Revista Occidente - 542 Septiembre 2023

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* EL TE DEUM Y EL ESTADO LAICO

* EL IMPACTO GLOBAL DE LAS MIGRACIONES

* CINE: ANDREI TARKOVSKI

ÍNDICE I SEPTIEMBRE 2023

2 Atentamente Guillo

3 Editorial

4 Correo de los lectores

5 Proceso Constitucional: Vox Populi

10 Repaso histórico del Te Deum en un estado laico

13 Fraternitas de la República 2023

16 Testimonios. Por una crisis

17 El tratado del inútil combate

19 Fuerza para condenar y razones para explicar

21 Recuerdos de infancia

26 Un sueño devastado

28 Nuevos aires para nuestra democracia

32 Muerte en Remodelación San Borja

36 Reflexiones sobre el 11 de septiembre de 1973 y un Brindis por nuestro País

41 Fortalecer la memoria, defender la democracia y construir acuerdos futuros

44 Migraciones. Su Multicausalidad e impacto internacional y nacional. Parte I

52 Polis

El derecho a la ciudad

54 Música

La nueva canción campesina

60 Cine

De por qué pienso en Tarkovski

64 La última palabra

El logro del humanismo

Fundada en 1944 www.revistaoccidente.cl

Septiembre 2023

Edición N° 542

ISSN 0716 – 2782

Director Rodrigo Reyes Sangermani director@revistaoccidente.cl

Comité Editorial

Ximena Muñoz Muñoz

Ruth Pinto Salgado

Roberto Rivera Vicencio

Alberto Texido Zlatar

Paulina Zamorano Varea

Editor Antonio Rojas Gómez

Diseño

Alejandra Machuca Espinoza

Colaboran en este número: Guillo

Javier Ignacio Tobar

Eduardo Quiroz Salinas

Roxana Ibarra Briceño

Andrés Rivette

Azun Candina-Polomer

Marcelo Díaz Suazo

Roberto Berríos Álvarez

Patricio Young Moreau

Jorge Calvo Rojas

Galo López Zúñiga

Gonzalo Durán Baronti

Ricardo Bocaz Sepúlveda

Colectivo Trazantes

Edgard “Galo” Ugarte

Ana Catalina Castillo Ibarra

Rogelio Rodríguez Muñoz

Fotografías

Shutterstock

Libro Salvador Allende. Una época en blanco y negro

El País. AGUILAR

Publicación

Editorial Occidente S.A. Marcoleta 659, Santiago, Chile

Gerencia General

Gustavo Poblete Morales

Suscripciones y Publicidad

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Los artículos firmados u opiniones de los entrevistados no representan necesariamente la línea editorial de la revista. Se autoriza la publicación total o parcial de los artículos con la única exigencia de la mención de Revista Occidente

A 50 AÑOS DEL MÁS DOLOROSO DE LOS QUIEBRES DE NUESTRA HISTORIA

Pareciera que toda nuestra historia convergiera al 11 de septiembre, nos vemos allí, en las frustraciones de un sueño interrumpido, en el fracaso de los proyectos políticos, en el enfrentamiento de modelos excluyentes o en el análisis profundo y fallido de nuestra idiosincrasia; allí estamos juntos, en la evasión de las culpas compartidas, en la razón de la sinrazón del odio fratricida, en las más oscuras noches de miedo y desasosiego; encontrándonos en la fuga de esperanzas, como arrojados al vacío en la frialdad de una guerra ajena, surgida desde la intolerancia de modelos globales endiosados por unos o por otros; estamos en el salvaje autoritarismo de quienes creían y quizás aún creen en la posesión ciega de una verdad única caída por su propio peso por sobre quienes con humildad, sólo proponen volver a construir un nuevo futuro desde el nunca más.

El Golpe de Estado produjo un quiebre difícil de subsanar mientras aún permanezcan esquivas las verdades del miedo de miles de compatriotas y de sus familias, cuyo único delito fue haber imaginado un nuevo derrotero para su patria; difícil de subsanar mientras insistamos en confundir la comprensión política de las razones de un quiebre, con las responsabilidades definitivas o relativas de quienes justifican la destrucción de la democracia para reemplazarla por una alternativa, en el debilitamiento institucional, en la negación del otro como un otro válido, en abrazar la guerra como campo fértil para supuestas nuevas utopías, en la justificación indolente de un quiebre democrático como vía para corregir nuestros errores y, peor aún, en la materialización de las peores pesadillas de la existencia humana con la ausencia de justicia, la eliminación del Estado de derecho, el exilio, la tortura, la muerte y la desaparición forzada por parte de agentes del Estado.

Hoy Revista Occidente recuerda este trágico hito con historias, reflexiones, testimonios, relatos únicos y personales, sin otro afán que compartir con ustedes una ínfima muestra de los sentimientos que afloran, en voz de colaboradores y lectores que enfrentan estos cincuenta años con la memoria doliente de un quiebre, pero también, al mismo tiempo, porque es posible, la esperanza de un tiempo mejor, donde el sacrificio de tantos no haya sido en vano, y los sufrimientos de dos o tres generaciones sirvan para soñar un mejor futuro, por eso las lágrimas, el recuerdo y un brindis por el mañana, como destino inevitable de nuevos y mejores encuentros, y por la inmensa mayoría de los chilenos que sabemos que nunca más en nuestra Historia repitamos los hechos que conmemoramos en estos cincuenta años.

SEPTIEMBRE

Sr. Director, Septiembre de un tiempo a esta parte se ha convertido en un mes de memoria, nostalgias y alegrías, de los sucesos conmemorativos del once de septiembre con toda esa carga, pasamos a los festejos de nuestra independencia en una mesa familiar muchas veces llena de tradiciones, comidas típicas y una primavera que comienza a florecer en los aromos que bordean de amarillo los caminos. Un mes, como nuestra historia, que atravesamos casi todos los estados de ánimo y en el que se concentran de modo mágico el fin del invierno y el inicio de la primavera, como advirtiéndonos que después de la oscuridad habrá luz. Espero que así sea para el bien de todos los que habitamos este hermoso Chile.

50 AÑOS

Sr. Director, Con dolor advertimos en esta

fecha conmemorativa del golpe cívico-militar que aún hay personas que más allá de sus legítimas interpretaciones políticas del quiebre democrático, no terminan por condenar el Golpe de Estado, y lo que es peor, relativizan, justifican o niegan los gravísimos atentados a los DD.HH. que sufrieron nuestros compatriotas. Algunos de los cuales nunca conocimos su destino ni nadie que haya dado pistas del lugar donde están sus restos. Esa es una herida que sin duda permanecerá abierta mientras no seamos capaces de mirarnos a las caras y construir un Chile a partir de condenar estos hechos. Son más las generaciones de chilenos que no vivieron esos hechos y que, sin embargo, aún les heredamos los mayores nuestras cuentas pendientes. Espero que sepamos salir adelante y podamos mirara el futuro sin vergüenzas.

Atte.

Francisco Vargas González Santiago

jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en un procedimiento que le es específico: el examen (159). Lo cual se vincula con: Las instituciones disciplinarias han secretado una maquinaria de control que ha funcionado como un microscopio de la conducta; las divisiones tenues y analíticas que han realizado han llegado a formar, en torno de los hombres, un aparato de observación, de registro y de encauzamiento de la conducta. En estas máquinas de observar, ¿cómo subdividir las miradas?, ¿cómo establecer entre ellas relevos, comunicaciones? ¿Qué hacer para que, de su multiplicidad calculada, resulte un poder homogéneo y continuo? (162). Para la instalación de esta cultura, los dispositivos utilizados fueron los ámbitos de la propia institucionalidad social moderna, pero dispuestos en la cultura; la educación, el sistema penal, la clínica, el cuartel. Con lo señalado, se crea, por siglos, una forma de entrenamiento de las mentalidades, las emociones, los comportamientos y los deseos, todo examinado y orientado analíticamente hacia una distribución de los movimientos corporales y las ocurrencias intelectuales, por entero supeditados ambos a lo que la norma exigía, sin el suplicio al cuerpo del desobediente, como en la sociedad inquisidora, pero sí orientada a la subjetividad, así como a la intersubjetividad. Poder dispuesto a afectar a la psiquis del entramado social completo, pero desde lo más intimo, desde la articulación emocional y afectiva de las personalidades. Tal instalación resulta, entonces, en una dinámica moralizante, mediante la cual la psiquis en su dimensión

Yo hacia el Ello, o sea, hacia el instinto -de acuerdo con categorías freudianas-, en estos tiempos de modernidad líquida lo que ahora se reprime con absoluta violencia psicológica

REVISTA OCCIDENTE

Sr. Director, Cada vez que llega a mis manos Occidente sé que me esperan para la lectura de artículos de gran interés, he seguido atentamente las reflexiones constituyentes en cada número, que muestran con detalle propio de escribano el progreso de los procesos constituyentes que se han venido realizando desde el estallido social, de igual modo los artículos de laicismo, que como una marca de la revista ha relevado el tema en cada edición. Los felicito, la sorpresa viene muchas veces de los análisis de los temas de actualidad que saben tomar distancia del barullo cotidiano y mirar reflexivamente, y las notas de literatura y cultura que son un bálsamo para nuestras horas de ocio. Agradezco los contenidos y sigan igual.

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Sr. Director, Soy de una generación que leyó revistas, recuerdo Mampato que atesorábamos como si cada número fuera una pieza de colección, una revista inteligente para niños inquietos, ¡cómo se echa de menos! O las revistas políticas que analizaban con independencia los hechos de actualidad en tiempos difíciles, las innumerables publicaciones de cultura, de cine, de literatura; los espléndidos suplementos de los diarios que hoy casi ni quedan. Occidente hoy se ha convertido en un oasis, lamentando solo que no podamos acceder a cada edición en papel, porque para los de mi época es el formato en que verdaderamente se lee una buena publicación.

Se agradece igual el esfuerzo y continúen así.

Marcelo Campos R. Valparaíso

PROCESO CONSTITUCIONAL:

VOX POPULI

POR JAVIER IGNACIO TOBAR Abogado. Académico y ensayista.

Las democracias se están viendo sacudidas por explosiones de indignación bajo la forma de protestas, irrupción del populismo (Argentina es un “caso de manual”) y malestar general en contra de nuestros dirigentes. Así lo muestran varias encuestas, vaya como ejemplo la “Cadem-Plaza Pública” que se presentó el pasado domingo 20 de agosto: el 73% de la ciudadanía cree que la situación del país “va mal”, mientras que el 22% dice que “va bien”. Y no es que se trate de fenómenos estrictamente nuevos ni anormales, pues, además, forman parte de la naturaleza de la democracia y son condicionantes de la misma, como es el caso de su imprevisibilidad y la legitimidad de la protesta; pero es la concentración y la periodicidad de estos actos “antidemocráticos” (o sea que van más allá de la legitimidad del ejercicio de un derecho fundamental como es la protesta) las que hacen que pensar en que existe un “algo más”, que no se ha visto ni tampoco, por lo mismo, ha

sido lo suficientemente estudiado para encontrar las causas finales del fenómeno.

Quizás una de las explicaciones plausibles, pero también demasiado considerada, es la desigualdad en todas sus formas y manifestaciones. Sin duda es una causa que está detrás de las muchas revueltas, más aún en nuestro país que está dentro de los cinco países más desiguales de la OCDE en cuanto a la concentración de riquezas. Sin perjuicio de lo anterior, estimo que no vale como explicación única, aunque sea solo por el hecho que mayores desigualdades en otros momentos de la historia no han causado inestabilidad política. No siempre la rebelión es de los perdedores y hay formas de regresión democrática que están protagonizadas por los ganadores que cuestionan las instituciones, por ejemplo, Chile.

Aunque si bien se trata, creo, de fenómenos que son más expresivos que estratégicos y que responden a un malestar difuso que carga contra el sistema político en general, no se concretan en liderazgos claros ni en causas distinguibles, sino más bien en la suma de una serie de intereses de nicho que no se

concretan en programas de acción con la intención de producir un resultado concreto; son agitaciones poco transformadoras de la realidad. Sin ir más lejos, basta ver la trayectoria electoral desde el denominado “estallido social”, pasando por el plebiscito de entrada, la elección de los “Convencionales 1” y la votación del Presidente Boric, todo lo cual no hacía sino ver que la izquierda más radical había tomado espacios de Poder en los cuales podría generar, supuestamente, cambios estructurales. Pero luego vino el 4 de marzo del año 2022 y la elección de los actuales “Consejeros Constitucionales 2” –voto obligatorio de por medio-, y el eje de las preferencias políticas de la ciudadanía parece haber dado un giro en 180°.

Pero la pregunta es la siguiente: ¿Qué ha cambiado desde el “estallido social” hasta la fecha? Además de los resultados de las elecciones, absolutamente nada en lo que se refiere a mejoras inmediatas, y es tal vez porque no existen. Por eso palabras como “gradualidad”, “procesos”, “acuerdos” y “ciudadanía” comienzan a tomar especial importancia. Los cambios son siempre necesarios, pero si, sobretodo en política, se prometen o se acometen de manera abrupta, el resultado ya es conocido. El único cambio registrado durante los últimos años ha sido la polarización de las élites dirigentes, mientras los consensos (y su necesidad) empiezan a sonar fuerte en una ciudadanía lejana que parece requerir vías por las cuales transitar y un mensaje en el cual creer. Siguiendo con las encuestas, esta vez con la última que entregó el Centro de Estudios Públicos (www. cepchile.cl), en junio pasado, los números arrojan que los cinco principales problemas que aquejan a los chilenos son la delincuencia, salud, pensiones, educación y narcotráfico. El mismo estudio afirma que el 59% de los encuestados prefieren líderes “que privilegien los acuerdos y los consensos”

Ahora bien, a los números de la encuesta “Cadem-Plaza Pública” que hice mención en el primer párrafo, sumado a los que entrega la del Centro de Estudios Públicos, se puede concluir, en principio, que si bien la gente tiene una mala percepción del futuro del país, muchos de ellos sí tienen preferencias y, que al mismo tiempo, les exigen a sus líderes políticos privilegiar los acuerdos y los consensos. Visto de otra forma, los ciudadanos le estamos dando una nueva oportunidad para que sea la democracia la que entregue las soluciones que le son exigibles, demandando sensatez de sus líderes, calidad en el debate y no atrincherarse en posiciones ideológicas que tienen estancado al país en varias aristas que son más que relevantes para la sociedad chilena.

Siguiendo con los números: el Proceso Constitucional 2023 tuvo un ejercicio de participación ciudadana que estuvo a cargo de las Universidades de Chile y Pontificia Universidad Católica de Chile, junto a todos los Centros de Estudio acreditados por el Estado. El ejercicio, que contó con un equipo de profesionales de alto nivel y un compromiso serio de todas las Universidades, no tiene parangón a nivel mundial en la materia, menos aún con lo ocurrido en el fenecido proceso del año 2021. Se podrán medir número por número, pero la forma de enfocar ambos procesos fue completamente diferente. Por ejemplo, todas las audiencias, iniciativas populares de norma, diálogos autoconvocados y consulta ciudadana fueron sistematizadas seriamente y sus resultados fueron sometidos a un proceso de inteligencia artificial y, finalmente, analizados por un equipo de metodólogos para extraer cuáles fueron los temas mencionados con mayor nitidez y cómo la ciudadanía opinó ya no solo en “el aire”, sino que sobre el texto aprobado por los expertos. Otra cuestión sumamente interesante, es que los resultados se presentaron al Consejo antes de la votación de las enmiendas, por lo que no existe razón para no considerar los temas que más aparecieron. A continuación, presentaré (elaboración aleatoria propia) los principales resultados del proceso de

participación, partiendo por mencionar los números sobre los cuales se trabajó y las consecuencias que ellas pueden tener o no en la votación, o sea, la real incidencia.

Primero hay que definir que el escenario del actual proceso carece de la efervescencia del anterior, por lo que llegar a la ciudadanía e instarla a participar fue una barrera de entrada muy compleja, pero, así y todo, la gente quiso participar. El plazo fue breve, un mes, con el objeto de que los consejeros conocieran de manera previa a votar qué estaba diciendo Chile sobre el anteproyecto. A la fecha de hoy, se supone que las votaciones ya comenzaron con las Iniciativas Populares de Norma (IPN) incluidas. Es de esperar que al momento de votar, además, se tengan en cuenta las cifras que siguen.

269.864 ciudadanas y ciudadanos, provenientes de 346 comunas del país, y 1.640 compatriotas fuera del territorio nacional se sintieron convocados a manifestar su opinión por el Chile que viene. En términos etarios, el 57% de quienes participaron tienen 45 años o menos, mientras que el 43% tiene 46 años o más. Por género, un 47,9% se identifican como mujeres, un 47,7% como hombres, un 2% como no binarios y otro 2% prefirió no especificar su género. Del total de personas, 253.097 participaron

en un solo mecanismo; 16.220 en dos mecanismos; 499 personas en tres mecanismos; 45 en cuatro mecanismos, y cinco se sumaron a todas las opciones disponibles que existieron en la página web. secretariadeparticipacion.cl

Más allá de los resultados que el lector puede leer y concluir de los datos públicos disponibles en www. secretariadeparticipacion.cl, me atrevo a señalar los que siguen:

1. Fortalecimiento de la Democracia participativa y representativa. Existe preocupación por la participación ciudadana y la necesidad de formación cívica, además de la valoración de los mecanismos de “democracia directa” del proyecto de los expertos.

2. Respeto por la vida (sin apellidos que implique retrotaer el escenario de protección a épocas anteriores, o sea, que no se mencione el aborto en la Constitución).

3. Alta valoración de Chile como un Estado social y democrático de derechos.

4. Reformas para fortalecer el sistema político y electoral en Chile. Existe una preocupación transversal por la probidad, y, en general, surge la idea de incrementar los requisitos de exigibilidad. Existe preocupación por la fragmentación de los partidos, por lo que se está de acuerdo con el mínimo de votación del 5% para que estas colectividades existan.

5. Mejora en la gestión pública y probidad pública. Conceptos tales como recursos, eficiencia, administración, carrera y evaluación de la gestión pública fueron recurrentes.

6. Mayor descentralización. Descentralización fiscal, sistemas nacionales integrados de salud con especialistas en todas las regiones, participación ciudadana en las decisiones públicas y, por sobre todo, equidad en la distribución territorial de recursos. La participación indígena es altamente valorada, evidenciando una preferencia por el reconocimiento constitucional de los pueblos originarias, pero dentro de un Estado unitario.

7. Mejorar el acceso a la justicia. Reforma y modernización del Poder Judicial. Se propone crear la figura del “Defensor de las Víctimas”. Mayor agilidad en los procesos judiciales.

8. Chile debe ser un país unitario y descentralizado.

9. La familia, en cualquiera de sus formas, es el núcleo fundamental de la sociedad.

10. Defensa de los Tratados Internacionales ratificados por Chile.

11. Mayores garantías en el acceso y el servicio público para exigir el cumplimiento de los derechos sociales.

12. Importancia del derecho al cuidado.

13. Reconocimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

14. Valoración del principio de paridad.

15. Chile como un Estado laico.

16. Pensiones y seguridad social. Existe acuerdo en que es prioritario que existan cambios relevantes sobre la materia y la dignidad de la tercera edad. Sí hay discrepancias en torno a la propiedad de los fondos previsionales, su heredabilidad, apropiabilidad de los mismos, la importancia del mérito y ahorro individual, la libertad de elección y la posibilidad de retiros y de lucro en el sistema.

17. Educación. Hay preocupación transversal por la calidad del sistema público y su cobertura, incluyendo a las salas cunas y jardines infantiles. Especial mención merece la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres para educar a sus hijos.

18. Salud. La preocupación central es la calidad, cobertura y listas de espera, en que se incluya, como una patología más, a los problemas de salud mental.

19. Vivienda. Respaldo mayoritario a que incluyan adjetivos tales como “digna”, “adecuada”, “accesible” y “segura”.

20. Derechos laborales. Hay demandas por el derecho al trabajo decente, libre elección del mismo, ampliar la libertad sindical y enfatizar la no discriminación.

21. Medio ambiente. Existe un gran respaldo respecto del deber del Estado, pero también de las personas, de proteger el medio ambiente,

la naturaleza y la biodiversidad.

22. Agua. Se aprecia su instalación como un bien nacional de uso público, especialmente para el uso personal y doméstico. Sobre la propiedad del recurso, no existe unanimidad.

23. Protección de los animales.

24. Libertad económica con mayor regulación del Estado.

Para la estabilidad de una democracia, ya lo he sostenido, es muy importante la existencia de una “cultura democrática” al interior de la sociedad que se gobierna por ella. Cultura entendida como ethos, como un cierto sello que tiene una determinada comunidad en cuanto a creencias y manera de actuar que se comparten muy mayoritariamente y que se está dispuesto a mantener. En la democracia, los adversarios luchan, en sustitución del enemigo por el adversario, y en el diseño y funcionamiento de determinadas instituciones para procesar los conflictos.

En medio del “Proceso Constitucional 2023” la gente manifestó sus preferencias por medio de los cuatro mecanismos disponibles. 269.864 ya colocaron y jerarquizaron sus prioridades arriba de la mesa. Pues bien, si queremos efectivamente “profundizar la democracia”, tendremos que escucharla. Tenemos una herramienta en la mano para ver y evaluar cómo vota cada uno de nuestros consejeros. La encuesta más grande ya se hizo y los resultados están a la vista. Destaqué de forma arbitraria los 24 puntos centrales que deben definir el próximo texto constitucional, y ahora nacido en democracia. Veremos hacia dónde van las enmiendas, las IPN y las votaciones de los consejeros sobre los temas valorados por la ciudadanía.

Como dice el viejo adagio popular, “Vox populi, Vox Dei”: La voz del pueblo es la voz de Dios. Como ateo que soy, prefiero decir “Vox populi, Vox civitas”

REPASO HISTÓRICO DEL TE DEUM EN UN ESTADO LAICO

POR EDUARDO QUIROZ SALINAS

Escritor e Ingeniero

Poco falta para la 213° celebración de las fiestas patrias del país y se avecina una serie de días feriados que, dentro de su amplitud, permitirán entretención, descanso, pero también reflexión y tiempo para el estudio, la cultura y las artes. Dentro de esa reflexión, para quienes abogamos por un Estado laico ya pasado el 20% del siglo XXI, está siempre el hecho de que formemos parte de los seis países en el mundo, que es aproximadamente un 2,5% del total que componen el globo actualmente, en el que se mezcla la celebración de un hito republicano tan importante como la separación o independencia del antiguo poder monárquico, con una festividad de índole religiosa.

Hagamos un poco de historia y revisemos algunos datos interesantes. Te Deum, vocablo latín, significa “A ti Dios”. En particular, en el rito cristiano, el Te Deum es un himno o cántico que se usa en momentos de celebración de esa institución. Eventos como canonizaciones, ordenaciones, proclamaciones, elecciones y otros, acorde al rito, contienen la entonación de ese himno o cántico, cuyas dos primeras palabras son, justamente, Te Deum. Fue compuesto en el siglo IV de la era actual y aún se debate su autor original entre San Agustín de Hipona y Nicetas de Remesiana. Como comenté en principio, un ultra reducido grupo de países aún conserva esta actividad que viola la neutralidad del Estado laico en el mundo. En Perú se realiza desde el año 1821. En Bélgica desde 1831, tras la revolución que los independizó de Países Bajos y crearon su propia monarquía, por raro que

parezca. En Haití, desde 1806, tras la independencia de Francia. En Guatemala desde 1821 y en Argentina desde 1810. En Chile se realiza desde 1811 y la ofició en aquel entonces el obispo capitular de Santiago, José Rodríguez y Zorrilla, quien paradójicamente era contrario a la independencia de Chile, partidario del ejército realista y de la monarquía española. De hecho, una de las anécdotas históricas de este obispo es que se negó al año siguiente a jurar obediencia al primer documento constitucional de Chile de 1812, promulgado por José Miguel Carrera y fue declarado reo por traición al Estado y deportado por O’Higgins en 1817. Regresó al país en 1822 pero fue deportado nuevamente en 1825 tras la visita de Giovanni Muzi, delegado del Vaticano que venía como espía al país para difundir el Breve Apostólico, aunque reconocida como encíclica legitimista, Esti Longissimmo Terrarum en la que se reflejaba el punto de vista político del papa Pío VII en defensa de la corona española y contrario a las independencias en Latinoamérica y a favor de la monarquía de Fernando VII como legítimo monarca y gobernador de estas tierras [Núñez y Domínguez, 1956]. “Aunque inmensos espacios de tierras y de mares nos separan, bien conocida Nos es vuestra piedad y vuestro celo en la práctica y predicación de la Santísima Religión que profesamos. Y como sea uno de sus hermosos y principales preceptos el que prescribe la sumisión a las Autoridades superiores, no dudamos que en las conmociones de esos países, que tan amargas han sido para Nuestro Corazón, no habréis cesado de inspirar a vuestra grey el justo y firme odio con que debe mirarlas. Sin embargo, por cuanto hacemos en este mundo las veces del que es Dios de paz, y que al nacer para redimir al género humano de la tiranía de los demonios quiso anunciarla a los hombres por medio de sus ángeles, hemos creído propio de las Apostólicas funciones que, aunque sin merecerlo, Nos competen, el excitaros más con esta carta a no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la funesta cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países. Fácilmente lograréis tan santo objeto si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas con todo el celo que pueda los terribles y gravísimos prejuicios de la rebelión, si presenta las ilustres y singulares virtudes de Nuestro carísimo Hijo en Jesucristo, Fernando, Vuestro Rey Católico, para quien nada hay más precioso que la Religión y la felicidad de sus súbditos; y finalmente, si se les pone a la vista los sublimes e inmortales ejemplos que han dado a la Europa los españoles que despreciaron vidas y bienes para demostrar su invencible adhesión a la fe y su lealtad hacia el Soberano. Procurad, pues, Venerables Hermanos

o Hijos queridos, corresponder gustosos a Nuestras paternales exhortaciones y deseos, recomendando con el mayor ahínco la fidelidad y obediencia debidas a vuestro Monarca; haced el mayor servicio a los pueblos que están a vuestro cuidado; acrecentad el afecto que vuestro Soberano y Nos os profesamos; y vuestros afanes y trabajos lograrán por último en el cielo la recompensa prometida por aquél que llama bienaventurados e hijos de Dios a los pacíficos”.

Me animé a citarla casi por completo pues era breve y cada párrafo es relevante para graficar el real sentir de parte de los organizadores de esta ceremonia desde sus inicios, contraria no solo al Estado laico, sino al Estado de Chile mismo desde sus albores. De hecho hubo hasta un periódico creado por el clero de aquel entonces llamado ¡Viva el rey! Gazeta del Gobierno de Chile, dirigido por el fraile dominico José María Torres, que realizó 188 ediciones entre 1814 y 1817, donde este fraile se abocó a la defensa y valoración de la monarquía absoluta, desacreditó y combatió el “pasado revolucionario”. ¿Se animan a leer una nueva anécdota?

Torres fue durante el período del Post Tenebras Lux, es decir, en la denominada Patria Vieja, partidario del proceso y de los patriotas, participó como orador en el Te Deum de 1811, tuvo un rol activo en la Primera Junta de Gobierno, donde fue secretario de la Junta en Concepción y hasta fue mandatado por el incipiente Congreso Nacional, según consta en los documentos de la época que alberga la Universidad de Chile, a difundir las bondades del proceso patriota y perseguir las ideas realistas en dichas tierras. Luego, en 1814, durante el período de la reconquista, se convirtió al bando realista y se despachó en su periódico párrafos como el siguiente: “Desgraciado Chile! Quien podrá amarte y no explicar con gemidos innarrables tu dolor al contemplar que quando el monarca mas piadoso y mas benefico del Orbe recobra su corona y sube de nuevo al trono augusto de sus padres difundiendo alegrías, y esparciendo gozo y derramando

con liberalidad gracias, beneficios y muestras de cariño y gratitud a sus pueblos tu temas con razon ser objeto de sus iras, y que ese sol hermosisimo que á todos consuela, fecunda y vivifica, para ti solo vivré destructores rayos, que aniquilen tu política existencia te cubran de luto y llanto, y te sepulten en palidísimas cenizas? ¡este es el fruto infeliz de tu apathia! [...] Chile infeliz ciego pendante de tu oriental limitrofe ¡Chile miserablemente esclavisado por algunos furiosos y despechados rebeldes que creían como infalible quanto pensaban, quanto decian, quanto hacían imprimir los escritores sediciosos¡...” (sic) (Viva el Rey, Gazeta del gobierno de Chile n°2 jueves 24 de noviembre de 1814)

El epílogo es que durante un tiempo el Fray Torres se alejó de la escena política para luego de algunos años transformarse en un convertido republicano y uno de los impulsores del federalismo como parlamentario del Congreso Nacional en 1826.

Como dato histórico también, es imprescindible recordar que en septiembre lo que celebramos es la celebración de esa primera Junta de Gobierno, no nuestra independencia, que es el 12 de febrero. De manera sucinta les comentaré que en el amanecer de nuestra patria se celebraban fiestas en dicha fecha, que aunaba la fundación de Santiago, la Batalla de Chacabuco que marcó el triunfo de Chile sobre las tropas españolas, dando inicio a lo que se denominó

patria nueva y día en que se firmó efectivamente nuestra independencia. La fiesta de la independencia, con fondas, carnaval, chinganas. Además, en aquel tiempo, también era feriado el 5 de abril, conmemorando la Batalla de Maipú. Era una trilogía de celebraciones que recordaba efectivamente cada hito importante de la incipiente nación. El año 1821 se dictó un decreto que indicaba el período entre el 11 y el 13 de febrero como la fiesta de la Independencia de Chile, sumado a las ya mencionadas de septiembre y abril. Sin embargo, en 1824 ante la fuerte presión de la Iglesia Católica que aún poseía bastante influencia y poder en los asuntos de Estado y políticos de Chile, logró que se dictara un decreto que suspendía la fiesta del 5 de abril. Ello porque en esas fechas, en algunas ocasiones, coincidía con la festividad católica de Semana Santa y el tenor de las celebraciones de abril, con las ramadas y chinganas, era bastante agitado y entusiasta, con presencia de asaz comida y alcohol. Ese ambiente incomodaba al clero, porque se contradecía con su período de reflexión o ensimismamiento que pregonaban a sus fieles. Así, entonces, Freire terminó aboliendo la fiesta del 5 de abril. La real fiesta de la Independencia de Chile finalizó del mismo modo, bajo el gobierno de Prieto a petición de Portales en 1837 con el decreto que la suprimió manteniendo solo la de septiembre. Los motivos fueron dos: el autoritarismo que anhelaba Portales se consolidaba, pues el 19 de septiembre se habían empezado a desarrollar ejercicios militares públicos y, nuevamente, la Iglesia Católica había reclamado que en febrero en ocasiones el 12 coincidía con la Cuaresma, que es un período en el que los fieles católicos deben practicar ayuno, abstinencia y otras prácticas, que no se condicen con el ambiente festivo mencionado.

Cerrada la ventana al pasado, con un dejo de desaliento, veremos repetir esta ceremonia religiosa para celebrar en pocos días más este rito religioso casi con marco de acto de Estado. Vano es esperar que, encima, las autoridades eclesiásticas de turno se abstengan de llamar la atención a una autoridad formal y electa de nuestro país, como ha sido la tónica de este acto en el último tiempo. No es necesario volver al desastroso ejemplo de las irrespetuosas intervenciones de los oradores de la ceremonia en tiempos de Michelle Bachelet, basta con revisar el texto de la ceremonia recién pasada donde, convertidos de la noche a la mañana en ilustrados e infalibles estrategas y analistas políticos, dijeron tener la respuesta exacta al rechazo del texto constituyente de la Convención pasada: “Estimo que el resultado de lo vivido, no se debió solamente al texto propuesto, sino que al parecer al deficiente trabajo de la Convención misma,

a sus discusiones internas y desacuerdos, a su falta de escucha, a una imposición ideológica de unos pocos, el haber incorporado normas en un texto de principios, temas que corresponden más bien a proyectos de ley, tales como, permitir la interrupción del embarazo, aborto libre, apertura para la eutanasia, una desfiguración excesiva de la comprensión de la familia, la restricción de los padres sobre la enseñanza de sus hijos y de libertad religiosa entre otros”. Así nada más, sin estudios al respecto, sin los 6, 8 o 10 años y más de paso por la academia de muchos de los que conformaron esa Convención, la respuesta a la votación negativa del texto estaba en las tres o cuatro líneas que afirman los derechos obtenidos en las pasadas leyes y su intento de ponerlo en el texto de la Constitución, vale recordar, como analizamos hace algunos meses, que en términos referidos a Estado laico y laicismo, rozaba la perfección. Lejos de la sensación de retroceso que experimentamos los laicistas el día de hoy con el intento del Opus Dei, Silva y sus correligionarios, de introducir normas, preceptos y directrices emanadas de una religión, imponiéndola a todos los habitantes del país, sin

importar que, para el grupo etario joven (entre 18 y 34 años) al que está dirigida la nueva Constitución, la no creencia supera por 5 puntos porcentuales, 41 versus 36, al porcentaje de católicos, que es la raíz de la prelatura Opus Dei que busca derogar la Ley de Aborto y Eutanasia a través de párrafos en el texto que vuelvan inconstitucionales esas leyes.

Diría “laicistas del mundo, uníos” o, invitaría a los librepensadores y laicistas a “salir del closet”, parafraseando a Dennett, pero suena demasiado cliché, más aún en tiempos que la academia y sus exponentes están siendo atacados por la irracionalidad, para disgusto de Pinker, puestos por las redes sociales y algunos programas multimediales al mismo nivel que opinólogos sin formación específica ni estudios formales, instruidos mágicamente por Tik Tok o Youtube. Eco mencionó hace un tiempo que las redes sociales “le dan espacio a legiones de idiotas”. Aún cuando no me siento capaz de calificar a los emisores del mensaje con ese adjetivo, quiero poner el peso de la prueba del lado del receptor, considerando que no se puede revertir el proceso anterior. Así como la RAE nos indica que Librepensamiento es la “doctrina que reclama para la razón individual independencia absoluta de todo criterio sobrenatural”, quiero reutilizar esa definición para resaltar, destacar y volver a su sitial la palabra “razón”. Cada vez que haya un anuncio emanado de un personaje con poco o nulo recorrido en un área en particular, la invitación que hago es a utilizar la razón, la inteligencia y el análisis concienzudo, para contrastar el contenido del mensaje con los hechos posibles de medir y ya estudiados en el ámbito académico correspondiente. De ahí obtener nuestra propia conclusión, pero ya no entregada por arte de magia, sino fundamentada, basada en hechos comprobables o teoría específica, no para que sea inamovible, sino con la voluntad de cuestionarla cuantas veces sea necesario a la luz de nueva información o nuevos exámenes y datos. Así como el librepensamiento invita a no tragar los dogmas de lo sobrenatural sin un esmerado y meticuloso proceso de reflexión, hoy más que nunca tenemos la obligación, como librepensadores, de exponer los hechos sobre la mesa, mostrar datos históricos, instruir y propagar las bondades del laicismo en términos de ejercer nuestra libertad, hacer respetar nuestros derechos y lograr, de una buena vez, que el Estado pueda poner las cosas en su sitio y comience a valorar y practicar la neutralidad necesaria para que podamos alcanzar el Estado laico anhelado, donde cada quien, sin influencia ni coacción alguna de un ente tan poderoso como el Estado, pueda ejercer su libertad de conciencia.

FRATERNITAS DE LA REPÚBLICA

ESTE 9 DE SEPTIEMBRE SE REALIZARÁ UNA NUEVA

VERSIÓN DE FRATERNITAS DE LA REPÚBLICA CON

OCASIÓN DE NUESTRAS FIESTAS PATRIAS. ESTE AÑO, EL

LLAMADO ES “ENTENDIMIENTO EN PAZ Y JUSTICIA”, EN

UN PERIODO COMPLEJO PARA LA PATRIA, EN QUE SE

NECESITA AUNAR VOLUNTADES

POR ROXANA IBARRA BRICEÑO

Periodista

El lunes 9 de septiembre de 2019 la Gran Logia de Chile, en conjunto con la Gran Logia

Femenina de Chile, abrió el Gran Templo, reservado para grandes ocasiones, y celebró por primera vez el acto denominado Fraternitas de la República; una ceremonia laica, transversal e inclusiva, en que se conmemoró, en un diálogo fraterno, la independencia de Chile y se plantearon posiciones en pos de intereses superiores para el país.

Por primera vez, autoridades políticas, académicas, intelectuales y diplomáticas, incluyendo represen-

tantes de todos los poderes del Estado e invitados especiales, pisaban el Gran Templo de la Gran Logia de Chile. Un claro reconocimiento a que el acto se construía para ampliar la base cívica y reflexiva de la República, destinada a construir una perspectiva de futuro, entre aquellos hombres y mujeres que están llamados a generar las condiciones para una mejor calidad de vida de cada ciudadano y ciudadana.

Claramente, ello requería de un ambiente libre de dogmas, de prejuicios y de exclusiones discriminatorias, pues no se trataba solo de aportar los naturales deseos de agradecimientos sino que poner sobre la mesa las mejores intenciones de fraternidad que como chilenos, patriotas y personas de bien,

dirigentes y dirigidos deben a su república.

El 2020, sin embargo, ante la crisis sanitaria que asolaba el país y el mundo, la masonería sintió que el llamado a la unidad, para juntos enfrentar la emergencia, era una prioridad. Fue así, como el Gran Templo, que el año anterior había recibido a altas autoridades, esta vez, era testigo de la presencia del Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Sebastián Jans P. y de la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina, Adriana Aninat C. Gracias a la tecnología, cientos de personas pudieron seguir la ceremonia via streaming a través del canal de youtube de la Institución. Se cumplía así con un compromiso asumido por la Patria y por el bien de Chile.

Los años siguientes, Fraternitas volvió a la presencialidad con todas las restricciones que en ese momento exigía la autoridad. Nuestro país, así como

otras muchas latitudes, se encontraban convalecientes de una pandemia que duraba mucho más de lo que los especialistas pudieron prever.

Fraternitas volvió a ser el escenario de los mensajes aportados por las altas autoridades masónicas y políticas que han enfatizado los conceptos de fraternidad y tolerancia, como elementos esenciales al servicio del hombre y de la humanidad.

El Gran Maestro de la Gran Logia de Chile indicó que es el momento de establecer buenos propósitos, aquellos que surgen de la fraternal convivencia humana, a fin de que no nos alcance el pasado y se pueda revitalizar la construcción de un espíritu unitario para el avance lógico de nuestra esencia nacional. Un acto solemne que abre nuevas avenidas de convivencia fraternal, tolerante, laica y humanista, digna de una república diversa e inclusiva.

Este 2023, el sábado 9 de septiembre, el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, junto a la Gran Maestra de la Gran Logia Mixta, Margarita Carvajal y la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Chile, Soledad Torres, serán los anfitriones de una nueva versión de esta ceremonia laica y republicana que ya ocupa un lugar en los saludos a la patria en septiembre.

Ese día, las autoridades de los tres poderes del Estado, así como autoridades educacionales, gremiales, sindicales, empresariales y representantes de distintos otros estamentos, se congregarán en el Gran Templo de la Gran Logia que abre nuevamente sus puertas con un llamado al “entendimiento en paz y justicia”. La historia de nuestro país se ha construido en base a muchos hitos y Fraternitas de la República es una contribución a ello.

50 AÑOS

Testimonios

POR UNA CRISIS

En esta edición Revista Occidente quiso conmemorar el trágico día del Golpe Militar, el día que nuestra democracia se derrumbó a partir de historias, reflexiones, testimonios, relatos únicos y personales, sin otro afán que compartir con ustedes una ínfima muestra de los sentimientos que afloran, en voz de colaboradores y lectores que enfrentan estos cincuenta años con la memoria doliente de un quiebre, pero también, y porque es posible al mismo tiempo, con la esperanza de un tiempo mejor. Hoy la invitación es a brindar por Chile, como destino inevitable de nuevos y mejores derroteros para todos, y por la inmensa mayoría de los chilenos que sabemos que nunca más en nuestra Historia repitamos los hechos que conmemoramos en estos cincuenta años.

Testimonios

POR UNA CRISIS

EL TRATADO DEL INÚTIL COMBATE

AZUN CANDINA-POLOMER

Historiadora y Académica, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile

Parafraseo aquí el título de un libro lúcido y triste -Alexis, o el tratado del inútil combate, de Marguerite Yourcenar- que no tiene que ver con la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado en Chile. Sin embargo, creo que existe una conexión entre una obra que habla de la lenta y dolorosa aceptación de sí mismo de un hombre que tiene un secreto, y nuestra lenta y dolorosa aceptación de lo que hemos sido como sociedad, y que –a diferencia de Alexis— aun no somos capaces de inscribir en un texto que nos permita terminar el inútil combate.

Con ello, no me refiero a olvidar lo ocurrido, como alguna vez nos recomendó el general Pinochet, o de llegar a alguna versión canónica de lo que fue ese periodo de nuestra historia. El olvido no es una opción, pues como escribió Beatriz Sarlo, tratar de no recordar es como tratar de no percibir un olor. Podemos no hablar de los recuerdos, podemos convertirlos en secretos, pero los recuerdos y sus marcas no se borran, y se heredan de una generación a otra. Los recuerdos no están allá, en el pasado, entendido como un territorio que dejamos atrás; viven en nosotros y nosotras. Por otra parte, y como historiadora que se dedica a esa memoria reciente, sé que la diversidad de experiencias y pasiones sobre el gobierno de la Unidad Popular, el golpe de 1973, la dictadura y las post-dictadura, quizás hacen imposible que lleguemos a una interpretación unívoca y serena, que nadie pueda cuestionar.

De tal manera, cuando digo terminar el inútil

combate, me refiero a aceptar que en nuestra tormentosa historia reciente, esa que está aquí, que vive en nuestros traumas y miedos y secretos, se cruzaron los límites que nunca deben cruzarse. En esta conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado, creo que la discusión no debería centrarse en si la Unidad Popular fue un buen o un mal gobierno, o si por entonces el mundo ‘era distinto’, o recordar la extinta Guerra Fría, o hacer análisis de las virtudes y defectos de diferentes modelos económicos. Creo que lo que debería ocuparnos, en primer lugar y más que ningún otro problema, es el Nunca Más.

Nunca, en ninguna circunstancia, y por peligrosa, deleznable o equivocada que nos parezca una persona, un gobierno tiene el derecho a secuestrarla, torturarla y asesinarla. Nunca, en ninguna circunstancia, un golpe militar es una solución legítima a un problema político. Nunca, en ninguna circunstancia, una familia debe ser sometida al horror extendido de no saber donde están las personas que aman, e incluso llegar a su propia muerte sin saber qué ocurrió con ellas, o dónde han quedado sus restos. Y nunca, en ninguna circunstancia, debemos relativizar o justificar que se haya cruzado ese límite, porque no es un límite político. Es un límite ético. Es el respeto básico por la vida humana, el dolor y el duelo. Es la base del humanismo de toda sociedad que aspire a construir una vida digna de se vivida.

Ese inútil combate por la relativización y el silencio, no se está desarrollando en los hechos ya ocurridos y que no es posible cambiar, sino en este

presente. Anne Dufourmantelle, filósofa y psicoanalista, escribió que “nuestra compulsión a repetir es también una compulsión a reparar. Somos hechos del entrelazamiento de estas dos fuerzas: la que legitima el pasado duplicándolo y la que reabre campos de la vida intentando reparar las zonas más devastadas en nosotros, las más reprimidas y prohibidas”. Seguimos, como sociedad, atrapados en esa zona devastada de nuestra historia y memoria, donde casi tres mil personas fueron ilegalmente ejecutadas y desaparecidas, donde se confirmaron más de mil recintos ilegales de detención y tortura y casi cuarenta mil personas son víctimas confirmadas de prisión política y apremios ilegítimos. Mientras sigamos viviendo en una sociedad que en su conjunto no sea capaz de reconocer ese horror en tanto horror, que lo enuncie como tal y no como una consecuencia lamentable pero justificada del enfrentamiento político, ese pasado atroz seguirá repitiéndose en nosotros, y seremos incapaces de abrir ese territorio y efectivamente reparar. Mientras se siga jugando con los ‘matices’, los ‘contextos’, los ‘algo habrán hecho’, la zona devastada seguirá activa. Y hay urgencia por terminar con ese juego de relativizaciones y secretos. Como escribió Primo Levi sobre el genocidio nazi, si algo ha ocurrido, puede volver a ocurrir. Y la posibilidad de que vuelva a ocurrir aumenta, cuando existen actores políticos e institucionales relevantes que insisten en callar o justificar, es decir, siguen cruzando ese límite que no debimos ni debemos cruzar. No me parece casual que en la sociedad chilena actual haya un

REFERENCIAS

Anne Dufourmantelle, En caso de amor. Psicopatología de la vida amorosa, Nocturna Editora, Argentina, 2023.

Beatriz Sarlo, Tiempo Pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Editorial Siglo XXI, Argentina, 2006.

Primo Levi, Trilogía de Auschwitz, Editorial Ariel, España, 2016. Marguerite Yourcenar, Alexis o el tratado del inútil combate, Editorial Alfaguara, Barcelona, 2016.

número significativo de personas que no valora la democracia en sí misma, que piensa que lo bueno de una dictadura es que controla la delincuencia, o que sigue considerando al horror de la represión como una tragedia privada, que solo compete a las víctimas y sus familias, y no al conjunto de la sociedad. Porque ese inútil combate por justificar lo injustificable ha logrado, como apunta Dufourmantelle, que ese pasado se repita y se herede, al transformarse en una pedagogía perversa que susurra en los oídos de las nuevas generaciones que sí, que el fin justifica los medios, que el dolor de otros no importa, si con eso consigo lo que quiero, y que los enemigos no merecen debido proceso ni el más mínimo respeto, porque son los enemigos. Cuando legitimamos la crueldad, abrimos la puerta a la destrucción de lo humano: la capacidad de compasión, de solidaridad y de respeto.

Así que en esta conmemoración de los cincuenta años, la verdad es que no, no siento un particular interés por evaluar gobiernos, planes económicos o marcos legales: lo que quisiera ver, y sentir, es el gesto de Alexis, que tras una vida de negaciones, baja la máscara, abandona los tinglados y reconoce quién es y quién ha sido, a quiénes lo han herido y a quiénes él ha herido, y con eso, finalmente, puede partir.

Testimonios

POR UNA CRISIS

FUERZA PARA CONDENAR Y RAZONES PARA EXPLICAR

POR ANDRÉS RIVETTE

Podemos condenar el Golpe de estado, por supuesto, levantar la voz para denunciar los crímenes ocurridos en la dictadura, exigir a la clase política un “Nunca Más” respecto de las violaciones a los DD.HH. y que bajo ninguna circunstancia podemos volver a romper la institucionalidad democrática que, como garante civilizatorio, permite la convivencia en paz, la tolerancia política, la justicia, y desde allí la necesidad de un desarrollo social. Y al mismo tiempo, simultáneamente podemos explicar las causas de un quiebre, las responsabilidades de los distintos sectores de una sociedad que si bien veía venir el colapso no sólo no hizo nada para evitarlo sino que probablemente aceleró los procesos para llegar a un punto de no retorno.

Plantear la pregunta de si el Golpe era o no evitable constituye un asunto de imposible respuesta. Nadie sabe qué hubiera pasado si éste no se produce, si se hacía o no un plebiscito, si efectivamente estábamos en un callejón sin salida, si el quiebre se produjo desde el día mismo en que fue electo el presidente Salvador Allende o si la crisis empezó a larvarse paulatinamente mientras veíamos el debilitamiento de nuestra democracia años antes. No sabemos cuánto afectó realmente la Guerra Fría o si el intervencionismo descarado de las potencias en disputa movilizó gente en pos del enfrentamiento, o cuánto pesó el afán romántico y revolucionario de un sector enfrentándose a un reformismo incapaz

de entregar soluciones definitivas a los problemas de América Latina o de otro anquilosado en su cómoda posición de poder.

No es aceptable que una cosa, la condena al Golpe y sobre todo a las violaciones de los DD.HH., impida a la otra, un análisis a fondo de las responsabilidades políticas del quiebre democrático, sin embargo pareciera que hoy está tan en boga la cancelación de las opiniones contrarias, la eliminación de los matices explicativos, la reflexión desapasionada de los procesos históricos complejos, que no sólo obedecen a lógicas internas propias de las debilidades de nuestro propio quehacer político, sino, como si fuera poco, ser víctimas como país, de las disputas ideológicas, políticas e incluso militares de grandes potencias que se disputaban el mundo entonces, y que veían en algunas frágiles e inmaduras democracias, el escenario ideal para plasmar sus modelos excluyentes y autoritarios bajo el velo indisimulado del beneficios de sus propios poder económico, de las clases dominantes, del bienestar de las propias metrópolis hegemónicas o de un pueblo ansioso de cambios. Ni una ni otra cosa fueron posibles, ninguna dejaría al otro desplegar sus fuerzas ideológicas, no al menos sin la interferencia grotesca de su adversario, de nada servían los llamados al diálogo o a la paz, unos y otros se enfrentaban en las calles como enemigos acérrimos. A su vez, los partidarios del gobierno, divididos por la velocidad de los cambios, aspiraban unos a tomar por la fuerza el poder para derribar una sociedad que la

consideraban burguesa, por los clásicos giros lingüísticos de la época, mientras que los más moderados se conformaban con aplicar el programa en el marco de la institucionalidad vigente; y en la oposición, algunos pretendían mantener sin modificaciones la estructura social de un país que no lograba sacudirse de una impronta decimonónica en la relación entre la justicia social, la democracia y el poder, versus otros que sólo veían con preocupación el desmoronamiento de la institucionalidad de un país que pese a sus atrasos gozaba aún de tener una democracia estable, frágil, imperfecta, pero estable, en el contexto de una Latinoamérica de caviloso andar.

Los proyectos políticos exacerbados a la saciedad no daban cuenta cabal de la necesidad de los chilenos, por eso, tal como ocurre hoy, aunque usando probablemente otra terminología, las clase medias con los sectores obreros y campesinos transitaran entre la esperanza de un cambio, apoyando mayoritariamente los similares proyectos de los candidatos Allende y Tomic, hacia el desencanto que produjo la sensación instalada (verdadera o falsa) de una excesiva ideologización provocada por la verborrea de algunos dirigentes políticos, una agenda social extraviada en realismos, la polarización de grupos que legitimaban la violencia para el aceleramiento de los procesos, aparte de una ciudadanía presionada por la inflación, el desabastecimiento y la idealización de un modelo que en los hechos se distanciaba de la democracia como al menos la conocíamos en esta parte del mundo.

Por eso el Golpe no fue una sorpresa para nadie, más allá de que éste haya sido deseado o rechazado, era comentario obligado en la sobremesa, el final de una crisis generada multifactorialmente cuyo análisis aún permanece inconcluso. A pesar del agua corrida bajo los puentes, aún aparecen enfrentados modelos políticos exageradamente tensionados cuando las mayorías ciudadanas pareciera que tienen más acuerdos en común que cuestiones que los diferencien.

Más allá de los comentaros políticos de las élites de turno, de las ventajas coyunturales que supone el momento político, de los aciertos y desaciertos de los relatos que se construyen para la galería y los medios,

la mayoría de las veces desafortunados e irritantes, las razones de nuestro quiebre democrático están plasmadas en miles de documentos, libros, relatos, películas, programas de televisión y documentales, estudios y ensayos del más diverso origen y color político, testimonios de víctimas y victimarios muchas veces que más allá de sus diferencias, y haciendo mea culpas, introspecciones más o menos públicas del rol que cada uno desempeñó en la crisis. En este compendio de razones que han dado cuenta con asombrosa similitud de lo que significó el Golpe de estado en nuestra convivencia democrática y cómo nos marcó en estos cincuenta años que han seguido, nos encontramos la inmensa mayoría de los chilenos, que no queremos seguir culpando a los otros de los errores propios, ni hacerlos parte de lo mismo a todos aquellos que no piensan necesariamente como yo. Es perfectamente posible tener un discurso condenatorio respecto de las atrocidades cometidas por la Dictadura, seguir buscando la verdad respecto del destino de los detenidos desaparecidos, juzgar a los culpables y exigir al país un pronunciamiento claro al respecto, pero al tiempo, razonar respecto de las causas de nuestro quiebre democrático, tratar de entender los móviles, los vectores que se cruzan para explicar el enfrentamiento político que derivó en tanta violencia incluso muchos antes del Golpe de estado mismo, qué valores se extraviaron, cómo se carcomieron las fundaciones estructurales de la democracia, cómo fuimos capaces de abrazar ideologías excluyentes en vez de buscar acuerdos donde nos encontráramos como compatriotas hijos de una misma historia y dueños de un mismo destino.

POR UNA CRISIS

RECUERDOS DE INFANCIA

Académico y abogado. Fue Decano de la Facultad de Derecho de la UDA y Presidente del Colegio de Abogados de Atacama

Distinguir, intentar reconocer la diferencia entre mis impresiones y los hechos, para -evitando confusiones- reunir todo en un resumen, que permita exponer los recuerdos con sencillez y claridad, constituye un gran y verdadero desafío, m áxime cuando ha transcurrido tanto tiempo de aquellos, nada m á s y nada menos que medio siglo, y esas remembranzas se conectan con una etapa habitualmente feliz de la vida: La infancia. Sin embargo, por pertenecer al 20% de nuestra actual poblaci ó n que por haber nacido con anticipació n a los hechos fue testigo presencial de los mismos, el reto de rememorar se transforma en un deber, un compromiso con las nuevas generaciones que, proyect á ndose al futuro, permite la construcci ó n de sociedades m ás dignas y justas. Es é sta la tarea que intento cumplir.

EL VERANO DEL 73

1973 comenzó con complacencia. Mi papá tenía un trabajo estable e interesante, y en nuestra casa, a casi dos a ñ os de llegar a vivir a ella, ya comenzaban a crecer y dar frutos los árboles que mi mam á , con dedicaci ó n y entusiasmo, hab í a plantado en el patio y el jardín, despu é s de lograr vencer (con abundante “tierra de hoja”) la aridez del suelo. A los juegos infantiles con amigos y vecinos, donde el f útbol ten ía un rol primordial, que nos reun ía a diario en el descampado de la esquina de nuestras casas, se unía una atrayente biblioteca familiar, que se incrementaba regularmente con una colección de Editorial Quimantú llamada “Nosotros los chilenos”. Con especial deleite recuerdo el día de ese verano en

que mi papá compró a un vendedor puerta a puerta el resumen de Leopoldo Castedo de la Historia de Chile de Francisco Antonio Encina, junto a un enorme atlas, que nos permitía imaginariamente viajar por el mundo; libros que aún tengo el agrado de conservar. Con todo, el regocijo mayor de esos primeros meses del a ñ o se produjo cuando nuestra abuela paterna, atendiendo repetidos ruegos, nos regaló un televisor Motorola de 16 pulgadas, que nos permitía ver dos canales, el de la Universidad Cató lica de Valpara íso (canal 4) y Televisi ó n Nacional de Chile (canal 2). Tarde me di cuenta que el regalo significaría una permanente disputa familiar; a m í me gustaban “Los Picapiedras”, serie de dibujos animados que se

daba en el canal de la UCV, y a mí hermana “M úsica Libre”, que transmit ía TVN, lamentablemente a la misma hora.

LA KPD

Mi pap á nunca dejó de recordar que, luego del terremoto de 1971, que afectó a gran parte de la zona central del país, la Unió n Soviética don ó al “pueblo de Chile” una empresa constructora: La “KPD” (sigla rusa que puede traducirse como “Edificaci ó n con Grandes Paneles”).

Él conocía los detalles, porque era el Jefe de Relaciones Públicas de esa f ábrica chileno- soviética, que surgi ó en 1972, tras la referida donaci ó n, en el marco de acuerdos de cooperació n y asistencia tecnoló gica suscritos por la URSS con el gobierno de Chile.

La KPD fue una empresa de viviendas prefabricadas, construidas mediante paneles de hormigón, que se elaboraban a travé s de una cadena de montaje industrial, que iniciaba con el acopio de material en canchas ubicadas al interior de la f ábrica. Por esta razó n, la KPD era conocida tambié n por sus trabajadores como “La Planta”. En la fábrica, a los paneles se les integraban ca ñ erías y canalizació n elé ctrica, así como el anclaje necesario para su ensamble en el terreno de edificació n, hasta donde los paneles eran llevados en camiones especiales e instalados por gr úas.

De esta manera, la KPD fue capaz de montar en breve tiempo edificios de departamentos de al menos cuatro pisos, convirtié ndose rápidamente en la mayor industria de prefabricació n de viviendas del pa í s, cuesti ó n de gran importancia dado nuestro permanente d é ficit habitacional. No est á de m á s agregar que los edificios construidos por la KPD, después de más de cuarenta años, aún se mantienen en pie, tanto en Santiago como en Valparaíso.

La donaci ó n sovi ética consistía no s ó lo en los materiales necesarios para levantar la f ábrica; que comenzaron a llegar en febrero de 1972, sino tambi é n en una delegaci ó n de personal, destinada a colaborar en el montaje y puesta en marcha de la misma y a capacitar a los trabajadores chilenos en una tecnología de vanguardia. Toda una novedad para nuestra cultura laboral de esos a ños fue la total simetría que existía en el personal de la delegació n, quienes, sin importar si eran ingenieros, té cnicos u

obreros, vivían juntos, con sus familias, en un mismo barrio: El primer sector de la población “Estero Viejo” en Belloto Sur, a escasas cuadras de nuestra casa, ubicada en la calle El Roble de la misma poblaci ó n. Sin embargo, la principal innovaci ó n generada por los soviéticos en la cultura laboral de la é poca fue la plena incorporació n de la mujer al trabajo de la KPD. Las “grueras” fueron mujeres chilenas entrenadas por sus contrapartes soviéticas en el empleo de maquinaria pesada, equipos que requer í an de alta precisió n en su manejo, el que -a juicio de los soviéticos- só lo podían lograr las mujeres.

La KPD fue instalada en El Belloto, comuna de Quilpué, e inaugurada el 22 de noviembre de 1972 por el presidente Allende, quien firmó uno de los paneles de hormig ó n, el que hoy se exhibe en el Museo de la Memoria, sin perjuicio de haberse transformado -en su momento- en la pieza central del pabelló n chileno de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2014.

MARIO BARAHONA Y EL PARTIDO RADICAL

Fue en pleno verano que se desarrolló la campaña electoral de las elecciones parlamentarias convocadas para el 4 de marzo de 1973. Mi papá y la mayoría de nuestros vecinos, todos militantes y simpatizantes del Partido Radical, llevaban como candidato a diputado (Valparaíso no elegía en esa oportunidad senadores) a don Mario Barahona Ceballos, antiguo funcionario de ferrocarriles, que aspiraba a su reelecció n. Se trataba del Partido Radical oficial, el que formaba parte del conglomerado de gobierno: La UP o Unidad Popular, porque adem ás existía la Democracia Radical y el PIR o Partido de Izquierda Radical (más tarde Socialdemocracia Chilena), ambos en la oposició n. La campañ a se hacía a pulso, con escasos recursos y mucha voluntad.

El Partido Radical tenía un sistema de asambleas para tomar sus decisiones. Como el barrio donde viv í amos, por su juventud (los primeros vecinos hab íamos llegado al lugar a mediados de 1971), no ten í a un sitio especí fico para tales reuniones (las sedes radicales eran famosas en todo Chile, porque acostumbraban tener como anexo un restaurante, los famosos “clubes radicales”), éstas se hacían en el living comedor de nuestra casa, habida consideración que -por esas fechas- mi papá era el presidente de la Asamblea del sector. Recuerdo con particular esmero

una de aquellas sesiones, ya avanzado el invierno de 1973, cuando el debate se hab í a polarizado y mi pap á , que acostumbraba buscar consensos, por su condició n de presidente de la Asamblea, estaba siendo vilipendiado por correligionarios más jóvenes que querían la revolución (de hecho habían agregado una “R” a la sigla de la juventud), sin valorar que la comida y bebidas que estaban consumiendo, en tan acalorado debate, provenían de la cocina del dueñ o de casa, lo que provocó que mi mam á , armada de una escoba, echara a la fuerza del lugar a los contertulios, por malagradecidos y no dejar dormir a los niñ os con su trifulca.

Pero en enero y febrero todo era esperanza. Las campañas electorales suelen tener esa característica. Los carteles de Mario Barahona Diputado Radical se pegaban en muros y postes con engrudo, mediante ágiles y rápidos brochazos de pagamento. En aquellos días mi colaboración consistía en subir en andas del Sr. Castro, trabajador portuario y vecino de nuestra casa, recibir los carteles con ambas manos y adherirlos en lugares altos y estraté gicos.

Mario Barahona no fue reelecto como diputado en las parlamentarias del 4 de marzo, obtuvo 11.412 votos, el 3,19% del electorado. A ñ os despu é s, siendo dirigente estudiantil, tuve el honor de escuchar su último discurso p úblico, como líder local de la entonces Alianza Democr ática, en el Parque Alejo Barrios de Valparaíso.

LA ESCUELA 209

En marzo del 73, inicié el año escolar en un flamante

colegio. Después de asistir a clases durante casi dos años en unos locales comerciales desocupados que, para mí fortuna, estaban ubicados a sólo una cuadra de nuestra casa, y con la presencia del presidente Allende fueron inauguradas las nuevas instalaciones de la Escuela Pública N°209, frente al Estero Viejo, que daba nombre a la població n. La Escuela hab ía sido creada con só lo dos profesores en 1968, en el sector rural del fundo “Las Piedras”, en el camino a Colliguay, pero el crecimiento poblacional de Belloto Sur oblig ó a las autoridades de educació n a trasladarla a la població n Estero Viejo.

Construida por la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales, las salas de clases del colegio resultaban considerablemente más espaciosas, comparadas con las antiguas estructuras, para cursos que normalmente superaban los cuarenta alumnos.

Fue en esas salas nuevas donde la Señora Gladys, profesora normalista y nuestra Profesora Jefe, logró instruirnos en las nociones de lenguaje y matemáticas que nos orientan hasta hoy.

Un elemento importante de la nueva edificació n era la cocina, donde se distribuía, en el primer recreo de la ma ñ ana, leche y galletas. Se trataba de un programa de gobierno, el “medio litro de leche diario para los niñ os y niñ as del pa ís”, que tambi é n se traduc í a en la entrega peri ó dica de leche en polvo, que muchas veces me com í con fruició n, y a escondidas, en el camino de regreso a casa, para contrariedad de m í mam á

No era f á cil para mi madre “parar la olla” en esos días. A los problemas de la inflación, que encarecían principalmente los alimentos, comenzó a sumarse el desabastecimiento y su corolario el mercado negro. Para comprar resultó cada vez m ás com ún hacer una cola.

En el oto ñ o aparecieron las JAP o Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, comité s destinados a evitar la especulació n y el acaparamiento, que descansaban en las juntas de vecinos y otras organizaciones sociales para constituirse y cumplir su labor de permitir que las familias recibieran una canasta b ásica de mercaderías, algunas algo diferentes de lo habitual, como el chancho chino y una pasta dental en polvo.

Mi mamá pertenecía al Centro de Madres del sector, organizació n que en esos a ñ os favorecía la participació n social y la formulació n de reivindicaciones

y demandas cotidianas. Gracias a esa participaci ó n mi mam á accedió a una m á quina de coser, que fue su orgullo durante muchos añ os, porque le permitía elaborar y reparar nuestra ropa y, cuando no se ocupaba en tales menesteres, se transformaba en el escritorio ideal para hacer nuestras tareas del colegio.

COLO COLO

Para la mayoría de los niños, y hoy también para un número importante de niñas, el fútbol es un romance, el cariñ o por una determinada camiseta se inicia en forma precoz. No obstante, yo no sab ía que sería el televisor recié n llegado el que resultaría clave para comenzar un amor que se mantiene hasta hoy. Era a través del Área Deportiva de TVN, que la televisión tra ía a casa la Copa Libertadores de Am é rica. As í conocí al Colo Colo de Luis “El Zorro” Álamos, con Adolfo Nef, Mario Galindo, Rafael Gonz á lez, Leonel Herrera, Alfonso Lara, Guillermo Páez, Sergio Messen, Francisco “Chamaco” Vald és, Carlos Caszely, Sergio Ahumada y Leonardo Veliz. Todav ía puedo repetir de memoria el equipo titular de 1973. Recuerdo con especial cariñ o la transmisió n televisiva del partido de 8 de mayo de 1973, cuando Colo Colo empató en el último minuto con Botafogo, con gol de Leonardo Veliz, y clasificó por primera vez en su historia a la final del campeonato continental. Esa noche, gracias a la televisió n, escuche por primera vez los acordes de “Cantemos todos de Arica a Magallanes”, el himno de Colo Colo.

Colo Colo perdería la final de la Copa Libertadores de Am é rica 1973 con Independiente de Avellaneda, luego de tercer partido de definici ó n jugado en el estadio Centenario de Montevideo. No obstante, Colo Colo lograr í a igualmente titularse campe ó n a ñ os m ás tarde, junto con la vuelta a la democracia: El 5 de junio de 1991, el club de mis amores, conmigo alentando en el estadio Monumental David Arellano, ganaría finalmente el campeonato continental, imponié ndose por tres a cero a Olimpia de Paraguay.

NUEVOS VECINOS

A mediados del invierno del 73 la situación social se percibía tensa, era testigo de las discusiones en la asamblea radical que funcionaba en el living comedor de nuestra casa y partícipe por casualidad del comidillo en las colas que se hacían en los comercios cercanos para adquirir productos básicos, donde solícito acom-

pañaba a mí mamá. Las huelgas y movilizaciones, por distintas razones, comenzaron a dejarnos en casa sin ir a clases, entre ellas una asonada militar frustrada: El “Tanquetazo”, de 29 de junio de 1973.

Pese a lo anterior, los alrededores de nuestra casa y escuela bullían de actividad, en tanto se continuaban construyendo los distintos sectores que terminarían por conformar la totalidad de la poblaci ó n Estero Viejo, y significarían el arribo constante de nuevos vecinos al barrio. De ellos, el que más nos llamaba la atención era el décimo sector, que se instalaba junto a una antigua lechería, a unas cuadras de nuestra escuela. Ello porque el décimo sector fue construido por la KPD, la planta en que trabajaba m í pap á . Los departamentos fueron inaugurados el 15 de julio de 1973, y destinados fundamentalmente al personal de la Armada, que en El Belloto manten ía una base aeronaval. El conjunto habitacional entregado a los marinos tom ó el nombre de “Capit án Arturo Araya Peeters”, edec án del Presidente Allende asesinado en esos días por el grupo “Patria y Libertad”.

EL 11 DE SEPTIEMBRE

La mañana del 11 de septiembre de 1973 comenzó temprano en nuestra casa. Mi papá acostumbraba salir al trabajo a primera hora, porque muchas veces debía realizar largas caminatas para llegar a tiempo ante las constantes huelgas del transporte. Ese día no había clases, por razones similares. Como a las 8 de la mañana los vecinos que iban a trabajar a Valparaíso o Viña del Mar comenzaron a regresar a sus casas

con el rumor que algo estaba pasando. Las radios que acostumbrábamos a escuchar (no existían los programas matinales de televisión en ese entonces) no lograban sintonizarse (más tarde conoceríamos que fueron silenciadas).

Al tener conciencia que lo que sucedía se trataba de un golpe de estado, los vecinos m ás cercanos pidieron a mi mamá que los registros de militantes y las actas de asamblea del Partido Radical que se guardaban en nuestra casa (mi papá seguía siendo el presidente de la Asamblea) fueran destruidas. Por tal motivo, en plena calle se instaló una parrilla con carbón y leña a la que, en vez de bistec y longanizas, fueron a parar tales registros y actas. Una de las desilusiones más grandes que viví ese día se produjo cuando me di cuenta que habían echado al fuego no solo registros y actas sino también mi valiosa colección de “Nosotros los chilenos”, la publicación de Editorial Quimantú, que los correligionarios de mi papá, no sin algo de sentido común y de supervivencia, estimaron podría ser mal vista por los militares. Est á bamos en medio de la fogata cuando un helicóptero de la Armada, volando a muy baja altura, sobre nuestras cabezas, y por medio de un megáfono, exigía que no se hiciera fuego. Una hora m ás tarde nuestra població n estaba rodeada por la marinería con tenida de combate y la cara pintada de negro. Mi papá, como recordaría años después ante la Comisión Valech y los Tribunales de Justicia, fue detenido al ingresar a su trabajo, por tropas provenientes de la Base Aeronaval de El Belloto. Los mismos marinos que habían recibido los departamentos KPD semanas antes tomaron por asalto la Planta y por rehenes a sus trabajadores, a los que conducirían primero a las instalaciones de la Base y luego al estadio Playa Ancha, desde donde serían llevados a las bodegas de los barcos Lebu y Maipo de la Compañía Sudamericana de Vapores. Los cerca de cincuenta trabajadores que conformaban la delegación de personal soviético de la KPD también fueron detenidos y sus casas allanadas por parte de efectivos de la Armada, más tarde serían expulsados del país.

A la p é rdida de todo contacto con mi papá , la mayor preocupación que sumaba mí mamá era como alimentar a la familia, nuestra despensa era famélica, el comercio estaba cerrado y, además, había toque de queda. A la primera oportunidad de apertura, y por instinto, porque no había ningún tipo de comunicación,

llegaron a nuestra casa primero un primo, con frutas y verduras, arriba de una citroneta AK6, y luego unas tías, hermanas de mí papá, que ofrecieron llevarnos a sus casas en Valparaíso. Una de mis hermanas aceptó el convite, pero cuando estaban llegando a destino se encontraron en medio de una balacera, últimos estertores de alguna resistencia al Golpe de Estado. Pasados los d ías y ya resuelto el problema de alimentación, mi mamá tomó el toro por las astas y salió a buscar a mi papá, como lo comenzaron a hacer muchas esposas y madres a contar de ese momento. Mi mamá averiguó con vecinos que unos camiones transitaban por algunas horas (las que permitía el toque de queda) por el camino Troncal, a unos dos kilómetros de nuestra casa, dejó a mi hermana menor y a mí al cuidado de amigas y emprendió la caminata hasta lograr subir a un camión y dirigirse a Valparaíso. En ese mismo momento, pero en sentido contrario, la infantería de marina venía a allanar nuestras casas. Comencé a sentir un gran estruendo en la puerta, como que intentaban a punta de golpes echarla abajo. Con la ingenuidad propia de mis ocho años, la abrí y me encontré de frente con un muchacho de no más de veinte, en tenida de combate, con la cara pintada de negro, y apunt ándome con un fusil. La sorpresa fue mutua, por unos instantes el marino no supo que hacer, y al ver a mi hermana menor detr ás de m í, no entró a la casa y só lo pidió un vaso de agua desde la aporreada puerta. Lo anterior resultó providencial, porque a nuestros vecinos les rompieron muebles y destruyeron colchones, en busca de algo o alguien que nunca supimos de qu é se trataba.

Mi mamá recorrió cárceles, oficinas y cuarteles, y recurrió a familiares y amigos, hasta conocer el paradero de mí papá: Se encontraba prisionero en una de las bodegas de los barcos atracados en el molo de abrigo. Mi papá lograría volver a casa días después. Al finalizar septiembre, comenzó a pasar periódicamente por nuestra casa un niñ o que pedía un pedazo de pan, no recuerdo su nombre, pero en el vecindario, donde se hizo r á pidamente conocido, por su parecido con el campe ó n de boxeo, todos comenzaron a llamarlo “Cassius Clay”. Cassius se transform ó en una constante de los nuevos tiempos que comenzaron, al principio, tímidamente, y luego con m ás fuerza y brutalidad, cada vez m ás niñ os y adultos tocaban a nuestra puerta para pedir un pan. Se iniciaba un periodo oscuro de nuestra historia.

POR UNA CRISIS

UN SUEÑO DEVASTADO

Ingeniero en Control de Gestión, diplomado en en Gestión de la Innovación y la Tecnología, escritor

Joven quinceañero del Liceo Lastarria, que lleva el nombre de un destacado y desconocido escritor, político, abogado, catedrático, intelectual, diplomático, diputado, senador, quien perteneció a la masonería criolla.

Este sueño iniciático comienza rindiendo la prueba aptitud académica, rito de paso que me permitió ingresar a la emblemática Universidad Técnica del Estado, a estudiar Ingeniería Eléctrica, en este antiquísimo templo del saber con sus múltiples columnas que todavía soportan la antigua estructura arquitectónica de la Escuela de Artes y Oficio, universidad pública que abría sus aulas a sectores sociales históricamente postergados.

Recordar esos ágapes de medio día, después de clases de cálculo diferencial, bajando al subterráneo por la escalera de caracol para saborear en el casino de la “Chinita” ese rico plato de porotos a la mexicana

con dos huevos fritos por lo cual muchos iban a parar a la posta con fuertes dolores estomacales, y por qué no evocar el mito de la “Michelle” hermosa y única doncella entre decenas de estudiantes de ingeniería, todos se enamoraban de ella y le ofrecían matrimonio.

Primer universitario de una familia cuyo padre fue trabajador de la salitrera nortina de Santa Laura y su madre oriunda de Iquique, puerto de bellas playas, como Cavancha, y el sabroso pescado de albacora frita acompañado de un plato de locos con mayonesa. Carrera muy compleja para este lastarrino de las termas de providencia, singular apellido de nuestro querido liceo, siempre intentábamos competir con el Instituto Nacional, tal vez nos superaban en ingreso a la universidad, pero nosotros estábamos ubicados frente al Liceo Siete de niñas, éramos envidiados por ello. Joven con muchos sueños, sumergido en un periodo muy especial, ambiente general muy politizado, con elecciones donde había asumido como presidente el tres de noviembre del año mil novecientos setenta, Salvador Allende, médico y político del Partido Socialista de Chile al que perteneció toda su vida, también fue senador por varias regiones, recordando que también fue destacado ministro de Salud de Pedro Aguirre Cerda. Durante la década de los años treinta participó en la fundación del Partido Socialista, la historia dice que también fue administrador de la Caja de Seguro Obligatorio, perteneció a la masonería chilena. Recordando esos lejanos años del setenta y dos, periodos muy convulsionados por la situación política, muchos jóvenes participábamos en actividades políticas, en diferentes partidos de la época, las Juventud Socialista, Comunista, Demócrata

Cristiano, Nacional, Radical, cada cual, según sus convicciones y creencias, existía una sociedad muy democrática y diversa. Eran días de grandes manifestaciones en apoyo a Salvador Allende, otros también en desacuerdo, otros desfilaban con cascos y palos, junto a las micros verdes y amarillas, un poco extraño para hoy día, como si fuese una novela de ficción. Otros izaban sus banderas de triunfo y derrotas, era muy natural todo lo que acontecía, estudiantes en las calles de todos los sectores políticos, los medios de comunicación daban rienda suelta a sus convocatorias de todo arquetipo. Mientras se aprobaba en el congreso una ley olvidada por la conciencia colectiva, la ley del medio litro de leche para todos los niños de Chile, nadie creía que esto podría ser posible, pero fue una realidad en su totalidad, hasta hoy día se distribuye en los consultorios de Salud Pública, siendo el primer país de América Latina en extinguir la desnutrición infantil.

Entre integrales matemáticas, física cuántica, las leyes de Ohm y Kirchhoff, soñábamos con un nuevo Chile, el sueño latinoamericano de Bolívar, era muy difícil percatarse de lo que iba a acontecer en el futuro, como jóvenes soñadores no visualizábamos más allá de nuestros ojos, solo seguíamos la vorágine de los acontecimientos, era un país con muchas necesidades en diferentes ámbitos, económicos, en salud, en educación, salarios justos y mucho más, sueños válidos para muchos y quizás para otros era menos importante.

Junto con esto por qué no recordar el área social de la economía que planteaba el programa político de la unidad Popular, a pesar de todos los acontecimientos de la época fue posible la nacionalización del cobre, en julio del año 1971, cuando el Congreso Nacional aprobó, con muy pocas modificaciones y por votación unánime, la enmienda constitucional que hizo posible la nacionalización total del cobre caratulada como Ley Número 17.450, acto soberano consagrado en las resoluciones de la Naciones Unidas. Algunos sueños se van materializando, a pesar de que después hubo una oposición mancomunada al gobierno del “Chicho”. En realidad, algo extraño sucedió, hasta la UTE despareció junto con muchos de sus alumnos y profesores, entre ellas la bella Michelle, fue un prolongado y convulsionado sueño de tres años, que termina el 11 de septiembre de 1973.

REFLEXIONES

Según la UNICEF, los derechos humanos son normas que reconocen y protegen la dignidad de todos los seres humanos. Estos derechos rigen la manera en que los individuos viven en sociedad y se relacionan entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos. Las leyes relativas a los derechos humanos exigen que los gobiernos hagan determinadas cosas y les impiden hacer otras. Las personas también tienen responsabilidades; así como hacen valer sus derechos, deben respetar los derechos de los demás. Ningún gobierno, grupo o persona individual tiene derecho a llevar a cabo ningún acto que vulnere los derechos de los demás.

El museo de la memoria es un reflejo histórico de los acontecimientos sucedidos después del golpe militar, entre sus principales objetivos está el dar visibilidad y mantener en la conciencia colectiva de todos estos hechos, por los atroces atropellos acontecidos después del 11 de septiembre de 1973. Existe unanimidad política y de la sociedad en general de ese desastre humano, he ahí la necesidad de dignificar a las víctimas y principalmente estimular la reflexión y el debate sobre la importancia de la democracia, la tolerancia, la diversidad y la solidaridad para que nunca más se repita este holocausto que denigra al ser humano.

Testimonios

POR UNA CRISIS

NUEVOS AIRES PARA NUESTRA DEMOCRACIA

Asistente social de la Universidad de Chile y Magíster en Ciencias del Desarrollo en ILADES

LO QUE ME TOCÓ VIVIR: 70-73

Sin ser un experto, pero si un ciudadano que participó desde la universidad en esos años, me permito analizar críticamente lo vivido previo al Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

La situación del país era de una tremenda polarización, donde nadie se callaba, todo se enfrentaba. Recuerdo viajar en un tren hacia Valparaíso e ir conversando con un amigo, dado que iban llenos por la huelga del transporte terrestre, una persona que escuchaba esa conversación, absolutamente desconocida para ambos, muy contraria a lo que nosotros creíamos, no se pudo aguantar y se metió a discutir con nosotros. Ese era el nivel de exasperación existente en el país. Como en todo proceso son muchos los factores que intervienen. Solo me remitiré a los que me parecen más importantes.

La situación no estaba en manos solo de los chilenos, sino que había un gran poder como la CIA, metida en el país, como se ha podido ahora transparentar con los documentos secretos del gobierno norteamericano que se han hecho públicos. Henry Kissinger, su secretario de Estado, desde antes que fuera ratificado Allende por el congreso, ya estaba trabajando en estrategias de desestabilización. Para ello se asoció directamente con la derecha de entonces y muy especialmente con Patria y Libertad.

Mientras, el gobierno de Allende señalaba que había que terminar con esta “democracia burguesa” para pasar a una “democracia popular”; la dictadura del proletariado. Bajo la visión marxista que definía a su gobierno, esto se repetía una y otra vez. Por lo tanto se buscaba agudizar las contradicciones para generar esta revolución. Sin lugar a dudas había muchos dirigentes que estaban sobre revolucionados y, como diríamos hoy, pasados varios pueblos.

Por su parte el Partido Comunista de entonces, eran los conservadores de la izquierda porque visualizaba que se estaba llevando al país por un callejón sin salida.

Ese infantilismo revolucionario, se manifestaba en la huestes del MIR, del socialismo de Altamirano, del MAPU Garretón, entre otros, quienes han hecho su propio mea culpa (no sé si suficiente, como para responder por tanta gente que murió mientras ellos se refugiaban en el extranjero). Con una tremenda irresponsabilidad política se tomaban empresas, entraban armas y procuraban infiltrar las Fuerzas Armadas. Acciones realizadas sin ninguna capacidad de realidad que les permitiera asegurar un mínimo éxito en su aventura.

El otro sector del país se atrincheraba en la huelga del transporte que dejaba sin abastecimiento y movilidad al país. Su acción no nace de una mirada meramente altruista, no, la CIA les pagaba con dólares su huelga

y eso era ampliamente conocido. En mi caso tenía incluso un vecino que cumplía función pagadora. Era mucho más rentable estar parado y recibir dólares, que estaban a un altísimo precio en el mercado negro, que salir a trabajar, generar gastos y desgaste de sus vehículos. No había por donde perderse. Para qué decir todo el acaparamiento de productos básicos.

Esta era la fisonomía del país. Mientras el Departamento de Estado Norteamericano luchaba por generar las condiciones para el golpe, Allende buscaba la manera de poder estabilizar el país confiando en el respaldo de la población con consignas: ”el pueblo unido jamás será vencido”. Lo real era que la

población estaba super dividida y eso se daba incluso en las mismas familias con profundos conflictos internos. Por su parte, los dirigentes extremos de la UP y descolgados (el MIR y la Vanguardia Organizada del Pueblo, VOP), con un gran descriterio político, le hacían el juego a la desestabilización de la CIA, sin medir las condiciones de las fuerzas y sus capacidades. El Guevarismo y la larga visita de Fidel Castro, que no fue del total agrado del Presidente Allende, acentuaban más la lucha interna.

¡EN DEFINITIVA ERAN TODOS CONTRA LA DEMOCRACIA!

Tuve el tremendo honor de entrevistar al gran Clotario Blest, un hombre extraordinario, quién me confidenció una conversación que tuvo con su gran amigo Salvador Allende. Me contó que le había preguntado qué pasaba con el gobierno y por qué él no tomaba decisiones. Allende le respondió que él no gobernaba, lo hacían los partidos políticos congregados en la UP. Que no podía tomar ninguna decisión sin su venia.

Difícil tiene que haber sido lograr, cuando la situación se hacía insostenible, el acuerdo para realizar un plebiscito que definiera el destino del país. El que nunca pudo hacerse. Las Fuerzas Armadas, preparadas e influidas por la CIA y Kissinger, actuaron justo el día que se supo que Allende llamaría a dicho plebiscito. Como es dable entender, no querían que se les aguara la fiesta antes de que comenzara, porque sin duda, de haberse hecho realidad, se morigeraba en alguna medida el conflicto y se encontraba una salida democrática al mismo.

Al final se logró lo que ambos sectores buscaban, destruir la democracia. Democracia que para unos era burguesa y para otros comunista. Con el tiempo entendimos que la democracia es el bien mayor que podemos tener y es una, sin apellido. Cualquier otra es dictadura, también la del proletariado.

Es cierto, nada, absolutamente nada justifica un Golpe de Estado y menos la violación de los derechos humanos.

Para quienes vivimos ese momento negro de nuestra historia fue un tremendo impacto que afectó nuestro futuro y el de nuestras familias. Por eso considero de suma importancia que se transparente lo vivido, porque mientras más objetivo sea ese análisis, mejor será el aprendizaje para todos. El nunca más no puede ser en el aire, sino sobre nuestra historia, la que debe ser conocida y comprendida cabalmente por las nuevas generaciones.

QUÉ NOS DICE EL PRESENTE

Es muy grave constatar, según el último estudio CEP, que el 36% de los encuestados considera que la democracia chilena funciona mal y muy mal. Además, que el 66% señala que se necesita un gobierno firme en vez de la preocupación por los derechos de las personas y el 50% prefiere suprimir las libertades

públicas y privadas para controlar la delincuencia. Las cifras nos muestran un escenario muy preocupante, que de alguna manera es expresión de la incertidumbre nacional.

Si bien la historia nunca se repite igual, hay algunos elementos posibles de repetirse. Considero que hay dos aspectos al menos sobre los que debemos poner atención. Primero, el lado refundacional del gobierno actual en su primer momento, que sería volver a repetir el infantilismo político que se vivió entre el 70 y el 73. Segundo, la incapacidad de diálogo entre gobierno y oposición que puede volver a repetir el escenario de “momios y comunistas o upelientos” de aquel entonces.

Creo que las condiciones refundacionales han ido quedando de lado y el Frente Amplio con el apoyo del socialismo democrático han comprendido que la realidad del país no era la misma con la que se miraba desde la vereda del frente.

La política es el arte de manejarse entre lo real y lo posible y eso lo han podido comprender, en alguna medida, quienes hoy nos gobiernan. Agregado a esto, la correlación de fuerzas en el congreso y el bajo apoyo al gobierno, hacen inviable cualquier arrebato extremista.

Sin embargo, lo delicado es la relación entre

gobierno y oposición que por momentos es simplemente de sordos. Al parecer el infantilismo ahora se ha trasladado a una oposición cegada que solo le interesa imponer sus condiciones y negarse incluso, en algún momento, a dialogar. Es una pérdida del sentido mismo del rol de quienes han sido elegidos para justamente “parlamentar”. Ese es su deber y obligación y no pueden colocar condiciones, porque para eso todo el país les paga.

Es cierto, quienes hoy están en el gobierno actuaron muy parecido con el gobierno anterior. Han pedido perdón por ello. Pero no se puede vivir en el siglo XXI con la ley del talión. Se exige una mayor madurez política por el bien del país.

Las corrupciones, negligencias, ignorancias o irresponsabilidades, como cada cual las quiera calificar, nos muestran un escenario donde los recursos públicos se malgastan, frente a tantas necesidades, o no se resguardan adecuadamente. Si a esto agregamos los actos delincuenciales, que no son solo de ahora, venimos sufriendo hace mucho tiempo en todo tipo de instituciones públicas y muchos de estos con el cuento del tío. Como diría Bombo Fica: Sospechosa la … cuestión. Debemos agregar la consabida crisis de todas las instituciones y la explosión de la delincuencia.

La población constata que sus necesidades no son satisfechas porque los parlamentarios están más preocupados de una acusación constitucional que de legislar para resolver sus necesidades. El Estado les dice que no hay recursos para resolver sus problemas, pero sí para entregarlos a programas de mala calidad y para que algunos se enriquezcan ilícitamente.

Todo esto hace comprensible los resultados que nos arroja la última encuesta CEP. La incertidumbre que nos embarga es un combustible muy utilizado para incendiar las democracias, preparando el camino para populismos que vengan a resolver todo esto, claro que colocando en jaque la propia democracia.

Nuestros políticos no se dan cuenta que para los ciudadanos cada vez se torna más difícil dirimir entre los honestos que buscan servir al país, de aquellos que buscan servirse del país para sus intereses personales. Sorprende la falta de ética. Un parlamentario está en la mañana criticando enérgicamente a quién

o quiénes filtraron una grabación de una reunión privada con el presidente y en la tarde reconoce que fue él quien lo hizo, sin arrugarse ni pedir perdón. Es preocupante nuestro futuro si no surge una mayor madurez política. La misma que tiene en vilo a la futura Constitución. Lo que suceda con esta sin duda será un bálsamo o una lápida para nuestra democracia. Es de esperar que por este camino surja un nuevo Estado y una nueva manera de ejercer el poder con mayores controles y resguardos, en base a una democracia participativa que venga a controlar más directa y efectivamente la labor del Estado y en particular de quienes son nuestros representantes. Del resultado de esta nueva constitución, podremos saber si hay un nuevo aire para nuestra democracia.

AÑOS

Testimonios

POR UNA CRISIS

MUERTE EN REMODELACIÓN SAN BORJA

Una de las grandes lecciones que el término de la Segunda Guerra Mundial dejó a la humanidad fue que el discurso de los victoriosos no debía incorporar solamente alabanzas a los motivos del éxito, junto a eso se estableció que era muy significativo mencionar también los aspectos dolorosos y terribles de la Guerra, como consecuencia de esto, en varios países incluso se adoptaron medidas legales para impedir que circunstancias semejantes pudieran repetirse en el futuro. En nuestro país, no obstante, la impunidad ha campeado seguido, y ahora, a escasos días de cumplirse cincuenta años del golpe militar que cambió radicalmente el curso político del país, se puede apreciar en los medios de comunicación que aquí y allá se alzan voces justificando lo sucedido, bajando la intensidad o derechamente negando la magnitud de los atropellos cometidos contra la humanidad; negar, justificar o minimizar las graves violaciones de derechos humanos durante la dictadura cívico militar chilena y la deshonra, menosprecio y humillación de las víctimas es algo que sucede constantemente, también se tiene una actitud indulgente con quienes rinden homenaje a las personas condenadas por crímenes de lesa humanidad. Esto ha llegado al punto de que tenemos la sensación de vivir en un país esquizofrénico, escindido entre dos historias y dos visiones opuestas; en tanto para algunos encarnamos la viva imagen del triunfo, somos los jaguares del planeta, para otros continuamos en la condición de pueblo apaleado y humillado, aún en espera de

justicia y reparación y con heridas sin cicatrizar. Hemos llegado al extremo de que en Chile existen comunas donde en las escuelas se enseña el golpe militar y al mismo tiempo existen otras comunas donde se ignora el golpe. Por estos días hemos escuchado a ciertos personeros que gozan de prestigio en los medios de comunicación expresar: “Que ya está bueno, que ha transcurrido suficiente tiempo, que no fue para tanto y que es hora de olvidar.” Es verdad que ha transcurrido medio siglo, pero como en Chile el tema se omite o se ignora, las heridas en el tejido social continúan supurando y la memoria permanece activa

UN CASO ELOCUENTE

El singular episodio que a continuación refiero -y que grafica plenamente el tema que expongo- pude conocerlo de cerca ya que tuvo consecuencias devastadoras en mi familia: sucedió en la Torre 12 de la Remodelación San Borja, pleno centro de Santiago, y tan solo presentar a sus protagonistas lleva a revivir el drama en toda su dimensión:

Hablaré de Elena Beatriz Díaz Agüero, argentina, oriunda de Córdoba, 26 años, una joven espigada, muy alta, de rasgos finos y tez clara, con una larga cabellera de pelo liso, color castaño, aspecto y modales elegantes, escribía poesía, se encontraba en el tercer mes de embarazo, parecía tímida y reservada en relación a la personalidad jovial y avasalladora de su marido, y hacía pocos meses, luego de terminar la carrera de Licenciatura en Literatura, se había trasla-

dado a Chile para reunirse con Carlos Adler, a quien se encontraba unida en matrimonio, un joven alto y fornido, de unos veintisiete años, lleno de energía y desbordaba buen talante, saludaba a todo el mundo con un vozarrón que contagiaba energía, siempre con un comentario a flor de labios sobre cualquier cosa, dicharachero como buen argentino, era un pequeño empresario y se dedicaba a importar productos que su padre -también empresario- enviaba desde Argentina. Jamás le escuché opinar de política, mostraba respeto por lo que sucedía en el país y se mantenía al margen. Tuve oportunidad de compartir con ellos, la noche de vísperas de Navidad de 1972 subieron a nuestro departamento a consultar algo y los invitamos a pasar y beber una copa. Eran vecinos, vivían en el piso inferior, en el departamento 84. Cristian Montecinos Slaughter, hijo de la periodista Lilian Slaughter que trabajó en la Embajada de USA en Santiago, en la OEA y en la Embajada de Chile en Washington y de Marcelo Montecinos Montalva músico y primo lejano del ex presidente Eduardo Frei Montalva, cursó estudios en el colegio Saint George de Santiago hasta los ocho años, fecha en que su madre emigró a Washington. Desde entonces viajaba periódicamente a visitar a su padre que vivía en la

Torre 12 de San Borja, donde le tocó vivir el golpe en pleno centro de la capital. Equipado con su cámara Nikon -era aficionado a la fotografía- fue testigo de lo que sucedía en Santiago, anotaba en su diario: “El mundo se ha derrumbado alrededor. Guerra civil… empieza el tiroteo en La Moneda. Yo estaba a dos cuadras. Francotiradores matan y hieren mientras tomo fotos.” Cristián tenía 27 años de edad y ninguna militancia política, se encontraba de vacaciones en Chile, la noche que una patrulla militar lo sacó del departamento 126, de su padre.

Don Víctor Alejandro Garretón Romero, de 60 años de edad y casado con Chela Carneiro, era padre de un oficial de la fuerza aérea. Julio Andrés Saa Pizarro, nace en febrero de 1936, en el centro de una numerosa familia, tenía cuatro hermanos y desde pequeño fue responsable y estudioso, cursó estudios de dentista en Argentina y Uruguay. Lo recuerdan como bien parecido y dueño de un modo de ser bastante jovial, tenía como una aureola, irradiaba bondad, contaba 37 años la noche que se lo llevaron de su departamento 115.

Jorge Miguel Salas Paradisi, desde muy pequeño mostró tener dotes intelectuales, era muy observador y le gustaba cantar, lo hacía tan bien que lo apodaban Caruso II. En 1965 ingresó a estudiar Pedagogía en matemáticas a la Universidad de Chile de Valparaíso y fue en el año 1968 cuando comenzó a presentar síntomas inquietantes, dormía demasiado, perdía concentración y los médicos diagnosticaron depresión severa aguda. Esta enfermedad se prolongó a lo largo de varios años, durante los cuales postergaba la universidad y debido a los medicamentos que consumía siempre parecía estar en un estado de letargo,

así lo conocí yo en marzo de 1970, era hermano de la muchacha que a poco andar se convertiría en mi esposa y madre de mis hijos. Pasaba la mayor parte del tiempo en cama y en ocasiones, cuando se levantaba solíamos conversar sobre cualquier tema relacionado con matemáticas y podía demorarse hasta diez minutos para responder a una pregunta.

También se lo llevó la misma patrulla militar, la misma noche del 16 de octubre de 1973 junto a los otros cinco, de la misma torre 12 de la Remodelación San Borja. No llegó a conocer a mis hijos. Compartía con la familia el departamento 96.

El transporte militar al cual hicieron subir a estas seis personas partió con dirección desconocida.

EL COMIENZO

En marzo de 1971 sucedió algo que daría un vuelco radical a mi vida, invitado por unos amigos llegué de visita al hogar de la familia Salas-Paradisi, residían en el cuarto piso de un edificio situado al costado de la Iglesia, en calle Lastarria. Patricia y Lucía eran las hermanas que estudiaban Biología en la U.de Chile y Jorge estudiaba Matemáticas también en la U. de Chile, pero de Valparaíso. A la semana iniciamos una relación amorosa con Lucía que en breve se convirtió en noviazgo, paseábamos por el Parque Forestal, frecuentábamos el cine arte de la Católica y por las noches a través de las ventanas abiertas del living escuchábamos los cánticos de los hippies que pasaban rumbo a La casa de la luna en Villavicencio. En noviembre de 1971 contrajimos matrimonio. Fue entonces que Mario Salas, padre de mi esposa, adquirió un departamento nuevo en una torre de la recién inaugurada Remodelación San Borja, un barrio que se extendía de Plaza Italia, hasta calle Lira y hacia el sur hasta calle Marín, se componía de 24 edificios de 22 pisos cada uno. Eran dos docenas de altas torres diseminadas entre recintos universitarios, hospitales, mercados, áreas verdes y peatonales; se trataba de un ambicioso y moderno proyecto habitacional cuyo diseño y ejecución estaba a cargo de la CORMU, un lugar donde los habitantes pudieran disfrutar de un espacio tranquilo y seguro.

Llegamos a vivir a la Torre 12 en momentos que el país ingresaba a un clima político de creciente polarización, no obstante en el edificio se vivía un clima de tranquilidad y respeto. La convivencia entre los vecinos se podría considerar buena. Pero llegó a residir una señora de nombre Eva Cortez, viuda de un oficial de ejército y amiga de oficiales en activo. Ella era una abierta opositora al gobierno popular y comenzó a realizar una serie de actividades extrañas,

por ejemplo, subía y bajaba a pie las escaleras del edificio primero cortando las llaves de gas que están en los pasillos, afuera de cada departamento y luego regresaba abriéndolas, con esta acción ella dejaba corriendo el gas al interior de los departamentos. Fue sorprendida y reprendida por esta causa.

Ella lideraba un grupo de vecinos que pensaban como ella y el día del Golpe militar este grupo tomo el control del edificio, pusieron una mesa en la entrada principal e iniciaron un control de toda persona que ingresaba o salía, revisando bolsos y carteras y controlando el tiempo de permanencia de las visitas en cada departamento. En el desarrollo de esta actividad ilegal que se prolongó por varios meses esta señora y su grupo tuvieron graves discusiones con vecinos que se consideraban violentados por esta actividad y ponían de manifiesto que era ilegal.

LA NOCHE DEL 16 DE OCTUBRE

Según se pudo establecer en averiguaciones posteriores, aquella noche, alrededor de la 2:30 o 3:00 de la madrugada, en horario de toque de queda, una patrulla militar integrada por alrededor de una docena de efectivos llegó a la dirección de la torre 12, venían a cargo de dos o tres oficiales, traían una lista de nombres y comenzaron a visitar los departamentos que tenían anotados y de cada uno sacaron a personas que detuvieron, y se llevaron a las seis personas antes señaladas (en el vientre de Elena Beatriz latía el corazón de una criatura, de modo que fueron siete vidas). Esta acción que se prolongó por el espacio de una hora o una hora y media causó enorme impacto entre los habitantes del edificio, quienes a la mañana siguiente iniciaron llamadas telefónicas y buscaron entre sus contactos para averiguar qué había sucedido,

ELENA BEATRIZ DIAZ

¿de qué se les acusaba? ¿dónde los habían llevado? ¿qué ocurriría con ellos?

La madrugada del viernes 19 de octubre, seis cadáveres sin identificar, en condición de NN fueron ingresados a la morgue de Santiago y se les iba a enterrar en una fosa común, cuando uno de los funcionarios del personal de salud reconoció al dentista Julio Saa y telefoneó a su familia. La noticia corrió por la torre y los parientes de los detenidos se movilizaron para reconocer y recuperar a sus familiares. Se autorizó que entregarían los cuerpos en ataúdes sellados que no se podían abrir, tampoco se les podía velar y había que llevarlos directamente de la morgue al nicho.

INVESTIGACIONES Y JUICIOS

Este caso dio origen y ha sido motivo al menos de cinco juicios diferentes, cuatro de los cuales -realizados en los primeros años- condujeron a un callejón sin salida y lo único que se pudo establecer fue que la detención se debió a una denuncia anónima que los acusaba de estar coludidos para hacer un atentado y una vez detenidos, se les condujo primero a Londres 38 donde fueron interrogados y torturados aquella misma madrugada. Lugo fueron trasladados a un recinto que ellos llaman “La casa cultural de Barrancas”, de donde habrían tratado de escapar y murieron como consecuencias de intento de fuga.

Ciertas consideraciones:

Este caso, conocido como los asesinados de la torre 12, pone de relieve una serie de circunstancias que ponen de manifiesto la mentalidad, los propósitos y la forma de actuar del nuevo poder que se instalaba con el golpe militar, a saber; se les detuvo sin cargos, el procedimiento no se ajusta a ningún protocolo legal,

se debe a una denuncia anónima, una investigación judicial posterior estableció que fueron sometidos a tortura y en un plazo inferior a veinticuatro horas en un camión militar se les condujo a las inmediaciones del túnel Lo Prado donde cada cierto tramo los hicieron bajar y les dispararon a quemarropa. Ninguno de los muertos tenía militancia de izquierda, eran profesionales, empresarios, estudiantes con actividades legítimas, acusados de forma anónima por una vecina de la torre con contactos militares.

Frente a la dimensión de esta atrocidad, en aquella época dijeron, decían, al menos a mí me lo dijeron en la cara: “En algo deben haber estado metidos”. Porque simplemente nadie acepta de buenas a primeras que una barbaridad semejante suceda sin una razón. Es cosa de revisar para constatar que el período de la dictadura está plagado de episodios semejantes. En el tiempo transcurrido en estas cinco décadas han surgido documentos que explican que una cierta filosofía de esta guerra contra el enemigo interno nació de la ocupación de las tropas francesas en Argelia a fines de los años cincuenta del siglo pasado; ellos pusieron en práctica la idea de reprimir, golpear simultáneamente a distintos sectores sociales y sin ninguna lógica, de un modo en que no existieran razones simplemente porque eso producía más terror y paralizaba a los “enemigos”. El “enemigo” en este caso era una población civil indefensa.

Y hoy, cuando se cumplen cincuenta años, los sectores políticos que tradicionalmente han defendido el golpe militar sostienen que es hora de olvidar y que en realidad no fue para tanto. Minimizan, desdeñan, ignoran y niegan. La criatura en el vientre de Elena Beatriz estaría cumpliendo cincuenta años y jamás sabremos qué le habría gustado estudiar.

RICARDO MONTECINOS
JULIO ANDRÉS SAA
JORGE MIGUEL SALAS

POR UNA CRISIS

REFLEXIONES SOBRE

EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 Y UN BRINDIS POR NUESTRO PAÍS

POR GALO LÓPEZ ZÚÑIGA

Académico, administrador público y cientista político

Muchas veces quedamos inmersos en una realidad en la cual las consecuencias exceden o superan a sus causas. Es esto lo que -me parece- se ha producido con el 11 de septiembre de 1973 en Chile, por cuanto desde la década de los setenta del siglo XX, nuestro país ha venido siendo un laboratorio experimental de quienes se arrogaron una verdad plena que los justificaba. Así, unos y otros se han auto ungido como legítimos detentores de una verdad que imponer institucionalmente a todos; pero que los hechos y el tiempo se han encargado de mostrar su error y, más lamentablemente, su horror. Aunque, lamentablemente, antes hemos tenido que transitar por medio de esos desvíos y desvaríos, tironeados por extremos y absolutos que se han impuesto a la sensatez, a la mesura y, porque no también, a la generosidad. Bueno, siempre son seductores los “cantos de sirena” o la actitud agresiva como luces que encantan, seducen y atraen. En especial a los aprisionados en una realidad que los fragiliza, apremia y vulnera. Pero iniciemos este relato tomando como base ese día de septiembre de ese año. Un día trágico para cualquier persona y pueblo que tiene que padecer una realidad como la que vivimos ese día. Ya sea quienes vieron ahí el momento de la ruptura y el dolor de

padecer la derrota. Pero también, un día trágico para los otros que vieron y sintieron lo opuesto. En efecto, ¿cómo pudiéramos definir aquello que padece una familia o una comunidad que termina quebrantada, dividida por décadas, con resabios de una rivalidad que los mantiene enemistados sin encontrar un destino común, con un dolor y desencuentro que heredan las nuevas generaciones, que persisten quienes justifican por la vía de explicar los excesos que padecieron tantos o quienes se valen del drama para justificar la violencia? Simplemente una TRAGEDIA, es decir, una gesta marcada por el dolor de quien lo padeció, por quienes lo infringieron y por todo un país que no puede superar el desencuentro como algo heredado.

¿Qué triste para la vida es terminar siendo la víctima del dolor?, pero también; ¿qué triste es para la misma vida ser el victimario de ese tormento, es decir, transformarse en la bestia como instrumento del martirio? Y peor aún: ¿qué triste si todavía existen quienes justifican, ignoran, ocultan, se jactan o instrumentalizan el tormento causado y padecido por tantos?

Ese día yo tenía 16 años de edad y más de uno como militante de un partido. Un adolescente

como tantos de esa época en la cual desde muy temprano en nuestras vidas sentíamos el compromiso de sumarnos a una idea; sea de izquierda o de derecha. Nuestro país era así. De hecho, mi curso en el Liceo Valentín Letelier manifestaba las mismas diferencias, con una parte de alumnos que iba a las marchas convocadas por las fuerzas de gobierno y los otros que acudían a las que llamaban los sectores de oposición. Pero también los amigos del barrio y al interior de nuestras familias y vecinos, en donde cada cual tomaba banderías cada vez más distantes, desafiantes y descuidadas del sentir y del temor de los otros. Pero ahí estábamos todos inmersos en esa caja mascullando rabias y anhelos. En mi caso, y a mi corta edad, ya se hablaba de prepararse para una guerra civil, de la necesidad de recibir instrucción militar, de casas de seguridad y de objetivos militares asignados a cada grupo (a cada célula) para cuando llegue el momento.

Sí, vivíamos en medio de una realidad que había enloquecido, muy agitada y polarizada por una historia que nos había llevado hasta el extremo de vernos como enemigos. Era la lógica del “Patria o muerte” o de la que “el único comunista bueno era el

comunista muerto”. Simplemente, chilenos envilecidos llevados a extremos de donde difícilmente pueda surgir el bien o algo mejor. Insisto, una TRAGEDIA. Y ello, aunque haya sido la historia de este país la que nos había puesto en ese trance.

Una historia que se remonta desde la misma independencia, en la cual el poder tuvo que ir cediendo espacios para que nuevos actores políticos tuvieran voz y voto. En efecto, Chile durante todo el siglo XIX y hasta después de la mitad del siglo XX, era un país hegemonizado por los sectores conservadores arraigados en las tradiciones de un catolicismo hacendal. Ahí, los primeros que se hicieron su espacio fueron los sectores liberales, constituidos en gran parte por inmigrantes que hicieron fortuna gracias a su creciente éxito en el comercio, la minería, la banca y en una incipiente industria. Luego los radicales que le dieron protagonismo a una clase media que se empoderó gracias a la educación pública y a un Estado con mayor injerencia en la vida diaria. También, desde la segunda mitad del siglo XIX, la llamada cuestión social comenzó a dar visibilidad política a los sectores populares formados por gente de oficios, mineros y obreros de distintos sectores. Inicialmente, por me-

dio de un mutualismo solidario que se quería hacer cargo de su fragilidad existencial; para luego avanzar con su lucha hacia una legislación laboral y social que reconociera su existencia y la necesidad de su valía y dignidad. También las mujeres, quienes sólo a la mitad del siglo XX lograron la edad adulta como ciudadanas. Y un campesinado que seguía anclado en las tradiciones de un cuasi feudalismo que vio en la Reforma Agraria y en la sindicalización campesina un cambio a su vida. Y por último la juventud de esos años sesenta, que al ritmo del rock and roll y de la nueva canción chilena dio forma a una épica estética que denunciaba y aspiraba un destino mejor. De esta forma, nuestra historia articuló el proceso y el contexto político de ese comienzo de la década de los setenta del siglo pasado. Una historia que, aunque no estuvo exento de retrocesos y dolores, también evidenciaba avances que abrieron espacios a tantos que no eran visibles en un país reservado para unos pocos. Así, en Chile fluía un proceso social denso y complejo, en el cual las viejas estructuras atávicas veían temblar sus cimientos. Por un lado la palabra revolución las puso a la defensiva y aunó a quienes se atrincheraron detrás de la propiedad privada y de la posición social; heredada en sus apellidos o conquistada en las actividades comerciales. También la palabra Reforma: reforma en la agricultura, en la educación, en la gestión pública; empezaron a invadir los distintos ámbitos políticos, sociales, económicos y culturales. De esta forma, el país quedó tensionado entre una derecha que mantenía y una izquierda que revolucionaba; y cada vez más alejadas del centro que reformaba. Es decir, dejándonos a todos en medio de un proceso de cambio que nos enfrentaba con toda nuestra historia; y, más aún, en medio de un mundo bipolar dominado por la guerra fría, transformándonos en una pieza clave de “ajedrez” en el tablero de la política internacional

Ahí, el país quedó aprisionado entre dos arrogancias. Por una parte, la de quienes se creían poseedores de una verdad que imponer a todos; y por la otra, la de los que mantenían intacta la convicción de un país que era de ellos y con el miedo de los habitantes de su casa tomada1 por otros. Y así, conducidos por un

1 Al respecto, se recomienda leer el cuento “Casa Tomada” de Julio Cortázar; que me parece resume la decadencia y

proceso hegemonizado por esos extremos, fuimos transformados en un instrumento de sus temores y de sus anhelos, hasta jugar un juego siniestro que implicaba hacer de los otros el escarnio y el padecimiento doloroso de las víctimas. Por ello, suelo preguntarme: ¿Cuál habría sido el destino y quienes los que lo iban a sufrir y a padecer si la victoria hubiera sido de los otros? Una pregunta que me parece pertinente cuando recuerdo la desmesura y esa arrogancia germinal de esa época. Una pregunta que me ronda y que me afirma la convicción de que es difícil superar el trauma de nuestra historia (de esta TRAGEDIA como la entendemos en este artículo), si seguimos con la lógica de que la suerte esta de la mano del vencedor, quien tiene el poder para hacer de este país el reflejo de sus particulares anhelos e intereses. Y en ese anhelo, arrastrar a todo el país a su extremo, es decir, más allá de la sensatez, de la mesura, de los cambios paulatinos y de las nuevas estructuras que tienen que consolidar los cambios. Sí, me parece que el Chile que surgió de ese hito de septiembre de 1973 fue el de esa desmesura, sustentada por los triunfadores de esa ocasión, aún a costa del dolor de los vencidos de esa disputa. Por ello, en el momento en el que estamos en este año 2023 (el que también es parte de un proceso mucho más amplio y profundo), quiero brindar por nuestro país, invitando a nuestros lectores a hacerlo pensando en Chile como el país de todos. Un país que debe recobrar la cordura y alejarse de seguir siendo un bien tironeado por quienes se disputan su hegemonía, sin adentrarse en esa historia que -aún sus dolores- iba incorporando a todos como sus hijos legítimos y necesarios para la construcción de una realidad común y compartida. En este contexto, me acuerdo de que luego de los movimientos estudiantiles de 2011, en un importante encuentro de marketing, el sociólogo Eugenio Tironi expuso un tema que trataba de identificar a las personas que subyacían a la realidad convulsionada de esos años. Esa presentación me causó un particular interés, que me sirve para traducir su contenido en este brindis que quiero hacer por “Chile, su paz y su futuro”, a saber:

los temores de una aristocracia en retroceso y atemorizada, por extraños que ocupan la realidad que la entienden como propia.

Un Brindis por Chile, su paz y su futuro

(En este año, en este mes de aniversario y en este proceso en el que estamos)

Quiero invitarlos a brindar por Chile: por su paz y su futuro, resumiendo esto en la siguiente frase: “porque ojalá aún sea todavía, que volvamos a SER NOSOTROS”. A raíz de las diversas demandas sociales que han movilizado a la gente en los últimos años, una investigación quiso averiguar en qué tipo de país le gustaría vivir a los chilenos. Para ello, su modelación estableció seis arquetipos de “ciudades” que resumirían las distintas categorías alternativas de un país anhelado.

• Una de esas categorías es la “Ciudad de la Industria”, la cual recoge el valor de los procesos fabriles, de la calidad de los productos que ese país produciría y a los cuales la gente podría acceder.

• Otra es la “Ciudad del Comercio”, la que toma los anhelados descuentos, de los precios a $3.999 o de $99.999 o de cualquier política comercial que afectara la percepción de estar comprando y además barato.

• También la “Ciudad del Ciudadano”, la cual releva los derechos de las personas y de los objetivos sociales como valores de esa ciudad modelo.

• La categoría de la “Ciudad de la Familia”, que pone su foco en la tradición, en la estabilidad y en la permanencia de las cosas que no cambian.

• La “Ciudad de la Fama”, que valora el glamur de las mercancías y de la imagen de marca como símbolo de prestigio.

• Y por último, la “Ciudad de la Inspiración”, aquella que rescata la creatividad, el valor de lo nuevo, el reemplazo permanente del modelo recién salido y que desplaza rápidamente al anterior. Con ello una taxonomía de distintos chiles posibles como países alternativos, en los que a la gente les gustaría vivir.

Aunque todas las hipótesis y opiniones expertas señalaban la “Ciudad del Comercio” como logro de un modelo que ha hecho un enorme esfuerzo político, económico y antropológico por posicionar el éxito individual, la ganancia particular y la privatización de la vida; así como también, la “Ciudad de la Fama” ante la persistente “matraca” publicitaria y propagandística que nos bombardea a diario; la sorpresa fue enorme. Por lejos la prioridad de los chilenos está en la “Ciudad de la Industria” y en la “Ciudad del Ciudadano”; así también en el rechazo categórico a la “Ciudad de la Fama”.

La gente dijo, yo quiero vivir en un país que valora el compromiso con la calidad y con la promesa de

lo que me dicen, en lo que producen sus empresas y sus instituciones: quiero vivir en un país en el que yo pueda confiar en el servicio que me brindan o en el producto que compro. Quiero tener referencias claras y categóricas, quiero que mi seguridad no esté en los barrotes que pongo en mis ventanas ni en la cadena de servicios técnicos de dudosa calidad y reputación, o en la garantía extendida como seguridad última. Sencillamente, quiero que las cosas no fallen, quiero que se honre la palabra, quiero subirme al metro y que éste llegue a la hora, que me transporte en condiciones humanas y que simplemente… no falle. No quiero que me humillen como persona olvidada y frágil ante quien me puede obligar a esas degradaciones. Ya no quiero productos fútiles hechos para su pronta renovación. Así también, la gente dijo que quiere vivir en un país que respete el medio ambiente y en el que el interés de Chile vuelva a recuperar su protagonismo. Y también la sorpresa en el otro extremo, la gente expresó su categórico rechazo al hedonismo de un país centrado en la imagen, en la apariencia y en el slogan.

Ante todo ello, esas conclusiones me han resultado muy alentadoras, pues pareciera que aún, debajo de las cenizas de un país y de un pueblo que fue; aún quedan brazas humeantes. En la conciencia de miles de compatriotas que desde su cotidianeidad, desde su habitual existencia y por sobre el individualismo en el que han sido moldeados; vuelve a emerger una aspiración de un Chile distinto. Un Chile que incomoda a esa comodidad modelada desde el consumo, desde la imagen y la ganancia personal a cualquier costo.

Así, ante esa evidencia que me conmueve los invito a hacer este brindis, para expresar la esperanza viva que aún está en miles de compatriotas que quieren a Chile y su prosperidad: chilenos del norte, del centro y del sur, de cordillera a mar y en sus zonas insulares, de izquierda y de derecha, laicos y confesionales, viejos y jóvenes, ricos y pobres. A todos cuya incomodidad los moviliza y los inquieta para imaginar, para esperar o para trabajar por un país distinto en el que todos nos veamos reflejados en sus consideraciones y al cual todos podamos aportar a la superación de sus dolores y a su progreso… Por ello -y con todos ustedes- quiero brindar por Chile, su paz y su futuro. Porque… “ojalá aún sea todavía, que volvamos a SER NOSOTROS”.

Salud

POR UNA CRISIS

FORTALECER LA MEMORIA, DEFENDER LA DEMOCRACIA Y CONSTRUIR ACUERDOS FUTUROS

Reconstruir nuestra historia reciente es un ejercicio de memoria. Es un punto de partida para la reinterpretación de los hechos, permite revisar nuevas significaciones y reescrituras de la historia, cruzando los sentires del momento con los acontecimientos esparcidos en los relatos oficiales. Cuando hablamos de memoria nos enfrentamos a un espacio en disputa por el relato oficial.

Estas líneas son un ejercicio de memoria, tratan sobre la lucha que muchos y muchas dieron y siguen dando por la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de las masivas y sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos desatadas inmediatamente después del brutal bombardeo al palacio de La Moneda; no debiéramos olvidar, que aquellos que salieron del edificio tras el impacto de las bombas lanzadas por la Fuerza Aérea, son los

primeros detenidos desaparecidos de la dictadura civil-militar. Estas líneas refieren también, a las marcas de la represión y la tortura que se inscriben arquitectónica y dolorosamente en el territorio comunal. Por último, buscan, en un escenario de resurgimiento de la memoria negacionista, insistir en la relevancia de pensar el futuro de las luchas por la memoria y los Derechos Humanos que nos tocará librar.

Las presencias y los sentidos del pasado dictatorial son hoy más evidentes que nunca. El pasado siempre informa el presente, pero el conflicto político sobre el procesamiento de ese pasado represivo hoy se agudiza. Las víctimas directas de la represión que se inaugura con la escena de La Moneda en llamas y que se extienden por 17 años, son las y los ejecutados, desaparecidos y torturados, los y las miles de exiliados y exonerados y sus familias. Todo ese sufrimiento vuelve a relativizarse, se vuelve a esgrimir que hubo causas, que contextos históricos pueden explicar la barbarie. Este ejercicio de memoria me obliga a repasar algunos hitos que marcan los cambios, y la continuidad de la lucha por la memoria y los Derechos Humanos. Recordar implica a veces que un torbellino de imágenes inunde el pensar, en este caso lo que escribo. Para quienes el golpe de Estado fue una ruptura profunda, de violencia sin precedente ni justificación alguna, la secuencia de hechos luctuosos cometidos por la dictadura cívico-militar resulta inconmensurable y hasta imposible de narrar. El asesinato de Orlando Letelier en un atentado en Washington, la revelación del hallazgo de los cuerpos de los campesinos en los hornos de Lonquén, las huelgas de hambre de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, el encadenamiento de los familiares de ejecutados en los Tribunales, las golpizas de carabineros a los manifestantes en la puerta de la Vicaría de la Solidaridad, las manifestaciones del colectivo Mujeres por la Vida, el inicio de las protestas con su secuela de nuevos mártires pero de reorganización social a través de las Ollas Comunes, el degollamiento de los profesores, los jóvenes quemados vivos, el desalojo a balazos de los colegios tomados por estudiantes secundarios. Las violaciones a los derechos civiles y políticos durante la dictadura no son las únicas violaciones a los Derechos Humanos iniciados el 11 de septiembre de 1973. Sin una brutal represión no habría sido posible la instauración de un modelo económico que jibariza al Estado y enarbola la noción de libertad que condena a las personas a la privatización de sus vidas. La salud,

la educación, las pensiones, la cultura, la vivienda son, entre otros, derechos denegados y, de nuevo, relativizados en el contexto de discusión política en el que escribo estas notas. Lo veo en las noticias, en las declaraciones de los sectores de derecha y extrema derecha, lo leo en los diarios en línea, en las redes sociales, pero sobre todo lo experimento en la labor diaria. Como autoridad veo entonces la necesidad de que esta reflexión se haga parte del ejercicio democrático diario, donde la gestión y administración del territorio implica visibilizar su historia. El pasado traumático debe integrarse, no olvidarse.

Habitamos una ciudad con distintas temporalidades, cada vez que decidimos poner un nombre a una calle para recordar este pasado, realizamos una acción insuficiente si no va a acompañada de un relato que dote de sentido a la comunidad. Y la pregunta es cómo hacer que las instituciones democráticas integren el relato de las víctimas, un relato que forma parte del cotidiano de una comuna como Independencia, testigo de imágenes que nutren la memoria de la dictadura como una cultura de muerte. Para los habitantes de nuestra comuna fue ver cientos de cuerpos de personas en el lecho del río Mapocho, apilados en las puertas del Servicio Médico Legal o arquitectónicamente, integrando la lista de los 1168 centros de tortura y exterminio que la dictadura dispuso para su acción, no solo con El Cuartel Borgoño, ubicado en la ladera norte del río Mapocho; que funcionó entre 1977 y 1989 como sede de la Central Nacional de Informaciones, CNI, conocido por los organismos represivos de la dictadura como Cuartel Santa María o Palacio de la Risa, en alusión macabra a las torturas a que eran sometidos las y los detenidos en el lugar, sino además lugares de paso y cuarteles pequeños

ubicados en importantes calles como lo fue el Ex Cuartel Maruri y el Ex Cuartel Venecia.

El año 1990, el presidente Patricio Aylwin creó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación; su resultado, el llamado Informe Rettig, sostuvo que las más de 3 mil víctimas del periodo dictatorial, eran personas inermes o detenidas, las desapariciones y muertes habían sido perpetradas por agentes del Estado y la mitad de las víctimas no tenía afiliación política. La falta de rupturas simbólicas respecto del período referido, da paso a la pervivencia con mucha fuerza de una memoria proclive al golpe militar, invisibilizando la violación de los Derechos Humanos para una parte de la sociedad, centrando su relato en las causas del golpe más que en las consecuencias del mismo. La memoria de la dictadura como una obra necesaria, se mantuvo incluso después de Pinochet en Londres y no vino a desvanecerse sino hasta la revelación de las cuentas bancarias del dictador en el banco Riggs; esto, cuando ya había sido traído de vuelta a Chile, para asegurarle ningún juicio. Tal vez, solo tal vez, ese juicio hubiese permitido consensuar una memoria proactiva en defensa de los Derechos Humanos y en contra de cualquier dictadura. En 2003, el presidente Ricardo Lagos creo la Comisión de Prisión Política y Tortura. El Informe Valech demostró entre sus conclusiones que la tortura había sido tan generalizada entre los/as presos políticos que la prueba de prisión equivalía a prueba de tortura. Fue impactante la conclusión de que se abusó sexualmente de todas las presas políticas, incluidas niñas, ancianas y mujeres embarazadas; en la lógica de guerra, el cuerpo de la mujer como botín, la violencia sexual como tortura. El 2013, el presidente Sebastián Piñera cerró el Penal Cordillera que albergaba a la cúpula de los organismos de represión de la dictadura y personeros como el Ministro de Justicia y el presidente de la Unión Demócrata Independiente, pidieron perdón por no haber hecho más respecto de las violaciones a los derechos humanos.

La Constitución de 1980 consolidó una democracia tutelada con ataduras proyectadas en el tiempo. Todo el avance producto de las diferentes luchas llevadas a cabo por los sectores populares y las mujeres en las décadas previas a la dictadura militar, se vieron frenados por mecanismos constitucionales que desincentivaron la participación ciudadana, disminuyeron la representatividad y dividieron a la sociedad por medio del sistema binominal, entre muchas cosas.

La defensa de la democracia es también una disputa constitucional, toda vez que ha sido una emergencia superar los enclaves autoritarios como lo fue la figura de Senador vitalicio de la que gozó el dictador en democracia o el mismo sistema electoral binominal que en el gobierno de Michelle Bachelet fue reemplazado por un sistema proporcional inclusivo, posibilitando así la elección más democrática después de 44 años en 2017, la anterior fue en 4 de marzo de 1973. En nuestros tiempos, la defensa de la democracia debe estar orientada en consensuar que el límite para cualquier resignificación del pasado es la violación de los Derechos Humanos, ya que no es posible avanzar si se sigue justificando un golpe de Estado como vía de resolución de conflictos dadas las características del contexto. De ser así, la sociedad chilena declararía que está abierta a usar nuevamente toda la fuerza del Estado en aniquilar a la ciudadanía que disienta de quien detente el poder de las armas. Que un contexto de polaridad permite que una parte de la sociedad normalice la persecución política. En la actualidad vivimos un reordenamiento de las fuerzas políticas que de lado y lado acusan extremismos, y es por esto que es fundamental llegar a este mínimo común pues el futuro de la democracia descansa en la defensa irrestricta del Nunca Más. Recordar es un acto cotidiano que se compone de algo material: escribir, leer, ver fotos, imágenes, escuchar a las y los que habitaron ese pasado. No son solo las víctimas y quienes sobreviven, a cuyos testimonios seguimos atentos, son todas y todos quienes vivieron ese periodo, que pasaron de niños a adolescentes, quienes iniciaron sus trabajos y estudios en aquellos años. Personas que se enamoraron, formaron familias, de todas las edades, a lo largo de todo Chile. Todas y todos nosotros experimentamos un retroceso en la intensidad democrática alcanzada a inicios de 1970, y que no se repuso con el retorno a la democracia. La dictadura nos devolvió un país no solo más pobre, sino también menos democrático. El golpe de Estado y los 17 años de dictadura son una parte dolorosa de nuestra identidad de la que tenemos que hacernos cargo colectivamente. Las violaciones a los DDHH iniciadas el 11 de septiembre de 1973 no son una opinión política, son un hecho histórico, y sobre este acuerdo debe sostenerse la memoria que, a 50 años del golpe, seguimos construyendo. Es deber de quienes tenemos un compromiso con la democracia, impulsar este ejercicio.

PARTE I

MIGRACIONES

SU MULTICAUSALIDAD E IMPACTO INTERNACIONAL Y NACIONAL

POR RICARDO BOCAZ SEPÚLVEDA

Sicólogo, Magister en Psicología. Egresado del Doctorado de la Universidad de Palermo, Buenos Aires y especializado en el Imperial College de Londres.

1.- INTRODUCCION

Si bien la migración ha impactado al mundo y en especial a nuestro país los últimos años, esta no es un elemento nuevo, pues nuestro poblamiento es mayoritariamente fruto de grandes y espontáneos movimientos de personas, la mayor de las veces sin regulaciones, es por ello que en el último decenio el tema se ha tomado la agenda social, económica y política, cada vez con mayor fuerza, constituyendo actualmente una variable transversal en el discurso de la gestión política internacional y nacional, así lo refleja ONU Migración y ONGs tales como el Servicio Jesuita de Migración, dejando expuesto un conjunto de realidades, aciertos y desaciertos, que en el fondo traducen acciones con mayores o menores niveles de inclusividad, discriminación e intolerancia. (IOM,2022)

La migración es un derecho humano, gran parte

de la humanidad se ha desplazado desde tiempos inmemoriales, por distintas causas y motivos, en este ensayo nos aproximaremos a un estudio que puede dejarnos con mayor incertidumbre que certezas.

Una mirada más amplia y extensiva, nos permite reconocer que hemos sido, somos y seremos en algún momento migrantes; que nuestro espacio territorial como humanidad es relativamente reciente, y que los flujos migratorios han existido siempre. Lo que califica la migración hoy es su origen como elemento central y las diferentes externalidades negativas de este, es decir, la cantidad creciente de afectados por el desplazamiento obligado y de refugiados, la precariedad de las políticas y gestión migratoria, así como el tráfico de personas, instalado como uno de los negocios ilícitos más lucrativos, junto al tráfico de drogas y armas, siendo el desamparo de mujeres y niños una cruel evidencia de ello. (Castles)

Por ello, una reflexión que hace foco en el origen y consecuencias de la inmigración nos hace sentido como análisis para un diálogo que nos acerque al concepto de esta realidad, de tal manera poder impulsar una perspectiva sistémica que centre su

atención en la responsabilidad y reconocimiento, producto de la razón, para dimensionar las acciones gubernamentales e internacionales de tratados y acuerdos que afinquen reglamentaciones para anticipar políticas públicas de la migración y de integración, más que el solo efecto económico y los estigmas xenofóbicos y/o racistas como triste expresión del miedo a lo distinto. (Moscoso)

¿QUÉ PROMUEVE LA MIGRACIÓN?

A.- Crisis sociales, económicas y políticas

En un estudio publicado en la Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Zulia, José Gutiérrez expresa que la decisión migratoria es consecuencia de un proceso complejo, muy relacionado con las expectativas de vida de las personas, que incluyen la económica y la seguridad. De igual modo, las causas que promueven el fenómeno migratorio tienen fundamentos políticos y sociales; puesto que la salida del territorio de origen busca disminuir situaciones angustiantes de carencias e inseguridad, teniendo la idea que en un nuevo país al migrante le permitirán, aparentemente, encontrarse con situaciones

positivas para alcanzar mejores condiciones sociales y ambientales.

Los países en los cuales se viven situaciones llamadas de “crisis permanente” reúnen una serie de factores generales que inducen la migración, tales como la falta de alternativas para los logros ocupacionales, incertidumbre sobre el futuro económico, inseguridad general frente al crecimiento de la violencia, necesidades básicas insatisfechas, así como frustración en la realización personal.

Los factores sociales ligados a las condiciones de vida que tiene la población, tales como la educación, salud, seguridad, vivienda, transporte, acceso a servicios de luz, agua, gas doméstico, entre otras expresiones, que operan sobre las personas y las familias, incluyen todo lo relacionado con el confort y el nivel de vida que espera la población y que dan pie al desarrollo social de esta misma, incidiendo en la migración de personas. (Gutiérrez)

Por su parte, los factores económicos que están intrínsecamente relacionados con los aspectos sociales, tienen detrás las condiciones de trabajo, acceso a bienes y servicios, oportunidades de encontrar

1

empleo y un ingreso digno para el grupo familiar. Los factores políticos, como las crisis que suelen presentarse en ciertos países producto del diseño e implementación de políticas; donde puede ocurrir un sistema impregnado de corrupción, regímenes totalitarios, persecución y venganzas, que hace que muchas personas decidan abandonar su país en busca de paz y esperanza que en su lugar de origen ya no existe. (Guillén)

Cuando las personas emigran por persecuciones políticas, se habla de exiliados, circunstancia presente en diferentes naciones del mundo. A lo anterior, cabe señalar que las catástrofes por efecto de terremotos, inundaciones, sequías prolongadas, ciclones, tsunamis, entre otros desastres naturales, motivan también la migración.

A partir del Informe de ONU Migración, se estima que en el mundo antes de la pandemia por Covid 19 había cerca de 272 millones de migrantes internacionales, y que casi dos tercios de ellos eran migrantes laborales. Luego de comenzada la pandemia y según la estimación mundial actual de las Naciones Unidas, en 2020 había unos 281 millones de migrantes internacionales en el mundo, lo que equivale al 3,6% de la población mundial. Esta cifra sigue siendo un porcentaje muy pequeño de la población mundial,

lo que significa que la enorme mayoría de las personas del mundo (el 96,4%) residen en su país natal. Sin embargo, estas estimaciones del número y la proporción de migrantes internacionales ya superan algunas proyecciones hechas para el año 2050, que pronosticaban un 2,6%, o 230 millones, de migrantes internacionales (OIM,2019). Ver imagen 1.

Dicho lo anterior, es bien sabido que la escala y el ritmo de la migración internacional son muy difíciles de predecir con exactitud, porque están estrechamente relacionados con acontecimientos puntuales o de duración limitada como las situaciones de inestabilidad grave, crisis económica o conflicto bélicos, además de las tendencias a largo plazo como los cambios demográficos, el desarrollo económico, los avances de la tecnología de las comunicaciones y el acceso al transporte. También sabemos, por los datos recabados a lo largo del tiempo, que la migración internacional no es uniforme en todo el mundo, sino que responde a factores económicos, geográficos, demográficos y de otra índole que conforman claros patrones de migración, como los “corredores” migratorios establecidos a lo largo de muchos países. Los principales corredores llevan generalmente de países en desarrollo a economías más grandes, como las de los Estados Unidos de

IMAGEN

América, Francia, la Federación de Rusia, los Emiratos Árabes Unidos y la Arabia Saudita. (Moscoso)

Es probable que esta pauta perdure largo tiempo, especialmente porque las proyecciones indican que la población de algunas subregiones y países en desarrollo crecerá en los próximos decenios, aumentando el potencial migratorio de las generaciones futuras, según la ONU.

EL MUNDO ES UN PAÑUELO: GLOBALIZACIÓN DE LOS MERCADOS

Nace en la década de los 80 el paradigma de la globalización, para indicar una acepción general a todo tipo de aspectos políticos, económicos y culturales como fenómeno de transnacionalización de modelos informáticos, tecnológicos y comunicacionales, especialmente en el transporte de personas y productos.

La teoría económica asoció la apertura de mercados, competitividad, promoción de exportaciones e inversión extranjera, ampliando más tarde la acepción a favor de las reformas profundas de las trabas a la modernización global tales como aspectos laborales, tributarios, bancarios, financieros, servicios sociales y migratorios. Desde una óptica más precisa es posible aun apreciar una gran interdependencia de los mercados internacionales que profundiza el rol del capital financiero, optimizando la maximización de ganancias y el mercantilismo, pero fundamentalmente afectando el flujo de personas. (Echeverri) Tres efectos de la globalización que afectan la migración: la liberalización, la privatización, y la desregulación. El primero propone la liberalización de los movimientos de capital, de la circulación de bienes, de servicios y especialmente de personas. Pese a lo anterior, la negociación de límites a la liberalización ha ido progresivamente adaptándose en defensa de economías nacionales, especialmente en los países más desarrollados. El límite será aquello que dichos Estados consideren sus intereses vitales. La privatización de diversos sectores de la economía, es decir, la disminución del Estado en rubros de servicios básicos, explotación de materias primas, innovación tecnológica y otros se funda en aumentar la eficiencia productiva y financiera de las empresas tradicionalmente controladas por entidades fiscales dejándolas totalmente a manos del mercado, lo que facilitaría el movimiento de persona tanto calificadas como de escasa capacitación. Por último, la desregulación supone que en la medida que la actividad económica estatal disminuye, la imposición de normas y regulaciones debería seguir

el mismo camino. Todo lo anterior permitiría por una parte la homogeneización y eventualmente la disminución de factores regulatorios, y por la otra facilitaría la libre circulación de capital, bienes, servicios y personas, salvo que ocurran variables que afectaran las economías de países desarrollados, el flujo migratorio sería más que un beneficio, una amenaza. (McAuliffe)

Los efectos migratorios se han traducido en la inserción laboral de grandes contingentes de población, en especial de mano de obra barata en faenas agrícolas preferentemente.

2.- TIPOS DE MIGRACIÓN

En la actualidad, la migración se percibe como el cambio de lugar de residencia de las personas estrechamente relacionadas e interdependientes de la economía mundial, relacionadas además con el espacio y el tiempo, (distancia y la duración del proceso).

Lo anterior permite distinguir entre:

• Migración temporal: aquellas que se dan por periodos cortos.

• Migración estacional: relacionadas con las temporadas productivas.

• Migración definitiva: cuando se abandona el lugar de origen para siempre.

Según el destino se clasifica en:

• Migración interna: refieren a movimientos que tienen lugar al interior de un país o nación

• Migración internacional: refieren al traspaso de las fronteras entre países.

Los costos sociales de las políticas económicas globales, como ya hemos expresado, han repercutido en los movimientos migratorios. El aumento del desempleo y el crecimiento de la economía informal, la desarticulación de la planta industrial, la migración del campo a la ciudad con la consecuente marginalidad que se traduce en migración territorial interna e internacional, han generado un descenso de las condiciones de vida y trabajo, situación que se manifiesta en un aumento de la pobreza y desplazamientos de población desde estos lugares hacia los países con mayor estabilidad económica y política. (Aruj)

El fenómeno de las migraciones masivas actuales incide en forma relevante en la estructura social, la economía y la política de los países, y se ha trasformado hoy en un tema complejo, cuya progresión es difícil de frenar a pesar de las restricciones existentes, ya que están generalmente relacionadas con condiciones deficitarias en la mayoría de los países

de los cuales proviene la migración, de forma tal que el resultado de políticas mal gestionadas en sus naciones de origen inciden en el aumento de carencias y pobreza que promueven el éxodo de numerosas poblaciones de personas, contribuyendo gravemente en la aparición de mafias traficantes de migrantes ilegales, que aumenta día a día, en tanto crecen las necesidades de las personas por huir de sus condiciones de guerra, pobreza o inseguridad. ( Gutiérrez)

La migración internacional actual de la población de América Latina y el Caribe presenta diversidad de variables que la estimulan y caracterizan. Ya no basta distinguir países únicamente emisores o receptores,

debiendo agregar hoy a los países considerados espacios de tránsito hacia uno o más que constituyen destino final. Por su parte, la diversidad del grupo humano migrante es cada vez más amplia, y en sus lugares de destino se vinculan con diversos grupos sociales, tejen redes de contactos que sobrepasan fronteras y emplean diferentes estrategias y modalidades para sus traslados.

La precariedad del empleo y la profundización de las tensiones sociales en Latinoamérica y el Caribe originaron una sensación de vulnerabilidad, inseguridad, riesgo e indefensión social en la región; frente a lo cual la emigración surge como alternativa a condiciones precarias de vida, la incertidumbre laboral y la disconformidad con los resultados del patrón de desarrollo. Así, la migración internacional encuentra sus determinantes básicos en las desigualdades en los niveles de desarrollo. (CELADE,2012)

La migración internacional es un fenómeno primordialmente social y sus redes son consideradas microestructuras que facilitan movimientos de población en el tiempo y el espacio. Las formas, la articulación y el funcionamiento que adquieren estas redes con el tiempo, influyen en las trayectorias espaciales y en las estrategias migratorias.

En la actualidad la migración estaría determinada por las siguientes tendencias:

I. Globalización. Cada vez son menos las zonas del mundo que quedan al margen de las corrientes migratorias transnacionales. Datos proporcionados por la Organización Internacional del Trabajo sobre patrones migratorios en 152 países, indican que el número de países receptores de grandes inmigraciones en busca de trabajo aumentó de 39, en 1970, a 67, en 1990, el de países emisores pasó de 29 a 55 y el de emisores-receptores se elevó de cuatro a 15 en el mismo periodo.

II. Diversificación. Los flujos actuales se alejan crecientemente de un modelo único; hay refugiados de guerra, refugiados económicos, trabajadores altamente calificados, mano de obra barata, estudiantes, directivos y empresarios; coexisten flujos de asentamiento con movimientos temporales y migraciones circulares; grupos con estabilidad jurídica, con contratos y permisos de corto plazo, e irregulares, temporales y en tránsito; colectivos que emigran libremente junto a otros que están sujetos a redes de tráfico de personas, etcétera. Algunas de estas categorías son difíciles de identificar, y se confunden entre sí, lo que hace más difícil distinguir los distintos tipos de migrantes.

III. Aceleración. El volumen de emigrantes se ha multiplicado durante las últimas décadas y no ha cesado de crecer en casi todas las regiones durante los últimos veinte años, aunque con intensidades diferentes.

IV. Feminización. Se trata de un elemento clave de la nueva situación mundial. Aunque a lo largo de la historia las mujeres han estado presentes en los movimientos migratorios, en la actualidad se les encuentra en todas las regiones y en todos los tipos de flujos, ya sea acompañando o para reunirse con su pareja, o las que emigran solas, sea

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de forma independiente o poniendo en marcha la cadena migratoria a la que posteriormente se incorporan los hombres.

El incremento de la migración y la insuficiente oferta de empleos han generado la aplicación de una serie de políticas limitantes en educación y salud. Además, los sentimientos xenófobos y racistas se han recrudecido en la última década, que intentan impedir el asentamiento de minorías étnicas. Tales medidas chocan, por un lado, con los derechos humanos y, por otro, con las necesidades del mercado de trabajo que exige una oferta estable de mano de obra. Se favorece la radicación de los inmigrantes, pero, se tiende a mantener la mano de obra inmigrante en situaciones de precariedad laboral y exclusión social.

Desde una mirada poblacional se observan las bajas tasas de natalidad en los países de origen migratorio, los jóvenes de ciertas regiones han emigrado en grandes cantidades y la transición apunta a una etapa acelerada de envejecimiento de su población. Otro efecto es la pérdida de recursos humanos

valiosos, pues dentro de la globalización los países desarrollados atraen mano de obra calificada de los países menos desarrollados, lo que significa una gran pérdida de capital humano para los países pobres. A lo anterior, se suma la desintegración familiar, mujeres y hombres abandonan sus lugares de origen dejando a sus hijos al cuidado de familiares, lo que con el tiempo presentan consecuencias negativas a nivel social.

Los inmigrantes con menos calificación generalmente se integran a los mercados de trabajo que las poblaciones locales desechan tales como servicios básicos, construcción y agricultura. (Echeverri)

3.- LAS MIGRACIONES Y SU IMPACTO

Los flujos migratorios producen una serie de consecuencias tanto en el lugar de origen como en el lugar receptor de migrantes, pues el acto de migrar no sólo implica el cruce de una frontera, sino que también lleva a la instalación parcial o permanente de la persona en el país escogido para residir, donde tendrá que trabajar, consumir bienes y servicios, compartir costumbres, asistir a servicios de atención médica, solicitar seguridad física y posiblemente la nacionalización con el pasar del tiempo entre otras atenciones que demandará.

Entre los efectos negativos para el país de origen, uno de los más significativos es la emigración de mano de obra calificada y joven, esta representa una pérdida de capital humano valioso que frena el proceso de desarrollo a medio y largo plazo. La merma de personas jóvenes, en específico, preocupa al CELADE dado que lleva a que los países pierdan su equilibrio demográfico, tras la tendencia de envejecimiento de la población. En cuanto al ámbito educativo, diversos artículos exponen que la salida de profesionales acarrea la descapitalización intelectual, pues los problemas del desarrollo en parte son abordados por los científicos y tecnólogos.

Además, los países de origen también dejan de percibir ingresos fiscales de los contribuyentes que abandonan el territorio.

Por otro lado, en el país receptor puede ayudar a paliar la escasez de mano de obra calificada y contribuir en el resurgimiento potencial de muchos sectores productivos. De igual modo, los inmigrantes en edad productiva pueden ayudar a financiar los planes de pensiones y otras medidas de seguridad social. También se incrementa el consumo y la recaudación a partir del pago de impuestos.

Como consecuencias negativas, se puede observar el surgimiento de nuevos bolsones de pobreza, incremento de la discriminación, la xenofobia. Asi-

mismo, se presentan problemas con la integración y adaptación del migrante, que podrían originar que continúe su migración a otro país.

En líneas generales, se tienen aspectos positivos y negativos en los países vinculados a la migración, donde se colocan de manifiesto oportunidades de crecimiento y desarrollo si el fenómeno migratorio es regulado y planificado en su impacto económico, social, laboral y político; de lo contrario, surgirán problemas que atentan contra la estabilidad de la persona y el resto de la población, aunado a los desequilibrios económicos que se generan. De esta manera, se hacen esperar políticas que ayuden a controlar este proceso como medio para favorecer a los países involucrados.

La migración internacional es un tema poco abordado en las políticas públicas de diversos países del mundo ya que la migración requiere de respuestas de mediano y largo plazo, así como de políticas integrales que den cuenta de las variadas dimensiones del fenómeno.

Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indica que las políticas migratorias deben constituir una serie de actos administrativos, medidas, acciones y leyes llevadas a cabo por un Estado, para regular la entrada, salida o permanencia de población extranjera dentro de su territorio. Diversos estudios clarifican que es una potestad de cada Estado, con intencionalidades jurídico-sociales, atender, promover, regular o restringir las migraciones.

Sin embargo, en el diseño y aplicación de políticas

migratorias intervienen factores internos y externos de carácter político, económico y social que pueden generar fracaso o éxito en la regulación del proceso. No es solo la dinámica interna del país que desea aplicar la política, sino también, la conformación de todo un sistema externo integrado de países que se colocan de acuerdo para respetar los derechos y obligaciones jurídicamente vinculantes, regidos por lineamientos internacionales, que establecen un marco amplio de cooperación para abordar problemas migratorios comunes. (McAuliffe)

Lo más grave es que organismos internacionales observan debilidades en las políticas públicas migratorias internacionales, pues ha dejado vacíos y fragmentación en los acuerdos regionales de integración; falta de participación de los actores del mundo del trabajo, en los procesos de consulta sobre migración; ausencia de diálogo social sobre el tema migratorio; inexistencia de comisiones intergubernamentales, con la participación de ministerios claves; falta de coherencia entre las políticas migratorias y las políticas de empleo; problemas en los sistemas de información y estadísticas; y brechas en los conocimientos sobre las migraciones laborales. En atención a esta realidad las políticas públicas deben contemplar la producción de estadísticas sobre migración de forma continua, oportuna y accesible, para la adecuada cuantificación y caracterización de los flujos migratorios, en especial habilitar en los pasos fronterizos irregulares acciones de planificación gubernamental de seguridad y control migratorio.

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EL DERECHO A LA CIUDAD

POR COLECTIVO TRAZANTES

(Alberto Texido, Hugo Pereira, Marcelo Carvallo y Rodrigo Martin, arquitectos)

El concepto del “derecho a la ciudad” fue desarrollado por el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre en su obra “El derecho a la ciudad” (“Le Droit à la Ville”), publicada en 1968. Lefebvre propuso esta idea como una crítica a las formas convencionales de urbanización y como un llamado a la participación activa de los ciudadanos en la construcción y transformación de los espacios urbanos.

Para Lefebvre, el derecho a la ciudad no es simplemente el derecho individual de acceder a los beneficios que la ciudad ofrece, como son la vivienda, el trabajo, la educación y el entretenimiento. Más allá de eso, lo veía como un derecho colectivo y político que permitiría a los habitantes de la ciudad influir en la toma de decisiones, sobre cómo se planifican y desarrollan los espacios urbanos. Consideraba que el poder de tomar decisiones sobre el uso del espacio urbano estaba altamente concentrado en manos de las élites y los planificadores -que habían surgido del higienismo y los ensanches premodernos-, mientras que los ciudadanos comunes tenían poco o ningún control sobre la configuración de su entorno cotidiano.

Sus argumentos planteaban que el espacio urbano no debería ser simplemente un producto comercial, sino un lugar donde las personas puedan expresar su identidad, cultura y formas de vida, dando soporte a la participación activa en la creación y transformación de la ciudad, con una mayor apropiación de los espacios públicos y una mayor democracia en la toma de decisiones. El derecho a la ciudad, debería ser un medio para desafiar las estructuras de poder existentes y permitir la creación de un entorno urbano más justo, inclusivo y vibrante. Por su parte David Harvey, un geógrafo y teórico social británico, también ha contribuido significativamente a la comprensión y desarrollo del concepto del “derecho a la ciudad” en línea con las ideas de

Lefebvre, ampliando y reinterpretando este concepto desde una perspectiva más contemporánea, centrándose en las dinámicas económicas y políticas del capitalismo global, así como en las luchas por la justicia social y la transformación urbana.

Ambos compartían que el derecho a la ciudad no es solo un derecho individual, sino un derecho colectivo y político, sin embargo, Harvey profundizó en la relación entre el capitalismo y la urbanización, argumentando que el derecho a la ciudad es esencial para contrarrestar las desigualdades económicas y sociales perpetuadas por el sistema capitalista. Desde la perspectiva de Harvey, las ciudades son espacios donde se concentran las inversiones de capital y donde se generan oportunidades económicas. Sin embargo, también señaló que estas inversiones y oportunidades a menudo conducen a la gentrificación, el desplazamiento de comunidades marginadas y la creación de un entorno urbano excluyente. En este contexto, veía el derecho a la ciudad como una lucha constante para asegurar

que el acceso a los beneficios urbanos y la toma de decisiones sobre el desarrollo urbano no estuvieran monopolizados por las élites económicas y políticas.

Harvey también conectó el derecho a la ciudad con las luchas por la justicia social y la equidad, argumentando que la lucha por el derecho a la ciudad involucra la resistencia a las políticas y prácticas que perpetúan la segregación socioeconómica y espacial, así como la promoción de alternativas más inclusivas y democráticas. Además, enfatizó la importancia de la solidaridad entre diferentes grupos de la sociedad en esta lucha, ya que las desigualdades urbanas afectan a todos los ciudadanos, independientemente de su origen.

El concepto del “derecho a la ciudad” sigue siendo relevante en el mundo de hoy, y ha ganado aún más importancia debido a los cambios sociales, económicos y urbanos, abriendo nuevos debates en un entorno de triple crisis -climática, sanitaria y social- como la propuesta parisina de “ciudades de quince minutos”. A medida que las ciudades crecen y se transforman en centros de actividad económica, cultural y social, las cuestiones relacionadas con el acceso equitativo a los recursos urbanos y la participación en la toma de decisiones urbanas continúan siendo temas críticos. Aquí hay algunas formas en las que el concepto del derecho a la ciudad es relevante en el mundo contemporáneo:

DESAFÍOS DE LA URBANIZACIÓN: A medida que más personas se trasladan a las ciudades en busca de oportunidades, se presentan desafíos en términos de vivienda asequible, acceso a servicios básicos, transporte público eficiente y espacios públicos de calidad. El derecho a la ciudad implica la necesidad de abordar estas cuestiones y garantizar que todas las personas, independientemente de su origen socioeco -

nómico, tengan acceso a un entorno urbano saludable y sostenible.

GENTRIFICACIÓN Y DESPLAZAMIENTO: La gentrificación, que implica el desplazamiento de comunidades de bajos ingresos debido a la inversión y el desarrollo en áreas urbanas, sigue siendo un problema en muchas ciudades. El derecho a la ciudad aboga por estrategias que eviten el desplazamiento injusto y mantengan la diversidad socioeconómica en los vecindarios.

PARTICIPACIÓN CIUDADANA: El derecho a la ciudad defiende la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones urbanas. En la actualidad, la participación ciudadana es esencial para garantizar que los planes de desarrollo urbano sean inclusivos y reflejen las necesidades y deseos de la comunidad en su conjunto.

DESIGUALDAD Y EXCLUSIÓN: A medida que las ciudades prosperan, también aumentan las disparidades económicas y sociales. El derecho a la ciudad busca abordar estas desigualdades al promover políticas y prácticas que brinden igualdad de oportunidades y acceso a todos los ciudadanos, independientemente de su estatus social.

IMPACTO AMBIENTAL: La sostenibilidad ambiental es una preocupación cada vez mayor en las ciudades modernas. El derecho a la ciudad implica la creación de entornos urbanos que sean respetuosos con el medio ambiente y que promuevan la calidad del aire, el acceso a espacios verdes y la movilidad sostenible.

TECNOLOGÍA Y VIGILANCIA: En la era digital, las cuestiones relacionadas con la privacidad y el uso de la tecnología en las ciudades también entran en juego. El derecho a la ciudad aboga por un enfoque equilibrado que garantice que la tecnología se utilice de manera ética y no infrinja los derechos de los ciudadanos.

COLECTIVO MAULE AL SUR

CARLA CATALÁN
DANIEL VÉLIZ
ARMANDO QUEUPIL JENNY MEDEL

LA NUEVA CANCIÓN CAMPESINA

POR EDGARD “GALO” UGARTE

Licenciado en Teoría de la Música, Universidad de Chile, Cantautor, compositor y guitarrista

Él es un citadino que tocaba música campesina. Ella en cambio, una campesina que tocaba música citadina. Ambos se encontraron en la vida y la música y hoy forman parte de un nuevo movimiento musical que se ha volcado a la raigambre campesina, dándole a esta una nueva lectura relacionada con la vida del campo actual. Hoy conversamos con José Pablo Catalán y Carolina Sotelo acerca de este semillero llamado “La Nueva Canción Campesina”.

-Galo Ugarte: José Pablo ¿cómo fue tu acercamiento a la música campesina?

José Pablo Catalán: Mi relación con la música campesina viene de la familia de mi madre, la familia Guajardo, mi contacto con la guitarra viene con mi madre, ella me enseñó a tocar guitarra, siempre ligada a la música folclórica, porque lo que más se escuchaba en la casa era esta y la mexicana, que era típica del gusto de familia de campo, pues la familia de mi madre emigró del campo a la ciudad, a la periferia de San Fernando. Allí la familia de mi mamá siguió manteniendo sus costumbres, entre estas estaba la de mi abuelo José Miguel Guajardo que era cantor a lo divino, a lo poeta, que cantaba con guitarra. Para nosotros era un misterio la forma en que él tocaba, tan distinta al resto de la familia. Entonces cuando mi mamá me empezó a enseñar los primeros acordes en la afinación derecha (la convencional), empecé a fijarme que mi abuelo hacía otros acordes, la guitarra le sonaba distinta y un día que mi abuelo se descuidó y dejó la guitarra ahí me puse a “cachureársela”, a sacarle sonido imitando lo que él hacía y descubrí de esa forma

lo que era la guitarra traspuesta, aproximadamente a los diez años de edad. Ahí me di cuenta de que había otras personas que también tocaban así, que estaba el trabajo de René Inostroza, por ejemplo, que a esas alturas (años 90) ya era un trabajo consolidado y empecé a imitar como tocaba mi abuelo y a sacar las canciones de René Inostroza. Me di cuenta también que varios conjuntos tocaban de esa forma. El resto ya viene con la investigación, con mis estudios en la Universidad de Playa Ancha en Valparaíso, donde conocí a Carlos Núñez Salinas, profesor de folclore de la universidad que fue discípulo de Margot Loyola, quien me enseñó un poco de repertorio tradicional. Pero también había otra vertiente en San Fernando que era la del profesor Miguel Lastra González y de Juan Tobar Cerón, ellos dos venían de raíces campesinas cantoras por su familia, fueron autores y compositores que empezaron a meter el tema de la guitarra traspuesta y la tonada campesina en los festivales de raíz folclórica. Don Miguel ganó el festival “Brotes de Chile” de Angol del año 2000, con una tonada compuesta por él para guitarra traspuesta y una voz femenina, que era su hija Lorena. Yo cuando escuché esa tonada, dije “por aquí va la cosa”.

-GU: ¿Y cómo eran esos festivales antes de que entrara la guitarra traspuesta en escena?

JPC: Un poco seguía la fórmula del festival de Viña, la fórmula setentera con música bien tradicional, un poco lo que se quiso mostrar de música de raíz folclórica en los años ‘80, por ejemplo, bien pomposa, una imagen postal de cada una de las regiones, de las zonas geográficas, muy descriptiva. Pero esa canción de don Miguel llamada “Tonada de amor campesino” (la ganadora del festival) era una tonada muy simplista, habla del amor, ya no del paisaje y se introduce en lo íntimo, cómo la gente campesina siente y declara

el amor, en este caso. Después, hay otros festivales donde comienza a participar la guitarra traspuesta y el canto campesino.

-GU: Carolina ¿y cómo fue tu acercamiento a la música campesina?

Carolina Sotelo: Yo siempre estuve más ligada al folclore latinoamericano, por esa riqueza en la ejecución de la guitarra que tiene esa música. En mi familia se escuchaba mucho Silvio Rodríguez, de hecho una de las primeras canciones que yo intenté tocar fue cuando me regalaron un casete de Silvio y esa canción era “Al final de este viaje en la vida”. Desde allí mi cariño por la guitarra ha estado presente. Hasta que finalmente entré al ballet Antumapu, donde además del folclore latinoamericano estaba presente el folclore chileno. Luego vinieron mis estudios en la Universidad de Chile. Finalmente el vínculo directo con la canción campesina es a través de José Pablo, cuando lo conocí. Desde entonces he estado aprendiendo todo ese mundo de la música campesina. En mi casa siempre se escuchaba René Inostroza, pero nunca me acerqué a él desde la ejecución. Mi mamá me contaba que mi abuelo era cantor, aunque nunca lo escuché, pues dejó la guitarra antes de que yo creciera, solo mi mamá lo alcanzó a escuchar. Mi madre me regaló mi primera guitarra, pues ella también la toca, pero siempre más ligada al canto religioso. Acá en El Monte, como es un pueblo tan chiquitito, todo funciona alrededor de la parroquia o de la municipalidad, sobre todo en ese tiempo (hace más de veinte años). El canto religioso en mi casa es muy común aún. Mi abuelo cantaba en los velorios del angelito, para animar las fiestas como Santa Rosa, San Juan.

-GU: Hablemos ahora de este concepto de la Nueva Canción Campesina. Con ese nombre, es inevitable pensar en la Nueva Canción Chilena, la cual no era solamente un nuevo semillero de artistas, sino que además tenía características propias como la temática social y las luchas políticas. En el caso de la Nueva Canción Campesina, además de la existencia de nuevos cultores ¿hay alguna característica que la diferencie de la canción campesina de las generaciones anteriores?

JPC: La Nueva Canción Campesina partió como un concepto a modo de broma de parte del periodista Manuel Vilches. Cuando él tenía un programa en la radio USACH me invitó cuando yo estaba recién empezando en esto. En aquel tiempo habíamos varios provincianos en Santiago, quienes paralelamente al movimiento de la cueca brava traíamos nuestro acervo musical: la guitarra traspuesta, la tonada. Entre esos

provincianos estaban también Los Dos Maulinos, Los Rastrojinos, Carla Catalán, el Huaso Castillo y otros. Cuando nos juntábamos, sacábamos las guitarras, nos poníamos a tocar tonadas en guitarra traspuesta. Todo eso se lo mencioné a Manuel y él, respecto a esta nueva generación de cultores dijo “¿o sea estamos hablando de algo así como la Nueva Canción Campesina?”. Y así era. Yo siempre defino a la Nueva Canción Campesina como un espacio en donde se muestra la nueva generación de cantores y cantoras que traen este repertorio campesino o de raíz campesina hasta nuestros días ya sea a través de la recopilación de repertorio antiguo o de la creación basada

JOSÉ PATRICIO AGUAYO
LAS COMAIRES

en los elementos de la música campesina, como la guitarra traspuesta, el ritmo de tonada, la décima, la cueca rural. Tenemos varios cantores jóvenes que en nuestros días están interpretando repertorio antiguo, tradicional, manteniendo las formas de ejecutar esas músicas (rasgueos, afinaciones, letras, todo eso). Y también hay otro bloque que está creando tomando todos esos elementos. Yo que vengo de la zona de Colchagua, donde ya se perdió el canto de la cantora que hacía tonadas y cuecas -a diferencia del Maule por ejemplo, donde todavía existe dicha tradición-, me he dedicado a crear. Y en esa creación he procurado expresar lo que he aprendido respecto a estas

formas de afinar, de cantar y hacer música, para que esa creación nueva traiga a la memoria de la gente lo antiguo, las fiestas, a sus parientes, etc. Entonces esta Nueva Canción Campesina, a pesar de algunas ideas equivocadas que creían que detrás de esto había algo político, pasa más bien por esta renovación de repertorio. Para mí la punta de lanza de este movimiento es la canción “Como en corral ajeno” de Daniel Véliz, de Talca, que el año 2020 sacó el tercer lugar en el Festival del Huaso de Olmué. Es una canción en ritmo de tonada campesina con guitarra traspuesta pero que pone en su texto la nostalgia de un hombre de campo que al no tener descendencia campesina se ve en la obligación de irse a la ciudad. Ahí encontramos los mismos elementos musicales de la música campesina de antaño pero narrando el campo actual. Eso es la Nueva Canción Campesina. Hay hartos que estamos describiendo situaciones como el tema del agua, muy atingente a lo que está pasando en los campos ahora. No es una crítica social propiamente tal, pero sí es una visibilización de lo que se vive actualmente en el campo. Como este está cambiando, no deja de ser un poco nostálgica la forma en que se plasma el texto. Entonces no es equiparable a la crítica de la Nueva Canción Chilena que era más incisiva, más política. Más bien es una crítica social desde la intimidad de la persona. En resumen, este movimiento trae esa forma antigua de tocar para generar un eslabón entre el pasado y la proyección actual de esa música.

-GU: Si entendí bien entonces, la Nueva Canción Campesina busca ser lo más fiel posible a la música tradicional pero contando un nuevo relato, más actual. En medio de esto ¿habrá algunos cultores que busquen explorar nuevas sonoridades, incorporar instrumentos nuevos, cosas así?

JPC: Yo creo que sí. Pero las innovaciones no pasan, por ejemplo, por cambiar el ritmo, pues allí se perdería la esencia campesina. Más bien pasa por lo armónico, por incorporar nuevas armonías que no estaban presentes antes, como la utilización de las tonalidades menores (lo antiguo estaba todo en tonalidades mayores).

-GU: yo podría agregar que nunca había visto que alguien usara una guitarra acústica, la guitarra folk, de cuerdas metálicas -como lo haces tú- en la música de raíz campesina. Eso también me parece innovador.

JPC: Sí, eso es una de las cosas que le da su sonido característico a Finares Dúo, por ejemplo, la combinación de la guitarra española con esa guita-

LOS PRIMOS DE CHILLÁN
ANDREA ANDREU

rra. Ahora, yo elegí la guitarra precisa para eso, que fuera una guitarra folk pero con una forma similar a la guitarra española y con el clavijero que esta tiene. Ahí en parte está mi sello propio.

-GU: ¿Qué otros cultores relevantes de la Nueva Canción Campesina podrías nombrarme además de los que ya nombraste?

JPC: Daniel Véliz (Talca) que ha marcado presencia en los festivales con sus tonadas campesinas; Andrea Andreu, Romina Núñez, tanto en solitario como con su Dúo Las Comaires; Los Primos de Chillán; el colectivo Maule al sur; Huaso Castillo; Magdalena Espinoza; allá en Linares, Mauricio Vega y Jenny Medel; Armando Queupil (Los Ángeles); Dangelo Guerra, que sin ser campesino siente mucha simpatía por nuestra música tradicional y que le suma su guitarrón chileno y la paya; el dúo De la Fuente; en Rancagua hay una gran camada de cantores, cantores a lo poeta, payadores, Javier Peña, Isabel Mekis, Rodrigo Núñez, Rodrigo Torres, porque la paya, si bien tiene su mundo aparte, en ese ámbito hay varios que están tomando a la tonada y la cueca para sus creaciones. No todos son jóvenes, pero todos son artistas que están trayendo una nueva visión en las temáticas, pero sin dejar una profunda raigambre tradicional, un sabor antiguo que la gente mayor, de generaciones anteriores, entiende y agradece.

GU:¿Está proyectado algún festival o encuentro de la Nueva Canción Campesina en un futuro cercano?

JPC: No por el momento. Pero sí nos hemos agrupado en un espacio virtual. De hecho, la Nueva Canción Campesina comienza como movimiento el 2020, en pandemia. A través de una página de Facebook, los mismos integrantes del movimiento transmitían en vivo desde sus casas. Ahora queremos darle continuidad a la difusión del movimiento a través de las plataformas virtuales, de esa forma se puede tener un mayor impacto (ya que a veces el público de forma presencial es esquivo) y además, la gente puede verlo de forma diferida. Lo importante es marcar presencia. El tiempo en que estuvo al aire el programa de la Nueva Canción Campesina, hubo varios medios que se nos acercaron para transmitir desde sus plataformas. Yo personalmente estuve tres años transmitiendo mi espacio “El fogón de José Pablo” y ahora otro llamado precisamente “La Nueva Canción Campesina”. Ahí los cultores van compartiendo su material y su trabajo se difunde.

FINARES DÚO

José Pablo y Carolina han creado también un dúo de música instrumental llamado “Finares Dúo”, el cual lleva el lenguaje campesino a la música instrumental para guitarras.

-GU: ¿En qué año nace Finares Dúo?

CS: El 1° de septiembre de 2019, después de un año de acompañarnos mutuamente en la vida y la música, con la idea de mezclar esa guitarra campesina que maneja José Pablo con esa guitarra más convencional que yo manejo.

-GU: ¿Cuáles son las características de este dúo?

CS: Ambos llegamos a la guitarra por nuestras madres y tenemos cantores en nuestra historia familiar. Curiosamente José Pablo vivía en la ciudad, en San Fernando, pero tenía ese vínculo con la guitarra campesina y yo, viviendo en el campo, en El Monte, me vinculaba más con la guitarra citadina. De hecho, yo trabajé muchos años en el campo para pagarme mis estudios. Entonces

ese cruce nos llamó la atención. Y eso se manifiesta en la sonoridad de la unión de ambas guitarras, distintas en su timbre y sus formas de tocarlas, ya sea con repertorio propio (hemos compuesto algunas cosas), pero la gran mayoría han sido adaptaciones de música tradicional y algunas adaptaciones de música urbana, como cuecas del Nano Núñez, un tema de Bordemar, composiciones para guitarra de Violeta Parra.

-GU: En su propuesta ¿qué toman de los toquíos tradicionales y qué de otras músicas?

JPC: Nosotros exploramos todo dentro de nuestras posibilidades, sin pretender ser virtuosos, nos interesa más bien que el lenguaje de la música campesina se entienda a la primera escucha, que produzca algo cuando se escuche, entonces nosotros abordamos esa simpleza que no deja de ser difícil, decir algo con solo dos o tres notas. Lo nuestro pasa más por la musicalidad que por el virtuosismo. La calidad del mensaje y del diálogo, pues las guitarras van

“hablando” y acompañando una a la otra cuando corresponde.

CAROLINA: Tratamos de no alejarnos tanto de la música tradicional, pero siempre hay una cosa nueva, como agregar elementos de la música más en general, ahí nos damos más la libertad, porque además las guitarras cantan por sí solas. Armonizar ambas guitarras no es fácil, por eso integramos otros recursos. Y Finares, a pesar de ser instrumental, forma igual parte de esa Nueva Canción Campesina, pues los elementos de la música tradicional están siempre presentes, hemos tomado trabajos muy cercanos al de doña Patricia Chavarría, por ejemplo, de Raúl Díaz Acevedo (quien nos ayudó bastante a conformar nuestro repertorio), todo esto confluye en este diálogo que hay entre la guitarra campesina y la guitarra “española” o citadina, por decirlo de alguna forma. Cuando tocamos aparecen los recuerdos de la gente también, reconocen los toquíos y dicen “oh, así tocaba mi mamá, mi papá, mi abuelo”, etc. Y eso nos pone muy contentos, porque a pesar de que uno pueda aportar nuevos detalles, como algunos acordes más modernos, la gente sigue relacionando ese sonido con las vivencias de algunos guitarreros antiguos.

JPC: Y el mundo académico también siente tocada su fibra. Una vez tocamos en la Sala Isidora Zegers de la Universidad de Chile y tuvimos muy buena aceptación entre estudiantes y ejecutantes de la guitarra clásica, por ejemplo.

-GU: Como ustedes utilizan la guitarra traspuesta en su trabajo, lo que se escucha bastante son las cuerdas al aire, algo muy característico de esa forma de tocar, que hace que la sonoridad se amplíe.

JPC: Justamente, nos hemos preocupado de que la guitarra traspuesta suene a eso. Hay afinaciones tradicionales que suenan muy parecido a la afinación standard, entonces nosotros solemos utilizar aquellas que se alejan más de ello, para que la gente en una primera audición reconozca esa sonoridad especial. Entonces sí, utilizamos mucha cuerda al aire y también mucha nota pedal, por ejemplo un pedal en tónica que se mantiene también incluso en la dominante, muy usado en la música campesina, por lo que hubo todo un proceso de estudio armónico de la guitarra campesina para poder incorporarla en este proyecto. Esto hace que este proyecto sea transversal, y hemos podido presentar nuestro trabajo tanto en eventos folclóricos como académicos.

DE POR QUÉ PIENSO EN TARKOVSKI

POR ANA CATALINA CASTILLO IBARRA Académica, magíster en Literatura, diplomada en Historia y Estética del cine

Aveces, en tiempos revueltos, pienso en Andrei Tarkovski (1932-1986).

Evoco una escena de El espejo: la madre observa desde la casa un incendio en el granero, mientras cae la lluvia; todo en el mismo plano. Entonces, necesito volver a ver esa película, simplemente, porque hay algo en ella que calma mi espíritu. Y aunque no sé con claridad por qué, me repito que la salvación puede estar en el arte. “El arte existe porque el mundo no es perfecto”, solía decir Tarkovski, “pues si lo fuera, el hombre no buscaría la armonía, porque ya viviría en ella”.

Ahora bien, esa armonía no siempre puede apreciarse desde la comprensión, sino más bien desde la emoción, porque tal vez el

querer entenderlo todo –al menos cuando se está frente a una obra artística– sea una muestra más de la soberbia que nos caracteriza como especie, cuando olvidamos, por ejemplo, que el arte tiene sus propias reglas y que la vida que refleja contiene aspectos inabarcables fuera de este, que pueden resultar inasibles.

Para ver el cine de Tarkovski se necesita un voto de confianza, ya que no es raro que cuando se nombra al director ruso haya voces que expresen su rechazo por ese “cine difícil” o que no es “para todos”. El rechazo porque su cine “no se entiende” no era algo desconocido para Tarkovski; él estaba consciente de eso. De

hecho, en la introducción de su hermoso diario Esculpir en el tiempo, cita las cartas que le enviaba parte del público que había visto El espejo, recriminándole porque no lograban asignarle sentido a lo visto; aunque también comparte otras en las que le agradecen la obra y lo animan a seguir.

Con tan solo siete películas rodadas en forma profesional: La infancia de Iván (1962), Andrei Rublev (1969), Solaris (1972), El espejo (1975), Stalker (1979), Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986), Andrei Tarkovski se instala entre los directores más relevantes del siglo XX. Uno que fue generoso, pues no solo dejó al mundo su

filmografía sino también varios escritos que dan cuenta de su poética, lo que permite valorar su coherencia y su búsqueda incansable por hallar su camino “en la jungla de posibilidades que ofrece este joven y maravilloso arte del cine”.

Es decir, no solo fue un realizador, sino sobre todo un pensador. En sus profundas reflexiones sobre el arte y la vida, que se funden en su proceso creador, deja en claro que le es difícil separar al hombre del artista. De hecho, solía aconsejar a los jóvenes que querían dedicarse al cine, no hacer una diferencia entre su trabajo y su propia vida. Según Tarkovski,

un autor debía sacrificarse por su arte. Así lo hizo él.

Tal como lo plantea en Atrapad la vida Lecciones de cine para escultores del tiempo, su invitación no es a entretenerse o a evadirse, sino a “tener un encuentro con el tiempo: el tiempo perdido, el tiempo fugado o aún no alcanzado”. Porque para Tarkovski “la fuerza del cine consiste en atrapar el tiempo en su real e indisoluble relación con la materia misma de la realidad que nos rodea cada día y cada hora” y eso lo distingue de las otras artes.

Además de lidiar con la incomprensión e incluso malestar por parte del público poco acos-

tumbrado a películas concebidas con ese afán, el de “esculpir (en) el tiempo”, también la censura soviética lo seguía de cerca pues desconfiaba de ese cine que no parecía estar al servicio del régimen; y lo tildaban de elitista. Resultaba demasiado espiritual a ojos del Goskino, aparato de censura que velaba por los lineamientos ideológicos en la URSS relacionados con la cinematografía, y que funcionó como tal hasta 1992. ¿Qué escondía ese cine cercano a lo místico?

La infancia de Iván fue criticada “por su individualismo y ensueño burgués”, porque, claro, surgía de un relato del escritor Vladimir Bogomolov cuyo foco estaba en el ambiente de la guerra y sus detalles, pero Tarkovski le imprimió otra mirada y lo que nos pone delante, con planos de una triste belleza, son los estragos que causa la guerra en un niño que sobrevive de sueños y recuerdos y que se ha construido a sí mismo con los peores retazos de un mundo en ruinas. Su siguiente película, Andrei Rublev, tampoco se libró de las

críticas. Y Tarkovski se vio constreñido a explicar por qué ponía al centro de ella a un iconógrafo ruso del medievo: representaba para él la búsqueda de la armonía. Solaris ya había recibido una lista larga de objeciones y se le recomendaba “librarse del concepto de Dios”. Nuevamente decepcionaba a quienes esperaban algo así como la versión rusa de 2001: una odisea del espacio. La ciencia ficción era solo el punto de partida para abordar los temas que a Tarkovski le interesaban. En este caso, la perspectiva de la ciencia es reemplazada por la perspectiva moral que habla de dónde reside la inmensidad del cosmos. Si se revisa la ya citada obra Esculpir en el tiempo se puede encontrar el sustento de esta decisión. Explica Tarkovski que hay dos formas de apropiarse del mundo para encontrar la verdad absoluta: por el camino de la ciencia o por el del arte; el segundo es el que genera conmoción en cuanto catarsis. Es la vivencia subjetiva la que podrá conducir al hombre a experimentar la revelación.

Por otra parte, El espejo y Stalker fueron saboteadas en su estreno por las autoridades rusas. Una por elitista y la otra, porque a raíz de accidentes técnicos ocurridos durante el rodaje casi queda inconclusa y se costeaba con fondos estatales. En El espejo, el rechazo tenía que ver con las rupturas del cineasta que, huyendo de la narrativa tradicional, construye una personalísima obra a base de recuerdos y sueños; no obstante, rebasa universalidad.

Stalker tampoco acata las normas de lo que se suponía debía cumplir una historia de ciencia ficción. Pero si hay algo distópico, eso es la atmósfera de destrucción y soledad que Tarkovski no logra con efectos especiales, sino solo con las relaciones poéticas que captura a partir de los elementos naturales. Aquí el protagonista es un guía sin más poder que el convencimiento con que actúa para guiar a otros hasta la Zona, un lugar donde se podían cumplir los deseos.

Después de tanta presión, el director ruso decide rodar en Italia la que sería su penúltima película, acompañado en el proceso de guion por el gran Tonino Guerra. En ella, tal como lo expresa su título, Nostalgia, “quería hablar de la forma rusa de la nostalgia, de ese estado anímico tan típico de nuestra nación, un estado anímico que surge en nosotros los rusos cuando estamos muy lejos de nuestra patria”. Así lo confiesa en sus diarios y añade: “veía en todo aquello, si se quiere, un deber patriótico”. Era también un consuelo para su alma, profundamente rusa, condenada a extrañar sus paisajes de infancia y todo lo que le era familiar.

No obstante haber conocido tantas adversidades, aun a ello le asignaba un sentido. Pues Tarkovski pensaba que “el artista crea

armonía partiendo del caos”. Su visión del cine se relaciona con la dimensión trascendente que le asignó al arte, porque este “surge y se desarrolla allí donde hay esa ansia eterna, incansable, de lo espiritual, de un ideal que hace que las personas se congreguen en torno al arte”. Y añade que “la finalidad del arte consiste más bien en preparar al hombre para la muerte, conmoverle en su interioridad más profunda”. Eso es lo que persiguen sus películas, exponer la vida en imágenes para que “lo infinito sea perceptible”. De allí el carácter contemplativo, que obliga a detenerse para poder experimentar “una forma especial de relación con la realidad”. Ese era su concepto de poesía.

Esta relación nace en la vida de Tarkovski por influjo de su padre, el célebre poeta Arseni Tarkovski, cuyos versos escuchamos, por ejemplo, en la anteriormente citada El espejo, su película más íntima, pues como ya se ha comentado, es un mosaico de sueños y recuerdos del propio Andrei, quien

creció cerca de Moscú y vivió gran parte de su infancia con su hermana, su madre y su abuela. El padre, ya separado de la madre, había partido como corresponsal de guerra.

En esas circunstancias, temprano comenzó a preguntarse por el significado de la vida del hombre en la Tierra. Y si había una idea persistente era la del enriquecimiento espiritual, para poder “elevarse por encima de sí”. En este punto, es inevitable pensar en que al menos en tres de sus películas, sus personajes se elevan, levitan. Aun en condiciones de caos intentan subir, quizás para conectarse con lo esencial que no está a ras de suelo.

En la vida de Andrei Tarkovski hubo pequeños milagros. Como lo señala Chris Marker en su inspirado ensayo documental Un día en la vida de Andrei Arsénevich (1999), la filmografía del director ruso queda enmarcada entre dos árboles y dos niños, escenas de su primera y de su última película. Cabe añadir cómo el sacrificio

del artista del que tanto hablaba se concretó en la obra del mismo nombre, Sacrificio, que terminó de montar autoexiliado en París, gravemente enfermo. La película se centraba en un hombre que, ante la inminencia de un desastre que acabaría con el mundo, decide inmolarse a través de la entrega de su familia, sus bienes y él mismo. Huelgan palabras para destacar cómo la fusión de vida y arte operó en Tarkovski. Se cuenta que en una sesión de espiritismo, el fantasma del escritor Boris Pasternak le auguró que solo rodaría siete películas, aunque todas buenas. Lo que no le dijo fue que su cine no envejecería, porque encapsula en el tiempo los cuestionamientos universales que hacen que sigamos pensando en quiénes somos y cuál es nuestra misión en el mundo; todo ello a través del arte. El que cultivó Tarkovski parece un camino difícil de transitar, pero tal como la vida, solo recorriéndolo puede premiarnos con asomarnos, al menos, al misterio de la creación.

EL LOGRO DEL HUMANISMO

El psicólogo canadiense Steven Pinker asegura que la violencia humana ha venido descendiendo en el transcurso de la historia y que hoy nos encontramos viviendo en la época más pacífica de la existencia de nuestra especie ( Los ángeles que llevamos dentro, Paidós).

Por cierto, Pinker –como cualquiera de nosotros que eche un vistazo alrededor– reconoce que hay mucha violencia imperando en el mundo actual. La tesis que plantea no implica, ni mucho menos, que la violencia esté llegando a nivel cero y tampoco garantiza que la violencia continúe disminuyendo en adelante. Pero sí señala que ha habido un retroceso de la violencia y que ha afectado a todos los aspectos de la vida humana.

Después de la Segunda Guerra Mundial hemos tenido escasas guerras puntuales, se ha levantado una conciencia planetaria en pos de la defensa de los derechos humanos y ha crecido la aversión a la agresión a escalas pequeñas, incluyendo la violencia contra minorías étnicas, mujeres, niños, homosexuales y hasta aquella contra los animales.

Ha habido, pues, un notable cambio histórico que hoy nos lleva a reaccionar horrorizados ante las costumbres violentas que se glorificaban y aceptaban en el pasado: la práctica establecida de la esclavitud en las antiguas civilizaciones; los sacrificios humanos ofrecidos como ofrenda a dioses sanguinarios; la tortura institucionalizada de la Edad Media; la cruel persecución religiosa a quienes se consideran herejes o infieles; el uso de la fuerza por parte de gobiernos despóticos y tiranías; la opresión de las minorías sociales, de las mujeres y los niños, etc.

Esta transformación, instalada en Occidente y en buena parte del resto del mundo, es para Pinker cosecha de lo sembrado en la llamada Era de la Razón del siglo XVII y en el periodo de la Ilustración del siglo XVIII. Asevera que ha habido un cambio de sensibilidad impulsado por razonamientos explícitos de que la violencia institucionalizada debía minimi-

zarse o suprimirse por el sufrimiento que acarreaba para el ser humano. Esta ideología nueva que situaba la vida y la felicidad en lo alto de la lista de valores y que utilizaba la razón y la evidencia para impulsar la creación de instituciones puede, a su juicio, identificarse con la noción de “humanismo”.

La revolución humanitaria de los siglos XVII y XVIII inició la abolición de muchas prácticas brutales que hasta entonces estaban permitidas. Surgió en los seres humanos el hábito de identificarse con el dolor y el placer de los demás. En estos cambios intelectuales, morales y emocionales, se pasó de valorar almas a valorar vidas

Las ideas humanistas, racionalistas e ilustradas han sido un hito relevante en la disminución histórica de la violencia y, por tanto, uno de los logros que deben llenar de orgullo a la humanidad. El libro de Pinker es una enseñanza al respecto. Y ha de motivarnos a seguir en la defensa de lo humano por sobre las amenazas de la superstición, la ignorancia, el prejuicio y el fanatismo que –aunque en menor escala que en épocas pretéritas– todavía siguen imperando sobre la faz de la Tierra.

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