La cueva

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monográfico BLAKANDEKER

la cueva

revista subterránea que salía cuando quería

1978-1983

...de cuando íbamos a cambiar el mundo.


e

Después de aquellos cinco años de predicar en el desierto, otros vendrían a tomar el relevo con nuevas propuestas, y en alguna de ellas no estábamos muy lejos, como en el número único en formato mural de EL PUÑAL DEL GODO, LA CHISPA, o el fanzine punkarra 70 PUÑALÁS, (editado desde la Kasa Okupa de Palencia, donde existía una de las fanzinotecas más completas que he conocido).

1978-1983 on este MONOGRÁFICO, adjunto al nº 10 de BLAKANDEKER, queremos dar a conocer algunas de las venturas y desventuras de LA CUEVA, primer fanzine underground editado en Palencia, allá en las postrimerías de los años 70, relatadas por dos de los implicados en el asunto: Julián Alonso, rara avis por su prodigiosa memoria, cuestión que ha facilitado poder relatar con detalles objetivos los intríngulis de este añejo experimento editorial, y Gregorio Antolín, que después de tantos años, aún sigue peleando obstinadamente con las tipografías, el diseño, y todos los demonios de la maquetación.

C

Por los mismos derroteros contraculturales, caminaba VENENO, un proyecto literario de Paco Aliseda y Egidio Huerga , publicación de larga y excelente trayectoria, y habría que hablar también de la ingente producción fanzinera de NOKO, integrante de LAS BOBAS, y LA DICTADURA DEL PIPONAZO o las variadas e hilarantes publicaciones a cargo de Javier Del Burgo y aledaños, además de la aparición de distribuidoras como LA CERILLA. con un extenso catálogo de material de lo más jugoso. Y así, hasta la irrupción de Internet, que hizo posible la edición y distribución a bajo costo, con posibilidades gráficas y multimedia impensables pocos años antes. Y ahora, en esas estamos.



CAPÍTULO 1 JULIÁN ALONSO EL ESCRIBA ARTRÓSICO

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n el principio fue la Santísima Trinidad y esa Trinidad se llamaba OZONO, STAR y AJOBLANCO, tan míticas, tan lejanas, tan imposibles de alcanzar, pero tan motivadoras. Y su corte celestial de fanzines prehistóricos con “EL RROLLO ENMASCARADO” a la cabeza, la llamada prensa “underground” cuyos ejemplares, como una revelación divina, iba encontrando en mis peregrinaciones por el Rastro, aquel 1977 forzosamente vestido de caqui en el Madrid postfranquista. Y era regresar a Palencia cada mes, hablar con ANTOLÍN de lo que por la capital del reino se cocía, entusiasmarnos, hacer proyectos, aprender a escribir leyendo, leyendo mucho mientras él aprendía a dibujar dibujando o tocaba la guitarra de doce cuerdas y su armónica de blues, pasarnos de mano en mano esa Santísima Trinidad donde se decía lo que a nosotros nos gustaría decir y se mostraba toda aquella “contracultura” que tan cercana nos parecía, escuchar música de aquí y de allá, desde cantautores hasta música progresiva

Portada del Nº 1 de LA CUEVA.-1978


y lo que hiciera falta, convencernos, porque estábamos convencidos, de que la revolución era posible en aquella época de cambios y de ingenuo entusiasmo, donde todavía pensábamos que el viento soplaba a nuestro favor. Así, en 1978, parimos “LA CUEVA”, que aún no tenía nombre, ni planteamiento, ni medios, ni nada, casi por generación espontánea porque una tarde dice ANTOLÍN: “CARLOS Y CRUCI dicen que ellos ponen mil pelas cada uno, así que si te animas, ponemos otras mil nosotros y p’alante”. De esa forma comenzó todo, una revista con tirada de cien ejemplares que trataríamos de vender para financiar el número siguiente. Cada uno tenía que colocar veinticinco al precio de 35 pesetas. Al final, siempre nos tocaba poner dinero, pero en tanto CRUCI y CARLOS, dado el primer empuje se apartaban, fueron llegando a sus páginas personas jóvenes y valiosas: BAUTISTA, EGIDIO, PACO ALISEDA,

Ilustración en portada de uno de los números de LA CUEVA, representando la calle Eduardo Dato, una de las zonas de más trasiego de personajes carismáticos y sustancias estupefacientes en los años 70/80.

SILVA, JESÚS, KROPOTKIN, alias “el hombre que nunca escribió” y otros cuantos y la cosa fue tirando con mucho entusiasmo y pocos medios, aunque hasta encontramos un mecenas voluntario, JOSÉ SARASOLA, que todos los meses nos enviaba puntual mil pesetas y unos cuantos artículos. Pero me estoy adelantando. Antes de todo esto había que elegir un nombre y ¿qué mejor nombre para una revista underground que “LA CUEVA (revista subterránea que sale cuando quiere)”?. Claro que donde se decía


“cuando quiere” debería haber dicho “cuando puede”, que era cuando había dinero. Aquella era una tarea semi-clandestina y de hecho, al menos en los primeros números, nadie firmaba con su propio nombre. Éramos EL PROFESOR VICKSVAPORUB, PEQUEÑA PLUMA, CRISPÍN, EL ARCIPRESTE DE UQBAR, EL INTRÉPIDO REPORTERO DEL BOLIGRAFO DE ORO, BUFILLA… y aunque todos sabíamos quién se escondía tras cada seudónimo, jugábamos a no saberlo, porque a uno de los pocos que firmaban con su nombre, SARASOLA, uno de los artículos le costó un proceso por apologías varias que nos obligó a montar una campaña de solidaridad y por la libertad de expresión, saliendo a recoger firmas en una especie de performance en la que llevábamos prendida a la camiseta una tapa del FLAN CHINO MANDARÍN, en


la que el chino tenía tachada la boca con un aspa roja. Ideas de SILVA que se lió a comprar sobres de flanes como para hacer un flan de Guinness. En fin, que en 1978 empezó todo y el entusiasmo funcionó con mayor o menor fortuna hasta 1982 en que echamos el cierre, pero eso es otra historia que contaremos en sucesivos capítulos y antes tendremos que hablar de nuestro salto al olimpo contracultural gracias a las reseñas que de nosotros hizo la nombrada Trinidad de OZONO, STAR y AJOBLANCO y a las colaboraciones que desde otros lugares nos empezaron a llegar. Seguiremos informando.



CAPÍTULO 2 JULIÁN ALONSO EL ESCRIBA ARTRÓSICO

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Fragmento de comix. GABI 1983

a expliqué en el capítulo anterior que el capital social de “LA CUEVA” ascendía a 4.000 pesetas aportadas para la ocasión. El resto, material de trabajo, tampoco es que fuera muy abundante, pues disponíamos de un juego de rotring, un tubo de tinta Pelikan, una máquina de escribir portátil manual Olivetti Léttera 33, un cutter, una barra de pegamento, un paquete de folios, una regla, tres láminas de letraset y una grapadora, pero con eso era más que suficiente y más cuando descubrimos que las fotocopiadoras de CINE-FOTO FERNANDO podían ampliar o reducir los textos a conveniencia, lo que venía muy bien a la hora de maquetar Sólo nos faltaba encontrar una imprenta donde se pudiera hacer la revista con discreción y sin que hicieran preguntas y finalmente la encontramos.


Era una offsett semiclandestina que operaba en un piso destartalado de la calle Alfonso VI de Madrid, donde tenía su sede el periódico “Juventud Obrera” que en más de una ocasión hubo que evacuar por amenaza de bomba y allí, con la complicidad de la oficina de Correos, enviamos la maqueta del primer número y recibimos poco después, como el niño que abre su regalo de Reyes Magos, el paquete de hojas impresas que nosotros mismos plegábamos y encuadernábamos en casa. Era la primavera de 1978 y por fin teníamos entre manos el fruto del árbol de nuestros sueños, dieciséis páginas, incluida la cubierta, llenas de textos, poemas, dibujos, comics y ocurrencias varias y una declaración de principios en verso y prosa, donde nos declarábamos revolucionarios, tendenciosos sin remedio y dispuestos a perseguir nuestro sueño hasta tocarlo con los dedos. Releo lo que decíamos entonces: “Hoy toma por fin contacto con la superficie, esta Cueva que pretendemos hacer lo menos oscura posible y sólo porque como ya

Una de las ilustraciones que LUISMI aportó en diferentes ediciones de LA CUEVA.


decimos en esa especie de manifiesto que ocupa la primera página estamos hartos de muchas, de demasiadas cosas y hemos dicho basta, le hemos quitado el corsé a nuestra libertad de expresión y pretendemos decir, a pesar nuestro de una forma ciertamente subterránea, todo aquello que nos gusta, que nos mueve, que nos jode, que nos trae de cabeza. Nadie nos acuse de neutrales porque no lo somos y desde ahora mismo nos declaramos tendenciosos sin remedio. Tomamos postura, elegimos orilla y nos quedamos en ese lado obrero al que todos pertenecemos. La lucha popular tiene mil caminos y nosotros hemos elegido uno de ellos ¿quién dijo que la cultura sólo está reservada para intelectuales y burgueses?... y no puedo por menos que sonreír comprobando lo ingenuos que éramos, pensando que podíamos cambiar el mundo, pero claro, estábamos en 1978, el año en que aún era todo posible y no había cundido todavía el desencanto. Luego la cosa fue ya rodada, empezamos a incorporar colaboradores, Ilustración de Paco Aliseda


enviamos ejemplares a nuestras tres revistas de cabecera y, al poco tiempo, aparecen pequeñas reseñas dando fe de nuestra existencia y la disposición a recibir colaboraciones foráneas. Fue todo un chute de entusiasmo, “LA CUEVA” reseñada nada menos que en STAR, OZONO y AJOBLANCO. Para entonces, ya empezamos a tener nuevos dibujantes (ALISEDA, LUISMI...), reporteros (BAUTISTA), escritores y poetas (EGIDIO HUERGA, SILVA, JESÚS…) y comienzan a llegar las primeras colaboraciones de fuera, empezando por el donostiarra JOSÉ SARASOLA, escritor prolífico y entusiasta que desde el primer momento asume el rol de socio capitalista aportando religiosamente una cantidad mensual para sostener la revista y las conexiones madrileña (ÁNGEL GONZÁLEZ CASTRILLEJO), barcelonesa (CONCHA GARCÍA, ALÉN ARTIGUES, MARTÍN SOLÉ…), sevillana (ALFONSO MAESTRE), etc. y así van saliendo un número tras otro, todos con similar formato aunque siempre aportando algún pequeño cambio y con la excepción del número 5, que por falta de solvencia eco-

nómica, pasa a ser “LA CUEVECILLA” y publicarse con las mismas páginas que “LA CUEVA” pero en tamaño octavilla, para de nuevo recuperar su formato habitual a partir del número 6 y hasta el final. Así toda la primera época, que dura dos años y nueve números, pero con el


JESÚS ARRANZ

BAUTISTA en 1978. El reportero más “cool” de LA CUEVA. Y el único de todos que a día de hoy ha conseguido jubilarse y perderse en el espacio-tiempo.

número nueve surge un problema: la imprenta madrileña desaparece de improviso, deja de dar señales de vida y la maqueta original desaparece sin remedio. Nos quedamos en la calle y sin saber por dónde continuar. Hay que comenzar de nuevo, buscar imprenta y seguir adelante, pero esto no será posible hasta que, a través de EGIDIO, descubrimos en Valladolid la reprografía MATA y ponemos otra vez en marcha la máquina de imaginar, pero a un ritmo más lento. Saldrán entonces, pero ya sin numerar, otros tres números a lo largo de 1981, 1982 y 1983, año en que, como consecuencia de una metedura de cazo de BLAS HERNÁNDEZ, cantante de TOPAZ que, en unas declaraciones a la prensa local tuvo la ocurrencia de decir que “LA CUEVA” era una

JOSÉ SARASOLA


revista editada por el grupo, decidimos dar muerte natural a “LA CUEVA” mediante la edición de un número especial titulado “NO SOMOS NADA” que sería la despedida y cierre del invento. Ya por aquel entonces, habían pasado a mejor vida casi todas las revistas underground del país. Los tiempos estaban cambiando, el desencanto comenzaba a hace mella y otros proyectos nos iban ocupando, pero el recuerdo de lo que hicimos sigue sobrevolando nuestras cabezas y de vez en cuando nos da por hojear aquellas páginas gamberras, contraculturales, revolucionarias, lúdicas, líricas, ingenuas, informativas, panfletarias, … uff y lo que más echamos de menos, es que éramos más jóvenes. Pero sonreímos porque a más de uno le metimos el dedo en el ojo, pensamos que alguna ver reNO SOMOS NADA, despedida y cierre de LA CUEVA.


sucitaremos (aunque ya no será lo mismo) y seguimos añorando (no mucho) a los hijos que nos dio “LA CUEVA” la nonata radio alternativa “LA ESPELUNCA” -emitiendo desde las profundidades del Cerrato- y el efímero colectivo “EL AGUJERO”, organizador de fallidos festivales de rock y entusiasta colaborador de programas radiofónicos en “LA VOZ DE PALENCIA”. Pero eso es otra historia.

Ayer y hoy de algunos integrantes del equipo de LA CUEVA. El tiempo pasa...-



...Y CAPÍTULO 3 GREGORIO ANTOLÍN NILOTNA

P

or mi parte, queda poco más que contar. Julián, transmutado en otro avatar, como en los viejos tiempos, ha desvelado ciertamente los intríngulis de la trayectoria de LA CUEVA.

De aquellos convulsos tiempos recuerdo estar inmerso en un sin fin de líos estratosféricos, combinando sin orden ni concierto proyectos de diversa índole. Un trajín desordenado del que apenas recuerdo detalles sueltos, probablemente tergiversados por el paso del tiempo, rondando toda la fauna y flora del momento: acérrimos militantes de utopías proletarias, hippies trasnochados, delincuentes de poca monta, camellos de barrio, lunáticos divinos y otras gentes difíciles de catalogar. Antes, incluso que la Santísima Trinidad a la que se hace referencia en los capítulos anteriores, a principios de los 70, DISCO EXPRESS, (un periódico musical editado


en Pamplona intentando imitar a New Musical Express y Melody Maker), comenzó a editar tímidamente alguno de los primeros “comix”, denominados así para diferenciarlos de los cómics o historietas convencionales y tomando poco a poco re-

Rastro de Cascorro. Un tiempo donde era difícil armonizar la lucha antifranquista y los ideales de amor y paz. Si los hippies californianos obsequiaban a la policía con margaritas, nosotros añadiríamos la maceta para hacer evidente nuestra posición

ferencias gráficas y conceptuales de aquel movimiento “underground” nacido en las entrañas de los EE. UU. Yo era entonces uno de aquellos adolescentes melenudos que procuraba no perderse una edición.

bélico-pacifista contra el sistema. El general pequeñajo aún coleaba en su poltrona, y firmaba sentencias de muerte.

Más tarde, cumpliendo en Madrid con la ineludible deuda con la Patria (aquello de LA MILI), tuve contacto de primera mano con la vorágine vital y psicotrópica de aquella generación de hippies peninsulares, ávidos de experiencias fronterizas, y acérrimos del foro dominical del

También recuerdo vagamente alguna otra escaramuza anterior a LA CUEVA, perpetrada desde una “vietnamita” prestada, (previamente incautada por gentes de la CNT asturiana a un estamento sanitario o algo así), que se hospedó temporalmente en la cocina de mi casa. y que cuando se intentaba poner en modo automático, el jodido trasto actuaba como


aspersor de tinta que ponía todo perdido y costaba horrores eliminar las manchas. Como toda experiencia en la flor de la juventud, LA CUEVA fue un invento emocionante y enriquecedor, a pesar de la suma de carencias que acumulábamos y la falta de medios. Haciendo gala de la máxima budista de la impermanencia, un buen día, decidimos finiquitar el kiosko, conscientes de alguna manera de haber perdido demasiadas batallas, replegándonos a nuestros Palacios de Invierno, donde cada cual dió rienda suelta a sus manías, mientras LA POLLA y ESKORBUTO atronaban en el casette y nos crecían pelos blancos en los huevos y algún que otro vástago que ahora se ríe condescendiente y con cierta sorna, de aquellas ingenuidades de sus progenitores.


Esquela de la última página de NO SOMOS NADA.


Y

hasta aquí llego este breve apunte, exento de nostalgia sensiblera y arrepentimientos, como una referencia necesaria de una época en la que la utopía se hizo carne, y habitó entre nosotros. Me recuerda Julián una prehistórica revista editada en 1969: MUNDO JOVEN, dirigida por ÍÑIGO, televisivo icono bigotudo, donde ya se informaba sobre el movimiento hippie, mayo del 68 e incluía unos artículos sobre drogas de Jesús Torbado, muy interesantes, además de una extensa recopilación de la historia de la música pop. Todo muy formal, y bastante alejado de los postulados “subterráneos” de lo que vendría después. Pues esto es todo. Nosotros aquí seguimos. Perros viejos inconformistas, peleones sin remedio, y de vuelta de tantas cosas que ya casi no nos creemos ni a nosotros mismos. Saludos trogloditas a los supervivientes.


monogrรกfico BLAKANDEKER adjunto al Nยบ 10 de la revista Ediciรณn de PRIMAVERA 2013

Check Point Editorial: EKIPO DOBLEDOSIS

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