECTIVO CORREO DE LOS LECTORES
¿PACTO SOCIAL O NUEVA CONSTITUCIÓN?
POR JAVIER IGNACIO TOBAR
Abogado, académico y ensayista
La hipótesis de esta columna consiste en exponer datos objetivos sobre crecimiento económico, preferencias políticas y percepción ciudadana. La idea es probar (y provocar la idea) que más que una nueva Constitución, lo que Chile necesita es, antes que todo, un nuevo “pacto social”, y para eso, es prioritario un plan de desarrollo claro (crecimiento, trabajo y fomento de capitales), un sistema político ordenado que fortalezca la democracia alejando los populismos de bajo calibre, y liderazgos que impliquen, más allá de los “simbolismos” y “buenismos”, credibilidad de un “pueblo” aburrido de promesas y cada vez más alejado de las élites políticas.
LA ECONOMÍA
De acuerdo con los datos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN), diez años se cumplieron el pasado 2023 del estancamiento de la economía chilena, una que en la década pasada fue líder del crecimiento mundial y que hoy se suma a un conjunto de países que perdieron el rumbo y terminaron suspendiendo su tendencia al alza Así, durante el decenio comprendido entre los años 2004 y 2013, se registró una tasa de crecimiento promedio del Producto Interno Bruto (PIB) real de 4,8% y un crecimiento per cápita de 3,7%. Entonces, Chile convergía hacia los países desarrollados y cerraba la brecha de riqueza cada año. Por ejemplo: en el año 1990 el PIB per cápita de Chile equivalía al 41% del de Portugal, en el 2004 ya era un 57% , y el 2013 esa brecha llegaba a tener un 80% del PIB per cápita del país europeo. (https://mirada.fen.uchile.cl/articulo/ver/ una-decada-perdida)
Chile ya no era un país en “vías de desarrollo”, sino que golpeaba sin temor las puertas del primer mundo avanzando con gran tranco, y, además, en otras materias como son la expansión de la escolaridad, el acceso a la educación superior, el descenso de los niveles de pobreza extrema (vivir con menos de un dólar al día), mayores coberturas en salud gracias a políticas públicas como el AUGE, y un sistema político que todavía se mantenía en un clivaje casi bipartidista por el sistema binominal, permitiendo un país que se movía, aún, en ejes de gobernabilidad (versus representación).
Además, en esos años (1990-2013) no solo aumentaron los salarios, el empleo y el ingreso de las familias, también se concretaron avances sociales significativos. De hecho, un estudio del Banco Mundial (Ferreira et al. 2013) consigna que, en América Latina, el 66% de la reducción de la pobreza sería explicado por el crecimiento económico (y no por políticas distributivas ni alzas de impuestos). Además, destaca que, en el caso chileno, la contribución del mencionado crecimiento a la expansión de la clase media es más significativo que en el promedio latinoamericano.
Considerando las proyecciones oficiales para este año 2024, el panorama es completamente distinto: la tasa de crecimiento promedio anual de Chile habrá sido de 1,9% y, si le restamos el crecimiento de la población (1,3% anual), la expansión per cápita se reduce a un casi nulo 0,6% anual. Esto se traduce en una economía que redujo su capacidad de crear oportunidades laborales.
Para ponerlo en perspectiva, según la última “Encuesta Suplementaria de Ingresos” (INE, 2021), el salario promedio mensual de Chile fue aproximadamente de $681.000, esto es $8.172.000 al año. Si es que los salarios crecen al 1,2% real por año, dentro de los próximos diez la renta promedio anual será de $9.240.463, mientras que, si lo hace al 2,4%, será de $10.332.243, una diferencia de más de un millón de pesos al año, que se traduce en una pérdida de $2.183.500 pesos por hogar típico en donde dos personas trabajan. Lo anterior podría estar estrechamente ligado con el aumento del descontento social y la creciente desconfianza en las instituciones. Además, existen estudios que sugieren que, en un país que crece menos, aumenta la cantidad de crímenes (Bushway et al. 2023 y Gould et al. 2024). Así, esta falta de crecimiento podría explicar también la tendencia al alza en el “índice de temor” que se ha instalado en Chile.
LA POLÍTICA
El año 2010 asume, por primera vez desde Jorge Alessandri, una coalición y un presidente de derecha: Sebastián Piñera Echeñique. Era el año 20 luego de 17 años de cruel y sucia dictadura. Pasaron más de cinco décadas para que, en democracia, las ideas de ese sector fueran preferidas por la mayoría ciudadana en las urnas.
El presidente Piñera se coloca la banda tricolor luego de la presidente Bachelet 1 –que dio comienzo a la “era Caburga”–, en ese entonces junto a un parlamento compuesto por 120 diputados y 38 senadores. El presidente fue electo con un 51,6% de los votos, una cámara de diputados prácticamente empatada y un senado en que la mayoría era de oposición. Siguiendo con los datos económicos –siempre al lado de la política-, durante el período 2010-2014 el país creció a un ritmo del 5,3 % anual, versus el 3,3 % del primer gobierno de Michelle Bachelet 1. A su vez, se redujo la tasa de desempleo, de un 8,1 % durante el período 2006-2009, a un 6,9 %, mediante la creación de 1.017.000 nuevos puestos de trabajo, con 260.000 nuevos emprendimientos. La inflación pasó de 4,5 % durante el período 2006-2009 a un 2,4 %, según datos de la cuenta pública entregados por el gobierno de la época. (www.bcn.cl)
Pero hay un factor determinante que comienza a gestarse durante este gobierno y que surge, precisamente, el año 2011: el “movimiento estudiantil” encabezado en ese entonces por Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Camila Vallejos y Karol Cariola, entro otros. Ellos levantaron las banderas de la gratuidad y de la calidad en la educación, siguiendo el camino
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de lo que habían comenzado los “pingüinos” del año 2006, quizás el año en que empieza a moverse el “Chile profundo” que muchos creyeron que “había despertado” el fatídico año 2019. Todo apuntaba a superar las “desigualdades de base”, centrando en la educación más que en el crecimiento (como si no fueran acaso complementarios) la posibilidad de surgir en un país que comenzaba a mostrar grietas en “el sistema”. El sociólogo y ex precandidato presidencial del Frente Amplio, Alfredo Mayol, publicó el superventas “El derrumbe del modelo”, vaticinando que el capitalismo de mercado (el mismo que defiende la China de Mao y que colocará a la India a la cabeza de la economía mundial en los próximos diez años), según él, estaba muerto y en retirada, para dar paso a uno nuevo que estaba lejos del “extractivismo” que ha sostenido a Chile desde que nace como república. Un tema no menor está en que el primer grupo pasó de la universidad al parlamento y, en un viaje en un bólido manejado por Ayrton Senna, se instalaron en la Moneda.
Es un período donde la gente toma conciencia de sus derechos y de las efectivas desigualdades que existían (y existen) en el país. El único logro real hasta ese momento (y hasta hoy) en materia de “derechos sociales” era (es) el “plan Auge” impulsado por el
presidente Ricardo Lagos Escobar entre los años 2000 al 2006. El Gobierno de Bachelet 1, de acuerdo con datos del Banco Central (www.bancocentral.cl), se caracterizó por el “boom del cobre”. En mayo de 2006, el valor de la libra superó los $3,5 dólares en la Bolsa de Metales de Londres, reportando más de US$6 mil millones de superávit fiscal. Pero, a pesar de los altos recursos que obtuvo el gobierno gracias al crecimiento del “oro rojo”, el entonces ministro de Hacienda y luego precandidato presidencial, Andrés Velasco, fiel a sus convicciones liberales de responsabilidad fiscal, siguió al pie de la letra la “regla de superávit” y ahorró sin aumentar el gasto público, lo que provocó fuertes críticas dentro de la misma alianza oficialista que proponía el gasto de los excedentes en obras sociales, como salud, educación y vivienda; sin embargo, dicha prudencia en el ahorro de recursos permitió lanzar a principios de enero de 2009 (para enfrentar los efectos de la última gran crisis financiera internacional provocada en EEUU -“subprime”-) un plan de estímulo fiscal nunca antes visto en el país, y que consideró recursos por más de US$4.000 millones, propendiendo a incrementar en un punto porcentual el crecimiento potencial de Chile para dicho año. Había que mantener los equilibrios sin el fácil despilfarro provocado por los
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sectores más encendidos de la izquierda, apoyado por los populistas de derecha. No hay que olvidar que la presidente Bachelet, en su primer período, tuvo mayoría en ambas cámaras para impulsar y aprobar los cambios que hubiera estimado prioritarios (en buen chileno, “lo que hubiera querido” ), pero las luchas internas de la entonces moribunda “Concertación de Partidos por la Democracia” lo hizo imposible. La lucha entre “autoflagelantes” y “autocomplacientes” frenó, quizás, algunos de los avances sociales que se esperaban de la primera mujer presidente y, además, socialista. Pero volvamos al año 2013, en que, de acuerdo con los datos de la FEN a los que hice alusión en un comienzo, el crecimiento del país se frenó, y, con ello, comenzó un largo período de letargo y de disminución de las hasta ese momento burbujeantes nuevas clases económicas, que hacían crecer condominios cercados de nuevas casas pareadas en comunas como Maipú, Puente Alto, San Miguel, y, particularmente, en la Florida. Carlos Peña en una entrevista publicada el 1° de noviembre del año 2017 en el semanario “The Clinic” afirmaba que estos nuevos grupos son aquellos que “en un breve lapso (apenas dos décadas) ha cambiado radicalmente sus condiciones materiales de existencia” (lo mismo que afirmó el mismísimo Carlos Marx unos siglos atrás). Por ejemplo, han accedido a bienes como la vivienda, el automóvil, la elección de colegio o la educación superior, y de la clínica donde operarse, cosas que apenas ayer les parecían una quimera”. En términos culturales, Peña refiere que están definidos por lo que el jurista y político francés Alexis de Tocqueville llama “ la pasión por el consumo ”. En ese sentido,
“sostiene que anhelan bienes suntuarios, como los autos, la ropa de marca, los accesorios, la cultura desechable y el sentido de pertenencia a un cocodrilo o un caballo (como marcas de ropa), más que a instituciones como los partidos políticos, la iglesia (en franca decadencia) u otros de diverso tipo”. Si a todo eso sumamos el “reguetón” como fenómeno de masas, el escenario cultural no podía sino ser crítico y abyecto. Pero la decadencia musical (hoy en la UCI) la dejaremos para otra columna. Pero, ¿qué pasó ese año 2013?
A lo largo del tiempo, diversos estudios han tratado de identificar los determinantes del crecimiento económico en diferentes países y regiones del mundo, y se han encontrado varias causas que dependen también del contexto específico: instituciones políticas, estabilidad macroeconómica, capital humano, infraestructura (inversión pública), y nulos o bajos niveles de corrupción, entre muchas otras. Sin embargo, es ampliamente aceptado que todo se reduce a su efecto en el crecimiento de la fuerza de trabajo, la inversión y la productividad. Estos tres factores están interrelacionados y explican en los modelos clásicos de crecimiento la evolución del PIB.
Durante la década pasada, ya sea por el deterioro de las instituciones, el aumento de la carga tributaria u otra razón, Chile dejó de ser el “mejor alumno” de la OECD y del FMI. La evidencia de eso se da en el estancamiento o incluso la caída en las tres fuentes del crecimiento: la fuerza de trabajo, la productividad y el capital. Cada uno de estos tres temas da para trabajos complejos y diferentes. Por ahora, solo los dejaré enunciados.
Al asumir la presidente Bachelet en su segundo período, ahora arropada en la “Nueva Mayoría” (Concertación más el Partido Comunista), es golpeada en su línea de flote por el “caso Caval”, que si bien no era un asunto de corrupción pública, sí aumentó la percepción de que algunos (como su hijo) tenían la posibilidad que otros no tenemos: llamar al dueño del Banco de Chile para acceder a un crédito por un monto cercano a los U$10.000.000 para la compra de un terreno que luego resultó en una operación trucha, que fue sancionada penalmente por los tribunales de justicia, el hijo de la ex Presidenta autoexiliado en España y la entonces nuera, Natalia Compagnon, demandando a Michelle Bachelet porque Dávalos no pagaba la pensión de alimentos. Todo un “papito corazón”.
Además, los datos económicos del cuatrienio 2014-2018 no fueron precisamente alentadores. Se aumentó fuertemente el impuesto a las empresas hasta un 27% (buscando un concepto de igualdad algo
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disperso), después de haberlo mantenido por más de veinte años entre 15% y 20%. La discusión sobre los efectos de un alza al impuesto corporativo sobre la inversión es amplia, pero, en general, hay consenso en cuanto a que si la legislación no ofrece incentivos lo suficientemente grandes como para compensar totalmente la caída en la rentabilidad esperada, esta (la inversión) caerá. A lo anterior se sumó también el deterioro de la confianza empresarial y el aumento en los niveles de incertidumbre local, que pueden estar ligados a los continuos cambios del marco legal y la consiguiente pérdida de la certeza jurídica. La intuición detrás de cómo un aumento en la incertidumbre puede disminuir los niveles de inversión es simple: mientras menos certeza tenga de cuánto serán los retornos, menor será el crecimiento esperado, siempre y cuando se les asigne mayor probabilidad a escenarios desfavorables. Este efecto debiese verse aumentado si las alternativas de inversión ofrecen, además, un escenario de mayor incertidumbre relativa.
Después de Bachelet 2, asume, nuevamente, Sebastián Piñera, esta vez con un 54,7% de los votos (+3% respecto del primer período), triunfando en segunda vuelta ante el candidato de la izquierda Alejandro Guillier.
Chile ya era diferente luego de la caída económica que comenzó el 2013 y que siguió aumentando durante el gobierno de Michelle Bachelet 2. No existía rumbo de ningún lado que hiciera suponer
un nuevo impulso de desarrollo del país. Los ciudadanos, como dice la psicóloga, doctora en Estudios Sociales e investigadora de la USACH, Kathya Araujo, “comenzaron a tener una lupa de aumento respecto de los abusos, porque las promesas de igualdad y de derechos calaron profundo. Y cuando te cambian eso (el resultado de la promesa), cambia también la manera en que interpretas a tu sociedad. Si me dicen en cada campaña que todos somos iguales en dignidad y derechos y una persona libre de decidir, las expectativas se transforman. Ahora que la gente tiene más, quiere más, y no solo bienes materiales, sino certeza de que sus logros no serán pasajeros”. (Daniel Hopenhayn, El entuerto de Chile, 2023, p. 138).
PERCEPCIÓN CIUDADANA
En la sociedad de la inmediatez, existen numerosas encuestas que se publican semana a semana con la popularidad de los personajes públicos, las preferencias, y las preocupaciones ciudadanas. En palabras de Bauman, datos “líquidos” que no colaboran en sostener tesis en perspectiva. Sin perjuicio de lo anterior, existen dos ejercicios que permiten conocer y elaborar algunas proyecciones respecto de lo que sucede en Chile y cómo lo estamos percibiendo: la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) y la encuesta Bicentenario de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La primera es semestral y aparece dos veces al año, mientras que la segunda es anual.
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EL ACUERDO DE SALTSJÖBADEN, FIRMADO ENTRE LA SAF (ASOCIACIÓN DE EMPRESAS SUECAS) Y LA LO (CONFEDERACIÓN DE SINDICATOS SUECOS) EN 1938, VIGENTE EN SU ESENCIA HASTA EL DÍA DE HOY.
Ambas se ejecutan desde hace ya más de veinte años, lo que permite, ante las mismas preguntas y con igual metodología, contar con datos ciertos (tendencias).
Previo al desastre del año 2019, los datos económicos de Chile eran prácticamente estables, con niveles de inflación controlados y crecimiento bajo, pero crecimiento al fin y al cabo. Los grupos medios se expandieron al 60% de la población, se alcanzó el más alto nivel de desarrollo humano en la Región (Sudamérica), y, como consecuencia de ello, Chile pareció asomarse a lo que las agencias internacionales suelen llamar “desarrollo”.
Era poco probable pensar que el país estaba al borde de la peor ruptura social en democracia.
La historia es conocida: destrucción, robos, desquicio, quema de estaciones del Metro, violación de los derechos humanos, pérdidas oculares, destrozo de pequeños negocios y emprendimientos, y saqueos sin razón de grandes tiendas. Los manifestantes pasaron a exigir la renuncia del presidente Piñera y el “fin del neoliberalismo y de la Constitución de 1980”, asunto que algunos profesores de Derecho devenidos en políticos alimentaron desde las aulas. Además, los entonces diputados de diversos grupos, embriagados por las redes sociales, alentaban a los “primera línea” en sus actos vandálicos (Giorgio et. al), creando nuevos lenguajes inclusivos, renombrando plazas y, a falta de ideas universales, defendiendo causas particulares que no sumaban un todo. No eran más que una montonera sin contenido sistémico.
Los políticos con representación parlamentaria (salvo el Partido Comunista) llegaron a un acuerdo que devino en un proceso constitucional que tuvo
dos partes, ambas con el mismo resultado: el rechazo a la refundación del primero, y a la vuelta a las cavernas del segundo. Ambos con voto obligatorio, registrando un portazo rotundo con más del 60% del padrón electoral.
Chile, luego de los resultados, parece ser un país sensato, que lo que quiere es trabajo, estabilidad, orden, libertad, y, por cierto, mayores grados de justicia social.
Pero hay una palabra que se repite de manera incesante en las encuestas CEP y Bicentenario como eje del “problema chileno”: la desigualdad. Esta puede ser entendida de diversas formas, pero las más gráficas son las que se identifican en los salarios, la salud, el acceso a la vivienda, a la educación y a la justicia. Estamos claros que el camino al desarrollo está pavimentado por el crecimiento económico y el trabajo, más que los fatuos intentos por “pactos fiscales” o “impuestos a los ricos”.
Antes de concluir, revisemos algunos datos.
El tema constituyente se arrastraba desde hace al menos diez años con el movimiento “Marca AC”. A su turno, el sistema previsional, por cierto, injusto en los montos que reparte a quienes jubilan, estalló en el mes de marzo del año 2017, con cientos de miles de personas en las calles convocadas por el movimiento “No + AFP”. Seis años después, en el parlamento no encuentran la fórmula. El gobierno de Piñera terminó proponiendo 3% para capitalización individual y 3% para el fondo solidario, lo que fue rechazado por la entonces oposición (hoy gobierno) que quería que todo fuera al fondo solidario. El actual Ejecutivo hoy lucha por volver a ese “3 y 3”, mientras que la oposición, colgada de las encuestas y del masivo apoyo en los
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procesos constitucionales a la iniciativa “con mi plata no”, no se mueve del 5% a capitalización individual y 1% a solidaridad (dato que reafirman todas las encuestas.)
Como fuere, Chile no ha tenido un “modelo de desarrollo” implementado en democracia, puesto que en este sistema (el democrático) se ha administrado el capitalismo neoliberal que impuso la dictadura. Está claro que sin crecimiento no hay trabajo, y que sin este no hay desarrollo. Pero todo puede ser diferente considerando mayores criterios de igualdad en la distribución de la riqueza y en la prestación de los mínimos, o, como les gusta llamar a algunos, “derechos sociales”.
El 21 de octubre del año 2019, dos días después del vandalismo exacerbado, Andrónico Luksic, dueño de la mayor fortuna de Chile, anunció que el piso del sueldo de todos los trabajadores de sus empresas sería de $500.000 (sin ley que lo obligara). En los días siguientes la startup “Compara”, la firma de servicios de Tanner, se comprometió a un mínimo de $600.000 para todos sus empleados. Ese mismo 21, se lanzó el “Desafío 10X”, llamando a que las empresas redujeran la diferencia entre las cifras de sus altos ejecutivos y sus operarios y empleados, fijando un mínimo de 22 unidades de fomento brutas. Entre el 22 y el 28 de octubre (miedo de por medio) mil empresas se anotaron en la iniciativa, llegando luego a 2.247 que, en total, daban trabajo a 69.800 personas. Esa misma semana, Alfonso Swett, Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), la patronal más grande y poderosa del país, afirmaba que “este es un país distinto, […] en el que no vamos a volver al del jueves pasado (día previo al “estallido”). Hacemos un mea culpa por la desconfianza que se ha generado”.
Solo como dato, y de acuerdo con las cifras entregadas por la consultora “Mercer”, la remuneración de un gerente general supera treinta veces al de sus operarios. En un contexto que reclama mayor igualdad, esas cifras son impresentables y escandalosas.
¿Hay alternativas? Creo que sí.
Es cierto que como país podríamos aspirar a estar optimistas. El planeta busca desesperadamente alternativas sostenibles en el medioambiente para satisfacer las crecientes necesidades energéticas, de alimentación y construcción. En Chile contamos con recursos como el cobre y el litio en abundancia, así como una geografía propicia para la producción de energía limpia mediante sol, energía fotovoltaica, geotermia e hidrógeno verde. Para enfrentar el cambio climático, la sociedad también tendrá que cambiar sus hábitos alimentarios, reducir el consumo de carnes rojas (deforestación y emisiones de gas metano) y apostar por proteínas animales de baja huella de carbono,
como los pescados que abundan en nuestras costas y zonas de cultivo acuícola. Como si fuera poco, el combate climático también pasa por mutar la matriz constructiva para hacerla sostenible. Reducir el uso de hormigón armado y su enorme huella de carbono, en favor de materiales más ecológicos como la madera y otras fibras vegetales.
Entonces, ¿podríamos llegar a estar optimistas? Ciertamente que sí.
Tenemos gran parte de lo que el mundo necesita y una posición privilegiada para ser protagonistas y beneficiarnos directamente del combate contra el cambio climático. Sin embargo, una vez más, el problema radica en nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo en cómo materializar esta oportunidad.
No hay que pedir imposibles ni tampoco ser injustos. No todo es culpa de la actual generación que nos gobierna, que ha sido, eso sí, incapaz de llevar el timón y, menos aún, de proponer un plan de desarrollo que cuente con viabilidad y, ante todo, legitimidad. Sus intereses, al parecer, son más bien “deconstructivos” y de política de nichos
Para finalizar
El “modelo nórdico”, al que tanto miramos, surgió como una serie de acuerdos ante el avance temerario del socialismo en Europa. En Noruega se habló de un “gran compromiso” en la década de 1930 entre empresarios y sindicatos para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Dinamarca se remite al Acuerdo de Kanlergade de 1933. En Suecia fue el Acuerdo de Saltsjöbaden de 1938, firmado entre asociaciones patronales y sindicales. La idea, replicada en diversos países europeos, es un compromiso de convivencia mutua en el marco de un capitalismo que permite el despliegue de la iniciativa privada, pero resguardando la justa participación de los trabajadores en sus ganancias, y, además, con un sólido sistema de protección social para cubrir las necesidades de salud, educación y vivienda.
Este año volvieron a tocar juntos, en su formación original, “Los 3”, banda mítica de la transición noventera. Pudieron manejar nuevamente sus instrumentos, juntos y mejor que nunca en su gira “Revuelta” con estadios repletos de público de todas las generaciones, dando muestras de que un mensaje, un “ethos”, puede construirse y mantenerse en una sociedad como Chile. Todo es posible. Si tenemos todo para enfrentar los desafíos del futuro, quizás lo más aconsejable es primero arribar a un “pacto social” que a un texto normativo como lo es una Constitución. Las revoluciones primero son culturales, para luego ser reconocidas por preceptos en una ley fundamental. De que se puede, se puede.
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DE DRAGONES, LITERALIDADES Y OTRAS FALACIAS
POR EDUARDO QUIROZ
Escritor, ingeniero
El mes de mayo es un mes de dulce y agraz, como la vida misma con nuestros pies sobre el damero. Por un lado, se conmemora el natalicio de Bertrand Russell, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, y el de Hume, uno de sus inspiradores. Además, recordamos el fallecimiento de Voltaire, ícono del librepensamiento y el laicismo, y el de J.S. Mill. Entre los hechos del mes de mayo -además del nefasto Concilio de Nicea, convocado por Constantino y que sentó un precedente en la sociedad occidental respecto de la relación Iglesia-Estado y que fue la mecha de la imposición del cristianismo como religión oficial de Roma, dando pie a la persecución de sus “competidores”, partiendo por los arrianos y
luego los paganos- hay uno que siempre me llama la atención, que es el inicio, formal o no, del período de guerras religiosas al que luego los historiadores otorgaron el nombre de Cruzadas.
Es por todos sabido que la Edad Media fue un período bastante violento, revuelto en cuanto a movimiento de tropas e imperios que subían como caían. Sin embargo, en los inicios del primer milenio se comenzó a ver entre sus ingredientes bélicos a la religión. Tras unos difusos primeros encuentros bélicos con leves tintes de persecución religiosa de parte de los califatos musulmanes que comenzaron su expansión por todo el norte de África, con la conquista de Palestina, que estuvo en manos del Imperio Bizantino durante siglos, en su primer período se mantuvo la tolerancia religiosa, entre las tres religiones que tenían intereses en la región: la judía, la islámica y la cristiana. La religión cristiana fue la última en “llegar” puesto que recién el cristianismo tuvo apogeo en el siglo IV por los motivos mencionados en el párrafo anterior, y antes de ello, la zona palestina estuvo en manos de distintos imperios: Egipcio, Asirio-babilónico, Israel y Judá y el Persa justo antes de la conquista por parte del Imperio Romano. Volviendo al primer milenio, la zona palestina, incluida Jerusalén, estaba en manos de los musulmanes. En ese contexto geográfico y en medio de distintas presiones religiosas hacia los grupos nobles y al resto de la sociedad noroccidental en cuanto a comportamiento punible por el catolicismo, fue que tuvo lugar el Concilio de Clermont en 1095. En él, el mandamás católico, Urbano II, además de abordar los problemas que aquejaban a su institución, tales como simonía (venta de cargos eclesiásticos e indulgencias), corrupción, nepotismo, el ruido al dogma que provocaban movimientos como el catarismo y el arrianismo aún vigentes, el Cisma de Oriente que separaba al cristianismo oriental de la au-
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EL CONCILIO DE CLERMONT FUE UN CONCILIO DE ECLESIÁSTICOS Y LAICOS DE LA IGLESIA CATÓLICA QUE TUVO LUGAR EN NOVIEMBRE DE 1095 Y QUE DESENCADENÓ LA PRIMERA CRUZADA.
toridad papal, entre otros, realizó un discurso bastante incendiario que buscaba “recuperar” la “Tierra Santa” de la ocupación musulmana. En su discurso instó a los creyentes de su credo a emprender la “cruzada de Dios” y su frase Deus vult que en latín significa “Dios lo quiere”. Además, la participación por parte de los nobles o plebeyos en la gesta, implicaba la “salvación” automática o expiación de sus pecados. De hecho, la frase se convirtió en el lema de la Primera Cruzada y provocó la euforia de los fieles y bajo ese son marcharon a la primera guerra gatillada directamente por la religión, cuyo objetivo era exterminar al que pensaba distinto a su propia creencia y recuperar un pedazo de tierra, al paso. Así fue como miembros de todas las clases sociales abandonaron sus familias, o los peores las llevaron consigo, y marcharon con el grito Deus vult en sus cabezas. El sentimiento de imposición no venía solo desde el papado, sino que se podía palpar en la rabia y soberbia de sus fieles, pues el cristianismo desde sus inicios intentaba imponer uniformidad religiosa a
todos sus ciudadanos (Runciman, 1951). Así fue como en mayo se vivió el asedio a Nicea con más de 20 mil muertos por ambos lados, con victoria cruzada en esa primera reyerta. El discurso de Urbano II fue claro: “...Por esto yo, o más bien el Señor, os ruego como heraldos de Cristo que publiquéis esto por todas partes y persuadáis a todas las personas de cualquier rango, soldados de infantería y caballeros, pobres y ricos, para que lleven prontamente ayuda a esos cristianos y destruyan esa vil raza de las tierras de nuestros amigos. Esto lo digo a los que están presentes, también lo digo a los que están ausentes. Es más, Cristo lo ordena... Todos los que mueran en el camino, ya sea por tierra o por mar, o en batalla contra los paganos, tendrán inmediata remisión de pecados. Esto les concedo por el poder de Dios con el que estoy investido. ¡Oh, qué desgracia si tales ¡Una raza despreciada y vil, que adora demonios, debe conquistar a un pueblo que tiene la fe de Dios omnipotente y se hace glorioso con el nombre de Cristo! [Thatcher, 1905].
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Tras ese discurso del gran pontonero se vio aparecer, además, no solo un odio hacia los musulmanes, sino también los judíos y, de hecho, se vivió un episodio de lo que los judíos llamaron “el primer holocausto” durante las masacres de Renania, cuando se produjeron ataques a comunidades judías en Francia y Alemania. Y así, cruzada tras cruzada, muerte tras muerte, odio tras odio, llegó la novena cruzada (y última) en mayo de 1271, casi doscientos años después. ¿Resultado? Tierras más, tierras menos, la odiosidad entre cristianos, musulmanes y judíos se instaló para no diluirse más, hasta los días actuales en que todos ellos, como lo muestran severos y violentos episodios de violencia y masacres, se siguen destruyendo mutuamente por un par de palabras tomadas literalmente de libros que, acorde a la época en que fueron escritos, contienen todos los yerros humanos habidos y por haber, pero que aún así no es suficiente prueba o evidencia racional para quienes abrazan esos credos, legítimamente por cierto, entre los cuales algunos aún no logran separarse de la literalidad.
Hace poco cayó en mis manos el libro de Salman Rushdie, Los lenguajes de la verdad. En él hace un análisis del lenguaje, uso y alcance, a través de distintos ensayos y pasando por temas tan contemporáneos como la migración y el multiculturalismo, la libertad de expresión o la censura y, por supuesto, la influencia de las religiones en la sociedad y sus métodos, con su usual lucidez y mordacidad. Recomendable sin dudas. En él, justamente, hace referencia a las literalidades y lo que se puede extraer o comprender de ellas cuando se es lo suficientemente hábil. Pero también da cuenta de esta innegable capacidad en los fieles más fanáticos de cualquier credo, pero que tiene un componente mixto. En parte, porque las cúpulas así lo buscan y justifican (pues si no su credo e iglesias se caen a pedazos) y en parte por la falta de racionalidad al tomar un texto en sus manos desde el fanatismo. La primera mitad es la que desnuda Rushdie sin mayor preámbulo ni metáfora: “Pero quizá fue únicamente cuando la gente dejó de creer en la verdad literal de esos mitos, cuando dejó de creer que había un Zeus literal que arrojaba rayos, que pudieron, pudimos, empezar a creer en ellos de la misma forma en que creemos en la literatura; es decir, más profundamente, con esa doble creencia / no creencia con que nos acercamos a la ficción, «que es real y no lo es». Y de inmediato esos mitos
empezaron a revelar sus significados más profundos, unos significados que hasta entonces habían estado eclipsados por la fe [2023].
El juego de lo que es real o no en la vida misma es permanente pero siempre dependerá de nosotros mismos como humanidad el decidir cuál de esas creencias realmente es una herramienta para nuestro existir y coexistir, ya que de religiones hablamos. El filósofo israelí Yuval Noah Harari nos sacude con esa verdad y señala que “Cualquier cooperación humana a gran escala (ya sea un Estado moderno, una iglesia medieval, una ciudad antigua o una tribu arcaica) está establecida sobre mitos comunes que solo existen en la imaginación colectiva de la gente. Las iglesias se basan en mitos religiosos comunes. Dos católicos que no se conozcan de nada pueden, no obstante, participar juntos en una cruzada o aportar fondos para construir un hospital, porque ambos creen que Dios se hizo carne humana y accedió a ser crucificado para redimir nuestros pecados. Los estados se fundamentan en mitos nacionales comunes. Dos serbios que nunca se hayan visto antes pueden arriesgar su vida para salvar el uno al otro porque ambos creen en la existencia de la nación serbia, en la patria serbia y en la bandera serbia...Y, no obstante, ninguna de estas cosas existe fuera de los relatos que la gente se inventa y se cuentan unos a otros. No hay dioses en el universo, no hay naciones, no hay dinero, ni derechos humanos, ni leyes, ni justicia fuera de la imaginación común de los seres humanos” [2014]. ¡Y vaya que es cierto! Nos inventamos mitos o hacemos “acuerdos” para poder convivir y muchos de ellos son saludables o, al menos, nos permiten una estructura sobre la cual extender nuestros pasos y pensamientos. Como también señala Rushdie, tenemos que creer que ese pedazo de papel que se llama dólar o, extrapolando fuera de USA, el papel moneda que llevamos en el bolsillo vale lo que dice valer. En caso contrario, el desorden sería inconmensurable. Asimismo, y muy en boga dada la situación actual ante el exceso de hipérboles en los noticiarios, tenemos que creer en la justicia porque, en caso contrario, retrocederemos casi un par de milenios y volveremos a la Ley del Talión, a llevar la “justicia por las propias manos” y quizá cuántos otros desastres traigan acompañados la pérdida de este “contrato social” Rousseauniano y, en los casos más extremos, de la pérdida de la democracia o atisbos de tiranías que “otorguen” seguridad.
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MASACRE DE JUDÍOS EN METZ DURANTE LA PRIMERA CRUZADA. MIGETTE, AUGUSTE (1802-1884)/ MUSEE D’ART ET D’HISTOIRE
Hay verdades inventadas, sin dudas que las hay. Sin embargo, no todas tienen los mismos efectos sobre la humanidad. Por eso, hay que saber separar, como bien dice el filósofo indio, las verdades y las literalidades. Es hermoso, sin dudas, fantasear con los libros de Tolkien y sus épicos personajes de la Tierra Media y otros autores y mundos fantásticos que hay por doquier. Sin embargo, quienes asimos uno de los tomos de El Señor de Los Anillos entre nuestras manos, tras estimular la imaginación recorriendo velozmente sus páginas y habiendo explotado la tarjeta gráfica más potente del mundo (la imaginación) para ver volar dragones, ver caminar arañas gigantes, ver sucumbir enormes puertas de castillos machacadas por enormes arietes y golpes de Trolls, sabemos que, una vez cerrado el libro ese mundo se desvanece y vive solo en nuestro regocijo literario y las emociones que desató mientras estuvo abierto. Tras ello, salgo de mi habitación o me levanto del sillón del living de la casa y sé que no me encontraré, por más que lo quiera, con Legolas y su arco que jamás falla ni sentiré el olor a cerveza en las barbas de Gimli si es que concurro a una taberna de buena o mala muerte. Eso es saber separar la literalidad de algo fantástico de lo que es real y que aporta a nuestra existencia. Hoy, actualizando el ejemplo de Harari y Rushdie, de los billetes, tengo que creer que el dinero que “dice tener” mi tarjeta BIP o bancaria, es el que refleja el
número que puedo ver en la aplicación del celular y eso pondrá mis nuevos límites a lo que puedo acceder o no. Ya traspasamos la barrera física del papel y hoy vivimos en lo digital, en lo etéreo, en la imaginación misma. ¿Tendrá el banco todo el dinero respaldado en papel u otro instrumento físico de todos sus clientes? Tengo que creerlo, porque de lo contrario mi inseguridad al respecto me haría volver al siglo pasado y exigiría que todo me fuera cancelado en monedas y billetes o, si quiero retroceder un poco más aún, en pequeñas porciones de oro, plata u otros metales. Sin embargo, aun cuando el dinero es factor en muchos conflictos, no espero que la gente se pelee a muerte ni se declare la guerra porque unos creen que el dólar vale un dólar versus el otro grupo que cree que el dólar vale 1,5 dólares.
Es por ello por lo que es distinta la situación cuando la llevamos a asuntos de religión. Tras haber roto el sentido epistemológico de la palabra misma, hoy la literalidad de los textos asociados a ellas causa males palpables, porque hadas y dioses, aun con un origen en común, han tomado caminos diferentes en sus conceptos de fe y las acciones que llevamos adelante en nombre de ellos. El mismo Rushdie vivió en carne propia, no a través de un cuento ni un mito, la violencia que pueden llegar a gatillar las religiones a través de sus más dogmáticos seguidores. Le pasó cuando lanzó su novela Los versos satánicos, a finales de los 80, lo que gatilló una fatwa o sentencia de muerte, de parte del ayatolá Jomeini de Irán, por las referencias a la figura del profeta Mahoma. El mismo Rushdie, cuya lucidez le impide esa visión intolerante de la vida y de los escritos, incluso los propios, indicó que en el inicio pensó que se entendería la metáfora subyacente y que su propio recorrido literario sería un escudo, pero eso era lo que pensaba antes de la época en que a todos empezó a darnos mucho miedo la religión en general y una en particular: la religión vuelta a definir como la capacidad de los fanáticos religiosos para perpetrar la violencia terrena en nombre de su dios celestial y ultraterreno. En aquellos días, lo que debía ser evidente empezó a parecer autocomplacencia, y las intolerantes justificaciones religiosas, bajo una capa del nuevo —o en realidad muy antiguo— vocabulario de la blasfemia y la ofensa, ya estaban a la orden del día [Rushdie, 2023]. De hecho, mientras escribo este texto, suceden más ataques de Israel a la zona palestina y Siria, uno de los cuales arrasó una embajada de Irán y este último ha contestado bélicamente también. Estos episodios están lejos de terminar pues, aun cuando hay más elementos en juego entre los sociales y los geopolíticos, se encuentra inmerso en ellos el factor de la religión y su literalidad, tal como lo detallé hace
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algunos meses en este mismo medio, y resulta difícil no llegar a la conclusión de que esa retórica religiosa, cargada de odio, que sale de la boca de implacables fanáticos y entra por las orejas de jóvenes cargados de ira se ha convertido en el arma nueva más peligrosa del mundo actual [Rushdie, 2023].
Podemos ser más pesimistas aún, si concordamos con que, desde la revolución cognitiva, los sapiens han vivido en una realidad dual. Por un lado, la realidad objetiva de los ríos, los árboles y los leones; y por el otro, la realidad imaginada de los dioses, las naciones y las corporaciones. A medida que pasaba el tiempo, la realidad imaginada se hizo cada vez más poderosa, de modo que en la actualidad la supervivencia de ríos, árboles y leones depende de la gracia de entidades imaginadas tales como dioses, naciones y corporaciones [Harari, 2014].
Ambos autores, junto con muchas otras mentes más de la filosofía actual y la pasada coinciden, lucidez mediante, en la importancia de la sana libertad que da el pensar, el uso de la razón y la expresión libre del resultado de ese ejercicio. Regocijarse en los mundos novelescos épicos y de la ciencia ficción, volar junto a sus personajes, embelesarse y estrujar el mundo de las emociones de la co-razón a través de las estrofas de una hermosa poesía, e incluso adoptar recetas o pasajes de libros propios de las creencias de turno para llevar la vida adelante y que sean un grano de arena en la playa de la búsqueda de la verdad, prescindiendo del dogmatismo, claro está, es algo que nadie debiese abandonar ni dejar de intercalar dentro de la vorágine de la realidad misma. Constituye, de hecho, una bocanada del aire más puro para los pulmones de la vida. Pero, ello está lejos, muy lejos, quizá a distancias siderales si citamos a la astronomía
o a eones, si bailamos junto a la geología, de lo que significa la adopción, anhelo sea inconsciente, de la literalidad de esos pasajes que contaminen la visión y el necesario proceso cotidiano del arte real del pensar tanto nuestro como de los seres que nos rodean. El abuelo de Salman Rushdie, según cuenta este mismo, siendo un hombre apegado a la creencia local, le hizo valorar el librepensamiento desde pequeño. No me cansaré de repetir, y pido disculpas a mis lectores, que el significado de librepensamiento no es cualquiertonteriamiento, sino, la posición, doctrina o camino intelectual que utiliza la razón con independencia de todo criterio sobrenatural. Dicho eso, no queda más que citar el, hoy más que nunca, lógicamente vigente, pasaje reflexivo del filósofo indio donde se lamenta que quizá sea imposible detener las guerras, igual que es imposible detener los glaciares, pero sigue valiendo la pena encontrar la forma y el lenguaje que nos recuerdan lo que son. Vale la pena llamarlas por su nombre verdadero. Eso es el realismo[Rushdie, 2023]. Y no puedo dejar de valorar cada día más la importancia del realismo, que hoy parece muy subvalorado, como también se quejaba Harari, pues el día en que valoremos la realidad, que incluye la magia tanto literaria como humana, que con su justa dosis de razón y co-razón, se generará el equilibrio que necesita la humanidad para abandonar la siembra de las semillas del fanatismo, del dogmatismo, de la literalidad inapropiada, que, sembradas además en terrenos abonados por la ignorancia y la sinrazón, florecen como maleza. El sentimiento de aversión por la violencia que esas actitudes provocan no es intolerancia, al contrario, es la única respuesta posible al horror de tales sucesos que, hoy, incluso, se encuentran salpicados de sangre fratricida.
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FUNDANDO SANTIAGO SOBRE SANTIAGO
POR ÁLVARO VOGEL VALLESPIR
Historiador
El pasado 12 de febrero de 1541, hace casi exactos 483 años, en un segundo intento oficial por fundar ciudades en Chile, el primero por cuenta de Diego de Almagro con un fracaso estrepitoso y uno extra oficial de bandidos exiliados de Perú. Tras de una travesía penosa de once meses donde los pormenores darían material de sobra para una novela, Pedro de Valdivia se bajó extenuado de su caballo a tomar un descanso en la ladera del cerro Huelén –el día de Santa Lucía, por ende le cambió el nombre de un plumazo– frente a un torrentoso brazo del río Mapocho. ¿En realidad fue fortuita o premeditada la elección del lugar de la fundación de Santiago?, ¿tuvo algún dato especí-
fico para detenerse en el centro del país?, ¿por qué la Plaza de Armas se ubicó ahí y no en otro lugar?
El propósito de este pequeño artículo busca justamente cuestionar la historia oficial y hacer eco de otras visiones sobre la fundación de Santiago, sin desmerecer las aventuras de Valdivia, dando cabida a otras versiones y al aporte de otras disciplinas: asombrosos hallazgos arqueológicos en el casco histórico de Santiago que evidencian fuertemente la pujante ciudad que había entonces, junto con nuevas interpretaciones de fuentes primarias que en su conjunto sugieren una nueva tesis: Santiago ya existía con calles, acequias, graneros, rutas y fue el sitio ideal para reconstruir y también para destruir, pues lo que en realidad ocurrió fue un sobre uso estratégico de las tierras. Esta actitud de posesión no es un caso aislado en la conquista de América ya que
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hay una suerte de sincretismo forzado donde una cultura somete a otra, por ejemplo, lo podemos ver en la catedral de ciudad de México donde la iglesia fue levantada literalmente sobre los cimientos de la pirámide del Sol, es decir hay que borrar a Tonatiuh (Dios del Sol) pues al final, los conquistadores traen un nuevo Dios desconocido para los indígenas y portan la herencia cultural romana de la “Hispania”, avanzar sin miramientos. Por consiguiente, las huestes del fundador callaron varias veces en sus relatos muchas noticias que hoy la Arqueología, de manera contundente, en conjunto con una segunda lectura a las fuentes, nos permiten darle un sentido diferente a la historia y poner en tela de juicio a los escritores clásicos, sin ánimo de menoscabar sus trabajos, al contrario enriquecer la historia aportando otras aristas o puntos de vista.
Pero, ¿cómo llegó a ser Santiago una ciudad Inca?
Alrededor del 1200 D.C. los incas lograron sobreponerse a otras etnias –entre ellas los aimaras– mediante luchas intestinas territoriales alrededor del mítico Cuzco –El ombligo del Mundo–. Aunque las fuentes primarias peruanas de ese siglo son muy precarias, en su origen ya podemos afirmar que para el año 1438, el Inca Pachacuti tenía en mente una gran expansión territorial en distintos rumbos, “Los Suyos” que vienen siendo para nosotros los occidentales algo así como los puntos cardinales, a modo de analogía. Uno de los tantos hijos de Pachacuti, el Inca Topa, extendió los dominios del ya Imperio Inca hasta el valle del Maule en Chile. Unas últimas palabras sobre Pachacuti, quien no solamente levantó Machu Picchu, además es considerado uno de los mejores gobernantes peruanos de todos los tiempos, aunque para lamento de muchos especialistas aún es un misterio la ubicación exacta de su momia.
Con la llegada de los incas a Chile, viene lo que es quizás el episodio con más tradición de epopeya guerrera, sin lugar a dudas la resistencia mapuche contra la invasión incaica. Pues a fin de cuentas los incas no pudieron seguir avanzando hacia el sur y finalmente se devolvieron a la cuenca de Santiago y se conformaron con su dominio en el Norte de Chile, gracias a la astucia de sus mitimaes que habían sometido a los atacameños y diaguitas. Esta resistencia mapuche está corroborada por la arqueología, donde no hay huellas materiales contundentes más allá del sector central de Santiago. El Pucará de Chena es un buen ejemplo para referir junto con el cerro de la Compañía, en Angostura de Paine, como el último bastión inca. Además los incas reconocieron el dominio mapuche y desistieron de seguir luchando contra ellos, al devolverse por donde vinieron los
llamaron los aucas que significa “rebeldes”. Quizás, este episodio de rebeldía sirvió de preparación a los mapuches para resistir el contacto con españoles en la ya mítica “Guerra de Arauco”. No obstante los incas persistieron en Santiago algunas décadas, consolidando una ciudad que le venía como anillo al dedo a Pedro de Valdivia, amigo personal del rey Carlos V de España y, por lejos, mucho más inteligente que el tuerto Diego de Almagro.
Sobre la fundación de Santiago podemos hacer un contraste entre lo que dijo Pedro de Valdivia a sus escribanos Juan de Cárdenas y Alonso de Pastrana mientras dictaba la historia oficial de ser el primero en fundar la ciudad, trazar sus calles y chacras, versus las pruebas irrefutables de la arqueología (importantes son las contribuciones del arqueólogo Rubén Stehberg, entre otros especialistas e historiadores) las conclusiones de los estudios de Stehberg señalan que ya para el año 1400 Santiago contaba con calles, caminos, rutas, hidroagricultura, acequias, depósitos de alimentos, centros ceremoniales e incluso minería de oro y plata. Hay que entender eso sí que la ciudad no hay que verla desde una óptica europea, hay que entenderla desde una concepción incaica, más que nada un centro administrativo y ceremonial. Estas estructuras fueron destruidas en su mayoría por los españoles, sin embargo, sus vestigios nunca fueron borrados totalmente y salieron del subsuelo es decir del casco histórico de Santiago. Hay algunas pocas
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evidencias escritas sobre la presencia inca, pero resaltaremos la más llamativa: “…mandó al pregonero público de ella Domingo, de color moreno, que llamase a consejo y tañese una campanilla con que se tañe a misa en este pueblo, porque no había otra mayor, para que al sonido de ella, como era costumbre, se juntase todo el pueblo y común en un tambo grande que está junto a la plaza de la ciudad” (Actas del Cabildo de Santiago reescritas en 1861). El tambo grande hace referencia a un edificio público inca, “El Kallanka” ubicado en la Plaza de Armas de Santiago. Esta cita está relacionada con el día donde se elegirá al primer gobernador de Chile en 1541, es decir, se
usó la infraestructura existente al igual que la plaza inca y, a modo de conjetura, tal vez para dar una señal del nuevo dominio que se venía. Aunque hay que agregar que la plaza fue de inmediato modificada y sus trazados colindantes fueron un damero y una copia de una plaza militar romana.
Hay más fuentes donde se repiten varias veces la palabra inca, tambo, la casa del inca, los indios incas, entre otros. Sin embargo, los conquistadores se empeñaron en borrar el pasado, no obstante los indígenas no fueron observadores pasivos, el 11 de septiembre de 1541 Michimalonko les dio un castigo ejemplar a la nueva ciudadela de Santiago (500 habitantes aproximadamente) atacando, borrando y quemando sus frágiles cimientos, a tal punto, que Valdivia debió mandar a su gran amigo de confianza a Perú por refuerzos, es el famoso viaje de Alonso de Monroy que demoró más de la cuenta y da para otra novela, valga la redundancia. Por cierto no dejaremos de lado la heroína que fue Inés de Suárez, figura fundamental en aquellos años.
A modo de epílogo, en la actualidad, quizás no nos cuestionemos tanto nuestros orígenes ni le demos debida importancia a esos primeros años. Sin embargo, Pedro de Valdivia tiene calles y avenidas en casi todas las ciudades de Chile, estampillas, bustos, cuadros, colegios que llevan su nombre, una universidad y un largo etc., en contraparte, los incas poco y nada en Santiago. Por ende no es necesario borrar su legado, pero sí es importante dar una mirada más global a cómo fueron las cosas, a cómo se logró el sincretismo, el mestizaje y cómo se ve hoy el peso que puede tener un personaje histórico para las nuevas generaciones. Finalmente, para los amantes de la Historia, si pasan por Santiago, entren a la Iglesia de San Francisco en el centro, Alameda esquina metro Santa Lucía y fijen sus ojos unos cuatro o cinco metros sobre el altar mayor, ahí encontraran una virgen de madera policromada (en técnica de ebanistería) de unos 27 centímetros de alto, que viajó en las alforjas de Pedro de Valdivia, cruzó continentes, era su amuleto personal primero en Flandes, luego en el norte de Chile contra los atacameños, a esa imagen le rezaba en su creencia para ganar fe y fuerzas, esa misma imagen la usó en la segunda Ermita de Chile –la primera fue un precario altar en el cerro Santa Lucía– y la segunda bajo un frondoso castaño donde depositó la virgen del socorro o en esa época la “Señora del Bulto”. En ese castaño frondoso se edificó primero un altar y años después la iglesia más antigua de Chile de la orden de los Franciscanos, quienes custodian aún la imagen del fundador oficial de Santiago, pero que usó toda la ingeniería inca disponible en ese tiempo.
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LA CRISIS DE NUESTRO TIEMPO:
EL OLVIDO DE LA VIDA BUENA
La ética no es solo el cumplimiento de normas, sino el compromiso con la construcción de un mundo mejor.
Adela Cortina
POR GALO LÓPEZ ZÚÑIGA
Escritor, académico
LA MODERNIDAD COMO BÚSQUEDA ÉTICA
Permítanme iniciar este texto con la siguiente tesis: “la crisis hacia la cual ha evolucionado la sociedad moderna es, en el fondo y en esencia, una crisis ética”. Una afirmación que se sostiene sobre la base de que los graves problemas que nos aquejan en la actualidad están en el orden de: “qué entendemos por vida buena o, a la inversa, por una buena vida”.
Para demostrar esta tesis, vamos al origen de la modernidad, es decir, de esta era que comenzó a transitar de la mano de la razón. En efecto, la promesa de progreso que nos trajo tal modernidad requería del protagonismo humano, es decir, del hombre como promotor y actor de las profundas transformaciones que comenzaron a ver sus luces mediante la razón como nuevo instrumento para conocer y descubrir los nuevos mundos con sus nuevas verdades. Así, la pradera quedó abierta a tantos que ya podían iniciar la aventura transformadora de sus vidas y de la vida de todos; más allá de cada tiempo y lugar
como beneficiarios de esa promesa de bienestar y progreso enarbolada por una modernidad que tenía sus propios sueños. Lo que contrastaba con los atavismos estructurales y mentales; como también con las precarias y limitadas condiciones de vida que tantos padecían con antelación.
De esta forma, el origen de esta era moderna tuvo ese fundamento de bien y de una mejor vida para todos. En efecto, aun sus errores, había en sus cimientos ese fundamento, ese sueño y anhelo. Sí, es cierto que el transitar por ese proceso generó nuevos derroteros con sus nuevos equívocos y horrores; por cuanto el avance de la modernidad también iba generando en cada paso sus propios absolutos. Sin embargo, la verdad como siempre se torna esquiva a todos quienes tienen la arrogante pretensión de poseerla. Algo fundamental para que desde las sombras que siempre producen las luces, emerjan los testimonios de esos horrores, como también el poder para denunciar y activar las necesarias correcciones y cambios.
Así, un proceso dialéctico entre quienes conquistaban los privilegios que prodigaba la modernidad para algunos, con las verdades de aquellos otros con sus denuncias, sus propuestas y sus presiones. Acá,
nuevamente un fundamento ético sustentado en el horror explicitado en esa denuncia, evidenciando que la Vida Buena no llegaba a todos. Y peor aún, que marginaba a las mayorías. De esta forma, se reconocía el alto valor de la democracia como forma necesaria para dar valor a la plural diversidad, de tal forma de relevar la voz de los diferentes, de los oprimidos y marginados; a fin de que su padecer y su exclusión adquiera el peso político en medio de la disputa por el poder. Y nuevamente en medio de esta disputa una nueva dimensión de la Vida Buena, al tener -al menos- la posibilidad de transformarse en denuncia, en queja y en demanda. Más aún, frente a una institucionalidad que, pese a su resistencia, no tenía otra opción que abrirse a los cambios paulatinos que abordaran tales dolores y horrores.
En síntesis, reconociendo los logros y avances, no podemos desconocer que el camino de la modernidad no ha sido fácil, ni claro, ni ausente de grandes y graves dolores. Sin embargo, la idea de la Vida Buena ha sido el fundamento del hacer, de las denuncias y de las disputas entre quienes han presionado por tener la voz que ponga tales dolores en la agenda de las transformaciones. En otros términos, y aún los equívocos, el derrotero de la modernidad ha sido la búsqueda de una Buena o mejor Vida para la humanidad.
CUANDO LO INMORAL SE TRANSFORMA EN NORMA Y LAS MALAS PRÁCTICAS
SON FUNCIONALES
Sin embargo, ese común denominador reconocido en la Vida Buena como síntesis de la ética se ha desvanecido hasta quedar afuera de los anhelos, de los motivos y de las motivaciones. Simplemente, reemplazado por un individualismo militante, el cual es acicateado por el miedo y la inseguridad de tantos que viven en medio de la fragilidad existencial; es movido por la desconfianza que repliega hacia lo propio y es estimulado por la búsqueda del placer como placebo de una felicidad vivida a destellos. En ese contexto, hoy lo “Ético/Moral” se ha convertido en algo recurrente en el ámbito de los negocios, el comercio, la política, el diseño urbano y en general, en todos los aspectos de la vida en comunidad. Pero lamentablemente, esta recurrencia ha devenido como testimonio de la ausencia y de la laxitud en este orden de cuestiones. En particular, en el momento en que se toman las decisiones o en el que se ejercen las actividades cotidianas. Los casos y ejemplos –lamentablemente- abundan y van desde los comportamientos cotidianos que se ejercen de manera involuntaria, inconsciente, irresponsable,
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KEVIN
despreocupada e incluso aprovechada y desafiante. Pero también, los malos ejemplos abundan en el otro extremo, por medio de montadas estrategias diseñadas para engañar, disimular, ocultar, aparentar y desplazar. Formas premeditadas por expertos: directivos, letrados y versados muy bien formados y pagados para implementar las prácticas “adecuadas” en los mecanismos formales, en los escritos y contratos, en las operaciones administrativas y, en general, en la lógica de funcionamiento estructural, corporativo e institucional. Todas diseñadas para lograr una mejor posición, una ventaja o un beneficio; ya sea, al margen del esfuerzo leal y sincero o bien valiéndose de redes y contactos para el uso del poder que permite imponer abusos y condiciones. Ejemplos de todo ello también los vemos a diario: en la colusión de las empresas que trasgreden la condición exógena del precio y del mercado; en la publicidad engañosa para torcer la voluntad y las decisiones de la gente; en los contratos de adhesión que ocultan sus intereses en su entramado, en la incomprensión de sus usuarios y clientes o en la letra chica; en la promesa demagógica del político para lograr la adhesión de los electores; en el desplazamiento de los más vulnerables para aprovechar su ubicación, su trabajo o su posibilidad de subsistencia; en el esfuerzo corporativo de organismos empresariales, educacionales, de justicia y de salud, entre otros; los que se alinean detrás de un índice o de un indicador focalizándose en las variables esenciales para hacer de logros parciales, un resultado muy desproporcionado con el meta-relato que luego construyen demagógica y publicitariamente, etc.
Y en medio de todo esto un continuo de formas y categorías en donde la ética que mira hacia la Vida Buena, ha quedado afuera y reemplazada por la ganancia que viene con el saber aprovechar el momento y la oportunidad. Con ello, miles de prácticas nocivas para la sociedad y su gente cuya habitualidad las va normalizando. Así, entendiendo como “naturales” o como hechos generados de manera independiente de las condiciones estructurales de un modelo de sociedad que las ha producido y que el mismo se reproduce a través de estos mecanismos que se reiteran.
Pero ¿cómo explicar todo esto? Sobre esta pregunta pareciera que nuestra sociedad ha caído en un vacío de referentes, con actos y acciones que se agotan en cada circunstancia. Ante lo cual, debiéramos quedarnos con los intereses y con las acomodaciones del momento para obtener el mayor provecho posible de cada instante, es decir, un nihilismo marcado por la ausencia de sentido y de trascendencia.
En efecto, con tal ausencia de sentido y trascendencia, el poder y el dinero se han transformado en las aspiraciones fundamentales para sobrevivir y consolidarse en un mundo indiferente y que excluye. Surge así, la imperiosa necesidad de competir y confrontar al prójimo para ganarle a cualquier precio. Así también, para protegerse del miedo de caer en un vacío material que condena, degrada y compromete, aún más allá de uno mismo. Pero también –incluso– en un mundo en el cual ya no es suficiente el avance social y económico, el progreso y la superación de sí; ni siquiera el acceso a mayores niveles de consumo que fue la gran aspiración de los desposeídos. Es necesario ahora ubicarse por sobre los demás; no solo para evitar la exclusión, sino que quedar en el “selecto” grupo de los excluidores. Aquellos que ordenan, organizan y distribuyen la sociedad desde arriba, desde la exclusiva posición que el poder reserva para algunos.
En este contexto, vivimos en un mundo en donde todo puede llegar a tener un precio, en donde todo se transa, se estratifica, se segmenta y se descrema. En donde todo puede ser usado para una ganancia especulativa; independiente del costo real de las cosas. En donde el lucro se impone como fin último, la ganancia sin límites es la medida del éxito y en donde ojalá, los costos se transfieran a los otros para quedarse –algunos– con el máximo beneficio. En síntesis, el norte puesto en la ética de la Vida Buena ha quedado superado por prácticas amorales e inmorales que ya son la norma, hasta generar prácticas que se reiteran, que se impostan, que se imitan, que se reconocen y que se admiran.
EL TRÁFICO DE INFLUENCIAS
QUE SE APROPIA DEL ESTADO DE DERECHO
El Estado de Derecho ha sido uno de los principios fundamentales de la modernidad, de la democracia y los valores republicanos. En efecto, ha sido el reconocimiento del imperio de la ley, en tanto norma justa que nos mandata a todos, sin que ningún poder personal se arrogue dominio alguno sobre los otros. Simplemente, todos vivimos inmersos en un cuerpo jurídico gestado en función de la convivencia y el bien de toda la sociedad.
Sin embargo, ese principio ha quedado cautivo y subordinado a las redes de poder que tejen su propio y conveniente entramado, siguiendo una particular lógica que ya se ha hecho doctrina. Para ello, se forman “conspicuos y doctos testaferros”, fabricados a la sombra de “prestigiadas” escuelas y destacados por sus finas y silentes redes de contactos. Todos como voraces y contestes guardianes pretorianos,
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formados para defender y acrecentar el peculio de sus mandantes. Jurisconsultos instruidos para cautelar la propiedad y hacer de la apropiación un “derecho” que le cabe a esos mismos que detentan el poder y el dinero. Operadores comunicacionales contratados para prefabricar y producir percepciones convenientes que “laven” imágenes para “blanquear” la reputación de sus mandantes. Así como también, timbaleros que han aprendido a exigir el ritmo de la eficiencia y de la productividad que requiere esta galera que aliena el trabajo detrás del lucro privado. Todos profesionales: expertos en privatizar las ganancias y socializar las pérdidas; expertos en triangular y soslayar impedimentos legales; expertos en sustituir el fondo de las cosas con formalidades y procedimientos para aparentar contenidos; expertos en traficar influencias para ganar anticipadamente; expertos en montar entramados fácticos para torcer los procesos; expertos burócratas en custodiar un orden formal vacío y conveniente a intereses particulares; expertos para mantenerse en el poder pagando con regalías y beneficios a quienes los elijen. En definitiva, expertos en multiplicar la riqueza personal, la de sus parciales y la de sus patrones; expertos en la concentración del poder, anulando cualquier obstáculo, transfiriendo los costos y derivando los gastos en los otros; así como también, expertos en editar la realidad para crear una verdad conveniente. Y todo ello, sin importar mayormente las consecuencias que se puedan producir, más allá del beneficio particular que se pretende; a no mediar sanciones explícitas que arriesguen el patrimonio propio o el de sus mandantes.
Atributos estructurales, muy propios de una desvirtualización instrumental de los valores del trabajo, de la libertad y del mismo capitalismo; en definitiva, de los valores de la modernidad. Pero que permiten ejercer diversas prácticas muy funcionales para la creación y acumulación exclusiva y excluyente de la riqueza, que los mismos controladores de la sociedad y detentores del poder, exigen. Y todo ello, modelado y teorizado desde esas influyentes Escuelas, montadas en redes que las subordinan funcionalmente a esa estructura de poder e influencia. Escuelas con sus “brujos” para enseñar y “seguidores” para aprender esa misma doctrina; sin importar mucho: dónde, cómo o quién pagará los costos sociales, quién se hará cargo de las externalidades negativas producidas; o bien, como crear las argumentaciones convenientes en cada ocasión.
En definitiva, un contingente de expertos en transformar el Estado de Derecho, desde un Principio Jurídico a un simple Producto Comercial. Pagado por
quienes necesitan prefabricar las normas según el poder y el dinero dispensado por quienes requieren de una normativa ad hoc.
LA CRISIS COMO LA PÉRDIDA
DEL SENTIDO ÉTICO DE NUESTRA SOCIEDAD
Derivado de todo esto son variados los hechos, las denuncias, las querellas, los sentimientos de abusos, de injusticias y aprovechamiento que están colmando titulares de prensa, programas de televisión, procesos judiciales y cuestionamientos sobre las formas como se están haciendo las cosas para lograr particulares e interesados fines. Así, hay en el ambiente una sensación de saturación, de desconfianza y de pérdida de la capacidad de asombro respecto de malas prácticas o de cuestionables comportamientos “Ético/Morales”. Y ello, desde las mismas elites, las que han venido permeando con tales prácticas a toda la sociedad. Lo que va desde quienes entienden que si no se juega con esas reglas se anulan todas sus posibilidades, hasta quienes decididamente se prestan para promover tales prácticas. Generando así creencias, actitudes y convicciones en una co-
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munidad que ya está cuestionando la legitimidad de las distintas formas y manejos organizacionales e institucionales, tanto públicas como privadas. Hecho particularmente grave para la convivencia social, la paz interna, el progreso del país y de cada una de las personas.
En efecto, cada vez se está avanzando más en la convicción de que la única forma de progresar es lograr ubicarse en las posiciones “adecuadas”; a fin de quedar a resguardo, protegido de tantos que anhelan lo mismo y, particularmente, para acceder a las redes exclusivas que teje el poder. Lo que se logra recurriendo a formas incorrectas o discutibles; y para ello, es licito seguir el camino fácil, aprovechando el momento y la impunidad, argumentando una justificación de algo inmoral con un simple fundamento que sólo lo explica, jugar al borde de la ley, torciendo su interpretación, saliéndose de sus márgenes e incluso haciendo de ella la medida o el tope de la Ética. O bien, otros tantos que asumen el camino de la resignación y a la espera de que el azar los beneficie con el éxito y la fortuna. Obviamente sin mayor esfuerzo.
Al respecto y a modo de corolario, vemos en todo
esto que nuestra actual crisis es en esencia una crisis ética, en tanto que hemos quedado desconectado con algún sentido de la Vida Buena como proyecto existencial. Simplemente, hemos validado como hábito el uso de prácticas que nos alejan del sentido y la trascendencia de la vida, más allá del provecho que le podemos sacar a cada momento. Y ello, a nuestro juicio, sustentado en la sensación de fragilidad existencial, de vivir en un mundo que estratifica, segrega, margina y excluye. En síntesis, determinados a vivir en un permanente estado de angustioso apremio. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué nos ha llevado por este camino?; ¿se trata solo de prácticas inconexas derivadas de gente que ha decidido marginarse de la corrección en su actuar?; o bien, ¿de algo más complejo, de diversos hechos que van emergiendo de manera sintomática, respecto de una forma de concebir a nuestra sociedad?
A modo de respuesta, dejo la siguiente pregunta: ¿qué haría cualquiera puesto en este contexto, con la impunidad y con poder suficiente para decidir y actuar con todo el respaldo legal y fáctico de una realidad que se ha consolidado por medio de estas prácticas?
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CRISIS DE LA EDUCACIÓN ESCOLAR PÚBLICA EN CHILE
POR FELIPE QUIROZ ARRIAGADA
Magíster en Psicología Educacional, magíster en Educación, mención Currículum e Innovaciones Pedagógicas, profesor de Filosofía. Licenciado en Educación
INTRODUCCIÓN
Deserción, violencia, bajos puntajes, altos indicadores de problemas de salud mental, absoluta crisis de los establecimientos emblemáticos, agobio laboral docente. Esto y mucho más devela el actual escenario de la educación escolar pública en el país. Si bien, por una parte, no habíamos tenido tanta política pública en materia educativa que reflejara tal nivel de preocupación por la inclusión y el trato equitativo para todos los integrantes de las comunidades educativas, por otra parte, las mismas comunidades reflejan fragilidad y vulnerabilidad respecto de la convivencia escolar, como es difícil constatar en otro periodo de nuestra historia reciente. Estamos, entonces, ante un contexto tan problemático como paradójico. La política de no selección, expresión directa de lo señalado en primera instancia, se encuentra hoy en el centro del debate, ya que, a todas luces, no está generando aquello por lo cual fue implementada. No es extraño escuchar hoy, tanto en el debate público como en comentarios y conversaciones personales, que la medida no solo discrimina, sino que lo termina haciendo arbitrariamente. El impacto en los establecimientos
emblemáticos pareciera ser tan incontestable como dramático. Hasta hace pocas décadas, estos colegios representaban la única posibilidad de movilidad social para estudiantes provenientes de sectores con bajos recursos, quienes, mediante la herramienta del mérito académico, podían postular e ingresar a establecimientos gratuitos que obtenían los puntajes más altos del país. Hoy, colegios como el Instituto Nacional o el Liceo de Aplicación, por ejemplo, miran desde una infinita distancia a los establecimientos con mejores puntajes, los cuales, todos ellos, resultan ser colegios privados de elite, que no solamente seleccionan en función del rendimiento académico, sino que lo hacen hasta por lugar de procedencia, capital cultural, ingresos económicos, familia y redes de contacto. Aún más problemático resulta que todos estos colegios, públicos, particulares subvencionados y privados, compiten de acuerdo a los mismos instrumentos y criterios estandarizados, siendo este uno de los motivos que mejor explican la abismal y exponencial diferencia que se genera entre los resultados de los primeros respecto de los últimos. Entonces, y en base a resultados y no de meras intenciones, es necesario cuestionar quienes se ven realmente beneficiados y perjudicados con la política en cuestión. A todas luces, las familias y estudiantes de estratos sociales económicamente vulnerables. La brecha social, entonces, se profundiza, con las consecuencias que ello puede significar no
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solo para las actuales generaciones productivas del país, sino con las del futuro de mediano plazo. Pero la actual situación amerita revisar el contexto histórico y político que le dio origen, ya que la raíz del problema es profunda, y las responsabilidades, por completo, compartidas por las fuerzas políticas, así como por la ciudadanía en su conjunto.
LA HERENCIA DE LA DICTADURA
El debilitamiento de la educación pública comienza, en nuestra historia reciente, con la municipalización, entre otros motivos. Este tipo de políticas genera una brecha inevitable cuando la responsabilidad social de educar a la ciudadanía queda supeditada al financiamiento dispar entre municipios en extremo diversos y desiguales. Junto a ello, la filosofía en la base del modelo se expresa de acuerdo a un rol subsidiario del Estado respecto de un derecho social, como es la educación, dando impulso al florecimiento de colegios privados y de financiamiento compartido, los cuales, para ser sostenedor de uno de ellos, bastaba con tener los recursos necesarios para hacerlo, y ninguna competencia educativa asociada, ni preparación pedagógica previa. De esta manera, salvo en los colegios públicos de larga tradición académica (los denominados emblemáticos), las familias intentaban obtener matrícula en establecimientos privados o particular-subvencionados, por sobre los municipales. Este fue el escenario que dominó, mayoritariamente, a la educación chilena en la primera década del retorno a la democracia.
Junto con lo que nos señala la administración de los códigos de dependencia de los colegios en Chile, en esos años, es necesario comprender el contexto teórico que comenzaba a dominar en la investigación educativa, en el mundo entero. Las teorías y metodologías conductistas y academicistas, que habían dominado a la educación de la primera mitad del siglo XX, entraban en crisis desde los años setenta, en adelante, siendo reemplazadas, en los países desarrollados, principalmente europeos, por modelos constructivistas, mediante los cuales el proceso educativo no está determinado ni validado solo por calificaciones y el logro de resultados estandarizados, sino de acuerdo al nivel de profundidad y significación emocional del aprendizaje, para el proyecto de vida de cada estudiante. Esto se vio fortalecido con la llegada de los años noventa, con las propuestas filosóficas, en materia educativa, de los pensadores Delors y Morin, respectivamente, así como por el psicólogo Edward Gardner, quienes presentaron una visión múltiple, integral, holística y compleja, de la naturaleza del saber humano, y de las formas en las que
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este aprende y desarrolla su personalidad en términos integrales. Similar transformación se evidenció en el ámbito curricular, con el término del imperio de la racionalidad técnica, por completo coherente con el enfoque conductista, hacia racionalidades prácticas, críticas y post críticas, de acuerdo con las cuales el proceso de enseñanza/aprendizaje trasciende, definitivamente, la reproducción de contenido, motivando a los estudiantes a cumplir un rol protagónico en el desarrollo integral de su personalidad, mediante las oportunidades, experiencias y socializaciones que es capaz de brindar un contexto educativo motivante y significativo.
Este nuevo enfoque, profundamente humanista, en el campo de la reflexión intelectual y académica, respecto de la educación del siglo XXI, también impacta a las formas en que se comprende la evaluación. Hasta ese momento de la modernidad, esta fue interpretada como un rígido instrumento de medición de resultados estandarizados, al cual el rendimiento de los estudiantes se debía ajustar. Desde la aparición de los enfoques señalados con anterioridad, la evaluación misma pasa a ser una estrategia más de aprendizaje, ya que lo que se busca con la retroalimentación es que los estudiantes aprendan, y no otra cosa. Ante ello, se comienzan a masificar modelos educativos como el de Finlandia, por ejemplo, en el cual, en los primeros ciclos de enseñanza, dejan de existir evaluaciones regulares calificadas como evidencias de aprendizaje, y en donde la evaluación formativa y de proceso es sistemática y permanente. Volviendo al contexto nacional, en el debate político respecto de la educación se instala la idea de avanzar en función de estas teorías educativas de vanguardia, implementando una reforma educativa que permita tener horas de dedicación estudiantil al aprendizaje de saberes y al desarrollo de inteligencias integrales y diversas. De esta manera, se instala la Jornada Escolar Completa (JEC) con la finalidad de colocar al país no solo nominalmente entre los países en vías de desarrollo que hacen esfuerzos genuinos por cumplir con los estándares de la OCDE. La idea de la JEC, por lo menos en la declaración, era que en las jornadas de la tarde los estudiantes pudieran realizar talleres orientados al desarrollo de las artes, la literatura, el deporte, y un conjunto de habilidades que no estaban contemplados en el currículum nacional explícito, ni operativizados en los planes y programas de cada asignatura.
Junto a ello, la JEC posibilitaba que los establecimientos educacionales pudieran hacerse cargo de una realidad que el mundo neoliberal imponía inevitablemente, esto es, que los padres cuidadores
de cada familia debían ambos trabajar igual cantidad de horas laborales para cumplir con los exigentes estándares de vida que la sociedad de consumo exige, así como con las perspectivas macroeconómicas de crecimiento proyectadas por un país por completo alineado con los imperativos del modelo. Lo que terminó ocurriendo con la implementación de la JEC en la educación chilena devela al segundo de los motivos expresados como al predominante, ya que el tiempo de la tarde a disposición de nuevas formas innovadoras de enseñanza fue reemplazado por reforzamiento para las asignaturas vinculadas a las pruebas estandarizadas de acceso universitario, o sea, para cumplir con lo medular de los imperativos de los enfoques academicistas, conductistas y técnicos, en educación. O sea, respecto de lo estrictamente educativo, se terminó haciendo exactamente lo opuesto a lo declarado.
COMIENZO DEL SIGLO XXI: LAS MOVILIZACIONES ESTUDIANTILES
Desde el antecedente del escenario identificado de finales del siglo pasado, el actual milenio comienza, en Chile, con la educación en el centro de las movilizaciones sociales más importantes del último tiempo. Primero con la movilización de los estudiantes secundarios de 2006, que apuntó al centro del problema del lucro en la educación, operativizado en la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, LOCE, impuesta por la dictadura militar en los últimos días del régimen, y que amarraba gran parte del desarrollo educativo del país de acuerdo a los imperativos del modelo neoliberal. En segundo lugar, las movilizaciones de estudiantes universitarios ocurridas en 2011, las cuales apuntaron nuevamente al lucro, pero en el ámbito de la educación superior. Ambos procesos, si bien multiplicaron las críticas a la educación en formato neoliberal que imperaba en el país, también significaron la posibilidad de instalar discusiones educativas de acuerdo con las cuales se pretendía avanzar de forma auténtica hacia la instalación de valores culturales más diversos, democráticos e inclusivos.
Esto provocó logros significativos, no solo al transformarse la ley (de la LOCE a la LGE), sino en la instalación de una forma de valoración en la cultura, coherente con los principios y fundamentos filosóficos y educativos señalados con anterioridad. Durante el mismo periodo se avanza en una carrera docente, que significará una transformación importante en cuanto a remuneraciones del profesorado, lo que no siempre ha ido de la mano con la valoración social de la profesión, lamentablemente. Finalmente, hacia
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el segundo gobierno de Michelle Bachelet, se logra la gratuidad para la educación superior, hito que marca una transformación profunda en la sociedad chilena, así como en la cultura organizacional de las universidades que adscriben a la gratuidad. Los imperativos posicionados en la cultura nacional, coherentes con los procesos anteriormente señalados, obligan a los establecimientos, tanto escolares como de educación superior, a instalar políticas, modelos, protocolos y prácticas que fomenten la inclusión, la equidad de género, la prevención contra toda forma de discriminación y violencia, y a potenciar formas de participación estudiantil orientadas al bienestar de la comunidad. Es en este marco axiológico donde el proceso de no selección se logra instalar, comprendiendo que la educación pública es un derecho de todos y todas y que, por lo tanto, no debiera estar sujeto a procesos de selección que representasen, finalmente, formas de discriminación.
LOS PROBLEMAS DE FONDO
Sin embargo, hoy el panorama educativo no es generoso al evidenciar frutos deseables de la política instalada, ni de los principios que la inspiraron. Y es que entre las generaciones de jóvenes que han sido formadas entre medio de esta misma transformación, se develan alarmantes cifras respecto de salud mental, por ejemplo, así como en las actuales, la situación va en aumento. Si uno analiza tanto las teorías señaladas, así como las cifras, se manifiesta inevitablemente un escenario paradójico, ya que en épocas de innegable preocupación y ocupación respecto de políticas que vayan orientadas hacia el fortalecimiento de la sana convivencia y del bienestar psicológico de las personas, es precisamente en este punto donde lo que se manifiesta es fragilidad, mucho más que estabilidad. Junto a ello, la deserción estudiantil y el aumento de la delincuencia juvenil presenta cifras en extremo alarmantes. ¿Cómo se explica esta situación? Por cierto, el contexto es multifactorial y, esencialmente, complejo, por tanto, lo peor que se puede hacer es buscar simplificaciones que funcionan casi siempre como remedios peores que la enfermedad. Sin embargo, resulta innegable que una de las premisas que pudieran entregar luces respecto de las causas del estado actual de la cuestión pudiera ser la falta de contextualización con la cual se han aplicado principios y teorías correctas, pero desarrolladas en escenarios culturales por completo diferentes a la realidad nacional fáctica.
Un buen ejemplo de ello lo representa la tan extensa y agotadora referencia constante a la sociedad finlandesa y a su laureado sistema educacional. El
caso de Finlandia es interesante de analizar no solo por sus resultados -lugar hacia donde pareciéramos querer llegar sin el proceso que los generó-, sino que, principalmente, por el método que logró obtenerlos. Después de una profunda crisis social, la política del país logra un acuerdo nacional en función del cual se considera, desde ese momento en adelante, que la educación sería la primera prioridad del Estado, ya que de ella dependen de que todas las demás lleguen a buen puerto. Tal acuerdo permite generar el contexto cultural para que los establecimientos educacionales públicos tengan los recursos necesarios, así como los docentes las condiciones económicas y laborales idóneas para el desarrollo de una educación del más alto estándar mundial. En efecto, la profesión de educador, en el país nórdico, requiere ser de las más exigentes en la oferta curricular universitaria, y es, sin duda alguna, la más prestigiosa para la sociedad finlandesa. En un contexto como el señalado, no resulta extraño que tal sistema educativo pueda estar en condiciones de aplicar políticas coherentes con una visión avanzada de la sociedad, ya que esos principios resultan perfectamente viables de lograr. Pero en nuestra realidad nacional, la situación es, por lo menos, en extremo diferente. Si bien ha existido un constante aumento del presupuesto en materia educativa, esto no ha ido de la mano con una gestión racional respecto de cómo ese aumento se traduce en mejores espacios colectivos de aprendizaje. Por otra parte, ante la última gran crisis social experimentada en el país, la del estallido de 18 de octubre de 2019, los intentos de acuerdo, mediante dos procesos constituyentes consecutivos, no lograron ningún acuerdo nacional respecto de un proyecto de país hacia donde apuntar los esfuerzos de la política. Es importante destacar este punto ya que la oportunidad de tal acuerdo la tuvimos, y no la aprovechamos.
Esto deviene en un conjunto significativo de anomalías que impiden el cumplimiento de lo que, en efecto, por ley se debiera realizar. Hoy no es extraño escuchar de establecimientos educacionales que no aplican adecuadamente el protocolo correspondiente que permita la regulación de estudiantes que, por algún tipo de diagnóstico psicológico, por ejemplo, se desborden. Sin el procedimiento adecuado, y muchas veces sin cantidad de especialistas suficientes para la cantidad de estudiantes que puede tener un colegio, la responsabilidad recae en docentes a quienes nadie ha formado en especialidades y habilidades que dependen de otro tipo de profesionales, lo cual, junto con representar un problema para el estudiante en el reconocimiento y protección de sus derechos,
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también deviene en agobio laboral para los docentes. Por otra parte, en el ámbito de la educación superior, tanto pública como privada, las universidades deben aplicar la política pública, por cierto, y a la vez, formar en el rigor que cada profesión impone para el cumplimiento de perfiles de egreso con el cual no solo responder a la promesa formativa al estudiante, sino a la responsabilidad social que significa titular a nuevos trabajadores competentemente calificados para el servicio de los demás. Se impone, de esta manera, el hermoso pero enorme desafío de formar a una cantidad importante de jóvenes que presentan significativos vacíos epistemológicos y educativos, en estándares científicos y académicos, de los cuales nadie antes se hizo cargo. A esto se suma que, de acuerdo con
las cifras psicológicas de las últimas décadas, existe un aumento paulatino entre la población joven en los niveles de estrés, ansiedad y depresión, a lo cual la Institución de Educación Superior también debe responder. En este contexto es necesario preguntarnos, como sociedad, con honestidad: ¿existe el fundamento cultural para que dicha tarea sea viable para nuestras actuales instituciones? Ya que, en una forma de vida instalada donde la competencia se ha impuesto como un valor infinitamente más importante que la solidaridad, por ejemplo, ¿es realista pensar que esa misma educación se podrá hacer cargo de generar una cultura de la inclusión, como respuesta a un mandato y no a una forma de convivir en sociedad? Y es que en Chile estamos acostumbrados a pensar que la norma hace a la cultura, cuando es al revés. O, acaso, ¿el respeto genuino por la diferencia se puede garantizar mediante decreto? Finalmente, ¿pueden las normas de la democracia florecer y aplicarse en un contexto de convivencia social que no sea democrático? Ni la democracia, ni la tolerancia, ni la inclusión, finalmente, son bondades sociales que se logran de forma automática. Requieren de una forma de convivencia previa, entre las personas, la política y las instituciones.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Hoy, los establecimientos de educación escolar pública sufren una crisis cada vez más profunda, que trasciende un tema exclusivo de financiamiento, y que tiene consecuencias más allá del mismo nivel educativo, ya que impacta de forma directa en el nivel
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de educación superior que debe hacerse cargo de brechas, tanto sociales como académicas, que no sabemos con certeza si está preparado para realizar. Los resultados que reflejan los anteriormente llamados colegios emblemáticos no solo los dejan completamente afuera de la frenética carrera por el ascenso social de sus estudiantes, sino que demuestran que los esfuerzos políticos, académicos y sociales que se han realizado por instalar principios y valores democráticos e inclusivos no están dando los frutos esperados, no porque estos valores y principios carezcan de sentido, sino porque para lograr aplicarlos se deben generar, primero, acuerdos respecto de un proyecto de país común, junto con modelos y estrategias viables de ser aplicadas.
Lo verdaderamente preocupante de este estado de cosas es que cuando las buenas ideas se defienden equivocadamente, pueden generar la apariencia de que pésimas ideas se dejen de considerar como tales, y tomen el relevo cultural con mayor velocidad de lo que nos gustaría imaginar. El fracaso de una cultura de la democracia es en extremo preocupante, ya que incita al nacimiento de discursos mediante los cuales se ocultan autoritarismos de diferente tipo. Es de urgente necesidad que se entregue el apoyo necesario a la escuela pública, no para que responda de manera autómata al check list que exige la política pública de nuestros días, sino para que esté en condiciones
de generar ambientes de genuino bienestar social, y que ante la oferta cada vez más presente del crimen organizado, por ejemplo, la escuela tenga recursos valóricos suficientes para que la juventud valore una cultura de la paz, por sobre una de la violencia. Pero, si continuamos intentando implementar políticas inclusivas, al mismo tiempo que se siguen imponiendo los imperativos de la competitividad y al dinero como valor predominante en la convivencia social, ¿de qué manera puede ser más atractivo para una juventud abandonada ganar un poco más del mínimo mensual por una profesión maltratada como la docente, por ejemplo, a cambio de ganar ese mismo mínimo con una hora dedicada al narcotráfico u otras formas de delincuencia? ¿Es tan difícil comprender que, si todo se valora en términos de negocio, es un pésimo negocio el que como sociedad le ofrecemos a la población joven que sobrevive en espacios económica, social y culturalmente vulnerados? No hace falta señalar quienes pagan el costo final de todo esto; primero lo hace la juventud, pero después lo termina haciendo la sociedad completa, y la solución no llegará con aumentar el financiamiento en materia de seguridad, no es exclusivamente un problema de capital ni de armas, ya que estos son medios y, como tales, no son moralmente perfectibles ni corruptibles; cuando las redes del problema habitan en las conciencias de las personas, es ahí donde debe apuntar la solución.
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EL HUMANISMO: AYER, HOY, SU FUTURO
“Una época no puede establecer un pacto que evite que las épocas subsiguientes amplíen sus ideas, acrecienten sus conocimientos y purguen sus errores. Esto supondría un crimen contra la naturaleza humana, cuyo auténtico destino reside precisamente en semejante progreso”.
Steven Pinker, “En defensa de la Ilustración”
POR RUBÉN LEAL RIQUELME
Doctor en Filosofía, con mención en Epistemología de las Ciencias Sociales
Si observamos la Historia de las Ideas, en Occidente, distinguimos dos modos de referirse al pensamiento humano: por una parte un criterio lineal, que facilita la construcción de una “línea de tiempo”, que desde la infancia nos enseñaron a dibujar, especialmente cuando cursábamos cuarto, quinto y sexto año primario (hoy básico); y un segundo criterio, que en las últimas décadas nos alteró esa visión “ordenada” de pensar, y que en este escrito llamaremos “pensamiento complejo”, idea tomada de Edgar Morín.
En este contexto, si nos preguntamos acerca de cómo surge la corriente de pensamiento llamada Humanismo, necesariamente tenemos que buscar sus raíces en los orígenes del pensamiento occidental, por otra parte, y sin desconexión con esto, reconocer que durante el siglo XVII toma fuerza el concepto de Ilustración, a propósito de la “revolución científica” y del protagonismo de la razón para explicar y resolver los problemas. Esta es la época, además, donde alcanza su pleno apogeo el “liberalismo clásico” de la primera mitad del siglo XIX.
El “pensamiento lineal” se origina en los Principios de Identidad, de Contradicción y de Tercero Excluido, que sirvieron para la formulación del Órganon aristotélico y que cimentaron su propuesta metodológica (“Lógica”: el concepto , la proposición , el razonamiento y el discurso). En el marco de
este modo de pensar, si tomamos el “Principio de Identidad”, afirmaremos que “A es igual a A”, y no es posible que “A sea B” al mismo tiempo. Esto facilitó el desarrollo del pensamiento –lógico-, propio de Occidente como decíamos, y también permitió que aprendiéramos de memoria extensas poesías, que de tanto repetirlas éramos capaces de declamar a nuestros compañeros de curso.
La Neurología, por su parte, nos señala que el “pensamiento lineal” facilita el desarrollo del lóbulo cerebral que motiva nuestra memoria, pero, a la vez, nos ha facilitado nuestra capacidad de sentir y de integrar, propios del sistema límbico y del lóbulo prefrontal. Esta última limitación significa que “no sabemos lo que sabemos”, es decir, hemos desarrollado una manera sesgada de pensar que limita nuestra capacidad interpretativa, que somos lo que pensamos y sentimos con nuestro cuerpo, que las alegrías y el miedo no serían nada sin el latido agitado del corazón.
El carácter lineal se mantiene hasta gran parte del Siglo XX, es decir, el pensamiento vertical, de izquierda a derecha, forma parte de como pensaron los griegos, medievales, pensadores renacentistas, e incluso en tiempos cuando emerge la ciencia moderna.
Lo expresado, se vincula al gran tamaño que tiene el cerebro humano comparado con el de otros seres vivos y que ha impactado en el aumento de tamaño de los lóbulos frontales. Neurofisiológicamente, esto se vincula al desarrollo de las capacidades del lenguaje simbólico, las capacidades intelectuales de comprensión y juicio, de elegir y decidir, las diversas facultades intelectuales y aptitudes sociales como la empatía y la cooperación, que conforman un rasgo esencial de la sensibilidad moral y del área emocional de nuestro cerebro.
En este contexto nos surgen preguntas como, ¿por qué hoy hablamos de caos, desorden, alteración de valores, emancipación de contradicciones sociales, que nunca habíamos imaginado?, ¿acaso la contradicción, sociedad global y local por ejemplo, no colisionan permanentemente y nos impide comprender que este fenómeno no es bueno ni malo?, o ¿antes estos fenómenos no existían?; pero ¿por qué ahora los inteligimos, y cada vez nos son más evidentes y aun así los calificamos de negativos?
¿No será que los fenómenos sociales, humanos, siempre han existido y nunca los “habíamos visto”? Si siempre han existido y se muestran con ropaje distinto en cada época, ¿solo constituye un problema de “nuestros lentes culturales”? “No vemos lo que miramos y lo que miramos no es como lo vemos”, expresa Heins von Foerster. Nuestro sistema cognitivo opera desde la “clausura operacional”, la “auto referencialidad”, y
conocemos “mediante distinciones”, sostiene el autor del “constructivismo radical” y del “pensamiento de segundo orden”, como Gregory Bateson, autor de “Teoría de la Mente”.
A nuestro parecer, se trata de una cuestión de validación de la “subjetividad”, y de las “relaciones intersubjetivas” que dejan atrás la idea de objetividad en la cual nos habíamos formado. En este punto coinciden varios pensadores contemporáneos, es el caso de Alfred Schütz, de Edmundo Husserl a Martin Heidegger, o desde Michel Foucault hasta Zigmund Bauman, quienes con su particular originalidad, abren una nueva época, una nueva ética y un nuevo modo de interpretar los fenómenos humanos.
Ya no somos los mismos, ya no pensamos igual que ayer. A veces lamentamos no comprender y hasta descalificamos a quienes la cultura los ha impactado de manera distinta a al acostumbrada. De no superar nuestra situación, quedaremos al margen de los acontecimientos que vive la humanidad.
En el presente trabajo, no aludiremos directamente las características y los autores del Humanismo, aun cuando intentaremos mostrar las bases de ese modo de pensar rezagado (la razón, las ciencias modernas y el progreso del conocimiento), y por qué emerge uno nuevo. No obstante, nos comprometemos compartir nuestras dudas acerca del modo como pensamos y resolvemos nuestros problemas que, habitualmente, nos parece única y “normal”.
Entonces, en este escrito nos preguntamos si estamos en una nueva época, de la cual pocas veces sospechamos y que casi no nos damos cuenta.
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NUESTRO
“AUTOENGAÑO”:
EXPLICATIVO Y DE RESOLVER NUESTRAS DUDAS
Los fenómenos que ocurren en la actualidad, sean naturales y/o sociales, los observamos con los “lentes culturales” que traemos desde nuestra familia, educación y cultura, y por lo habitual no nos preguntamos si la separación objeto y sujeto constituye una expresión real. Mas, siempre vemos y asumimos que ellos son distintos de nosotros y nuestra aspiración es que nuestro intelecto se acerque, para explicarlos. En el mismo sentido, damos por sentado que nuestros sentidos nos informan fidedignamente para (ver a René Descartes), sin cuestionar la información que nos dan, proceder a explicar. Si nuestras observaciones coinciden con lo que explicamos, entonces hablamos de verdad. Este criterio epistémico cobra relevancia con Aristóteles y se fortalece con el pensamiento renacentista (con los aportes de Galileo y de Francis Bacon).
Este modo de pensar, del cual no dudamos, se ha fortalecido a partir el siglo XVI: ante nosotros se encuentra un árbol, lo observamos visualmente, olemos sus hojas y fruto y declaramos, Es un boldo; describimos su follaje, nos referimos a sus virtudes curativas y nos arriesgamos a degustar sus frutos, que nos parecen sorpresivamente dulces. Así construimos el conocimiento del árbol-boldo, y más tarde nos referirnos a él, lo describimos y expresamos nuestra admiración sin que esté presente. El sujeto conoce al objeto.
Este modo de pensar, cuando se trata de personas, cobra vital relevancia con los griegos clásicos; sin embargo, es secundario con el teocentrismo medieval. No obstante, retoma fuerzas con el advenimiento del Renacimiento cuando la razón, nuevamente, es usada para explicar. Es superada la fe, y de manera inversa a la antigüedad se pone en el centro de las preocupaciones al ser humano, es decir, vuelve a nacer la razón, pero, ahora de un modo inductivo (de lo particular a lo general).
Por eso filosofía y ciencia, que se confunden en la antigüedad y en el medioevo, comienzan a tomar caminos distintos a partir de los siglos XVI y XVII. Surgen las ciencias modernas, particulares, sustentadas en criterios experimentales que introduce Galileo, y la idea de objetividad que “insinúa” Francis Bacon. Estos criterios paradigmáticos se articulan con la exigencia racional que establece René Descartes en el siglo XVI. Desde entonces las ciencias modernas incorporan un modo de pensar “antitético”, afirma Georg Hegel. Esta denuncia la realiza desenfrenadamente Friedrich Nietzsche. Es un modo de pensar esquizofrénico, declaró personalmente para llamar la atención.
El problema es que no nos detenemos a considerar que los criterios explicativos, incluyendo el científico, han sido esfuerzos creativos de seres humanos, ello, debido a la necesidad de “correr el velo”, de “develar la realidad” afirmaban los griegos. Es decir, somos juez y parte para dirimir lo que consideramos verdadero; más aún, hemos sido capaces de sostener que existen verdades con minúscula (particulares) y verdades con mayúscula (generales). Asumiendo que las primeras son posibles gracias al esfuerzo de los científicos (naturales y sociales). Aceptamos que las verdades particulares son provisionales, contienen un margen de error, aun cuando logran el supuesto prestigio de objetividad gracias a los métodos inventados por nosotros mismos. ¿Cómo es posible que una explicación sea objetiva, si somos nosotros los creadores del criterio para otorgarle ese estatus?, ¿cómo una explicación puede ser objetiva, si mediante nuestra subjetividad hemos construido el método que usan los científicos?
Sabemos que la cuantificación de la realidad nos ayuda en este propósito de objetivación. Pero, si nos detenemos a pensar con autores como Mario Bunge, aceptaremos que sólo la Lógica y la Matemática construyen verdades exactas y definitivas. Entonces, ¿cómo es posible que las únicas dos ciencias que trabajan con objetos inmateriales -como los números y los signosaceptemos incuestionablemente que dos más dos es cuatro? Las verdades de la física y de la biología no son exactas, son provisionales decíamos, y sí aceptamos que dos más dos es cuatro, no obstante las primeras trabajan con objetos fácticos (que vemos, tocamos, medimos), y las segundas con objetos inventados por nuestra imaginación; entonces, ¿dónde queda nuestra coherencia de lo que afirmamos?
“ESTAMOS
CONDENADOS
A SER LIBRES”, SENTENCIA JEAN PAUL SARTRE
Pensar es un ejercicio posible gracias a nuestra naturaleza humana. Ello lo ejercemos en virtud de una capacidad desarrollada cultural y educacionalmente, claro, pero este ejercicio también trasciende el modo cotidiano: cuando pensamos y elegimos tomamos caminos que comprometen nuestros proyectos, comprometen nuestra existencia. Todos tenemos la capacidad de pensar, y de hecho la ejercemos; sin embargo, habitualmente no somos conscientes que pensamos desde donde se encuentran los cimientos de como pensamos. Esto es la lógica del pensar, diferente en cada cultura.
En nuestro pensar y ejercer la libertad podemos acertar y también equivocarnos, pero ¿quién resuelve
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el dilema de la asertividad?, ¿quién define si nuestros pensamientos y conclusiones son verdaderas o son falsas? Es evidente que la respuesta la encontramos en el contexto cultural en que nos desenvolvemos: una verdad en una cultura no necesariamente lo será en otra, y cuando se trata de interpretar y de resolver problemas más esenciales que los cotidianos será necesario recurrir a mayores niveles de conocimiento de Principios en los cuales se sustenta la Lógica que utilizamos. Esto ocurre cuando abordamos y nos referimos a fenómenos del campo de las Ciencias y de la Filosofía. Sin embargo, sea en el ámbito cotidiano o en el de las ciencias, también debemos tener presente que la Lógica, por muy disciplinar que sea, no se pronuncia acerca del contenido de lo que pensamos. Toda Lógica tiene un sentido formal, constituye un recurso para disciplinar, pero, nunca ese rigor se refiere a su contenido. La validez de nuestro razonamiento no asegura que su contenido sea verdadero. Una proposición, un razonamiento, pueden estar correcta o válidamente construidos y a la vez ser falsos en su contenido. Esto sucede no solo en el campo de nuestro pensar cotidiano, sino esencialmente ocurre en el ámbito del pensar y de las explicaciones científicas.
Pero, ¿cómo se entroniza en nuestra cultura el modo de pensar y de elegir que utilizamos? Recurramos al ejemplo del “Libre Albedrío” para referirnos a este asunto.
La idea de “Libre Albedrío”, acuñado cuando “se baja del cielo a la tierra” el modo de asumir nuestras dudas: ocurre con Heráclito, Parménides y Tales de Mileto, quienes desde el asombro intentan responder la pregunta del origen del Universo y de todas las cosas (central de las Ciencias actuales). Los presocráticos van a la naturaleza, a lo contrapuesto, a la permanencia y al agua respectivamente, para responder. Sin embargo, con Sócrates, Platón y Aristóteles, las respuestas adoptan un carácter científico (ciencia, filosofía y epistemología eran un solo quehacer), es decir, entonces se entendía por ciencia al conocimiento que viene de la episteme, sentenciaban los científicos de la época.
No obstante, para los efectos de este trabajo subrayamos que en la época clásica se inicia un nuevo camino, en dos sentidos: uno, que va más allá del origen y de los recursos naturales para responder (presocráticos); desde Sócrates en cambio, el pensamiento adquiere especial relevancia cuando las preguntas aluden al ser humano y su vida en la polis. Por otra parte, las respuestas superan la etapa mitológica cuando es la capacidad de pensar, con una metódica, que permite responder lo que aqueja a los “seres políticos”. De
aquí, pensamos, en la cultura de la cual somos parte y se encuentran los fundamentos de como pensamos: Sócrates impone el diálogo “mayéutico”, Platón sostiene que la “dialéctica” es el método para acceder a la realidad, y Aristóteles sentencia que gracias a la “Lógica” es posible pensar correctamente.
Sin embargo, con la idea de “Libre Albedrío” desarrollada por los padres de la Iglesia en el medioevo, es el momento que adquiere el vigor que le conocemos, claro, ellos desarrollan la idea desde una concepción Teocéntrica del Universo.
El tema del “Libre Albedrío” ha sido motivo de especulaciones en el campo de la Historia de la Filosofía, de la Epistemología, de la Ética y de la Ontología. En este sentido, se habla de una potestad propia de lo humano, es decir, de la reflexión acerca de los fenómenos que nos afectan directamente. Por tratarse de cuestiones que nos impactan de buena o de mala manera, afirmamos que nos encontramos en un campo axiológico. Todo lo que elegimos nos compromete, no solo de manera personal, sino también colectiva. La acción valórica afecta a quien toma la decisión y a quien recibe la acción de esa decisión. Por eso nuestros modos de pensar y nuestras maneras de actuar tienen un alcance social y un carácter político. De aquí que nuestras acciones valóricas requieren de un abordaje dialógico. Es difícil, si no imposible, que nuestras decisiones solo nos afecten de manera personal.
El concepto de “Libre Albedrío” en los tres o cuatro últimos siglos ha tenido una importante controversia que incluye los campos científicos y filosóficos: ha sido llamada “controversia determinista”, ya que se trata de un asunto de incompatibilidad que afecta directamente a los seres humanos.
El determinismo, por su parte, tiene raíces aristotélicas y se refuerza con el pensamiento de Santo Tomás, decíamos.
Aristóteles sostiene que el Ser se encuentra en potencia y necesariamente debe ser puesto en acto para su realización: potencialmente somos capaces de ejecutar un instrumento musical (aptitudes, capacidades); sin embargo, solo algunos logran ser eximios intérpretes (actitudes, acto). Este autor, en su Metafísica se refiere al “primer motor inmóvil”, existe un origen que mueve todo y que nada lo mueve a él, sentencia. En este punto, Tomás de Aquino asume este postulado para fundar la Teología Cristiana que ha permeado nuestra cultura occidental, hasta nuestros días. Entonces, aquí encontramos nuestras bases morales que caracterizan nuestros comportamientos cotidianos. Por esto, uno de los alcances del “Libre Albedrío” es su sentido determinista, con fuerte sesgo en el dogma. Este determinismo, “tomista medieval” si
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ESTE AGUJERO NEGRO SUPERMASIVO EN EL CENTRO DE NUESTRA GALAXIA SE ESCONDE TRAS DENSAS NUBES DE POLVO Y GAS. CON LA POTENCIA COMBINADA DE UNA RED MUNDIAL DE RADIOTELESCOPIOS, LOS ASTRÓNOMOS ESPERAN PODER ECHAR UN VISTAZO AL CORAZÓN DE NUESTRA GALAXIA Y CAPTURAR -POR PRIMERA VEZ- LOS LÍMITES DE UN AGUJERO NEGRO. FOTOGRAFÍA DE NRAO, AUI, NSF
se quiere, se ha nutrido de nuevas vertientes filosóficas y científicas durante el siglo XX.
Algunos aspectos que respaldan lo expresado los encontramos en la Física y en la Metafísica aristotélica que, a su vez, apoyan las concepciones “ptolomeicas”, incluso “newtonianas” del universo. De manera que al observar este tipo de explicaciones –del determinismo- nos percatamos que comienzan a debilitarse con las demostraciones que realiza Copérnico sacando la Tierra de centro del universo (“giro o revolución copernicana”), y muy especialmente nos referimos a las demostraciones que vienen desde la mecánica cuántica. En esta dirección, los aportes de Isaac Newton mediante la “Teoría de la Gravitación Universal”, y del propio Max Planck que cuestiona el determinismo (de Laplace), muestran un nuevo modo de pensar: nos referimos a los argumentos que dicen que el mundo no tiene posición ni momentos exactos, y que la realidad se encuentra conformada de partículas elementales. En este contexto y cuando Werner Heisenberg propone el “Principios de Incertidumbre”, las explicaciones del universo superan la tradicional relación Sujeto-Objeto, como lo hacía la epistemología clásica, a la cual aludíamos a comienzos de este trabajo. Desde este momento aparece la idea de observador, quien interpreta la “realidad fenoménica”, es decir, pierden protagonismo las ideas de objetividad y de verificabilidad, exigidas por las ciencias modernas (siglo XVIII al XX).
En buena parte, el comportamiento de las partículas elementales y el salto cuántico de los átomos conduce a la desintegración radioactiva, es decir, este
salto impide la predicción explicativa de la física clásica mecanicista, exigencia irrenunciable del mundo científico-moderno (hasta la primera mitad del siglo XX). Entonces, al observador le es posible de interpretar los fenómenos en términos de probabilidades. Más aun, la incertidumbre supera al determinismo: el mundo cuántico, implícitamente, desnuda las limitaciones epistémicas del observador y de nuestros conocimientos. Aquí se inaugura una nueva época para las ciencias, se acepta el criterio explicativo de la subjetividad, sea para interpretar los fenómenos naturales, sea para interpretar los fenómenos del mundo físico y social.
Este nuevo criterio paradigmático cambia de manera esencial la tradición científica, impacta el modo de referirse al universo y a los propios criterios explicativos. Quienes desempeñan la función interpretativa hacen ciencias: Sujeto científico; pero también este modo interpretativo permea el sentido común. Estos modos de pensar impactan, además de las interpretaciones, a las decisiones que afectan los problemas humanos.
Entonces, ahora se trata de volver al fenómeno, de asumir que no son objetos o “cosa en sí” independiente del observador, separado del Sujeto. Contrariamente, éste construye interpretaciones, construye realidades, y ellas son parte de sus interpretaciones.
En este nuevo marco epistémico comienza a perder vigencia la “ética impositiva”, vertical o del “deber ser”, propia del modo de pensar “antitético” (moderno). Ahora emerge una ética “horizontal”, donde el Ser ya es y tan solo debe fluir para Ser Libre, es decir, donde el Ser despliega su libertad.
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Entonces, las imposiciones se debilitan y cada vez pierden más vigencia, o ¿lo que hoy vivimos en nuestro país no es parte del debilitamiento impositivo, donde otros deciden por nosotros?
LA SUBJETIVIDAD, UN MODO DE PENSAR “CON” LAS CIENCIAS (ACTUALES)
Para referirnos a la idea de Sujeto, Max Weber nos hace un interesante aporte cuando se refiere al actor (social). Este autor pretende que las ciencias sociales tengan sus propios métodos como sucede con las ciencias de la naturaleza. Sin embargo, es con Alfred Schütz cuando la idea de subjetividad conforma un factor esencial del quehacer científico, que se distancia de la tradición positivista.
Weber, probablemente sea de los primeros teóricos que pensó que las ciencias sociales debían abstenerse de formular juicos de valor, también él realizó una distinción entre juicios metafísicos y aquellos que aluden a la vida social. De manera que con Weber el conocimiento incursiona un campo donde es necesario interpretar los comportamientos y sus consecuencias. Los propósitos científicos desde ahora se realizan desde la idea subjetividad: los conceptos de acto, de acción, de proyecto de acción y de relación social, son asumidos de manera diferente a la tradición científica-clásica.
En ese contexto, reconocemos, es abundante los estudios de los criterios cualitativos que se sustentan en la idea de subjetividad. Sin embargo, en esta oportunidad nos referiremos a lo expresado por un autor que, a nuestro parecer, aborda gran parte de lo escrito sobre el tema. Dos cuestiones parecen esenciales a la hora de “pensar de lo que pensamos y de cómo estamos habituados a pensar”. Nos referimos al “conocimiento del otro”, aquello que es esencial en la construcción de un método-teoría.
Alfred Schütz cuando se refiere al conocimiento del Otro afirma, “mantener el punto de vista subjetivo es la garantía única, suficiente, de que el mundo de la realidad social no será reemplazado por un mundo ficticio e inexistente construido por el observador científico”. En este texto, el autor subraya la idea de subjetividad. Para él, lo distintivo de lo humano es la conciencia, y la noción de conciencia la trae de la fenomenología, especialmente de la tradición inaugurada por Franz Brentano y que postula Edmundo Husserl. Este último incorpora la noción de “conciencia intencional” y selectiva. En este punto, aparece una nueva tradición epistemológica que supera una visión topográfica (clásica). Schütz inicia un proceso de superación de una visión inmanentista de la conciencia, propia de
la psicología de la época (conductista), de manera que él muestra que la idea de conciencia trasciende lo puramente fisiológico, esencial al momento que nos referimos a las personas.
Para Schütz la conciencia conforma una capacidad susceptible de desarrollar, y no tiene sustrato solo en el sistema nervioso central o en el cerebro. La conciencia, afirma, al asumirla como capacidad se distancia de una visión conductista, decíamos. Si la conciencia no es topográfica y es distintiva de lo humano, entonces no queda otra posibilidad que interpretarla adecuadamente si pretendemos aludir a los seres humanos.
Schütz, piensa que la conciencia es una capacidad y todos los sujetos la tenemos de manera similar: el Otro y Yo tenemos una conciencia similar, sostiene. Por eso podemos darnos cuenta del mundo y de los fenómenos que ocurren, del mismo modo como nos damos cuenta e interpretamos lo que le sucede al Otro. Sin embargo, los sujetos no solo tenemos esta capacidad, también compartimos el mundo en el cual vivimos, es lo que él llama “mundo de la vida” o “vida cotidiana”. Así, los “actores”, como Schütz llama a los Sujetos, al compartir el “mundo de la vida” necesariamente nos relacionamos y construimos un mundo, una vida y/o “proyectos de acción”, que nos son comunes. Aquí aparece la idea de relación que los actores establecen en el “mundo de la vida”, que este autor llama “intersubjetividad”. Los actores no actúan solo individualmente en la “vida cotidiana”, siempre se relacionan con el Otro, directa o indirectamente, es decir, siempre establecemos “relaciones intersubjetivas”. Compartimos el “mundo de la vida”, construimos y compartimos proyectos de vida que desplegamos y desarrollamos en ese mundo. De manera que el fenómeno de la subjetividad y sus relaciones nos lleva al problema de cómo acceder al conocimiento del Otro, para lo cual Schütz hace una distinción entre acción y acto, donde la idea de tiempo en la conciencia desempeña un rol principal. En cuanto a la relación entre acción y acto, Schütz afirma que las acciones constituyen especies de proyectos que formulan los actores, sea de modo personal o colectivo. Estos proyectos son posibles de formular gracias a las vivencias que hemos tenido en el transcurso de nuestras vidas, es decir, cuando él se refiere a los actos o experiencias de las cuales tenemos conciencia alude a los proyectos de acción. Entonces, los proyectos son situaciones vividas y conocidas, de las cuales tenemos representaciones y estas representaciones, por su parte, constituyen el conocimiento que tenemos de la vida y que conforman los insumos para formular proyectos.
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Los proyectos de acción no necesariamente deben concretarse, algunos de ellos no son plenamente ejecutados y su ejecución los transforma en acto. De manera que el acto es la realización de una acción. En el fenómeno subjetivo observamos un abanico de posibilidades que puede realizar el Sujeto (actor), entre las cuales nos encontramos con el acto de fantasear, que refiere a una especie de “juego” donde se usa el cúmulo de vivencias que el actor ha tenido en el pasado y en el presente, con el propósito de proyectar. Sin embargo, este cúmulo o acervo de conocimiento, siempre los tenemos a mano, ya que no obstante haberlas vivido en tiempo pasado, en nuestra conciencia siempre se “encuentran” en tiempo presente. Aquí, Schütz recurre a la idea de durée o de duración interna postulada por Henry Bergson. Para este, la durée se caracteriza porque que en-la-conciencia no existe pasado, presente, ni futuro. Las vivencias siempre se encuentran en estado presente.
Cada vivencia o cada conocimiento son tales gracias a la representación que tenemos de ella y que hemos vivido conscientemente, y a las cuales recurrimos cada vez que deseamos formular un proyecto. Es decir, a propósito de la duración interna, el acervo de conocimiento nos permite explicar por qué las vivencias se encuentran en estado presente, como si las viviéramos en el instante que las usamos: no porque haya vivido una situación en mi niñez, no sea parte de nuestros actos presentes, y en la propia formulación de nuestros proyectos (futuro).
Un tema que deseamos comentar antes del finalizar, incompleto a la hora de aludir un camino de cómo interpretar el Humanismo en un período post-positivista, dice relación con los procesos de conocimiento del Yo del Otro, es decir, de cómo conocer el sentido subjetivo de la acción con quien establezco relaciones intersubjetivas, en la “vida cotidiana”.
En este contexto, fenomenológico, las acciones del Otro, al igual que las mías, son formuladas desde el acervo de conocimiento, por una parte, y desde la irrenunciable relación que desplegamos en el “mundo de la vida”, por otra. No es posible la proyección de lo que serán nuestros comportamientos solo de modo “solitario”. Cada actor, nosotros mismos, somos seres irrenunciablemente “dialécticos”: individuales y sociales a la vez. En este sentido, las acciones (proyectos), siempre han sido pre-comprendidas al momento de asignarles un referente lingüístico, como es el caso de “cortar madera”,” tomar la perilla de una puerta”, “apuntar con un arma”. Si fuese el caso que el Otro simulara tales acciones y se propusiera engañarnos mediante actuaciones por ejemplo, entonces tendríamos que aceptar las limitaciones e insuficiencias que nos
presenta la mera observación “externa” de sus actos (para interpretarlos). La interpretación de las acciones, especialmente su significado subjetivo, nos exige contextualizarlas, más aún, es necesario establecer el contexto subjetivo y el contexto objetivo en que se producen. Nos referimos a los ámbitos subjetivos a través de los cuales los actores construyen sus acciones y en aquellos que le son imputados al actor. En este punto aparece una exigencia que nos parece mayor, no es suficiente un seguimiento conductual de las acciones para interpretarlas. Para lograr este propósito, parece necesario conocer la “historia personal del actor” y comprender sus vivencias, ya que estos aspectos nos ayudarán a interpretar el camino futuro que, a su vez, nos llevará a comprender los motivos que provocan sus conductas. Si tomamos los ejemplos que usa Weber, y que toma Schütz, como es el caso
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SIBILA ERITREA, FRESCO DE MIGUEL ÁNGEL DE 1510. FORMA PARTE DE LA BÓVEDA DE LA CAPILLA SIXTINA
de dos personas de las cuales una se dedica a resolver ecuaciones matemáticas y la otra a cortar leña, será imprescindible saber del pasado vivido por cada una de ellas si pretendemos comprender el sentido de lo que hacen. En esta dirección, es necesario conocer el significado y sentido de la Teoría de los Motivos que plantea Schütz y que nosotros no abordaremos en esta ocasión. Solo enunciaremos que en ella este autor nos habla de los “motivos porque” (razones por las cuales actúa de un modo determinado), y de los “motivos para” (sentido futuro de sus actuaciones). Con todo, el conocimiento del Otro como una cuestión básica de las relaciones intersubjetivas, exige una interpretación de las personas que la tradición clásica poco nos aporta, ya que su pretensión de objetivar racionalmente los comportamientos son insuficientes para conocer a mi congénere y para establecer relaciones que nos lleven a una vida plena. El criterio humanista clásico, que heredamos de la Ilustración, ya no es suficiente para conocernos, a nosotros y a los otros. Si bien debemos “tener a mano” lo que enseñaron los autores clásicos, no es menos cierto que nuestro “carácter perfectible” exige avanzar en aquello que fue suficiente hasta hace poco más de medio siglo
CONCLUSIONES
Tradicionalmente hemos sido formados en el marco de un paradigma positivista donde la razón, la objetividad y la verificabilidad, eran criterios suficientes y necesarios para referirnos a los problemas que aquejan al ser humano. Esta tradición, que viene desde los griegos clásicos y que adopta distintas variantes hasta adentrado el siglo XX, pareciera que ya no son suficientes en el tiempo que vivimos. Este criterio, lógica o modo de pensar, se extendió por Europa desde la época medieval, se acrecentó con el Renacimiento y tomó nuevos bríos durante la época moderna.
Desde el Renacimiento, el modo de pensar clásico cruzó el Atlántico y llegó a nuestra “América morena” mediante un largo y doloroso período de “dominación cultural” que incluye al pensamiento cristiano y católico, especialmente. A través de la educación formal e informal se nos fue imponiendo el “modo como pensamos”, nos vestimos y preferimos determinados alimentos, proceso de aculturación. Hoy, esos criterios no solo viven un período crítico en América, sino también sucede algo similar en Europa, Asia y África, con diferentes énfasis que dependen de la historia que han vivido sus habitantes.
En cada cambio de época y surgimiento de un nuevo paradigma, las insuficiencias o limitaciones para comprender y resolver los problemas de la humanidad, han sido importantes y han exigido nuevas formas de
abordar al ser humano, de resolver sus dudas y de superar sus necesidades.
En este contexto, pensamos, aparecen nuevas vertientes de humanismos que en el presente trabajo hemos intentado esbozar. Tenemos la convicción, sin embargo, que estos criterios, entre los cuales se encuentra la Fenomenología, no serán los únicos “método-teoría” a los cuales recurrir, especialmente la Fenomenología que hemos priorizado en este escrito. Por otra parte, y teniendo presente que somos “seres imperfectos, que aspiramos a la perfección, aun cuando sabemos que nunca la lograremos”, permanentemente ideamos nuevas formas de pensar, nuevos criterios para resolver, nuevas maneras de convivir que nos ayuden a ser cada vez más plenos, no obstante, nunca lo será permanente.
En este trabajo, nos hemos propuesto llamar la atención, a veces con cierta “irreverencia”, con el único propósito “que sentimos” y “pensamos” al mismo tiempo.
En esta oportunidad, hemos pretendido mostrar que estudiar al ser humano desde una visión positivista solo logramos su conocimiento parcial: en las ciencias modernas encontramos que “cada vez sabemos más de menos”. Este es uno de los logros cuando las ciencias particulares arriban a la especialización. De aquí la necesidad de buscar conocimientos más amplios e integrales, una de esas posibilidades es interpretar a la conciencia como “lo más distintivo de lo humano”, y también como una capacidad que los actores tenemos de manera similar, como capacidad.
La Fenomenología pone a nuestra disposición un “método-teoría” que nos ayuda a interpretar desde la “unidad del ser”, nos propone la idea de abordar lo humano desde la conciencia, nos sugiere considerar la subjetividad con un nuevo sentido humanista.
Un camino de este tipo no solo trasciende lo puramente racional de lo humano, sino además nos ayuda a salvaguardar este estudio desde una mera legalidad matemática, con el pretexto de constituir un “trabajo objetivo”.
Gracias a la conciencia y mediante la acción, el actor procede a imprimir sentido a cada acto que realiza, es decir, el estudio de la conciencia nos ayuda a interpretar subjetivamente las vivencias y al mismo tiempo nos sirve para comprender el contexto en el cual los actores ejecutan o realizan sus proyectos. Finalmente, pensamos que este nuevo camino del humanismo durante un tiempo cobrará relevancia, toda vez que coloca al ser humano en el centro de sus estudios, claro, en estado de alerta acerca de cómo hacemos lo que hacemos, ya que también será válido hasta el surgimiento de nuevos modos de pensar.
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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS PROCESOS DE ADAPTACIÓN HUMANA
POR RICARDO BOCAZ SEPÚLVEDA
Psicólogo, magíster en Psicología, especializado en el Imperial College de Londres.
Através del tiempo el ser humano aumentó sus capacidades mentales para superar innumerables obstáculos, como fundamento de su adaptación biológica, psicológica y social.
Es capaz de manifestar el incansable sentido de preservación por medio de adelantos en todas las áreas del saber. Por esencia somos los creadores de nuestra época. Interpretamos, sentimos, observamos y analizamos todo lo que está en el espectro de nuestra atención.
Exploraremos la inteligencia como un constructo complejo y lleno de contraposiciones, que nos permitirá explicar las formas en que resolvemos los dilemas y acertijos de la realidad la cual conceptualmente ha variado desde un determinismo genético hasta la influencia socio ambiental. A comienzos del siglo pasado el teórico Alfred Binet, deduce que la inteligencia es un juicio o razonamiento acerca de diversos elementos para elaborar una respuesta; para Edward Lee Thordike es una manifestación
de las capacidades de abstracción, de aplicación mecánica y sus componentes socio cognitivos. En la medianía del siglo XX el destacado psicólogo rumano estadounidense David Weschler centra sus estudios en la medición de la inteligencia en dos áreas fundamentales: el razonamiento verbal-matemático y la psicomotricidad. Por otro lado, Jean Piaget exponente del desarrollo cognitivo identifica cuatro estadios desde la primera infancia con las operaciones sensomotoras hasta las operaciones formales del pensamiento. El estructuralista Robert Sternberg la aborda como una forma de procesar la información hasta que, posteriormente, Alan Turing realiza una similitud entre la lógica computacional y el cerebro humano, transformandola en inteligencia artificial o sintética.
En su libro “Inteligencia creadora”, a fines del siglo pasado, José Antonio Marina señala que “la inteligencia humana es la capacidad de suscitar, dirigir y controlar las operaciones mentales… es un modo de adaptarse al medio. La inteligencia inventa problemas e intenta resolverlos. Asimila los datos de la realidad a los esquemas subjetivos y los adapta a la realidad. El resultado de estas operaciones es la creación del nicho ecológico humano: el mundo”.
El concepto de inteligencia contemporáneo, a través del “prisma emocional”, decanta en Howard Gardner como el estudio de las inteligencias múltiples, resalta la influencia de la cultura, los valores y el sistema educativo en las capacidades humanas, categorizándolas como verbales, matemáticas, espaciales, corporal-cinestésicas, distinguiendo en forma superior los aspectos interpersonales e intrapersonal para abordar el constructo de inteligencia emocional. Campbell y Dickenson afirman que las inteligencias múltiples son “...lenguajes que hablan todas las personas y se encuentran influenciadas, en parte por la cultura a la que cada una pertenece. Constituyen herramientas que todos los seres humanos pueden utilizar para aprender, para resolver problemas y para crear.”
Las autoras Lizano y Umaña, a su vez, aseguran que la cooperación interpersonal y la comunicación son una eficaz interacción para la comprensión subjetiva de las emociones y dicen: “aprender, conocer y disfrutar la amistad e integrarse a grupos, discernir e identificar los cambios de ánimo de los demás son la base para lograr captar las intenciones de otros y actuar en base a ellas”.
POR FIN, INTELIGENCIA EMOCIONAL
Peter Salovey y John Mayer establecen sólidas bases para la inteligencia emocional concibiéndola
como “la capacidad social para regular nuestras emociones y las de los demás, para dirigir nuestros pensamientos y conductas en la contribución a la cultura y a la sociedad con el objetivo de solucionar problemas”. En definitiva, lo más importante es conocer nuestras emociones y así poseer una mayor autodeterminación en nuestras vidas y utilizarlas positivamente, además, de la capacidad para establecer una conciencia emocional, alejando la frustración y la ira, que provocan el odio y el dolor. En otro sentido, es la base para moderar metas emocionales y lograr una empatía que derive hacia la solidaridad con acciones altruistas. Por último, distinguen la interacción social en comunidades como elementos decisivos para una emocionalidad sana, con un enfoque positivo y de autoconocimiento para su aplicación en ámbitos del quehacer humano.
INTELIGENCIA EMOCIONAL PRÁCTICA
El investigador de Harvard Daniel Goleman cristalizó y expandió el concepto de inteligencia emocional cuestionando, al igual que sus antecesores, que solo el procesamiento de la información y las capacidades cognitivas sean lo más importante en la resolución de problemas, sino, por el contrario, las emociones son aspectos esenciales para la modificación conductual y el desarrollo psicosocial de las personas, cumpliendo esta un papel decisivo
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en la predisposición de respuestas integrativas. Es así, como sus postulados dan relieve al esfuerzo consciente ante los obstáculos de la tolerancia a la frustración, el control de los impulsos, la empatía y la resolución activa de dificultades.
Goleman, en su libro “La inteligencia emocional”, identifica con claridad aspectos como la cultura, el aprendizaje y la experiencia para el conocimiento de las emociones que juegan un rol fundamental en la percepción de uno mismo, es decir la conciencia de nuestros estados internos, recursos propios e intuiciones para potenciar nuestra autoestima; “el saber de las fortalezas y debilidades personales; el generar confianza en uno mismo; la autorregulación emocional, el control de nuestros impulsos como prevención de posibles conflictos; la sinceridad e integridad que se traduce en la responsabilidad de nuestros actos con capacidad de adaptarnos y ser flexibles, para afrontar cambios y generar situaciones innovadoras que puedan amplificar nuevas ideas o información, todo lo que concentra la instalación de la inteligencia emocional”.
La motivación, destaca Goleman, es el esfuerzo en dirigirnos hacia el perfeccionamiento de nuestras competencias emocionales para facilitar el logro de objetivos personales y de los demás, acrecentando el compromiso social, tomando iniciativa en los procesos con positivismo y energía. Resalta la empatía en las relaciones interpersonales, que “es una forma de conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas; captar e interesarnos activamente por las situaciones que preocupan a los demás, es decir, orientarnos hacia la resolución con otros y por otros con actitud de servicio activo… para persuadir y resolver problemas, dirigir o liderar para trabajar en equipo, en la consecución de un bien común y provocar sinergia en las metas colectivas”.
ADAPTACIÓN EMOCIONAL EN SOCIEDAD
Un aspecto central del desarrollo del ser humano es su capacidad de adaptarse, esto conlleva diversas respuestas que surgen del aprendizaje y la conformación de la estructura de personalidad para las distintas esferas o acción del ser humano.
La inteligencia emocional conforma una actitud de apertura de conciencia que es parte de las competencias personales para el aprendizaje social.
La inteligencia emocional es crucial en cada etapa del ser humano, tanto así que Laura Carstensen, investigadora de la Universidad de Stanford afirma que las personas mayores presentan mayores niveles de bienestar emocional y mejores habilidades de
regulación emocional que los jóvenes, expresado en respuestas que facilitan la adaptación al medio en que viven y conviven. Por lo mismo, privilegian las experiencias favorables a través de los vínculos íntimos y la focalización de las emociones positivas que regulan, de manera preventiva, la elección relacional en la cuales se involucran para el logro satisfactorio de sí mismo y los demás. Un aporte más de la gente mayor que trae experiencia a las nuevas generaciones. Pero, ¿acaso la humanidad no utiliza la inteligencia emocional para resolver sus conflictos? Aparentemente, es una contradicción que presenciemos guerras y tragedias provocadas por el mismo ser humano que posee no solo dominio sobre las cosas sino sobre sí mismo, pero arrastrado por fanatismos, ideologismos y populismos de todo orden, utilizan esa misma inteligencia para destruir y sepultar las virtudes humanas como son la tolerancia, la solidaridad y la fraternidad.
Si solo ampliáramos la inteligencia emocional en forma sistémica, se podrían derribar la desesperanza y los males sociales para el logro de la integración e inclusión, como un mecanismo que potencie las virtudes, la conducta pro social y la felicidad humana, de por sí, con un amplio despliegue del respeto mutuo, ancla en todas las sociedades, para vivir en paz y armonía
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CIUDADES Y AGUA UNA REFLEXIÓN ADAPTATIVA
POR ALBERTO TEXIDO ZLATAR
Académico U. de Chile, arquitecto, PhD en Arquitectura y Estudios Urbanos, Consejero del CPI
Consejo de Políticas de Infraestructura, ex Presidente del Colegio de Arquitectos
Como parte de los procesos milenarios que resultaron del sedentarismo, el desarrollo de la agricultura, las agrupaciones defensivas y las redes comerciales globalizantes, la construcción de los asentamientos humanos -que devinieron en ciudadesha estado históricamente ligada a la disponibilidad de agua. Conocidas son las obras de la Roma antigua que a través del ingenio desafiaron la naturaleza y otorgaron condiciones de bienestar y permanencia de los sistemas interconectados de poblados y aldeas, expandiendo por el mundo parte de sus buenas prácticas y procedimientos adaptativos.
Con siglos de prueba y error, la construcción de la ciudad y sus edificios ha persistido en técnicas acumulativas y durables, que han ejercitado la resistencia estructural, la funcionalidad de sus diseños y la belleza de sus elementos externos e internos, en una interacción enriquecedora pero que en su duración sufre y sufrirá los embates que resultan de un cambio de contexto. Esto, pues la escala del tiempo
cotidiano parece insuficiente para comprender la escala geológica que nos ha permitido suponer condiciones aparentemente estables, muy lejos de un universo en expansión, vibrante y en permanente cambio.
Acelerado por causas humanas y combinado con los propios ritmos terrestres, el cambio climático está modificando el comportamiento de los océanos, las lluvias y deshielos, sometiendo a nuestras ciudades a un nuevo peldaño de obsolescencia y capacidad de adaptación, donde la técnica supera su insuficiencia y se va completando a través de la voluntad humana y su búsqueda permanente de soluciones, pensamiento y acción como generadores del avance científico. El agua entonces, por su nuevo comportamiento entre excesos inundantes y destructivos o ausencias con sequías e incendios, es ahora un nuevo gatillante de evolución, para nuestra ya casi obsoleta manera de ocupar el territorio y co-habitar en él.
Entonces, ¿qué puede hacer la técnica con tal de implementar ajustes que a través de infraestructuras
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OPINIÓN
urbanas faciliten esta nueva coexistencia con este nuevo riesgo? Consideraremos dos líneas de acción, ambas preventivas y donde ha de primar la planificación por sobre la tradicional reacción posterior a la catástrofe. La primera respecto a inundaciones y derrumbes, la segunda respecto a las sequías y riesgos de incendio en la interfase urbano forestal, coincidentes ambas en el alto valor del espacio público y las áreas verdes protegidas, con soluciones basadas en la naturaleza, que surgen desde el reconocimiento del conocimiento científico acumulado, que bien ha venido pronosticando zonas inundables, inestables o inflamables. Por una parte, la incorporación del riesgo a los instrumentos de planificación territorial facilitará la toma de decisiones respecto a la ocupación adecuada del territorio o las obras necesarias que permitan mitigar impactos, relocalizar equipamientos críticos o facilitar vías de escape. Las zonas inundables por tsunamis, marejadas o crecidas de ríos y quebradas, como también las distancias mínimas a bosques inflamables o zonas volcánicas al ser mapeadas determinarán usos, densidades y espacios liberados -públicoscondicionadas al resguardo y la supervivencia humana. Ha resultado bien con nuestra norma sísmica, cuando la ciencia perfectible se torna norma y es respetada
amplia y conscientemente por su asertividad e indudable conveniencia al salvar vidas y bienes. Por otra parte, iniciativas como las plantas de desalación deben ser implementadas, tal como se ha hecho exitosamente en ciudades del norte chileno, aportando enormes beneficios y resiliencia urbana, necesarias inicialmente para activar procesos productivos, pero hoy más capaces de lograr materializar mejores áreas verdes bien sombreadas y regadas, nuevos grandes parques en sus muchas veces deficitarios entornos, sumando además inevitablemente, continuar resolviendo el tratamiento y reciclaje de sus salmueras. Así, mientras la ONU ha celebrado el Día Mundial del Agua con el lema “Agua para la Paz”, los organismos internacionales recomiendan la conveniencia de prevenir, calculando que el gasto previo será al menos siete veces menor que la destrucción y posterior reconstrucción. De uno u otro modo, se alude a que la disponibilidad de recursos hídricos puede generar bienestar en las comunidades, mientras su escasez, producirá graves conflictos sociales, evidenciando la conveniencia de su manejo y de la tarea concientizadora que acompañará los actos y decisiones de los habitantes de la ciudad de mañana, necesaria y permanentemente readaptada.
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PATRIMONIO:
IGLESIA DE SAN FRANCISCO EN SANTIAGO, UNA ODA A LA HISTORIA Y LA ARQUITECTURA
POR ÁLVARO VÖGEL VALLESPIR. Historiador y MARIO GUERRA GÓMEZ. Arquitecto
Un valor agregado a la belleza de las capitales de Latinoamérica lo podemos encontrar en algunas joyas tradicionales que gozan de reconocimiento patrimonial. La construcción de la Iglesia de San Francisco –la más antigua de Chile-, y su mantención como hito histórico y arquitectónico ya sobrepasaron los cuatro siglos de existencia. Sin duda, que este primordial templo fue parte del imaginario colectivo en tiempos coloniales, pasando a consolidarse como una edificación valiosa por excelencia de Santiago en la era republicana. Hoy, es un lugar de visita obligada para los turistas y los santiaguinos.
Si la construcción hubiera sido sólida desde el principio de la conquista, hoy estaría al borde de su quinto centenario. No obstante, los terremotos han dejado su huella imborrable de enseñanza en el suelo nacional que posee uno de los juegos tectónicos más dinámicos del planeta. Si los rincones de esta iglesia pudieran hablar, harían eco de una suerte de síntesis de la historia nacional. Trabajos arqueológicos recientes aún no resueltos del todo, pero sí muy minuciosos, sugieren incluso que el emplazamiento de este edificio y sus alrededores tenía un uso cotidiano en las poblaciones prehispánicas que fue continuado por los españoles. Esto último es común en varios lugares de América, por ejemplo, emblemático es
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el caso de México donde la catedral de la capital fue levantada sobre los cimientos de la pirámide del sol, es decir, un sincretismo cultural a la fuerza para imponer una cosmovisión nueva.
Este trabajo se centrará no solamente en la historia de la edificación de tan neurálgico lugar, sino que también contará con un análisis arquitectónico fundamental para brindar un marco completo sobre esta monumental obra.
Luego de once meses de odisea por lo que hoy es la ruta Panamericana Norte, Pedro de Valdivia llegó al valle central en 1541. Su viaje fue toda una epopeya con momentos muy complejos que lo tuvieron al borde de volver a Perú cuando los indígenas nortinos lo pusieron en más de un aprieto. Además, en su espalda cargaba con el fracaso de la expedición de Diego de Almagro, por tanto, no había margen de error en una empresa que nadie quería liderar. En las alforjas de su montura un detalle no menor para nuestro relato, su amuleto personal, una imagen de ebanistería policromada de 27 centímetros de la virgen María que actualmente está en el altar mayor de la iglesia en cuestión, siendo una reliquia prístina fundamental. Una figura sencilla, pero que ha estado presente desde el inicio de la historia nacional. Espacialmente la iglesia ocupa un lugar privilegiado en el centro de la capital, además, es un referente de ubicación extraordinario. En su interior encontramos múltiples tesoros, tumbas antiquísimas, lienzos originales de autores quiteños, esculturas, artefactos
utilitarios de la Colonia, un funcional museo y un archivo muy basto en fuentes primarias.
Vamos al origen. Cuando Valdivia se sentó mirando al río Mapocho el día de Santa Lucía, motivo por el cual le cambió el nombre al cerro Huelén, pensó en crear un altar en honor a la virgen que traía en sus alforjas sin sospechar que esta ermita llegaría a ser un elemento de continuidad histórica que se materializó luego del ataque a Santiago del 11 de septiembre de 1541. Las huestes diezmadas por las escamaruzas de Michimalonco ofrecieron parte de su destino a la imagen de esta virgen a modo de rogativa y oración que pasará a ser llamada “del perpetuo socorro”, para ello eligieron una punta de diamante con vista al cerro ya que en aquellos años el Mapocho tenía dos caudales con una bifurcación que separaba la ciudad. Frente a esta segregación al borde del río y bajo unos frondosos castaños marcaron el lugar donde se levantó este tradicional templo que mediante algunas modificaciones menores de espacio circundante mantiene el mismo punto de su elección original. Con el tiempo, secaron el brazo del río donde hoy pasa la avenida principal de la capital, Alameda Bernardo O´Higgins, antaño un largo basural y vertedero.
El 8 de diciembre de 1543 se materializó una procesión desde la Plaza de Armas hasta el castaño donde hoy se levanta la famosa iglesia, para la ocasión caminaron por la actual calle Estado, como había que cruzar el ancho rio – que cobró no pocos accidentes-
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el bisabuelo de la Quintrala hizo un puente de madera frente a lo que hoy viene siendo la salida del metro Santa Lucía. Aquel día quedó sellado para siempre el futuro de la iglesia, pues de ahí no se movió más la imagen ni la ermita y por consiguiente comenzaron los esfuerzos de construcción. La elección del lugar fue más bien estratégica pues pasaba a ser el punto más lejos de la ciudad que hacia oriente colindaba con chacras y tierras de cultivo. Por el otro vértice que da al sur la ciudad terminaba en el Chuchunco, un pequeño remolino de agua del Mapocho a la altura de lo que hoy es la avenida Ejército Libertador. Con el tiempo este improvisado altar fue custodiado por los pocos sacerdotes que vivían en Chile.
En 1553, cinco sacerdotes franciscanos pidieron autorización expresa al obispo para emplazar la ermita en una estructura definitiva y aprovechar de construir sus aposentos de forma terminante bajo la promesa de levantar una iglesia para custodiar la ya famosa Virgen del Socorro. Otras órdenes religiosas, como los mercedarios, querían adjudicarse los terrenos y se adueñaron del lugar. Los franciscanos, de forma pragmática, se arremangaron las sotanas y les ofrecieron combos a los sacerdotes de la otra orden, por consiguiente, se armó una riña de proporciones que ganaron los discípulos de Asís. El cabildo de Santiago, de manera oficial, cedió los predios a la orden Franciscana y luego de mucho esfuerzo en 1572 se colocó la primera piedra para la edificación de la iglesia que comenzó a ser armada con materiales de
la época –principalmente adobe- que no eran los adecuados para resistir los habituales terremotos. Un violento sismo tumbó esta primera capilla que debió ser vuelta a construir por fray Cristóbal de Rabaneda, esta vez pidió ayuda monetaria y turnos de trabajo a los vecinos de Santiago para dar un sentido de pertenencia a esta obra. No obstante, otro intenso movimiento sísmico en 1583 la destruyó por completo, la capilla fue reconstruida recién en 1618.
Por esa época, el caudal secundario del Mapocho ya estaba casi seco. Los habitantes de Santiago usaron ese espacio del suelo como un gran basural que fue creando no pocos problemas de salubridad, causando desacuerdos en varias sesiones del cabildo. Lo que más preocupó a los franciscanos fue que se hizo habitual lanzar cadáveres de indígenas junto a la basura y muchos de ellos a metros del templo. Para evitar la profanación de los cuerpos y terminar con este vicio, la iglesia se siguió construyendo sobre el lecho del río en una de sus murallas que es la que hoy hace estrechar el curso de la Alameda en una pronunciada curva. Ahora saben los lectores que cuando por ahí transiten lo están haciendo sobre un cementerio indígena.
El problema luego del gran sismo de 1583, fue conquistar a la ciudadanía con aportes monetarios para un nuevo intento de construcción. Por ende, la orden de Asís elevó sus súplicas al mismísimo rey de España, Felipe II, quien se entrevistó de forma personal con el Papa Alejandro VI. Ambas autoridades
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resolvieron enviar al reino de Chile la suma de mil pesos anuales durante seis años. Con estos aportes, los franciscanos se hicieron asesorar por especialistas quienes propusieron, en definitiva, cambiar los materiales rústicos por bloques de piedras labradas y ensambladas, que son los que aún se pueden apreciar en algunas de sus murallas. Este material fue traído arduamente por los indígenas de las laderas de los cerros San Cristóbal y Santa Lucía. De forma adicional, los bloques fueron unidos con miles de claras de huevo, técnica que se volverá a usar en el puente de Cal y Canto. En el estilo inicial de la reconstrucción podemos apreciar la clásica cruz latina europea que une el altar mayor con sus dos naves, y el techo que estaba sostenido por enormes vigas de roble recubierto por una techumbre de tejas de arcilla. A esta construcción se le agrega un campanario que hoy no existe pues se derrumbó tres veces en el pasado. La sacristía y
la nave principal fueron terminadas en el año 1618, luego de esto, lograron consagrar el templo de forma definitiva y así darle un lugar seguro y digno a la imagen de la Virgen del Socorro, que tantas jornadas de esperanza trajo a Chile en los álgidos momentos vividos por Pedro de Valdivia y sus adelantados españoles.
El 13 de mayo de 1647 será recordado como una fecha fatídica en Santiago y sus alrededores, pues se vivió uno de los terremotos más violentos de los cuales se tiene registro. Este evento puso a prueba la solidez de la iglesia de San Francisco. Según los documentos de la época, el panorama fue dantesco. Ningún edificio salió indemne a la furia tectónica. Cuando se inició el reconocimiento de la ciudad luego del terremoto, el saldo de la iglesia en cuestión fue el derrumbe de la torre y la totalidad del segundo piso. En el primer piso, las gruesas vigas de madera y las murallas de piedras labradas por los indígenas quedaron intactas lo que fue un premio a la fuerza, al tesón y al ingenio.
En la segunda parte del siglo, los avances en la remodelación de la iglesia se llevan a cabo con el mismo ardor de siempre, se mantiene la sólida base de piedra labrada y se añade la torre del campanario que no es el actual. En el año 1698 se termina de construir el claustro. Tema aparte por su importancia y valor estético es la decoración interior del monasterio donde resaltan los lienzos pintados en Perú con la vida de San Francisco, por estos días están en el antiguo convento donde pueden ser visitados en el horario de atención del museo. En esta nueva etapa de reconstrucción se incluyen distintas dependencias, por consiguiente, la disposición de la obra adquiere un sentido casi rectangular como lo podemos apreciar en la actualidad. Se confecciona una pequeña capilla en 1710, cuya ornamentación tiene especial énfasis en trabajos de ciprés policromado, ebanistería y pinturas que tienen como objetivo crear un sincretismo religioso para atraer al catolicismo a la masa indígena y mestiza de la época; estos cuadros presentan la técnica del tenebrismo barroco.
Nuevamente, en 1730, un violento terremoto derrumba el campanario y la torre de la iglesia, su nueva reconstrucción estuvo a punto de ser abortada por falta de recursos, los franciscanos no claudicaron y en 1751 se manda a demoler lo que quedaba y se vuelve a levantar por tercera y definitiva vez la torre de campanas que hoy apreciamos. En 1758 nuevos trabajos se enfocan en la entrada de la iglesia, cuatro claustros y un nuevo refectorio. Casi en la antesala de la independencia el célebre arquitecto Joaquín Toesca da las ordenes a su discípulo Ambrosio San-
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telices, quien refuerza y esculpe los altares interiores del templo.
En la aurora de la república, el arquitecto Fermín Vivaceta, tras la aprobación del provincial de los Franciscanos, fray Francisco Briceño, le da un toque definitivo y duradero a la torre, agregándole un funcional reloj para la ciudad –vigente aún-, la remodelación incluye el diseño y espacio para siete campanas.
La fachada de la iglesia es retocada entre 1859 y 1860. Por lo general, durante el siglo XIX, los trabajos tendieron a mejorar la estructura interna y actualizar las obras de arte. En este sentido, el altar actual data de 1881 y vino a reemplazar al altar de estilo barroco que existía. Se cambian piezas de mármol y se estucan las paredes (no va quedando a la vista la piedra labrada). Antes de culminar el siglo XIX se construye la capilla que da hacia el lado de la Alameda (esquina oriente), con este arreglo la iglesia ya es un rectángulo perfecto y se pierde su forma original de cruz latina. Su imponente estructura se ve desde todo Santiago y a estas alturas es un ícono arquitectónico que en 1895 resalta sobre los edificios públicos que estaban siendo levantados para el primer centenario de la república.
El siglo XX no estuvo exento de dificultades, lo que no pudo concretar el paso del tiempo, casi lo pudieron lograr algunos alcaldes que estaban dispuestos a permitir el derrumbe de una parte del templo por el simple hecho de considerar la iglesia como “molesta” para el tráfico de la Alameda. No obstante, la tradicional iglesia aún continúa ahí perpetuando su historia, pues se transformó en un ícono referencial cultural. El año 1905 el suelo de ladrillos es cubierto por un piso de madera. La orden franciscana debió vender sus propiedades adyacentes al templo para pagar deudas, pero nunca olvidaron su venerable iglesia, estos terrenos pasaron a ser calles de Santiago, sin embargo, la Virgen del Socorro seguía en su altar y la promesa de su custodia se continúa cumpliendo a cabalidad.
El Estado de Chile, luego de un largo periodo de estudio y como muestra de apoyo a la Orden, declara el templo como monumento nacional en 1951. Esta acción es un espaldarazo para la historia cultural de Chile. Eduardo Frei Montalva pide expresamente que la iglesia sea acercada al público santiaguino y apoya la inauguración del Museo Colonial emplazado en el claustro, además de reforzar la torre de Vivaceta, se agregan obras de albañilería, canaletas de aguas lluvias, y se cambian las tejas. Lo más importante, se resaltan las partes originales de la construcción y se opta por dejar a la vista las piedras blancas. Se
reemplazan las cañerías, se fumigan las techumbres para evitar las termitas y se invierten $180.000.000 en arreglos generales. ¿Cómo podemos cuantificar una obra de 450 años de esfuerzo? En 1998 fue presentada y auspiciada por el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle la candidatura de este edificio como patrimonio de la humanidad.
El año 2002 la Fundación de Monumentos Nacionales hace una donación de $230.000.000, se cambia el techo de la iglesia, se dota de iluminación especial, pero faltaría aún arreglar el ala norte de la iglesia, este problema se soluciona gracias a una donación anónima de $100.000.000.
Esta construcción es un ejemplo al tesón y a una síntesis de la historia de una ciudad que es capaz de tender puentes entre el pasado y el presente.
ANÁLISIS DE SU ARQUITECTURA
Para complementar el relato histórico, es necesario hacer un recorrido fundamental sobre algunos alcances técnicos relacionados con la construcción arquitectónica de esta maravillosa obra.
En primer lugar, haremos un comentario sobre las murallas de piedra que han logrado sortear con éxito una decena de movimientos sísmicos de magnitud. Como se había mencionado, estos enormes bloques fueron traídos por los indígenas desde las canteras de los cerros aledaños. Los muros tienen un espesor de 1,7 metros en técnica de mampostería y tal como se aprecian en la actualidad los muros son originales del templo, sin embargo, la iglesia contó además con una robusta estructura de madera, por consiguiente, ambos elementos descritos son responsables de su resistencia sísmica.
En segunda instancia, nos referiremos a la fundación del edificio. Una fundación es esencial para la vida útil de la edificación, ya que será la encargada de recibir las cargas, esfuerzos y pesos propios de lo construido, transmitiéndolo al suelo. En cuanto a este templo, se levantó a orillas de la cañada de San Lázaro, en uno de los brazos del río Mapocho y se proyectó al margen del damero fundacional, sobre gravas arenosas en un área de menor actividad sísmica. Conforme a estudios realizados se han podido constatar diferencias respecto a otros edificios coloniales del área céntrica, bajo los muros existe una estratigrafía organizada -poco alterada por trabajos post construcción de la iglesia original-, los cimientos están a escasos 10 cm bajo nivel de piso, conformados por piedras de canto redondeado entre tierra y arena sin mortero de pega, elementos contenidos perimetralmente por dos ejes de piedras de gran tamaño sin labrar actuando como un “aislador sísmico”, tipología
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de apoyo móvil que permite que en un evento las piedras puedan moverse sin desmoronarse gracias a la contención de los elementos de mayor tamaño. Por último, piedras de grandes dimensiones situadas en la esquina del “transepto” (cuerpo transversal que genera forma la cruz latina en la planta), cuñas que permiten trabar la fundación y permitir que actúe como un todo (similar a un muro de contención).
Un gran dilema para muchos en el tiempo presente con miras al futuro ¿Cuántos terremotos más resiste este monumento? Casi sin margen de dudas, la manera en que se conjugan los elementos que componen la iglesia tales como: el tipo de cimientos, el espesor de muros, techumbre y diafragma amarrando los muros de la glesia y las maderas que forman parte del conjunto, la han dotado de un buen comportamiento sísmico. La historia demuestra que el templo ha soportado más de una docena de sismos, registros que ayudan a evaluar el comportamiento de la edificación ante un evento telúrico.
El siguiente comentario dice relación con los diversos materiales. El edificio ha sido intervenido en el tiempo por distintos constructores, un ejemplo,
los muros de ladrillo adosados a sus naves laterales, estos contribuyen a un buen comportamiento global del inmueble, pero pudieran generar debilidad en elementos puntuales del edificio, provocando fallas locales.
Para concluir, algo muy importante: su ubicación, el símbolo para la ciudad y la importancia del entorno. El edificio es un registro de los aportes arquitectónicos de distintas épocas, continúa en su lugar desde la conquista de los españoles pese a los cambios que se han ido generando en el sector céntrico de la capital, fue declarado monumento nacional – Categoría: Monumento Histórico, decreto supremo N.º 5058 fecha 6 de julio de 1951, toda intervención al edificio debe contar previamente con una autorización del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). Posee importantes intervenciones como la torre de la iglesia, proyectada por Fermín Vivaceta (primer arquitecto chileno autorizado por el gobierno para ejercer la profesión), en su interior el cielo artesonado de tipo mudéjar, sus muros de piedra, las obras de arte religioso y las lápidas de santiaguinos desde la colonia que descansan en aquel lugar.
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LA DÉCADA MALDITA DE HOLLYWOOD (A PROPÓSITO DE LA HISTERIA
ANTICOMUNISTA)
POR ROSA MARÍA BALLESTEROS GARCÍA
Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena
En mayo de 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial, casi cinco años de catástrofe que, lejos de una verdadera paz, y casi sin tregua, dio paso a lo que en Historia se conoce como Guerra Fría, una peligrosa lucha por la supremacía entre dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, una etapa de algo más de cuarenta años que se mantuvo latente hasta el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Fue en este contexto, durante su primera década, cuando el conflicto ideológico entre ambos países emerge y se generaliza, y el “miedo al comunismo” se hace viral y se expande entre la población de Estados Unidos para dar paso a una “paranoia global” de temor o sospecha que oliera a “rojo”. Es, ahora, cuando surge lo que conocemos como “Caza de brujas” que, bajo la dirección del senador republicano Joseph MacCarthy (1908-1957) dio lugar a una de las etapas más negras de la historia de aquel país, entre final de los años 40 y los 50 del pasado siglo. En este estado de general obsesión, el punto de mira del macartismo se dirigió, especialmente, hacia la industria del cine, corazón de esa enorme y poderosísima “arma” de difusión de ideas, al Hollywood de escritores, guionistas, actores, artistas, intelectuales, en suma, que podrían expandir ideas “disolventes” y “antipatrióticas” a todo el país (ideas en las antípodas de la nueva política conservadora). En 1946 el triunfo republicano en las elecciones, había tomado el
control de las Cámaras del Congreso y del Senado. En resumen, entre 1947 y 1957, aproximadamente, ser blacklisted (estar incluido en la “Lista Negra” de Hollywood) significaba para un cineasta no solo la imposibilidad de trabajar sino, en muchos casos, la condena al ostracismo social, como le sucedió a la guionista y dramaturga Lillian Hellman* (1905-1984) o al polifacético actor y cantante negro Paul Robeson (1898-1976), legendario activista por los derechos civiles, que hizo famosa la canción: Ol’ Man River (una canción popular compuesta por Jerome Kern*
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LAUREN BACALL Y HUMPHREY BOGART ENCABEZAN LA MARCHA DEL “COMITÉ DE LA PRIMERA ENMIENDA”, WASHINGTON, OCTUBRE DE 1947
en 1927). Ambos, decididos antifascistas, coincidieron en España durante la Guerra Civil; Lillian como documentalista y Paul como brigadista de la Lincoln. Otros profesionales, como Dalton Trumbo (1905-1976), considerado como el más prestigioso guionista de aquellos años, sufrió cárcel, acusado de ser comunista y haberse negado a delatar a ninguno de sus compañeros. Al salir de prisión tuvo que sobrevivir escribiendo bajo seudónimo, como otros muchos. Fue rehabilitado públicamente gracias al actor Kirk Douglas* (1916-2020). Trumbo firmó el guion y apareció (de nuevo) en la lista de créditos de la famosa película Espartaco (1960), protagonizada y producida por Douglas, conocido también por sus simpatías izquierdistas. Trumbo fue también muy
popular por haber formado parte de “Los diez de Hollywood”, profesionales varios condenados por desacato al Congreso, salvo en el caso del director Edward Dmytryk* (1908-1999), también encarcelado, que más tarde se retractó y colaboró con el Comité de Actividades Estadounidenses (HUAC). Un congresista de Misisipi John E. Rankin (1882-1960), miembro de la HUAC, declaró durante una rueda de prensa que “una de las tramas más peligrosas que se han instigado para el derrocamiento de este gobierno tiene su sede en Hollywood”.
En este mismo orden de cosas, otros profesionales tuvieron que optar por un exilio, forzados por las circunstancias, y por su izquierdismo. Entre otros, el guionista y actor Jules Dassin* (1911-2008), exiliado en Europa y, finalmente ubicado en Grecia. Se casó con la actriz griega Melina Mercouri; el director Joseph Losey (1909-1984), exiliado en Inglaterra; Lionel Stander* (1908-1994), fundador del Sindicato de Actores, exiliado durante muchos años en Europa o el mismísimo Charles Chaplin (1889-1977). Se produjeron, incluso, casos de suicidio, como el del actor Philip Loeb (1891–1955) o la muerte por infarto del actor John Garfield* (1913-1952), protagonista de la primera versión de El cartero llama siempre dos veces (1946).
Por otra parte, estos recelos ya existían, desde 1938, cuando se crea el llamado Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC), pero el senador McCarthy, si bien no participó directamente en sus actividades, sí fue el impulsor de lo que se ha generalizado como macartismo, como ya hemos anticipado, y personaje
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WWW.TIEMPODECINE.CO/WEB/AL-OTRO-LADO-DEL-RIO-Y-ENTRE-LOS- ARBOLES-LA-REINA-AFRICANA-DE-JOHN-HUSTON/ WWW.PRENSAESCUELA.ES/AUTHOR/PRENSA-ESCUELA/PAGE/41/
protagonista de la famosa “Lista Negra”, en la que se vieron implicadas varios cientos de personas sospechosas de colaborar con el PC. Pero no solo las personas, también se censuraron más de treinta mil libros, retirados de bibliotecas y librerías. Por citar un par de ejemplos, las novelas Robin Hood o Espartaco del escritor Howard Fast* (1914-2003).
Finalmente, esta “Lista Negra” estuvo también apoyada por una “Lista Gris”, una versión “suave” de la anterior. Los incluidos en ella tuvieron problemas para trabajar en el cine. Sin embargo, los más castigados fueron los llamados “Diez de Hollywood”. Según relata en un libro Patricia Bosworth, hija de uno de los abogados defensores, Bartley Crum (1900-1959), también perseguido, aquellos que figuraban en la lista negra, además de escribir con seudónimo, tenían que cobrar en dinero negro, no podían abrir cuentas y sus conversaciones telefónicas eran espiadas por el FBI, como lo fue también su padre. A Dalton Trumbo, por ejemplo, hasta 1975, un año antes de morir, no se le hizo entrega del premio por su guion de la película El bravo (1956) y hasta 1993 la Academia no le otorgó la estatuilla por Vacaciones en Roma (1953). Utilizó hasta una decena de seudónimos distintos.
A todos los represaliados citados podríamos sumar a los directores Billy Wilder* (La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco); Otto Preminger* (Éxodo, El Cardenal); Fritz Lang* (Perversidad, Sólo se vive una vez) o el actor Melvyn Douglas, famosísimo coprotagonista, junto a Greta Garbo, de la película Ninotchka. Junto con su mujer, la actriz Helen Gahagan (1900-1980), formó parte del Comité Antinazi de Hollywood junto a otros profesionales como Dorothy Parker, Ernst Lubitsch*, Gloria Stuart, Mervyn
PELÍCULAS QUE ABORDAN EL TEMA:
• The front (Martin Ritt,1976),
• Guilty by Suspicion (Irwin Winkler, 1991),
• Buenas noches, y buena suerte (George Clooney, 2005),
• Trumbo (Jay Roach, 2015)
LeRoy*, F. Scott Fitzgerald o Chico Marx*. Durante años, Douglas formó parte de la “Lista Gris” a la que ya hemos aludido. Y con ellos, destacados actores que apoyaron a este grupo, como Lauren Bacall*, Henry Fonda, Gene Kelly, Edward G. Robinson*, entre muchos otros. En el lado opuesto, el entonces director Walt Disney, el actor Ronald Reagan o un joven Richard Nixon. Estos últimos llegaron a la presidencia del país.
Como colofón, unas palabras del famoso periodista Edward R. Murrow, emitidas durante su programa See it now (9 de marzo, 1954):
…Su principal logro [del senador McCarthy] ha sido el de confundir a la opinión pública, entre las amenazas del comunismo. No debemos confundir desacuerdo con deslealtad. Debemos recordar siempre que una acusación no es una prueba y que una condena depende de la evidencia y del debido proceso de la ley. [...] No caminaremos con miedo, el uno del otro.
Nota: Todos nombres acompañados de (*) son judíos.
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CANCIONES PARA UN ETERNO RETORNO
POR ANDRÉS RIVETTE
Escritor, cientista político, melómano
En el universo sonoro de las canciones nostálgicas están sin duda aquellas que evocan el mito del eterno retorno, o melodías como aquellas que simbolizan el cambio y la evolución de las conciencias con la pérdida de la inocencia y el paso de la niñez a la edad adulta, como demostración fáctica de que todo tiempo pasado fue mejor, o de que alguna vez abrazamos la frescura ingenua de la niñez como espléndido insumo para nuestro crecimiento.
Hay canciones que representan esa transición y mucho más, porque no se trata de canciones in-
fantiles, sino de melodías que hablan de un cambio pero que se quedan en una mirada melancólica de lo que fue y pudo ser o de los valores esquivos, conecta lo que todos vivimos en nuestros propios derroteros vitales en la transición casi imperceptible hacia la madurez. Muchas veces, extraviados por las urgencias de la edad madura, por las circunstancias inevitables del entorno, más allá de nuestros sueños y quimeras, nos refugiamos en los recuerdos de nuestros momentos felices para sacar la energía necesaria para seguir creyendo en lo posible; es una especie de clases de estoicismo, no para aprender a disfrutar lo adverso sino para tener las herramientas necesarias para adaptarse a las circunstancias, sortear de mejor manera los obstáculos, aprender de los
MÚSICA
propios errores y no culparse con eso o permitirse ser feliz a pesar de todo, para volver a soñar esta vez con lo imposible.
De ese puñado de canciones, baladas, melodías y obras no podemos partir sin citar la obra de William Shakespeare “Sueño de una noche de verano” musicalizada por Félix Mendelssohn, en el que en la Noche de San Juan, coincidiendo con el solsticio hemisférico, los amantes vuelven a encontrarse en un ir y venir de nuevas oportunidades, el renacimiento de un ciclo vital de pasión y muerte instalado en el sueño de los enamorados.
En el ámbito de la música popular debo mencionar un placer íntimo cual es la hermosísima canción de Frida Boccara “Un día, un niño”, que no solo insinúa el tema que nos convoca sino que se instala en el imaginario de mi propia infancia y en el reflejo preciso de la vida que fue, que ya no será, o el de la vida a la que volveremos cuando volvemos a soñar.
Don McLean, a modo de cronista de época, roza también estos temas en “American pie” (1971), cuando conmemora aquel día en que murió la música, y con ello una leve y pasajera derrota del sueño americano, quizás apenas su luz eclipsada por el extravío de una quimera, o en un círculo más íntimo, la pérdida de la inocencia, pero al mismo tiempo acompañado con el comienzo de un nuevo ciclo sustentado en la memoria del fatal día que partieron juntos sus ídolos de adolescencia como fueron Ritchie Valens, Billy Halley y The Big Bopper, transformando la canción en un himno generacional difícil de igualar en la voz de un autor que sabe perfectamente lo que se pierde cuando se pierde algo. El mismo tono nostálgico que encontramos en casi toda su discografía. Me resulta imposible no mencionar en esta galería sonora a uno de los temas más hermosos del folk rock: “Circle game” (1970), esa maravillosa canción
de Joni Mitchell, quizás una de las más innovadoras compositoras de la música popular de todos los tiempos, que reflexiona casi bíblicamente del cautiverio que sufrimos en el carrusel del tiempo donde no tenemos alternativas sino dar vueltas y vueltas y vueltas en el juego del círculo. Hay una especie de carpe diem, un llamado a aprovechar el momento y detener el tiempo para tomar mejores decisiones. En el film “Married to it” (1991) de Arthur Hiller, se usa magistralmente el tema relevando los sueños de la infancia como destino de nuestra existencia. Joan Manuel Serrat con esa sencillez que lo caracteriza y que hace que su poesía cantada suene tan simple y a la vez tan potente y verdadera, nos lleva en distintas etapas de su discografía por los temas de los procesos de cambio y transformación. Una ácida crítica realiza en “Esos locos bajitos” (1983) cuando señala que los adultos “nos empeñamos en dirigir sus vidas” (las de los niños) “Sin saber el oficio y sin vocación / Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones / Con la leche templada / Y en cada canción”, como queriéndonos decir que en la corrección de los errores de nuestros niños, solo pretendemos enmendar nuestro propio pasado, buscamos reconciliarnos con nuestras tareas pendientes, aunque al final, Serrat nos insta a que dejemos “Que decidan por ellos, que se equivoquen / Que crezcan y que un día… Nos digan adiós...”
Toca también esa etapa de cambios la hermosa canción del grupo Vivencia, una banda acústica argentina en plena época de Sui Generis, con más baladas que el grupo de Charly y Nito. Vivencia con elegancia describe en su interesante discografía preocupaciones cotidianas de una época de todavía tímidos cambios en Latinoamérica, abordan algunas temáticas entonces medio prohibidas como la historia de Natalio y Juan Simón, censurada por el
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régimen político de turno, hasta temáticas propias de la adolescencia y sus símbolos más caros. En “Tiempo de transformación” (1974), con un filoso aunque hermoso texto, el grupo describe el proceso de transformación de una joven que entra a la adultez y que se bate en la incertidumbre de ser un poco niña y a la vez mujer: “Por cada paso que ella da / Aprende un poco a desconfiar / Al ir tomando conciencia / Va perdiendo la inocencia.”
Son estas canciones que inspiran a los adolescentes ávidos de nuevas experiencias a tomar conciencia de lo efímero de la etapa juvenil, y luego tomar conciencia de la fugacidad de la vida misma.
Para Bob Dylan permanecer joven es mantener la frescura, es seguir la luz de tus utopías, es mantener la esperanza de un mundo mejor, por eso en su canción “Forever Young” (1974) Dylan no solo hace patente que el crecimiento es inevitable sino más bien emplaza a ese joven que crece a seguir creciendo pero al mismo tiempo permanecer siendo joven, a ser una especie de eterno aprendiz, en una letra que sugiere una enseñanza de vida quizás inspirada en los nacimientos de sus propios hijos.
“Que tus manos siempre estén ocupadas / Que tus pies siempre sean veloces / Que tengas una base sólida / Cuando los vientos de los cambios cambien / Que tu corazón siempre esté alegre / Que tu canción siempre sea cantada / Y que permanezcas siempre joven / Que permanezcas siempre joven”
La juventud ya no estará perdida sino “conservada”, los ideales de la juventud te mantendrán vivo, permitirá que los sueños se hagan realidad, que se generen puentes y escaleras para ser mejores. Hay un llamado a no perder la capacidad de asombro, estar alertas, no dejarse engañar por la comodidad y el hastío de la edad adulta. Permanece siempre joven, dice el premio Nobel de literatura, en uno
de sus textos más luminosos tras casi ocho años de no girar por el mundo exponiendo sus canciones. Casi un universo aparte es el que nos plantea el londinense Cat Stevens, el Steven Giorgiou de los 60, y hoy conocido por su nombre musulmán de Yusuf Islam. Sus discos editados en Chile son un símbolo de los tocadiscos de principios de los setenta en nuestro país. El “Teaser and the firecat” o el “Tea for the tillerman” fueron vinilos obligados en casi cualquier hogar de clase media en una época en que el cantautor británico alternaba canciones amables de letras sencillas con temas agrios de textos complejos, alternando el amplio registro de su voz para hacer de su música una moneda siempre de dos caras, fórmula dual que sin duda representaba la época que vivíamos en el mundo de la Guerra Fría.
Cat, un compositor, intérprete y cantante único, singularísimo; multinstrumentista, poeta, dibujante y pintor; educador y filántropo, un espécimen raro en la industria de la música popular, que estando en su cúspide creativa decidió renunciar al mundo del espectáculo para no ser devorado por las grandes discográficas, la voracidad de los productores y la ambición del dinero. Un cantautor de tal honestidad que cada uno de sus discos desde el “Mona bone jakon” (1970) hasta el “Back to earth” (1978) exudan textos llenos de matices y profundidades discursivas, con composiciones y arreglos finos y delicados, proporcionales a la expresividad de sus ideas poéticas. Sus temáticas son tan variadas, su inquieto intelecto lo hacía peregrinar entre las más diversas ideas, reflexiones religiosas, una actitud crítica del egoísmo en las relaciones humanas y de la desconexión con el universo desde miradas naturalistas y filosóficas; historias de gatos y de lunas llenas, personajes y paisajes que supo plasmar en cada uno de sus álbumes tanto en las músicas
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como en las portadas de sus discos con diseños de su propia autoría sumergiéndonos en las realidades oníricas de su autor.
Uno de esos temas trascendentales es “Father and son” (1971), aquel en el que dialogan padre e hijo: “Una vez fui como tú ahora, y sé que no es fácil / estar tranquilo cuando descubres que algo está pasando / Pero tómate tu tiempo, piensa mucho / Por qué, piensa en todo lo que tienes / Porque todavía estarás aquí mañana, pero tus sueños pueden no”. Es el renunciar a crecer rápido, aprovechar todo el tiempo posible, se intuye que el viaje no tiene retorno y que al final de la vida solo se puede mirar atrás y apenas volver en los sueños a aquello que ya fue.
Otro clásico de esos años y convertido en mis favoritos de todos los tiempos, casi sin riesgo de equivocarme o arrepentirme, es esa balada del final de la vida de Los Beatles, que sin la presencia de John Lennon en julio de 1969, Paul McCartney grabó para el disco “Let it Be”: “Golden slumbers” (1969), un tema con reminiscencias de canción de cuna, inspirada en un antiguo poema de Thomas Dekker, donde plantea con resignación la imposibilidad de volver a casa, en un tono enigmático da a entender que los caminos del retorno se han extraviado y ofrece cantar una canción de cuna y un despertar de sonrisas como consuelo por aquel tiempo perdido para siempre “Una vez hubo una manera / de volver a casa / Duerme, cariño mío, no llores / y así te cantaré una canción de cuna. / Un dormir dorado llena tus ojos. / Las sonrisas te esperarán cuando te levantes”. Sin duda la vida es cíclica, la historia del universo, el derrotero íntimo de cada persona. El eterno retorno más allá de su posibilidad física no es sino un sueño para volver a caminar lo andado, lo atesorado desde la conciencia con sus múltiples placeres, imágenes y aromas. Son los besos que suponen las viejas
canciones, los añorados regalos de Navidad de la infancia más lejana, la magia de las fábulas que nos hacían imaginar el mundo posible en los recovecos de los misterios de la vida.
Con los años todo lo conocemos, nos descubrimos a las exóticas materialidades de los hechos, y nos sometemos a las verdades más profundas de la razón de nuestra existencia, pero por nuestra dimensión onírica volvemos a pasar por el corazón el dolor del pasado, que no es otro que el del crecimiento, el dolor que sugiere el avance decidido a mejores estadios de conciencia. No se trata de que el eterno retorno, como lo plantea Nietzsche, sea un mero volver a empezar desde lo que ya no podemos volver a ser, porque el hombre no puede sacudirse, como quisiera de su andar andado ni renegar de su historia, de los amores amados, de las risas reídas ni de los llantos llorados.
Las canciones evocan en un sinfín de experiencias únicas e irrepetibles; de experiencias excluyentes que recordarán con claridad hechos de un pasado esquivo imposible de revivir, aunque la memoria nos engañe simulando traer el tiempo de ayer con sus fantasías y sus imágenes visuales y sonoras de apariencia real y sensible. Pero no, está idealizada en la historia, encadenada en los anales de la vida toda, compartida y vivida sola, como el vector invisible entre dos puntos, uno anclado en el pasado cósmico y el otro en el destino de las musas, a igual distancia de los acontecimientos que cíclicamente recorren el camino de los mortales, como uno, semidioses de la conciencia, elevados en esperanzas, exaltados como hombres que saben que lo más oculto de su ser hay una melodía que llama al tiempo por su nombre y al espacio que lo confunde con la tierra de todos aquellos que la recorren para vivirla para siempre transformados indistintamente en energía o materia.
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TODAS LAS MUJERES QUE HABITAN EN SOPHIA LOREN
UN HOMENAJE A SUS 90 AÑOS
POR ANA CATALINA CASTILLO IBARRA Académica, magíster en Literatura, diplomada en Historia y Estética del cine
Su nombre y su retrato aparecen en el Portal Histórico de la República Italiana. No es de extrañar; incluso hay quienes la consideran un tesoro viviente. Un recorrido por la trayectoria de la actriz italiana Sophia Loren permite entender su relevancia en la cinematografía mundial y homenajearla, cuando se acerca a sus 90 años.
Para valorar su transcurso por el séptimo arte es necesario entender también cómo se conectan su vida y su obra. Tal como ella misma lo relata en su autobiografía –aparecida hace una década–, la diva que el mundo conoce pasó tantos padecimientos como las protagonistas de algunas de sus primeras películas. Entre sus recuerdos más vívidos de la Segunda Guerra Mundial está el túnel que servía de refugio durante los bombardeos en Pozzuoli (Nápoles); tal vez por eso aún duerme con la luz encendida, según ha confesado.
Las penurias del hecho bélico más la ausencia del padre, provocaron que su infancia no fuera fácil, pero todas sus vivencias alimentarían más tarde cada uno de los personajes que forman parte de su repertorio actoral. Y es que la Loren, como se la llama frecuentemente, ha dado vida en la pantalla grande a una gama riquísima de mujeres de todo tipo.
Ha tenido el rostro de la campesina pobre y algo ingenua; el de la mujer astuta y voluntariosa; el de madre abnegada; el de esposa sumisa; el de jovencita algo pícara, solo por nombrar algunos. Y como lo ha revelado, para cada una de esos personajes
CINE
ha evocado a la mujer que ella ha sido y, con eso, las circunstancias que le ha tocado sobrellevar.
Así, por ejemplo, la inspiración para encarnar en Una giornata particolare (1977) a Antonietta, esa dueña de casa con delantal y algo desaliñada, pensó en la imagen de la madre que ella quiso y no tuvo. Romilda, su jovencísima “Mammina”, la sobrepasaba en belleza y arrojo. Su aspecto en cambio, según se lee en su libro de memorias: “No encajaba a la perfección en los cánones de belleza. Sin embargo, esa diferencia sería en el futuro la clave de mi éxito”.
LOS COMIENZOS
En esa clave del éxito, que ella menciona, hay componentes que, aunque resulte difícil de creer, superan su especial belleza; son su perseverancia y su tenacidad. En 1950 logra entrar en el mundo del cine y de una manera muy peculiar: fue una de las tantas figurantes en la cinta Quo Vadis. Antes del cine fue la cara de la damisela envuelta en encrucijadas sentimentales en los “fotoromanzi” (fotonovelas) de la revista “Sogno” (Sueño), título muy consecuente con lo que cuenta Sophia: “La guerra había terminado, la Italia había vuelto a vivir y la gente, a soñar”.
LA DÉCADA DE LOS SESENTA
En 1960, la película Dos mujeres (La Ciociara), dirigida por Vittorio de Sica, le permitiría salir al mundo en una historia conmovedora y poderosa que nos muestra la lucha por la supervivencia y la maternidad en tiempos cruentos. Sophia Loren brilla en su interpretación de Cesira, una madre valiente y decidida que hará lo que sea necesario para proteger a su hija adolescente en medio del caos y la violencia de la Segunda Guerra Mundial.
En la cinta, Loren logra transmitir
una amplia gama de emociones: desde la ternura y el amor maternal hasta la desesperación y la angustia ante las adversidades. Su actuación, por momentos desgarradora, logró conectar de manera profunda con el público y le valió los premios Óscar, Bafta y el del Festival de Cannes como Mejor Actriz.
Nuevamente bajo la dirección de Vittorio de Sica, la actriz enfrenta en esta película de 1963 un desafío mayor, pues en Ieri, oggi, domani (Ayer, hoy y mañana) Sophia Loren será la protagonista de tres historias diferentes, cada una de ellas coprotagonizada por Marcello Mastroianni. El trío de oro alcanza con esta obra un Óscar a la Mejor Película en habla no inglesa, un Globo de Oro para Mejor Película Extranjera, un Bafta para Mastroianni, y un David di Donatello para el productor, Carlo Ponti.
En la primera historia –tal vez la mejor lograda en términos de guion–Loren interpreta a Adelina, una vendedora ambulante de cigarrillos que vive en Nápoles. Ella logrará eludir la cárcel embarazándose cada año, pues descubre una exención legal para las mujeres en ese estado. En la segunda historia interpreta a Anna, una millonaria y
caprichosa milanesa que tiene un romance con un joven playboy. Y en la tercera historia, interpreta a Mara, una prostituta romana que mantiene relación con un empresario enamoradísimo de ella. A esta última historia pertenece la icónica escena del spogliarello o streptease de Loren, donde combina con maestría la gracia pícara, la elegancia y el humor.
La película es un brillante ejercicio de actuación donde Sophia demuestra su versatilidad interpretativa al dar vida a tres personajes tan diferentes entre sí. Su presencia magnética en la pantalla, combinada con su talento actoral, hace que cada una de las historias sea cautivadora y emocionante de ver.
En 1964, se repite la fórmula Loren más Mastroianni, bajo la dirección de Vittorio de Sica, con Matrimonio a la italiana. En esta ocasión, Sophia interpreta el papel de Filomena Marturano, una mujer fuerte y apasionada que lucha por conseguir estabilidad amorosa y económica, buscando ser aceptada por el hombre que ama, un galán sin intenciones de casarse, interpretado en forma descollante por Marcello Mastroianni.
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En Matrimonio a la italiana, obra clave del post neorrealismo, Sophia Loren protagoniza un hermoso e impactante arco dramático, pasando de la sumisión al empoderamiento; todo ello movida por el amor. Además, a esta película pertenecen algunas de las escenas más icónicas de la filmografía de la actriz y, por qué no decirlo, del cine italiano, como su caminata por unas calles napolitanas mientras todo lo que la rodea parece inclinarse ante su prestancia. Esta escena contrasta con otras en que ya desgastada por los avatares de su relación sin nombre con Doménico Soriano, la vemos ajada y envejecida. Por este papel, consiguió dos nominaciones, a los premios Óscar y a los Globos de Oro. Con la cinta que comentamos, la Loren solidificó su imagen como una de las actrices más talentosas y versátiles de su generación y su Filomena Marturano le permitió mostrar su capacidad para combinar el drama y la comedia de una manera sobresaliente. De paso, la película se llevó cuatro premios
David di Donatello, incluyendo a sus protagonistas, al director y al productor, Carlo Ponti, quien por esa fecha era ya era oficialmente su marido.
LA DÉCADA DE LOS 70
Un día muy particular ( Una giornata particolare , 1977) –para muchos la obra maestra del director Ettore Scola– se centra en la relación entre dos personajes durante el régimen fascista de Mussolini en Italia. La actuación de Sophia Loren ha sido ampliamente elogiada por su interpretación emotiva y conmovedora del personaje de Antonietta. Loren logra transmitir la soledad, la vulnerabilidad y la fuerza de su personaje de una manera excepcional, lo que le valió el reconocimiento de la crítica y varios premios.
Ambientada en el día en que Hitler visitó Italia, la historia se centra en dos marginales: una dueña de casa que no tiene más horizontes que sus hijos y su marido, y Gabriele, un homosexual antifascista que ha sido despedido de su trabajo por su condición. En un edificio vacío, porque todos se han ido al desfile que preside il Duce , la película nos muestra con sutileza y maestría la historia íntima de dos seres que, por una jornada, pueden asomarse a la luz. Tanto Loren como Mastroianni nos dejaron con esta cinta una
actuación conmovedora y poderosa, explorando temas como la soledad y la conexión humana en un contexto político tenso, demostrando su capacidad para transmitir emociones profundas a través de su afiatada actuación.
MUCHOS AÑOS DESPUÉS
En varias entrevistas concedidas, Sophia Loren ha celebrado el hecho de que a lo largo de su extensa carrera ha podido representar a mujeres fuertes de carácter. Así lo demostró una vez más, a sus 86 años, cuando dirigida por su hijo Edoardo Ponti nos regaló una actuación en que se combinan su oficio y su sabiduría al ponerse en la piel de una mujer sobreviviente del Holocausto en La vita davanti a sé (La vida por delante, 2020). Por su estremecedora actuación, la última hasta ahora en la gran pantalla, recibió el David di Donatello como mejor actriz. Es curioso constatar cómo, tanto en sus inicios como en su madurez, ha habido un Ponti guiándola. Y ella se entrega una vez más al servicio de la historia, dejando muy claro que es de esas actrices destinadas a brillar desde donde esté y para siempre.
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NO AL PENSAMIENTO POSITIVO
POR ROGELIO RODRÍGUEZ MUÑOZ
Licenciado en Filosofía y Magister en Educación, Universidad de Chile
Escucho en un matinal de TV a un conocido tarotista aseverando que deberíamos tener un “pensamiento positivo”: si miramos con optimismo el futuro y esperamos que este nos sonría, efectivamente nos sonreirá.
Hay al respecto una explicación racional que nos brinda la psicología: si somos optimistas nos mostramos más eficaces porque ponemos más empeño en lo que hacemos, tenemos más confianza en nuestras capacidades, nos adaptamos más fácilmente a los avatares de la vida y, por todo ello, se puede facilitar el logro de nuestras metas.
Pero lo asegurado por el tarotista se enmarca en una creencia mucho menos racional: la de que, misteriosamente, nuestros pensamientos pueden tener una incidencia directa en el mundo real. Así, se arguye que los pensamientos negativos producen resultados negativos, mientras que los pensamientos positivos se materializan en forma de salud, prosperidad y éxito.
Este rasgo místico del pensamiento positivo ha traído el florecimiento de una vasta industria de libros de autoayuda y de cursos y charlas de entrenamiento mental, a la vez que ha impregnado diversos ámbitos de realidad: la salud, la empresa, las finanzas, la psicología, incluso la academia universitaria.
Y surge un vocabulario acorde: si estás enfermo, llamarte víctima o paciente está prohibido por la resonancia de estos términos con la autocompasión y la pasividad. Una enfermedad debe considerarse como un “don” para apreciar mejor la vida, la oportunidad para llegar
a ser mejor persona. Debes reprimir tus naturales sentimientos de rabia y tristeza, pues son considerados obstáculos para la recuperación (o, incluso, favorecedores de un curso negativo de la dolencia).
Así, la ideología del “pensamiento positivo” –que impone la felicidad como un deber– termina gatillando la culpabilización del enfermo, que siente que ha sido culpa suya contraer la enfermedad o no recuperarse de ella.
Seminarios, sesiones de motivación, cursos de coaching, textos de autoayuda se nutren del “pensamiento positivo” y lo divulgan en un próspero negocio. Si te han despedido del trabajo, no te enojes: percíbelo como una oportunidad para reinventarte. ¿Quieres adelgazar? Piensa como un ganador, no como un perdedor, y bajarás kilos. ¿Te abandonó tu pareja? La culpa es tuya, por no ser positivo, por ver lo malo de las cosas y dejar que esa negatividad se note. ¿Necesitas dinero? El verdadero obstáculo está en tu cabeza, que rechaza el lucro. ¿Alguien que conoces está en problemas? Pide para él pensamientos positivos de los demás, como si fueran oraciones. El “pensamiento positivo” tiene sus ideólogos, sus portavoces, sus predicadores y sus comerciales.
Las cosas, por cierto, no son puramente blancas o puramente negras, sino que en la vida debemos caminar sobre un mosaico: la alternativa al pensamiento positivo no es la desesperanza. De hecho, el pensamiento negativo puede resultar tan engañoso como el otro. En ambos casos, las percepciones están teñidas de emocionalidad y se acepta lo ilusorio como real.
Debemos tratar de salir de nosotros mismos para ver las cosas tal como son, lo que por supuesto no es fácil ejercicio. Se requiere del empleo de la razón, de la reflexión crítica, para distinguir con lucidez qué situaciones podemos controlar y cuáles escapan a nuestras determinaciones. Así entenderemos que en el mundo hay tantos riesgos como oportunidades y que es posible buscar la felicidad, aunque marchemos siempre con la pesada carga de nuestra fragilidad humana.
LA ÚLTIMA PALABRA
Revista cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia de la tecnología Diciembre 2023 N°545 MOMENTOS CONSTITUCIONALES 2019-2023: ¿QUÉ PASÓ Y QUÉ HACER? POR UNA CONSTITUCIÓN QUE NOS UNA * ERIC GOLES “LA HUMANIDAD SE EXTINGUIRÁ ALGÚN DÍA, PERO DEBEMOS TRABAJAR PARA QUE NO SEA POR CULPA DE NUESTRAS ACCIONES” PACO DE LUCÍA, EL GENIO DE ALGECIRAS ¿LA DEMOCRACIA EN CRISIS? LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES ARGENTINAS Revista cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia tecnología Enero 2024 Número 546 N°546 ISSN0716-6782 UN NUEVO PROCESO CONSTITUCIONAL FALLIDO LOS PANAMERICANOS, APRENDIENDO A JUGAR CINE DE VERANO * TOM, EL MAESTRO CARIOCA DE LA MÚSICA BRASILEÑA MEGA SEQUÍA UNA AMENAZA QUE NO SE DETIENE GRAN MAESTRO SEBASTIÁN JANS: LA NECESIDAD DE UNA ESPIRITUALIDAD LAICA Revista cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia tecnología N°547 ISSN0716-6782 LA RUSIFICACIÓN DE UCRANIA LAS NUEVAS CLAVES DE LA POLÍTICA CHILENA TROYA A LA SOMBRA DE UN MITO JANIS, LA PERLA BLANCA DEL BLUES ESA DELGADA LÍNEA ROJA ENTRE EL FUEGO Y LA TRAGEDIA Revista de cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia tecnología Septiembre 2023 N°542 Septiembre 2023 ISSN0716-6782 50 AÑOS DEL GOLPE: REFLEXIONES Y TESTIMONIOS POR UNA CRISIS * EL TE DEUM Y EL ESTADO LAICO * EL IMPACTO GLOBAL DE LAS MIGRACIONES CINE: ANDREI TARKOVSKI Revista cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia de la tecnología * CHILE REALIZÓ LA VI ASAMBLEA DE LA CONFERENCIA DE GRANDES LOGIAS DEL ASIA PACÍFICO CHILE: SOSTENIBILIDAD, ECONOMÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO * EL FUTURO DE LA INDUSTRIA ALIMENTARIA Y EL CUIDADO DEL PLANETA * CONMEMORAMOS LOS 30 AÑOS DE LA PARTIDA DE FEDERICO FELLINI N°544 LAS (SIN)RAZONES DEL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO Revista de cultura, política, arte, ciencias sociales, humanidades ciencia tecnología Octubre 2023 Número 543 N°543 Octubre 2023 ISSN0716-6782 * INTELIGENCIA ARTIFICIAL ¿UN SALTO ADELANTE? * MIGRACIONES: SU MULTICAUSALIDAD E IMPACTO INTERNACIONAL Y NACIONAL * EL DÍA QUE LOS LIBROS FUERON LOS ENEMIGOS MILAN KUNDERA, LITERATURA PARA LA LIBERTAD FRATERNITAS REPÚBLICA 2023 REUNIÓ A LAS MÁS ALTAS AUTORIDADES DEL PAÍS DE LA N°548 PRESIDENTE PIÑERA: UN HIJO DE SU TIEMPO CRISIS DE LA DEMOCRACIA: TAXONOMÍA DEL POPULISMO LITERATURA: UNA MIRADA AL BOOM LATINOAMERICANO GALILEO: SABIDURÍA EN TIEMPOS DIFÍCILES LA OBRA MUSICAL COMO RITO COLECTIVO ENTREVISTA A FONDO AL DIRECTOR PAOLO BORTOLAMEOLLI REGALA UNA SUSCRIPCIÓN A REVISTA OCCIDENTE 11 NÚMEROS AL AÑO ¡INFÓRMATE CON NOSOTROS! SUSCRIPCIONES NICOLÁS MORALES +56 22476 1133 mail: suscripciones@editorialoccidente.cl